La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Después de recitar Tashahhud, Taawuz y Surah Al-Fatiha, Su Santidad, el Jalifa V del Mesías (aba) declaró:

El motivo de la expedición de Hamra al-Asad y sus antecedentes fueron mencionados en el sermón del viernes anterior. Cuando los musulmanes se enteraron del complot del enemigo para atacar Medina después de regresar de la batalla de Uhud, el Santo Profeta (sa) convocó a Hazrat Abu Bakr (ra) y a Hazrat Umar (ra) y les contó la declaración del compañero Mazani, quien le había informado sobre esto. Ambos Compañeros dijeron: “¡Oh Mensajero (sa) de Al’lah! Avancemos hacia el enemigo para que no ataque a nuestros hijos [en Medina]”.

Cuando el Santo Profeta (sa) terminó de ofrecer la oración de la mañana, reunió a la gente y le dijo a Hazrat Bilal (ra): “Informa a la gente que el Mensajero (sa) de Al’lah les ordena salir a la batalla contra el enemigo, y que sólo se unirán a esta batalla aquellas personas que participaron en la batalla de ayer (es decir, la batalla de Uhud)”.

Con respecto al abanderado de los musulmanes y el nombramiento de un representante para supervisar Medina en ausencia del Santo Profeta (sa), está escrito que el Santo Profeta (sa) pidió que le trajeran la bandera, que todavía estaba enrollada desde el día anterior [cuando regresaron de Uhud]. Todavía no se había abierto. El Santo Profeta (sa) le dio esta bandera a Hazrat Ali (ra), y según otra narración se la dio a Hazrat Abu Bakr (ra).

En esta ocasión, el Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat Ibn Umm-e-Maktum (ra) como Amir de Medina en su ausencia. Los historiadores escriben que la decisión del Santo Profeta (sa) de abandonar Medina en busca del enemigo fue extremadamente sabia. Está escrito que, según los hipócritas, salir en persecución del enemigo al día siguiente de la pérdida de 70 hombres durante la batalla de Uhud y sin ningún refuerzo adicional, fue un movimiento muy peligroso para los musulmanes. Pero los acontecimientos que sucedieron después demostraron que la decisión del Santo Profeta (sa) fue realmente muy sabia y resultó beneficiosa para los musulmanes en múltiples formas.

El Santo Profeta (sa) pasó toda la noche evaluando y reflexionando sobre la situación después de Uhud. Sospechaba que los incrédulos, en su camino de regreso a La Meca, podrían pensar que no obtuvieron ninguna ventaja real a pesar de haberles superado y, dado que se sentirían arrepentidos por esto, por lo tanto, era posible que decidieran regresar y atacar Medina en su camino de regreso a La Meca. Así que, adoptando una excelente estrategia militar, el Santo Profeta (sa) decidió perseguir al enemigo.

Esta decisión del Santo Profeta (sa) hizo que la confianza de los soldados musulmanes se disparara, a la vez que los hipócritas se sintieran intimidados por la inquebrantable convicción y determinación del Santo Profeta (sa). En tercer lugar, cuando el enemigo se enteró de que el ejército musulmán estaba en camino para perseguirlos, su fuego de confianza se redujo a un destello. Esta es una nota de un libro de historia.

El Jefe de los Hipócritas, Abdul’lah bin Ubayy, también pidió permiso para unirse e ir junto [con el ejército musulmán] y se acercó al Santo Profeta (sa) y le pidió permiso para unirse a esta expedición, a pesar de que había abandonado al ejército musulmán en la batalla de Uhud, llevándose consigo a 300 de sus hombres.

Sin duda, debió haberse sentido avergonzado por sus acciones y ahora tal vez tratara de redimirse, o Dios sabe mejor -tal vez fue bajo algún otro complot- (ya que con los hipócritas nunca se sabe). En cualquier caso, acudió al Santo Profeta (sa) y le pidió permiso para unirse a él. El Santo Profeta (sa) rechazó su solicitud.

Respecto a los notables ejemplos de aquellos Compañeros quienes, a pesar de haber sido heridos en la batalla de Uhud, aun así se adelantaron para responder a la llamada del Santo Profeta (sa), está escrito:

Que tan pronto como el Santo Profeta (sa) hizo el anuncio, los [Compañeros] sinceros y desinteresados, por su amor y devoción, que todavía estaban atendiendo sus heridas, se prepararon para salir una vez más portando sus armas. Cuando el Santo Profeta (sa) hizo este anuncio, partieron inmediatamente. Hazrat Usaid bin Huzair (ra), que había sufrido nueve heridas, acababa de comenzar a aplicar un ungüento en sus heridas cuando escuchó esto. Inmediatamente se abrió paso y ni siquiera se detuvo para aplicar el tratamiento en sus heridas. De manera similar, hubo 40 Compañeros entre los Banu Salamah que resultaron heridos y también se fueron de inmediato. Al verlos seguir sus instrucciones incluso en ese estado, el Santo Profeta (sa) oró por su perdón y suplicó:

[Árabe] ‘Oh Al’lah, ten piedad de los Banu Salamah’.

Tufail bin Numan sufrió trece heridas. Khirash bin Simmah sufrió diez heridas. Kab bin Malik sufrió más de diez heridas. Qutbah bin Amir sufrió nueve heridas. A pesar de todo esto, los musulmanes corrieron hacia sus armas sin siquiera detenerse a aplicar ungüentos en sus heridas. Dios Altísimo ha registrado esta pasión incomparable de los Compañeros del Santo Profeta (sa) en el Sagrado Corán, para que la gente pueda rendirles tributo para siempre.

Dios Altísimo afirma:

[árabe]

“En cuanto a los que respondieron a la llamada de Al’lah y del Mensajero después de que sufrieran una herida sepan que quienes de entre ellos hagan el bien y actúen piadosamente tendrán una magnífica recompensa;”

Hazrat Aisha (ra) solía decir que una de las personificaciones de este versículo era Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra), así como Hazrat Zubair bin Al-Awwam (ra)”.

También hay una mención sobre el permiso que se concedió a Hazrat Yabir bin Abdil’lah (ra) para acompañarlos en esta expedición. Está escrito que el Santo Profeta (sa) anunció que sólo aquellos que habían participado en la Batalla de Uhud podrían unirse a ellos, y esto se hizo cumplir estrictamente. Sin embargo, hubo un Compañero afortunado y sincero a quien, a pesar de no haber participado en la Batalla de Uhud, se le concedió permiso para acompañarlos y ese fue Hazrat Yabir bin Abdil’lah (ra). Ibn Ishaq e Ibn Umar han declarado:

“Yabir bin Abdil’lah fue al Santo Profeta (sa) y le dijo: ‘Oh Mensajero (sa) de Al’lah, tu portavoz anunció que sólo aquellos que estuvieron presentes en la batalla de ayer (es decir, la Batalla de Uhud) pueden ir contigo. Yo deseaba participar en la batalla [de Uhud], pero mi padre me impidió ir para cuidar de mis siete hermanas. (O, según otra narración, tenía nueve hermanas).” En cualquier caso, dijo: “Mi padre me dijo: ‘Oh hijo mío, no nos corresponde a ti ni a mí dejar a estas mujeres sin varón. Temo que estas mujeres sean débiles, sin embargo, no puedo darles prioridad sobre mí para participar en la yihad junto al Santo Profeta (sa). (Dijo que no deseo dejar solas a las mujeres y también deseo participar en la yihad. Así que deseo irme yo y que te quedes tú). Quédate aquí con tus hermanas y acompañaré al Santo Profeta (sa) en la yihad”. Por esta razón, siguiendo las instrucciones de mi padre, ayer no pude participar en la yihad. De lo contrario, también tenía toda la intención de hacerlo”.

Así, después de escuchar las palabras de Hazrat Yabir (ra), que estaban llenas de amor y pasión, el Santo Profeta (sa) le concedió permiso para participar. Hazrat Yabir (ra) solía contar con gran orgullo que “aparte de mí, ninguna otra persona que no hubiera participado en la batalla del día anterior acompañó al Santo Profeta (sa)”. Muchas personas que no participaron en la batalla del día anterior pidieron acompañarlo, pero el Santo Profeta (sa) se negó. El Santo Profeta (sa) partió en tal condición que su bendito rostro estaba herido, su bendita frente estaba herida y su bendito diente estaba roto. Su labio inferior, o según otras narraciones, ambos labios estaban heridos por dentro. Su hombro derecho estaba herido debido al ataque de la espada de Ibn Qamiya, y sus dos rodillas también. Primero, el Santo Profeta (sa) fue a la mezquita y ofreció dos Nawafil. El resto de la gente ya se había reunido. Entonces el Santo Profeta (sa) pidió que trajeran su caballo Sakab a la puerta de la mezquita. En esta expedición, sólo el Santo Profeta (sa) tenía caballo. Cuando el Santo Profeta (sa) partió, llevaba su armadura y casco, y sólo se podían ver los ojos del Santo Profeta (sa). Durante este tiempo, el Santo Profeta (sa) se reunió con Hazrat Talha bin Ubaidul’lah (ra). El Santo Profeta (sa) preguntó: “Talha, ¿dónde está tu arma?” Hazrat Talha (ra) respondió “está muy cerca”. Después de decir esto, rápidamente fue y trajo su arma, a pesar de que tenía 9 heridas de la Batalla de Uhud solo en su pecho. En total, tenía más de 70 heridas en su cuerpo. Hazrat Talha (ra) narra: “Más que mis propias heridas, estaba preocupado por las heridas del Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) vino hacia mí y comenzó a preguntarme: “¿Dónde se encuentra el enemigo?”, es decir, ¿dónde crees que están Abu Sufyan y su ejército en este momento? Dije: “en la zona más baja”. El Santo Profeta (sa) respondió: “esto es lo que pienso también”. Luego, el Santo Profeta (sa) declaró: “en lo que respecta a ellos (es decir, los Quraish), nunca más tendrán la oportunidad de hacernos esto, hasta tal punto que Dios Altísimo conquistará La Meca con nuestras manos'”.

Según una narración, el Santo Profeta (sa) le dijo a Hazrat Umar (ra): “¡Oh, Ibn Jattab (ra)! Los Quraish nunca más podrán hacernos esto, hasta el punto de que besaremos la Piedra Negra [Hajar-e-Aswad]”.

Thabit bin Thaliba Jazrami fue designado para mostrarle el camino al Santo Profeta (sa) y ayudarlo a llegar a Hamra ul-Asad. Según otra narración, Thabit bin Zahak fue quien mostró el camino. Ambas narraciones existen. En ese momento, el Santo Profeta (sa) envió a dos Compañeros para que se adelantaran y reunieran información. Según los detalles, el Santo Profeta (sa) envió por delante a los dos hijos de Sufyan, Saleet y Numan, que pertenecían a la rama Banu Sahm de la tribu Aslam para recabar información. También envió a una tercera persona de la rama Banu Uwair de la tribu Aslam, aunque no se ha mencionado su nombre. Dos de ellos vieron a los Quraish en un lugar llamado Hamra ul-Asad. Los Quraish estaban hablando entre ellos y en cuanto los vieron a ambos, los Quraish los mataron. Cuando el Santo Profeta (sa) partió junto con sus Compañeros y llegó a Hamra al-Asad, levantó el campamento para su ejército. A continuación, enterró a los dos Compañeros en una sola tumba, ya que los cuerpos seguían allí tendidos. Ambos eran amigos.

Durante esta expedición, se menciona la obediencia demostrada por dos Compañeros Ansar (residentes de Medina) y cómo viajaron a pie a pesar de sus heridas. Se menciona en los detalles [de este incidente] que Hazrat Abdul’lah bin Sahl (ra) y Hazrat Rafi bin Sahl (ra) pertenecían a la tribu Banu Abd Al-Ashal y que, al regresar de la Batalla de Uhud, estaban extremadamente heridos por la batalla. Hazrat Abdul’lah (ra) fue el herido de más gravedad de los dos. Cuando ambos hermanos se enteraron del mandamiento del Santo Profeta (sa) con respecto a formar parte de la expedición hacia Hamra al-Asad, se dijeron el uno al otro que si no formaban parte de esta expedición junto al Santo Profeta (sa) entonces se verían muy afectados por perderse esta oportunidad. Tal era su nivel de fe. También expresaron el hecho de que no disponían de una montura sobre la que pudieran cabalgar ni tenían idea de cómo llevar a cabo esta tarea. Ante esto, Hazrat Abdul’lah (ra) dijo: “Ven conmigo, caminemos hasta allí”. Hazrat Rafi (ra) dijo: “Por Dios, ni siquiera tengo fuerzas para caminar debido a mis heridas”. Tal era su condición. Su hermano dijo entonces: “Caminemos despacio y vayamos hacia el Santo Profeta (sa)”. Y así, ambos marcharon tambaleándose. Cuando Hazrat Rafi (ra) comenzaba a sentirse extremadamente débil, Hazrat Abdul’lah (ra) cargaba con él a su espalda y otras veces caminaba él mismo. Ambos estaban heridos y el que se sentía un poco mejor cargaba con el otro a la espalda y seguían caminando para llegar hasta el Santo Profeta (sa). A veces, su estado era tal que ni siquiera podían moverse debido a la grave debilidad, pero finalmente llegaron hasta el Santo Profeta (sa) por la noche. En ese momento, los Compañeros estaban encendiendo un fuego, es decir, ya habían levantado el campamento. Ambos fueron presentados ante el Santo Profeta (sa) y Hazrat Abad bin Bishr (ra) fue designado para hacer guardia para el Santo Profeta (sa) esa noche. Cuando llegaron, el Santo Profeta (sa) les preguntó qué les había impedido venir [antes]. Ambos explicaron el motivo (y lo explicaron con detalle). Ante esto, el Santo Profeta (sa) rezó por ellos y dijo: “Si a ambos se os concede una larga vida, se os concederán caballos, asnos y camellos como monturas.” Es decir, aunque en este momento habéis venido a pie tropezando y tambaleándoos, sin embargo, si se os da una larga vida entonces seréis testigos de todo esto por vosotros mismos y se os concederán todas estas diferentes clases de monturas.” Pero junto a esto, el Santo Profeta (sa) afirmó: “sin embargo, estos no serán mejores que este viaje que habéis hecho en este momento caminando y tropezando [para llegar hasta aquí].” En otras palabras, su recompensa era muy superior incluso a las mejores recompensas de la época futura. También se menciona que este incidente estaba relacionado con los hijos de Hazrat Anas y Monis Fuzala, pero es posible que este incidente ocurriera con ambos.

También hay detalles sobre las provisiones de los musulmanes y la generosidad de Hazrat Sa’d bin Ubadah (ra). Los detalles son los siguientes:

Hazrat Yabir bin Abdul’lah (ra) relata que los principales alimentos para la expedición de Hamra al-Asad consistían en dátiles. Hazrat Sa’d bin Ubadah (ra) trajo 30 camellos y dátiles que eran suficientes para que todos llegaran a Hamra al-Asad. El narrador también ha declarado que cada día se sacrificaban dos o tres camellos de los que había traído. A veces, además de los dátiles, comían carne de camello.

También hay detalles sobre la estrategia adoptada por el Santo Profeta (sa) en la batalla y cómo dominó al enemigo. Una de las formas de infundir temor y miedo en los corazones del enemigo era encender muchos fuegos por la noche para que pareciese que se trataba de un gran ejército y provocar así el miedo del enemigo. Por ello, allí donde el Santo Profeta (sa) acampaba, ordenaba a sus Compañeros que encendieran hogueras en distintos lugares. Y así, cada persona encendía su hoguera por separado y en total se encendieron 500 hogueras en distintos lugares y se podían ver desde lejos. Posteriormente, la noticia del ejército musulmán y de su fuego se extendió por todas partes y, gracias a ello, Dios Altísimo hizo que el enemigo se asustara.

También se menciona que Mabad Khuzai se reunió con el Santo Profeta (sa) durante este tiempo y también fue a Abu Sufyan y advirtió a los Quraish del ejército musulmán. A continuación, se exponen los detalles al respecto:

Mabad bin Abu Khuzai, que por aquel entonces aún era politeísta, se reunió con el Santo Profeta (sa). Aunque algunos historiadores afirman que aceptó el Islam en esa ocasión, la mayoría de los historiadores afirman que no lo hizo en ese momento, sino más tarde.

Tanto los creyentes como los idólatras de entre los Banu Khuzah eran muy sinceros con el Santo Profeta (sa). Habían prometido al Santo Profeta (sa) que no le ocultarían nada. Mabad afirmó: “¡Oh Muhammad (sa)! Las penurias que usted y sus Compañeros han debido soportar son difíciles de tolerar para nosotros. Deseamos que Dios Altísimo eleve vuestro rango y os proteja de toda dificultad.” Ante este gesto de compasión, el Santo Profeta (sa) dijo a Mabad: “Rompe la determinación de Abu Sufyan”. En otras palabras, sigue viajando y cuando te encuentres con él, infúndele temor. Pero cómo hacerlo era algo que tenía que decidir él mismo. Después, Mabad partió hacia La Meca y el Santo Profeta (sa) permaneció en Hamra al-Asad. Mabad se reunió con Abu Sufyan y sus camaradas en Rauha. Rauha se encuentra a unos 65 km de Medina. En ese momento, el ejército de los Quraish había decidido regresar en persecución del Santo Profeta (sa). Estaban convencidos de que ya habían matado a los mejores hombres y a los líderes del ejército musulmán. Sin embargo, ese no era el caso ya que, aparte de Hazrat Hamzah (ra) y quizás algunos otros, el Santo Profeta (sa), Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat Umar (ra), Hazrat Usman (ra), Hazrat Ali (ra) y muchos otros comandantes y líderes permanecieron protegidos y a salvo por la gracia de Dios Altísimo durante la Batalla de Uhud. Afirmaban que se habían marchado antes de poder destruirlos por completo, sin embargo, ahora regresarían y destruirían al resto de su pueblo y se liberarían de ellos. Cuando Abu Sufyan vio a Mabad, dijo: “Este es Mabad, debe tener noticias”. Entonces preguntó: “Mabad, ¿cuál es la situación allí?”. Para asustar a Abu Sufyan, Mabad contestó: “Muhammad (sa) y sus Compañeros han formado un ejército tan grande y formidable para perseguirte como el que nunca he visto antes. Los miembros de Aus y Jazrall que se quedaron atrás también se ha unido ahora”. Algunos de estos detalles se los inventó él mismo. Entonces dijo: “Han jurado que no volverán hasta que os hayan encontrado y buscado venganza. Están muy enfurecidos y lamentan no haber podido participar antes en la batalla”.

Están muy arrepentidos de su decisión de no participar antes. Sienten tanta ira por enfrentarse a ti que pocas veces he visto una ira tan extrema. Abu Sufyan respondió: “¡Maldito seas! ¿Qué estás diciendo? Parece que no saldrás de aquí hasta que veas las frentes de los caballos”. Esto es un proverbio, que significa que no regresará hasta que sean destruidos. Abu Sufyan dijo: “¡Por Dios! Hemos decidido unánimemente dominarlos y arrancarlos de raíz”. Mabad dijo: “Debo aconsejarte que dejes de hacer lo que estás haciendo, pues las espantosas escenas que he presenciado me han obligado a componer algunas coplas.” Abu Sufyan preguntó,”¿qué son estas coplas?” Mabad recitó lo siguiente:

[árabe]

El significado es: “Cuando llegaron los caballos de una raza sublime en hordas, el sonido de sus pezuñas asustó tanto a los camellos que empezaron a tropezar uno con otro y a caer.”

Sólo había un caballo en realidad, pero en su poema exageraba tanto la escena que los aterró.

Luego continuó: “Llevaban a valientes guerreros como leones en sus espaldas, no son pequeños de estatura, ni están sin sus armas en el campo de batalla, ni son jinetes inexpertos (es decir, son expertos y están armados con arco, flechas y espadas, además de ser incomparables en el arte de montar a caballo). Entonces corrí a dar la noticia, pero sentí como si el mundo se desmoronara bajo los pies de esos caballos que llevaban al poderoso y formidable general, que no está solo (es decir, avanzaba con su formidable ejército). Me dije a mí mismo: ‘Oh vosotros que sois parte de este ejército, la lucha será el fin de Ibn Harb (es decir, Abu Sufyan) y el campo de batalla reverberará; Advierto a toda persona inteligente y sabia de los Quraish sobre el poderoso ejército de Ahmad [sa], cuyos guerreros no son ni ineptos ni carecen de nada. No hay palabras con las que pueda advertiros del pavor del ejército del que hablo”.

El temible aviso de Mabad, reforzado por su poema, así como las palabras de Safwan bin Umayyah, dejaron a Abu Sufyan y a sus Compañeros totalmente desconcertados. Se pusieron nerviosos y asustados y Abu Sufyan consideró que debían volver a La Meca lo más pronto posible.

El grupo de investigación me ha dejado una nota diciendo que la conversación en la que el Santo Profeta (sa) le dijo a Mabad que debería hacer todo lo posible para desanimar a Abu Sufyan, está recogido en algunos libros, pero no en todos. Es posible que esta orden que el Santo Profeta (sa) dio a Mabad, correspondiese a una estrategia militar pero también es posible, y probablemente más verosímil, que no le dijera nada. Dado que Mabad sentía simpatía por los musulmanes, fuese por esta razón por la que Dios Altísimo implantó esta estrategia en su corazón y que se dirigiera a Abu Sufyan por voluntad propia.

De todas formas, esta es la nota que me han escrito. Lo que hizo Mabad lo hizo por su propia iniciativa. El Santo Profeta (sa) no le indicó que les engañara dándoles información falsa. Sin embargo, su manera de expresarse hizo que los incrédulos se atemorizaran. Mientras las fuerzas de los incrédulos se preparaban para emprender la marcha hacia La Meca, se encontraron con una caravana de Abdul Qais. Acamparon en el mismo lugar. Abu Sufyan le preguntó a donde se dirigía, y Abdul Qais contestó que iba a Medina. Abu Sufyan deseaba lanzar un ataque personal y como propaganda -que fracasó- le dijo: ¿Daréis este mensaje a Muhammad (sa) de mi parte?  A cambio te daré algunos camellos cargados con pasas del mercado de Ukaz.” Abdul Qais dijo: “Si”. Abu Sufyan dijo ¨Cuando veas a Muhammad (sa) dile que hemos decidido unánimemente atacarle a él y a sus Compañeros para poder arrancar de raíz a los restantes de una vez por todas. Os estamos siguiendo de cerca.” Dicho esto, emprendió la marcha hacía La Meca. La caravana llegó a Hamra al-Asad. Allí Abdul Qais dio al Santo Profeta (sa) el mensaje de Abu Sufyan. Al oír esto el Santo Profeta (sa) dijo:

[árabe]

“Suficiente para nosotros es Al’lah y Él es un Guardian excelente.”

Permanecieron brevemente en Hamra Al-Asad y después los musulmanes regresaron a Medina al darse cuenta de que los incrédulos se habían marchado ya. Este incidente se desarrolló de la siguiente manera. Después de haber escuchado las palabras de Mabad Khuzai, Abu Sufyan abandonó sus intenciones de atacar Medina y regresó a La Meca. Mabad informó al Santo Profeta (sa) de la partida de Abu Sufyan a través de un mensajero. El Santo Profeta (sa) permaneció en Hamra Al-Asad desde el lunes hasta el miércoles y luego regresó a Medina.

Al-Baladhuri relata que el Santo Profeta (sa) estuvo ausente de Medina durante cinco dias durante este viaje. Según otra narración, el Santo Profeta (sa) regresó a Medina el viernes, y por lo tanto había estado ausente de Medina durante cinco dias.

Hazrat Abu Ubaidah relata que antes de volver a Medina, el Santo Profeta (sa) había hecho prisionero a Muawiyah bin Mughirah. Muawiyah bin Mugirah era el abuelo materno de Abdul Malik bin Marwan. Además de Muawiyah, también fue hecho prisionero Abu Azza Jumuhi. Existe una narración sobre Muawiyah bin Mugirah, que dice así: Hazrat Zaid bin Harithah y Hazrat Ammar bin Yassar mataron a Muawiyah durante su regreso de Hamra al-Asad a Medina. La razón era que Muawiyah se había escondido en Medina y estaba pasando información interna a los enemigos de los musulmanes. Cuando fue arrestado buscó la protección de Hazrat Umar (ra) Por esta razón, Hazrat Umar (ra) buscó el permiso del Santo Profeta (sa) para garantizarle protección. Aunque le dio su permiso, el Santo Profeta (sa) le indicó que debía marcharse dentro del plazo de tres días. Y si se le veía allí después de tres días sería ejecutado.  A pasar de este aviso permaneció allí escondido durante más de tres días. Por lo tanto, el Santo Profeta (sa) avisó a Hazrat Zaid y Hazrat Ammar bin Yassar de que le encontrarían escondido en un cierto lugar. Ellos le encontraron en ese lugar y le mataron.

También se relata que en ese mismo lugar de Hamra al-Asad, Abu Azza, un notable poeta para los politeístas, fue hecho prisionero. Se trata del mismo Abu Azza que fue arrestado por los musulmanes durante la batalla de Badr. El pidió clemencia al Santo Profeta (sa), citando su estado de pobreza y la obligación de cuidar de sus hijas y alegando: “Soy un padre de familia. Soy la única persona que puede cuidar de mis hijas. Ten misericordia de mí.” El Santo Profeta (sa) respondió a esta petición concediéndole la libertad sin obligación de pagar un rescate y Abu Azza prometió que no lucharía más contra el Santo Profeta (sa) y los musulmanes, que no organizaría grupos armados en su contra y que no incitaría a los demás contra él. Sin embargo, rompió esta promesa y acompañó los Quaraish durante la batalla de Uhud. Tenía la habilidad de provocar fuertes sentimientos entre los que le escuchaban a través de su poesía incitándoles a luchar contra el Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) rezó para que en esta ocasión no se librara de las consecuencias de su traición. Así que fue arrestado de nuevo. Según un relato, después de la batalla de Uhud, cuando los politeístas llegaron en Hamra al-Asad, dejaron a Abu Azza allí durmiendo. Hasta el amanecer durmió sin darse cuenta de que los demás se habían marchado. Fue Hazrat Asim bin Thabit quién le detuvo. Fue el único politeísta hecho prisionero durante esta expedición. Según otro relato fue Hazrat Umair bin Abdul’lah quién le capturó.  Después de su captura le llevaron ante el Santo Profeta (sa). Abu Azza una vez más pidió clemencia al Santo Profeta (sa) diciendo: “¡Oh Muhammad (sa)! Ten misericordia de mí y libérame por el bien de mis hijas. Juro que jamás repetiré mis acciones.” Pero el Santo Profeta (sa) le dijo: “No. Ya nunca volverás a ver La Meca de nuevo.”  Según otra narración, el Santo Profeta (sa) dijo: “Ya nunca más te sentarás junto a Hajar Aswad con tu barba y presumirás diciendo: ‘Me he burlado de Muhammad (sa)'”. Entonces ordenó a Hazrat Zaid que le degollase. Según otra narración se dio esta orden a Hazrat Asim bin Thabit y después el Santo Profeta (sa) dijo: “Un creyente no debe tropezar con la misma piedra dos veces.” Los relatos que quedan insha’lah se presentarán en el futuro.

Seguir rezando por el bien del mundo. Que Dios Altísimo proteja a todos los áhmadis de todo tipo de desgracias.

Hoy voy a dirigir las oraciones fúnebres, en ausencia, del respetado Faraz Ahmad Tahir, que fue hecho mártir recientemente en Australia. Según los informes sobre este incidente, un hombre australiano le atacó con un cuchillo en un centro comercial en Bondi, una localidad muy conocida cerca de Sidney.

[Árabe]

[Pertenecemos a Dios y a Él volveremos].

El fallecido trabajaba como guardia de seguridad en el centro comercial. Tenía 30 años y no estaba casado. Durante este incidente, 12 personas resultaron heridas y seis murieron. Entre los seis muertos, cinco eran mujeres.

Faraz Ahmad Tahir Sahib era originario de Rabwah. En 2018, emigró de Pakistan a Sri Lanka. Tras permanecer allí cuatro años, llegó a Australia a través de ACNUR. El mes pasado obtuvo su licencia de seguridad. El día en que murió era el primer día que trabajaba en turno de día. Solía trabajar de noche, pero era la primera vez que lo hacía de día. Según los detalles comunicados, cuando Faraz Ahmad Tahir vio que la gente corría presa del pánico, se acercó para detener al atacante. Al hacerlo, el agresor le apuñaló y no pudo recuperarse. Fue el primero en morir durante este incidente. Su familia entró en el redil del Ahmadíat a través de su bisabuelo, Mian Ahmad Sahib, residente en el distrito de Shahpur. El abuelo del fallecido, Sufi Ahmad Yar Sahib, ha tenido el honor de servir a la Comunidad durante mucho tiempo. Su padre, Bashir Ahmad Sahib, falleció en 2005, y su madre, Raziah Begum, en 2014.

Al fallecido le sobreviven tres hermanos, dos hermanas y su abuelo Sufi Ahmad Yar Sahib. Según otros detalles, el primer ministro de Australia y el primer ministro de Nueva Gales del Sur han rendido homenaje a la valentía y el sacrificio del fallecido Faraz Ahmad Tahir. Del mismo modo, el Alto Comisionado de Pakistán en Australia también rindió homenaje a la valentía del fallecido Faraz Ahmad Tahir y expresó sus condolencias, asegurando su pleno apoyo. Se han publicado más de 120 informes en los medios de comunicación sobre el fallecido y este incidente, y siguen publicándose más. Hoy [en Australia] se ha celebrado su funeral, al que han asistido el presidente, el primer ministro y otras personalidades, que le han rendido homenaje una vez más. La valentía y el sacrificio del fallecido Faraz Tahir Sahib se están expresando en las redes sociales con bellas palabras, y muchas personas lo califican de héroe nacional. Este sacrificio que hizo demuestra que no dejó Pakistán por miedo a la muerte, sino que abandonó el país porque se había cansado de las restricciones religiosas impuestas a los áhmadis, en las que se les impide pronunciar incluso el nombre de Dios y de Su Mensajero (sa).

El presidente nacional del Mall’lis Juddam-ul-Ahmadía [Australia], Adnan Qadir, afirma: “El domingo 21 de abril, el gobierno australiano celebró un programa cerca del centro comercial para rendir homenaje a quienes perdieron la vida en este incidente. Asistieron al acto el primer ministro australiano, el primer ministro de Nueva Gales del Sur, el líder de la oposición, diputados, el alcalde local y los alcaldes de otros ayuntamientos, altos mandos de la policía, el ejército y la marina, numerosos miembros de los medios de comunicación y destacados funcionarios de otros sectores. Los miembros de la Comunidad también fueron invitados a este acto”.

Su hermano mayor, Mudassar Bashir, afirma: “El fallecido era un chico trabajador, alegre e intrépido desde su infancia. El fallecido tenía 11 años cuando murió nuestro padre”. Dice: “Nuestro hermano mayor Muzaffar Ahmad Sahib nos crió como un padre. Además de sus estudios, el fallecido ayudaba a nuestro hermano en su negocio. El fallecido era muy trabajador y quería mucho a sus hermanos. Era amable y jovial. Nunca se enfadaba por nada que hicieran sus hermanos. El fallecido también destacaba por su participación en actividades comunitarias. Durante el tiempo que vivió en Pakistán, Sri Lanka y luego Australia, esencialmente dondequiera que viviera, se dedicó activamente a realizar tareas para la Comunidad. Amaba muy sincera y lealmente al Jalifato. Deseaba, al recibir su nacionalidad, ir a Londres para reunirse con el Jalifa del Mesías”. Este era su deseo. Su hermano menor, Sheraz Ahmad, dice: “Recitaba el Sagrado Corán de forma muy bella y era regular en sus oraciones diarias.”

Kamran Mubashar Sahib, un misionero, dice: “Una cualidad destacada que observé en el difunto era que respetaba mucho a los ancianos y a los misioneros de la Comunidad. Nunca rechazaba ninguna instrucción que le dieran. Si alguna vez le llamaban la atención sobre un error que había cometido, nunca se enfadaba por ello, sino que guardaba silencio por humildad mientras aceptaba su error y luego lo rectificaba.”

Uno de sus amigos, Ahmad Ibrahim, dice: “El fallecido poseía un extraordinario amor por la fe y el Jalifato. Respetaba a los cargos de la Comunidad y rezaba con regularidad las oraciones diarias. Había desarrollado con él una relación de hermano y amigo. Incluso si alguna vez le regañaba por algo, bajaba la mirada, escuchaba y decía que no dejaría que en el futuro surgiera la oportunidad de volver a presentar una queja de ese tipo. Era una persona muy alegre y cariñosa”.

El presidente local de la Comunidad en Brisbane dice: “El mes pasado, en marzo, vino a Brisbane durante una semana para reunirse con sus amigos y parientes. Dijo que había venido a buscar el perdón y a hacer las paces con cualquiera que tuviera alguna enemistad o queja contra él. Continuamente pedía perdón a todo el mundo. Casi parecía como si hubiera venido a despedirse de todos”.

Un amigo suyo, Shajar Ahmad, dice: “Era trabajador, intrépido y consciente de sus responsabilidades. El otro guardia de seguridad que resultó herido junto a él declaró que en cuanto el atacante entró en el centro comercial y vio que la gente corría, el fallecido intentó detenerlo, dando muestras de gran valentía al enfrentarse a él y ofrecer su vida para proteger a los demás.”

La gente también está rindiendo homenaje a Faraz Tahir Sahib en las redes sociales. Chris Murphy escribe en sus comentarios: “Me fijé en un guardia de seguridad elegantemente vestido, Faraz Tahir, que patrullaba en Westfield (centro comercial) cuando estuve allí antes de que comenzara la matanza… Un héroe que dio su vida intentando proteger a los demás”.

Una señora, Rebecca Aibrass, escribe: “Faraz Tahir dejó su país para salvarse de las crueldades y vino a Australia en busca de paz y un futuro mejor. Era muy querido en su comunidad. Dio su vida para salvar a otros. Mis condolencias a su familia y a la comunidad. Es una tragedia horrible”. Son muchos los comentarios similares que han hecho tanto quienes presenciaron los hechos en el centro comercial como quienes leyeron sobre ellos.

Un estudiante de Yamia Ahmadía Rabwah, Hasoor Ahmad, dice: “Faraz Tahir era mi primo. Era una buena persona. Rezaba regularmente las cinco oraciones diarias y aconsejaba a los demás que hicieran lo mismo. Siempre me recibía con una sonrisa. Me consideraba su hermano pequeño. Siempre que tenía que explicar algo lo hacía con mucho cariño. Siempre pedía oraciones diciendo: ‘Rezaré por ti, por favor, reza también por mí'”. Dice: “Me llamó por última vez el día de su martirio, cuando eran las cuatro de la madrugada en Australia. Su hermano mayor le dijo que eran las cuatro de la mañana y que él también tenía que ir a trabajar, por lo que debía irse a dormir. Él respondió: ‘Acabo de ofrecer el tahayud [oración voluntaria antes del amanecer] y he rezado por todos vosotros. Ofreceré el Fallr [oración justo antes del amanecer] y luego me iré a trabajar. No hay tiempo para dormir'”. Era su primer turno de mañana. Anteriormente había trabajado en el turno de noche. Además, escribe: “Este es el tercer martirio de nuestra familia. El primero fue el de mi tío Muhammad Nawaz Sahib, martirizado el 11 de septiembre de 2012 en Orangi Town, Karachi. Después, su tío Ijaz Ahmad Sahib fue martirizado el 4 de septiembre de 2013 en Orangi Town, Karachi. Ahora Faraz Ahmad Sahib ha sido martirizado”. Como he dicho antes, demostró que no abandonó su país [Pakistán] por miedo a la muerte, sino para encontrar la libertad religiosa. Que Dios Altísimo eleve la posición del fallecido y conceda paciencia y tolerancia a su familia.

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