Califas guiados - Hazrat Umar (ra)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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Califas guiados – Hazrat Umar (ra)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Sermón del viernes, 19 de noviembre de 2021.

Pronunciado en la Mezquita Mubarak de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Sura Al-Fatiha,

Hazrat Jalifatul Masih V (aba) pronunció las siguientes palabras:

Sobre la condición previa de los Compañeros (ra) y la transformación revolucionaria que tuvo lugar en ellos después de aceptar el Islam, Hazrat Musleh Maud (ra) ha mencionado a Hazrat Umar (ra) como ejemplo y aunque ya me he referido a él anteriormente desde este punto de vista, pero lo haré una vez más en relación con esto.

Hazrat Musleh Maud (ra) escribe:

“Observad la forma en que se convirtieron en Compañeros (ra) del Santo Profeta (sa) y los rangos elevados que alcanzaron, y lograron esto esforzándose al máximo, ya que de lo contrario hubieran continuado siendo las mismas personas de antes, es decir, enemigos acérrimos del Santo Profeta (sa), al que también solían insultar. Hazrat Umar (ra), quien finalmente se convirtió en el Segundo Jalifa después del Mensajero de Dios (sa), era un oponente tan fuerte del Profeta (sa) en los primeros días, que incluso una vez abandonó su hogar para ir a matarlo. En el camino se encontró con alguien que le preguntó a dónde se dirigía, a lo que él respondió: ‘Voy a matar a Muhammad (sa)’. El hombre luego dijo: ‘Primero ve y mata a tu hermana y a tu cuñado, quienes se han convertido en musulmanes, y luego mata a Muhammad (sa)’.

Después de escuchar esto, se enfureció muchísimo y se dirigió a la casa de su hermana. Al acercarse vio la puerta cerrada. Alguien recitaba el Sagrado Corán y su hermana y su cuñado lo escuchaban. En ese momento, el mandamiento sobre el velo aún no se había revelado, por lo que un Compañero (ra) estaba también sentado dentro. Hazrat Umar (ra) llamó a la puerta y exigió que se le abriera. Al oír su voz, los que estaban dentro de la casa se temieron que pudiera intentar matarlos, así que no abrieron la puerta. Hazrat Umar (ra) luego dijo: ‘Si no abrís la puerta, la derribaré’. A continuación escondieron al musulmán que recitaba el Santo Corán y el cuñado también se escondió, dejando sola a su hermana para que abriera la puerta. Hazrat Umar (ra) preguntó: ‘¿Qué estabas haciendo? ¿Quién es la persona que estaba recitando algo?’. Temerosa, intentó cambiar de tema. Hazrat Umar (ra) entonces exclamó: ‘¡Quienquiera que estuviera recitando, que me lo recite a mí también!’. Su hermana respondió: ‘Lo deshonrarás, así que no te lo recitaremos aunque nos mates’. Ante esto él respondió: ‘Te juro que no lo haré (es decir, él no faltaría el respeto al Sagrado Corán)’. A continuación se le recitó el Corán y al escucharlo Hazrat Umar (ra) comenzó a llorar y fue a buscar al Santo Profeta (sa) teniendo todavía la espada en su mano. Al verlo, el Mensajero de Dios (sa) le dijo: ‘Umar, ¿qué pasa? ¿Cuánto tiempo durará esto?’. Al escuchar esas palabras, Hazrat Umar (ra) lloró y afirmó: ‘Me puse en camino para matarte, pero yo mismo he sido golpeado’.”

Este es el resumen del largo incidente mencionado anteriormente.

Hazrat Musleh Maud (ra) afirma también:

“Este era el estado anterior de sus Compañeros (ra), desde el que luego progresaron. Había algunos de ellos que bebían vino y peleaban entre sí, y poseían todo tipo de debilidades. No obstante, cuando aceptaron al Santo Profeta (sa) y actuaron con determinación y esfuerzo por su fe, no solo alcanzaron un estatus elevado, sino que además se convirtieron en el medio a través del cual otros pudieron alcanzar un alto rango espiritual. En su momento no nacieron siendo ya compañeros, porque eran como cualquier otra persona, pero fueron sus acciones y determinación lo que hicieron que se transformaran en Compañeros (ra). Si hacemos lo mismo hoy en día, también podremos ser como los Compañeros (ra)”.

 Con respecto a cuánto temía Hazrat Umar (ra) a Dios Altísimo, hay una narración en la que él mismo afirmó:

“Incluso si tan siquiera una cabra muere por mi causa a la orilla del río Éufrates, temo que Dios Altísimo me haga responsable de ello en el Día del Juicio”.

En otra narración se menciona que Hazrat Umar (ra) dijo:

“Si tan solo un camello muere a la orilla del río Éufrates, temo que Dios Altísimo me pregunte sobre ello en el Día del Juicio”.

 Hazrat Anas bin Malik (ra) narra:

“Un día estaba fuera con Hazrat Umar bin Jattab (ra) cuando entró en un huerto y había un muro entre Hazrat Umar (ra) y yo. Él ya se encontraba dentro del huerto y en ese momento escuché a Hazrat Umar (ra) diciéndose a sí mismo: ‘¡Oh hijo de Jattab, bravo! ¡Te has convertido en el Líder de los Fieles! ¡Por Dios, debes temerle, de lo contrario, Él te castigará con toda seguridad!’.”

También la historia dice que lo siguiente fue grabado en el anillo de Hazrat Umar (ra):

“¡Oh Umar! La muerte es suficiente para amonestar a una persona”.

Es decir, si una persona siempre tiene en mente la muerte, entonces eso es suficiente como advertencia y para reformarse a sí mismo.

Por su parte, Hazrat Abdul’lah bin Shahzad (ra) relata:

“Escuché a Hazrat Umar (ra) sollozar mientras yo estaba de pie en la última fila durante la oración y en ese momento él recitaba el siguiente versículo:

‘Solo me lamento ante Al’lah por mi pena y mi dolor…’,” (12:87).

 Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) mencionó una vez esta narración en un sermón en el que relató algunos detalles más de este incidente de la siguiente manera:

Hazrat Abdul’lah bin Shahzad (ra) narra que: “Una vez, Hazrat Umar (ra) dirigía las oraciones y yo estaba de pie en la última fila, y desde allí pude escuchar las fervientes oraciones y emociones de Hazrat Umar (ra) que decía: ‘¡Me quejo de todos mis dolores y angustias solo ante Al’lah y no necesito quejarme ante nadie más!’.”

Es decir, aquellas personas que permanecen ocupadas en el recuerdo de Dios no lloran por sus preocupaciones o inquietudes y no alivian su conciencia ante nadie que no sea Al’lah. El narrador afirma que estaba en la última fila, pero escuchó las fervientes oraciones y lamentos de Hazrat Umar (ra) en ese sentido.

Luego tenemos el tema de cómo cuidaba Hazrat Umar (ra) a los que habían prestado servicios durante mucho tiempo y ofrecían sacrificios.

Sobre esto, Zalabah bin Abi Malik declara:

“Hazrat Umar bin Al-Jattab (ra) estaba distribuyendo velos a las mujeres de Medina (y estos eran de buena calidad) y al final le quedaba uno. Entonces, de entre la gente de allí uno dijo: ‘¡Oh Líder de los Fieles! Dáselo a la hija del Santo Profeta (sa) que está casada contigo’, (en realidad se refería a su nieta, pero en árabe también llamaban ‘hijos’ a los nietos). [En este contexto, se refirió a Hazrat Umme Kulzum (ra), la hija de Hazrat Ali (ra) y Hazrat Fátima (ra)]. Ante esto, Hazrat Umar (ra) dijo: ‘No. Umme Zalid se lo merece más’. Hazrat Umar continuó diciendo: ‘Hazrat Umme Zalid es una de las mujeres de los Ansar que juraron lealtad al Santo Profeta (sa) y ella solía llevar bolsas de agua para nosotros durante la Batalla de Uhud’.”

 También se menciona en las narraciones cómo Hazrat Umar (ra) otorgaba favores a los familiares de quienes ofrecían sacrificios.

Zaid bin Aslam narra sobre la autoridad de su padre que:

“Fui al mercado con Hazrat Umar bin Al-Jattab. Una joven vino por detrás y saludó a Hazrat Umar (ra) y dijo: “¡Oh Líder de los Fieles! Mi esposo falleció, dejando niños pequeños. ¡Por Dios, ni siquiera tienen manitas de cabra para comer! Tampoco poseen tierra para cosechar ni ningún animal que dé leche y temo que mueran de hambre. Soy la hija de Jufaf bin Ima Al-Ghifari (ra); mi padre estuvo presente con el Santo Profeta (sa) durante el ‘Tratado de Hudaibiya’. Al escuchar esto, Hazrat Umar (ra) se detuvo y no siguió adelante, y le respondió: ‘¡Eso es maravilloso! Una relación tan cercana con ellos’. Entonces Hazrat Umar (ra) se fue y regresó con un camello fuerte y saludable que estaba atado en su casa, en el que había cargado dos sacos de grano y entre los dos sacos colocó suficiente dinero para cubrir sus gastos durante todo un año, y también cargó ropa. Luego le dio las riendas del camello a la mujer y le dijo: ‘Toma esto y antes de que se haya terminado Dios te concederá más’.

Al verlo, una persona dijo: ‘¡Oh Líder de los Fieles! Le has dado mucho a esa mujer’. Hazrat Umar (ra) respondió: ‘¡Por Al’lah, que tu madre llore por ti!, (o sea, expresó su disgusto). Aún puedo ver a su padre y a su hermano delante de mí, y cómo lograron sitiar un fuerte durante mucho tiempo y finalmente lo capturaron. Después de eso, por la mañana, nos dividimos el botín obtenido’.”

En otras palabras, ambos conquistaron el fuerte y los musulmanes recibieron el botín de guerra después de eso; o sea, todos tomaron una porción de su parte del botín y esta era la razón por la que se merecía todo eso.

Con respecto a cómo Hazrat Umar (ra) cuidaba de los ancianos, los discapacitados físicos y los hombres y mujeres pobres, hay una narración especial de Hazrat Talha (ra) en la que afirma que una noche vio a Hazrat Umar (ra) salir de su casa en la oscuridad de la noche y luego entró en dos casas, una tras otra. A la mañana siguiente, Hazrat Talha (ra) fue a una de las dos casas, donde encontró a una anciana ciega sentada y Hazrat Talha (ra) le preguntó: “El hombre que os visitó anoche, ¿qué vino a hacer aquí?”. La anciana respondió: “Me estuvo ayudando durante bastante tiempo completando mi trabajo por mí y haciendo la limpieza”. Al oír esto, Hazrat Talha (ra) se dijo a sí mismo con remordimiento: “¡Oh Talha! ¡Que tu madre llore por ti! ¡Ay de ti! Fuiste en busca de un error por parte de Umar, pero el asunto era algo completamente diferente”.

Estos fueron los extraordinarios estándares de servicio a la gente que estableció Hazrat Umar (ra).

Hay muchas narraciones que demuestran que Hazrat Umar (ra) se ocupaba de las mujeres y los niños pobres, y cómo debido a su temor a Al’lah los apoyaba y se preocupaba por ayudarlos. Si veía que no se satisfacían las necesidades de alguien de su pueblo, se inquietaba mucho por ello. Respecto a este tema, ya he mencionado algunos ejemplos en los sermones de los viernes anteriores en referencia a ciertos asuntos. Por ejemplo, en una ocasión Hazrat Umar (ra) preguntó a una mujer por qué lloraba su hijo, a lo que ella respondió que como el Jalifa Umar no fijaba una ración para amamantar a los bebés, ella estaba tratando de destetarlo y había dejado de darle leche, por lo que lloraba de hambre. Al oír esto, Hazrat Umar (ra) se inquietó y dispuso de inmediato provisiones de comida para ella. Entonces anunció que, a partir de entonces, a cada recién nacido se le asignara una ración. Asimismo, una mujer que estaba de viaje y no tenía comida, tuvo que acampar al aire libre para pasar la noche y sus hijos lloraban de hambre. Cuando Hazrat Umar (ra) se enteró de esto se lamentó e inmediatamente fue a la despensa, y le llevó él mismo provisiones de comida, y no se contentó hasta que cocinó algunos alimentos, dio de comer a los niños y estos empezaron a reír y a jugar. Solo entonces se fue de allí.

Hazrat Musleh Maud (ra) afirma:

“Mirad el ejemplo de Hazrat Umar (ra). Por un lado, los reyes de renombre del mundo estaban asombrados por su poder y su fuerza, los imperios bizantino y persa le temían, aunque por otro lado el poderoso Umar una vez se inquietó y se preocupó al ver a los hijos hambrientos de una mujer beduina. Se cargó una bolsa de harina en la espalda y con una olla de mantequilla clarificada en la mano, fue hasta la mujer y no se marchó hasta que cocinó la comida con sus propias manos, le dio de comer a esos niños y finalmente se quedaron dormidos”.

 Hay un incidente que ha sido relatado por Hazrat Ibn Umar (ra), según el cual  cuando Hazrat Umar (ra) regresó de Siria a Medina, se separó de los demás para preguntar por la gente, (se apartó de la caravana para preguntar por las condiciones de la gente). Entonces, pasó junto a una anciana que estaba en su tienda de campaña y comenzó a preguntar por su situación, a lo que ella respondió: “¿Qué ha hecho Umar?”. Hazrat Umar (ra) respondió: “Está aquí, ha vuelto de Siria”. La mujer dijo: “¡Que Dios no le conceda la bondad de mi parte!”. Hazrat Umar (ra) le replicó: “¡Ay de tí! ¿Por qué?”, (es decir, ¿por qué decía tal cosa?). Y declaró: “Desde que se ha convertido en el Jalifa, no he recibido ni una sola asignación, ni un dinar ni un dirham de él”. Hazrat Umar (ra) dijo: “¡Ay! ¿Cómo va a saber Umar de tu estado si vives en un lugar tan remoto y apartado?”. La anciana no sabía que estaba hablando con Hazrat Umar (ra). A esto ella respondió: “¡SubhanAl’lah, Santo es Dios! No creo que se pueda nombrar a alguien para gobernar al pueblo y que permanezca ajeno a lo que ocurre a su alrededor”. Hazrat Umar (ra) comenzó a llorar y dijo: “¡Ay de ti, oh Umar! ¿Cuántas personas con quejas similares habrá? ¡Cada uno de ellos entiende la fe mejor que tú!”. Hazrat Umar (ra) le hizo una pregunta: “¿Cuánto buscas en recompensa por la injusticia cometida contra ti? Me gustaría salvarlo del fuego del infierno”; o sea, que le gustaría salvar a Hazrat Umar (ra) del fuego del infierno y por eso preguntó cuánto le costaría reparar esa injusticia. Entonces, ella dijo: “No te burles de mí. ¡Que Dios se apiade de ti!”. Hazrat Umar (ra) le contestó que no se burlaba de ella y siguió insistiendo que le respondiera a su pregunta, hasta que al final llegó a pagarle 25 dinares como recompensa por la injusticia cometida contra ella.

Entre tanto, estaban en medio de esta conversación cuando Hazrat Ali bin Abi Talib (ra) y Hazrat Abdul’lah bin Masud (ra) llegaron y dijeron: “¡La paz sea contigo, oh Líder de los Fieles!”. Al oír esto, la mujer se puso las manos en la cabeza y exclamó: “¡Que Al’lah tenga piedad de mí! Hablé mal delante del Líder de los Fieles”. Al oír esto, Hazrat Umar (ra) le contestó: “¡No tienes ninguna culpa; que Dios tenga misericordia de ti!”. Hazrat Umar (ra) pidió entonces un pergamino de cuero para escribir, pero no lo encontró, por lo que entonces arrancó un trozo de su manto y escribió en él: “¡En el nombre de Al’lah, el Clementísimo, el Misericordiosísimo! Este manuscrito se crea entre Umar y tal o cual mujer y afirma que todas las injusticias cometidas contra ella desde que él se convirtió en Líder hasta hoy han sido compensadas con 25 dinares. Ahora bien, si se presenta ante Al’lah el Día de la Resurrección y hace alguna reclamación, Umar queda absuelto de ella. Ali bin Abi Talib y Abdul’lah bin Masud son testigos de ello”. Luego le dio este pergamino a Hazrat Ali (ra) y le dijo: “Si fallezco antes que tú, pon esto en mi tumba”.

 Otro tema es que a menudo nos encontramos con que la gente tiene un nivel de exigencia muy alto cuando se trata de arreglar los matrimonios de sus hijos. Sin embargo, ¿cuáles fueron las normas que Hazrat Umar (ra) tomó en consideración? En relación con esto hay una narración relatada por Aslam, que era un esclavo liberado de Hazrat Umar (ra), en la que  afirma:

“Una noche estaba caminando en compañía de Hazrat Umar (ra) cerca de las afueras de Medina. Para descansar un rato, Hazrat Umar (ra) se sentó junto a la pared de una casa. En ese instante, se oyó a la anciana de la casa decir a su hija: ‘Levántate y añade agua a la leche’. La hija respondió: ‘¿No has oído el anuncio que hizo el Líder de los Fieles de que no se debe mezclar el agua con la leche?’. La madre contestó: ‘De momento aquí no está presente el Líder de los Fieles ni la persona que hizo el anuncio por él’. Luego la hija respondió: ‘Por Dios, ¿acaso nos corresponde mostrar obediencia cuando estamos presentes ante él y mostrar desobediencia en su ausencia?’.

Hazrat Umar (ra) se alegró mucho al oír esto y dijo a su compañero: ‘¡Oh Aslam! Deja una marca en su puerta’. Al día siguiente, Hazrat Umar (ra) envió a alguien y pidió la mano de la chica en matrimonio para que se casara con su hijo Asim’.”

Al ver la veracidad y la piedad de esta chica, Hazrat Umar (ra) acordó el matrimonio de su hijo Asim con esa mujer. Más tarde, Asim tuvo una hija con ella y Hazrat Umar bin Abdul Aziz (ra) vino de la progenie de esta chica.

En una narración, Salama cuenta que en una ocasión estaba caminando por el mercado y Hazrat Umar (ra) también pasaba por allí para atender algún asunto suyo y llevaba un látigo en la mano. Presto, Hazrat Umar (ra) dijo: “¡Oh Salama, vete hacia un lado del camino!”. A continuación, me golpeó ligeramente con el látigo y este impactó el fleco de mi vestido. Me hice a un lado y Hazrat Umar (ra) permaneció en silencio. Había pasado un año desde aquel incidente y me encontré con Hazrat Umar (ra) una vez más en el mercado y en esta ocasión mencionó lo siguiente: “¡Oh Salama! ¿Tienes intención de hacer el Hayy este año?”. Yo respondí: “¡Sí, oh Líder de los Fieles!”. Hazrat Umar (ra) me cogió de la mano y me llevó a su casa. Entonces sacó una pequeña bolsa con 600 dirhams en su interior y dijo: “¡Oh Salama! Usa esto para satisfacer cualquier necesidad que tengas y esto es en retribución por cuando te golpeé con un látigo hace un año”.

Luego, Hazrat Salama narra que:

“Tras esto dije: ‘¡Oh Líder de los Fieles! Me había olvidado por completo de ese incidente y solo hoy me lo has recordado’.”

 Hazrat Umar (ra) también supervisaba los precios del mercado para que ninguno de los derechos de cualquiera de las partes como ciudadanos se viera afectado.

Mencionando esto, Hazrat Musleh Maud (ra) escribe:

“Entre los derechos de los ciudadanos está que el comercio y los negocios no se vean afectados de forma negativa. Constatamos que el Islam no ha pasado por alto este derecho y por eso nos ha prohibido incrementar los precios del mercado y vender a costos más elevados. Del mismo modo, también ha prohibido que se reduzcan significativamente los precios para causar pérdidas a otros haciendo que sus negocios fracasen”, (tal como vemos en los mercados hoy en día).

“En una ocasión, un comerciante vendía uvas en Medina a tal precio que los otros comerciantes no podían permitirse venderlas. Hazrat Umar (ra) pasaba por allí en ese momento y amonestó al comerciante porque, debido a esta acción suya, los demás comerciantes estaban sufriendo pérdidas. Por lo tanto, el Islam ha prohibido vender productos a precios muy elevados y además a que se reduzcan significativamente los mismos, para que ni los comerciantes ni los ciudadanos sufran pérdidas”.

 Amir relata que una persona visitó a Hazrat Umar (ra) en una ocasión y le dijo:

“Tengo una hija que fue enterrada viva durante la época de la ‘yahiliyah’ o ‘ignorancia’ (anterior al advenimiento del Islam), pero la desenterré antes de que muriera. Después, cuando aceptó el Islam, se le prescribió uno de los castigos que Dios el Altísimo ha decretado”.

(Ella había sido culpable de un acto indebido y como resultado del mismo recibió un castigo).

“Posteriormente, cogió un cuchillo para quitarse la vida y aunque rápidamente la retuve, consiguió cortarse algunas venas. Entonces la traté hasta que se recuperó por completo y entonces se arrepintió sinceramente. ¡Oh Líder de los Fieles! Ahora estoy recibiendo mensajes pidiendo su mano en matrimonio, ¿debo informarles de los incidentes que acontecieron en su vida y sobre lo que hizo en el pasado? En respuesta a esta persona, Hazrat Umar (ra) contestó: ‘¿Revelarás las faltas que Dios Altísimo ha ocultado? ¡Por Al’lah! Si alguna vez revelas esos detalles a alguien, te castigaré delante de toda la ciudad de tal modo que servirá como una gran amonestación. De hecho, deberías acordar su matrimonio como el de cualquier otra mujer musulmana virtuosa. Olvídate de lo que ocurrió en el pasado’.”

En lo referente a la peste de Amwas y lo preocupado que Hazrat Umar (ra) estaba por proteger las vidas de los demás, se menciona que existe un valle llamado Amwas, que está situado a una distancia de 6 millas (9 km) de Ramala, en dirección a Baitul Maqdas.

Según los libros de historia, se llamó “la peste de Amwas” porque el brote se inició allí y de ese lugar se extendió por toda Siria, país en el que se produjeron innumerables muertes a causa de la misma. Según algunos hubo alrededor de 25.000 muertos. El 17 aH. Hazrat Umar (ra) partió de Medina a Siria y llegó a Sargh, donde se encontró con el comandante de los ejércitos. “Sargh” es el nombre de un pueblo cercano al valle de Tabuk, situado cerca de las fronteras de Siria e Hiyaz. Allí Hazrat Umar (ra) fue informado de que había un brote de peste en Amwas y tras pedir consejo regresó.

Los detalles de este incidente han sido registrados en Bujari del modo siguiente, aunque en relación a otro relato, este incidente también se ha mencionado anteriormente. Pues bien:

Cuando Hazrat Umar (ra) llegó a Sargh, se reunió con el comandante de los ejércitos, Hazrat Abu Ubaidah (ra) y sus compañeros. Entonces, informaron a Hazrat Umar (ra) de que había un brote de peste en Siria. Para pedir consejo sobre el asunto, Hazrat Umar (ra) invitó en primer lugar a los “Muhayirin” (musulmanes que emigraron de La Meca a Medina) para que expusieran sus propuestas. No obstante, hubo diferencias de opinión entre ellos, pues algunos pensaban que debían continuar con su viaje y no regresar; y otros sugirieron, que como los nobles Compañeros (ra) del Santo Profeta (sa) estaban presentes en el ejército, no era apropiado llevarles a una zona donde había una plaga y era mejor regresar. Hazrat Umar (ra) dijo entonces a los “Muhayirin” que se fueran e invitó a los “Ansar” (hombres musulmanes residentes de Medina y mayores de 40 años) a presentar sus propuestas. Al igual que los “Muhayirin”, los “Ansar” también tenían diferentes opiniones. Hazrat Umar (ra) invitó entonces a los ancianos de los “Qureish” (los musulmanes de esta importante tribu de La Meca) que habían aceptado el Islam durante la conquista de La Meca y que después vinieron y se establecieron en Medina. Todos ellos expresaron unánimemente su opinión de llevar a todos de vuelta y que no había necesidad de entrar en una zona donde había un brote de peste. Al final, aceptando su consejo, Hazrat Umar (ra) anunció su regreso.

Hazrat Abu Ubaidah (ra) preguntó entonces si era posible escapar del decreto de Dios y respondiéndole Hazrat Umar (ra) afirmó:

“¡Oh Abu Ubaidah (ra)! Me gustaría que hubiera sido otra persona la que dijera lo que acabas de manifestar. De hecho, estamos pasando de un decreto de Dios a otro. Por ejemplo, si tienes algunos camellos y llegas a un valle que tiene dos partes: la primera es una zona verde y exuberante, y la otra es una tierra seca y estéril. ¿No estaría de acuerdo con el decreto de Dios si llevaras tus camellos a pastar a la zona con mucha vegetación; y, por otro lado, no estaría también de acuerdo con el decreto de Dios si decidieras llevarlos a la tierra seca y estéril?”.

El narrador de la tradición narra que entretanto Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra), que no estuvo presente antes por estar ocupado con otra cosa, llegó y dijo lo siguiente: “Tengo la respuesta a esta cuestión. Una vez escuché al Santo Profeta (sa) decir que si uno sabe que hay un brote de una enfermedad en una zona determinada, no se debe viajar allí y si la enfermedad aparece en una zona en la que se reside, no se debe abandonar la región para escapar de ella”.  Al oír esto, Hazrat Umar (ra) expresó su gratitud a Dios Altísimo y regresó de allí.

Hazrat Umar (ra) había llegado hasta ese lugar desde Medina y aún no había entrado en la tierra donde estaba el brote de peste. Por lo tanto, regresó junto con sus compañeros. Sin embargo, como Hazrat Abu Ubaidah (ra) era el comandante del ejército musulmán y ya se encontraba en la tierra donde había tenido lugar la epidemia, él y el resto del ejército musulmán permanecieron en la zona donde estaba la plaga.

Al regresar a Medina, Hazrat Umar (ra) estaba preocupado por los musulmanes de Siria y pensó en la forma de protegerlos del impacto devastador de la pandemia. Al mismo tiempo, Hazrat Umar (ra) estaba especialmente preocupado por Hazrat Abu Ubaidah (ra), por lo que un día le escribió una carta diciendo que le necesitaba para un trabajo importante y que, en consecuencia, al recibir la misma debía regresar a Medina de inmediato. Además, Hazrat Umar (ra) declaró que si recibía la carta por la noche, no debía esperar a la mañana; y si la recibía por la mañana, no debía esperar a que la noche cayera. Este era el nivel de amor que sentía por Hazrat Abu Ubaidah (ra).

Luego, cuando Hazrat Abu Ubaidah (ra) finalmente leyó la carta, exclamó:

“Sé la razón por la que el Líder de los Fieles me necesita. ¡Qué Dios conceda Su misericordia a Hazrat Umar (ra) porque desea prolongar la vida de lo que ya no va a permanecer!”.

En otras palabras, Dios sabía mejor que nadie lo que iba a ocurrir con él.

Hazrat Abu Ubaidah (ra) respondió entonces a la carta diciendo:

“¡Oh Líder de los Fieles! He comprendido lo que deseas, pero por favor no me llames y permite que me quede aquí. Soy uno de los soldados del ejército musulmán. Lo que se ha decretado se cumplirá y ¿cómo puedo abandonarles?”.

Cuando Hazrat Umar (ra) recibió su respuesta, se puso a llorar. Los que estaban presentes en su compañía en ese momento preguntaron: “¡Oh Líder de los Fieles! ¿Ha fallecido Abu Ubaidah (ra)?”. Hazrat Umar (ra) respondió: “No, pero existe la posibilidad de que ello ocurra pronto”.

Después de consultar a algunos de sus ilustres y eruditos compañeros, Hazrat Umar (ra) escribió otra carta a Hazrat Abu Ubaidah (ra) y le dijo que había llevado a los musulmanes a un terreno muy bajo y debía llevarlos a una región más elevada donde el aire es más puro. En otras palabras, debería trasladarlos a una zona montañosa donde el aire fuera más puro. Al cabo de algún tiempo, Hazrat Abu Ubaidah (ra) todavía estaba planeando cómo poner en práctica esta instrucción, cuando fue vencido por la enfermedad y falleció. Entre tanto, Hazrat Abu Ubaidah (ra) había nombrado a Hazrat Muaz bin Yabal (ra) como su sustituto, aunque él también falleció debido a la peste. Por su parte, Hazrat Muaz bin Yabal (ra) había designado a Hazrat Amar bin Al-Aas (ra) como su representante, quien pronunció un discurso diciendo: “Cuando hay un brote de una enfermedad, esta se propaga como el fuego, por lo que debéis protegeros escondiéndoos en las montañas”. Hazrat Amar bin al-Aas (ra) se llevó a la gente de allí y se fue a las montañas hasta que el brote de la enfermedad remitió y finalmente terminó por completo. Cuando Hazrat Umar (ra) se enteró de este discurso pronunciado por Hazrat Amar bin Al-Aas (ra), no solo estaba complacido con él, sino que también consideró que era una correcta implementación de la instrucción que le había dado anteriormente a Hazrat Abu Ubaidah (ra). Finalmente, aparte de Hazrat Abu Ubaidah bin Al-Yarrah (ra), Hazrat Muaz bin Yabal (ra), Hazrat Yazid bin Abi Sufian (ra), Hazrat Hariz bin Hisham (ra), Hazrat Suhail bin Amar (ra), Hazrat Utbah bin Suhail (ra) y varias otras personas prominentes fallecieron como resultado de la plaga.

Hazrat Musleh Maud (ra) también ha escrito con respecto al regreso desde la zona donde se produjo el brote de la plaga de Amwas:

“Cuando la batalla tuvo lugar en Siria y hubo un brote de plaga, Hazrat Umar (ra) también viajó allí, para poder recibir consejos de la gente y hacer los arreglos necesarios para proteger al ejército musulmán. Pero cuando el impacto de la enfermedad se hizo aún más intenso, los Compañeros (ra) afirmaron que no era apropiado que Hazrat Umar (ra) permaneciera allí y que debía regresar a Medina. Entonces, cuando Hazrat Umar (ra) decidió regresar, Hazrat Abu Ubaidah (ra) declaró: ‘¿Estás huyendo del decreto de Dios?’. Hazrat Umar (ra) respondió de inmediato: ‘Voy de un decreto Divino a otro’. En otras palabras, está mal abandonar las medidas y los medios mundanos, pues de hecho deben adoptarse las medidas y los medios mundanos necesarios manteniéndolos subordinados a la fe de uno”.

 Ahora me gustaría presentar algunos incidentes de la aceptación de las oraciones hechas por Hazrat Umar (ra).

Hazrat Jawat bin Yubair (ra) narra que una vez, durante el Jalifato de Hazrat Umar (ra), el pueblo sufrió una sequía severa. Hazrat Umar (ra) salió con la gente y los guió en la oración de “Istisqa” (plegaria para que llueva), que consiste en dos “rakats” (unidades de oración). A continuación, colocó su manto sobre sus hombros, cogiendo el extremo izquierdo y colocándolo sobre su hombro derecho, y tomando el extremo derecho y poniéndolo sobre su hombro izquierdo; es decir, se envolvió en el manto. Luego levantó las manos en oración y suplicó: “¡Oh Al’lah, el Poderoso, te pedimos perdón y te suplicamos que llueva!”. Hazrat Umar (ra) aún no se había movido de su lugar después de la oración cuando comenzó a llover. El narrador dice que algunos aldeanos vinieron a Hazrat Umar (ra) y le dijeron: “¡Oh Líder de los Fieles! En tal y cual día, en un momento particular, nos cayó lluvia en nuestro valle de las nubes y escuchamos una voz que venía de ellas diciendo: ‘¡La lluvia de Abu Hafs ha venido a ti, la lluvia de Abu Hafs ha llegado a ti!’.”

 También se informa de un incidente sobre la aceptación de la oración de Hazrat Umar (ra) en relación con el caudal del río Nilo. Antes de la expansión del Islam, la gente del río Nilo había adoptado un ritual para hacer que el río fluyera cuando se secaba. Si el ritual surtía efecto o no, solo Dios lo sabe. No obstante, la difusión del Islam puso fin a este ritual y el incidente que supuso el final del mismo es el siguiente:

Qais bin Hayall relata que cuando Egipto fue conquistado, los residentes locales vinieron a Hazrat Amar bin Aas (ra) en un día particular durante un mes concreto en su calendario nativo y exclamaron: “¡Oh jefe, tenemos un ritual para el río Nilo sin el cual no fluirá!”. Hazrat Amar (ra) preguntó qué era exactamente ese ritual,  a lo que ellos respondieron: “Cuando han pasado 11 noches de este mes, vamos a una chica soltera en presencia de sus padres y con el consentimiento de ellos, vestimos a la chica con ropa elegante, la adornamos con joyas y la arrojamos al río Nilo”. Hazrat Amar (ra) respondió que esto nunca sería tolerado en el Islam y que todo ese tipo de tradiciones que existían desde antes serían abandonadas. Por tanto, desistieron de su práctica, pero el río se había secado y la gente estaba considerando abandonar su tierra natal. En el pasado arrojaban mujeres jóvenes al río (según su creencia), pero finalmente, cuando el río Nilo se secó por completo, la gente decidió emigrar y dejar su hogar.

Hazrat Amar (ra) fue testigo de estos acontecimientos y le escribió a Hazrat Umar bin Jattab (ra) al respecto. Más tarde, Hazrat Umar (ra) respondió a Hazrat Amar (ra) diciendo: “Lo que les has dicho es correcto. El Islam pone fin a todo ese tipo de rituales que antaño estuvieron vigentes”. También adjuntó una pequeña nota a la carta e instruyó a Hazrat Amar (ra): “He incluido una pequeña nota con mi carta para que la arrojes al río Nilo”. Cuando Hazrat Amar (ra) recibió la carta de Hazrat Umar (ra), abrió la pequeña nota y esta decía:

“Del siervo de Dios y Líder de los Fieles, Umar bin Jattab, al río Nilo de Egipto. ¡Oh Nilo, de ahora en adelante, si fluyes por tu propia voluntad, entonces, por supuesto, deja de fluir! Pero si tu fluir es decretado por Dios Altísimo, en ese caso le ruego a Él, el Único y Supremo, que te haga fluir”.

Así pues, Hazrat Amar (ra), por causalidad, puso la nota en el río Nilo el día previo a una festividad cristiana. Por la mañana, Al’lah había aumentado el nivel del agua en el río Nilo hasta una altura de 16 manos en una sola noche. Con esto, Dios Altísimo puso fin al ritual de los egipcios.

La verdad es que la mayoría de los relatos históricos confirman la validez de este incidente, pero un biógrafo de Hazrat Umar (ra), Muhammad Hussein Haykal, ha negado el hecho de que tal ritual haya existido alguna vez. De todas formas, este es un incidente que se ha recogido en la historia.

Luego, está el incidente durante una de las batallas en la que Hazrat Sariyah (ra) estaba luchando y cómo escuchó la voz de Hazrat Umar (ra). Este acontecimiento se ha mencionado con anterioridad, pero lo narraré aquí una vez más en el contexto de la aceptación de la oración y el trato especial otorgado por Dios Altísimo a Hazrat Umar (ra).

El libro de historia “Tarij Al-Tabari” afirma que Hazrat Umar (ra) le encargó a Hazrat Sariyah bin Zunaim (ra) que fuera hacia Fasa y Darabgerd. Al llegar allí, asedió al enemigo, quien se las arregló para llamar a sus aliados en busca de refuerzos, los cuales comenzaron a llegar al desierto para luchar contra los musulmanes. Cuando su número aumentó, rodearon a los musulmanes por todos lados. En esos momentos, Hazrat Umar (ra) estaba dando su sermón del viernes cuando de repente dijo: “¡Oh Sariyah bin Zunaim, la montaña! ¡La montaña!”. En las inmediaciones del campamento musulmán había una montaña y si los musulmanes se refugiaban allí, el enemigo solo podría lanzar un ataque desde un solo frente. Por consiguiente, se refugiaron en la montaña, lucharon contra el enemigo y salieron victoriosos, obteniendo finalmente una gran cantidad de botín de guerra.

Al hablar de este incidente, el Mesías Prometido (as) ha declarado que los Compañeros (ra) demostraron muchos de estos milagros y en este sentido ya he leído el extracto completo del Mesías Prometido (as) en un sermón anterior. Así pues, si tenemos en cuenta el incidente relacionado con el río Nilo, es muy posible que de hecho sea cierto, contrariamente a lo que creen algunos historiadores.

También hay otro incidente sobre un gorro bendecido por Hazrat Umar (ra) para el Emperador bizantino Heraclius.

Al respecto, Hazrat Musleh Maud (ra) escribe:

“Durante el Jalifato de Hazrat Umar (ra), el Emperador bizantino sufría de fuertes dolores de cabeza y, a pesar de todos los esfuerzos por curar la dolencia, no podía encontrar alivio. Entonces alguien le sugirió: ‘Deberías escribirle a Hazrat Umar (ra) acerca de tu condición y pedirle algo bendecido por él. No solo te enviará algo bendecido, sino que también orará por ti. Quizá a través de la oración de Hazrat Umar (ra) te puedas curar’.

Presto envió un emisario a Hazrat Umar (ra), quien pensó para sí mismo que estas personas son arrogantes y es muy poco probable que se inclinen hacia él, y solo debido a la angustia que sufría el Emperador había enviado a un representante. Por eso, Hazrat Umar (ra) pensó que si enviaba un objeto bendecido, el Emperador podría pensar que era algo insignificante y no utilizarlo. Por esta razón, pensó que debía enviar algo que cumpliera la función de ser un objeto bendito y que además rompiera la arrogancia del Emperador. En consecuencia, Hazrat Umar (ra) envió como objeto de bendición un gorro viejo y raído que tenía manchas por todas partes, y había cambiado de color debido a la acumulación de suciedad. Cuando el Emperador vio el gorro, se disgustó mucho y no se lo puso. No obstante, Dios Altísimo quiso transmitirle el mensaje de que ahora solo podría alcanzar las bendiciones por medio del Santo Profeta Muhammad (sa). Al final, como sufría un dolor de cabeza tan fuerte, se vio obligado a llamar a sus sirvientes y les pidió que le trajeran el gorro enviado por Hazrat Umar (ra) para que pudiera ponérselo. A continuación se puso el gorro y su dolor empezó a aliviarse. Como su dolor de cabeza volvía cada ocho o diez días, se convirtió en una rutina para él llevar el sombrero raído y sucio enviado por Hazrat Umar (ra) mientras estaba sentado en su corte real”.

 Hazrat Musleh Maud (ra) afirma además:

Este signo mostrado al César por Dios Altísimo tiene otro aspecto oculto, ya que un Compañero (ra) del Santo Profeta (sa) había sido encarcelado por él y dicho César ordenó que lo alimentaran con carne de cerdo, pero dicho Compañero (ra) prefería la inanición antes que acercarse a la carne de cerdo. En este sentido, aunque el Islam ha permitido que si uno se ve impulsado por una necesidad absoluta puede consumir carne de cerdo, él decía que era un Compañero (ra) del Santo Profeta (sa) y por lo tanto no lo haría. Cuando pasaba muchos días sin comer y llegaba a un estado de casi morirse de hambre por ello, el Emperador bizantino le daba algo de comer. Luego, cuando recuperaba algo de fuerza, volvía a ordenar que se le diera de comer carne de cerdo. De esta forma, no le dejaba morir, ni le dejaría vivir en paz.

Ante esto, alguien le dijo que tenía fuertes dolores de cabeza por haber encarcelado a un musulmán y que ahora la única solución era rogarle a Umar (ra) que rezara por él, y pedirle un objeto bendito. Cuando Hazrat Umar (ra) envió su gorro y este alivió su dolor, el Emperador se sintió tan abrumado que liberó al Compañero (ra). Observad cómo el Emperador había encarcelado a un Compañero (ra) y como castigo Dios Altísimo le causó una dolencia en la cabeza. Por eso alguien le sugirió entonces que pidiera un objeto bendito de Hazrat Umar (ra) y le rogara que rezara por él. Por su parte, Hazrat Umar (ra) envió ese objeto bendito y la dolencia del Emperador se curó. Por tanto, Dios Altísimo aseguró los medios para la libertad de ese Compañero (ra), a la vez que demostró al Emperador la veracidad del Santo Profeta (sa)”.

 Ampliando este tema, se registra en “Tafsir Al-Razi” (‘Comentario de Razi’) que el Emperador bizantino escribió a Hazrat Umar (ra) diciendo:

“Estoy experimentando dolor fuerte en mi cabeza y no he podido encontrar una cura, así que por favor envíame un remedio”. Al recibir dicho mensaje, Hazrat Umar (ra) le envió un gorro y cada vez que el Emperador se lo ponía, el dolor se curaba; y en cuanto se lo quitaba, el dolor volvía a aparecer. Esto le desconcertó, por lo que examinó el sombrero y encontró en él un trozo de papel con las siguientes palabras escritas en él: “¡En el nombre de Al’lah, el Clementísimo, el Misericordiosísimo!”.

También hay ciertas oraciones de Hazrat Umar (ra):

Amar bin Maimun cuenta que Hazrat Umar (ra) rezaba:

“¡Oh Al’lah, haz que mi muerte sea con la gente justa y no me dejes entre la gente mala, y sálvame del tormento del fuego e inclúyeme entre los justos”.

 Yahya bin Said bin Musayab narra que cuando Hazrat Umar bin Jattab (ra) regresaba de Mina, detuvo su camello en Abtah y creó un montículo de rocas del valle de Baza. A continuación, colocó un lado de su capa sobre el montículo y se recostó sobre ella. Entonces levantó las manos hacia el Cielo y rezó:

“¡Oh Al’lah! He vivido mucho tiempo y mis fuerzas se han debilitado, mientras que el pueblo bajo mi mando ha aumentado. Haz que muera de manera que no me vea arruinado”.

Así ocurrió, pues el mes de Zul Hiyah no había terminado cuando fue atacado y martirizado.

Hazrat Ibn Umar (ra) narra que durante una hambruna, Hazrat Umar (ra) adoptó un nuevo hábito que no había practicado antes. Después de dirigir la oración de “isha” (de la noche), entraba en su casa y ofrecía continuamente oraciones hasta la parte final de la noche. Luego, salía y recorría todos los rincones de Medina. Una noche, a la hora del “Sehri” (comida que se toma por la mañana temprano y que marca el comienzo del ayuno), le oyó decir:

“¡Oh Al’lah, no dejes que la nación de Muhammad (sa) se arruine en mis manos!”.

En este sentido, Hazrat Jalifatul Masih I (ra) comenta:

“Uno debe rezar únicamente por la causa de Dios Altísimo. Entonces, si los demás piensan que es malo o bueno no debería importarnos. Uno no debe retratarse intencionadamente como alguien malo, como se ha prohibido a través de una oración del Santo Profeta (sa), que enseñó a Hazrat Umar (ra) y que es: ‘¡Oh Al’lah, haz que lo que hay en mí sea mejor que lo aparente, y haz que lo aparente sea bueno!’.”

 También hay narraciones sobre la manera en que Hazrat Umar (ra) mantenía las formalidades de la Mezquita del Profeta (sa) y las oraciones.

Hazrat Saib bin Yazid (ra) narra que estaba de pie en la Mezquita cuando alguien le lanzó una piedra. Se volvió y vio que era Hazrat Umar bin Jattab (ra), quien exclamó: “¡Tráeme a esas dos personas!”. Había dos personas que hablaban en voz alta. Entonces, los llevó ante Hazrat Umar (ra), quien les dijo: “¿Quiénes sois vosotros dos (o de dónde venís)?”. Estas personas respondieron que eran residentes de Taif. Ante esto, Hazrat Umar (ra) dijo: “Si hubierais sido residentes de esta ciudad, os habría castigado por haber hablado tan alto en la Mezquita del Santo Profeta (sa)”.

Por otro lado, Hazrat Ibn Umar (ra) afirma que la práctica de Hazrat Umar (ra) era no decir “Al’lahu Akbar, Al’lah es el Más Grande” (o sea, las palabras que marcan el comienzo de la oración) hasta que las filas estuvieran rectas. De hecho, había designado a una persona para que se encargara de que las filas estuvieran bien rectas.

Por su parte, Abu Uzman Nahdi relata que cuando se recitaba el ‘Iqamah’ (las palabras que anuncian el comienzo de la oración), veía a Hazrat Umar (ra) de pie de espaldas a la ‘qiblah’ (dirección a la que los musulmanes se dirigen en sus oraciones) y decía: “¡Oh tal y cual, avanza!” y “¡Oh tal y cual, retrocede!”. En otras palabras, organizaba las filas y cuando estas finalmente estaban rectas, se volvía hacia la ‘qiblah’ y decía “¡Al’lahu Akbar (Al’lah es el Más Grande)!”, es decir, comenzaba la oración.

Hay una narración, entre muchas, con respecto a los sacrificios financieros de Hazrat Umar (ra) y los gastos en el camino de Dios Altísimo.

Al respecto, Hazrat Ibn Umar (ra) cuenta que Hazrat Umar (ra) obtuvo unas tierras en Jaibar y fue a consultar con el Santo Profeta (sa) sobre las mismas y le comentó:

“¡Oh Mensajero de Al’lah! He adquirido algunas tierras en Jaibar y en mi opinión nunca obtuve propiedades tan buenas como estas. ¿Qué me aconsejas al respecto?”. El Profeta (sa) contestó: “Si quieres, puedes dedicar la tierra en el camino de Dios y cualquier ingreso que produzca puedes gastarlo en los pobres”.

Nafi relata que Hazrat Umar (ra) dio esa tierra como caridad, con la condición de que no se vendiera, no se regalara a nadie, ni se distribuyera como parte de ninguna herencia. Dedicó esa tierra a los necesitados, a sus parientes, a liberar a los esclavos, a cualquier otro servicio en el camino de Dios, a los viajeros y a los huéspedes. Al mismo tiempo añadió que sería permisible que el cuidador de la tierra obtuviera beneficios de la misma de acuerdo con lo que era costumbre, pero no debería acumular riqueza con ella.

En definitiva, siempre que se presentaba una oportunidad, Hazrat Umar (ra) se esforzaba por sobresalir en la realización de sacrificios. También hubo un momento en el que el Santo Profeta (sa) hizo un llamamiento para realizar sacrificios financieros y Hazrat Umar (ra) trajo la mitad de su riqueza; incidente que ya se ha mencionado antes.

De todas formas, temía tanto a Dios Altísimo que, cuando estaba a punto de fallecer, las lágrimas brotaban de sus ojos y decía:

“¡No merezco ninguna recompensa! Lo único que deseo es evitar el castigo”.

Este era el grado que alcanzó en su temor a Dios Altísimo.

Todavía quedan algunos incidentes, que se mencionarán en el futuro, si Dios quiere.

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que había una gran diferencia en la condición de los Compañeros (ra) antes de aceptar el Islam y después de aceptar el Islam.

Cambio revolucionario en los Compañeros después de aceptar el Islam

Su Santidad (aba) citó al Segundo Jalifa (ra), quien dijo que se trataba de personas que en su día fueron firmes opositores del Santo Profeta (sa). Hazrat Umar (ra), por ejemplo, se dispuso un día a matar al Santo Profeta (sa). Mientras iba de camino, le informaron de que su hermana y su marido habían aceptado al Santo Profeta (sa), así que se desvió y fue primero a la casa de su hermana. Llegó allí y escuchó la recitación de los versículos del Sagrado Corán. Se enfrentó a su hermana y a su marido. Luego pidió escuchar los mismos versículos que se estaban recitando, tras lo cual se le saltaron las lágrimas. Entonces se dirigió al Santo Profeta (sa) y, en lugar de atacarle, le juró lealtad.

Su Santidad (aba) continuó citando al Segundo Califa (ra) quien dijo que esa era la condición de los compañeros antes de aceptar el Islam. Luego, tras aceptar al Santo Profeta (sa), experimentaron una revolución espiritual, no sólo para ellos mismos, sino que se convirtieron en un medio para que otros experimentaran la misma revolución espiritual. Si uno realmente tiene el deseo, entonces puede experimentar la misma revolución espiritual hoy en día.

El temor a Dios de Hazrat Umar (ra)

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Umar (ra) temía verdaderamente a Dios. En una ocasión, alguien le oyó decirse a sí mismo: ‘Eres el líder de los creyentes, debes temer a Dios’. En otra ocasión, alguien escuchó a Hazrat Umar (ra) recitando fervientemente durante su oración, ‘Sólo me lamento ante Al’lah por mi pena y mi dolor ‘ (12:87). Se le pudo oír recitando esta oración, por alguien que estaba de pie en la última fila de la mezquita.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Umar (ra) honraba a los familiares de aquellos que habían presentado sacrificios. Una vez, una señora fue a ver a Hazrat Umar (ra) y le dijo que su marido había muerto, dejando hijos pequeños. No tenía nada a su nombre, y ella temía que sus hijos murieran de hambre. También mencionó que su padre había luchado junto al Santo Profeta (sa) durante la batalla de Hudaibiyah. Al oír esto, Hazrat Umar (ra) respondió que se trataba de una relación muy cercana, por lo que le dio un camello y provisiones para que le duraran un año. Dijo que cuando estas provisiones se acabaran, Al’lah le concedería más.

Cuidado de los ancianos

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Umar (ra) también solía atender a los ancianos. Una vez, alguien vio a Hazrat Umar (ra) entrar en una casa durante la noche. Cuando se fue, esa persona entró en la casa y encontró a una anciana ciega. Le preguntó por qué Hazrat Umar (ra) solía ir a su casa. Ella le contestó que durante bastante tiempo, él la había estado ayudando con sus diversas necesidades y tareas.

Atención a las necesidades de la gente

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Umar (ra) tenía un profundo sentido para atender a la gente. Por ejemplo, una noche, preguntó por qué un niño pequeño estaba llorando. Le informaron de que el niño no tenía comida, ya que las raciones no estaban estipuladas para los niños pequeños. En ese momento, Hazrat Umar (ra) concedió a la madre del niño raciones para su hijo y anunció que a partir de ese momento, se estipularían raciones para los niños pequeños. Se trata de la misma persona a la que otros grandes líderes admiraban y temían, pero no descansó hasta que el hijo de una mujer beduina quedó saciado y profundamente dormido.

Su Santidad (aba) dijo que una vez, Hazrat Umar (ra) estaba caminando y se tomó un tiempo para descansar contra un muro que estaba cerca de una casa. Mientras estaba allí, escuchó que una madre le decía a su hija que debía mezclar un poco de agua con la leche. La hija le dijo a su madre que Hazrat Umar (ra) había ordenado no mezclar el agua con la leche. Su madre dijo que Hazrat Umar (ra) no estaba presente, por lo que no habría ningún problema. Sin embargo, la hija contestó que no era correcto ser obediente en presencia de Hazrat Umar (ra), y ser desobediente cuando no estaba presente. Al día siguiente, Hazrat Umar (ra) envió la propuesta de matrimonio para su hijo a esa misma chica. Esta era la norma que Hazrat Umar (ra) adoptaba cuando buscaba pareja matrimonial.

Diligencia para garantizar la equidad en el comercio

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Umar (ra) se aseguraba de que los precios en el mercado no subieran o bajaran injustamente, como se hace hoy en día. Una vez, vio que un comerciante estaba vendiendo uvas a un precio tan bajo, que otros comerciantes no podrían tener precios competitivos. Por lo tanto, Hazrat Umar (ra) ordenó al comerciante que aumentara sus precios.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Umar (ra) se preocupó mucho y temió por la vida de la gente durante el brote de una epidemia. Había un valle llamado Amwas, desde donde comenzó una pandemia que se extendió por Siria, causando muchas víctimas. Según algunos, hubo unos 25,000 muertos. En una ocasión, Hazrat Umar (ra) partió hacia Siria, y en el camino fue informado del brote, por lo que regresó a Medina. Hazrat Umar (ra) llamó a los emigrantes (Muhajireen) para consultarlos. Hubo diversidad de opiniones, algunos decían que no debían temer y seguir adelante, mientras que otros opinaban que debían regresar. Hazrat Umar (ra) consultó con los residentes de Medina (Ansar) así como con los ancianos de Quraish, y finalmente decidió que todos debían regresar. Alguien preguntó a Hazrat Umar (ra) si era posible desviarse del decreto de Dios. Hazrat Umar (ra) dijo que se estaban desviando de un decreto de Dios hacia otro decreto de Dios. Esta decisión fue apoyada por una declaración del Santo Profeta (sa), quien dijo que si se desataba una epidemia, la gente no debía ir a esa zona, y los que ya residían en ella no debían salir. Así pues, Hazrat Umar (ra) regresó, pero los soldados que ya residían en las zonas afectadas recibieron instrucciones de permanecer allí. Hazrat Umar (ra) temía por el bienestar de Hazrat Abu Ubaidah (ra), que residía en la zona afectada. Por amor a él, Hazrat Umar (ra) lo convocó, sin embargo Hazrat Abu Ubaidah (ra) entendió su intención. Respondió que entendía los sentimientos de Hazrat Umar (ra), pero que él también era uno de los soldados, por lo que era mejor que se quedara allí. Hazrat Umar (ra) se sintió conmovido por esta respuesta, y luego instruyó que Hazrat Abu Ubaidah (ra) debería al menos ir a un lugar elevado en las montañas. Hazrat Abu Ubaidah (ra) estaba trabajando en la implementación de esta instrucción, cuando cayó víctima de la epidemia.

Las oraciones de Hazrat Umar (ra) fueron aceptadas

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Umar (ra) también experimentó la aceptación de sus oraciones. Una vez hubo una hambruna y Hazrat Umar (ra) salió a rezar para que lloviera. Mientras rezaba, empezó a llover y la gente se alegró. También se cuenta que después de la conquista de Egipto, Hazrat Amr bin al-Aas (ra) fue informado de que los egipcios tenían una tradición para mantener el flujo del río Nilo. La tradición consistía en tomar a una joven, adornarla con ropas y ornamentos, y luego arrojarla al río. Hazrat Amr bin al-Aas (ra) dijo que tales innovaciones no continuarían dentro del Islam. Hazrat Umar (ra) fue informado y dijo que esa era la respuesta correcta. Hazrat Umar (ra) envió una pequeña nota, escrita por él mismo al río Nilo, y ordenó que fuera arrojada al río Nilo. La nota se dirigía al río Nilo, diciendo que si fluía por sí mismo, entonces debía permanecer quieto, pero si fluía según el decreto de Dios, entonces él rezaba para que Dios lo mantuviera fluyendo. Según consta, al día siguiente, la cantidad de agua que fluía en el río Nilo aumentó considerablemente.

Su Santidad (aba) dijo que una vez, Qaisar estaba sufriendo una dolencia en la cabeza, y a pesar de los exhaustivos esfuerzos, no podía curarse. Se le sugirió que pidiera ayuda y oraciones a Hazrat Umar (ra). Así, Qaisar envió un mensajero a Hazrat Umar (ra). Hazrat Umar (ra) pensó que Qaisar era una persona orgullosa que no habría acudido a él si no estuviera en algún problema. Por lo tanto, decidió enviar algo que, además de estar bendecido, rompiera con su arrogancia. Optó uno de sus viejos sombreros andrajosos, que, al verlo, Qaisar se negó a usar. Pero, más tarde, cuando su dolor aumentó, no tuvo más opción que ponerse el sombrero, y su dolor desapareció. Este dolor volvía cada pocos días, Qaisar se ponía ese mismo sombrero andrajoso y el dolor desaparecía.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Umar (ra) defendió el honor de la mezquita del Santo Profeta (sa). Una vez, había dos personas hablando en voz alta en la mezquita del Profeta. Él pidió que los trajeran y les preguntó de dónde eran. Dijeron que eran de Taif. Hazrat Umar (ra) les dijo que si hubieran sido de Medina, los habría castigado por hablar tan alto en la mezquita del Profeta (sa). Del mismo modo, cuando dirigía la oración, Hazrat Umar (ra) no comenzaba la oración hasta que se aseguraba de que todas las filas estaban rectas.

Su Santidad (aba) dijo que seguiría relatando incidentes de la vida de Hazrat Umar (ra) en futuros sermones.

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