61. Los últimos días del Profeta
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
Capítulos
  1. 0. Prefacio
  2. 1. Arabia en la época del nacimiento del Profeta
  3. 2. El matrimonio del Santo Profeta con Jadiyya
  4. 3. El Profeta recibe su primera revelación
  5. 4. Los primeros conversos
  6. 5. La persecución de los fieles
  7. 6. El mensaje del Islam
  8. 7. La emigración a Abisinia
  9. 8. ‘Umar acepta el Islam
  10. 9. La persecución se intensifica
  11. 10. El viaje del profeta a Ta’if
  12. 11. El Islam se extiende a Medina
  13. 12. El primer juramento de ‘Aqaba
  14. 13. La Hégira
  15. 14. Suraqa persigue al Profeta
  16. 15. El Profeta llega a Medina
  17. 16. Abu Ayyub Ansari anfitrión del Profeta
  18. 17. La vida en Medina se vuelve insegura
  19. 18. El pacto entre diversas tribus de Medina
  20. 19. Los Mequíes se preparan para atacar Medina
  21. 20. La batalla de Badr
  22. 21. Se cumple una gran profecía
  23. 22. La batalla de Uhud
  24. 23. La victoria se convierte en derrota
  25. 24. Los rumores de la muerte del Profeta llegan a Medina
  26. 25. El enfrentamiento con los Banu Mustaliq
  27. 26. La batalla de la fosa
  28. 27. Una lucha muy desigual
  29. 28. La traición de los Banu Quraiza
  30. 29. Los confederados se dispersan
  31. 30. El castigo de los Banu Quraiza
  32. 31. El juicio de Sa’d inspirado en la Biblia
  33. 32. ¿Deseaba el Profeta continuar la guerra?
  34. 33. Enseñanzas del Judaísmo y Cristianismo sobre la guerra
  35. 34. La enseñanza del Corán respecto a la guerra y la paz
  36. 35. Los preceptos del Profeta respecto a la guerra
  37. 36. Ataques esporádicos de los incrédulos
  38. 37. El Profeta parte a la Meca con mil quinientos compañeros
  39. 38. El tratado de Hudaibiya
  40. 39. Las cartas del Profeta a varios reyes
  41. 40. Carta al rey de Persia
  42. 41. La carta al Negus
  43. 42. Carta al jefe del estado Egipcio
  44. 43. Carta al jefe del Bahrein
  45. 44. La caída de Jaibar
  46. 45. Se cumple la visión del Profeta
  47. 46. La batalla de Mauta
  48. 47. el profeta parte hacia la meca con diez mil fieles
  49. 48. La derrota de la Meca
  50. 49. El Profeta entra en la Meca
  51. 50. La Ka’ba, libre de ídolos
  52. 51. El Profeta perdona a sus enemigos
  53. 52. ‘Ikrima se hace musulmán
  54. 53. La batalla de Hunain
  55. 54. “el profeta de dios os llama”
  56. 55. Un enemigo jurado se convierte en seguidor devoto
  57. 56. El Profeta distribuye el botín
  58. 57. Las maquinaciones de Abu ‘Amir
  59. 58. La expedición de Tabuk
  60. 59. El último peregrinaje
  61. 60. El Profeta hace alusión a su fallecimiento
  62. 61. Los últimos días del Profeta
  63. 62. El Profeta fallece
  64. 63. La personalidad y el carácter del Profeta
  65. 64. La pureza del alma y la limpieza del Profeta
  66. 65. La vida sencilla del Santo Profeta
  67. 66. Su relación con Dios
  68. 67. Su desaprobación de la penitencia
  69. 68. Su actitud hacia sus esposas
  70. 69. Elevadas cualidades morales
  71. 70. Su templanza
  72. 71. Justicia y equidad
  73. 72. Su consideración por los pobres
  74. 73. La protección de los intereses de los pobres
  75. 74. El trato a los esclavos
  76. 75. El trato a las mujeres
  77. 76. Su actitud hacia los difuntos
  78. 77. El trato a los vecinos
  79. 78. El trato a los parientes
  80. 79. La buena compañía
  81. 80. La protección de la fe
  82. 81. El perdón de las faltas ajenas
  83. 82. Paciencia ante la adversidad
  84. 83. La cooperación mutua
  85. 84. La sinceridad
  86. 85. La curiosidad inapropiada
  87. 86. La integridad y la honradez en las transacciones
  88. 87. El pesimismo
  89. 88. La crueldad con los animales
  90. 89. Tolerancia en cuestiones de religión
  91. 90. Valentía
  92. 91. Consideración con los incultos
  93. 92. El cumplimiento de los pactos
  94. 93. El respeto a los servidores de la humanidad
  95. 94. La vida del Profeta es un libro abierto
  96. 95. Notas
  97. 96. Sobre el autor
  98. 97. Índice de Temas
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Por fin, se iba acercando el día que todos los seres humanos hemos de afrontar. El trabajo del Profeta(sa) había concluido. Todo cuanto Dios tenía que revelarle para el beneficio de la humanidad ya se lo había revelado. El espíritu de Muhammad(sa) había infundido una nueva vida en su pueblo. Había surgido una nueva nación, una nueva perspectiva de la vida, nuevas instituciones; en resumen, un nuevo cielo y una nueva tierra. Se habían establecido los cimientos de un nuevo orden. La tierra se había arado y se había regado. Se había sembrado la semilla de una nueva cosecha. Y ahora, empezaba a mostrarse la propia cosecha. Pero no le correspondía a él recogerla, sino solamente arar, sembrar y regar. Vino como un labrador, permaneció como un labrador, y ahora se marchaba como un labrador. Encontró su recompensa, no en las cosas de este mundo, sino en el agrado y la satisfacción de Dios, su Creador y su Amo. Cuando llegaba la hora de la recolección prefería ir con Él, dejando para otros la cosecha.

El Santo Profeta(sa) enfermó. Durante algunos días, siguió visitando la mezquita para dirigir las oraciones. Después se encontró muy débil para seguir haciéndolo. Los Compañeros estaban tan acostumbrados a estar diariamente en su compañía que difícilmente creían que pudiera morir. Sin embargo, él les había hablado constantemente de su muerte. Un día, hablando de este tema, dijo: “Si un hombre se equivoca, es mejor que haga la expiación en este mundo, para no tener remordimientos en el otro. Por lo tanto, os digo que si he hecho algo respecto a alguno de vosotros, aunque haya sido inadvertidamente, que se acerque para pedirme reparación. Si he herido a alguno de vosotros sin darme cuenta, que avance para desquitarse. No quiero sentir vergüenza cuando me presente ante Dios en el otro mundo”. Los Compañeros estaban conmovidos. Sus ojos derramaban lágrimas. ¡Cuántas preocupaciones había tenido, cuánto sufrimiento había aguantado por el bien de ellos! Sufrió hambre y sed para que ellos comieran y bebieran. Remendó su propio calzado y ropa para que otros vistieran bien. Y sin embargo, ahora estaba ansioso de rectificar las supuestas injusticias que pudo haber cometido con los demás; así respetaba los derechos de los demás.

Los Compañeros recibieron con un silencio solemne este ofrecimiento del Profeta(sa). Sin embargo, uno de ellos avanzó diciendo: “Profeta(sa) de Dios, en cierta ocasión me hiciste daño. Nos alineábamos para la batalla y tú pasaste por delante de nuestra fila, y al pasar me diste con el codo en el costado. Lo hiciste sin querer, pero has dicho que podríamos desquitarnos incluso de males no intencionados. Quiero resarcirme”. Los Compañeros se sintieron llenos de ira. Les molestó la insolencia y la estupidez de este hombre, que no había comprendido el espíritu de la oferta del Profeta(sa)ni la solemnidad de la ocasión. Pero el Compañero se empeñaba, estaba decidido a tomar literalmente las palabras del Profeta(sa).

El Profeta(sa) dijo: “Te invito a que te tomes la revancha.”

Le ofreció la espalda, diciendo: “Ven, golpéame como yo lo hice.”

“Pero cuando tú me golpeaste, tenía desnudo el costado porque no llevaba camisa”, dijo el Compañero.

“Levantad mi camisa”, dijo el Profeta(sa) “y que me golpee en el costado con el codo·. Así se hizo; pero, en lugar de golpear el costado desnudo del Profeta(sa), el Compañero se inclinó, con los ojos húmedos, y besó su cuerpo desnudo.

“¿Por qué haces esto?”, preguntó el Profeta(sa).

“¿No dijo usted que le quedaban unos días contados entre nosotros? ¿Cuántas oportunidades tendremos, pues, de tocarle físicamente y expresar nuestro amor y cariño por usted? Es cierto que me golpeó, pero ¿quién se vengaría de ello? Ahora mismo me había surgido la idea. Usted nos ofreció el desquite, y yo me dije: “Voy a besarle como resarcimiento.”

Los Compañeros, hasta ese momento enfurecidos, desearon que la misma idea se les hubiera ocurrido a ellos.

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