La vida del Santo Profeta (sa)
Sermón del viernes 11-10-2024
Después de recitar el Tashahud, Taawuz y Surah al-Fatihah, el Jalifa V del Mesías (aba) declaró:
Estos días estamos hablando de la Batalla de la Fosa. Se mencionó que los incrédulos habían huido del campo de batalla debido a la tormenta que tuvo lugar durante la noche. Con respecto (al suceso), después de que los incrédulos huyeran del campo de batalla, lo siguiente está registrado en la historia. Cuando Dios Altísimo hizo que los ejércitos se retiraran del Santo Profeta (sa), él dijo:
[Árabe] “En el futuro, atacaremos a los Quraish, pero ellos tendrán el valor de enfrentarse a nosotros”. Y así sucedió realmente después de esto; los Quraish no tuvieron el valor de atacar a los musulmanes, hasta tal punto, que La Meca fue conquistada a manos del Santo Profeta (sa). En cualquier caso, cuando amaneció no había ningún enemigo al otro lado de la trinchera; todos habían huido. (Tras esto,) el Santo Profeta (sa) permitió a los musulmanes regresar a sus hogares, y todos lo hicieron complacidos.
Se dice que el asedio de la fosa duró 15 días y, según una narración, 20 días. También se dice que se prolongó aproximadamente durante un mes.
Durante la Batalla de la Fosa fueron martirizados nueve individuos. Uno de ellos fue Sad bin Muadh (ra), quien, tras resultar herido durante esta batalla, falleció pocos días después. [(Los otros son) Anas bin Aus, Abdullah bin Sahl, Tufail bin Numan, Thalabah bin Ghanamah bin Adiyy, Kab bin Zaid, Qais bin Zaid bin Amir, Abdullah bin Abi Khalid y Abu Sinan bin Saifi bin Sakhr. Antes de esto fueron martirizados dos (otros) Compañeros, que ya se han mencionado; salieron a recibir noticias del ejército de Abu Sufyan y fueron martirizados allí. En total, 11 personas fueron martirizadas. Estos dos eran Sulait y Sufyan bin Auf Aslami.
Entre los idólatras fueron asesinados tres individuos: Amr bin Abd-e-Wudd, Naufal bin Abdillah bin Mughirah y Uthman bin Munabbih. El día de la (Batalla de la) Fosa, es decir, el día en que los incrédulos lanzaron un terrible ataque y los musulmanes dispararon una ráfaga de flechas en respuesta a su acometida de flechas, él también fue alcanzado por una flecha y murió a causa de la herida tras regresar a La Meca.
El resultado de la Batalla de la Fosa fue milagroso, como hemos visto a lo largo de la historia. En esta relación, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha escrito: “Por lo tanto, después de un asedio de más o menos veinte días, el ejército de los incrédulos abandonó Medina sin éxito ni victoria, y los Banu Quraiẓah, que también habían salido en su ayuda, se retiraron a su fortaleza. En esta batalla, los musulmanes no sufrieron una gran pérdida de vidas, pues solo fueron martirizados cinco o seis hombres. Pero Sad bin Muadh (ra), que era el jefe de la tribu Aus, sufrió una herida tan grave, que al final no pudo recuperarse. Esto supuso una pérdida irreparable para los musulmanes. En cuanto al ejército de los incrédulos, solo fueron asesinados tres individuos. Sin embargo, en esta batalla, los Quraish recibieron un golpe tan fuerte que después de eso nunca más tuvieron el valor de reunir una fuerza similar o de atacar Medina. La profecía del Santo Profeta (sa) se cumplió al pie de letra. Tras la huida del ejército de los incrédulos, el Santo Profeta (sa) dio instrucciones a los Compañeros para que regresaran y los musulmanes abandonaron el campo de batalla para entrar en Medina… La batalla de la “Fosa” o de los ” Confederados”, que tuvo un final inesperado y repentino, fue una guerra muy peligrosa.
Hasta ese momento, los musulmanes nunca habían vivido una crisis de tal magnitud, ni se habían visto sometidos a semejante tribulación durante la vida del Santo Profeta (sa). Fue un violento terremoto que sacudió el edificio del Islam hasta sus cimientos. Sus horribles escenas dejaron atónitos a los musulmanes y su ansiedad se volvió extrema. Los más débiles empezaron a pensar que aquello era el fin. Las sacudidas de este terrible seísmo les afectaron durante aproximadamente un mes, y miles y miles de bestias sedientas de sangre pusieron cerco a sus hogares, amargándoles la vida. Esta amarga situación se vio agravada por la traición de los Banu Quraizah, y en el núcleo de toda esta conspiración se encontraban aquellos judíos desagradecidos, a quienes el Santo Profeta (sa) había tratado con benevolencia permitiéndoles salir de Medina en paz y seguridad.
Debido a la provocación de estos mismos jefes judíos, todas las renombradas tribus del desierto árabe se embriagaron en su animosidad hacia el Islam y convergieron sobre Medina para exterminar a los musulmanes. No cabe la menor duda de que si estas bestias salvajes hubieran tenido la oportunidad de entrar en la ciudad en esta ocasión, no hubiera sobrevivido ni un solo musulmán, ni el honor de ninguna mujer casta musulmana hubiera estado a salvo de los ataques impuros de esta gente. Sin embargo, fue meramente por la Gracia de Dios Altísimo y el Poder de Su mano invisible que este enjambre de langostas fue obligado a retroceder sin éxito ni victoria, y los musulmanes, embargados de emociones de agradecimiento y gratitud, regresaron a sus hogares con un suspiro de paz y satisfacción. La amenaza de los Banu Quraizah seguía existiendo igual que antes. Esta gente se había protegido en sus fortalezas con paz y seguridad después de haber mostrado su traición de la manera más peligrosa. Ahora presumían de que nadie podía hacerles daño; pero, en cualquier caso, había que poner fin a sus maldades. Su presencia en Medina no era más que una serpiente en la hierba para los musulmanes (o un enemigo oculto). La experiencia de los Banu Nadir enseñó que tanto si se permitía a esta serpiente salir de su casa como quedarse dentro, siempre resultaba igual de letal.”
Sin embargo, se adoptaron medidas contra los Banu Quraizah en lo que se conoce como la Batalla de Banu Quraizah, que tuvo lugar en mes de Dhu al-Qadah en el año 5 d.H., correspondiente a marzo y abril de 627 CE.
El Sagrado Corán también menciona este acontecimiento. Dios Altísimo afirma:
[Árabe]
“Él ha desalojado de sus fortalezas a aquellos del Pueblo del Libro que les ayudaron y ha sembrado el temor en sus corazones. Matasteis algunos y a otros los hicisteis prisioneros. Y te hizo heredar su tierra, sus casas y sus riquezas, una tierra que nunca habías pisado. Y Al’lah tiene poder sobre todas las cosas”.
En pocas palabras, los Banu Quraizah eran una tribu judía, descendientes de los Quraizah, que se establecieron cerca de Medina en una sólida fortaleza. De ahí que se les conociera como Banu Quraizah. Quraizah y Nadir eran dos hermanos de la progenie del Profeta Aarón (as). Los descendientes del primero fueron conocidos como Banu Quraizah, y los descendientes del segundo, como Banu Nadir. Como se mencionó en sermones anteriores y en los detalles de la Batalla de la Trinchera, los Banu Quraizah traicionaron a los musulmanes durante la batalla ayudando a los Quraish, y rompieron el pacto que habían hecho con el Santo Profeta (sa).
Después de que el Santo Profeta (sa) regresara de la Batalla de la Trinchera, él y sus Compañeros depusieron las armas, y el Santo Profeta (sa) entró en casa de Hazrat Aisha (ra). Pidió agua para lavarse la cabeza. Según una narración, el Santo Profeta (sa) se bañó, se perfumó y ofreció la oración del Zuhr.
Hazrat Aisha (ra) relata: “Mientras estábamos dentro de la casa, alguien nos saludó con el saludo de paz. A su llamada, el Santo Profeta (sa) salió rápidamente a su encuentro, y observé a través de la puerta que era Dihyah Kalbi, que se estaba sacudiendo el polvo del rostro y llevaba un turbante. El Santo Profeta (sa) estaba apoyado en su montura mientras conversaban. El hombre dijo: “Oh Mensajero de Dios (sa), vosotros habéis depuesto las armas, pero, por Dios, nosotros no”. Según otra narración, sus palabras fueron: “‘Desde que nos enfrentamos al enemigo, los ángeles no han depuesto las armas. Regresamos después de haber perseguido a nuestros enemigos (algunos de ellos dijeron que los ángeles aún no habían depuesto las armas) hasta llegar a Hamra al-Asad y Dios Altísimo los ha derrotado. Ahora, dirígete aquí.” El Santo Profeta (sa) preguntó: “¿Adónde?”. Entonces, hizo un ademán hacia los Banu Quraizah. Hazrat Aisha (ra) relata: “Regresé dentro, y cuando el Santo Profeta (sa) también volvió, le pregunté: “¿Quién era el hombre con el que estabas hablando?” El Santo Profeta (sa) preguntó: “¿Lo has visto?”. Respondí afirmativamente. Entonces el Santo Profeta (sa) preguntó: “¿Se parecía a alguien que conocieras?” Respondí: “Se parecía a Dihyah Kalbi”. El Santo Profeta (sa) dijo: “Era Gabriel”. Esto aclara la afirmación que hizo acerca de que los ángeles no habían depuesto las armas. Fue Gabriel quien le dijo que se dirigiera hacia los Banu Quraizah.
En ese momento, el Santo Profeta (sa) hizo anunciar que todos debían avanzar hacia los Banu Quraizah, y que las oraciones del Asr se ofrecerían allí. Al oír el anuncio, los Compañeros se pusieron en marcha de inmediato.
Se puede observar aquí el nivel de obediencia y devoción de los Compañeros. Durante su viaje, llegó la hora de la oración de Ásar y era probable que el tiempo de la oración terminara antes de que pudieran ofrecerla. Por temor a perder el momento de la oración, algunos Compañeros ofrecieron la oración de Ásar en ese mismo momento. Según Fath al-Bari, el comentario de Sahih al-Bujari, algunos Compañeros comentaron que como el Santo Profeta (sa) ordenó ofrecer la oración de Ásar al llegar a los Banu Quraizah, ellos ofrecerían sus oraciones de acuerdo con esa instrucción, aunque pasara la hora de la oración. Según las narraciones, llegaron a su destino cuando el sol ya se había puesto y ofrecieron la oración de Ásar a su llegada. El Santo Profeta (sa) no puso ninguna objeción a ninguno de los dos grupos de Compañeros, ni a quienes ofrecieron la oración por temor a que transcurriera el tiempo de la oración, ni a quienes ofrecieron la oración en Banu Quraizah después de que el sol se hubiera puesto. El Santo Profeta (sa) llamó a Hazrat Ali (ra) y le entregó la bandera negra del ejército conocida como ‘Uqab’. Estos relatos han sido mencionados en Sahih al Bujari y en otra literatura histórica.
Hay algunos detalles más. En primer lugar, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Ali (ra) con algunas tropas como vanguardia del ejército, y luego él mismo los siguió.
Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe acerca de estos relatos de la siguiente manera:
“Cuando el Santo Profeta (sa) regresó a la ciudad después de la Batalla de la Trinchera, apenas se hubo quitado las armas y se hubo bañado cuando recibió la revelación divina de que, hasta que no hubiera establecido un veredicto con respecto a la traición y rebelión de los Banu Quraizah, no debía deponer las armas. Luego, se le indicó que debía marchar hacia los Banu Quraizah de inmediato. Tras esto, el Santo Profeta (sa) hizo un anuncio general a los Compañeros ordenando a todos que se dirigieran hacia las fortalezas de los Banu Quraiẓah y que allí se ofrecería la oración de Ásar. Además, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Ali (ra) con un destacamento de Compañeros al frente del ejército”.
Esto también se ha mencionado anteriormente haciendo referencia a Hazrat Aisha (ra). En cualquier caso, fue una visión, como también lo escribió Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra), y es posible que Hazrat Aisha (ra) también haya presenciado este evento en una visión, y esto suele ocurrir.
La mención de la expedición hacia Banu Quraizah es la siguiente: el Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat Ibn Umm Maktum (ra) como líder de Medina y partió hacia Banu Quraizah un miércoles, mientras quedaban siete días del mes de Dhu al-Qa’dah. El Santo Profeta (sa) llevaba armas y armadura, se puso su casco, cogió una lanza en su mano, se colgó un escudo alrededor del cuello y montó en su caballo, que se llamaba Luhaif. Los musulmanes tenían 36 caballos y el Santo Profeta (sa) partió junto con sus Compañeros. Ibn Sad afirma que le acompañaban 3.000 personas. Como se mencionó anteriormente, Hazrat Ali (ra) ya había llegado a Banu Quraizah junto con un grupo de Muhayirin y Ansar.
Hazrat Abu Qatadah (ra) afirma: “Llegamos a los Banu Quraizah y Hazrat Ali (ra) plantó la bandera frente a la fortaleza. Cuando nos vieron, estaban convencidos de que se produciría una batalla. Entonces se encerraron en sus fortalezas y comenzaron a maldecir al Santo Profeta (sa) y a sus nobles esposas”. Hazrat Abu Qatadah (ra) narra: “Permanecimos en silencio y no respondimos a sus maldiciones, y les dijimos que ahora sólo la espada decidirá entre nosotros y vosotros”. El Santo Profeta (sa) también llegó a los Banu Quraizah y se estableció en un lugar llamado Bir Unnah, cerca de la montaña adyacente a los Banu Quraizah. También se llama Bir Annah, que es uno de los pozos de Banu Quraizah. Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib ha descrito esto en “Vida y carácter del Sello de los Profetas” del siguiente modo:
“Cuando Hazrat Ali (ra) llegó allí, en lugar de expresar remordimiento e implorar perdón y misericordia por su traición y rebelión, los Banu Quraizah (entre los que se encontraba Huyayy bin Akhtab, jefe de los Banu Nadir, quien fue el principal instigador de esta rebelión y se había unido a ellos según su promesa), insultaron abiertamente al Santo Profeta (sa). Además, con extrema desvergüenza y bajeza, usaron palabras muy ofensivas contra sus esposas puras (Azwaj-e-Mutahirat).
Poco después de que Hazrat Ali (ra) y su destacamento partieran, el Santo Profeta (sa) empuñó sus armas y también salió de Medina. En ese momento, el Santo Profeta (sa) iba montado a caballo acompañado por un gran grupo de Compañeros. Cuando el Santo Profeta (sa) se acercó a las fortalezas de los Banu Quraizah, Hazrat Ali (ra), que había regresado desde cierta distancia para recibirlo, le dijo: “¡Oh Mensajero de Al’lah! Creo que no es necesario que continúes avanzando (personalmente). “Si Dios quiere, seremos suficientes”. El Santo Profeta (sa) lo entendió y dijo: “¿Acaso me han insultado los Banu Quraizah?” (Al ver que Hazrat Ali (ra) le impedía avanzar asumió que estaban usando un lenguaje inapropiado). “Así es, Mensajero de Al’lah”, respondió Hazrat Ali (ra). El Santo Profeta (sa) dijo: “No importa [árabe]”.
Quería decir: “Moisés fue sometido a mayores aflicciones a causa de esta gente”. Entonces, el Santo Profeta (sa) avanzó y al llegar a un pozo de los Banu Quraizah, estableció un campamento”.
Según una narración, el Santo Profeta (sa) le dijo a Hazrat Ali (ra) “No hay nada de qué preocuparse; no tendrán el coraje de insultarme en mi presencia”. Después, avanzó con gran calma y dignidad.
También hay una mención de la comida de los musulmanes durante esta batalla. Todos los Compañeros se reunieron con el Santo Profeta (sa) a la hora de la oración de Isha [noche], y Hazrat Sad bin Ubadah (ra) envió un camello cargado de dátiles para el Santo Profeta (sa) y los musulmanes. Ese día, el Santo Profeta (sa) dijo: “¡Qué gran alimento son los dátiles!”
En cuanto a los detalles del asedio a los Banu Quraizah por parte de los musulmanes, se menciona que el Santo Profetasa (sa) avanzó a la hora de Suhur [comida antes del amanecer] y colocó al contingente de arqueros en la vanguardia. Estos cercaron las fortalezas de los judíos y lanzaron flechas y piedras sobre ellos; y los judíos también dispararon flechas desde sus fortalezas, hasta que anocheció. Pasaron la noche cerca de las fortalezas, y siguieron atacando a los judíos por turnos. El Santo Profeta (sa) ordenó a los musulmanes que siguieran lanzando flechas, hasta tal punto, que los judíos se convencieron de que serían destruidos, y dejaron de lanzar flechas a los musulmanes, diciendo: “Perdonadnos y negociemos”.
El Santo Profeta (sa) accedió. Enviaron a Nabbash bin Qais al Santo Profeta (sa). Este pidió al Santo Profeta (sa) que les permitiera marcharse, al igual que a los Banu Nadir, y que él (es decir, el Santo Profeta (sa)) podría tomar sus riquezas y armas y perdonarles la vida. Ellos abandonarían la ciudad con sus mujeres e hijos. (Esta fue la oferta de los judíos). Dijeron: “Llevaremos sólo lo que pueda cargar nuestro único camello”. Pero el Santo Profeta (sa) rechazó su propuesta. Entonces Nabbash dijo: “No necesitamos la riqueza que puedan cargar nuestros camellos”. El Santo Profeta (sa) siguió negándose y dijo que debían someterse a su juicio. Pero él se negó a aceptar el dictamen del Santo Profeta (sa) y regresó con su gente.
Después de esto, los líderes de los Banu Quraizah consultaron entre ellos. Cuando Nabbash se presentó ante su gente y les informó de la situación, y el asedio se prolongaba, el líder de los Banu Quraizah, Kab bin Asad, se dirigió a la gente de su nación y dijo: “Por Dios, estáis siendo sometidos a una prueba que estáis contemplando con vuestros propios ojos. Os presento tres opciones. Aceptad la que prefiráis”. Preguntaron: “¿Cuáles son?” Kab bin Asad dijo: “Que aceptemos obedecer a Muhammad (sa) y reconozcamos que es veraz, pues juro por Dios que sabéis muy bien que ha sido enviado como profeta, y que es la misma persona que se ha mencionado en vuestras Escrituras”. Y, al aceptarle, vuestras vidas, riquezas y vuestras mujeres estarán protegidas. Por Dios, sabéis que Muhammad (sa) es un Profeta, y lo único que nos ha impedido unirnos a él es que pertenece los árabes y no a los hijos de Israel. Pero dondequiera que esté, Dios mismo lo ha convertido en Profeta”. Es decir, dondequiera que esté, Dios lo ha hecho Profeta. Esto es muy evidente.
Dijo: “Yo no quería romper el pacto, pero esta dificultad y esta prueba han surgido por culpa de Huyay bin Ajtab”. Este estaba sentado cerca. Entonces Kab dijo: “¿Recuerdas lo que te dijo Ibn Jawas (un antiguo erudito judío) cuando vino a verte? Dijo: ‘He dejado la tierra del vino, del vinagre y de los dátiles (Jerusalén) y he venido a la tierra del agua, de los dátiles y de la cebada'”. La gente se preguntaba por qué. Kab bin Asad dijo que el anciano dijo: “Un profeta se manifestará en esta tierra y si estoy vivo en ese momento, lo seguiré y lo apoyaré”. Y si viene después de mí, entonces tened cuidado de que nadie os engañe respecto a él (es decir, que no lo rechacen, sino que lo acepten); seguidle, apoyadle y haceos sus amigos). He creído en ambas Escrituras; la que llegó antes y la que llegó después (es decir, que también creía en el libro revelado al Santo Profeta (sa)). Transmitidle mis saludos y decidle que doy fe de su verdad’.
Bottom of Form
Entonces Kab dijo: “Venid, sigámosle (a Muhammad (sa)) y demos fe de su veracidad”. Al oír esto, la gente de los Banu Quraizah dijo: “Nunca abandonaremos el decreto de la Torá, el libro de Moisés, y nunca lo cambiaremos por ninguna otra escritura.” Kab dijo: “Si no aceptáis lo que digo, entonces la segunda opción es que matemos a nuestros hijos y esposas, empuñemos nuestras espadas y ataquemos a Muhammad (sa) y a sus Compañeros -no habrá nada que nos detenga- hasta vencerlos, o Muhammad (sa) salga victorioso”. Si nos matan, sólo moriremos nosotros; no tendremos ninguna progenie de la que preocuparnos. Si salimos victoriosos, juro por mi vida que podremos tener otra progenie y esposas”. La gente dijo: “¿Mataremos a los inocentes? ¿Qué alegría habrá en la vida sin ellos?” Entonces Kab dijo: “Si tampoco aceptáis esto, entonces esta noche es sábado, el Sabbat, y es probable que Muhammad (sa) y sus Compañeros no esperen nada de nosotros esta noche”. Ataquemos, pues, y tal vez podamos engañar a Muhammad (sa) y a sus Compañeros”. Dijeron: “¿Cómo vamos a violar el Sabbat haciendo algo que nadie ha hecho antes que nosotros, salvo aquel cuyo destino conoces, y sabes muy bien cómo fue humillado?” Así pues, las tres propuestas de Kab fueron rechazadas.
Después de Kab, otro judío, Amr bin Sauda, dijo: “Oh pueblo judío, hicisteis un pacto con Muhammad (sa) y rompisteis el acuerdo que se hizo entre vosotros. Yo no formé parte de este tratado, ni estoy con vosotros en vuestro engaño. Si os negáis a aceptar su religión, entonces al menos manteneos firmes en el judaísmo (si os vais a oponer a él, entonces al menos manteneos firmes en las enseñanzas judías) y pagadles la Yizyah. Por Dios, no sé si lo aceptará o no”. Dijeron: “No mostraremos ningún respeto a los árabes sólo para salvar nuestras vidas. (Esto nunca ocurrirá; no entregaremos nada). Preferimos morir”. Amr dijo: “Me desvinculo de vosotros”. Esa misma noche abandonó la fortaleza. Pasó junto a los guardias del Santo Profeta (sa) que estaban bajo el liderazgo de Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra). Preguntó: “¿Quién es?” Él respondió: “Amr bin Sauda”. Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) dijo: “Puedes pasar”, y dijo:
[Árabe]
“Oh Dios, no me prives de la virtud de cubrir las faltas de los nobles”. Entonces le dejó pasar y se dirigió a la mezquita del Santo Profeta (sa), donde permaneció hasta la mañana, momento en el que partió. No se supo a dónde fue exactamente. Cuando se le mencionó esto al Santo Profeta (sa), dijo: “Es alguien a quien Dios ha salvado debido a su lealtad.” Asimismo, después de escuchar las palabras de Kab, tres personas más abandonaron la fortaleza esa noche y se unieron al Islam, salvando sus vidas, familias y riquezas.
Se menciona el incidente de Hazrat Abu Lubabah (ra), en el que consta que el Santo Profeta (sa) intensificó el asedio sobre las fortalezas. Cuando el asedio se hizo demasiado sofocante, enviaron un mensaje al Santo Profeta (sa) en la noche del Sabbat pidiendo que se les enviara a Hazrat Abu Lubabah bin Abd al-Mundhir (ra) para consultar con él sobre su situación. Era un miembro respetado de los Aus, una tribu aliada de los Banu Quraizah. El Santo Profeta (sa) lo envió. Cuando vieron llegar a Hazrat Abu Lubabah (ra), los hombres se acercaron a él y las mujeres y los niños comenzaron a llorar ante su presencia. El corazón de Hazrat Abu Lubabah (ra) se ablandó por ellos, pues ese era precisamente su estrategia. Kab bin Asad dijo: “Oh Abu Lubabah, te hemos elegido exclusivamente a ti. Ciertamente, Muhammad no está dispuesto a aceptar nada salvo su propia decisión. ¿Crees que deberíamos aceptar su decisión?” Hazrat Abu Lubabah (ra) respondió: “Sí”. Y a la vez se pasó la mano por el cuello haciendo un ademán de decapitación.
Hazrat Abu Lubabah (ra) dice: “Por Dios, todavía estaba en el mismo lugar cuando me di cuenta que había traicionado a Dios y a Su Mensajero (sa). Me sentí avergonzado y recité: [en árabe: ‘Ciertamente a Dios pertenecemos y a Él volveremos’). Al salir de la fortaleza mi barba estaba empapada por las lágrimas. La gente esperaba mi regreso, pero tomé otro camino por detrás de la fortaleza y me dirigí a la mezquita. Evité ir a ver al Santo Profeta (sa) y me até a una columna (como castigo). Dije que no me movería de allí hasta morir o hasta que Dios aceptara mi arrepentimiento por lo que había hecho. Juré a Dios Altísimo que jamás pondría un pie en la tierra de los Banu Quraizah ni miraría aquella morada donde traicioné a Dios y a Su Mensajero (sa).
Cuando el Santo Profeta (sa) se enteró de que me hube marchado y de lo que había hecho, dijo: “Dejadle hasta que Dios tome una decisión sobre su caso.” Su hubiese venido a verme, habría rezado por su perdón, pero como no lo hizo, dejadlo allí.
Hazrat Abu Lubabah (ra) dijo: “Padecía una gran angustia. Pasé varias noches sin comer ni beber, diciendo constantemente que permanecería en aquel estado hasta que muriera o hasta que Dios aceptara mi arrepentimiento. Recordaba un sueño que había visto durante el asedio de los Banu Quraizah, el que estaba atrapado en un fango oscuro y apestoso del cual no podía salir. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de morir asfixiado por el mal olor vi un riachuelo y me bañé en él, hasta quedar limpio, y entonces sentí una fragancia agradable. Le oedí a Hazrat Abu Bakr que interpretara mi sueño, y él me dijo: “Padecerás una situación muy difícil que te causará mucha angustia, pero luego te salvarás de ella. Mientras permanecía atado, recordaba las palabras de Hazrat Abu Bakr (ra) y esperaba que Dios revelara algo sobre la aceptación de mi arrepentimiento” Dijo: “Permanecí en ese estado hasta que, a causa de la debilidad, ya no podía escuchar nada” (Estaba atado a un poste.) El Santo Profeta (sa) me veía con frecuencia.” Según Ibn Hisham, permaneció atado durante seis noches. Al final, Dios reveló el siguiente versículo sobre el arrepentimiento de Abu Lubabah (ra).
[Árabe]
“Pero hay otros que han reconocido sus faltas. Mezclaron una buena obra con otra que era mala. Es posible que Dios vuelva hacia ellos con compasión. Ciertamente, Dios es el Sumo Remisorio, Misericordioso”.
En cuanto el arrepentimiento de Abu Lubabah (ra), un versículo del Sagrado Corán fue revelado al Santo Profetasa durante el ‘Sehri’ (la comida de la madrugada antes del amanecer) mientras estaba en la casa de Umm-e-Salamah (ra). Hazrat Umm-e-Salamah relata: “Vi al Santo Profeta (sa) sonriendo durante el tiempo del Sehri. Pregunté: “Oh Mensajero de Dios, que Dios te mantenga siempre sonriendo. ¿Qué te hace sonreír? Respondió: “Hay buenas noticias para Abu Lababah.” Entonces pregunté: “¿Oh Mensajero de Dios, puedo darle yo esta buena nueva? Me dijo: “¿Por qué no?” Dale la buena nueva.” Entonces se puso de pie en la puerta de su habitación y dijo: “¡Abu Lubabah! ¡Regocíjate! Dios ha aceptado tu arrepentimiento.” La gente se acercó para desatarle. Pero Abu Lubabah (ra) djo: “No. Nadie más que el Santo Profeta (sa) debe desatarme.” Dijo: “Estoy atado, y si alguien me ha de desatarme que sea el Santo Profeta (sa).”
Cuando el Santo profeta acudió a la oración de Fállar, le desató con sus benditas manos. Hazrat Abu Lababah (ra) dijo: “Oh Mensajero de Dios, mi arrepentimiento es que abandonaré todas las casas de la gente donde yo he pecado, y donaré todos mis bienes por la causa de Dios y Su mensajero. El Santo Profeta (sa) dijo: ” Abu Lubabah, para ti, una tercera parte es suficiente.”
Sin embargo, es importante señalar que los detalles de este incidente relacionado con Abu Lubabah (ra) no se encuentran en los textos de Sihah Sittah (Las Seis colecciones auténticas). Es posible que el gesto de Abu Lubabah indicando que su gente sería ejecutada haya sido simplemente un pensamiento propio, pero, de todas formas, se menciona en los registros históricos.
Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha mencionado los detalles del incidente. Escribe:
Finalmente, cuando los Banu Quraizah se sintieron agotados por la dureza del asedio, idearon un plan. Su idea consistió en invitar a un musulmán que tuviera vínculos con ellos y que debido a su simplicidad pudiera ser influenciado fácilmente por sus demandas, para intentar averiguar cuáles eran las intenciones del Santo Profeta (as) hacía ellos. Por lo tanto, enviaron a un mensajero al Santo Profeta (as) solicitando que enviara a Abu Lubabah bin Mundhir Ansari (ra) a su fortaleza para poder consultarle. El Santo Profeta (sa) dio permiso a Abu Lababah (ra) y este se dirigió a la fortaleza. Los jefes de los Banu Quraizah habían planeado que, tan pronto como Abu Lababah (ra) entrara en la fortaleza, todas las mujeres y niños se reunirían a su alrededor llorando y lamentándose para hacerle conmoverse a causa de su aflicción.
Y efectivamente, Abu Lubabah (ra) cayó en esta trampa, y en cuanto entró en su fortaleza, empezó a sentir compasión por su supuesta ‘aflicción’. Los jefes de la Banu Quraizah le preguntaron: “Oh Abu Lubabah, ves nuestra situación. ¿Deberíamos salir de nuestra fortaleza y permitir a Muhammad (sa) decidir nuestro destino?” Sin reflexionar, Abu Lubabah (ra) respondió afirmativamente, pero al mismo tiempo hizo un gesto pasando la mano por su garganta, indicando que serían ejecutados. Esto era absolutamente falso. El Santo Profeta (sa) no había insinuado en absoluto tal intención. Con todo, la demostración de su sufrimiento impresionó de tal manera a Abu Lubabah (ra), que se dejó llevar por sus emociones y entre tanto sufrimiento no pudo pensar en otra cosa que la muerte. Esta falsa simpatía por parte de Abu Lubabah (de la cual se arrepintió más tarde y, en ese arrepentimiento, se ató a sí mismo a un pilar de la mezquita hasta que el Santo Profeta (sa) lo perdonó y lo desató con su propia mano) se convirtió en la causa de la ruina de los Banu Quraizah. Persistieron obstinadamente en su negativa a abandonar sus fortalezas y entregarse para ser juzgados por el Santo Profeta (sa).”
De todas formas, inshallah, continuaré ofreciendo detalles de esta historia en el futuro.
Los áhmadis de Pakistán deben rezar para ellos mismos también. Actualmente, nuestros oponentes incrementan sus esfuerzos por hacer la vida de los áhmadis aún más difícil. Deben esforzarse más que nunca para obtener el beneplácito de Dios Altísimo, porque, como he mencionado, la situación continúa empeorando. Que Dios Altísimo les conceda Su perdón y misericordia. Igualmente, aquellos áhmadis de origen pakistaní que viven en otras partes del mundo deben rezar especialmente por sus hermanos de Pakistán. Que Dios les libre de estas dificultades.
Al mismo tiempo, rezad por los áhmadis de Bangladesh. Ellos también deben rezar para sí mismos. ¡Que Dios Altísimo les proteja de todo tipo de mal y aflicción! Los áhmadis de allí también padecen grandes dificultades.
Rezad también por los áhmadis de Argelia. ¡Que Dios Altísimo les proteja de todo tipo de mal! También están siendo sancionados y encarcelados allí. Que Dios les mantenga firmes en su fe.
Los áhmadis de Sudán también afrontan circunstancias difíciles debido a la guerra. Rezad por ellos también.
En todas partes, los que profesan el credo islámico padecen dificultades a manos de otros que también recitan el Kalima. Esta es la razón por la cual aquellos que se oponen al Islam ponen tanto empeño en dañar a los musulmanes. Debéis rezar mucho. Dios Altísimo puede frenar al gobierno de Israel, al gobierno de los Estados Unidos y a otras grandes potencias. Él posee todo el poder. Sin embargo, para esto ocurra, los musulmanes tendrán que comportarse de manera que ganen el beneplácito de Dios Altísimo, y demostrar que saben vivir juntos como hermanos. Deben poner fin a sus disputas internas, lo cual no estamos viendo en ninguna parte. Solo entonces se cumplirán las promesas de la ayuda divina. No es posible que se cumplan sin este requisito. Los musulmanes deberán hacerse verdaderos creyentes. ¡Que Dios Altísimo nos conceda a nosotros y a los musulmanes la capacidad de hacerlo!