67. Su desaprobación de la penitencia
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
Capítulos
  1. 0. Prefacio
  2. 1. Arabia en la época del nacimiento del Profeta
  3. 2. El matrimonio del Santo Profeta con Jadiyya
  4. 3. El Profeta recibe su primera revelación
  5. 4. Los primeros conversos
  6. 5. La persecución de los fieles
  7. 6. El mensaje del Islam
  8. 7. La emigración a Abisinia
  9. 8. ‘Umar acepta el Islam
  10. 9. La persecución se intensifica
  11. 10. El viaje del profeta a Ta’if
  12. 11. El Islam se extiende a Medina
  13. 12. El primer juramento de ‘Aqaba
  14. 13. La Hégira
  15. 14. Suraqa persigue al Profeta
  16. 15. El Profeta llega a Medina
  17. 16. Abu Ayyub Ansari anfitrión del Profeta
  18. 17. La vida en Medina se vuelve insegura
  19. 18. El pacto entre diversas tribus de Medina
  20. 19. Los Mequíes se preparan para atacar Medina
  21. 20. La batalla de Badr
  22. 21. Se cumple una gran profecía
  23. 22. La batalla de Uhud
  24. 23. La victoria se convierte en derrota
  25. 24. Los rumores de la muerte del Profeta llegan a Medina
  26. 25. El enfrentamiento con los Banu Mustaliq
  27. 26. La batalla de la fosa
  28. 27. Una lucha muy desigual
  29. 28. La traición de los Banu Quraiza
  30. 29. Los confederados se dispersan
  31. 30. El castigo de los Banu Quraiza
  32. 31. El juicio de Sa’d inspirado en la Biblia
  33. 32. ¿Deseaba el Profeta continuar la guerra?
  34. 33. Enseñanzas del Judaísmo y Cristianismo sobre la guerra
  35. 34. La enseñanza del Corán respecto a la guerra y la paz
  36. 35. Los preceptos del Profeta respecto a la guerra
  37. 36. Ataques esporádicos de los incrédulos
  38. 37. El Profeta parte a la Meca con mil quinientos compañeros
  39. 38. El tratado de Hudaibiya
  40. 39. Las cartas del Profeta a varios reyes
  41. 40. Carta al rey de Persia
  42. 41. La carta al Negus
  43. 42. Carta al jefe del estado Egipcio
  44. 43. Carta al jefe del Bahrein
  45. 44. La caída de Jaibar
  46. 45. Se cumple la visión del Profeta
  47. 46. La batalla de Mauta
  48. 47. el profeta parte hacia la meca con diez mil fieles
  49. 48. La derrota de la Meca
  50. 49. El Profeta entra en la Meca
  51. 50. La Ka’ba, libre de ídolos
  52. 51. El Profeta perdona a sus enemigos
  53. 52. ‘Ikrima se hace musulmán
  54. 53. La batalla de Hunain
  55. 54. “el profeta de dios os llama”
  56. 55. Un enemigo jurado se convierte en seguidor devoto
  57. 56. El Profeta distribuye el botín
  58. 57. Las maquinaciones de Abu ‘Amir
  59. 58. La expedición de Tabuk
  60. 59. El último peregrinaje
  61. 60. El Profeta hace alusión a su fallecimiento
  62. 61. Los últimos días del Profeta
  63. 62. El Profeta fallece
  64. 63. La personalidad y el carácter del Profeta
  65. 64. La pureza del alma y la limpieza del Profeta
  66. 65. La vida sencilla del Santo Profeta
  67. 66. Su relación con Dios
  68. 67. Su desaprobación de la penitencia
  69. 68. Su actitud hacia sus esposas
  70. 69. Elevadas cualidades morales
  71. 70. Su templanza
  72. 71. Justicia y equidad
  73. 72. Su consideración por los pobres
  74. 73. La protección de los intereses de los pobres
  75. 74. El trato a los esclavos
  76. 75. El trato a las mujeres
  77. 76. Su actitud hacia los difuntos
  78. 77. El trato a los vecinos
  79. 78. El trato a los parientes
  80. 79. La buena compañía
  81. 80. La protección de la fe
  82. 81. El perdón de las faltas ajenas
  83. 82. Paciencia ante la adversidad
  84. 83. La cooperación mutua
  85. 84. La sinceridad
  86. 85. La curiosidad inapropiada
  87. 86. La integridad y la honradez en las transacciones
  88. 87. El pesimismo
  89. 88. La crueldad con los animales
  90. 89. Tolerancia en cuestiones de religión
  91. 90. Valentía
  92. 91. Consideración con los incultos
  93. 92. El cumplimiento de los pactos
  94. 93. El respeto a los servidores de la humanidad
  95. 94. La vida del Profeta es un libro abierto
  96. 95. Notas
  97. 96. Sobre el autor
  98. 97. Índice de Temas
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El Santo Profeta(sa), sin embargo, desaprobaba enérgicamente cualquier forma de formalismo en las cuestiones de culto, y condenaba la penitencia auto-impuesta como forma de culto. Enseñaba que el verdadero culto consiste en el empleo provechoso de las facultades con las que Dios ha dotado al hombre. Puesto que Dios dio al hombre ojos para que viera, extirparlos o mantenerlos cerrados no era una forma de adoración, sino una impertinencia. El uso apropiado del don de la vista no constituye un pecado. Es, al contrario, el abuso de esa facultad lo que constituye un pecado. Un hombre sería un ingrato si se privara voluntariamente de la facultad de oír, aunque constituiría un pecado emplear esa facultad con el propósito de escuchar calumnias y murmuraciones. La abstención de la comida (salvo en las ocasiones en las que el ayuno está prescrito o resulta deseable por otra razón) puede provocar el suicidio, y por lo tanto, constituye un pecado imperdonable. Pero también cabe destacar que dedicarse enteramente a los placeres de la mesa, o comer o beber cosas prohibidas o indeseables, también constituye un pecado. Ésta es una regla de oro, enseñada y predicada por el Santo Profeta(sa) del Islam, que nunca fue inculcada por ningún Profeta(sa) anterior.

El uso correcto de las facultades naturales da lugar a la adquisición de elevadas cualidades morales, mientras que la frustración o neutralización de dichas cualidades constituye una insensatez. Su uso indebido es perverso o pecaminoso, mientras su uso debido representa la verdadera virtud. Ésta es la esencia de las enseñanzas inculcadas por el Santo Profeta(sa) del Islam. Y ésta, a grandes rasgos, es la imagen de su propia vida y acciones. Hazrat A’ishara relata: “Cuando el Santo Profeta(sa) tenía que elegir entre dos alternativas, siempre elegía la más fácil de las dos, siempre que estuviera libre de sospecha de error o pecado. Si cierta acción estaba sujeta a la duda o sospecha, el Santo Profeta(sa), más que nadie, hacía todo lo posible por evitarla”. (Muslim, Kitab al-Fadail). Ésta es, sin duda, la línea de conducta más elevada y admirable que se ofrece al hombre. Muchos hombres se imponen voluntariamente el sufrimiento y la privación, no con el fin de ganar el agrado de Dios, porque el agrado de Dios no se alcanza mediante imposición de penas y privaciones innecesarias, sino con el propósito de engañar a la humanidad. Dichas personas poseen una escasa virtud interior, y desean ocultar sus faltas y adquirir méritos a los ojos del prójimo, asumiendo virtudes falsas. El objetivo del Santo Profeta(sa) del Islam, sin embargo, fue el de alcanzar la verdadera virtud y el agrado de Dios. Se encontraba, por lo tanto, exento por completo de engaños e ilusiones. Le era absolutamente indiferente que el mundo le considerara perverso o le apreciara por el bien que hacía. Lo único que le importaba era cómo se consideraba a sí mismo y cómo le juzgaría Dios. Si además del testimonio de su conciencia y de la aprobación de Dios ganaba también el verdadero testimonio de la humanidad, lo agradecía. Pero si los hombres le criticaban, lo sentía por ellos y no concedía ningún valor a su opinión.

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