La batalla de Hunain siempre recuerda a los historiadores otro incidente interesante ocurrido durante la misma batalla. Shaiba(ra), habitante de La Meca al servicio de la Ka’ba, luchó al lado de los enemigos. Dice que sólo tenía un objetivo al iniciarse la batalla: buscar la oportunidad de matar al Profeta(sa). Estaba decidido, aun en el caso de que todo el mundo se uniera al Profeta(sa) (por no hablar de toda Arabia), a seguir oponiéndose al Islam. Cuando se intensificó la batalla, Shaiba(ra) sacó su espada y avanzó hacia el Profeta(sa). A medida que avanzaba perdía la calma y su determinación empezaba a fallar. “Cuando me acerqué al Profeta(sa)”, dice Shaiba(ra), “me pareció ver una llama que amenazaba con devorarme. Entonces oí la voz del Profeta(sa), que decía: “Shaiba(ra), acércate”. Cuando estuve muy cerca de él, pasó la mano por mi pecho con gran afecto, diciendo: “Dios: libra a Shaiba(ra) de todo pensamiento satánico”. Con esta pequeña muestra de afecto, Shaiba(ra) cambió. Desaparecieron su hostilidad y su enemistad; y desde aquel momento, el Profeta(sa) le fue más querido que nada en el mundo. Cuando hubo cambiado, el Profeta(sa) le invitó a que luchara a su lado. “En aquel momento”, cuenta Shaiba(ra), “sólo tenía un objetivo: morir por el Profeta(sa). Aunque mi padre se interpusiera en mi camino, no habría dudado en traspasar su pecho con mi espada.”(Halbiyya)
El Profeta(sa) se dirigió entonces a Ta’if, la ciudad donde le habían lapidado y expulsado. Asedió la ciudad, pero aceptó la sugerencia de unos amigos de abandonar el sitio. Más tarde, el pueblo de Ta’if se unió por propia voluntad al Islam.