16. Abu Ayyub Ansari anfitrión del Profeta
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
Capítulos
  1. 0. Prefacio
  2. 1. Arabia en la época del nacimiento del Profeta
  3. 2. El matrimonio del Santo Profeta con Jadiyya
  4. 3. El Profeta recibe su primera revelación
  5. 4. Los primeros conversos
  6. 5. La persecución de los fieles
  7. 6. El mensaje del Islam
  8. 7. La emigración a Abisinia
  9. 8. ‘Umar acepta el Islam
  10. 9. La persecución se intensifica
  11. 10. El viaje del profeta a Ta’if
  12. 11. El Islam se extiende a Medina
  13. 12. El primer juramento de ‘Aqaba
  14. 13. La Hégira
  15. 14. Suraqa persigue al Profeta
  16. 15. El Profeta llega a Medina
  17. 16. Abu Ayyub Ansari anfitrión del Profeta
  18. 17. La vida en Medina se vuelve insegura
  19. 18. El pacto entre diversas tribus de Medina
  20. 19. Los Mequíes se preparan para atacar Medina
  21. 20. La batalla de Badr
  22. 21. Se cumple una gran profecía
  23. 22. La batalla de Uhud
  24. 23. La victoria se convierte en derrota
  25. 24. Los rumores de la muerte del Profeta llegan a Medina
  26. 25. El enfrentamiento con los Banu Mustaliq
  27. 26. La batalla de la fosa
  28. 27. Una lucha muy desigual
  29. 28. La traición de los Banu Quraiza
  30. 29. Los confederados se dispersan
  31. 30. El castigo de los Banu Quraiza
  32. 31. El juicio de Sa’d inspirado en la Biblia
  33. 32. ¿Deseaba el Profeta continuar la guerra?
  34. 33. Enseñanzas del Judaísmo y Cristianismo sobre la guerra
  35. 34. La enseñanza del Corán respecto a la guerra y la paz
  36. 35. Los preceptos del Profeta respecto a la guerra
  37. 36. Ataques esporádicos de los incrédulos
  38. 37. El Profeta parte a la Meca con mil quinientos compañeros
  39. 38. El tratado de Hudaibiya
  40. 39. Las cartas del Profeta a varios reyes
  41. 40. Carta al rey de Persia
  42. 41. La carta al Negus
  43. 42. Carta al jefe del estado Egipcio
  44. 43. Carta al jefe del Bahrein
  45. 44. La caída de Jaibar
  46. 45. Se cumple la visión del Profeta
  47. 46. La batalla de Mauta
  48. 47. el profeta parte hacia la meca con diez mil fieles
  49. 48. La derrota de la Meca
  50. 49. El Profeta entra en la Meca
  51. 50. La Ka’ba, libre de ídolos
  52. 51. El Profeta perdona a sus enemigos
  53. 52. ‘Ikrima se hace musulmán
  54. 53. La batalla de Hunain
  55. 54. “el profeta de dios os llama”
  56. 55. Un enemigo jurado se convierte en seguidor devoto
  57. 56. El Profeta distribuye el botín
  58. 57. Las maquinaciones de Abu ‘Amir
  59. 58. La expedición de Tabuk
  60. 59. El último peregrinaje
  61. 60. El Profeta hace alusión a su fallecimiento
  62. 61. Los últimos días del Profeta
  63. 62. El Profeta fallece
  64. 63. La personalidad y el carácter del Profeta
  65. 64. La pureza del alma y la limpieza del Profeta
  66. 65. La vida sencilla del Santo Profeta
  67. 66. Su relación con Dios
  68. 67. Su desaprobación de la penitencia
  69. 68. Su actitud hacia sus esposas
  70. 69. Elevadas cualidades morales
  71. 70. Su templanza
  72. 71. Justicia y equidad
  73. 72. Su consideración por los pobres
  74. 73. La protección de los intereses de los pobres
  75. 74. El trato a los esclavos
  76. 75. El trato a las mujeres
  77. 76. Su actitud hacia los difuntos
  78. 77. El trato a los vecinos
  79. 78. El trato a los parientes
  80. 79. La buena compañía
  81. 80. La protección de la fe
  82. 81. El perdón de las faltas ajenas
  83. 82. Paciencia ante la adversidad
  84. 83. La cooperación mutua
  85. 84. La sinceridad
  86. 85. La curiosidad inapropiada
  87. 86. La integridad y la honradez en las transacciones
  88. 87. El pesimismo
  89. 88. La crueldad con los animales
  90. 89. Tolerancia en cuestiones de religión
  91. 90. Valentía
  92. 91. Consideración con los incultos
  93. 92. El cumplimiento de los pactos
  94. 93. El respeto a los servidores de la humanidad
  95. 94. La vida del Profeta es un libro abierto
  96. 95. Notas
  97. 96. Sobre el autor
  98. 97. Índice de Temas
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Mientras el Profeta(sa) estaba en Medina, todo el mundo aspiraba a tener el honor de ser su anfitrión. Al pasar con su camello por alguna de las calles, las familias hacían cola para recibirle, diciendo: “Aquí nos tienes, con nuestras casas, nuestros bienes y nuestra vida, para recibirte y ofrecerte nuestra protección. Ven a vivir con nosotros.”

Muchos mostraban un deseo aún mayor, adelantándose para sujetar las riendas del camello e insistiendo en que el Profeta(sa) desmontara ante sus puertas y entrara en sus casas. El Profeta(sa) rechazaba estas invitaciones con cortesía, diciendo: “Dejad libre a mi camello. Está bajo las órdenes de Dios; se detendrá donde Dios quiera que se detenga.” Finalmente, el camello se detuvo en un terreno perteneciente a unos huérfanos de la tribu de Banu Nayyar. El Profeta(sa) se bajó, diciendo: “Parece que Dios quiere que nos detengamos aquí.” Hizo algunas preguntas. El tutor de los huérfanos se presentó y ofreció el terreno para el uso del Profeta(sa). Éste respondió que no aceptaría tal oferta si no se le permitía pagar. Se acordó un precio y el Profeta(sa) decidió construir en aquel terreno una mezquita y algunas casas. Resuelto este asunto, el Profeta(sa) preguntó quién era el que vivía más cerca de dicho terreno. Abu Ayyub Ansari se presentó y dijo que la casa donde él vivía se hallaba más próxima al terreno que las demás, y que estaba a disposición del Profeta(sa). El Profeta(sa) le pidió que le preparara una habitación en su casa. La casa de Abu Ayyub tenía dos plantas y ofreció al Profeta(sa) la planta superior. Pero el Profeta(sa) prefirió ocupar la planta inferior para la conveniencia de sus visitantes.

De nuevo quedó manifiesta la gran devoción de la gente de Medina por el Profeta(sa). Abu Ayyub accedió a que el Profeta(sa) ocupara la planta inferior, pero se negó a dormir en el piso bajo el cual vivía el Profeta(sa). Tanto él como su mujer lo consideraban una descortesía. En una ocasión, accidentalmente se rompió un cántaro de agua y el agua se derramó por el suelo. Abu Ayyub, temiendo que el agua goteara en la habitación ocupada por el Profeta(sa), la secó con su manta. Por la mañana, explicó al Profeta(sa) lo ocurrido durante la noche y el Profeta(sa) accedió a ocupar la planta superior. Abu Ayyub le preparaba la comida y se la llevaba. El Profeta(sa) comía lo que deseaba, y Abu Ayyub el resto. Al cabo de unos días, otros también expresaron su deseo de ofrecer hospitalidad al Profeta(sa). Por tanto, mientras que el Profeta(sa) no se instaló en su propia casa, se hospedó por turnos en distintas casas medinitas. Una viuda tenía un hijo único de unos ocho años, llamado Anas. Lo llevó al Profeta(sa), ofreciéndole para su servicio personal. Anas quedó inmortalizado en la historia del Islam. Llegó a ser un gran erudito y a poseer una gran riqueza. Vivió más de cien años, y en la época de los Jalifas gozaba de gran estima popular. Según dicen, Anas afirmaba que aunque entró al servicio del Profeta(sa) siendo un niño y permaneció con él hasta su muerte, el Profeta(sa) nunca le dirigió ninguna palabra brusca ni le hizo reproche alguno, ni le encargó jamás ninguna tarea que no fuera capaz de realizar. Durante su estancia en Medina, el Profeta(sa) no tenía consigo más que a Anas. El testimonio de Anas, por lo tanto, revela el carácter del Profeta(sa) en una época en la que su poder y su prosperidad en Medina iba en aumento.

Más tarde, el Profeta(sa) envió a su liberto Zaid a La Meca para recoger a su familia. Los mequíes se habían quedado perplejos ante la huida repentina y bien organizada del Profeta(sa) y sus seguidores. Durante algún tiempo, por tanto, no hicieron nada para molestarle. Cuando salieron de La Meca las familias del Profeta(sa) y de Abu Bakr(ra), los mequíes no les pusieron ningún obstáculo. Las dos familias llegaron a Medina sin dificultades. Mientras tanto, el Profeta(sa) había establecido los cimientos de una mezquita en el terreno que con este propósito había comprado. Después, construyó viviendas para él y sus Compañeros. Tardó unos siete meses en construirlas.

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