La vida del Santo Profeta (sa)
Sermón del viernes 22-11-2024
Después de recitar el Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:
Se estaba hablando del [Tratado de] Hudaibiyah. En este contexto, también encontramos una mención de Budail bin Warqa Juza’i y otros mensajeros de Quraish que acudieron al Santo Profeta (sa). Detallando esto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha relatado lo siguiente:
“Al llegar al valle de Hudaibiyah, el Santo Profeta (sa) acampó junto al pozo de agua que existía en este valle. Cuando los Compañeros habían acampado, un reconocido jefe de la tribu Juza’ah llamado Budail bin Warqa, que residía en una región cercana, vino al encuentro del Santo Profeta (sa) con algunos de sus asociados y dijo: ‘La gente de La Meca está preparada para la guerra y nunca os dejará entrar en ella.
El Santo Profeta (sa) declaró entonces: ‘No hemos venido con intención de guerra, sino para realizar la Umrah. Desgraciadamente, a pesar de que el fuego de la guerra los ha reducido al polvo, siguen insistiendo. Incluso estoy dispuesto a pactar una tregua con ellos para que cesen la guerra contra mí y me dejen libre con respecto al resto de la gente. Sin embargo, si rechazan mi propuesta e insisten en mantener encendido el fuego de la guerra, entonces también juro por Aquel Ser, en Cuya mano está mi vida, que no me retiraré de esta batalla, hasta que muera por esta causa, o Dios me dé la victoria. Si salgo derrotado en esta batalla, terminará esta historia, pero si Dios me concede la victoria, y la religión que he traído resulta victoriosa, entonces la gente de La Meca no debe dudar en creer en mí’.”
Budail bin Warqa se sintió muy conmovido por este discurso sincero y serio. Le pidió al Santo Profeta (sa): “Si me permite un momento, iré a La Meca y transmitiré su mensaje para buscar la reconciliación”. El Santo Profeta (sa) se lo permitió y Budail partió hacia La Meca con algunos de sus compañeros.
Cuando Budail bin Warqa llegó a La Meca, reunió a los Quraish y dijo: “He venido de parte de ese hombre (es decir, Muhammad, el Mensajero de Dios (sa)), y me ha presentado una propuesta. Si me lo permitís, os la presento.” Ante esto, la gente vehemente e irresponsable de entre los Quraish comenzó a decir: “No escucharemos nada de lo que tenga que decir” (es decir, no estamos dispuestos a escuchar ninguna palabra del Santo Profeta (sa)). Sin embargo, la gente influyente y de confianza entre los Quraish dijo: “Sí, infórmanos de la propuesta.” Por ello, Budail repitió la propuesta del Santo Profeta (sa).
Ante esto, se levantó un hombre llamado Urwah bin Mas’ud, que era un jefe muy influyente de la tribu de Zaqif, y que estaba presente en La Meca en ese momento. A la antigua usanza árabe, empezó a decir: “¡Oh, pueblo! ¿No soy como un padre para vosotros?” Respondieron afirmativamente. Dijo: “¿No sois todos como mis hijos?” De nuevo, respondieron afirmativamente. Entonces Urwah dijo: “¿Dudáis de mí en algo?” Los Quraish respondieron: “¡En absoluto!” Dijo: “Entonces opino que este hombre (es decir, Muhammad (sa)) ha presentado una propuesta excelente”. Debéis aceptar esta propuesta y os pido que me permitáis ir a ver a Muhammad (sa) para seguir hablando de esta propuesta”. Los Quraish dijeron: “Ciertamente. Ve y debate esta propuesta”.
El relato continúa de la siguiente manera: “Urwah se presentó ante el Santo Profeta (sa) y comenzó a decir: “He dejado a Ka’b bin Lu’ayy y a Amir bin Lu’ayy en el pozo de Hudaibiyah y con ellos hay dos camellas que dan leche. Han llamado a los Ahabish y a sus asociados”. Los Ahabish eran aliados de los Quraish y habían prestado juramento al pie de la montaña Habshi, en Abisinia. Como tales, pasaron a ser conocidos como los Ahabish. Así que llamaron a sus seguidores.
Dijo: “Llevan pieles de guepardo -es decir, los incrédulos llevan pieles de guepardo, y están listos para la guerra-. Han jurado que no despejarán el camino entre vosotros y la Casa de Dios, a menos que los destruyáis” (es decir, a menos que el Santo Profeta (sa) los destruya). Y continuó: “De los dos resultados [posibles] en relación a vosotros y la gente contra la que váis a luchar, un hecho es seguro”. Entonces le dijo al Santo Profeta (sa): “O bien destruirás a tu propio pueblo, aunque hasta hoy es desconocido que una persona haya destruido a su propio pueblo o a sus parientes, o la gente que está contigo te va a deshonrar”. En otras palabras, trató de asustar al Santo Profeta (sa) diciendo que las personas que estaban con él eran cobardes. Hizo especulaciones erróneas sobre los Compañeros y dijo: “¡Por Dios! Los rostros que veo son sólo de los que huyen”.
En otra tradición, se afirma que: “entre estas personas se encuentran individuos a los que no conozco, ni sé nada sobre sus antepasados ni de sus cualidades morales. Creo que huirán y te abandonarán.” En otra tradición más, consta que dijo: “puedo visualizar que si lucharas contra los Quraish, te entregarán a ellos.” (De esta forma, intentaba influir y asustar al Santo Profeta (sa)). “Te encarcelarán y ¡qué duro que soportar esta situación!”
Hazrat Abu Bakr (ra), que estaba sentado detrás del Santo Profeta (sa), enfureció y dijo: “Ve y muestra tu devoción a tu ídolo Lat. ¡No digas esas cosas! ¿Acaso vamos a dejar al Santo Profeta (sa)?” Urwah respondió: “¿Quién es?” El Santo Profeta (sa) dijo: “Este es Abu Bakr (ra).” Ante esto, Urwah dijo: “¡Por Dios! Si no estuviera en deuda contigo, sin duda te habría respondido”. En algún momento, Hazrat Abu Bakr (ra) le hizo un favor a Urwah. En relación con esto, consta que Urwah pidió ayuda para pagar la indemnización por un derramamiento de sangre. Había matado a alguien y tenía que pagar una indemnización. Pidió ayuda, ante lo cual alguien le dio dos camellos, otra persona le dio tres camellos … Sin embargo, Hazrat Abu Bakr (ra) le ayudó con diez camellos. Este fue el favor de Hazrat Abu Bakr (ra) a Urwah.
Entonces Urwah comenzó a hablar con el Mensajero de Dios (sa), y mientras hablaba, se acercaba para tocar la barba del Santo Profeta (sa). Hazrat Mughirah bin Shu’bah estaba junto al Santo Profeta (sa) con una espada en la mano y un casco en la cabeza. Cuando Urwah se acercó al Santo Profeta (sa) para hablarle y extendió su mano para tocar su bendita barba, Hazrat Mughirah lo apartó del camino usando la punta de su espada, diciendo: “Aparta tus manos del Santo Profeta (sa) antes de que mi espada te alcance, pues no es digno de ningún idólatra tocar la barba del Santo Profeta (sa).”
Urwah levantó la cabeza y preguntó: “¿Quién es?”. La gente le dijo que era Mughirah bin Shu’bah. Según una narración, el propio Mensajero de Dios (sa) explicó que éste era su sobrino Mughirah bin Shu’bah. Urwah se volvió hacia él y le dijo: “¡Oh infiel! ¿No intenté ya una vez ayudarte a resolver tu traición?”
En la era preislámica de la ignorancia -los detalles a los que Urwah se refiere aquí – Mughirah había ido a algún lugar con un grupo de personas y terminó matándolas y llevándose sus pertenencias. Más tarde aceptó el islam. Entonces el Santo Profeta (sa) dijo: “En cuanto a tu islam, lo acepto, pero en cuanto a tu riqueza, no tengo nada que ver con ella”. Esta es una narración de Bujari. En cualquier caso, parece que Urwah debió de ayudar a Mughirah de un modo u otro a solucionar esto cuando ocurrió.
Entonces Urwah empezó a observar atentamente a los Compañeros del Santo Profeta (sa). Cada vez que el Mensajero de Al’lah (sa) escupía, los Compañeros lo cogían y se lo frotaban en las manos y luego en la cara y en el pecho, y cada vez que les ordenaba hacer algo, lo hacían inmediatamente. Cuando el Santo Profeta (sa) realizaba la ablución, los Compañeros competían unos con otros por usar ese agua. No permitían que cayera ni un solo cabello del Santo Profeta (sa), sino que lo recogían y lo guardaban. Mantenían la voz baja ante el Santo Profeta (sa) y le miraban con los ojos agachados con gran humildad y respeto. Cuando Urwah terminó de hablar con el Mensajero de Dios (sa), le dijo lo mismo que le había dicho a Budail bin Warqa, y continuó ofreciéndole propuestas de paz.
Entonces Urwah se acercó a los Quraish y comenzó a decir: “¡Oh pueblo mío! He servido como embajador ante reyes, en las cortes de César, Cosroes y Negus. Por Dios, nunca he visto un rey al que obedezcan tanto como los Compañeros obedecen a Muhammad (sa).”
A pesar de que, inicialmente, fue con la intención de asustar al Santo Profeta (sa) con respecto a los incrédulos, cuando presenció estas escenas, quedó impactado por ellas e hizo esta declaración a los incrédulos.
Dijo: “Por Dios, nunca he visto un rey cuyos compañeros lo honren tanto como los Compañeros de Muhammad (sa)”. Por Dios, no hay rey como él. Cuando escupe, sus compañeros lo tocan con las manos y se lo frotan en la cara y el cuerpo, y cuando ordena algo, se apresuran a cumplir sus órdenes. Cuando realiza la ablución, se apresuran a recoger el agua de la ablución y no permiten que caiga al suelo ni un mechón de su cabello, sino que lo conservan. En su presencia, sus Compañeros hablan en voz baja y, por respeto, no levantan los ojos para mirarle directamente, ni nadie habla sin su permiso. Cuando él (refiriéndose al Santo Profeta (sa)) lo permite, entonces los compañeros hablan; si no concede permiso, todos permanecen en silencio.”
Dijo además: “Os ha presentado una buena propuesta (es decir, el Santo Profeta (sa) os ha ofrecido algo beneficioso). Por lo tanto, deberíais aceptarla”. Y continuó: “En verdad, he amonestado a mi nación, y debéis comprender bien que si pretendéis levantar la espada contra él, él también desenvainará su espada contra vosotros. Si detenéis a su líder (es decir, si detenéis al Santo Profeta (sa)), he visto que a esta gente no le importará lo que les ocurra. Por Dios, incluso he visto a mujeres entre ellos, que no nos las entregarán. ¡Oh pueblo mío, cambiad de opinión, id a él y aceptad lo que os ha propuesto!”. Es decir, aceptar el tratado de paz que ha propuesto, la propuesta de la Umrah. Y añadió: “Os deseo lo mejor, pero también temo que no recibáis ninguna ayuda contra el hombre que ha venido a visitar la Casa de Dios. Lleva consigo animales de sacrificio, que sacrificarán y luego regresarán”.
En respuesta, los Quraish dijeron: “Oh Abu Yafur, (refiriéndose a Urwah) no digas eso. ¿Alguien además de ti ha dicho esto? Más bien, haremos que regrese este año y que venga el año que viene”. Entonces Urwah respondió: “Tendréis que enfrentaros a grandes dificultades”. Después, Urwah y sus compañeros partieron hacia Ta’if.
Hazrat Musleh Maud (ra) también ha narrado los acontecimientos que rodearon el Tratado de Hudaibiyah. En relación a estos hechos, dice:
“Cuando el Santo Profeta (sa) se dispuso a realizar el Tawaf (circunvalación) de la Ka’bah, los incrédulos de La Meca, al enterarse, enviaron a uno de sus jefes para entrevistarse con él. Se encargó al jefe que informara al Santo Profeta (sa) de que no viniera a realizar el Tawaf ese año.
Este jefe se acercó al Santo Profeta (sa) y comenzó a hablarle. Durante la conversación, comenzó a tocar la bendita barba del Santo Profeta (sa). Le pidió al Santo Profeta (sa) que aplazara el Tawaf para otro año”.
Hazrat Musleh Maud (ra) afirma además:
“Este acto de tocar la barba del Santo Profeta (sa) no era para faltarle el respeto. Se trataba más bien de una práctica cultural entre los pueblos de Asia. Cuando querían suplicar a alguien o conseguir su acuerdo, tocaban la barba de la otra persona en señal de súplica o, alternativamente, tocaban su propia barba para enfatizar su sinceridad, diciendo: “Soy un anciano y un líder de mi pueblo; por favor, atiende mi petición”. Así, este líder tocó la barba del Santo Profeta (ra) como gesto de imploración.
Al ver esto, un Compañero se adelantó, golpeó al jefe con la empuñadura de su espada y le dijo: “¡Quita tu mano impura!” Al reconocer al Compañero, el jefe respondió: “¿No eres tú a quien hice un favor en tal ocasión?” Al oír esto, el Compañero se calló y retrocedió. Sin embargo, el jefe volvió a tocar la barba del Santo Profeta en su súplica. Los Compañeros admitieron más tarde que estaban profundamente enfadados por el repetido acto del líder de tocar la barba del Santo Profeta (sa), pero en ese momento se dieron cuenta de que todos ellos habían recibido, en algún momento, un favor de este jefe (en otras palabras, su generosidad hacia los demás había sido amplia). Deseaban fervientemente que alguno de ellos no hubiese recibido la amabilidad de este cacique.
En ese momento, un hombre se adelantó, completamente vestido con armadura y cota de malla, y se dirigió al líder con gran celo, diciendo: “¡Quita tu mano impura!” Se trataba de Hazrat Abu Bakr (ra). Cuando el líder le reconoció, admitió: “No puedo decirte nada porque nunca te he hecho ningún favor.”
Entonces Hulais bin Alqamah Kinani, jefe de los Ahabish dijo: -como he mencionado antes, los Ahabish eran una tribu aliada de los Quraish que hicieron un pacto al pie de una montaña llamada Habashi; de ahí que se les conociera como los Ahabish- “Permitidme ir a ver al Santo Profeta (sa).” Los Quraish le permitieron ir. Cuando vio al Santo Profeta (sa) desde lejos, el Santo Profeta (sa) dijo: “Esta persona viene de una tribu que honra a los animales de sacrificio.” El Santo Profeta (sa) instruyó a los Compañeros: “Id y llevad vuestros animales de sacrificio ante él para que los vea.” Así que enviaron a sus animales.
Cuando vio a los animales en el borde del valle con collares alrededor del cuello, el pelo alrededor de sus cuellos se estaba cayendo debido a que los collares habían estado alrededor de sus cuellos durante largo tiempo. Esos animales no paraban de emitir sonidos. Los Compañeros le dieron la bienvenida mientras recitaban la Talbiyah (oración de los peregrinos). Llevaban allí medio mes. No se habían aplicado ninguna fragancia, es decir, los Compañeros no se habían aplicado ninguna fragancia y sus cabellos también estaban despeinados. Al ver esto, dijo: “Santo sea Dios, no es apropiado que se impida a esta gente dirigirse a la Casa de Dios.” Su corazón se ablandó de inmediato. Dijo: “Dios Altísimo no ha permitido que las tribus Lajam, Juzam, Qindah y Himyir realicen la peregrinación mientras que al hijo de Abdul Muttalib se le impida hacerlo. No es apropiado que los Quraish les impidan ir a la Casa de Dios. Por el Señor de la Ka’bah, los Quraish pueden perecer, no hay duda de que esta gente ha venido a realizar la Umrah.” Hizo esta declaración en apoyo de los musulmanes.
Al oír esto, el Santo Profeta (sa) dijo: “Por Dios, ¡oh hermano de Banu Kinanah!, ciertamente así es.” Esta fue la respuesta que el Santo Profeta (sa) le dio. Él se sintió tan conmovido que fue a ver a los Quraish y les dijo: “He visto algo que hace impropio detener a los musulmanes. He visto animales a los que se les ha caído el pelo del cuello debido a los collares que les han puesto y han mantenido durante bastante tiempo. El cabello de la gente se ha despeinado y todo esto ha sido para poder realizar circuitos alrededor de la Casa de Dios”. Dijo a los incrédulos: “Por Dios, no estamos de acuerdo con vosotros, ni hicimos un juramento para detener a las personas que defienden la santidad y el honor de esta Casa de Dios; mostraremos justicia a aquellos que desean hacer sacrificios con sus animales. Por Aquel en Cuyas manos está mi vida, despejad el camino hacia la Kaaba, o de lo contrario me llevaré a mi gente y os abandonaré”. Es decir, les ordenó que permitieran a los musulmanes realizar la Umrah. Los Quraish dijeron: “¡Oh Hulais!, permanece en silencio para que podamos hacer que acepten las estipulaciones que deseamos”.
Según otra narración, los Quraish dijeron: “Siéntate, eres un aldeano y no sabes nada. “Todo lo que has oído y visto de Muhammad (sa) no son más que engaños y mentiras (Dios no lo permita)”.
Durante este viaje, también se menciona que a Hazrat Kaab bin Ujrah se le concedió permiso para afeitarse la cabeza. Los detalles son los siguientes:
Hazrat Kaab bin Ujrah relata: “Estábamos en Hudaibiyah junto con el Santo Profeta (sa). Estábamos en estado de ihram mientras los idólatras nos asediaban. Mi cabello era bastante largo y los piojos caían sobre mi cara. El Santo Profeta (sa) pasó a mi lado y me preguntó: “¿Los piojos en tu cabeza te están causando molestias?” Respondí afirmativamente. El Santo Profeta (sa) dijo, además: “No pensé que tu condición se deterioraría hasta este punto”. Luego, el Santo Profeta (sa) me ordenó que me afeitara la cabeza, diciendo que procediera así primero. Dios Altísimo reveló el siguiente versículo:
[Árabe]
“Y quien de vosotros esté enfermo o tenga alguna dolencia en la cabeza, que haga una expiación ya sea mediante el ayuno, la limosna o un sacrificio.”
En otras palabras, se permite afeitarse la cabeza en tales circunstancias de dificultad.
También se menciona que Mikraz bin Hafs fue enviado como embajador de los Quraish. Como se mencionó anteriormente, varias personas pidieron permiso a los Quraish y vinieron como embajadores para encontrarse con el Santo Profeta (sa). Uno de ellos también fue Mikraz bin Hafs. También pidió permiso a los Quraish para ir a ver al Santo Profeta (sa). Al verlo llegar, el Santo Profeta (sa) dijo que era un hombre falso; el “Fayir” [malvado] también se menciona en la narración. Cuando fue ante el Santo Profeta (sa), el Santo Profeta (sa) dijo lo mismo que le había dicho a Urwah y Budail. Luego regresó con su gente y les contó lo que el Santo Profeta (sa) había dicho.
También se menciona que el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Jirash bin Umayyah (ra) hacia los Quraish. Es decir, el Santo Profeta (sa) también envió un embajador. Muhammad bin Ishaq escribe que el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Jirash bin Umayyah (ra) y lo montó en su propio camello. El nombre del camello era Zalab. Esto se hizo para hacerle saber a los Quraish por qué habían venido. Sin embargo, Ikrimah bin Abi Yahl le cortó las patas al camello. Ikrimah también tenía la intención de matar a este representante [del Santo Profeta (sa)], pero Ahabish lo detuvo, y entonces dejó ir a Hazrat Jirash (ra). Regresó al Santo Profeta (sa) y le informó de todo lo que había sucedido.
Entonces, los Quraish continuaron frustrando cualquier esfuerzo de paz y el Santo Profeta (sa) pasó esto por alto. Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) expone los detalles de la siguiente manera:
“Los Quraish de La Meca no se conformaron con esto, sino que en la ceguera de su ira, también pretendieron que, como el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros estaban tan cerca de La Meca y tan lejos de Medina, se lanzara un ataque contra él, para hacerle tanto daño como fuera posible. Para este propósito, enviaron un grupo de unos 40 a 50 hombres hacia Hudaibiyah y, en el velo de las negociaciones, se les ordenó rodear el campamento musulmán y continuar hiriendo a los musulmanes mientras se pudiera. De hecho, algunas narraciones aseguran que estas personas eran 80 en número y que en esta ocasión, incluso conspiraron para asesinar al Santo Profeta (sa). Sin embargo, [por la gracia de Dios] los musulmanes permanecieron vigilantes en su lugar. De esta manera, se descubrió el secreto de esta conspiración de los Quraish y todos los involucrados fueron arrestados. Los musulmanes estaban muy disgustados por esta acción de la gente de La Meca que cometieron en el Ashhar-e-Haramy en la proximidad sagrada del Haram, pero el Santo Profeta (sa) los perdonó y no permitió que se convirtiera en un obstáculo en las negociaciones”.
Hay también un famoso incidente cuando Hazrat Usman (ra) fue enviado como embajador por el Santo Profeta (sa). Allamah Baihaqi relata de Urwah que el Santo Profeta (sa) llamó a Hazrat Umar bin Jattab (ra) para enviarlo a los Quraish. Sin embargo, Hazrat Umar (ra) dijo: “¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! Los Quraish son muy conscientes de mi enemistad [por ellos], temo que me quiten la vida y no hay nadie entre los Banu Adiyy que me proteja”. También dijo: “Sin embargo, ¡Oh Mensajero (sa) de Dios!, si lo desea, iré”. Ante esto, el Santo Profeta (sa) no le dijo nada. Luego Hazrat Umar (ra) le dijo: “¡Oh Mensajero (sa) de Dios!, sé de un individuo que es considerado en mayor estima que yo en La Meca y pertenece a una familia noble que puede protegerlo. Él podrá transmitir su mensaje. Su nombre es Hazrat Usman bin Affan (ra)”.
Hazrat Umar (ra) no dijo esto por miedo; lo que quería decir era que si se iba, lo matarían y entonces el propósito de transmitir el mensaje no se cumpliría y daría lugar a disturbios. Por eso sugirió que sería mejor que él no fuera y que Hazrat Usman (ra) lo hiciera en su lugar. El Santo Profeta (sa) llamó a Hazrat Usman (ra) y le ordenó: “Ve a los Quraish y diles que no hemos venido a luchar, sino a realizar la Umrah”.
Los detalles de este incidente han sido mencionados en “La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa)” por Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) de la siguiente manera:
“[El Santo Profeta (sa)] ordenó a Hazrat Usman (ra) que fuera a La Meca e informara a los Quraish de los designios pacíficos de los musulmanes y de su intención de realizar la Umrah. El Santo Profeta (sa) también le dio a Hazrat Usman (ra) una carta personal dirigida a los jefes de los Quraish. En esta carta, el Santo Profeta (sa) había explicado el propósito de su viaje, y les había asegurado a los Quraish que su propósito era simplemente realizar un culto, realizar pacíficamente la Umrah y luego regresar. El Santo Profeta (sa) también le dijo a Hazrat Usman (ra): “También trata de encontrarte con los musulmanes más débiles y levántales el ánimo, y diles que muestren un poco más de paciencia. Dios pronto abrirá la puerta del éxito para nosotros”. (El Santo Profeta (sa) tenía una gran convicción.)
Hazrat Usman (ra) fue a La Meca con este mensaje, y después de encontrarse con Abu Sufyan, quien era el Jefe de La Meca en ese momento – así como un pariente cercano- Hazrat Usman (ra) fue presentado ante una reunión pública. En esta reunión, Hazrat Usman (ra) presentó la carta enviada por el Santo Profeta (sa) y esta carta también fue leída individualmente por los jefes de los Quraish. Sin embargo, a pesar de ello, toda la gente se aferró obstinadamente a la opinión de que, de cualquier modo, los musulmanes no podrían entrar en La Meca ese año. Ante la insistencia de Hazrat Usman (ra), le dijeron: ‘Si tu deseo es tan grande, podemos darte (es decir, a Hazrat Usman) un permiso especial para circunvalar la Ka’bah, pero nada más’. Hazrat Usman (ra) dijo: “¿Cómo es posible que el Mensajero de Al’lah esté detenido fuera de La Meca y yo circunvale la Ka’bah?” Pero los Quraish no aceptaron nada más, y finalmente desanimado, Hazrat Usman (ra) se preparó para regresar. En ese momento, los malvados de La Meca, tal vez pensando que así podrían conseguir condiciones más beneficiosas para ellos en las negociaciones, detuvieron a Hazrat Usman (ra) y a sus Compañeros en La Meca. Tras esto, corrió el rumor entre los musulmanes de que la gente de La Meca había martirizado a Hazrat Usman (ra).”
Cuando llegaron estas noticias, el Santo Profeta (sa) realizó el juramento llamado Bai’at-e-Ridwan. Los detalles del incidente son los siguientes:
“Cuando esta noticia (es decir, la noticia del martirio de Hazrat Usman) llegó a Hudaibiyah, los musulmanes enfurecieron, porque Hazrat Usman (ra) era el yerno del Santo Profeta (sa) y era uno de los Compañeros más venerables. Había ido a La Meca como embajador islámico. Además, esos días también eran de los meses sagrados, y entonces la propia Meca era un santuario. El Santo Profeta (sa) hizo inmediatamente un anuncio y reunió a sus Compañeros bajo una acacia. Cuando los Compañeros se hubieron reunido, el Santo Profeta (sa) mencionó esta noticia y dijo: “Si esta noticia es cierta, entonces por Dios, no nos moveremos de este lugar hasta que nos venguemos de Usman.” Entonces el Santo Profeta (sa) dijo a los Compañeros: “Venid y poned vuestra mano sobre mi mano (que es la forma islámica de Bai’at) y prestad juramento de que ninguno de vosotros dará la espalda, que sacrificará su vida si es necesario, y que no se retirará de este lugar”.
Al oír este anuncio, los Compañeros se lanzaron hacia delante como si fueran a caerse unos encima de otros. Todas y cada una de estas 1.400 o 1.500 personas (que eran la totalidad de los musulmanes de la época) ofrecieron una vez más su lealtad en manos de su amado señor. Cuando el Bai’at estaba teniendo lugar, el Santo Profeta (sa) colocó su mano izquierda sobre su derecha y dijo: “Esta es la mano de Usman, pues si él estuviera aquí, no se habría quedado atrás en este pacto sagrado.” Pero en este momento, él está comprometido en el trabajo de Al’lah y de Su Mensajero’. Así concluyó esta radiante escena.
En la historia islámica, este Bai’at se conoce como Bai’at-e-Ridwan. Es decir, que en la que los musulmanes adquirieron la recompensa de la complacencia total de Dios. El Sagrado Corán ha mencionado especificamente este Bai’at. Dice así:
[árabe]
“En verdad, Al’lah se congratuló con los musulmanes cuando ¡Oh Profeta! te juraron fidelidad bajo el Árbol. Porque a través de este Baiat la sinceridad que estaba oculta en sus corazones, fue llevada al conocimiento discernible de Dios. Así que Dios hizo descender tranquilidad sobre sus corazones, y les recompensó con una victoria inmediata.”
Los Compañeros también se referirían a este Baiat con gran orgullo y amor, y muchos de ellos decían a menudo a los que vinieron después: “Vosotros consideráis la Conquista de la Meca como la victoria, pero nosotros consideramos el Bai’at-e-Ridwan como la victoria real.” No cabe duda de que, junto con sus detalles, este Bai’at fue una victoria magníficamente grande, no sólo porque abrió la puerta a futuras victorias, sino también porque el espíritu de sacrificio en el islam, que es el punto central de la religión de Muhammad (sa), se manifestó de la manera más magnífica. Además, estos devotos del islam demostraron con sus acciones que estaban dispuestos a negociar con la vida y la muerte en todos los campos por el bien de su Mensajero y de la verdad que había traído. Por ello, al referirse al Bai’at-e-Ridwan, los honorables Compañeros decían: “Este Baiat era un juramento de la muerte.” En otras palabras, era un Baiat con el juramento de que todo musulmán sacrificaría su vida por el islam y su gloria, pero no se retiraría. Además, otra característica destacada de este Bai’at era que este juramento y acuerdo no era una mera declaración verbal en un estado de emoción temporal. Muy al contrario, era la voz de lo más profundo de sus corazones, detrás de la cual se unía todo el poder de los musulmanes en un único foco.
La noticia del martirio de Hazrat Usman (ra) y el Bai’at-e-Ridwan ha sido mencionada por Hazrat Musleh Maud (ra) en uno de sus sermones o discursos:
“Al oír esta noticia de Hazrat Usman (ra), el Santo Profeta (sa) reunió a los Compañeros y declaró: ‘La vida de un embajador está protegida en todos los pueblos y naciones. Habéis oído que Usman ha sido asesinado por los mequíes. Si esta noticia resulta ser cierta, entraremos por la fuerza en La Meca. En otras palabras, nuestra intención inicial era entrar en La Meca en paz, pero como las circunstancias han cambiado, ya no estamos obligados a ello. Aquellos de vosotros que estéis preparados para esto, debéis dar un paso al frente y tomar conmigo el siguiente compromiso: si seguimos adelante, o bien regresamos victoriosos o todos abrazaremos el martirio uno a uno en el campo de batalla. Tan pronto como el Santo Profeta (sa) hizo este anuncio, los 1.500 peregrinos que venían con él se convirtieron en 1.500 guerreros y estos devotos se lanzaron hacia adelante en sus esfuerzos por superarse unos a otros en sus esfuerzos por poner su mano sobre la mano del Santo Profeta (sa). En la historia del islam, este juramento tiene un gran significado y se conoce como el Juramento del Árbol porque en el momento en que el Santo Profeta (sa) hizo este juramento, estaba sentado bajo un árbol.
Hay más detalles en relación con el Tratado de Hudaibiyah, que narraré en el futuro si Dios quiere.
En este momento también me gustaría decir que, como todos ya saben, las condiciones incluso en Europa están avanzando rápidamente hacia la guerra. Cada vez es mayor la amenaza de que la guerra entre Ucrania y Rusia se extienda y otras naciones europeas se vean amenazadas. Muchos de los que poseen sabiduría y los líderes que buscan la paz están preocupados por este estado general. En cualquier caso, rezad para que Dios Altísimo proteja a los ahmadíes y a todos los que buscan la paz contra los efectos nocivos de estas guerras. ¡Que estas personas no utilicen tales armas en esta guerra que tengan una repercusión negativa en las generaciones futuras!
Rezad también por las naciones musulmanas; que Dios Altísimo les conceda razón y entendimiento y les permita reconocer la verdad.
También me gustaría llamar la atención sobre el hecho de que, debido a la forma en que el estado general se ha deteriorado rápidamente y sigue deteriorándose, aunque la gente ya es consciente, me gustaría llamar la atención una vez más sobre el hecho de que todo el mundo debería esforzarse por mantener raciones para 2-3 meses en sus casas. Sin embargo, lo más importante es que todo el mundo se esfuerce por acercarse a Dios Altísimo, por alcanzar Su complacencia y fortalecer su relación con Él. ¡Que Dios Altísimo nos lo permita!
Resumen
Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que continuaría hablando sobre el Tratado de Hudaibiyyah.
Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) quien escribe:
‘Al llegar al valle de Hudaibiyah, el Santo Profeta (sa) se asentó junto a su pozo de agua. Cuando los compañeros habían acampado, un renombrado jefe de la tribu Khuza’ah llamado Budail bin Warqa, que residía en una región cercana, vino al encuentro del Santo Profeta (sa) con algunos de sus asociados y dijo: ‘La gente de La Meca está preparada para la guerra y nunca os dejará entrar en La Meca’. El Santo Profeta (sa) respondió:
‘No hemos venido con la intención de guerra, más bien, sólo hemos venido a realizar la ‘Umrah. Por desgracia, a pesar de que el fuego de la guerra les ha reducido a polvo, siguen sin dejar de luchar. Yo estoy incluso dispuesto a pactar una tregua con ellos para que cesen la guerra contra mí. Sin embargo, si rechazan esta propuesta mía e insisten en mantener encendido el fuego de la guerra, entonces también juro por Su nombre en Cuya mano está mi vida, que no me retiraré de esta batalla, hasta que muera por esta causa, o Dios me conceda la victoria. Si me enfrento a la derrota en esta batalla, entonces así termina la historia, pero si Dios me concede la victoria, y la religión que he traído recibe el dominio, entonces la gente de La Meca no debe dudar en creer en mí.’
Budail bin Warqa se sintió muy conmovido por este sincero y ferviente discurso. Pidió al Santo Profeta (sa): ‘Si me concede un respiro, iré a La Meca y transmitiré su mensaje, para buscar la reconciliación’. El Santo Profeta (sa) se lo permitió y Budail partió hacia La Meca con algunos de sus asociados.
Cuando Budail bin Warqa llegó a La Meca, reunió a los Quraish y les dijo: ‘He venido de parte de ese hombre (es decir, Muhammad, el Mensajero de Al’lah (sa)), [era costumbre de los árabes que en tales situaciones cuando se hablaba de una persona conocida, en lugar de referirse a su nombre, se usaban las palabras “esta persona” o “aquella persona”] y me ha presentado una propuesta. Si me lo permiten, ¿Os la presentaré?». Ante esto, la gente vehemente e irresponsable de entre los Quraish comenzó a decir: ‘No escucharemos nada de lo que tengas que decir’. Sin embargo, la gente influyente y de confianza de entre los Quraish dijo: ‘Sí, infórmanos de la propuesta’. Así, Budail repitió la propuesta del Santo Profeta (sa). Ante esto, un hombre llamado ‘Urwah bin Mas’ud, un jefe muy influyente de la tribu de Thaqif, y que estaba presente en La Meca en ese momento se levantó. A la antigua usanza árabe, comenzó a decir: ‘¡Oh, pueblo! ¿No soy como un padre para ustedes?’. Ellos respondieron afirmativamente. Dijo: ‘¿No son muchos de ustedes como mis hijos?’. De nuevo, respondieron afirmativamente. Entonces ‘Urwah dijo: «¿ Dudan de mí en algo?». Los Quraish respondieron: «¡En nada!’. Dijo: ‘Entonces opino que este hombre (es decir, Muhammad (sa)) ha presentado una propuesta excelente. Deberían aceptar esta propuesta y les pido que me permitan ir a ver a Muhammad (sa) para seguir discutiendo esta propuesta.’ Los Quraish dijeron: ‘Ciertamente. Ve y discute esta propuesta”‘.
(La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa), vol. 3, pp. 126-127)
Malicias de los de La Meca
Su Santidad (aba) dijo que Urwah se presentó ante el Santo Profeta (sa) y le dijo que los de La Meca estaban preparados para la guerra y habían jurado que no dejarían que los musulmanes se acercaran a la Ka’bah y que sólo cederían si los mataban. Urwah dijo que nunca había oído hablar de nadie que matara a su propia gente. También intentó infundir miedo diciéndo al Santo Profeta (sa) que las caras de los compañeros que veía a su alrededor le indicaban que no harían otra cosa que huir. Dijo que si el Santo Profeta (sa) luchaba contra los Quraish entonces su gente lo entregaría a los Quraish y sería encarcelado. Al oír esto, Hazrat Abu Bakr (ra) se enfadó y dijo que eso nunca sería posible y que nunca sucedería.
Su Santidad (aba) dijo que cuando Urwah hablaba con el Santo Profeta (sa) tocaba la barba del Santo Profeta (sa). Hazrat Mughirah (ra) estaba de pie junto al Santo Profeta (sa) con su espada, y cuando Urwah extendió su mano para tocar la barba del Santo Profeta (sa), Hazrat Mughirah (ra) apartó su mano y le advirtió que no intentara tocar la barba del Santo Profeta (sa). Ante esto, Urwah le recordó a Mughirah (ra) un favor que le había hecho durante el tiempo de la ignorancia. Al terminar su conversación con el Santo Profeta (sa), Urwah se volvió a los Quraish y dijo que había visitado a muchos reyes y gobernantes, pero que nunca había visto a ningún rey cuyos compañeros obedecieran y honraran a su líder, tanto como los compañeros del Santo Profeta (sa) le obedecen y honran. Aunque Urwah había ido a intimidar al Santo Profeta (sa) y a los musulmanes, esta fue la impresión con la que regresó. Por ello, intentó razonar con los Quraish y dijo que creía que lo mejor para los Quraish sería aceptar la proposición del Santo Profeta (sa) y llegar a un acuerdo de paz y, en última instancia, permitirle visitar la Ka’bah.
Su Santidad (aba) dijo que durante este viaje, también hay referencias a Hazrat Ka’b bin Ujrah (ra) a quien se le permitió una exención con respecto a afeitarse la cabeza. Mientras estaban en Hudaibiyah, los musulmanes estaban en estado de ihram (un estado en el que uno se viste con dos sábanas blancas y, entre otras cosas, no puede cortarse el pelo). Hazrat Ka’b (ra) tenía el pelo largo y plagado de piojos que incluso le caían sobre la cara. Cuando el Santo Profeta (sa) vio su estado, le dio permiso a Hazrat Ka’b (ra) para afeitarse la cabeza. Dios Todopoderoso reveló el siguiente versículo del Corán:
‘Y quien de entre vosotros esté enfermo o tenga un mal en la cabeza, debe realizar una expiación por medio de ayunos, limosna o con un sacrificio.’ (Sagrado Corán, 2:197)
Su Santidad (aba) dijo que varias personas de los Quraish pedían permiso y visitaban al Santo Profeta (sa) como embajadores. Una de estas personas fue Mikraz. Al verle, el Santo Profeta (sa) dijo que parecía un engañador.
Su Santidad (aba) dijo que el Santo Profeta (sa) también envió un embajador a los Quraish, Hazrat Khirash bin Umayyah (ra). Ikrimah maniató al camello que montaba e incluso intentó matarlo, pero fue detenido. Hazrat Khirash (ra) volvió al Santo Profeta (sa) y le informó de lo sucedido. Los Quraish siguieron cometiendo agravios, pero el Santo Profeta (sa) continuó perdonándoles.
Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) quien escribe:
‘Los Quraish de La Meca no se conformaron con esto, sino que en la ceguera de su rabia también pretendían que ahora que el Santo Profeta (sa) y sus compañeros estaban tan cerca de La Meca y tan lejos de Medina, se lanzara un ataque contra, para hacerle el mayor daño posible. Con este propósito, enviaron un grupo de unos 40 o 50 hombres hacia Hudaibiyah y en el velo de las negociaciones, esta gente recibió instrucciones de rodear el campamento musulmán y, siempre que fuera posible, continuar hiriendo a los musulmanes. De hecho, de algunas narraciones se desprende que estas personas eran unas 80 en número y en esta ocasión, incluso conspiraron para asesinar al Santo Profeta (sa). Sin embargo, los musulmanes permanecieron vigilantes en su lugar. Así, el secreto de esta conspiración de los Quraish fue descubierto y todos los implicados fueron arrestados. Los musulmanes estaban muy disgustados por esta acción de la gente de La Meca, que cometieron en el Ashhur- e-Huram y en la sagrada proximidad del Haram, pero el Santo Profeta (sa) los perdonó y no permitió que se convirtiera en un obstáculo en las negociaciones’.
(La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 3, pp. 130-131)
Hazrat Uthman (ra) Enviado como Embajador ante los Quraish y el Bai’at-e-Ridwan
Su Santidad (aba) dijo que también hay un suceso en el que el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Uthman (ra) como embajador hacia los Quraish. Inicialmente, Hazrat Umar (ra) expresó que no tenía ningún aliado entre los Quraish y que no escucharían su mensaje y que, más bien, estarían empeñados en matarlo. En su lugar, sugirió que Hazrat Uthman (ra) sería el más adecuado para esta tarea, ya que era muy respetado y tenía aliados, por lo que sería capaz de transmitir el mensaje con mayor eficacia. Por lo tanto, el Santo Profeta (sa) encargó a Hazrat Uthman (ra) que transmitiera el mensaje a los Quraish de que los musulmanes no tenían intención de luchar, sino que sólo pretendían realizar la Umrah (peregrinación menor).
Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) quien escribe:
‘El Santo Profeta (sa)] ordenó a Hadrat ‘Uzman (ra) que fuera a La Meca e informara a los Quraish de los designios pacíficos de los musulmanes y de su intención de realizar la ‘Umrah. El Santo Profeta (sa) también entregó a Hadrat ‘ Uthman una carta personal dirigida a los jefes de Quraish. En esta carta, el Santo Profeta (sa) había expuesto el propósito de su viaje, y asegurado a los Quraish que su propósito era simplemente la observancia de un culto y que realizarían pacíficamente la ‘Umrah y regresarían después. El Santo Profeta (sa) también le dijo a Hadrat ‘Uthman (ra): ‘Intenta reunirte también con los musulmanes más débiles y levántales el ánimo, y diles que muestren un poco más de paciencia. Porque Dios pronto nos abrirá la puerta del éxito’.
Hadrat ‘Uthman (ra) fue a La Meca con este mensaje, y después de reunirse con Abu Sufyan, que era el Jefe de La Meca en ese momento, así como un pariente cercano, Hadrat ‘Uthman (ra) fue presentado ante una reunión pública. En esta reunión, Hadrat ‘Uthman (ra) presentó una carta enviada por el Santo Profeta (sa) y esta carta también fue leída individualmente por los jefes de los Quraish. Sin embargo, a pesar de esto, toda la gente se aferró obstinadamente a la opinión de que de ninguna manera, los musulmanes podrían entrar en La Meca ese año. Ante la insistencia de Hadrat ‘ Uthman (ra) dijeron: ‘Si estás muy deseoso, entonces podemos darte un permiso especial para circunvalar la Ka’bah, pero nada más”. Hadrat ‘Uthman (ra) dijo: ‘¿Cómo es esto posible, que el Mensajero de Al’lah se detenga fuera de La Meca y yo circunvale la Ka’bah?’. Pero los Quraish no aceptaron nada, y finalmente descorazonado, Hadrat ‘Uthman (ra) se preparó para regresar. En este momento, la gente malvada de La Meca, quizás pensando que de esta manera podrían asegurar condiciones más beneficiosas para ellos en las negociaciones, detuvieron a Hadrat ‘Uthman (ra) y a sus compañeros en La Meca. Tras esto, corrió el rumor entre los musulmanes de que la gente de La Meca había martirizado a Hadrat ‘ Uthman (ra).
Cuando esta noticia llegó a Hudaibiyah, los musulmanes se enfurecieron, porque Hadrat ‘Uthman (ra) era el yerno del Santo Profeta (sa) y estaba entre los compañeros más venerables. Había ido a La Meca como embajador islámico. Además, aquellos días también eran de los meses sagrados, y entonces la propia Meca era un santuario. El Santo Profeta (sa) hizo inmediatamente un llamamiento y reunió a sus compañeros bajo una acacia. Cuando los compañeros se hubieron reunido, el Santo Profeta (sa) mencionó esta noticia y dijo: ‘Si esta noticia es cierta, entonces por Dios, no nos moveremos de este lugar hasta que busquemos vengarnos. Entonces el Santo Profeta (sa) dijo a los compañeros: ”Vengan y pongan su mano sobre mi mano (que es la forma Islāmica de Bai’at) y hagan el juramento de que ninguno de ustedes mostrará su espalda, y sacrificará su vida si es necesario, pero no se retirarán de este lugar.’ Tras este anuncio, los compañeros se lanzaron hacia delante como si se derrumbaran unos sobre otros. Cada una de estas 1,400 o 1,500 personas (que eran la totalidad de los musulmanes en aquel momento) se vendió una vez más en lealtad a la mano de su amado maestro. Cuando el Bai’at estaba teniendo lugar, el Santo Profeta (sa) colocó su mano izquierda sobre la derecha y dijo: ‘Esta es la mano de ‘Uthman, pues si él estuviera aquí, no se habría quedado atrás en este santo pacto. Pero en este momento, está ocupado en la obra de Al’lah y Su Mensajero’. Así, esta radiante escena llegó a su conclusión.
En la historia islámica, este Bai’at es conocido como el Bai’at-e-Ridwan, es decir, aquel Bai’at en el que los musulmanes adquirieron la recompensa de la completa complacencia de Dios. El Sagrado Corán también menciona especialmente este Bai’at. Dice:
En verdad, Al-lah se congratuló con los creyentes cuando te juraron fidelidad bajo el Árbol; Él sabía lo que había en sus corazones, y Él les infundió tranquilidad, recompensándolos con una victoria inmediata.’ (Sagrado Corán, 48:19)
Los compañeros también se referían a este Bai’at con gran orgullo y amor y muchos de ellos a menudo decían a los que vinieron después que: ‘Ustedes consideran la Conquista de la Meca como la victoria, pero nosotros consideramos el Bai’at- e-Ridwan como la victoria real. No hay duda de que junto con sus detalles, este Bai’at fue una victoria magníficamente grande, no sólo porque abrió la puerta a futuras victorias sino también porque el espíritu de sacrificio en el Islam, que era el punto central de la religión de Muhammad (sa), se manifestó de la manera más magnífica. Además, estos devotos del Islam demostraron con sus acciones que estaban dispuestos a negociar con la vida y la muerte en todos los campos por el bien de su mensajero y de la verdad que había traído. Por eso, al referirse al Bai’at-e-Ridwan, los honorables compañeros decían: ‘Este Bai’at fue un juramento a muerte’. En otras palabras, era un Bai’at del juramento de que todo musulmán sacrificaría su vida por el bien del Islām y su gloria, pero no retrocedería.’ Además, otra característica destacada de este Bai’at era que este juramento y acuerdo no era una mera declaración verbal en un estado de emoción temporal. Muy al contrario, era la voz de lo más profundo de los corazones, tras la cual todo el poder de los musulmanes se unía en un solo foco’.
(La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 3, pp. 132-135)
Su Santidad (aba) dijo que seguiría mencionando estos detalles en el futuro.
Llamamiento a la oración ante la grave situación del mundo
Su Santidad (aba) dijo que, como todo el mundo sabe, las condiciones incluso en Europa avanzan rápidamente hacia la guerra. Existe una creciente amenaza de que la guerra entre Ucrania y Rusia se extienda y otras naciones europeas están siendo amenazadas. La mayoría de los líderes inteligentes y que buscan la paz están preocupados por este estado de cosas. En cualquier caso, recen para que Al’lah el Todopoderoso proteja a los ahmadíes y a todos aquellos que buscan la paz contra los efectos nocivos de estas cosas. Que estas personas no utilicen tales armas en esta guerra que afectará negativamente a las generaciones futuras.
Su Santidad (aba) también instó a rezar por las naciones musulmanas; que Al’lah el Todopoderoso les conceda la razón y el entendimiento y les permita reconocer la verdad.
Su Santidad (aba) también llamó la atención sobre el hecho de que, debido a la forma en que el estado de cosas se ha deteriorado rápidamente y continúa deteriorándose, aunque la gente ya es consciente, deseaba llamar la atención una vez más sobre el hecho de que todo el mundo debería esforzarse por mantener raciones para 2-3 meses en sus hogares. Sin embargo, lo más importante es que todo el mundo se esfuerce por acercarse a Dios, alcanzar Su complacencia y fortalecer su relación con Él. Que Al’lah nos permita hacerlo.
Resumen preparado por The Review of Religions