Jalifas guiados – Hazrat Abu Bakr (ra)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Jalifas guiados – Hazrat Abu Bakr (ra)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 17 DE DICIEMBRE DE 2021.

Pronunciado en la Mezquita Mubarak de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Sura Al-Fatiha,

Hazrat Jalifatul Masih V (aba) dijo lo siguiente:

En relación con los relatos de Hazrat Abu Bakr (ra), ya se ha hecho mención de la liberación de esclavos que hizo, pero hay algunas narraciones más con respecto a esto.

Hazrat Abu Bakr (ra) liberó a Nahdiyah y a su hija, que eran esclavas de una mujer de la tribu Banu Abd al-Dar. Pues bien, ocurrió que Hazrat Abu Bakr (ra) pasó cerca de las dos. En ese momento su dueña las había enviado a moler la harina y ella estaba diciendo: “¡Por Dios, nunca las liberaré!”. O por quienquiera que estuviera maldiciendo, en cualquier caso, Hazrat Abu Bakr (ra) dijo: “¡Oh madre de tal y cual! Rompe tu juramento”. Ella respondió: “Vete de aquí, eres tú quien las está echando a perder. Si tanto te importa, ¿por qué no los liberas?”. Hazrat Abu Bakr (ra) luego exclamó: “Dime cuánto tengo que pagar para liberarlas”. Entonces habló de una cantidad para cada una de ellas. Hazrat Abu Bakr (ra) exclamó: “He tomado a las dos y las he liberado”. Luego dijo: “Devuélvele la harina a esta mujer”, es decir, les dijo a las dos esclavas que devolvieran la harina que llevaban para molerla. Las dos dijeron: “¡Oh Abu Bakr! ¿Debemos completar esta tarea y devolver la harina?”. En otras palabras, si debían cumplir con el deber que les fue dado de moler la harina y a continuación devolvérsela. Hazrat Abu Bakr (ra) dijo: “Hacedlo solo si lo deseáis”.

Hazrat Abu Bakr (ra) una vez pasó junto a una esclava de Banu Muammal, que era una rama de la tribu Banu Adiyy bin Kab. Esta esclava era musulmana. Umar bin Al-Jattab (que en ese momento no era musulmán) la estaba castigando para hacerla abandonar el Islam. En aquellos días, Hazrat Umar (ra) era todavía un politeísta y aún no había aceptado al Santo Profeta (sa). La golpeaba hasta que no podía más y le decía: “Solo te dejo ir por cansancio”. Ante esto, ella respondía: “Dios te tratará de la misma manera”. Hazrat Abu Bakr (ra) también la compró y le concedió la libertad.

Está registrado en una narración que Abu Quhafah, el padre de Hazrat Abu Bakr (ra), le dijo: “¡Oh hijo mío, veo que estás liberando a los débiles! Si deseas seguir haciéndolo, entonces debes liberar a los hombres más fuertes para que puedan protegerte y para que puedan estar a tu lado”. El narrador dice que Hazrat Abu Bakr (ra) replicó: “¡Oh mi amado padre, solo deseo el beneplácito de Dios Altísimo!”. Algunos comentaristas, como Alamah Qurtubi y Alamah Alusi, etc., dicen que los siguientes versículos del Sura Al-Lail fueron revelados debido a esta acción de Hazrat Abu Bakr (ra):

فَاَمَّا مَنۡ اَعۡطٰی وَ اتَّقٰی ۙ﴿۶﴾

92:6 Mas para quien da y es justo,

وَ صَدَّقَ بِالۡحُسۡنٰی ۙ﴿۷﴾

92:7 Y da testimonio de todo que es bueno,

فَسَنُیَسِّرُہٗ لِلۡیُسۡرٰی ؕ﴿۸﴾

92:8 Le otorgaremos toda facilidad.

وَ اَمَّا مَنۡۢ بَخِلَ وَ اسۡتَغۡنٰی ۙ﴿۹﴾

92:9 Mas en cuanto a aquel que es mez­quino y desdeñosamente indiferente,

وَ کَذَّبَ بِالۡحُسۡنٰی ۙ﴿۱۰﴾

92:10 Y que rechaza lo que es recto,

فَسَنُیَسِّرُہٗ لِلۡعُسۡرٰی ﴿ؕ۱۱﴾

92:11 Le facilitaremos el camino hacia la desgracia.

وَ مَا یُغۡنِیۡ عَنۡہُ مَا لُہٗۤ اِذَا تَرَدّٰی ﴿ؕ۱۲﴾

92:12 Y su riqueza no le servirá de nada cuando perezca.

اِنَّ عَلَیۡنَا لَلۡہُدٰی ﴿۫ۖ۱۳﴾

92:13 En verdad, a Nosotros nos corresponde guiar;

وَ اِنَّ لَنَا لَلۡاٰخِرَۃَ وَ الۡاُوۡلٰی ﴿۱۴﴾

92:14 Y a Nosotros nos pertenece el Más Allá, así como el mundo actual.

فَاَنۡذَرۡتُکُمۡ نَارًا تَلَظّٰی ﴿ۚ۱۵﴾

92:15 Os advierto, pues, de un Fuego llameante.

لَا یَصۡلٰٮہَاۤ اِلَّا الۡاَشۡقَی ﴿ۙ۱۶﴾

92:16 Nadie entrará en él salvo el más perverso.

الَّذِیۡ کَذَّبَ وَ تَوَلّٰی ﴿ؕ۱۷﴾

92:17 Que rechaza la verdad y da la espalda.

وَ سَیُجَنَّبُہَا الۡاَتۡقَی ﴿ۙ۱۸﴾

92:18 Mas el justo será mantenido lejos de él,

الَّذِیۡ یُؤۡتِیۡ مَالَہٗ یَتَزَکّٰی ﴿ۚ۱۹﴾

92:19 Aquél que da sus bienes para purificarse.

وَ مَا لِاَحَدٍ عِنۡدَہٗ مِنۡ نِّعۡمَۃٍ تُجۡزٰۤی ﴿ۙ۲۰﴾

92:20 Y no debe favor a nadie, que deba ser devuelto,

اِلَّا ابۡتِغَآءَ وَجۡہِ رَبِّہِ الۡاَعۡلٰی ﴿ۚ۲۱﴾

92:21 Excepto que entrega su riqueza para buscar el agrado de su Señor, el Altísimo.

وَ لَسَوۡفَ یَرۡضٰی ﴿٪۲۲﴾

92:22 Y Él pronto se sentirá com­placido con él.

Entre los esclavos que fueron liberados por Hazrat Abu Bakr (ra) estaba Hazrat Jabbab bin Al-Aratt (ra).

Por su parte, al hablar de Hazrat Jabbab bin al-Aratt (ra), Hazrat Musleh Maud (ra) declara:

“Otro Compañero (ra) que antes era esclavo, una vez se quitó la prenda superior para bañarse y otra persona que estaba cerca vio que la piel de su espalda estaba tan endurecida y áspera que era como la de un búfalo. Se asombró al ver esto y dijo: ‘¿Cuánto tiempo hace que tienes esta enfermedad? La piel de tu espalda es tan dura que es como la de los animales’. Al escuchar esto, Hazrat Jabbab (ra) se rió y respondió: ‘Esto no es una enfermedad. Cuando aceptamos el Islam, nuestro dueño decidió castigarnos, así que nos puso en el calor abrasador y comenzó a golpearnos, diciéndonos que dijéramos que no creíamos en Muhammad (sa). En respuesta recitábamos el Kalima (credo musulmán) y él nos golpeaba aún más. Incluso después de esto, cuando su ira aún no había cesado, nos arrastraba por las rocas’.”

Hazrat Musleh Maud (ra) escribe además:

“En Arabia, para proteger del agua las casas, que estaban hechas de barro, colocaban un tipo de roca cerca de aquella zona que se llama ‘jingar’ en punyabi. Se trata de una roca extremadamente áspera y afilada que la gente pone en las paredes de sus casas para protegerlas de cualquier daño proveniente del vertido de agua, o sea, para que las paredes no se dañen. Así que este Compañero (ra) dijo: ‘Cuando nos negábamos a rechazar el Islam y la gente se cansaba de golpearnos, entonces nos ataban las piernas con una cuerda y empezaban a arrastrarnos sobre esas rocas ásperas. Así pues, todo lo que ves en mi espalda es el resultado de esos golpes y arrastres”. Por lo tanto, se les infligió tal injusticia año tras año. Finalmente, Hazrat Abu Bakr (ra) ya no pudo tolerar esto, por lo que vendió una gran parte de su propiedad para liberarlos”.

Luego, mientras menciona cómo Hazrat Abu Bakr (ra) liberaba esclavos, Hazrat Jalifatul Masih II (ra) mencionó en una ocasión:

“Aquellos esclavos que creyeron en el Santo Profeta (sa) procedían de diferentes naciones: había abisinios como Bilal y romanos como Suhaib; también había cristianos entre ellos como Yubair y el propio Suhaib; e idólatras como Bilal y Ammar. Por ejemplo, el dueño de Bilal lo obligaba a tumbarse sobre arena abrasadora y le colocaba piedras o hacía que los niños saltaran encima de él, pero cuando Hazrat Abu Bakr (ra) vio esta crueldad contra ellos, los liberó pagando su precio al dueño”.

Una vez, Hazrat Abu Bakr (ra) tuvo la intención de emigrar a Abisinia.

Se menciona que cuando la población musulmana creció y la religión del Islam se hizo manifiesta, los incrédulos entre los qureish comenzaron a atormentar e infligir dolor a aquellos que habían aceptado el Islam de entre sus tribus. Su objetivo era hacer que abandonaran su fe. Sobre esto, el Profeta (sa) instruyó a los creyentes: “Todos debéis esparciros por la tierra. Sin duda, Dios os volverá a unir”. Los Compañeros (ra) contestarón: “¿A dónde debemos ir?”. El Santo Profeta (sa) afirmó: “Hacia allá” y señaló a la tierra de Abisinia. Esto tuvo lugar en el 5 de Nabawi, en el mes de Rayab. De acuerdo con las instrucciones del Mensajero de Dios (sa), once hombres y cuatro mujeres emigraron hacia Abisinia.

Después de que los musulmanes hubieran emigrado hasta allí, Hazrat Abu Bakr (ra) fue perseguido, por lo que él también tenía la intención de emigrar a Abisinia.

En este sentido, hay una narración en Sahih Bujari en la que  Hazrat Aisha (ra) relata:

“Cuando los musulmanes sufrieron grandes dificultades, Hazrat Abu Bakr (ra) se dispuso a emigrar a Abisinia. Cuando llegó a un lugar llamado Barq al-Rimad, una ciudad en Yemen situada cerca de la costa, después de un viaje de cinco noches desde La Meca, conoció a Ibn Daghna, que era el jefe de la tribu de los Qarah, quien preguntó: ‘¡Oh Abu Bakr, ¿a dónde te diriges?’. Hazrat Abu Bakr (ra) respondió: ‘Mi gente me ha exiliado. Por tanto, deseo viajar por la tierra y adorar a mi Señor’. Ibn Daghna replicó: ‘Un hombre como tú no deja su tierra por su propia voluntad, ni debe ser obligado a irse. Tú encarnas las virtudes que se han perdido hace mucho tiempo: honras tus lazos familiares, alivias la carga de los cansados y fatigados, recibes huéspedes y ayudas a los que están en dificultades’.”

En otro lugar, esto se ha traducido de la siguiente manera:

“Ganas dinero y le das a los pobres, tratas a tus parientes cercanos con amabilidad, cuidas de las personas vulnerables, recibes invitados y ayudas a los afligidos porque dicen la verdad”.

“Ibn Daghna exclamó en ese momento: ‘Te concederé protección bajo mi autoridad. Vuelve a tu tierra y continúa adorando a tu Señor allí’. Ibn Daghna acompañó a Hazrat Abu Bakr (ra) de vuelta a La Meca y visitó a los jefes de los qureish y les dijo: ‘Abu Bakr es tal persona que nunca debería tener que abandonar su hogar ni ser exiliado. ¿Acaso sois capaces de exiliar a un individuo que personifica las virtudes que han sido olvidadas? Él honra los lazos familiares, alivia la carga de los que están cansados y fatigados, recibe a huéspedes de una forma excelente y ayuda a aquellos que se enfrentan a dificultades’. Al oir esto, los qureish respetaron la protección que Ibn Daghna le concedió y permitieron a Hazrat Abu Bakr (ra) vivir en paz. Aunque a continuación le dijeron a Ibn Daghna: ‘Dile a Abu Bakr que adore a su Señor solo dentro de  su casa. Debe realizar sus oraciones allí y cualquier otra cosa que desee, pero no debe causarnos ningún inconveniente cuando realice sus oraciones y recite el Corán, pues no debe recitarlo en voz alta porque tememos que acabe por descarriar a nuestros hijos y esposas’.

Ibn Daghna transmitió este mensaje a Hazrat Abu Bakr (ra) y, en consecuencia, este comenzó a adorar a su Señor solo en su casa y dejó de rezar y recitar el Corán abiertamente fuera de su hogar. Después de un tiempo, Hazrat Abu Bakr (ra) tuvo una idea y construyó una mezquita -o un lugar para la oración- en una zona abierta de su huerto. Allí, realizaba sus oraciones y recitaba el Libro Sagrado, mientras que las mujeres y los hijos de los idólatras se reunían a su alrededor. Se quedaban asombrados, [es decir, estaban asombrados observando a Hazrat Abu Bakr (ra) mientras realizaba su adoración]. Asimismo notaban que Hazrat Abu Bakr (ra) lloraba mucho, pues no podía controlar sus lágrimas cuando recitaba el Corán.

Este estado de Hazrat Abu Bakr (ra) generó mucha preocupación entre los jefes de los qureish. Por lo que llamaron a Ibn Daghna y cuando este llegó le dijeron: ‘Ofrecimos protección a Abu Bakr con la condición de que adorara a su Señor en los confines de su casa; sin embargo, no ha respetado nuestra condición y ha construido una mezquita en su huerto donde reza y recita el Corán en voz alta. Tememos que pondrá a prueba a nuestras mujeres e hijos. Ve y dile que si lo desea, puede adorar manteniéndose dentro de su casa. En caso contrario, si insiste en realizar su adoración de forma abierta, infórmale de que debe renunciar a la protección que recibe bajo tu autoridad, porque no deseamos violar tu autoridad. En verdad, jamás permitiremos a Abu Bakr que adore en público”.

Hazrat Aisha (ra) continúa diciendo:

“Ibn Daghna fue a buscar a Hazrat Abu Bakr (ra) y le dijo: ‘¿Eres consciente de la condición fijada en el pacto que hice contigo? Por consiguiente, debes cumplir con esas condiciones o renunciar a la protección que tienes bajo mi autoridad, ya que no me gustaría que los árabes piensen que soy desleal en los pactos que realizo’. Hazrat Abu Bakr (ra) contestó: ‘Renuncio a la protección que tengo bajo tu autoridad, ya que estoy satisfecho bajo la protección de Al’lah’.”

Estos son algunos de los detalles que se mencionan en “Umdatul-Qari”, que es un comentario de Sahih Bujari en relación a la mezquita que se construyó en el huerto de Hazrat Abu Bakr (ra). Se describe que la misma se extendió hasta las paredes de su casa y fue la primera mezquita construida en el Islam.

Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra) añade:

“Abu Bakr (ra) era tal persona, que toda La Meca estaba en deuda con él. Todo lo que ganaba lo gastaba en la liberación de esclavos. En una ocasión estaba saliendo de La Meca cuando un jefe se encontró con él de camino y le preguntó: ‘¡Oh Abu Bakr! ¿A dónde vas?’. Hazrat Abu Bakr (ra) le respondió: ‘No hay paz para mi en esta ciudad. Me voy a otro lugar’. El jefe exclamól: ‘Si una persona tan piadosa como tú abandona esta ciudad, ciertamente acabará en la ruina’. Te ofrezco protección bajo mi autoridad, así que no la abandones’. Y volvió bajo la protección de este jefe. Por la mañana, cuando Hazrat Abu Bakr (ra) se levantaba y recitaba el Sagrado Corán, mujeres y niños pegaban sus oídos a las paredes solo para escuchar los versículos del mismo. Esto ocurría porque su voz era muy apasionada y estaba llena de mucho fervor y emoción, y además porque el Santo Corán estaba escrito en árabe, y cada mujer, hombre y niño podía entenderlo, y cada oyente se sentía inspirado por él. Entonces, cuando se extendieron los rumores acerca de esto, hubo una conmoción en La Meca por temor de que todos perdieran su fe”.

En otras palabras, temían que la gente abandonara sus creencias antiguas tras escuchar la recitación del Libro Sagrado y el fervor en la voz de Hazrat Abu Bakr (ra).  Pues bien, esto es exactamente lo que sucede a los áhmadis en algunos países, particularmente a aquellos que viven en Pakistán, porque proclaman que ellos también perderán su fe si ven a un áhmadi recitar el Corán o rezar. Por esta razón, hay múltiples sanciones para los musulmanes áhmadis que son vistos rezando o recitando el Santo Corán.

En cualquier caso, Hazrat Musleh Maud (ra) escribe:

“La gente fue a ese jefe y le preguntaron: ‘¿Por qué le has proporcionado protección?’. El jefe fue entonces a visitar a Hazrat Abu Bakr (ra) y le pidió: ‘Por favor deja de recitar el Corán de esa manera, pues la gente de La Meca está enfureciéndose por ello’. Hazrat Abu Bakr (ra) respondió: ‘Retira la protección que me has ofrecido ya que no puedo abandonar esta práctica’ y el jefe retiró su protección”.

Hazrat Abu Bakr (ra) también acompañó al Santo Profeta (sa) cuando visitó Shaib Abi Talib.

Tras fracasar en todos los posibles esfuerzos que realizaron para detener la expansión del mensaje de la Unidad de Dios, los qureish decidieron tomar acción boicoteando a los Banu Hashim y los Banu Muttalib.

En relación a esto, en su libro “La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa)”, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) relata:

“Entonces, decidieron tomar acción tras una deliberación mutua y decidieron cortar las relaciones con el Santo Profeta (ra) y con todos los miembros de Banu Hashim y Banu Muttalib, y si rechazaban retirar su protección sobre el Profeta (ra), serían asediados en un lugar y destruidos. Por lo tanto, en el mes de Muharram del año 7 Nabawi, se redactó un acuerdo según el cual ningún individuo se casaría con algún miembro de la dinastía de Banu Hashim o Banu Muttalib; nadie les vendería nada o compraría algo de ellos, ni permitirían que pudieran obtener comida ni bebida; no mantendrían ningún tipo de relación con ellos”.

Actualmente, algunos áhmadis también son tratados de esta manera.

En cualquier caso, dice además:

“No mantendrían ninguna relación con ellos hasta que se separaran de Muhammad (sa) y se lo entregaran. Este acuerdo, del que Banu Kinanah también formaba parte junto con los qureish, fue escrito formalmente y firmado por los principales jefes de los qureish, y colgado en la pared de la Kaaba como si fuera un testamento nacional de suma importancia. Por tanto, el Santo Profeta (sa) y todos los Banu Hashim y Banu Muttalib, fuesen musulmanes o incrédulos [excepto Abu Lahab, el tío paterno del Santo Profeta (sa), quien se alió con los qureaish debido a su animosidad enardecida], fueron asediados en un valle montañoso llamado ‘Valle de Abu Talib’. De esta manera, dos grandes tribus de los qureish fueron completamente aisladas de la vida social de La Meca, apresados y atentamente vigilados en el valle de Abu Talib, que pertenecía a los Banu Hashim. Los otros pocos musulmanes que aún residían en La Meca estaban con el Santo Profeta (sa)”.

Incluso en estas circunstancias extremadamente difíciles, Hazrat Abu Bakr (ra) no abandonó al Profeta (sa). En este contexto, Hazrat Shah Waliul’lah (rh) narra:

“Cuando los qureish acordaron unánimemente infligir daño al Santo Profeta (sa) y escribieron un documento formal, Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) permaneció a su lado. Luego, en relación a este incidente, Abu Talib recitó el siguiente pareado:

‘Cuando con deleite devolvieron a Sahal bin Baiza,

Abu Bakr (ra) y Muhammad (sa) expresaron su alegría’.

En otras palabras, cuando los qureish de La Meca finalizaron su boicot, Abu Talib recitó algunos pareados, uno de los cuales era el pareado anterior según el cual el Santo Profeta (sa) y Hazrat Abu Bakr (ra) expresaron su felicidad cuando el boicot finalizó’.”

En relación a la profecía sobre la derrota de los romanos, hay un incidente sobre una apuesta de Hazrat Abu Bakr (ra). En este sentido, hay una narración de Hazrat Ibn Abbas (ra) en relación a lo que Dios Altísimo dice en un versículo del Sagrado Corán:

En el mismo se menciona “han sido derrotados” y “les han ganado”. Ante esto, dijo que los politeístas deseaban que los persas derrotaran a los romanos porque ambos eran idólatras, mientras que los musulmanes preferían que los romanos derrotaran a los persas porque eran parte del Pueblo del Libro. Entonces, le narró esta profecía a Hazrat Abu Bakr (ra), quien le hizo la pregunta al Santo Profeta (sa) y este dijo:

“Ciertamente ellos (es decir, los romanos) serán victoriosos”.

Hazrat Abu Bakr (ra) se lo comentó a los politeístas y ellos dijeron: “Establece un plazo para ello”. Si ganamos nos tendrás que dar esto y lo otro, y si perdemos te daremos tal y cual cosa. O sea, hicieron una apuesta y establecieron un plazo de cinco años. No obstante, los romanos no vencieron esta vez. Hazrat Abu Bakr (ra) mencionó esto al Santo Profeta (sa), tras lo cual le respondió: “¿Por qué no fijaste un plazo más largo?”. El narrador dice que, en su opinión, el plazo sugerido por el Santo Profeta (sa) era de 10 años.

Esta narración es de Tirmizi, del libro “Al-Tafsir”.

Hay una narración de “Sahih Bujari”, que menciona cuatro profecías del Santo Profeta (sa) que se cumplieron con gran esplendor y gloria. De estas cuatro profecías, una de ellas fue sobre los romanos.

Por su parte, Masruq bin Amar relata:

“Estabamos con Hazrat Abdul’lah bin Masud (ra), quien  proclamó: ‘Cuando el Santo Profeta (sa) vio que la gente había rechazado su mensaje, oró lo siguiente: ‘¡Oh Al’lah, igual que enviaste una hambruna durante siete años en la época de José (as), envía una hambruna sobre ellos de la misma manera’. Y así, se extendió una hambruna que destruyó todo. Fue tan severa que la gente comenzó a comer pieles de animales, carcasas y animales muertos podridos. Siempre que alguno de ellos miraba al cielo, pensaba que veía humo (lo imaginaba) debido al hambre, (esta es una de las cuatro profecías). Entonces Abu Sufian fue al Santo Profeta (sa) y le dijo: ‘¡Oh Muhammad (sa)! Ordenas a las personas que obedezcan a Al’lah y mantengan buenas relaciones con sus familiares y amigos. No hay duda de que la gente de tu tribu está muriendo, así que pide a Al’lah por ellos’. Entonces Dios Altísimo reveló:

‘Mas espera el día en que el cielo arroje una humareda visible, si bien volverás ciertamente a la incredulidad. El día en que caeremos sobre vosotros con poderosa determinación’.

Así pues, esta ‘poderosa determinación’ se produjo en la Batalla de Badar y sin duda el castigo del ‘humo’, la ‘poderosa determinación’, la ‘profecía de Lizam’ y la ‘profecía sobre los romanos’ se han cumplido’.”

Esta es una narración de Sahih Al-Bujari.

En el comentario de este hadiz, Alama Badar Al-Din Ayni escribe sobre la profecía acerca de los romanos:

“Cuando los persas y los romanos se enfrentaron, los musulmanes querían que los romanos obtuvieran la victoria sobre los persas, ya que ellos eran parte del Pueblo del Libro. Por otro lado, los incrédulos de entre los qureish querían que los persas ganaran la batalla, porque eran adoradores del fuego y los incrédulos de qureish también adoraban ídolos. Así pues, sobre esto hubo una apuesta entre Hazrat Abu Bakr (ra) y Abu Yahal, fijando un período de tiempo entre ellos de unos pocos años. En este contexto, el Santo Profeta (sa) dijo: ‘Las palabras bizun (en unos pocos años) se refieren a nueve o siete años, por consiguiente, aumentad el periodo de tiempo’. Hazrat Abu Bakr (ra) hizo precisamente eso y los romanos obtuvieron la victoria y Dios Altísimo declaró:

‘Soy Al’lah, el Omnisciente. Los romanos han sido vencidos en el país vecino y después de su derrota alcanzarán la victoria entre tres y nueve años. De Al’lah es el decreto antes y después de eso, y en ese día los creyentes se regocijarán, con la ayuda de Al’lah’.

Shabi afirma que en ese momento no era ilegal hacer apuestas”.

Respecto a esto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe:

“Antes del advenimiento del Islam y en su primara época, los dos imperios más poderosos y grandes del mundo civilizado eran los de Persia y Roma. Ambos imperios estaban situados cerca de Arabia. El persa estaba ubicado en el noreste y el romano en el noroeste. Dado que las fronteras de ambos imperios estaban juntas, a veces había  guerras y conflictos. Incluso en el tiempo al que nos referimos ahora (o sea, cuando se hizo esta profecía), los dos imperios estaban en guerra y Persia había ganado dominio sobre Roma, y se había apoderado de muchas de sus valiosas regiones, por lo que Persia seguía dominando Roma. Ahora bien, dado que los qureish eran adoradores de ídolos y la religión de Persia también era bastante similar, los qureish estaban muy complacidos con las victorias persas. Por el contrario, los sentimientos musulmanes estaban con Roma, que era cristiana. En otras palabras, dado que eran cristianos, también eran ‘Ahle Kitab’ (Pueblo del Libro) y debido a su relación con el Mesías estaban más cerca de los musulmanes que de las naciones idólatras y adoradoras del fuego.

En tales circunstancias, después de recibir el conocimiento de Al’lah, el Exaltado, el Santo Profeta (sa) profetizó que, aunque Roma estaba siendo dominada por Persia, en unos pocos años derrotaría a los persas, y ese día los creyentes se regocijarían.  Al escuchar esta profecía, los musulmanes, entre los que se ha registrado en particular el nombre de Hazrat Abu Bakr (ra), comenzaron a anunciar abiertamente en La Meca que Dios había dicho que Roma pronto derrotaría a Persia. Los qureish respondieron que, si esto era cierto, entonces que vinieran y apostaran. Hasta ese momento, las apuestas no estaban prohibidas en el Islam, por lo tanto Hazrat Abu Bakr (ra) aceptó. Los términos de la apuesta se establecieron entre Hazrat Abu Bakr (ra) y los jefes de los qureish: unos camellos y un tiempo designado de seis años. Sin embargo, cuando el Santo Profeta (sa) recibió la noticia de esto, dijo: ‘Fijar un tiempo de seis años es incorrecto. Al’lah el Exaltado ha usado las palabras ‘biz-un’ con respecto al tiempo señalado, que en el espíritu del idioma árabe se usa para denotar un periodo de tiempo de tres a nueve años’.

Esto ocurrió durante la era en la que el Santo Profeta (sa) todavía residía en La Meca y aún no había emigrado. Tras ello, dentro del periodo de tiempo señalado, la guerra dio un giro total y en poco tiempo Roma derrotó a Persia y recuperó la totalidad de su tierra; y esto tuvo lugar después de la emigración”.

O sea, después de la emigración los romanos salieron victoriosos.

Hazrat Musleh Maud (ra) añade sobre esto:

“Mientras el Santo Profeta (sa) todavía estaba en La Meca, llegaron noticias de que los persas habían vencido a los romanos en la batalla. Esto supuso un gran regocijo entre los habitantes de La Meca, porque los persas eran idólatras como ellos. En este contexto, los habitantes de La Meca tomaron la victoria de los persas como un buen augurio de su propio triunfo final sobre los musulmanes. Pero en esa ocasión, el Profeta (sa) recibió la siguiente revelación:

‘Los romanos han sido vencidos en una tierra vecina de Siria, pero no creáis que este será el resultado final, ya que a los nueve años de su derrota, los romanos volverán a salir victoriosos”.

Cuando se anunció esta revelación entre los habitantes de La Meca, se rieron y se burlaron de los musulmanes. Algunos de ellos apostaron cien camellos con Hazrat Abu Bakr (ra) a que la profecía no se cumpliría. Los acontecimientos indicaban que había muy pocas posibilidades de que los romanos vencieran a los persas, ya que su derrota en Siria fue seguida por más victorias de los persas y el ejército romano fue empujado poco a poco hacia la orilla del Mar de Mármora. Constantinopla quedó aislada de sus dominios orientales y el Imperio Romano quedó reducido al tamaño de un pequeño Estado. No obstante, la Palabra de Dios estaba destinada a cumplirse y se cumplió.

En su estado de total abatimiento, el propio emperador romano partió de Constantinopla con sus tropas y se reunió en las costas de Asia para una batalla decisiva. Los romanos, aunque menos en número y no tan bien equipados como los persas, obtuvieron una victoria completa, tal como profetizaron las palabras del Sagrado Corán, y los persas tuvieron que huir. Se vieron obligados a retirarse a Persia sin encontrar ningún respiro en ninguna parte y los romanos volvieron a ocupar sus posesiones asiáticas y africanas”.

Sobre este tema, el Mesías Prometido (as) declara:

“Cuando Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) hizo una apuesta con Abu Yahal sobre la profecía del Sagrado Corán, se estipuló un período de tres años, aunque al enterarse de esto el Santo Profeta (sa), al reflexionar sobre la profecía y debido a su previsión, le pidió a Abu Bakr Siddiq (ra) que hiciera una enmienda a los detalles de la apuesta, indicando que la palabra ‘biz-un’ es metafórica y, a menudo, significa hasta 9 años”.

Hay otras narraciones sobre cómo el Profeta (sa) presentó su proclama ante su tribu y cómo Hazrat Abu Bakr (ra) siempre estuvo a su lado.

Dios Altísimo había decretado otorgar dominio a Su fe, honrar al Santo Profeta (sa) y cumplir Su promesa. Durante los días del Hall, el Mensajero de Dios (sa) salió y se reunió con las tribus Aus y Jazrall de los Ansar. El Profeta (sa) presentó su proclama ante la gente, como hacía cada año durante los días del Hall.

En una narración, Hazrat Ali bin Abi Talib (ra) declara:

“Cuando Dios Altísimo ordenó al Santo Profeta (sa) que predicara a las tribus de Arabia, yo y Abu Bakr (ra) estábamos con él a la hora de partir hacia Mina. Llegamos a una reunión de árabes. Hazrat Abu Bakr (ra) era un experto en genealogía y se adelantó. Al llegar preguntó: ‘¿A qué tribu pertenecéis?’. Ellos respondieron que pertenecían a la tribu Rabiah. Hazrat Abu Bakr (ra) preguntó entonces: ‘¿Qué rama de la tribu Rabiah?’. Ellos respondieron que pertenecían a la tribu Zuhul”.

Hazrat Ali (ra) añade:

“Fuimos a la reunión de Aus y Jazrall y a estas personas y fue a estas personas que el Profeta (sa) les dio el nombre de ‘Ansar’, porque dieron refugio al Mensajero de Al’lah ( sa) y dijeron que lo apoyarían y salimos de ese lugar cuando todos juraron  lealtad al Santo Profeta (sa)”.

En otra narración, Hazrat Ali (ra) dice:

“Cuando Dios Altísimo ordenó a Su Profeta (sa) que presentara su proclama ante las tribus de Arabia, se dispuso a realizar esta tarea. Abu Bakr y yo estábamos con él en ese momento. Fuimos a una reunión civilizada y digna. Eran personas honorables y nobles, y Hazrat Abu Bakr (ra) preguntó: ‘¿A qué tribu pertenecéis vosotros?’ y respondieron que pertenecían a Bani Shaban bin Zalabah. Entonces, Hazrat Abu Bakr (ra) se volvió hacia el Santo Profeta (sa) y le dijo: ‘¡Que mi madre y mi padre sean sacrificados por ti! Por Dios, no hay un pueblo más noble que este’. Entre ellos se encontraban Mafruq bin Amar, Musanna bin Harizah, Hani bin Qubisah y Numan bin Sharik y el Mensajero de Al’lah (sa) les recitó el siguiente versículo del Sura Al-Anam:

قُلۡ تَعَالَوۡا اَتۡلُ مَا حَرَّمَ رَبُّکُمۡ عَلَیۡکُمۡ اَلَّا تُشۡرِکُوۡا بِہٖ شَیۡئًا وَّ بِالۡوَالِدَیۡنِ اِحۡسَانًا ۚ وَ لَا تَقۡتُلُوۡۤا اَوۡلَادَکُمۡ مِّنۡ اِمۡلَاقٍ ؕ نَحۡنُ نَرۡزُقُکُمۡ وَ اِیَّاہُمۡ ۚ وَ لَا تَقۡرَبُوا الۡفَوَاحِشَ مَا ظَہَرَ مِنۡہَا وَ مَا بَطَنَ ۚ وَ لَا تَقۡتُلُوا النَّفۡسَ الَّتِیۡ حَرَّمَ اللّٰہُ اِلَّا بِالۡحَقِّ ؕ ذٰلِکُمۡ وَصّٰکُمۡ بِہٖ لَعَلَّکُمۡ تَعۡقِلُوۡنَ ﴿۱۵۲﴾

‘Diles: Venid, os recitaré lo que Al-lah os ha hecho inviolable: que no asociéis a nada como partícipe con Él, que tratéis a vuestros padres con extrema bondad, que no matéis a vuestros hijos por temor a la pobreza. – Nosotros somos quienes proveemos para vosotros y para ellos–, que no os acerquéis a las malas acciones, ni manifiestas ni ocultas; y que no destruyáis la vida que Al-lah ha hecho sagrada, salvo por justicia. Esto es lo que os ha ordenado, para que entendáis’, (6:152).

Ante esto Mafruq bin Amar dijo: ‘Estas palabras no son de ningún humano, si lo fueran, ciertamente lo habríamos sabido’. El Santo Profeta (sa) recitó entonces los siguientes versículos del Sura Al-Nahl:

اِنَّ اللّٰہَ یَاۡمُرُ بِالۡعَدۡلِ وَ الۡاِحۡسَانِ وَ اِیۡتَآیِٔ ذِی الۡقُرۡبٰی وَ یَنۡہٰی عَنِ الۡفَحۡشَآءِ وَ الۡمُنۡکَرِ وَ الۡبَغۡیِ ۚ یَعِظُکُمۡ لَعَلَّکُمۡ تَذَکَّرُوۡنَ ﴿۹۱﴾

‘En verdad, Al-lah os ordena permanecer en la justicia y dispensar un trato amable, y dar como se da a los parientes; y prohíbe la obscenidad, la maldad manifiesta y la transgresión. Él os exhorta para que caigáis en la cuenta’, (16:91).

Al oír esto, Mafruq exclamó: ‘¡Oh mi hermano de los qureish! ¡Por Al’lah, nos has invitado hacia la más alta moral y las buenas acciones! La nación que te rechaza y se ayuda mutuamente para oponerse a ti, son en verdad mentirosos”.

Por su parte, Musanna dijo: “¡Oh mi hermano de los qureish! Oímos lo que has dicho y has hablado de manera excelente. Lo que has dicho me ha inspirado mucho, aunque tenemos un acuerdo con Cosroes de que no iniciaremos algo por nuestra cuenta ni concederemos refugio a nadie que inicie algo nuevo. A lo que nos invitas es tal vez algo que va a desagradar a los reyes. Si deseas que te ayudemos y te protejamos contra la gente que habita en Arabia y sus alrededores, entonces podemos hacerlo por ti”.

Ante todo esto, el Santo Profeta (sa) respondió: ‘No hay nada incorrecto en lo que has dicho porque has expresado abiertamente la verdad. Solo pueden proteger la religión de Al’lah aquellas personas a las que Dios mismo ha rodeado por Su Gracia’. Después, el Mensajero de Al’lah (sa) tomó la mano de Hazrat Abu Bakr (ra) y partió de allí”.

En otra narración se menciona que el Santo Profeta (sa) declaró:

“¿Qué dirás si en poco tiempo Al’lah te concede la tierra de Cosroes y sus mujeres quedan bajo tu autoridad? Entonces, ¿alabarás y glorificarás a Dios?”. Al oírlo declaró: “¡Por Dios, estamos listos!”.

Dios Altísimo manifestó Su voluntad de tal manera que estas palabras del Profeta (sa) se cumplieron al pie de la letra. El mismo Musanna, que en su momento estaba muy sobrecogido por el poderío de Cosroes y dudaba en aceptar el Islam para no desagradarle, pronto se convirtió en el comandante en jefe del ejército musulmán durante la era de Hazrat Abu Bakr (ra) para luchar contra el propio Cosroes; es decir, se trataba de Musanna bin Harizah (ra) y fue precisamente él quien rompió el poder de Cosroes y llegó a ser el recipiente de las buenas nuevas del Mensajero de Dios (sa).

Hay otra narración sobre la ocasión del Hall, en la que se dice que cuando la tribu de Bakr bin Wail vino para la Peregrinación, el Santo Profeta (sa) le dijo a Hazrat Abu Bakr (ra):

“Ve a esta gente y presenta mi mensaje ante ellos”.

O sea, que les predicara y presentara las proclamas del Profeta (sa).

Hazrat Abu Bakr (ra) fue a esa gente y presentó el mensaje del Mensajero de Al’lah (sa) ante ellos y luego él mismo les entregó el mensaje del Islam.

El resto de los relatos continuarán Insha Al’lah (si Dios quiere) en el futuro.

Hoy me gustaría mencionar que recen por los áhmadis de Afganistán, pues están pasando por muchas dificultades. Algunos de ellos han sido detenidos y las mujeres y los niños están muy preocupados en sus casas. Los hombres que no han sido arrestados han tenido que abandonar sus hogares, ya que existe el peligro de ser detenidos.

¡Que Dios Altísimo les facilite las cosas y les quite esta dificultad!

Rezad también por los áhmadis de Pakistán, pues las condiciones que atraviesan son generalmente nefastas y de vez en cuando se produce algún incidente en el que alguna gente hacen daño a los áhmadis.

Además, rogad en general por todo el mundo para que Dios Altísimo les permita aceptar al Mesías Prometido (as) y elimine todo mal; y que el mundo comprenda la verdadera realidad de aceptar a su Creador.

Ahora mencionaré los detalles de algunos miembros fallecidos y dirigiré su oración fúnebre en ausencia:

La primera persona es Al-Hall Abdul Rahman Ainin Sahib. Era ghanés y anteriormente fue secretario Amure Ama y Afsar Yalsa Salana de su país. Ha fallecido a la edad de 81 años:

¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!

Sus dos padres eran áhmadis y habían aceptado el Ahmadíat ellos mismos. Obtuvo su educación superior en Egipto y, a partir de entonces, comenzó a trabajar en el ámbito práctico, haciéndolo como gerente de varias empresas en Ghana. También trabajó durante algún tiempo en Nigeria. A continuación, creó su propia empresa y trabajó como director general. Era un individuo muy piadoso y sincero. Tuvo la oportunidad de prestar un excelente servicio a la Yamat. A lo largo de su vida siempre dio prioridad a lo que beneficiaba a la Comunidad sobre su propio interés. Al final, pudo servir en varias capacidades y funciones. Se consideraba afortunado de mostrar obediencia al Amir y cumplir todas sus instrucciones. A menudo iba por la mañana a la casa-misión y se reunía con el Amir Sahib, y si había algún trabajo de la Yamat lo hacía primero y luego comenzaba su otro trabajo. Además, tuvo la oportunidad de ser presidente de la Región de Gran Accra durante bastante tiempo.

De 1989 a 1998, trabajó como Sadar Mayilis Ansarul’lah y luego, durante mucho tiempo, de secretario Amure Ama. Más tarde, tuvo la oportunidad de servir como Afsar Yalsa Salana (Organizador) y antes de su fallecimiento estaba sirviendo como el Administrador Nacional. Era muy generoso y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. Su compasión no se limitaba a los miembros de su propia familia, sino que además gastaba generosamente en sus amigos y familiares, los miembros de la Comunidad y en otras personas de la zona, independientemente de su fe. Era un servidor muy leal de la Yamat y estaba dispuesto a consagrar su vida por Jalifato. Siempre daba prioridad a lo que beneficiaba a la Comunidad sobre todo lo demás y nunca se preocupaba por la oposición. Era regular en sus oraciones de tahayud y se aseguraba de ofrecerla incluso si estaba de viaje. Era “musi” (integrante del sistema Al-Wasiyat) y pagaba regularmente sus contribuciones financieras (chanda). Deja atrás a su esposa, cinco hijos y cinco hijas.

Hafiz Mubasher Ahmad, misionero en Ghana, escribe sobre él:

“Era extremadamente sabio y hablaba con gran sabiduría, y siempre iba directo al asunto. Rápidamente llegaba al meollo de la cuestión. En una ocasión, durante una reunión del consejo de administración, se estaba prolongando un asunto mientras todos exponían sus opiniones. Siguió escuchando en silencio y cuando le tocó el turno afirmó que ya se había recibido una instrucción del Jalifa de la época sobre ese asunto, por lo que no era necesario debatirlo. Afirmó que si el Jalifa de la época ha tomado una decisión, no es necesario que nadie más presente sus propias sugerencias, sino que había que adherirse a ella al pie de la letra”.

Dios Altísimo ha concedido a la Yamat estas personas sinceras que habitan incluso en tierras lejanas.

La siguiente persona es Azyab Ali Muhammad Al-Yabali Sahib, recientemente fallecido:

¡Ciertamente, a Dios pertenecemos y a Él volveremos!

Era miembro de la comunidad de Jordania. El presidente de la Yamat de Jordania escribe que el fallecido hizo el Baiat en el año 2010 y que era el único áhmadi de su zona. Debido a las tradiciones y costumbres de esa área, la esposa adopta la misma fe que su marido, por lo que también se convirtió en áhmadi. Afirma que el nivel de creencia del fallecido en el Mesías Prometido (as), el Ahmadíat y el Jalifato era tan fuerte como las montañas. El difunto mostró un verdadero ejemplo de paciencia a pesar de la oposición de sus familiares y otras gentes. Tenía un gran sentido del honor por el Ahmadíat y el Jalifato, y lo defendía con mucho valor. El fallecido tenía una gran pasión por aprender conocimientos y hacer “tabligh” (predicación). A veces, llamaba a altas horas de la noche para preguntar sobre un determinado asunto religioso. En este sentido, en su casa se celebraron muchas reuniones de predicación con los que se oponían a la Comunidad y además con miembros de su familia.

El difunto era diabético y tuvo que soportar muchas dificultades como consecuencia de ello y fue esta misma enfermedad la que le llevó a la muerte. Algunos de sus familiares decían que esta condición suya se debía al Ahmadíat y proclamaron que si dejaba el Ahmadíat entonces testificarían a su favor en el Día del Juicio. Tras esto, rezaba apasionadamente:

“¡Oh Al’lah, haz que muera en un estado en el que sea musulmán áhmadi!”.

La siguiente mención es la del respetado Din Muhammad Shahid Sahib, un misionero jubilado que residía actualmente en Canadá. Ha fallecido recientemente a la edad de 92 años:

¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y hacia Él volveremos!

El Ahmadíat llegó a su familia a través de su padre, que lo aceptó en 1938, y ya en 1940 le llevó a asistir a la Convención Anual de Qadián. Allí, su padre quedó muy impresionado con la atmósfera intelectual y espiritual de esa ciudad, y el propio fallecido también tenía pasión por los estudios, por lo que su padre lo dejó allí a la edad de 11, años bajo la supervisión de Hazrat Mir Muhammad Ishaq Sahib (ra), y en dicha ciudad obtuvo su educación; es decir, consiguió el título de Shahid en Yamia Ahmadía (Universidad de Misioneros) en 1953 y sirvió como misionero en varias ciudades de Pakistán. Además, trabajó durante tres o cuatro años en Fiyi como misionero encargado. Luego, sirvió durante un largo periodo como secretario de prensa en Rabwah. Aparte de escribir cuatro libros, redactó numerosos artículos académicos. Le apasionaba propagar el mensaje del Islam y encontraba formas nuevas e innovadoras de hacerlo. Por la gracia de Dios Altísimo era “musi”.

Le sobreviven su esposa, dos hijos y tres hijas.

La siguiente mención es la del respetado Mian Rafiq Ahmad Sahib, que era un trabajador de la oficina de Yalsa Salana. Ha fallecido recientemente a la edad de 87 años:

¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!

Su padre se llamaba Mian Bashir Ahmad Sahib, quien emigró de Qadián a Quetta antes de la creación de Pakistán y fue el Amir de la comunidad de dicha ciudad. El Ahmadíat se introdujo en la familia de Mian Rafiq Ahmad Sahib a través de su abuelo paterno, Hazrat Dr. Abdul’lah Sahib (ra), un Compañero del Mesías Prometido (as).

Mian Rafiq Ahmad Sahib se licenció en Ingeniería Mecánica en la Facultad de Ingeniería de Lahore en 1960, tras lo cual trabajó en varias instituciones. Más tarde se fue a Tanzania durante unos diez años, donde además de trabajar para una empresa también daba clases. Asimismo, fue Secretario de Finanzas de la comunidad de Tanzania. En 1986 realizó un periodo de dedicación temporal durante el cual trabajó en las oficinas del Yalsa Salana. Luego, en 1987, se convirtió oficialmente en trabajador de las oficinas de Yalsa Salana. En 1989, se consagró y se convirtió en el Nazim de Asuntos Técnicos en las oficinas de Yalsa Salana de Rabwah, cargo que ocupó hasta su fallecimiento.

Hazrat Jalifatul Masih III (rh) organizó su matrimonio y Hazrat Maulana Abul Ata Sahib (ra) anunció su “nikah”. Dios Altísimo le concedió tres hijos y una hija. Su hijo dice que si alguna vez la gente decía algo malo sobre la Yamat, él los detenía inmediatamente. Tenía un inmenso amor por el Jalifato. Una vez, alguien de su entorno o un invitado mencionó que la casa que le proporcionaba la Comunidad era bastante pequeña, y que  si hacía una petición, podría recibir una casa más grande. Entonces respondió: “Aunque la Yamat me diera una tienda de campaña para vivir, estaría dispuesto a vivir en ella, pero no haré ninguna petición”.

Luego, su hijo escribe: “Tras la muerte de nuestro padre, supimos que había estado secretamente ayudando a ciertas personas que no eran muy afortunadas”.

Su hijo menor dice: “Era asiduo en hacer las oraciones de tahayud, amaba el Sagrado Corán, era bondadoso, hablaba con dulzura, era digno de confianza, veraz y poseía muchas grandes cualidades. Era obediente al Jalifa y muy leal al Jalifato, y apasionado en el cumplimiento de su consagración de por vida.”

Yo también he sido testigo de ello, de que fue extremadamente amable, humilde y cumplió su juramento de fidelidad con gran lealtad. Además se esforzó por ahorrar dinero de la Comunidad e hizo todo lo posible por gastar los recursos de la manera más eficiente. Al mismo tiempo se esforzó en diseñar unas máquinas “roti” (pan casero) en Rabwah.

Su hijo añade: “Incluso en momentos de dificultad y preocupación, siempre le vi ser paciente y tolerante. A menudo, en dichas ocasiones difíciles, le observaba recitar el Santo Corán. Durante su enfermedad y antes de su fallecimiento, no expresó ningún malestar. Como ya se ha dicho, lo hacía todo con gran cuidado y pasión”.

La siguiente mención es la de la respetada Qanita Zafar Sahiba, que era la esposa del respetado Ihsanul’lah Zafar Sahib, antiguo Amir de la comunidad de Estados Unidos. Ha fallecido recientemente en un accidente de tráfico:

¡Ciertamente a Dios pertenecemos y a Él volveremos!

Nació en 1941. Su padre era Chaudhary Ali Azam Sahib, juez retirado. Su abuelo materno era Chaudhary Faqir Muhammad Sahib, que ejerció de Nazir Amure Ama justo después de la partición del subcontinente indio. Poseía muchas grandes cualidades y era una persona alegre. Siempre fue leal al Jalifato y lo expresaba abiertamente. Sentía un profundo amor por el Corán y tenía un fuerte vínculo de amor con el Santo Profeta (sa) y el Mesías Prometido (as), que era el mismo amor y el mismo vínculo que se esforzaba por inculcar a sus hijos. Por la gracia de Dios Altísimo, era “musia” (integrante del sissema Al-Wasiyat).

Le sobreviven su marido y dos hijas, pero tenía un hijo pequeño que falleció en un accidente hace unos años y soportó esta tragedia con gran paciencia.

Inamul Haq Kausar Sahib, que es misionero en Australia, escribe sobre cuando estaba en América:

“Solíamos dar clases del Sagrado Corán y ella asistía regularmente, a pesar de tener que venir desde muy lejos. Aunque era doctora, era una persona muy sencilla. No mostró ningún tipo de orgullo o arrogancia. Se ocupaba mucho de los pobres y los menesterosos. Trataba a los misioneros como una madre cariñosa y les mostraba un gran respeto y honor, y lo hacía todo con humildad. A menudo aconsejaba a “Lallna” (asociación áhmadi de mujeres)que colocara sus zapatos en el lugar apropiado y si no lo hacían ella misma recogía sus zapatos y los colocaba en el lugar adecuado. Con mucha humildad se ocupaba de la limpieza de la mezquita. No era en absoluto arrogante ni ostentosa. Su atuendo era muy sencillo y trataba a todo el mundo de forma excelente. No tenía enemistad con nadie y trataba a todos de forma excelente. Escuchó todas las llamadas del Jalifato”.

¡Que Dios Altísimo conceda a todos los miembros fallecidos Su perdón y misericordia, eleve su rango espiritual y permita a sus progenitores seguir sus pasos!

Resumen

Después de recitar el Tashahhud, el Ta’awwuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) continuó relatando incidentes de la vida de Hazrat Abu Bakr (ra).

Liberación de esclavos

Su Santidad (aba) dijo que había estado mencionando cómo Hazrat Abu Bakr (ra) liberaba a los esclavos. Su Santidad (aba) dijo que una vez Hazrat Abu Bakr (ra) pasó por donde estaba una esclava de Banu Mo’mal. La golpeaban y le decían constantemente que renunciara al Islam. Hazrat Abu Bakr (ra) pagó por su libertad. En otra narración, se dice que el padre de Hazrat Abu Bakr (ra) le dijo que en lugar de liberar a los débiles, debería liberar a los poderosos para que le protegieran. Hazrat Abu Bakr (ra) respondió que sólo deseaba alcanzar la complacencia de Al’lah. Está registrado que los siguientes versículos del Sagrado Corán fueron revelados a la luz de las acciones de Hazrat Abu Bakr (ra):

Mas para quien da y es justo, Y da testimonio de todo que es bueno, Le otorgaremos toda facilidad. Mas en cuanto a aquel que es mezquino y desdeñosamente indiferente, Y que rechaza lo que es recto, Le facilitaremos el camino hacia la desgracia. Y su riqueza no le servirá de nada cuando perezca. En verdad, a Nosotros nos corresponde guiar; Y a Nosotros nos pertenece el Más Allá, así como el mundo actual. Os advierto, pues, de un Fuego llameante. Nadie entrará en él salvo el más perverso. Que rechaza la verdad y da la espalda. Mas el justo será mantenido lejos de él, Aquél que da sus bienes para purificarse. Y no debe favor a nadie, que deba ser devuelto, Excepto que entrega su riqueza para buscar el agrado de su Señor, el Altísimo. Y Él pronto se sentirá complacido con él. (92:6-22)Su Santidad (aba) dijo que uno de los esclavos liberados por Hazrat Abu Bakr (ra) fue Hazrat Khubaab bin Arad (ra). Una vez, alguien vio la piel de la espalda de Hazrat Khubaab y la encontró dura y rugosa, y preguntó ¿hace cuánto tiempo tenía la piel esta condición? Hazrat Khubaab (ra) se rió y dijo que esto no era una condición, más bien su amo solía golpearlo porque había aceptado el Islam. Le decía que renunciara al Islam, pero en respuesta, él simplemente recitaba el credo islámico. Esto enfurecía a su amo y entonces lo golpeaba aún más y también lo arrastraba sobre las piedras. Hazrat Abu Bakr (ra) no pudo soportar esto y pagó una gran cantidad por su libertad.

La migración de Hazrat Abu Bakr (ra) a Abisinia

Su Santidad (aba) dijo que hubo un tiempo en que Hazrat Abu Bakr (ra) tenía la intención de emigrar a Abisinia. Una vez que el Islam se hizo evidente, los de la Meca causaron un gran daño a los musulmanes para obligarlos a abandonar el Islam. El Santo Profeta (sa) aconsejó a algunos de los primeros musulmanes que emigraran a Abisinia. Así, 11 hombres y cuatro mujeres emigraron a Abisinia. Después, Hazrat Abu Bakr (ra) también tuvo que enfrentarse a grandes dificultades, por lo que partió hacia Abisinia. En el camino, se encontró con alguien que dijo que Hazrat Abu Bakr (ra) nunca dejaría su tierra natal por su cuenta, ni podría ser obligado a irse, y luego enumeró las muchas cualidades de Hazrat Abu Bakr (ra). Además, dijo que él mismo daría protección a Hazrat Abu Bakr (ra), y ambos regresaron a La Meca. Al enterarse de esto, los habitantes de la Meca dijeron que Hazrat Abu Bakr (ra) debería rezar en su propia casa, para que los demás no se dejaran influenciar por él. Por lo tanto, Hazrat Abu Bakr (ra) solo rezaba en su casa. Más tarde, hizo una pequeña mezquita en su patio donde rezaba y recitaba el Sagrado Corán. Ver esto y oírle recitar el Sagrado Corán en voz alta tuvo un profundo efecto en los que le rodeaban. Los habitantes de la Meca volvieron a decirle a la persona que juró proteger a Hazrat Abu Bakr (ra), que sus acciones estaban influenciando a los demás y que debía decirle a Hazrat Abu Bakr (ra) que cesara. Como resultado, Hazrat Abu Bakr (ra) dijo que ya no necesitaba protección, pues Al’lah mismo era suficiente como su Protector.

Su Santidad (aba) dijo que cuando los intentos de sofocar el Islam estaban resultando fallidos, los incrédulos de La Meca boicotearon a los Banu Jashim y Banu Muttalib. Se decidió que nadie les compraría ni vendería nada, ni les prestarían ningún tipo de ayuda. También se les confinó en el Shi’b Abi Talib (Valle de Abu Talib), donde se enfrentaron a circunstancias extremadamente difíciles. Pero por muy difíciles que fueran las circunstancias, Hazrat Abu Bakr (ra) nunca se separó del lado del Santo Profeta (sa).

‘Los romanos han sido vencidos’

Su Santidad (aba) dijo que hay una profecía en el Sagrado Corán que dice: “Los romanos han sido vencidos.” (30:3). Los incrédulos deseaban que los persas derrotaran a los romanos, ya que eran un pueblo adorador de ídolos. Sin embargo, los musulmanes deseaban que los persas derrotaran a los romanos, ya que eran Gente del Libro. Los incrédulos le dijeron a Hazrat Abu Bakr (ra) que había que fijar un período de tiempo y estipular las condiciones para quien saliera victorioso primero. Hazrat Abu Bakr (ra) fijó un período de cinco años, pero el Santo Profeta (sa) le instruyó para que fijara un período de tres a nueve años de acuerdo con lo mencionado en el Sagrado Corán. En consecuencia, Roma fue derrotada en ese período de tiempo.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Abu Bakr (ra) acompañaba al Santo Profeta (sa) cuando predicaba el Islam a otras tribus. Cada año, durante los días del Hall, el Santo Profeta (sa) se reunía con las diferentes tribus que se habían congregado y les predicaba la religión del Islam, y Hazrat Abu Bakr (ra) estaba junto al Santo Profeta (sa) en esta tarea. Una vez, la tribu Bakr bin Wa’il había venido para el Hall, y el Santo Profeta (sa) instruyó a Hazrat Abu Bakr (ra) para que lo presentara a la tribu.

Un llamamiento a las oraciones por los ahmadíes en Afganistán

Su Santidad (aba) hizo un llamamiento a las oraciones por los ahmadíes que residen en Afganistán. Están pasando por muchas dificultades, y algunos incluso han sido arrestados. Las mujeres y los niños en casa están muy preocupados, y los hombres que aún no han sido arrestados viven con el temor de que pronto lo serán, o de que serán desalojados de sus hogares. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah les conceda tranquilidad y alivie sus dificultades.

Su Santidad (aba) también hizo un llamamiento a las oraciones por los ahmadíes que residen en Pakistán. Ellos también se enfrentan a condiciones difíciles y siguen surgiendo nuevos incidentes.

Su Santidad (aba) instó a rezar por todo el mundo, y para que puedan reconocer y aceptar al Mesías Prometido (as). Que Al’lah elimine todo el mal y que el mundo reconozca a su Creador.

Oraciones fúnebres

Su Santidad (aba) dijo que ofrecería las oraciones fúnebres en ausencia de los siguientes miembros:

Al-Hall Abdur Rahman Anin fue el antiguo Secretario Umur-e-Amma y Afsar Yalsa Salana en Ghana. Obtuvo su educación superior en Egipto, tras lo cual trabajó como gerente de varias empresas en Ghana. Más tarde también creó su propia empresa y fue el director general. Era muy piadoso y sincero. Era ejemplar en su servicio a la Comunidad, y daba prioridad a ésta sobre su beneficio personal. Siempre estaba presente y dispuesto a servir en cualquier función que se requiriera. En el momento de su fallecimiento, ocupaba el cargo de administrador nacional. Era muy generoso, no sólo con su familia sino también con todos los necesitados. Era sincero y leal a la Comunidad y al Jilafat. Era habitual en ofrecer el Tahajjud [oraciones voluntarias antes del amanecer]. Le sobreviven su esposa, cinco hijos y cinco hijas.

Azyaab Muhammad Ali Al-Yibali, de Jordania, fallecido recientemente. Aceptó el ahmadíat en 2010 y era el único ahmadi junto con su esposa en la zona. A pesar de enfrentarse a la oposición tras aceptar el Ahmadíat, se mantuvo firme. Defendió incondicionalmente el Ahmadíat y el Jilafat. Le apasionaba aprender y propagar el mensaje. Durante su enfermedad, algunos de sus parientes le decían que esa enfermedad era por haber aceptado el Ahmadíat, y que debería dejar el Ahmadíat. Él rezaba para que Dios le hiciera morir como ahmadi.

Deen Muhammad Sahib, un misionero retirado que actualmente residía en Canadá. Cuando tenía 11 años, fue llevado a Qadian donde estudió con Mir Muhammad Ishaq Sahib (ra). Más tarde se unió a Yamia Ahmadía, tras lo cual sirvió en varias zonas de Pakistán, y luego en Fiyi. También fue secretario de prensa en Rabwah. Le apasiona la propagación del mensaje. Le sobreviven su esposa, dos hijos y tres hijas.

Mian Rafiq Ahmad, que trabajaba en la oficina de Yalsa Salana. Se licenció en Ingeniería Mecánica. Trabajó en varias instituciones, tras lo cual pasó diez años en Tanzania, donde ejerció de Secretario de Finanzas. Más tarde comenzó a trabajar como voluntario en la oficina de Yalsa Salana y posteriormente se convirtió en un consagrado, y asumió las responsabilidades de los aspectos técnicos de Yalsa Salana. Le sobreviven tres hijos y una hija. Algunas personas le dijeron que la residencia que se le había proporcionado era bastante pequeña, pero él contestó diciendo que estaría contento aunque tuviera que vivir en una tienda de campaña. Era regular en sus oraciones, amaba el Sagrado Corán, era amable y poseía muchas grandes cualidades. Amaba mucho el Jilafat. Su Santidad (aba) dijo que también había observado que era muy amable, humilde y leal a su juramento de fidelidad. También se esforzó por maximizar los fondos de la Comunidad y gastarlos de manera óptima.

Qanita Zafar esposa de Ihsanul’lah Zafar Sahib, antiguo Amir de la Yamat de Estados Unidos. Falleció en un accidente de coche. Ella poseía muchas grandes cualidades. Era muy leal al Jilafat, y tenía un gran amor por el Santo Profeta (sa) y el Mesías Prometido (as). Le sobreviven su marido y sus dos hijas. A pesar de ser una doctora, era extremadamente humilde. Siempre se ocupó de que la mezquita permaneciera limpia.Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah trate a todos los fallecidos con perdón y misericordia, y permita a su progenie seguir sus pasos.

Resumen preparado por The Review of Religions

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