La vida del Santo Profeta (sa)
Sermón del viernes 21-06-2024
Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad el Jalifa V del Mesías (atba) dijo:
Anteriormente, se estaban discutiendo relatos relacionados con la conspiración de los Banu Nadir – una tribu judía – para asesinar al Santo Profeta (sa). En el sermón anterior, dije que mencionaría más detalles sobre cómo Dios Altísimo frustró su plan para asesinar al Santo Profeta (sa). En relación con esto, se ha registrado lo siguiente: el Santo Profeta (sa) fue informado de su plan a través de una revelación. Más detalles al respecto son que cuando ‘Amr bin Jahhash llegó al techo para arrojar la piedra al Santo Profeta (sa), se le informó de esta conspiración de los judíos a través de una revelación. El Santo Profeta (sa) se movió rápidamente de su lugar, pero dejó a sus compañeros sentados allí. Se fue como si tuviera algo que hacer y rápidamente regresó a Medina. Sus compañeros pensaron que se había ido a algún trabajo [importante]. Sin embargo, cuando pasó algún tiempo, los compañeros se preocuparon por el Santo Profeta (sa) y salieron a buscarlo. En el camino se encontraron con alguien que venía de Medina. Los compañeros le preguntaron sobre el Santo Profeta (sa), y él les dijo que había visto al Santo Profeta (sa) entrar en Medina. Los compañeros fueron inmediatamente a ver al Santo Profeta (sa) en Medina y en ese momento, el Santo Profeta (sa) les informó de la conspiración de los Banu Nadir.
Por otra parte, los judíos estaban consultando entre sí cuando un judío vino a ellos desde Medina. Cuando escuchó a sus amigos hablar entre sí sobre el Santo Profeta (sa), preguntó: “¿Qué pensáis hacer?” Ellos respondieron: “Tenemos la intención de asesinar a Muhammad [sa] y capturar a sus compañeros”. Preguntó: “¿Dónde está Muhammad [sa]?” Ellos respondieron: “Este es Muhammad [sa], que está sentado en un lugar cercano”. Este amigo les dijo: “Vi a Muhammad [sa] entrar en Medina”. Al oír esto, se sorprendieron.
Otro biógrafo ha escrito en relación con esto que cuando pasó mucho tiempo y el Santo Profeta (sa) no regresó, Hazrat Abu Bakr (ra) dijo: “No tiene sentido que esperemos aquí. El Santo Profeta (sa) ciertamente recibió una orden de Dios Altísimo”. Por lo tanto, todos partieron desde allí. Ante esto, el líder de los judíos, Huyayy bin Akhtab, dijo: “Abul Qasim ha tomado una decisión apresurada. Estábamos preparando comida y negociando sobre el dinero ensangrentado”. Querían ofrecerle comida y atender su petición [de dinero por sangre]. Cuando los compañeros regresaban a Medina, se encontraron con un hombre y le preguntaron: “¿Has visto al Santo Profeta (sa)?” Él respondió: “Lo acabo de encontrar cuando entraba a Medina”.
Los compañeros llegaron allí y encontraron al Santo Profeta (sa) sentado. Hazrat Abu Bakr (ra) dijo: “¡Oh Mensajero de Dios! Tú saliste de allí, sin saberlo nosotros”. [El Santo Profeta (sa) respondió]: “[En árabe] los judíos tenían la intención de cometer traición contra mí”. El Santo Profeta (sa) partió de allí rápidamente debido a la revelación divina. El Santo Profeta (sa) no dijo nada a sus compañeros porque no corrían ningún peligro. El verdadero objetivo de los judíos era el Santo Profeta (sa), y por eso estaba satisfecho de que sus compañeros permanecieran fuera de peligro y, de hecho, rápidamente saldrían de allí para buscarle. En ese momento, se reveló el siguiente versículo:
[árabe]
“¡Oh vosotros que creéis! Acordaos del favor de Al’lah sobre vosotros cuando un pueblo intentó extender sus manos contra vosotros, pero Él retuvo sus manos de vosotros; y temed a Al’lah. Y en Al’lah deben confiar los creyentes”.
Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha escrito:
“Aparentemente, parecía como si ellos (es decir, los judíos) se alegraran con la llegada del Santo Profeta (sa) y le piderion que se sentara mientras ellos iban para organizar el dinero de inmediato. Así, el Santo Profeta (sa) tomó asiento a la sombra de una pared junto con sus compañeros, y los Banu Nadir se retiraron a un lado para deliberar. Aparentemente hicieron que pareciera que estaban organizando el dinero, pero en lugar de eso, planearon que esta era una oportunidad perfecta. Pensaron que mientras Muhammad [sa] estaba sentado a la sombra de una casa, apoyado contra su pared, si alguien subiera a lo alto de la casa desde el lado opuesto y arrojara una piedra grande sobre el Santo Profeta (sa), podría acabar con él de una vez por todas. De entre los judíos, un individuo llamado Salam bin Mashkam se opuso a esta idea y argumentó que se trataba de un acto de traición y violaba los términos de su acuerdo con el Santo Profeta (sa), pero los demás no le prestaron atención. Finalmente, un judío llamado ‘Amr bin Jahhash subió a lo alto de la casa con una piedra muy grande y estaba a punto de dejarla caer desde arriba, pero se narra que Dios el Exaltado informó al Santo Profeta (sa) sobre este siniestro plan de los judíos a modo de revelación. El Santo Profeta (sa) se levantó inmediatamente, y esto fue tan inesperado que tanto sus compañeros como los judíos pensaron que el Santo Profeta (sa) se había levantado para atender un asunto inmediato. Por lo tanto, continuaron sentados tranquilamente esperando al Santo Profeta (sa). Sin embargo, el Santo Profeta (sa) se dirigió a Medina de inmediato. Los compañeros esperaron al Santo Profeta (sa) durante algún tiempo, y al ver que no regresó, se levantaron preocupados y, durante el curso de la búsqueda del Santo Profeta (sa), finalmente lograron llegar también a Medina. Fue entonces cuando el Santo Profeta (sa) informó a los compañeros de la peligrosa conspiración de los judíos”.
Según los detalles, con respecto a la actitud de los judíos después de la partida del Santo Profeta (sa), está escrito que los judíos estaban arrepentidos por sus acciones. Un hombre judío llamado Kinanah bin Suwairah o Suriyyah dijo: “¿Sabes las razones por las que Muhammad [sa] se fue de aquí?” Ellos respondieron: “¡Por Dios! No lo sabemos, si lo sabe, díganoslo”. Él dijo: “Juro por la Torá, sé que Muhammad [sa] ha sido informado sobre vuestra intención de traición. Por tanto, no os engañéis más. Juro por Dios que él es ciertamente el Mensajero de Dios, y la razón por la que se puso de pie es porque fue informado a través de una revelación que queríais engañarle. De hecho, él es el último profeta. Vosotros deseábais que el último profeta viniera de los descendientes de Aarón (as), pero Al’lah quiso que fuera enviado desde aquí. Sin duda, los libros que leemos en la Torá no han sido modificados. En ellos está escrito que este profeta nacerá en La Meca y emigrará a Yathrib, es decir, Medina. Las cualidades descritas en nuestro libro, la Torá, sólo coinciden con él a la perfección. Veo que no cosecharéis más que derramamiento de sangre. Dejaréis atrás vuestras riquezas, propiedades e hijos que llorarán y se lamentarán mientras te lloran. Si aceptáis mi consejo, vuestro honor y vuestra dignidad permanecerán intactos. Aceptad mis dos consejos, de lo contrario, no sirve de nada un tercero.
Me preguntaron: ¿cuáles son esos dos consejos? Dijo: “lo primero es que aceptéis el Islam y os convirtáis así en compañeros de Muhammad (sa); entonces vuestra riqueza y vuestros hijos estarán a salvo, y estaréis entre sus queridos compañeros y no seréis expulsados de vuestros hogares.”
Los judíos respondieron a las palabras de Kinanah bin Suriyyah diciendo: “No abandonaremos la Torá ni el pacto de Moisés (as).” Kinanah dijo: “Lo segundo es que esperéis. Pronto os ordenará que abandonéis la ciudad. En ese momento, deberíais decir que sí. Entonces no hará permisible para sí vuestra sangre [es decir, la guerra contra vosotros] ni vuestra riqueza, y os dejará vuestras riquezas y vuestras propiedades. Podéis venderlas si así lo deseáis o quedároslas”.
Dijeron: “Sí, estamos preparados”. Salam bin Mashkam dijo: “De lo que has dicho, yo estaba obligado a unirme a ti en ello. Él (como Muhammad (sa)) va a enviarnos ahora un mensaje para que abandonemos esta zona. Oh Huyayy, no dudes ante sus palabras. (Dijo estas palabras al jefe) “Y acepta felizmente el destierro y abandona su ciudad”. Huyayy dijo: “Haré exactamente eso y me iré de aquí”.
Al llegar a Medina, ¿qué medidas tomó el Santo Profeta (sa) respecto a estos planes y conspiraciones? Está escrito que el Santo Profeta (sa) ordenó el exilio de los judíos, pero éstos se negaron a hacerlo. Aunque esto es lo que se escribió inicialmente, su intención cambió más tarde, y se prepararon para la batalla. Los detalles adicionales son los siguientes:
Tras llegar a Medina, el Santo Profeta (sa) mandó llamar a Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra). Cuando llegó, el Santo Profeta (sa) le ordenó que fuera a ver a los judíos de Banu Nadir y les transmitiera este mensaje: “El Mensajero de Al’lah (sa) me ha enviado para deciros que abandonéis su ciudad”. Muhammad bin Maslamah (sa) se dirigió a los Banu Nadir y les dijo: “El Mensajero de Al’lah (sa) me ha enviado para transmitiros un mensaje, pero antes quiero recordaros algo que todos sabéis.” Preguntaron: “¿Qué es?”. Muhammad bin Maslamah dijo: “Os pregunto por la Torá que Al’lah reveló a Moisés (as). ¿Recuerdáis que antes del Islam, un día traje la Torá y os la presenté? Dijisteis: ‘Si quieres comer, te daremos de comer; si quieres hacerte judío, te haremos judío’. Yo respondí: ‘Si me ofrecéis comida, comeré, pero convertirme en judío es imposible’. Entonces me ofrecisteis un plato de comida y me preguntasteis por qué no quería aceptar el judaísmo. ¿Estás en busca de la fe abrahámica? ¿Acaso Abu Amir, que es devoto de la religión, no es seguidor de la fe abrahámica?”.
Va a aparecer un profeta de esta religión, que tiene las siguientes características. Tendrá una disposición alegre, destruirá a los enemigos de la verdad, habrá un atisbo de enrojecimiento en sus ojos, aparecerá desde la dirección de Yemen, montado en un camello, llevará turbante, le bastarán unos trozos de pan seco, una espada colgará de su cuello y pronunciará palabras de sabiduría y de sagacidad.” Ante esto, los judíos afirmaron: “Has relatado correctamente todos los signos. Ciertamente, dijimos todas estas cosas, pero éstas no se encuentran en él (es decir, el Santo Profeta (sa))”. Muhammad bin Maslamah afirmó: “Lo que quería recordaros era exactamente esto. Ahora, escuchad el mensaje del Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) me ha enviado a vosotros porque habéis roto engañosamente el pacto que se hizo con vosotros. Amr bin Jahhash subió al tejado con la intención de arrojarle una gran piedra y Dios Altísimo informó de ello a Su Profeta por revelación divina. Habéis violado vuestro juramento”. Al oír esto, se callaron. Mientras transmitía el mensaje del Santo Profeta (sa), Muhammad bin Maslamah también mencionó que el Santo Profeta (sa) afirmó:
Árabe
“Debéis abandonar la ciudad en un plazo de diez días. Si alguien es visto después de este período, le golpearé el cuello”. Los judíos respondieron: “No podemos ni imaginar que un individuo de la tribu Aus pronuncie tales palabras. Eras nuestro cómplice”. Ante esto, Muhammad bin Maslamah afirmó: “La condición de los corazones ha cambiado. Los Aus y los Khazraj tenían amor en sus corazones por los judíos, pero tras la llegada del Islam, esto ha sido reemplazado por el amor a Al’lah y a Su Mensajero (sa).”
Tras escuchar el mensaje del Santo Profeta (sa), los judíos comenzaron a prepararse para abandonar la ciudad. Los Banu Nadir dispusieron de unos días y comenzaron a prepararse para partir. Sus monturas estaban en un campo de pastoreo en Dhi Jadar. Dhi Jadar era un campo de pastoreo situado cerca de Quba, a unas 6-8 millas de Madinah. Fueron a recoger sus monturas y también pidieron prestados algunos camellos a la tribu Banu Ashja’.
Mientras los judíos se preparaban para partir, Abdullah bin Ubayy bin Sulul, el Jefe de los Hipócritas, pensó en una estratagema, y como resultado, cambiaron sus intenciones de partir. En cuanto a los detalles de este incidente, los libros de historia indican que los judios estaban ocupados preparando su salida, cuando recibieron un mensaje de Abdullah bin Ubayy. Este mensaje, entregado por Suwaid y Da’is de parte de Abdullah bin Ubayy decía, “No os marchéis de vuestras casas, ni dejéis vuestras posesiones, quedaros en vuestras fortalezas. Yo tengo 2,000 hombres de entre mi gente y de otras tribus árabes y ellos entrarán en las fortalezas con vosotros. Ellos no dejarán que los musulmanes os desalojen, ni siquiera si hasta el último de ellos tienen que morir. Los Banu Quraizah también acudirán para ayudaros. Vuestros aliados de entre los Banu Ghatafan también os ayudarán. En el caso de que, al final, tengáis que abandonar vuestros hogares, entonces nosotros os acompañaremos.
Al´lah el Altísimo ha mencionado este complot y estrategia de los hipócritas en el Sagrado Quran con las siguientes palabras:
[árabe]
“¿No habéis visto a los que son hipócritas? Dicen a sus hermanos incrédulos de entre el Pueblo del Libro, ‘Si se os expulsa ciertamente marcharemos con vosotros y nunca obedeceremos a nadie en contra vuestra y si os atacan, en verdad os ayudaremos.'” (Sagrado Corán 59:12)
Abdullah bin Ubayy envió un mensaje a Ka’b bin Asadi Qurazi de los Banu Quraizah diciéndole que debería ayudar a sus compañeros. El respondió que ni uno de ellos estaba dispuesto a romper el acuerdo que habían hecho y se negó a implicarse en el asunto. Abdullah bin Ubayy abandonó la esperanza de involucrar a los Banu Quraizah. Por lo tanto, intentó crear tensiones entre el Santo Profeta (sa) y los Banu Nadir. Envió una serie de mensajes a Huyayy. Huyayy dijo que enviaría un mensaje al Santo Profeta(sa) informándole que no abandonarían sus casas, ni sus riquezas y que los musulmanes podrían hacer lo que quisieran .
Abdullah bin Ubayy engañó a Huyayy. Salam bin Mashkam dijo a Huyayy, “Estás engañandote a ti mismo. Si no hubiese ningún peligro en considerar su opinión absurda, yo le dejaría con mis compañeros judíos que me tratan con sinceridad. No tome esta acción, Huyayy. Por Dios, usted y yo sabemos muy bien que es un verdadero profeta de Al’lah el Altísimo. Vemos con nuestros propios ojos sus calidades y atributos. Si le desobedecemos, es solamente porque nos sentimos celosos que la profecía entre la descendencia de Aaron ha cesado. Vamos a aceptar los términos de paz que él ha propuesto. Deberíamos marcharnos de su ciudad. Usted comprende que ha ido en mi contra engañandoles de este modo. Vamos a marcharnos. Cuando llegue el momento de recoger la cosecha de nuestros huertos, iremos allí, o uno de nosotros irá, y podremos venderlos o hacer lo que nos parezca oportuno. Después, él volverá a nosotros, y será como si nunca nos hubiésemos marchado de nuestra ciudad porque nuestra riqueza y activos permanecerán en nuestras manos. Es debido a nuestra riqueza y a nuestras hazañas que tenemos honor entre nuestra gente. Si perdemos nuestra riqueza tendremos que enfrentar la desgracia como los demás judíos. Pero, si Muhammad (sa) viene y asedia nuestra fortaleza, incluso durante solo un día, entonces los términos que ha propuesto ya no valdrán y habremos perdido la oportunidad.” Huyayy bin Aktab respondió,”Muhammad (sa) solo someterá nuestra fortaleza a un asedio si tiene la oportunidad, si no se marchará. ¿No has visto lo que Abdullah bin Ubayy me ha prometido? Salam bin Mashkam dijo, “No se puede fiar de la palabra de Abdullah bin Ubayy. Él desea traer la destrucción sobre vuestras cabezas a base de empujaros hacía la guerra con Muhammad (sa). Él se quedará en casa y os dejará abandonados. Abdullah bin Ubayy buscó la ayuda de Ka’b, pero, Ka’b le dió la espalda diciendo, ‘Nadie de entre los Banu Quraizah romperá este acuerdo mientras yo esté vivo.’ Abdullah bin Ubayy había hecho una promesa parecida con sus confederados, los Banu Qainuqa’. Ellos también intentaron hacer la guerra; rompieron el acuerdo que habían hecho. Sufrieron el asedio como resultado de sus propias acciones. Esperaban la ayuda de Abdullah bin Ubayy mientras él permaneció en su casa. Muhammad (sa) avanzó hacía sus fortalezas y los sometieron al asedio hasta no tener elección y tuvieron que aceptar sus términos. Ibn Ubayy no ayudó a sus confederados, mientras nosotros ayudamos a los Aus con nuestras espadas y hemos luchado junto con ellos en sus batallas. Ahora con la llegada de Muhammad (sa) se ha levantado una barrera y aquellos conflictos han terminado. Ibn Ubayy no es ni judío ni musulmán. Y tampoco sigue la religión de su nación. ¿Como podemos fiarnos de sus palabras?” Huyayy respondió, “Yo siempre voy a guardar rencor contra Muhammad (sa) y voy a seguir luchando contra él.” Entonces Salam dijo, “En este caso, estaremos exiliados de nuestra patria, nuestra riqueza y nuestro honor desvanecerá, nuestros hijos se convertirán en cautivos, nuestros hombres morirán en la batalla.” Pero Huyayy se negó a escuchar y se mantuvo firme sobre su intención de luchar contra el Santo Profeta (sa).
Incluso Suruq bin Abi Huqaiq, un judío anciano conocido por ser un hombre muy sencillo, dijo, “Oh Huyayy, eres un hombre desgraciado que va a traer la ruina sobre los Banu Nadir.” Huyayy montó en cólera. Dijo,”Está hablando un hombre del Banu Nazir, y este simplón se atreve a echarme a mí la culpa.” Los hermanos Suruq le golpearon y dirigiéndose a Huyayy dijeron: “Nosotros seguiremos sus mandamientos y nunca nos pondremos en tu contra.” Luego, Huyayy mandó a su hermano, Jud’i bin Akhtab como mensajero para informar al líder de los musulmanes que no tenían la intención de marcharse, pasara lo que pasara. Jud´i llegó a Medina y entregó el mensaje. En aquel momento, el Santo Profeta (sa) estaba sentado entre sus compañeros. Al escuchar el mensaje, el Santo Profeta (sa) dijo en voz alta, “Al’lah es el más Grande!” y los musulmanes aclamaron en voz alta takbir. El Santo Profeta (sa) dijo entonces:
[Árabe]
En otras palabras: “El pueblo judío ha declarado la guerra”. En respuesta a sus recelos y declaración de guerra, el Santo Profeta (sa) también declaró la guerra a los Banu Nadir. Inmediatamente, los compañeros comenzaron a prepararse.
El mismo mensajero judío, Yud’i bin Ajtab fue inmediatamente a casa de Abdul’lah bin Ubay y le informó de la conversación que había tenido con el Santo Profeta (sa). En ese momento, Abdul’lah bin Ubay estaba sentado en su casa manteniendo conversaciones informales con sus amigos. Dijo: “Ve. Enviaré recado a mis aliados y se unirán a vosotros en vuestras fortalezas”. El mensajero observó que el hijo de Ibn Ubay, Hazrat Abdul’lah (ra), se ponía su armadura y empuñaba su espada, corriendo para unirse al ejército musulmán. Al ver esto, Yud’i se mostró escéptico de recibir apoyo alguno. Inmediatamente fue a ver a Huyay y le contó todo lo que había sucedido, diciéndole: “Al oír lo que has dicho, Muhammad (sa) dijo que los judíos han declarado la guerra. Entonces levantó una consigna glorificando a Dios y anunció que se hicieran los preparativos”. Huyay seguía negándolo y dijo: “Esto no fue más que una estratagema táctica de guerra por su parte”. Huyay preguntó por lo que había dicho Abdul’lah bin Ubay y relató su conversación con él, diciendo: “Dijo que enviaría un mensaje a sus aliados y que se unirían a nosotros en nuestras fortalezas. Yud’i dijo: “No creo que envíe ayuda”. Por otra parte, el Santo Profeta (sa) había ordenado a los compañeros que asediaran las fortalezas de Banu Nadir. A este respecto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) escribe:
“El Santo Profeta (sa) llamó a Muhammad bin Maslamah (ra), un jefe de la tribu Aus y le dijo:
‘Ve donde estén los Banu Nadir y habla con ellos sobre este asunto. Diles que como han ido demasiado lejos en sus actos de maldad y su traición ha llegado a un límite extremo, ya no es apropiado que permanezcan en Medina. Es mejor que abandonen Medina y se instalen en otro lugar”.
El Santo Profeta (sa) les dio un plazo de diez días.
Cuando Muhammad bin Maslamah (ra) se dirigió a ellos, se comportaron de la forma más arrogante y dijeron: ‘Dile a Muhammad (sa) que no estamos preparados para abandonar Medina, así que haced lo que queráis’. Cuando el Santo Profeta (sa) recibió esta respuesta de los judíos, dijo espontáneamente: ‘Dios es el Más Grande, y parece que los judíos están preparados para la guerra’. El Santo Profeta (sa) ordenó a los musulmanes que se prepararan y entró en el campo de batalla contra los Banu Nadir acompañado de un grupo de compañeros.”
Para reprimir a estos rebeldes que habían urdido el horrible complot de asesinar al Jefe del Estado -que en ese momento era el Santo Profeta (sa)- y que en lugar de expresar su arrepentimiento habían tomado las armas y declarado la guerra, se hizo necesario detenerlos para defender Medina del derramamiento de sangre. Así que, cuando todos los musulmanes se hubieron reunido, el Santo Profeta (sa) partió con ellos. En esta ocasión, el Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat Ibn Umm Maktum su lugarteniente en Medina. Se encomendó a Hazrat Sa’d bin Ubadah (ra) la tarea de tomar la tienda y erigirla frente a las fortalezas. Se trataba de una tienda especial hecha de madera o, según algunos, de cuero. La bandera de batalla la llevaba Hazrat Ali bin Abi Talib (ra). El Santo Profeta (sa) avanzó junto con el ejército musulmán hasta llegar a la morada de Banu Nadir cerca del atardecer, donde acamparon. Fue allí, en un campo abierto, donde ofrecieron el Asar (la oración de la tarde). Los judíos que se habían resguardado en el interior de sus fortalezas subieron a ellas y empezaron a lanzar flechas y piedras.
Al acercarse la hora de la oración vespertina, el Santo Profeta (sa) dirigió la oración, tras la cual regresó a su casa en Medina junto con diez compañeros. En ese momento, el Santo Profeta (sa) se estaba poniendo su armadura y montaba a caballo. Nombró a Hazrat Ali (ra) comandante del ejército, aunque hay otra narración en la que se afirma que nombró a Hazrat Abu Bakr (ra). En cualquier caso, los musulmanes asediaron a los judíos durante toda la noche, y no cesaron de lanzar consignas glorificando a Dios hasta que comenzó el amanecer, cuando Hazrat Bilal (ra) hizo la llamada a la oración de la mañana.
El Santo Profeta (sa) regresó a la base militar junto con los mismos diez compañeros que le habían acompañado, y dirigió el Fallr (la oración que se ofrece justo antes del amanecer). Un judío llamado Azwaq, o según otros llamado Ghazul, era un experto arquero que tenía la habilidad de lanzar una flecha muy lejos. Apuntó a la tienda del Santo Profeta (sa) y disparó una flecha que alcanzó la tienda. El Santo Profeta (sa) ordenó que la tienda se trasladara fuera del alcance de los arqueros. Entonces cayó la noche, pero Abdul’lah bin Ubay ni acudió a los Banu Nadir, ni se presentaron ninguno de sus aliados mientras él permanecía en su casa. Los Banu Nadir perdieron la esperanza de ser ayudados por él.
Salam bin Mashkam y Kinanah bin Suwairah dijeron a Huyay: “¿Dónde está la ayuda de Ibn Ubay que esperabas?”. Huyay contestó: “¿Qué puedo hacer ahora? Nos han arrastrado a la ruina”. Una noche, cerca de la hora de la oración de la tarde, Hazrat Ali (ra) no estaba en el ejército, por lo que la gente le dijo al Santo Profeta (sa): “Oh Mensajero de Dios (sa), no vemos a Ali por ninguna parte.” El Santo Profeta (sa) dijo: “No os preocupéis por él, porque ha ido a hacer algo por vosotros”. Poco después, Hazrat Ali (ra) regresó con la cabeza cortada del hombre llamado Azwaq, el mismo que había disparado una flecha contra la tienda del Santo Profeta (sa). Hazrat Ali (ra) le tenía en el punto de mira desde el momento en que se dispuso a atacar a un destacado líder musulmán. También le acompañaba un contingente. Hazrat Ali (ra) lo atacó y mató, mientras los que estaban con Azwaq huyeron.
Entonces, el Santo Profeta (sa) desplegó un contingente de diez hombres con Hazrat Ali (ra), incluyendo a Hazrat Abu Duyanah (ra) y Hazrat Sahl bin Hunaif (ra). Hazrat Ali (ra) fue y capturó al grupo de amigos de Azwaq que habían escapado al verlo. Este contingente de compañeros los mató a todos. Algunos estudiosos han escrito que este contingente estaba formado por diez personas. Después de matarlos, los compañeros trajeron sus cabezas, que fueron depositadas en varios pozos. Según una narración, el Santo Profeta (sa) ordenó que los arrojaran al pozo de Banu Jatmah. Los demás detalles se mencionarán en el futuro, si Dios quiere.
He sido informado de que cuando os ponéis en filas para rezar no lo hacéis hombro con hombro. La era Covid ya ha pasado, por lo que, cuando os pongáis en filas para rezar, debéis estar hombro con hombro.