La vida del Santo Profeta (sa)
Sermón del viernes 18-04-2025
Después de recitar el Tashahud, el Taawuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad, el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:
Hoy mencionaré algunas otras expediciones y batallas en la vida del Santo Profeta (sa). En los registros históricos, se encuentra mención de la expedición de Hazrat ‘Umar bin Jattab (ra) hacia Turbah. Esta expedición tuvo lugar en Sha’ban del año 7 d.H. El Santo Profeta (sa) envió a Hazrat ‘Umar bin Jattab (ra) a la tribu de Hawazin en Turbah. Turbah se encuentra aproximadamente a 333 millas de Medina, en la carretera principal hacia Zanaa y Nallran. El Santo Profeta (sa) envió a Hazrat ‘Umar (ra) allí junto con 30 personas.
El motivo para enviar esta expedición fue que el Santo Profeta (sa) recibió noticias de que la gente de Turbah estaba conspirando contra el islam. Hazrat ‘Umar (ra) partió con una persona de los Banu Hilal como guía. Los Compañeros viajaban de noche y se escondían durante el día. Cuando los habitantes de Turbah se enteraron de ello, huyeron del lugar. Hazrat ‘Umar (ra) llegó al lugar, pero no encontró allí a nadie; habían subido a las colinas y montañas. Sin embargo, dejaron tras sí sus posesiones y ganado, los cuales fueron confiscados al ser personas que generaban problemas.
Tras apoderarse de sus posesiones, regresaron a Medina. Cuando llegaron a Zu al-Yadar, una zona de pastoreo en los alrededores de Quba y aproximadamente a seis o siete millas de Medina, el individuo de los Banu Hilal le dijo a Hazrat ‘Umar (ra): “¿Atacarías a otro grupo de los Banu Jas‘am? Se establecieron aquí debido a la hambruna en su zona”. Hazrat ‘Umar (ra) respondió: “El Santo Profeta (sa) no me ha ordenado hacerlo. Él simplemente me ordenó ir a Turbah y luchar contr a [la tribu de] Hawazin”. Tras el episodio, Hazrat ‘Umar (ra) regresó a Medina, ya que [la gente de Hawazin] era gente problemática. Se acusa a los musulmanes que atacaban a la gente sin motivo alguno. Este hecho también demuestra que esta acusación es infundada.
Más adelante está recogida la expedición de Hazrat Bashir bin Sa‘d hacia los Banu Murrah en Fadak. Esta expedición tuvo lugar en Sha’ban del año 7 d.H. bajo el liderazgo de Hazrat Bashir bin Sa‘d. Su apodo honorífico era Abu Nu’man, y su padre se llamaba Sa‘d bin Zalabah. Pertenecía a la tribu de Jazrall. Hazrat Bashir bin Sa‘d sabía escribir durante la era de la ignorancia. En ese tiempo, muy pocas personas en Arabia sabían escribir. Aceptó el islam durante el segundo juramento de ‘Aqabah, en el que participaron otros 70 Ansar [musulmanes nativos de Medina]. Participó junto al Santo Profeta (sa) en las batallas de Badr, Uhud, la Batalla del Foso y todas las demás batallas.
Hazrat Bashir bin Sa‘d fue el primero entre los Ansar en prestar el Bai‘at a manos de Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) el día de Saqifah Banu Sa’idah. Durante el Jalifato de Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra), en el año 12 d.H., Hazrat Bashir participó en la batalla liderada por Hazrat Jalid bin Walid en ‘Ain al-Tamr, y fue martirizado. ‘Ain al-Tamr es un lugar cercano a Kufa, y los musulmanes lo conquistaron durante el Jalifato de Hazrat Abu Bakr (ra) en el año 12 d.H.
En cualquier caso, como estaba mencionando con anterioridad, los detalles de esta expedición han sido registrados de la siguiente manera: el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Bashir bin Sa‘d junto con 30 personas a los Banu Murrah en Fadak. Fadak se encuentra cerca de Jaibar, a seis noches de viaje desde Medina. Como ya se ha mencionado, debe quedar claro que el Santo Profeta (sa) enviaba expediciones o delegaba Compañeros al combate únicamente cuando se recibían noticias de que la gente conspiraba contra el islam. De cualquier forma, los Compañeros se pusieron en camino y, al encontrar a algunos pastores, les preguntaron por los Banu Murrah. Los pastores les informaron que los Banu Murrah estaban en su valle y aún no habían llegado al manantial. Los Compañeros entonces apresaron sus ovejas y cabras y se dispusieron a regresar a Medina.
Un pregonero de los Banu Murrah alzó la voz y anunció que los musulmanes les habían quitado sus pertenencias. La noticia de este incidente se difundió ampliamente. Durante la noche, los musulmanes se enfrentaron a un gran ejército de los Banu Murrah. Estos regresaron y lanzaron un feroz ataque contra los musulmanes con una fuerza abrumadora. Los Compañeros pasaron toda la noche lanzando flechas con arcos hasta que se quedaron sin munición. Al amanecer, los Banu Murrah lanzaron otro ataque y martirizaron a los Compañeros de Hazrat Bashir (ra). Hazrat Bashir (ra) luchó valientemente contra ellos hasta que fue herido y cayó. Sufrió una lesión en el tobillo, asumiendo que había fallecido. Los Banu Murrah entonces tomaron sus ovejas y cabras y se retiraron, recuperando los bienes que los musulmanes les habían desposeido durante el combate. Hazrat Bashir (ra) permaneció entre los mártires hasta el anochecer. Luego reunió fuerzas para levantarse y se dirigió a Fadak, donde permaneció con los judíos durante algunos días. Una vez curadas sus heridas, regresó a Medina.
A continuación, se menciona una expedición dirigida por Hazrat Ghalib bin ‘Abdil’lah al-Laizi hacia Maifa’ah. Esta expedición tuvo lugar en Ramadán del año 7 d.H. Hazrat Ghalib bin ‘Abdil’lah al-Laizi era de entre los habitantes de Hillaz. Estuvo presente durante la conquista de La Meca, y el Santo Profeta (sa) lo había enviado en calidad de explorador antes de dicha conquista. Durante la era de Amir Mu’awiyah, sirvió como gobernador de Jorasán. Según una narración, también participó en la batalla de Qasidiyyah. Ibn Sa‘d escribió que el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Ghalib hacia las tribus de Banu Awal y Banu ‘Abd bin Zalabah, que residían en Maifa’ah. Este lugar estaba situado a 96 millas de Medina, en dirección a Nalld. Los Banu Awal y Banu ‘Abd habían comenzado a difundir propaganda negativa contra los musulmanes y estaban reuniendo gente con la intención de lanzar otra campaña, como la de los Confederados Árabes (Ahzab). Planeaban un ataque contra los musulmanes.
Ibn Hisham ha descrito esta expedición de Hazrat Ghalib bin ‘Abdil’lah al-Laizi que se dirigió hacia los Banu Murrah, quienes eran aliados de la tribu de Huraqah. El Imam Bujari, en referencia a esta expedición, tituló un capítulo: “El Profeta (sa) enviando a Usamah bin Zaid a las tribus Huraqah de Yuhainah”. Da la impresión de que el comandante de la expedición fue Hazrat Usamah bin Zaid. Sin embargo, el comentarista de Bujari, ‘Al’lamah Ibn Hallar, escribe en su comentario que la afirmación de Usamah bin Zaid de que ‘el Mensajero de Al’lah (sa) nos envió a la tribu de Huraqah’ no es una prueba de que él fuera el comandante de dicha expedición. Además, no hay evidencia de que Usamah bin Zaid fuera designado como comandante de un ejército antes del martirio de su padre, Zaid, en la batalla de Mu’tah. Por tanto, no consta que hubiese sido nombrado comandante en ese momento. Así, la opinión de los eruditos de Maghazi [primeras campañas militares islámicas] son más fiables y aceptadas; que el comandante de esta expedición fue Hazrat Ghalib bin ‘Abdil’lah al-Laizi.
De cualquier manera, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Ghalib (ra) con 130 Compañeros. El esclavo liberado del Santo Profeta (sa), Hazrat Yasar (ra), fue el guía de los musulmanes. Los musulmanes lanzaron un ataque repentino y llegaron hasta sus valles. Todo aquel que se alzaba para combatir era eliminado, y se recuperó el botín de guerra, incluyendo ovejas y cabras, pero no se tomaron prisioneros.
Ibn Sa‘d registró que esta fue la misma expedición en la que Hazrat Usamah bin Zaid (ra) mató a Mirdas bin Lahiq, a pesar de que este había recitado: “La ilaha il’lal’lah” [no hay más Dios que Al’lah].
En Sahih Bujari, este incidente se describe de la siguiente manera: Hazrat Usamah bin Zaid (ra) relató que el Santo Profeta (sa) lo había enviado hacia la tribu de Huraqah. [Él dice:] “Atacamos por la mañana y los derrotamos. Un compañero Ansar y yo perseguimos a un hombre. Cuando lo atrapamos, el hombre dijo: ‘La ilaha il’lal’lah’. El Compañero Ansar se detuvo, pero yo lo atravesé con mi lanza y lo maté. Cuando regresamos y el Santo Profeta (sa) fue informado de lo sucedido, preguntó: ‘¡Oh Usamah! ¿Lo mataste después de que dijera: “La ilaha il’lal’lah”?’. Respondí que el hombre sólo intentaba salvarse. Pero el Santo Profeta (sa) continuó repitiendo: ‘¿Lo mataste después de que dijera: “La ilaha il’lal’lah”?’” (lo repitió varias veces.) “Empecé a desear no haber aceptado el islam antes de ese día”.
Sahih Muslim también ha narrado este incidente con las siguientes palabras: “¿Por qué no le abriste el corazón para saber si lo decía con sinceridad?”. El Santo Profeta (sa) siguió repitiendo esto delante de mí hasta desear haber abrazado el islam a partir de este día. No obstante, los clérigos actuales parecen creer que han abierto el corazón de los ahmadíes asomándose a su interior, por lo que consideran permisible martirizarlos y perseguirlos. ¡Que Al’lah los lleve ante la justicia!
Otra narración menciona que el Santo Profeta (sa) ordenó que se pagara el ‘diyyah’ [indemnización por sangre] a la familia de Mirdas, y que se le devolviera su riqueza. A pesar de que luchaba contra los musulmanes, el Santo Profeta (sa) declaró que, dado que al final pronunció ‘La ilaha il’lal’lah’ [“Nadie es digno ser adorado excepto Al’lah”], su familia debía recibir la indemnización por su sangre, y su riqueza debía ser devuelta.
Hazrat Musleh Mao’ud (ra) también ha mencionado este incidente. Escribió que el Santo Profeta (sa) siempre instruyó que la aplicación de la ley islámica debe basarse en aspectos aparentes, es decir, que debe aplicarse de forma clara y visible, porque el ser humano no conoce el estado interior del corazón de otro. En una ocasión, unos Compañeros (ra) se encontraban en una expedición militar. En el camino, se toparon con un idólatra que se escondía en el desierto y que, al encontrar a un musulmán sólo, lo atacaba y mataba. Hazrat Usamah bin Zaid (ra) lo persiguió hasta que logró alcanzarlo. Levantó su espada para matarlo, pero el idólatra, al verse capturado, exclamó ‘La ilaha il’lal’lah’, dando a entender que se consideraba en ese momento musulmán. No obstante, Hazrat Usamah (ra) no tuvo en cuenta sus palabras y lo mató. Más tarde, un hombre que regresó a Medina para informar al Santo Profeta (sa) sobre la expedición, también le informó de este incidente. Ante esto, el Santo Profeta (sa) convocó a Hazrat Usamah (ra) y le preguntó: “¿Mataste a ese hombre?”. Él respondió: “Sí”. El Santo Profeta (sa) dijo: “¿Qué harás el Día del Juicio, cuando las palabras ‘La ilaha il’lal’lah’ testifiquen contra ti?”.
Como ya mencioné, los clérigos en Pakistán y sus seguidores hablan de alcanzar el Paraíso alegando que si asesinan a los musulmanes ahmadíes, entrarán en él. Sin embargo, no se percatan de que sus acciones están provocando la ira de Dios Altísimo. Tarde o temprano, Al’lah tomará represalias.
Sea como fuere, Hazrat Musleh Mao’ud (ra) describe este incidente señalando que Dios Altísimo preguntará: “Incluso después de que el hombre proclamara ‘La ilaha il’lal’lah’, ¿por qué lo mataste?”. Aunque estaba luchando contra ti, había expresado su arrepentimiento. Hazrat Usamah intentó explicar varias veces: “¡Oh Mensajero de Al’lah! Lo dijo solo por temor”. El Mensajero de Al’lah (sa) respondió: “¿Le abriste el corazón y miraste dentro para ver si mentía o no?”. Posteriormente, el Santo Profeta (sa) continuó repitiendo: “¿Qué respuesta darás el Día del Juicio, cuando se presente ante ti su proclamación de fe?”. Hazrat Usamah narra: “En ese momento, deseé haberme convertido en musulmán solo hoy, para no haber podido cometer un error tan grave”.
También está registrada la expedición de Bashir bin Sa‘d hacia Yumen y Yabar, la cual tuvo lugar en Shawal del año 7 d.H. Yumen y Yabar están situados entre Fadak y el Valle de Qura, en la región de Jaibar, dentro del territorio de los Banu Ghatafan. El Santo Profeta (sa) recibió información de que un grupo de los Banu Ghatafan se estaba reuniendo en su contra, y que ‘Uyainah bin Ḥiṣn había jurado apoyarles en esta causa. Cuando el Mensajero de Al’lah (sa) mencionó este asunto a Hazrat Abu Bakr (ra) y a Hazrat ‘Umar (ra), ambos sugirieron enviar a Hazrat Bashir bin Sa‘d (ra). El Santo Profeta (sa) convocó a Hazrat Bashir bin Sa‘d (ra), ordenó que se le preparara una bandera y lo envió junto con un grupo de 300 Compañeros.
Este grupo viajaba de noche y permanecía oculto durante el día, hasta llegar finalmente a un lugar llamado Yabar. En ese momento, los pastores se encontraban cuidando de sus rebaños. Al ver a los musulmanes, huyeron e informaron a otros miembros de los Banu Ghatafan. Abandonando sus pertenencias y su ganado, huyeron y buscaron refugio en las zonas elevadas. Lo dejaron todo atrás. Solo dos de ellos fueron capturados. Los Compañeros tomaron posesión del ganado y demás bienes abandonados por la tribu, y regresaron a Medina junto con los dos cautivos. Al aceptar el islam, el Santo Profeta (sa) les permitió regresar a su región.
Los detalles de la ‘Umrat al-Qada’ han sido registrados de la siguiente manera: el Santo Profeta (sa) realizó la ‘Umrah en el mes de Zu al-Qa‘dah del año 7 d.H. (febrero del 629 d.C.). Este fue el mismo mes en que, un año antes, los idólatras de La Meca habían impedido al Santo Profeta (sa) realizar la ‘Umrah, lo que obligó al Santo Profeta (sa) ir al lugar conocido como Hudaibiyah. Así pues, este viaje se emprendió con el propósito de cumplir con la ‘Umrat al-Qada’.
El comentarista del Sahih Bujari, ‘Al’lamah Ibn Hallar, ha registrado diversos nombres para este suceso: Ghazwat al-Qaḍa’, ‘Umrat al-Qaziyyah, ‘Umrah aṣ-Ṣulḥ, ‘Umrat al-Qisas, e incluso Ghazwat al-Amn. Se le llama ‘Umrat al-Qisas porque en el año 6 d.H., durante el mes sagrado de Zu al-Qa‘dah, los idólatras de La Meca impidieron al Santo Profeta (sa) cumplir con la ‘Umrah. Así, este viaje representó una especie de restitución o compensación por aquella ocasión, y en Zu al-Qa‘dah del año 7 d.H., el Mensajero de Al’lah (sa) entró en la Mezquita Sagrada.
Hazrat Ibn ‘Abbas (ra) afirmó que, en esa ocasión, se reveló el siguiente versículo del Corán:
“La violación de un mes sagrado se compensa con otro mes sagrado; y para todas las cosas sagradas existe la ley del talión”. (Sura al-Baqarah, 2:195)
Ibn Hisham ha registrado que, en Medina, el Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat ‘Uwayf bin ‘Azbat Dailami como su lugarteniente. Según Ibn Sa‘d, fue Hazrat Abu Ruhm Ghifari quien fue nombrado para este cargo.
Los detalles del viaje de la ‘Umrah son los siguientes: el Santo Profeta (sa) fue acompañado por dos mil Compañeros. Al partir, el Santo Profeta (sa) anunció que todos los que habían estado presentes en Hudaibiyah debían unirse. Así, todos los Compañeros que estuvieron allí participaron en esta ‘Umrah, excepto aquellos que habían sido martirizados en la batalla de Jaibar o habían fallecido. Además, varios Compañeros que no estuvieron en Hudaibiyah también se unieron al viaje. El Santo Profeta (sa) llevó consigo sesenta camellos para el sacrificio, adornados con guirnaldas en sus cuellos, y designó a Hazrat Nayyiyah bin Yundub para supervisarlos.
Cuando el Santo Profeta (sa) llegó a Zu al-Ḥulaifah, una localidad situada a unas seis o siete millas de Medina, envió cien jinetes como medida de seguridad bajo el mando de Hazrat Muḥammad bin Maslamah. En este viaje, el Santo Profeta (sa) llevaba casco, armadura, lanzas y otras armas, que fueron enviadas por adelantado bajo la supervisión de Hazrat Bashir bin Sa‘d (ra).
Aquí surge una pregunta: ¿cuál era la necesidad de portar armas durante la ‘Umrah, dado que ya existía un tratado en vigor? Se recordó al Santo Profeta (sa) que los Quraish habían estipulado que no se permitía portar armas, salvo espadas envainadas. En respuesta, el Santo Profeta (sa) aclaró que no entrarían en el recinto sagrado de La Meca con armas; estas permanecerían fuera, como medida de precaución ante una posible traición, pues no se podía confiar plenamente en los Quraish. Podrían atacar en cualquier momento oportuno.
Cuando Hazrat Muḥammad bin Maslamah y sus jinetes llegaron a Marr az-Zahran, se encontraron con algunos individuos de los Quraish y les informaron que el Santo Profeta (sa) llegaría allí al siguiente día. Esta noticia fue transmitida al resto de los Quraish, quienes, al escucharla, se atemorizaron. Al llegar el Santo Profeta (sa) a Marr az-Zahran, ordenó que todas las armas fueran llevadas a Yallall, un lugar situado a unas ocho millas de La Meca. Al enterarse de que el Santo Profeta (sa) venía con armas y provisiones de guerra, los incrédulos de La Meca se alarmaron considerablemente y enviaron una delegación a investigar en Marr az-Zahran.
Miqraz bin Hass, representante de los Quraish, se presentó ante el Santo Profeta (sa) y dijo: “¡Oh Muḥammad [sa]! Jamás hemos conocido que violara un pacto”. El Santo Profeta (sa) le aseguró: “Entraremos en La Meca desarmados, tal como fue estipulado en nuestro acuerdo”. Al escuchar esto, los incrédulos se tranquilizaron. Miqraz comentó: “Precisamente por eso le consideramos un ejemplo de virtud y fidelidad”. A pesar de ser un incrédulo, reconoció su integridad.
El Santo Profeta (sa) asignó un grupo de Compañeros, bajo el mando de Hazrat Bashir bin Sa‘d (ra) para custodiar las armas. Conforme al tratado, solo se llevaron espadas envainadas a La Meca. Respaldado por sus Compañeros, el Santo Profeta (sa) se dirigió hacia el Ḥaram recitando la Talbiyyah [la oración proclamada por los peregrinos]. Los animales destinados al sacrificio fueron enviados a Zi Tuwa, un valle situado a media milla de la Mezquita Sagrada. El Santo Profeta (sa) entró en La Meca montado sobre su camella Qaswa’, acercándose desde Hayun, una montaña próxima al valle de Mu Hassab, a una milla y media de la Ka‘bah.
Hazrat Anas (ra) relata que durante esta ‘Umrat al-Qada’, el Santo Profeta (sa) entró en La Meca mientras Hazrat ‘Abdul’lah bin Rawahah caminaba delante de él, recitando: “¡Oh descendientes de los incrédulos! Abrid paso al Mensajero de Al’lah (sa). Hoy os golpearemos de tal manera que volarán cabezas y los amigos olvidarán a sus propios amigos. ”. Hazrat ‘Umar (ra) lo reprendió diciendo: “¡Oh Ibn Rawahah! ¿Cómo puedes recitar tal poesía en presencia del Santo Profeta (sa) y dentro del recinto sagrado? Esto no es apropiado”. El Santo Profeta (sa) intervino diciendo: “¡Oh ‘Umar! Déjale. Sus palabras les afectan más que las flechas”. Así lo afirma una narración. Otra narración menciona que cuando Hazrat ‘Umar (ra) trató de detener a ‘Abdul’lah bin Rawahah, el Santo Profeta (sa) dijo: “¡Oh ‘Umar, estoy escuchando lo que dice!”. Entonces Hazrat ‘Umar (ra) se quedó en silencio, y el Santo Profeta (sa) instruyó a ‘Abdul’lah bin Rawahah que, en lugar de hacer declaraciones provocadoras, recitara:
“No hay nadie digno de ser adorado excepto Al’lah, Él es el Único. Él ayudó a Su siervo, honró a Su ejército y derrotó por Sí solo a todas las facciones”.
Hazrat Musleh Mao’ud (ra) también relató este acontecimiento con las siguientes palabras:
“Al llegar a Marr az-Zahran, una estación antes de La Meca, el Santo Profeta (sa) recogió allí todo el armamento pesado y las armaduras, tal como estipulaba el tratado. Entró en La Meca únicamente con espadas envainadas junto a sus Compañeros. El regreso de los emigrantes a La Meca, tras siete años de exilio, no fue un suceso menor. Sus corazones sangraban al recordar la prolongada persecución sufrida en La Meca, y al mismo tiempo se regocijaban por la gracia de Dios Altísimo, al concederles la oportunidad de realizar nuevamente el tawaf [circunvalación] de la Ka‘bah.
Los habitantes de La Meca observaban desde las cimas de las montañas cómo se aproximaban los musulmanes, deseosos de mostrar que ese día era Al’lah Quien les había permitido regresar. ‘Abdul’lah bin Rawahah comenzó a recitar poesía de guerra, pero el Santo Profeta (sa) le detuvo y le ordenó proclamar: ‘Nadie es digno de ser adorado excepto Al’lah, Quien ayudó a Su Mensajero, elevó a los creyentes de la humillación y dispersó a sus enemigos por Su poder.’”
Hazrat Ibn Abi Awfa (ra) relata que mientras el Santo Profeta (sa) realizaba esta ‘Umrah, los Compañeros lo protegían ante la posibilidad de que los jóvenes idólatras de La Meca intentaran hacerle daño (es decir, custodiaban al Santo Profeta [sa] ante cualquier posible ataque). Cuando el Santo Profeta (sa) entró en La Meca, algunos de los incrédulos se retiraron a las montañas, debido a su profunda enemistad hacia él y a la incapacidad de soportar la escena de ver al Santo Profeta (sa) y sus Compañeros realizando el tawaf. Otros se reunieron en Dar an-Nadwah para observar el tawaf, diciendo: “¿Qué clase de tawaf harán estos musulmanes? El hambre y la fiebre de Medina los han debilitado en extremo”.
Al llegar a la Mezquita Sagrada, el Santo Profeta (sa) realizó el istiwa, es decir, se echó la tela superior de su ihram de forma que dejó descubierto su hombro y brazo derechos. Entonces el Santo Profeta (sa) dijo: “¡Que Al’lah tenga misericordia de aquellos que muestran su fortaleza ante estos incrédulos!”. A continuación, el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros comenzaron a circunvalar la Ka‘bah. Durante los tres primeros circuitos caminaron con firmeza, moviendo los hombros y erguidos, demostrando así que no eran débiles como afirmaban los incrédulos.
Una narración en Sahih Bujari relata que Hazrat Ibn ‘Abbas (ra) dijo: “Cuando el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros llegaron, los incrédulos dijeron: ‘Vienen a vosotros gente debilitada por la fiebre de Medina’”. Entonces el Santo Profeta (sa) instruyó a los Compañeros a realizar los tres primeros circuitos del tawaf con paso rápido y enérgico, lo que en árabe se llama Raml. Desde entonces, todo aquel que realiza el tawaf de la Ka‘bah efectúa el Raml en las tres primeras vueltas. El Santo Profeta (sa) fue considerado con sus Compañeros y no les ordenó correr durante los siete circuitos completos. Hazrat Ibn ‘Abbas (ra) también narró que el Santo Profeta (sa) realizaba el tawaf alrededor de la Casa de Al’lah y también entre Safa y Marwah con paso rápido, para demostrar su fuerza ante los incrédulos. Otra narración menciona que el Santo Profeta (sa) realizó el Sa’i entre Safa y Marwah mientras montaba su camella. El Santo Profeta (sa) y los musulmanes ofrecieron el sacrificio de los animales cerca de Marwah.
Posteriormente, el Santo Profeta (sa) envió a algunos Compañeros a Yallall, donde otros Compañeros habían permanecido con el armamento, para relevarlos de su deber y permitirles también realizar la ‘Umrah, llevar a cabo el sacrificio y participar en los demás ritos. Así, quienes habían estado de guardia fueron convocados para participar en la ‘Umrah, mientras que otros Compañeros tomaron su lugar para continuar con la custodia de las armas.
Durante esta ocasión también tuvo lugar el matrimonio del Santo Profeta (sa) con Hazrat Maimunah (ra). Los detalles son los siguientes: durante este mismo viaje, el Santo Profeta (sa) contrajo matrimonio con Maimunah bint Hariz (ra). Este matrimonio fue facilitado por Hazrat ‘Abbas (ra). Hazrat Maimunah (ra) había confiado la decisión de su matrimonio a su hermana, Hazrat Umm Fazl (ra), esposa de Hazrat ‘Abbas (ra), tío del Santo Profeta (sa). Hazrat Umm Fazl (ra), a su vez, delegó la decisión en su esposo, quien entonces arregló el matrimonio con el Santo Profeta (sa). La dote de Hazrat Maimunah (ra) se fijó en cuatrocientos dirhams.
Hazrat Musleh Mao’ud (ra) ha mencionado este suceso en los siguientes términos:
“La cuñada de Hazrat ‘Abbas (ra), Maimunah, que había enviudado hacía bastante tiempo, residía en La Meca. Hazrat ‘Abbas (ra) expresó su deseo de que el Santo Profeta (sa) se casara con ella, y el Santo Profeta (sa) aceptó”.
El Santo Profeta (sa) permaneció en La Meca durante tres días. Al tercer día, los Quraish enviaron a Huwaitib bin ‘Abd al-‘Uzza junto con otros representantes al Santo Profeta (sa). Según una narración, esta delegación de los Quraish se dirigió a Hazrat ‘Ali (ra), diciendo que el período de estancia acordado había concluido y que debían partir. Al respecto, el Santo Profeta (sa) comentó: “¿Qué daño habría si nos quedamos un poco más? Aquí prepararemos la comida para nuestra boda, pues me he casado. También os invitaremos”. Los Quraish respondieron: “No necesitamos vuestra invitación”. Tras esto, el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros abandonaron La Meca, dejando atrás a su esclavo Abu Rafi con Hazrat Maimunah (ra). Posteriormente, llevó a Hazrat Maimunah (ra) a un lugar llamado Sarif, un extenso valle cercano a Tan’im, a unas seis o siete millas de La Meca.
Hazrat Maimunah (ra), cuyo nombre original era Barrah, fue renombrada por el Santo Profeta (sa) como “Maimunah”. Este fue el último matrimonio del Santo Profeta (sa). Hazrat Maimunah (ra) falleció en el año 51 d.H. en Sarif, el mismo lugar donde tuvo lugar su rujsati con el Santo Profeta (sa).
Hazrat Musleh Mao’ud (ra) continúa:
“Al cuarto día, los habitantes de La Meca exigieron que, según lo estipulado en el tratado, el Santo Profeta (sa) debía partir. El Santo Profeta (sa) inmediatamente ordenó a todos los Compañeros abandonar La Meca y dirigirse a Medina. Considerando los sentimientos de los habitantes de La Meca, incluso dejó atrás a su recién casada esposa Hazrat Maimunah (ra), para que se reuniera con él posteriormente junto con los animales que transportaban sus provisiones. Montó su camella y rápidamente cruzó los límites del recinto sagrado. Más tarde, ya de noche, su esposa Hazrat Maimunah (ra) fue llevada ante él. Fue en ese lugar, en la tranquilidad del desierto, donde pasaron su primera noche juntos”. Ese bendito lugar de compañía con el Santo Profeta (sa) permaneció muy querido para Hazrat Maimunah (ra), y por ello expresó en su testamento que deseaba ser enterrada allí, donde estuvo la tienda del Santo Profeta (sa), el lugar en el que fue presentada ante él. Fue la voluntad de Al’lah que cuando realizó el Hall en sus últimos años, enfermara durante su estancia en La Meca. Tras varios días, pidió ser llevada fuera de la ciudad, ya que el Santo Profeta (sa) le había dicho que no fallecería en La Meca. Así, la trasladaron fuera de La Meca y, al llegar a Sarif, la Madre de los Creyentes, Hazrat Maimunah (ra), exhaló su último aliento. Tal como fue su voluntad, fue enterrada en ese mismo lugar. En el momento de su fallecimiento, tenía aproximadamente 80 u 81 años.
Durante este viaje también se menciona un incidente relacionado con la hija de Hazrat Hamzah (ra). Hazrat Bara’ (ra) relata que cuando el Santo Profeta (sa) estaba por salir de La Meca, la hija de Hazrat Hamzah (ra) lo siguió gritando: “¡Oh, tío mío! ¡Oh, tío mío!”. Hazrat ‘Ali (ra) la tomó de la mano y le dijo a Hazrat Fatimah (ra) que se llevara a la niña. Hazrat Fatimah (ra) la montó sobre su montura. Luego surgió una discusión sobre su custodia entre Hazrat ‘Ali (ra), Hazrat Zaid (ra) y Hazrat Ya’far (ra). Hazrat ‘Ali (ra) dijo: “La he recogido, y es hija de mi tío”. Hazrat Ya’far (ra) argumentó: “También es hija de mi tío, y su tía materna es mi esposa”. Hazrat Zaid (ra) dijo: “Es la hija de mi hermano”. El Santo Profeta (sa) resolvió la disputa a favor de Hazrat Ya’far (ra), diciendo: “La tía materna es como una madre”. Este fue uno de los muchos asuntos resueltos durante la Qada’.
El Santo Profeta (sa) también dirigió palabras de aprecio a cada uno: A Hazrat ‘Ali (ra): “Tú eres de mí y yo soy de ti”. A Hazrat Ya’far (ra): “Te pareces a mí en tu apariencia y tu carácter”. A Hazrat Zaid (ra): “Eres nuestro hermano y uno de nosotros, que ha sido liberado”. Hazrat ‘Ali (ra) entonces preguntó: “¿No te casarás con la hija de Hazrat Hamzah (ra)?”. El Santo Profeta (sa) respondió: “Ella es hija de mi hermano de leche. No puedo casarme con ella”. Después de esto, el Santo Profeta (sa) regresó a Medina en el mes de Zu al-Hiyyah.
Otra expedición fue la de Ajram bin Abu Aullah hacia los Banu Sulaim. Esta tuvo lugar en Zu al-Hiyyah del año 7 d.H. El Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Ajram (ra) junto con cincuenta hombres hacia la región de los Banu Sulaim, ubicada cerca de Medina. Un espía de los Banu Sulaim, que acompañaba a Hazrat Ajram (ra), se adelantó y alertó a su gente, quienes rápidamente reunieron un gran ejército.
Cuando Hazrat Ajram (ra) los alcanzó, los Banu Sulaim ya estaban preparados para el combate. Hazrat Ajram (ra) los invitó al islam, pero ellos respondieron: “No necesitamos aquello a lo que nos llamas”. Tras esto, ambos bandos intercambiaron flechas durante un tiempo. Los Banu Sulaim pronto recibieron refuerzos y rodearon a los musulmanes por todos lados. Se libró una feroz batalla hasta que la mayoría de los musulmanes fueron martirizados. Hazrat Ajram (ra) también resultó gravemente herido y cayó entre los mártires. La noticia llegó al Santo Profeta (sa) el primer día de Safar del año 8 d.H.
También está registrada la expedición de Hazrat Ghalib bin ‘Abdil’lah al-Laizi (ra) hacia Kadid. El Santo Profeta (sa) lo envió contra la tribu de Banu Mulawwih, una rama de los Banu Laiz, en el mes de Safar del año 8 d.H. Los Banu Mulawwih residían en Kadid, situada a unas 208 millas de Medina. En Sahih al-Bujari se menciona un manantial que se hallaba entre las regiones de Usfan y Kadid.
Según una narración, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Ghalib bin Abdul’lah con un contingente de quince hombres. El lema de esta expedición fue: “Amit, Amit”, es decir, “¡Destruid, destruid!”. Hazrat Yundub bin Muqqif (ra) narra: “El Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Ghalib bin ‘Abdil’lah en una expedición, y yo formé parte de ella. Recibimos instrucciones de atacar a los Banu Mulawwih en Kadid. Así que partimos y al llegar a Kadid, capturamos a Ibn Barsa, Hariz bin Malik al-Laizi, y lo trajimos con nosotros. Él dijo: ‘He decidido aceptar el islam y me dirigía a encontrarme con el Mensajero de Al’lah (sa)’. Respondimos: ‘Si realmente tienes la intención de convertirte al islam, entonces un día y una noche de encarcelamiento no te harán daño. Pero si tienes otras intenciones, pronto lo descubriremos’. Entonces lo atamos con firmeza y dejamos a Suwayd bin Manhar, un compañero de tez oscura, como su guardián”.
Continuamos el viaje y llegamos a Kadid al atardecer. Acampamos a un lado del valle. Mis compañeros me pidieron que me adelantara para hacer labores de reconocimiento. Subí a una colina desde donde podía observar el campamento enemigo. Me tumbé boca abajo y levanté ligeramente la cabeza. En ese momento, un hombre salió de su tienda, me vio y disparó una flecha que me alcanzó en el costado (según otra narración, la flecha se clavó en su frente, entre sus ojos). Permanecí inmóvil en mi posición. Luego disparó una segunda flecha que me hirió en el hombro; la extraje y la arrojé a un lado, permaneciendo en completo silencio para no levantar sospechas. Finalmente, el hombre volvió a su tienda. Esperamos a que se durmieran, y cuando todo estuvo en calma, los atacamos al amanecer. Eliminamos a sus combatientes, aprisionamos a sus familias y recolectamos su ganado. Sin embargo, uno de ellos logró escapar y reunió un gran ejército que superaba ampliamente al nuestro. Mientras seguíamos con el ganado, nos persiguieron. Al llegar junto a Ibn Barsa y su compañero, también los llevamos con nosotros. El enemigo se aproximó tanto que solo el valle de Kadid quedaba entre ellos y nosotros. En ese momento, Dios Altísimo provocó una súbita inundación que azotó el valle, sin que se observaran nubes ni lluvia. Es decir, Al’lah Taala envió una fuerza sobrenatural contra la cual no podían oponer resistencia, ni traspasarla. Los enemigos se quedaron al otro lado del valle, observándonos desde la distancia, mientras nosotros seguíamos alejándonos con el ganado sin que nadie pudiera alcanzarnos. Así, finalmente regresamos y llegamos sanos y salvos a la bendita presencia del Santo Profeta (sa).
Comoquiera que sea, estas narraciones continuarán relatándose.
En la actualidad, deseo hacer una apelación especial a las oraciones por los musulmanes aḥmadíes en Pakistán. Los musulmanes aḥmadíes en Pakistán también deben elevar súplicas para sí mismos. Como ya he mencionado anteriormente, deberían concentrarse en la recitación del Durud [oración para invocar bendiciones sobre el Santo Profeta (sa)], y recitar lo siguiente doscientas veces al día:
“Santo es Al’lah y digno de toda alabanza. Santo es Al’lah, el Majestuoso. ¡Oh Al’lah, concede Tus bendiciones a Muḥammad y a la familia de Muḥammad!”
Se debe prestar la máxima atención a este hecho. Sólo si cumplimos con el verdadero espíritu de la oración y la respetamos debidamente, entonces veremos el éxito. Aún no se ha prestado la atención debida a la importancia de la oración. Algunos escriben diciendo que las oraciones por sí solas no logran nada, y que hay que hacer algo más. Pero, ¿qué más deberíamos hacer? Nuestra única arma es la oración (algo que he enfatizado en múltiples ocasiones) y he presentado citas del Mesías Prometido (as) al respecto. Es un gran error pensar que la oración no va a producir sus efectos. De hecho, la oración es el camino hacia nuestro éxito.
¡Que Dios Altísimo nos permita a todos cumplir con este deber, y nos convierta en aquellos que honran la oración! Si simplemente afirmamos que la oración no tiene efecto y no le damos el respeto que merece, estaríamos cometiendo una grave falta ante Dios Altísimo. Por tal actitud, debemos buscar el perdón de Al’lah.
Hoy ocurrió un trágico incidente en Karachi, donde alborotadores y terroristas (quienes, aunque afirman representar al islam, en realidad son terroristas) atacaron una de nuestras mezquitas. Como resultado, un musulmán aḥmadī fue martirizado.
“Ciertamente pertenecemos a Al’lah y a Él hemos de retornar”.
Todavía no se han recibido todos los detalles del ataque. Una vez que se tengan, se presentarán, in sha’ Al’lah. ¡Que Dios Altísimo provea los medios para que estas personas crueles sean llevadas rápidamente ante la justicia!