La vida del Santo Profeta (sa)
Sermón del viernes 15-11-2024
Después de recitar el Tashahud, el Ta’awwuz y la Surah Al-Fatiha, Su Santidad, Jalifa V del Mesías (aba) dijo:
Hoy empezaré con el Tratado de Hudaibiyah. El Tratado de Hudaibiyah tuvo lugar en el mes Dhu al-Qa’dah del año 6 después de la Hégira, correspondiente a marzo de 628 de la era cristiana. También se conoce como la batalla de Hudaibiyah. En cuanto a la batalla de Hudaibiyah, Dios el Exaltado reveló un capítulo entero, la Surah al-Fatah. Comienza con estos benditos versos. Dios Altísimo afirma:
[ÁRABE]
“En verdad, te hemos concedido una clara victoria. Para que Al’lah corra un velo por tus faltas, pasadas y futuras, y complete Su favor sobre ti, guiándote por el camino recto; para que Al’lah te ayude poderosamente”. (48:1-4)
¿Por qué se llama la batalla de Hudaibiyah y cuál es su contexto? Lo explicaré brevemente. “Hudaibiyah” era el nombre de un pozo, por lo que esta zona pasó a llamarse Hudaibiyah. En los inicios del islam, este pozo era utilizado por viajeros y peregrinos, pero no había ningún establecimiento permanente en él. Hudaibiyah se encuentra a una distancia de una marhala, es decir, a nueve millas de La Meca, y la distancia de La Meca a Medina es de unas 250 millas. Por lo tanto, la distancia de Medina a Hudaibiyah es de aproximadamente 241 millas. Hudaibiyah es el límite occidental del Haram de La Meca. Según algunas personas, la mayor parte se halla dentro del Haram, y algunas partes quedan fuera del límite del Haram. Fue en este lugar de Hudaibiyah donde se hizo un tratado entre los musulmanes y los Quraish, que se llama el Tratado de Hudaibiyah. En las narraciones, también se conoce como la batalla de Hudaibiyah. En una narración, también se denomina batalla de Tihamah. La Meca y sus alrededores se llamaban Tihamah debido al intenso calor y a la luz del sol. Por esta razón, también recibió el nombre de Tihamah.
¿Cuál fue el contexto? Se sabe por las narraciones y la historia que el Santo Profeta (sa) emprendió el viaje a Hudaibiyah basándose en un sueño. Se narra que al Mensajero de Dios (sa) se le mostró en un sueño que entraba en La Meca con sus Compañeros en un estado de paz, afeitándose la cabeza y cortándose el pelo, y que había entrado en la Casa de Dios y tomado su llave, y había realizado el wuquf (acto de devoción) con los que realizaban el wuquf en la llanura de Arafat. Se quedó allí. El Mensajero de Dios (sa) convocó a la gente de Arabia y a los beduinos de los alrededores para que se pusieran en camino con él.
En este viaje, los musulmanes no llevaban armas, excepto espadas, que estaban en sus fundas. En aquella época, cada persona llevaba consigo una espada cuando salía de casa. Llevar una espada no equivalía necesariamente a luchar. Hazrat Umar (ra) dijo: “¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! Si temes que Abu Sufyan y sus compañeros pongan en peligro a los musulmanes, ¿por qué no has traído el armamento necesario para la guerra?” El Santo Profeta (sa) respondió: “Puesto que voy con la intención de realizar la Umrah, no deseo llevar armas conmigo.”
Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib, en La Vida y Carácter del Sello de los Profetas, al mencionar este sueño del Santo Profeta (sa), lo ha descrito de esta manera:
“Al ver este sueño, el Santo Profeta (sa) instó a sus Compañeros que se prepararan para la Umrah. La Umrah era como un Hach ( Peregrinación a La Meca) menor, en el que se omitían varios ritos del Hach, y sólo bastaba con el Tawaf (la circunvalación) de la Casa de Dios y un sacrificio de un animal. Además, a diferencia del Hach (Peregrinación a La Meca), tampoco había una época del año determinada para la Umrah. Este culto puede realizarse en cualquier época del año. En esta ocasión, el Santo Profeta (sa) también anunció a los Compañeros que, puesto que este viaje estaba libre de cualquier intención de confrontación violenta, era simplemente con el propósito de realizar un culto religioso pacífico, por tanto, los musulmanes no debían llevar sus armas con ellos. Aunque, según la costumbre de Arabia, como viajeros llevaban espadas guardadas en sus fundas”.
¿Cuántos musulmanes había en el momento de la batalla de Hudaibiyah? También hay diversas opiniones al respecto. Una narración afirma que había algo más de 1.000 Compañeros. Otra narración afirma que eran 1.300, mientras que otra afirma que eran 1.400. En resumen, también hay narraciones que mencionan números de hasta 1.700, lo que significa que varios informes oscilan entre 1.000 y 1.700.
Cuando llegó el momento de partir, los animales para ser sacrificados fueron entregados a Hazrat Najiyah bin Jundub Aslami, quien los llevó a Dhu al-Hulaifah. Dhu al-Hulaifah es un lugar a seis o siete millas de Medina. Siempre que partía de Medina, el Santo Profeta (sa) nombraba un gobernador provisional en Medina. Antes de emprender este viaje, según la narración de Ibn Sa’d, el Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat Abdul’lah bin Umm Maktum como su gobernador interino en Medina. Mientras que en la narración de Ibn Hisham se afirma que Hazrat Numailah bin Abdillah fue nombrado sustituto. Baladhuri ha mencionado a Hazrat Abu Ruhm Kulthum bin Husain. Según algunos, Hazrat Umm Maktum fue nombrado imam de las oraciones y el resto como diputados o gobernadores en funciones. Hay diferentes narraciones.
Los detalles de la preparación y partida del Santo Profeta (sa) y los Compañeros para el viaje se describen a continuación:
El Mensajero de Dios (sa) entró en su casa tras este anuncio, realizó el ghusl [baño] y vistió dos prendas hechas en Suhar. Suhar es una ciudad de Yemen conocida por su ropa de buena calidad. El Santo Profeta (sa) salió entonces y montó en su camella Qaṣwa a la puerta de su casa. Su bendita esposa, Hazrat Umm Salamah (ra), le acompañó en este viaje. El Mensajero de Dios (sa) partió el lunes al comienzo de Dhu al-Qa’dah, y al llegar a Dhu al-Hulaifah, ofreció allí la oración del alba. Luego recolectó a los animales del sacrificio, que fueron 70. Los adornó con guirnaldas. Luego marcó algunos camellos, es decir, marcó sus jorobas para indicar que eran camellos de sacrificio. Luego ordenó a Hazrat Najiyah bin Jundub que marcara al resto de los animales. Éstos también estaban marcados y adornados con guirnaldas. El resto de los musulmanes también adornaron sus animales con guirnaldas y los marcaron. Los musulmanes llevaban 200 caballos en este viaje.
Los siguientes son detalles sobre la puesta del ihram del Santo Profeta (sa): El Mensajero de Dios (sa) ofreció dos rakaat [unidades] de oración y montó cerca de la puerta de la mezquita de Dhu al-Hulaifah. Se puso el ihram para la Umrah para que la gente supiera que se había propuesto visitar y honrar la Casa de Dios. Luego recitó esta talbiyyah:
[ÁRABE]
“Aquí estoy a Tu servicio, ¡Oh Dios! Aquí estoy. Aquí estoy. No tienes ningún partícipe, aquí estoy. En verdad, la alabanza, las bendiciones y el reino son para Ti. No tienes ningún partícipe”
Para recabar información sobre la situación de los Quraish y saber si albergaban intenciones crueles, el Santo Profeta (sa) envió en avanzadilla a un mensajero, Hazrat Busr bin Sufyan. Para mayor precaución, nombró a Hazrat Abbad bin Bishr, y según una narración, a Hazrat Sa’d bin Zaid Ash’ali como líder de más de 20 jinetes y los envió por adelantado.
Haciendo paradas en varios lugares, cuando el Profeta (sa) llegó al lugar de Rauha, que está a 73 kilómetros de Medina, recibió noticias de que había algunos politeístas en el valle de Ghaiqah, situado a lo largo de la costa con Bahr Amir. Existía el peligro de que atacaran repentinamente a los musulmanes. Por lo tanto, envió a Hazrat Abu Qatadah Ansari, que no se había puesto el ihram para la Umrah junto con un grupo de Compañeros hacia ellos.
Se mencionan ciertos milagros que tuvieron lugar en el transcurso de este viaje. Durante el viaje, algunas personas se reunieron alrededor del Santo Profeta (sa) mientras realizaba la ablución con un cuenco de agua delante de él. El Santo Profeta (sa) les preguntó cuál era el problema, y los Compañeros respondieron: “Aparte del agua que tienes, ninguno de nosotros tiene agua de la que podamos beber o hacer la ablución.” Al oír esto, el Santo Profeta (sa) metió la mano en el cuenco e inmediatamente empezó a brotar agua de sus dedos, como si brotara agua de un manantial. Hazrat Jabir (ra) relata: “Todos bebimos de ella, y realizamos la ablución. Incluso aunque hubiesen habido cientos de miles de nosotros, el agua hubiese sido suficiente. No obstante, éramos solo 1.500 de nosotros en ese momento.”
A la luz de varios libros de historia, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha narrado este incidente de la siguiente manera:
“Durante el transcurso de este viaje, antes de esta ocasión, hubo un momento en el que, excepto el recipiente utilizado por el Santo Profeta (sa), todos los demás recipientes se habían quedado secos de agua. En esta ocasión, ante la queja de sus Compañeros, el Santo Profeta (sa) colocó su mano bendita sobre la boca del recipiente y, inclinándolo hacia adelante, instruyó a los Compañeros que trajeran sus propios recipientes y los llenaran. El narrador relata que, en ese momento, el agua brotaba de entre los dedos del Santo Profeta (sa) de tal manera que parecía un manantial en curso. Tanto así, que todos tomaron el agua según sus necesidades, y el sufrimiento de los musulmanes fue aliviado.”
El Mesías Prometido (as) explica este incidente de la siguiente manera. Afirma:
“Cuando una persona alcanza este elevado estado de encuentro con Dios [Liqa], a veces realiza actos que parecen estar más allá del poder humano y tienen el matiz del poder divino… Hay muchos otros milagros que el Santo Profeta (sa) realizó únicamente con su propio poder y que no fueron acompañados por ninguna oración. En muchas ocasiones, multiplicó el agua sumergiendo sus dedos en un tazón de agua, de tal manera que todo el ejército, junto con sus camellos y caballos, bebieron de ella, y sin embargo, la cantidad original de agua no se redujo. En muchas ocasiones, al poner su mano sobre tres o cuatro panes, sació el hambre de miles de personas. En otras ocasiones, bendijo una pequeña cantidad de leche con sus labios, y un grupo de personas bebió hasta saciarse. En algunas ocasiones, al añadir su saliva a un pozo de agua (amarga y salada), la convirtió en agua dulce. En otras ocasiones, curó a personas gravemente heridas colocando sus manos sobre ellos. En otras ocasiones, curó la vista de ciertas personas que la habían perdido como consecuencia de una lesión que habían recibido durante alguna batalla, a través de las bendiciones de sus manos. De esta manera, hizo muchas otras cosas a través de su poder personal, detrás del cual operaba el poder divino.”
El Mesías Prometido (as) menciona esto en relación a los milagros realizados por el Santo Profeta (sa).
También hay detalles sobre la preparación de un ejército por parte de los Quraish al enterarse de que el Santo Profeta (sa) había emprendido el viaje, así como el consejo que buscó Santo Profeta (sa) entre sus Compañeros.
Al enterarse de que los musulmanes no venían para ninguna batalla, sino que solo viajaban para visitar la Casa de Al’lah, los Quraish decidieron impedir que los musulmanes entraran en La Meca. Cada uno de ellos que era capaz de empuñar una espada se preparó para detener a los musulmanes, a pesar de ser conscientes de que estos no venían para ninguna batalla. Junto con sus aliados, reunieron un ejército de 8.000 hombres y establecieron un campamento en un valle en Baldah, que se encontraba al oeste de La Meca. Para detener al Santo Profeta (sa) y a los musulmanes en su camino, enviaron a Jalid bin Walid junto con 200 jinetes hacia un valle llamado Qura al-Ghamim, que se encontraba a ocho millas de Usfan.
Hazrat Misfar bin Makhramah y Marwan bin Hakam relatan que el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros llegaron a una fuente de agua en Ashtat, cerca de Usfan. La persona encargada por el Santo Profeta (sa) de recolectar información se acercó a él y le informó que los Quraish habían preparado un gran ejército y también habían reunido a varias otras tribus para este propósito, todos listos para luchar contra él e impedirle visitar la Casa de Al’lah.
El Santo Profeta (sa) buscó consejo entre sus Compañeros sobre si debía luchar contra todos aquellos que estaban dispuestos a impedirle visitar la Casa de Al’lah, junto con sus familias, y también si el enemigo se acercaba a ellos [es decir, los musulmanes], si debían atacarles. Ante esto, Hazrat Abu Bakar (ra) respondió: “¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! Partiste con la intención de ir a la Casa de Al’lah. No tenías la intención de atacar ni luchar contra nadie. Por lo tanto, avancemos hacia la Casa de Al’lah y lucharemos contra cualquiera que intente detenernos.” En otras palabras, debían continuar con su viaje. Hazrat Usaid bin Huzair estaba de acuerdo con la sugerencia de Hazrat Abu Bakr (ra). Después de Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat Miqdad se adelantó y dijo: “Por Al’lah, ¡Oh Mensajero (sa) de Dios! No diremos lo que los Bani Israel dijeron al Profeta Moisés (as): ‘Ve tú y tu Señor y lucha, mientras nosotros nos quedamos aquí sentados.’ Oh Mensajero (sa) de Al’lah, avanza, y tú y tu Señor lucharéis, y nosotros también lucharemos junto a ti.”
Hazrat Musleh Maud (ra) también ha narrado este incidente. Afirma:
“Al enterarse de esto, los habitantes de La Meca llegaron con un ejército y preguntaron a los musulmanes: ‘¿Quién os dio permiso para venir aquí?’ Contestaron: ‘No hemos venido para combatiros. Simplemente hemos venido para realizar la Umrah. Este lugar es considerado como una fuente de bendición tanto para vosotros como para nosotros. Hemos venido de visita y no para combatir.’ Ellos respondieron: ‘No se trata de realizar el Tawaf [circunvalación de la Kabah].’ Los incrédulos rechazaron esto y dijeron: ‘Os consideramos nuestros oponentes, y si entráis en La Meca y realizáis el Tawaf, esto sería una causa de humillación para nosotros ante todos los árabes, pues dirán: ‘Sus oponentes realizaron el Tawaf en su propia casa.’ Podemos permitir la entrada a cualquiera en la tierra de Arabia excepto a vosotros.'”
Como se mencionó anteriormente, Jalid bin Walid, junto con 200 jinetes, fue enviado para detener al Santo Profeta (sa). Cuando el Santo Profeta (sa) se enteró de esto, cambió de ruta para evitarles y llegó hasta Hudaibiyah.
Con respecto a esto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) escribe:
“Después de un viaje de algunos días, cuando el Santo Profeta (sa) se acercó a un lugar llamado Usfan, situado aproximadamente a dos días de camino en la ruta hacia La Meca, el mensajero del Santo Profeta (sa) le informó que los Quraish estaban furiosos y firmemente decididos a detenerlo, hasta el punto de que, en la expresión de su ira y barbarie, se habían puesto pieles de guepardo y estaban completamente decididos a enfrentarse a ellos para impedir el paso a los musulmanes en cualquier circunstancia. También se confirmó que los Quraish habían enviado una unidad de caballería compuesta por algunos jinetes valientes bajo el mando de Jalid bin Walid, quien aún no se había convertido al islam, y que esta caballería había llegado cerca de los musulmanes, y que Ikrimah bin Abi Jahl también formaba parte de ella. Cuando el Santo Profeta (sa) escuchó esta noticia, instruyó a los Compañeros a desviarse de la ruta conocida hacia La Meca y avanzar por la derecha para evitar el conflicto. Así, los musulmanes comenzaron a avanzar por una ruta muy complicada y ardua cerca de la costa.”
El Santo Profeta (sa) no deseaba combatir contra ellos porque no habían salido con la intención de luchar; sino con la intención de realizar la Umrah.
En cualquier caso, el Profeta de Al’lah (sa) partió y alcanzó su destino. Jalid bin Walid no se enteró del desvió de los musulmanes ni de su partida. Esto fue así hasta tal punto que cuando finalmente vio al grupo de musulmanes acercándose a La Meca, corrió para advertir a los Quraish de su llegada.
En relación con la llegada del Santo Profeta (sa), las tradiciones registran, con la autoridad de Hazrat Miswar bin Makhzamah y Marwan, que en los días del tratado de Hudaibiyah, el Mensajero de Al’lah (sa) continuó su viaje hasta llegar al valle, donde la camella del Santo Profeta (sa) se sentó mientras él todavía estaba montado en él. La gente gritaba a la camella para que se levantara, pero ésta permanecía sentada. Los Compañeros dijeron: “Quizás Qaswah esté cansada”, pero el Santo Profeta (sa) respondió: “No, no, Qaswah no se ha cansado, ni está en su naturaleza cansarse y sentarse de esta manera”. La verdad es que el mismo Ser Supremo que impidió que los elefantes de los Ashab al-Fil avanzara hacia La Meca, también ha detenido a esta camella. Por lo tanto, juro por Dios, que aceptaré todo lo que me pidan los Quraish de La Meca por el respeto al Haram.”
Después de esto, el Santo Profeta (sa) llamó a su camella para que se levantara, y por el poder de Dios, esta vez, se puso de pie. El Santo Profeta (sa) quería decir que cualquier demanda que hicieran los Quraish, excepto algo que violara cualquier prohibición divina, él se la concedería. En cualquier caso, el Santo Profeta (sa) le dijo a su camella que caminara, y éste se puso de pie. Se alejó de los habitantes de La Meca hasta que llegó a un pozo con poca agua en el lado opuesto de Hudaibiyah. Esto se basa en una narración de Bujari.
Hazrat Musleh Mau’ud (ra) afirma:
“Aquí, la camella del Santo Profeta (sa) se detuvo y se negó a seguir adelante. Los Compañeros dijeron: ‘Mensajero de Dios (sa), tu camella se ha cansado, ¿por qué no te sientas en otra camella?
El Santo Profeta (sa) respondió: ‘No, no, no se ha cansado. Más bien, parece ser la voluntad de Dios que nos quedemos aquí. Y es desde aquí que utilizaré todos los métodos para solicitar a los habitantes de La Meca que nos permitan realizar el Hach; sin importar las condiciones que estipulen, las aceptaré’.
Hasta ahora, el ejército de La Meca había permanecido a bastante distancia de La Meca, esperando a los musulmanes. Si el Mensajero de Dios (sa) lo hubiera deseado podría haber entrado en La Meca sin que hubiesen encontrado resistencia. Pero como ya se había hecho a la idea de que primero intentaría persuadir a los residentes de La Meca para que permitieran a los musulmanes realizar el Tawaf, y que sólo recurriría a la lucha en el caso de que los propios habitantes de La Meca no les dejaran otra opción -y les atacaran-, es por lo que, a pesar de que la entrada a La Meca estaba abierta para ellos, decidió acampar en Hudaibiyah.
Bujari recoge una narración sobre el embalse con un nivel reducido de agua cerca del cual acamparon los musulmanes y que pronto la gente empezó a extraer agua de él poco a poco. Como resultado, este embalse no tardó en secarse y la gente empezó a quejarse al Profeta Muhammad (sa) por ello. Hazrat Najiyah bin A’jam (ra) narra que: “cuando en la ocasión de Hudaibiyah el Mensajero de Dios (sa) recibió quejas por la severa falta de agua, me llamó, sacó una flecha de su carcaj y me la dio. Luego ordenó que le trajeran un cubo de agua de ese depósito. El Mensajero de Dios (sa) hizo la ablución y se enjuagó la boca, tras lo cual volvió a echar el agua en el cubo. Luego me indicó que vertiera este agua en el depósito que se había secado, clavando en él esta flecha. El narrador expresa que hizo precisamente eso. Así que juro por aquel Ser que envió al Mensajero de Dios (sa) con la verdad que salí de ese pozo con gran dificultad, ya que el flujo de agua resultante me rodeo totalmente. Después de volver a verter el agua y clavar la flecha en el pozo, me quedé allí hasta que, de repente, el agua empezó a llenar el pozo, y burbujeaba como burbujea el agua en una olla hirviendo. El agua siguió subiendo hasta llegar a la parte superior del pozo. La gente bebía agua de sus bordes hasta que incluso la última persona había saciado su sed”.
Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha escrito sobre la lluvia que tuvo lugar. Escribe, y esto también se menciona en otros libros de historia:
“También llovió esa misma noche o poco después. En consecuencia, cuando el Santo Profeta (sa) llegó para la oración de la mañana, la llanura estaba llena de agua. El Santo Profeta (sa) sonrió y dijo: ‘¿Sabéis lo que vuestro Dios ha declarado en esta ocasión cuando ha llovido?’ Según su costumbre, los Compañeros respondieron: ‘Dios y Su Mensajero saben más’. El Santo Profeta (sa) dijo: ‘Dios el Exaltado declaró: ‘Entre mis siervos hay algunos que se han despertado esta mañana en un estado de creencia, mientras que otros han vacilado en un estado de incredulidad. Los que decían que esta lluvia nos fue dada por la misericordia y la gracia de Dios, se han mantenido firmes en la esencia de la fe. Sin embargo, en cuanto a los que dijeron que esta lluvia nos ha llegado debido a tal o cual estrella, sin duda han creído la Luna o en el Sol, pero no han creído en Dios’. Con esta afirmación, llena de la riqueza de la Unidad Divina, el Santo Profeta (sa) enseñó a sus Compañeros que, indudablemente, mediante el sistema de medios y causas para hacer funcionar el universo, Dios ha establecido diversos tipos de medios y en cuanto a la cuestión de la lluvia, etc., no negamos el efecto de los cuerpos celestes. Sin embargo, la verdadera Unidad consiste en que, a pesar de estos medios que actúan de intermediarios, las miras del hombre no se vuelvan negligentes hacia ese Ser siempre tan Oculto, Quién es el Creador de todos estos medios y es la Causa de todas las Causas en este universo, sin Quién estos medios materiales no son más significativos que un insecto muerto.”
En esta ocasión, se menciona que Amr bin Salim y Bisr bin Sufyan hicieron un regalo al Santo Profeta (sa). Está escrito que con motivo del tratado de Hudaibiyah, Amr bin Salim y Bisr bin Sufyan, que formaban parte de la tribu Juzah, regalaron al Santo Profeta (sa) cabras y camellas. Amr bin Salim también regaló a Hazrat Sa’d bin Ubadah un camello. Hazrat Sa’d y Amr eran amigos. Hazrat Sa’d bin Ubadah (ra) fue a ver al Santo Profeta (sa) y le informó de que Amr le había regalado un camello. El Santo Profeta (sa) respondió: “Amr también nos ha regalado un camello. ¡Que Dios bendiga la riqueza de Amr!”. El Santo Profeta (sa) ordenó entonces que se sacrificaran los camellos y se repartiera (la carne) entre los Compañeros. También ordenó que se repartieran las cabras entre los Compañeros, y se incluyó a sí mismo en el reparto. El Santo Profeta (sa) envió carne de camella a Hazrat Umm Salamah (ra) y a otros. También dio un poco de carne de su cabra a Hazrat Umm Salamah (ra) y ordenó que se diera ropa a la persona que trajo los regalos. El Santo Profeta (sa) ordenó que se reunieran todos los regalos que le habían dado y que se distribuyeran entre los Compañeros.
Los relatos relacionados con esto continuarán, hay más detalles con respecto a cómo se llevó a cabo el Tratado de Hudaibiyah. Todos estos detalles se mencionarán en el futuro, si Dios quiere. En este momento, hablaré de algunos miembros fallecidos y también dirigiré sus oraciones fúnebres después de la oración del viernes.
La primera mención es de Shehryar Rakin, hijo de Muhammad Abdullah Wahab Sahib de Bangladesh.
Se ha escrito sobre este incidente que en Bangladesh ha persistido un considerable malestar en los últimos días, desde la destitución del gobierno el 5 de agosto. Cuando el gobierno fue depuesto, estalló el caos en todo el país, y los opositores a la Comunidad Ahmadía también aprovecharon la oportunidad para lanzar un ataque contra la Comunidad en Ahmadnagar. Anteriormente también se habían producido ataques aquí. Los opositores prendieron fuego a las casas de los ahmadíes y luego procedieron a incendiar la mezquita. A continuación se dirigieron a Yamia (seminario islámico) y al lugar del Yalsa. Aunque no pudieron entrar en Yamia, se acercaron por detrás del recinto del Yalsa y rodearon a los voluntarios encargados de la seguridad del evento, y les agredieron repetidamente. Fue durante este asalto cuando el querido Shehryar sufrió graves heridas en la cabeza. Tras tres meses de tratamiento, sucumbió trágicamente a sus heridas el 8 de noviembre y alcanzó el martirio a la temprana edad de dieciséis años.
[Árabe – Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos.]
De este modo, alcanzó el martirio.
El joven Shehryar era miembro del programa de Waqf-e-Nau (hijos que han sido dedicados por sus padres para el servicio del islam-ahmadíat). Le sobreviven sus padres, abuelos, una hermana y dos hermanos. La fe ahmadí fue introducida en su familia a través de su bisabuelo, Hazrat Munshi Sirayul Islam Sahib, quien juró lealtad a través de Allamah Zil-ur-Rahman Sahib, atrayendo a muchos miembros de la familia al seno de la Comunidad Ahmadía. El fallecido era un miembro activo de la Comunidad. Trabajó como Secretario de Finanzas en el Comité Amla de Atfalul Ahmadía en Ahmadnagar.
Su madre escribe que era constante en sus oraciones y adoración desde una edad joven, y mostró mucho interés en servir la Comunidad, incluso llegaba a molestarse si se le aconsejaba centrarse primero en sus estudios antes de participar. Siempre que había un I’lltema o Yalsa en Ahmadnagar, él era el primero en salir de casa y llegar al lugar. Por ser el hijo menor, su madre dice que fue de gran ayuda para ella, ayudándola con las tareas del hogar y en la cocina. Era muy sociable y rápidamente se hacía amigo incluso de extraños. Su madre también señaló que, al igual que su hermano mayor, se estaba preparando para solicitar la admisión en Yamia. Su madre también escribió que ella tuvo sueños que le informaron del inminente martirio de Shehryar antes de que ocurriera.
El Qaid de Judamul Ahmadía en Ahmadnagar, Najm Saqib Sahib, afirma que el año pasado en marzo de 2023, durante los ataques que ocurrieron en Yalsa, fue martirizado el ingeniero Zahid Hasan Sahib, y dice que yo dirigí la oración fúnebre por él y que lo mencioné en el sermón. Dice que mientras los Judam estaban de servicio, estaban desayunando y escuchando el sermón. En ese momento, Shehryar comentó que si él hubiese sido martirizado ese día, también le habría mencionado el sermón. Escribe en detalle que cuando los asaltantes atacaron repentinamente el 5 de agosto, esta vez, una gran cantidad de personas estaban presentes para proteger a Yamia, mientras que solo unos quince voluntarios estaban de servicio en ambos lados de la carretera para la protección del Yalsa. Shehryar se unió a ellos y participó atentamente en los esfuerzos de seguridad, ayudando a Qaid Sahib en todos los asuntos. De repente, los atacantes irrumpieron, rompiendo la puerta, y al entrar, gritaron consignas y comenzaron a golpear sin piedad a la gente con palos, hiriendo a muchos. Shehryar sufrió las heridas más graves, particularmente en la cabeza. La parte inferior de su cuerpo quedó completamente paralizada en ese momento. Poco después llegó un vehículo del ejército y, con su llegada, los agresores huyeron del lugar, dejando atrás a los ahmadíes heridos.
Qaid Sahib escribe que Shehryar siempre estaba listo para el deber y el servicio. Participó activamente en la limpieza de la mezquita y otras actividades de Waqar-e-Amal, y también involucró a otros en estos esfuerzos. Cumplió con el deber de despertar a la gente para las oraciones del Fayr y Tahayyud [oraciones voluntarias antes del amanecer]. Zahir Sahib, un estudiante de Yamia Bangladesh, escribe que durante el entierro de Shehryar, él estaba de servicio en el área. Le preguntó a un Jadim de Ahmadnagar, que a menudo jugaba con él, sobre las cualidades especiales que distinguían a Shehryar. El Jadim respondió haciendo referencia a una exposición que se celebró en el Yalsa en 2023 sobre el mártir Zahid Hasan. Todos estaban viendo la exposición cuando de repente, Shehryar comentó: “Ojalá yo también hubiera podido ser martirizado como el hermano Zahid, para que mi imagen estuviera aquí y se hiciera mención de mí en el sermón”. Se sorprendieron mucho al escuchar esto de él. Dios Altísimo ha cumplido su deseo.
La tía del fallecido, Zeenat Fauzia, dice: “Era el más joven de sus hermanos, escuchaba a todos y ayudaba a todos en su trabajo. El día del ataque, cuando salía de su casa, dijo: “Debo proteger la mezquita. Si no puedo hacerlo, seré martirizado”. El mártir fallecido también dio un ejemplo de sacrificio hacia sus mayores. ¡Que Dios Altísimo eleve su posición y conceda paciencia y perseverancia a sus padres y familiares!
La siguiente mención, cuyo funeral dirigiré (en cuerpo ausente), es la de un miembro árabe pionero, Abdullah Asad Odeh Sahib de Kababir, quien falleció recientemente a la edad de 94 años.
[Árabe – Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos.]
Fue criado en un hogar que tenía una gran conexión de amor y sinceridad con los misioneros de Kababir. Los esfuerzos sinceros y las oraciones de estos misioneros y, sobre todo, las oraciones de Hazrat Musleh Maud (ra) han dado como resultado que Kababir siempre permanezca bajo la protección y seguridad de Dios Altísimo. Especialmente durante la guerra de Palestina y en 1948, cuando hubieron desplazamientos a gran escala, Dios Altísimo mantuvo a Kababir a salvo.
Desde la época de Hazrat Musleh Maud (ra), a lo largo de toda su vida, el fallecido mantuvo correspondencia con los Jalifas ahmadíes y tuvo una profunda conexión de obediencia y sinceridad hacia ellos. Fue uno de los miembros iniciales del programa de Wasiyat. En 1934, Maulana Abul Ata Yalandhari Sahib abrió la escuela ahmadí, donde el fallecido obtuvo su educación primaria. Luego, en 1948, se inscribió en una escuela de enseñanza media en inglés, donde se graduó. Luego obtuvo su maestría con honores de la Universidad Al-Quds. Después trabajó en el departamento de comercio y negocios durante veinte años. Mas tarde tuvo la oportunidad de desempeñar un papel destacado en el departamento de auditoría del gobierno. Se jubiló de allí en 1995.
Después de su jubilación, fue nominado como Presidente de Asuntos Islámicos en el Ministerio de Asuntos Religiosos. Algunos países islámicos se opusieron a él porque era ahmadí. Se mantuvo firme en sus principios y en el Ahmadíat apartándose de cualquier consideración.
En 1945, Hazrat Chaudhry Zafrullah Khan Sahib (ra) visitó Palestina como representante de las Naciones Unidas. Durante esta gira, también visitó la casa de la misión y se quedó en la casa del difunto Abu Salah Muhammad Saleh Odeh, quien era el abuelo paterno de Sharif Odeh. El difunto, Abdullah Asad Sahib, tenía 15 años en ese momento; venía a servir a Chaudhry Sahib a diario y también le llevaba el periódico.
El difunto siempre mantuvo una estrecha relación con los misioneros. Tuvo la oportunidad de servir a la Comunidad como Secretario General, Secretario de Educación y Formación, Asuntos Externos, Presidente de la Organización Auxiliar de los Ancianos y Secretario del Jubileo.
Ayudó al difunto misionero Yalaluddin Qamar Sahib en el gran proyecto de la nueva construcción de la Madrasa Ahmadí en Kababir. Fue un escritor extraordinario. A lo largo de setenta años escribió decenas de artículos para la revista Al-Bushra. Tradujo al árabe el comentario inglés de Surah al-Kahf, que se publicó en la Comunidad durante la época en que el respetado misionero Fazal Ilahi Bashir Sahib estaba allí.
En los países árabes se difundió propaganda contra la Comunidad que decía que el ahmadíat y el bahaismo eran dos caras de la misma moneda. Agruparon a la Comunidad con los baháis. En respuesta, Abdullah Asad escribió un libro en árabe titulado “Al-Muamarat al-Kubra”, que sirvió como respuesta decisiva. De manera similar, también escribió un libro sobre la historia de la Comunidad en Kababir titulado “Al-Kababir Baladi”.
Era sincero, tenía un profundo sentido del honor y era un verdadero servidor de la Comunidad que se enorgullecía de todo lo que tuviera que ver con la Comunidad y el Ahmadíat. También le solicitaron que se convirtiera en miembro del Parlamento. Sin embargo, se negó, alegando que la política requería seguir ciertos principios, mientras que sus principios se basaban en el ahmadíat.
El hijo del fallecido, Jalid Abdullah, dice: “Mi padre estaba ocupado con el trabajo de la Comunidad y, a veces, cuando mi madre sugería que se sentaran juntos a tomar el té o salir a algún lado, él respondía diciendo: “Tengo un trabajo importante de la Comunidad que hacer y solo pensaré en otras cosas cuando haya terminado ese trabajo”. Su primera prioridad era el trabajo de la Comunidad. Le sobreviven tres hijos, tres hijas y 14 nietos.
¡Que Dios Altísimo conceda al fallecido perdón y misericordia, eleve su posición y permita que su descendencia siga sus pasos! Como dije, ofreceré estas oraciones funerarias (en cuerpo ausente) después de la oración [del viernes].