Califas guiados – Hazrat Usman (ra)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Califas guiados – Hazrat Usman (ra)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Sermón del viernes, del 29-01-21.

 Pronunciado en la Mezquita Mubarak de Islamabad,

(Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Ta’awwuz y el Surah Al-Fātihah, Hazrat Jalifatul Masih V (aba) dijo:

Hoy hablaré sobre las expediciones en las que participó Hazrat Usman (ra). Como ya se ha mencionado, Hazrat Usman (ra) no pudo participar en la batalla de Badr, porque Hazrat Ruqayyah (ra), su esposa, e hija del Santo Profeta (sa), estaba extremadamente enferma. Debido a ello, el Santo Profeta (sa) ordenó a Hazrat Usman (ra) que permaneciera en Medina para cuidarla, pero consideró a Hazrat Usman (ra) entre los que participaron en dicha batalla. Por esa razón, también a él le entregó provisiones del botín de guerra del mismo valor que a los otros que  habían participado en la batalla.

La batalla de Ghatfan tuvo lugar en Muharram o Safar 3 dH.  Cuando salió hacia Nayad, para viajar a Ghatfan, el Santo Profeta (sa), en su ausencia, nombró a Hazrat Usman (ra) Amir de Medina. Por esta razón, tampoco pudo participar en esa expedición.

Con respecto a los detalles de esta expedición, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) afirma:

“A propuesta de un destacado guerrero de entre ellos, llamado Dau’zur bin Ḥariz, la gente de los Banu Za’labah y Banu Maharib, que eran tribus de los Banu Ghatafan, comenzó a reunirse en un lugar llamado Zi ‘Amr, situado en Nayad, con la intención de lanzar un ataque repentino contra Medina. Sin embargo, dado que el Santo Profeta (sa) mantenía una vigilancia constante de los movimientos de sus enemigos, pudo recibir información oportuna sobre las sangrientas intenciones de estas tribus. Así que, a semejanza de un general vigilante y como medida preventiva, el Santo Profeta (sa) reunió un ejército de 450 Compañeros y partió de Medina a finales de Muharram del año 3 dH., o al comienzo de Safar del año 4 dH.  Avanzando rápidamente, el Santo Profeta (sa) se acercó a Zi ‘Amr. Tan pronto como el enemigo fue informado de la llegada del Santo Profeta (sa), subieron a toda prisa a las montañas cercanas para protegerse, de tal manera que cuando los musulmanes llegaron a Zi ‘Amr, la llanura estaba vacía. No obstante, los Compañeros lograron detener a un beduino llamado Yabbar, que pertenecía a los Banu Za’labah. Lo apresaron y llevaron ante el Santo Profeta (sa). Cuando el Santo Profeta (sa) le preguntó acerca de lo que estaba pasando, supieron que la gente de Banu Za’labah y Banu Maharib se había resguardado en las montañas y no se enfrentarían a los musulmanes en campo abierto. Sin otra alternativa, el Santo Profeta (sa) se vio obligado a ordenar la retirada. De todas formas, el beneficio que de hecho se derivó de esta “ghazwah” o expedición fue que la amenaza planteada por los Banu Ghatafan en ese momento se evitó temporalmente”.

La batalla de Uhud tuvo lugar en Shawwal del año 3 dH. y Hazrat Usman (ra) participó en ella. Aunque no lo hizo en las dos batallas anteriores, sí participó en la batalla de Uhud. Durante esta batalla hubo un grupo de Compañeros que se dispersó, debido al repentino ataque de los incrédulos y al enterarse de la noticia del supuesto martirio del Santo Profeta (sa). Llegó un momento en que solo había un grupo de 12 Compañeros alrededor del Santo Profeta (sa). Hazrat Usman (ra) estaba entre los integrantes de ese grupo.

Cuando los musulmanes vieron que habían vencido al ejército de los incrédulos, comenzaron a recoger el botín de guerra. El Santo Profeta (sa) había designado a 50 arqueros con la orden de no abandonar sus posiciones, pero cuando obtuvieron la victoria dejaron sus posiciones, sabiendo incluso que el Santo Profeta (sa) les había ordenado estrictamente que no lo hicieran. Jalid bin Walid, que todavía no se había convertido en musulmán, lo vio todo e inmediatamente lanzó un ataque contra los musulmanes desde esa misma posición. Este ataque fue tan repentino e inesperado, pero también tan intenso, que los musulmanes se vieron obligados a dispersarse. El nombre de Hazrat Usman (ra) también se menciona entre los Compañeros que se dispersaron. El Sagrado Corán menciona a estas personas y que, debido a las circunstancias de ese momento y al grado de fe y sinceridad que tenían en sus corazones, Al’lah, el Altísimo, los perdonó. En relación a esto, Dios Todopoderoso dice:

“Aquellos de vosotros que volvieron la espalda el día en que se encontraron las dos tropas, fue en realidad porque Satanás los quiso inducir a tropezar por algunas de sus acciones. Pero ciertamente Al’lah ya los ha perdonado. Al’lah es, en verdad, el Sumo Indulgente, Paciente”.

Mencionando la condición de los musulmanes en esta batalla, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe en Sirat Jataman Nabiyyin:

“El ejército de los quraish prácticamente los había rodeado desde los cuatro frentes y continuó aplastando a los musulmanes una y otra vez a través de repetidos ataques. Sin embargo, e incluso a pesar de todo esto, los musulmanes probablemente se habrían recuperado, pero la indignación fue tal que un valiente guerrero de entre los quraish llamado ‘Abdul’lah bin Qami’ah, atacó a Mus’ab bin ‘Umair (ra), el abanderado de los musulmanes, cortándole la mano derecha con el ataque de su espada. Mus‘ab (ra) agarró inmediatamente la bandera con la otra mano y avanzó para enfrentarse a Ibn Qami’ah, pero con un segundo golpe, le cortó la otra mano. Tras esto, Mus’ab (ra) juntó sus dos manos cortadas en un esfuerzo por evitar que la bandera islámica cayera, sosteniéndola contra su pecho, momento en el que Ibn Qami’ah golpeó a Mus’ab por tercera vez, cayendo al suelo martirizado. En cuanto a la bandera, otro musulmán inmediatamente avanzó y se apoderó de ella, pero como el tamaño y la figura de Mus‘ab se parecía al Santo Profeta (sa), Ibn Qami’ah pensó que había matado al Santo Profeta (sa). También es probable que este plan suyo simplemente fuera llevado a cabo por motivos de maldad y engaño. En cualquier caso, cuando Mus’ab (ra) fue martirizado y cayó, Ibn Qami’ah exclamó que había matado a Muhammad (sa).

Ante esta noticia, los musulmanes perdieron la compostura que les quedaba y su fuerza se dispersó por completo. Muchos Compañeros huyeron del campo de batalla en estado de consternación. En ese momento, los musulmanes se dividieron en tres grupos. Un grupo era de los que habían huido del campo de batalla al enterarse de la noticia de que el Santo Profeta (sa) había sido martirizado, pero este grupo era el más pequeño de todos (más bien se dice que se dispersaron consternados), e incluía también a Hazrat Usman bin Affan (ra). No obstante, como se menciona en el Sagrado Corán, teniendo en cuenta las circunstancias especiales de esa época, la fe y sinceridad de estas personas, Dios Todopoderoso los perdonó. Mucha de esta gente ya había llegado a Medina, por lo que la noticia del martirio del Santo Profeta (sa) y la derrota del ejército musulmán también había llegado a Medina. El estado de lamentación que estalló en Medina fue tal que los hombres y mujeres musulmanes, tanto jóvenes como mayores, salieron de la ciudad en estado de inmensa consternación y se dirigieron hacia Uhud. Algunos se apresuraron al campo de batalla y se lanzaron a las filas enemigas en el nombre de Al’lah. El segundo grupo estaba formado por personas que no habían huido, pero al enterarse del martirio del Santo Profeta (sa), o habían perdido la determinación o habían sentido que ya era inútil luchar. Por lo tanto, se fueron a un lado del campo de batalla y se sentaron con la cabeza agachada. El tercer grupo fue el de los que continuaron luchando sin detenerse. Algunos de ellos eran aquellas personas que estaban reunidas alrededor del Santo Profeta (sa) y estaban exhibiendo hazañas de valor sin precedentes, y la mayoría de ellos estaban luchando en el campo de batalla dispersos unos de otros.

A medida que estas personas y las del segundo grupo continuaban descubriendo que el Santo Profeta (sa) estaba vivo, estas personas continuaron luchando y cerrando filas alrededor del Santo Profeta (sa), como si estuvieran poseídos por la locura. El estado de guerra en ese momento era tal que el ejército de los quraish avanzaba desde los cuatro frentes como si fueran olas feroces del mar.  Una lluvia de flechas y piedras caía sobre ellos en el campo de batalla, desde todas direcciones. Al presenciar este estado de peligro, estos devotos rodearon el perímetro del Santo Profeta (sa) y protegieron su bendito cuerpo con el suyo. A pesar de esto, cada vez que los atacantes avanzaban con fuerza, este puñado de hombres se agolpaba aquí y allá, y en este estado, a veces, el Santo Profeta (sa) casi se quedaba solo”.

En cualquier caso, se dice que al enterarse de la noticia del martirio del Santo Profeta (sa), Hazrat Usman (ra) abandonó el campo de batalla, quizás por la consternación y el dolor, o por alguna otra razón; y aunque abandonó el campo de batalla, el nombre de Hazrat ‘Umar (ra) también se menciona entre aquellos que dejaron de luchar por su consternación y dolor. Los detalles de eso se mencionarán más adelante durante la mención de sus relatos.

Ahora, mencionaré los detalles en relación al papel que Hazrat Usman (ra) jugó en el Tratado de Hudaibiyyah y el envío del emisario y Bait-e-Rizwan.

El Santo Profeta (sa) vio un sueño en el que él y sus Compañeros entraban pacíficamente en la Casa de Dios [Kaa’bah], algunos de los cuales tenían la cabeza rapada y otros el pelo corto. A la luz de este sueño, en el mes de Zul-Qadah 6 dH., el Santo Profeta (sa) dejó Medina junto con 1.400 Compañeros suyos, con la intención de realizar la Umrah. El Santo Profeta (sa) acampó en Hudaibiyah y los quraish impidieron que el Santo Profeta (sa) realizara la Umrah. Cuando las dos partes comenzaron a comunicarse a través de sus emisarios, al enterarse de la intensa ira y rabia de los quraish, el Santo Profeta (sa) declaró que se debería enviar a una persona prominente a La Meca, que también fuese nativa de La Meca y que perteneciera a una venerable tribu de los quraish; y por ello Hazrat Usman (ra) fue enviado con este propósito.

Ahora relataré algunos de los detalles que Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha escrito sobre esto:

“… El Santo Profeta (sa) vio un sueño en el que estaba realizando el Tawāf de Baitul ‘lāh (dar vueltas alrededor de la Casa de Al’lah), junto con sus Compañeros. En ese momento se acercaba el mes de Zul Qadah, que incluso en la era de la yahiliyah [era de la ignorancia antes del advenimiento del Islam] se consideraba uno de los cuatro meses benditos en los que todas las formas de guerra y conflicto estaban prohibidas. Por un lado, el Santo Profeta (sa) vio este sueño y, por el otro, el momento también era propicio, ya que la guerra se detendría y la paz y la seguridad prevalecerían en toda Arabia. Aunque estos no eran los días de la peregrinación y hasta ahora la peregrinación en el Islam tampoco había sido ordenada oficialmente, el Tawāf se podía realizar alrededor de la Ka’abah en cualquier momento. Por tanto, al ver este sueño, el Santo Profeta (sa) instruyó a sus Compañeros a prepararse para la Umrah. En esta ocasión, el Santo Profeta (sa) además anunció a los Compañeros que, dado que iban a realizar este viaje sin la intención de ningún enfrentamiento violento, sino que, el propósito era ofrecer un culto religioso pacífico, los musulmanes no debían llevar sus armas con ellos. No obstante, según la costumbre de Arabia, los viajeros portaban las espadas en sus vainas cuando viajaban.

El Santo Profeta (sa) también alentó a los beduinos de las zonas circundantes de Medina, que aparentemente estaban de parte de los musulmanes, a participar en la realización del culto de la Umrah. Desafortunadamente, muy pocos, es decir, a excepción de un número nominal de personas, estos supuestos musulmanes beduinos de fe débil, que vivían en las proximidades de Medina, se abstuvieron de partir con el Santo Profeta (sa). Pensaban que, aunque los musulmanes iban con la intención de realizar la Umrah, los quraish los detendrían en cualquier caso y de ahí surgiría un estado de confrontación. Además, pensaban que, dado que este enfrentamiento estallaría cerca de La Meca y lejos de Medina, ningún musulmán podría regresar con vida, (por eso se asustaron y no participaron en este viaje).

En cualquier caso, el Santo Profeta (sa) partió de Medina un lunes por la mañana al comienzo de Zul Qadah en el 6 año dH., con un grupo de poco más de 1.400 Compañeros. Durante este viaje, Hazrat Umm Salmah (ra), la honorable esposa del Santo Profeta (sa), cabalgó junto con el Santo Profeta (sa). Numailah bin ‘Abdul’lah fue nombrado Amir de Medina y ‘Abdul’lah bin Ummi Maktum, que era un ciego, fue nombrado imamus salat (el imam para dirigir las oraciones en congregación). Cuando el Santo Profeta (sa) llegó a Zul-Hulaifah, que se encuentra aproximadamente a 9 kilómetros de Medina en ruta a La Meca, ordenó a todos que se detuvieran. Después de ofrecer la oración de zohar (la oración justo después del mediodía), instruyó que los camellos de sacrificio, que equivalían a 70 en número, fueran marcados y que los Compañeros se vistieran con el atuendo especial de los peregrinos, conocido como ihrām. El Santo Profeta (sa) también se vistió él mismo con el Ihram. Luego, para asegurarse de que los quraish no estuvieran dispuestos a hacer maldades, el Santo Profeta (sa) envió un mensajero llamado Busr bin Sufyan de la tribu Juza’ah, que vivía cerca de La Meca y se dirigió lentamente hacia dicha ciudad.

Además, como advertencia adicional, el Santo Profeta (sa) ordenó a una caballería de 20 jinetes bajo el mando de Abbad bin Bishr, viajar por delante de la mayor parte de los musulmanes. Después de un viaje de varios días, cuando el Santo Profeta (sa) se acercó a un lugar llamado Asfan, que está situado aproximadamente a dos “manzil” de La Meca, (se dice que un manzil es aproximadamente 13 km), el mensajero del Santo Profeta (sa) le informó de que los quraish estaban furiosos y firmemente decididos a detenerlo hasta el punto de que, para mostrar su rabia y barbarie, se habían puesto pieles de guepardo y estaban completamente decididos a combatir para detener a los musulmanes de cualquier manera. Además se comprobó que los quraish habían enviado una unidad de caballería de unos pocos jinetes muy atrevidos, bajo el mando de Jalid bin Walid, que aún no se había convertido al Islam, y que esta caballería había llegado cerca de los musulmanes, y que Ikrimah bin Abu Yahl también formaba parte de ella. Cuando el Santo Profeta (sa) escuchó esta noticia, ordenó a los Compañeros que se desviasen de la ruta conocida hacia La Meca y procedieran por el este para evitar conflictos. Entonces, los musulmanes comenzaron a avanzar por una ruta muy difícil y complicada cerca de la costa.

Siguiendo esta nueva ruta, cuando el Santo Profeta (sa) se acercó a Hudaibiyah, que está a un día de viaje, o sea, a solo 13 km de La Meca (el valle de La Meca comienza desde el paso de Hudaibiyah), la camella del Santo Profeta (sa), que era conocida con el nombre de al-qaswa, y que había acompañado al Santo Profeta (sa) en muchas “ghazwat” (expediciones), de repente estiró sus piernas y se sentó. A pesar de sus numerosos intentos por levantarla, no se movió. Los Compañeros dijeron: “quizás esté cansada”; pero el Santo Profeta (sa) dijo: “no, no, no se ha cansado, ni está en su naturaleza cansarse y sentarse de esta manera”. La verdad es que el mismo Ser Supremo que impidió que el elefante de Ashabe-Fil se dirigiera a La Meca, también ha detenido a esta camella. Por tanto, juro por Dios que aceptaré todo lo que los quraish de La Meca me pidan por el respeto del Haram”. Después de esto, el Santo Profeta (sa) ordenó a su camella que se pusiera de pie y por el poder de Dios, esta vez, se puso de pie inmediatamente y se mostró dispuesta a seguir adelante. Tras esto, el Santo Profeta (sa) la llevó al rincón más alejado del valle de Hudaibiyah y desmontó su camella cerca de un pozo de agua. Es aquí donde, por instrucción del Santo Profeta (sa), los Compañeros establecieron el campamento. (Luego se menciona cómo comenzó la conversación para establecer la paz entre los musulmanes y los quraish). Cuando el Santo Profeta (sa) se detuvo en Hudaibiyah, acampó cerca de ese pozo de agua y los Compañeros también habían acampado en Hudaibiyah, un renombrado jefe de la tribu Juza’ah, llamado Budail bin Warqa, que residía en una región cercana, vino a encontrarse con el Santo Profeta (sa) con algunos de sus Compañeros y dijo: “los líderes de La Meca están listos para la guerra y nunca te dejarán entrar en La Meca”. El Santo Profeta (sa) respondió:

“No hemos venido con la intención de combatir, sino que solo hemos venido a realizar la Umrah. Por desgracia, a pesar de que el fuego de la guerra los ha reducido a cenizas, todavía no se abstienen de luchar. Incluso estoy dispuesto a llegar a una tregua con ellos, para que cesen las hostilidades contra mí y me dejen libre respecto a los demás (o sea, no mantendré ninguna relación con la gente de La Meca y en cambio predicaré el mensaje del Islam a otros). Sin embargo, si rechazan esta propuesta mía e insisten en mantener el fuego ardiente de la guerra y sus llamas, entonces juro por Aquel, en cuya mano está mi vida, que no me retiraré de esta batalla, hasta que muera por esta causa, o Dios me conceda la victoria. Si me enfrento a la derrota en esta batalla, entonces así termina la historia, pero si Al’lah me concede la victoria y la religión que he traído obtiene el triunfo, entonces la gente de La Meca no debería dudar de mi veracidad”.

Budail bin Warqa se sintió muy conmovido por este discurso sincero y honesto. Pidió al Santo Profeta (sa): “si me das algún tiempo, volveré a La Meca y transmitiré tu mensaje, buscando la conciliación”. El Santo Profeta (sa) le dio permiso y Budail partió hacia La Meca con sus compañeros. Cuando Budail bin Warqa llegó a La Meca, reunió a los quraish y dijo: “vengo tras ver a ese hombre [es decir, Muhammad, el Mensajero de Al’lah (sa)], y me ha hecho una propuesta. Si me lo permitís os la presentaré. Al escuchar esto, las personas vehementes e irresponsables de entre los quraish comenzaron a decir: “no escucharemos nada de lo que tenga que decir”. No obstante, las personas influyentes y respetadas dijeron: “infórmanos acerca de su propuesta”. Entonces, Budail repitió la propuesta del Santo Profeta (sa). Tras ello, una persona llamada Urwah bin Masud, que era un jefe muy influyente de la tribu de Zaqif y estaba en La Meca en ese momento, se levantó. Según la costumbre árabe antigua, dijo: “¡oh gente! ¿Acaso no soy como un padre para vosotros?”. A lo que respondieron afirmativamente. Y dijo: “¿acaso no sois como mis hijos?”. De nuevo, respondieron afirmativamente. Entonces Urwah añadió: “¿tenéis alguna duda acerca de mí?”. Los quraish respondieron: “¡no, en absoluto!”. Y respondió: “entonces, en mi opinión, este hombre [es decir, Muhammad (sa)] ha presentado una propuesta excelente. Debéis aceptarla y solicito que me permitáis ir a Muhammad (sa) para poder negociar dicha propuesta”. Los quraish dijeron: “ciertamente; ve y negocia la propuesta”. Cuando llegó al campamento del Santo Profeta (sa), fue testigo de una escena realmente inspiradora.

Urwah se presentó ante el Santo Profeta (sa) y comenzó a conversar con él. El Santo Profeta (sa) reiteró el mismo discurso que había dado previamente a Budail bin Warqa. En principio, Urwah estaba de acuerdo con la opinión del Santo Profeta (sa), pero quería cumplir con su responsabilidad como embajador de los quraish y afianzarse para sí mismo tantos derechos como le fuese posible de cara a los quraish. Por consiguiente, tras concluir sus negociaciones con el Santo Profeta (sa), Urwah volvió a los quraish. Tan pronto como llegó les dijo: “¡oh gente! He viajado a lo largo y ancho de este mundo, he estado en las cortes reales de muchos reyes y he sido un representante ante el César, Cosroes y el Negus; pero, por Dios, jamás había presenciado el homenaje que los Compañeros rinden a Muhammad (sa)”. Luego contó toda la experiencia que había presenciado en el séquito del Santo Profeta (sa) y al final expresó: “de nuevo, sugiero que la propuesta de Muhammad (sa) es justa y deberíamos aceptarla”.

Tras escuchar a Urwah, el jefe de Bani Kinanah llamado Hulais bin Alqamah, dijo a los quraish: “si os parece bien, iré a ver a Muhammad (sa)”. Respondieron: “ciertamente, ve”. Así que esta persona fue a Hudaibiyah y, cuando el Santo Profeta (sa) le vio acercarse desde lejos, dijo a los Compañeros: “este hombre que viene hacia nosotros pertenece a una tribu que se siente complacida ante las escenas de sacrificio. Reunid y traed rápidamente a vuestros animales de sacrificio para que pueda ver para qué hemos venido”. Así que los Compañeros trajeron a sus animales de sacrificio y los colocaron frente a él, mientras recitaban en voz alta el Takbīr (Al’lahu Akbar, Al’lah es el Más Grande). Cuando vio esta escena, comenzó a decir: “¡Alabado sea Dios! ¡Alabado sea Dios! ¡Estos individuos son peregrinos! ¡No podemos impedir que realicen el Tawāf en Baitul ‘lāh (la Casa de Dios)!”. Entonces, volvió rápidamente a los quraish y comenzó a decir: “he visto que los musulmanes han colocado guirnaldas de sacrificio sobre los cuellos de sus animales y los han marcado para sacrificarlos. No es apropiado que los detengamos de realizar el Tawāf de la Ka’abah”.

En ese momento se produjo un desacuerdo severo entre los quraish y se formaron dos grupos. Un grupo se mantenía firme en iniciar el combate y enviar de vuelta a los musulmanes. El otro grupo, consideraba que esto iba en contra de sus costumbres religiosas, por lo que tenía temor de oponerse a ellos y deseaba obtener un acuerdo honorable. Por esta razón, no se llegó a un acuerdo. Alcanzado ese punto, otro jefe árabe llamado Mikraz bin Hafs dijo a los quraish: “dejad que vaya y pondré fin a esta disputa”. A lo que los quraish dijeron: “de acuerdo, inténtalo y ya veremos”. Así que fue al Santo Profeta (sa). Cuando el Santo Profeta (sa) le vio desde lejos, dijo: “que Dios muestre Su Misericordia, ciertamente es un hombre despiadado”.

Mikraz fue hacia el Santo Profeta (sa) y comenzó a hablar, pero cuando todavía estaba hablando, otro jefe reconocido de los quraish, llamado Suhail bin Amr, se presentó ante el Santo Profeta (sa). Quizá al sentirse ansiosos, los quraish le habían enviado sin esperar el regreso de Mikraz. Al percibir la llegada de Suhail, el Santo Profeta (sa) dijo: “aquí viene Suhail. Si Dios así lo desea, ahora el asunto será favorable para nosotros”.

A pesar de todo, las conversaciones continuaron. En esta ocasión, tuvo lugar el siguiente incidente:

Cuando los embajadores de los quraish comenzaron a llegar, uno tras otro, el Santo Profeta (sa) sintió que una persona sabia también debería ir a visitar a los quraish por su parte, para presentar el caso de los musulmanes comprensivamente y con sabiduría. Un hombre llamado Jirash bin Ummayyah, perteneciente a la tribu de Juza’ah, es decir, la misma tribu a la que pertenecía el primer embajador de los quraish, Budail bin Warqa, fue elegido para este propósito. Para esta misión, el Santo Profeta (sa) dio a Jirash un camello suyo como medio de transporte. Jirah fue hacia los quraish pero, como el proceso aún estaba en las primeras negociaciones y los jóvenes quraish estaban extremadamente enojados, un joven quraish radical, Ikrimah bin Abi Yahl, atacó e hirió el camello de Jirash. Según la tradición árabe, esto significaba que estaban obligándole a detenerse.  Además, este grupo extremista de los quraish deseaba atacar a Jirash también, pero los mayores intervinieron y le salvaron la  vida.  Después, volvió al campamento.

Los quraish de La Meca no se detuvieron allí tampoco. En este estado de ceguera decidieron además que, ahora que el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros estaban tan cerca de La Meca y tan lejos de Medina, debían lanzar un ataque contra él, para herirle todo lo posible. Con este propósito, enviaron un contingente de 40 ó 50 personas hacia Hudaibiyah y, en medio de las negociaciones, estas personas recibieron instrucciones para rodear a los musulmanes y, cuando fuera posible, atacarles. De hecho, de algunas narraciones se desprende que estas personas eran 80 y en esta ocasión, incluso conspiraron para asesinar al Santo Profeta (sa). Sin embargo, los musulmanes permanecieron vigilantes en su lugar. Finalmente, se descubrió el secreto de esta conspiración de los quraish y todos los implicados fueron arrestados. Los musulmanes estaban muy disgustados por esta acción que cometió la gente de La Meca en los meses sagrados y en la proximidad sagrada del Haram, pero el Santo Profeta (sa) los perdonó y no permitió que se convirtiera en un obstáculo en las negociaciones. El Sagrado Corán también ha mencionado esta acción de la gente de La Meca. Dice así:

“Él es Quien apartó sus manos de vosotros y vuestras manos de ellos en el valle de La Meca, después de concederos la victoria sobre ellos”.

En cualquier caso, a la luz de las circunstancias y los antecedentes de dicho acontecimiento, cuando observamos al Santo Profeta (sa) mostrar continuamente la máxima paciencia y firmeza y sus esfuerzos por establecer la paz, ciertamente encontramos que su ejemplo de paciencia y búsqueda para establecer la paz no tiene parangón. El Santo Profeta (sa) trató de establecer la paz continuamente en cada ocasión.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib escribe además:

“El Santo Profeta (sa) vio esta perversidad de los quraish y también se enteró del estado de ira y rabia que prevalecía entre la gente de La Meca, a través de Jirash bin Ummayyah. Así pues, para calmar a los quraish y lidiar con ellos correctamente, el Santo Profeta (sa) decidió enviar a La Meca a un individuo prominente, que fuera de entre ellos y perteneciera a una tribu venerable de los quraish. [A pesar de todo, el Santo Profeta (sa) no abandonó sus esfuerzos por la paz y se arriesgó a enviar otro embajador]. Por ello, el Santo Profeta (sa) le dijo a Hazrat ‘Umar bin Al-Jattab: “es mejor que vayas a La Meca y nos representes como embajador de los musulmanes”. Hazrat ‘Umar (ra) dijo: “¡oh Mensajero de Al’lah, sabes que la enemistad de la gente de La Meca hacia mí va en aumento y en este momento, no hay ninguna persona prominente de mi tribu presente en La Meca que posea influencia sobre su gente. Por esta razón, es mi opinión que para facilitar el camino al éxito, se elija a Usman bin ‘Affan (ra) para ofrecer este servicio, cuya tribu, los Banu Ummayyah, son actualmente muy poderosos. Además, la gente de La Meca no puede atreverse a actuar con maldad contra Usman y hay mayores perspectivas de éxito”.

El Santo Profeta (sa) se sintió complacido por esta propuesta y ordenó a Hazrat Usman (ra) que fuera a La Meca e informara a los quraish de los designios pacíficos de los musulmanes y de su intención de realizar la Umrah. El Santo Profeta (sa) también entregó a Hazrat Usman (ra) una carta personal dirigida a los jefes de los quraish. En esta carta, el Santo Profeta (sa) expuso el propósito de su viaje y aseguró a los quraish que su propósito era simplemente realizar el culto y que realizarían pacíficamente la Umrah, y regresarían después. El Santo Profeta (sa) también le dijo a Hazrat Usman (ra): “trata de reunirte con los musulmanes más débiles de La Meca también y levanta sus espíritus, y diles que muestren un poco más de paciencia, porque Dios pronto nos va a abrir la puerta del éxito”.

Hazrat Usman (ra) fue a La Meca con este mensaje, y después de reunirse con Abu Sufyan, que era el jefe de La Meca en ese momento, así como un pariente cercano, Hazrat Usman (ra) fue presentado ante una reunión pública. En esta reunión, Hazrat Usman (ra) presentó la carta enviada por el Santo Profeta (sa) y esta carta también fue leída individualmente por los jefes de los quraish. Pero, a pesar de esto, toda la gente se aferró obstinadamente a la opinión de que, pasara lo que pasara, los musulmanes no podrían entrar en La Meca ese año.  Ante la insistencia de Hazrat Usman (ra) dijeron: “si estás tan deseoso, podemos darte un permiso especial para circunvalar la Ka’abah, pero no más”. Hazrat Usman (ra) dijo: “¿cómo es posible que el Mensajero de Dios se detenga fuera de La Meca y yo circunvale la Ka’abah?”. A pesar de todo, los quraish no aceptaron nada y finalmente desanimado, Hazrat Usman (ra) se preparó para regresar. En esa ocasión, los malvados de La Meca, tal vez con la idea de que de esta manera podrían asegurar condiciones más beneficiosas para ellos en las negociaciones, detuvieron en La Meca a Hazrat Usman (ra) y sus compañeros. Tras esto, se extendió el rumor entre los musulmanes de que la gente de La Meca había martirizado a Hazrat Usman (ra).

Cuando esta noticia llegó al Santo Profeta (sa), se enfadó y se molestó mucho y tomó el Bai’at-e-Ridwan. Respecto a esto dice:

Cuando esta noticia llegó a Hudaibiyah, los musulmanes se enfurecieron, porque Hazrat Usman (ra) era el yerno del Santo Profeta (sa) y era uno de los Compañeros más venerables. Había ido a La Meca como embajador musulmán. Además, esos días eran de los meses sagrados y la propia Meca era un santuario. El Santo Profeta (sa) hizo inmediatamente un anuncio y reunió a sus Compañeros bajo una acacia. Cuando los Compañeros se reunieron, el Santo Profeta (sa) mencionó esta noticia y dijo: “si esta noticia es cierta, entonces, por Dios, no nos moveremos de este lugar hasta que busquemos venganza para Usman”. Entonces el Santo Profeta (sa) dijo a los Compañeros: “venid y poned vuestra mano sobre la mía (que es la forma islámica del Bai’at) y jurad que ninguno de vosotros mostrará su espalda, y sacrificará su vida si es necesario, pero no se retirará de este lugar”.

Ante este anuncio, los Compañeros se abalanzaron hacia delante de tal manera que se amontonaron unos sobre otros. Cada persona de entre estas 1.400 a 1.500 personas (que eran la totalidad de los musulmanes en ese momento), mostró una vez más su lealtad a manos de su amado Maestro. Cuando el Bai’at se estaba llevando a cabo, el Santo Profeta (sa) colocó su mano izquierda sobre su derecha y dijo: “esta es la mano de Usman, ya que si estuviera aquí, no se habría quedado atrás en este sagrado pacto. Pero en este momento, se dedica a la obra de Dios y de Su Mensajero”. Así, esta radiante escena llegó a su fin.

En la historia islámica, este Bai’at es conocido como el Bai’at-e-Ridwan, es decir, aquel Bai’at en el que los musulmanes adquirieron la recompensa de la completa complacencia de Dios. El Sagrado Corán también ha mencionado especialmente este Bai’at. Dice así:

“En verdad, Al’lah se congratuló con los creyentes cuando te juraron fidelidad bajo el árbol”; porque a través de este Bai’at, la sinceridad que estaba oculta en sus corazones, fue llevada al conocimiento discernible de Dios. Así, Al’lah reveló tranquilidad sobre sus corazones y los recompensó con una pronta victoria”.

Los Compañeros también recordaban este Bai’at con gran orgullo y amor, y muchos de ellos solían decir a los que vinieron después que: “vosotros consideráis la conquista de La Meca como la victoria, pero nosotros consideramos el Bai’at-e-Ridwan como la verdadera victoria”. No hay duda de que, junto con sus detalles, este Bai’at fue una victoria inmensa, no sólo porque abrió la puerta a futuras victorias, sino también porque el espíritu de sacrificio en el Islam, que era el punto central de la religión de Muhammad (sa), se manifestó de una manera magnífica. Además, estos devotos del Islam demostraron con sus acciones que, en cualquier caso, estaban dispuestos a jugarse la vida, por el bien de su Mensajero y la verdad que había traído. Así pues, al referirse al Bai’at-e-Ridwan, los honorables Compañeros decían: este Bai’at fue un juramento hasta la muerte. En otras palabras, era un Bai’at, o sea, un juramento, de que todo musulmán sacrificaría su vida por el bien del Islam y su gloria, pero no se retiraría”. Además, otra característica destacada de este Bai’at era que este juramento y acuerdo no era simplemente una declaración verbal en un estado de emoción temporal; al contrario, era la voz de lo más profundo de los corazones, detrás de la cual todo el poder de los musulmanes se unía en un solo foco.

Cuando los quraish recibieron la noticia de este Bai’at, se volvieron temerosos y no solo liberaron a Hazrat Usman (ra) y sus compañeros, sino que también informaron a sus mensajeros para que llegaran a un acuerdo con los musulmanes, como fuera posible; aunque querían asegurar una condición: que en lugar de este año, los musulmanes realizarían el Umrah al año siguiente. En cualquier caso, debían volver a casa inmediatamente. Por otra parte, el Santo Profeta (sa) ya había prometido que no haría nada que deshonrara el honor de la Mezquita Sagrada y la Casa de Dios (Ka’abah). Además, como Dios ya le había dado la buena noticia de que las negociaciones que iban a tener lugar con los quraish en ese momento estaban a punto de convertirse en la base del éxito futuro, por esta razón, con respecto a las dos partes, este entorno era el más adecuado para las negociaciones.

Fue en este mismo ambiente que Suhail bin Amr llegó hasta el Santo Profeta (sa) y al verlo dijo: “ahora parece que el asunto será más fácil”. Entonces comenzaron las negociaciones. Cuando Suhail bin Amr se presentó ante el Santo Profeta (sa), al verlo, el Santo Profeta (sa) dijo inmediatamente: “viene Suhail. Ahora el asunto será más fácil”, (como se mencionó antes). En cualquier caso, Suhail vino y al llegar dijo: “olvida esta larga disputa, estamos dispuestos a llegar a un acuerdo”. El Santo Profeta (sa) dijo: “nosotros también”. Entonces, el Santo Profeta (sa) llamó a su secretario, Hazrat ‘Ali (ra).

Las condiciones del tratado eran las siguientes:

Este año, el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros debían regresar, y al año siguiente podían venir a La Meca y realizar la Umrah; aunque con las espadas envainadas, y no se les permitirá llevar ninguna otra arma. No podrían permanecer en La Meca más de tres días. Si alguien de entre los hombres mequíes iba a Medina, el Santo Profeta (sa) no debía concederle refugio, aunque fuera musulmán, y debía ser devuelto. Pero si un musulmán abandonaba Medina e iba a La Meca, no sería devuelto. Según otra narración, se decía que si alguien de entre los mequíes iba a Medina sin el permiso de su custodio, debía ser devuelto. Todas las tribus de Arabia podían elegir entre formar una alianza con los musulmanes o con los mequíes. El tratado debía durar un periodo de diez años y no habrá combates entre los quraish y los musulmanes durante este período.

Se hicieron dos copias de este tratado y varias personalidades de ambas partes lo firmaron. Los que firmaron el tratado de entre los musulmanes fueron Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat ‘Umar (ra), Hazrat Usman (ra), que había llegado de vuelta de La Meca para entonces, -o sea, los incrédulos le habían dejado ir y por lo tanto también firmó el tratado-, ‘Abdur Rahman bin Auf (ra), Sad bin Abi Waqas (ra) y Abu Ubaidah (ra). Tras la finalización del tratado, Suhail bin Amr tomó una copia del tratado y regresó a La Meca, y la otra copia se quedó con el Santo Profeta (sa).

Por su parte, Hazrat Musleh Maud (ra) ha relatado este incidente con sus propias palabras de la siguiente manera:

“Algunas de las tribus locales de La Meca instaron a los líderes de La Meca a que dejaran a los musulmanes realizar el Tawāf (circunvalación de la Ka’abah) y que no se les impidiera hacerlo. Pero los mequíes se mantuvieron inflexibles. Entonces, los líderes de las tribus locales dijeron que de esto se desprendía que los mequíes no querían la paz, y que querían causar maldades, por lo que amenazaron con desvincularse de ellos. (Aquí Hazrat Musleh Ma’ud (ra) ha incluido un detalle adicional en el sentido de que además fueron presionados por las tribus locales).

Por miedo, los mequíes fueron persuadidos de intentar llegar a un acuerdo con los musulmanes. Tan pronto como el Santo Profeta (sa) se enteró de esto, envió a Hazrat Usman (ra) a los mequíes, quien más tarde se convirtió en el Tercer Jalifa del Islam. Hazrat Usman (ra) tenía muchos parientes en La Meca. Salieron y lo rodearon, y le ofrecieron realizar el Tawāf (circuito de la Ka’abah), pero declararon que no dejarían que el Santo Profeta (sa) lo hiciera hasta el año siguiente. Hazrat Usman (ra) dijo: “no realizaré el Tawāf a menos que sea en compañía de mi maestro”. Las conversaciones de Hazrat Usman (ra) con los jefes de La Meca se prolongaron. Se difundió maliciosamente el rumor de que había sido asesinado y esta noticia también llegó al Santo Profeta (sa). Ante esto, el Santo Profeta (sa) reunió a los Compañeros y dijo: “la vida de un emisario es considerada sagrada entre todas las naciones. He oído que los mequíes han asesinado a Usman. Si esto es cierto, tenemos que entrar en La Meca, sean cuales sean las consecuencias”.

La intención anterior del Santo Profeta (sa) de entrar en La Meca pacíficamente tuvo que ser modificada, bajo las nuevas circunstancias. El Santo Profeta (sa) dijo además: “aquellos que prometan solemnemente que si tienen que avanzar, volverán como vencedores o serán martirizados uno tras otro en el campo de batalla, deben acercarse y prestar el juramento sobre mi mano”. El Santo Profeta (sa) apenas había terminado de hablar, cuando los mil quinientos Compañeros se levantaron e instantáneamente se convirtieron en soldados, y saltaron unos sobre otros para tomar la mano del Santo Profeta (sa) y hacer el juramento. Este juramento tiene una importancia especial en la historia del Islam. Se llama el “Pacto del Árbol”. Esto se debe a que cuando se hizo el juramento, el Santo Profeta (sa) estaba sentado bajo un árbol. Todos los que prestaron el juramento permanecieron orgullosos de él hasta el final de sus días. De los mil quinientos presentes en la ocasión, todos se mantuvieron en su firmeza y prometieron que si el emisario musulmán había sido asesinado, no volverían a Medina: o tomaban La Meca antes del anochecer, o todos morirían luchando. La toma de juramento no había terminado cuando Hazrat Usman (ra) regresó. Informó que los mequíes no aceptaron que los musulmanes realizaran el Tawāf hasta el año siguiente. Habían designado a sus delegados para firmar un acuerdo con los musulmanes. Poco después, Suhail, un jefe de la Meca, se acercó al Santo Profeta (sa). Se llegó a un acuerdo y se firmó”.

Los relatos de la vida de Hazrat Usman (ra) seguirán siendo narrados, si Dios quiere.

Ahora, me gustaría llamar la atención sobre las oraciones una vez más, especialmente por las condiciones de Pakistán.

Los áhmadis no están seguros ni siquiera entre las cuatro paredes de sus propias casas y en sus propiedades. La policía llega donde los clérigos religiosos les dicen que vayan. Hay ciertos policías de buen carácter que dicen que sus condolencias están con los áhmadis, pero no pueden hacer nada porque se ven presionados a actuar de la manera que les han indicado sus superiores. Que Dios Altísimo nos conceda un respiro, así como al país en general, de estos funcionarios malintencionados y que permita a cada áhmadi vivir libremente y con seguridad en su propia patria. Prestad especial atención a las oraciones, ya que si seguimos rezando, muy pronto, si Dios quiere, llegaremos a presenciar el fin extremadamente lamentable de los adversarios. Que Dios Todopoderoso nos conceda la capacidad de seguir rezando y conceda la aceptación de nuestras súplicas.

Resumen

Después de recitar el Tashahhud, el Ta’awwuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que continuaría relatando incidentes de la vida de Hazrat Uthman (ra) y las batallas en las que participó.Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Uthman (ra) no pudo participar físicamente en la batalla de Badr porque su esposa Hazrat Ruqayyah (ra) estaba enferma. Por lo tanto, el Santo Profeta (sa) le ordenó que se quedara atrás y cuidara de su esposa. Más tarde, el Santo Profeta (sa) lo incluyó en la distribución del botín de guerra, por lo que pudo participar de esta manera.La batalla de Ghatfan

Su Santidad (aba) dijo que cuando el Santo Profeta (sa) partió hacia Ghatfan, nombró a Hazrat Uthman (ra) como su sustituto en Medina, por lo que Hazrat Uthman (ra) tampoco participó físicamente en la Batalla de Ghatfan. Su Santidad (aba) relató los antecedentes de esta batalla, y cómo algunas tribus de los Banu Ghatfan habían intentado atacar Medina. El Santo Profeta (sa) supo de sus planes y, para neutralizar la amenaza, partió con un ejército hacia los Banu Ghatfan. Al enterarse de la llegada del Santo Profeta (sa), las distintas tribus corrieron hacia las montañas donde se escondieron. Aunque no se produjo una batalla, se neutralizó la amenaza de un ataque a Medina.

Incidente durante la batalla de Uhud

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Uthman (ra) participó en la batalla de Uhud. Su Santidad (aba) dijo que durante la batalla, hubo algunos musulmanes que, al escuchar la falsa noticia de que el Santo Profeta (sa) había sido martirizado, y tras el ataque sorpresa realizado por Abu Sufyan y sus tropas, abandonaron el campo de batalla. Está registrado que Hazrat Uthman (ra) estaba entre los que abandonaron el campo de batalla. Su Santidad (aba) citó el siguiente versículo del Sagrado Corán sobre los que huyeron:Aquellos de vosotros que volvieron la espalda el día en que se encontraron las dos tropas, fue en realidad porque Satanás los quiso inducir a tropezar por algunas de sus acciones. Pero ciertamente Al-lah ya los ha perdonado, Al-lah es, en verdad, el Sumo Indulgente, Paciente. (3:156)

Su Santidad (aba) relató algunos incidentes de la batalla de Uhud, explicando cómo los Quraish habían difundido la falsa noticia de que el Santo Profeta (sa) había sido martirizado a sus manos. Al oír esto y desanimarse por completo, hubo algunos compañeros, aunque relativamente pocos en número, que abandonaron el campo de batalla y volvieron a Medina. Sin embargo, debido a su sinceridad, Dios Todopoderoso mencionó en el Sagrado Corán que fueron perdonados. Hubo otro grupo de compañeros, que al escuchar esta falsa noticia no regresaron a Medina, sino que debido a la grave tristeza de esta noticia se desanimaron y se trasladaron a un lado del campo de batalla. Hubo un tercer grupo que, a pesar de escuchar estas noticias, continuó luchando. Sin embargo, más tarde, en cuanto los de los dos primeros grupos se enteraron de que el Santo Profeta (sa) seguía vivo, volvieron inmediatamente al campo de batalla. Se sabe que Hazrat Uthman (ra) formaba parte del segundo grupo que no regresó a Medina, sino que se trasladó a un lado del campo de batalla.

El Tratado de Hudaibiyah

Su Santidad (aba) mencionó entonces los incidentes de Hazrat Uthman (ra) en relación con el Tratado de Hudaibiyah. Su Santidad (aba) explicó que el Santo Profeta (sa) había visto un sueño en el que rodeaba la Ka’bah, por lo que interpretó que debía partir junto a sus compañeros para la Umrah (la peregrinación menor). Era el mes de Dhul-Qa’dah, uno de los meses sagrados en los que estaba prohibido luchar, por lo que el Santo Profeta (sa) ordenó a sus compañeros que sus espadas permanecieran en sus fundas. Y así el Santo Profeta (sa) partió hacia La Meca con más de mil cuatrocientos compañeros.

En el camino, el Santo Profeta (sa) se detuvo en Dhul-Hulaifah donde él y sus compañeros asumieron el Ihram y el Santo Profeta (sa) también envió a un compañero hacia Medina, para obtener información y asegurarse de que los de la Meca no tramaban nada. Este compañero volvió con la información de que los de la Meca tenían toda la intención de detener a los musulmanes e incluso se preparaban para luchar. Incluso habían enviado un grupo para atrapar a los musulmanes en su camino. Por lo tanto, el Santo Profeta (sa) instruyó que no debían tomar la ruta conocida hacia La Meca sino una ruta diferente para evitar cualquier tipo de enfrentamiento.

Entonces, el Santo Profeta (sa) y sus compañeros se detuvieron en el valle de Hudaibiyah. Aquí, un mecano informó al Santo Profeta (sa) que los jefes nunca le permitirían entrar en La Meca y seguramente lucharían contra él. El Santo Profeta (sa) dijo que no tenía intención de luchar con ellos, sino que estaba dispuesto a formar un pacto con ellos. Pronunció un sincero discurso que conmovió mucho al hombre de la Meca llamado Budail, quien dijo que informaría y trataría de convencer a los jefes de la Meca. Un jefe llamado Urwah bin Mas’ud convenció a los jefes para que aceptaran esta propuesta y fue a ver al Santo Profeta (sa) en nombre de los mecanos.

Al regresar a la Meca, Urwah dijo que había visitado a muchos reyes y líderes, pero que nunca había visto a nadie ser honrado y respetado tanto como los compañeros del Santo Profeta (sa) lo honraron y respetaron.

Entonces, los Quraish enviaron representantes al Santo Profeta (sa) para negociar un acuerdo. El Santo Profeta (sa) también decidió que un representante musulmán debía ser enviado a La Meca, para que también pudiera explicarles el punto de vista musulmán sobre el asunto y explicarles mejor su postura. Sin embargo, mientras estaba en camino, su camello fue atacado y herido, y aunque los mecanos querían atacarlo también, lo dejaron y lo hicieron regresar al campamento musulmán.

Los Quraish decidieron enviar algunas tropas para rodear el campamento musulmán en secreto, y al encontrar una oportunidad, atacar a los musulmanes. Sin embargo, el Santo Profeta (sa) se enteró de este plan y, a pesar de que lo hicieron en un mes sagrado, el Santo Profeta (sa) los perdonó. Su Santidad (aba) dijo que a partir de estos incidentes, uno puede ver el nivel extremo de paciencia mostrado por el Santo Profeta (sa) y su eterno deseo de establecer la paz.

El Santo Profeta (sa) no se desanimó por todos estos incidentes, y decidió que una persona influyente que era originalmente de La Meca debía ser enviada para tratar de ayudar a los de la Meca a entender las verdaderas intenciones de los musulmanes. Así, Hazrat Uthman (ra) fue enviado a La Meca en nombre de los musulmanes, junto con un mensaje del Santo Profeta (sa) dirigido a los habitantes de La Meca. Cuando Hazrat Uthman (ra) fue, se reunió con los habitantes de la Meca y les transmitió el mensaje del Santo Profeta (sa). Sin embargo, los mecanos se mantuvieron obstinados y dijeron que no permitirían a los musulmanes entrar, sin embargo dijeron que permitirían a Hazrat Uthman (ra) hacer el recorrido de dar vueltas al rededor de la Ka’bah. Hazrat Uthman (ra) dijo que cómo podría hacer esto, cuando al Santo Profeta (sa) se le impedía entrar en La Meca. Por lo tanto, Hazrat Uthman (ra) comenzó a hacer los preparativos para regresar al campamento musulmán, sin embargo los de La Meca le impidieron salir.

Tras esto, se difundió la falsa noticia de que Hazrat Uthman (ra) había sido martirizado. Después de escuchar esto, el Santo Profeta (sa) reunió a todos los compañeros y les hizo un juramento, que ahora avanzarían y nunca volverían atrás, incluso si eso significaba renunciar a sus vidas. El Santo Profeta (sa) extendió su mano y los compañeros colocaron sus manos sobre la suya. Entonces, el Santo Profeta (sa) colocó su otra mano sobre las de ellos, y dijo que esa mano representaba la mano de Hazrat Uthman (ra), ya que si hubiera estado presente, seguramente habría participado en este juramento. Este juramento se conoce como Bai’at-e-Ridwan. También se menciona en el Sagrado Corán:

En verdad, Al-lah se congratuló con los creyentes cuando te juraron fidelidad bajo el Árbol; Él sabía lo que había en sus corazones, y Él les infundió tranquilidad, recompensándolos con una victoria inmediata. (48:19)

Al oír este juramento, los de La Meca se asustaron, e inmediatamente dijeron que había que hacer un tratado, pero que no se permitiría la entrada de los musulmanes hasta el año siguiente; y así enviaron a Suhail bin Amr al Santo Profeta (sa) para finalizar los términos de un tratado. Así, se formó un tratado, que se conoce como el Tratado de Hudaibiyah.

Su Santidad (aba) dijo que seguiría relatando incidentes de la vida de Hazrat Uthman (ra) en el futuro.

Llamamiento a la oración

Su Santidad (aba) volvió a llamar la atención de la Comunidad hacia la oración, especialmente por las condiciones que prevalecen en Pakistán, donde los ahmadíes no están seguros ni siquiera dentro de las paredes de sus propios hogares. La policía está bajo la influencia de los maulvis (clérigos). Su Santidad (aba) dijo que hay algunos policías de buen carácter que dicen que se ven obligados a actuar de esa manera ya que han sido instruidos por sus superiores. Su Santidad (aba) rezó para que los ahmadíes se mantengan a salvo de tales personas y les permitan vivir con tranquilidad. Su Santidad (aba) dijo que, si Dios quiere, si seguimos rezando, pronto veremos el desafortunado destino de estas personas. Su Santidad (aba) rezó para que tengamos la capacidad de seguir rezando en este sentido.

Resumen preparado por The Review of Religions.

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