Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa) – Hazrat Abu Ubaidah bin Yarah (ra)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa) – Hazrat Abu Ubaidah bin Yarah (ra)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Después de recitar el Tashahud, el Ta’awwuz y el Surah Al-Fātihah, Hazrat Jalifatul Masih V (aba) dijo:

En el sermón anterior, narré algunos acontecimientos de  la vida de Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) y hoy expondré los restantes pasajes de su vida.

Hubo un combate conocido como la batalla de Yarmuk. La razón por la que se llamó “Yarmuk” es porque es el nombre de un valle en las afueras de Siria. Fue una de las batallas más importantes de Siria y se libró en el año 15 DH, en las llanuras de Yarmuk, concretamente a orillas del río Yarmuk. El ejército romano, dirigido por Vahan, tenía cerca de 250.000 soldados listos para la lucha, mientras que los musulmanes solo sumaban alrededor de 30.000, incluyendo unos 1.000 Compañeros del Santo Profeta (sa), 100 de los cuales habían participado en la batalla de Badr. Tras una consulta mutua, los musulmanes retiraron temporalmente sus fuerzas de Homs (otra ciudad siria) y dijeron a los cristianos de dicha localidad: “dado que os retiramos temporalmente nuestra protección, vuestro ‘yizyah’, (es decir, los impuestos que les habían cobrado), se os será devuelto, porque no podemos cumplir con las obligaciones por las que se impuso el mismo”.

Por lo tanto, parte del “yizyah” se devolvió a la gente de Homs y realmente era una gran cantidad de cientos de miles. Pero cuando se les devolvió la cantidad acordada, los cristianos lloraron al comprobar la honestidad y justicia de los musulmanes, y rezaban desde los tejados: “¡oh misericordiosos gobernantes musulmanes,  que Dios os traiga de regreso!”. Sin embargo, al retirarse los musulmanes de Homs, los romanos se animaron aún más y llegaron a Yarmuk con un gran ejército, y acamparon allí para luchar contra los musulmanes. No obstante, en sus corazones, tenían miedo de la fuerza que los musulmanes extraían de su fe. Así pues, deseaban también alguna resolución diplomática, por lo que intentaron llegar a algún acuerdo. Entonces, Vahan, su jefe militar, envió un emisario romano llamado George al ejército musulmán y cuando llegó hasta el mismo, los musulmanes estaban ofreciendo la oración de maghrib. Al ver a los musulmanes postrados ante Dios con gran humildad, se sintió profundamente impresionado y le hizo algunas preguntas a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra), una de las cuales fue: “¿cuál es tu opinión sobre Jesús?

Hazrat Abu ‘Ubaidah recitó el siguiente versículo del Sagrado Corán:

“¡Oh pueblo del Libro! No rebaséis los límites de vuestra religión y no digáis de Al’lah más que la verdad. En verdad, el Mesías, Jesús, hijo de María, fue solo un Mensajero de Al’lah y un cumplimiento de Su palabra que Él envió a María, y una misericordia de Él. Así que creed en Al’lah y Sus Mensajeros, y no digáis: ‘son tres’. Desistid, será mejor para vosotros. En verdad, Al’lah es el Único Dios. Lejos está de Su Santidad que tenga un hijo. A Él pertenece todo lo que está en los cielos y lo que hay en la tierra; y suficiente es Al’lah como Guardián, [Sagrado Corán, 4:172].

A continuación leyó este otro versículo:

“En verdad, el Mesías no desdeñará nunca ser siervo de Al’lah, como tampoco los ángeles que están cerca de Dios”, [4:173].

Cuando George, que había venido como representante del ejército opuesto, escuchó estas enseñanzas del Santo Corán, dijo que efectivamente esas eran las cualidades del Mesías (as). Además dijo que su Mensajero (sa) era verdadero y, por tanto, aceptaba el Islam; y que no deseaba regresar a su ejército. Sin embargo, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) dijo que probablemente los romanos pensarían que los musulmanes habían roto su pacto, por lo que debía regresar. Por eso Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) le aconsejó que regresara al día siguiente con el emisario que les enviaría el ejército musulmán. En este sentido, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) invitó al ejército cristiano hacia el Islam y les expuso las enseñanzas islámicas de igualdad, hermandad y sus morales. Al día siguiente, Hazrat Jalid (ra) fue a verles,  pero su visita no fue fructífera, por lo que comenzaron los preparativos para la batalla.

Por su parte, las mujeres musulmanas estaban en la retaguardia del ejército: daban agua a los soldados, atendían a los heridos y animaban a los soldados durante la batalla. Hazrat Asma ‘bint Abi Bakr, Hazrat Hind bint ‘Utbah -quien había aceptado el Islam en el momento de la conquista de La Meca y era la esposa de Hazrat Abu Sufián-  Hazrat Umm-e-Awan, etc., estaban entre estas mujeres.

Entonces, dirigiéndose a las mujeres musulmanas antes de la batalla, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) dijo:

¡Oh muyahidat [mujeres soldados]! Sacad las estacas de las tiendas de campaña y tomadlas en vuestras manos, llenad vuestras manos de rocas y piedras, y animad a los musulmanes a luchar. Decidles que hoy es el día del combate y no deben dar la espalda. Si sentís que los musulmanes están obteniendo la victoria, permaneced sentadas en vuestros puestos y si veis que los musulmanes se retiran, golpeadlos en la cara con las estacas,  arrojadles piedras y enviadlos de regreso al campo de batalla. Levantad a vuestros hijos y decidles que vayan a sacrificar sus vidas por sus familias, y por la causa del Islam”.

Después de esto, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) también se dirigió a los hombres de la siguiente manera:

“¡Oh siervos de Al’lah! Venid para apoyar a Dios, ya que a cambio Él os ayudará y os dará firmeza. ¡Oh siervos de Al’lah! Tened paciencia, ya que éste es el medio para purificarse de cualquier forma de incredulidad, para agradar a Dios y para limpiarse la mancha de la humillación. No rompáis vuestras filas, no seáis de los que instigan la batalla; levantad vuestras lanzas, asegurad vuestra guardia y permaneced ocupados en el recuerdo de Dios para que Él cumpla Su voluntad”.

Por tanto, se les indicó que no fueran ellos quienes empezaran la lucha, pero una vez que la batalla comenzara, no debían darle la espalda. Entonces, el ejército enemigo colocó una cruz de oro al frente de su ejército y su estructura reluciente se reflejaba en los ojos del ejército musulmán. Estaban cubiertos de hierro de la cabeza a los pies; o sea, iban vestidos completamente con armaduras. Ese día, llevaban además cadenas alrededor de los tobillos para que no pudieran retirarse. Así pues, o mataban o morían.   Sus sacerdotes leían extractos del Evangelio para despertar sus emociones. El ejército de los incrédulos avanzaba como olas del océano. El suyo era un ejército de alrededor de 200.000 a 250.000 soldados, mientras que los musulmanes eran sólo 30.000. A pesar de ello, la batalla comenzó.  Al principio, los romanos sacaron ventaja y comenzaron a hacer que los musulmanes retrocedieran.

Por otra parte, los cristianos habían recibido en secreto información sobre quiénes, entre el ejército musulmán, eran Compañeros del Santo Profeta (sa). Colocaron a algunos de sus hábiles arqueros en una colina y les indicaron que apuntaran específicamente a los Compañeros (ra) con sus flechas. Sabían que una vez que los hombres prominentes fueran asesinados, el ejército restante se desanimaría y huiría del campo de batalla. Como resultado, varios Compañeros (ra) murieron y algunos se quedaron ciegos. Al ver esto, ‘Ikrimah (ra), el hijo de Abu Yahl, que había aceptado el Islam en el momento de la conquista de La Meca y que le había dicho al Santo Profeta (sa) en esa ocasión: “ore para que Dios me permita expiar mis pecados anteriores”,   (en otras palabras, que Dios le permitiera expiar sus acciones pasadas),  fue entonces con algunos de sus compañeros a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) y dijo: “Los Compañeros (ra) [del Santo Profeta (sa)] han ofrecido grandes sacrificios. Permitidnos que los que nos hemos unido tarde al redil del Islam también participemos de dichas bendiciones. Atacaremos el núcleo del ejército y mataremos a los generales cristianos”.

Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) respondió: “esta es una tarea muy peligrosa, pues cualquier joven luchador que lo intente, será asesinado”.  ‘Ikrimah (ra) exclamó: “Eso es cierto, pero entonces, ¿qué otra opción tenemos? ¿Quieres que nosotros, los jóvenes, estemos a salvo, mientras matan a los Compañeros?”.

Desde que había aceptado el Islam, tenía la pasión y el anhelo de sacrificar su vida por la causa de Dios Altísimo. Por eso, ‘Ikrimah (ra) pidió repetidamente permiso para que él y otros 400 combatientes atacaran el núcleo del ejército enemigo. Finalmente, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) otorgó el permiso ante la insistencia de ‘Ikrimah (ra). Así, atacaron el núcleo del ejército y tuvieron éxito, aunque la mayoría de los jóvenes fueron martirizados en este ataque. No obstante, los musulmanes lograron hacer retroceder a las fuerzas bizantinas hacia las trincheras que habían cavado y como se habían encadenado para que nadie huyera, muchos de los soldados bizantinos cayeron en las trincheras. Si uno caía, se llevaba a otros diez con ellos. Al mismo tiempo, mientras se retiraban, 80.000 de los incrédulos se ahogaron en el río Yarmuk, mientras que 100.000 soldados bizantinos murieron en el campo de batalla. Por su parte, fueron martirizados unos 3.000 musulmanes. Esta fue la batalla de Yarmuk.

Con respecto a la misma, y concretamente sobre la conclusión de dicha batalla, Hazrat Musleh Maud (ra) escribe:

“Cuando terminó la batalla, los musulmanes fueron en busca de ‘Ikrimah y los que estaban con él [que lanzaron el ataque]. Descubrieron que 12 de ellos resultaron gravemente heridos, incluido el mismo ‘Ikrimah (ra). Al ver la grave condición de ‘Ikrimah (ra), un soldado musulmán le dijo: ¡oh ‘Ikrimah! Tengo una bolsa de agua conmigo, bebe un poco de agua. ‘Ikrimah volvió la cabeza y vio que Hazrat Fazl, el hijo de Hazrat Abbas (ra), que yacía herido cerca de él. ‘Ikrimah le dijo al soldado musulmán: Mi honor no me permite saciar mi sed y vivir, mientras esas personas y su progenie, que ayudaron al Santo Profeta (sa) siendo yo su enemigo acérrimo, mueren de sed. En realidad estaba envigorizado con una nueva pasión de sacrificarse por los demás). Por lo tanto, primero dale agua a él,  (es decir, a Hazrat Fazl bin Abbas). Si queda algo de agua restante, tráemela. El soldado musulmán fue luego a Hazrat Fazl (ra), pero indicó que primero se le debía dar agua a otro musulmán herido que estaba más necesitado que él. Después, el soldado musulmán se acercó a él, pero también dijo que otro musulmán herido necesitaba más el agua, por lo que debía acudir a él primero. En consecuencia, a cualquier soldado herido al que acudía, este lo enviaban a la siguiente persona, por lo que nadie bebía  agua. Cuando el soldado musulmán se dirigió al último soldado herido, ya había fallecido. Más tarde fue al siguiente soldado herido y finalmente regresó a ‘Ikrimah, pero todos habían fallecido”.

La gente de Siria pertenecía a diferentes religiones, hablaba distintos idiomas y estaba formada por diversas etnias. A pesar de esto, Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra) defendió la justicia y estableció la igualdad entre ellos. Se restableció la paz y el orden, y se concedió libertad religiosa a cada ciudadano. También se estableció la esencia de las enseñanzas islámicas diciéndoles: “todos vosotros sois hijos de Adán y hermanos entre sí. Por consiguiente, como humanos, todos somos iguales”. En este sentido, una acusación común que se plantea es que la gente se vio obligada a aceptar el Islam. No obstante, esto es incorrecto. En este caso, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) otorgó la libertad religiosa a los romanos y se aseguró de que a cada tribu se le concedieran sus derechos y se estableciera la ley y el orden. Finalmente, debido a la conducta de Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra), los árabes de Siria, que eran cristianos, aceptaron el Islam. Por lo tanto, como  se ha mencionado anteriormente, aceptaron el Islam debido a la predicación y al ver la buena conducta de los musulmanes, y no a la fuerza. Aparte de esto, los romanos y los cristianos en general también aceptaron el Islam debido a su alta moral.

Unos días antes de la victoria en Yarmuk, Hazrat Abu Bakr (ra) falleció y Hazrat ‘Umar (ra) fue elegido Jalifa. Hazrat ‘Umar (ra) nombró a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) gobernador de Siria y comandante del ejército. Cuando Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) recibió estas instrucciones de Hazrat ‘Umar (ra), la batalla estaba en su máxima intensidad y, debido a esto, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) no mencionó la carta. Cuando Hazrat Jalid bin Walid (ra) se enteró -ya que Hazrat Jalid (ra) era el comandante hasta entonces- le preguntó a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) por qué no había revelado las instrucciones [de Hazrat ‘Umar (ra)]. Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) respondió: “nos enfrentábamos al enemigo y no quería causarles a los musulmanes ninguna angustia”.

Posteriormente, cuando los musulmanes obtuvieron la victoria en Yarmuk y el ejército de Hazrat Jalid (ra) se preparaba para partir hacia Irak, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) mantuvo a Hazrat Jalid (ra) con él durante un tiempo.  Pero estando a punto de marcharse, Hazrat Jalid (ra) dijo a la gente que debían alegrarse de que un “amin” [custodio] de esta ummah había sido colocado como gobernador sobre ellos, refiriéndose a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra).  Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) respondió: “he oído al Santo Profeta (sa) decir que Jalid bin Walid es una espada de entre las Espadas de Dios”. Por tanto, ambos comandantes se despidieron con una nota de amor y respeto mutuos. Este es el nivel de rectitud de un creyente verdadero, en el sentido de que ellos nunca tuvieron ningún deseo de fama o gloria, ni desearon ningún puesto u oficio. Solo deseaban obtener el agrado de Dios Altísimo y establecer la soberanía de Al’lah, Dios, en la tierra. Así pues, estas personas son excelentes modelos para nosotros y para todos los responsables de la Yama’at; de hecho, todos los áhmadis deben tener en cuenta su ejemplo.

La conquista de Jerusalén también está vinculada a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra).

El ejército musulmán avanzó hacia Palestina bajo el mando de Hazrat ‘Amr bin ‘Aas (ra). Cuando conquistó las ciudades de Palestina, llegó a Jerusalén y la asedió. Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) se unió a él con su contingente. Los cristianos se habían retirado a sus fuertes, pero frustrados con la situación, quisieron llegar a un acuerdo, con la condición de que el mismo  Hazrat ‘Umar (ra) viniera para este tratado. Entonces, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) informó a Hazrat ‘Umar (ra) sobre las demandas de los cristianos. Así, en Rabi al-Awwal del año 16 DH, Hazrat ‘Umar (ra) dejó Medina y nombró a Hazrat ‘Ali (ra) como Amir en su ausencia, y llegó a Yabiyah, que era un asentamiento en las periferias de Damasco. A su llegada fue recibido por los comandantes de los distintos contingentes del ejército musulmán. Entonces, Hazrat ‘Umar (ra) preguntó: ¿dónde está mi hermano? La gente respondió: ¡oh Líder de los creyentes! ¿A quién te refieres? Él dijo: “a Abu ‘Ubaidah”. A esto que se le informó que estaba en camino. Luego, Hazrat Abu’ Ubaidah (ra) llegó en su camella, ofreció el saludo de la paz y preguntó por el bienestar de Hazrat ‘Umar (ra), quien pidió a todos los demás que se fueran y partió con Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) a su residencia. Cuando llegó a su casa vio que, aparte de una espada, un escudo, una estera y un cuenco, la casa estaba vacía. Hazrat ‘Umar (ra) dijo: ¡oh Abu ‘Ubaidah!, ¿podrías haber adquirido algunas comodidades? Es decir,  tener algunas cosas en casa. Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) respondió: ¡oh Líder de los creyentes! Entonces nos inclinaremos hacia las comodidades; o sea, que “podría haber adquirido algunas comodidades, pero me inclinaría por las comodidades y los lujos, y por eso no quiero tener ninguna comodidad”.

En esta ocasión tuvo lugar un incidente extraordinario relacionado con el azán de Hazrat Bilal (ra) y que también ha sido narrado anteriormente. Después de la muerte del Santo Profeta (sa), Hazrat Bilal (ra) dejó de hacer la llamada a la oración (azán). Pero en una ocasión, cuando se acercaba el momento de la oración, la gente instó a Hazrat ‘Umar (ra) a que instruyera a Hazrat Bilal (ra) para que diera el azán. Siguiendo las instrucciones de Hazrat ‘Umar (ra), Hazrat Bilal (ra) dio el azán y todos se sintieron abrumados por la emoción. La gente comenzó a llorar y,  de entre ellos, Hazrat ‘Umar (ra) lloró más porque el azán le recordaba el tiempo del Santo Profeta (sa).

Con respecto al intento bizantino de reconquistar Siria, está escrito que en el año 17 DH, las fuerzas bizantinas lanzaron un último intento de reconquistar Siria. Los cristianos, iraníes, beduinos y kurdos que residían en las zonas del norte de Siria, Al Yazira, el norte de Irak y Armenia, acudieron a  Heraclio [emperador bizantino] y le pidieron ayuda contra los musulmanes, quien finalmente envió un ejército de 30.000 soldados para esta tarea. A pesar de que Hazrat Sa’d bin Abi Waqaas (ra) había conquistado la mayor parte de la región de Al Yazira, hasta ese momento no tenía dominio sobre los beduinos. Además, el emperador bizantino todavía tenía una fuerte presencia naval. Aprovechando la oportunidad, envió una gran flota para atacar y mientras los beduinos levantaron un gran ejército y sitiaron Homs.  Algunas ciudades del norte de Siria también se rebelaron. En  esas circunstancias, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) envió una carta a Hazrat ‘Umar (ra) pidiendo refuerzos y este ordenó inmediatamente a Hazrat Sa’d bin Abi Waqaas (ra) que enviara refuerzos desde Kufa. Siguiendo sus órdenes, Hazrat Sa’d bin Abi Waqaas (ra) envió un ejército desde Kufa bajo el mando de Qaqah bin ‘Amr.

Sin embargo, y a pesar de todo esto, el ejército musulmán se vio superado en gran medida en número de combatientes, en comparación con las fuerzas bizantinas. Por eso Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) pronunció un apasionado discurso ante los soldados del ejército, diciendo: “¡oh musulmanes! Quien se mantenga firme hoy y viva para ver la luz del día, se le concederá la victoria y la riqueza. Pero a quien sea asesinado se le concederá la fortuna del martirio y doy testimonio de que oí al Santo Profeta (sa) decir que quien muere en un estado que no es idólatra, ciertamente entrará en el paraíso”. Se produjo entonces la batalla entre los dos bandos. Al poco tiempo, el ejército bizantino sufrió duras pérdidas y se retiró a Mary al-Deball, que es el nombre de una zona montañosa en la frontera de Siria, situada a 16 kilómetros aproximadamente de la ciudad de Masisa. Después de esto, el emperador bizantino nunca logró lanzar otro ataque para volver a hacerse con Siria.

Por otra parte, Taun Amwas es el nombre de un valle que está a 9 km de Ramla en dirección a Baitul Maqdas. Según los libros de historia, se llamó Taun Amwas porque un brote de plaga comenzó desde ese lugar. En Siria se produjeron innumerables muertes como resultado de esta plaga y según algunos, hubo alrededor de 25.000 muertos. Los detalles de este incidente se encuentran en una narración de Bujari.

Hazrat Abdul’lah bin Abbas (ra) relata que Hazrat ‘Umar (ra) llegó a Saraj, que era una aldea cerca del valle de Tabuk, situada cerca de las fronteras de Siria y el Hiyaz, y a una distancia de aproximadamente 13 días de viaje desde Medina. En las antiguas fuentes históricas las distancias se daban así y en este caso equivalía aproximadamente a unos 1.600 km. Pues bien, cuando Hazrat ‘Umar (ra) llegó a Saraj, se encontró con el comandante de los ejércitos, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) y sus compañeros. Entonces informaron a Hazrat ‘Umar (ra) de que había un brote de plaga en Siria. Con el fin de buscar consejo sobre el asunto, Hazrat ‘Umar (ra) invitó a los primeros muhayirin o emigrantes (aquellos que llegaron desde La Meca a Medina) a presentar sus sugerencias. No obstante, había una diferencia de opiniones entre los emigrantes, pues algunos de ellos opinaban que debían continuar su viaje y no volver, mientras que otros sugerían que como los nobles Compañeros del Santo Profeta (sa) estaban presentes en el ejército, por consiguiente, no era apropiado que fueran llevados a una zona donde había una plaga y que era mejor regresar.

Hazrat ‘Umar (ra) entonces dijo a los emigrantes que se fueran e invitó a los ansar a presentar sus sugerencias. Al igual que los emigrantes, los ansar también tenían diferencia de opiniones. Hazrat ‘Umar (ra) invitó entonces a los ancianos de los quraish que habían aceptado el Islam con ocasión de la conquista de La Meca, y luego se establecieron en Medina. Todos ellos expresaron unánimemente su opinión de llevar a todos de vuelta y de que no había necesidad de entrar en una zona donde había un brote de plaga. Aceptando su sugerencia, Hazrat ‘Umar (ra) anunció que debían regresar.

Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) preguntó entonces “si era posible escapar de lo que Dios había decretado”. En respuesta a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra), Hazrat ‘Umar (ra) declaró: “¡oh Abu ‘Ubaidah (ra), ojalá hubiera sido otra persona la que hubiese dicho lo que acabas de decir! De hecho, nos estamos moviendo de un decreto de Al’lah a otro”; es decir, se alejaban de un decreto pero se acercaban a otro decreto de Dios.

Hazrat ‘Umar (ra) declaró además: “supongamos que tienes algunos camellos y llegas a un valle que tiene dos lados; uno es una zona verde exuberante y llena de vegetación, mientras que el otro es una tierra seca y estéril. Ahora bien, ¿no estaría conforme al decreto de Dios si llevaras tus camellos a pastar a la zona con mucha vegetación; y, por otro lado, no estaría también conforme al decreto de Al’lah si decidieras llevarlos a la tierra seca y estéril?”.

El narrador de esta  historia afirma que, mientras tanto, llegó Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra), que no había estado presente antes debido a algún trabajo que estaba realizando. Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) expuso: “tengo la respuesta a esta cuestión. Una vez escuché al Santo Profeta (sa) decir que si uno se entera del brote de una enfermedad en cierta área, no debe viajar allí;  y si la enfermedad ha surgido en un área en la que la persona reside, entonces no debe dejar el área para escapar de ella”.  Al oír esto, Hazrat ‘Umar (ra) expresó su gratitud a Dios Altísimo y regresó desde allí.

En cuanto a Taun Amwas, Hazrat Musleh Maud (ra) afirma:

“Cuando Hazrat ‘Umar (ra) viajó a Siria, fue recibido por Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) y el ejército musulmán. En ese momento, la plaga allí, que se conoce como el Taun Amwas, se generalizó; y los Compañeros (ra) sugirieron que, como había un brote de plaga, deberían regresar. Por consiguiente, aceptando su sugerencia, Hazrat ‘Umar (ra) tomó la decisión de marcharse de allí. Cuando Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra), que tendía a aceptar las cosas como eran, se enteró de esta decisión, declaró: ¿estás huyendo del decreto de Dios? Hazrat ‘Umar (ra) respondió: voy de un decreto divino a otro. En otras palabras, hay dos tipos de decretos Divinos: uno es específico y el otro es de naturaleza general, pero ambos decretos pertenecen a Dios. Así, Hazrat ‘Umar (ra) declaró que no huía del decreto de Dios, sino que iba de un decreto a otro. Además, se menciona en la historia que cuando Hazrat ‘Umar (ra) se enteró del brote de la plaga, reunió a la gente para pedirles consejo y preguntó qué hacía normalmente la gente en Siria, ya que a menudo las plagas surgían de allí.  Le dijeron que cuando la plaga se extiende, la gente se dispersa aquí y allá, lo que posteriormente debilita su impacto. En otras palabras, se movían a zonas abiertas en lugar de quedarse en la ciudad. En relación con esta sugerencia, Hazrat ‘Umar (ra) declaró que Dios Altísimo ha establecido una ley general; o sea, que se salva quien abandona una zona donde hay un brote de plaga y viaja a una zona abierta. Por tanto, como esto estaba de acuerdo con la ley Divina, no se estaba violando ninguna ley de Dios, sino que se movía de un decreto a otro; es decir, pasaba de una ley específica a una ley general de Dios Altísimo. Hazrat ‘Umar (ra) declaró que, por consiguiente, no se puede decir que estaba huyendo del decreto Divino, sino que se estaba moviendo de una ley de Dios a otra.

Aunque Hazrat ‘Umar (ra) regresó a Medina, no obstante estaba muy preocupado porque la plaga seguía extendiéndose. Un día, Hazrat ‘Umar (ra) escribió una carta a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) en la que afirmaba que necesitaba que hiciera un trabajo importante, por lo que al recibir la carta debería regresar a Medina inmediatamente. Además, Hazrat ‘Umar (ra) declaró que si recibía esta carta por la noche, no debería esperar hasta la mañana; y si recibía la carta por la mañana, no debería esperar hasta la noche. Cuando Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) leyó la carta, declaró: “sé la razón por la que el Líder de los Creyentes me necesita”. Que Al’lah conceda Su misericordia a Hazrat ‘Umar (ra) porque desea extender la vida de lo que ya no va a permanecer. En otras palabras, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) entendió por qué Hazrat ‘Umar (ra) estaba preocupado. En respuesta a la carta, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) declaró: ¡oh Líder de los creyentes! Después de leer la carta, he comprendido lo que desea, pero por favor no me llame y permítame quedarme aquí.  Soy uno de los soldados del ejército musulmán. Todo lo que se ha decretado pasará, pero ¿cómo puedo dejarlos?

Cuando Hazrat ‘Umar (ra) leyó la carta, empezó a llorar. En ese momento, Hazrat ‘Umar (ra) estaba sentado entre los muhayirin (emigrantes) y ellos preguntaron: ¡oh Líder de los Creyentes! ¿Ha fallecido Abu ‘Ubaidah? Hazrat ‘Umar (ra) respondió: “no, pero es posible que suceda”. Hazrat ‘Umar (ra) escribió otra carta a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) y le ordenó que llevara a los musulmanes de esa zona a un entorno más saludable. Por su parte, cuando cualquier soldado musulmán moría y alcanzaba el estatus de mártir, como resultado de morir por la plaga, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) comenzaba a llorar y rezaba a Dios para que también le concediera el martirio. Según una narración, se dice que en ese tiempo rezaba de la siguiente manera: ¡oh Al’lah, ¿acaso no hay una porción de esto para Abu ‘Ubaidah?; es decir, para alcanzar el martirio. Un día, un pequeño grano apareció en el dedo de Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) y rezó: “espero que Al’lah otorgue Sus bendiciones a través de esta pequeña aflicción. Cuando algo está lleno de bendiciones, aunque sea pequeño se vuelve inmenso”.

Arbaz bin Sariya relata que “cuando Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) enfermó como resultado de la plaga, fui a ver a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) y me dijo: ‘He oído al Mensajero de Al’lah (sa) decir que el que muere como resultado de la plaga es un mártir; quien muere por una enfermedad del estómago es un mártir; quien muere ahogado es un mártir; quien muere aplastado bajo un techo que se ha derrumbado es también un mártir”.

En los últimos momentos de su vida, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) dijo al pueblo:

“Os doy un consejo y si lo cumplís os beneficiareis enormemente: ofreced la Salat (oración), pagad el Zakat, observad los ayunos del Ramadán, continuad dando el Sadqa (limosna),  realizad el Hall (peregrinación) y la Umrah; animaos unos a otros a hacer el bien, tratad bien a vuestros líderes, no intentéis engañarlos y no permitáis que el deseo de las mujeres se convierta en un obstáculo para que descuidéis vuestras obligaciones. Si una persona permanece viva durante mil años, incluso entonces un día tendrá que irse de este mundo como yo me voy de este mundo. La muerte ha sido decretada por Al’lah para cada persona. Todas las personas morirán algún día, pero el sabio es quien está siempre preparado para la muerte y sigue haciendo preparaciones para ese día. Transmitid mi salaam (saludo de paz) al Líder de los Creyentes [Hazrat ‘Umar] y hacedle saber que he cumplido con todos mis compromisos”.

Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) declaró entonces: “de acuerdo con mi decisión, entiérrenme aquí”. Así pues, la tumba de Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) está situada en el valle de Baisan, en Jordania. Según algunas narraciones, Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra), cuando falleció, estaba viajando desde Yabiyah hacia Baitul Maqdas para ofrecer sus oraciones. Aunque según otra narración, falleció en Faihal, que está en Siria, y su tumba está en una zona cerca de Baisan.

Durante sus últimos días, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) nombró a Hazrat Muaz bin Yabal (ra) como su representante. Cuando Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) falleció, Hazrat Muaz bin Yabal (ra) afirmó: “¡oh gente, nunca he visto a nadie con un corazón más puro, libre de malicia, afectuoso y compasivo que el que ha fallecido hoy entre nosotros. Oren para que Al’lah Le conceda Su misericordia”.

Finalmente, Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra) falleció en el año 18 después de la Hégira y tenía 58 años de edad en ese momento.

Una vez, Hazrat ‘Umar (ra) envió a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) 4,000 dirhams y también 400 dinares, y le dijo a su emisario que tomara nota de lo que Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) hiciera con esa riqueza. Luego, cuando el emisario cogió la riqueza y se la entregó a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra), él la distribuyó toda entre la gente. El emisario narró lo sucedido a Hazrat ‘Umar (ra), quien dijo: “estamos agradecidos a Dios por crear a personas como Abu ‘Ubaidah (ra) en el Islam”.

En una ocasión, Hazrat ‘Umar (ra) pidió a sus compañeros que manifestaran un deseo. Uno de ellos respondió: “desearía que esta casa se llenase de oro para poder gastarlo en el camino de Dios como sadqa (caridad)”. Otro dijo: “desearía que esta casa se llenase de perlas y rubíes, para poder gastarlo en el camino de Dios como sadqa”. Hazrat ‘Umar (ra) luego les pidió que siguieran manifestando lo que deseaban y ellos preguntaron: ¡oh Líder de los Creyentes! ¿No entendemos qué debemos desear? Hazrat ‘Umar (ra) declaró: “deseo que esta casa se llene de personas como Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra), Hazrat Muaz bin Yabal (ra), Salim Maula Abu Huzaifah (ra) y Hazrat Huzaifah bin Yamaan (ra)”.

Así pues, qué afortunadas fueron estas personas, que alcanzaron el placer de Dios Altísimo en este mundo y en el Más Allá.  Con esto, el relato de Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) finaliza aquí.

Ahora, voy a dirigir algunas oraciones fúnebres en ausencia.

La primera es de un Shahīd [mártir], que fue martirizado hace solo unos días: el profesor y Dr. Naeemud-din Jattak Sahib, hijo de Fazal Din Jattak Sahib, del distrito de Peshawar.  El 5 de octubre, a la una y media de la tarde, los adversarios de la Comunidad le dispararon y fue martirizado:

“Ciertamente a Al’lah pertenecemos y hacia Él volveremos”.

Alrededor de la una y media, después de impartir su clase en el College Superior Science, donde enseñaba, al dirigirse a casa, dos personas en motocicleta le adelantaron y le dispararon, siendo martirizado en el acto:

“Ciertamente a Al’lah pertenecemos y hacia Él volveremos”.

El fallecido tenía 56 años y estuvo vinculado a la docencia durante 25 años. Completó su doctorado en Filosofía en la Universidad Qaid-e-A’zam y posteriormente viajó a China con una beca, obteniendo otro doctorado en biología micro-ambiental. Después de esto, trabajó en la Universidad del Islamiyah College. También impartió clases en la Universidad de Peshawar. Fue miembro del tribunal que entrevistaba a los estudiantes que presentaban el doctorado. Muchas instituciones académicas de Pakistán le invitaban a pronunciar discursos. Se dedicó mayoritariamente a actividades académicas.

El Ahmadiat se estableció en su familia a través de su abuelo paterno Ruknuddin Jattak Sahib, que era del distrito de Karak, así como de su abuela paterna, Bibi Nur Namah Sahiba, quien también aceptó Ahmadiat. Su padre se llamaba Sher Zaman y fue Compañero del Mesías Prometido (sa), quien le regaló una kurta [camisa] al regresar de Qadián y este tabarruk (regalo) permanece en posesión de la familia hasta el día de hoy.

El padre de Naimud-din Jattak Sahib, Fazal Din Sahib, era médico veterinario y se jubiló como subdirector; además fue un poeta muy conocido. Su madre, Mahbubatur Rahman, fue la subdirectora del Departamento de Educación y continuó desempeñando este cargo hasta su jubilación. Esta familia sufrió la oposición durante muchos años.  El suegro de este mártir, Bashir Ahmad Advocate, que fue el presidente de la Yama’at de Chini Payan en Peshawar, fue secuestrado en 2019 y su paradero sigue siendo desconocido hasta el día de hoy, ya que nunca fue localizado. Este mártir o shahid poseía muchas y grandes virtudes. Ofrecía servicios a la Yama’at y aunque era una persona muy instruida, siempre incluso estaba dispuesto a realizar tareas de seguridad. Fue particularmente conocido por su hospitalidad. Era compasivo, ayudaba a los pobres y tenía una relación muy afectuosa con todos los miembros de su familia.

Estaba centrado en la educación y constantemente aconsejaba a los niños áhmadis a recibir buena formación. También se aseguró de que sus propios hijos tuvieran una buena educación. Su esposa, Sadia Bushra Sahiba, dice que una semana antes de su martirio, el shahid (mártir) fue a Rabwah y, cuando visitó Bahishti Maqbarah (el cementerio celestial), expresó su deseo de ser enterrado allí, pero también afirmó que tal vez no era digno de cumplir su deseo.  Sin embargo, Dios Altísimo cumplió su deseo de un modo tal que fue enterrado en ese lugar.  El cuñado de Naimuddin Jattak Sahib, el doctor Munir Ahmad Jan, que actualmente trabaja en el Instituto Tahir Heart [en Rabwah], dice que Naimuddin Sahib le dijo que había un profesor que se oponía a la Yama’at y que mostraba fotografías suyas y de sus hijos a los oponentes de la Yama’at, y alentaba a estos enemigos a asesinarlos.  Además colocaron frente a su casa carteles incitando al odio. Su cuñado dice que cuando Naimuddin Sahib vino a su encuentro, una semana antes de su martirio, lo invitó a sentarse y comer con ellos, pero dijo que comería del langar [cocina del Mesías Prometido (as)], porque el deleite y las bendiciones de la comida del langar del Mesías Prometido (as) no se pueden encontrar en ningún otro lugar; y les aseguró que comería con ellos en otro momento.

A Naimuddin Jattak Sahib le sobreviven su esposa Sadia Nasim Sahiba, tres hijas y dos hijos. Una de sus hijas está casada, mientras que las otras dos siguen estudiando. Uno de sus hijos es ingeniero y el otro está estudiando el primer año. Sus nombres son Kalimuddin Jattak y Nuruddin Jattak; Nuruddin Jattak está estudiando en primer año y Kalimuddin es ya ingeniero. Otro de sus familiares, Navid Ahmad Sahib (su cuñado), también está sirviendo a la Yama’at como amir de la yama’at de Peshawar. ¡Qué Dios Altísimo conceda al difunto Su perdón y misericordia, y conceda a su familia la fuerza para ser pacientes!

El segundo funeral es el de Usama Sadiq, estudiante de la Yamia Ahmadía de Alemania y que era el hijo de Muhammad Sadiq Sahib. Hace unos días se ahogó en el río Rhin en Alemania y falleció:

“Ciertamente a Al’lah pertenecemos y hacia Él volveremos”.

Tenía 20 años en el momento de su fallecimiento. Su familia era de Chak Sikandar Gullrat, Pakistán. Era el más joven de sus hermanos y le sobreviven cinco hermanas y un hermano junto con sus padres. El Ahmadiat fue introducido en la familia por el lado paterno, durante la época de Hazrat Musleh Mauʻud (ra), cuando su abuelo y sus dos hermanos aceptaron Ahmadiat. Más tarde, los dos hermanos abandonaron el Ahmadiat, pero su abuelo se mantuvo firme en la Yama’at. Por el lado materno, el Ahmadiat fue presentado a través de su bisabuelo Hazrat Shah Muhammad Sahib (ra) y su padre Hazrat Langar Muhammad Sahib (ra), los cuales fueron Compañeros del Mesías Prometido (as). Juraron lealtad en las propias manos del Mesías Prometido (as) en 1903, en Jhelum.

En 1989, las condiciones para la Yama’at en Chak Sikandar se volvieron terribles y hubo muchos disturbios contra los áhmadis. Los padres del fallecido se enfrentaron a una gran oposición. Además, su madre fue agredida y su padre fue llevado a la justicia con una demanda falsa que se prolongó durante siete años. Después se trasladaron a Alemania. Por su parte, Usama Sadiq había obtenido su educación primaria en Pakistán y al llegar a Alemania, ingresó en Yamia y acababa de completar su tercer año. Sin embargo, fue ordenado por el decreto de Dios Altísimo que regresara hacia Él. Su padre dice que todo elogio hacia él es poco, porque logró mucho durante su corta vida. Aparte de ser un buen estudiante, fue un niño modelo y dedicó gran parte de su tiempo a sus estudios. Debido al coronavirus, pasó los últimos seis meses en casa. Además de ofrecer la salat (oración) en congregación, guardaba todos los ayunos en Ramadán y dirigía las oraciones en congregación de tarawih. Después de las vacaciones, se estaba preparando para regresar a Yamia, pero falleció. Su madre dice que poseía innumerables virtudes. Era muy responsable en su trabajo y su objetivo era terminarlo rápidamente.  De naturaleza sencilla, era callado y hablaba solo cuando era necesario.  Fue muy obediente hacia sus padres y era muy resolutivo en todo lo que se proponía; también era muy disciplinado y previsor. Trató de dominar varios idiomas y, por ello se centró especialmente en el árabe, el persa, el inglés y el alemán.

El secretario nacional de tabligh (predicación) en Alemania, Farid Sahib, escribe que Usama poseía muchas virtudes, siendo una de las cuales su pasión por participar en las actividades de tabligh (propagar el mensaje del Islam). Dos días antes de su fallecimiento, había terminado un viaje a Alemania del este, en el que durante tres días consecutivos habían distribuido folletos. Siempre que se le pedía que distribuyera panfletos, nunca se negaba y participaba con entusiasmo. Suhaib Nasir Sahib, un misionero graduado en Yamia de Alemania, dice que aunque Usama Sadiq era cuatro años menor que él, era un ejemplo para él en la adoración de Dios, ya que se sentaba a menudo en la primera fila de la mezquita y casi siempre llegaba a la misma antes del comienzo de la oración, y ofrecía nawafil (oraciones voluntarias). Luego, incluso después de la oración, se ocupaba mucho en el recuerdo de Al’lah. Era uno de esos estudiantes que entraban de los primeros en la mezquita y era de los últimos en salir. Del mismo modo, también se sentaba en la primera fila para las oraciones del viernes  y se tomaba muy en serio sus estudios en Yamia. Que Dios Altísimo conceda al difunto Su perdón y Su misericordia, y que eleve su posición en el cielo; y que les conceda a sus padres y hermanos la fuerza para seguir siendo pacientes.

El próximo funeral es el de Salim Ahmad Malik Sahib. Anteriormente formaba parte del departamento de educación del gobierno aquí, o en instituciones educativas; y después de su jubilación, sirvió como profesor en Yamia Ahmadía del Reino Unido. Falleció a la edad de 87 años, el 24 de septiembre.

“Ciertamente a Al’lah pertenecemos y hacia Él volveremos”.

Su abuelo, Hazrat Malik Nuruddin Sahib (ra) y su padre Hazrat Malik Aziz Ahmad Sahib (ra) fueron ambos Compañeros del Mesías Prometido (as). Su madre narra un incidente de su padre: una vez, muchos miembros de la familia del lado paterno de Malik Sahib habían fallecido debido a una cierta enfermedad, por lo que su madre (es decir, la abuela de Salim Malik Sahib) informó a Hazrat Maulwi Hakim Nuruddin Sahib (ra) sobre el estado de su hijo. Hazrat Maulwi Hakim Nuruddin Sahib (ra) fue inmediatamente a su casa para verlo y dijo que la probabilidad de que el niño sobreviviera era muy baja, y que sólo las oraciones podían salvarlo en ese momento. Ante esto, Hazrat Hakīm Nuruddin (que más tarde sería Jalifatul Masih I –ra-) fue al Mesías Prometido (as) e hizo una petición para plegarias; y así ocurrió que fue en las escaleras de la Mezquita Aqsa donde se encontró con el Mesías Prometido (as) e hizo la petición. Entonces, el Mesías Prometido dijo: “Vayamos ahora a ver al niño”. Por consiguiente, el Mesías Prometido (as) fue a su casa y después de entrar puso su mano en la frente del niño, diciendo: “Si Dios quiere, este niño sanará”.  Así pues, fue el milagro de las oraciones del Mesías Prometido (as) lo que permitió que el niño se recuperara, y él, o sea, el padre del difunto, vivió hasta los setenta años.

Salim Malik Sahib obtuvo su educación primaria en Qadián y después de la partición, se trasladó a Sialkot, donde estudió en la universidad. Después se mudó a Karachi, donde continuó sus estudios en el campo de la ciencia. Se mudó al Reino Unido en 1960 y fue profesor de química geológica durante muchos años en la Universidad de Reading. Tuvo el honor de servir en varios departamentos desde los primeros días de la Comunidad en el Reino Unido. Fue nombrado secretario nacional de Ta’lim-o-Tarbiyyat (educación y formación moral), sirvió muchos años en la Yama’at del Reino Unido como secretario de Umur-e-Jariyah (asuntos exteriores) y también prestó grandes servicios en el departamento de relaciones internacionales de la Comunidad. Tuvo dos veces la oportunidad de ir al Pakistán y preparar el informe junto con el Comité de Derechos Humanos que investigó la situación de los áhmadis. Aparte, cada cierto tiempo se organiza una exposición a gran escala en diferentes países. Pues bien, Salim Malik Sahib tuvo la oportunidad de montar y organizar el stand sobre la Comunidad, en este tipo de exposición, en el Reino Unido y España en el año 1992.

Cuando Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) formó un comité en 1997 con respecto al establecimiento de Yamia Ahmadía en el Reino Unido,  incluyó a Salim Malik Sahib en él. De la misma manera, también formó parte de los comités previos al inicio de Yamia Ahmadía UK. Cuando se estableció la Yamia Ahmadía UK, fue nombrado administrador jefe y ocupó este cargo hasta el 13 de noviembre de 2005. También tuvo la oportunidad de enseñar inglés e historia a los estudiantes de Yamia Ahmadía, lo que continuó haciendo hasta su muerte.

Cuando se compró Islamabad, por instrucción de Hazrat Jalifatul Masih IV (rh), Salim Malik Sahib tuvo la oportunidad de establecer una biblioteca allí. Era muy religioso, regular en el ofrecimiento de oraciones y en el ayuno, extremadamente cariñoso con los demás, elocuente en el habla, alguien que invitaba a la gente hacia Dios, muy hospitalario y un hombre piadoso, que era un ardiente admirador del Jalifato, con un verdadero vínculo de lealtad y sinceridad.

Le sobreviven su esposa, tres hijas y muchos nietos. Su sobrino Mian Abdul Wahhab Sahib dice que Salim Sahib le dijo que cuando se mudó a Londres en 1960, su padre Malik Aziz Ahmad Sahib, que estaba enfermo, le dio algunos consejos a su hijo. En primer lugar, que nunca perdiera su conexión con la Comunidad, pues sólo porque iba a ir al Reino Unido, no significaba que debiera sumergirse en todas sus atracciones. En segundo lugar, que pagara siempre el chanda (contribución monetaria) a tiempo y en su totalidad, ya que esto también es necesario para purificar el alma. En tercer lugar, que si alguien le pedía ayuda, no debía negarse nunca, por mucho que le costara. Salim Sahib dijo que siempre siguió el consejo de sus padres. Su sobrino escribe además que aunque el fallecido no lo mencionó por sí mismo, más tarde se enteró de que una vez, uno de sus amigos necesitaba una gran suma de dinero, así que Salim Sahib vendió su casa para satisfacer las necesidades de la persona. Posteriormente, Dios Altísimo lo bendijo con una casa aún más grande.

Académicamente, era una persona de gran conocimiento. Cuando le vi por primera vez, cuando aún no lo conocía, pensé que era un áhmadi normal que enseñaba inglés, ya que tenía buen manejo del idioma. Pero más tarde me di cuenta de que sobresalía enormemente por su sinceridad y devoción, que estaba preparado para servir a la Comunidad en todo momento, y que tenía un extraordinario vínculo de amor con Jalifato. En términos de su conocimiento, era una enciclopedia andante,  ya que tenía una comprensión de todos los temas y de historia en particular. Del mismo modo, tenía un gran interés en la literatura inglesa y en urdu, pero nunca se jactaba de su erudición.  Siempre animaba a otros a aumentar sus conocimientos religiosos, mundanos, políticos y seculares. Además tenía muchas conexiones dentro de la comunidad pakistaní, que siempre utilizó en beneficio de la Yama’at.

Cuando Salim Malik Sahib trabajaba como secretario de asuntos exteriores de la Comunidad del Reino Unido, mantuvo una fuerte relación con Lord Avebury (figura senior ya fallecida del partido Liberal) y fue a través de él que dicha relevante persona estableció relación con la Comunidad. Además, Salim Malik Sahib jugó un papel clave en mi primera visita al Parlamento Británico.

Marwan Sarwar Gill, el misionero en Argentina dice: “Salim Sahib era muy respetado entre todos los estudiantes de Yamia, incluido yo mismo, debido a su carácter académico; pero sólo después de graduarme tuvimos una relación personal. Cuando me eligieron para ir a Argentina estaba muy contento y me decía: “Eres un misionero pionero, así que tienes mucho trabajo por hacer”. Hay que iluminar el nombre de la Comunidad, predicar de manera excelente, pero sobre todo aprender el idioma local. Deberías aprenderlo hasta el punto de que tus artículos se publiquen en los periódicos”. Tenía un gran interés en esto a nivel académico.

Asimismo, los estudiantes y misioneros de Yamia, incluido Marwan Sahib, han escrito que a menudo invitaba a sus estudiantes a su casa y luego los llevaba a su biblioteca personal. Luego decía: “Como regalo por venir a mi casa, puedes tomar el libro que quieras. Ese es mi regalo para ti”. Siempre decía que “Yamia Ahmadía no es un instituto ordinario y Jalifatul Masih tiene muchas expectativas al respecto. Por lo tanto, los Waqifin-e-Zindagi [devotos de la vida] que se asocian con este instituto deben alcanzar un nivel de conocimiento extraordinario”.

Marwan Sahib también escribe: “Antes de irme a Argentina, Salim Sahib me aconsejó que dominara el idioma en la medida en que mis artículos en español se llegaran a publicar (en los periódicos). Además me dijo que siguiera escribiéndole cartas y que si alguna vez me daba pereza hacerlo, él mismo se pondría en contacto conmigo”.

Que Dios conceda al difunto el perdón y la misericordia, y permita a los que deja atrás, a sus hijos y a su progenie, mantener el mismo vínculo de dedicación y sinceridad con Jalifato y la Comunidad.

Después de la oración dirigiré sus funerales en ausencia.

Resumen del sermón de viernes – 9 de octubre del 2020: “Hombres de excelencia – Hazrat Abu Ubaidah bin Jarah (ra)

Después de recitar Tashahud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que seguiría mencionando los incidentes de la vida de Hazrat Abu Ubaidah bin Jarah (ra).

Papel de Hazrat Abu Ubaidah bin Jarah (ra) en la batalla de Yarmuk

Su Santidad (aba) narró incidentes de la Batalla de Yarmuk, en la que de los 30.000 musulmanes, 100 fueron compañeros que también participaron en la Batalla de Badr. Durante el curso de esta batalla, un hombre llamado George fue enviado por los romanos para negociar un tratado con los musulmanes. Durante estas conversaciones, George preguntó a Hazrat Abu Ubaidah (ra) cuál era su opinión sobre Jesús (as). Como respuesta, Hazrat Abu Ubaidah (ra) recitó los siguientes versículos del Sagrado Corán:

¡Oh pueblo del Libro! no rebaséis los límites de vuestra religión y no digáis de Al-lah más que la verdad. En verdad, el Mesías, Jesús, hijo de María, fue sólo un Mensajero de Al-lah y el cumplimiento de Su palabra que reveló a María, y una gracia procedente de Él. Creed, pues, en Al-lah y en Sus Mensajeros y no digáis: “Son tres”. Desistid; será mejor para vosotros. En verdad, Al-lah es el sólo Dios Único. Lejos está de Su Santidad que haya de tener un hijo. A Él pertenece cuanto hay en los cielos y en la tierra. Y Al-lah es suficiente como Protector. (4:172)

En verdad, el Mesías no desdeñará nunca ser siervo de Al-lah, como tampoco los ángeles que están cerca de Dios; mas quienes desdeñan adorarle y caen en el orgullo, sepan que los reunirá a todos junto a Él. (4:173)

Al escuchar estos versículos, George proclamó que esto era ciertamente la verdad, y atestiguó la verdad del Santo Profeta (sa). Así, no deseaba volver a los romanos, sin embargo Hazrat Abu Ubaidah (ra) aconsejó que volviera para no levantar ninguna sospecha.Cuando las mediaciones para un tratado no tuvieron éxito, quedó claro que habría una batalla.

Los romanos eran 250,000 y estaban completamente armados. Habían planeado seleccionar a los compañeros del Santo Profeta (sa) y apuntarlos con flechas. Como resultado, algunos compañeros fueron martirizados mientras que otros perdieron sus ojos. Viendo que estaban siendo atacados, Ikrimah se acercó a Hazrat Abu Ubaidah (ra) y dijo que deseaban atacar en el corazón mismo del ejército romano. Hazrat Abu Ubaidah (ra) comentó que era una tarea muy peligrosa, sin embargo Ikrimah insistió, y así, 4000 soldados musulmanes fueron comisionados para atacar en el corazón del ejército romano.

Los musulmanes cosiguieron la victoria como resultado de este ataque, pero no sin la pérdida de muchas vidas y otros sufriendo grandes heridas. Los musulmanes mataron a 100.000 romanos en el campo de batalla.Predicación de Hazrat Abu Ubaidah bin Jarah (ra)

Su Santidad (aba) relató que había muchas divisiones en el seno del pueblo sirio, y Hazrat Abu Ubaidah (ra) desempeñó un gran papel en la unión del pueblo sirio, estableciendo la justicia y la paz. Les predicó que todos eran hijos de Adán y que todos debían vivir en armonía. Así estableció la libertad religiosa y animó a todos a vivir juntos. Viendo este estimado ejemplo, muchos cristianos sirios aceptaron el Islam. Su Santidad (aba) señaló que este echo se debía a la predicación, y no a la fuerza.Un excelente guardián

Unos días antes de la victoria de Yarmuk, Hazrat Abu Ubaidah (ra) recibió la noticia del fallecimiento de Hazrat Abu Bakr (ra) y la elección de Hazrat Umar (ra) como el segundo Califa del Islam. Al estar en el transcurso de una batalla, Hazrat Abu Ubaidah (ra) no quiso desanimar a las tropas. Por ello, no reveló esta información de inmediato. Después de la batalla, Khalid bin Walid (ra) preguntó por qué no se lo había dicho, y Hazrat Abu Ubaidah (ra) respondió que no quería desanimar a nadie durante la batalla. Cuando el ejército de Khalid bin Walid (ra) se disponía a regresar a Iraq, dijo que eran muy afortunados de tener al Amin (fideicomisario / tesorero) de esta nación como guardián sobre ellos. Hazrat Abu Ubaidah (ra) les dijo que había escuchado al Santo Profeta (sa) decir que Khalid bin Walid (ra) era una de las espadas de Al’lah. Su Santidad (aba) enfatizó en que estos son los atributos de un verdadero creyente. No les importaban sus propios títulos o su honor personal, sino que sólo se preocupanan de establecer la soberanía de Dios en todo el mundo. Por lo tanto, estos son excelentes ejemplos a seguir.Un ejemplo de humildad

Su Santidad (aba) mencionó varios incidentes de la Conquista de Jerusalén, en los que también participó Hazrat Abu Ubaidah (ra). Cuando Hazrat Umar (ra) partió y llegó a un lugar cerca de Damasco donde residía el ejército musulmán. Hazrat Umar (ra) preguntó dónde estaba su hermano. Cuando le preguntaron a quién se refería, dijo Hazrat Abu Ubaidah (ra). Entonces, Hazrat Umar (ra) acompañó a Hazrat Abu Ubaidah (ra) a su casa. Al llegar allí, Hazrat Umar (ra) dijo que Hazrat Abu Ubaidah (ra) no tenía nada excepto su espada, su escudo y algunas otras pertenencias. Hazrat Umar (ra) comentó que Hazrat Abu Ubaidah (ra) debería haber amueblado su casa con otras cosas también. Hazrat Abu Ubaidah (ra) dijo que no lo había hecho porque, de haberlo hecho, sólo se habría inclinado hacia la comodidad.

La muerte de Hazrat Abu Ubaidah bin Jarah (ra)

Cuando Hazrat Ubaidah (ra) estaba en los últimos momentos de su vida, aconsejó a quienes le rodeaban que siempre ofrecieran sus oraciones, pagaran el Zakat, ayunaran en el Ramadán, dieran limosna, realizaran el Hall y la Umrah, se inclinaran hacia al bien, fueran honestos y no fueran engañosos, etc. Hazrat Abu Ubaidah (ra) falleció en el 18 Hijri (Calendario Islámico).

Su Santidad (aba) dijo que eran afortunadas estas personas que alcanzaron el placer de Dios en este mundo, y continúan alcanzándolo en el más allá.

Oraciones fúnebres

Al final, Su Santidad (aba) dijo que dirigiría las oraciones fúnebres en ausencia de los siguientes miembros de la Comunidad:

El Profesor Naeemud’din Khattak que fue martirizado el 5 de octubre. Regresaba del colegio en el que enseñaba, cuando dos personas, en moto, le dispararon. Era un gran académico, miembro de la junta de entrevistas para candidatos a doctorado y que también era llamado a dar conferencias en varias universidades del Pakistán. Su familia se había enfrentado a la oposición durante bastante tiempo. Su suegro fue secuestrado hace algunos años y su paradero sigue siendo desconocido. Siempre sirvió a la Comunidad en cualquier capacidad que se le requiriera. Aunque era una persona culta y bien educada, cumplía con su deber de seguridad en la mezquita siempre que se le requería. Le sobreviven su esposa, tres hijas y dos hijos. Su Santidad (aba) rezó por el perdón del fallecido y para que su familia pueda soportar esta pérdida con paciencia.

Usama Sadiq falleció hace unos días a la edad de 20 años como resultado de un ahogamiento. Estaba estudiando en Yamia Ahmadía Alemania. Era el menor de seis hermanos. Su familia también soportó varias dificultades a manos de los oponentes en Pakistán, antes de mudarse a Alemania. Acababa de completar su tercer año en Yamia Ahmadía Alemania. Mostró excelentes cualidades en el corto período de su vida. Era muy obediente a sus padres, y tenía interés en aprender varios idiomas. Siempre estaba listo cuando se le pedía que distribuyera folletos. Solía ser el primero en entrar en la mezquita y el último en salir. Su Santidad (aba) rezó por el perdón y la posición elevada del difunto y para que su familia pudiera soportar esta pérdida con paciencia.

Saleem Ahmad Malik falleció el 24 de septiembre. Después de su jubilación, también sirvió como profesor en Yamia Ahmadía Reino Unido. Su Santidad (aba) relató un incidente del padre de Saleem Ahmad Malik, que cayó muy enfermo cuando era joven. Al enterarse de esto, el Mesías Prometido (as) lo visitó y rezó por él y, aunque no había mucha esperanza de que sobreviviera, vivió una larga vida gracias a las oraciones del Mesías Prometido (as). Era profesor en una universidad del Reino Unido. También sirvió a la Comunidad en muchas capacidades diferentes. Desempeñó un papel en el establecimiento de Yamia Ahmadía Reino Unido. Sirvió como Administrador Jefe de Yamia y también enseñó inglés e historia. Era una persona muy virtuosa que amaba mucho al Jilafat. Le sobreviven su esposa, tres hijas y muchos nietos. Una vez, uno de sus parientes necesitó ayuda financiera y, para ayudarle, vendió su casa. Su Santidad (aba) comentó que cuando le conoció, no sabía mucho de él, excepto que podía enseñar inglés. Sin embargo, más tarde supo que era extremadamente virtuoso y sincero. Era una enciclopedia andante. Su Santidad (aba) también comentó que Saleem Ahmad Malik Sahib jugó un papel vital en la primera visita de Su Santidad (aba) al Parlamento. A menudo invitaba a los estudiantes a su casa, y luego los llevaba a su biblioteca. Decía que su regalo para ellos era que podían tomar cualquier libro que quisieran de su biblioteca. Su Santidad (aba) rezaba por el perdón de los difuntos, y para que su descendencia pudiera seguir el ejemplo de sus virtudes.

Resumen preparado por The Review of Religions

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