La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Sermón completo 29-11-2024

Después de recitar el Tashahud, Taawuz y Surah al-Fatihah, el Jalifa V del Mesías (aba) declaró:

El incidente del Tratado de Hudaibiya se ha mencionado anteriormente, y daré ahora más detalles al respecto.

En esta ocasión, los Compañeros fueron nombrados guardianes. Sobre esto, consta que el Santo Profeta (sa) ordenó a sus Compañeros que montaran guardia durante la noche. Cada noche, tres personas se turnaban para hacer guardia. Estas personas eran Hazrat Aus bin Jauli, Abbad bin Bishr y Muhammad bin Maslama. Una noche, cuando era el turno de guardia de Hazrat Muhammad bin Maslama, los Quraish enviaron a 50 individuos bajo el liderazgo de Mikraz bin Hafs y les ordenaron rodear al Santo Profeta (sa), con la intención de matar a algún musulmán, o causarles una pérdida inesperada. Hazrat Muhammad bin Maslama los capturó y los llevó ante el Santo Profeta (sa). Mikraz huyó y avisó a sus compañeros. Esto arroja luz sobre la afirmación del Santo Profeta (sa), mencionada en el sermón anterior, de que Mikraz era una persona falsa.

También consta que algunos musulmanes entraron en La Meca con el permiso del Santo Profeta (sa). Entre ellos se encontraban Kurz bin Yabir Fihri, Abdul’lah bin Suhail, Abdul’lah bin Hudhaifa Sahmi, Abu Rum bin Umair, Abdari Ayyash bin Abi Rabi’ah, Hisham bin Aas, Abu Hatib bin Amr, Umair bin Wahb, Hatib bin Abi Balta y Abdul’lah bin Umayyah. Entraron en La Meca bajo la protección de Hazrat ‘Usman (ra), aunque en otra narración se dice que entraron en secreto. Hay diferentes versiones de esta narración.

Cuando los Quraish supieron de la existencia de estos musulmanes, los capturaron. Los Quraish también habían recibido ya noticias de que sus compañeros habían sido capturados por Hazrat Muhammad bin Maslama. Cuando los Quraish supieron que 50 de sus hombres habían sido apresados por los musulmanes, otra unidad armada de los Quraish se dirigió hacia el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros y lanzó un ataque contra los musulmanes. Empezaron a disparar flechas y a tirar piedras. Los musulmanes capturaron a 12 soldados de caballería de los Quraish y de entre los musulmanes, Hazrat Ibn Zunaim alcanzó el martirio. Los Quraish lo asesinaron hiriéndolo con una flecha.

Entonces los Quraish enviaron una delegación al Santo Profeta (sa), encabezada por Suhail bin Amr. Tan pronto como el Santo Profeta (sa) lo vio venir de lejos, dijo a sus Compañeros: “A través de Suhail, vuestro asunto será “sahl” para vosotros”, es decir, fácil. Cuando Suhail llegó hasta el Santo Profeta (sa), le dijo: “Ninguno de los líderes fue responsable del encarcelamiento de tu gente (es decir, Hazrat Usman y los diez Compañeros que estaban con él) ni del enfrentamiento contra ti. Cuando nos enteramos de este incidente, nos quedamos horrorizados, ya que no teníamos conocimiento de ello. Esto fue obra de unos cuantos individuos sin escrúpulos de entre los nuestros. Por lo tanto, devuélvenos a nuestros hombres capturados en ambos incidentes”. El Santo Profeta (sa) respondió: “No los liberaré hasta que liberes a mis Compañeros”. Ante esto, dijeron: “De acuerdo, los liberaremos a todos.” Después de esto los Quraish liberaron a Hazrat Usman y a los diez Compañeros restantes y el Santo Profeta (sa) liberó a sus hombres.

Como se ha mencionado anteriormente y también se explicó en el sermón anterior, los incrédulos habían detenido a Hazrat Usman (ra). Y cuando esta noticia llegó al Santo Profeta (sa), tomó el compromiso de los Compañeros, conocido como “Bai’at-e-Ridwan“. Cuando los Quraish se enteraron de la naturaleza exacta de esta promesa, tuvieron muchísimo miedo. Se habían enterado de que el juramento había tenido lugar, y que el Santo Profeta (sa) había hecho un pacto con todos los musulmanes. Las personas influyentes [entre los Quraish] aconsejaron que sería apropiado celebrar un tratado para establecer que los musulmanes regresaran de vuelta ese año y vinieran al año siguiente para permanecer en La Meca durante tres días, y sólo trajeran las armas esenciales necesarias durante el viaje, como espadas en sus fundas y arcos, pero nada más.

Tras esta consulta, los Quraish enviaron por segunda vez a Suhail bin Amr, junto a Mikraz bin Hafs y Huwaitib bin Abdul Uzza. Acudieron al Santo Profeta (sa) con la propuesta de que regresaran este año de vuelta sin realizar la Umrah, para que los árabes no dijeran que Usted había entrado en La Meca por sus propias fuerzas contra la voluntad de los Quraish. Sin embargo, ofrecieron a los musulmanes la posibilidad de regresar al año siguiente para realizar la Umrah.

Así, cuando Suhail estuvo a la vista, al verlo de lejos el Santo Profeta (sa) comentó: “El hecho de que hayan enviado a este hombre de nuevo, indica que los Quraish se inclinan por la reconciliación.”

Con respecto al tratado que se firmó en Hudaibiya, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha escrito lo siguiente:

“Cuando Suhail bin ‘Amr llegó ante el Santo Profeta (sa), al verle el Santo Profeta (sa) dijo inmediatamente: ‘Este es Suhail. Por lo que el asunto será más fácil, si Dios quiere’. En cualquier caso, Suhail vino y al llegar dijo: ‘Ven, olvida esta larga disputa; estamos dispuestos a llegar a un acuerdo’. El Santo Profeta (sa) dijo: ‘Nosotros también’. Ante esto, el Santo Profeta (sa) convocó a su secretario, Hazrat Ali (ra), y como ya se había producido un debate general sobre las condiciones de este tratado, y los detalles del acuerdo debían acordarse sobre la marcha, en cuanto llegó el escribano, el Santo Profeta (sa) dijo (a Hazrat Ali):

‘Escribe – [árabe] “En el nombre de Al’lah, el Clemente, el Misericordioso”.

Suhail estaba dispuesto a firmar un tratado, pero también deseaba permanecer atento para proteger los derechos de los Quraish y su honor. Inmediatamente preguntó: ‘¿Qué palabra es Rahman, que desconocemos? Escribe como siempre han escrito los árabes: ‘En Tu nombre, ¡oh Al’lah!”. (Es decir, no escribas ‘En el nombre de Al’lah, el Clemente, el Misericordioso, sino ‘Con Tu nombre, ¡oh Al’lah!’)’. Por otro lado, era una cuestión de orgullo nacional e indignación religiosa para los musulmanes, que, alertados de inmediato, comenzaron a decir: ‘Ciertamente escribiremos ‘En el nombre de Al’lah, el Clemente, el Misericordioso’’ pero el Santo Profeta (sa) hizo callar a los musulmanes diciendo: ‘No importa, no hay problema en esto, escribid como dice Suhail’. Así, se escribieron las palabras ‘En tu nombre, ¡oh Al’lah!’.

Entonces el Santo Profeta (sa) dijo: ‘Escribe lo siguiente: ‘Este es el tratado que Muhammad, el Mensajero de Dios ha concluido’’. Suhail volvió a intervenir diciendo: ‘No permitiremos que escribas las palabras ‘Mensajero de Dios’. Si aceptáramos que eres el Mensajero de Dios, toda esta disputa quedaría zanjada y no tendríamos derecho a obstaculizarte ni a combatirte. Así que, como es nuestra costumbre, escribe sólo las palabras: ‘Muhammad bin ‘Abdul’lah ha concluido este tratado’’. El Santo Profeta (sa) dijo: ‘Lo aceptéis o no, yo soy el Mensajero de Dios. Sin embargo, como yo también soy Muhammad bin Abdul’lah, estoy de acuerdo, como así lo deseáis. Escribe: Muhammad bin Abdul’lah ha concluido este tratado’. Sin embargo, Hazrat Ali (ra), el escriba del Santo Profeta (sa) ya había escrito las palabras: ‘Muhammad, el Mensajero de Dios’. El Santo Profeta (sa) pidió a Hazrat Ali (ra) que borrara las palabras ‘Muhammad el Mensajero de Dios’ y escribiera: ‘Muhammad bin Abdul’lah’ en su lugar. Sin embargo, esto le causó una inmensa emoción y en su indignación Hazrat Ali (ra) dijo: ‘¡Oh Mensajero de Dios!’, nunca borraré las palabras ‘El Mensajero de Al’lah’ de tu nombre’. Al ver el estado incontrolable de Hazrat ‘Ali (ra), el Santo Profeta (sa) dijo: ‘Muy bien, si no quieres borrarlo, dámelo y yo mismo lo borraré’. Entonces el Santo Profeta (sa) tomó con sus propias manos el pergamino (o en lo que estuviera escrito) del tratado y preguntando por el lugar donde estaban las palabras ‘Mensajero de Al’lah’, las borró con sus propias manos y escribió en su lugar las palabras ‘Ibn Abdul’lah.’”

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha mencionado [algunos] detalles sobre esto:

“Después de esto, el Santo Profeta (sa) escribió: ‘El acuerdo es que la gente de La Meca no nos impedirá realizar los circuitos de Baitul’lah [la Kaabah]’.  Suhail dijo inmediatamente: ‘Por Dios, esto no será posible este año, porque seremos deshonrados ante los árabes. No obstante, podéis venir el año que viene a realizar los circuitos de la Kaabah.’ El Santo Profeta (sa) dijo: ‘Muy bien, escríbelo’. Luego, Suhail también hizo escribir una condición de su parte que decía: ‘A nadie de entre la gente de La Meca se le permitirá unirse a los musulmanes aunque sea musulmán, y si tal persona acude a los musulmanes, será devuelto.’ Ante esto, los Compañeros protestaron: ‘¡Gloria a Dios! ¿Cómo es posible que un hombre venga a nosotros abrazando el islam y lo devolvamos?’

Mientras se encontraban en este estado de altercado (mientras se redactaba el tratado), Abu Yandal, hijo de Suhail bin Amr, se abrió paso hasta esta asamblea de forma repentina, tropezando con grilletes y esposas que le había puesto en La Meca (y las arrojó ante los musulmanes). Era el hijo de Suhail, que estaba redactando el tratado, y era musulmán. (Había sido encarcelado por su padre entre grilletes). De algún modo, escapó del encarcelamiento (y se abrió camino a través de las montañas) y consiguió llegar tambaleándose a Hudaibiya. Los musulmanes le dieron la bienvenida y le felicitaron. Cuando Suhail, padre de Abu Yandal, lo vio, se levantó hacia él y lo golpeó en la cara con una rama espinosa. Lo agarró por el cuello y le dijo al Santo Profeta (sa): ‘Según este tratado, esta es la primera exigencia que te hago, que me devuelvas a Abu Yandal’. El Santo Profeta (sa) dijo: ‘El tratado aún no ha sido finalizado’. Suhail dijo: ‘Por Dios, si no me lo devolvéis, considerad disuelto este tratado’. El Santo Profeta (sa) dijo: ‘déjale conmigo’. (El Santo Profeta (sa) intercedió para que se quedara con él). Suhail dijo: ‘No, nunca’. El Santo Profeta (sa) dijo: ‘¡Suhail! Déjalo conmigo.’ Lo dijo una vez más. Suhail dijo: ‘No aceptaré esto en ningún caso.’ Mikraz bin Hafs y Huwaitib bin Uzza, que estaban con él, dijeron: ‘Te lo hemos entregado.’ Ambos llevaron a Abu Yandal al interior de una tienda y le concedieron permiso para irse, pero su padre Suhail se negó.

Ante esto, Abu Yandal gritó una vez más: ‘¡Oh, musulmanes! ¿Vais a devolver a vuestro hermano musulmán a los idólatras, aunque haya venido a vosotros como musulmán? ¿No habéis sido testigos del tormento por el que he pasado y del severo castigo al que he sido sometido?’ El Santo Profeta (sa) dijo entonces con dolor: ‘¡Oh Abu Yandal! Ten paciencia. Mira hacia Dios, pues es Él Quien en verdad dispondrá de tu liberación y la de tus hermanos musulmanes más débiles. En este momento, estamos obligados por nuestras circunstancias, porque ya hemos llegado a un acuerdo con la gente de La Meca y no podemos actuar violando este tratado.’”

En esta ocasión, tuvo lugar un incidente que pone de relieve la pasión y el celo de Hazrat Umar durante el Tratado de Hudaibiya. Se sabe que a los musulmanes no les gustaron nada los términos del tratado y que se enfadaron profundamente por ellos. Suhail se negó a aceptar la paz en otros términos. Una vez que se ultimaron los términos y sólo quedaba la escritura, Umar bin Jattab se acercó al Santo Profeta (sa) y le dijo: “¡Oh Mensajero de Dios!, ¿no estamos nosotros en la verdad y los incrédulos en la falsedad?”

El Santo Profeta (sa) respondió: “En efecto que es así”.

Hazrat Umar continuó: “¿No están nuestros mártires en el Paraíso y sus muertos en el Fuego del Infierno?” El Santo Profeta (sa) volvió a afirmar: “Ciertamente.”

Hazrat Umar preguntó entonces: “¿Por qué, entonces, estamos aceptando esta humillación en nuestra fe al firmar este tratado en Hudaibiya? ¿Deberíamos regresar sin más sin que Dios decida entre nosotros y ellos? (¿Debemos marcharnos sin entablar batalla, sin asegurar nuestros derechos?)”

El Santo Profeta (sa) respondió: “Soy el siervo de Dios y Su Mensajero. No Le desobedezco. Él no me permitirá perecer. Seguro que vendrá en mi ayuda”.

Hazrat Umar preguntó entonces: “¿No nos dijiste que pronto iríamos a la Casa de Dios (la Sagrada Kaabah) y realizaríamos el Tawaf [circunvalación] alrededor de ella?”

El Santo Profeta (sa) respondió: “En efecto, lo hice. ¿Pero dije que sería este año?”

Hazrat Umar admitió: “No, no lo hiciste”.

El Santo Profeta (sa) le tranquilizó: “Sin duda, irás a la Casa de Dios (Baitul’lah) y realizarás el Tawaf a su alrededor.”

Aún molesto, Hazrat Umar fue a ver a Hazrat Abu Bakr en un estado de frustración. Incapaz de contenerse, dijo: “¡Oh Abu Bakr!, ¿no es él el Mensajero de Dios quien se sustenta en la verdad?”

Hazrat Abu Bakr respondió: “En efecto, lo es”.

Hazrat Umar continuó: “¿Acaso no nos sustentamos nosotros en la verdad y ellos en la falsedad? ¿No están nuestros mártires en el Paraíso y sus muertos en el Fuego del Infierno?”

Hazrat Abu Bakr afirmó: “Ciertamente, así es”.

Hazrat Umar exclamó entonces: “Entonces, ¿por qué mostramos debilidad en nuestra religión?” ¿Por qué hemos de volver sin que Dios decida entre nosotros y ellos?”

Hazrat Abu Bakr respondió: “él es el Mensajero de Dios. No desobedece a su Señor y Dios le ayuda”. Así pues, (dirigiéndose a Hazrat Umar dijo) mantente firme en tu obediencia al Santo Profeta (sa) hasta tu último aliento. Por Dios, que actúa con la verdad”.

En otra narración, Hazrat Abu Bakr añadió: “él es el Mensajero de Dios”.

Hazrat Umar declaró entonces: “Doy testimonio de que Muhammad (sa) es el Mensajero de Dios”.

Además, preguntó: “¿No nos dijo que pronto iríamos a la Casa de Al’lah y realizaríamos el Tawaf alrededor de ella?”

Hazrat Abu Bakr respondió: “Así es. ¿Pero acaso especificó que sería este año?”

Hazrat Umar admitió: “No, no lo hizo”.

Hazrat Abu Bakr entonces le tranquilizó: “Ciertamente irás a la Kaabah y realizarás el Tawaf alrededor de ella”.

Sin embargo, los términos del tratado pesaban mucho sobre Hazrat Umar y le resultaban difíciles de soportar.

Está registrado en Bujari en el que Hazrat Umar (ra) relata que: “¡Por Dios!, desde que abracé el islam, nunca tuve dudas excepto en el día de Hudaibiya y continué respondiendo al Santo Profeta (sa). En otras palabras, nunca le había contestado al Santo Profeta (sa), pero ese día lo hice. Hazrat Abu Ubaidah bin Yarrah (ra) dijo: ‘¡Oh Ibn Jattab! ¿Por qué no escuchas lo que dice el Mensajero (sa) de Dios? Busca refugio en Dios de Satanás y rectifica tu opinión’”. Hazrat Umar (ra) relata entonces: “Empecé a buscar refugio en Dios y nunca me había sentido tan avergonzado. Continué realizando buenas acciones para enmendar este pecado de mostrar inicialmente reticencia a cumplir con su instrucción. Continué dando limosna por la manera en que hablé con el Santo Profeta (sa) en la ocasión de Hudaibiya. También guardé ayunos y liberé a algunos esclavos hasta que sentí la esperanza de que Dios Altísimo ahora me otorgaría Su perdón.”

Hazrat Musleh Maud (ra) también ha narrado los detalles de este incidente de la siguiente manera:

“En una ocasión, el Santo Profeta (sa) se dirigió a los Compañeros y les dijo: ‘Os he transmitido muchos mandamientos y he observado que hay un sentimiento de aprensión incluso en algunos de los más sinceros entre vosotros, sin embargo, nunca he observado que tal fuera el caso de Abu Bakr.'”

El Santo Profeta (sa) mencionó una cualidad de Hazrat Abu Bakr (ra) que consistía en que nunca rechazaba nada de lo que el Santo Profeta (sa) le decía, le gustara o no.

Hazrat Musleh Maud (ra) continúa:

“En el incidente del tratado de Hudaibiya, un individuo de la talla de Hazrat Umar (ra) se sintió perturbado y en ese estado, se dirigió a Hazrat Abu Bakr (ra) y le dijo: ‘¿No nos prometió Dios que podríamos realizar la Umrah?’ Hazrat Abu Bakr (ra) respondió: ‘Sí, Dios nos lo había prometido’. Hazrat Umar (ra) dijo entonces: ‘¿No nos había prometido Dios que nos ayudaría y nos apoyaría?’ Hazrat Abu Bakr (ra) respondió: ‘Sí, lo hizo’. Hazrat Umar (ra) dijo: ‘En ese caso, ¿hemos podido realizar la Umrah?’ Hazrat Abu Bakr (ra) respondió: ‘¡Oh Umar!, Dios no dijo que podríamos realizar la Umrah en este mismo año’. Hazrat Umar (ra) dijo entonces: ‘¿Se nos ha concedido la ayuda y la victoria?’ Hazrat Abu Bakr (ra) respondió: ‘Dios y Su Mensajero (sa) saben mejor lo que significa que se nos concederá la ayuda y la victoria’. Estas respuestas, sin embargo, fueron incapaces de consolar a Umar (ra), y en ese estado de ansiedad se dirigió al Santo Profeta (sa) y le dijo: ‘¡Oh Mensajero (sa) de Al’lah!, ¿no nos prometió Dios que entraríamos en La Meca y realizaríamos el Tawaf? El Santo Profeta (sa) respondió afirmativamente. Hazrat Umar (ra) luego dijo: ‘¿No somos una comunidad divina a la que Dios le prometió la ayuda y la victoria?’. El Santo Profeta (sa) respondió afirmativamente. Entonces Hazrat Umar (ra) dijo: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! ¿Hemos sido capaces de realizar la Umrah? El Santo Profeta (sa) respondió: ‘¿Cuándo decretó Dios que realizaríamos la Umrah en este mismo año? Tenía entendido que este año haríamos la Umrah, pero Dios no lo había especificado en Su promesa’. Hazrat Umar (ra) preguntó entonces: ‘En ese caso, ¿qué significa la promesa de recibir la ayuda y la victoria?’ (Hazrat Umar (ra) planteó esta pregunta). El Santo Profeta (sa) respondió: ‘La ayuda de Dios ciertamente llegará, y Su promesa hacia nosotros se cumplirá pase lo que pase.’ La respuesta que dió Hazrat Abu Bakr (ra) fue la misma respuesta que dio el Santo Profeta (sa)”.

Hay varias narraciones en relación a Hazrat Umar (ra) yendo al Santo Profeta (sa) y luego a Hazrat Abu Bakar (ra) y haciendo las mismas preguntas. En esta narración, el orden difiere en comparación con la narración anterior, pero, no obstante, el incidente es el mismo y no cambia en absoluto la realidad de este incidente.

En relación con la redacción del Tratado de Hudaibiya, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe en “Sirat Jatam-ul-Nabiyin”:

“Después de muchos desacuerdos y problemas, finalmente se concluyó este tratado. En casi todas las estipulaciones, el Santo Profeta (sa) renunció a sus exigencias y aceptó la demanda de los Quraish. Además, de acuerdo con la Voluntad Divina, el Santo Profeta (sa) cumplió su juramento con completa lealtad al aceptar todo lo que los Quraish exigieron por el bien de la Baitul’lah (Casa de Dios) y para salvaguardar la reverencia del Haram a toda costa.

Las condiciones de este tratado fueron las siguientes:

  1. El Santo Profeta (sa) y sus Compañeros regresarían (a Medina) este año.
  2. El año siguiente se les permitirá entrar en La Meca y cumplir el rito de la Umrah, pero, a excepción de llevar sus espadas envainadas, no se les permitirá llevar ninguna arma. Además, no permanecerían en La Meca durante más de tres días.
  3. Si algún hombre de entre la gente de La Meca fuese a Medina, incluso si fuese musulmán, el Santo Profeta (sa) no debería concederle protección en Medina y debería devolverlo. En este sentido, las palabras de Sahih Bujarison: [árabe] “Si un hombre de entre nosotros viene a ti, lo devolverás. Pero si un musulmán abandonara Medina y llegara a La Meca, no será devuelto”. (Se fijó el término de que, si algún musulmán entre la gente de La Meca iba a Medina, debían devolverlo. Sin embargo, si un musulmán abandonara Medina y llegara a La Meca y fuera capturado de alguna manera, no sería devuelto). En otra narración, se menciona que, si algún hombre del pueblo de La Meca llegaba a Medina sin el permiso de su Wali o tutor, debía ser devuelto.
  4. Entre las tribus de Arabia, cualquier tribu que quisiera aliarse con los musulmanes podía hacerlo, y cualquier tribu que quisiera aliarse con la gente de La Meca podía hacerlo.
  5. Por el momento, este tratado tendría una duración de 10 años y durante este período, la guerra quedaría suspendida entre los Quraish y los musulmanes”.

En relación con los testigos del Tratado de Hudaibiya, los detalles son los siguientes:

“De este acuerdo se transcribieron dos copias y, como testigos, pusieron sus firmas muchas personas venerables. Entre los testigos musulmanes se encontraban Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat Umar (ra), Hazrat Usman (ra) (que ya había vuelto desde La Meca), Hazrat Abdur-Rahman bin Auf (ra), Hazrat Saad bin Abi Waqqas (ra) y Hazrat Abu Ubaidah (ra). Después de que concluyera el acuerdo, Suhail bin Amr tomó una copia del acuerdo y regresó a La Meca, mientras que la otra copia permaneció con el Santo Profeta (sa)”.

Hay relatos que mencionan la inquietud y angustia de los Compañeros, como ya se ha mencionado. Cuando el Santo Profeta (sa) terminó de firmar el tratado, le dijo a sus Compañeros: “Levantaos e id a sacrificad vuestros camellos. Luego afeitaos vuestras cabezas.” Pero ninguno de ellos se levantó, hasta el punto de que el Santo Profeta (sa) repitió esto tres veces.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha mencionado [algunos] detalles sobre esto de la siguiente manera:

“Cuando Suhail regresó, el Santo Profeta (sa) dijo a los musulmanes: ‘Levantaos y después de sacrificar vuestros animales, afeitaos la cabeza aquí mismo (después del sacrificio, el cabello de la cabeza se afeita o se corta corto), y luego preparaos para nuestro regreso’. Sin embargo, los Compañeros se encontraban en un estado de extremo shock, debido a lo que parecía ser un acuerdo aparentemente humillante. Además, cuando pensaban que el Santo Profeta (sa) los había traído allí basándose en un sueño suyo y que Al’lah el Exaltado, les había mostrado una escena del Tawaf del Baitul’lah [Casa de Dios] en ese sueño, sus disposiciones comenzaron a hundirse excesivamente. Eran como seres sin vida, sentados sin emociones ni movimiento. Tenían plena fe en el Mensajero de Al’lah y creían completamente en su promesa también, pero debido a las exigencias de la naturaleza humana (debido a las limitaciones humanas), sus corazones se hundieron en el dolor debido a este aparente fracaso. (Esta fue su reacción inicial). Es por esta razón que cuando el Santo Profeta (sa) les ordenó sacrificar sus animales (es decir, ya sea que entraran a La Meca o no, y circunvalaran la Kaabah o no, debían sentarse allí y hacer sus sacrificios) y regresar, los Compañeros no se movieron (nadie se levantó de su lugar y todos permanecieron sentados). Esto no fue porque fueran, Dios no lo quiera, desobedientes a su Mensajero (sa), porque ninguna comunidad ha existido sobre la faz de esta tierra que fuese más obediente que los Compañeros del Santo Profeta (sa). Por tanto, su falta de ejecución no fue un acto de rebelión o desobediencia, sino que fue porque el sentimiento de dolor y aparente desgracia los había paralizado; era como si oyeran, pero no pudieran escuchar, y vieran, pero sus ojos no visualizaran. (El Santo Profeta (sa) repitió esto dos o tres veces, pero ningún Compañero se movió.)

El Santo Profeta (sa) se sintió profundamente herido por esto (que nadie actuaba según sus instrucciones) y se retiró en silencio a su tienda de campaña. Hazrat Umm Salmah (ra), la venerable esposa del Santo Profeta (sa), que era una mujer excepcionalmente inteligente, estaba observando la escena desde su tienda. Cuando vio a su amado esposo agobiado entrar en un estado de preocupación, escuchó los detalles del dolor y preocupación del Santo Profeta (sa) de su propia boca, y con simpatía y amor le dijo: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah! No entristezca, sus Compañeros, por la gracia de Dios, no son desobedientes. Sin embargo, las condiciones de este tratado han hecho que pierdan el sentido debido al dolor. Mi sugerencia es que no les diga nada, sino que salga tranquilamente y sacrifique su animal y se afeite la cabeza. Sus Compañeros seguirán automáticamente su ejemplo’.

El Santo Profeta (sa) quedó satisfecho con esta recomendación. Sin decir una palabra, sacrificó su animal y comenzó a afeitarse la cabeza. Cuando los Compañeros vieron esta escena, tal como un hombre dormido que se despierta de repente por un clamor, etc., se sobresaltaron como si se hubieran despertado de repente y comenzaron a matar frenéticamente a sus animales y a afeitarse las cabezas unos a otros. Sin embargo, el dolor los había dejado tan inmensamente inquietos en ese momento, que el narrador relata que tal era la situación, que existía el peligro de que mientras se afeitaban la cabeza unos a otros, los Compañeros se cortaran el cuello (accidentalmente). En cualquier caso, la recomendación de Hazrat Umm Salmah (ra) tuvo éxito y donde las benditas palabras del Santo Profeta (sa) no tuvieron efecto inicialmente, su acción despertó repentinamente a sus seguidores que estaban durmiendo en ese momento”.

Esta es también una referencia de “La vida y el carácter del Sello de los Profetas”.

Por lo tanto, en Hudaibiya, cuando el Mensajero de Al’lah (sa) sacrificó a su camello, otro camello que una vez había pertenecido a Abu Yahl y había sido adquirido como botín de guerra después de la batalla de Badr, escapó. Estaba pastando libre y debido a esto, escapó. Ya había sido marcado para el sacrificio y llevaba una marca alrededor de su cuello a tal efecto. Estuvo desaparecido durante algún tiempo, pero finalmente fue recapturado. El Mensajero de Al’lah (sa) sacrificó este camello en nombre de siete hombres diferentes.

Hazrat Yabir (ra) relata que en esta ocasión, el Santo Profeta (sa) sacrificó 70 animales de esta manera. Cada animal era sacrificado en nombre de 7 hombres y ese día, éramos 1.400. Había más personas presentes que no realizaban el ritual del sacrificio que las que sí lo hacían, por carecer de medios para permitirse un animal de sacrificio. El Mensajero de Al’lah (sa) acampaba fuera del Haram [límite] pero ofrecía sus oraciones dentro de él. El Santo Profeta (sa) envió 20 de los animales de sacrificio que había traído a un hombre de la tribu Aslam para que los sacrificara cerca de Marwa. Cuando el Santo Profeta (sa) terminó de sacrificar los animales, entró en su tienda y llamó a Hazrat Jarrash Bin Umayyah. El Santo Profeta (sa) pidió a Jarrash que le afeitara la cabeza y luego colocó su pelo encima de un espinoso árbol verde.

La gente empezó a recoger los cabellos del Santo Profeta (sa) del árbol y a repartírselos entre ellos. Hazrat Umm-e-Ammarah (ra) también tomó parte del cabello del Santo Profeta (sa). Lo mojaba en agua y se la daba para beber a los enfermos. Se decía que algunos de los que estaban enfermos se recuperaban – de hecho así fue, pues el cabello era bendito-. Algunos de los Compañeros empezaron a afeitarse la cabeza unos a otros.

Entre los creyentes había quienes se cortaban el pelo y otros que se lo recortaban, y entre estos últimos se encontraban Hazrat Usman y Hazrat Abu Bakr Qattadah (ra). El Mensajero de Al’lah (sa) sacó la cabeza fuera de la tienda y dijo: “¡Que Al’lah tenga piedad de los que se afeitan la cabeza!” Alguien preguntó al Mensajero: “¡Oh Mensajero! ¿Qué ocurre con los que se recortan el pelo?” El Mensajero de Al’lah (sa) respondió tres veces con la siguiente oración: “¡Que Al’lah tenga piedad de los que se afeitan la cabeza!” Y en la cuarta ocasión rezó: “¡Que Al’lah tenga piedad de los que se recortan el pelo!”

Una narración registra que el Santo Profeta (sa) permaneció en Hudaibiya durante 19 días y acampó 20 noches. Muhammad bin Umar, Waqidi e Ibn Sa’d lo han mencionado.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) ha narrado esto de la siguiente manera:

Después de hacer su sacrificio, el Santo Profeta (sa) ordenó el regreso a Medina. En aquel momento, hacía poco menos de 20 días que el Santo Profeta (sa) había llegado a Hudaibiya. Durante su viaje de regreso, cuando el Santo Profeta (sa) llegó a Kira’ul-Ghamim cerca de Usfan y era de noche, hizo un anuncio y reunió a todos los Compañeros. Dijo: ‘Esta noche, una sura me ha sido revelada, y me es más querida que todas las cosas de este mundo.’ Es la siguiente:

[Árabe]

(Se trata de los versículos 2-4 de la sura al-Fath.) El primer versículo es el siguiente:

[Árabe]

“¡Oh Mensajero! En verdad, te hemos concedido una clara victoria. Para que Al’lah corra un velo por tus faltas, pasadas y futuras, y complete Su favor sobre ti, guiándote por el camino recto. Para que Al’lah te ayude poderosamente.

La verdad es que Dios cumplió la visión de Su Mensajero. Pues ahora, si Dios quiere, entraréis en la Casa Sagrada en estado de seguridad, y ofreciendo los sacrificios en la causa de Al’lah, algunos de vosotros entraréis con la cabeza afeitada y otros con el pelo corto, y no tendréis miedo”.

En otras palabras, si hubierais entrado en La Meca este año, no habría sido una entrada con seguridad; habría sido una entrada con guerra y derramamiento de sangre. Sin embargo, en la visión, Dios había mostrado una entrada con seguridad y es por ello que, como resultado del acuerdo de este año, se ha creado un estado de seguridad. Ahora, de acuerdo con la visión mostrada por Dios, pronto entraréis en la Mezquita Sagrada en un estado de seguridad. En efecto, así sucedió.

Cuando el Santo Profeta (sa) recitó estos versos a los Compañeros, como los corazones de unos pocos Compañeros todavía sentían la amargura del Tratado de Hudaibiya, se sorprendieron, pensando que volvían derrotados, mientras que, sin embargo, Dios les estaba dando buenos deseos por su victoria. Algunos Compañeros se apresuraron a decir: “¿Es una victoria que regresemos privados de realizar el Tawaf alrededor del Baitul’lah?”. Cuando estas palabras llegaron a oídas del Santo Profeta (sa), se mostró muy disgustado. En un discurso breve pero contundente, afirmó:

“Esta es una objeción absurda, porque si reflexionáis se hace evidente que el Tratado de Hudaibiya es realmente una victoria trascendental. Los Quraish, que estaban empeñados en la guerra, han renunciado a ella y han firmado un tratado de paz con nosotros, y han prometido abrirnos las puertas de La Meca al año que viene. Salvaguardados de la maldad de los Quraish, regresamos ahora en paz y seguridad, mientras recibimos la fragancia de nuestra futura victoria. Por lo tanto, se trata de una gran victoria. ¿Habéis olvidado todos cómo esta misma tribu, los Quraish, lanzó embestidas de guerra contra vosotros en Uhud y Ahzab? Esta tierra, con toda su inmensidad, se estrechó para vosotros y vuestros ojos se petrificaron, y temblabais de miedo. Hoy, sin embargo, los mismos Quraish han firmado un tratado de paz y seguridad con vosotros”.

Los Compañeros respondieron: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah! Lo hemos entendido, lo hemos entendido. No podemos alcanzar tu clarividencia, pero ahora hemos comprendido que este tratado es realmente una victoria trascendental para nosotros.'”

El Mesías Prometido (as) afirma:

“Dios Altísimo consideró el incidente de Hudaibiya una clara victoria al decir:

[Árabe – “En verdad, te hemos concedido una clara victoria”].

Esa victoria no fue evidente para la mayoría de los Compañeros. De hecho, llegó a ser la causa de que algunos hipócritas se convirtieran en apóstatas. Pero en realidad, fue una clara victoria, ya que sus premisas eran teóricas y profundas.”

Allama Baldhuri escribe:

“Hubo varios resultados y frutos que se manifestaron como consecuencia de este tratado. La Meca fue finalmente conquistada y todos los habitantes de La Meca se adhirieron al islam. Grandes cantidades de personas comenzaron a entrar en el redil del islam. La razón era que antes del tratado, la gente no podía conocerse, ni se les presentaba claramente el mensaje del Santo Profeta (sa). No había nadie que se acercara a ellos para conocer en detalle sobre el Santo Profeta (sa). Cuando se promulgó el Tratado de Hudaibiya, la gente empezó a conocerse. Los idólatras visitaron Medina y los musulmanes visitaron La Meca y se reunieron con sus familias, amigos y otros simpatizantes. Oían hablar de las enseñanzas del Santo Profeta (sa) y de sus milagros. Se familiarizaron con los signos del profetazgo. Se instruyeron sobre la vida prístina del Santo Profeta (sa) y su excelente modelo. Fueron testigos de muchas cosas por sí mismos, lo que les hizo inclinarse hacia la fe, hasta el punto de que muchos se apresuraron hacia la fe y aceptaron el islam durante el período comprendido entre el Tratado de Hudaibiya y la conquista de La Meca. Otros también se sintieron atraídos por el islam hasta que el día de [la conquista de] La Meca, todos aceptaron el islam. La gente de Arabia había estado esperando a que los Quraish aceptaran el islam y cuando lo hicieron, entonces toda Arabia también aceptó el islam.”

El Mesías Prometido (as) afirma:

“La aceptación del Tratado de Hudaibiya por parte del Santo Profeta (sa) dio frutos benditos, uno de los cuales fue que a la gente se le dio la oportunidad de visitarlo. Al escucharle, muchos se hicieron musulmanes. Hasta que fueron capaces de escuchar al Santo Profeta (sa), había existido una barrera entre ellos que les impedía conocer su excelencia y magnificencia. Y así, al igual que otros le llamaban mentiroso (Dios no lo quiera), ellos también seguían este criterio y permanecían privados de las bondades y bendiciones que el Santo Profeta (sa) había traído debido a su falta de conocimiento sobre él. Pero cuando se eliminó esa barrera y lo vieron y escucharon de cerca, ya no quedaron desprovistos y pudieron entrar en las filas de los virtuosos.”

El resto se mencionará en el futuro, si Dios quiere.

Resumen del sermón del viernes 29 de noviembre de 2024: ‘Deliberaciones del Tratado de Hudaibiyah’

Después de recitar Tashahhud, Ta’awuuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que continuaría mencionando detalles sobre el Tratado de Hudaibiyah.

Su Santidad (aba) dijo que el Santo Profeta (sa) había designado a un grupo de Compañeros para hacer guardia. Los Quraish habían enviado un contingente para rodear a los musulmanes y atacar en cualquier momento que encontraran una oportunidad para causar daño al Santo Profeta (sa) y a los musulmanes. Este grupo estaba liderado por Mikraz, y cuando algunas de esas personas de los Quraish fueron aprehendidas por los musulmanes, Mikraz huyó y advirtió a los demás, demostrando la veracidad de la afirmación del Santo Profeta (sa) de que Mikraz era un impostor.

Su Santidad (aba) dijo que, con el permiso del Santo Profeta (sa), un grupo de musulmanes entró en La Meca. Cuando los Quraish se enteraron, apresaron a los musulmanes. Mientras tanto, también les llegaron noticias de que su contingente había sido capturado, así que enviaron otro grupo armado para atacar a los musulmanes. Dispararon flechas y lanzaron piedras, causando el martirio de Hazrat Ibn Sulaim (ra). Los musulmanes pudieron apresar a 12 personas de este grupo.

Su Santidad (aba) dijo que los Quraish enviaron un emisario al Santo Profeta (sa), que incluía a Suhail bin Amr. Al llegar, dijo que estaba muy decepcionado por el hecho de que Hazrat Uthman (ra) y los demás Compañeros estuvieran cautivos y que, por otra parte, los contingentes de los Quraish fueran enviados para atacar a los musulmanes era un asunto desafortunado del que él no tenía conocimiento y que sólo estaba bajo las instrucciones de unos pocos. Pidieron que les devolvieran a sus cautivos, a lo que el Santo Profeta (sa) dijo que sólo lo haría cuando los cautivos musulmanes fueran liberados. Por lo tanto, los Quraish liberaron a Hazrat Uthman (ra) y a los otros Compañeros, y a cambio, el Santo Profeta (sa) liberó a los cautivos Quraish.

Condiciones del Tratado

Su Santidad (aba) dijo que cuando Hazrat Uthman (ra) fue capturado, el Santo Profeta (sa) había tomó un compromiso de todos los Compañeros conocido como el Bai’at-e-Ridwan. Cuando los Quraish se enteraron de esta promesa, sintieron temor y, entonces, algunos de ellos aconsejaron formar un tratado para establecer que los musulmanes regresarían ese año y volverían al año siguiente para quedarse en La Meca durante tres días con ciertas condiciones sobre armamento y provisiones. Así, enviaron esta proposición con Suhail bin Amr. Al verlo acercarse, el Santo Profeta (sa) dijo que parecía que los Quraish enviaban una proposición de paz.

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) quien escribió:

‘Cuando Suhail bin ‘Amr llegó ante el Santo Profeta (sa), al verle el Santo Profeta (sa) dijo inmediatamente: ‘Suhail ha llegado. Ahora el asunto se facilitará’. En cualquier caso, Suhail vino y al llegar dijo: ‘Ven, olvida esta larga disputa, estamos dispuestos a llegar a un acuerdo’. El Santo Profeta (sa) dijo: ‘Nosotros también’. Ante esto, el Santo Profeta (sa) convocó a su secretario, Hazrat Ali (ra), y como ya se había producido una discusión general sobre las condiciones de este tratado, y los detalles debían acordarse más adelante, en cuanto llegó el escriba, el Santo Profeta (sa) dijo: ‘Escribe: “En el nombre de Al’lah, el Clemente, el Misericordioso”’, permanece vigilante para proteger los derechos de los Quraish y su honor. Inmediatamente dijo: ‘¿Qué es esta palabra Rahman, no la conocemos? Escribe como siempre han escrito los árabes: ‘Con Tu nombre, oh Al’lah’. Por otro lado, era una cuestión de orgullo nacional e indignación religiosa para los musulmanes, que inmediatamente alertados, comenzaron a decir: «Escribiremos efectivamente “En el nombre de Al’lah…” pero el Santo Profeta (sa) hizo callar a los musulmanes diciendo: ‘No importa, no hay ningún problema en esto, escribe como dice Suhail.’ Así pues, se escribieron las palabras ‘Con Tu nombre, oh Al’lah’. Entonces el Santo Profeta (sa) dijo: ‘Escribe: Este es el tratado que Muhammad, el Mensajero de Al’lah ha concluido’. Suhail volvió a intervenir diciendo: ‘No permitiremos que escribas las palabras “Mensajero de Al’lah”. Porque si aceptáramos que eres el Mensajero de Al’lah, toda esta disputa quedaría terminada y no tendríamos derecho a obstaculizarte ni a luchar contra ti. Así que, como es nuestra costumbre, sólo escribe las palabras: ‘Muhammad bin ‘Abdul’lah ha resuelto este tratado”. El Santo Profeta (sa) dijo: ‘Lo aceptes o no, yo soy el Mensajero de Al’lah. Sin embargo, como también soy Muhammad bin Abdul’lah, de acuerdo entonces, como desees. Escribe: Muhammad bin Abdul’lah ha concluido este tratado’. Sin embargo, durante este tiempo, Hazrat Ali (ra), el escriba del Santo Profeta (sa) ya había escrito las palabras, ‘Muhammad, el Mensajero de Al’lah’. El Santo Profeta (sa) le pidió a Hazrat Ali (ra) que borrara las palabras ‘Muhammad el Mensajero de Al’lah’ y escribiera, ‘Muhammad bin Abdullah’ en su lugar. Sin embargo, esto fue causa de una inmensa emoción y en su indignación Hazrat Ali (ra) dijo: ‘Oh Mensajero de Al’lah, nunca borraré las palabras “El Mensajero de Al’lah” de tu nombre.’ Al ver el estado incontrolable de Hazrat ‘Ali (ra), el Santo Profeta (sa) dijo: ‘Está bien, si no lo borras, dámelo, yo mismo lo borraré’. Entonces el Santo Profeta (sa) tomó el pergamino (o lo que fuera) del tratado en sus propias manos y preguntando por el paradero de las palabras «Mensajero de Al’lah», las borró con sus propias manos y escribió en su lugar las palabras ‘Ibn Abdul’lah’.

Después de esto, el Santo Profeta (sa) escribió: ‘Se acuerda que la gente de La Meca no nos impedirá circunvalar el Baitul’lah’. Suhail dijo inmediatamente: ‘Por Dios, esto no será posible este año, o seremos deshonrados ante los árabes. No obstante, puedes venir el año que viene a circunvalar la Ka’bah’. El Santo Profeta (sa) dijo: ‘De acuerdo, escribe esto’. Entonces, Suhail también hizo escribir una condición de su parte que decía: ‘A nadie de entre la gente de La Meca se le permitirá unirse a los musulmanes, aunque sea musulmán, y si alguien se une, será devuelto’.’ Ante esto, los Compañeros protestaron: ‘¡Gloria a Al’lah! Cómo es posible que un hombre venga a nosotros abrazando el Islam y lo devolvamos!’. Mientras estaban en este estado de altercado, Abu Yandal, el hijo de Suhail bin Amr, que era el embajador de los Quraish, se abrió paso a esta asamblea de repente, tropezando con grilletes y esposas. Este joven había sido encarcelado por la gente de La Meca al hacerse musulmán y lo habían sometido a un severo tormento. Cuando se enteró de que el Santo Profeta (sa) había llegado tan cerca de La Meca, de alguna manera, escapó del encarcelamiento de los Quraish y todavía atado con sus grilletes, se las arregló para tambalearse hasta Hudaibiyah. Llegó allí en un momento en que su padre estipulaba la condición: ‘Todo hombre que venga a los musulmanes de la gente de La Meca, aunque sea musulmán, será devuelto.’ Abu Yandal se arrojó ante los musulmanes y gritó muy dolorosamente: ‘¡Oh, musulmanes! Estoy siendo sometido a este tormento, ¡sólo por haber aceptado el Islam! Salvadme por Dios’. Al ver esto, los musulmanes comenzaron a agitarse en agonía, pero Suhail también permaneció obstinado y le dijo al Santo Profeta (sa): ‘Según este tratado, esta es la primera demanda que te hago, que me devuelvas a Abu Yandal». El Santo Profeta (sa) dijo: ‘El tratado aún no se ha finalizado’. Suhail dijo: ‘Si no me lo devuelves, considera este tratado disuelto’. El Santo Profeta (sa) dijo: ‘Déjalo y concédenos a Abu Yandal como un acto de favor y bondad’. Suhail dijo: ‘No, nunca’. El Santo Profeta (sa) dijo: ‘¡Suhail! ¡No seas obstinado! Escúchame en esto’. Suhail dijo: ‘No puedo aceptar esto en ningún caso’. Ante esto, Abu Yandal gritó una vez más: ‘¡Oh, Musulmanes! ¿ Será tu hermano musulmán devuelto a los idólatras después de haber sufrido un tormento tan severo?’… El Santo Profeta (sa) permaneció en silencio durante algún tiempo, y luego dijo dolorosamente: ‘¡Oh Abu Yandal! Ten paciencia. Mira hacia Dios, pues es Él quien se encargará de tu liberación y de la de tus débiles hermanos musulmanes. En este momento, estamos obligados por nuestras circunstancias, porque ya hemos llegado a un acuerdo con la gente de La Meca y no podemos violar este tratado”‘.

(La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 3, pp. 137-140)

Aprehensión de Hazrat Umar (ra)

Su Santidad (aba) dijo que al presenciar esto, Hazrat Umar (ra) se emocionó mucho, y le preguntó al Santo Profeta (sa) si no era cierto que los musulmanes estaban en la verdad y los incrédulos en la falsedad. El Santo Profeta (sa) dijo que ciertamente era así. Hazrat Umar (ra) preguntó entonces por qué estaban soportando tal humillación a causa de este tratado. El Santo Profeta (sa) dijo que siendo el Mensajero de Al’lah nunca desobedecería a Dios, y que Dios les ayudaría en cualquier circunstancia. Hazrat Umar (ra) preguntó al Santo Profeta (sa) si no había dicho que realizarían circuitos alrededor de la Ka’bah. El Santo Profeta (sa) dijo que sí, pero que nunca había especificado que sería ese mismo año. Hazrat Umar (ra) fue entonces a Hazrat Abu Bakr (ra) y le hizo las mismas preguntas. Hazrat Abu Bakr (ra) respondió diciendo que él era el Mensajero de Al’lah (sa) por lo que nunca desobedecería a Al’lah y que Al’lah siempre lo apoyaría, por lo que aconsejó a Hazrat Umar (ra) que siempre le fuera obediente. Hazrat Abu Bakr (ra) también dio la misma respuesta a la pregunta de realizar circuitos alrededor de la Ka’bah, diciendo que el Santo Profeta (sa) no había especificado que sería ese mismo año. Más tarde, Hazrat Umar (ra) se arrepintió y aumentó sus buenas acciones como expiación por su conducta en aquel momento.

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) respecto a las condiciones del tratado, quien escribió:Después de muchos desacuerdos y problemas, finalmente, este tratado se concluyó. En casi todas las estipulaciones, el Santo Profeta (sa) renunció a su mandato y aceptó la demanda de los Quraish. Además, de acuerdo con la Voluntad Divina, el Santo Profeta (sa) cumplió su juramento con absoluta lealtad en el sentido de que debía aceptar todo lo que los Quraish exigieran por el bien del Baitul’lah y para salvaguardar la reverencia del Haram a toda costa. Las condiciones de este tratado eran las siguientes:

1. El Santo Profeta (sa) y sus Compañeros regresarían (a Medina) este año.2. El año siguiente, se les permitiría entrar en La Meca y cumplir con el rito de la Umrah, pero salvo una espada envainada, no se les permitiría llevar armas. Además, no permanecerían en La Meca más de tres días.3. Si algún hombre de entre la gente de La Meca fuera a Medina, aunque fuera musulmán, el Santo Profeta (sa) no le concedería protección en Medina y lo devolvería. En esta relación, las palabras de Sahih Bukhari son: ‘Si un hombre de entre nosotros viene a ustedes, deberán devolverlo’. Sin embargo, si un musulmán dejara Medina y viniera a La Meca, no sería devuelto. En otra narración, se menciona que, si algún hombre de la gente de La Meca viniera a Medina sin el permiso de su Wali o tutor, debería ser devuelto.4. Entre las tribus de Arabia, cualquiera que deseara aliarse con los musulmanes podía hacerlo y cualquiera que deseara aliarse con la gente de La Meca podía hacerlo.5. Por el momento, este tratado tendría una duración de 10 años y durante este periodo se suspendería la guerra entre los Quraish y los musulmanes.

Se transcribieron dos copias de este acuerdo y, como testigos, muchas personas estimadas lo firmaron. Entre los musulmanes estaban Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat Umar (ra), Hazrat Uthman (ra) (que ya había regresado de La Meca), Abdur-Rahman bin Auf (ra), Sa’d bin Abi Waqqas (ra) y Abu Ubaidah (ra). Una vez concluido el acuerdo, Suhail bin Amr tomó una copia del acuerdo y regresó a La Meca, mientras que la otra copia permaneció con el Santo Profeta (sa)’.

(La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 3, pp. 141-143)

Disipar la ansiedad de los musulmanes

Su Santidad (aba) además citó a Hazrat Mirza Bahir Ahmad (ra) quien escribió:

Cuando Suhail regresó, el Santo Profeta (sa) dijo a los musulmanes: ”Levantados y después de sacrificar a vuestros animales, afeitados la cabeza aquí mismo (después del sacrificio, el pelo de la cabeza se afeita o se corta), y luego preparados para nuestro regreso.’ Sin embargo, los Compañeros se encontraban en un estado de shock extremo, debido a lo que parecía un acuerdo aparentemente humillante. Además, cuando pensaban que el Santo Profeta (sa) les había llevado allí basándose en un sueño suyo y que Al’lah el Exaltado había mostrado una escena del Tawaf del Baitul’lah en ese sueño, sus disposiciones empezaron a decaer enormemente. Eran como seres sin vida, sentados sin sentimiento ni movimiento. Tenían plena fe en el Mensajero de Al’lah y también creían completamente en su promesa, pero debido a las exigencias de la naturaleza humana, sus corazones se habían desmayado de dolor debido a este aparente fracaso. Por esta razón, cuando el Santo Profeta (sa) les ordenó que sacrificaran sus animales y regresaran, los Compañeros no se movieron. Esto no se debió a que fueran, Dios mediante, desobedientes a su Mensajero (sa), ya que ninguna comunidad ha existido sobre la faz de la tierra que fuera más obediente que los Compañeros del Santo Profeta (sa). Por lo tanto, su falta de ejecución no fue un acto de rebelión o desobediencia, más bien se debió a que el sentimiento de dolor y aparente desgracia les había paralizado; era como si oyeran sin poder escuchar, y vieran, pero sus ojos no funcionaran. El Santo Profeta (sa) se sintió profundamente herido por esto y se retiró en silencio a su carpa. Hazrat Ummi Salmah (ra), la venerable esposa del Santo Profeta (sa), que era una dama excepcionalmente inteligente, estaba observando toda la escena desde su carpa. Cuando vio a su agobiado y amado esposo entrar en un estado de preocupación y preguntó por los detalles de la pena y preocupación del Santo Profeta (sa) de su propia boca, ella comprensiva y amorosamente le dijo: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah! No te aflijas, tus Compañeros, por la gracia de Dios, no son desobedientes. Sin embargo, las condiciones de este tratado han perdido el sentido por la pena. Mi sugerencia es que no les digas nada, más bien, sal en silencio y sacrifica tu animal de sacrificio y aféitate la cabeza. Tus Compañeros te seguirán automáticamente. Al Santo Profeta (sa) le complació esta recomendación. Sin decir una palabra, el Santo Profeta (sa) sacrificó su animal y comenzó a afeitarse la cabeza. Cuando los Compañeros vieron esta escena, al igual que un hombre dormido se despierta de repente ante un clamor, etc., se sobresaltaron y como si se hubieran despertado comenzaron a sacrificar sus animales con frenesí y se afeitaron la cabeza unos a otros. Sin embargo, en ese momento, la pena los había llevado a tal estado de inquietud, que el narrador cuenta que tal era el estado de las cosas, que existía el peligro de que mientras se afeitaban la cabeza unos a otros, los Compañeros podrían haberse cortado la garganta unos a otros (accidentalmente). En cualquier caso, la recomendación de Hazrat Ummi Salmah (ra) tuvo éxito y allí donde las benditas palabras del Santo Profeta (sa) quedaron temporalmente sin efecto, su acción despertó de repente a sus seguidores que permanecían inmóviles en ese momento’.

(La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 3, pp. 143-145)

Su Santidad (aba) dijo que una vez que el Santo Profeta (sa) había sacrificado su camello, el camello que una vez había pertenecido a Abu Yahl y fue tomado como botín, se escapó. Sin embargo, fue encontrado y luego sacrificado en nombre de siete personas. Ese día el Santo Profeta (sa) sacrificó 70 animales, cada uno en nombre de siete personas. Veinte animales fueron enviados a Marwah para ser sacrificados allí. Después, el Santo Profeta (sa) se afeitó la cabeza. A partir de entonces, los musulmanes siguieron su ejemplo afeitándose o cortándose el pelo. El Santo Profeta (sa) rezó por aquellos que se habían afeitado la cabeza. Dijo tres veces que Al’lah tenga piedad de los que se afeitan la cabeza y la cuarta vez dijo que Al’lah tenga piedad de los que se cortaban el cabello.

Su Santidad (aba) dijo que está registrado que el Santo Profeta (sa) permaneció en Hudaibiyah durante 19 días. Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) quien escribió:

‘Después de hacer su sacrificio, el Santo Profeta (sa) ordenó el regreso a Medina. En ese momento, habían pasado poco menos de 20 días desde que el Santo Profeta (sa) había llegado a Hudaibiyah. Durante su viaje de regreso, cuando el Santo Profeta (sa) llegó a Kira’ul-Ghamim cerca de ‘Usfan y era de noche, el Santo Profeta (sa) hizo un anuncio y reunió a todos los Compañeros. Dijo: ‘Esta noche se me ha revelado una Surah, y es más querida para mí que todas las cosas de este mundo’. Dice así:

‘Oh Mensajero, ciertamente te hemos dado una magnífica victoria, para que podamos comenzar para ti una era, en la que el velo del perdón cubra tus defectos, pasados y futuros, y para que Él pueda completar Su favor sobre ti y pueda guiarte por el camino recto del éxito. Y ciertamente, Al’lah te ayudará con una ayuda poderosa… La verdad es que Dios cumplió la visión de Su Mensajero. Porque ahora, si Dios quiere, entrarán en la casa sagrada en un estado de seguridad, algunos de ustedes con la cabeza afeitada y otros con el pelo corto, y no tendrán miedo.» En otras palabras, si hubieran entrado en La Meca este año, no habría sido una entrada de seguridad; habría sido una entrada de guerra y derramamiento de sangre. Sin embargo, en la visión, Dios había mostrado una entrada de seguridad y es por esta razón que, como resultado del acuerdo de este año, se ha ideado un estado de seguridad. Ahora, de acuerdo con la visión mostrada por Dios, pronto entrarán en la Mezquita Sagrada en un estado de seguridad. De hecho, así sucedió.

Cuando el Santo Profeta (sa) recitó estos versículos a los Compañeros, como los corazones de unos pocos todavía sentían la amargura del Tratado de Hudaibiyah, se sorprendieron, pensando que aunque regresaban fracasados, sin embargo Dios les estaba dando buenos deseos por su victoria. Algunos Compañeros apresurados llegaron a decir: ‘¿Es una victoria que regresemos estando privados de realizar el Tawaf alrededor del Baitul’lah?’. Cuando estas palabras llegaron al Santo Profeta (sa), expresó su gran disgusto. En un breve pero poderoso discurso, dijo:

‘Esta es una objeción absurda, porque si reflexionáis se os hará evidente que el Tratado de Hudaibiyah es realmente una victoria trascendental. Los Quraish, que estaban empeñados en la guerra, han renunciado a ella y han firmado un tratado de paz con nosotros, y han prometido abrirnos las puertas de La Meca para el próximo año. Salvaguardados de la maldad de los Quraish, ahora regresamos en paz y seguridad, mientras recibimos la fragancia de nuestra futura victoria. Por lo tanto, esta es una gran victoria. ¿Han olvidado cómo esta misma tribu, los Quraish, lanzaron ataques de guerra contra ustedes en Uhud y Ahzab? Esta tierra, con toda su inmensidad, se estrechó para ustedes y sus ojos se petrificaron, y temblaron de miedo. Hoy, sin embargo, este mismo Quraish está estableciendo un tratado de paz y seguridad con ustedes’.

Los Compañeros respondieron: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah! Hemos comprendido, hemos comprendido. No podemos alcanzar tu clarividencia, pero ahora hemos comprendido que este tratado es verdaderamente una victoria trascendental para nosotros”‘.

(La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 3, pp. 145-146)

Su Santidad (aba) dijo que este tratado dio muchos frutos. La Meca fue finalmente conquistada y el número de musulmanes creció debido a la paz y a la nueva capacidad de moverse y reunirse libremente, permitiendo que otros conocieran a musulmanes y aprendieran de ellos. Esto hizo que descubrieran la verdad y se inclinaran por ella. En última instancia, esto llevó a los árabes a aceptar el islam.

Su Santidad (aba) dijo que seguiría mencionando estos detalles en el futuro.

Resumen preparado por The Review of Religions

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