Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Después de recitar el Tashahhud, Ta’awuz y Sura Al-Fatiha, Hazrat Jalifat-ul-Masih V (aba) declaró:

El primero de los badri sahaba [Compañeros del Santo Profeta (sa) que participaron en la Batalla de Badr] y que mencionaré hoy es Hazrat Abdul-lah bin Ar Rabi Ansari. Hazrat Abdul-lah bin Ar Rabi pertenecía al clan Banu Abllar de la tribu Jazrall. El nombre de su madre era Fatima bint Amar. Participó en el segundo Bai’at que tuvo lugar en Aqabah. También tuvo el honor de participar en las Batallas de Badr, Uhud y Mautah, y alcanzó el martirio durante la batalla de Mautah.(Al-Tabaqaat-ul-Kubra, Vol. 3, p. 407, Abdullah bin Al Rabee’, Dar-ul-Kutub al-Ilmiyyah, Beirut, 1990) (Tarikh Medina wa Dimashq, Vol. 2, p. 11, Dar-ul-Fikr, Beirut, 1995)

El segundo Compañero es Hazrat Atiyyah bin Nuwairah (ra). Participó en la Batalla de Badr, siendo este dato la única información disponible sobre él.(Usdul Ghaba, Vol. 4, p. 45, Atiyyah bin Nuwairahra, Dar-ul-Kutb Ilmiyyah, Beirut, 2003)

Otro Compañero es Hazrat Sahl bin Qais. El nombre de su madre era Nailah bint Salamah. Era primo del famoso poeta Hazrat Ka’ab bin Malik, por parte de padre. Sahl participó en las Batallas de Badr y Uhud y fue martirizado durante la Batalla de Uhud. (Al-Tabaqaat-ul-Kubra, Vol. 3, p. 436, Sahl bin Qaisra, Dar-ul-Kutub al-Ilmiyyah, Beirut, 1990)

Cada año, el Santo Profeta (sa) solía visitar las tumbas de los martirizados durante la Batalla de Uhud. Cuando entraba en ese valle en particular, solía decir en voz alta: “[árabe]. El versículo en Surah Ar Ra’d comienza con: Slaamun ‘alaikum en lugar de as-salamu’ alaikum. Significa: “La paz sea con ustedes, porque fueron pacientes; “Assalamo alykum bima sabartum, fa ni’ma uqbad dar”, he aquí, ¡cuán excelente es la recompensa de la Morada Final!”.

Hazrat Abu Bakr, Hazrat Umar y Hazrat Usman continuaron esta práctica después del Santo Profeta (sa). Luego, siempre que Hazrat Mu’awiah venía al Hall o al Umrah, también visitaba las tumbas de los martirizados durante la Batalla de Uhud. El Santo Profeta (sa) solía decir: “[árabe]”, es decir, “¡Cómo desearía estar con la gente del monte!”. En otras palabras, deseaba también para él mismo haber alcanzado el martirio ese día. Del mismo modo, cada vez que Hazrat Saad bin Abi Waqqas iba a sus propiedades en Ghaabah, una aldea situada al noroeste de Medina, visitaba las tumbas de los martirizados durante la Batalla de Uhud. Solía ​​transmitirles los saludos de paz [salaam] tres veces. Luego se volvía hacia sus compañeros y decía: “¿No transmitirías salaam a aquellos que respondieran a tu salaam?” Aquel que transmita salaam, obtendrá respuesta a su salaam en el Día del Juicio”.

En una ocasión el Santo Profeta (sa) pasó junto a la tumba de Hazrat Mus’ab bin Umair. Se detuvo, oró allí y recitó el siguiente versículo: “[árabe]. Es decir, entre los creyentes hay hombres que han sido fieles al pacto que hicieron con Al-lah.  [Al-Ahzab:24]

[árabe]

“Algunos de ellos han cumplido su promesa, y otros todavía esperan, aunque no han cambiado su condición en lo más mínimo”. Luego dijo: “Soy testigo de que Al-lah los considerará mártires el Día del Juicio. Deberías visitarles y enviarles saludos de paz. Juro por el Ser, Quien tiene posesión sobre mi vida, que quien les envíe sus saludos de paz, recibirá una respuesta de ellos el Día del Juicio”. Los Compañeros del Santo Profeta (sa) solían venir aquí, oraban para ellos y les enviaban sus saludos de paz. (Kitab-ul-Maghzai, Vol. 1, p. 267, Dar-ul-Kutub al-Ilmiyyah, Beirut, 2004)

Las hermanas de Hazrat Sahl bin Qais, Hazrat Sujtah y Hazrat Umrah, también creyeron en el Santo Profeta (sa) y fueron bendecidas para jurarle lealtad. (Al-Tabaqaat-ul-Kubra, Vol. 8, p. 301, Sukhtah bint Qais & Umrah bint Qais, Dar-ul-Kutub al-Ilmiyyah, Beirut, 1990)

El siguiente Compañero es Hazrat Abdul-lah bin Humayir Al-Ashyai. Perteneció a Banu Duhman, que tenía un tratado con los Ansaar [musulmanes que vivían en Medina]. Participó en la Batalla de Badr junto a su hermano, Hazrat Jariyah. También participó en la Batalla de Uhud. El nombre de su esposa era Hazrat Umm-e-Zabit bin Hariza y también aceptó al Santo Profeta (sa). (Usdul Ghaba, Vol. 3, pp. 218-219, Abdullah bin Humayyir, Dar-ul-Kutb Ilmiyyah, Beirut, 2003) (Al-Asaba, Vol. 8, p. 366, Umm-e-Thabit bin Harithara, Dar-ul-Kutb Ilmiyyah, Beirut, 1995)

Hazrat Abdul-lah bin Humayir fue uno de los pocos Compañeros que permanecieron firmemente de pie en el monte junto a Hazrat Abdul-lah bin Yubair con motivo de la Batalla de Uhud. Cuando los otros Compañeros presenciaron las escenas de victoria y comenzaron a descender [desde la colina] para unirse al resto del ejército, Hazrat Abdul-lah bin Humayir se levantó para asesorarles. Primero glorificó a Al-lah el Todopoderoso y luego les aconsejó que obedecieran a Al-lah y al Santo Profeta (sa). Sin embargo, no le escucharon y descendieron tantos de ellos, que en la colina quedaron no más de diez Compañeros junto a Hazrat Abdul-lah bin Yubair. Cuando Jalid bin Walid e Ikrimah bin Abu Yahl se percataron de que la colina se quedaba vacía, atacaron a los Compañeros que allí permanecían. Este pequeño grupo disparó flechas hasta alcanzarles y como consecuencia, fueron martirizados en un instante. (Imta-ul-Isma, Vol. 9, p. 229, Dar-ul-Kutb Ilmiyyah, Beirut, 1999)

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib ha escrito sobre este incidente de Uhud con más detalle en Sirat Jatam-un-Nabiyyin [La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa)]. [Él escribe] que el Santo Profeta (sa), depositando su confianza en Al-lah el Todopoderoso, avanzó y instaló el campamento en el valle de Uhud. Lo hizo de tal manera que la colina de Uhud quedaba detrás de los musulmanes y Medina, frente a ellos. De esta forma protegía la parte trasera de su ejército. La colina contenía un desfiladero, desde donde era posible atacar con facilidad. Para protegerlo, el Santo Profeta (sa) adoptó medidas para que cincuenta Compañeros permanecieran allí bajo las órdenes de Abdul-lah bin Yubair. Enfatizó además que, independientemente de lo que sucediera, no lo abandonaran y continuaran disparando flechas al enemigo. Al Santo Profeta (sa) le preocupaba tanto la protección de este desfiladero, que pidió repetidamente a Abdul-lah bin Yubair que no lo dejara sin supervisión bajo ninguna circunstancia, hasta tal punto que, incluso si se lograba la victoria y el enemigo huía en retirada, no se abandonara el lugar. E incluso si los musulmanes eran derrotados y el enemigo triunfaba, tampoco se retiraran de allí.

En un relato, incluso se pueden encontrar las siguientes palabras: “ Incluso si ves pájaros recogiendo nuestros cadáveres, no debéis moveros de este lugar hasta que se os ordene hacerlo” (en otras palabras, hasta que el Santo Profeta (sa) lo ordene). De manera similar, después de fortalecer completamente la parte trasera, dispuso al ejército islámico en filas y nombró líderes para las diferentes secciones. Cuando los Compañeros de Abdul-lah bin Yubair vieron que habían salido victoriosos, dijeron a su líder Abdul-lah: ‘Hemos salido victoriosos y los musulmanes están recogiendo el botín de la guerra. Permítanos unirnos al ejército.’” Abdul-lah los detuvo y les recordó la guía enfática del Santo Profeta (sa). Sin embargo, se volvieron negligentes celebrando la victoria y como resultado no se quedaron allí, sino que descendieron [de la colina], argumentando que lo que había dicho el Santo Profeta (sa) solamente significaba que el desfiladero no debía dejarse desatendido, a menos que estuviera completamente tranquilo. Y dado que habían salido victoriosos, podían irse sin reparos.

Nadie se quedó para proteger el valle aparte de Abdul-lah bin Yubair y cinco o siete de sus Compañeros. Gracias a la perspicacia de Jalid bin Walid observaron que el desfiladero estaba vacío. Al momento reunió a sus jinetes y fue hacia allí. Ikrimah bin Abu Yahl también les siguió y rápidamente envió a un grupo de soldados. Estos dos grupos martirizaron a Abdul-lah bin Yubair y a los pocos Compañeros al instante, atacando por sorpresa desde la retaguardia del ejército musulmán. (Sirat Khatamun-Nabiyyin, Hazrat Mirza Bashir Ahmadra Sahib, pp. 487-488, 491)

La siguiente mención es la de Hazrat Ubaid bin Aus Ansari, hijo de Aus bin Malik. Hazrat Ubaid bin Aus participó en la Batalla de Badr. Capturó a Hazrat Aqil bin Abi Talib durante la Batalla de Badr. Asimismo, se dice que también capturó a Hazrat Abbas y Hazrat Naufal. Cuando se presentó él mismo ante el Santo Profeta (sa) con los tres atados con cuerdas, el Santo Profeta (sa) dijo que, [árabe] “ciertamente, un ángel honorable te ha ayudado en este asunto”. Bajo esta premisa, el Santo Profeta (sa) le dio el título de Muqarrin, es decir, el que encadena a los demás. En otra narración también se menciona que el que capturó a Hazrat Abbas durante la Batalla de Badr fue Hazrat Abul Yasar Ka’b bin Amr. Hazrat Ubaid bin Aus se casó con Hazrat Umaimah bint Al-Nu’man. Hazrat Umaimah también aceptó al Santo Profeta (sa) y recibió las bendiciones de jurarle lealtad.(Usdul Ghaba, Vol. 3, pp. 528-229, Ubaidra bin Aus, Dar-ul-Kutb Ilmiyyah, Beirut, 2003) (Usdul Ghaba, Vol. 6, pp. 326-327, Abul Yasar, Dar-ul-Kutb Ilmiyyah, Beirut, 2003)

Hablaré ahora sobre Hazrat Abdul-lah bin Yubair, a quien se mencionó anteriormente en relación con otro Compañero [que era el líder de su grupo y el adjunto de Abdul-lah bin Yubair]. Él (Abdul-lah bin Yubair) estuvo entre los setenta Ansaar (musulmanes que vivían en Medina), quienes participaron en el segundo juramento de iniciación en Aqaba. Participó en las Batallas de Badr y Uhud y fue martirizado durante la Batalla de Uhud.(Al-Tabaqaat-ul-Kubra, Vol. 3, p. 362, Abdullahra bin Jubair, Dar-ul-Kutub al-Ilmiyyah, Beirut, 1990)

Hazrat Abul’Aas, quien fue el esposo de Hazrat Zainab, la hija del Santo Profeta (sa), participó en la Batalla de Badr con los idólatras y Hazrat Abdul-lah bin Yubair lo encarceló. Al mencionar los detalles de este incidente, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib ha escrito en Sirat Jatam-un-Nabiyyin que el yerno del Santo Profeta (sa), Abul’Aas, también estaba entre los prisioneros de Badr. Su esposa Zainab, la hija del Santo Profeta (sa), que todavía estaba en la Meca, envió algunos objetos como pago para su rescate. Entre estos estaba un collar. Este fue el collar que Hazrat Jadiyyah le regaló a su hija, Zainab, como dote de boda. Cuando el Santo Profeta (sa) vio el collar, a su corazón volvieron los recuerdos de la difunta Jadiyyah. Con lágrimas en sus ojos, dijo a sus Compañeros que, si lo deseaban, podían devolverle las pertenencias de Zainab.

A los Compañeros les bastó con este gesto y devolvieron inmediatamente las pertenencias de Zainab. En lugar de exigir un rescate en forma de dinero y mercancías, llegó a un acuerdo con Abul’Aas para que fuera a La Meca y enviara a Zainab a Medina. De esta manera, un alma creyente fue liberada de la morada de la incredulidad. Un poco más tarde Abul’Aas también se convirtió en musulmán y emigró a Medina y de esta manera, esposo y esposa pudieron reunirse.(Sirat Khatamun-Nabiyyin, Hazrat Mirza Bashir Ahmadra Sahib, p. 368)

Durante la batalla de Uhud, el Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat Abdul-lah bin Yubair jefe de los cincuenta arqueros designados para proteger el desfiladero y la retaguardia de los musulmanes. Los detalles ya se han mencionado en el incidente de Abdul-lah bin Humayir. Otros detalles adicionales, escritos por Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib son los siguientes:

“Poniendo su confianza en Al-lah, el Santo Profeta (sa) avanzó y estableció el campamento en una llanura en el pie del monte Uḥud, de tal manera que la cadena montañosa quedaba detrás de los musulmanes, y Medina estaba situada delante de ellos, por así decirlo. De esta manera, el Santo Profeta (sa) aseguraba la retaguardia del ejército. Por tanto, el plan ideado por el Santo Profeta (sa) era posicionar a cincuenta arqueros de entre sus Compañeros en este lugar bajo el mando de Abdul-lah bin Yubair (ra), y enfáticamente les indicó que no lo abandonaran bajo ninguna circunstancia, y que dispararan continuamente flechas al enemigo. (Sirat Khatamun-Nabiyyin, Hazrat Mirza Bashir Ahmadra Sahib, p. 487)

Como se mencionó anteriormente, el Santo Profeta (sa) estaba tan preocupado por la seguridad de este desfiladero que instruyó a Abdul-lah bin Yubair (ra) repetidamente: “Mira aquí, este desfiladero de montaña no debe quedarse desprotegido bajo ninguna circunstancia. Incluso si veis que hemos salido victoriosos, y el enemigo ha huido en derrota, no dejéis este lugar; y si véis que los musulmanes han sido derrotados, y el enemigo ha prevalecido sobre nosotros, no os mováis tampoco.”

Hazrat Baraa bin Aazib relata que durante uno de los días de la Batalla de Uhud, el Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat Abdul-lah bin Yubair para dirigir a más de 50 soldados de a pie. Les dijo enfáticamente: “Incluso si veis que los buitres están destrozando nuestros restos, no os movais de este lugar hasta que yo no os dé la orden de abandonarlo. Incluso si veis que derrotamos al enemigo y comienzan a huir, no debéis dejarlo hasta que yo os lo ordene.”

Por tanto, los musulmanes estaban derrotando al enemigo y ahuyentándolos. Hazrat Baraa afirma: “Por Al-lah, fui testigo de que las mujeres incrédulas se agarraban su ropa mientras huían (en ese período de tiempo las mujeres también acompañan a los hombres en la batalla para motivarlos) hasta el punto de que sus tobillos y sus rodillas eran visibles”. Mientras tanto, los Compañeros de Hazrat Abdul-lah bin Yubair dijeron: “Vamos a recoger el botín de guerra. Nuestros Compañeros han salido victoriosos, así que, ¿a qué estáis esperando? “Hazrat Abdul-lah bin Yubair dijo entonces: “¿Habéis olvidado las instrucciones que nos dio el Santo Profeta (sa)?” Los que deseaban abandonar su puesto respondieron: “Por Al-lah, nosotros también iremos con nuestros Compañeros y recogeremos parte del botín de guerra. Ellos están recogiendo el botín, así que vamos a recoger cualquier cosa que quede”. Así que, cuando llegaron allí, tuvieron que regresar corriendo con el sabor de la derrota. El enemigo había comenzado el ataque una vez más y lo que parecía ser una victoria se convirtió en lo contrario. Este es el incidente que relata Hazrat Baraa, y sobre el que Al-lah el Todopoderoso declaró: “Cuando el Mensajero os estaba llamando desde la retaguardia”. Este es un versículo de Al-e-Imran.

Solo quedaron doce Compañeros junto al Santo Profeta (sa) y los incrédulos martirizaron a setenta de nuestros hombres. Durante la Batalla de Badr, el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros se habían llevado a 140 de los hombres incrédulos, 70 fueron capturados y 70 resultaron muertos. Abu Sufyan exclamó tres veces (el incidente de Uhud está siendo narrado): “¿Muhammad sigue vivo entre ellos? El Santo Profeta (sa) no permitió que los Compañeros respondieran a esto. Cuando él [Abu Sufyan] vio que la derrota de los incrédulos se había convertido en victoria y que habían sometido a los musulmanes después de relanzar un ataque, dijo: “¿Muhammad sigue vivo entre ellos?” El Santo Profeta (sa) impidió que los Compañeros respondieran. Luego preguntó tres veces: “¿El hijo de Abu Quhafah [es decir, Abu Bakr (ra)] está vivo entre ellos?” Luego preguntó tres veces: “¿Está Ibne Jataab (es decir Umar (ra) vivo entre ellos?” Luego regresó con sus cómplices. El Santo Profeta (sa) les prohibió responder en las tres ocasiones.

Cuando Abu Sufyan regresó a su grupo dijo que estos tres líderes habían sido asesinados. Cuando Hazrat Umar (ra) lo escuchó, no pudo controlarse y exclamó: “¡Oh enemigos de Al-lah! Por Al-lah habéis mentido. Los que tú has nombrado están todos vivos. Aún queda mucho de lo que es desagradable para ti”. Abu Sufyan respondió diciendo: “Esta Batalla sirve como venganza por la Batalla de Badr y la guerra es como un péndulo: a veces la victoria será vuestra y a veces, nuestra. Encontrarás entre los muertos a algunos a los que se les ha cortado la nariz, es decir, mutilados”. Luego dijo: “Ni ordené que esto sucediera, ni lo considero incorrecto”. Abu Sufyan procedió con entusiasmo a recitar las palabras,” ¡U’lu Hubul! ¡U’lu Hubul! ”,es decir, ¡Viva Hubul, viva Hubul!

El Santo Profeta (sa) dijo: “¿No responderéis ante esto?”. Los Compañeros preguntaron:” ¡Oh Mensajero de Al-lah, ¿cómo debemos responder? “El Santo Profeta (sa) respondió: “Decid Al-lahu A’laa wa Ayal“, es decir, Al-lah es el Más Alto y Glorioso. Entonces Abu Sufyan dijo: “Nuestro dios Uzza está con nosotros pero no tenéis a Uzza”. Al escuchar esto, el Santo Profeta (sa) dijo: “¿No responderéis a esto?” Hazrat Baraa bin Aazib afirma que los Compañeros preguntaron: “¡Oh, Mensajero de Al-lah! ¿Cómo debemos responder?” Luego dijo: “Al-lahu Maulana wa la maula lakum.” es decir, Al-lah es nuestro Ayudante y vosotros no tenéis ningún ayudante. (Sahih Al-Bukhari, Kitab-ul-Jihad Wa Al-Sair, Hadith no. 3039)

Hazrat Musleh Maud (ra) ha escrito con gran detalle sobre este incidente y ha arrojado luz sobre la Batalla de Uhud. Declara: “Aquellos Compañeros que habían formado un cerco alrededor del Santo Profeta (sa) pero que habían sido separados de él por los incrédulos, al ver retirarse al enemigo, volvieron a reunirse a su alrededor. Recogieron el bendito cuerpo del Santo Profeta (sa) y un Compañero llamado Ubaidah bin Al Yarah extrajo con sus dientes el clavo que se había incrustado en su cabeza. Al hacerlo, se le rompieron dos dientes. Al poco tiempo, el Santo Profeta (sa) volvió en sí y los Compañeros hicieron retroceder al enemigo desde todos los frentes, para que los musulmanes se reunieran de nuevo. Avanzaron hacia adelante y comenzaron a congregarse formando nuevamente un ejército. El Santo Profeta (sa) les llevó al pie de la montaña. Cuando el resto del ejército alcanzó ese lugar, Abu Sufyan gritó en voz muy alta: “¡Hemos matado a Muhammad!”. El Santo Profeta (sa) no respondió a lo que Abu Sufyan dijo, con el fin de evitar que el enemigo descubriera la situación real y atacase de nuevo. Además, los musulmanes se encontraban exhaustos y malheridos y no deseaban ser una presa fácil. Al no recibir respuesta por parte del ejército musulmán, Abu Sufyan se convenció de que el Santo Profeta (sa) estaba muerto y gritó: “¡También hemos matado a Abu Bakr!” El Santo Profeta (sa) prohibió a Abu Bakr responder. Abu Sufyan entonces proclamó: “¡También hemos matado a Umar!.”

Como Hazrat Umar (ra) era una persona un poco impetuosa, quiso responder diciendo que, con la Gracia de Al-lah el Todopoderoso, todos estaban vivos y listos para luchar de nuevo. Pero el Santo Profeta (sa) le prohibió hacerlo y le pidió que permaneciera en silencio para evitar que los musulmanes tuvieran más problemas. Los incrédulos, mientras tanto, estaban seguros de que habían matado al fundador del islam y a sus manos derecha e izquierda, y convencidos de ello, Abu Sufyan y su séquito proclamaron con gran júbilo el eslogan: “Ya u’lu Hubul, ’lu Hubul”, es decir, “gloria a nuestro honorable dios Hubul por haber aniquilado al islam”.

Hazrat Musleh Maud (ra) escribe: “Hasta ese momento, el mismo Santo Profeta (sa), había escuchado las proclamaciones de la muerte de Abu Bakr y Umar, pero había ordenado a todos permanecer en silencio con el fin de que el enemigo no volviera a atacar a los pocos musulmanes malheridos que quedaban y fueran convertidos en mártires. Pero cuando se trató del honor de Al-lah el Único y un eslogan politeísta se levantó en el campo de batalla, el Santo Profeta (sa) no pudo resistirse. Se dirigió a los Compañeros y les dijo con gran pasión: “¿Por qué no les respondéis?” Los Compañeros preguntaron: “¡Oh mensajero de Al-lah!, ¿qué debemos decir?”. El Santo Profeta (sa) declaró que dijeran: “Al-lahu A’laa wa Ayal, Al-lahu A’laa wa Ayal”: “¡Habeis pronunciado una mentira al declarar que Hubul es exaltado! ¡Al-lah es Único y no tiene igual, es Honorable y muy Superior! Así fue como anunció al enemigo que todavía estaba vivo.

Hazrat Musleh Maud (ra) escribe más adelante: “Esta audaz y enérgica respuesta tuvo un efecto tan profundo en el ejército enemigo que, a pesar de que sus esperanzas se desvanecieron con esta respuesta, y a pesar de que solamente un puñado de malheridos musulmanes se encontraban ante ellos, y por tanto, fácilmente hubieran podido, según “las reglas mundanas”, acabar con ellos, no tuvieron el valor de atacar de nuevo. Por el contrario, al oír este lema, volvieron a Meca contentos por el éxito conseguido.

Hazrat Musleh Maud (ra) al explicar un versículo del Sagrado Corán escribe:

[árabe]

Significa: “Aquellas personas que van en contra de las órdenes de este Profeta, que tengan cuidado de que una prueba no los aflija por parte de Al-lah o un castigo grave los alcance”.

Hazrat Musleh Maud (ra) dice: Observad cuantas pérdidas tuvo que sufrir el ejército musulmán en la Batalla de Uhud debido al incumplimiento de este mandamiento. El Santo Profeta (sa) había designado a cincuenta soldados para asegurar un desfiladero de montaña. Este lugar era tan importante que el Santo Profeta (sa) llamó al oficial jefe, Abdul-lah bin Yubair Ansari (ra), y le instruyó: “Tanto si morimos como si salimos victoriosos, no debéis abandonar este desfiladero.” Sin embargo cuando los incrédulos fueron derrotados y los musulmanes comenzaron a ahuyentarlos, los soldados que custodiaban este lugar dijeron a su jefe: “Hemos obtenido la victoria, así que no tiene ningún sentido permanecer aquí. Por favor, concédenos el permiso de participar en la Yihad y obtener bendiciones”. El jefe les ordenó no hacerlo y dijo que no debían desobedecer las órdenes del Santo Profeta (sa). Dijo: “El Santo Profeta (sa) ha dado instrucciones de no abandonar este desfiladero bajo ningún concepto, tanto si salimos victoriosos como si nos vencen. Por lo tanto no os puedo conceder permiso para marcharos”. Ellos respondieron: “Eso no significa que el Santo Profeta (sa) dijera que incluso en el caso de salir victoriosos, nos quedáramos. La intención del Santo Profeta (sa) fue simplemente aconsejarnos. ¿Qué sentido tiene permanecer aquí si ya hemos vencido?”

Hazrat Musleh Maud (ra) continúa: “Dieron preferencia a sus propias decisiones sobre las del Mensajero de Al-lah y abandonaron el desfiladero. Únicamente su líder, Abdul-lah bin Yubair y unos pocos permanecieron allí. Cuando el ejército de los incrédulos se retiraba hacia La Meca, Jalid bin Walid miró hacia atrás y observó que el desfiladero estaba vacío. Llamó a Amr bin Al´Aas. Ninguno de los dos habían aceptado el islam por aquel entonces. Jalid bin Walid le dijo: “¡Mira! ¡Qué oportunidad tenemos delante de nosotros. Vamos a regresar y atacar a los musulmanes!”.

Así, ambos generales reorganizaron sus tropas, que habían huido del campo de batalla, y cortando el paso al ejército musulmán, subieron a la montaña. Los pocos musulmanes que se encontraban allí no pudieron oponer resistencia a este ataque y fueron asesinados. El enemigo atacó al ejército musulmán por la retaguardia. Este ataque por parte de los incrédulos fue tan inesperado que los musulmanes, que se había dispersado celebrando la victoria, no pudieron defenderse. Sólo unos pocos Compañeros (ra) unos veinte máximo, fueron capaces de reunirse alrededor del Santo Profeta (sa). ¿Cuánto tiempo podían estos pocos hombres contener al enemigo? Finalmente, los soldados musulmanes fueron empujados hacia atrás debido al gran número de incrédulos y el Santo Profeta (sa) se quedó sólo en el campo de batalla. Fue entonces cuando una piedra golpeó su casco clávandole los clavos en su cabeza, le dejó inconsciente y cayó en una zanja. Ya hemos mencionado que un Compañero le extrajo los clavos con los dientes y perdió varios de ellos al hacerlo. La zanja había sido excavada y cubierta por algunos individuos malvados para causar daño al ejército musulmán (habían excavado la zanja y la habían cubierto con hierba y césped, por lo que nadie podía saber que era una zanja, y el Santo Profeta (sa) cayó dentro de ella). A partir de allí, algunos Compañeros fueron martirizados y sus cuerpos cayeron encima del bendito cuerpo del Santo Profeta (sa). La noticia del martirio del Santo Profeta (sa) se extendió. Sin embargo, los Compañeros que retrocedieron debido al duro ataque de los incrédulos, rodearon al Santo Profeta (sa) cuando el enemigo se retiró. Sacaron al Santo Profeta (sa) de la zanja, poco después el Santo Profeta (sa) volvió en sí y ordenó a los soldados salir a las afueras del campo de batalla para reagrupar a los musulmanes. El Santo Profeta (sa) los dirigió hacia el valle de la montaña. Hazrat Musleh Maud (ra) llegó a la siguiente conclusión – y esto es algo a lo que uno debe estar muy atento.

Hazrat Musleh Maud (ra) declara:

“La razón por la que el ejército musulmán sufrió una pérdida transitoria después de su victoria fue debido a que unos pocos individuos desobedecieron las órdenes del Santo Profeta (sa) y tomaron su propia iniciativa. Sin embargo, si hubiesen obedecido al Santo Profeta (sa) al igual que el pulso sigue al corazón; si hubiesen creído que una orden del Santo Profeta (sa) era más importante que incluso el sacrificio del mundo entero, que no es más que algo irreal; y si no hubiesen tomado la iniciativa y no hubiesen abandonado el desfiladero que el Santo Profeta (sa) les ordenó no dejar, independientemente de si conseguían la victoria o la derrota, entonces el enemigo no habría tenido la oportunidad de atacar de nuevo y, ni el Santo Profeta (sa) ni sus Compañeros hubiesen sufrido pérdidas.”

Hazrat Musleh Maud (ra) dice además:

“En este versículo [Coránico], Al-lah el Todopoderoso ha dirigido la atención de los musulmanes hacia el importante principio de que aquellos que no se adhieran completamente al mandamiento del Santo Profeta (sa) y le den preferencia a su propio juicio y opinión, o empiezan a interpretarlo de su propia manera, deberían tener miedo, no vaya a ser que sufran una calamidad o un castigo severo. En otras palabras, afirma que, si uno busca el éxito, debe levantarse bajo la instrucción de una mano que se levanta, y debe también sentarse bajo la instrucción de una mano que se pliega. Los musulmanes permanecerán vivos mientras que este espíritu se mantenga, pero el día en el que este espíritu deje de existir, la mano de Al-lah el Todopoderoso les estrangulará, aunque el islam permanecerá.” Es decir, a aquellos que desobedezcan al Santo Profeta (sa).

Precisamente, es el caso de los musulmanes hoy, la ayuda de Al-lah el Todopoderoso no está con ellos. Han empezado a ofrecer todo tipo de interpretaciones sobre la instrucción del Santo Profeta (sa) de aceptar al Mesías Prometido y Mehdi, transmitir su “salaam” y considerarle como juez y árbitro. Como resultado, las consecuencias son evidentes. Aquí también hay una lección y una advertencia para los áhmadis, ya que, después de haber aceptado al Mesías Prometido (as), uno puede obtener cualquier tipo de éxito o victoria solamente mostrando completa obediencia. Por lo tanto, cada persona debería de evaluar sus condiciones con respecto a sus estándares de obediencia.

En el primer relato se mencionó que Ikrama bin Abu Yahl estaba junto a Abu Sufian; sin embargo, en el relato narrado por Hazrat Musleh Maud (ra), fue Amar bin A’as quien comenzó el ataque en la montaña. En otras narraciones también se mencionan otros nombres. El equipo de investigación ha profundizado en el tema, y en varios libros de historia el nombre de Ikrama ha sido mencionado junto a Jalid bin Walid. Sin embargo, también hay referencias que mencionan que los Mushrikin [idólatras] asignaron su caballería del ejército liderado por ciertos individuos, uno de los cuales era Amr bin Aas. Por lo tanto, en referencia a esto, afirma que, observando que el desfiladero estaba abandonado, Jalid bin Walid comenzó un ataque e Ikrama bin Abu Yahl le siguió. Por lo tanto, una de las maneras de eliminar cualquier contradicción que se produce del análisis de distintos libros de historia – si se evalúan los tres relatos juntos – es que Hazrat Amr bin Aas lideraba la caballería y estaba también con ellos, y que Abu Sufian, Ikrama, y Abu Al-Aas estaban juntos. De esta manera no hay ninguna contradicción entre las narraciones.(Sharah Zurqaani, Vol. 2, p. 412, Ghazwah Uhud, Dar-ul-Kutub al-Ilmiyyah, Beirut, 1996)(Tarikhul Khamees, Vol. 2, p. 191, Ghazwah Uhud, Dar-ul-Kutub al-Ilmiyyah, Beirut, 1996)

El acontecimiento del martirio de Hazrat Abdul-lah bin Yubair es el siguiente:

Cuando Jalid bin Walid e Ikrama bin Abu Yahl avanzaron para comenzar el ataque, Hazrat Abdul-lah bin Yubair lanzó flechas hasta el punto de que las lanzó todas. Entonces, luchó con una lanza hasta que se rompió. Después, empezó a pelear con su espada hasta que cayó martirizado. Fue martirizado por Ikrama bin Abu Yahl. Cuando cayó, sus enemigos arrastraron y mutilaron su cuerpo despreciablemente. Perforaron su cuerpo tantas veces con sus lanzas que se le salieron los intestinos.

Hazrat Jawad bin Yubair dice: “Cuando dejaron a Hazrat bin Abdul-lah bin Yubair en ese estado, los musulmanes volvieron y yo estaba con ellos. Me reí en el lugar en el que ninguna otra persona se reía y dormí en el lugar donde nadie más había dormido y actué con avaricia en el lugar donde nadie más mostraba avaricia. No es posible hacer estas tres cosas en el estado en el que yo estaba.” Se le preguntó por qué hizo esto, y Hazrat Jawad respondió: “Yo sujeté los dos brazos, Abu Hina sujetó los dos pies, y levantamos a Hazrat Abdul-lah. Después, até sus heridas con tela de mi turbante y los idólatras estaban a un lado cuando le levantamos. La tela de mi turbante se aflojó, cayó al suelo y se salieron los intestinos de Hazrat Abdul-lah bin Yubair. Los enemigos estaban tan cerca y mirando por encima del hombro de mi compañero, que se puso nervioso. Me empecé a reír al ver lo que él hacía en ese momento. Entonces, uno de ellos avanzó y acercó su lanza a mi cuello; de repente, el sueño me venció y apartó la lanza (esto también era un ayuda de Al-lah el Todopoderoso. Al-lah el Todopoderoso hizo que de repente él tuviera sueño). En tal estado, yo no podía hacer nada ya que la lanza estaba justo al lado de mi cuello, pero la lanza fue retirada de mí. Entonces, cuando íbamos a cavar la tumba para Hazrat Abdul-lah bin Yubair, yo solo tenía mi arco y la tierra era muy firme, así que bajamos del monte con su cuerpo hacia un valle y cavé la tumba con la punta de mi arco. La cuerda también estaba unida al arco y me dije a mi mismo que no dejaría que mi cuerda se estropeara, así que aflojé la cuerda, la quité, cavé la tumba con la punta del arco y enterramos a Hazrat Abdul-lah bin Yubair.(Al-Tabaqaat-ul-Kubra, Vol. 3, p. 362-363 Abdullah bin Jubair, Dar-ul-Kutub al-Ilmiyyah, Beirut, 1990)

Al igual que Al-lah el Todopoderoso dio la oportunidad a Hazrat Abdul-lah bin Yubair y a sus Compañeros de mostrar completa devoción y ser capaces de entender el verdadero espíritu de los mandamientos que les fueron dados, nosotros también debemos entender y mostrar completa obediencia. Y de esta forma, seguir siendo los destinatarios de la Gracia de Al-lah el Todopoderoso.

Después de las oraciones, voy a dirigir la oración fúnebre en ausencia de Nadir Al-Husni Sahib de Canadá. Falleció el 20 de diciembre a la edad de 85 años – Inna lil-lahi wa Inna Ilaihi Rayiun. El fallecido era un individuo muy justo, devoto y noble. Sus sacrificios económicos eran también de un estándar muy alto y era Musi [miembro de la institución de Al-Wasiyat]. Le sobreviven su esposa y un hijo, que no son áhmadis. Era hijo de Abdul-Rauf Al-Husni Sahib, quien hizo Bai’at en 1938 después de que su hermano, el respetado Munir Al-Husni Sahib hiciera Bai’at. Abdul Rauf Sahib también era una persona muy piadosa y justa, que hablaba muy poco. Cuando Hazrat Musleh Maud (ra) viajó a Siria, también visitó la casa de Abdul Rauf Sahib Al- Husni una tarde para cenar.

Nadir Al-Husni Sahib también poseía muchas de las cualidades de su padre y demostró ser un elevado ejemplo de devoción y lealtad.

El Amir Sahib [Presidente Nacional de la Yama’at] de Canadá escribe:

“Después de la inauguración de la mezquita Bait-ul-Islam, viajaba cuatro horas cada semana para atender el sermón del viernes y después conducía de vuelta a su casa en Sudbury en el mismo día. Muchas veces le pedíamos que descansara y viajara al día siguiente, pero fiel a su estilo, daba alguna razón y regresaba para que la Yama’at no se molestara de ninguna manera por su causa. Continuó esta práctica hasta su última enfermedad. También fue el Muazzin [quien hace la llamada para la oración] durante muchos años para las oraciones del viernes en la mezquita Bait-ul-Islam. Tenía una manera única de hacer el Azan, con una pasión tal que cautivaba a los oyentes”.

La esposa del fallecido, Sumaiyya Sahiba, que no es áhmadi, ha escrito:

“Deseo que Al-lah el Todopoderoso le dé una morada a Nadir Al-Husni Sahib en el paraíso. Era una persona muy veraz, honesta, digna de confianza, y un individuo devoto a su familia y a la Yama’at. Siempre se esforzaba por ayudar a alguien en necesidad y le trataba con gran compasión. Sin que nadie lo supiera, ayudó una pobre mujer no áhmadi tanto como pudo. Siempre que íbamos a visitarla, Nadir Sahib iba primero al mercado, compraba varias cosas de primera necesidad y luego íbamos a su casa, y continuó haciéndolo hasta su fallecimiento.”

Dice además:

“Jamás he visto a nadie que muestre tanta paciencia mientras sufre una enfermedad, y el término “alhamdolil-lah” [toda alabanza pertenece a Al-lah] se podía escucharse de sus labios. Su corazón se llenaba del temor a Al-lah el Todopoderoso mientras Le imploraba ayuda. Solía ofrecer las cinco oraciones y el Tahayyud con regularidad, y todo aquel que le conocía era consciente de su devoción”.

Mutazil Qazaq Sahib de Canadá escribe: “Durante mi estancia en Siria, escuché acerca de Nadir Al Husni Sahib. La familia Husni es conocida por su lealtad y su fuerte relación con el Jilafat. Tras llegar a Canadá, conocí a Nadir Al Husni Sahib en la mezquita. Era una persona de naturaleza devota que siempre estaba alegre. Al hablar con él, me impresionó su amor por el Jilafat y su deseo de encontrar amigos en la mezquita”. Escribe: “Su regularidad en las oraciones era un ejemplo para todos nosotros”. Escribe además: “Tras su fallecimiento, su esposa e hijo vinieron a Toronto. Tuve la oportunidad de ayudarles por medio de la organización de la Yama´at, y ayudé en el funeral y en el entierro. Su esposa me dijo que había tres mezquitas en su zona y en todas le preguntaron sobre los preparativos del funeral del fallecido. Ella contestó (no es áhmadi) que el funeral se llevaría a cabo en la mezquita donde él ofrecía sus oraciones”. Qazaq Sahib escribe además: “Cuando su féretro estaba descendiendo hacia la tumba, me vino el recuerdo de un incidente relacionado con mi tío, Alhall Sami Qazaq Sahib, y que hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas. Durante su enfermedad terminal permanecí junto a él hasta su fallecimiento. Un día le vi llorando y me dijo: “Dile a mi líder, Hazrat Amir-ul-Mumenin, que le quiero profundamente y que permaneceré fiel hacia el Jilafat hasta mi último suspiro”. Creo que falleció durante el Jilafat de Hazrat Jalifatul Masih III (rh). De cualquier modo, sea cuando fuere, esas fueron sus palabras”. Qazaq Sahib escribe: “Mis pensamientos sobre Nadir Sahib son los mismos. Él también tenía una relación sincera con el Jilafat. Es sobre estas personas que Al-lah el Todopoderoso dice:

“[Árabe]””

“Entre los creyentes hay hombres que han respetado la alianza que hicieron con Al-lah. Hay algunos de ellos que han cumplido su promesa, y otros que todavía esperan, y no han cambiado su condición en lo más mínimo” [33:24]

Qazaq Sahib continua diciendo: “El fallecido tenía muchos recuerdos con Jalifas. En 1955, cuando Hazrat Musleh Maud (ra) visitó Siria, tuvo la oportunidad de tener la compañía cercana de Hazrat Musleh Maud (ra). El 3 de mayo de 1955, Hazrat Musleh Maud (ra) conversó con los sirios en árabe y, acerca de esta histórica reunión, Hazrat Musleh Maud (ra) dijo: “Esta reunión de hoy es importante porque, aproximadamente hace un siglo, época en la que muchos de los presentes no habían nacido aún, Al-lah el Todopoderoso le otorgó la siguiente revelación al Mesías Prometido (as):

[Árabe]

Los abdal [devotos] de Siria y los siervos de Al-lah de entre los árabes, están suplicando por ti””.

Dirigiéndose a los áhmadis sirios, Hazrat Musleh Maud (ra) dijo:

“Hoy, con vuestra presencia en esta reunión, las palabras de Al-lah el Todopoderoso se han cumplido”. Durante su viaje, Nadir Al Husni Sahib tenía varias fotos de recuerdo con Hazrat Musleh Maud (ra).

Su sobrino, Ammar ul Misqi Sahib, quien trabaja en Tabshir y reside aquí en Londres, dice: “Tenía una estrecha relación con Hazrat Chaudhry Zafrul-lah Jan Sahib. El fallecido tradujo al árabe un libro de Chaudhry Zafrul-lah Jan Sahib. Tenía una fuerte relación con la Yama´at. No soportaba ningún tipo de comentario inapropiado hacia la persona del Mesías Prometido (as) o los Jalifas. En una ocasión, fue con sus dos hermanos a ofrecer sus condolencias a un no-áhmadi. Un importante erudito sirio, Sheij Al Bani también estaba presente allí, acompañando a muchos de sus estudiantes, y sabía que Nadir Al Husni y sus hermanos eran áhmadis. Empezaron a debatir sobre las diferencias entre áhmadis y otros ulemas. Cuando uno de ellos comenzó a usar lenguaje profano sobre el Mesías Prometido (as), Nadir Al Husni Sahib se enfureció; se puso de pie y dijo: “Si alguno de vosotros tiene el coraje, debería entrar en un debate conmigo”. Solamente había tres de ellos, mientras que el jeque Al Bani Sahib estaba acompañado por más de quince personas. Ninguno de entre ellos tuvo el coraje de entrar en debate con él. Por el contrario, comenzaron a pelearse y decidieron atacar a los tres. Sin embargo, otras personas que habían venido a ofrecer sus condolencias intervinieron y los detuvieron”.

Durante sus estudios, nunca dejó pasar la oportunidad de transmitir el mensaje del Mesías Prometido (as). Habiendo completado su educación, fue a los Estados Unidos para estudiar ingeniería mecánica. Durante su último año, comenzó a debatir con una secta judía sobre asuntos de creencias. Ellos no tuvieron ningún argumento creíble, en cambio fueron al Rector y le dijeron que expulsara al fallecido de la universidad, o de lo contrario, le acusarían con tanta vehemencia, que le sería imposible completar sus estudios. En cualquier caso, por consejo del Rector, el fallecido cambió de universidad y se fue de los Estados Unidos a Canadá.

Su atención estaba enfocada en los libros del Mesías Prometido (as) y los Julafa. Grabó los libros árabes del Mesías Prometido (as) con su voz. Estaba en el proceso de aprender urdú y traducía los versículos persas del Mesías Prometido (as) al árabe. Utilizaba todas sus habilidades en árabe e inglés en las traducciones. Formó parte del equipo que tradujo al árabe el primer volumen del Comentario de los Cinco Volúmenes. Escribió libros en respuesta a las acusaciones contra el islam por parte de los opositores. Uno de esos libros, del cual obtuvo beneficios de los escritos del Mesías Prometido (as), se titula: ‘El Gran Profeta; Profecías antiguas sobre el advenimiento de Muhammad (sa)’. Tenía una gran biblioteca personal con muchos libros sobre el islam y, como testamento, declaró que después de su fallecimiento, la biblioteca se donara a la Yama’at.

Abdul Qadir Odeh Sahib dice: “El fallecido escribió muchos libros sobre la Yama’at y luego los publicó por su cuenta. Era un individuo sincero que sentía un gran amor por el Jilafat. Destacaba la importancia de Chanda [contribución obligatoria] a los demás”.

Abdur Razzaq Faraaz Sahib, misionero y profesor en Yamia Canadá, dice: “Fue muy paciente y siempre era agradecido”. Durante sus últimos años, no pudo consumir alimentos por vía oral debido a su enfermedad. Le dieron comida con la ayuda de una máquina directamente al estómago. A pesar de todo esto, cuando su condición mejoraba, viajaba para rezar la oración del Yumuah [oración del Viernes] a la mezquita. Cuando la situación en Siria se deterioró y los árabes empezaron a emigrar a Canadá, les mostró un gran amor y un gran afecto. Les aconsejaba que permanecieran unidos a la Yama’at y les decía que la única forma de preservar a sus descendientes en este país era asegurándose de que permanecieran unidos a la Yama’at y a la Mezquita”.

Musleh-ud-Din Shamur Sahib, un misionero que sirve en Canadá, escribe: “Después de escuchar los sermones de Hazrat Jalifatul Masih, Nadir Al Husni Sahib lo imprimía y luego lo leía de nuevo, después de lo cual los guardaba en un archivo. En su casa, grababa con su voz los libros en árabe del Mesías Prometido (as) y la traducción en árabe de diez volúmenes de At Tafsir Al Kabir. Luego, durante su viaje hacia y desde el Yumuah, los escuchaba o escuchaba el Tilawat [recitación del Sagrado Corán], el Darsul Corán de Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) que se muestran en MTA y los guardaba con él”. Luego dice: “Me quedé en su casa en muchas ocasiones. Aproximadamente una hora y media o dos horas antes de las oraciones del Fayar, le oía llorar y lamentarse en sus oraciones de Tahayyud. Cuando encendía la televisión, solo veía la MTA o las noticias. En una ocasión su MTA no funcionaba. Inmediatamente envió un mensaje para que la arreglaran, diciendo que sería difícil sobrevivir sin ella”.

Shamur Sahib también ha escrito que durante las oraciones recitaba la oración [Árabe] que significa ¡Oh Al-lah! Permítenos derivar las máximas bendiciones del Jilafat, y cada vez que la recitaba, comenzaba a llorar. Dijo que había presenciado esto en muchas ocasiones.

¡Que Al-lah el Todopoderoso eleve el estado del difunto y permita que su esposa e hijos entren en el Bai’at del Mesías Prometido (as)! ¡Que Al-lah acepte todas las súplicas que él ofreció por ellos!

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