La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Sermón del viernes 25-04-2025

Después de recitar el Tashahud, el Taawuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad, el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:

Se estaban mencionando diversas expediciones de la vida del Santo Profeta (sa). En este contexto, hay una expedición de Hazrat Ghalib bin Abdul’lah Laizi hacia Fadak. Hazrat Bashir bin Sa’d, junto con 30 personas, se dirigió hacia los Banu Murrah en Fadak en el mes de Shaban [octavo mes del calendario islámico], en el séptimo año después de la Hégira. Los Banu Murrah martirizaron a todos los compañeros de Hazrat Bashir bin Sa’d. Esto ya se ha mencionado anteriormente.

Cuando el Santo Profeta (sa) supo del martirio de los compañeros de Hazrat Bashir bin Sa’d, preparó a Hazrat Zaid bin Awwam y dijo: “Ve hasta el lugar donde fueron martirizados los compañeros de Hazrat Bashir bin Sa’d. Si Al’lah te concede la victoria, entonces no perdones a ninguno de ellos” (es decir, no perdones a ninguno de los enemigos que actuaron con injusticia y mataron y martirizaron a los musulmanes). El Santo Profeta (sa) preparó a 200 Compañeros para que lo acompañaran y le asignó a él una bandera.

Cuando Hazrat Ghalib llegó ante el enemigo, envió algunos espías. Envió a Hazrat Ulbah bin Zaid junto con otros 10 individuos hacia el campamento enemigo. Vieron a un grupo de personas allí y, al regresar, informaron a Hazrat Ghalib de la situación. Hazrat Ghalib avanzó lo suficiente como para poder ver al enemigo. El enemigo se había quedado dormido completamente en paz. Hazrat Ghalib alabó y glorificó a Al’lah, llamó al enemigo y dijo: “Os aconsejo que temáis a Al’lah, Quien es Uno y no tiene copartícipe”.

En realidad, dijo esto a sus compañeros, no al enemigo:  “Os aconsejo que temáis a Al’lah, Quien es Uno y no tiene copartícipe. Obedecedme y no seáis desobedientes conmigo. No os opongáis a ninguna de mis instrucciones, porque aquel que no obedece, su opinión carece de valor”.

En otra narración, estas palabras se han registrado así: “No me desobedezcáis, porque el Santo Profeta (sa) ha dicho: ‘Quien obedece a mi líder, me obedece a mí, y quien lo desobedece, me desobedece a mí.’ Por lo tanto, si me desobedecéis, estaréis desobedeciendo a vuestro Profeta (sa)”.

Después, estableció un vínculo de hermandad entre ellos y dijo: “Tú estás con tal persona, y tú con tal otra. Ninguno de vosotros debe separarse de su hermano. No debe ocurrir que si uno de vosotros viene a mí y le pregunto por su compañero, responda que no lo sabe”. Luego dijo: “Cuando yo alce el takbir (Al’lah es el más Grande), hacedlo conmigo”.

Cuando comenzó la batalla, los musulmanes rodearon al enemigo. Ante esto, Hazrat Ghalib proclamó el takbir (Al’lah es el más Grande), y los demás compañeros repitieron tras él y luego desenvainaron sus espadas. El enemigo también se había preparado para la batalla y avanzó. El combate duró un tiempo, y los musulmanes derrotaron al enemigo con facilidad. Ese día, el grito de los musulmanes fue: “¡Amit, Amit!” [¡Dad muerte!]. Los musulmanes regresaron con varios camellos y cabras como botín de guerra. Cada persona recibió 10 camellos, o 10 cabras como equivalente de un camello.

Una de las expediciones fue la expedición de Hazrat Shulla bin Wahb, que fue enviada hacia Sayyi. Esta expedición tuvo lugar en Rabi al-Awwal del año 8 después de la Hégira, bajo el liderazgo de Hazrat Shulla bin Wahb. Sayyi era una localidad situada a una distancia de cinco jornadas de Medina, entre La Meca y Basora. El nombre del padre de Hazrat Shulla era Wahb bin Rabiah. Hazrat Shulla se encontraba entre los Compañeros eminentes que aceptaron el islam en los primeros días. Seis años después del advenimiento del Santo Profeta (sa), se unió al segundo grupo de emigrantes a Abisinia, por instrucción del Santo Profeta (sa).

Después de algún tiempo, al oír el rumor de que la gente de La Meca había aceptado el islam, Hazrat Shulla regresó de Abisinia a La Meca. Más tarde, cuando el Santo Profeta (sa) dio permiso para que los Compañeros emigraran a Medina, él dejó La Meca junto con su hermano, Uqbah bin Wahb, y emigró a Medina. Hazrat Shulla participó junto al Santo Profeta (sa) en todas las batallas principales, incluyendo Badr, Uhud y Jandaq, y fue martirizado en la batalla de Yamamah, cuando tenía poco más de 40 años.

En cualquier caso, los detalles de esta expedición son los siguientes: el Santo Profeta (sa) recibía informes continuos de que los Banu Hawazin, de la región de Sayyi, estaban ayudando a los enemigos del islam y emboscaban a individuos de tribus aliadas con los musulmanes, y luego se ocultaban en áreas desiertas. En Rabi al-Awwal del año 8 d. H., el Santo Profeta (sa) designó a Hazrat Shulla con un grupo de 24 “muyahidines” (combatientes) para reprimir a los Banu Hawazin (también conocidos como los Banu Amir).

Hazrat Shulla y sus combatientes viajaban por la noche y se escondían durante el día, hasta que una mañana alcanzaron de forma sorpresiva a los Banu Amir y lanzaron un ataque repentino. Hazrat Shulla instruyó a sus combatientes que no persiguieran a los enemigos que huían. Capturaron un gran número de camellos y cabras, que llevaron de regreso a Medina, y se distribuyó el botín de guerra. Cada hombre recibió 15 camellos como su parte. Esta expedición duró 15 días.

Otra expedición que se menciona es la expedición de Hazrat Kab bin Umair hacia Zate Atlah. Esta tuvo lugar el 8 de Rabi al-Awwal del año 8 d. H. El Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Kab bin Umair al-Ghifari a Zate Atlah, que se encontraba en la tierra de Siria, más allá de Wadi al-Qura, cerca de Mutah y a unas 600 millas de Medina. Hazrat Kab estaba acompañado por 15 compañeros.

El Santo Profeta (sa) había recibido información de que los Banu Quda‘ah estaban reuniendo una gran fuerza en Zate Atlah, más allá de Wadi al-Qura, con la intención de atacar a los musulmanes. Al llegar a Zate Atlah, Hazrat Kab se enfrentó a un gran ejército. Esto ocurrió porque, al acercarse al área, un espía del enemigo los avistó e inmediatamente alertó a su gente de la proximidad del ejército musulmán. El enemigo entonces se preparó y reunió un gran contingente.

Los Compañeros les invitaron a aceptar el islam, pero ellos se negaron y comenzaron a dispararles flechas. Al ver esto, los Compañeros del Santo Profeta (sa) lucharon valientemente y continuaron combatiendo hasta que todos ellos fueron martirizados. Uno de los Compañeros, que estaba gravemente herido y yacía entre los cuerpos, logró escapar. Según una narración, este sobreviviente fue el propio Hazrat Kab bin Umair. En cualquier caso, se registra que en la noche fría cuando montó en su cabalgadura y regresó al Santo Profeta (sa) para informarle de lo ocurrido. La noticia causó gran tristeza al Santo Profeta (sa). Él tenía la intención de enviar inmediatamente un ejército en respuesta, pero al saber que el enemigo se había retirado de ese lugar, pospuso el plan.

La batalla de Mutah:

Ocurrió en Yamadi al-Ula del año 8 d. H., correspondiente a septiembre del año 629 d. C. Mutah era una ciudad situada en la región de Balqa, en la frontera de Siria, a unas 600 millas de Medina. Esta expedición también es conocida como la batalla de Yaish al-Umara, porque antes de enviar el ejército, el Santo Profeta (sa) nombró a más de un comandante para liderarlo.

Se relata que el propósito de esta batalla fue que el Santo Profeta (sa) había enviado a Hazrat Hariz bin Umair (ra) como emisario al gobernador de Basora, portando una carta. Cuando llegó al área de Mutah, Shurahbil bin Amr Ghassani se le acercó y le preguntó: “¿A dónde vas?”. Él respondió: “Voy a Siria”. Shurahbil preguntó: “¿Eres acaso emisario del Santo Profeta Muhammad (sa)?”. Él respondió: “Sí, soy emisario del Santo Profeta (sa)”. Shurahbil ordenó a sus hombres que lo ataran, y luego lo martirizó. Cuando el Santo Profeta (sa) recibió esta noticia, le causó gran pesar. Reunió a sus Compañeros y les informó del martirio de Hazrat Hariz bin Umair (ra) y de quienes lo mataron. Fue debido a este incidente que tuvo lugar la batalla de Mutah.

Hazrat Musleh Maud (ra), al describir las causas y el contexto de esta batalla, escribe: “Cuando el Santo Profeta (sa) regresó de la peregrinación a la Kabah [Umrah], empezó a recibir informes de que los judíos y los incrédulos habían incitado a las tribus cristianas árabes en las fronteras de Siria, con lo cual se estaban preparando para atacar Medina. En respuesta, el Santo Profeta (sa) envió un grupo de 15 hombres hacia la frontera siria para investigar la veracidad de estos rumores. Cuando este grupo llegó a la frontera siria, vieron que, en efecto, un ejército se estaba reuniendo allí. En lugar de regresar para informar al Santo Profeta (sa), fueron dominados por el fervor de la prédica (que en aquellos días era distintivo de los verdaderos creyentes) y valientemente se adelantaron para invitar al enemigo al islam. Sin embargo, aquellos que estaban incitados por el odio y se preparaban para atacar y conquistar a la nación del Santo Profeta (sa), no se vieron afectados en absoluto por el mensaje de la unidad de Dios. Tan pronto como los Compañeros comenzaron a presentar las enseñanzas del islam, todos los soldados sacaron sus arcos y comenzaron a disparar flechas contra ellos. Cuando los musulmanes vieron que su prédica no era respondida con argumentos ni diálogo, sino con flechas, no huyeron, ni salvaron sus vidas del ataque de cientos. En su lugar, como verdaderos creyentes, esos 15 hombres se mantuvieron firmes ante cientos o miles de soldados, y cada uno de ellos fue martirizado allí” (hoy en día, estos supuestos musulmanes tratan a los ahmadíes de la misma manera). El Santo Profeta (sa) quiso enviar otro ejército para castigar a los que habían cometido semejante acto de barbarie. Mientras tanto, recibió noticias de que las fuerzas enemigas que se habían estado reuniendo allí se habían dispersado. Así pues, retrasó su plan por el momento.

Durante este periodo, el Santo Profeta (sa) escribió una carta al líder de la tribu Ghassan, que gobernaba Basora bajo la autoridad del Imperio Romano o posiblemente escribió al propio César. Es probable que estas cartas contuvieran una queja relativa a este incidente, en la que se explicaba cómo algunas tribus sirias se preparaban para atacar el territorio islámico y que habían matado a 15 musulmanes sin motivo. Una de esas cartas fue confiada a un Compañero llamado Al-Hariz (ra), que viajó hacia Siria y se detuvo en un lugar llamado Mutah. Allí se encontró con Seryil, un líder de la tribu Ghassan, que había sido nombrado por César (Hazrat Musleh Maud (ra) ha escrito Seryil, pero creo que se trata de un error tipográfico, ya que su verdadero nombre era Shurahbil). Le preguntó: “¿A dónde vas? ¿Quizás seas portador de un mensaje del Profeta Muhammad?”. Respondió afirmativamente, momento en el que lo capturó, lo ató y lo golpeó hasta matarlo. Aunque este detalle no se menciona en los libros de historia, el contexto revela que esta persona era muy probablemente uno de los líderes del mismo grupo que martirizó a los 15 Compañeros antes, es decir, la persona llamada Shurahbil. Así, el hecho de que le preguntara si era un representante del Santo Profeta (sa) revela que temía que el Santo Profeta (sa) fuera a informar al César de que la gente de su región estaba atacando a la gente de la región del Santo Profeta (sa), para que no iniciara una investigación. Llegó a la conclusión de que lo que más le convenía era matar al emisario, para que no llegara ningún informe ni hubiera una investigación posterior. Dios Altísimo no permitió que se cumplieran sus perversas intenciones, y de un modo u otro la noticia del martirio de Hariz llegó al Mensajero de Al’lah (sa), quien respondió al anterior incidente injusto, junto con éste enviando un ejército de 3.000 musulmanes hacia Siria, bajo el liderazgo de Hazrat Zaid bin Harizah, su esclavo liberado.

En cuánto al nombramiento de comandantes, para esta batalla por el Santo Profeta (sa) se menciona de la siguiente manera: el Santo Profeta (sa) designó a Hazrat Zaid bin Harizah (ra) como comandante de un ejército de 3.000 personas y dio las instrucciones: “Si Zaid fuera martirizado, Hazrat Yafar bin Abi Talib tomará su lugar como comandante, y si Hazrat Yafar fuera martirizado, Hazrat Abdul’lah bin Rawahah tomará su lugar como comandante, y si él también fuera martirizado, entonces quien los musulmanes designen entre ellos tomará su lugar”.

Un judío llamado Numan que estaba presente en esta ocasión dijo:  “¡Oh Abu al-Qasim! (así es como los judíos solían dirigirse al Santo Profeta [sa]) si eres un verdadero profeta, entonces cada persona cuyo nombre ha mencionado (sean pocos o muchos) serán todos martirizados”. El hombre continuó diciendo: “cuando los profetas israelitas nombraban comandantes de un ejército y decían que, si tal o cual persona moría, que entonces tal o cual debía ocupar su lugar, ocurría que aunque enumeraran 100 nombres, todos eran martirizados”. Luego, esta persona judía dirigió su atención hacia Zaid y le dijo: “Zaid, debes escribir tu testamento porque si Muhammad es un verdadero profeta, entonces ciertamente no volverás con vida”. Hazrat Zaid respondió: “Doy testimonio de que, en efecto, es un Profeta verdadero y puro”.

Cuando el Santo Profeta (sa) estaba nombrando comandantes del ejército, también hay un incidente de Hazrat Yafar al Santo Profeta. Dijo: “¡Oh Mensajero de Dios, que mis padres sean sacrificados por Usted!  No pensé que nombraría a Zaid comandante sobre mí (es decir, que pertenecía a una familia noble, pero no fue nombrado)”. El Santo Profeta (sa) respondió: “Debes irte, pues no sabes quién es realmente mejor”.

El Santo Profeta (sa) entregó una bandera blanca a Hazrat Zaid y le ordenó que invitara a la gente al islam una vez que llegara al lugar del martirio de Hariz bin Umair. Si aceptaban, entonces todo bien. Si no, que buscara la ayuda de Dios y se enfrentara a ellos en la batalla. El Santo Profeta (sa) se despidió de todos y les aconsejó.

Con respecto a esto hay detalles: la gente se preparó, y el ejército se reunió en un lugar situado aproximadamente a 3 millas de Medina llamado Yurf. El Santo Profeta (sa) también acompañó al ejército que partía hasta Zaniyatul Wada para despedirse de ellos. Antes de partir a la batalla, el Santo Profeta (sa) transmitió al ejército musulmán una serie de instrucciones. Afirmó: “Os ordeno que adoptéis la rectitud [Taqwa] y que tratéis a vuestros compañeros musulmanes con bondad. Salid en nombre de Dios y enfrentáos a los que Le niegan. No engañéis a nadie, no actuéis a traición y no matéis a ningún niño, mujer o anciano. No cortéis ninguna palmera datilera, ni ningún otro árbol, y no demoláis ningún edificio”.

Además, dio instrucciones a los comandantes del ejército: “Cuando encontréis a idólatras, invitadles a una de estas tres opciones: acepten lo que acepten, cumplid vuestra parte y no les causéis daño. Primero, invitadles a emigrar de su ciudad a la ciudad de los Muhayirin. Si están de acuerdo, informadles de que recibirán los mismos derechos y asumirán las mismas responsabilidades que los Muhayirin. Sin embargo, si se niegan [a emigrar], entonces indicadles que vivan entre los musulmanes beduinos (que viven en pueblos), pues en ese caso, se les aplicarán los mismos mandatos de Dios que se estipulan para los demás musulmanes; sin embargo, no tendrán parte en el botín de guerra a menos que se unan a los musulmanes en la Yihad. Si también lo rechazan, exigid el pago del yizyah [impuesto protector]. Si acceden, entonces aceptadlo de ellos y no les causéis ningún daño. Pero si se niegan incluso a esto, entonces buscad la ayuda de Dios y luchad contra ellos. Si sitiáis una fortaleza o una ciudad, y os piden una garantía de seguridad en nombre de Dios y de Su Enviado (sa), no se la concedáis en nombre de Dios y de Su Enviado (en otras palabras, no establezcais un tratado en su nombre). En su lugar, ofrecedles vuestra propia garantía, o la de vuestros antepasados, pues si rompéis vuestro propio juramento o el de vuestros antepasados, es menos grave que violar un juramento hecho en nombre de Dios y de Su Mensajero”.

Hazrat Musleh Maud (ra) ha mencionado este relato de la siguiente manera:

“El Santo Profeta (sa) ordenó que Zaid bin Harizah fuera el comandante del ejército. Ordenó que si Zaid era martirizado, entonces Yafar bin Abi Talib debía tomar el mando. Si Yafar también fuera martirizado, entonces Abdul’lah bin Rawahah se convertiría en el comandante. Y si él también cayera en batalla, entonces los musulmanes deberían elegir un líder de entre ellos. En ese momento, un judío estaba presente en la reunión. Al oír esto, dijo: “¡Oh, Abu al-Qasim, si Usted es veraz, estos tres hombres serán asesinados, pues Dios Altísimo siempre cumple lo que dice un profeta!”. Luego, volviéndose hacia Zaid, le dijo: ‘Te digo la verdad: si Muhammad (sa) es verdaderamente el Mensajero de Dios, entonces nunca volverás con vida’. En respuesta, Zaid dijo: ‘Tanto si vuelvo como si no, sin duda Muhammad (sa) es el verdadero Profeta de Dios’.

Al día siguiente, el ejército partió por la mañana. El Santo Profeta (sa), junto con algunos Compañeros, les acompañó para despedirse de ellos. Nunca, durante la bendita vida del Santo Profeta (sa), había despachado un ejército tan numeroso para una tarea tan importante bajo el mando de un general musulmán sin que el propio Santo Profeta (sa) formara parte de él. El Santo Profeta (sa) siguió caminando con ellos, ofreciéndoles consejo y palabras de sabiduría. Finalmente, les acompañó al mismo lugar fuera de Medina desde el que había entrado en la ciudad cuando emigró y donde los habitantes de Medina solían despedirse de los viajeros. El Santo Profeta (sa) se paró allí y dijo mientras aconsejaba al ejército:

“Os ordeno que temáis a Dios y que seáis amables con todos los musulmanes que están con vosotros. Id a la batalla en el nombre de Dios y luchad contra vuestro enemigo y contra el enemigo de Dios que está en Siria. Cuando lleguéis a Siria, encontraréis a gente que se sienta en los lugares de culto e invoca el nombre de Dios. No debes combatirles de ninguna manera (no les importunéis lo más mínimo) y no les causéis ningún problema. En tierra enemiga no debéis matar a ninguna mujer, niño, ciego o anciano. No cortéis ningún árbol ni destruyáis ningún edificio”. Con esta guía, el Santo Profeta (sa) regresó de allí, y el ejército partió hacia Siria.

En otra ocasión, Hazrat Musleh Maud (ra) ha mencionado más detalles sobre este incidente. Después de mencionar todo el relato, declaró: “Es la gran sabiduría de Dios Altísimo que el incidente ocurriera exactamente como se predijo (es decir, con respecto a los líderes que fueron martirizados como mencionó el Santo Profeta [sa]). En primer lugar, Hazrat Zaid (ra) fue martirizado, tras lo cual Hazrat Yafar (ra) tomó las riendas del ejército. Él también fue martirizado y tras él Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra) tomó el mando del ejército. También él fue martirizado, y estaba a punto de dispersarse el ejército cuando Hazrat Jalid bin Walid, instado por un grupo de musulmanes, se apoderó de la bandera. Dios Altísimo les concedió la victoria a través de él, y consiguió traer al ejército de vuelta sano y salvo”.

Hay más relatos relacionados con este incidente que continuarán en el futuro, si Dios quiere. Ahora mencionaré a un mártir y algunos miembros fallecidos [de la Yamaat] y luego dirigiré sus oraciones fúnebres [en ausencia].

El miembro que abrazó el martirio la semana pasada en Karachi es Laeeq Ahmad Chema Sahib, hijo de Chaudhry Nazeer Ahmad Cheema. Fue martirizado el 18 de abril.

[Árabe]: “¡Ciertamente a Dios pertenecemos y a Él volveremos!”.

Una multitud le atacó y le martirizó brutalmente. El difunto tenía 47 años. Según los detalles de los informes, el día del incidente, los opositores se reunieron en multitud y alborotaron frente al Ahmadía Hall. Era viernes y Laeeq Cheema Sahib fue enviado a inspeccionar la situación. El mártir llegó al lugar. Los opositores reconocieron a Laeeq Cheema Sahib y le atacaron. Le arrastraron a una cierta distancia llevándolo a un cruce. Allí le golpearon con ladrillos y piedras y le martirizaron de forma brutal. Cuando exhalaba su último suspiro, un tendero presente intentó darle de beber, pero se lo impidieron. Tras una demora de más de 30 minutos desde el momento del incidente, la policía llegó al lugar de los hechos, tras lo cual el cuerpo fue trasladado al hospital, donde se confirmó su fallecimiento.

El Ahmadíat entró en la familia del mártir a través de su bisabuelo, el respetado Chaudhry Hakim Ali Sahib de Chishtian, distrito de Bahawalnagar, que tuvo la suerte de jurar lealtad en la época de Hazrat Jalifatul Masih I (ra) y se unió al redil del Ahmadíat. El mártir tenía una educación formal limitada, pero había abierto un taller propio y reparaba coches y motocicletas. Su negocio se había ampliado mucho. Debido a su buena y honesta reputación, en su taller se reparaban coches de diversos departamentos gubernamentales, por lo que disfrutaba de un amplio círculo social.

Por la gracia de Dios Altísimo el mártir era un Musi [parte de la institución del Al-Wasiyyat]. Siempre estaba dispuesto a realizar trabajos al servicio de la Comunidad. Practicaba con regularidad la oración del Tahayyud (oración antes del amanecer) y las cinco oraciones diarias. Acostumbraba a llevar a sus hijos a las oraciones. Inquiría a los trabajadores ahmadíes de su taller y a los miembros de su familia si habían cumplido con la oración. A pesar de estar ocupado en su trabajo, lo dejaba para dar prioridad a la oración. No permanecía atareado en su trabajo, no. Por lo general, las personas negociantes que se dedican a estos trabajos no prestan la debida atención a las oraciones. Sin embargo, nunca demoró en ofrecer sus oraciones.

Era muy sociable y cariñoso. Mantenía estrechos vínculos con todo el mundo. Su vínculo con el Jalifato era muy fuerte. Escuchaba los programas de la MTA, especialmente mis sermones al ser emitido. Estaba dispuesto a atender los casos de la Comunidad y a cumplir con su deber en cualquier momento. Dos días antes del incidente de su martirio, soportó una gran enemistad por parte de los opositores en los tribunales y fue amenazado. Ya había recibido amenazas con anterioridad.

Sentía un profundo amor por el Sagrado Corán. Aunque al principio no sabía leer muy bien, aprendió el Sagrado Corán cuando fue mayor y luego lo recitaba y escuchaba sus grabaciones con regularidad. Tenía una grabación del Corán en su taller.

Antes del incidente de su martirio, alguien le pidió que hiciera [una donación] de sangre teniendo en cuenta su enfermedad. Ante esto, el mártir fallecido respondió diciendo que, después de la oración del viernes, iría a donar sangre por él. Sin embargo, Dios tenía otros planes y Dios Altísimo le concedió el rango de mártir.

Tenía dos esposas. Su primera esposa, Maryam Laiq, dice: “Se ocupó de mis necesidades. Educaba a los niños de forma excelente y prestaba gran atención a la ofrenda de oraciones”. La segunda esposa también dice (había conseguido que ambas vivieran juntas como hermanas): “Aunque no tenía mucha educación secular, su conocimiento general era bastante extenso. A menudo hablaba de los profetas. También me instruía en distintos temas (se trata de la segunda esposa, Farah Laiq, que dice que también le instruía a ella). Mis padres no me enseñaron de la misma manera que mi marido me enseñó durante los dos años posteriores a nuestro matrimonio”.

El hermano del mártir fallecido, comenta sobre lo que escuchó de su hermano: “Mi hermano mencionaba repetidamente alcanzar el martirio y decía que sólo los afortunados alcanzan esta bendición. A menudo decía que, si llegaba el momento de hacer ese sacrificio, aceptaría que le pegaran un tiro en el pecho”. Dice, además: “No le importaba la oposición; siempre decía a sus hermanos que ofrecieran oraciones en la mezquita porque era el momento de mostrar fortaleza”.

Su hijo Hizqeel Ahmad, que sólo tiene 12 años. Dice: “Mi padre me aconsejó que nunca me preocupara. Por eso no me preocupé en absoluto cuando martirizaron a mi padre. Demostró gran valor, determinación y paciencia”. Dice: “Soy valiente como mi padre y estoy dispuesto a recibir un balazo en el pecho”.

Le sobreviven dos esposas, siete hijos, una hermana y un hermano. Su hija mayor tiene 17 años, mientras que la menor tiene año y medio. Él le había contado a su mujer un sueño en el que veía que tendrían otro hijo. Su segunda esposa dice que, al hacerse una prueba, se enteró de que Dios Altísimo también iba a conceder la bendición de un hijo.

El misionero del departamento social, Tauseef Sahib, afirma: “el fallecido ofrecía las cinco oraciones diarias en congregación en el centro [de oración]. Ofrecía el Tahayyud [oraciones voluntarias antes del amanecer], actos voluntarios de adoración, seguía y obedecía el Jalifa, atendía a los pobres y cumplía los derechos debidos a Dios y los derechos debidos a Su creación lo mejor que podía. A su paso, si alguna vez había una persona necesitada, la ayudaba de inmediato. Si veía que el coche de alguien se había averiado, se detenía en su camino y le ayudaba a repararlo. Ayudaba en silencio a los necesitados. Fue constante en actos de virtud y siempre sirvió desinteresadamente en todos los sentidos. Tenía plena certeza en Dios Altísimo. Atribuía todo lo que hacía y todos sus éxitos a la gracia de Dios Altísimo. A pesar de las tensas circunstancias y la oposición, siempre ofrecía puntualmente sus oraciones en congregación en el centro [de oración]. Era de naturaleza amable; si alguna vez alguien le hablaba con enfado, se quedaba callado y no respondía. De hecho, sonreía y abandonaba la reunión”.

Del mismo modo, el secretario de Finanzas o el presidente local dicen que una vez sus cálculos fueron incorrectos. Le dijeron por error que tenía un saldo pendiente. No dijo nada respecto a  que no tenía atrasos y pagó la cantidad, que era bastante elevada: cien mil rupias. Más tarde, le informaron de que habían cometido un error de cálculo y que, de hecho, no tenía ningún atraso y la cantidad pagada era un exceso. Respondió que no importaba, que no iba a retirar lo que ya había dado en el camino de Dios.

Tenía previsto trasladarse fuera del país con su familia y ya había hecho todos los preparativos. El narrador dice que un día antes [del martirio] le dijo que estaban a punto de salir del país, donde existe libertad religiosa. Su deseo era enseñar a sus hijos a pronunciar el Azan [llamada a la oración] y el Takbir [anuncio del comienzo de la oración] en voz alta y de forma melodiosa para que, al salir, cuando ofrecieran las oraciones en congregación en casa, pudieran llamar regularmente al Azan [llamada a la oración] y luego ofrecer las oraciones.

¡Que Dios Altísimo eleve la posición del mártir y mantenga a su familia bajo Su protección! ¡Que Él procure rápidamente los medios para que el enemigo caiga!

También hoy se ha recibido un informe de un pueblo de Kasur en el que un joven ahmadí ha sido martirizado. Aún no se han recibido los detalles. ¡Que Dios Altísimo procure los medios para que estos opresores sean llevados ante la justicia! Todo lo que se puede decir de ellos es:

[Árabe]: ¡Oh Dios, aniquila [al enemigo] y hazlo pedazos!

La segunda mención se refiere a Amatul Musawwar Nuri Sahiba, esposa del doctor Masudul Hassan Nuri Sahib. Falleció recientemente:

[Árabe]: ¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!

Era nieta de Hazrat Mirza Sharif Ahmad Sahib, nieta de Hazrat Nawab Amatul Hafiz Begum Sahiba e hija de Mirza Daud Ahmad Sahib. Por la gracia de Al’lah, era “musi” [integrante del sistema Al-Wasiyat]. También era mi prima paterna.

El Dr. Masudul Hassan dice: “Hazrat Jalifatul Masih III (rh) realizó nuestro matrimonio en persona. Su Santidad no le preguntó a ella ni a sus padres. Le preguntó a mi padre por mí y si debía concertar mi matrimonio. Cuando Hazrat Jalifatul Masih III (rh) informó al Coronel Daud Sahib y a su esposa sobre la propuesta de matrimonio, dijeron que les gustaría rezar “Istikharah” [oración para buscar la guía y el bien de Dios] durante unos días. Su Santidad dijo: ‘Ya he rezado “Istikharah” y no hay más necesidad de “Istikharah”. El matrimonio debe celebrarse”. Y así, se casaron.

Dice: “Por la gracia de Dios Altísimo, nuestra vida matrimonial de 51 años fue un vínculo de amor, afecto, obediencia y amistad. Era asidua en las oraciones y en la adoración. Atendía a los pobres y era hospitalaria. Tenía gran confianza en Dios Altísimo. Durante algunos años, había desarrollado un gran interés por estudiar en profundidad el Sagrado Corán. A menudo hacía preguntas a diversos eruditos de la Comunidad. También le interesaba estudiar otras religiones”.

El doctor dice más adelante: “Ella tenía un papel importante en mi vida, en mi consagración y en mis actividades académicas. Si había alguna ocasión feliz o si teníamos planificado un viaje, pero yo tenía que ir al hospital por una emergencia, ella se sacrificaba y decía que ella tampoco iría. Había estado muy enferma durante los últimos tres o cuatro años y soportó su enfermedad y malestar con gran paciencia, sin expresarlo jamás”.

Su hijo, el doctor Jalid Nuri, quien se encuentra en Estados Unidos y acude al Hospital Fazl-e-Omar para dedicar temporalmente su servicio, dice: “Mi madre era una sierva sincera de la Comunidad. Tenía un profundo amor por el Jalifato. Nunca se dejó llevar por vanidades como la murmuración o el chismorreo. Leía el Sagrado Corán con total comprensión. Estudiaba también los libros del Mesías Prometido (as). Leía el Tazkirah con gran atención y siempre lo llevaba consigo. También le interesaba coleccionar objetos históricos y hablaba de ellos con conservadores de museos e historiadores. También me había involucrado en esta pasión suya; buscó y mandó excavar el terreno alrededor de Rabwah y encontró cosas, especialmente en las montañas a lo largo del río. Cuando venía a Londres, hablaba conmigo sobre estas cosas y me las mostraba”.

Su hijo escribe, además: “Brindaba una gran ayuda financiera para los matrimonios de personas con menos recursos. Cuidaba de los hijos de todos los trabajadores. Enseñaba el Sagrado Corán a las niñas. Se aseguraba de que todas sus necesidades estuvieran cubiertas; y siempre sonreía al saludar a la gente”.

Su hija Mubarka comenta: “Mi madre tenía una pasión por la lectura. Ya fueran libros del Mesías Prometido (as), material sobre el cristianismo o libros sobre el hinduismo, leía sobre diversos temas y había adquirido un gran conocimiento. Tenía un gran respeto por las personas consagradas. Siempre apoyó a mi padre. Tras su jubilación, el doctor dedicó su vida [al servicio del islam-ahmadía], aunque pudo haber conseguido un trabajo bien remunerado”.

Sigue comentando: “Los familiares no ahmadíes de mi padre también vinieron a dar el pésame, y dijeron que ella mantenía unida a la familia y tenía buena relación con todos”. Luego, dice: “Me aconsejaba que nunca compartiera los asuntos de mi hogar con nadie más y que escribiera todo lo que necesitara al Jalifa de la época y me asegurara de cumplir todo lo que él dijera. También me aconsejaba no perder el tiempo en disputas y peleas”.

Yalal Ahmad Khan, un conductor del centro médico Tahir para corazón, dice: “Era muy virtuosa, bondadosa, amable y cuidaba de los pobres. Durante los viajes, siempre cuidaba de nosotros también. Ponía un CD del Sagrado Corán y su traducción y lo escuchaba durante todo el trayecto. También cuidó mucho de mi esposa e hijos”. Dice: “Cuando íbamos a ciudades grandes, los comerciantes que la conocían, especialmente en Rawalpindi e Islamabad, donde solía frecuentar, decían que había venido después de bastante tiempo. Al principio, cuando preguntaban, les decía que se había mudado a Rabwah, donde está el hospital de la Comunidad, y que su esposo trabajaba allí. Lo decía sin temor, mientras que nosotros nos preocupábamos. ¡Que Dios Altísimo le conceda Su perdón y Su misericordia!

La siguiente mención es de Hasan Sanogo Abu Bakr Sahib, quien era misionero local en Burkina Faso. Falleció recientemente a la edad de 63 años.

[Árabe]: “¡Ciertamente pertenecemos a Al’lah y a Él volveremos!”.

Durante el Ramadán, impartía conferencias diarias sobre el Sagrado Corán en la lengua Jula, que se transmitían por la Radio Islámica Ahmadía. Incluso el día antes de su fallecimiento, el 22 de marzo, impartió una conferencia.

Recibió su educación primaria en Bobo-Dioulasso, ciudad de Burkina Faso, y luego viajó a Mauritania para realizar estudios superiores. Tras completar allí sus estudios superiores iniciales, ingresó en la Universidad de Al-Azhar en Egipto. Allí dominó el árabe, alcanzando una habilidad excepcional tanto en árabe literario como hablado, antes de regresar a su patria. Tras sus estudios en Al-Azhar, se estableció en Costa de Marfil, donde fundó un seminario religioso al que asistieron cientos de estudiantes. Aunque aún no era ahmadí en ese momento, se hizo famoso en toda Costa de Marfil gracias a su elocuencia apasionada y su excepcional capacidad de oratoria.

Cuando los misioneros ahmadíes comenzaron a predicar en esa región, los oponentes eligieron a Abu Bakr Sahib para confrontarlos. Se sentía orgulloso de su elocuencia. Él mismo contó en una ocasión que, el día del debate, vestía con confianza una túnica suntuosa, creyendo que derrotar a los ahmadíes le traería fama, prestigio y reverencia. Sin embargo, Dios Altísimo le había inculcado una naturaleza virtuosa, y pronto comprendió que la verdad residía en los ahmadíes, quienes poseían argumentos claros y contundentes. Recibió el libro «Al-Qaul al-Sarih» y, tras estudiarlo, debatió con Abdul Rahman Qanate Sahib, un misionero de la Comunidad de Abiyán. Dios Altísimo lo guió, y poco después aceptó valientemente el Ahmadíat. Este incidente de su juramento de iniciación ocurrió en 1986, cuando era joven; tenía cerca de 24 o 25 años.

Tras hacer el Baiat, abandonó su “madrasa” y toda su gloria terrenal. En aquel entonces, Costa de Marfil contaba con un curso corto para estudiantes ahmadíes francófonos, al que se unió y, a partir de entonces, dedicó su vida al servicio de la Comunidad. Pronto se convirtió en uno de los mejores misioneros de la Comunidad, destacando especialmente en sus discursos en su lengua materna, el Jula. Su potente voz y su apasionado estilo de hablar cautivaron rápidamente a sus oyentes.

En 1990, cuando Idris Shahid Sahib fue destinado en Burkina Faso, consiguió la aprobación para el traslado de Abu Bakr Sanogo Sahib de Costa de Marfil para Burkina Faso. Allí, participó activamente en la predicación, alcanzando rápidamente el éxito en las regiones de habla Jula y estableciendo muchas nuevas agrupaciones de la Comunidad gracias a su predicación.

En 1999, fue asignado a Dori, una zona de Burkina Faso donde algunos de nuestros miembros fueron martirizados. Allí el árabe se hablaba ampliamente, y los eruditos locales intentaron impresionar al público con su conocimiento del idioma. Abu Bakr Sahib debatió con destacados eruditos de la región, refutándolos con éxito. Predicó en aldeas remotas a tal grado que los eruditos no ahmadíes comenzaron a evitar los debates con él. Pronto, se convirtió en un erudito prominente y un jeque respetado, lo que condujo al establecimiento de numerosas agrupaciones de la Comunidad.

En 1991, contactó con el imán Ibrahim Badiga Sahib, mártir de Mahdi Abad, y sus compañeros, quienes rápidamente abrazaron el Ahmadíat y posteriormente se convirtieron en estrellas destacadas del Ahmadíat debido a su martirio en 2023.

En 2002, se fundó la primera emisora de radio ahmadí en Bobo-Dioulasso, donde Abu Bakr Sahib se convirtió en su principal orador. Su apasionada dedicación a la predicación permitió que el mensaje del Ahmadíat llegara a cientos de miles de personas, y miles abrazaron el Ahmadíat gracias a su labor. Sirvió en el Mall’lis Amila Nacional durante varios años y, al momento de su fallecimiento, trabajaba como secretario de relaciones matrimoniales.

En 2012, fue designado para Sikasso, Mali, donde prestó servicios excepcionales. En 2019, cuando algunos jóvenes causaron disturbios contra la administración de la Comunidad en Bobo-Dioulasso, le envié de regreso allí, donde fue nombrado presidente local de la Comunidad. Con valentía, sabiduría, trabajo duro y oración, logró poner fin a los disturbios, lo que llevó a todos a renovar su juramento de iniciación.

Deja atrás a su madre, esposa, hermano, tres hijos, y nietos. Su esposa, Aishah Koulibaly, afirma que siempre estuvo dispuesto a servir al islam. A pesar de sus problemas de salud, siempre priorizó los programas comunitarios y los viajes de predicación. A veces le aconsejaba que descansara debido a su mala salud, pero él respondía: “He dedicado mi vida y me esforzaré por servir a la fe hasta mi último aliento”. Ella menciona que, desde su matrimonio, nunca hubo un solo día en que él descuidara el Tahayyud a causa de alguna enfermedad. Siempre que alguien se acercaba a él con asuntos comunitarios o religiosos, inmediatamente lo ayudaba, incluso si eso significaba comprometer su propia salud más tarde. Trataba a su familia, vecinos y conocidos con gran bondad y amor, expresando una personalidad ejemplar, profundamente devota del Sagrado Corán y apasionadamente enamorada del Santo Profeta (sa).

Este es, sin duda, el modelo de un misionero y de alguien consagrado, que nuestros misioneros siempre deben tener presente. ¡Que Dios Altísimo continúe otorgando a la Comunidad individuos que encarnen tal espíritu de dedicación!

Idris Shahid Sahib, ex amir de Burkina Faso, escribe que Abu Bakr Sahib realizó incansablemente servicios de predicación excepcionales. Siempre tenía una cara sonriente, presentaba sólidos argumentos académicos y se esforzaba constantemente por mantener altos estándares de servicio.

El misionero local Darab Al-Hassan señala que el profesor Abu Bakr Sahib era un verdadero amante del Santo Profeta (sa). En una ocasión, mientras explicaba el versículo 38 de la Sura Al-Ahzab y comentaba los absurdos comentarios de eruditos no ahmadíes sobre el matrimonio del Santo Profeta (sa) con Hazrat Zainab, se le llenaron los ojos de lágrimas, entristecido por las declaraciones ignorantes y absurdas atribuidas erróneamente al Santo Profeta (sa), quien era el mejor de toda la creación. Cuando estas personas insultan al Santo Profeta (sa), no se considera blasfemia; sin embargo, que los ahmadíes lo honren sí lo es. Incluso si mencionamos su nombre, se considera blasfemia.

Darab Sahib afirma que, durante sus viajes, era meticuloso al realizar el Tahayyud. Era profundamente devoto del Jalifato y siempre defendía con fiereza el sistema de la Comunidad. Si alguien hablaba en contra de la organización de la Comunidad, él salía a defenderla como una espada desenvainada. Nunca guardó rencor ni malicia hacia nadie.

¡Que Dios Altísimo eleve su rango, permita a su descendencia continuar su legado virtuoso y le conceda [a su descendencia] las bendiciones de sus oraciones!

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