La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Sermón del viernes 12-04-2024

Después de recitar el Tashahud, el Taawuz y el Surah al-Fatihah, Su Santidad el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:

Antes del Ramadán, mencioné las expediciones del Santo Profeta (sa). En este sentido, hablé sobre incidentes relacionados con la Batalla de Uhud, que también incluyeron aspectos de la vida del Santo Profeta (sa). Hoy también hablaré sobre esto.

Está registrado en una narración que la madre de Hazrat Sa’d bin Mu’adh (ra) acudió al Santo Profeta (sa). [En ese momento] el Santo Profeta (sa) estaba montado en un caballo y Hazrat Sa’d bin Mu’adh (ra) sostenía las riendas. Al verla, Hazrat Sa’d dijo al Santo Profeta (sa): “¡Oh Mensajero (sa) de Dios! Esta es mi madre.” El Santo Profeta (sa) respondió: “¡Dale la bienvenida!” Detuvo su caballo hasta que ella se acercó y comenzó a mirar al Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) expresó su pésame por el martirio de su hijo, Hazrat Amr bin Mu’adh. Ante esto, ella dijo: “Habiendo visto al Santo Profeta (sa) sano y salvo, todo mi dolor y tristeza han desaparecido”. El Santo Profeta (sa) le dijo a Umm-e-Sa’d: “¡Oh Umm-e-Sa’d! Buenas nuevas para ti y transmíteles a las familias de cada mártir ya que todos los que han sido asesinados son Compañeros unos de otros en el paraíso y que todos ellos han intercedido por sus familias ante Dios Altísimo”. (Es decir, todos los mártires también intercedieron por sus familias ante Dios Altísimo). Hazrat Umm-e-Sa’d respondió: “¡Oh Mensajero de Dios (sa)! Todos estamos contentos y felices con la voluntad [de Dios] y ¿quién puede llorar por ellos tras esta buena noticia?” ¿Cuán magnífico es el estándar de su fe y su satisfacción con la voluntad de Dios Altísimo? Después de esto, le pidió al Santo Profeta (sa): “¡Oh Mensajero de Dios (sa)! Ore por las afligidas familias de cada mártir”. Posteriormente, el Santo Profeta (sa) oró por las afligidas familias de cada mártir de Uhud con las siguientes palabras:

[Árabe]

“¡Oh Dios! Quita la pena y el dolor de sus corazones, elimina sus dificultades y concede a los afligidos por estos mártires sucesores excelentes”.

Hablando sobre la devoción de la gente de Medina, Hazrat Musleh Maud (ra) afirma:

“Cuando el Santo Profeta (sa) regresó del campo de batalla de Uhud, las mujeres y los niños de Medina habían salido de la ciudad para darle la bienvenida. Un viejo y valiente Compañero Ansari [Ansar – musulmanes nativos de Medina], Sa’d bin Mu’adh, sostenía las riendas del camello del Santo Profeta (sa) y avanzaba con orgullo. Cerca de la ciudad se encontró con su anciana madre, cuya vista se había deteriorado. Durante [la batalla de] Uhud, uno de sus hijos también fue asesinado. A esta anciana se le estaba formando una catarata y su vista se había deteriorado. De pie frente a las mujeres, comenzó a mirar aquí y allá y preguntó dónde estaba el Santo Profeta (sa). Sa’d bin Mu’adh pensó que si su madre recibía la noticia del martirio de su hijo, quedaría en shock. Por eso quería que el Santo Profeta (sa) le diera valor y consuelo. Por lo tanto, justo cuando vio a su madre, dijo: “Oh Mensajero de Dios (sa), mi madre [está aquí], Oh Mensajero de Dios, mi madre [está aquí]”. (Es decir, dijo dos veces que su madre estaba viniendo). Al llegar allí, el Santo Profeta (sa) dijo: “Oh mujer, es motivo de gran tristeza que uno de tus hijos haya sido mártir en esta batalla”. La visión de la anciana era débil, por lo que no podía ver el rostro del Santo Profeta (sa). Comenzó a mirar a izquierda y derecha y, finalmente, sus ojos se detuvieron en el rostro del Santo Profeta (sa). Se acercó al Santo Profeta (sa) y comenzó a decir: “Oh Mensajero de Dios (sa), al verte a salvo, imagina que he cocinado mis aflicciones y me la he comido”.

Ahora observad cómo esta mujer, que había perdido su apoyo [es decir. su hijo] en su vejez, dijo valientemente: “¿Por qué debería devorarme la tristeza por mi hijo? Si el Santo Profeta (sa) está vivo, cocinaré este dolor y me lo tragaré. La muerte de mi hijo no será la causa de mi fallecimiento; más bien, el pensamiento de que el Santo Profeta (sa) está vivo, y mientras protegía al Santo Profeta (sa) mi hijo dio su vida, sólo aumentará mi fuerza”.

Mientras relataba otro incidente de esta manera, Hazrat Musleh Maud (ra) preguntó una vez a las mujeres áhmadis:

“¿Surge dentro de vosotras esta misma pasión por vuestra fe?” Luego, tras relatar el incidente, se dirigió a las mujeres llamándoles la atención sobre la responsabilidad de Tabligh, y dijo:

“Éstas eran las mujeres que, por la causa de la propagación del islam, caminaban con calma con los hombres, y estas son las mujeres de las que el mundo islámico se enorgullece. También es vuestra promesa (es decir, las mujeres que aceptaron al Mesías Prometido (as)) de que creísteis en el Mesías Prometido (as), y el Mesías Prometido (as) es el Buruz [reflejo] del Santo Profeta (sa). En otras palabras, eres el reflejo de las Compañeras, pero dime de verdad: ¿surge en vosotras la misma pasión por vuestra fe que surgió en las Compañeras? ¿Poseéis la misma luz que se encontraba dentro de las Compañeras femeninas? ¿Es vuestra descendencia justa, tal como lo fue la descendencia de las Compañeras? Si reflexionáis sobre esto, os daréis cuenta de que estáis mucho más atrás que las Compañeras”.

Afirma además: “Los sacrificios que hicieron mientras arriesgaban sus vidas fueron tan amados por Dios Altísimo que muy rápidamente les concedió el éxito, y esa obra que otras naciones no pudieron completar en siglos, los Compañeros/as lo terminaron en unos pocos años”.

Por lo tanto, si deseamos ver progreso, debemos crear esa fe y pasión dentro de nosotros, e inculcar esa sinceridad y sacrificio. Aunque algunos incidentes como el que acabo de narrar también han sido mencionados anteriormente, se han contado considerando diferentes narraciones; sin embargo, cuando uno escucha estos incidentes una y otra vez, y desde diferentes ángulos, se crea un maravilloso estado espiritual y una sensación de celo. Experimentamos especialmente una perspectiva holística cuando Hazrat Musleh Maud (ra) relata un incidente, no solo el incidente [sin contexto]. De la misma manera, al mencionar los incidentes de las Compañeras en una ocasión, Hazrat Musleh Maud (ra) afirma:

“El campo de batalla de Uhud estaba a 8 o 9 millas de Medina. Cuando la noticia del martirio del Santo Profeta (sa) llegó a Medina, las mujeres abandonaron la ciudad mientras lloraban y sollozaban profusamente y corrieron hacia el campo de batalla. La mayoría de las mujeres recibieron la noticia de que el Santo Profeta (sa) estaba vivo durante el camino y se detuvieron allí, pero una mujer corrió hasta Uhud en un estado de frenesí. El marido, el hermano y el padre de esta mujer fueron asesinados en Uhud y, según algunas narraciones, uno de sus hijos también fue asesinado. Cuando llegó al ejército musulmán, le preguntó a uno de los Compañeros sobre la condición del Santo Profeta (sa). Debido a que el Compañero que estaba dando la noticia estaba en paz sabiendo que el Santo Profeta (sa) [estaba vivo], dijo: “Estoy triste, oh mujer, porque tu padre ha muerto en esta batalla”. Al oír esto, la mujer dijo: “Eres bastante extraño. Te pregunto por el Santo Profeta (sa) y me das la noticia de que mi padre ha muerto”. Al oír esto, el Compañero dijo: “Me entristece, oh mujer, que tu marido también haya muerto en esta batalla”. Al oír esto, la mujer respondió: “No te pregunté por mi marido. He preguntado sobre la condición del Santo Profeta (sa)”. Al oír esto, el Compañero dijo una vez más: “Estoy triste, oh mujer, porque tu hermano también ha muerto en esta batalla”. Esta mujer dijo apasionadamente: “No te pregunté por mi hermano; Te pregunté sobre el Santo Profeta (sa). Cuéntame sobre la salud del Santo Profeta (sa)”. Cuando la gente vio que ella no estaba preocupada por la muerte de su padre, esposo y hermano, y que sólo deseaba preguntar sobre la condición del Santo Profeta (sa), entonces entendieron sus verdaderas emociones y dijeron: “¡Oh! mujer, el Santo Profeta (sa) está vivo y bien”. Ante esto, ella dijo: “Dime dónde está”, y luego rápidamente corrió hacia la dirección donde estaba el Santo Profeta (sa). Cuando llegó allí, cayó de rodillas, agarró las ropas del Santo Profeta (sa) y dijo: “Oh Mensajero de Dios (sa), que mi madre y mi padre sean sacrificados por ti. Si estás bien, entonces no me importa quién haya fallecido. Solo necesito que estés vivo. Si estás vivo, entonces no me preocupa la muerte de nadie más”.

Hazrat Musleh Maud (ra) afirma además: “Miren cuánto amaba esta mujer al Santo Profeta (sa). Una tras otra, la gente le informó de la muerte de su padre, su hermano y su marido, pero ella seguía dando la misma respuesta: “cuéntame sobre la condición del Santo Profeta (sa)”. Por lo tanto, ella también era mujer, pero demostró un profundo amor por el Santo Profeta (sa). Respecto a las mujeres musulmanas durante el primer siglo del islam [es decir, las Compañeras], Hazrat Musleh Maud (ra) afirma:

“Luego, relatando lo que siguió a la batalla de Uhud y describiendo el carácter del Profeta y el amor que le profesaban sus Compañeros, tanto hombres como mujeres, Hazrat Musleh Maud (ra) ha escrito en ‘Introducción al estudio del Sagrado Corán’:

‘Cuando el ejército islámico regresó a Medina, el falso rumor del fallecimiento del Santo Profeta (sa) y las noticias de los golpes sufridos por los musulmanes ya habían llegado a Medina. Las mujeres y los niños de Medina corrieron con gran fervor y preocupación hacia Uhud. La mayoría de ellos se enteraron de la verdad por el camino y se detuvieron, pero una mujer que pertenecía a la tribu Banu Dinar corrió fervientemente todo el camino hasta el mismo Uhud para averiguar si las noticias eran ciertas. Esta mujer corrió desesperadamente hacia Uhud (su marido, su hermano y su padre murieron en la batalla, y según algunas narraciones, incluso su hijo corrió la misma suerte), y la primera narración revela que cuando le informaron del fallecimiento de su padre, sólo respondió preguntando cómo estaba el Mensajero de Dios.

Como la persona que le informaba ya estaba tranquila, sabiendo que el Mensajero de Dios estaba bien, siguió informándole de los familiares que había perdido.

Pero ella insistió en preguntar repetidamente: ‘¿Qué ha hecho el Santo Profeta?'”. Hazrat Musleh Maud (ra) afirma, Aparentemente, esta frase parece no tener sentido a primera vista. Decirlo así parece impreciso. Por eso los historiadores han interpretado que significa: “¿Qué hizo el Profeta en Uhud?”

Pero Hazrat Musleh Maud (ra) explica: “La verdad es que, según la expresión lingüística de las mujeres, es absolutamente correcto.” Las emociones de una mujer se desbordan y, a veces, habla (de alguien que se sabe que está muerto) como si estuviera vivo y presente. Como cuando mueren los hijos o maridos de ciertas mujeres, se dirigen a ellos como si vivieran, diciendo cosas como: “¿Por qué me dejas en este estado?” o “Hijo, ¿por qué me has abandonado en mi vejez?”. Se trata de un fenómeno extremadamente delicado que la condición humana exhibe en momentos de profunda angustia.

Y así fue el caso de esta mujer al oír el falso rumor de que el Profeta (sa) había muerto. No estaba preparada para aceptar su fallecimiento, ni podía negar que había podido fallecer, así que, en un estado de sumo dolor, se limitaba a repetir: “¿Qué ha hecho el Santo Profeta?”.

Lo que quería decir era: cómo es concebible que un personaje tan leal nos haya traicionado de repente (muriendo). Cuando la gente observó que no le importaba el fallecimiento de su marido, padre o hermano y se dieron cuenta de la verdadera intención que había detrás de sus preguntas, la tranquilizaron: “Oh, madre de tal y cual, el Profeta (sa) está tal y como deseáis verlo: está bien por la gracia de Dios.”

Pidió a la gente: “Mostradme dónde está”. Le dijeron que avanzara un poco más y que le vería de pie un poco más adelante. La mujer corrió hacia él y lo sujetó por el manto, diciendo: “¡Oh Mensajero de Dios, que mis padres sean sacrificados por ti!” Cuando estás vivo y bien, no me importa la muerte de nadie más”.

Hazrat Musleh Maud (ra) afirma: ” Observad, los hombres demostraron un tremendo ejemplo de fe en la batalla, y las mujeres mostraron su sinceridad de la forma que acabo de ilustrar ante vosotros. El mundo cristiano se enorgullece del heroísmo de María Magdalena y sus Compañeras al burlar al enemigo para entrar en el sepulcro de Jesucristo (as).

Yo les digo: ¡Venid a ver la devoción desinteresada de los devotos de mi Amado! (Mirad) las precarias condiciones en las que estaban cuando le apoyaron y a través de todo ello mantuvieron en alto la bandera de la unidad de Dios.”

Tras enterrar a los mártires, cuando el Mensajero de Dios (sa) regresó a Medina, fue recibido en las afueras de la ciudad por mujeres y niños que le dieron la bienvenida. Sa’d bin Mu’adh, un jefe de Medina, llevaba las riendas del camello del Profeta -también he mencionado este incidente antes- y seguía corriendo hacia delante con orgullo, tal vez anunciando a la gente que miren, hemos traído con éxito al mensajero de Dios de vuelta a casa.

Este es un estilo de expresión. Al entrar en la ciudad, Hazrat Sa’d (ra) fue recibido por su anciana madre, cuya vista se había debilitado. Su otro hijo, ‘Amr bin Mu’adh, también había sido martirizado en Uhud (como ya he mencionado en detalle antes también). Cuando el Santo Profeta (sa) la vio, le dijo: “Siento una gran compasión por la pérdida de tu hijo”. La piadosa mujer respondió: “Oh Mensajero de Dios, ahora que te he visto vivo y sano, considera que he cocinado y me he comido todas mis otras penas.” Qué extraña expresión idiomática: cocinar y comerse todas las penas.

Qué profundo nivel de amor transmite. Normalmente, la pena consume a una persona. Pero esta mujer que, en su avanzada edad, perdió a su hijo que era su medio de vida y sustento, declaró con un coraje tan elocuente que, por mucho que la pena la consuma, mientras el Mensajero de Dios (sa) esté vivo, yo consumiré en cambio mi propia pena. La muerte prematura de mi hijo no será un medio para mi propio fallecimiento. Más bien, el conocimiento de que entregó su vida por el Profeta de Dios me rejuvenecerá”.

Esto es la verdadera pasión.

Hazrat Musleh Maud (ra), rezando por los Ayudantes de Medina, y expresando sus propios sentimientos hacia ellos declaró: “Oh Ayudantes de Medina, que mi vida sea sacrificada por todos vosotros; qué recompensa tan grande os habéis ganado.”

¿Cuál fue el ejemplo del Santo Profeta (sa) sobre la conducta de los hipócritas y los judíos de Medina y la muestra de pasión de Hazrat Umar (ra) en respuesta a ellos? Está registrado que cuando el Santo Profeta (sa) llegó a Medina después de la Batalla de Uhud, los hipócritas y judíos de Medina comenzaron a celebrar y hablar mal de los musulmanes. Decían: “Muhammad [sa] desea gobernar (Dios no lo quiera), y hasta el día de hoy, ningún profeta ha sufrido tantas pérdidas como él”. Él mismo resultó herido, al igual que sus Compañeros”. También decían: “Si aquellos de entre vosotros que perdieron la vida se hubieran quedado con nosotros, nunca los habrían matado”.

Hazrat Umar (ra) pidió permiso al Santo Profeta (sa) para matar a los hipócritas que decían estas cosas (es decir, aquellos hipócritas). El Santo Profeta (sa) dijo: “¿Acaso no dan testimonio de que no hay más dios que Al’lah (no recitan la Ilaha Ilal’lah) y de que yo soy el Mensajero de Al’lah (y dicen Muhammad Rasul Al’lah)?”. (Luego preguntó: “¿Acaso no recitan el credo islámico?”. Hazrat Umar (ra) respondió: “Sí, lo hacen. Pueden proclamarlo, pero al mismo tiempo hablan con hipocresía”. Hazrat Umar (ra) añadió: “Sólo lo hacen por miedo a la espada (es decir, sólo recitan el credo y dicen que Muhammad es el Mensajero de Al’lah)”. Su asunto está claro, y ahora que han mostrado lo que hay en sus corazones y Dios ha manifestado la malicia que albergan, debemos vengarnos de ellos (deben ser castigados).” El Santo Profeta (sa) respondió: “Se me ha prohibido matar a los que dan testimonio (se le prohibió matar a los que recitan que no hay más dios que Al’lah y que Muhammad es Su Mensajero). Se me ha prohibido matar a quien recita este credo islámico”.

Esto es suficiente para acallar a los autoproclamados clérigos que dicen que los áhmadis son incrédulos y que su asesinato está permitido, a pesar de que los áhmadis recitan el credo islámico de corazón y no albergan ni un rastro de hipocresía. De hecho, se han producido algunos martirios debido a esto. Estos son los mismos clérigos, o autoproclamados clérigos, que han desprestigiado el nombre del Islam.

Existen varias narraciones sobre los funerales de los mártires de Uhud. Los he presentado anteriormente, pero ahora me gustaría mencionar una narración de Sahih al-Bujari, de la cual uno puede entender el rango y el estatus de los Compañeros que participaron en la Batalla de Uhud y la oración del Santo Profeta (sa) por ellos.

Hazrat Uqbah bin Amir (ra) relata que el Santo Profeta (sa) ofreció las oraciones fúnebres de los mártires de Uhud ocho años después, como si se despidiera de los vivos y de los muertos. Entonces subió al podio y dijo: “Soy vuestro predecesor y estoy ante vosotros, y soy vuestro testigo, y vuestro lugar prometido para reuniros conmigo será Al-Haud (es decir, el Tanque) (el Día de la Resurrección), y (ahora) lo estoy contemplando desde este lugar mío”. No temo que adoréis a otros aparte de Dios, pero sí temo que la vida mundana os tiente y os haga competir entre vosotros por ella.” Los incidentes que se produjeron más tarde demuestran que este temor del Santo Profeta (sa) estaba justificado.

Hazrat Ibn Abbas (ra) relata que el Santo Profeta (sa) dijo: “Cuando vuestros hermanos fueron martirizados en Uhud, Dios colocó sus almas en aves verdes que descienden sobre los ríos del paraíso, comen sus frutos y anidan en lámparas de oro a la sombra del Trono. Luego, cuando probaron su comida y bebida favoritas y descansaron como quisieron, preguntaron quién les diría a sus hermanos que estaban vivos en el paraíso y que les habían dado provisiones, para que no se volvieran reacios a realizar la Yihad o a tomar las armas en la guerra. Dios Altísimo ha dicho que les informará sobre ellos. Entonces Dios reveló:

[Árabe]

“No consideréis muertos a los que han muerto por la causa de Dios”.

Algunos autores de comentarios al Sagrado Corán o narradores de hadices suelen afirmar que no tiene por qué ser ésta la razón por la que se reveló este versículo. Incluso antes de esta [revelación], a todos los mártires -y a los mártires de Badr- se les concedió un rango elevado. De hecho, este versículo también se encuentra en la Surah Al-Baqarah.

Luego, hay otra narración de Hazrat Jabir bin Abdul’lah que dice: “El Santo Profeta (sa) solía decir: ‘Por Dios, cuando pienso en los mártires de Uhud, desearía haberme quedado con mis Compañeros en ese valle montañoso'”. En otras palabras, decía: ‘¡Ay! Ojalá me martirizaran junto con ellos'”.

Abdul’lah bin Abi Farwah narra por parte de su padre: “Cuando el Santo Profeta (sa) visitó las tumbas de los mártires de Uhud, dijo:

[Árabe]

“Oh Dios, ciertamente, yo, tu Siervo y Mensajero, atestiguo que esta gente son mártires, y responderán a quienes les visiten y envíen la paz sobre ellos hasta el Día del Juicio Final.”

Hablando de los mártires de Uhud, el Santo Profeta (sa) dijo:

[Árabe]

“Estas son las personas para quienes doy testimonio.”

Oyendo esto, Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) preguntó,”Oh Profeta de Dios, ¿no somos hermanos? Nosotros hemos aceptado islam igual que ellos, y hemos hecho yihad igual que ellos.” El Santo Profeta(sa) le respondió: “Efectivamente. Sin embargo, yo no se lo que que vosotros haréis cuando me haya ido.” Hazrat Abu Bakr (ra) comenzó a llorar preguntando, “¿Viviremos más tiempo que tu?” La idea de que podría seguir vivo después de la muerte del Santo Profeta (sa) le hizo entrar en una tristeza insoportable.

Abbad bin Abi Sahih relata, “El Santo Profeta (sa) solía ir a visitar las tumbas de los mártires de Uhud al comienzo de cada año. Solía pronunciar las siguientes palabras:

[Árabe]

La paz sea con vosotros por la paciencia que habéis demostrado. ¡Que bello es vuestro último hogar!”

El narrador también cuenta que posteriormente, primero Hazrat Abu Bakr y luego Hazrat Usman también solían visitar sus tumbas.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad escribe:

Cuando se acercaba al final de su vida, el Santo Profeta (sa) ofreció un a oración fúnebre especial para los mártires de Uhud, y rezó muy emocionado para ellos. El Santo Profeta (sa) solía recordar a los mártires de Uhud con un amor y un respeto especial.

En una ocasión, cuando el Santo Profeta (sa) pasó por delante de las tumbas de los mártires de Uhud, dijo, “Soy testigo de la fe de las personas que yacen aquí. Hazrat Abu Bakr (ra) preguntó: “¡Oh Mensajero de Al’lah!  ¿No somos sus hermanos? ¿No hemos aceptado el Islam igual que ellos? ¿No hemos hecho la Yihad por el amor de Al’lah igual que ellos?” El Santo Profeta (sa) le respondió, “Efectivamente, pero desconozco lo que haréis después de que yo haya fallecido.” Oyendo esto, Hazrat Abu Bakr estalló en lágrimas y lloraba sin consuelo.  Finalmente preguntó “¡Oh Mensajero de Al’lah! ¿Podremos vivir después de tu muerte?”

Tal pensamiento pareció la muerte misma. También narra:

Los Compañeros del Santo Profeta (sa) también tuvieron en gran estima a los mártires de Uhud y siempre mantuvieron viva en sus corazones la memoria de la batalla como un acontecimiento sagrado. Por ejemplo, en una ocasión después de que el Santo Profeta (sa) hubiera fallecido, sirvieron a Hazrat Abdur bin Auf unos alimentos, tal vez bien elaborados, para la apertura de su ayuno. En este momento, le entró un vivo recuerdo de la época de la batalla de Uhud cuando los musulmanes ni si quiera tenía suficiente tela para cubrir los cuerpos de los mártires y tuvieron que utilizar hierba para tapar las partes de sus cuerpos que quedaban expuestos.  Abdur Rahman bin Auf se emocionó tanto con este recuerdo que no pudo reprimir las lágrimas y se marchó sin comer aunque había estasdo ayunando.

También hay relatos sobre como el Santo Profeta (sa) consoló las familias de los mártires de Uhud y como expresó su afecto para sus hijos.  Hazrta Aqrabah (ra) el padre de Hazrat Bishr ha sido recordado como uno de los mártires de Uhud. En algunos relatos el nombre de Hazrat Bishr esta apuntado como Bashir. Después de la batalla de Uhud, Bishr estaba sentado al lado del cuerpo sin vida de su padre llorando. El Santo Profeta (sa) pasó por allí y dijo:

[Árabe]

“Este tranquilo. ¿No estas contento que yo he llegado a ser tu padre y Aisha tu madre?”

Bishr contestó: “Desde luego que si. Naturalmente estoy contento.” Anteriormente se llamaba Bahir, pero el Santo Profeta (sa) le dio el nombre Bashir.  Él ceceaba, pero el Santo Profeta (sa) [rezó y] sopló sobre su boca y de esta manera curó su ceceo.  El Santo Profeta (sa) también pasó su bendita mano sobre su cabeza.  Cuando alcanzó una avanzada edad todo su cabello se volvió blanco, pero el pelo en el sitio donde el Santo Profeta (sa) le habían tocado quedó negro.  Tuvo una vida larga y falleció en Palestina en el año 85 d.C.

Hay otro relato que cuenta como el Santo Profeta (sa) consoló Hazrat Jabir bin Abdul’lah (ra). Hazrat Jabir bin Abdul’lah (ra) relata, “Una vez el Santo Profeta (sa) se dirigió a mi diciendo, “¡Oh Jabir! ¿Qué te pasa? Pareces muy triste.” Yo contesté, “¡Oh Mensajero de Al’lah! Mi padre fue mártir en la batalla de Uhud y ha dejado detrás a sus hijos y una deuda.”

El Santo Profeta (sa) me dijo,”¿No debería darte la buena nueva de como tu padre se encontró con Al’lah?” Yo respondí, “Si, oh Mensajero de Al’lah.”

El Santo Profeta (sa) me dijo, “Dios Altísimo se dirigió a todos detrás de un velo; sin embargo, devolvió a tu padre a la vida y se dirigió a él directamente diciendo: “Oh siervo Mio, pideme lo que quieras y yo te lo concederé.”  El respondió, “Oh Señor mio, concedeme la vida terrenal una vez más para que yo pueda volver a ser mártir por Tu causa.”

Según otra versión de esta historia, Harat Abdul’lah respondió: “¡Oh Señor Mio! Fui incapaz de cumplir con la responsabilidad de adorarte. Así que, concedeme la vida una vez más para que yo pueda ponerme al lado de Tu Profeta, luchar por Tu causa y abrazar el martirio de nuevo por Ti. Entonces Dios Altísimo respondió: “He decretado que una vez que una persona haya muerto no puede volver a la tierra.”

Hazrat Abdul’lah bin Amr pidió: “Oh Señor mio, comunica esto a mis seres queridos en la tierra.” A continuación, Al’lah reveló el siguiente versículo:

[Árabe]

“No consideréis muertos a los que han sido asesinados en la causa de Al’lah. Es más, están vivos, en presencia de su Señor, y reciben dones de Él”.

De todas formas, como he mencionado antes, no está claro si este incidente fue el motivo por la revelación de este versículo, pero lo que es cierto es que los mártires están vivos y son recompensados con los grados más elevados en el paraíso. El cuarto Jalifa, en un discurso sobre la vida del Santo Profeta (sa) habló más en detalle sobre este incidente en el que Dios Altísimo habla con Hazrat Abdul’lah bin Amr. Demuestra la lealtad y el amor de los Compañeros por el Santo Profeta (sa) y el trato cariñoso que recibieron de Al’lah. Hablando de esto, el Cuarto Jalifa dijo:

Hay un sin fin de aspectos bellos en este relato. De todos los ángulos se percibe la Gracia y el Esplendor de Al’lah.  Entre otras cosas, vemos como el Santo Profeta (sa) permanecía en comunicación constante con Su Señor; su corazón estaba repleto con su afecto por su pueblo mientras al mismo tiempo su corazón permanecía unido a Su Señor.  Asi que, por un lado, sentía una fuerte devoción por sus Compañeros mientras por el otro mantuvo un vínculo de amor con el Altísimo.

Fuesen tiempos de guerra o tiempos de paz, constantemente progresaba hacia los más elevados niveles de espiritualidad.  Por un lado, podría estar dirigiendo la batalla mientras al mismo tiempo estaba siendo testigo de los maravillosos signos de su Señor. Al mismo tiempo que prestaba atención con compasión a sus Compañeros podría estar disfrutando del maravilloso sonido de la revelación Divina. Sus manos estaban ocupadas mientras su corazón permanecía dedicado al recuerdo de Dios. Igual que el consolaba y reconfortaba a sus Compañeros, Dios Altísimo Mismo le proporcionaba consuelo y alivio.

Con la revelación del profundo deseo de Abdul’lah bin Amr(ra), Dios Altísimo quería informar el Santo Profeta(sa), “Oh Tu que me quieres más que cualquier otra, he llenado los corazones de mis siervos justos con tanto amor por ti, que incluso después de que tu te hayas marchado de este mundo pasajero, ellos mantendrán un profundo anhelo por ti en sus corazones.” Vemos en este incidente como lo único que producía dolor en el corazón del Compañero era haber dejado el Santo Profeta(sa) en el campo de batalla y por lo tanto quería volver. Cuando de ti se trata, ni siquiera desean los jardines del paraíso. Su paraíso consiste en estar a tu lado e incluso desean sufrir la muerte repetidamente con la espada, su único deseo es estar contigo una y otra vez.

Continuaré inshal’lah con este tema más adelante.

Debemos seguir rezando por Palestina y por el mundo en general porque la situación empeora cada vez más. Hay un riesgo de un ataque sobre Irán y esto conducirá a una extensión de la guerra.

Ayer recibimos noticias que la mayoría de los áhmadis encarcelados en Yemen han sido liberados. Debemos rezar para los pocos prisioneros que siguen detenidos; que Dios Altísimo cambie los corazones de los que tienen autoridad sobre ellos.  Y rezad especialmente para la presidenta de la asociación de mujeres áhmadis (Sadr Lallna) que también está encarcelada; que Dios Altísimo le conceda los medios para su pronta liberación.

Después de las oraciones, dirigiré dos oraciones fúnebres en ausencia y también mencionaré algunos detalles sobre ellos.

El primer funeral es el del respetado Mustafa Ahmad Jan Sahib, que era el hijo de Hazrat Nawab Abdul’lah Jan Sahib y Hazrat Nawab Amatul Hafiz Begum Sahiba, quien falleció recientemente.

[Árabe]

[“Ciertamente, a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos”]

El difunto era el nieto más joven del Mesías Prometido (as) y era el hijo menor de la hija más pequeña del Mesías Prometido (as), Amatul Hafiz Begum Sahiba. Era el nieto más joven del Mesías Prometido (as). Por la gracia de Dios Altísimo, era musi. Empezó su trabajo en 1966 como director general en Sui Northern Gas Company. Incluso tras su jubilación, volvió a ser el director general de la empresa. Cuando la situación empeoró [contra los áhmadis en Pakistán], la empresa le marginó y no le daba un buen nivel de trabajo. Él habló del tema con Hazrat Jalifatul Masih lll (rh) y le aconsejó que las circunstancias mejorarían poco a poco y que no se preocupara y que siguiera trabajando ahí. Tras esto, las circunstancias mejoraron y Dios Altísimo otorgó Su gracia sobre él.

Cuidaba mucho de los pobres y cumplía con su relación con los miembros de la familia. Se casó dos veces. Su primera esposa murió y luego se casó con la hermana menor de su esposa, que ya tenía hijos [de un matrimonio anterior]. Cuidaba de sus hijos como si fueran suyos. Este segundo matrimonio se hizo siguiendo los consejos de sus hermanas y él cumplió este vínculo matrimonial de manera excelente. Como he mencionado antes, su segunda esposa era la hermana pequeña de su primera esposa. Estaba divorciada y tenía dos hijas de su matrimonio anterior. Durante mucho tiempo crió sola a sus hijas, pero más tarde volvió a casarse.

Ella escribe: “Trataba con gran amabilidad incluso a los no musulmanes. Había un niño hindú en Sindh por el que corrió con todos los gastos de su educación y le ayudó a alcanzar un nivel educativo tal que más tarde se convirtió en comisario adjunto, y siempre decía: ‘He alcanzado este rango gracias a Mustafa Jan Sahib’. No obstante, esto se debió puramente a las bendiciones de Dios. Se ocupaba mucho de los pobres. También estableció una fundación a nombre de sus padres en su granja de Nasirabad, que recibió como parte de la herencia de su padre. Construyó una clínica cerca del terreno donde se organizaban campamentos médicos gratuitos, y el Dr. Abdul Manan Shahid Sahib también prestó sus servicios en estos campamentos médicos. Nunca pidió ayuda a nadie de fuera para dirigir esta clínica y sufragó todos los gastos con sus propios medios.

También era muy hospitalario. (Su padre, Nawab Abdul’lah Jan Sahib también era muy hospitalario y esta cualidad le fue inculcada a través de su padre). También tenía una relación muy afectuosa con sus hijos. Cumplió todas sus relaciones de manera excelente”. Su segunda esposa ha escrito esto. Trataba y cuidaba a sus hijas como si fueran suyas. Si alguna vez tenía que ser estricto para hacerles entender algo, lo hacía de forma que aprendieran de ello.

El Dr. Jalid Taslim Sahib, su sobrino, dice que era una persona extremadamente servicial. Ocupó un alto cargo en el departamento de Sui Gas. Si alguna vez alguien necesitaba ayuda, nunca se la negaba y cuidaba especialmente de los pobres. Mirza Hanif Ahmad Sahib afirmó en una ocasión que si le envías a una persona pobre para que realice cualquier tarea, con toda seguridad lo hará. También ayudó a instalar gas en los hogares de muchas de las familias pobres de Rabwah.

Hace 35 años le diagnosticaron un cáncer y se sometió a una operación quirúrgica mayor. Afectó mucho a su vida cotidiana, pero a pesar de ello siempre se mantenía alegre. Nunca le impidió ser hospitalario y ayudar a los demás. Tenía un amplio círculo de amigos. Incluso los opositores de la Comunidad le tenían gran reverencia y respeto y se reunían con él porque hacía favores a todo el mundo. Nunca aceptaba un favor de nadie, sino que siempre intentaba hacer el bien a los demás. Si alguien le hacía un favor, siempre se lo agradecía. Yo mismo he visto estas cualidades en él. Cuidaba de los pobres. Era un hijo excelente que se preocupaba sobre todo por su madre. A pesar de ser el menor de sus hermanos, demostró su nivel de madurez. Su madre, Nawab Amatul Hafeez Begum Sahiba le había confiado el cuidado de todas las tierras heredadas y él cumplió con esta responsabilidad de manera excelente. Mejoró mucho la granja. Por esta razón, sus hermanos y hermanas confiaban mucho en él. Además, se ocupaba de los trabajadores pobres. No obstante, fue un excelente marido, un excelente hijo, un excelente padre y un excelente hermano. Que Dios Altísimo le conceda Su perdón y Su misericordia.

La segunda oración fúnebre que dirigiré en ausencia es la del Dr. Mir Ahmad Dawud Sahib, que vivía en Estados Unidos y falleció recientemente;

[Árabe] “¡Ciertamente, a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!]

Era hijo del Dr. Mir Mushtaq Ahmad Sahib y de Bilqis Begum Sahiba. Estaba casado con la respetada Amatul Basir Sahiba, hija de Mia Abdur Rahim Ahmad Sahib y Sahibzadi Amatul Rashid Begum Sahiba. Sahibzadi Amatul Rashid Begum Sahiba era la hija de Hazrat Musleh Maud (ra) y la nieta del Mesías Prometido (as) y ella [es decir, Amatul Basir Sahiba] es la bisnieta. Sahibzadi Amatul Rashid Begum Sahiba era la nieta paterna de Hazrat Hakim Maulvi Nuruddin, Hazrat Jalifatul Masih I (ra).

El Dr. Dawud Sahib se graduó en la Universidad de Ingeniería y Tecnología de Lahore, tras lo cual se fue a Estados Unidos a hacer el doctorado. Después trabajó para el Banco Mundial durante 35 años como profesional superior del desarrollo y como profesional altamente cualificado. Trabajó en muchos países, sobre todo de Asia, en proyectos y planes de desarrollo internacional. Fue uno de los primeros miembros de la Comunidad de Estados Unidos. En los años 70, trabajó en el equipo de Langar Jana [preparación de alimentos] a pesar de ser un funcionario de tan alto rango. Durante muchos años fue secretario nacional de Propiedades (Yaidad) en EE.UU. Siempre trabajaba con pasión y celo religioso. Trabajó incansablemente en la construcción de la mezquita de Baitur Rahman y en su ampliación. Aunque era un oficial de alto rango, sirvió a la Comunidad con gran humildad.

Pasó una temporada en China, y el misionero que servía allí en aquella época afirmó que cuando el fallecido estudiaba allí, a pesar de que las circunstancias eran desfavorables, se esforzó por difundir el mensaje del Islam en China. Era extremadamente modesto y recibía a todo el mundo con gran humildad y alegría. Siempre estaba dispuesto a ofrecer sacrificios económicos y la hospitalidad era una de sus cualidades más destacadas. Fue amable con todos los que conocía y con los que no, sin excepción. Que Dios Altísimo conceda Su perdón y misericordia al difunto.

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo:

Antes de Ramadán, hablé anteriormente de las diversas expediciones del Santo Profeta (sa). Hoy continuaré con esta mención.

Su Santidad (aba) dijo que la madre de Hazrat Sa’d bin Mu’adh (ra) fue a ver al Santo Profeta (sa) mientras estaba sentado en su caballo. El Santo Profeta (sa) se detuvo ante ella y le informó del martirio de su hijo Hazrat Amr bin Mu’adh (ra). En respuesta, ella dijo que al ver al Santo Profeta (sa) sano y salvo, todas sus preocupaciones se aliviaron. El Santo Profeta (sa) le dio la buena nueva de que todos los mártires de Uhud estaban juntos en el Paraíso y habían intercedido por sus familias. Le ordenó que se lo comunicara a todos los hogares de los mártires. El Santo Profeta (sa) rezó entonces por todos los mártires y sus familias.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Musleh Maud (ra) se dirigía a las mujeres ahmadíes y afirmó que éstas eran las compañeras de la época del Santo Profeta (sa) que estaban en primera línea junto a los compañeros varones en la difusión del mensaje del Islam. El mundo islámico está orgulloso de los sacrificios que hicieron, y como es su afirmación creer en el Mesías Prometido (as), ustedes son un reflejo de las compañeras del Santo Profeta (sa). Dijo que, sin embargo, deben analizar si poseen la misma pasión, celo y luz que ellas. Sus sacrificios fueron tan queridos por Dios Todopoderoso que lo que consiguieron en pocos años fue inalcanzable durante siglos para muchas otras naciones.

Su Santidad (aba) dijo que ya había mencionado antes ciertos incidentes, pero que a veces, al leerlos desde otro ángulo, provocan en una persona un celo y un fervor especiales. Por lo tanto, Su Santidad (aba) citó a Hazrat Musleh Maud (ra) mientras discutía los incidentes de las compañeras en la época del Santo Profeta (sa). Dijo que cuando las mujeres de Medina oyeron la noticia de la muerte del Santo Profeta (sa), corrieron al campo de batalla de Uhud. La mayoría de ellas se tranquilizaron por el camino al saber que estaba vivo y bien, pero una mujer -cuyo marido, hermano y padre fueron martirizados- siguió corriendo. Preguntó por el Santo Profeta (sa) en cuanto llegó. Tras ser informada del martirio de los miembros de su familia, sólo quería oír hablar del Santo Profeta (sa). Cuando le dijeron que estaba vivo, corrió hacia él y le dijo: ‘Si estás vivo y bien, nada más me importa’. Observen cuánto amor sentía por el Santo Profeta (sa) que su marido, su padre y su hermano habían sido martirizados, pero su única respuesta era saber del Santo Profeta (sa).

El rumor de la muerte del Profeta llega a Medina

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Musleh Maud (ra) quien escribió en relación a la valentía mostrada por la gente de Medina:

El rumor de la muerte del Profeta (sa) y la noticia de la dispersión del ejército musulmán llegaron a Medina, antes de que los restos de las fuerzas musulmanas pudieran regresar a la ciudad. Mujeres y niños corrieron enloquecidos hacia Uhud. Muchos de ellos se enteraron de la verdad por los soldados que regresaban y volvieron. Una mujer de la tribu de Banu Dinar siguió adelante hasta llegar a Uhud. Esta mujer había perdido a su marido, a su padre y a su hermano en la batalla. Según algunos narradores, también había perdido un hijo. Un soldado que regresaba se encontró con ella y le dijo que su padre había muerto. Ella respondió: “No me importa mi padre; háblame del Profeta (sa)”. El soldado sabía que el Profeta (sa) estaba vivo, así que no respondió a su pregunta de inmediato, sino que continuó hablándole de su hermano y de su marido, que también habían muerto. Ante cada informe permanecía impasible y preguntaba una y otra vez: “¿Qué ha hecho el Profeta (sa) de Dios?”. Era una expresión extraña, pero cuando recordamos que fue una mujer quien la utilizó, ya no parece tan extraña. Las emociones de una mujer son fuertes. A menudo se dirige a una persona muerta como si estuviera viva. Si esa persona es casi pariente, tiende a dirigirle una queja y a preguntarle por qué la abandona y la deja atrás sin cuidarla ni atenderla. Es habitual que las mujeres lloren así la pérdida de sus seres queridos. La expresión utilizada por esta mujer, por lo tanto, es apropiada para una mujer afligida por la muerte del Profeta (sa). Esta mujer apreciaba mucho al Profeta (sa) y se negaba a creer que hubiera muerto incluso después de enterarse. Al mismo tiempo, no negó la noticia, sino que siguió diciendo con verdadero dolor femenino: “¿Qué ha hecho el Profeta (sa) de Dios?”. Al decir esto fingía que el Profeta (sa) estaba vivo, y se quejaba de que un líder leal como él hubiera elegido darles todo el dolor de la separación. Cuando el soldado que regresaba se dio cuenta de que a esta mujer no le importaba la muerte de su padre, su hermano y su marido, comprendió la profundidad de su amor por el Profeta (sa) y le dijo: “En cuanto al Profeta (sa), está como deseas, completamente vivo.” La mujer pidió al soldado que le mostrara al Profeta (sa). Señaló una parte del campo. La mujer corrió hacia esa parte y alcanzando al Profeta (sa), sostuvo su manto en la mano, lo besó y dijo: “Mi padre y mi madre sean sacrificados por ti, oh Profeta (sa) de Dios, si tú vives, no me importa quién más muera.” Podemos ver, por tanto, qué fortaleza y devoción demostraron los musulmanes -tanto hombres como mujeres- en esta batalla.

Los escritores cristianos narran con orgullo la historia de María Magdalena y sus compañeras y nos hablan de su devoción y valentía. Se dice que, de madrugada, se colaron entre los judíos y se dirigieron a la tumba de Jesús (as). Pero, ¿qué es esto comparado con la devoción de esta mujer musulmana de la tribu de Dinar? La historia recoge un ejemplo más. Después de que los muertos habían sido enterrados y el Profeta (sa) regresaba a Medina, vio a mujeres y niños que habían salido de Medina para recibirle. La cuerda de su dromedario la llevaba Sa’d bin Mu’adh, un jefe de Medina. Hazrat Sa’d (ra) conducía el dromedario pomposamente. Parecía proclamar al mundo que, después de todo, los musulmanes habían conseguido llevar al Profeta (sa) de vuelta a Medina sano y salvo. Mientras avanzaba, vio a su anciana madre que salía al encuentro del grupo de musulmanes que regresaba. Esta anciana era muy débil de vista. Hazrat Sa’d (ra) la reconoció y, volviéndose hacia el Profeta (sa), dijo: “Aquí, oh Profeta (sa), está mi madre”. “Que se acerque”, respondió el Profeta (sa). La mujer se acercó y con la mirada perdida trató de divisar el rostro del Profeta (sa). Por fin, pudo divisarlo y se alegró. Al verla, el Profeta le dijo: “Mujer, lamento la pérdida de tu hijo”. “Pero”, replicó la devota mujer, “después de haberte visto vivo, me he tragado todas mis desgracias”. La expresión árabe que utilizó fue “He asado mi desgracia y me la he tragado”. ¿Qué profundidad de emoción indica esta expresión? Normalmente, la pena carcome a un ser humano, y aquí había una anciana que había perdido a su hijo, un bastón para su vejez. Pero ella dijo que, en lugar de dejar que su pena la consumiera, se había comido su pena. El hecho de que su hijo hubiera muerto por el Profeta (sa) la sostendría durante el resto de sus días”.

(Introducción al estudio del Sagrado Corán, pp. 145-146)

Funeral de los mártires de Uhud

Describiendo el amor del Santo Profeta (sa) por los mártires de Uhud, Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) escribe:

Aunque no se ofreció una oración fúnebre en ese momento, más tarde, cerca de la época de su fallecimiento, el Santo Profeta (sa) ofreció especialmente una oración fúnebre por los mártires de Uhud, y rezó por ellos con gran angustia. El Santo Profeta (sa) recordaba a los mártires de Uhud con especial amor y respeto.

En una ocasión, cuando el Santo Profeta (sa) pasó junto a las tumbas de los mártires de Uhud, dijo: “Estas son personas de cuya fe soy testigo.” Hazrat Abu Bakr (ra) respondió: “¡Oh Mensajero de Al’lah! ¿Acaso no somos sus hermanos? ¿Acaso no hemos aceptado el Islam como ellos? ¿No hemos participado también en la Yihad por la causa de Al’lah como ellos?”. El Santo Profeta (sa) dijo: “¡Ciertamente! Pero, ¿cómo puedo saber lo que haréis después de mi muerte?”. Ante esto Hazrat Abu Bakr (ra) comenzó a llorar, y continuó llorando profusamente. Entonces dijo: “¡Oh Mensajero de Al’lah! ¿Podremos vivir después de tu fallecimiento?”.

Los compañeros también tenían en gran estima a los mártires de Uhud, y siempre mantuvieron vivo el recuerdo de Uhud en sus corazones como un acontecimiento sagrado. Así, en una ocasión tras el fallecimiento del Santo Profeta (sa), a Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) le ofrecieron comida para romper el ayuno, que quizás estaba preparada de forma algo elaborada.

Al hacerlo, le recordó la época de Uhud, cuando los musulmanes ni siquiera poseían suficiente tela para amortajar a sus mártires, y cortaban hierba para cubrir sus cuerpos. Abdur Rahman bin Auf (ra) se sintió tan perturbado por este recuerdo que comenzó a llorar inquieto y se marchó sin comer, aunque estaba ayunando.’

(La Vida y Carácter del Sello de los Profetas (sa) – Vol. II, pp. 347-348.)

Su Santidad (aba) narró un hadiz en el que el Santo Profeta (sa) decía que cuando recordaba a los mártires de Uhud, a menudo deseaba reunirse con ellos.

Su Santidad (aba) dijo que Al’lah Todopoderoso reveló el siguiente versículo con respecto a estos mártires:

No penséis que los que han muerto por la causa de Al-lah están muertos. No, ellos viven en la presencia de su Señor, y están provistos de todo. (El Sagrado Corán, 3:170)

Su Santidad (aba) dijo que si este versículo se refiere a los mártires de Uhud en particular o no, ciertamente se les concede una elevada estación en el paraíso.

Su Santidad (aba) dijo que, al destacar el amor de los compañeros por el Santo Profeta (sa) y el amor de Al’lah por ellos, Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) ha hablado sobre el incidente de Al’lah Todopoderoso hablando con Hazrat Abdul’lah bin Amr (ra). Afirmó que uno puede ver lo fuerte que era la conexión que el Santo Profeta (sa) tenía con Dios Todopoderoso, que incluso durante la batalla, estaba recibiendo la revelación divina. Al ver a Hazrat Abdul’lah bin Amr (ra) le dijo cuanto amor poseía por el Santo profeta (sa) y que continuara golpeando al enemigo tan ferozmente.

Su Santidad (aba) dijo que había que seguir rezando por el empeoramiento de la situación en Palestina. También existe el riesgo de un ataque contra Irán, lo que hará que la guerra se extienda.

Su Santidad (aba) dijo que el día anterior se recibió la noticia de que la mayoría de los ahmadíes encarcelados en Yemen habían sido liberados. Dijo que se debe rezar por los que permanecen en prisión, especialmente por una mujer ahmadí que había mencionado anteriormente, para que se les concedan los medios para su liberación.

Oraciones fúnebres

Su Santidad (aba) dijo que ofrecería las oraciones fúnebres de dos personas en ausencia.

Mustafa Ahmad Khan

El primero es Mustafa Ahmad Khan, hijo de Nawab Abdul’lah Khan y Nawab Amtul Hafeez Begum (ra). Falleció hace unos días.

“En verdad, a Al-lah pertenecemos y a Él volveremos”.

Era el nieto más joven del Mesías Prometido (as). Por la gracia de Al’lah era un Musi. En 1966 empezó a trabajar para Sui Northern Gas y más tarde se convirtió en director de la empresa. Se ocupaba especialmente de los pobres. Su primera esposa falleció y volvió a casarse. Dice que cuidaba de sus hijastros como si fueran suyos. Dice que también se ocupaba de los no musulmanes.

Empezó una clínica donde ofrecía ayuda gratuita a los más necesitados. Era muy hospitalario y quería mucho a los niños. Si algún pobre acudía a él en busca de trabajo, siempre le ayudaba.

Hace 35 años le diagnosticaron un cáncer y tuvo que someterse a una operación importante. A pesar de ello, seguía alegre y eso no afectaba a su buen trato con los demás. Hacía el bien a todo el mundo y estaba muy agradecido a los que le hacían el bien a él.

Su Santidad (aba) dijo que también fue testigo de lo mucho que cuidaba de los demás, de su madre y de sus hermanos pequeños en particular. Fue un excelente marido, hijo y padre. Rezó para que Al’lah conceda al difunto misericordia y perdón.

Dr. Mir Daud Ahmad

El segundo funeral es el del Dr. Mir Daud Ahmad, de Estados Unidos, fallecido hace unos días. Era hijo del Dr. Mir Mushtaq Ahmad y Bilqis Ahmad. Estaba casado con Amatul Baseer, hija de Abdur Rahim Ahmad. Era nieto de Hazrat Musleh Maud (ra).

El fallecido se licenció en la Universidad de Ingeniería y Tecnología de Lahore, tras lo cual se trasladó a Estados Unidos. Allí completó su doctorado y empezó a trabajar en el Banco Mundial, donde continuó durante 35 años. Llevó a cabo una excelente labor en todo el mundo para mejorar las relaciones internacionales, especialmente en Asia.

También estuvo entre los primeros miembros ahmadíes de Estados Unidos y sirvió a la Comunidad con gran celo y fervor. También vivió algún tiempo en China, donde siempre difundió el mensaje del Islam. Siempre fue amable con los jóvenes y participó en la medida de lo posible en sacrificios económicos. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah Todopoderoso le conceda misericordia y perdón. Ameen.

Resumen preparado por The Review of Religions

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