La gran profecía acerca de la victoria de los romanos sobre los persas y su paralelo con la Batalla de Badr
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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La gran profecía acerca de la victoria de los romanos sobre los persas y su paralelo con la Batalla de Badr

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 22 de SEPTIEMBRE de 2023.

Pronunciado en la MEZQUITA MUBARAK de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), se dirigió a la audiencia diciendo:

Hace algún tiempo mencioné algunos incidentes respecto al Santo Profeta Muhammad (sa) [que ocurrieron] durante la “Batalla de Badr” y que están relacionados con la misma. [Así pues], hoy presentaré algunos detalles y eventos relacionados con esa misma “Batalla de Badr”  que han quedado registrados en la historia y es importante conocerlos también. Como se mencionó en sermones del viernes anteriores, el Santo Profeta (sa) permaneció en el campo de batalla de Badr durante tres días. Al tercero, ordenó preparar las sillas de montar de los animales de cabalgadura y, desde el campo de batalla de Badr, envió a Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra) y a Hazrat Zaid bin Harizah (ra) hacia Medina con las buenas nuevas de la victoria en Badr; y después de eso, el Profeta (sa) comenzó también su regreso a Medina.

Junto a esta caravana victoriosa había 70 prisioneros de entre los incrédulos que pertenecían a los qureish. En los libros de historia consta que dos de estos prisioneros fueron asesinados en el camino, debido a sus crímenes de guerra, lo que estaba acorde con las costumbres de la época. Uno de ellos era Nadr bin Hariz y el otro Uqbah bin Abi Muait. Sin embargo, no todos los historiadores están de acuerdo con este [evento. En este sentido], Alamah Ibn Ishaq dice que cuando el Santo Profeta Muhammad (sa) llegó a Safra, en su regreso de Badr, Nadr bin Hariz fue asesinado por Hazrat Ali (ra).

En “Sirat al-Halabiyyah” se menciona que Nadr estaba encarcelado cuando le dijo a su compañero: “¡Por Al’lah! Muhammad está a punto de matarme porque me miró de una manera que reflejaba la muerte”. Su compañero le dijo a Nadr: “¡Por Dios! Eso se debió simplemente la reverencia que desprende”. En otras palabras: “Tu solo has experimentado esto debido a que te sentiste intimidado por el Santo Profeta (sa)”. Ante esto, Nadr le pidió a Musab bin Umair (ra): “¡Oh Musab! Tú estás más emparentado con este individuo que yo. Por lo tanto, habla con tu compañero para que me tome como uno de los prisioneros. ¡Por Al’lah, él me va a matar!”. [Entretanto], Musab [ra] respondió: “Solías decir esto y lo otro sobre el Libro de Dios, solías decir esto y aquello sobre el Santo Profeta (sa), y solías causar daño y angustia a los Compañeros [ra] del Profeta (sa). Por tanto, estas cosas del pasado están atadas a ti y si te van a matar, será por esos crímenes”.

En otra narración, se dice que la hermana de Nadr bin Hariz, Qutailah bint Hariz, recitó algunos pareados con ocasión de la muerte de su hermano; [aunque] según algunos, fueron pronunciados por su hija, que más tarde aceptó el Islam. [Más tarde], cuando el Santo Profeta Muhammad (sa) se enteró de [que se recitaron] esos pareados, lloró tan profusamente, que su barba se llenó de lágrimas. El Santo Profeta (sa) luego expresó que: “Si esa poesía me hubieran llegado antes de esto (es decir, del asesinato de Nadr bin Hariz), habría sido amable con él y lo habría perdonado”. No obstante, algunos historiadores rechazan la narración sobre tales pareados y del llanto del Profeta (sa) al escucharlos. [Es más], ciertos historiadores rechazan todo el incidente. Por consiguiente, Dios Altísimo sabe mejor lo que realmente pasó. [Ahora bien], si este incidente ocurrió verdaderamente debido a la bondad del corazón del Santo Profeta Muhammad (sa), entonces esa expresión [de su dolor] muy probablemente podría haber sucedido, [ya que] era muy bondadoso y su corazón estaba lleno de misericordia.

En este sentido, hay otra narración con respecto a Nadr bin Hariz que dice que no fue asesinado, como acabo de mencionar. Más bien, permaneció vivo y participó en la “Batalla de Hunain” junto al Santo Profeta (sa), y el Profeta (sa) le concedió 100 camellos por compasión.

La mención que encontramos en la historia del segundo asesinato en el regreso del campo de batalla de Badr es la de Uqbah bin Abi Muait, quien fue matado camino a Medina, en Irq al-Zabihah. Hazrat Asim bin Zabit Ansari (ra) mató a Uqbah y, según otro relato, fue Hazrat Ali (ra) quien acabó con su vida. [Respecto a esto], un autor escribe: “Nadr bin Hariz y Uqbah bin Abi Muait fueron quienes iniciaron una guerra contra el Islam y eran los cabecillas que infligieron un montón de dificultades y daños a los musulmanes. Por eso recibieron este castigo”. Sin embargo, el resumen de la muerte de estos dos es que, con respecto a ambos, no se puede decir de manera concluyente si estos dos prisioneros fueron asesinados en el camino o no. La razón de ello es que hay algunas narraciones que afirman claramente que Uqbah bin Muait fue matado en el campo de batalla de Badr; aunque, con respecto a Nadr bin Hariz, se pueden encontrar ambas narraciones, la de su muerte y la de no ser asesinado y permanecer vivo, y aceptar el Islam en la “Batalla de Hunain”. De todas formas, estos relatos se consideran algo débiles.

Con respecto a la ejecución de estos dos cautivos de Badr, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) dice:

“Entre los jefes de los qureish que se registra que fueron tomados cautivos, algunos historiadores han mencionado el nombre de Uqbah bin Abi Muait; y está escrito que, por orden del Santo Profeta Muhammad (sa), fue asesinado más tarde estando en cautiverio. No obstante, esto no es correcto. Los relatos del Ahadiz y la historia mencionan muy claramente que Uqbah bin Abi Muait fue asesinado en el campo de batalla (esto sucedió durante la lucha y no fue mantenido como cautivo), y estaba entre los jefes de La Meca cuyos cadáveres fueron enterrados en un fosa, aunque la ejecución de Nadr bin Hariz es evidente por muchas narraciones; y el motivo de su ejecución fue que estaba entre las personas directamente responsables de la muerte de aquellos musulmanes inocentes que habían sido martirizados en La Meca a manos de los qureish. Además, es muy probable que Nadr bin Hariz estuviera entre los que habían martirizado brutalmente a Hariz bin Abi Halah, el hijastro del Santo Profeta (sa), en la primera época del Islam.

Sin embargo, es seguro que, excepto Nadr, ningún otro prisionero fue ejecutado, ni era práctica ejecutar prisioneros simplemente por ser enemigos o luchar en nombre del bando contrario. De todas maneras, más tarde se reveló un mandato específico en el Sagrado Corán con respecto a esto también. Aparte, asimismo se debe recordar que aunque muchas narraciones han registrado la ejecución de Nadr bin Hariz, también hay ciertas otras que prueban que no fue ejecutado, [sino que] más bien permaneció vivo después de Badr por un tiempo y finalmente se convirtió en musulmán, y se unió a los servidores del Profeta (sa) con ocasión de la ‘Ghazwah de Hunain’, [la ‘Expedición a Hunain’]. De todos modos, estos últimos relatos se han considerado generalmente como débiles en comparación con los mencionados primero. ¡Al’lah-u-alam! [¡Dios sabe mejor!].

En cualquier caso, si hubo algún individuo ejecutado entre los prisioneros, fue Nadr bin Hariz, quien fue matado como acto de retribución. A este respecto, también se narra que tras su ejecución, cuando el Santo Profeta Muhammad (sa) escuchó los dolorosos pareados de su hermana, declaró: ‘Si estos versos me hubieran llegado antes, habría perdonado a Nadr’. En cualquier caso, a excepción de Nadr, ningún otro prisionero fue ejecutado”.

Esta es la conclusión a la que llegó Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) según los libros de historia.

[Por otro lado], durante la “Batalla de Badr”, 70 incrédulos fueron asesinados a manos de los musulmanes, incluidos los jefes más destacados de los politeístas, y [otros] 70 fueron llevados cautivos por los musulmanes. En relación al número de prisioneros, asimismo hay registros y narraciones de que fueron 49 y 74. No obstante, el número más aceptado y correcto de incrédulos cautivos es 70, [pues] varios libros de historia mencionan que eran 70.

Hay una narración en “Sahih al-Bujari” que menciona que en el día de Badr, el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros [ra] causaron daño a 140 incrédulos; o sea, 70 fueron mantenidos cautivos y 70 fueron matados. En cuanto a los cautivos politeístas, es decir, aquellos que aceptaron el Islam tras de la “Batalla de Badr”, está escrito que los Compañeros (ra) los trataban muy bien, de acuerdo a las instrucciones del Profeta (sa); y entre esos cautivos hubo algunos afortunados que quedaron impresionados por las enseñanzas islámicas y el elevado ejemplo de los Compañeros (ra), y se hicieron musulmanes. Asimismo, han enumerado algunos de sus nombres en detalle, como Abbas bin Abd al-Muttalib, Wakil bin Abi Talib, Naufal bin Hariz, Abu Al-Aas bin Rabi, Abu Aziz –cuyo nombre era Durarah bin Umair Abdari-, Sa ib bin Abi Huwaish, Jalid bin Hisham Majzumi, Abdul’lah bin Abi Saib, Muttalib bin Hantab, Abu Ida Sahmi, Abdul’lah bin Ubayy bin Jalaf Yumhi, Wahab bin Umair Yumhi, Suhail bin Amr Amiri, Abdul’lah bin Zamah -quien era el hermano de Ummul Muminin Saudah bint Zamah-, Qais bin Saib, Mistas, que era esclavo de Umayyah bin Jalaf y Saib bin Ubaid. Todos pagaron su rescate el día de la “Batalla de Badr” y aceptaron el Islam.

[Por otro lado], existe un vínculo entre la “Batalla de Badr” y la victoria del Imperio Bizantino.

Respecto al Imperio Bizantino, hay una profecía del Santo Profeta Muhammad (sa) y, como he dicho, esto también está relacionado con la “Batalla de Badr”. Por lo tanto, es apropiado mencionar esto ahora. El “Surah Ar-Rum” [‘Capítulo sobre Roma’ del Santo Corán] fue revelado en el quinto año de su profetazgo y en él se encuentra la profecía de la victoria del Imperio Bizantino [sobre los persas. Ahora] mencionaré los detalles de esto. Cuando Dios Altísimo reveló los primeros versículos del “Surah Ar-Rum”, Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) anunció [lo siguiente], mientras recitaba estos versículos en las afueras de La Meca:

“Los romanos han sido vencidos en el país vecino y, después de su derrota,

serán victoriosos, [en un periodo de] entre tres y nueve años”.

Los politeístas de La Meca (fue allí donde fueron revelados estos versículos) deseaban que los persas vencieran a los romanos porque eran idólatras como ellos; o sea, los persas o iraníes eran idólatras y adoradores del fuego, y el pueblo de La Meca también era idólatra. Deseaban que los persas salieran victoriosos, mientras que los musulmanes querían que los romanos derrotaran a los persas, ya que eran del Pueblo del Libro. [Entonces], mencionaron esto a Hazrat Abu Bakr (ra) y él, a su vez, se lo contó al Santo Profeta (sa), quien afirmó: “Seguramente saldrán victoriosos”; es decir, los romanos. [Presto], Hazrat Abu Bakr (ra) les narró esto a los idólatras y ellos contestaron: “Establezcamos un tiempo entre nosotros, (o sea, hagamos una apuesta). Si salimos victoriosos, entonces sucederá esto y aquello; y si tú sales victorioso, esto y aquello sucederá a tu favor”. [Finalmente], fijaron un periodo de cinco años, [aunque] habría sido un periodo de seis años, según otra narración.

[Por otro lado], está escrito en “Sharh Sunan Al-Tirmizi Tuhfat Al-Ahwazi” que los musulmanes se regocijaron el día en que los romanos derrotaron a los persas y se enteraron de esto el día de la “Batalla de Badr”, cuando junto con ello se les dio las buenas nuevas de apoyo contra los idólatras en Badr por parte del Arcángel Gabriel (as); [es decir], esto ocurrió cuando Gabriel (as) reveló que serían ayudados contra los idólatras al mismo tiempo [que recibían] la noticia de esa victoria. Por lo tanto, este es el vínculo entre eso y la “Batalla de Badr”. [Así pues], el mismo día que obtuvieron la victoria en dicha batalla recibieron la buena nueva de la victoria de los romanos.

Luego, hay una narración de “Sahih al-Bujari”, y en su comentario, Alamah Badr Al-Din Aini escribe con respecto a la profecía de la victoria de los romanos:

“Cuando los romanos lucharon contra los persas, los musulmanes deseaban que los estos derrotaran a los persas y sentían simpatía hacia ellos, ya que eran del Pueblo del Libro (los musulmanes tenían compasión por los romanos ya que eran parte del Pueblo del Libro); mientras que los incrédulos de los qureish anhelaban que los persas salieran victoriosos, porque eran magos o adoradores del fuego, y los incrédulos de La Meca también eran adoradores de ídolos. Por tanto, cuando se hizo la apuesta entre Hazrat Abu Bakr (ra) y Abul Yahl sobre este asunto, el Profeta (sa) proclamó: “La palabra unos pocos [“biz”, بضع] ha sido utilizada y significa hasta siete o nueve años, así que aumenta el periodo”. En consecuencia, hizo eso mismo siguiendo sus instrucciones. Al final, los romanos salieron victoriosos y Dios declaró [30:2-6]:

 

[La traducción es:

‘¡Alif, Lam, Mim! (¡Yo soy Al’lah, el Omnisciente!

Los romanos han sido vencidos

en el país vecino y, después de su derrota, serán victoriosos

en pocos años (en un periodo de entre tres y nueve años),

-de Dios es el decreto antes y después de eso-,

y ese día los creyentes se regocijarán

con la ayuda de Al’lah’]”.

[Por su parte], Shabi relata que en ese momento estaba permitido hacer apuestas.

[Cabe decir que] entre los incidentes predichos por el Santo Profeta Muhammad (sa), la profecía sobre la caída del Imperio Romano fue excepcionalmente clara y poderosa. Los imperios romano y persa limitaban con Arabia, y en esa época el rey de Teherán era Cosroes, mientras que el emperador romano [de las tierras del este, conocido como Imperio Bizantino] era Heraclio. Ambos imperios estuvieron en guerra durante bastante tiempo. En el año 614 d.C., o 5 años después de la Hégira, se produjo una guerra de tremendo derramamiento de sangre entre los dos imperios. Aunque ambas naciones no habían aceptado el Islam, los romanos eran seguidores del profeta Jesús (as) y, por lo tanto, se contaban entre el Pueblo del Libro; mientras que los persas tenían puntos de vista similares a las de los politeístas de La Meca. Por eso, ciertamente, los musulmanes simpatizaban con los cristianos romanos; mientras que los politeístas de La Meca se pusieron del lado de los persas. Debido a esto, tanto los musulmanes como los incrédulos de los qureish esperaban ansiosamente el resultado de la guerra.

Las fronteras de ambas naciones se encontraban en las orillas de los ríos Tigris y Éufrates. En el frente oriental, el Imperio Romano se había extendido por Asia Menor, Irak, Siria, Palestina y Egipto. [Pues bien], los persas atacaron en dos frentes: por un lado avanzaron desde los ríos Tigris y Éufrates y se acercaron a Siria; y a través de Asia Menor viajaron desde Azerbaiyán hasta la actual Anatolia, pasando por Armenia. Desde ambos frentes los persas continuaron haciendo retroceder a los romanos hasta que fueron obligados a internarse en el mar; y desde el frente sirio, los persas arrebataron ciudad tras ciudad a los romanos en esa tierra santa.

En el año 614 d.C., los persas tomaron el control de Palestina y la ciudad santa de Jerusalén. Se demolieron iglesias, se profanaron monumentos religiosos y el palacio del emperador romano fue decorado con 30.000 cabezas cortadas de muertos; [o sea], la gente fue asesinada y sus cabezas cortadas fueron colocadas en el palacio. La serie de victorias de los persas continuó hasta el año 616 d.C., cuando conquistaron todo el valle del Nilo, o en otras palabras, el reino de Egipto; y finalmente llegaron a las costas de Alejandría. Desde el otro frente, los persas causaron estragos en toda Asia Menor hasta llegar a las murallas de Constantinopla, a orillas del estrecho del Bósforo. [Finalmente], los ejércitos victoriosos de Persia acamparon ante el cuartel general del emperador romano.

Ahora, en lugar de los romanos, los persas ocupaban los vastos territorios de Irak, Siria, Palestina, Egipto y Asia Menor. Se construyeron templos de fuego en todas partes y, en lugar de Jesús [as], la gente se vio obligada a adorar al fuego y al sol. Al presenciar la ruina del Imperio Romano, comenzaron a surgir focos de rebelión en el vasto reino y hubo insurrecciones incluso en África. Muchas naciones europeas alrededor de Constantinopla también se vieron envueltas en matanzas y caos. En resumen, el Imperio Romano se estaba desmoronando. [Por ello], era evidente que debido al resultado desfavorable de la guerra, los musulmanes ciertamente estaban angustiados; a diferencia de los incrédulos, que se regocijaban y se burlaron de los musulmanes diciendo: “Así como nuestros hermanos han salido victoriosos, también nosotros saldremos victoriosos contra vosotros si os oponéis a nosotros”. Los incrédulos dijeron que prevalecerían sobre los musulmanes como sugería el resultado [de la guerra que había tenido lugar].

En aquel momento, los romanos se encontraban en un estado muy lamentable, como hemos observado. Habían perdido cada centímetro de sus territorios en el este. Sus tesorerías estaban vacías, sus ejércitos se hallaban dispersos y su tierra se vio dominada por la rebelión. Heraclio, el emperador romano [del este], estaba completamente despreocupado y [se mostraba] negligente y delirante. [Habiendo sido] una vez un gran gobernante, fue reducido a la incompetencia. [Por su parte], el victorioso comandante persa llegó a las puertas de Constantinopla y presentó las siguientes condiciones para que las cumplieran los romanos: estos debían entregar a los persas 1.000 talentos de oro, 1.000 talentos de plata (referida al dinero, un talento es una unidad de medida griega antigua equivalente a unos 23 kilogramos en la actualidad); 1.000 rollos de seda, 1.000 caballos y 1.000 muchachas vírgenes. Los romanos se encontraban en tan lamentable estado que aceptaron estas humillantes exigencias.

Ante esto, un mensajero romano fue a la corte del emperador persa para reconciliar el asunto y el arrogante Cosroes respondió diciendo:

“No necesito estas cosas. Ciertamente habéis aceptado estas condiciones; sin embargo, deseo que Heraclio sea encadenado y puesto bajo mi trono. (Quería que el emperador romano estuviera bajo su trono). No aceptaré la reconciliación entre nosotros hasta que el emperador romano abandone a su dios crucificado y se incline ante el sol en adoración. Debe alejarse del cristianismo”.

Así, el escritor redactó que estas eran las circunstancias del campo de batalla y lejos de este conflicto, apareció un príncipe de la paz en una montaña solitaria, en una tierra seca y desolada, que hizo una profecía completamente opuesta a los acontecimientos del mundo y que se menciona en el Sagrado Corán en los versículos que recitaré ahora [una vez más]. He esbozado estos detalles para probar la verdadera grandeza de esta profecía. Como ya recité antes, esta profecía fue [30:2-7]:

Es decir: “¡Yo soy Al’lah, El que todo lo sabe! Los romanos han sido vencidos en el país vecino y, después de su derrota, serán victoriosos en pocos años -de Al’lah es el decreto antes y después de eso- y en ese día los creyentes se regocijarán, con la ayuda de Dios. Él ayuda a quien Le place; pues Él es el Poderoso, el Misericordioso. Al’lah ha hecho esta promesa y Dios no rompe Su promesa”, [30:2-7].

Quien escribió [sobre el papel] esta profecía afirma que, según los acontecimientos, la misma era descabellada y difícil de aceptar. Los incrédulos habían prometido entregar muchos de sus camellos si se cumplía la misma. Ahora, los musulmanes y los incrédulos esperaban ansiosamente ver el giro de los acontecimientos; y al final, en unos pocos años, el mundo fue testigo de un acontecimiento inesperado.

Mientras tanto, Edward Gibbon, renombrado autor e historiador de la caída del Imperio Romano, escribe sobre Heraclio y afirma:

“En los primeros y últimos años de un largo reinado, el emperador parecía ser esclavo de la pereza, del placer y de la superstición, un espectador descuidado e impotente de las calamidades públicas. Pero las lánguidas nieblas de la mañana y de la tarde están separadas por el brillo del sol meridiano; pues en 621 d.C., Arcadio surgió del palacio como el César del campamento (o sea, ese mismo emperador); y el honor de Roma y Heraclio fue gloriosamente recuperado mediante las hazañas y trofeos de seis campañas de aventuras”.

(El ejemplo que ha dado es el de Arcadio, que fue un poderoso emperador bizantino y reinó desde el 408 d.C. hasta el 378 d.C.).

“Del mismo modo, César también fue un antiguo general del ejército. No obstante, cuando Heraclio tomó el ejército que le quedaba y partió de Constantinopla, las multitudes supieron que el mundo estaba contemplando el último ejército del poderoso emperador bizantino. Pero la profecía del iletrado profeta árabe se cumplió palabra por palabra. Justo en el momento en que los musulmanes derrotaron a los qureish en Badr, los bizantinos obtuvieron la victoria sobre los persas. De entre las zonas ocupadas del este, recuperaron una ciudad y empujaron a los iraníes desde las orillas del Bósforo y el Nilo, hasta las orillas de los ríos Éufrates y Tigris. La veracidad de esta extraordinaria profecía asombró al mundo; y al ver que se cumplía, mucha gente de los qureish se hizo musulmana”.

Tras 1,200 años, Edward Gibbon, quien no era musulmán, se sintió perplejo por la veracidad de esa increíble profecía y aceptó su autenticidad.

[Entretanto] sigue diciendo:

“Sentado en la frontera de los dos poderosos imperios orientales, Muhammad [sa] meditó profundamente sobre cómo destruir a ambos y, tranquilamente, trabajó en la forma de poner en práctica su plan; y justo cuando los iraníes estaban adquiriendo algunas victorias decisivas, hizo valientemente esta profecía de que en pocos años la victoria y el éxito de los bizantinos se alzarían junto con su bandera. En la época en que se dice que se anunció esta predicción, ninguna profecía podía estar más lejos de su cumplimiento, ya que los doce primeros años de Heraclio anunciaban la cercana disolución del imperio.

Los autores de la historia romana han mencionado detalles peculiares en su explicación de este asombroso y revolucionario cambio en el temperamento de Heraclio. Sin embargo, (Gibbon está explicando) poco sabían que lejos de esa brutal batalla, una mano profética se había extendido para ayudar a los bizantinos y el mayor factor para esta increíble transformación y cambio fue ese efecto espiritual. Está escrito en ‘Mustadrak’ y ‘Yami al-Tirmizi’ (el mismo Gibbon lo ha citado) que cuando comenzó la guerra bizantino-persa, los idólatras de La Meca apoyaron a los persas, porque ellos también eran adoradores de ídolos; y los musulmanes se pusieron del lado de los bizantinos porque eran del Pueblo del Libro. En el momento en que se hizo esta profecía, los persas estaban aplastando a los bizantinos. (Hazrat) Abu Bakr (ra) relató exuberantemente esta profecía a todos los idólatras, a lo que estos dijeron que se fijara un plazo. Abu Bakr (ra) estipuló cinco años, [pero] cuando el Santo Profeta (sa) se enteró de esto, aclaró: ‘[biz, بضع] significa un plazo de tres a nueve años; por tanto, fija un periodo cercano a los 10 años. De acuerdo con este punto de vista, esta profecía se cumplió en el noveno año, en la ‘Batalla de Badr’, [cuando] los bizantinos obtuvieron la victoria”.

Algunos niños y jóvenes preguntan -varios incluso me escriben y recibí una carta justo la semana pasada- inquiriendo cómo pueden saber si el Islam es la verdadera religión y que el Mensajero de Al’lah (sa) es el verdadero profeta a seguir. La sociedad y el entorno de aquí les afecta y les hacen dudar de la veracidad del Islam. Deberían aceptar esta historia y el testimonio de los no-musulmanes. Además, han de reflexionar sobre las profecías del Santo Corán acerca de esta época. Los padres deben leer el Corán y mostrar a sus hijos en qué sentido es una prueba de la veracidad del Islam, [puesto que] hay miles de pruebas de la verdad del Islam. Tanto los padres como los jóvenes deben aumentar sus conocimientos. No basta con formular una pregunta. Si uno desea hacer preguntas, también debe intentar aumentar sus propios conocimientos. Del mismo modo, nuestras organizaciones [auxiliares] deberían además intentar educarles en este sentido. Se me ha preguntado esta cuestión muchas veces, por eso era importante explicarlo y por ello lo he mencionado aquí.

Ahora vuelvo al tema que nos ocupa.

[Edward Gibbon añade:]

“La ‘Batalla de Badr’ tuvo lugar el primer año tras la emigración a Medina y en el decimocuarto año de la misión del Profeta [sa]. Nueve años antes de ello había transcurrido el quinto año de la misión profética [de Muhammad (sa)]. Esto sitúa el momento de la profecía en el quinto año de la misión profética y se cumplió en el decimocuarto año o el primer año de la emigración”.

[Otro autor relata que]:

“Algunas personas afirman que esta profecía se cumplió en el año en que tuvo lugar el Tratado de Hudaibiyah’, es decir, en el sexto año después de la emigración [Hégira], pero esto es incorrecto. Tal vez se hayan equivocado por el hecho de que en ‘Sahih Al-Bujari’, etc., está escrito que los emisarios del Santo Profeta Muhammad (sa) fueron a entregar el mensaje del Islam al emperador bizantino en el momento en que se encontraba en el Levant y como forma de gratitud por esta victoria. Parece que los emisarios se marcharon tras el ‘Tratado de Hudaibiyah’. [Así], es concebible que esta sea la razón por la que la gente ha confundido esta época con la de la victoria bizantina. No obstante, este no es el caso, y resulta claro y evidente que ese no fue el momento de la victoria; más bien, fue la ocasión de la celebración de esa victoria. El emperador había ido allí para celebrar dicha victoria.

Sin embargo, cuando comparamos los detalles, se comprueba que en 609 d.C. el Mensajero de Dios (sa) fue comisionado como profeta y en 610 d.C. comienzan las tensiones entre los bizantinos y los persas; en el 613 d.C. se declara la guerra y en el 614 d.C. los bizantinos comienzan a perder terreno; en el 616 d.C. los bizantinos sufren la derrota y en el 622 d.C. los bizantinos comienzan las represalias; en el 623 d.C. empieza la victoria bizantina y en el 625 d.C. los bizantinos obtienen [finalmente] la victoria. Teniendo en cuenta esta cronología, la belleza de esta profecía es que, si uno cuenta desde el comienzo de la derrota bizantina hasta el comienzo de la victoria bizantina, esto suma un total de nueve años; y si se cuenta desde que los bizantinos fueron derrotados hasta el comienzo de la victoria bizantina, esto también equivale a nueve años.

[De todos modos], tras obtener la victoria, Heraclio volvió a sus antiguas costumbres de indolencia y búsqueda de placeres; y parece como si solo hubiese sido con el propósito de cumplir dicha profecía que, por un periodo de solo unos años, el poder Divino influenció su corazón y su mente, y le dio un nuevo ímpetu. De todas maneras, después de su victoria, su vida de búsqueda de placeres y su pereza le hicieron permanecer desatento y negligente”.

Estos son los detalles escritos por Alamah Shibli Numani en sus obras sobre la historia [del Islam primitivo].

Con respecto a las opiniones divergentes sobre las fechas de la victoria del Imperio Romano, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha conciliado esto afirmando que las narraciones que afirman que la victoria del Imperio Romano tuvo lugar en la época del “Tratado de Hudaibiyah” no son contradictorias porque, de hecho, la victoria del Imperio Romano abarca desde la “Batalla de Badr” hasta el “Tratado de Hudaibiyah”.

[Por su parte y] en relación con esto, Hazrat Musleh Maud (ra) explica:

“Mientras el Profeta (sa) estaba todavía en La Meca, llegaron noticias de que los persas habían vencido a los romanos en la batalla. Esto causó gran regocijo entre los mequíes, pues los persas eran idólatras igual que ellos; y estos tomaron la victoria de los persas como un buen presagio que indicaba su propio triunfo final sobre el Santo Profeta Muhammad (sa). [Aunque] en esta ocasión, el Santo Profeta (sa) recibió la revelación [30:3-5]:

[‘Los romanos han sido vencidos

en el país vecino y, después de su derrota, serán victoriosos

en pocos años -de Al’lah es el decreto antes y después de eso- y en ese día los creyentes se regocijarán’].

 

En otras palabras: que ‘los romanos habían sido derrotados en una tierra vecina de Siria, pero no consideréis que este será el desenlace [final, puesto que] dentro de los nueve años siguientes a su derrota los romanos volverán a salir victoriosos’. Cuando esta revelación se anunció entre los mequíes, estos se rieron y se mofaron de los musulmanes. Algunos de ellos hicieron una apuesta de cien camellos con Hazrat Abu Bakr (ra) y afirmaron que si, incluso tras semejante derrota, los bizantinos conseguían algún éxito, le darían 100 camellos. No obstante, si esto no ocurría, él tendría que darles 100 camellos. Los acontecimientos indicaban que había muy pocas posibilidades de que los romanos derrotaran a los persas, ya que su derrota en Siria vino seguida de nuevas victorias de los persas y el ejército romano fue empujado hacia atrás por etapas hasta las orillas del mar de Mármara. Constantinopla quedó aislada de sus dominios orientales y el Imperio Romano se vio reducido al tamaño de un pequeño Estado. Sin embargo, la palabra de Al’lah estaba destinada a cumplirse y se cumplió. En ese estado de total abatimiento, el propio emperador romano partió de Constantinopla junto con sus tropas y se enfrentó [con su enemigo] en las costas de Asia para librar una batalla decisiva. Los romanos, a pesar de ser menos numerosos y no estar tan bien equipados como los persas, obtuvieron una victoria completa -como profetizaban las palabras del Sagrado Corán- y los persas tuvieron que darse a la fuga. Se vieron obligados a retirarse a Persia, sin encontrar tregua en ninguna parte; y los romanos volvieron a ocupar sus posesiones asiáticas y africanas”.

[Respecto a esto], el Mesías Prometido (as) comenta:

“Cuando Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) hizo una apuesta con Abu Yahl sobre la profecía del Santo Corán [30:3-5]:

-[‘Los romanos han sido vencidos

en el país vecino y, después de su derrota, serán victoriosos

en pocos años -de Al’lah es el decreto antes y después de eso- y en ese día los creyentes se regocijarán’]-

 

se estipuló un periodo de tres años, pero cuando el Profeta (sa) se enteró de esto, al reflexionar sobre la profecía y debido a su entendimiento, le pidió a Abu Bakr Siddiq (ra) que hiciera una enmienda a los detalles de la apuesta, diciendo que la palabra ‘biz’ [بضع] tenía un significado más amplio y a menudo implicaba hasta nueve años”.

El Mesías Prometido (as) escribe además:

“Durante la época de la vida del Santo Profeta Muhammad (sa), los persas eran politeístas y el emperador del Imperio Romano [del este] era cristiano y creía en un solo Dios”.

Esta fue también una razón para que los musulmanes se pusieran de su parte.

El Mesías Prometido (as) continúa diciendo:

“El emperador del Imperio Romano era cristiano y creía en un solo Dios, y no creía que Jesús (as) fuera el hijo de Dios. Por eso, cuando se le presentó el estatus de Jesús (as) a la luz del Sagrado Corán, dijo: ‘En mi opinión, el estatus de Jesús no es superior, ni siquiera en un ápice, al que se menciona en el Corán’. Este testimonio suyo también se recoge en un hadiz de Bujari en el que afirma: ‘Atestiguo que estas palabras son las mismas que se encuentran en la Torá’. Su condición [la de Jesús (as)] no es mayor que la de un profeta.

A continuación se reveló el versículo [del Santo Corán, 30:3-5]: 

[‘Los romanos han sido vencidos

en el país vecino y, después de su derrota, serán victoriosos

en pocos años -de Al’lah es el decreto antes y después de eso- y en ese día los creyentes se regocijarán’].

O sea: ‘los romanos han sido derrotados; no obstante, en poco tiempo, dentro de nueve años, volverán a ser victoriosos’. Los cristianos, por malicia, alegan que el Santo Profeta (sa) había evaluado la fuerza de las dos potencias y luego, basándose en su previsión, anunció esta profecía. En respuesta, decimos que Jesús (as) también evaluaba entre los enfermos a aquellos que tenían posibilidades de mejorar y luego los curaba de su enfermedad. (El Mesías Prometido -as- está respondiendo a sus alegaciones haciendo una comparación a modo de ejemplo). En tal caso, Jesús (as) no habría demostrado ni un solo milagro.

‘En ese día, los creyentes tendrán dos fuentes de alegría: una de ellas es la victoria en la Batalla de Badr y la segunda es el cumplimiento de la profecía relativa a la victoria de los bizantinos. [Por eso], si alegan que el Profeta (sa) había evaluado la situación desde antes, de todas maneras, las circunstancias que rodearon la ‘Batalla de Badr’ eran completamente diferentes y, sin embargo, las buenas nuevas de esta victoria fueron mencionadas junto a eso”.

El Mesías Prometido (as) declara también:

“El Santo Corán está repleto de innumerables profecías como la extraordinaria profecía relativa al Imperio Romano y el poder persa. Esta se hizo en un momento en que los politeístas [es decir, el Imperio Persa] derrotaron al Imperio Romano y, como resultado, tomaron el control de parte de sus tierras. Los politeístas de La Meca consideraron esta victoria de los persas como un buen augurio para ellos. Sabían que, al igual que ellos, los persas también eran politeístas y, por consiguiente, derrotarían a su profeta, cuya ‘Shariah’ [ley religiosa] se parecía a la de la Gente del Libro. Fue entonces cuando Dios Altísimo reveló esta profecía en el Sagrado Corán y declaró que el Imperio Romano saldría victorioso en última instancia. Como esta profecía se refería a la victoria del Imperio Romano, este capítulo recibió el nombre de ‘Surah Ar-Rum’, [‘el Capítulo de Roma’]; y dado que los politeístas de Arabia tomaron la victoria del Imperio Persa como un signo claro de su propia victoria, por ello Al’lah también declaró en esta profecía que cuando el Imperio Romano volviera a ser victorioso, los musulmanes obtendrían la victoria sobre los politeístas; y así, esto es precisamente lo que se manifestó; y los versículos del Santo Corán en relación con esto son los siguientes:

‘¡Yo soy Dios, el Omnisciente! Los romanos han sido vencidos en la tierra cercana y ellos, tras su derrota, serán victoriosos tras un periodo de tres a nueve años; y ese día los creyentes se alegrarán’, [traducción interpretativa].

[Pues bien], esto es exactamente lo que ocurrió y, en el plazo estipulado de 3 a 9 años, el Imperio Romano volvió a obtener la victoria sobre los persas; y en ese mismo día, los musulmanes también obtuvieron la victoria sobre los politeístas, ya que fue el día de la ‘Batalla de Badr’ en la que se concedió la victoria a los seguidores del Islam”.

El Mesías Prometido (as) afirma también:

“Reflexionad sobre lo asombrosa y magnífica que fue esta profecía, pues la misma fue anunciada en un momento en que los musulmanes se encontraban en un estado de gran peligro debido a su condición de extrema debilidad y fragilidad, y no tenían ninguna riqueza ni poder alguno. En vista de su estado, el enemigo afirmó que serían destruidos muy rápidamente. Aparte, también se estipuló un tiempo en esta profecía al afirmar:

[‘Y después de su derrota serán victoriosos en pocos años’].

Además se menciona que esta profecía tenía dos aspectos y es que el día que el Imperio Romano obtuviera la victoria sobre los persas, los musulmanes también obtendrían el éxito y se alegrarían. [Al final], tal y como se expresa en la profecía, ello se cumplió efectivamente el día de Badr y al igual que el Imperio Romano obtuvo la victoria, asimismo lo hicieron los musulmanes”.

Esta serie de incidentes de la vida del Santo Profeta Muhammad (sa) continuará y, si Dios quiere, mencionaré el resto en el futuro.

Tras la oración [del viernes], dirigiré una oración fúnebre en ausencia, que es la del respetado Firas Ali Abdul Wahid del Reino Unido.

Según el decreto de Al’lah, falleció recientemente a la edad de 47 años:

[¡Ciertamente, a Dios pertenecemos y a Él volveremos!].

Originario de Irak, entró en el redil de la Comunidad en 2012, cuando juró lealtad. Le sobreviven su esposa y su hija. De niño se había aprendido de memoria el Sagrado Corán. A medida que crecía, desarrolló ideologías extremistas en la fe, convirtiéndose así en un musulmán extremista. Incluso vendió su televisor, diciendo que era “haram” [prohibido] verlo; incluso destrozó todos los cuadros de la casa, alegando que también eran “haram”. Él mismo era un buen artista, pero al obtener conocimientos religiosos de algún clérigo, se volvió completamente fanático y se abstuvo de cualquier tipo de imágenes; aunque luego empezó a dudar de si tenía razón o incluso de si el Islam era verdadero. [Por entonces], era amigo de un compañero cristiano de clase y, al cabo de un tiempo, se vio influido por él. Como no había podido disipar sus dudas ni encontrar respuestas a sus preguntas sobre el Islam, se hizo cristiano. De todas formas, con el paso del tiempo, volvió a apasionarse por el amor al Santo Profeta (sa) y volvió al Islam. Era muy trabajador y estudioso. Se licenció por la Universidad de Basora en su Facultad de Administración de Empresas y Economía.

Le apasionaba aprender idiomas, por lo que llegó a dominar el inglés y aprendió francés, español, alemán y ruso hasta cierto punto. En 2009 se trasladó al Reino Unido con su esposa y fue aquí donde Dios Altísimo le concedió una hija. Al llegar al Reino Unido, Firas Sahib se topó por casualidad con la “MTA3 Al-Arabiyya” [el canal de la MTA dedicado exclusivamente al programas en árabe], desde donde empezó a recibir las respuestas a sus preguntas. Finalmente, la veracidad del Mesías Prometido (as) arraigó en su corazón, hasta tal punto que a menudo cantaba la poesía árabe escrita por el Mesías Prometido (as) en honor del Profeta (sa). Fue durante este tiempo cuando vio en sueños al Cuarto Jalifa (rh) pronunciando un sermón en una gran mezquita blanca y de su bendito semblante emanaba luz. Entonces percibió a un hermoso joven que, como un reportero de noticias, hablaba por un micrófono y se refería al Mesías Prometido (as) con los más excelentes nombres, y animaba a los demás a seguirle. Tras esto, en 2012 juró lealtad [hizo el “Baiat”] y entró en contacto con el Dr. Bilal Tahir de Sheffield, a través del cual envió su solicitud de promesa de lealtad. Luego permaneció unido a él y estudió los diversos libros y las [sesiones] de preguntas y respuestas de la Yamat. Muy pronto empezó a propagar las opiniones y creencias de la Comunidad, a defenderse de las acusaciones y a presentar refutaciones intelectuales a favor de la Yamat.

Yazan Rababah de Jordania escribe:

“El hermano Firas Abdul Wahid era un áhmadi muy bueno. Estudiaba los libros de la Comunidad y respondía a los opositores de la Yamat y a los apóstatas. Fue un verdadero defensor del Islam-Ahmadíat. En Facebook le llamaban ‘Faris-e-Ahmadiyyat’, que significa ‘guerrero a caballo del Ahmadíat’. Se me llenan los ojos de lágrimas al recordarle. ¡Que Dios Altísimo le conceda el perdón!”.

[Por su parte], Tamim Abu Daqqah narra:

“Firas Sahib era un investigador extraordinario y tenía una habilidad excepcional para las traducciones y la escritura en árabe e inglés. Era un miembro activo del equipo [del departamento de árabe] que respondía a las preguntas en la página web de la Yamat. Sus respuestas eran siempre completas y basadas en pruebas, que apoyaba con referencias tanto de la Comunidad como de otros lugares,  fuentes árabes o inglesas. Cuando ciertos apóstatas y rebeldes árabes provocaron desórdenes, Firas Sahib estuvo en primera línea para responder a sus acusaciones y plantarles cara. Debido a su completa fe, defendía ferozmente a la Yamat y al Jalifato”.

El Dr. Aiman Odeh afirma:

“A través de sus artículos y escritos, nuestro hermano fallecido, Firas Abdul Wahid, era conocido por sus vastos conocimientos y su extraordinaria inteligencia. No llevaba mucho tiempo como miembro de esta Yamat, pero incluso en este corto periodo, alcanzó un profundo conocimiento de las opiniones y creencias de la Comunidad, y con respuestas rotundas, silenciaba a los oponentes. Hace unos años, al fallecido se le confió la responsabilidad de responder a las preguntas en nuestra página web, lo cual llevó a cabo con diligencia hasta el final y trabajó con gran pasión y sinceridad. En la página web árabe de preguntas y respuestas, ‘Bisat-e-Ahmadi’, tiene unos 800 artículos y respuestas a acusaciones y preguntas que siguen atestiguando lo profundamente erudito que era y su pasión por difundir las opiniones y creencias de la Yamat, y responder a las acusaciones”.

¡Que Al’lah conceda perdón y misericordia al difunto y eleve su rango [espiritual]!

¡Que Él proteja a su esposa e hija, y les conceda paciencia y resignación!

¡Que Él acepte sus virtuosos deseos para su familia y sus oraciones!

¡Que Dios Altísimo conceda a la Comunidad personas como él en su lugar!

Como he dicho, después de la oración [del viernes], si Dios quiere, ofreceré la oración fúnebre.

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo, que hace algún tiempo, se mencionaron incidentes relacionados con el Santo Profeta (sa) y la Batalla de Badr. Hoy también se mencionarán algunos incidentes relacionados con la Batalla de Badr.

Su Santidad (aba) dijo que el Santo Profeta (sa) permaneció en Badr durante tres días. Desde Badr, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Abdul’lah bin Rawaha (ra) y a Hazrat Zaid bin Harithah (ra) a Medina para transmitir las buenas noticias de la victoria. A partir de ese momento, el Santo Profeta (sa) comenzó su viaje de regreso a Medina. En esta caravana victoriosa había 70 prisioneros. Algunos historiadores cuentan que en el viaje de vuelta, dos prisioneros fueron asesinados según las costumbres árabes de la época, debido a sus crímenes en la guerra. Sin embargo, no todos los historiadores están de acuerdo sobre la autenticidad de este hecho. También se cuenta que la hermana o hija de uno de los asesinados recitó una poesía y, al oírla, el Profeta (sa) se emocionó hasta las lágrimas. Sin embargo, este incidente también ha sido refutado por algunos historiadores. Su Santidad (aba) dijo que Al’lah sabe más a este respecto.

Tratamiento de los prisioneros de guerra

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) ha mencionado el asunto anterior de la siguiente manera:

Entre los jefes de Quraish que fueron hechos cautivos, algunos historiadores han mencionado el nombre de ‘Uqbah bin Abi Mu’it, y se dice que por orden del Santo Profeta (sa), fue asesinado en cautiverio. Sin embargo, esto no es correcto. Las narraciones de Ahadith y la historia mencionan muy claramente que ‘Uqbah bin Abi Mu’it fue asesinado en el campo de batalla, y fue uno de los jefes de La Meca cuyos cuerpos fueron enterrados en una fosa. Sin embargo, la ejecución de Nadr bin Harith es evidente en muchas narraciones. La razón de su ejecución fue que se encontraba entre los responsables directos de la muerte de aquellos musulmanes inocentes que habían sido martirizados a manos de los Quraish en La Meca.

Además, es muy probable que Nadr bin Harith estuviera entre los que martirizaron brutalmente a Harith bin Abi Halah, el hijastro del Santo Profeta (sa), en los primeros tiempos del Islam. Sin embargo, lo cierto es que, salvo Nadr, ningún otro prisionero fue ejecutado, ni era práctica habitual ejecutar a prisioneros por el mero hecho de ser enemigos o luchar en nombre del bando contrario. Por eso, más tarde, el Sagrado Corán reveló una orden específica al respecto. Además, también hay que recordar que aunque muchas narraciones han registrado la ejecución de Nadr bin Harith, también hay ciertas narraciones que demuestran que no fue ejecutado, sino que permaneció vivo después de Badr durante un tiempo y finalmente se convirtió en musulmán, y se unió a los siervos del Santo Profeta (sa) con motivo de la Ghazwah de Hunain. Sin embargo, estas últimas narraciones se han considerado generalmente débiles en comparación con las mencionadas en primer lugar. وَاللّٰہُ اَعْلَمُ [Al’lah sabe más].

En cualquier caso, si hubo algún individuo que fue ejecutado de entre los prisioneros, ese fue Nadr bin Harith, que fue ejecutado como acto de retribución. En este sentido, también se narra que tras su ejecución, cuando el Santo Profeta (sa) escuchó las dolorosas coplas de su hermana, dijo: “Si estas coplas me hubieran llegado antes, habría perdonado a Nadr.” En cualquier caso, excepto Nadr, ningún otro prisionero fue ejecutado; más bien, como se ha mencionado anteriormente, el Santo Profeta (sa) ordenó enfáticamente que los prisioneros fueran tratados con amabilidad.’ (“La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa)”, Vol. 2, pp. 159-160)

Su Santidad (aba) dijo que está registrado que durante la Batalla de Badr, 70 incrédulos de La Meca murieron a manos de los musulmanes, mientras que otros 70 quedaron cautivos. De acuerdo con los mandamientos del Santo Profeta (sa), los Compañeros trataron a estos prisioneros con gran amabilidad. Fue a la luz de esta bondad, junto con las grandes enseñanzas del Islam que llevaron a muchos de los cautivos de Badr a aceptar finalmente el Islam.

Profecía de la Victoria de los Bizantinos

Su Santidad (aba) dijo que otro incidente relacionado con la Batalla de Badr fue la victoria del Imperio Romano, que había sido predicha por el Santo Profeta (sa). En el año 5 se reveló la sura al-Rum, en la que se mencionaba la victoria de Roma. Consta que tras la revelación de estos versículos al Santo Profeta (sa), Hazrat Abu Bakr (ra) anunció los siguientes versículos en los alrededores de La Meca:

‘Alif Lam Mim. Los romanos han sido derrotados. En el país vecino, y, des­pués de su derrota, serán victoriosos. En pocos años -de Al‑lah es el decreto antes y después de eso-­ y en ese día los creyentes se regocijarán, (El Sagrado Corán, 30:2-5)

Su Santidad (aba) dijo que como los de La Meca y los persas eran idólatras, los de La Meca deseaban que los persas ganaran. Sin embargo, como musulmanes y romanos eran gente del Libro, los musulmanes deseaban que los romanos salieran victoriosos. Por lo tanto, los de La Meca establecieron condiciones entre ellos sobre lo que cada uno recibiría si el lado que deseaban resultaba victorioso, y fijaron un período de cinco años para que esto sucediera. Finalmente, los romanos salieron victoriosos y fue el día de la batalla de Badr cuando los musulmanes se enteraron de la victoria romana.

Testimonio de los no musulmanes sobre la Profecía

Su Santidad (aba) citó varias referencias históricas que detallaban la victoria de los romanos y cómo, a pesar de ser aparentemente el lado más débil, los romanos salieron victoriosos a la luz de la profecía coránica. Su Santidad (aba) también citó a Edward Gibbon, un historiador romano que, al detallar la victoria romana, expresó su asombro y admiración por la asombrosa exactitud de la profecía hecha al respecto por el Sagrado Corán.

Su Santidad (aba) dijo que muchos jóvenes le escriben preguntándole cómo pueden saber que el Islam es la verdad y la religión verdadera en comparación con otras. La sociedad que les rodea ha hecho que surjan dudas en sus mentes. Sin embargo, sólo tienen que recordar la historia y las expresiones de los no musulmanes respecto a estas profecías. Del mismo modo, sólo tienen que reflexionar sobre las profecías que se hicieron en relación con nuestros tiempos actuales. Los padres también deberían entender estas profecías para poder enseñarlas a sus hijos. Estas profecías son una prueba de la veracidad del Islam. De hecho, hay miles de pruebas de la veracidad del Islam. Uno sólo necesita aumentar su conocimiento.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) reconcilia ciertas discrepancias históricas sobre si la victoria romana tuvo lugar en el momento de la Batalla de Badr o durante el tiempo del Tratado de Hudaibiyah como sigue:

‘En varias narraciones se ha relatado que los bizantinos obtuvieron esta victoria en la época del Tratado de Hudaibiyah. Sin embargo, estas narraciones no son contradictorias, porque en realidad, la época de la victoria bizantina abarcó un período que va desde la batalla de Badr hasta el Tratado de Hudaibiyah” (La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol 2, p. 174).

Veracidad de la profecía sobre la victoria bizantina

Su Santidad (aba) también citó al Mesías Prometido (as) y al Segundo Califa (ra) con respecto a la veracidad de la profecía coránica sobre la victoria romana. Por ejemplo, el Mesías Prometido (as) dijo que esta profecía se hizo en un momento en que los musulmanes se encontraban en un estado de debilidad. No sólo se hizo esta profecía, sino que también se puso una restricción de tiempo. Además, también se estipuló que no sólo vencerían los romanos, sino que al mismo tiempo también vencerían los creyentes. Finalmente, esta profecía se cumplió exactamente como se había predicho con todas sus condiciones.

Su Santidad (aba) dijo que seguiría narrando estos incidentes en el futuro.

Oración fúnebre

Su Santidad (aba) dijo que dirigiría la oración fúnebre en ausencia del siguiente miembro fallecido:

Firas Ali Abdul Wahid

Firas Ali Abdul Wahid, del Reino Unido, recientemente fallecido. Era originario de Iraq. Aceptó el Islam Ahamdíat en 2012. Le sobreviven su esposa y una hija. Había memorizado el Sagrado Corán cuando era joven. Se hizo musulmán extremista, vendió el televisor de casa y rompió todos los cuadros de la casa, diciendo que esas cosas eran haram (Illicitas). A pesar de ser un buen artista, había sido adoctrinado por otros musulmanes fanáticos y pensaba que esas cosas estaban prohibidas. Sin embargo, al cabo de un tiempo empezó a cuestionarse sus creencias y, tras hablar con un amigo cristiano, se hizo cristiano. Más tarde, volvió al Islam. Tenía muchos conocimientos y aptitudes para aprender idiomas. En 2009 se trasladó al Reino Unido. Allí conoció la MTA y empezó a recibir respuestas a sus preguntas. Vio al Cuarto Califa (rh) en un sueño, y finalmente aceptó el Islam Ahmadíat en 2012. A partir de ese momento, se volvió incondicional en su fe y propagaba y defendía con orgullo el Ahmadíat. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le conceda el perdón y la misericordia, eleve su posición, proteja a su familia y les conceda paciencia, y acepte sus oraciones por su familia. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah conceda a la Comunidad este tipo de personas en el futuro.

Resumen preparado por The Review of Religions

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