Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Después de recitar Tashahud, Ta áwuz y Surah Al-Fatihah, Hazrat Jalifat-ul-Masih V (aba) declaró:

El último sermón en relación a esta serie relacionada con los Compañeros badri del Santo Profeta (sa) lo di en Alemania durante el cual narré el relato de Hazrat Abdul’lah bin Abdul’lah bin Ubayy bin Sulul. Cuando terminé estaba hablando con respecto a Abdul’lah bin Ubayy bin Sulul, el padre de Hazrat Abdul’lah en relación con la batalla de Uhud.

Cuando el Santo Profeta (sa), después de aceptar la propuesta de los jóvenes, decidió salir de Medina para luchar contra el enemigo, Abdul’lah bin Ubayy y sus Compañeros también lo acompañaron al principio, pero después de llegar al valle del monte Uhud, traicionó al resto y regresó a Medina con 300 de sus seguidores, diciendo que “Muhammad, el Mensajero de Al’lah (sa) no escuchó mi consejo de defenderse del enemigo desde Medina”. También dijo: “¿Qué clase de batalla es ésta? Esto es simplemente equivalente a morir sin remedio.” Dijo: “No quiero morir por morir”. Había hipocresía en su corazón desde el principio y el hipócrita siempre muestra cobardía y esto se hizo evidente en esta ocasión. Por lo tanto, después de su partida junto con sus seguidores, el número total de musulmanes se redujo a 700. A pesar de esto, cuando comenzó el combate, los musulmanes tomaron la ventaja y estaban cerca de obtener la victoria. Sin embargo, en el final, al no actuar completamente bajo las órdenes del Santo Profeta (sa) y abandonar el valle, los musulmanes sufrieron una gran pérdida.

Ahora, presentaré algunos detalles del comportamiento de Abdul’lah bin Sulul después de esta batalla y cómo pronunció comentarios hirientes y despectivos sobre el Santo Profeta (sa) y otros musulmanes. Estos detalles también resaltarán el amor que Hazrat Abdul’lah sentía por el islam y el Santo Profeta (sa). También prueba que nada le detuvo para tomar cualquier tipo de acción contra su propio padre si atacaba el honor del islam y del Santo Profeta (sa).

Con respecto a cómo comenzaron a burlarse de los demás, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib escribió en Sirat Jatamun Nabiyin:

“Después de la batalla de Uhud, los judíos e hipócritas de Medina, que se habían quedado algo asombrados con el resultado de la batalla de Badr, se envalentonaron. De hecho, Abdul’lah bin Ubayy y sus seguidores se burlaron abiertamente en esta ocasión.”

Sin embargo, el Santo Profeta (sa) pasaba por alto sus acciones. Al presenciar el trato amable del Santo Profeta (sa), en lugar de sentirse avergonzados por sus acciones, aumentaron su descaro e insolencia. La audacia de Abdul’lah bin Ubayy, el jefe de los Hipócritas, y el amor que el Santo Profeta (sa) sentía por su hijo, Hazrat Abdul’lah bin Abdul’lah, así como el nivel de lealtad y sinceridad de Hazrat Abdul’lah se pueden medir a partir del siguiente incidente:

“En el quinto año después de la Hégira, mientras regresaba de la batalla de Bani Mustaliq, el Santo Profeta (sa) permaneció en Muraisi durante unos días. Era el nombre de un pozo de Banu Mustaliq. Sin embargo, durante esta estancia tuvo lugar un incidente desafortunado, que casi condujo al estallido de una guerra civil entre los musulmanes más débiles.

Sin embargo, la sabiduría y la influencia magnética del Santo Profeta (sa) salvaron a los musulmanes. Dio la casualidad de que un sirviente de Ḥazrat Umar (ra) llamado Yahyah fue a la fuente principal en Muraisi a buscar agua. Casualmente, otra persona llamada Sinan, de entre los confederados de Anṣar (residentes de Medina), también llegó a la fuente. Ambos individuos eran plebeyos ignorantes. Se produjo un altercado entre los dos en la fuente, y Yahyah golpeó a Sinan. Sinan no aguantó más y comenzó a gritar: ‘¡Oh pueblo de Anṣar! Venid en mi ayuda, he sido golpeado y atacado.’ Cuando Yahyah vio que Sinan llamaba a su gente para ayudarlo, también comenzó a llamar a los suyos: ‘¡Oh, Muhayirin (emigrantes), venid aquí, corred!’ Cuando los Anṣar y Muhayirin escucharon estas voces, una multitud de ellos se apresuró con sus espadas en la mano, y rápidamente una gran cantidad de personas se reunieron. Algunos jóvenes ignorantes estaban a punto de atacarse unos a otros, pero varios sensatos y fieles Muhayirin y Anṣar llegaron a la escena a tiempo, quienes inmediatamente separaron a las personas y los reconciliaron.

Cuando el Santo Profeta (sa) recibió estas noticias, dijo que la conducta brotaba de la pura ignorancia y expresó su disgusto. De esta manera, el asunto se resolvió. Sin embargo, cuando la noticia llegó a Abdul’lah bin Ubayy bin Sulul, quien también estuvo presente en esta batalla, este hombre malvado quiso revivir el desorden. Él incitó mucho a sus seguidores contra el Santo Profeta (sa) y los musulmanes, y dijo: “Todo esto es culpa vuestra, sois vosotros quienes habéis otorgado refugio a estos extraños y les habéis permitido que os gobiernen. Aún tenéis la oportunidad de renunciar a apoyarles y se irán por sí solos”. Finalmente, este desgraciado fue tan lejos como para decir:

[árabe]

(esto se menciona en Surah Al-Munafiqun del Sagrado Corán) que significa: ‘Observad y veréis como cuando lleguemos a Medina, la persona o el grupo más honorable expulsará a la persona o grupo más miserable de la ciudad.’

En ese momento, un joven sincero de entre los musulmanes llamado Zaid bin Arqam (ra) estaba presente. Al escuchar estas palabras sobre el Santo Profeta (sa) de la boca de Abdul’lah, se sintió angustiado y transmitió la noticia de este incidente al Santo Profeta (sa) a través de su tío paterno. (Observad el nivel de lealtad y sinceridad mostrado incluso por los niños, que permanecían vigilantes y entendían lo que estaba bien y lo que estaba mal). Transmitió el mensaje a través de su tío paterno y en ese momento, Ḥazrat Umar (ra) estaba sentado en compañía del Santo Profeta (sa) y al escuchar estas palabras, se enardeció de ira e indignación. Le dijo al Santo Profeta (sa), ‘¡Oh Mensajero de Al’lah! Concédeme permiso y decapitaré a este hombre hipócrita y sedicioso.’ El Santo Profeta (sa) respondió: ‘¡Déjalo estar Umar! ¿Te gustaría que la gente difunda la noticia de que Muḥammad mata a sus propios seguidores?’ Entonces, el Santo Profeta (sa) convocó a Abdul’lah bin Ubayy y sus seguidores, y les preguntó sobre este asunto.

Todos juraron que no habían dicho tales cosas. Algunos de los Anṣar también intercedieron y dijeron: ‘Quizás Zaid bin Arqam pudo haberse equivocado.’ En esta ocasión, el Santo Profeta (sa) aceptó la declaración de Abdul’lah bin Ubayy y sus seguidores, y rechazó la declaración de Zaid (ra). Ante esto, Zaid (ra) se afligió profundamente, pero una revelación del Corán fue enviada luego en confirmación de Zaid (ra), y los hipócritas fueron declarados mentirosos (es decir, el verso que recité previamente). El Santo Profeta (sa) convocó a Abdul’lah bin Ubayy y sus seguidores para informarles de esta confirmación e instruyó a Ḥazrat Umar (ra) para que ordenara una salida inmediata. Era mediodía, y generalmente el Santo Profeta (sa) no partía a esa hora, porque debido al clima en Arabia, hacía mucho calor y era extremadamente difícil viajar en esas condiciones. Sin embargo, a la luz de los hechos, el Santo Profeta (sa) consideró que era mejor partir de inmediato. Por lo tanto, según sus órdenes, el ejército musulmán se preparó para volver de inmediato. Quizás fue en esta misma ocasión que Usaid bin Ḥuḍair Anṣari, quien era un jefe muy famoso de la tribu Aus, se presentó ante el Santo Profeta (sa) y dijo:

‘¡Oh Mensajero de Al’lah! Normalmente no marchas a esta hora del día. ¿Qué ha pasado hoy? ¿Por qué salimos por la tarde?’ El Santo Profeta (sa) dijo: ‘¡Usaid! ¿No has escuchado las palabras de Abdul’lah bin Ubayy? Dice que: ‘Una vez que lleguemos a Medina, el individuo más honrado expulsará al más desgraciado.’ Usaid (ra) dijo espontáneamente: ‘Ciertamente, Oh Mensajero de Al’lah, puedes echar a Abdul’lah de Medina. ¡Por Dios! Eres tú quien es el más honorable y él es el más desgraciado.’ Luego, Usaid bin Hudair (ra) continuó diciendo:

“¡Oh Mensajero de Al’lah! ¿Acaso sabes que antes de tu llegada, Abdul’lah bin Ubayy era muy venerado por su gente y estaban a punto de elegirle como rey, pero con tu llegada estos planes fracasaron? Es por esta razón por la que su corazón alberga celos de ti. Por ello, no le hagas caso y perdónale.”

Poco después, el hijo de Abdul’lah bin Ubayy, llamado Hubbab, pero cuyo nombre el Santo Profeta (sa) cambió por Abdul’lah (es decir, es el Compañero que se está mencionando) y que era un Compañero muy fiel se presentó ante el Santo Profeta (sa) muy preocupado y dijo:

“¡Oh Mensajero de Al’lah! He escuchado que desea dar la orden de ejecutar a mi padre debido a su comportamiento blasfemo y sedicioso. Si esta es su decisión entonces deme a mí la orden y ahora mismo le degollaré y le traeré su cabeza. Pero no le dé esta orden a nadie más porque temo que algún resto de ignorancia se despierte en mi cuerpo y haga daño al verdugo de mi padre, y por la voluntad de Dios acabe en el infierno por ello (es decir, deseaba conseguir el placer de Dios más que nada, pero temía que acabaría en el infierno por atacar a otro musulmán).”

El Santo Profeta (sa) le tranquilizó y le dijo:

“Ese no es mi deseo en absoluto, de hecho, vamos a mostrar compasión y benevolencia con tu padre.”

Sin embargo, Abdul’lah bin Abdul’lah bin Ubayy estaba tan indignado con su padre que cuando el ejército musulmán volvió para Medina, Abdul’lah (ra) se enfrentó a su padre y, cortándole el paso, dijo: “¡Por Dios! No te permitiré volver hasta que confieses que el Santo Profeta (sa) es la persona más honorable y tú eres el más desgraciado.” Abdul’lah presionó a su padre hasta tal punto que finalmente se vio obligado a decir estas palabras, y finalmente Abdul’lah le permitió continuar.

Ibn Sa’d ha mencionado este incidente con las siguientes palabras:

“Cuando el Santo Profeta (sa) ordenó a los Compañeros partir, el hijo de Abdul’lah bin Ubayy, Hazrat Abdul’lah obstaculizó el camino de su padre. Bajó de su camello y le dijo a su padre: ‘hasta que no declares que eres el ser más desgraciado y que Muhammad (sa) es el más honorable, no te dejaré en paz.’ Cuando el Santo Profeta (sa) pasó junto a él le dijo: ‘¡Déjale!’ El Santo Profeta (sa) vio esta escena y le dijo: ‘¡Déjale! Juro por mi vida que ciertamente le trataremos con amabilidad mientras permanezca entre nosotros.’” Esto se recoge en At-Tabaqat-ul-Kubra.

Además de esto, se menciona que el padre de Hazrat Abdul’lah, Abdul’lah bin Ubayy dijo:

[árabe]

Es decir, “el individuo o grupo más honorable expulsará al individuo o grupo más desgraciado de esta ciudad.” Tras esto, Hazrat Abdul’lah dijo al Santo Profeta (sa): “¡Oh Profeta de Al’lah (sa)! ¡Él es el más desgraciado y tú eres el más honorable!” El hijo dijo esto acerca de su padre.

Más adelante, el principal instigador de la gran calumnia que cometieron los hipócritas en relación con el incidente de Ifk (la mentira) fue Abdul’lah bin Ubayy bin Sulul. El incidente relacionado con Ifk tuvo lugar durante el regreso de la batalla de Banu Mustaliq, donde se realizó una alegación licenciosa en contra de Hazrat Aisha. El instigador de dicha acusación fue Abdu’lah bin Ubayy bin Sulul. Ya he presentado detalles relacionados con el incidente de Ifk en un sermón a finales del año pasado. Sin embargo, presentaré algunos detalles más en relación con ello ahora también. La narración de Hazrat Aisha es la misma y voy a presentar una parte de ella. Dice ella:

“Era habitual en el Santo Profeta (sa) que, cuando tenía la intención de realizar un viaje, solía hacer un sorteo entre sus mujeres para decidir quién le acompañaría. En una ocasión, antes de una batalla, hizo un sorteo y lo gané yo. Por lo tanto, el Santo Profeta (sa) me llevó consigo. Por aquel entonces las instrucciones en relación al velo islámico ya habían sido reveladas.

Durante este viaje, me sentaba en una litera que se colocaba en la parte posterior de un camello (era un asiento que estaba cubierto por todos lados con cortinas). Dondequiera que se detenía, se colocaba en el suelo. Cuando el Santo Profeta (sa) volvió después de la batalla, y nos acercamos a la ciudad de Medina, por la noche, el Santo Profeta (sa) ordenó partir. Cuando escuché este anuncio, fui a un lado, separada del ejército, para atender a la llamada de la naturaleza, y regresé después de haber terminado. Cuando volví a mi camello, me di cuenta que mi collar (que estaba hecho de piedras preciosas negras) se había perdido. Volví para buscarlo y tardé un poco. Mientras tanto, aquellos que habían sido designados para levantar mi litera y colocarla en la parte posterior del camello, asumiendo que yo estaba dentro de la litera, la levantaron y la colocaron en el camello, y marcharon con el ejército.

Cuando regresé después de encontrar mi collar (que se había perdido), volví al mismo lugar donde estaba estacionado el ejército, pero lo encontré vacío. Me preocupé mucho, pero pensé que debía permanecer en mi lugar, porque cuando la gente se diera cuenta de que me había quedado atrás, seguramente regresarían. Por lo tanto, me senté en mi lugar y pronto me venció el sueño. Sucedió que Ṣafwan bin Mu‘aṭṭal Zakwani era un Compañero cuyo deber era permanecer detrás del ejército (para que los objetos caídos, etc. pudieran ser recuperados).

Cuando llegó desde la retaguardia del ejército y llegó a mi lugar de descanso justo antes del amanecer, me encontró allí sola durmiendo. Ya que él me había visto antes de la revelación del mandato sobre el pardah (velo), me reconoció de inmediato y dijo:

[árabe]

Su voz me despertó […] (No obstante,) Después de esto, trajo su camella y la hizo arrodillarse cerca de mí y partimos hasta que finalmente llegamos al lugar donde el ejército musulmán tenía el campamento. Llegamos alrededor del mediodía cuando todos se habían retirado a sus campamentos para un breve descanso”.

Luego dice:

“Este es el relato, debido al cual los que iban a ser humillados, se arruinaron a sí mismos (es decir, aquellos que realizaron esta acusación). El responsable clave de difundir esta calumnia fue Abdul’lah bin Ubayy bin Sulul, el jefe de los hipócritas”.

Luego dice:

“Después de esto, llegamos a Medina, y sucedió que tan pronto entramos, caí enferma durante un mes. Durante este tiempo, difundieron rumores de las falsas declaraciones de los calumniadores. Hasta entonces, no tenía absolutamente ninguna noción de esta calumnia. Una cosa que noté fue que, durante mi enfermedad, el Santo Profeta (sa) no me ofreció el afecto y la amabilidad habitual a los que estaba acostumbrada cuando estaba enferma. Entraba y solo me saludaba con saludos de paz y preguntaba por mí”.

Ella dice que no tenía idea de los rumores que se estaban difundiendo. Un día fui para atender la llamada de la naturaleza junto con Umme Mistah (para atender la llamada de la naturaleza tenían que salir fuera):

“Fue entonces cuando ella me contó sobre lo que se rumoreaba. Después de esto, cuando el Santo Profeta (sa) vino a visitarme como siempre, me dijo “assalamu alaikum” y me preguntó: “¿Cómo te sientes ahora?” Dije: “¡Oh Mensajero de Al’lah! Si me lo permite, ¿puedo ir a la casa de mis padres por unos días?” El Santo Profeta (sa) me otorgó el permiso y fui con ellos…

Fui allí y le pregunté a mi madre qué decía la gente. Mi madre dijo: ‘¡Hija! No te preocupes por lo que dicen. La gente suele decir esas cosas.’

Dije espontáneamente: ‘¡Santo es Dios! ¡Santo es Dios! ¿La gente realmente dice estas cosas acerca de mí?’ -Luego dice: – Comencé a llorar y mis lágrimas no paraban. No dormí en toda la noche. Al amanecer, seguía llorando” (esto fue cuando descubrió la acusación que la gente había realizado en contra ella).

Así, la calumnia continuó y el Santo Profeta (sa) pidió el consejo de algunos de sus Compañeros. Hazrat Aisha (ra) dice:

“Un día, el Santo Profeta (sa) llamó a Barirah (que era la criada personal) de Hazrat Aisha y preguntó: ‘Barirah, ¿alguna vez has visto algo en Aisha (ra) que pueda ser considerado sospechoso?’ Barirah respondió: ‘No he visto tal cosa. Juro por ese Dios que le ha enviado con la verdad, que nunca he visto nada malo en ella, excepto (es decir, la mayor deficiencia que ella había visto) que, debido a su corta edad, es un poco descuidada. A menudo sucede que deja la masa hecha y se queda dormida, y las cabras vienen y la consumen (solo es descuidada o que a menudo se duerme). Al escuchar esto, el Santo Profeta (sa) se dirigió a sus Compañeros el mismo día y les informó sobre la conducta de Abdul’lah bin Ubayy bin Sulul.  El Santo Profeta (sa) dijo: ‘¿Hay alguien entre ustedes que pueda poner fin a esto? Me ha causado un gran dolor con respecto a mi familia debido a esto. Por Dios, la piedad y la bondad es lo único que veo en mi esposa.’ Además, también considero piadoso al hombre que se ha mencionado a este respecto (es decir, el otro Compañero acusado). Él nunca ha venido a mi casa en mi ausencia y siempre venía cuando yo estaba presente’”.

Hazrat Aisha (ra) narra, además:

“Un día, el Santo Profeta (sa) se dirigió a mí directamente en relación con el asunto, a lo que respondí: ‘Por Dios, soy consciente de que has escuchado ciertas cosas que la gente ha rumoreado contra mí (es decir, los rumores que la gente está difundiendo contra mí). Por lo tanto, si defiendo mi inocencia, y Dios Altísimo sabe que soy realmente inocente, dudarás de mí, pero si me declaro culpable, a pesar de ser inocente, me creerás’”.

Puesto que los rumores se habían extendido tanto, la mayoría de la gente estaba convencida, e incluso algunos de los Compañeros se reafirmaban al respecto.

“‘Por Dios, me encuentro en la misma situación que padre de José (as), quien dijo: [árabe]’

Es decir, la paciencia es mejor para mí, y es solo Dios, cuya ayuda busco contra lo que esta gente afirma. (esto se menciona en Surah Yusuf). -Ella dice que después de esto:- ‘Me moví a un lado y tenía la esperanza de que Dios Altísimo proporcionaría pruebas de mi inocencia, es decir, que Él ciertamente informaría al Santo Profeta (sa) de mi inocencia en este asunto.’

Hazrat Aisha (ra) luego dice:

“Sin embargo, por Dios, (poco después del incidente antes mencionado) el Santo Profeta (sa) aún no se había levantado, ni ninguna otra persona de la casa se había ido (Hazrat Abu Bakr (ra) y la madre de Hazrat Aisha (ra) también estaban presentes) cuando se sumió en el estado que experimentaba al recibir la revelación divina (su cuerpo comenzaba a sudar).”

Hazrat Aisha (ra) luego dice:

“Después de un tiempo salió de ese trance. El Santo Profeta (sa) sonrió y miró hacia mí diciendo: ‘¡Oh Aisha! Da gracias a Dios porque Él ha reafirmado tu inocencia.’ Ante esto, mi madre dijo espontáneamente: ‘¡Oh, Aisha! ¡Levántate! Da gracias al Mensajero de Al’lah.’

Le dije: ‘¿Por qué debería agradecerle al Santo Profeta (sa)? Estoy agradecida solo a mi Señor’. Dios Altísimo había revelado lo siguiente:

[Árabe]

“En verdad, quienes lanzaron la mentira son un grupo de entre vosotros”.

A pesar de todo, su inocencia fue demostrada. El Santo Profeta (sa) hizo un anuncio ya que Dios Altísimo reveló un versículo en el Sagrado Corán. De hecho, Hazrat Aisha (ra) solía decir: “Pensé que Dios Altísimo informaría al Santo Profeta (sa) (de esto) a través de un sueño o por otros medios. Pero no esperaba que se revelara un versículo del Sagrado Corán en relación a ello. Por tanto, este asunto llegó a su fin.

Dichas alegaciones siguieron formulándose y diversos actos se llevaron a cabo. A pesar de ello, ¿cuál fue el trato del Santo Profeta (sa), la bendición para toda la humanidad, con el jefe de los hipócritas?

Cuando el padre de Hazrat Abdul´lah, Abdul´lah bin Ubayy murió, Hazrat Abdul´lah pidió al Santo Profeta (sa) que dirigiera su oración fúnebre. También pidió al Santo Profeta (sa) su camisa para poder usarla como prenda para enterrar a su padre para que, de ese modo, su castigo pudiera reducirse. El Santo Profeta (sa) le dio su camisa. En otra narración, se encuentran las siguientes palabras:

“Cuando el padre de Hazrat Abdul´lah murió, Abdul´lah bin Sulul, Hazrat Abdul´lah se presentó ante el Santo Profeta (sa) y dijo: ‘Por favor concédeme tu camisa para que pueda envolver a mi padre como prenda funeraria. Por favor, ofrece la oración de funeral y pide perdón por él.’ Ante esto, el Santo Profeta (sa) le dio su camisa y le dijo que le llamaran una vez estuvieran hechos los preparativos del entierro.”

Cuando el Santo Profeta (sa) estaba a punto de dirigir su oración fúnebre, Hazrat Umar (ra) le dijo: “Dios Altísimo te ha prohibido dirigir la oración fúnebre de los hipócritas”. El Santo Profeta (sa) respondió: “se me ha dado la opción de pedir perdón por ellos o no hacerlo”. Así, el Santo Profeta (sa) dirigió su oración funeraria, pero después cuando Dios prohibió rezar el funeral de los hipócritas, el Santo Profeta (sa) dejó de hacerlo.

Según otra narración, cuando el Santo Profeta (sa) llegó, su cuerpo ya había sido bajado a la tumba. El Santo Profeta (sa) ordenó sacarlo y colocó la cabeza de Abdul’lah bin Ubayy en su regazo y le puso su bendita saliva en su boca y rezó por él. Después el Santo Profeta (sa) se quitó la prenda de la parte superior de su cuerpo y la colocó encima de él.

Hazrat Yabir bin Abdul’lah (ra) relata que después de la batalla de Badr, cuando trajeron a los prisioneros de entre los incrédulos, Abbas (ra) también fue tomado como prisionero, pero no tenía ninguna ropa para cubrirse. El Santo Profeta (sa) ordenó que se encontrara una prenda para la parte superior del cuerpo y todos decidieron que la prenda de Abdul´lah bin Ubayy sería la más adecuada para él.

Así, el Santo Profeta (sa) dio a Abbas (ra) esa prenda. Es por ello que el Santo Profeta (sa) le concedió a Abdul’lah bin Ubayy su propia prenda para que la vistiera en su fallecimiento. Ibn Uyaynah declara que dado que él tuvo este acto de bondad con el Santo Profeta (sa), el Santo Profeta (sa) también deseaba devolver este gesto de amabilidad.

Aunque esta narración se también encuentra en Bujari, no parece ser una narración auténtica, ya que el Santo Profeta (sa) era la misericordia para todo el mundo.

En primer lugar, según la opinión de algunos, él ni siquiera había aceptado el islam en la época de Badr. Además, el Santo Profeta (sa) fue una misericordia para todo el mundo y le había conferido innumerables actos de amabilidad y, por lo tanto, si los hizo, no fue a cambio de ese acto particular suyo. En mi opinión, este acto de amabilidad se debía a su hijo, Hazrat Abdul’lah (ra), quien había mostrado un gran honor por el islam y por el Santo Profeta (sa) en todas las ocasiones. Él protegió su propia fe y fue firme con su padre también. Por lo tanto, para confortar y consolar al hijo, o tal vez para cumplir su deseo, el Santo Profeta (sa) se quitó la prenda y se la dio.

Hazrat Umar bin Jattab (ra) relata:

“Cuando Abdul’lah bin Ubayy bin Sulul murió, le pidieron al Santo Profeta (sa) que ofreciera su oración funeraria. (Hazrat Umar también ha narrado todo este incidente) Cuando el Santo Profeta (sa) estaba a punto de ponerse de pie para la oración, rápidamente me acerqué a él y le dije:’¡Oh, Mensajero de Al’lah! ¿Vas a dirigir la oración fúnebre de ibn Ubayy?’ Él había cometido tal y tal acto en tal día. Entonces empecé a contar algunas de sus malas acciones, pero el Santo Profeta (sa) sonrió y dijo: ‘Umar (ra) apártate del camino’. Cuando insistí en esto, el Santo Profeta (sa) dijo, ‘Se me ha dado la opción en este asunto y por lo tanto he decidido (dirigir su oración funeraria). Incluso si supiera que él sería perdonado si yo rezara hasta setenta veces por su perdón, entonces ciertamente habría rezado aún más que eso.’”

Hazrat Umar (ra) relata:

“Y así, el Santo Profeta (sa) dirigió su oración funeraria y luego regresó. Poco después se revelaron los dos versículos siguientes de la Surah al-Baraa, es decir, la Surah al-Taubah:

[árabe]

“Nunca reces por ninguno de ellos cuando muera, ni ores sobre sus tumbas, porque no creyeron en Al’lah ni en Su Mensajero y murieron en estado de desobediencia.” (9:84)

Hazrat Umar (ra) afirma:

“Después de esto, me sorprendió cómo tuve el coraje de presentarme ante el Santo Profeta (sa) y hablarle de tal manera porque Dios y Su Mensajero (sa) saben mejor”.

Este incidente particular en relación con el relato de Hazrat Abdul’lah bin Abdul’lah (ra) termina aquí y continuaré con los relatos de los demás compañeros en los próximos sermones.

Ahora mencionaré algunos detalles sobre algunos miembros fallecidos y después de la Oración del Viernes también ofreceré su oración funeraria en ausencia. La primera es la de honorada Sra. Amatul Hafiz, esposa de Sr. Maulana Muhammad Umar de Kerala, India. Falleció el 20 de octubre a la edad de 72 años, “en verdad, a Dios pertenecemos y a Él retornaremos”.

La Sra. Amatul Hafiz nació en 1947 en Kerala. El Ahmadíat entró en la familia de la difunta a través de su bisabuelo materno, que fue uno de los pioneros áhmadis de Kerala. La difunta tuvo la oportunidad de servir como secretaria Mal (Tesorera) en Chennai y como Sadr Lallna (presidenta de la organización auxiliar de las mujeres áhmadis) en Kerala durante mucho tiempo. Era muy regular en la recitación del Sagrado Corán y en ofrecer la oración del Taháyud y también enseñaba el Sagrado Corán a otros miembros de Lallna y de Nasirat. Realizaba todos los ayunos voluntarios y obligatorios. Hasta su último aliento sirvió mucho a Maulana Muhammad Umar Sahib; fue extremadamente hospitalaria y estaba llena de pasión por servir a la humanidad.

Era una mujer extremadamente piadosa y tenía un vínculo de gran amor con el Jalifato. Cualquiera que fuera la casa de misión a la que fueran asignados, ella servía a los huéspedes con gran sinceridad. Antes de su muerte, sufrió tres infartos. Cuando sufrió el tercer ataque, le dijo a Maulvi Umar Sahib que el momento de su muerte estaba cerca y le pidió que le transmitiera su Salaam (saludos de paz) a todo el mundo. Después, recitó en voz alta Al’lahu Akbar tres veces y luego falleció y se presentó ante su Señor. La difunta era un Musia (parte del Nizam-e-Wasiyyat) y le sobreviven cuatro hijas. También fue suegra del Sr. Munavar Ahmad Nasir Sahib, que trabaja como voluntario en la oficina del secretario privado ayudando con cartas en lengua tamil.

El honorable Sr. Maulvi Muhammad Umar Sahib escribe:

“Después de aprobar el examen de Maulvi Fazal en 1961, fui nombrado primero para servir como profesor en Madrasatul Ahmadía y luego en Hyderabad, donde también tuvo lugar un incidente particular. En 1967, debido a las intensas lluvias en Hyderabad, una gran parte del edificio de la Sala del Jubileo había sido destruida. El primer piso del edificio era para la sala de oración, el segundo piso era para la Lallna Imaillah y la casa de la misión estaba en el tercer piso. La mayor parte del edificio se derrumbó debido a la lluvia.

Dice:

“En ese momento no estaba presente y cuando llegué a la casa de la misión por la tarde, me quedé conmocionado al ver que todo el edificio había caído, excepto un pequeño rincón del edificio, y mi esposa, que sostenía a nuestra hija de tres meses de edad, estaba de pie en el tercer piso sin ningún tipo de apoyo. En ese momento parecía que era virtualmente imposible que mi esposa y mi hija sobrevivieran.”

Dice:

“Había una gran caída desde donde ella estaba de pie y no le era posible saltar y parecía que no había forma de escapar. Los bomberos trajeron una escalera, pero nadie fue lo suficientemente valiente como para subir y salvar a mi esposa y a mi hija. Sin embargo, uno de los bomberos que era bastante mayor dijo que, aunque tuviera que arriesgar su vida para intentar salvar a la madre y a su hija, lo haría. El anciano bombero subió por la escalera y primero rescató a la niña, la bajó y luego rescató a la madre. Así, ambos fueron salvados milagrosamente”.

El respetado Sr. Maulvi Muhammad Umar escribe además que ella lo apoyó durante todo el proceso con gran paciencia. Cuando fue asignado a Kerala, ella sirvió como la Sadr Lallna Imaillah de la provincia durante 15 años y prestó este servicio de una manera excelente. De 2007 a 2014 permaneció en Qadian mientras su marido trabajaba como Nazir Islah o Irshad. Durante este tiempo, ella visitaba Bait-ul-Dua todos los días y rezaba durante mucho tiempo. También tuvo el honor de realizar el Umrah en 2015. Umar Sahib escribe:

“Recitaba el Sagrado Corán diariamente después de ofrecer las oraciones del Fallar y luego también leía los Hadices. Esta era su práctica diaria. Incluso el día en que falleció, tuvo la oportunidad de realizarlo.”

Ella era una apasionada del estudio de los libros del Mesías Prometido (as) y también tenía un gran interés en mejorar su conocimiento general. De hecho, esto debería ser el rasgo distintivo de una esposa de un misionero y por la gracia de Dios, esto estaba presente en su carácter. Comprendió la situación de aquellos que ostentan cargos y de los misioneros y siempre les mostró respeto. Se aseguraba de que no hubiera ninguna deficiencia en su hospitalidad hacia los invitados. Que Dios Altísimo derrame Su perdón y misericordia sobre ella; que eleve su estatus y permita que su progenie se convierta en la receptora de sus oraciones.

El segundo funeral es del honorable Chaudhry Muhammad Ibrahim, que fue director y editor de la revista mensual Ansárula, Pakistán. Falleció el 16 de octubre a la edad de 83 años, “en verdad, a Dios pertenecemos y a Él retornaremos”.

En 1957, fue nombrado secretario Ansárula de Pakistán en Rabwah. En 1960, cuando se inició la revista mensual Ansárula, el difunto fue nombrado gerente y editor y continuó desempeñando este cargo con gran dedicación hasta 2004. Como parte de Ansárula Pakistán, tuvo la oportunidad de servir como: superintendente, Naib Qaid Amumi, secretario del Sadr Mall’lis. En 2003, fue buscado por la policía en relación con un caso (falso), sin embargo, con mi permiso vino al Reino Unido y se instaló aquí. Incluso tuvo la oportunidad de servir en el comité de Ansárula aquí durante aproximadamente ocho o nueve años y fue miembro del comité nacional de la Comunidad Ahmadía.

El fallecido era un Musi (formaba parte de la institución de Al-Wasiyyat). Viajó a Rabwah antes de su muerte. Sufría de una enfermedad y falleció en Rabwah. Le sobreviven una hija, cinco hijos y varios nietos. Que Dios Altísimo derrame Su perdón y misericordia sobre él; que Dios Altísimo permita a sus hijos y a sus futuros hijos continuar con sus virtuosos esfuerzos y también les permita permanecer unidos a la Comunidad y al Jalifato. Cuando trabajaba como gerente de la revista Ansárula en Pakistán, se presentaban casos en su contra a cada paso. En total se presentaron 26 casos contra él y sirvió como Asir Rah-e-Maulah (un prisionero en el camino de Dios) durante un mes.

El tercer funeral es del Respetado Raya Masud Ahmad Sahib, hijo del difunto Raya Muhammad Nawaz Sahib de Pind Dadan Jan. Falleció el 19 de octubre, después de una larga enfermedad, a la edad de 69 años, a Dios pertenecemos y a Él retornaremos. El Ahmadíat se introdujo en su familia a través de su padre, que tenía estrechos vínculos con Raya Muhammad Ali Sahib, Nazir Bait-ul-Maal entre 1943 y 1944. Él los trajo a Qadian para asistir al Yalsa Salana (Convención Anual) y su padre realizó el Bai’at (juramento de lealtad) en el Yalsa. La razón por la que realizó el Bai’at no se debió a ninguna prueba o argumento que se le presentó, sino más bien a un incidente que ocurrió. Dice:

“Cuando Hazrat Musleh Maud (ra) pronunciaba su discurso, vi a un joven apuesto sosteniendo a un niño descuidado. El niño tenía una nariz mocosa, así que el joven sacó un pañuelo de su bolsillo y le limpió la nariz. Estaba detrás del escenario mientras Hazrat Musleh Maud (ra) daba su discurso. Al poco tiempo, cuando el niño empezó a llorar, Hazrat Musleh Maud (ra) se dio la vuelta para ver e hizo un anuncio de que hay un niño que está perdido, y sus padres deberían venir a recogerlo. -Dice además:- Pregunté quién era el joven que estaba vestido con un atuendo inmaculado con un niño descuidado en la mano, y me informaron que era Hazrat Mirza Nasir Ahmad Sahib, el hijo mayor de Hazrat Jaliftul Masih II (ra) y en ese momento quizás también era Sadr Juddamul Ahmadía (el presidente de la asociación de jóvenes áhmadis). Luego dice que este incidente lo inspiró hasta tal punto que pensó que todos los demás asuntos eran secundarios, y decidió realizar el Bai’at debido a lo que había presenciado ese día. Por lo tanto, las personas que asisten al Yalsa Salana siempre se han inspirado en tales incidentes y realizan el Bai’at como resultado de presenciar incidentes como estos.

Raya Sahib llegó al Reino Unido en 1991, y fue nombrado el primer Sadr (presidente) de la Comunidad de Catford. Entregó su casa para ser utilizada como un centro de la Comunidad. Aquí (en el Reino Unido) tuvo la oportunidad de servir como Qaid Umumi para Ansarula; Secretario Adicional de Wasayya y también como Secretario Nacional de Wasayya. Cuando di instrucciones para que se hicieran mejoras con respecto al esquema del Wasiyyat, Raya Sahib trabajó incansablemente por esto y por la gracia de Dios, trabajó para mejorar el sistema para los Musiyaan.

Tenía un profundo vínculo con el Jalifato y siempre mostraba respeto por los funcionarios de la Comunidad. Era regular en ofrecer sus oraciones Taháyud (oraciones voluntarias antes del amanecer) y pagaba a su chanda con todo su corazón. Él ofrecía caridad, cuidaba a los pobres y necesitados y era muy amigable. Por la gracia de Dios era un musi. Aparte de su esposa, le sobreviven una hija y dos hijos. Que Dios Altísimo derrame Su perdón y misericordia sobre él y eleve Su estatus.

Estudiamos en el mismo centro, pero estábamos en clases diferentes, ya que nuestras asignaturas eran diferentes. Sin embargo, estábamos en el centro al mismo tiempo y yo lo conocía de allí. Desde este punto de vista se puede decir que estudiamos juntos en el mismo centro y por lo tanto éramos compañeros de clase, ya que solía haber una clase combinada de urdu y nos sentamos juntos en esa clase. Incluso en ese momento observé que tenía muchas grandes cualidades. Siempre fue disciplinado y nunca se involucraba en travesuras, como se ve en algunos chicos en su juventud, ni molestaba a nadie. Que Dios Altísimo eleve su estatus.

Al’lah Baksh Sadiq Sahib, Wakil-ul-Talim en Rabwah, escribe acerca del difunto:

“Era un áhmadi valiente y noble. Hay una antigua mezquita en la ciudad de Yhelum que tenía un techo muy bajo y el suelo estaba elevado en ciertas áreas y era bajo en otras áreas. Desde 1984, las condiciones se habían vuelto adversas, ya que a la Comunidad no se le permitía construir mezquitas ni se podían reparar. Sin embargo, Raya Sahib asumió la responsabilidad de las obras de la mezquita con gran valentía y después de buscar la orientación de Amir Sahib (el presidente de la Comunidad), se aseguró muy inteligentemente de que las obras se llevaran a cabo y se completaran. Sin alterar las paredes adyacentes a la carretera, se aseguró de que los pilares de la sala se construyeran de acuerdo con los diseños, y construyó muy sabiamente el techo de la mezquita. Para ello, sacrificó su tiempo y su dinero y animó a otros a contribuir también. De esta manera, la mezquita fue completamente renovada y, mediante la colocación del dintel, se eliminaron las paredes de las habitaciones. Ahora, por la gracia de Dios, hay una sala arriba y abajo.

El cuarto funeral es de la respetada Saliha Anwar Abro Sahiba, que fue la esposa del difunto Anwar Ali Abro Sahib de Sindh. Ella también falleció el 1 de octubre, a Dios pertenecemos y a Él retornaremos. Ella fue una persona valiente y fuerte que cumplió con los derechos debidos a Dios Altísimo y los derechos de Su creación. Desde una edad temprana fue regular en ofrecer sus oraciones y donaciones y ayunaba regularmente. Tenía un verdadero vínculo con el Jalifato. Cuando su padre se jubiló y se mudó a Nawabshah desde Irán, ella daba donaciones del poco dinero de bolsillo que se la daba. Una vez un funcionario del Centro fue a Nawabshah y dijo delante de todos los miembros de Lallna (asociación de mujeres áhmadis) que la mayor cantidad de donación recibida de Nawabshah por parte de Lallna es de esta joven [es decir, la difunta]. Este incidente fue antes de su matrimonio.

Su hija, Tahirah Momin Sahiba dice:

“Después del matrimonio, por mucho que Dios Altísimo la haya bendecido, también le concedió un corazón bondadoso. Siempre cuidaba de los pobres y era muy humilde. Contribuía a todos los planes financieros que se lanzaban y siempre se comprometería a dar la mayor cantidad. Ella sirvió como Sadr (presidente) del distrito de Larkana por un largo período de tiempo. Cada vez que iba a una visita oficial, exhortaba a los miembros a ofrecer sacrificios financieros y recibía una respuesta positiva, ya que su propio ejemplo era piadoso. Era muy valiente y sentía un gran honor (por la Comunidad).”

Se casó en un hogar sindhí convencional, que en cuanto a la distancia, estaba lejos de su ciudad natal. En ese momento, había un ambiente incivilizado en Sindh, ya que las innovaciones y las costumbres (erróneas) estaban muy extendidas. A pesar de ello, era un miembro activo de la sociedad y se reunía con todos y también forjaba relaciones sinceras con la gente. Cuidó de sus parientes y de su familia de una manera excelente. Su hija escribe que no importa dónde estén los miembros de Lallna, siempre la recuerdan. Ella escribe:

“Ellas (es decir, los miembros de Lallna) decían que cada vez que se sentían preocupadas, ella les decía que ofrecieran oraciones y que hicieran hincapié en las súplicas. Luego rezaba profusamente por ellas. Ella mantuvo una buena relación con todos y fue muy sociable. Dondequiera que iba, forjaba amistades e incluía a todos en su círculo de amigos.

Que Dios Altísimo infunda la misma lealtad y sinceridad entre sus hijos y que Él derrame Su perdón y misericordia sobre ella. Que sus hijos también permanezcan apegados a la Comunidad y al Jalifato y también se sacrifiquen en la forma en que ella lo hizo. Que Dios Altísimo acepte las oraciones que ofreció por sus hijos. Le sobreviven dos hijos y dos hijas.

Como he mencionado anteriormente, después de las oraciones del viernes, dirigiré las oraciones funerarias en ausencia de los difuntos.

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