Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Después de recitar el Tashahud, el Ta’awwuz y el Surah Al-Fātihah, Hazrat Jalifa-ul-Masih V (aba) declaró:

En el sermón anterior, hablé sobre Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) y quedaron algunos relatos sin mencionar los cuales narraré hoy. Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) era conocido por su generosidad y ofreció también muchos sacrificios financieros. La mayoría de las referencias de hoy están relacionadas con esto. Por ejemplo, se menciona en una narración que Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) dejó en su testamento 400 dinares para cada uno de los participantes de la batalla de Badr. Luego, esto se cumplió de acuerdo a su voluntad y en aquel tiempo los Compañeros Badri (que estaban vivos) sumaban 100.

Por otra parte, cuando el Santo Profeta (sa) ordenó a los Compañeros prepararse para la batalla de Tabuk, instó a los más pudientes a ofrecer riqueza y monturas (de camello y caballo) en el camino de Al’lah. Habiendo escuchado esto, Hazrat Abu Bakr (ra) se presentó primero y trajo todas sus pertenencias, las cuales ascendieron a 4.000 dirhams. El Santo Profeta (sa) preguntó entonces a Hazrat Abu Bakr: “¿has dejado algo para tu familia?”. Él respondió: ”he dejado a Al’lah y a Su Mensajero con ellos”. Por su parte, Hazrat ‘Umar (ra) trajo la mitad de sus pertenencias y el Santo Profeta (sa) le preguntó: ”¿has dejado algo para tu familia?”. Este contestó: ”he dejado la mitad para ellos”.

Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) dio cien auqiyah (un auqiyah es equivalente a 40 dirhams), es decir, ofreció aproximadamente 4.000 dirhams. Después de esto, el Santo Profeta (sa) dijo que Uzmán bin Affan (ra) y Abdur Rahman bin Auf (ra) eran parte de los tesoros de Dios Altísimo en la tierra, por gastar en aras de adquirir el placer de Al’lah.

Hazrat Umme Bakr bint Miswar (ra) relata que Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) también compró un pedazo de tierra a Hazrat Uzmán (ra) a cambio de 40.000 dinares y lo dividió entre los pobres y necesitados de Banu Zuhrah y entre las Ummahat-ul-Mu’minin [las madres de los creyentes, o sea, las esposas del Santo Profeta (sa)]. Miswar bin Majzama relata: ”cuando le di a Hazrat Aisha (ra) su porción de tierra, ella preguntó quién la había dado”. Yo dije que había sido Abdur Rahman bin Auf (ra). Tras esto, Hazrat Aisha (ra) contestó: “el Santo Profeta (sa) dijo que, después de su muerte, alguien que es extremadamente paciente os tratará con amabilidad”. Tras anunciar esto, el Santo Profeta oró: ”oh Al’lah! Permite que Abdur Rahman bin Auf (ra) beba de la fuente de salsabil en el Paraíso”.

En otra narración se menciona que el Santo Profeta (sa) dijo que, después de su muerte, quien cuidara de su familia sería honesto y piadoso. En este sentido, cada vez que Abdur Rahman bin Auf (ra) viajaba con las Ummahat-ul-Mumineen (las madres de los creyentes) se aseguraba de que sus carruajes estuvieran preparados, de que realizaran el Hall (el peregrinaje) y además arreglaba las monturas de los camellos que usaban para desplazarse; y elegía para acampar valles en los que no habían huellas de viajeros, para que ellas pudieran guardar y mantener su velo, y moverse libremente durante su estancia.

Una vez, hubo una gran escasez de alimentos en Medina. Durante ese tiempo, una caravana vino de Siria a Medina, que consistía en 700 camellos cargados de trigo, harina y otras provisiones.  Como resultado de esto, hubo una conmoción en toda Medina, por lo que Hazrat Aisha (ra) preguntó cuál era la causa de tal conmoción y se le informó que había venido una caravana de Abdur Rahman bin Auf (ra), que consistía en 700 camellos cargados con harina de trigo y otras provisiones. Hazrat Aisha (ra) dijo a continuación: “escuché al Santo Profeta (sa) decir que Abdur Rahman bin Auf (ra) entraría al paraíso de rodillas”. Cuando Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) escuchó esta narración de Ummul Muminin (la madre de los creyentes) -Hazrat Aisha (ra)-, se acercó a ella y le dijo: “madre, te hago testigo de que he dado todo este grano, provisiones e incluso las sillas de montar de los camellos en el camino de Al’lah, para que pueda entrar en el paraíso caminando”.

La mayoría de los incidentes de los gastos de Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) en el camino de Al’lah han sido recogidos por aquellos individuos que han recopilado incidentes en la vida de los Compañeros (del Santo Profeta -sa-).  Se ha mencionado en el libro Usdul Ghabah, que Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) era alguien que gastaba mucho en la causa de Al’lah. En una ocasión liberó a 30 esclavos a la vez y en otra ocasión Hazrat ‘Umar (ra) necesitaba algo de dinero, por lo que solicitó un préstamo a Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra), a lo que este respondió: “¡oh líder de los creyentes! ¿Por qué me pides un préstamo cuando puedes pedírselo al Baitul Maal [tesorería], a Hazrat Uzmán (ra) o a cualquier otra persona con medios?”. Hazrat ‘Umar (ra) dijo: “lo hago por si me olvido devolver la cantidad a la tesorería; y si tomara el préstamo de otra persona, quizá podría olvidarme devolverlo y ellos podrían no solicitar el reembolso del dinero por respeto o por otras razones. Sin embargo, tu serías capaz de pedírmelo de vuelta y tomarlo”. Debido a su estrecha relación, eran muy francos entre sí y cuando él requería su dinero, podría recuperarlo.

El hijo de Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra), Ibrahim, relata, basándose en lo que escuchó de su padre, que el Santo Profeta (sa) afirmó: “¡oh ibn Auf! Entrarás en el Paraíso arrastrándote porque eres rico. Así pues, deberías gastar en el camino de Al’lah, para que puedas entrar de pie y andando en el Paraíso”. Esto es similar a la narración de Hazrat Aisha (ra) que se mencionó antes. Entonces, Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) luego dijo: ”oh Mensajero de Al’lah! ¿Qué debo gastar en el camino de Al’lah?”. A lo que él respondió: ”lo que tengas ahora mismo”. Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) preguntó a continuación: “¡oh Mensajero de Al’lah, ¿todo?”. El Santo Profeta (sa) dijo: “sí”. Por eso Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) decidió dar toda su riqueza en la causa de Al’lah. Pero poco tiempo después, el Santo Profeta (sa) mandó llamarlo y que viniese, y le dijo esto: “tras marcharte, el Arcángel Gabriel vino diciendo que debería decirle a Abdur Rahman que gastara [su riqueza] en hospitalidad, alimentara a los pobres, diera a los necesitados y que  cuando gaste en los demás, que lo haga primero con sus parientes. Cuando haga todo esto, su riqueza será purificada. Entonces, esa riqueza pura que haya sido gastada en el camino de Al’lah asegurará que no entre en el Paraíso de rodillas, sino de pie sobre sus dos pies”.

Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) una vez dio la mitad de toda su riqueza, que era de 4.000 dirhams, en el camino de Al’lah. En otra ocasión, dio 40.000 dirhams en limosnas por la causa de Dios y en otra dio 40.000 mil dinares; más tarde dio 500 caballos en el camino de Al’lah y luego dio 500 camellos en el camino de Al’lah. Más aún, el hijo de Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra), Abu Salama, narra: ”nuestro padre dejó un huerto en su testamento para las esposas (viudas) del Santo Profeta (sa). El valor de ese huerto era 400.000 dirhams”. 

Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) instruyó en su testamento que 50.000 dinares debían ser donados en el camino de Al’lah. Dejó tras de sí 1.000 camellos, 3.000 cabras y 100 caballos que pastaban en Baqi (el valle cerca de Medina). Además tenía 20 camellos que irrigaban tierras de cultivo en Yurf, que era un área de tierra situada aproximadamente a 5 Km al norte de Medina, donde Hazrat ‘Umar (ra) también poseía algunas tierras. De esta tierra agrícola, Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) se aseguraba de que hubiera suficiente grano para todo el año para su hogar.

Según una narración, dejó tanto oro que tuvo que ser cortado con hachas y aquellos que lo cortaron sufrieron ampollas en sus manos.  Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) falleció en el año 31 (dH) después de la Hégira, mientras que de acuerdo a otras narraciones falleció en el 32 dH. Por tanto, vivió hasta los 72 años, aunque otras narraciones afirman que vivió hasta los 78 años y fue enterrado en Yanat al-Baqi. Hazrat Uzmán (ra) dirigió su oración funeraria, aunque de acuerdo con otras fuentes, fue en realidad Hazrat Zubair bin Awan (ra) quien dirigió su oración de funeral. Tras el fallecimiento de Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra), Hazrat Sa’d bin Malik (ra) declaró en el lecho de su muerte: ”¡ay! Una personalidad colosal como una montaña se ha ido”. Hazrat Ali (ra) declaró también: ”Ibn Auf (ra) ha partido de entre nosotros. Bebió agua pura de las fuentes de este mundo y las dejó -antes de que se tornaran- turbias”, queriendo decir tal vez que Ibn Auf (ra) vivió durante una era excelente y partió antes de que los tiempos empeoraran.

Finalmente, Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) dejó viudas a tres esposas y cada una de ellas recibió la octava parte (de su riqueza) que ascendía a 80.000 dirhams para cada una. Según otra narración, tenía cuatro esposas, cada una de las cuales recibió 80.000 dirhams.

Ahora, el siguiente Compañero cuyos relatos voy a mencionar es Hazrat Sa’d bin Muaz (ra). Hazrat Sa’d bin Muaz (ra) pertenecía al clan Banu Abd al-Ashal, de la tribu Aus de los Ansar y era también el líder de la tribu de los Aus. Su padre se llamaba Ma’az bin Nau’man y su madre se llamaba Kabsha bint Rafi’, que fue Compañera del Santo Profeta (sa). El nombre originario de Hazrat Sa’d bin Muaz (ra) era Abu Amr y el nombre de la esposa de Hazrat Sa’d bin Muaz (ra) era Hind bint Samaat (ra), que también fue Compañera (del Santo Profeta -sa-). De Hazrat Hind (ra), tuvo dos hijos: Amr y Abdul’lah. Hazrat Sa’d bin Muaz (ra) y Hazrat Hussain bin Uzair (ra) aceptaron el islam a manos de Hazrat Mu’sab bin Umair (ra) quien fue enviado a Medina antes de que setenta compañeros [vinieran a La Meca] y participaran en el segundo juramento en Aqabah. Según las instrucciones del Santo Profeta (sa), Hazrat Mu’sab bin Umair (ra) invitaba a otros al islam y les recitaba el Sagrado Corán. Cuando Hazrat Sa’d bin Muaz (ra) aceptó el islam, dijo a la tribu de Banu Abd al-Ashal que se había auto-impuesto no hablar con ningún hombre o mujer hasta que aceptaran el islam. Por tanto, todas las personas de esta tribu aceptaron el islam y así, esta fue la primera tribu de entre los Ansar, los Banu Abd al-Ashal,  en la que todos los hombres y mujeres aceptaron el islam.

Hazrat Sa’d bin Muaz (ra) llevó a Hazrat Mu’sab bin Umair (ra) y Hazrat Asad bin Zurarah (ra) a su casa, y a continuación les predicaba el islam allí mismo. Hazrat Sa’d bin Muaz (ra) y Hazrat Asad bin Zurarah (ra) eran primos por parte de su madre. Posteriormente, Hazrat Sa’d bin Muaz (ra) y Hazrat Usaid bin Huzair (ra) rompieron los ídolos de la tribu Banu Abd al-Ashal; es decir, eran de la misma familia y cuando su tribu aceptó el islam, rompieron los ídolos de su tribu. El Santo Profeta (sa) estableció un vínculo de hermandad entre Hazrat Sa’d bin Muaz (ra) y Hazrat Sa’d bin Abi Waqaas (ra); mientras que según otra narración el vínculo de hermandad se estableció entre Hazrat Sa’d bin Muaz (ra) y Hazrat Abu Ubaidah bin al-Yarah (ra).

Narrando la historia de cómo Hazrat Sa’d bin Muaz (ra) aceptó el islam, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe en Sirat Jataman Nabiyyin:

“Mientras salían de La Meca, estos doce nuevos musulmanes conversos pidieron esto (al Santo Profeta -sa-): “por favor, envíe un tutor islámico con nosotros, (esto fue después del primer juramento en Aqabah), que pueda enseñarnos el islam y pueda predicarlo a nuestros hermanos idólatras también”. Entonces, el Santo Profeta (sa) envió a Mus’ab bin Umair (ra), un joven muy devoto de la tribu ‘Abdud-Dar, junto con ellos. Un predicador del islam era conocido como Qari o Muqri en esos días, porque la mayoría de su trabajo consistía en recitar el Sagrado Corán, ya que éste era el mejor método de predicación. Como tal, Mus’ab (ra) era conocido además por el nombre de Muqri en Yazrib (nombre antiguo de Medina). Cuando llegó allí, Mus’ab bin Umair (ra) se alojó en la casa de Asad bin Zurarah (ra)”.

Quizás algunos de estos relatos se han mencionado ya en relación a Hazrat Mus’ab bin Umair (ra), no obstante, los mencionaré de nuevo aquí.

Bueno, al llegar (a Medina), se quedó en la casa de Asad bin Zurarah (ra), que fue el primer musulmán de Medina y era un líder muy devoto e influyente. Su casa se transformó en centro de predicación y Mus’ab (ra) comenzó a cumplir con sus obligaciones con total atención. Dado que los musulmanes de Medina vivían una vida en comuna y era una ciudad comparativamente más pacífica. Entonces, a propuesta de Asad bin Zurarah (ra), el Santo Profeta (sa) instruyó a Mus’ab bin Umair (ra) para que empezara a ofrecer la oración de yumu’ah, [la oración de viernes] y de esta manera los musulmanes iniciaron su vida como una comunidad unificada. Las bendiciones de Al’lah fueron tales que no pasó mucho tiempo antes de que la religión del islam comenzara a encontrar popularidad en cada hogar de Medina. (Las oraciones de los viernes se ofrecían en su forma prescrita y el islam comenzó a ganar popularidad).

Las tribus Aus y Jazrall comenzaron a aceptar el islam rápidamente. En algunos casos, toda una tribu aceptaba el islam en un día. Así, la tribu Banu Abdul-Ashal también aceptó el islam de esta manera y se convirtieron en musulmanes todos a la vez. Esta fue una rama muy distinta de la tribu de los Ansar, conocida como Aus, y el jefe de esta tribu se llamaba Sa’d bin Mu’az (ra), quién no solo era el jefe de la tribu de Abdul-Ashal, sino que además era el líder de toda la tribu de los Aus. Cuando el islam comenzó a encontrar popularidad en Medina, a Sa’d bin Mu’az (ra) le disgustaba y se esforzó por detenerlo, (porque cuando el islam comenzó a difundirse en Medina, él no era musulmán todavía y no le gustaba su difusión), pero estaba estrechamente relacionado con Asad bin Zurarah (ra). Ambos eran primos y Asad (ra) ya se había convertido en musulmán. Por esta razón Sa’d bin Mu’az (ra) no se acercaba a él personalmente, para evitar una disputa (debido a sus lazos familiares). Así pues, le dijo lo siguiente a otro de sus parientes, Usaid bin Al-Huzair: “me da un poco de vergüenza decirle algo a Asad bin Zurarah, pero ve y evita que Mus’ab (es decir, el misionero que fue enviado por el Santo Profeta -sa- desde La Meca) difunda esta irreligiosidad. Dile también a Asad que este camino no es el correcto”. Usaid era de los jefes venerados de la tribu ‘Abdul-Ashhal y su padre asumió el liderato de toda la tribu Aus durante la batalla de Bu’az.

Como se mencionó antes, la batalla de Bu’az tuvo lugar entre las tribus Aus y Jazrall antes del advenimiento del islam. Sin embargo, después de Sa’d bin Muaz (ra), Usaid bin Huzair (ra) tuvo una influencia significativa sobre su tribu. Según las instrucciones de Sa’d (ra), Usaid fue a Mus’ab bin ‘Umair (ra) y Asad bin Zurarah (ra), y se dirigió a Mus’ab (ra) en tono de ira, diciendo: ¿por qué procuras que nuestro pueblo se haga irreligioso? ¡Abstente de esto o el resultado no será agradable!. Antes de que Mus’ab (ra) pudiera responder, Asad (ra) le dijo suavemente a Mus’ab (ra): es un jefe muy poderoso de su tribu, háblale con mucha calma y cariño.

 

Así pues, Mus’ab bin Umair (ra) se dirigió a él en un tono muy respetuoso y afectuoso, y le dijo: no te enojes, más bien se tan amable de sentarte y escuchar con un corazón sereno lo que tenemos que decir, y luego podrás tener tu propia opinión. Usaid consideró que esto era una propuesta lógica y se sentó. Mus’ab (ra) le recitó el Sagrado Corán y le informó de las enseñanzas islámicas con mucha benevolencia. Tras ello, Usaid estaba tan conmovido que aceptó el islam de inmediato y dijo: hay tal hombre detrás de mí que si se convierte, toda nuestra tribu aceptará el islam, (él es el que me ha enviado) espera aquí, que voy a decirle que venga. Después de esto Usaid se fue y con algún tipo de excusa, envió a Sa’d bin Mu’az (ra) a Mus’ab bin ‘Umair (ra) y Asad bin Zurarah (ra). Sa’d bin Mu’az (ra) vino y le dijo furiosamente a Asad bin Zurarah (ra): mira, Asad, de hecho, estás haciendo un mal uso de tus relaciones familiares y esto no está bien. Tras escuchar esto y actuando de la misma manera que antes, Mus’ab (ra), es decir, el misionero que había venido de La Meca, tierna y cariñosamente lo calmó y le contestó: siéntate aquí y escucha lo que tengo que decir. Si ves que hay algo objetable, puedes rechazarlo. Sa’d (ra) respondió: muy bien, esta propuesta parece ser racional. Dejando su lanza a un lado, se sentó (pues sostenía una lanza en su mano, ya que en esos días llevaban armas para defenderse) y de la misma forma, Mus’ab (ra) le recitó partes del Sagrado Corán y le expuso los principios islámicos de una manera muy atractiva”.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe además: “no pasó mucho tiempo antes de que este ídolo también se sometiera (o sea, su corazón se inclinó hacia las enseñanzas del islam). Por lo tanto, según la costumbre, Sa’d (ra) se bañó y recitó el Kalimah Shahadah. Después de esto, Sa’d bin Muaz (ra) y Usaid bin Al-Huzair (ra) fueron a sus tribus y Sa’d (ra) les preguntó de una manera particular y siguiendo la costumbre árabe: ¡oh Bani ‘Abdul-Ashal! ¿Qué pensáis de mí? Y todos respondieron al unísono: eres nuestro líder y el hijo de nuestro líder, confiamos plenamente en ti. Sa’d (ra) respondió: entonces no tengo nada que ver con vosotros hasta que creáis en Al’lah y en Su Mensajero, por lo que comenzó a predicarles inmediatamente. A continuación, Sa’d (ra) explicó los principios del islam a la gente de su tribu y, aún no se había hecho de noche, que toda la tribu se había convertido al islam. Luego, Sa’d (ra) y Usaid (ra) rompieron los ídolos que pertenecían a su pueblo con sus propias manos”.

“Sa’d bin Muaz (ra) y Usaid bin Al-Huzair (ra), que aceptaron el Islam ese día, se cuentan entre los Compañeros más eminentes y entre los Ansar indudablemente – escribe Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib- , poseen un estatus muy alto. En particular, Sa’d bin Muaz (ra) tuvo un puesto entre los Ansar como Hazrat Abu Bakr (ra) lo tuvo entre los Muhayirin de La Meca. Este joven resultó ser extremadamente sincero, notablemente leal y un amante excepcionalmente devoto del islam, y del fundador del islam (sa). Además de ser el jefe de su tribu, también era extraordinariamente inteligente. A consecuencia de ello, adquirió tal posición en el islam, que no solo era distintiva, sino que llegó a ser uno de los Compañeros más destacados del Santo Profeta (sa). Sin duda, tras su temprana muerte, las palabras del Santo Profeta (sa) fueron: después de la muerte de Sa’d, incluso el Trono de Dios Misericordioso se ha conmovido; y se basaban en una realidad muy profunda. Por consiguiente, de esta manera, el islam comenzó a extenderse rápidamente por toda la tribu Aus y Jazrall, pero los judíos miraban estos acontecimientos con mucho temor y en sus corazones decían: sólo Dios sabe lo que está por venir.

En otro lugar del Sirat Jataman Nabiyyin, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra), escribe:

“No había pasado mucho tiempo desde la llegada del Santo Profeta (sa) a Medina, que los quraish enviaron una carta amenazante a Abdul’lah bin Ubayy bin Sulul, jefe de la tribu de los Jazrall y a sus compañeros idólatras. La carta decía: “deja de proteger a Muhammad (sa) o de lo contrario preparaos para lo peor”.

 

La carta en sí decía lo siguiente:

“Has concedido protección a un individuo de los nuestros, es decir a Muhammad (sa), y juramos en el nombre de Dios que o bien dejas de protegerlo y le declaras la guerra, o como mínimo, lo exilias de tu ciudad.  Si no, reuniremos a todo nuestro ejército y os atacaremos, mataremos a todos tus hombres y nos apoderaremos de vuestras mujeres, haciéndolas legítimas para nosotros”.

 

Cuando esta carta llegó a Medina, Abdul’lah y sus compañeros, que ya albergaban en sus corazones un profundo odio contra el islam, se prepararon para declarar la guerra contra el Santo Profeta (sa). Pero al ser informado de esto, el Santo Profeta (sa) se reunió de inmediato con ellos y les explicó (es decir, a Abdul’lah bin Ubayy bin Sulul y sus compañeros) lo siguiente: si me declaráis la guerra, de hecho, seréis vosotros los que sufriréis, porque os opondréis a vuestros propios hermanos y parientes (ya que los que han aceptado el islam son gente de vuestra propia tribu y de vuestra ciudad.). En otras palabras, los musulmanes de Aus y Jazrall se pondrán de mi lado en cualquier circunstancia. Así pues, declararme la guerra solo significará que levantaréis la espada contra vuestros propios hijos, hermanos y padres. Ahora decidid vosotros mismos si esto es correcto.

Abdul’lah y sus compañeros, que aún recordaban claramente el derramamiento de sangre de la batalla de Bu´az, cuando las dos tribus lucharon entre sí, lo cual provocó mucho derramamiento de sangre, lo entendieron y se abstuvieron de llevar adelante ese plan. Pero una vez los quraish fracasaron en su plan, poco tiempo después, intentaron enviar una carta similar a los judíos de Medina. En realidad, el propósito de los incrédulos de La Meca era aniquilar todo rastro del islam de la faz de la tierra. Así pues, tremendamente afligidos por la persecución de los quraish, cuando los musulmanes emigraron a Abisinia – la primera migración-, también los persiguieron hasta allí, pues esta fue la estratagema de los incrédulos desde el principio; y pusieron todo su empeño para convencer al benévolo rey Negus para que entregara a estos musulmanes, oprimidos y exiliados, a los habitantes de La Meca. Más tarde, cuando el Santo Profeta (sa) emigró a Medina, los quraish también le persiguieron e hicieron todo lo posible para arrestarlo, no escatimando ningún esfuerzo y aprovechando cualquier ocasión para destruir al islam o al mismo Santo Profeta (sa).

Al final, descubrieron que el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros habían llegado a Medina y el islam se estaba extendiendo rápidamente allí. Por ello, incitaron a la gente de Medina enviándoles una carta para acabar con el islam, declarando la guerra contra el Santo Profeta (sa), intentando exiliarle de Medina o retirándole su protección”.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe además: “esta carta de los quraish pone de manifiesto la costumbre en Arabia, según la cual, en sus guerras,  mataban a los hombres y se apoderaban de las mujeres haciéndolas lícitas para ellos. Sin embargo, con respecto a los musulmanes, sus intenciones eran mucho peor. Si este era el castigo que habían prescrito para los que solamente habían dado protección a los musulmanes (es decir, que matarían a los hombres y declararían para sí mismos lícitas a sus mujeres), sin duda, sus planes para los musulmanes eran mucho más severos. En realidad, esta carta de los quraish de La Meca no se debió a una vehemencia pasajera. Por el contrario, habían decidido firmemente no permitir a los musulmanes llevar una vida de paz y estaban empeñados en eliminar el islam del mundo”.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) añade: “en este sentido, el siguiente relato histórico muestra las sangrientas intenciones de los quraish de La Meca, pues hay una narración de Bujari que dice que después de la emigración, Sa’d bin Muaz (ra), que era el jefe de la tribu de los Aus y que se había hecho musulmán, viajó a La Meca con la intención de realizar la Umrah y se quedó con un viejo amigo de la época de yahiliyyah (la era de ignorancia antes de la llegada del islam), llamado Ummayyah bin Jalf, que era uno de los jefes de La Meca. Como sabía que los habitantes de La Meca lo provocarían, para evitar cualquier altercado, le dijo a Ummayyah: deseo realizar el Tawaaf alrededor de Kaabatul’lah (hacer los circuitos alrededor de la Kaabah de Al’lah). Llévame pues en un momento en el que pueda cumplir este deber solo y en paz, y pueda entonces volver a mi tierra”. Así, Ummayyah llevó a Sa’d (ra) a la Kaabah al mediodía, cuando la gente generalmente estaba en sus casas.

No obstante, en ese momento, apareció Abu Yahl y tan pronto como vio a Sa’d (ra), sus ojos se llenaron de cólera, pero reprimiendo su ira de alguna forma, se dirigió a Ummayyah diciendo: oh Abu Safwan, ¿quién te acompaña? Ummayyah respondió: este es Sa´d bin Mu´az (ra) jefe de la tribu de los Aus”. Al oír esto, se dirigió furiosamente a Sa´d (ra) diciendo: ¿crees que después de conceder protección a ese apóstata (es decir, Muhammad [sa]) [¡Dios nos perdone!], puedes realizar Tawaaf de la Kaabah en paz? Y ¿crees que tienes fortaleza para protegerle y apoyarle? ¡Por Dios, que si no hubieras estado acompañado por Abu Safwan, no habrías podido volver a casa a salvo! Por su parte, Sa’d bin Muaz (ra) solía evitar los altercados, pero por sus venas también fluía la sangre de jefe y su corazón estaba repleto de indignación religiosa. Entonces, le contestó con una voz estruendosa: ¡por Al’lah!  Si nos impides el acceso a la Kaabah, tampoco habrá paz en tu ruta comercial a Siria; porque como estaban situados en dicha ruta, tomarían represalias.

Al ver que Sa´d (ra) estaba muy enfadado, Ummayyah dijo: ¡mira Sa´d! ¡No levantes tu voz ante Abul-Hakam, el jefe de la gente del valle! A Abu Yahl le denominaban Abul Hakam y le dijo que no le chillara. Pero Sa’d (ra), que obviamente estaba enfurecido, respondió diciendo: ¡no te metas en esto, Ummayyah! ¡No te interpongas! ¡Por Al’lah, que no puedo olvidar la profecía del Santo Profeta (sa), que dijo que un día serías asesinado a manos de los musulmanes. Al escuchar esta noticia, Ummayyah bin Jalf se angustió profundamente y volvió a casa para informar a su esposa sobre esta declaración de Sa‘d (ra). Y dijo: ¡por Dios! Ahora ya no saldré de La Meca para oponerme a los musulmanes, porque estaba convencido de que, dado que el Santo Profeta (sa) había pronunciado esas palabras y todo lo que decía siempre se cumplía, esta declaración con respecto a él también se cumpliría; es decir, el Decreto Divino se debía cumplir, por lo que con ocasión de la batalla de Badr, Ummayyah se vio obligado a abandonar La Meca y allí fue asesinado a manos de los musulmanes, recibiendo la retribución por sus malvadas acciones. Este es el mismo Ummayyah que persiguió sin piedad a Hazrat Bilal (ra) por haber aceptado el islam”.

En Sahih Bujari, Hazrat Abdul’lah bin Masud (ra) narra que Hazrat Sa’d bin Mu’az (ra) viajó a La Meca con la intención de realizar la Umrah. Hazrat Abdul’lah (ra) relata que al llegar, fue a la casa de Ummayyah bin Jalf Abu Safwan. Como tenían una vieja amistad, cada vez que Ummayyah viajaba a Medina, él se quedaba con Hazrat Sa’d (ra). Por lo tanto, cuando Hazrat Sa’d (ra) decidió realizar la peregrinación, planeó quedarse en la casa de Ummayyah para poder realizarla tranquilamente. Cada vez que Ummayyah viajaba a Siria, pasaba por Medina y se quedaba con Hazrat Sa’d (ra). Hazrat Abdul’lah (ra) había narrado al principio que ambos eran viejos conocidos, así que se quedaba con él en Medina, por lo que Hazrat Sa’d (ra) también decidió quedarse con él en La Meca. Cuando Hazrat Sa’d (ra) informó a Ummayyah que tenía la intención de realizar la Umrah, Ummayyah le dijo que esperara y que debía ir a realizar el Tawaaf (dar vueltas alrededor de la Kaabah) al mediodía, cuando la gente estaba ocupada en otros quehaceres a esa hora. La narración dice que mientras Hazrat Sa’d (ra) estaba realizando el Tawaaf, Abu Yahl vino y dijo: ¿quién es el que está realizando los circuitos de la Kaabah? Soy yo, Sa’d”, respondió Hazrat Sa’d (ra). En otras palabras, respondió por sí mismo y le informó de quién era. Abu Yahl dijo: dado que le has dado refugio a Muhammad (sa) y sus Compañeros, ¿crees que ahora podrás realizar el Tawaaf en paz? Hazrat Sa´d (ra) le dijo: sí. Según el narrador, ambos comenzaron a intercambiar palabras acaloradas entre sí. Hasta que Ummayyah le susurró: ¡no levantes la voz ante Abul Hakam, porque él es el jefe de la gente de este valle (de La Meca)!

Hazrat Sa’d (ra) respondió: por Dios, si me impides realizar el Tawaaf de la Kaabah, entonces detendré vuestro comercio en Siria, o sea, dijo esto a Abu Yahl. Hazrat Abdul’lah bin Masud (ra) narra que al escuchar esto, Ummayyah continuó advirtiéndole a Hazrat Sa’d (ra) que bajara la voz ante Abul Hakam, que no le hablara así y trató que parara. Pero, Hazrat Sa’d (ra) se enojó mucho y le dijo que le dejara hablar con Abu Yahl, y le respondió a Ummayyah: ¡Por Dios! He oído a Muhammad (sa) decir que un día caerás muerto a manos de Abu Yahl. En otras palabras, Ummayyah sería matado por causa de Abu Yahl. ¿Yo?, preguntó Ummayyah y Hazrat Sa´d (ra) respondió: sí. Al oír esto, Ummayyah dijo: por Dios, Muhammad (sa) nunca pronuncia una mentira. Tras esto, fue a su esposa y le dijo: ¿sabes lo que me ha dicho mi hermano yazribi (de Medina)? Entonces, su esposa le preguntó qué había dicho y Ummayyah le respondió: ha escuchado de Muhammad (sa) que Abu Yahl será el que me mate. Su esposa respondió: por Dios que Muhammad (sa) nunca dice una mentira.

Hazrat Abdul’lah bin Masud (ra) narra que cuando le llegó el aviso para acudir a la batalla y se estaba yendo para Badr, su esposa le recordó lo que su hermano yazribi (medinita) le había dicho una vez. Al ser recordado, Ummayyah decidió no ir, pero Abu Yahl lo convenció de que como estaba entre los líderes de La Meca, debía ir, aunque fuera sólo por uno o dos días. Por tanto, Ummayyah se fue sólo por unos dos días, pero Al’lah Altísimo hizo que lo mataran.

En otra narración, la salida Ummayyah hacia Badr y su asesinato han sido mencionados de la siguiente manera: Hazrat Sa’d (ra) le dijo a Ummayyah: ¡oh Ummayyah! Por Dios, he oído al Mensajero de Al’lah (sa) decir que sus Compañeros te matarán. Ummayyah preguntó si esto ocurriría en La Meca. Hazrat Sa’d (ra) respondió que no estaba al tanto de eso. Al oír esto, Ummayyah se asustó y cuando regresó a su casa, le dijo a su esposa, Safiyyah Karima bint Ma’mar: ¡oh Umme Safwan! ¿Has oído lo que Sa’d ha dicho sobre mí? ¿Qué ha dicho Sa’d?, preguntó su esposa. Y Ummayyah respondió: ha contado que Muhammad (sa) le dijo que me matarán y le pregunté si tenían la intención de hacer esto en La Meca, pero no lo sabía. Ummayyah dijo además: por Dios, nunca dejaré La Meca, ya que estaba abrumado por tanto miedo. Pero con motivo de la batalla de Badr, Abu Yahl llamó al pueblo para luchar y también le dijo a Ummayyah que viniera para proteger su caravana, aunque Ummayyah no quiso irse. Cuando rechazó a la persona que vino a transmitir el mensaje, el mismo Abu Yahl vino en persona y dijo: ¡oh Abu Safwan! Si la gente ve que te quedas atrás, aunque eres uno de los jefes de la gente del valle (de La Meca), entonces también se quedarán atrás. Abu Yahl siguió convenciéndole hasta que finalmente Ummayyah afirmó: ya que no me dejas otra opción, compraré el mejor camello de La Meca. Luego le dijo a su esposa: ¡oh Umme Safwan! Prepara mis provisiones para el viaje, y su esposa le recordó: ¿has olvidado lo que tu hermano yazribi (medinita) te dijo una vez? Ummayyah respondió: no lo he olvidado, viajaré con ellos hasta cierta distancia y luego volveré. No iré para todo el viaje. Y así, cuando Ummayyah se marchó, dondequiera que se detenía para acampar, ataba el pie de su camello y continuó con esta precaución hasta que Dios Altísimo hizo que lo mataran en Badr.

El incidente de su muerte se mencionó en el sermón anterior con referencia a los relatos de Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra), cuando mencioné que Hazrat Bilal (ra) llamó a los Ansar y luego lo mataron por la crueldad y la tortura que había perpetrado contra Hazrat Bilal (ra).

Por su parte, Hazrat Musleh Maud (ra) relata que: “se presentó una ocasión por la que Sa’d bin Mu’az, jefe de la tribu Aus de Medina, llegó a La Meca para el Tawaaf o circuito de la Kaabah. Abu Yahl lo vio hacer esto y dijo con extremo enfado: después de dar protección a este apóstata Muhammad (sa) -Dios nos perdone-, ¿esperas poder venir a La Meca y recorrer la Kaabah en paz? ¿Crees que puedes protegerlo y salvarlo? Juro por Dios, que si no hubiera sido por Abu Safwan, no habrías podido volver a salvo con tu familia. Sa’d bin Mu’az (ra) respondió: déjame decirte que si vosotros, gente de La Meca, nos impedís visitar y circundar la Kaabah, no tendréis paz en vuestra ruta a Siria”.

Hazrat Sa’d bin Mu’az (ra) participó con el Santo Profeta (sa) en la batalla de Badr, Uhud y Jandaq. El día de la batalla de Badr, Hazrat Sa’d bin Mu’az (ra) sostenía la bandera de la tribu de los Aus. La pasión, el amor y la devoción de Hazrat Sa’d bin Mu’az (ra) por el Santo Profeta (sa) es evidente cuando, con motivo de dicha batalla, expresó una sugerencia al Santo Profeta (sa). A este respecto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) escribe en Sirat Jataman Nabiyin: que su sugerencia era “pasar por un lado del Valle de Safra”, que es el nombre del valle situado entre Badr y Medina. Fue allí donde el Santo Profeta (sa) distribuyó el botín de la guerra de Badr entre los musulmanes. En dicho valle hay muchas palmeras de dátiles y la tierra se utiliza para el cultivo. Quedaba solo un ‘marlah’ (distancia pequeña) hasta Badr, cuando los Compañeros llegaron a Zafran, que estaba a solo a un ‘manzil’ (un día completo andando) de Badr. Entonces se recibió la noticia de que un poderoso ejército de los quraish estaba avanzando desde La Meca, es decir, un poderoso ejército se acercaba para proteger la caravana comercial; porque los mecanos pensaron que tal vez la gente de Medina atacaría la dicha caravana. Pero como ya había pasado el tiempo de mantener el secreto, el Santo Profeta (sa) reunió a todos los Compañeros y les informó de esta noticia. Luego buscó su consejo en cuanto a lo que debía hacerse y algunos Compañeros se aconsejaron lo siguiente: ¡oh Mensajero de Al’lah! Teniendo en cuenta los medios con que contamos, parece más apropiado enfrentarse a la caravana, porque aún no nos hemos preparado del todo para luchar contra el ejército. Sin embargo, al Santo Profeta (sa) no le gustó esta sugerencia.

Por otra parte, mientras los más eminentes de entre los Compañeros escuchaban esta sugerencia, se ponían de pie y pronunciaban discursos apasionados y decían: nuestras vidas y nuestra riqueza pertenecen a Dios. Nos ofrecemos a servir en cualquier frente. En ese momento, Miqdad bin Aswad (ra), que también era conocido como Miqdad bin ‘Amr (ra), dijo: ¡oh, Mensajero de Al’lah! Nosotros no somos como los discípulos de Moisés (as) para decirte: ‘ve tú y tu Señor y pelea, y aquí esperamos sentados’. Por el contrario, afirmamos que puedes ir a donde quieras, estamos contigo; y lucharemos a tu derecha y a tu izquierda, delante y detrás de ti.

Cuando el Santo Profeta (sa) escuchó estas palabras, su bendito rostro comenzó a brillar de alegría. Pero, a pesar de ello, el Santo Profeta (sa) esperaba algún comentario de los Ansar, pues deseaba que ellos también dijeran algo. Esto se debía a que el Santo Profeta (sa) pensó que los Ansar quizá creían que, según el bai’at de ‘Aqaba, su obligación era solo defender, en caso de que Medina fuera atacada. Por tanto, a pesar de tan apasionados discursos, el Santo Profeta (sa) continuó buscando consejo sobre lo que debía hacerse. Sa’d bin Muaz (ra), jefe de la tribu de los Aus, entendió este deseo del Santo Profeta (sa) e hizo el siguiente comentario en nombre de los Ansar, diciendo:

“¡Oh, Mensajero de Al’lah! Tal vez es nuestro consejo el que usted busca. ¡Por Dios, que cuando hemos creído en ti como alguien verdadero y hemos puesto nuestras manos en tu mano, entonces vaya donde quiera, que estamos contigo! Juramos por ese Ser, que te ha enviado con la verdad, que si nos ordenas sumergirnos en el mar, lo haremos, y ni uno solo de nosotros se quedará atrás. Si Dios quiere, nos encontrarás firmes en la batalla y serás testigo de nuestra parte de aquello que hará la delicia de tus ojos”.

Al escuchar dicha alocución, el Santo Profeta (sa) se alegró mucho y dijo: salid, pues, en el nombre de Al’lah, porque Dios me ha prometido que nos concederá la victoria sobre uno de los dos (el ejército o la caravana). Juro por Dios, que en este mismo momento, estoy siendo testigo de los lugares donde los hombres enemigos caerán después de ser asesinados. Posteriormente, esto es exactamente lo que ocurrió.

Todavía quedan algunos relatos de Hazrat Sa’d bin Muaz (ra), que narraré en el próximo sermón, Dios mediante.

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