Tras describir a grandes rasgos los incidentes más destacados de la vida del Santo Profeta(sa), debemos hacer un breve esbozo sobre su carácter. Para ello disponemos del testimonio colectivo de su pueblo, incluso desde antes de anunciarse su misión. En aquella época, su pueblo ya le conocía como “El Sincero” y “El Veraz” (Hisham). En todas las épocas viven personas contra las que nunca hay acusaciones de falta de honestidad. También existen muchas personas que nunca se ven expuestas a grandes pruebas y tentaciones, y dentro de la rutina cotidiana de la vida se comportan con honradez e integridad. Y sin embargo, no se les considera por eso dignas de ninguna distinción especial. Éstas se conceden sólo cuando la vida de una persona refleja notablemente alguna cualidad moral elevada. Todos los soldados que participan en una batalla ponen en peligro su vida, pero no todos los soldados británicos han sido considerados dignos de recibir la Cruz de la Victoria, ni todos los soldados alemanes la Cruz de Hierro. Miles de franceses se dedican a actividades intelectuales, pero no todos reciben la condecoración de la Legión de Honor. El hecho de que un hombre sea leal o veraz, no indica por sí solo que destaque por dichas cualidades; pero cuando un pueblo entero coincide en llamar a un hombre por los apodos de “El Sincero” y “El Veraz”, es evidencia de que posee cualidades excepcionales. Si hubiera sido costumbre entre los habitantes de La Meca conferir tal distinción a un individuo en cada generación, entonces tal individuo sería considerado como alguien destacado. Pero la historia de La Meca, y de Arabia en general, no nos facilita ninguna indicación de que existiera entre los árabes la costumbre de conferir éstos u otros sobrenombres a individuos eminentes de cada generación. Al contrario, a través de siglos de historia árabe, encontramos que tan sólo en el caso del Santo Profeta(sa) del Islam, su pueblo le confirió los sobrenombres de “El Sincero” y “El Veraz”. Esto demuestra que el Profeta(sa) poseía en tal grado estas cualidades, que en la memoria de su pueblo ningún otro individuo podía ser considerado igual. Los árabes eran famosos por su agudeza de juicio, y lo que ellos consideraban singular debe haber sido de verdad singular y único.
Cuando el Santo Profeta(sa) recibió de Dios la orden de asumir la carga y las responsabilidades de su misión profética, su esposa Jadiyyara atestiguó sus elevadas cualidades morales (como ya hemos señalado antes). A continuación ilustraremos algunas de estas cualidades, para que el lector aprecie aquellos aspectos de su carácter que suelen ser poco conocidos.