9. La persecución se intensifica
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
Capítulos
  1. 0. Prefacio
  2. 1. Arabia en la época del nacimiento del Profeta
  3. 2. El matrimonio del Santo Profeta con Jadiyya
  4. 3. El Profeta recibe su primera revelación
  5. 4. Los primeros conversos
  6. 5. La persecución de los fieles
  7. 6. El mensaje del Islam
  8. 7. La emigración a Abisinia
  9. 8. ‘Umar acepta el Islam
  10. 9. La persecución se intensifica
  11. 10. El viaje del profeta a Ta’if
  12. 11. El Islam se extiende a Medina
  13. 12. El primer juramento de ‘Aqaba
  14. 13. La Hégira
  15. 14. Suraqa persigue al Profeta
  16. 15. El Profeta llega a Medina
  17. 16. Abu Ayyub Ansari anfitrión del Profeta
  18. 17. La vida en Medina se vuelve insegura
  19. 18. El pacto entre diversas tribus de Medina
  20. 19. Los Mequíes se preparan para atacar Medina
  21. 20. La batalla de Badr
  22. 21. Se cumple una gran profecía
  23. 22. La batalla de Uhud
  24. 23. La victoria se convierte en derrota
  25. 24. Los rumores de la muerte del Profeta llegan a Medina
  26. 25. El enfrentamiento con los Banu Mustaliq
  27. 26. La batalla de la fosa
  28. 27. Una lucha muy desigual
  29. 28. La traición de los Banu Quraiza
  30. 29. Los confederados se dispersan
  31. 30. El castigo de los Banu Quraiza
  32. 31. El juicio de Sa’d inspirado en la Biblia
  33. 32. ¿Deseaba el Profeta continuar la guerra?
  34. 33. Enseñanzas del Judaísmo y Cristianismo sobre la guerra
  35. 34. La enseñanza del Corán respecto a la guerra y la paz
  36. 35. Los preceptos del Profeta respecto a la guerra
  37. 36. Ataques esporádicos de los incrédulos
  38. 37. El Profeta parte a la Meca con mil quinientos compañeros
  39. 38. El tratado de Hudaibiya
  40. 39. Las cartas del Profeta a varios reyes
  41. 40. Carta al rey de Persia
  42. 41. La carta al Negus
  43. 42. Carta al jefe del estado Egipcio
  44. 43. Carta al jefe del Bahrein
  45. 44. La caída de Jaibar
  46. 45. Se cumple la visión del Profeta
  47. 46. La batalla de Mauta
  48. 47. el profeta parte hacia la meca con diez mil fieles
  49. 48. La derrota de la Meca
  50. 49. El Profeta entra en la Meca
  51. 50. La Ka’ba, libre de ídolos
  52. 51. El Profeta perdona a sus enemigos
  53. 52. ‘Ikrima se hace musulmán
  54. 53. La batalla de Hunain
  55. 54. “el profeta de dios os llama”
  56. 55. Un enemigo jurado se convierte en seguidor devoto
  57. 56. El Profeta distribuye el botín
  58. 57. Las maquinaciones de Abu ‘Amir
  59. 58. La expedición de Tabuk
  60. 59. El último peregrinaje
  61. 60. El Profeta hace alusión a su fallecimiento
  62. 61. Los últimos días del Profeta
  63. 62. El Profeta fallece
  64. 63. La personalidad y el carácter del Profeta
  65. 64. La pureza del alma y la limpieza del Profeta
  66. 65. La vida sencilla del Santo Profeta
  67. 66. Su relación con Dios
  68. 67. Su desaprobación de la penitencia
  69. 68. Su actitud hacia sus esposas
  70. 69. Elevadas cualidades morales
  71. 70. Su templanza
  72. 71. Justicia y equidad
  73. 72. Su consideración por los pobres
  74. 73. La protección de los intereses de los pobres
  75. 74. El trato a los esclavos
  76. 75. El trato a las mujeres
  77. 76. Su actitud hacia los difuntos
  78. 77. El trato a los vecinos
  79. 78. El trato a los parientes
  80. 79. La buena compañía
  81. 80. La protección de la fe
  82. 81. El perdón de las faltas ajenas
  83. 82. Paciencia ante la adversidad
  84. 83. La cooperación mutua
  85. 84. La sinceridad
  86. 85. La curiosidad inapropiada
  87. 86. La integridad y la honradez en las transacciones
  88. 87. El pesimismo
  89. 88. La crueldad con los animales
  90. 89. Tolerancia en cuestiones de religión
  91. 90. Valentía
  92. 91. Consideración con los incultos
  93. 92. El cumplimiento de los pactos
  94. 93. El respeto a los servidores de la humanidad
  95. 94. La vida del Profeta es un libro abierto
  96. 95. Notas
  97. 96. Sobre el autor
  98. 97. Índice de Temas
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La persecución se hacía cada vez más intensa e insoportable. Muchos musulmanes ya habían abandonado La Meca. Los que quedaron tuvieron que sufrir más que nunca. Pero no se desviaron ni un ápice del camino que eligieron. Sus corazones se hallaban más fortalecidos que nunca y su fe era aún más firme. Su devoción al Único Dios iba en aumento, así como su odio a los ídolos nacionales de La Meca. El conflicto se agravaba cada vez más. Los mequíes convocaron otra reunión y decidieron imponer el ostracismo total a los musulmanes. Los mequíes no mantendrían ningún trato normal con ellos. No les comprarían ni les venderían nada. El Profeta(sa), junto con su familia y varios parientes que sin ser musulmanes aún le apoyaban, se vieron obligados a refugiarse en una vivienda muy aislada, propiedad de Abu Talib. Sin dinero ni recursos, la familia del Profeta(sa) sufrió bajo estas sanciones unas tribulaciones indescriptibles. Durante tres años no existió ningún alivio en estas medidas. Al final, cinco hombres honrados de entre los mequíes se rebelaron contra estas condiciones. Se dirigieron a la familia, ofrecieron abandonar el boicot generalizado y les permitieron salir. Abu Talib salió y reprochó a su pueblo. La rebelión de los cinco fue noticia en toda la ciudad y la racionalidad volvió a prevalecer. Los mequíes decidieron terminar con el feroz boicot. El boicot terminó, pero no sus consecuencias. Unos días después, murió Jadiyya, la fiel esposa del Profeta(sa), y un mes más tarde, murió su tío Abu Talib.

El Santo Profeta(sa) había perdido la amistad y el apoyo de Jadiyyara, y los musulmanes, en conjunto, habían perdido la ayuda de Abu Talib. Estas dos muertes dieron lugar a que la compasión pública se perdiera. Abu Lahab, otro tío del Profeta(sa), estaba dispuesto a apoyar al Profeta(sa). El dolor por el fallecimiento de su hermano y el respeto por su última voluntad estaban todavía vivos en su recuerdo. Pero los mequíes pronto lograron disuadirle, recurriendo a sus métodos habituales. El Profeta(sa), dijeron, enseñaba que no creer en la Unidad de Dios suponía un delito que sería castigado en la otra vida; su enseñanza por lo tanto contradecía todo cuanto habían aprendido de sus antecesores. Abu Lahab decidió, pues, intensificar su oposición al Profeta(sa). Las relaciones entre musulmanes y mequíes se habían vuelto difíciles, el ostracismo y los bloqueos impuestos durante tres años habían profundizado el abismo que les separaba. Parecía imposible reunirse y predicar. Pero al Profeta(sa) no le preocupaban los malos tratos ni la persecución, pues pensaba que tenían una importancia relativa mientras pudiera reunirse con la gente y hablar en libertad. Sin embargo, ahora parecía que ya no tendría esta oportunidad en La Meca pues, además de la hostilidad generalizada, el Profeta(sa) no podía salir a la calle, ni aparecer en ningún lugar público. Cuando lo intentaba, le arrojaban basura y le hacían regresar a casa. En una ocasión volvió a su hogar con la cabeza cubierta de basura, y su hija, mientras le limpiaba la cabeza, lloraba. El Profeta(sa) le dijo que no llorara, porque Dios estaba con él. Los malos tratos no perturbaban en absoluto al Profeta(sa), pues eran evidencia de un cierto interés en su Mensaje. Un día, por ejemplo, los mequíes decidieron no dirigirle la palabra, ni maltratarle. El Profeta(sa) regresó a casa decepcionado, hasta que la voz consoladora de Dios hizo que volviera de nuevo a su pueblo.

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