53. La batalla de Hunain
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
Capítulos
  1. 0. Prefacio
  2. 1. Arabia en la época del nacimiento del Profeta
  3. 2. El matrimonio del Santo Profeta con Jadiyya
  4. 3. El Profeta recibe su primera revelación
  5. 4. Los primeros conversos
  6. 5. La persecución de los fieles
  7. 6. El mensaje del Islam
  8. 7. La emigración a Abisinia
  9. 8. ‘Umar acepta el Islam
  10. 9. La persecución se intensifica
  11. 10. El viaje del profeta a Ta’if
  12. 11. El Islam se extiende a Medina
  13. 12. El primer juramento de ‘Aqaba
  14. 13. La Hégira
  15. 14. Suraqa persigue al Profeta
  16. 15. El Profeta llega a Medina
  17. 16. Abu Ayyub Ansari anfitrión del Profeta
  18. 17. La vida en Medina se vuelve insegura
  19. 18. El pacto entre diversas tribus de Medina
  20. 19. Los Mequíes se preparan para atacar Medina
  21. 20. La batalla de Badr
  22. 21. Se cumple una gran profecía
  23. 22. La batalla de Uhud
  24. 23. La victoria se convierte en derrota
  25. 24. Los rumores de la muerte del Profeta llegan a Medina
  26. 25. El enfrentamiento con los Banu Mustaliq
  27. 26. La batalla de la fosa
  28. 27. Una lucha muy desigual
  29. 28. La traición de los Banu Quraiza
  30. 29. Los confederados se dispersan
  31. 30. El castigo de los Banu Quraiza
  32. 31. El juicio de Sa’d inspirado en la Biblia
  33. 32. ¿Deseaba el Profeta continuar la guerra?
  34. 33. Enseñanzas del Judaísmo y Cristianismo sobre la guerra
  35. 34. La enseñanza del Corán respecto a la guerra y la paz
  36. 35. Los preceptos del Profeta respecto a la guerra
  37. 36. Ataques esporádicos de los incrédulos
  38. 37. El Profeta parte a la Meca con mil quinientos compañeros
  39. 38. El tratado de Hudaibiya
  40. 39. Las cartas del Profeta a varios reyes
  41. 40. Carta al rey de Persia
  42. 41. La carta al Negus
  43. 42. Carta al jefe del estado Egipcio
  44. 43. Carta al jefe del Bahrein
  45. 44. La caída de Jaibar
  46. 45. Se cumple la visión del Profeta
  47. 46. La batalla de Mauta
  48. 47. el profeta parte hacia la meca con diez mil fieles
  49. 48. La derrota de la Meca
  50. 49. El Profeta entra en la Meca
  51. 50. La Ka’ba, libre de ídolos
  52. 51. El Profeta perdona a sus enemigos
  53. 52. ‘Ikrima se hace musulmán
  54. 53. La batalla de Hunain
  55. 54. “el profeta de dios os llama”
  56. 55. Un enemigo jurado se convierte en seguidor devoto
  57. 56. El Profeta distribuye el botín
  58. 57. Las maquinaciones de Abu ‘Amir
  59. 58. La expedición de Tabuk
  60. 59. El último peregrinaje
  61. 60. El Profeta hace alusión a su fallecimiento
  62. 61. Los últimos días del Profeta
  63. 62. El Profeta fallece
  64. 63. La personalidad y el carácter del Profeta
  65. 64. La pureza del alma y la limpieza del Profeta
  66. 65. La vida sencilla del Santo Profeta
  67. 66. Su relación con Dios
  68. 67. Su desaprobación de la penitencia
  69. 68. Su actitud hacia sus esposas
  70. 69. Elevadas cualidades morales
  71. 70. Su templanza
  72. 71. Justicia y equidad
  73. 72. Su consideración por los pobres
  74. 73. La protección de los intereses de los pobres
  75. 74. El trato a los esclavos
  76. 75. El trato a las mujeres
  77. 76. Su actitud hacia los difuntos
  78. 77. El trato a los vecinos
  79. 78. El trato a los parientes
  80. 79. La buena compañía
  81. 80. La protección de la fe
  82. 81. El perdón de las faltas ajenas
  83. 82. Paciencia ante la adversidad
  84. 83. La cooperación mutua
  85. 84. La sinceridad
  86. 85. La curiosidad inapropiada
  87. 86. La integridad y la honradez en las transacciones
  88. 87. El pesimismo
  89. 88. La crueldad con los animales
  90. 89. Tolerancia en cuestiones de religión
  91. 90. Valentía
  92. 91. Consideración con los incultos
  93. 92. El cumplimiento de los pactos
  94. 93. El respeto a los servidores de la humanidad
  95. 94. La vida del Profeta es un libro abierto
  96. 95. Notas
  97. 96. Sobre el autor
  98. 97. Índice de Temas
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La entrada del Profeta(sa) en La Meca fue imprevista. Las tribus de la vecindad de La Meca, sobre todo las del sur, permanecieron ignorantes del acontecimiento durante algún tiempo. Cuando les llegó la noticia, empezaron a reunir sus fuerzas en preparación para una batalla contra los musulmanes. Se trataba de dos tribus árabes, los Hawazin y los Zakif, excepcionalmente orgullosas de su tradición y valentía. Deliberaron conjuntamente y tras las correspondientes consultas, eligieron a Malik bin ‘Auf como su jefe. Después invitaron a las tribus vecinas a unirse a ellos. Entre las tribus invitadas se encontraban los Banu Sa’d. La nodriza del Profeta(sa), Halima, era de dicha tribu, y, de niño, el Profeta(sa) había vivido entre ellos. Los hombres de esta tribu se reunieron en gran número y salieron hacia La Meca, llevando consigo a sus familias y sus pertenencias. Cuando se les preguntó por qué llevaban todo consigo, contestaron que era para que los soldados recordaran que si daban la vuelta para huir, sus esposas y sus hijos serían tomados como prisioneros y sus bienes serían saqueados (tan fuerte era su determinación de luchar y destruir a los musulmanes). Esta fuerza descendió al valle de Autas; base adecuada para un combate, pues brindaba protección natural, comida y agua abundante, y facilidades para los movimientos de caballería.

Al conocer la noticia, el Profeta(sa) envió a ‘Abdul’lah bin Abi Hadradra para informarse sobre la situación. Éste informó que había divisado en aquel lugar una concentración militar que estaba determinada a matar o morir. Se trataba de una tribu famosa por la destreza de sus arqueros, y la base del terreno que habían elegido les brindaba grandes ventajas. El Profeta(sa) se reunió con Safwanra, un jefe próspero de La Meca, para negociar un préstamo de armas y armaduras. Safwanra contestó: “Parece que quieres presionarme, y crees que por temor a tu creciente poder, te entregaré todo cuanto deseas.”

El Profeta(sa) respondió: “No deseamos incautarte nada. Tan sólo queremos pedir prestadas estas cosas, y estamos dispuestos a dejar una fianza adecuada.”

Safwanra, sorprendido, consintió en prestarle el material. En total, suministró cien armaduras y un número adecuado de armas. El Profeta(sa) pidió prestadas tres mil lanzas a su primo, Naufal bin Harithra y unos treinta mil dirhams a ‘Abdul’lah bin Rabi’a (Mu’atta, Musnad y Halbiyya). Cuando el ejército musulmán partió en dirección a los Hawazin, los mequíes expresaron su deseo de unirse a ellos. No eran musulmanes, pero habían aceptado vivir bajo un régimen musulmán. En consecuencia, unos dos mil mequíes se unieron a los musulmanes. De camino, pasaron por delante de un famoso mausoleo árabe, Dhat Anwat. Aquí había un viejo azufaifo, al que los árabes consideraban sagrado. Cuando compraban armas, solían dirigirse primero a Dhat Anwat y colgaban las armas en el mausoleo para así recibir sus bendiciones sobre ellas. Cuando el ejército musulmán pasó delante de este mausoleo, algunos soldados dijeron: “Profeta(sa) de Dios, debería haber un Dhat Anwat también para nosotros.”

El Profeta(sa) rechazó la proposición, diciendo: “Habláis como los seguidores de Moisés. Cuando Moisés se dirigía a Canaán, sus seguidores vieron a un grupo de gente que adoraba a los ídolos y le dijeron: “¡Moisés! Haz para nosotros un dios como los dioses que tienen ellos.”

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