Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa) – Hazrat Mu'adh bin Yabal (ra) & Hazrat Abdul'lah bin 'Amr (ra)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa) – Hazrat Mu’adh bin Yabal (ra) & Hazrat Abdul’lah bin ‘Amr (ra)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Después de recitar el Tashahud, el Ta’awwuz y el Sura al-Fatiha, Hazrat Jalifatul Masih V (aba) dijo:

En el sermón anterior narré algunos episodios sobre Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) y hoy continuaré con sus relatos. Hazrat Mu’az (ra) era extremadamente caritativo y gastaba generosamente en los demás, pero debido a esto, con frecuencia tenía que pedir préstamos y cuando quienes le habían prestado el dinero lo presionaron para que lo devolviera, se escondía en su casa durante unos días. Ante esta situación, estas personas fueron al Santo Profeta (sa) y le pidieron que instara a Hazrat Mu’az (ra) a devolver los préstamos. El Santo Profeta (sa) envió a un individuo a Hazrat Mu’az (ra) para que le dijera que fuera a verle. Cuando la deuda de Hazrat Mu’az superó el valor de sus pertenencias, el Santo Profeta (sa) dijo que Dios tendrá misericordia de la persona que no reclamara su parte. Por lo tanto, algunas personas le perdonaron la deuda. Sin embargo, otras personas exigieron que se les devolviera el dinero. Así que el Santo Profeta (sa) distribuyó todas sus pertenencias entre esas personas, pero aún así quedaba deuda por pagar. Todos los prestadores recibieron una pequeña parte de su dinero, pero exigieron que además se le devolviera la parte restante. Sobre esto, el Santo Profeta (sa) dijo que dejaran el asunto por el momento, ya que no había nada más para pagarles, por lo que era mejor que tomaran esa cantidad.

Cuando Hazrat Mu’az (ra) quedó sin nada, el Santo Profeta (sa) lo envió a Yemen y le dijo que Dios pronto le compensaría su pérdida y le permitiría pagar su deuda. En esa ocasión, el Santo Profeta (sa) también le dijo a Hazrat Mu’az: “¡oh Mu’az! Tienes muchas deudas. Por tanto, si se te concede algún regalo, lo puedes aceptar. Te permito que lo hagas. Es decir, el Santo Profeta (sa) dijo que podía aceptar regalos. Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) relata que cuando el Santo Profeta (sa) lo envió a Yemen y en circunstancias normales, no hay nada de malo en aceptar obsequios y se dice que darse obsequios mutuamente aumenta el amor entre las personas, por lo que uno debe dar regalos.   No obstante, dado que Hazrat Mu’az (ra) fue enviado como representante del Santo Profeta (sa),  le indicó específicamente que si se le presentaba algún obsequio, en su calidad de representante, entonces se le permitía gastarlo en sí mismo. La razón de esta instrucción fue que estos obsequios generalmente se daban para el tesoro [Bait al-Maal], o para el Santo Profeta (sa).

Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) relata que cuando el Santo Profeta (sa) lo envió a Yemen, el Santo Profeta (sa) salió a dar un paseo con él, para darle algunos consejos. Hazrat Mu’az (ra) estaba sentado en su montura y el Santo Profeta (sa) caminaba a su lado. Cuando el Santo Profeta (sa) finalizó lo que tenía que decirle, agregó: “¡oh Mu’az! Es posible que no nos encontremos el año que viene y también es posible que pases por mi mezquita y mi tumba”.  Al escuchar esto, Hazrat Mu’az (ra) comenzó a llorar profusamente, porque sabía que se estaba separando del Santo Profeta (sa). Después de esto, el Santo Profeta (sa) volvió su rostro bendito hacia Medina y dijo: “Los justos de entre mi pueblo están muy cerca de mí y son queridos para mí, sean quienes sean y dondequiera que estén”.

Se dice en una narración que en esta ocasión, el Santo Profeta (sa) le dijo a Hazrat Muʻaz (ra): “Pronto irás a aquellos que son Ahl-e-Kitab [el pueblo del Libro]. Cuando llegues a ellos, invítalos a dar testimonio de que no hay nadie digno de adoración excepto Al’lah y que Muhammad es el Mensajero de Al’lah. Si aceptan lo que les mencionas, diles entonces que Dios les ha prescrito las cinco oraciones diarias. Si aceptan esto, comunícales que Dios les ha prescrito la entrega de limosnas, que deben tomarse de los ricos y entregarse a los pobres. Si ellos también aceptan esto, entonces sé precavido: no aceptes limosnas de sus posesiones más valiosas, más bien adopta el camino intermedio en relación a tomar de su riqueza; y ten en cuenta las súplicas de los oprimidos, porque no hay barrera entre ellos y Dios”. Es decir, el Santo Profeta (sa) le aconsejó específicamente que fuese consciente de las oraciones de aquellos que han sido oprimidos, porque no hay barrera entre sus ruegos y Al’lah.

El Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Muʻaz bin Yabal (ra) a Yemen como qadi [juez]. Hazrat Muʻaz (ra) enseñaba al pueblo de Yemen el Sagrado Corán y los asuntos de fe, y también resolvía sus disputas. Aquellos que recaudaban el Zakat en Yemen enviaban todo lo recaudado a Hazrat Muʻaz bin Yabal (ra). El Santo Profeta (sa) había confiado a cinco Compañeros para supervisar los asuntos en Yemen: Hazrat Jalid bin Saʻid (ra), Hazrat Muhayir bin Umayyah (ra), Hazrat Zaid bin Labid (ra), Hazrat Muʻaz bin Yabal (ra) y Hazrat Abu Musa Ashʻari (ra). Según esta narración, la administración de los asuntos en Yemen fue encomendada a estos cinco Compañeros.

Hazrat Muʻaz bin Yabal (ra) relata que cuando el Santo Profeta (sa) lo envió a Yemen, le instruyó que por cada 30 reses, tomara un ternero de un año como Zakat; y por cada 40 reses, tomara un becerro de dos años. El Santo Profeta (sa) estipulaba la tasa prescrita de Zakat y el umbral en el que el Zakat se vuelve obligatorio; y por cada persona que hubiera alcanzado la edad de madurez se tomara un dinar o el equivalente en muwafirah, que era el nombre de una tela yemení. De hecho, muwafirah era el nombre de la tribu que realizaba esa tela y por eso la tela recibió su nombre. Esta narración es de Musnad Ahmad bin Hanbal.

Al’lama ibn Ishaq afirma que Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) cojeaba levemente. Cuando fue a Yemen, dirigió a la gente en oración y mientras lo hacía, extendió  la pierna – lo que significa que la colocó delante de él, bien hacia la derecha o hacia cualquier lado del pie dañado, así que los que lo seguían en oración también extendieron sus pies de la misma manera. Cuando terminó de dirigir la oración, Hazrat Muʻaz (ra) dijo: “Habéis hecho bien en seguir exactamente lo que yo he hecho, pero no debéis hacer esto en particular en el futuro. Me veo obligado a extender mi pierna debido a mi condición”. Lo que quiso decir fue que la obediencia que habían mostrado al hacer exactamente lo que él hizo era realmente digna de elogio. De hecho, esta es la verdadera obediencia, ya que todo lo que hace el imam debe seguirse con precisión. No obstante, él se vio obligado a actuar de esta manera, es decir, extender la pierna, y esta no era la práctica del Santo Profeta (sa). Quien no haya sido obligado por una enfermedad o lesión debe ofrecer sus oraciones de acuerdo con los mandamientos establecidos, y las enseñanzas y prácticas adoptadas por el Santo Profeta (sa).

Hazrat Muʻaz (ra) realizó negocios en Yemen con el dinero de Bait al-Maal [la tesorería] y pagó sus deudas con las ganancias que obtuvo. Fue la primera persona en hacer negocios con la riqueza dada en el camino de Dios Altísimo; pero esto se hizo con el permiso del Santo Profeta (sa). También aceptó regalos, como resultado de lo cual finalmente tuvo treinta cabezas de ganado. Por lo tanto, usó esa riqueza  con el permiso otorgado por el Santo Profeta (sa) y que sin duda fue con el propósito de pagar sus deudas. Es decir, llevaba a cabo negocios sólo en la medida en que utilizaba las ganancias para pagar sus deudas; o si no utilizaba las ganancias él mismo, es posible que alguna ganancia excedente la retuviera como remuneración por su trabajo, o sea, por los consejos que daba al gastar riquezas y los esfuerzos que hacía. El Santo Profeta (sa) le había dado permiso para esto, por lo que lo tomó para pagar sus deudas. Este hecho parece el más correcto en el sentido de que o bien tomaba una cierta cantidad de las ganancias obtenidas como remuneración, o tomaba una cantidad determinada de las ganancias. Sin embargo, sus acciones estaban en consonancia con el permiso otorgado por el Santo Profeta (sa).

Después del fallecimiento del Santo Profeta (sa), cuando Hazrat Muʻaz (ra) fue a realizar el Hall (peregrinación a La Meca) y se encontró con Hazrat ‘Umar (ra), quien había sido designado por Hazrat Abu Bakr (ra) para supervisar los asuntos relacionados con el Hall. Hazrat ‘Umar (ra) y Hazrat Muʻaz (ra) se reunieron el día de Tarwiyyah. Se abrazaron y expresaron sus condolencias el uno al otro por la muerte del Santo Profeta (sa). Luego, ambos se sentaron en el suelo y comenzaron a conversar.

Está escrito en Al Istiʻab, un libro de historia, que Hazrat Muʻaz (ra) era muy generoso y, debido a esta generosidad y benevolencia, fue por lo que se endeudó. Un día acudió al Santo Profeta (sa) y le solicitó que pidiera a aquellos a quienes debía dinero que perdonaran su deuda. Este es el mismo incidente mencionado anteriormente, pero de otra fuente. El Santo Profeta (sa) hizo esta petición a aquellos a quienes les debía dinero, pero ellos se negaron a perdonar la deuda. Si hubieran acordado perdonar las deudas de Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) por alguien en particular, hubiera sido por el Santo Profeta (sa), ya que su rango y estatus eran los más elevados. Por lo tanto, solo podría haber sido por su bien que uno le perdonara las deudas o le presentara sacrificios financieros. No obstante, como se mencionó anteriormente, algunas personas se negaron y dijeron: “‘Oh Mensajero de Al’lah, tomaremos la deuda que se nos debe!”. Entonces, para pagar estas deudas, el Santo Profeta (sa) vendió las propiedades de Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) y se quedó sin nada.

Por otra parte, en el mismo año de la conquista de La Meca, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Mu’az (ra) como gobernador [Amir] a un área de Yemen. Aquí queda claro que fue enviado en calidad de gobernador; por consiguiente, cualquier obsequio que recibiera en esta capacidad se habría considerado parte de la Tesorería. Fue la primera persona en hacer negocios con los fondos de la Tesorería, o sea, usando la riqueza dada en el camino de Dios. Permaneció en Yemen hasta la muerte del Santo Profeta (sa), momento en el que se había vuelto rico.  Durante este período, su negocio se volvió rentable y cualquier porción que tomaba producía ganancias para él.

Más tarde, cuando regresó a Medina, Hazrat ‘Umar (ra) le dijo a Hazrat Abu Bakr (ra): “Convócale (a Hazrat Mu’az [ra]) y, aparte de las necesidades que requiera, que le retiren el resto de su riqueza. El Santo Profeta (sa) solo le concedió permiso para pagar sus deudas y ahora estas habían sido pagadas. Debía mantener las necesidades básicas que requiera; sin embargo, no debería haber acumulado riqueza (según la estimación de Hazrat ‘Umar -ra-). Así pues, aparte de lo que requiera, todas las demás riquezas debían ser devueltas”. El asunto se presentó luego ante Hazrat Abu Bakr (ra). El grado de amor que Hazrat Abu Bakr (ra) tenía por el Santo Profeta (sa) no le permitía tomar una decisión contraria a algo para lo cual el Santo Profeta (sa) había concedido permiso. Pero Hazrat Abu Bakr (ra) dijo: “el Santo Profeta (sa) lo envió y no le quitaré nada (lo despidió, diciendo que tenía permiso para hacer negocios y usar las ganancias), a menos que quiera devolvérmelo él mismo, ya que yo no le quitaré nada. Siguió las instrucciones del Santo Profeta (sa) y aceptó los regalos y otras cosas con su permiso. Y Hazrat Abu Bakr (ra) continuó diciendo: A menos que me lo ofrezca él mismo, no se lo pediré”. Hazrat ‘Umar (ra) luego fue a Hazrat Mu’az (ra), porque Hazrat ‘Umar (ra) era muy decidido cuando se trataba de ciertos principios, por lo que fue a Hazrat Mu’az (ra) y le mencionó todo esto. Hazrat Mu’az (ra) respondió: “El Santo Profeta (sa) me envió para que pudiera cumplir con mis requisitos, por lo que no daré nada”. También se establece a través de los diversos relatos y las biografías de su vida, que si alguna vez pasaba por tiempos de prosperidad, solo duraban unos días, ya que regularmente distribuía su riqueza entre la gente.  Más adelante veremos en otros relatos cómo lo distribuía.

Hazrat Mu’az (ra) luego fue a Hazrat ‘Umar (ra) y dijo: “Acepto lo que dijiste”. Anteriormente le dijo a Hazrat ‘Umar (ra) que no daría nada, pero después de un tiempo volvió a verle y dijo que aceptaba, y consentía lo que había pedido y que actuaría de acuerdo con lo que dijo, “porque he visto un sueño”. Debe haber ido a él después de algún tiempo, porque luego se menciona el sueño. Continuó: “Vi en el sueño que me estaba ahogando en el agua y usted [es decir, Hazrat ‘Umar (ra)] me rescató”. Hazrat Mu’az (ra) luego fue a Hazrat Abu Bakr (ra), le contó todo y juró: “No esconderé nada en absoluto de usted” (queriendo decir de dónde y cómo recibió el dinero). Hazrat Abu Bakr (ra) le respondió: “No te quitaré nada. Sí, me has narrado todo esto y me lo has contado todo, pero no te quitaré nada y te lo he dado todo como regalo”. Hazrat ‘Umar (ra), quien también estuvo presente, dijo: “Esta es la mejor solución”. Cuando se enteró de que ahora el Jalifa de la época había tomado esa decisión, incluso después de que él [Hazrat Mu’az (ra)] se lo ofreció todo él mismo, Hazrat ‘Umar (ra) le dijo a Hazrat Mu’az (ra) que eso estaba bien, y lo aceptó por completa obediencia. No le importaba por qué se estaba tomando la decisión, todo lo que importaba era que después de la muerte del Santo Profeta (sa), la decisión debería recaer en el Jalifa de ese tiempo, en cuanto a si debía poder gastarlo o no, o si podía quedarse con la riqueza o no.

Antes de esto, Hazrat ‘Umar (ra) insistía en que la riqueza debería ser quitada de Hazrat Mu’az (ra), pero cuando Hazrat Abu Bakr (ra) tomó la decisión de que no se la quitaría y que se lo debería quedar como un regalo, Hazrat ‘Umar (ra) no tenía nada más que decir y se quedó en silencio, y luego añadió: “Por supuesto, esta es la mejor solución en este asunto”. Aquí, hay una aclaración adicional de que Dios Altísimo no llamó la atención sobre esto hasta que se cumplieron las necesidades de Hazrat Mu’az (ra).  Además, tras la muerte del Santo Profeta (sa), las necesidades de Hazrat Mu’az (ra) se cumplieron; o sea, se le concedió prosperidad y pudo pagar sus deudas. Solo entonces Dios Altísimo dirigió su atención a este asunto a través de un sueño que le indicó que ahora debía contentarse con su propio dinero. Ahora ya no debía aceptar obsequios en calidad de gobernador, ni gastar del tesoro. No se quedó allí por mucho tiempo después de esto, pero en cualquier caso, esta ha sido una breve explicación.

Hazrat Mu’az (ra) relata que cuando el Santo Profeta (sa) lo envió hacia Yemen, preguntó: “¿cómo gestionarás un caso cuando se te presente?” Él respondió: “decidiré de acuerdo con el Libro de Al’lah”. El Santo Profeta (sa) preguntó entonces: “¿y si no encuentras el mandato en el Libro de Al’lah? A lo que Hazrat Mu’az (ra) respondió: “decidiré de acuerdo con la práctica [Sunnah] del Mensajero de Al’lah (sa)”.  El Santo Profeta (sa) preguntó entonces: “¿y si no encuentras la instrucción en la sunnah del Mensajero (sa) de Al’lah? Hazrat Mu’az (ra) respondió: “formaré mi opinión de acuerdo con mi razonamiento y no mostraré ningún descuido al respecto”. Hazrat Mu’az (ra) afirma que cuando el Santo Profeta (sa) escuchó estas cosas, golpeó su mano sobre mi pecho y dijo: toda alabanza pertenece a Al’lah.  Toda la alabanza pertenece a Al’lah, quien ha permitido que el embajador del Mensajero (sa) de Al’lah se convierta en una fuente de alegría para él”.

Hazrat Mu’az (ra) narra que cuando el Santo Profeta (sa) lo envió a Yemen, le ordenó que no adoptara una vida de comodidad y tranquilidad, porque los siervos de Dios no viven una vida de comodidades mundanas. Esto aclara aún más que el Santo Profeta (sa) sabía que Hazrat Mu’az (ra) era muy generoso y que gastaría la riqueza de los obsequios y el comercio para ayudar a los necesitados.  Aun así, después de dar permiso para esto, el Santo Profeta (sa) le aconsejó que no viviera una vida de comodidad, sino que simplemente tuviera sus necesidades básicas satisfechas. Así que le advirtió que se abstuviera de hacerlo.

Hazrat Muaz (ra) relata: “Cuando puse mi pie en el estribo a la hora de partir hacia Yemen, el Santo Profeta (sa) me dio un último consejo, diciendo: trata a la gente de manera cortés, trata a la gente de manera cortés”.

Mirad el estado de los musulmanes hoy en día, ¿se están comportando de esta manera cuando celebran el milad-un-Nabi [cumpleaños del Santo Profeta (sa)]? La verdadera esencia de celebrar esto debería ser seguir el ejemplo del Santo Profeta (sa) y actuar de acuerdo con sus enseñanzas. Cuando envió a Hazrat Mu’az (ra) como gobernador de Yemen, describió su estado en las siguientes palabras, que significan [árabe]: “seguramente os envío lo mejor de mi gente”.

Ibn Abi Nayi narra que el Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat Mu’az (ra) como gobernador de Yemen y le dijo a la gente de Yemen: “ciertamente, os he enviado un gobernador que es el más entendido de mi pueblo y el más versado en materia de fe”.

En un Hadiz de Musnad Ahmad bin Hanbal, se menciona que Hazrat Mu’az (ra) relata: “El Santo Profeta (sa) me dio diez instrucciones, diciendo: la primera es no asociar a ningún copartícipe con Dios, incluso si te matan o te arrojan al fuego. En segundo lugar, no desobedecer a los padres, incluso si te quitan tu casa y tu riqueza. No debes desobedecer a tus padres, pase lo que pase, sin importarte si no recibes nada de ellos. El tercer consejo es no perderse ninguna oración obligatoria a sabiendas, porque quien abandona una oración obligatoria a propósito, se priva del apoyo y la protección de Dios Altísimo”. Luego dijo: nunca consumas alcohol, porque esta es la raíz de toda indecencia. Luego declaró: abstente del pecado y la desobediencia, porque el pecado atrae el desagrado de Dios Altísimo. Y añadió: cuando te enfrentes al enemigo en la batalla, no debes huir. Si te enfrentas al enemigo, no debes huir por miedo, incluso si la gente muere”. Y añadió: “si la gente está afligida por una epidemia como la peste, y tú estás sumido en la pandemia, debes permanecer donde estás”. Si residen en un área donde hay un brote de plaga, entonces el Santo Profeta (sa) ha instruido que uno debe permanecer donde está.

El Santo Profeta (sa) declaró además:

“Gastad en vuestra familia según vuestros medios, cumplid con sus derechos y no mostréis ninguna negligencia en su formación moral, (aunque tuvierais que mostrar un poco de rigor en su formación moral, entonces deberíais hacerlo para asegurar una buena crianza) inculcarles el temor de Dios”.  Estas fueron las diez cosas que le aconsejó el Santo Profeta (sa).

Hazrat Ibn ‘Umar (ra) narra que el Santo Profeta (sa) le dijo a Hazrat Mu’az (ra): “Te daré un consejo como a un hermano de corazón. Te aconsejo que te inculques el temor de Al’lah, visites a los enfermos, satisfagas las necesidades de las viudas y los ancianos, consueles a los necesitados, impartas justicia, digas la verdad y nunca permitas que tu miedo a ser reprendido te detenga en asuntos relacionados con Dios. Este es el consejo que te doy”.

En una ocasión, Hazrat ‘Umar (ra) pidió a sus compañeros que expresaran su deseo por algo. Uno de ellos respondió: “Desearía que esta casa se llenara de oro para poder gastarlo en el camino de Dios como sadaqah (caridad)”. Otro declaró: “Desearía que esta casa se llenara de perlas y rubíes, para poder gastarlas en el camino de Al’lah como sadaqah”. (Mirad cuán elevadas eran las aspiraciones de los Compañeros -ra-). Hazrat ‘Umar (ra) les pidió entonces que expresaran con más detalle lo que deseaban. Ellos preguntaron: ¡Oh Líder de los creyentes! ¿No entendemos qué debemos desear? Hazrat ‘Umar (ra) declaró: “Deseo que esta casa se llene de gente como Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra), Hazrat Mu’az bin Yabal (ra), Salim (ra), el esclavo liberado de Abu Hudhaifah (ra), y Hazrat Hudhaifah bin Yaman (ra)”.

Tambien he mencionado esta narración anteriormente y esta vez ha sido narrada con referencia a Hazrat Mu’az bin Yabal (ra).

Hazrat Mu’az (ra) vivió en Yemen durante dos años, de 9 a 11 D.H. En una ocasión, Hazrat ‘Umar bin Jattab (ra) colocó 400 dinares en una bolsa y le dijo a uno de sus emisarios que se lo llevara a Hazrat Abu Ubaidah bin Yarrah (ra), y que permaneciera allí un tiempo y tomara nota de lo que hacía con él. Este relato se mencionó en un sermón anterior con referencia a Hazrat Abu Ubaidah bin Yarah (ra), aunque no mencioné todo el relato, por lo que ahora voy a narrar el relato completo. Así pues, el emisario fue a Hazrat Ubaidah bin Yarah (ra) con la pequeña bolsa de dinero y dijo: “El Líder de los Fieles (ra) te ha dado esto y dice que puedes usarlo para satisfacer cualquier necesidad que tengas con él”. Hazrat Abu Ubaidah (ra) respondió: “Que Al’lah le conceda Su misericordia”. Luego llamó a una de sus sirvientas y le dijo que le diera 7 dinares a tal o cual persona, 5 a tal o cual, 5 a tal o cual y así repartió toda la cantidad”. En otras palabras, llamó a su sirvienta y le pidió que distribuyera toda la riqueza a las distintas casas, que quizás lo necesitaban. El emisario regresó a Hazrat ‘Umar (ra) y relató todo el incidente.

Hazrat ‘Umar (ra) había preparado otra bolsa para Hazrat Mu’az (ra) que contenía una cantidad igual de dinero y que fue enviada a Hazrat Abu Ubaidah (ra). Hazrat ‘Umar (ra) le dijo al emisario que le diera la bolsa a Hazrat Mu’az (ra) y nuevamente le instruyó que se quedara en su casa por un tiempo, y observara lo que hacía con ella. Y así, el emisario tomó la bolsa y fue a Hazrat Mu’az (ra) y dijo: “El Líder de los Fieles (ra) ha dicho que puedes usar esto para satisfacer cualquier necesidad que tengas”. Hazrat Mu’az (ra) respondió: “Que Al’lah le conceda Su misericordia”. Hazrat Mu’az (ra) llamó entonces a su sirvienta y le dijo que diera una cierta cantidad a tal o cual casa, y una cierta cantidad a tal o cual otra casa. Mientras Hazrat Mu’az (ra) repartía la riqueza, su esposa entró y dijo: “Por Dios, nosotros también la necesitamos porque no hay nada en la casa”. Por favor, guarda algo para nosotros”. (Esta narración aclara aún más la narración anterior sobre la obtención de beneficios y la recepción de regalos). Su esposa declaró que no tenían nada en casa y que por lo tanto ellos también lo necesitaban. Para entonces todo el dinero había sido distribuido y sólo quedaban 2 dinares en la bolsa que Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) entregó a su esposa. El emisario regresó a Hazrat ‘Umar (ra) y relató todo el incidente. Hazrat ‘Umar (ra) estaba muy contento con esto y declaró: “Ciertamente, Hazrat Ubaidah (ra) y Hazrat Mu’az (ra) son como dos hermanos”. En otras palabras, esta virtud de gastar en los demás era compartida por ambos.

Shuraih bin Ubaid, Rashid bin Sa’d, etc. narran que cuando Hazrat ‘Umar (ra) llegó a Saragh, que es el nombre de un asentamiento situado cerca del valle de Tabuk, se le informó de que había un brote muy grave de una plaga en Siria. Posteriormente, Hazrat ‘Umar (ra) anunció: “Se me ha informado de que hay un brote muy grave de plaga en Siria. Por lo tanto, si estoy a punto de morir y Abu Ubaidah bin Yarah (ra) está vivo, entonces lo nombraré como el Jalifa. Y si Dios Altísimo me pregunta por qué lo nombré como el Jalifa de la ummah musulmana, diré que oí a Su Mensajero (sa) decir que a todo profeta se le concede un custodio para su ummah y el custodio de esta ummah es Abu Ubaidah bin Yarah”. Esta narración también ha sido mencionada anteriormente. Sin embargo, la gente expresó su preocupación por esto y preguntó qué pasaría con los miembros prominentes de los quraish, es decir, los Banu Fehr. Hazrat ‘Umar (ra) declaró entonces: “Si mi fallecimiento es inminente y Abu Ubaidah bin Yarah también ha fallecido, entonces nombraré a Mu’az bin Yabal como nuevo Jalifa. Si mi Señor, el Glorioso y Exaltado, me pregunta por qué lo nombré, diré a que escuché a Su Mensajero (sa) decir que en el Día del Juicio, Mu’az bin Yabal caminará por delante de los eruditos de la fe”. Este era el elevado estatus que Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) ocupaba por su conocimiento.

En la batalla de Yarmuk, en el 15 D.H., Hazrat Abu Ubaidah (ra) y Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) fueron nombrados comandantes en el flanco derecho del ejército. Los cristianos atacaron con tal intensidad que el flanco derecho del ejército se separó del resto del ejército y, en consecuencia, los soldados se dispersaron. Al ver estas circunstancias, Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) mostró gran valor y se mantuvo firme. Se bajó de su caballo y dijo que ahora lucharía a pie, y que si había alguien que pudiera hacer justicia luchando a caballo, entonces su caballo estaba a su servicio. El hijo de Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) además estuvo presente en el campo de batalla y dijo: “Le haré justicia porque puedo luchar mejor a caballo”. Y así, tanto el padre como el hijo, penetraron en las fuerzas bizantinas y lucharon tan valientemente, que los musulmanes, que inicialmente habían perdido su posición pudieron reagruparse y derrotar al enemigo, por lo que su estado de miedo se transformó en una victoria para los musulmanes.

Abu Idris Jaulani narra que cuando entró en la mezquita de Damasco, Siria, vio a un joven con dientes brillantes y la gente estaba sentada a su alrededor. Siempre que las personas tenían una diferencia de opinión sobre un asunto, le presentaban el tema y daban prioridad a su opinión sobre el asunto.  Cuando pregunté por él, me informaron que era Hazrat Mu’az bin Yabal. Al día siguiente por la tarde, fui de nuevo y vi que ya estaba allí antes que yo y estaba ofreciendo sus oraciones. Esperé y cuando terminó su oración, fui delante de él y le expresé mi “salaam” [saludo de paz]. Entonces dije: “Juro por Dios que te amo por Su causa”. Hazrat Mu’az bin Yabal preguntó: “¿Juras por Dios?” Le respondí: “Sí, juro por Dios”. Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) preguntó de nuevo: “¿Juras por Dios?” Volví a responder: “Sí, lo juro por Dios”. Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) entonces tomó la esquina de mi capa y me acercó hacia él y dijo: “Regocíjate, porque he oído al Mensajero (sa) de Dios decir: ‘Dios Altísimo declara que aquellos que se muestran amor unos a otros por Mi causa, aquellos que se sienten unos con otros por Mi causa, aquellos que se encuentran por Mi causa y aquellos que gasten sus riquezas unos con otros por Mi causa, seguramente se les concederá Mi amor”. En otras palabras, el amor de Dios Altísimo se convertirá en algo seguro para ellos.

En una de las narraciones dice que Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) tenía dos esposas. Cuando estaba con una esposa, ni siquiera tomaba agua para beber de la casa de la otra; tales eran sus normas de justicia. En otra narración se dice también que Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) tenía dos esposas. Cuando estaba con una esposa, ni siquiera hacía la ablución en la casa de la otra. Sus dos esposas fallecieron en Siria debido a la plaga y ambas fueron enterradas en una sola tumba. Mientras estaban siendo enterradas, Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) hizo un sorteo para decidir quién sería bajada a la tumba primero. Este era el nivel de justicia que poseía.

En otra narración de Siyar Al-Sahaba, se afirma que Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) tuvo dos esposas que fallecieron debido a la plaga de Amwas (esta fue una plaga que se extendió durante esa época) y además se informa de que uno de sus hijos, Abdur Rahman, que participó en la batalla de Yarmuk junto con Hazrat Mu’az bin Yabal (ra), también falleció debido a la plaga de Amwas.

Cuando Hazrat Abu Ubaidah (ra) falleció debido a la plaga de Amwas, Hazrat ‘Umar (ra) nombró a Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) como gobernador de Siria. Anteriormente mencioné los detalles en relación a Amwas, que era el nombre de un asentamiento situado a 10 km de Yarmla, en dirección a Jerusalén. Hazrat Mu’az (ra) también falleció debido a la plaga de Amwas en el mismo año.

Kazir bin Murrah relata que durante el período de su enfermedad, Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) les dijo: “He oído al Santo Profeta (sa) decir algo que hasta ahora les he ocultado. Escuché al Santo Profeta (sa) decir que la entrada al paraíso le corresponderá a quien diga como última palabra: “No hay nadie digno de adoración excepto Al’lah”. En otra narración dice que Hazrat Mu’az (ra) declaró: “La única razón por la que no os informé de este Hadiz fue para que no confiarais únicamente en ésto y abandonarais todas las demás buenas acciones”.

Cuando la plaga se extendió en Siria, Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) también enfermó por la misma y debido a su enfermedad entró en un estado de inconsciencia. Cuando recobró la conciencia, declaró: “Oh Al’lah, haz que esta aflicción [es decir, la plaga] se apodere de mí. Juro por Tu Honor que eres consciente de que te amo”. Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) cayó inconsciente de nuevo y cuando recobró la conciencia, ofreció la misma oración.

Estando cerca del momento de su fallecimiento, Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) preguntó si era de día y se le informó que aún no era de día. Cuando se hizo de día, Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) fue informado de ello y dijo: “Busco refugio en Dios de la noche cuya mañana lleva a uno al infierno de fuego. Doy la bienvenida a la muerte y al encuentro con Mi Amado que llega después de mucho tiempo. ¡Oh Dios! En verdad, Tú sabes que te temo, pero hoy, tengo esperanza. No amo al mundo, ni busco una vida larga para poder usar arroyos y plantar árboles, más bien para soportar la intensa sed del mediodía y las dificultades de mis circunstancias, y sentarme en compañía de esos eruditos que permanecen ocupados en Tu recuerdo”.

En otro relato se menciona que cuando Hazrat Mu’az (ra) estaba a punto de morir, comenzó a llorar. Algunas personas le preguntaron por qué lloraba, si era Compañero del Santo Profeta (sa). Él respondió: “No lloro por miedo a la muerte, ni porque dejo atrás este mundo. Lloro porque solo hay dos grupos de personas: los destinados al Cielo y los condenados al Infierno, y no sé en qué grupo seré levantado de nuevo después de la muerte. Lloro porque solo temo a Dios Altísimo”.

Existe una narración en Musnad Ahmad bin Hanbal que dice: “Escuché decir al Santo Profeta (sa): muy pronto emigrarás a Siria y esta será conquistada por tus manos.  Pero después sufrirás el brote de una enfermedad con forúnculos y ampollas, y esta enfermedad se extenderá de tal manera que nadie podrá escapar. Dios concederá el martirio a algunas personas a través de ello y purificará sus obras. “¡Oh Dios! Si es verdad que Mu’az bin Yabal escuchó estas palabras del Santo Profeta (sa), entonces concédele a él y a su familia una gran parte de ella [es decir, de la profecía sobre la peste]”. Así ocurrió que todos [es decir, Hazrat Mu’az y su familia] sufrieron esta plaga y nadie de su familia sobrevivió.

Cuando el forúnculo de la plaga se hizo visible en el dedo índice de Hazrat Mu’az, dijo que esto le agradaba mucho más que si le regalaran camellos rojos. En Tabari se dice que en la palma de su mano se desarrolló un forúnculo. Él lo miraba y besaba el dorso de esa mano diciendo: “No cambiaría nada de este mundo por esto”. Hazrat Mu’az bin Yabal (ra) falleció en el 18 después de la Hégira, aunque hay diferentes opiniones en relación a la edad que tenía en el momento de su fallecimiento. Su edad ha sido registrada como 33, 34 ó 38 años. El número total de narraciones de Hazrat Mu’az es de 157. Dos de estos Hadices se encuentran tanto en Bujari como en Muslim.

El próximo Compañero cuyos relatos narraré es Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr (ra). Hazrat ‘Abdul’lah (ra) pertenecía al clan Banu Salamah de la tribu Jazrall de los Ansar. El nombre de su padre era Amr bin Haram y el de su madre Rabab bint Qais. Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr (ra) nació aproximadamente 40 años antes de la emigración. En otras palabras, en el momento de la emigración a Medina, él tenía 40 años. Hazrat Abdul’lah  bin Amr (ra) era el padre del conocido Compañero Hazrat Yabir bin ‘Abdul’lah (ra). Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr (ra) era el cuñado de Hazrat Amr bin Yamuh. Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr (ra) participó en el Segundo Juramento en Aqabah y fue uno de los 12 líderes nombrados por el Santo Profeta (sa). Participó en las batallas de Badr y Uhud, y fue martirizado en esta última. Según algunas narraciones, Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr fue el primer musulmán martirizado en la batalla de Uhud.

Acerca de cómo aceptó el Islam, Hazrat Ka’b bin Malik (ra) narra: “Habíamos quedado en reunirnos con el Santo Profeta (sa) en Aqabah en el día intermedio de Ayyam-e-Tashriq …” que son los últimos tres días del Hall, desde el 11  hasta el 13  Dhul-Hayyah. Como se ha mencionado anteriormente, Aqabah está situada entre La Meca y Mina. Cuando completamos el Hall, se acercó la noche señalada en la que habíamos prometido reunirnos con el Santo Profeta (sa).  Fuimos con Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr, que era uno de los reputados líderes y jefes de nuestra tribu. Habíamos ocultado nuestro plan a los idólatras que estaban con nosotros. Le dijimos: “¡Oh Abu Yabir! Tú eres nuestro noble jefe y uno de nuestros líderes”. Se le conocía por el nombre de Abu Yabir. Continúa narrando: “Le dijimos: ‘¡Oh Abu Yabir! Tú eres nuestro noble jefe y uno de nuestros líderes. No deseamos que te conviertas en el combustible del fuego del infierno”. Después le invitamos a aceptar el Islam y le informamos sobre el plan de reunirse con el Santo Profeta (sa) en Aqabah”. Aceptó el Islam y participó en el Juramento en Aqabah. También fue nombrado como uno de los doce jefes durante el juramento en Aqabah”.

Hazrat Yabir bin ‘Abdil’lah (ra) narra que él, junto con su padre y dos tíos maternos, formaron parte de los que juraron lealtad en Aqabah. Un narrador, Ibn Uainah, afirma que uno de ellos [es decir, de los dos tíos] era Hazrat Bara bin Ma’rur (ra). Con anterioridad, he narrado los detalles sobre el Segundo Juramento en Aqabah de Sirat Jatam-un-Nabiyyin acerca de un Compañero, de hecho fue en relación con dos Compañeros. Hablaré sobre algunas partes del Juramento en Aqabah segun el Sirat Jatam-un-Nabiyyin relacionadas con Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr (ra):

En  Dhul-Ḥayyah del año 13 Nabawi, con motivo del Ḥall, cientos de personas de Aus y Jazrall vinieron a La Meca. Entre ellos, había setenta personas que, o bien se habían hecho musulmanes o que deseaban hacerse, y vinieron a La Meca para conocer al Santo Profeta (sa).

En esa ocasión, dado que, después de los ritos del Hall era necesaria una reunión colectiva y privada, se fijaron las fechas intermedias del mes de Dhul-Ḥayyah para este propósito. Ese día, a mitad de la noche, todas estas personas debían venir y encontrarse con el Santo Profeta (sa) en el mismo valle que el año pasado, para que se pudiera llevar a cabo una reunión privada en paz y con toda la atención. El Santo Profeta (sa) ordenó a los Anṣar que no vinieran en grupo, sino que llegaran al valle a la hora señalada, de uno en uno o de dos en dos. “No despertéis a los que duermen, ni esperéis a los ausentes”. Por lo tanto, cuando llegó la fecha señalada, durante la noche, cuando había pasado aproximadamente un tercio de la noche, el Santo Profeta (sa) salió de su casa. Se trajo a su tío Abbas con él, que todavía era un idólatra, pero amaba al Santo Profeta (sa) y era un jefe de la dinastía Hashim. Ambos llegaron a este valle y no pasó mucho tiempo antes de que los Anṣar comenzaran a llegar de uno en uno o de dos en dos. Eran setenta personas de Aus y Jazrall. Al principio, Abbas comenzó el discurso diciendo:

“¡Oh tribu de Jazrall!” Muḥammad [sa] es amado y venerado dentro de su linaje. Hasta el día de hoy, su linaje siempre ha sido responsable de su protección y en tiempos de peligro siempre ha salido adelante. Pero ahora Muḥammad [sa] tiene la intención de dejar su tierra natal y vivir con vosotros. De forma que si deseáis acogerle, debéis protegerle en todos los sentidos y tendréis que enfrentaros a todos los enemigos. Si estáis preparados para ello, entonces muy bien; de lo contrario, dad una respuesta franca, porque la palabra directa es buena”.

 Al-Bara ’bin Ma‘rur (ra), un influyente anciano de la tribu de los Anṣar, dijo:

“Abbas, hemos escuchado tu discurso, pero nos gustaría escuchar al Santo Profeta (sa) de su propia lengua bendita, para que exponga la responsabilidad que desea poner sobre nosotros”.

 Ante esto, el Santo Profeta (sa) recitó algunos versículos del Sagrado Corán y describió, en un breve discurso, las enseñanzas del Islam. Mientras hacía alusión a Haququl’lah [los derechos debidos a Dios] y a Haququl-‘Ibad [los derechos hacia la creación de Dios], el Santo Profeta (sa) dijo: “Respecto a mi, todo lo que deseo es que, si fuera necesario, me protejáis del mismo modo  que protegéis a vuestros seres queridos y familiares”.

 Cuando el Santo Profeta (sa) hubo completado su discurso, según la costumbre de Arabia, Al-Bara ‘bin Ma’rur (ra) tomó la mano del Santo Profeta (sa) entre la suya y dijo: “ ¡Oh Mensajero de Dios! Juramos por el Dios que te ha enviado con la verdad que te protegeremos con nuestras vidas…”

 Se comprometieron a hacerlo, pero una persona le preguntó al Santo Profeta (sa) que cuando se le concediera la victoria, ¿los dejaría?

“El Santo Profeta (sa) sonrió y dijo: ‘…tu sangre será mía, tus amigos serán mis amigos y tus enemigos serán mis enemigos. Sobre esto, ‘Abbas bin Ubadah Anṣari (ra) miró a sus Compañeros y dijo,

¡Oh pueblo! ¿Entienden el propósito de este tratado y promesa?  Esto significa que debéis prepararos para enfrentaros a todos, sin importar quiénes sean y sin importar sus antecedentes; y debéis estar preparados para ofrecer cualquier sacrificio”. La gente dijo: “Sí, lo entendemos; pero, ¡oh Mensajero de Dios! ¿Qué recibiremos a cambio de esto? El Santo Profeta dijo: “Recibiréis el Paraíso de Al’lah, que es la mayor de Sus recompensas”. Todos dijeron: “Estamos de acuerdo con este trato. ¡Oh Mensajero de Dios, extiende tu mano!

 El Santo Profeta (sa) sacó su mano bendita y este grupo de setenta devotos pactaron su alianza de la mano del Santo Profeta (sa) en un pacto defensivo. El nombre de este Bai’at es “El segundo Bai’at en Aqabah”.Cuando el Bai’at tuvo lugar, el Santo Profeta (sa) dijo: ‘Moisés (as) nombró doce jefes entre su pueblo que sirvieron como sus supervisores y protectores. También deseo nombrar doce jefes de entre vosotros que serán vuestros supervisores y protectores. Serán como los discípulos de Jesús (as) para mí y serán responsables ante mí con respecto a la gente. Como tal, proponed los nombres de hombres dignos ante mí”.

 Por lo tanto, se propusieron doce hombres que el Santo Profeta (sa) aprobó y, nombrando a cada uno de ellos como supervisor de una tribu, les explicó sus deberes. Para algunas tribus, el Santo Profeta (sa) nombró dos jefes”. En cualquier caso, Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr (ra) también fue nombrado como uno de estos doce jefes.

Según una narración, durante la batalla de Uhud, cuando ‘Abdul’lah bin Ubayy bin Salul, que era el líder de los hipócritas en Medina, se rebeló, Hazrat ‘Abdul’lah bin ‘Amr (ra) trató de aconsejarle a él y a los que estaban con él. Hazrat Yabir bin ‘Abdil’lah (ra) narra: “Mi padre, ‘Abdul’lah bin Amr y mi tío materno fueron martirizados durante la batalla de Uhud. Mi madre (según otras narraciones era su tía, que era la esposa de Hazrat ‘Amr bin Yamuh -ra-) estaba llevando sus cuerpos a Medina en un camello cuando un mensajero del Santo Profeta (sa) anunció que los difuntos debían ser enterrados donde fueron asesinados. Posteriormente ambos fueron llevados de vuelta y enterrados donde lucharon y fueron martirizados.

En otra narración, Hazrat Anas bin Malik (ra) afirma: “Durante la batalla de Uhud, llegaron a la gente de Medina noticias falsas de que el Santo Profeta (sa) había sido martirizado. Al escuchar esta noticia, la gente se puso ansiosa e inquieta. Una mujer Ansari se dirigió hacia Uhud y en el camino vio los cuerpos de su padre, hijo, esposo y hermano tendidos en el suelo”. El narrador continúa: “No sé con qué cuerpo se encontró primero. Preguntó quiénes son estas personas. Se le informó que eran los cuerpos de su padre, su hermano, su marido y su hijo. Ella preguntó: “¿Cómo está el Mensajero de Dios? La gente le informó que el Santo Profeta estaba de pie ante ella.  Se dirigió al Santo Profeta y se aferró a su manto, diciendo: “¡Oh Mensajero de Dios! Que mis padres sean sacrificados por tu causa. Viéndote vivo y bien, no me preocupo por ningún difunto”.

Dos o tres años antes de su Jalifato, Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) pronunciaba discursos durante el Yalsa Salana sobre el tema de la vida y el carácter del Santo Profeta (sa) y también sobre las expediciones. Él relató un incidente sobre Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr, que voy a narrar aquí. Declaró que la hermana de Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr (es decir, la esposa de Hazrat Amr bin Yamuh), como su hermano, tenía un inmenso amor por el Santo Profeta (sa). Su marido fue martirizado en esta batalla, su hermano fue martirizado también en dicha batalla y también su hijo fue martirizado en la misma. Sin embargo, la alegría de conocer el bienestar del Santo Profeta (sa) superaba cualquier pena de sus difuntos. Hazrat ‘Aisha Siddiqa (ra) narra: “Iba hacia el campo de batalla para preguntar sobre la situación. En el camino me encontré con Hind, la esposa de Amr bin Yamuh, sosteniendo las riendas de un camello que llevaba hacia Medina. Le pregunté sobre la situación en el campo de batalla. Ella contestó: “Alhamdulil’lah [Todas las alabanzas pertenecen a Dios] todo está bien. El Santo Profeta (sa) está vivo y bien”. Mientras tanto, me di cuenta de que el camello estaba cargado con algo. Pregunté qué llevaba el camello y ella respondió: “Los cuerpos de mi marido, Amr bin Yamuh, mi hermano ‘Abdul’lah bin Amr y mi hijo, Jalad”. Diciendo esto, intentó volver a Medina, pero el camello se sentó y se negó a moverse. Cuando finalmente se levantó, se negó a ir en dirección a Medina. Luego movió las riendas en dirección a Uhud, a la que el camello comenzó a moverse sin ninguna reticencia”.

Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) dice entonces: “Esta fue la condición de esta mujer y su amor por el Santo Profeta (sa). Al mismo tiempo el Santo Profeta (sa) ordenó a los Compañeros que buscaran los cuerpos de Amr bin Yamuh y ‘Abdul’lah bin Amr y que los enterraran en la misma tumba, ya que ellos también se amaban en este mundo”. El Santo Profeta (sa) los tenía a ambos en alta estima.

En una narración se dice que cuando Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr (ra) estaba a punto de salir para la batalla de Uhud, llamó a su hijo Hazrat Yabir (ra) y dijo: “¡Oh hijo mío! Creo que estaré entre los principales mártires. ¡Por Dios,  aparte del Mensajero de Dios(sa), no hay nadie más querido por mí de entre los que dejo atrás que tú. Tengo una deuda por ahí, paga esa deuda por mí. También te encargo que muestres amabilidad y benevolencia con tus hermanas”. Hazrat Yabir (ra) relata: “A la mañana siguiente, mi padre fue el primero en ser martirizado y el enemigo le cortó la nariz y las orejas”.

Hazrat Yabir (ra) narra: “Cuando el Santo Profeta (sa) vino para el entierro de los mártires de Uhud, dijo: ‘Entiérrenlos en el estado en que están, ya que soy testigo de ellos. Ningún musulmán que haya sido herido en el camino de Dios se presentará ante Dios en el Día del Juicio, excepto con la sangre que fluya de sus heridas. El color de la sangre será azafrán pero olerá a almizcle”. En otras palabras, que estarán entre los elegidos de Dios Altísimo. No hay necesidad de bañarlos o enterrarlos con ropas especiales, ya que deben ser enterrados de la manera en que fueron martirizados.

Hazrat Yabir (ra) afirma que su padre estaba envuelto en una sola sábana. El Santo Profeta (sa) preguntó quién conocía más el Corán de memoria. Mientras los mártires de Uhud eran enterrados, el Santo Profeta (sa) preguntaba quién sabía más del Corán de los que estaban siendo enterrados. Cuando indicaban hacia alguien, el Santo Profeta (sa) instruía para bajarlo primero a la tumba ante sus compatriotas. En otras palabras, los que sabían más del Corán fueron enterrados primero y sobre Hazrat ‘Abdul’lah bin Amr (ra), la gente diría que fue el primero en ser martirizado el día de Uhud. En ese momento, la gente discutía que ‘Abdul’lah bin Amr fue el primero en ser martirizado. Sufyan bin Abd Shams fue quien lo martirizó. El Santo Profeta (sa) había dirigido sus oraciones fúnebres antes del segundo ataque y ordenó que ‘Abdul’lah bin Amr y Amr bin Yamuh fueran enterrados en la misma tumba, ya que se amaban y respetaban mutuamente. El Santo Profeta (sa) instruyó que aquellos que tenían un vínculo cercano en este mundo debían ser enterrados en la misma tumba. Se afirma que ‘Abdul’lah bin Amr (ra) tenía una tez rojiza y no tenía pelo hacia el frente de su cabeza. No era muy alto, mientras que Amr bin Yamuh era alto y por esta razón ambos eran fácilmente reconocibles y fueron enterrados en la misma tumba.

Si Dios quiere, narraré el resto de los relatos en el futuro sermón.

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que seguiría destacando los incidentes de la vida del compañero Hazrat Mu’adh bin Yabal (ra).La generosidad de Hazrat Mu’adh bin Yabal (ra)

Su Santidad (aba) dijo que debido a que era muy generoso con su riqueza, con el tiempo, Hazrat Mu’adh (ra) había incurrido en una gran cantidad de deudas. Aquellos a quienes les debía fueron e informaron al Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) mandó llamar a Hazrat Mu’adh (ra) y se enteró de que la deuda que había incurrido superaba la cantidad que tenía. Así, el Santo Profeta (sa) dijo que quien perdonara la deuda de Hazrat Mu’adh (ra), Al’lah le mostraría Su misericordia. De esta manera, algunas personas perdonaron la deuda de Hazrat Mu’adh (ra). Sin embargo, hubo algunos que aún exigieron que la deuda fuera pagada. Hazrat Mu’adh (ra) les pagó lo que pudo con las propiedades que poseía pero, incluso después de dar todo lo que tenía, no alcanzó a pagar todo cuanto debía. Cuando se exigió la cantidad total, el Santo Profeta les dijo que le dieran a Hazrat Mu’adh (ra) un respiro ya que no le quedaba nada.

La confianza del Santo Profeta (sa) en Hazrat Mu’adh (ra)

Más tarde, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Mu’adh (ra) a Yemen como emir y fue uno de los cinco compañeros encargados de supervisar los asuntos de Yemen. Antes de su partida, el Santo Profeta (sa) le dijo que como todavía debía una cantidad en deuda, si alguien le ofrecía un regalo debía aceptarlo. Con este permiso, Hazrat Mu’adh podría eventualmente pagar la deuda en su totalidad.

Su Santidad (aba) presentó otra narración de Hazrat Mu’adh (ra): dijo que cuando partía hacia Yemen, el Santo Profeta (sa) caminó a su lado, y le dijo que cuando volviera de Yemen, quizás no se encontraran y Hazrat Mu’adh (ra) pasara por su tumba. Al oír esto, Hazrat Mu’adh (ra) comenzó a llorar.

Su Santidad (aba) dijo que más tarde, durante la época del Califato de Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat Umar (ra) sugirió que, ya que Hazrat Mu’adh (ra) había pagado todas sus deudas y cubría las necesidades de la vida gracias a las riquezas que habia obtenido como regalos, no debería tener ningún exceso de riqueza y se le debían de retirar los bienes sobrantes. Sin embargo, Hazrat Abu Bakr (ra) dijo que el permiso para utilizar dicha riqueza había sido concedido por el propio Santo Profeta (sa), po ello no le quitaría nada, a menos que se ofreciera a devolver la riqueza él mismo. Hazrat Umar (ra) transmitió esto a Hazrat Mu’adh (ra), quien finalmente decidió que devolvería cualquier exceso de riqueza que tuviera. Cuando fue a Hazrat Abu Bakr (ra), y le dijo que deseaba devolver la riqueza que tenía. Hazrat Abu Bakr (ra) dijo que no aceptaría esta riqueza, y podía conservarla como un regalo de él. Al escuchar esto, y viendo que Hazrat Abu Bakr (ra) le había dado esto como un regalo, Hazrat Umar (ra) también estuvo completamente satisfecho con la decisión.

Consejo del Santo Profeta (sa) a Hazrat Mu’adh (ra)

Su Santidad (aba) presentó una narración de Hazrat Mu’adh (ra) que decía que al salir para Yemen, el Santo Profeta (sa) le aconsejó diez cosas, una de las cuales era abstenerse de una vida extravagante. También le aconsejó que tratara con el pueblo de Yemen mostrando un altos valores morales.

Su Santidad (aba) comentó que el Santo Profeta (sa) enseñó a los musulmanes a mostrar un alto carácter moral, pero, ¿acaso les vemos hoy en día actuar de acuerdo con esta enseñanza? Y sin embargo, los musulmanes de todo el mundo conmemoran el Eid Miladun Nabi para celebrar el nacimiento del Santo Profeta (sa).

La abnegación de Hazrat Mu’adh (ra)

Su Santidad (aba) dijo que una vez, Hazrat Umar (ra) envió a alguien a Hazrat Abu Ubaidah bin al-Yarrah (ra) con 400 dinares y le dijo que le diera este dinero y que viera cómo lo gastaba. Cuando le dio el dinero, Hazrat Abu Ubaidah (ra) llamó a uno de sus trabajadores y le dio instrucciones para que distribuyera la riqueza entre varios hogares que necesitaban el dinero. Luego, Hazrat Umar (ra) envió la misma cantidad de dinero a Hazrat Mu’adh (ra) y nuevamente instruyó que la persona que se lo entregara que debía quedarse allí para ver cómo lo gastaba. Cuando Hazrat Mu’adh (ra) recibió el dinero, también dio instrucciones de que el dinero se distribuyera entre varios hogares que lo necesitaban. En ese momento, la esposa de Hazrat Muadh (ra) dijo que ellos también eran muy pobres y necesitaban el dinero ya que no tenían apenas nada. Para entonces, Hazrat Mu’adh (ra) ya había distribuido el dinero y sólo le quedaban dos dinares, que se los dio a su esposa. Al oír que esta era la forma en que gastaba el dinero, Hazrat Umar (ra) se alegró mucho.

Su Santidad (aba) comentó que este incidente, específicamente los comentarios hechos por la esposa de Hazrat Mu’adh (ra) sobre la simplicidad con la que vivían, muestra que Hazrat Mu’adh (ra) no usó el dinero que recibió para vivir una vida lujosa y extravagante.El fallecimiento de Hazrat Mu’adh (ra)

Su Santidad (aba) presentó narraciones sobre los momentos previos al fallecimiento de Hazrat Mu’adh (ra). Hazrat Mu’adh (ra) estaba en su lecho de muerte cuando finalmente relató la declaración que el Santo Profeta (sa) le había dicho, que era que quienquiera que aceptara que hay un Dios Único y que Muhammad (sa) era su mensajero entraría en el cielo. Dijo que no había relatado esto antes por temor a que la gente simplemente confiara en esto y abandonara las buenas obras. Según otra narración, Hazrat Mu’adh (ra) comenzó a llorar en sus últimos momentos, dijo que no lloraba por miedo a la muerte, sino que lloraba porque había dos grupos, los que iban al cielo y los que iban al infierno, y no sabía de qué iba a formar parte. Dijo que sólo lloraba por el miedo a Al’lah.Hazrat Abdul’lah bin ‘Amr (ra)

Su Santidad (aba) dijo que el segundo compañero cuya vida mencionaría se Hazrat Abdul’lah bin ‘Amr (ra).

Hazrat Abdul’lah bin ‘Amr (ra) era de la rama Banu Salamah de la tribu Khazraj. Su padre era ‘Amr bin Haram y su madre Rubab bint Qais. Era el padre de Hazrat Yabir bin Abdil’lah (ra) y por lo tanto también era conocido como Abu Yabir. Aceptó el Islam en la ocasión del Segundo Compromiso en Aqabah. Participó en la Batalla de Badr y fue martirizado durante la Batalla de Uhud.

El Segundo Compromiso en Aqaba

Su Santidad (aba) presentó narraciones sobre el Segundo Compromiso en Aqabah y también presentó detalles de la vida y carácter del Sello de los Profetas (sa). Después de la promesa, el Santo Profeta (sa) dijo que nombraría 12 representantes que actuarán como guardianes, como Moisés (as) había hecho. Dijo que estos 12 representantes serían como los 12 discípulos lo fueron para Jesús (as). Está registrado que Hazrat Abdul’lah bin ‘Amr (ra) fue uno de los 12 representantes.

Devoción al Santo Profeta (sa)

Su Santidad (aba) presentó una narración sobre la hermana de Hazrat Abdul’lah bin ‘Amr, cuyo padre, hermano, marido e hijo fueron todos martirizados en la batalla de Uhud. Cuando se enteró de sus martirios, se preocupó más por el bienestar del Santo Profeta (sa). Al saber que el Santo Profeta (sa) estaba a salvo, fue a él y le dijo que no le importaba el martirio de nadie más, siempre y cuando el Santo Profeta (sa) estuviera a salvo.

Su Santidad (aba) presentó una narración de Hazrat Yabir bin Abdul’lah (ra) quien, antes de partir a la Batalla de Uhud, aconsejó a su hijo que pagara sus deudas y cuidara bien de sus hermanas. A la mañana siguiente, Hazrat Abdul’lah bin ‘Amr (ra) fue el primero en ser martirizado por el enemigo. Su funeral fue dirigido por el Santo Profeta (sa).

Su Santidad (aba) dijo que continuaría destacando los incidentes de la vida de Hazrat Abdul’lah bin ‘Amr (ra) en el futuro.

Resumen preparado por The Review of Religions.

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