58. La expedición de Tabuk
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
Capítulos
  1. 0. Prefacio
  2. 1. Arabia en la época del nacimiento del Profeta
  3. 2. El matrimonio del Santo Profeta con Jadiyya
  4. 3. El Profeta recibe su primera revelación
  5. 4. Los primeros conversos
  6. 5. La persecución de los fieles
  7. 6. El mensaje del Islam
  8. 7. La emigración a Abisinia
  9. 8. ‘Umar acepta el Islam
  10. 9. La persecución se intensifica
  11. 10. El viaje del profeta a Ta’if
  12. 11. El Islam se extiende a Medina
  13. 12. El primer juramento de ‘Aqaba
  14. 13. La Hégira
  15. 14. Suraqa persigue al Profeta
  16. 15. El Profeta llega a Medina
  17. 16. Abu Ayyub Ansari anfitrión del Profeta
  18. 17. La vida en Medina se vuelve insegura
  19. 18. El pacto entre diversas tribus de Medina
  20. 19. Los Mequíes se preparan para atacar Medina
  21. 20. La batalla de Badr
  22. 21. Se cumple una gran profecía
  23. 22. La batalla de Uhud
  24. 23. La victoria se convierte en derrota
  25. 24. Los rumores de la muerte del Profeta llegan a Medina
  26. 25. El enfrentamiento con los Banu Mustaliq
  27. 26. La batalla de la fosa
  28. 27. Una lucha muy desigual
  29. 28. La traición de los Banu Quraiza
  30. 29. Los confederados se dispersan
  31. 30. El castigo de los Banu Quraiza
  32. 31. El juicio de Sa’d inspirado en la Biblia
  33. 32. ¿Deseaba el Profeta continuar la guerra?
  34. 33. Enseñanzas del Judaísmo y Cristianismo sobre la guerra
  35. 34. La enseñanza del Corán respecto a la guerra y la paz
  36. 35. Los preceptos del Profeta respecto a la guerra
  37. 36. Ataques esporádicos de los incrédulos
  38. 37. El Profeta parte a la Meca con mil quinientos compañeros
  39. 38. El tratado de Hudaibiya
  40. 39. Las cartas del Profeta a varios reyes
  41. 40. Carta al rey de Persia
  42. 41. La carta al Negus
  43. 42. Carta al jefe del estado Egipcio
  44. 43. Carta al jefe del Bahrein
  45. 44. La caída de Jaibar
  46. 45. Se cumple la visión del Profeta
  47. 46. La batalla de Mauta
  48. 47. el profeta parte hacia la meca con diez mil fieles
  49. 48. La derrota de la Meca
  50. 49. El Profeta entra en la Meca
  51. 50. La Ka’ba, libre de ídolos
  52. 51. El Profeta perdona a sus enemigos
  53. 52. ‘Ikrima se hace musulmán
  54. 53. La batalla de Hunain
  55. 54. “el profeta de dios os llama”
  56. 55. Un enemigo jurado se convierte en seguidor devoto
  57. 56. El Profeta distribuye el botín
  58. 57. Las maquinaciones de Abu ‘Amir
  59. 58. La expedición de Tabuk
  60. 59. El último peregrinaje
  61. 60. El Profeta hace alusión a su fallecimiento
  62. 61. Los últimos días del Profeta
  63. 62. El Profeta fallece
  64. 63. La personalidad y el carácter del Profeta
  65. 64. La pureza del alma y la limpieza del Profeta
  66. 65. La vida sencilla del Santo Profeta
  67. 66. Su relación con Dios
  68. 67. Su desaprobación de la penitencia
  69. 68. Su actitud hacia sus esposas
  70. 69. Elevadas cualidades morales
  71. 70. Su templanza
  72. 71. Justicia y equidad
  73. 72. Su consideración por los pobres
  74. 73. La protección de los intereses de los pobres
  75. 74. El trato a los esclavos
  76. 75. El trato a las mujeres
  77. 76. Su actitud hacia los difuntos
  78. 77. El trato a los vecinos
  79. 78. El trato a los parientes
  80. 79. La buena compañía
  81. 80. La protección de la fe
  82. 81. El perdón de las faltas ajenas
  83. 82. Paciencia ante la adversidad
  84. 83. La cooperación mutua
  85. 84. La sinceridad
  86. 85. La curiosidad inapropiada
  87. 86. La integridad y la honradez en las transacciones
  88. 87. El pesimismo
  89. 88. La crueldad con los animales
  90. 89. Tolerancia en cuestiones de religión
  91. 90. Valentía
  92. 91. Consideración con los incultos
  93. 92. El cumplimiento de los pactos
  94. 93. El respeto a los servidores de la humanidad
  95. 94. La vida del Profeta es un libro abierto
  96. 95. Notas
  97. 96. Sobre el autor
  98. 97. Índice de Temas
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Estos rumores se hicieron tan persistentes que el Profeta(sa) decidió conducir en persona una expedición musulmana contra Siria. Eran tiempos difíciles. El hambre azotaba Arabia. La cosecha del año anterior había sido pobre, tanto el trigo como la fruta escaseaban, y todavía no había llegado la época de la nueva cosecha. El Profeta(sa) salió en esta misión hacía finales de septiembre o principios de octubre. Los hipócritas sabían que los rumores eran una invención suya destinada a provocar un ataque musulmán contra los sirios en el caso de que éstos no atacaran antes a los musulmanes. En cualquier caso, un conflicto contra el poder del Imperio romano provocaría, inevitablemente, la destrucción del Islam. Todavía tenían ante sí la lección de Mauta, donde los musulmanes se vieron obligados a enfrentarse con un ejército tan enorme que apenas pudieron efectuar la retirada. Los hipócritas esperaban provocar otra Mauta, en la que el propio Profeta(sa) perdiera la vida. Al mismo tiempo que se dedicaban a propagar rumores sobre el ataque sirio contra los musulmanes, se esforzaban por sembrar el pánico entre éstos diciendo que los sirios disponían de ejércitos inmensos contra los que los musulmanes no podrían resistir. Instaron a los musulmanes a que no participaran en el conflicto con Siria. Su intención era por una parte, incitar a los musulmanes a que atacaran Siria, y por otra, evitar que fueran allí en gran número. Deseaban, en definitiva, que los musulmanes libraran una batalla contra Siria y que fueran derrotados. Pero en cuanto el Profeta(sa) anunció su intención de encabezar la expedición, el entusiasmo creció entre los musulmanes. Ofrecieron sacrificar sus vidas por el amor de la fe. Los musulmanes no estaban bien equipados para una guerra de estas proporciones. El tesoro estaba vacío. Sólo los más prósperos poseían los medios necesarios para sufragar la guerra. Los musulmanes compitieron entre sí en sus sacrificios por la fe. Se dice que, ya iniciada la expedición, cuando el Profeta(sa) pidió más fondos, Uzmanraofreció la mayor parte de sus bienes. Según se cuenta, su contribución se cifraba en unos mil dinares de oro, es decir, unas veinticinco mil rupias. Otros musulmanes también contribuyeron según su capacidad. Los pobres recibieron animales para montar, espadas y lanzas. Reinaba el entusiasmo. En aquella época se encontraba en Medina un grupo de musulmanes que había emigrado del Yemen. Eran muy pobres. Algunos se dirigieron al Profeta(sa) para ofrecerle su servicio en la expedición. Dijeron: “Profeta(sa) de Dios, llévanos contigo. Sólo necesitamos un medio de transporte.” El Corán se refiere a estos musulmanes con las siguientes palabras:

“Tampoco contra aquellos que, cuando llegaron a ti para que les proporcionases una montura, les dijiste: “No puedo encontrar cabalgadura para vosotros”; se volvieron, con sus ojos inundados de lágrimas, por la pena de no poder encontrar nada que emplear.” (9:92)

Es decir, no son culpables quienes no participaron en la guerra por carecer de medios, y quienes se dirigieron al Profeta(sa) para pedirle un medio de transporte al campo de batalla. El Profeta(sa) no pudo encontrarles transporte, y se volvieron entristecidos porque su pobreza les impedía participar en la guerra entre musulmanes y sirios. Abu Musara era el jefe de este grupo. Cuando se le preguntó qué había pedido, respondió: “No pedimos ni camellos ni caballos. Sólo dijimos que no teníamos zapatos y que no podríamos hacer un largo viaje descalzos. Si hubiéramos tenido calzado, habríamos ido a pie para participar en la guerra al lado de nuestros hermanos”. Cuando partieron hacia Siria, todavía no habían olvidado nada de cuanto habían sufrido en Mauta y cada uno de ellos iba preocupado por la seguridad personal del Profeta(sa). Las mujeres de Medina también desempeñaron su papel, al animar a sus maridos e hijos a unirse al ejército. Un Compañero, que había estado fuera de Medina, regresó cuando el Profeta(sa) ya había salido. Entró en su casa esperando que su mujer le recibiera con el cariño y la emoción de una esposa cuyo marido vuelve tras una larga ausencia. Encontró a su esposa sentada en el patio y avanzó para abrazarla y besarla. Pero ella le rechazó. El marido la miró sorprendido y le preguntó: “¿Así tratas a quien vuelve a casa tras una larga ausencia?”.

“¿No te da vergüenza?”, preguntó la mujer. ¿“El Profeta(sa) de Dios ha salido en una expedición peligrosa, y tú quieres hacer el amor con tu esposa? Tu primer deber es ir al campo de batalla. Después veremos lo demás.” Se dice que el Compañero abandonó inmediatamente la casa, apretó las cinchas del caballo y salió al galope. Tras tres días de viaje, alcanzó al ejército musulmán. Los incrédulos y los hipócritas probablemente pensaban que el Profeta(sa), en base a los rumores que habían inventado, se lanzaría sin pensar sobre los ejércitos sirios. Olvidaban que el Profeta(sa) deseaba dar ejemplo a generaciones venideras de sus fieles. Cerca de Siria, el Profeta(sa) se detuvo y envió a sus hombres en todas direcciones para reconocer el terreno. Volvieron e informaron de que no había concentraciones sirias en ninguna parte. El Profeta(sa) decidió regresar, pero se detuvo algunos días allí, y firmó acuerdos con algunas tribus que vivían cerca de la frontera. No hubo ni guerra ni combate. El viaje del Profeta(sa) duró unos dos meses y medio. Cuando los hipócritas de Medina comprendieron que había fracasado su intento de provocar la guerra entre musulmanes y sirios, y que el Profeta(sa) regresaba sano y salvo, empezaron a temer que su intriga se hubiera descubierto. Temían recibir el castigo que les correspondía, pero no abandonaron sus siniestros planes. Un grupo armado se colocó a ambos lados de un estrecho desfiladero a cierta distancia de Medina. Era tan estrecho que sólo podía ser atravesado en fila india. Cuando el ejército musulmán se acercaba al lugar, el Profeta(sa) recibió una revelación que le advertía de la presencia de una emboscada enemiga a ambos lados del desfiladero. Así pues, el Profeta(sa) envió a sus Compañeros a reconocer el terreno. Cuando llegaron al lugar, vieron a varios hombres escondidos con el propósito de atacarles, pero que huyeron en cuanto les vieron. El Profeta(sa) decidió no perseguirles.

Cuando el Profeta(sa) llegó a Medina, los hipócritas que se habían mantenido al margen de esta batalla empezaron a ofrecer pretextos poco convincentes. Pero el Profeta(sa) los aceptó, y a la par, decidió que había llegado el momento de exponer su hipocresía. Recibió de Dios la orden de demoler la mezquita de Quba, construida por los hipócritas para poder celebrar allí sus reuniones secretas. Los hipócritas ahora se veían obligados a hacer sus oraciones junto con los demás musulmanes. No se propuso otro castigo.

Al volver de Tabuk, el pueblo de Ta’if también se sometió, y a partir de entonces, otras tribus pidieron ser admitidas en el seno del Islam, de forma que, poco tiempo después, Arabia entera se encontraba bajo la bandera del Islam.

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