Jalifas guiados – Hazrat Abu Bakr (ra)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Jalifas guiados – Hazrat Abu Bakr (ra)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 14 DE ENERO DE 2022.

Pronunciado en la Mezquita Mubarak de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Sura Al-Fatiha,

Hazrat Jalifatul Masih V (aba) dijo lo siguiente:

Hace dos sermones estábamos relatando la vida de Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) y mencionamos que Suraqa, en su afán de obtener la recompensa, también salió de La Meca para buscar y capturar al Santo Profeta Muhammad (sa). Sin embargo, cuando el decreto de Dios puso obstáculos en su camino, entonces pidió al Profeta (sa) que cuando llegara al poder le otorgara protección y además le rogó que lo pusiera por escrito.

Sobre esto hay algunas narraciones y de acuerdo con una de ellas, cuando Suraqa (ra) se dio la vuelta para regresar, el Santo Profeta (sa) le dijo:

“Suraqa, ¿cómo te sentirás cuando lleves las pulseras de Cosroes en tus muñecas?”. Suraqa (ra) se quedó totalmente asombrado y preguntó: “¿De qué Cosroes, el hijo de Hormuz?”. El Profeta (sa) respondió: “Sí, el mismo Cosroes hijo de Hormuz”.

Más tarde, durante el periodo del Jalifato de Hazrat Umar (ra), cuando delante de él fueron traídas las pulseras, la corona y otras joyas de Cosroes, el propio Hazrat Umar (ra) llamó a Suraqa (ra) y le dijo que levantara las manos, y le puso las pulseras; y en ese momento le pidió que dijera:

“Proclama que todas las alabanzas pertenecen a Dios Altísimo,

Quien tomó todo esto de Cosroes, hijo de Hormuz,

y te las ha otorgado”.

Se menciona que Suraqa bin Malik (ra) no aceptó el Islam durante la emigración a Medina, sino cuando Muhammad (sa) regresó de Taif y Hunain, concretamente en un sitio llamado Yirana. Este lugar es el nombre de un pozo que se encuentra cerca de La Meca y de camino a Taif. En esa ocasión, el Santo Profeta (sa) dijo a Suraqa (ra):

“¿Cómo te sentirás cuando lleves puestas las pulseras de Cosroes?”.

Sobre esto, en su libro “Sirat Jataman Nabiyin” [‘La vida y carácter del Sello de los Profetas (sa)], Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha mencionado este episodio de la siguiente manera:

“El Santo Profeta (sa) apenas había comenzado su viaje cuando Hazrat Abu Bakr (ra) vio que un hombre estaba acercándose rápidamente montado a caballo. Al ver esto, dijo con ansiedad: ‘¡Oh Mensajero de Dios (sa), alguien está siguiéndonos!’. El Profeta (sa) respondió: ‘No te preocupes, Al’lah está con nosotros’.”

El que estaba siguiéndoles era Suraqa bin Malik (ra), quien narra él mismo con estas palabras lo que ocurrió en el incidente de su persecución:

“Cuando el Santo Profeta (sa) salió de La Meca, los infieles de entre los qureish anunciaron que quienquiera que trajera a Muhammad (sa) y Abu Bakr (ra), vivos o muertos, recibiría tal o cual recompensa; y también varios mensajeros nos hicieron llegar dicho anuncio. Después de esto, un día yo estaba sentado en una reunión de mi gente, los Banu Mudlij, cuando vino un qureish y se dirigió hacia mí diciendo: ‘Acabo de ver a dos personas en dirección a la orilla del mar. Yo creo que deben ser Muhammad (sa) y sus Compañeros (ra)’. Entonces inmediatamente supe que eran ellos mismos”.

A continuación, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha descrito los mismos detalles de este episodio ya mencionados sobre Suraqa (ra) y su persecución, y la manera supersticiosa de arrojar flechas que señalaron mala suerte, y la repetitiva caída de su caballo que finalmente acabó clavado en la arena.

Así pues, Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) recoge las propias palabras de Suraqa (ra):

“Todo este órdago me hizo pensar que la estrella de ese hombre era próspera y brillaba en su favor, y que finalmente el Santo Profeta (sa) sería victorioso. Por lo tanto, como gesto de paz le dije: ‘Vuestra gente ha fijado tal o cual recompensa para quienquiera que os mate o capture, y están haciendo diversos planes en contra vuestra. Yo también había venido con esa intención, pero ahora he decidido regresar’.”

 Luego, Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) cuenta más detalles en relación a Suraqa (ra) y la profecía de las pulseras de Cosroes:

“Cuando Suraqa (ra) estaba a punto de regresar, Muhammad (sa) le dijo: ‘Suraqa, ¿cómo te sentirás cuando lleves las pulseras de Cosroes en tus muñecas?’. Entonces quedó muy sorprendido y preguntó: ‘¿De Cosroes, el hijo de Hormuz, Emperador de Persia?’. El Profeta dijo: ‘Sí’. Al oír esto, los ojos de Suraqa (ra) se quedaron estupefactos por la sorpresa de escuchar tal cosa y pasó a exclamar: ‘¿Un beduino del desierto de Arabia llevando las pulseras del Emperador de Persia?’.

Sin embargo, mirad la maravillosa muestra del decreto de Dios: cuando fue conquistada Persia durante el periodo del Jalifato de Hazrat Umar (ra), el botín de guerra llegó a manos de los musulmanes y como parte del mismo también llegaron a Medina las pulseras de Cosroes. Entonces, Hazrat Umar (ra) llamó a Suraqa (ra), quien había aceptado el Islam después de la conquista de La Meca, y tras hacer que viniera tomó las pulseras, que estaban llenas de gemas, y las puso sobre las muñecas de Suraqa (ra)”.

Por su parte, Hazrat Musleh Maud (ra), mencionando este mismo incidente, dice lo siguiente:

Los mequíes anunciaron una recompensa de 100 camellos para quien consiguiera capturar a Muhammad (sa) y a Abu Bakr (ra), vivos o muertos, y se los llevaran de vuelta; y este anuncio se publicó ampliamente entre las tribus de alrededor de La Meca. En este contexto, tentado por tal recompensa, Suraqa bin Malik (ra), un jefe beduino de la época, se lanzó rápido en busca de los fugitivos y finalmente los divisó en el camino hacia Medina. Al ver a dos hombres montados sobre camellos y convencido de que se trataba del Profeta (sa) y su Compañero, Hazrat Abu Bakr (ra), espoleó su caballo para alcanzarles”.

Luego escribe todo el acontecimiento sobre la caída del caballo de Suraqa (ra) y la supersticiosa manera de adivinar con flechas.

Hazrat Musleh Maud (ra) continúa diciendo:

“Suraqa (ra) narra que Muhammad (sa) cabalgaba con dignidad y no miraba hacia atrás. No obstante, Abu Bakr (ra) volvía su vista una y otra vez, puesto que temía por la seguridad del Santo Profeta (sa)”.

 Después de narrar todo el incidente de la persecución de Suraqa (ra), Hazrat Musleh Maud (ra) sigue escribiendo más detalles:

“Justo cuando Suraqa (ra) estaba a punto de regresar, el Mensajero de Dios (sa) recibió una revelación de Al’lah sobre eventos que acaecerían en el futuro y dijo: ‘Suraqa ¿cómo te sentirás cuando lleves las pulseras de oro de Cosroes en tus muñecas?’. Totalmente asombrado, Suraqa (ra) preguntó: ‘¿De qué Cosroes? ¿De Cosroes bin Hormuz, Emperador de Persia?’. El Profeta (sa) dijo: ‘Sí.’

Transcurridos dieciséis o diecisiete años, la profecía se cumplió al pie de la letra. Por su parte, Suraqa (ra) aceptó el Islam y fue a Medina. El Mensajero de Al’lah (sa) murió y tras su muerte primero Hazrat Abu Bakr (ra) y después Hazrat Umar (ra) se convirtieron en Jalifas. En este contexto, la creciente influencia del Islam provocó la envidia de los persas, hasta el punto de que lanzaron un ataque contra los musulmanes; pero en vez de derrotarlos, ellos mismos fueron derrotados; y la capital de Irán fue invadida por los musulmanes, quienes se apoderaron de sus tesoros, incluidas las pulseras de oro que llevaba Cosroes cuando se sentaba en el trono real y en las funciones de Estado. Una vez realizada su conversión, Suraqa (ra) solía describir la persecución que hizo del Profeta (sa) y su grupo, y lo que ocurrió entre él y el Muhammad (sa), por lo que los musulmanes eran conscientes de lo que el Santo Profeta (ra) le había dicho, es decir: ‘Suraqa ¿cómo te sentirás cuando lleves las pulseras de oro del Cosroes en tus muñecas?’.

Más tarde, cuando se presentó el botín de guerra delante de Hazrat Umar (ra) y vio las pulseras de oro de Cosroes, recordó todo el incidente. Fue una gran profecía, anunciada en un momento de enorme debilidad, pues el Mensajero de Al’lah (sa) tuvo que dejar su tierra natal para emigrar a Medina y enfrentarse a la persecución de Suraqa (ra) y de otros que deseaban obtener la recompensa de cien camellos ofertada por capturarle o matarle y llevarle de vuelta a La Meca. Fue en esta situación cuando el Profeta (sa) dijo: ‘Suraqa ¿cómo te sentirás cuando lleves las pulseras de oro del Cosroes en tus muñecas?’. ¡Qué gran profecía y qué claridad de palabras sobre lo desconocido!

Así pues, al tener Hazrat Umar (ra) las pulseras enfrente, el poder de Dios se hizo visible delante de sus ojos y pidió que llamaran a Suraqa (ra) y una vez vino le ordenó que se pusiera las pulseras de oro. Suraqa (ra) se sintió molesto y exclamó: ‘¡Oh Jalifa del Santo Profeta (sa)! Está prohibido por el Islam que los hombres lleven adornos de oro’. Ante esto, Hazrat Umar (ra) respondió: ‘Es cierto, pero no en ocasiones tan especiales como esta. Dios Altísimo le mostró al Profeta (sa) en una visión que las pulseras de Cosroes estaban en tus muñecas; por consiguiente, debes ponértelas ahora mismo, o de lo contrario te castigaré’.

Suraqa (ra) solo estaba objetando por obediencia a la ‘Sharia’, aunque  por otra parte, se encontraba tan ansioso como los demás de protagonizar esta prueba visible del cumplimiento de una gran profecía. Finalmente se puso las pulseras de oro y los musulmanes vieron cómo se cumplida la misma”.

También se menciona que durante su regreso a La Meca, Suraqa (ra) se encontró con un grupo de personas que habían salido de allí enviados por los qureish con la intención de buscar información sobre el Mensajero de Dios (sa). No obstante, Suraqa (ra) no solo se abstuvo de mencionar alguna cosa sobre Muhammad (sa), sino que habló con ellos jugando al despiste, de manera que ese grupo cambió su rumbo y regresaron a La Meca con las manos vacías.

Por otro lado, durante la emigración a Medina del Profeta (sa) y Hazrat Abu Bakr (ra), hay un acontecimiento registrado en referencia a Umme Mabad y es como sigue:

Durante su viaje de emigración, la caravana del Santo Profeta (sa) paró cerca de una tienda de campaña a fin de adquirir provisiones para el viaje. Esta carpa pertenecía a Umme Mabad, cuyo nombre real era “Atiqa bint Jalid” y formaba parte de la rama de “Juzaah” de la tribu de los “Banu Kab” y era la hermana de Hazrat Ubaish bin Jalid (ra), quien fue Compañero y narrador de tradiciones del Mensajero de Al’lah (sa). Por su parte, el marido de Umme Mabad era Abu Mabad y se dice que él también tuvo el honor de narrar dichos del Profeta (sa) y que falleció durante la propia vida de Muhammad (sa) y su nombre exacto no es conocido. Pues bien, la tienda de campaña de Umme Mabad estaba situada en Gudaib, que es una aldea cerca de La Meca y se encuentra a algunas millas de distancia de Raghib, yendo hacia el sur. Por cierto, este es el lugar donde estaba ubicado el altar del famoso ídolo ‘Manat’ que hasta entonces adoraba la gente de Medina.

Umme Mabad era una mujer fuerte y valiente, que se sentaba delante de su tienda de campaña y alimentaba a los viajeros que pasaban por allí. El Santo Profeta (sa) y sus Compañeros (ra) le quisieron comprar carne y dátiles, pero ella no tenía nada de lo que le pidieron, ya que su pueblo en este momento sufría de hambruna y necesidad. Ante esto, Umme Mabad dijo en ese momento: “Si tuviéramos algo, lo compartiríamos con vosotros”. Al escuchar sus palabras, el Mensajero de Dios (sa) vio una cabra en la esquina de la tienda y preguntó a Umme Mabad acerca de la misma y ella respondió: “Esta cabra está tan débil que no puede tan siquiera unirse al rebaño”; o sea, que estaba tan débil que no podía ir con el resto del rebaño a pastar. A continuación el Santo Profeta (sa) inquirió: “¿Tiene leche?”. Umme Mabad contestó: “Está tan débil que sería imposible que diera leche”. A lo que Muhammad dijo: “¿Me das permiso para ordeñarla y ver si puede dar alguna leche?”. Al oír esto exclamó: “Si piensas que tiene leche, no hay problema alguno, puedes ordeñarla”.

Así que el Mensajero de Al’lah (sa) tomó la cabra, pasó la mano sobre sus ubres mencionando el nombre de Dios Altísimo y oró para que Al’lah bendijera la cabra de Umme Mabad; luego esta se puso tranquilamente delante de él y empezó a rumiar. En ese instante, el Profeta (sa) le pidió una vasija que fuese suficiente grande como para alimentar a un buen grupo de personas. Al final, la cabra produjo tanta leche que la espuma llegó hasta la parte superior del recipiente. Luego le dio leche a Umme Mabad hasta que se sació y después se la pasó a sus Compañeros (ra) hasta que también se saciaron. Al final, una vez que todo el mundo hubo bebido hasta la saciedad, el propio Muhammad (sa) bebió leche y afirmó: “El que dé de beber a los demás, debe ser el último en beber”. Tras un tiempo, ordeñó la cabra de nuevo y llenó el recipiente una vez más, y lo dejó con Umme Mabad; entonces compró esa cabra y salió de nuevo de viaje.

Está escrito que por un lado, el Santo Profeta (sa) y su Compañero sincero, Hazrat Abu Bakr (ra), estaban viajando con la ayuda de Al’lah y bajo de la protección de Sus ángeles; y por otro que la gente de La Meca no había aceptado la derrota y estaban persiguiéndoles. Entretanto, un grupo de acechadores de entre los qureish, rastreando sus pasos, llegaron hasta la tienda de campaña de Umme Mabad. Al desmontar de sus caballos, empezaron a preguntar por Muhammad (sa). Umme Mabad se sorprendió y afirmó: “Estáis preguntando algo que jamás he escuchado antes y no entiendo lo que queréis”. Luego, cuando se pusieron algo agresivos en su manera de preguntar, esta mujer valiente añadió: “Mirad, si no os alejáis de aquí inmediatamente, llamaré a la gente de mi tribu”. Entonces, como ellos sabían del rango de esta mujer, decidieron regresar y abandonar el lugar.

Más tarde, estando el Profeta (sa) todavía de camino, se encontró con Hazrat Zubair (ra), quien estaba regresando de un viaje comercial a Siria junto a un grupo de musulmanes y ofreció al Mensajero de Al’lah (sa) y Hazrat Abu Bakr (ra) prendas blancas.

Acerca de este encuentro, Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) ha escrito:

“En el camino, se encontró con Hazrat Zubair bin al Awwam (ra), quien estaba regresando a La Meca con un pequeño grupo de musulmanes, una vez concluida su visita de negocios a Siria. Hazrat Zubair (ra) regaló unas prendas blancas al Profeta (sa) y a Hazrat Abu Bakr (ra), y dijo que poco después de regresar a La Meca estaría con ellos en Medina”.

Hay una narración en Bujari donde se relata que a veces, durante la noche, pasaban por diferentes caravanas de personas que conocían a Hazrat Abu Bakr (ra) debido a sus viajes comerciales por este mismo camino y le preguntaban acerca su Compañero (sa). Ante esta situación, él decía que: “Es la persona que me muestra el camino (‘Haza Rayulu Yahdinisabil’)”, por lo que las personas pensaban que era un guía, aunque Hazrat Abu Bakr (ra) estaba refiriéndose a que le mostraba el camino recto espiritual.

Acerca de esto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) afirma:

“Ya que Hazrat Abu Bakr (ra), por cuestiones de comercio, había pasado por esta ruta numerosas veces, muchas personas le conocían, pero no reconocían al Profeta (sa). Así que le preguntaban acerca de la persona que viajaba delante de él y respondía: ‘Este es quien me muestra el camino’, por lo que ellos pensaban que tal vez era un guía que le mostraba el camino físico y que Abu Bakr (ra) habría contratado, pero él lo decía con otra intención”.

En relación a la llegada a su destino, se escribe que tras viajar ocho días, con la ayuda de Al’lah, finalmente llegaron a Quba un lunes, localidad que estaba situada en el camino hacia Medina. En este sentido, se menciona en los hadices que el Santo Profeta (sa) nació un lunes, salió de La Meca también en lunes y llegó otro lunes a Medina, y finalmente falleció un lunes.

En realidad, “Quba” era el nombre de un pozo en esa zona, por lo cual la aldea a su alrededor llegó a ser conocida como Quba y la tribu de los “Ansar” (habitantes musulmanes de Medina) de “Banu Amr bin Auf” vivían allí. Esta aldea está situada a dos millas (3,2 km) de Medina, aunque según algunos Quba quedaba a tres millas de Medina (4,8 km); y además se la conoce como “Aliya”.

En Medina, los musulmanes habían escuchado acerca de la salida del Profeta (sa) de La Meca y cada mañana esperaban su llegada desde “hurra”. Medina está situada entre dos “harras”, que en árabe se refiere a un tipo de tierra negra rocosa. Así, hacia el este de Medina está “Harra Maqam”, que además se conoce como “Harra Banu Quraiza”;  y el otro se conoce como “Harratul Wabura”, que está situada a tres millas al oeste de Medina. Pues bien, salían por la mañana y se quedaban allí hasta la tarde, cuando el calor diurno los obligaba a regresar. Hasta que un día, la gente de Medina estuvo esperando durante bastante tiempo antes de regresar a sus casas y cuando finalmente volvían a sus hogares, un judío, que había subido al techo de uno de sus fuertes para algún trabajo, vio al Santo Profeta Muhammad (sa) y sus Compañeros (ra) llevando ropa blanca. El espejismo se alejaba de ellos y clamó en voz alta: “¡Oh gente de Arabia! ¡Aquí viene el Líder que estabais esperando!”. Los musulmanes rápidamente tomaron sus armas y se encontraron con el Mensajero de Dios (sa) en la zona de “harra”.

El Profeta (sa) se dirigió hacia el barrio de “Banu Amr bin Auf” y se encontró con ellos, lo cual tuvo lugar un lunes del mes de “Rabiul Awwal”. Por su parte, Hazrat Abu Bakr (ra) se levantó para recibir a la gente mientras que Muhammad (sa) se sentó y guardó silencio. Los “Ansar”, que no habían visto antes al Mensajero de Al’lah (sa), llegaron y empezaron a saludar a Hazrat Abu Bakr (ra) hasta que la luz del sol empezó a hacer estragos. Entonces, Hazrat Abu Bakr (ra) cubrió a Muhammad (sa) con su manto para darle sombra. En este momento, la gente reconoció quien era realmente el Profeta (sa), que se quedó en el barrio de los “Banu Amr bin Auf” durante más que diez noches; aunque según una narración de Bujari, estuvo allí un total de catorce noches y en dicho lugar construyó una mezquita sobre la base del “taqwa” (rectitud) y también ofreció una oración. Así pues, según este relato de Bujari, el Santo Profeta (sa) permaneció en Quba durante más que diez noches y de acuerdo con otra, el Mensajero de Dios (sa) se quedó con los “Banu Amr bin Auf”; es decir, tuvo una estancia en Quba de cuatro días –lunes, martes, miércoles y jueves- y salió para Medina el viernes; aunque existe otro relato que indica que se quedó allí durante veinte noches.

Hazrat Musleh Maud (ra) afirma acerca de la estancia del Profeta (sa) en Quba:

“Tras despedirse de Suraqa (ra) y viajar unos kilómetros, el Mensajero de Al’lah (sa) llegó a Medina, cuya gente estaba esperando su llegada ansiosamente. ¡Qué mejor noticia para ellos que la de saber que el sol que había salido desde La Meca estaba poniéndose en Medina! Así, cuando su gente se enteró que Muhammad (sa) había salido de La Meca, desde ese mismo día, esperaban ansiosos su llegada, por lo que un grupo de ellos salía todos los días unas millas fuera de la ciudad para buscarle y cada vez solía regresar a Medina bastante triste. Finalmente, cuando el Santo Profeta (sa) llegó a Medina decidió que primero se quedaría en Quba, que era un pueblo a las afueras de la propia Medina. Entretanto, un judío vio sus camellos y se dio cuenta de que eran los del Profeta (sa). A continuación subió a una colina y proclamó en voz alta: ‘¡Oh progenie de Qaila (que era una abuela de la gente de Medina, así que a su gente se la llamaba ‘hijos de Qaila’), la persona a quien estabais esperando ya ha llegado!’. Al escuchar esta voz, todo el mundo corrió hacia Quba, por lo que su gente, al pensar que Muhammad (sa) había llegado para quedarse entre ellos, se sentía muy orgullosa.

Sin embargo, en ese momento ocurrió algo que demuestra la excelencia de la humildad del Santo Profeta (sa) y es que la mayoría de la gente de Medina no reconocía su rostro. El Mensajero de Al’lah (sa) estaba sentado bajo un árbol y la gente corría desde Medina hacia él, pero ya que el Profeta (sa) yacía descansando bajo el árbol con bastante humildad, muchos de ellos, al no reconocerle, tomaron a Hazrat Abu Bakr (ra) como a Muhammad (ra), quien a pesar de ser de menor edad que el Mensajero de Dios (sa) tenía algo de pelo blanco en su barba y se vestía con mejor ropa. Por lo tanto, se sentaron delante de él con gran respeto, pero cuando Hazrat Abu Bakr (ra) vio esto, se dio cuenta que la gente se había equivocado en este asunto. Inmediatamente cogió su manto y cubrió al Santo Profeta (sa) del sol y exclamó: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah! El sol brilla sobre ti. Te voy a dar sombra’; y de esta manera sútil demostró a la gente su error.

Explicando los detalles de ese momento, Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) ha mencionado una narración de Bujari:

“Hay una narración de Bara bin Azib en Bujari que dice: ‘Nunca he visto a los Ansar de Medina tan alegres como los vi cuando el Profeta (sa) llegó a dicha ciudad’.”

Tirmizi e Ibni Maya relatan lo siguiente de parte de Anas bin Malik:

“Cuando el Santo Profeta (sa) llegó, fue como si Medina se hubiese iluminado; y la ciudad nunca había estado tan oscura como el día en el que Muhammad (sa) falleció”.

 Tras encontrarse con la gente que había llegado para recibirle, el Santo Profeta (sa) -debido a alguna razón no registrada en la historia- no entró en la ciudad directamente. En lugar de ello, el Mensajero de Dios (sa) se desvió hacia la derecha y se dirigió hacia una zona elevada llamada Quba, situada a una distancia de 2 a 2,5 millas (3,2 – 4 km) de la ciudad. Varias familias de los “Ansar” residían allí y entre ellas destacaba la familia de “Amr bin Auf” y en aquella época Kulsum bin Al-Hadam era el jefe de su familia. Los “Ansar” de Quba dieron al Profeta (sa) una bienvenida muy cálida y este finalmente se quedó en la casa de Kulsum bin Al-Hadam. La mayoría de los emigrantes que habían llegado a Medina antes que Muhammad (sa) también se habían instalado en Quba con Kulsum bin Al-Hadam y otros “Ansar” respetables; y tal vez esa fue la razón por la que el Santo Profeta (sa) decidió desde el primer momento quedarse en Quba. Al mismo tiempo, en un abrir y cerrar de ojos, se extendió por toda Medina la noticia de la llegada del Mensajero de Al’lah (sa) y todos los musulmanes, llenos de alegría y ansiosos por verle, comenzaron a reunirse como una multitud en el lugar de residencia del Profeta (sa).

Sobre la construcción de la Mezquita de Quba se narra que:

Durante su estancia en Quba, Muhammad (sa) también puso los cimientos de una mezquita que se llamó “Mezquita de Quba”. En “Sahih Bujari” se dice que el Santo Profeta (sa) estuvo en el barrio de “Banu Amr bin Auf” más de diez noches, donde se estableció la mezquita. Sus cimientos fueron puestos a base de “taqwa” (rectitud) y allí oró el Profeta (sa); además se relata que estableció esta mezquita para los “Banu Amr bin Auf”.

Cuando el Mensajero de Dios (sa) fundó la mezquita, lo primero que hizo fue poner una piedra al lado de la “Kibla” (dirección a la que los musulmanes se dirigen al rezar; es decir, la Kaaba); luego Hazrat Abu Bakr (ra) puso otra piedra y a continuación Hazrat Umar (ra) trajo la suya y la colocó junto a la de Hazrat Abu Bakr (ra). A partir de ese momento, la gente se ocupó de su construcción y, mientras se construía, el Santo Profeta (sa) traía piedras muy pesadas sobre su estómago y las dejaba caer. A continuación venía alguien y las cogía aunque no podía con ellas, ante lo cual el Profeta (sa) decía que las dejara y trajera otras.

Por otro lado, se menciona acerca de la mezquita de Quba que fue fundada a base de “taqwa”, pero en otras narraciones se declara a la “Masyid Nabwi” [‘Mezquita del Profeta (sa)] como la que fue fundada por el “taqwa”. En este sentido, se menciona en “Sirat Halabiyah” que no existe ninguna contradicción en los dos dichos, porque las dos mezquitas fueron fundadas a base de “taqwa” (rectitud) y Hazrat Ibne Abbas (ra) apoya este dicho. De acuerdo a esta narración, su opinión era que todas las mezquitas de Medina, incluida la Mezquita de Quba fueron fundadas en el “taqwa”, pero a la que se refiere el hadiz en particular era la Mezquita de Quba.

Después de 10 o 14 días, el Santo Profeta (sa) salió un viernes de Quba hacia Medina. Durante el camino al pueblo de “Banu Salim bin Auf” llegó la hora de la oración del viernes y el Mensajero de Al’lah (sa), acompañado de unos 100 musulmanes, ofreció la oración de “yuma” en la mezquita del valle de Ranuna, que está situado al sur de Medina; y tras ofrecer la oración del viernes allí, esa mezquita comenzó a llamarse “Masyid Yuma” o la “Mezquita del Yuma”. Fue la primera oración del viernes que el Profeta (sa) realizó en Medina. En este sentido, puede ser que esta mezquita se construyera después de que él orara allí y por esa razón se le puso ese nombre. Se menciona también que tras ofrecer el “yuma”, el Santo Profeta (sa) subió a su camella y partió hacia Medina. En ese momento, Hazrat Abu Bakr (ra) se encontraba tras él y muchos trataron de perseguirlo por la avaricia de la recompensa.

Hay un incidente mencionado en los libros de historia, según el cual Buraida bin Husaib (ra) relata lo siguiente:

“Cuando los qureish anunciaron la recompensa de 100 camellos para aquel que atrapara al Mensajero de Dios (sa), o sea, al que lo capturara y lo trajera vivo o muerto, me alcanzó también la avaricia y salí cabalgando con 70 hombres de los Banu Saham para intentar buscarlo, hasta que lo encontrarlo. Muhammad (sa) me preguntó quién era y yo le respondí que Buraida. Ante esto, se dirigió a Hazrat Abu Bakr (ra) y dijo: ‘¡Oh Abu Bakr, se nos ha otorgado alivio y nuestro asunto ha mejorado!’. Luego me preguntó de qué tribu era y le respondí que era de la tribu Aslam y exclamó: ‘¡Que quede en paz!’. A continuación preguntó de quién era descendiente y le respondí que era de Banu Saham. Entonces, el Santo Profeta (sa) dijo: ‘¡Oh Abu Bakr, eres muy afortunado!’.

Entonces Buraida le preguntó al Profeta (sa) que quién era, a lo que el Mensajero de Al’lah (sa) respondió: ‘Soy Muhammad bin Abdul’lah, el Mensajero de Dios’. Tras ello, Buraida contestó: ‘Atestiguo que nadie es digno de ser adorado sino Al’lah y Muhammad es su Siervo y Mensajero’. Por consiguiente, Buraida aceptó el Islam y todos los que estaban con él también lo hicieron. Al final, Buraida exclamó: ‘¡Todas las alabanzas pertenecen a Dios! Banu Saham ha aceptado el Islam con la alegría del corazón y sin ninguna opresión’.”

A la mañana siguiente, Buraida dijo: “¡Oh Mensajero de Dios (sa), tu entrada a Medina debe ser con una bandera!”. Entonces se bajó el turbante de la cabeza, lo amarró con su lanza y comenzó a caminar delante del Profeta (sa) hasta que los musulmanes entraron a Medina.

Hazrat Anas bin Malik (ra) narra en “Sahih Bujari” el incidente de la llegada del Santo Profeta (sa) a Medina de la siguiente manera:

“Cuando el Profeta (sa) llegó a Medina, se dirigió hacia su parte alta hasta llegar a una tribu llamada Banu Amr bin Auf. Muhammad (sa) estuvo entre ellos 14 noches y luego mandó llamar a los Banu Nallar, quienes llegaron con sus espadas. Recuerdo este incidente como si estuviera viendo al Mensajero de Al’lah (sa) con mis propios ojos montado en su camella y Hazrat Abu Bakr (ra) cabalgaba detrás de él, y los jefes de Banu Nallar le hacían de escolta hasta que finalmente el Santo Profeta (sa) desmontó en el huerto de Abu Ayyub (ra)”.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe con detalle sobre esto:

“Después de una estancia de más de diez días en Quba, un viernes, el Mensajero de Dios (sa) llegó a Medina y un gran grupo de ‘Ansar’ (musulmanes residentes de Medina) y ‘Muhayirin’ (emigrantes que llegaron de La Meca) lo acompañaban. El Profeta (sa) iba montado en una camella y Hazrat Abu Bakr (ra) cabalgaba detrás. Esta caravana comenzó a avanzar poco a poco, pero con paso firme, hacia la ciudad. Entretanto, el tiempo de la oración del viernes llegó durante el trayecto y el Santo Profeta (sa) -estando en el barrio de Banu Salam bin Auf- dio el sermón del viernes y ofreció la oración de ‘yuma’ con los Compañeros (ra)”.

 Y al final escribe:

“Aunque ya antes había comenzado a hacerse el ‘yuma’, este fue el primero que el Profeta (sa) dirigió él mismo y con esto se estableció el precepto de realizar la oración del viernes regularmente”.

Por lo tanto, queda demostrado que la mezquita fue construida después. Luego, una vez realizado el “yuma”, la caravana siguió poco a poco su camino. El Mensajero de Al’lah (sa) pasaba junto a las casas de los musulmanes y ellos exclamaban llenos de amor: “¡Oh Mensajero de Dios (sa), este es nuestro hogar y nuestras riquezas y vidas están a tu servicio, y tenemos los medios para tu protección! ¡Por favor, quédate con nosotros!”. Al ver dicho panorama, el Santo Profeta (sa) oraba por su prosperidad y poco a poco avanzaba hacia la ciudad.

Por su parte, las mujeres y niñas musulmanas subieron a los tejados de sus casas y cantaban felices: “Hoy ha subido entre nosotros desde el valle del monte Vada la luna llena y por eso eternamente mostraremos agradecimiento a Dios”.

Los niños de los musulmanes paseaban cantando por las calles y rincones de Medina: “Ha venido Muhammad, ha venido el Mensajero de Al’lah (sa)”; y los esclavos abisinios de Medina mostraban su arte con las espadas, alegres por su llegada.

Cuando finalmente entró en la ciudad, cada uno quería que Muhammad (sa) se quedara en su casa y todos se adelantaban para ofrecerle sus servicios, aunque él les hablaba con simpatía mientras avanzaba por el camino. Finalmente, su camella llegó al barrio de Banu Nallar. Allí, la gente estaba en fila con sus armas para darle la bienvenida y las jóvenes de la tribu tocaban la pandereta y cantaban: “Somos las jóvenes de la tribu de Banu Nallar y nos sentimos muy afortunadas de que el Santo Profeta (sa) se quede en nuestro barrio”.

Hazrat Musleh Maud (ra), al mencionar el incidente de cómo el Profeta (sa) y Hazrat Abu Bakr (ra) llamaron a sus familias a Medina, dice:

“Poco después de llegar a Medina, Muhammad (sa) envió a su esclavo liberado Hazrat Zaid (ra) a La Meca para que trajera a su familia. Precisamente, la gente de La Meca se había visto sorprendida por la repentina y bien organizada salida del Mensajero de Al’lah (sa) y sus seguidores, y por ello temporalmente cesaron su crueldad contra los musulmanes. Debido a esto, cuando tanto la familia de Muhammad (sa) como la de Hazrat Abu Bakr (ra) abandonaron La Meca no se opusieron lo más mínimo y ambas familias llegaron a Medina totalmente a salvo.

Más tarde, el Profeta (sa) comenzó la construcción de una mezquita en los terrenos que había comprado. Primero se pusieron los cimientos de la “Masyid Nabwi” [Mezquita del Profeta (sa)] y luego mandó  construir casas para él y sus Compañeros (ra).

Por su parte, tras llegar a Medina, Hazrat Abu Bakr (ra) se quedó concretamente en la casa de Hazrat Jubaib bin Asaf (ra), situada en Suna, que es un lugar a las afueras de Medina, a dos millas de la ‘Mezquita Nabwi’. Hazrat Jubaib (ra) pertenecía a la tribu ‘Banu Haris bin Jazrill’. Otro hadiz nos dice que la estancia de Hazrat Abu Bakr (ra) fue en casa de Hazrat Jazraj bin Zaid (ra); e incluso algunas narraciones dicen que Hazrat Abu Bakr (ra) había construido su casa y su negocio de fábrica de telas en Suna y que empezó a comerciar desde allí.

Si Dios quiere, continuaré hablando de esto en un futuro próximo.

Ahora quiero mencionar a algunos miembros de la Comunidad que han  fallecido recientemente:

 El primero de ellos es el difunto Chaudhry Ashgar Ali Kalar Sahib, un prisionero en el camino de Dios. Era el hijo de Muhammad Sharif Kalar Sahib de Bahawalpur. Cayó enfermo el 10 de enero durante su estancia en la cárcel y allí falleció:

¡Ciertamente venimos de Al’lah y hacia Él será el retorno!

En este sentido se contará entre los mártires.

De acuerdo a los datos que tenemos, el 24 de septiembre de 2021 se registró un caso judicial contra él, según la sección C-295 de la ley contra la blasfemia de Pakistán (Dios nos perdone, aunque acusan muy rápidamente a los áhmadis de blasfemia), en la estación de policía de Bagdad Al-Yadid (Bahawalpur). Pues bien, fue arrestado el 26 de septiembre y encontrándose en dicha cárcel, cayó enfermó y comenzó a vomitar sangre, por lo que fue llevado al hospital de Bahawalpur el 4 de enero de 2022. No obstante, el 10 de enero, mientras seguía su tratamiento en el hospital, falleció antes de la oración de “fayar”, siendo prisionero en el camino de Al’lah.

A la hora de su muerte tenía 70 años y, por solicitud del propio difunto, su caso estaba siendo revisado en el juzgado. El 8 de enero era la fecha de la vista, pero la policía no trajo los documentos y el juez la retrasó hasta el 11 de enero, y finalmente Chaudhry Ashgar Ali Kalar Sahib falleció antes del veredicto. Así pues, el difunto estuvo 3 meses y 15 días como prisionero en el camino de Dios.

En 1971, cuando todavía era joven, el fallecido aceptó el Ahmadíat tras completar su educación secundaria y era el único áhmadi en su familia. Tras aceptar el Ahmadíat tuvo que soportar momentos de oposición, pero siempre se mantuvo firme. Se graduó en el FC College de Lahore y obtuvo un Master en Matemáticas. No obstante, durante sus estudios, por haber aceptado el Ahmadíat, sus padres le cortaron el apoyo financiero durante sus estudios y pusieron la condición de que solo sufragarían sus gastos educativos si abandonaba la Yamat. Aun así, el difunto se mantuvo firme en su posición y estuvo pagando sus gastos de estudios dando clases particulares de apoyo a varios niños. Al ver esto, su padre se sintió asombrado por la rectitud y firmeza de su hijo, y dejó de lado su oposición contra él, y pensando en que su hijo áhmadi no fuera desheredado del patrimonio de un padre no-áhmadi decidió actuar en consecuencia y darle su parte de herencia correspondiente mientras aún seguía con vida. Sin duda que esa fue una buena acción de su padre con él.

Por la gracia de Dios, el fallecido era “musi” (parte del sistema de Al-Wasiyat) y pagaba mensualmente una octava parte de sus ingresos; además participaba en diferentes programas de donaciones y sobre todo, tras anunciarse las promesas del nuevo año, abonaba al principio el 100% de lo que había prometido. Sentía un gran amor por el Jalifato y respetaba mucho a los consagrados y a los invitados de la Sede Central, prestándoles altos estándares de hospitalidad. Por otro lado, si la Comunidad organizaba alguna gira, ofrecía siempre su coche para ello. Tenía una gran pasión por el “dawate il-Al’lah” (la predicación) y era sin duda un valiente e intrépido “dae-il Al’lah” (predicador).

Dios Altísimo escogió su alma de entre muchas y debido a Su gracia realizó el “Baiat” (juramento de lealtad) y entró en el Ahmadíat. Aparte de ser regular en el ayuno y las oraciones, también lo fue en la oración de “tahayud”. Se preocupaba por los pobres y era una persona muy devota en el servicio hacia el prójimo. A pesar de la oposición de todos en su familia, tuvo la oportunidad de ayudar a otros, tanto moral como financieramente. Lo cierto es que el fallecido deseaba mucho el martirio y Al’lah cumplió su deseo del corazón de esta forma.

La esposa de Chaudhry Ashgar Ali Kalar Sahib dice que, durante un encuentro que tuvo con él en prisión, su esposo le dijo que en un sueño recibió el mensaje de “salam” (paz) de parte de Al’lah tres veces; y que en un segundo sueño que tuvo dijo que vio su cadáver saliendo de la prisión.

El fallecido tuvo la oportunidad de servir en varios puestos de la Yamat como “Nazim Ansarul’lah”, “Zaim Ala” de Bahawalpur, Secretario “Daawat-e-il-Al’lah”, Secretario “Waqf-e-Yadid” y secretario “Islah-e-Irshad” de su distrito. En el momento de su muerte, servía como “qazi” (juez de paz) del distrito.

Aparte de su esposa, deja atrás dos hijos y una hija. Uno de sus hijos está en el extranjero y la hija está en Canadá.

¡Que Dios Altísimo tenga misericordia y otorgue Su perdón sobre el Sr. Asghar Ali Klar, y finalmente eleve su rango espiritual!

¡Que conceda paciencia y perseverancia a las personas que deja atrás y les dé la oportunidad de seguir sus pasos!

¡Rezad también para todas las personas que están encarceladas en el camino de Al’lah y que Dios provea los medios necesarios para su liberación!

La siguiente mención es del Sr. Mirza Mumtaz Ahmad, quien era un trabajador en “Wakalat-e-Ulya” de Rabwah y que ha fallecido a la edad de 85 años:

¡Ciertamente venimos de Dios y hacia Él será el retorno!

Fue “musi” (integrante del sistema de Al-Wasiyat) por la gracia de Al’lah.

El Ahmadíat llegó a su familia a través de su padre, el Capitán Doctor Sher Muhammad Ali, quien hizo el “Baiat” (juramento de lealtad) en 1923. El Sr. Mirza Mumtaz comenzó a trabajar como empleado en la oficina de “Amanat Tehrik-e-Jadid” en abril de 1964 y ocupó este puesto durante el resto de su vida, completando un periodo de 58 años. Se casó con Mayida Begum, hija del respetado Sr. Chaudhary Muzaffar Din Bengali. Dios Altísimo les bendijo con dos hijos y una hija.

Su nieto Jalid Mansur escribe:

“Mi abuelo siempre nos animó a seguir sirviendo a la Comunidad. Siempre nos explicaba la importancia de ofrecer la “salat” (oración) en congregación y se unía a nosotros para hacerlo.

 Después del fallecimiento de mi padre, mi abuelo nunca me dejó sentir su ausencia, pues siempre encontré un amigo en él y constantemente lo vi ocupado con los trabajos de la Yamat. Fue un amigo, padre y trabajador ejemplar de la Comunidad y trataba a todos con amor, compasión y amabilidad. Fue muy puntual en todo y destacaba la importancia de ello”.

Uno de los trabajadores que tuvo la oportunidad de servir con él, Said Ahmad Sahib, narra que:

“Tuve la oportunidad de colaborar con él durante bastante tiempo y puedo decir que trabajaba de manera muy meticulosa, y después de completar sus responsabilidades también ayudaba a sus colegas en su trabajo”.

Luego hay un misionero, el Sr. Luqman Saqib, que escribe:

“Observé que, a pesar de estar físicamente débil, completaba las tareas que se le encomendaban con eficiencia y de manera excelente. Su memoria permaneció en muy buen estado hasta el final, ya que inmediatamente podía recordar asuntos de hace muchos años y especificaba en qué archivos estaban y dónde se podían encontrar. Por otra parte, apreciaba las bromas decentes y las disfrutaba, aunque al mismo tiempo no estaba en su naturaleza hablar o conversar innecesariamente. Finalmente, si había algo de tiempo extra después de haber terminado su trabajo, permanecía sentado en la oficina y revisaba algunos archivos antiguos”.

El Dr. Sultan Mubashar ha escrito sobre él y menciona:

“Era muy humilde y a pesar de ser un trabajador de puesto elevado, siempre esperaba su turno y nunca expresaba prisa cuando visitaba el hospital para ser tratado. Una de sus grandes cualidades era mostrar agradecimiento y aprecio, y además era extremadamente paciente. A pesar de soportar una larga enfermedad, que le causó un gran malestar, nunca se impacientó”.

Su círculo de amigos era muy reducido y estaba compuesto por algunos amigos de su misma oficina. Yo mismo lo he visto mostrarse con una naturaleza muy tranquila e interactuando con sus amigos más cercanos. Era su rutina ir directamente a casa desde la oficina y luego de casa a la oficina. Trabajó muy duro y vivió su vida con sinceridad y lealtad.

¡Que Dios Altísimo le conceda Su perdón y Misericordia y que capacite a sus hijos para continuar con sus virtudes!

La siguiente mención es del Coronel Doctor Abdul Jaliq (que ya estaba jubilado), quien fue el ex administrador del Hospital Fazl-e-Umar. Recientemente falleció a la edad de 97 años:

¡Ciertamente venimos de Al’lah y hacia Él será el retorno!

Por la gracia de Dios era “musi”.

El Ahmadíat llegó a su familia a través de su padre, el Sr. Mian Muhammad Alam, quien hizo “Baiat” en 1919 y el propio Dr. Abdul Jaliq lo hizo en 1938.

Relatando los incidentes que rodearon su propio “Baiat”, afirma:

“Nuestro padre se había suscrito a ‘Al-Fazal’ y al leer esta publicación llegué a conocer el Ahmadíat; y luego, en 1938, los tres hermanos hicimos ’Baiat’. Nuestra respetada madre era regular en ofrecer sus oraciones y ayunos, y también hizo ‘Baiat’ poco tiempo después que nosotros. Posteriormente, en el Yalsa Salana (Convención Anual) de 1939, que era un Yalsa de Jubileo, fui a Qadián por primera vez, tras lo cual tuve la oportunidad de ir a menudo al Yalsa”.

Su esposa falleció en 1987 y tuvieron dos hijos y dos hijas, siendo uno de sus hijos el Dr. Abdul Bari, Amir de la comunidad de Islamabad. Pues bien, cuando el gobierno de Bhutto emitió la injusta ordenanza en 1974 que declaraba a los áhmadis como no-musulmanes, el Doctor Abdul Bari renunció a su cargo en el gobierno y ofreció sus servicios bajo el departamento “Nusrat Yahan”, que apoya proyectos de enseñanza y atención médica en África occidental.

La Sede Central le envió a Sierra Leona en 1977, donde sirvió a la gente de allí durante tres años. Más tarde, en 1992, PIA (la aerolínea nacional de Pakistán) inició vuelos a Tashkent (capital de Uzbekistán, país de Asia central) y viendo esto como una buena oportunidad, el Doctor Abdul Bari solicitó hacer “Waqf-e-Aarzi” (voluntariado temporal) en Tashkent y otras partes de ese país. La Sede Central aprobó esta solicitud y él, junto con su hermana menor, viajaron además a Samarcanda y Bujara, donde hicieron su “Waqf-e-Aarzi” y durante este tiempo sirvió desinteresadamente a la gente de allí y tuvo el honor de difundir el mensaje de Ahmadíat en ese país.

En 1994, Hazrat Jalifat-ul-Masih IV (rh) lo nombró administrador del “Hospital Fazal-e-Umar” de Rabwah, cargo en el que se mantuvo hasta 2005, periodo de más de diez años en el que estuvo trabajando allí y durante el que se completaron varios proyectos de construcción y expansión del mismo.

Uno de sus hijos escribe que a pesar de tener 80 u 81 años en ese momento, tenía un espíritu juvenil de servicio. Al mismo tiempo, era consciente de que la vejez se le acercaba y por tanto me escribió una solicitud de jubilación en 2005 y, a partir de entonces, se jubiló oficialmente. Luego fijó su residencia en Islamabad, donde se ejerció como “qazi” (juez de paz) local.

Su hijo mayor, el Dr. Abdul Bari, dice:

“Siempre tuvo en cuenta la formación religiosa y moral de sus hijos. Recitaba el Sagrado Corán durante todo el día y esta era su práctica favorita. Cada vez que había que tomar decisiones sobre asuntos importantes, siempre decidía en base al Santo Corán”.

Su yerno, el Dr. Muzaffar Ali Nasir, Naib Amir del distrito de Wah Cantt, narra:

“Hasta el día de hoy, nunca he visto a nadie recitar el Corán tanto como él y lo amaba con todo su corazón. Una vez, cuando fue dado de alta del hospital, el personal estaba triste y decía: ‘¿Quién nos recitará ahora el Sagrado Corán?’. Por otra parte, su regularidad en ofrecer la oración de ‘tahayud’, ya fuese invierno o verano, fue ejemplar para nosotros. Tenía un profundo amor por el Jalifato y la Comunidad, y llevaba una vida sencilla y nunca se quejaba”.

El nieto de su hermano, Abdul Samad Rizvi Sahib, escribe:

“Soportó todas las dificultades y renunció a su propia felicidad por alcanzar el beneplácito de Dios Altísimo. Tuve la oportunidad de quedarme en su casa de Rabwah en muchas ocasiones y su personalidad fue para mí un medio para reconocer al Dios vivo. El estándar de sus oraciones de ‘tahayud’ fue ejemplar; el honor y el amor por el Jalifato estaban profundamente arraigados en él y esto resultó ser un medio excelente para nuestra formación moral”.

El Dr. Abdul Jaliq, médico del Hospital Fazal-e-Umar, relata:

“Fue muy amable con los médicos jóvenes del hospital y animaba a los que eran más experimentados a prestar especial atención a la formación de los médicos más jóvenes. Supervisó las finanzas del hospital con honestidad y buena atención, y atendió a los pobres y necesitados gastando de su propio bolsillo”.

Por su parte, el Dr. Ashraf Muhammad Ahmad relata:

“Era considerado, bondadoso y tolerante; también era muy amable y no tenía la costumbre de hablar mucho. Además, vigilaba detalladamente los asuntos administrativos y se aseguraba de que se cumplieran los principios establecidos por la Yamat. Al mismo tiempo, alentó a otros médicos a realizar ‘Waqf-e-Aarzi’ en el ‘Hospital Fazal-e-Umar’, incluidos sus hijos y sus yernos”.

¡Que Dios Altísimo conceda al difunto su perdón y Misericordia, y permita a sus hijos continuar con sus virtudes!

Después de la oración de “yuma”, dirigiré estas oraciones fúnebres en ausencia.

Resumen

Después de recitar el Tashahhud, el Ta’awwuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que continuaría relatando incidentes de la vida de Hazrat Abu Bakr (ra).

Suraqah bin Malik persigue al Santo Profeta (sa)

Su Santidad (aba) dijo que los de La Meca habían fijado una recompensa para quien pudiera capturar al Santo Profeta (sa) y a Hazrat Abu Bakr (ra), Así, gente como Suraqah intentó capturar al Santo Profeta (sa) cuando él y Hazrat Abu Bakr (ra) estaban emigrando, sin embargo, Dios le impidió hacerlo. Por lo tanto, pidió al Santo Profeta (sa) protección cuando llegó al poder. El Santo Profeta (sa) luego predijo a Suraqah que un día llevaría los brazaletes de Chosroes. Más tarde, durante la era de Hazrat Umar (ra), cuando Chosroes fue derrocado, Hazrat Umar (ra) convocó a Suraqah y le dio los brazaletes de Chosroes, cumpliendo así la profecía hecha por el Santo Profeta (sa).

Su Santidad (aba) dijo que cuando Suraqah regresaba de su encuentro con el Santo Profeta (sa), se encontró con otra caravana de La Meca que también había partido en busca del Santo Profeta (sa). Cuando Suraqah habló con ellos, no mencionó nada sobre el paradero del Santo Profeta (sa). De hecho, les habló de tal manera, que se convencieron de desistir de su búsqueda y regresar.

Un incidente en Umm Ma’bad

Su Santidad (aba) dijo que durante la migración, el Santo Profeta (sa) y Hazrat Abu Bakr (ra) pasaron por la tienda de una mujer llamada Umm Ma’bad, y preguntaron si tenía algo de comida, carne o dátiles que pudieran comprarle. Ella, sin embargo, no tenía nada ya que su gente estaba pasando por tiempos de dificultad y hambruna. El Santo Profeta (sa) vio una cabra en un rincón de la tienda y preguntó por ella. Umm Ma’bad dijo que esta cabra estaba extremadamente débil, hasta el punto de que ni siquiera podía producir leche. El Santo Profeta (sa) preguntó si podía intentar ordeñarla. Así, el Santo Profeta (sa) rezó, y luego ordeñó la cabra, tanto que todo el grupo de personas pudo beber su leche. El Santo Profeta (sa) le dio a Umm Ma’bad la leche y ella bebió hasta saciarse, tras lo cual el propio Santo Profeta (sa) bebió un poco. Luego dejó un cubo de leche a Umm Ma’bad, le compró la cabra y continuó su viaje.

Su Santidad (aba) dijo que más tarde, en su búsqueda del Santo Profeta (sa), fueron a Umm Ma’bad y le preguntaron si sabía de su paradero. Ella se negó a decir nada, y como presionaron más y se volvieron duros, Umm Ma’bad dijo valientemente que si no se iban, llamaría a sus compañeros de tribu para que los atacaran. Así, los de La Meca se marcharon.

Su Santidad (aba) dijo que en el camino, el Santo Profeta (sa) se encontró con Hazrat Zubair (ra) que regresaba con una caravana comercial de Siria. Hazrat Zubair (ra) dio ropas blancas tanto al Santo Profeta (sa) como a Hazrat Abu Bakr (ra).

Su Santidad (aba) dijo que mientras estaban en este viaje, se encontraron con varias caravanas comerciales que reconocieron a Hazrat Abu Bakr (ra) ya que él también había sido un comerciante. Sin embargo, no reconocieron al Santo Profeta (sa). Cuando le preguntaban quién era, Hazrat Abu Bakr (ra) respondía que esa persona era su guía.

Llegada a Quba’ durante la migración

Su Santidad (aba) dijo que después de ocho días de viaje, llegaron a Quba’ un lunes, que está a dos o tres millas de Medina. La gente de Medina había oído hablar de la salida del Santo Profeta (sa) de La Meca, y había estado esperando su llegada. Un día, un judío que estaba en lo alto de una colina vio al Santo Profeta (sa) y a Hazrat Abu Bakr (ra) acercándose y anunció a los musulmanes que su líder había llegado. Los musulmanes salieron corriendo a su encuentro. Cuando se acercaron, Hazrat Abu Bakr (ra) se levantó mientras el Santo Profeta (sa) estaba tranquilamente sentado. Algunas personas de Medina que aún no habían visto al Santo Profeta (sa) se acercaron primero a Hazrat Abu Bakr (ra) y comenzaron a saludarlo. En ese momento, Hazrat Abu Bakr (ra) tomó su manto y le hizo sombra al Santo Profeta (sa) del sol, tras lo cual la gente se dio cuenta de que se trataba del Santo Profeta (sa).

Fundación de la mezquita de Quba’ y primera oración del viernes

Su Santidad (aba) dijo que consta que el Santo Profeta (sa) permaneció en Quba’ durante unas diez noches. Durante esta estancia, el Santo Profeta (sa) puso los cimientos de una mezquita, conocida como la Mezquita de Quba’. El Santo Profeta (sa) dijo que los cimientos de esta mezquita se establecieron sobre la virtud.

Su Santidad (aba) dijo que después de su estancia en Quba’, el Santo Profeta (sa) partió hacia Medina. Durante el camino, el Santo Profeta (sa) pasó por el valle de Banu Salim bin Auf a la hora de la oración del viernes. Así, el Santo Profeta (sa) ofreció la oración del viernes en la mezquita del valle de Ranunah junto con 100 musulmanes. Esta mezquita se conoció como la Mezquita de la Oración del Viernes, ya que fue la primera oración del viernes ofrecida por el Santo Profeta (sa) en Medina. Su Santidad (aba) aclaró que esta mezquita se estableció formalmente más tarde.

Su Santidad (aba) dijo que después de ofrecer la oración del viernes, el Santo Profeta (as) continuó hacia Medina, montado en su camello con Hazrat Abu Bakr (ra) sentado detrás de él.

Alegría por la llegada del Santo Profeta (sa) a Medina

Su Santidad (aba) dijo que Buraidah fue otra persona que fue atraída por la recompensa establecida por los de La Meca para la captura del Santo Profeta (sa). Así, partió con 70 hombres de Banu Sahm. Cuando se encontraron con el Santo Profeta (sa), le preguntó quién era y de dónde venía, y Buraidah le informó. Cuando Buraidah le preguntó quién era, el Santo Profeta (sa) respondió que era Muhammad (sa) bin Abdul’lah, el Profeta de Al’lah. Tras esto, Buraidah aceptó el Islam, junto con todos los que estaban con él. Al día siguiente, dijo que el Santo Profeta (sa) debía entrar en Medina con una bandera. Por lo tanto, se quitó el turbante, lo ató a su lanza, y caminó delante del Santo Profeta (sa) cuando entró en Medina.

Su Santidad (aba) dijo que el Santo Profeta (sa) continuó con su caravana de musulmanes hacia la ciudad de Medina. A medida que el Santo Profeta (sa) pasaba por las casas de la gente, ellos ofrecían sus casas para que se quedara en ellas, y el Santo Profeta (sa) rezaba por ellos. Las mujeres y los niños estaban en los tejados de sus casas, cantando palabras de bienvenida para el Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) llegó a la gente de Banu Najjar, que estaba de pie en formación llevando su armadura para dar la bienvenida al Santo Profeta (sa), y las mujeres de Banu Najjar cantaron poemas de agradecimiento y alabanza.

Su Santidad (aba) dijo que después de unos días, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Zaid (ra) a La Meca, con el fin de llevar el resto de las pertenencias del Santo Profeta (sa) a Medina. El Santo Profeta (sa) había comprado algunas tierras en Medina, en las que primero puso los cimientos de una mezquita, y luego comenzó a construir casas para él y sus compañeros. Hazrat Abu Bakr (ra) se alojó en un lugar en los alrededores de Medina llamado Sun’a, que estaba a dos millas de la ciudad de Medina.

Su Santidad (aba) dijo que seguiría relatando incidentes de la vida de Hazrat Abu Bakr (ra) en futuros sermones.

Oraciones fúnebres

Su Santidad (aba) dijo que mencionaría a algunos miembros fallecidos de la Comunidad.

Chaudhary Asghar Ali Kilaar Sahib

Chaudhary Asghar Ali Kilaar sahib que ha sido prisionero en el camino de Al’lah. Falleció el 10 de enero mientras seguía cautivo. Su Santidad (aba) dijo que, por tanto, se le considera un mártir. Fue detenido el 24 de septiembre de 2021 en Bahawalpur después de que se presentara contra él un caso en base de las leyes de blasfemia de Pakistán. Su salud se deterioró durante su estancia en prisión, por lo que fue trasladado al hospital el 4 de enero, donde falleció posteriormente a la edad de 70 años, tras un encarcelamiento de 3 meses y 15 días. El 11 de enero se le concedió la libertad bajo fianza, pero falleció antes de esa fecha. Aceptó el Ahmadíat cuando era estudiante y fue la única persona que lo hizo. Su familia dejó de apoyarlo económicamente, por lo que daba clases particulares a niños para poder pagar su educación. Poseía un gran amor por el Jilafat, y respetaba a los consagrados. Le apasionaba llamar a la gente hacia Al’lah, y gracias a sus esfuerzos, muchas personas entraron en el rebaño del Ahmadíat. Era regular en sus oraciones y ayunos, ayudaba a los pobres y necesitados y era amable con su familia a pesar de su oposición. Mientras estaba en prisión, vio tres sueños en los que Dios le transmitía saludos de paz. Sirvió a la Comunidad en varios puestos. Le sobreviven su esposa, dos hijos y una hija. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah lo trate con perdón y misericordia y eleve su posición, y conceda a su familia paciencia. Su Santidad (aba) dijo que se rezara por todos los demás prisioneros en el camino de Al’lah.

Mirza Mumtaz Ahmad Sahib

Mirza Mumtaz Ahmad sahib un trabajador de Wakalat-e-Ulya Rabwah. Sirvió a la Comunidad durante un largo periodo de tiempo. Le sobreviven su esposa, dos hijos y una hija. Poseía grandes cualidades y se dedicaba a su trabajo. Después de terminar su propio trabajo, ayudaba en el de los demás. A pesar de ser un trabajador veterano, era muy humilde, paciente y contento. Su Santidad (aba) dijo que lo veía como una persona tranquila, con un pequeño círculo de amigos, que iba a la oficina y luego volvía directamente a casa. Era muy trabajador. Que Al’lah le trate con perdón y misericordia y permita a sus hijos continuar con sus virtudes.

Coronel Dr. Abdul Khaliq Sahib

El coronel Dr. Abdul Khaliq sahib, antiguo administrador del Hospital Fazl-e-Umar. Le sobreviven dos hijos y dos hijas. Cuando Pakistán declaró a los ahmadíes como no musulmanes, renunció a su trabajo en el gobierno y dedicó sus servicios al plan Nusrat Yahan. Fue enviado a Sierra Leona, donde sirvió durante tres años. También sirvió en Samarcanda, donde ayudó a muchas personas y difundió el mensaje del Ahmadíat. Fue nombrado por el Cuarto Califa como administrador del hospital Fazl-e-Umar, puesto en el que sirvió durante unos diez años. Tenía un profundo amor por el Sagrado Corán y siempre lo recitaba. Tomaba todas las decisiones de acuerdo con las enseñanzas del Sagrado Corán. Era habitual en ofrecer el tahajjud [oraciones voluntarias antes del amanecer] y tenía un gran amor por el Jilafat. Poseía muchas grandes cualidades. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah lo trate con perdón y misericordia y permita a sus hijos continuar con sus virtudes.

Resumen preparado por The Review of Religions.

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