Califas guiados – Hazrat Umar (ra)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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Califas guiados – Hazrat Umar (ra)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Sermón del viernes, 23 de julio de 2021.

Pronunciado en la Mezquita Mubarak de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Sura Al-Fatiha, Hazrat Jalifatul Masih V (aba) dijo lo siguiente:

Estos días estoy narrando relatos de la vida de Hazrat Umar (ra) y lo acontecido en algunas de las batallas que tuvieron lugar durante su época y hoy continuaré narrando relatos con referencia a estas guerras.

La Batalla de Buwaib tuvo lugar en el siglo XIII y, según algunos historiadores, en el siglo XVI.

Durante la Batalla de Yisar, que ya mencioné en el sermón anterior, Hazrat Muzanna (ra) informó a Hazrat Umar (ra) sobre la misma después de que los musulmanes fueron derrotados. Hazrat Umar (ra) le dijo al mensajero que fue enviado: “Regresa con tus compañeros y diles que el ejército musulmán debe permanecer donde está y que el apoyo pronto estará en camino”. Entre tanto, Hazrat Umar (ra) se vio muy afectado por la derrota durante la Batalla de Yisar, por lo que envió oradores por toda Arabia que pronunciaron discursos apasionados, inspirando así al pueblo árabe. Posteriormente, las diversas tribus árabes comenzaron a llegar en masa para participar en esta batalla nacional. Además, se sumaron tribus cristianas. Esta no se limitó solo a acoger las tribus musulmanas, ya que las cristianas también se unieron y participaron.

Hazrat Umar (ra) envió un ejército musulmán hacia Irak y Hazrat Muzanna (ra) reunió otro en la frontera de Irak. Cuando Rostam se enteró de esto, envió un ejército bajo el mando de Merhan para luchar contra los musulmanes. Buwaib se encuentra cerca de Hirah, que es una ciudad a una distancia de cinco kilómetros de Kufa. En realidad, Buwaib es un arroyo que sale del río Éufrates y está cerca de Kufa. Así pues, ambos ejércitos tomaron sus posiciones en ese lugar y esta batalla se libró en el mes de Ramadán. La ciudad de Kufa más tarde se pobló cerca de esta área. En un momento dado, el general del ejército persa, Mehran, dijo: “¿Debemos cruzar el río o vosotros lo cruzáis y venís aquí?”. Hazrat Muzanna (ra) respondió: “Deberéis cruzarlo vosotros”.

En la batalla anterior, los musulmanes cruzaron el río. Por lo tanto, esta vez, fueron prudentes y le dijeron al ejército persa que lo cruzara primero. Hazrat Muzanna (ra) organizó su ejército, formó sus filas y nombró líderes experimentados para cada una de sus divisiones. Luego montó en su famoso caballo llamado “Shamus” e inspeccionó las filas del ejército musulmán. En este sentido, se detuvo en cada bandera y les dio instrucciones sobre la batalla, y los animó apasionadamente con las siguientes palabras: “Tengo la esperanza de que hoy el honor de los árabes no se verá empañado por las manos del enemigo. ¡Por Dios! Hoy, deseo para mí todo lo que considero deseable para un hombre común de entre vosotros”. (En otras palabras, todos eran iguales). El valiente ejército de los musulmanes escuchó con pasión la llamada de su amado líder. Y por qué no iban a hacerlo, ya que él siempre los trató con equidad, ya sea a través de sus palabras o acciones, y siempre los apoyó, tanto en momentos de comodidad como de dificultades. Era imposible que alguien criticara algo de lo que hacía. Hazrat Muzanna (ra) instruyó al ejército que él diría “Al’lahu Akbar” (Al’lah es el Más Grande) tres veces y debían estar listos y preparados, y atacar al enemigo tan pronto como lo escucharan repetido por cuarta vez. Entonces, cuando Hazrat Muzanna (ra) gritó el primer eslogan de “Al’lahu Akbar”, el ejército persa rápidamente lanzó un ataque. Como resultado, los musulmanes también se apresuraron a lanzar él suyo y algunos individuos de la tribu de Banu Iyal abandonaron sus filas y avanzaron para el enfrentamiento después de la primera llamada de “Al’lahu Akbar”. Sin embargo, esto provocó desorden en las filas. Hazrat Muzanna (ra) les envió una persona con el mensaje: “El líder del ejército transmite sus saludos y dice que hoy no humillen a los musulmanes”. A partir de entonces, esa tribu se contuvo.

Luego, después de una intensa batalla, los persas comenzaron a gritar por la angustia. Se dice que el número de persas muertos en esta batalla fue de cien mil. Además, el propio Mehran, que era un general del ejército persa, murió en ese combate, que también se conoce como “Yaum al-Aashaar”, porque en dicha batalla hubo un centenar de personas que mataron a diez individuos cada una. Tras sufrir la derrota, el ejército persa se retiró al puente para cruzar el río y regresar a su zona de  seguridad. No obstante, Hazrat Muzanna (ra) tomó su contingente, los persiguió y los rodeó antes de que pudieran cruzar el puente. Entonces lo rompió, matando a muchos soldados persas. Más tarde, Hazrat Muzanna (ra) se lamentó de esto diciendo: “¿Por qué perseguí a los que ya estaban derrotados? No debería haberlo hecho”. Y decía además: “Cometí un gran error, no me correspondía atacar a los que no podían defenderse a sí mismos. Nunca volveré a hacer eso”. Más tarde, advirtió a los suyos: “¡Oh musulmanes, vosotros tampoco  debéis cometer jamás tal acto. No me sigáis en ese sentido”. Así pues, afirmó que había cometido el error de perseguir a los que huían y eso no debería haber sucedido. Éstas son las verdaderas costumbres islámicas. Al final, durante esta batalla, fueron martirizados muchas personas que eran grandes valientes del ejército musulmán, como Jalid bin Hilal y Masud bin Hariza. Hazrat Muzanna (ra) dirigió las oraciones funerarias de los mártires y dijo: “Por Dios, mi tristeza y dolor se alivian por el hecho de que estas personas tomaron parte en esta batalla, se comportaron con gran valentía y coraje y se mantuvieron firmes. Nunca se asustaron ni se preocuparon de ninguna manera. Este hecho alivia mi dolor, pues el martirio actúa como una expiación de los pecados”.

Al mencionar esta batalla, los historiadores registran un incidente que arroja luz sobre la valentía y el coraje de las mujeres musulmanas. A cierta distancia del campo de batalla en Qawadis, había un campamento para mujeres y niños. Al concluir la batalla, cuando una división del ejército musulmán llegó al campamento en sus veloces caballos, las mujeres musulmanas los confundieron con el ejército enemigo pensando que había venido a atacarlas. Rápidamente los soldados rodearon a los niños y las mujeres comenzaron a golpearlos furiosamente con piedras y palos. Cuando los soldados se acercaron aún más, se dieron cuenta de que eran musulmanes. El líder de este grupo de soldados era Amar bin Abdal-Masih, quien declaró: “Esta acción corresponde a las mujeres del ejército de Dios”.

La Batalla de Buwaib llegó a su fin, aunque dejó un impacto muy profundo, pues Persia nunca antes se había enfrentado a tanta pérdida de vidas humanas. Pero uno de los buenos resultados de esta batalla fue que la mayoría de los musulmanes de las áreas circundantes de Irak ganaron terreno firme. Su control desde Sawad-e-Iraq hasta el río Tigris se consolidó y después de algunas batallas más pequeñas, los musulmanes una vez más se apoderaron de las áreas circundantes que antes tuvieron que abandonar. El ejército persa vio mucha fuerza en ellos, razón por la cual se retiraron al otro extremo del río Tigris. Tras esta victoria, los musulmanes se extendieron por varias partes de Irak.

Luego, se produjo la Batalla de Qadisiyah, que tuvo lugar en 14 dH.

Qadisiyah se encuentra en el actual Irak, a unos 56 km de Kufa. Esto ocurrió durante la época del Jalifato de Hazrat Umar (ra) y fue una guerra decisiva entre musulmanes y persas. Como resultado, el dominio persa cayó en manos de los musulmanes. Entonces, cuando los persas se enteraron de su éxito, se les dijo a Rostam y Ferozan, dos líderes suyos, que: “Habéis estado en desacuerdo entre vosotros y, por lo tanto, debilitado a los persas y dado confianza a su enemigo. Ahora la situación es tal que si permanecemos como estamos, Persia será destruida, porque Bagdad, Sabaat (que es un lugar cerca de Madain), Tikrit (una ciudad muy conocida entre Bagdad y Mosul y que está a 50 km de Bagdad, o 30 farsaj, o incluso 145 km de ella). Ahora, Madain es la única ciudad que permanece intacta. Si vosotros dos no os ponéis de acuerdo, nosotros mismos os mataremos y finalmente encontraremos descanso mientras perecemos (o sea, ellos mismos comenzarían la batalla)”. No obstante, Rostam y Ferozan derrocaron a Boran y pusieron a Yazdegerd en el trono, que tenía 21 años en ese momento; y todas las fortalezas y bases militares fueron fortificadas.

Más tarde, cuando Hazrat Muzanna (ra) informó a Hazrat Umar (ra) de estas acciones de los persas, Hazrat Umar (ra) afirmó: “¡Por Dios, haré que los reyes de los no-árabes luchen contra los comandantes y reyes de los árabes!”. De este modo, todos los jefes, los grandes pensadores, los hombres honorables, los oradores y poetas fueron enviados para combatirles. A Hazrat Muzanna (ra) se le dieron instrucciones para que abandonara el territorio no-árabe y se dirigiera a la zona costera cercana a la frontera entre ambos. Además se ordenó que participaran los miembros de las tribus de Rabiah y Muzar. Entonces, Hazrat Umar (ra) envió líderes a los cuatro rincones del territorio árabe y ordenó a los jefes y aquellos con autoridad que se reunieran en La Meca. Como se acercaba el momento del Hall (peregrinación a La Meca), Hazrat Umar (ra) partió para realizarla. Durante el Hall, llegaron tribus árabes de todas partes. Luego, al regresar Hazrat Umar (ra) del Hall a Medina, comprobó que se había reunido un gran ejército, por lo que se puso personalmente al frente de este ejército, nombrando a Hazrat Ali (ra) gobernador de Medina y a continuación se estableció y montó un campamento en Sirar, que es un manantial situado a cinco kilómetros de Medina. Ante esto, Hazrat Umar (ra) aún no había tomado una firme determinación sobre su participación física en la batalla. O sea, aunque había partido con el ejército, aún no había decidido si iría a la batalla o si en el camino nombraría a otra persona como comandante.

En cualquier caso, se menciona en “Tarij Al-Tabari” que Hazrat Umar (ra) pidió consejo a la gente y todos le aconsejaron que fuera a Persia. Aparte, le dijeron que reuniera a todo el ejército bajo su liderazgo. Antes de llegar a Sirar, Hazrat Umar (ra) no había discutido este asunto con nadie, pero Hazrat Abdur Rahman (ra) estaba entre los que le aconsejaron que no fuera. Una vez que los demás le aconsejaron que fuera con el ejército, Hazrat Abdur Rahman (ra) le desaconsejó hacerlo y proclamó: “Hasta el día de hoy, no he sacrificado ni a mi madre ni a mi padre por nadie excepto por el Santo Profeta (sa), ni lo haré jamás después de él”. Después le dijo a Hazrat Umar (ra): “Sin embargo, hoy diré: ‘¡Oh vosotros, por los que mi madre y mi padre son sacrificados! Dejadme la decisión final en este asunto’.” Luego dijo a Hazrat Umar (ra): “Debes detenerte en Sirar y enviar un gran ejército desde allí”. Y añadió: “Habéis sido testigos desde el principio hasta ahora de lo que Dios Altísimo ha decretado respecto a vuestros ejércitos. Aunque la conmoción de perderte será mucho mayor que si tu ejército sufre una derrota. En otras palabras, si eres martirizado o derrotado al principio, me temo que los musulmanes ya no podrán glorificar a Dios, ni dar testimonio de que no hay más dios que Al´lah”.

Por esta razón, tras una consulta con los compañeros elegidos y eruditos, Hazrat Umar (ra) celebró una asamblea general. Cuando recibió el consejo de Hazrat Abdur Rahman (ra), pidió asesoramiento a los compañeros elegidos y después acordó una reunión general, en la que Hazrat Umar (ra) pronunció lo siguiente: “Dios Altísimo ha traído a la gente al Islam, ha puesto amor en sus corazones y los ha hecho a todos hermanos. Los musulmanes son como un solo cuerpo, pues cuando una parte se enferma, el resto no puede dejar de sentir el dolor. Por tanto, corresponde a los musulmanes decidir sus asuntos entre ellos por consulta y debe tomarse consejo especialmente de aquellos que poseen sabiduría y entendimiento. Además, una vez que la gente se haya puesto de acuerdo sobre un asunto y esté satisfecho con él, debe seguirlo y obedecerlo. Los Amires deben aceptar las sugerencias de la gente con buen juicio acerca de su opinión sobre la gente y sus planes en relación a las batallas”.

Hazrat Umar (ra) añadió entonces:

“¡Oh gente! Deseaba estar con vosotros en persona durante la batalla, pero los eruditos de entre vosotros me lo han impedido. Por consiguiente, he decidido no seguir adelante y enviar a otra persona en mi lugar”. Hazrat Umar (ra) comenzó entonces a buscar a alguien y, en ese momento, recibió una carta de Hazrat Sad (ra). Al instante, Hazrat Sad (ra) fue designado para recoger las donaciones de la gente de Nayad. Más tarde, Hazrat Umar (ra) preguntó: “¿Decidme de una persona a la que deba nombrar como comandante?”. Hazrat Abdur Rahman (ra) respondió: “Acabas de encontrar a la persona adecuada”. Hazrat Umar (ra) exclamó: “¿Quién es esa persona?”. Hazrat Abdur Rahman (ra) respondió: “El valiente león Sad bin Malik, es decir, Sad bin Abi Waqqas” y el resto de la gente estuvo de acuerdo con esta sugerencia. 

En la historia “Tarij Al-Tabari” está escrito que cuando Hazrat Umar (ra) nombró a Hazrat Sad (ra) como comandante, pronunció lo siguiente: “¡Oh Sad! No pienses en el hecho de que eres el tío del Santo Profeta (sa) y también un Compañero. Dios Altísimo no quita el mal con el mal; de hecho elimina el mal con la virtud. No hay otra relación entre el hombre y Dios aparte de la obediencia”. Este es el consejo que le dio Hazrat Umar (ra).

Cuando Hazrat Sad (ra) estaba a punto de partir, de nuevo Hazrat Umar (ra) le aconsejó diciendo:

“¡Recuerda mi consejo! Te has comprometido a emprender una tarea extremadamente difícil y ardua. Por eso, asegúrate de que tanto tú mismo como tus compañeros inculquen el hábito de la piedad y busquen la victoria por medio de la misma. Recuerda que para adoptar un determinado hábito hay ciertos medios para hacerlo y el medio para adoptar la piedad es la paciencia. (Si uno muestra paciencia inculcará el hábito de la piedad). Así, muestra paciencia ante cada prueba y dificultad que te suceda, y como resultado de esto el temor a Dios se desarrollará dentro de ti”.

Hazrat Umar (ra) dijo entonces:

“Toma a tus camaradas musulmanes y marcha desde Sharaf a Irán. (Sharaf era el nombre de un manantial en Nayad y  ordenó al ejército que se reuniera allí y que avanzara desde allí). Depositad vuestra confianza en Dios y buscad la ayuda solo de Él en todos vuestros asuntos. Recordad que os dirigís a un pueblo muy numeroso, que tiene provisiones y que es una fuerza militar poderosa; aparte, el terreno hacia el que os dirigís es extremadamente difícil y está protegido, a pesar de ser un terreno excelente por su exuberante vegetación. Por consiguiente, estad atentos y no os dejéis engañar porque ellos (o sea, el enemigo) son astutos y embaucadores. Una vez que lleguéis a Qadisiyah, deteneros donde termina la zona montañosa y comienzan las llanuras. Acampad en ese lugar y no os mováis de allí. [Hazrat Umar (ra) incluso les indicó el lugar]. Cuando el enemigo se dé cuenta de vuestra llegada, comenzarán a hacer preparativos y su infantería y caballería lanzarán un ataque total. Si en esas circunstancias os mantenéis firmes y decididos contra el enemigo y, al mismo tiempo, vuestra intención de luchar contra el ellos es pura y lo hacéis para alcanzar la recompensa de Dios, entonces estoy seguro de que saldréis victoriosos. Después de este punto nunca podrán reunirse para atacaros, e incluso si juntaran sus fuerzas, sus corazones estarán divididos. (Tendrán miedo si luchan). Pero si la situación es diferente, alejaos del territorio persa (es decir, si tuvieran que retirarse o enfrentarse a la derrota) y acercaos a vuestra propia zona elevada. En ese caso tendréis más fuerza luchando en vuestro terreno ya que lo conocéis bien y los persas tendrán miedo de luchar contra vosotros en vuestro territorio, ya que desconocen el terreno y Dios el Altísimo os concederá de nuevo la victoria sobre ellos”.

Hazrat Umar (ra) estaba convencido de que se les concedería la victoria e, incluso si la situación cambiara de forma temporal, finalmente la victoria sería suya. Por tanto, todos los movimientos y disposiciones de este ejército se ajustaban a las detalladas instrucciones recibidas de Hazrat Umar (ra) cuando todavía estaba en Medina.

En “Tarij Al-Tabari” también está escrito que Hazrat Umar (ra) fijó la fecha de salida del ejército desde Sharaf y declaró: “Al llegar a Qadisiyah, aseguraos de que el ejército acampe entre Uzaib-ul-Hiyanat y Uzaib-ul-Qawadis y luego debe extenderse hacia el este y el oeste”. Uzaib es un pozo entre Qadisiyah y Mughisiah, que está situado a seis kilómetros de Qadisiyah y a 51 de Mughisiah. En los relatos históricos, sabemos por la carta de Hazrat Umar (ra) a Hazrat Sad bin Abi Waqqas (ra) que había dos lugares llamados Uzaib.

Hazrat Umar (ra) envió a Hazrat Sad bin Abi Waqqas a Persia con 4.000 muyahidines y en el camino se les unieron 2.000 yemeníes y otros 2.000 nayadíes. Además se unieron 3.000 hombres de Banu Asad, así como Ashaz bin Qais Kindi, junto con 1.700 soldados yemeníes. Incluyendo el ejército existente, el contingente musulmán poco a poco se fue multiplicando hasta superar los 30.000 soldados. La importancia de este ejército puede determinarse por el hecho de que en el mismo había 99 Compañeros (ra) que participaron en la Batalla de Badar junto al Santo Profeta (sa). Por su parte, Tabari ha afirmado que este número era superior a 70. La verdad es que había 310 Compañeros (ra) que tuvieron el honor de permanecer en la compañía del Mensajero de Dios (sa) desde los primeros años del Islam hasta Baiat-e-Rizwan; además había 300 Compañeros (ra) que estuvieron presentes durante la conquista de La Meca; y finalmente 700 hombres que no eran compañeros en sí mismos pero tenían el honor de ser hijos de Compañeros (ra).

Como se le indicó, Hazrat Sad bin Abi Waqqas (ra) acampó al llegar a Sharaf. Por su parte, Hazrat Muzanna (ra) estaba esperando en Zu al-Qar -un pozo de agua cerca de Kufa- con refuerzos de 8.000 hombres y fue durante este tiempo cuando falleció y nombró a Bashir bin Jasasiyah en su lugar. Por lo tanto, allí es donde falleció Muzanna (ra).

Al llegar a Sharaf, Hazrat Sad (ra) envió un informe detallado sobre los progresos del ejército. Entonces, Hazrat Umar (ra) organizó él mismo el ejército y escribió una carta en la que decía:

“Dividan el ejército en grupos de 10 muyahidines y nombren a un líder sobre ellos, y nombren a un comandante superior sobre cada una de estas unidades. Una vez hecho eso, calcula el tamaño del ejército y envíalo a Qadisiyah. Mantén la unidad formada por Mughirah bin Shubah bajo tu mando. [Es decir, Hazrat Umar (ra) le dijo a Hazrat Sad (ra) que mantuviera la unidad formada por Mughirah bin Shubah bajo su mando] y a continuación infórmame detalladamente sobre los acontecimientos posteriores. También mantenme al corriente de lo que ocurra cada día”.

Hazrat Sad (ra) organizó el ejército según estas instrucciones y envió un informe detallado a Hazrat Umar (ra). El nombramiento de un líder sobre cada una unidad de 10 muyahidines se ajustaba al sistema que existía desde la época del Santo Profeta (sa).

En otra carta, Hazrat Umar (ra) aconsejó a Hazrat Sad lo siguiente:

“Tranquiliza tu corazón, guía a tu ejército y aconséjalo; y ten paciencia, porque Dios Altísimo recompensa a la gente según sus intenciones. Muestra la máxima precaución con respecto a la responsabilidad que se te ha asignado y la tarea para la que has sido enviado. Ten mucho cuidado; busca la protección de Al’lah y recita constantemente,

‘No hay fuerza ni poder mas que con Dios’.

Infórmame sobre dónde ha llegado tu ejército y quién es el comandante en jefe rival; hay ciertas instrucciones que deseo impartirte y la única razón por la que me abstengo de hacerlo ahora es porque desconozco ciertos detalles sobre el enemigo. Envíame toda la información y te daré más instrucciones. Así pues, infórmame a fondo sobre el ejército musulmán, así como sobre las condiciones del terreno entre tú y Madain, la capital de los iraníes. Resúmelo de tal manera como si toda la situación estuviera ante mí, (o sea, que le enviara hasta el más mínimo detalle). Explícame claramente tu situación, teme a Dios Altísimo y pon tus esperanzas en Él. Confiad en Al’lah en todos sus asuntos y mostrad temor hacia Dios, no sea que Él os elimine y elija a otra nación para cumplir esta tarea”.

O sea, que debían permanecer siempre temerosos de Dios con respecto a eso. No es que hubieran sido designados como únicos custodios para cumplir esa misión, pues si no actuaban con responsabilidad, entonces Dios los eliminaría y elegiría a otras personas para completar esta tarea, ya que ciertamente se iba a cumplir.

Al llegar a Qadisiyah, Hazrat Sad (ra) envió un informe detallado sobre el ejército y los alrededores. Hazrat Umar (ra) respondió diciendo que se quedaran en su lugar hasta que el propio enemigo lanzara un ataque y que si eran derrotados, entonces marcharan hacia Madain.

Lo que viene a continuación se ha mencionado ya en referencia a Hazrat Sad (ra), aunque es necesario mencionarlo también en referencia a Hazrat Umar (ra).

A la luz de la guía del Jalifa, Hazrat Sad (ra) acampó en Qadisiyah durante un mes, pero nadie de entre los persas se enfrentó a ellos. Tras esto, los residentes locales escribieron a Yazdegerd, el rey persa, diciendo: “Los árabes han estado residiendo en Qadisiyah desde hace algún tiempo y no has hecho nada al respecto. Han destruido la tierra hasta el río Éufrates y han saqueado el ganado, etc. Si no recibimos ninguna ayuda, tendremos que entregarles todo”. Al recibir esta carta, Yazdegerd llamó a Rostam, quien utilizó diferentes excusas para evitar participar en la batalla y, en su lugar, sugirió nombrar a Yalinus comandante en jefe del ejército. Sin embargo, la sugerencia de Rostam fue rechazada y tuvo que partir con el ejército. Ante esto, Hazrat Umar (ra) escribió a Hazrat Sad (ra) y le ordenó que enviara una invitación a Rostam para que aceptara el Islam a través de alguien que fuera noble, sabio y valiente (o sea, no debía comenzar la guerra innecesariamente, sino que debía invitar al enemigo hacia el Islam); y a través de esto Dios provocaría la derrota del enemigo y el éxito de los musulmanes. Le instruyó además que debía enviar una carta a Hazrat Umar (ra) cada día. Tras esto, Hazrat Sad (ra) seleccionó a 14 estimados individuos y los envió como emisarios a la corte real del rey persa, Yazdegerd, para invitarlo al Islam. Los musulmanes iban a caballo, con mantos y con látigos en las manos.

El primero en hablar con el rey fue Hazrat Numan bin Muqarrin (ra) y después le habló Mughirah bin Dararah (ra), quien dijo al rey:

“O luchamos contra ti o pagas el ‘yizia’. Ahora tienes la opción de aceptar vivir bajo nuestro dominio y pagar el ‘yizia’ o prepararte para la batalla contra nosotros. No obstante, aún hay una tercera opción y es que si aceptáis el Islam os salvaguardaréis de todo”. Ante esto, Yazdegerd declaró: “¡Si el asesinato de los emisarios no estuviera prohibido, os habría matado a todos! No tengo nada que ofrecerte; vete de aquí”. Ante esto, el rey pidió un cesto de tierra y exclamó: “¡Toma esto de mí!”. Entonces ordenó que estos emisarios fueran expulsados de las puertas de Madain, por lo que Asim bin Amar cogió el cesto de tierra y se lo entregó a Hazrat Sad (ra) y le comentó: “Alégrate porque Dios Altísimo nos ha concedido las llaves de esta tierra”.

Tras este incidente, ambos ejércitos se quedaron como estaban y no hubo más acciones durante muchos meses. Ante esta situación, Rostam tomó su ejército y permaneció en Sabaat y se abstuvo de participar en cualquier batalla a pesar de que Yazdegerd le presionó para que lo hiciera. El pueblo buscó repetidamente la protección de Yazdegerd, pues de lo contrario iban a caer bajo el dominio musulmán. Así pues, Rostam se vio obligado a avanzar hacia la lucha y el ejército persa abandonó Sabaat y acampó en las llanuras de Qadisiyah. Cuando Rostam partió de Sabaat, su ejército estaba formado por 130.000 soldados y tenían 33 elefantes. Al final tardó cuatro meses en llegar a Qadisiyah y una vez acampó allí, a la mañana siguiente Rostam hizo una evaluación del ejército musulmán, por lo que deseó hacer la paz con los musulmanes y que éstos regresaran. De ahí que Rostam pidiera a los musulmanes que hicieran la paz y se volvieran.

La respuesta del ejército musulmán fue que no habían venido con la intención de ningún objetivo mundano, sino que su único propósito en la vida era el Más Allá. Rostam pidió entonces al ejército musulmán que enviara a sus representantes a su corte real para poder negociar el asunto. Posteriormente, en la corte real de Rostam se colocaron alfombras muy preciosas y costosas y se hicieron otros arreglos de adornos y embellecimientos. Se trajo un trono real hecho de oro para Rostam y se colocó un paño sobre él y se adornó con cojines bordados con hilo de oro. De entre los musulmanes, Hazrat Rabi bin Amir (ra) fue el primero en ir allí, como representante de los mismos. Al entrar, caminaba dando pequeños pasos con el apoyo de su lanza y la punta de esta hacía que se rasgara la suave capa de la alfombra. Finalmente llegó hasta Rostam y clavó su lanza en dicha alfombra. En ese momento, Hazrat Rabi (ra) le propuso tres opciones. En primer lugar, si aceptaban el Islam, los dejarían en paz y permitirían que se quedaran en su tierra, pudiendo gobernar allí como quisieran; o bien pagaban el “yizia” y a cambio les concederán protección. Por último, si no querían tomar ninguna de las dos opciones, entonces entrarían en batalla contra ellos al cuarto día. Además, afirmó que los musulmanes no iniciarían la contienda en los tres días precedentes, pero que si los persas la iniciaban, no tendrían más remedio que responder.

Al día siguiente, Hazrat Sad (ra) envió a Huzaifah bin Mihsan, que volvió a  presentar las mismas tres opciones que Hazrat Rabi (ra). Al tercer día, fue Hazrat Mughira bin Shuba (ra) y al final de su conversación, al igual que sus dos compañeros, mencionó las tres opciones de aceptar el Islam, pagar el “yizia” o entrar en batalla. Ante esto, Rostam dijo: “Ahora sí que vais a ser destruidos”. Hazrat Mughira respondió: “Quien de nosotros sea asesinado, entrará en el Cielo y quien de ustedes sea asesinado, entrará en el fuego del infierno, y quien quede vivo entre nosotros tendrá la victoria sobre ustedes”. Al escuchar estas palabras de Hazrat Mughira (ra), Rostam se enfureció y haciendo un juramento declaró: “Juro por el sol que mañana el sol no habrá salido del todo que ya les habremos destruido por completo”. Incluso después de Hazrat Mughira (ra), Hazrat Sad (ra) envió a otros musulmanes sabios a la corte real de Rostam y todos regresaron la misma noche.

Hazrat Sad (ra)  ordenó a los musulmanes que se prepararan para la batalla y envió un mensaje a los persas de que tendrían que cruzar el río para llegar a ellos. La verdad es que los musulmanes habían tomado el control sobre el puente, por lo que toda la noche los persas tuvieron que construir uno nuevo sobre el río Atiq. Luego, mientras cruzaba el puente, Rostam declaró: “Mañana aniquilaremos completamente a los musulmanes”. En respuesta a esto, uno de sus hombres que iba más adelante dijo: “Si Al’lah quiere”. (Quizá tenía fe en Al’lah). Ante eso, Rostam respondió: “Incluso si Al’lah no quisiera que ocurra, los destruiremos de igual manera”. (Dios nos perdone).

Los musulmanes ya habían preparado sus filas para la batalla, pero a Hazrat Sad (ra) le salió un forúnculo en el cuerpo y sufría de ciática, por lo que no podía ni siquiera sentarse y se acostaba sobre el pecho. Se colocó un cojín bajo su pecho, para que con su ayuda pudiera contemplar al ejército desde lo alto del fuerte o la plataforma que se había construido sobre un árbol. Hazrat Sad (ra) en ese momento nombró a Jalid bin Arfata como su sustituto y se dirigió a los musulmanes animándoles a realizar la “yihad”, y les recordó la promesa de victoria de Dios. Por su parte, el ejército persa estaba al borde del río Atiq, que sale del propio río Éufrates. El ejército musulmán estaba junto al muro de Kudais y la trinchera. Kudais era una zona próxima a Qadisiyah y situada a casi 2 km de distancia del río Atiq. Ante esto, 30.000 personas del ejército persa fueron encadenadas unas con otras para que nadie huyera del campo de batalla.

Hazrat Sad (ra) ordenó a los musulmanes que recitaran el Sura Al-Anfal y tras su recitación, los musulmanes se sintieron tranquilos. Después de ofrecer la oración de zohar, comenzó la batalla entre los musulmanes y el ejército persa, que hizo que los musulmanes sufrieran muchas pérdidas. Por esa razón, Hazrat Asim (ra) llamó a los expertos arqueros de los Banu Tamim y les ordenó que atacaran con sus flechas a los que estaban montados en los elefantes y también dio instrucciones a algunos de los soldados más valientes de a pie para que fueran desde la parte trasera de los elefantes y cortaran sus monturas. Posteriormente, no quedó un solo elefante que tuviera una silla de montar o un jinete montado sobre él. La batalla continuó incluso después de la puesta de sol. Por desgracia, el primer día, 500 musulmanes de la tribu Banu Asad fueron martirizados y ese día se conoce como “Yaum-e-Ammaas”. A la jornada siguiente, por la mañana, Hazrat Sad (ra) enterró a todos los que habían sido martirizados y envió a los heridos a las mujeres para que los atendieran. Además, al día siguiente se envió un refuerzo para el ejército musulmán desde Siria.

Hazrat Hashim bin Utbah bin Abi Waqas (ra) era el comandante de este refuerzo y el del contingente del ejército en el frente era Hazrat Qaqa bin Amar (ra), quien completó rápidamente el viaje y llegó de madrugada al ejército principal que estaba Irak en la zona de Aghwas. Entonces, Hazrat Qaqa (ra) dividió muy inteligentemente el ejército en grupos de diez y cada grupo estaba a poca distancia uno del otro. Cada grupo, compuesto por diez soldados, se unía gradualmente al ejército musulmán, uno tras otro. A la llegada de cada grupo, el ejército musulmán levantaba la consigna de “¡Al’lah es el Más Grande!” y así parecía que el ejército musulmán recibía continuamente refuerzos. El propio Hazrat Qaqa (ra) estaba en la parte delantera del ejército y, en cuanto llegó al ejército musulmán principal, les transmitió sus saludos de paz y les dio la buena noticia de la llegada del ejército musulmán. Entonces dijo: “¡Oh pueblo! Haced como yo”. Luego salió y llamó al enemigo para batirse en duelo. Al oír su llamada, Bahman Jazaviyah salió a batirse en duelo y ambos comenzaron a luchar, y Hazrat Qaqa (ra) lo mató. Debido a la muerte de Bahman Jazaviyah y a la llegada de los refuerzos, los musulmanes estaban muy contentos. Con respecto a Hazrat Qaqa (ra), Hazrat Abu Bakar (ra) declaró que no es posible vencer a un ejército que tiene gente como él.

Ese día el ejército persa no pudo luchar con sus elefantes porque sus monturas habían sido rotas el día anterior. Por ello, los persas tuvieron que pasar toda la mañana intentando repararlas. Por otro lado, los musulmanes idearon un plan por el que pusieron ropa a los camellos, cubriendo todo su cuerpo y sus cuellos con lo que de esta forma empezaron a aparecer como si fueran elefantes. Como consecuencia, por donde pasaban estos camellos, los caballos del ejército persa comenzaban a saltar incontroladamente al igual que el día anterior reaccionaban los caballos de los musulmanes al ver a los elefantes. Por su parte, los soldados a caballo siguieron luchando desde la mañana hasta la tarde. Cuando había transcurrido más de la mitad del día, comenzó la batalla principal y esa ocasión se conoce como “Yaum-e-Aghwas”, y ese día fue para los musulmanes, es decir, salieron victoriosos. En la mañana del tercer día, ambos ejércitos se encontraban en sus respectivas trincheras y se libró una batalla muy feroz. Como consecuencia, fueron martirizados 2.000 musulmanes y murieron 10.000 soldados del ejército persa. Los musulmanes enterraban a sus muertos y enviaban a sus hombres heridos a las mujeres que atendían sus heridas, pero los soldados muertos del ejército persa quedaban en el campo de batalla. Esa noche, los persas repararon las monturas de sus elefantes y los soldados de pie los vigilaban, por lo que los elefantes no pudieron causar tantos estragos como el primer día.

Más tarde, Hazrat Sad (ra) envió un mensaje a Hazrat Qaqa (ra) y a Hazrat Asim (ra) y les dijo que pusieran fin al elefante blanco del ejército persa. Después de esto, Hazrat Qaqa (ra) y Hazrat Asim (ra) atacaron dicho elefante y le clavaron sus lanzas en los ojos, y como resultado se volvió incontrolable y arrojó a su jinete. A continuación, se cortó la trompa del elefante y se le hizo caer al suelo, y fue atacado con flechas. Tras esto, los musulmanes clavaron sus lanzas en los ojos de otro elefante, que se abalanzaba a veces hacia el ejército musulmán y este lo atravesaba con sus lanzas o se abalanzaba entonces hacia el ejército persa y este también lo atravesaba con sus lanzas. Finalmente, el elefante conocido como Ayrab corrió hacia el río Atiq y al ver esto todos los demás elefantes siguieron su ejemplo y cayeron al río, y murieron junto con sus jinetes. Los combates continuaron hasta la puesta de sol y este día se conoce como “Yaum-e-Ammaas”. Más tarde, tras la oración de isha estalló otra feroz batalla. Se dice que en aquella época, el ruido de las espadas era como el del hierro que se cortaba en un taller de herrería.

Hazrat Sad (ra) permaneció despierto toda la noche y se ocupó de suplicar ante Dios Altísimo. Un incidente así nunca lo había presenciado un árabe o un no árabe. Cuando llegó la mañana, el celo y la pasión de los musulmanes se mantuvieron firmes y prevalecieron. Después de esa noche, cuando llegó la mañana, todos estaban fatigados porque habían permanecido despiertos toda la noche y la misma se conoce como “Lailatul Harir”. La razón por la que se le ha dado este nombre es que, durante la noche, los musulmanes no se hablaban entre sí, sino que se limitaban a susurrar. Este es también el significado que se le da a “harir”, el leve sonido que sale de un arco después de que se haya disparado una flecha con él, o el sonido de un molino al girar. Por su parte, Tabari ha escrito además que la razón para llamarlo “Lailatul Harir” es que, desde el comienzo de la noche hasta la mañana, los musulmanes lucharon con gran valor; y en esa situación no hablaban en voz alta, sino que se susurraban unos a otros, por lo que esa noche se conoció como “Lailatul Harir”.

En cualquier caso, en el cuarto día, los combates continuaron hasta la tarde y el ejército persa siguió retrocediendo. Posteriormente, se produjo un ataque contra Rostam y este huyó al río Atiq. Al saltar al río, un musulmán llamado Hilal lo capturó, lo arrastró a la orilla y lo mató. Tras hacerlo, el musulmán que mató a Rostam anunció: “He matado a Rostam. Vengan a mí”. Ante esto, los musulmanes lo rodearon por todos lados y gritaron en voz alta el eslogan que glorifica a Dios: “Al’laho Akbar” (Dios es el Más Grande). La noticia de la muerte de Rostam hizo que los persas fueran derrotados y se retiraran. Los musulmanes los persiguieron y los mataron, y apresaron a un gran número de sus soldados. Ese día se conoce como el “Día de Qadisiyah”.

Por su parte, cada mañana Hazrat Umar (ra) preguntaba a los jinetes que venían del campo de batalla sobre el combate de Qadisiyah. Cuando un mensajero trajo buenas noticias sobre la batalla e informó que Dios había hecho que los incrédulos sufrieran la derrota, Hazrat Umar (ra) en ese momento estaba corriendo hacia delante para reunir información, mientras el mensajero estaba montado en su camello y ni siquiera reconoció a Hazrat Umar (ra). Entonces, cuando el mensajero llegó a Medina y la gente llamaba a Hazrat Umar (ra) “Amir-ul-Mominin” (Líder de los Fieles) y lo saludaba, el mensajero le dijo: “¿Por qué no me dijiste que eras el Amir-ul-Mominin?”. Hazrat Umar (ra) respondió: “Hermano mío, no te preocupes”.

Tras ser informado de esta victoria, Hazrat Umar (ra) leyó la noticia ante una reunión, tras lo cual pronunció un emotivo discurso. Envió instrucciones para que el ejército se quedara donde estaba y para que se reagruparan las filas del mismo y se atendieran otros asuntos que debían ser resueltos. Hazrat Sad (ra) había pedido consejo al Jalifa sobre el asunto de que en la Batalla de Qadisiyah había gente de entre los persas que antes de esto habían hecho tratados con los musulmanes y había otros que habían sido llamados a la batalla en contra de su voluntad, ya que el gobierno persa les había obligado a unirse. O sea, no habían venido por voluntad propia, sino que se vieron obligados a hacerlo y muchas de estas afirmaciones resultaron ser ciertas. Fueron muchos los que abandonaron su tierra y huyeron a territorios enemigos debido a la lucha y estaban regresando.

Para tomar decisiones con respecto a estos asuntos, Hazrat Umar (ra) celebró una reunión consultiva en Medina y tras la consulta, envió su orden de que:

“Aquellos que tenían acuerdos con los musulmanes y cumplieron estos acuerdos, y no huyeron de su tierra y no fueron hacia el enemigo, entonces esos acuerdos deben ser honrados y mantenidos. Y aquellos que no tenían ningún acuerdo previo con los musulmanes pero permanecieron en su tierra y no se unieron al enemigo en la batalla contra los musulmanes, en ese caso debían ser tratados de la misma manera que aquellos que sí tenían tratados con los musulmanes. Por su parte, aquellos que afirmaron que el gobierno persa les obligó a alistarse en el ejército y su afirmación era probablemente cierta, ellos también no deberían ser tratados de otra manera por los musulmanes y deberían ser dejados en paz. En cuanto a los que afirmaron falsamente que fueron forzados y en cambio lucharon contra los musulmanes junto al enemigo por su propia voluntad, su acuerdo inicial debería ser anulado porque apoyaron al enemigo, y o bien había que llegar a un nuevo acuerdo con ellos, o bien llevarlos a su lugar de seguridad (lo que significa que tras un nuevo acuerdo había que sacarlos de allí y dejarlos libres para que fuesen donde quisieran). Luego, aquellos que no tenían acuerdos y abandonaron su zona para unirse al enemigo y lucharon contra vosotros, en ese caso, si lo consideráis oportuno, también deben ser invitados y deben pagar el yizia, (en otras palabras, tenían que mostrar indulgencia en la medida de lo posible con respecto a su asunto) y deben vivir en vuestra zona. Y si no lo creéis oportuno, no los llaméis. Si siguen en guerra con vosotros, luchad contra ellos (es decir, si siguen luchando, vosotros tenéis derecho a combatirles). Pero si desisten, a pesar de haberse unido al enemigo, dejadlos marchar”.

Estas instrucciones resultaron beneficiosas y los pueblos de los alrededores volvieron a sus tierras y las habitaron. Este fue un excelente ejemplo para mostrar su determinación y una gran nobleza y actitud la que mostraron los musulmanes cuando invitaron a volver a habitar su tierra a las mismas personas que, en un momento tan delicado, habían hecho caso omiso de sus acuerdos y se habían unido al enemigo. Aunque la consulta celebrada en Medina había dado la opción de llamar a estos persas de vuelta o no hacerlo, y en su lugar distribuir sus tierras entre los musulmanes, sin embargo los historiadores escriben que en esta época peligrosa los que habían roto sus pactos fueron llamados de vuelta y sus tierras fueron gravadas con una tasa superior a la habitual. Esta era la única condición, pues como habían roto sus acuerdos, podían volver a sus tierras pero el impuesto sobre la tierra que tenían que pagar tendría que ser mayor que el que pagaban los demás; pero en cualquier caso, podrían seguir siendo dueños de sus tierras.

En la serie de victorias en Irak, esta batalla fue bastante decisiva. Los soldados musulmanes se mostraron firmes y audaces al enfrentarse a condiciones extremadamente hostiles. Los historiadores han escrito que cuando el Jalifa asignaba pagos a la gente, el haber participado en la Batalla de Qadisiyah se consideraba un factor distintivo. Por eso, Hazrat Umar (ra) determinó una cantidad mayor de dinero para los que habían participado en la Batalla de Qadisiyah.

Ahora presentaré una parte de lo que Hazrat Musleh Maud (ra) ha declarado con respecto a la Batalla de Qadisiyah:

“Durante la época de Hazrat Umar (ra), Yazdegerd, el nieto de Cosroes Parviz, ascendió al trono y comenzó a hacer amplios preparativos para luchar contra los musulmanes. En respuesta a esto, Hazrat Umar (ra) envió un ejército bajo el mando de Hazrat Sad bin Abi Waqas (ra), quien eligió Qadisiyah como lugar para la batalla y envió un mapa de la zona a Hazrat Umar (ra). El Jalifa expresó su aprobación del lugar, aunque junto con esto instruyó que era su deber enviar primero una delegación al rey de Irán e invitarlo a aceptar el Islam, por lo que al recibir esta instrucción envió una a varias personas para reunirse con Yazdegerd. Cuando esta delegación llegó a la corte real del rey de Irán, este pidió a su traductor que le preguntara por qué habían venido y por qué habían creado tanto desorden en su tierra. Cuando les hizo esta pregunta, Hazrat Numan bin Muqarrin (ra), que era el líder de la misma, se levantó y tras mencionar el advenimiento del Mensajero de Dios (sa), dijo: ‘El Santo Profeta (sa) nos ha ordenado difundir el mensaje del Islam e invitar al mundo entero a la verdadera fe. De acuerdo con este mandamiento, estamos aquí ante vosotros y os invitamos al Islam’.

Yazdegerd se enfureció ante esta respuesta suya y contestó: ‘Sois una nación que se parece a las bestias salvajes y que come carroña. Si es debido al hambre y a la escasez de provisiones lo que os ha obligado a luchar, estoy dispuesto a concederos a todos vosotros suficientes provisiones de comida y bebida para que podáis vivir cómodamente el resto de vuestras vidas. Además, os proporcionaré ropa y podréis coger todas estas provisiones y volver a vuestro país. ¿Por qué queréis poner en peligro vuestras vidas entablando una batalla con nosotros? 

Cuando terminó de hablar lo que tenía que decir, Hazrat Mughirah bin Zurrarah (ra) se levantó en nombre de la delegación musulmana y dijo: ‘Todo lo que has dicho sobre nosotros es absolutamente cierto. De hecho, éramos una nación como las bestias salvajes y comíamos carroña. Incluso comíamos serpientes, escorpiones, langostas y lagartos. No obstante, Dios Altísimo nos ha otorgado Sus bendiciones y ha enviado a Su Mensajero (sa) para guiarnos. Lo hemos aceptado y actuamos de acuerdo con lo que nos ha dicho, y como resultado se ha producido un cambio revolucionario en nuestro interior. Así pues, esos males de los que has hablado ya no permanecen en nosotros y no vamos a ser tentados por nada de lo que nos ofrezcas. El combate entre vosotros y nosotros ha comenzado, y el asunto se resolverá en el campo de batalla. (Si no escucháis lo que tenemos que decir y no queréis aceptar nuestra invitación, y queréis luchar contra nosotros, está bien, lucharemos contra vosotros). Sin embargo, la tentación de ofrecernos riqueza y cosas materiales no puede disuadirnos de nuestro objetivo”.

Al oír esto, Yazdegerd se enfadó mucho y le dijo a uno de sus sirvientes que fuera y trajera un saco de tierra. Al traerlo, llamó al líder de la delegación musulmana para que diera un paso al frente y dijo que como habían rechazado su oferta, por consiguiente no recibirían nada excepto un poco de tierra. El compañero se adelantó y bajó la cabeza (como ya se ha mencionado antes, aunque aquí he ofrecido más detalles) e hizo que le pusieran el saco de tierra en la espalda. Entonces se levantó bruscamente y todos salieron rápidamente de la corte real. Al salir de allí, dijo en voz alta a los compañeros de la delegación: ‘Hoy, el rey de Irán nos ha entregado el suelo de su tierra con sus propias manos’. A continuación, montaron en sus caballos y salieron corriendo. Habiéndose enterado de esto, el rey persa se horrorizó y ordenó a los sirvientes de su corte real que fueran tras ellos y trajeran de vuelta el saco de tierra, porque se dio cuenta de que darles esa tierra de su país con sus propias manos era un mal presagio. De todas formas, para entonces ya habían cabalgado una larga distancia. Al final, resultó exactamente como habían dicho y en pocos años Persia quedó bajo dominio musulmán”. 

Hazrat Musleh Maud (ra) escribe además:

¿Cómo se produjo este extraordinario cambio dentro de los musulmanes? Pues se debió a que las enseñanzas coránicas provocaron un cambio revolucionario en su moral y conducta. Es decir, acabó con su forma de vida inmunda y en su lugar los elevó hasta poseer las más excelentes morales y carácter. Por eso fueron capaces de lograr un cambio revolucionario. Por lo tanto, la verdadera revolución solo puede producirse adhiriéndose a las enseñanzas del Sagrado Corán”.

Estos relatos se seguirán narrando en el futuro, Insha Al’lah (si Dios quiere).

Resumen

Después de recitar el Tashahhud, el Ta’awwuz y el Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que continuaría relatando incidentes de la vida de Hazrat Umar (ra).

La batalla de Buwaib

Su Santidad (aba) dijo que otra batalla que tuvo lugar durante la era de Hazrat Umar (ra) fue la batalla de Buwaib, que también tuvo lugar en Yisr. Buwaib es un río cercano a Kufa. Esta batalla se llevó a cabo durante el mes de Ramadán. Después de esta batalla, Kufa fue habitada. Como en el caso de la batalla anterior, era necesario cruzar un puente. Mientras se decidía qué lado iba a cruzar, Hazrat Umar (ra) dijo al lado contrario que debían cruzar, ya que la última vez fueron los musulmanes los que cruzaron el puente. Mientras las filas se preparaban, Hazrat Musanna’ (ra) cabalgó e inspeccionó las filas, y les aconsejó sobre la batalla. Se produjo una feroz batalla, en la que consta que murieron 100,000 persas derrotados. Mientras los persas restantes se retiraban hacia el puente, Hazrat Musanna’ (ra) los siguió y rompió el puente. Más tarde, Hazrat Musanna’ (ra) expresaría su arrepentimiento por haber ido tras los que ya se estaban retirando y no estaban preparados para luchar. Esta era la moral con la que los musulmanes iban incluso a la batalla.

Su Santidad (aba) dijo que a poca distancia del campo de batalla, en un lugar llamado Qawadis, había un campamento para las esposas e hijos de los que participaban en la batalla. Después de la batalla, cuando algunos musulmanes regresaron al campamento, las mujeres pensaron que se trataba de soldados del lado contrario. Así que rodearon a los niños y comenzaron a lanzarles piedras, hasta que se dieron cuenta de que eran musulmanes. Uno de los soldados musulmanes expresó que no se esperaba menos de las valientes mujeres musulmanas.

La batalla de Qadisiyyah

Su Santidad (aba) dijo que también hubo la batalla de Qadisiyyah. Qadisiyyah se encuentra en el actual Irak. Esta fue una batalla decisiva como resultado de la cual, el dominio persa cayó en manos de los musulmanes. Al ver las victorias de los musulmanes, los persas comenzaron a fortificar sus palacios y fortalezas. Hazrat Umar (ra) ordenó que los líderes y jefes se reunieran y libraran esta batalla contra los persas. Hazrat Umar (ra) consultó con algunos mayores si debía acompañar al ejército, y muchos estuvieron de acuerdo en que debía ir e incluso comandar el ejército. Sin embargo, hubo quienes, como Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra), dijeron que Hazrat Umar (ra) no debía ir. Más tarde, Hazrat Umar (ra) realizó una reunión general, en la que dijo que aunque deseaba acompañar al ejército, le habían aconsejado que no lo hiciera, y entonces buscó a alguien que dirigiera y comandara el ejército. Por recomendación, Hazrat Umar (ra) nombró a Hazrat Sa’d bin Abi Waqas (ra).

Su Santidad (aba) dijo que antes de enviar el ejército, Hazrat Umar (ra) le dio a Hazrat Sa’d orientación e instrucciones detalladas sobre cómo llevar a cabo estratégicamente este viaje y la batalla. Hazrat Umar (ra) envió cuatro mil hombres junto a Hazrat Sa’d (ra) desde Medina, y en el camino a Irán, los musulmanes comenzaron a unirse al ejército, y al llegar, el ejército musulmán contaba con 30,000 personas. La importancia de esta batalla puede entenderse por el hecho de que había 99 compañeros del Santo Profeta (sa) que formaban parte del ejército.

Su Santidad (aba) dijo que durante el viaje y la batalla, Hazrat Umar (ra) se comunicaba con Hazrat Sa’d a través de cartas y le pedía actualizaciones y desarrollos para poder aconsejarle adecuadamente. De hecho, instruyó a Hazrat Sa’d (ra) para que le escribiera con tanto detalle, que fuera capaz de visualizar todo lo que estaba sucediendo.

Su Santidad (aba) dijo que 14 hombres fueron elegidos para ir al palacio de Yazdegerd con el fin de invitarlo al Islam. Ante esto, Yazdegard se negó con vehemencia y envió de vuelta un canasto de tierra con ellos. El ejército iraní, bajo el mando de Rustam, acampó en Qadisiyyah. Rustam pidió que se le enviara un representante de los musulmanes para negociar. Hazrat Ribi fue enviado a Rustam y estipuló tres opciones; la primera era que aceptara el Islam, o que diera impuestos, y la tercera era que si los persas iniciaban un ataque, entonces se produciría una batalla. Más tarde, otros representantes musulmanes acudieron a Rustam, presentando todos las mismas tres opciones. Después de reunirse con todos los representantes, Rustam dijo que él y su ejército destruirían a los musulmanes.

Victoria de los musulmanes sobre los persas

De este modo, tuvo lugar una batalla. La batalla se prolongó durante tres días, y en la tercera noche, los musulmanes permanecieron despiertos, planeando su curso de ataque para el día siguiente, y lucharon con gran valor. Ese día, Rustam murió en la batalla, al oírlo, los persas perdieron la esperanza y comenzaron a retirarse.

Su Santidad (aba) dijo que había algunos persas que tenían acuerdos previos con los musulmanes, por lo que se realizó una consulta sobre lo que debía hacerse con ellos. Se decidió que si había persas que tenían acuerdos previos con los musulmanes y no se unían a la batalla, entonces sus acuerdos debían ser respetados. Del mismo modo, aquellos que no se unieron a la batalla, o aquellos que fueron forzados y coaccionados a unirse a la batalla, entonces también serían tratados con indulgencia. Aquellos que tenían acuerdos previos pero los rompieron y se unieron a la batalla contra los musulmanes, fueron invitados a hacer nuevos acuerdos, y se les permitió volver a habitar sus tierras, con una tasa de impuestos más alta.

Su Santidad (aba) dijo que seguiría relatando incidentes de la vida de Hazrat Umar (ra) en futuros sermones.

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