Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa) – Hazrat Abu Ubaidah bin Jarah (ra)
Después de recitar el Tashahud, el Ta’awwuz y el Surah Al-Fatiha, Hazrat Jalifatul Masih V (aba) dijo:
En relación con los relatos de los Compañeros que participaron en la batalla de Badr, el Compañero sobre el que hablaré hoy es Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra).
El nombre real de Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra) era Aamir bin Abdul’lah y el nombre de su padre era Abdul’lah bin Yarah. Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) era más conocido por su título, que coincide con el nombre de su abuelo, Yarah. El nombre de su madre era Umaima bint Ghanam. Pertenecía a la tribu Banu Hariz bin Fihr de los quraish.
Con respecto a la apariencia física de Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra), se afirma que era alto, delgado y tenía una cara esbelta. Dos de sus dientes delanteros se rompieron mientras extraía los anillos de metal del casco (que llevaba el Santo Profeta -sa-) y que se habían clavado en el rostro bendito del Profeta (sa), durante la batalla de Badr; también tenía escasa barba y solía teñirse el cabello.
Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra) se casó varias veces pero solo tuvo hijos de dos de sus esposas: uno se llamaba Yazid y otro ‘Umair. Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) fue uno de los diez Compañeros a quienes el Mensajero de Dios (sa) les dio la buena nueva del paraíso durante su vida y que son conocidos como Asharah Mubasharah. Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) era considerado además una persona digna, cortés y honorable de entre los quraish, y que aceptó el Islam a través de la predicación de Hazrat Abu Bakr (ra), cuando los musulmanes aún no habían buscado refugio en Dar al-Arqam; es decir, él se convirtió antes de esa época. En concreto, Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra) fue la novena persona en aceptar el Islam.
Hazrat Anas (ra) narra que el Mensajero de Dios (sa) dijo: “Cada nación tiene un custodio [Amin] y el custodio de esta ummah es Abu ‘Ubaidah bin Yarah”.
Según los relatos de Sahih Bujari y Sahih Muslim, la gente de Nallran – aunque según otra narración de Sahih Muslim era la gente de Yemen- se acercó al Santo Profeta (sa) y le pidió lo siguiente:
“Por favor, envíenos a alguien para que nos enseñe la fe”. En otro relato se menciona que dijeron: por favor, envíenos a una persona de confianza. Ante esta solicitud, el Santo Profeta (sa) respondió: ciertamente os enviaré a una persona de tal confianza que hará justicia con su tarea. Luego, el Santo Profeta (sa) tomó la mano de Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah y exclamó: él es el administrador de esta ummah”.
Hazrat Abu Huraira (ra) narra que el Mensajero de Al’lah (sa) dijo:
”¡Qué excelentes son Abu Bakr, ‘Umar, Abu ‘Ubaidah bin Yarah, Usaid bin Hudair, Zabit bin Qais bin Shammas, Mu‘aaz bin Yabal y Mu‘aaz bin ‘Amr bin al-Yamo”. En otras palabras, los elogió a todos.
El siguiente relato quizás esté relacionado con lo que se acaba de mencionar sobre Hazrat Abu Hurairah (ra). En una ocasión se le preguntó a Hazrat ‘A’isha (ra) si el Mensajero de Dios (sa) hubiera designado un vicegerente después de él, ¿a quién habría elegido? Hazrat ‘A’isha (ra) respondió: a Hazrat Abu Bakr; y la gente le preguntó: y ¿después de Hazrat Abu Bakr? Hazrat ‘A’isha (ra) dijo: a Hazrat ‘Umar. Entonces la gente preguntó: y ¿después de Hazrat ‘Umar? Hazrat ‘A’isha respondió: a Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah. Esta narración es de Sahih Muslim.
En otro relato, se afirma que ‘Abdul-lah bin Shaqiq (ra) le preguntó a Hazrat ‘A’isha (ra) quién era el Compañero más querido por el Mensajero de Dios (sa). Hazrat ‘A’isha (ra) respondió: Hazrat Abu Bakr. El hombre preguntó: y ¿después de Hazrat Abu Bakr? Hazrat ‘A’isha (ra) dijo: Hazrat ‘Umar. Él preguntó: y ¿tras Hazrat’ Umar? Hazrat ‘A’isha (ra) respondió: Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah. Luego preguntó quién era el siguiente después de él; sin embargo, el narrador dice que Hazrat ‘Aisha (ra) permaneció en silencio tras su última respuesta.
En Sirat Jataman Nabiyyin [La vida y el carácter del sello de los Profetas (sa)], Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe:
“El estado y el valor de Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) a los ojos de Hazrat ‘A’isha (ra) fue tan grande que ella comentó: si Abu ‘Ubaidah hubiera estado vivo en el momento de la muerte de Hazrat ‘Umar (ra), él habría sido el nuevo Jalifa”.
En otro relato se menciona que en el momento de su muerte Hazrat ‘Umar dijo:
“Si Hazrat Abu ‘Ubaidah estuviera vivo hoy, lo habría designado como Jalifa; y si mi Señor me preguntara por qué lo hice, diría que escuché a Tu Profeta (sa) decir que Abu ‘Ubaidah es el custodio de esta Ummah [nación del Islam] y, como tal, lo he hecho mi sucesor”.
Cuando Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) abrazó el Islam, su padre lo torturó enormemente. Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) también fue uno de los que emigraron hacia Abisinia. Posteriormente, cuando Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) emigró a Medina, el rostro del Santo Profeta (sa) comenzó a brillar. Hazrat ‘Umar (ra) dio un paso adelante y lo abrazó. Una vez allí, se quedó en la casa de Hazrat Kulzum bin Hidam; no era de Umm Kulzum, sino que era la casa de Kulzum bin Hidam.
Se pueden encontrar varios relatos sobre el vínculo de hermandad establecido con Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra).
Según algunos, el Santo Profeta (sa) formó un vínculo de hermandad entre Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) y Hazrat Salim (ra), el esclavo liberado de Hazrat Abu Hudaifa. Según otros, el Santo Profeta (sa) formó un vínculo de hermandad entre él y Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra); aunque otros opinan que se formó un vínculo de hermandad con Hazrat Sa’d bin Mu’az (ra).
Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra) participó en todas las batallas junto al Santo Profeta (sa), incluida la batalla de Badr y Uhud. Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra) tenía 41 años cuando se produjo la batalla de Badr. En ese día, Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra) entró en el campo de batalla del lado de los musulmanes, mientras su padre, Abdul-lah, luchaba del lado de los incrédulos y ambos se encontraron frente a frente. Su padre lo convirtió en su objetivo durante la batalla, pero Hazrat ‘Ubaidah (ra) lo superaba en la táctica; es decir, escapaba por un lado u otro y se protegía. No obstante, su padre no dejó de perseguirlo con la intención de matarlo de una u otra forma. Por su parte, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) también tuvo la oportunidad de matar a su padre, pero lo evitaba para no tener que hacerlo y, de paso, protegerse. Pero cuando Hazrat ‘Ubaidah (ra) vio que su padre no lo dejaba en paz, su pasión y su honor por la unidad de Dios trascendieron más allá de sus lazos familiares. Por eso, al ver que su padre tenía la intención de matarlo, simplemente porque había creído en la Unidad de Dios, sus relaciones familiares se redujeron a nada. Pues está escrito en los relatos que cuando Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) vio que su padre no se detenía en su empeño de matarlo, su pasión y honor por la Unidad de Dios trascendieron todos los lazos familiares y Abdul-lah, el padre de Hazrat ‘Ubaidah bin al-Yarah (ra), fue asesinado a manos de su propio hijo. Por tanto, al final, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) no tuvo más remedio que matar a su padre.
Luego, en el día de la batalla de Uhud, ‘Abdul-lah bin Qamiah arrojó con fuerza una piedra al Santo Profeta (as), hiriendo su bendecido rostro y rompiéndole algunos dientes. Tras esto, dijo lo siguiente: ¡Toma eso, ya que soy el hijo de Qamiah! Entonces, limpiando la sangre de su bendecido rostro, el Santo Profeta (sa) dijo: ¡Que Dios te deshonre! El narrador dice: “Así ocurrió que Dios Todopoderoso hizo que una cabra montesa le atacó y continuó golpeándolo con sus cuernos hasta que quedó hecho pedazos”.
Hay un relato de Hazrat ‘A’isha (ra) en relación con este incidente en el que Hazrat Abu Bakr (ra) declara:
“Cuando el Santo Profeta (sa) fue golpeado en la cara con una piedra durante la batalla de Uhud, se produjo con tanta fuerza que dos anillos de metal del casco que llevaba en su cabeza se rompieron y perforaron su bendito rostro. Hazrat Abu Bakr (ra) luego continúa diciendo: corrí hacia el Santo Profeta (sa), pero vi a otra persona dirigiéndose hacia él tan rápidamente, que parecía que estaba volando. Entonces oré: ¡oh Al’lah, haz de esta persona un medio de alegría, (o sea, haz que el que se me ha adelantado sea una fuente de alegría para el Santo Profeta -sa- y para los otros Compañeros). Cuando llegamos al Santo Profeta (sa), vi que era Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah quien me había precedido y dijo: ¡oh Abu Bakr (ra), por el amor de Al’lah, permíteme quitar estos anillos del rostro bendito del Mensajero de Al’lah!; así pues, quiso decir que le permitiera quitar las partes del casco que habían perforado su mandíbula, así que le permití hacerlo. A continuación Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah agarró uno de los dos anillos del casco entre sus dientes y tiró con tanta fuerza que cayó al suelo de espaldas. Se habían alojado tan profundamente en la mandíbula que, al tirar tan fuertemente, uno de sus dientes frontales se rompió. Después agarró el segundo anillo también con los dientes y lo sacó con tanta fuerza que se rompió otro de sus dientes frontales”.
Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra) fue uno de los Compañeros que permanecieron firmes junto al Santo Profeta (sa) durante la batalla de Uhud cuando otros se habían dispersado.
En Dhul-Qa’dah del año 6 DH, cuando se estaba escribiento el acuerdo de paz durante el Tratado de Hudaibiyah, se redactaron dos copias de este pacto y varias personas de alta estima de ambas partes firmaron como testigos. Entre los testigos musulmanes se encontraban Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat ‘Umar (ra), Hazrat Uzmán (ra), Hazrat Abdur-Rahman bin Auf (ra), Hazrat Sa’d bin Abi Waqqas (ra) y Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra).
El Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra) a muchas “sariyya”– que es el plural de “sariyyah”, que significa batallas o expediciones. Por ejemplo, fue enviado a la expedición de Dhul-Qassah en Rabi’-ul-Ajir, del año 7 DH.
En relación con esto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) escribe en Sirat Jataman-Nabiyin:
“En el mes de Rabi’ul-Ajir, el Santo Profeta (sa) envió a Muhammad bin Maslamah Ansari (ra) a Dhul-Qassah, que se encontraba a una distancia de 38 km de Medina, donde, en esos días, residían los Banu Za’labah. Cuando Hazrat Muhammad bin Maslamah (ra) y sus 10 Compañeros llegaron allí por la noche, encontraron a 100 jóvenes miembros de una tribu preparados para la batalla. Este grupo era diez veces mayor que el valor numérico de los Compañeros. Entonces, Muhammad bin Maslamah (ra) ordenó inmediatamente a sus tropas ante el ejército (porque si hubieran ido con la intención de combatir, nunca habrían ido con tan poca gente) y hubo un intercambio de flechas en la oscuridad de la noche. Después de esto, los incrédulos avanzaron para atacar a este puñado de hombres y, como eran mucho más numerosos, no pasó mucho tiempo antes de que estos 10 devotos del Islam cayeran al suelo, o sea, fueron martirizados. Los Compañeros de Muhammad bin Maslamah (ra) fueron todos martirizados, pero el propio Muhammad bin Maslamah (ra) sobrevivió, ya que los incrédulos lo habían dejado por muerto con los demás, pensando que él también había perecido y lo despojaron de sus ropas. Quizás Muhammad bin Maslamah (ra) habría muerto allí tirado, pero afortunadamente, un musulmán pasó y reconoció a Muhammad bin Maslamah (ra), lo recogió y lo llevó a Medina.
Cuando informaron al Santo Profeta (sa) de estos acontecimientos, envió a Abu ‘Ubaidah bin Al-Yaraḥ (ra), que era quraish y uno de los Compañeros más importantes de Dhul-Qassah, a vengarse por lo acontecido con Muhammad bin Maslamah (ra). Además, dado que también se había recibido la noticia de que la gente de la tribu Banu Za‘labah tenía la intención de atacar los alrededores de Medina, el Santo Profeta (sa) envió un grupo de 40 Compañeros adeptos bajo el mando de Abu ‘Ubaidah (ra) y ordenó que viajaran de noche, y llegaran allí por la mañana. En cumplimiento de esta orden, Abu ‘Ubaidah (ra) llegó allí puntualmente con sus fuerzas, cuando llegó el momento de la oración de la mañana. Los enemigos quedaron confundidos por este repentino ataque y después de un breve enfrentamiento huyeron, fugándose hacia las montañas cercanas. Entonces, Abu ‘Ubaidah (ra) se apoderó del botín de guerra y regresó a Medina”. Esta expedición fue enviada para buscar retribución por la injusticia o quizás para castigarlos por su crimen.
Otra expedición se llamó Dhat-us-Salasil. La razón de su nombre es que por miedo, los oponentes se habían encadenado para poder luchar juntos y para que nadie pudiera huir. Además era para que ellos lucharan en una sola fila, o permanecer juntos en cualquier formación. Otro significado de este nombre es que allí había un manantial llamado Al-Salsal. Algunos opinan que tuvo lugar en el año 8 DH, mientras que otros creen que fue en el año 7 DH cuando el Santo Profeta (sa) recibió la noticia de que la gente de la tribu Banu Qudah estaba conspirando para atacar Medina. Por eso, el Santo Profeta (sa) envió a 300 muhayirin y ansar junto con 30 caballos, bajo el mando de Hazrat ‘Amr bin al ‘As (ra) para enfrentarse a ellos. Este lugar está ubicado a una distancia de 10 días de viaje desde Medina.
Cuando Hazrat ‘Amr bin al ‘As (ra) llegó a la tierra de Banu Qudah, envió un mensaje al Santo Profeta (sa) de que el número de enemigos era mucho mayor y que necesitaban refuerzos; o sea, necesitaban más apoyo militar. Tan pronto como el Santo Profeta (sa) recibió esta noticia, envió a 200 muhayirin y ansar como refuerzos, bajo el mando de Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra). El Santo Profeta (sa) les instruyó además que se unieran a Hazrat ‘Amr bin al ‘As (ra) y no disputaran sobre nada; es decir, cualquier cosa que decidieran hacer, debían hacerlo juntos. Luego, cuando este último ejército se unió al batallón de Hazrat ‘Amr bin al ‘As (ra), surgió la cuestión de quién lideraría todo el ejército. Aunque Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) era más digno de ser comandante debido a su rango, permaneció en silencio y aceptó de todo corazón el liderazgo de Hazrat ‘Amr bin al ‘As (ra), después de que insistiera en que tomaría el mando de todo el ejército. Esto también se debía a que el Santo Profeta (sa) les había instruido que no tuvieran ninguna disputa. Así, bajo su liderazgo, lucharon valientemente contra el enemigo hasta que lo derrotaron. Más tarde, cuando regresaron a Medina tras su victoria, el Santo Profeta (sa) se enteró del nivel de obediencia mostrado por Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra) y dijo: que la misericordia de Al’lah sea con Abu ‘Ubaidah, porque ha mostrado un elevado estándar de obediencia”.
Luego estaba la sariyyah [expedición] de Seif al-Bahr. Estos sariyyah son batallas y expediciones en las que el Santo Profeta (sa) no participó. Esta sariyyah en particular tuvo lugar en el año 8 después de la Hégira [calendario islámico], hacia la orilla del mar donde residía la tribu Banu Yuhaynah. Esta expedición también se conoce como Yaish al-Jabat. La explicación dada para este nombre es que debido a la escasez de alimentos, los Compañeros se vieron obligados a comer las hojas de un árbol llamadas Jabat. Jabat también significa “caída de hojas”. Esta expedición se menciona en Sahih al-Bujari, cuando Hazrat Yabir (ra) narra, que el Santo Profeta (sa) envió 300 Compañeros que eran jinetes, bajo el liderazgo de Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra), con el fin de vigilar una caravana comercial de los quraish, pero no había intención de pelear. Permanecieron en la orilla del mar medio mes y estaban en un estado de hambre extrema, hasta el punto de que incluso empezaron a comer hojas. Esto demuestra que cuando salía una expedición, no siempre era con intención de combatir, sino que también se enviaba con otros objetivos, aunque había ocasiones en las que también combatían. En ambos casos se les considera como sariyyah; es decir, aquellas expediciones en las que el Santo Profeta (sa) no estuvo presente.
En cualquier caso, padecieron tanto hambre que incluso comían hojas de los árboles, razón por la cual este ejército se conoció como Yaish al-Jabat (el ejército de las hojas). Hazrat Yabir (ra) continúa narrando que durante este tiempo, el mar arrojó un animal para ellos llamado ‘anbar’; o sea, el mar trajo a un animal muerto a la orilla o fue llevado a la orilla por el mar, y no pudo sobrevivir en tierra sin agua y murió. En cualquier caso, narra que un animal marino llegó a la orilla y que era un pez muy grande. Comieron su carne durante medio mes y frotaban su grasa en sus cuerpos, hasta que sus estos recuperaron su salud original. Hazrat Abu ‘Ubaidah tomó una de sus costillas y la apoyó en posición vertical, e hizo que la persona más alta entre ellos se colocara junto a ella.
En otra narración, Sufián bin Uyaynah (ra) relata que tomó una de sus costillas y la colocó en posición vertical, luego hizo que una persona montada a camello pasara por debajo. Hazrat Yabir (ra) también declaró que había una persona en el ejército que sacrificaba tres camellos cada día durante tres días para que otros pudieran comer, pero después de esto, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) lo detuvo después del tercer día.
‘Amr bin Dinar dice que escuchó a Abu Saleh Dhakwan decirles que Qais bin Sa’d le dijo a su padre que él también formó parte de esa expedición y cuando sintieron hambre, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) ordenó que se sacrificara un camello; y así lo hizo. Dice que cuando volvieron a tener hambre, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) dijo que se debía sacrificar otro camello, e hizo lo que le indicaron. Luego, cuando volvieron a tener hambre, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) ordenó que se sacrificara otro camello. Llevaban camellos de montar con ellos que también debían llevar sus pertenencias, pero su condición se había vuelto tan grave que tuvieron que sacrificarlos para comer. Continúa diciendo que debido a la situación, sacrificó un camello. Qais decía que cuando volvían a tener hambre de nuevo, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) volvía a ordenar que un camello debía ser sacrificado. Pero después de eso lo detuvo, diciendo que no se deberían sacrificar más camellos.
Hay otra narración en la que Hazrat Yabir bin Abdul’lah (ra) relata:
“Salí en la expedición de Yaish al-Jabat para la cual Hazrat Abu ‘Ubaidah fue nombrado comandante. Estábamos en un estado de hambre extrema cuando el mar arrojó un pez muerto, (no salió vivo sino que ya estaba muerto) y nunca habíamos visto un pez así, (era un pez enorme y, según la descripción, debe haber sido una ballena). Se llamaba anbar. Comieron su carne durante medio mes; luego Hazrat Abu ‘Ubaidah tomó uno de sus huesos y una persona montada en su camello era capaz de pasar por debajo de él.
Ibn Yuraill relata que Zubair también le dijo que escuchó a Hazrat Yabir contar que Hazrat ‘Ubaidah (ra) dio instrucciones para comer el pescado a pesar de que ya estaba muerto, diciendo que no había ningún daño al hacerlo. Cuando volvieron a Medina, informaron al Santo Profeta (sa) sobre el pez muerto que encontraron y que tuvieron que consumirlo como sustento. El Santo Profeta (sa) dijo: debéis comer de las provisiones que Dios Altísimo provee para vosotros. Dios Altísimo vio el estado en el que estábais y os lo envió y comisteis de él -no hay ningún daño en esto. Si queda algo de carne y la habéis traído con vosotros, entonces dadme un poco a mí también. Alguien presentó la carne al Santo Profeta (sa) y él se la comió. Habían traído parte de la carne sobrante con ellos y el Santo Profeta (sa) también comió de la misma.
Hazrat Syed Zainul Abidin Waliul’lah Shah Sahib escribe en su comentario de Sahih al-Bujari sobre el sariyyah de Seif al-Bahr, que también se llama Jabat, que “esta fue una expedición que no tenía fines bélicos, sino que los que participaron en ella fueron enviados con el fin de garantizar la seguridad de una caravana comercial. Según Ibn Sa’d, este convoy estaba compuesto por 300 muhayirin y ansar Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra) fue nombrado comandante. Esta expedición se conoce comúnmente como Seif al-Bahr. La ruta que estas caravanas tomaban era por el Mar Rojo con lo que se estableció un puesto de vigilancia en la orilla del mismo; por eso esta expedición se llama Seif al-Bahr“. El propósito de esta expedición y el envío de este convoy era establecer un puesto de vigilancia en aras de ofrecer protección; y más tarde veremos a quién estaban protegiendo. Seif significa orilla.
Ibn Sa’d (ra) ha mencionado brevemente esto bajo el tema de Sariyyatul Jabat, pues Jabat significa hojas de árbol. Debido a que sus provisiones se agotaron, los miembros de este convoy se vieron obligados a comer hojas. Ibn Sa’d (ra) ha mencionado que esta expedición tuvo lugar en el mes de Rayab en el año 8 DH, que era la época de hudnah, lo que significa que fue en la época en la que el Tratado de Hudaibiyah estaba en vigor”.
Debido a su sabiduría y visión de futuro, el Santo Profeta (sa) envió el ejército antes mencionado a Saif al-Bahr, para ser estacionado en un puesto de vigilancia, lo cual se hizo para garantizar la seguridad y la protección del paso de la caravana comercial de los quraish que regresaba de Siria. El ejército musulmán quería asegurarse de que nadie hiciera nada a la caravana de los quraish, para no encontraran una excusa para afirmar que los términos del tratado habían sido violados; ya que el Tratado de Hudaibiyyah ya había tenido lugar y querían asegurarse de que nadie le hiciera nada a la caravana, para que así los quraish no tuvieran una excusa para decir que los musulmanes los habían atacado, con lo que se habría roto el Tratado de Hudaibiyyah. Por tanto, el Santo Profeta (sa) estableció un puesto de vigilancia en esa zona, para que pudieran proteger la caravana de los quraish. Escribe además que según Ibn Sa’d (ra), el lugar mencionado estaba a una distancia de cinco días de viaje de Medina.
Como mencioné anteriormente, esta expedición no fue enviada con el propósito de luchar, sino para dar protección a los incrédulos. Este fue el nivel de esfuerzo que se hizo para establecer la paz, pues incluso se le dio protección al enemigo, pues dado que se había establecido un tratado, no querían dar ninguna oportunidad a los incrédulos de tener una excusa para decir que se habían violado las condiciones del tratado. En cualquier caso, más tarde llegó el decreto de Dios Altísimo y fueron los incrédulos los que rompieron el tratado por sí mismos, lo que condujo finalmente a la conquista de La Meca.
Hazrat Abu Hurairah (ra) relata que el día de la conquista de La Meca, el Santo Profeta (sa) llegó a la ciudad y eligió a Hazrat Zubair (ra) y Hazrat Jalid bin Walid (ra) para supervisar cada flanco del ejército; y Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) fue nombrado comandante de la infantería y también de los que entraban por el paso bajo del valle.
Por entonces, el Santo Profeta (sa) había concertado un tratado con el pueblo de Bahrein con la condición de que pagara el yizyah [un impuesto aplicado a los no musulmanes, para garantizar la protección de sus derechos y su seguridad] y además nombró a Hazrat A’la bin Hadhrami (ra) como su gobernante. El Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) a recoger el yizyah. Al enterarse de su regreso, mucha gente asistió a la oración del fáyar a la mañana siguiente poniéndose a rezar detrás del Santo Profeta (sa). Cuando el Santo Profeta (sa) concluyó la oración y miró hacia atrás, sonrió y dijo: “parece que os habéis enterado de que Abu ‘Ubaidah ha traído algo de vuelta”. Dijeron: “sí, oh Mensajero de Al’lah”. El Santo Profeta (sa) declaró: “regocijaros y mantened la esperanza de lo que es mejor para vosotros. No temo que os supere un estado de dependencia, sino que temo que se os concedan las riquezas del mundo y se os inculque un intenso deseo de adquirirlas”.
En otras palabras, el Santo Profeta (sa) temía que cuanto más se sumergieran en los esfuerzos mundanos y se les concedieran las comodidades del mundo, aumentarían su deseo por ellas, y esto podría convertirse en el medio de su ruina -esto es lo que al Santo Profeta (sa) le preocupaba. Así pues, no temía que tuvieran escasez de provisiones, sino que se vieran envueltos en asuntos materiales y desarrollaran una codicia por ello que podría causar su ruina. Por cierto, esta es una amonestación que cada uno de nosotros debería tener en cuenta y podemos ver por nosotros mismos que por hacer caso omiso de este consejo, la mayoría de los musulmanes, incluyendo sus líderes, al recibir la opulencia, han desarrollado una intensa codicia por la riqueza y los deseos mundanos. Aunque proclaman verbalmente el nombre de Dios, la riqueza y la gloria mundanas son su principal objetivo. Por consiguiente, siempre debemos evaluar nuestras condiciones en vista de la profecía del Santo Profeta (sa) de que, en efecto, se nos concederá la riqueza, pero no debemos permitir que esto sea un medio para que no seamos conscientes de nuestras obligaciones religiosas.
En el año 10 DH, con motivo de la última peregrinación, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) realizó el hall junto con el Santo Profeta (sa); y aconteció que después de la muerte del Santo Profeta (sa), se debatió entre la gente si la tumba del Santo Profeta (sa) debería ser preparada con o sin una cavidad hueca interior de ladrillos. Posteriormente, Hazrat Abbas (ra) envió a alguien para que llamara a Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra) y Hazrat Abu Talha (ra), y decidió que cualquiera de los dos que llegara primero, decidiría cómo se debería preparar la tumba. Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) preparaba las tumbas como lo hacía la gente de La Meca, es decir, que no tenía una cavidad hueca de ladrillos en su interior; mientras que Hazrat Abu Talha (ra) preparaba las tumbas como la gente de Medina, que tenía una cavidad de ladrillos. El individuo que fue enviado a Hazrat Abu Talha (ra) fue capaz de encontrarlo, mientras que el otro individuo no fue capaz de encontrar a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) y por lo tanto Hazrat Abu Talha (ra) vino y una tumba con una cavidad hueca de ladrillos fue preparada para el Santo Profeta (sa).
El incidente relacionado al desacuerdo sobre quién debería ser el Jalifa entre los ansar y los muhayirin, que tuvo lugar inmediatamente después de la muerte del Santo Profeta (sa), ha sido mencionado en Sahih Bujari. He citado esto anteriormente mientras narraba los relatos de otro Compañero, aunque también sería importante narrar esto con referencia a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra).
Después de la muerte del Santo Profeta (sa), los ansar se reunieron en la casa de Hazrat Sa’d bin ‘Ubaidah (ra) y sugirieron que se nombrara un líder de entre los ansar y otro de entre los muhayirin. Posteriormente, Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat ‘Umar (ra) y Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra) fueron a verlos. Hazrat ‘Umar (ra) estaba a punto de decir algo, sin embargo Hazrat Abu Bakr (ra) lo detuvo. Hazrat ‘Umar (ra) afirma: la única razón por la que deseaba decir algo en ese momento era porque ya había preparado un discurso con el que estaba muy contento y temía que tal vez Hazrat Abu Bakr (ra) no pudiera decir algo tan impactante. Pero Hazrat Abu Bakr (ra) pronunció su discurso de manera tan excelente y elocuente que fue mucho mejor que cualquier otro discurso”. En su discurso, Hazrat Abu Bakr (ra) declaró: “nosotros, los muhayirin, somos los amires [líderes] y vosotros, los ansar, sois los visires”.
Sobre esto, Hazrat Abu Hubab bin Mundhir (ra) declaró:
“¡Pues no! Por Dios, nunca permitiremos que ésto suceda. Habrá un líder de entre vosotros y uno de entre nosotros. Hazrat Abu Bakr (ra) respondió: no, nosotros somos los emires y vosotros los visires, ya que los quraish, según su linaje y estatus, siempre han ocupado un estatus superior entre los árabes y esto se ha establecido desde hace mucho tiempo. Hazrat Abu Bakr (ra) propuso entonces los nombres de Hazrat ‘Umar (ra) y Hazrat Abu ‘Ubaidah bin Yarah (ra), y dijo que podrían elegir a cualquiera de ellos como su Jalifa y aceptar su bai’at. Hazrat ‘Umar (ra) respondió: “no, sólo aceptaremos su bai’at, (es decir, refiriéndose a Hazrat Abu Bakr -ra-), porque usted es nuestro líder. Es el mejor de entre nosotros y el más querido por el Santo Profeta (sa). Después de decir esto, Hazrat ‘Umar (ra) cogió la mano de Hazrat Abu Bakr (ra) e hizo el bai’at (juramento de iniciación). Acto seguido, todos los demás también le imitaron y realizaron el bai’at en las manos de Hazrat Abu Bakr (ra).
Este era, en cualquier caso, el estatus de Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) a los ojos de Hazrat Abu Bakr (ra). Por ello, propuso su nombre para el Jalifato. De manera similar, se mencionó anteriormente que Hazrat ‘Umar (ra) declaró: “si Abu ‘Ubaidah (ra) estuviera vivo, lo habría nominado para ser el próximo Jalifa, porque según el dicho del Santo Profeta (sa), él era el custodio [amin] de su ummah”.
Cuando los musulmanes comenzaron a deliberar sobre la elección del Jalifa, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) se dirigió a los ansar y dijo: “oh ansar, vosotros sois los primeros que ofrecisteis vuestro apoyo. No vaya a ser ahora que seáis los primeros en causar una disputa”.
Una vez que se le otorgó el título de Jalifa a Hazrat Abu Bakr (ra), este nombró a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) para supervisar los asuntos de Bait-ul-Maal (la tesorería). En el año 13 después de la Hégira, cuando Hazrat Abu Bakr (ra) envió un ejército a Siria, nombró a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) como su comandante. Más tarde, cuando a Hazrat ‘Umar (ra) se le otorgó el cargo de Jalifa, destituyó a Hazrat Jalid bin Walid (ra) de su cargo de jefe y colocó a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) en su lugar.
Respecto a la conquista de Siria, se cita que los bizantinos fueron atacados desde varios frentes. Uno de los comandantes del ejército fue Hazrat Yazid bin Abi Sufián, que fue uno de los hijos de Abu Sufián y que falleció antes de los incidentes de disensión acontecidos en el Islam. Este atacó desde el este del Jordania. Otro comandante del ejército fue Hazrat Sharahbil bin Hasanah, que avanzó desde Balqa. El tercer comandante fue Hazrat ‘Amr bin Aas (ra), cuyo ejército entró en Siria desde Palestina. El cuarto comandante fue Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra), que avanzó con su ejército desde Homs. Entonces, Hazrat Abu Bakr (ra) dio instrucciones de que cuando todos los ejércitos se reunieran en un lugar, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) se convertiría en el comandante jefe de todos los ejércitos. Cada ejército estaba constituido por unos 4.000 soldados, mientras que el de Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) estaba formado por 8.000 soldados. Cuando los ejércitos estaban a punto de partir, Hazrat Abu Bakr (ra) dio instrucciones a los respectivos comandantes:
“No os impongáis dificultades a vosotros mismos ni a vuestros hermanos. No expreséis disgusto ni hacia vuestra gente ni a vuestros semejantes. Consultadles, defended la justicia y manteneos alejados de todo tipo de crueldad, porque quien es injusto nunca puede progresar ni tener éxito; y cuando os enfrentéis al enemigo, nunca le deis la espalda, porque Dios Altísimo ha dicho: pues quien les vuelva la espalda en ese día, salvo que esté maniobrando para la batalla o vuelva para unirse a otro grupo, atraerá hacia sí la ira de Al’lah y el infierno será su morada. ¡Qué mal lugar de descanso es!”.
Esto está mencionado en el versículo 17 del Sura Al-Anfal.
Hazrat Abu Bakr (ra) declaró después:
“Si se os concede la victoria sobre el enemigo, no matéis a los niños, ni a los ancianos ni a las mujeres. Tampoco matéis a ningún animal, ni rompáis los pactos que hagáis”.
Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) conquistó la ciudad siria de Maab, cuyos habitantes firmaron un tratado de paz bajo la condición de pagar el yizyah. A partir de entonces, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) se dirigió hacia Yabiyah y descubrió que un gran ejército de bizantinos estaba listo para el combate. Ante esta situación, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) solicitó más refuerzos a Hazrat Abu Bakr (ra) y este ordenó a Hazrat Jalid bin Walid (ra), que había sido enviado a una expedición a Irak, que dejara a la mitad de su ejército bajo el mando de Hazrat Musanna (ra) y fuera a ayudar a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra ). Hazrat Abu Bakr (ra) después escribió una carta a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) diciendo: “He nombrado a Jalid como comandante, aunque soy plenamente consciente de que tú eres mejor y que tienes un rango más elevado que él”.
El contenido completo de la carta es el siguiente:
“Del siervo de Dios, Atiq bin Abi Qahafah a Abu ‘Ubaidah bin Yarah (Atiq era el nombre real de Hazrat Abu Bakr y Abu Qahafah era el nombre de su padre). ¡Que la paz de Dios sea contigo! He asignado a Jalid como comandante del ejército enviado a Siria. ¡No te opongas a él, escúchalo y obedécelo! Te he designado a tí para supervisar los asuntos. Soy consciente de que tienes un rango más elevado que él, no obstante, siento que él (es decir, Hazrat Jalid bin Walid) es más hábil en el arte de la guerra que tú. ¡Que Dios nos mantenga tanto a mí como a tí en el camino correcto!”.
Esta es la carta que escribió Hazrat Abu Bakr (ra).
Luego, Hazrat Jalid bin Walid (ra) escribió la siguiente carta a Hazrat Abu ‘Ubaidah desde Hira, una ciudad en Irak:
“¡Que la paz de Dios sea contigo! Hazrat Abu Bakr (ra) me ha ordenado que marche hacia Siria y me ha ordenado que tome el mando de los ejércitos. ¡Por Dios! ¡Nunca hice esta petición ni desee ocupar ese puesto! Tu posición permanecerá sin cambios Nunca te desobedeceré, ni tomaré una decisión sin consultar contigo. ¡Eres el líder de los musulmanes! Nunca podemos negar tu grandeza ni prescindir de tu consejo”.
Ese fue el nivel de humildad y obediencia mostrado por ambos Compañeros, que era la característica típica de un creyente.
La batalla de Allnadayn tuvo lugar en Jumada Al-Awwal, el 13 DH. Allnadayn era el nombre del asentamiento en la costa de Palestina. Aquí se produjo una batalla entre los musulmanes y las fuerzas bizantinas, que ascendían a 100.000 hombres. Según las narraciones, el comandante de las fuerzas bizantinas en Allnadayn era Teodoro, hermano del emperador bizantino Heraclio. Un ejército musulmán de 35.000 derrotó a los bizantinos que configuraban un ejército de 100,000 soldados y conquistó Allnadayn. Habiendo obtenido la victoria en Allnadayn, el ejército musulmán asedió a las fuerzas enemigas.
Los detalles de esto son los siguientes: los musulmanes rodearon Damasco, la capital de Siria y una de las ciudades más antiguas del mundo, en Muharram, el año 14 de la Hégira. Este asedio duró seis meses, hasta que las fuerzas enemigas se retiraron a sus fuertes. Como estaban en su propia zona, se refugiaron en sus fuertes y los cinco comandantes del ejército musulmán rodearon la ciudad junto con sus contingentes. Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) estaba con su ejército en la puerta oriental de la ciudad, mientras que Hazrat Jalid bin Walid (ra) estaba en el lado opuesto de la puerta occidental. Los 3 comandantes restantes se colocaron en las otras puertas. A veces, los bizantinos salían y entraban en batalla, pero luego se retiraban a sus fortalezas. Esperaban que el emperador bizantino enviara refuerzos, sin embargo la vigilancia del ejército musulmán se aseguró que sus esperanzas se vieran frustradas.
Una noche, la gente de la ciudad estaba ocupada en las festividades. Cuando los guardias que patrullaban la muralla exterior de la ciudad también se unieron a las celebraciones y se volvieron negligentes hacia sus responsabilidades, Hazrat Jalid bin Walid (ra) escaló la muralla junto con algunos de sus hombres y entró en la ciudad. Entonces abrió las puertas y su ejército entró en la ciudad. Al ser testigos de esto, los habitantes de la ciudad firmaron un tratado con Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra), que estaba en el lado opuesto de la ciudad. Pero Hazrat Jalid (ra) no era consciente de ello y continuó luchando. La gente de la ciudad fue a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) y dijo que los salvara de Jalid (ra). Finalmente, los dos comandantes se encontraron en medio de la ciudad. Cuando Hazrat Jalid (ra) y Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) se reunieron con la gente en el centro de la ciudad, firmaron un tratado, ya que Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) ya había acordado un tratado.
Esta fue la batalla de Fahl, que es una ciudad de Siria. Tras conquistar Damasco, los musulmanes avanzaron y se enteraron de que las fuerzas bizantinas se habían reunido en Besan, y se preparaban para lanzar un ataque contra los musulmanes. El ejército musulmán estableció un campamento en Fahl. Por su parte, el ejército bizantino envió un emisario a Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) para establecer un tratado de paz. Cuando llegó al campamento musulmán, vio que todos los soldados y comandantes estaban sentados juntos sin distinción de rangos. A esto que tuvo que preguntarle a alguien quién era el comandante del ejército y señalaron a un hombre modesto y humilde que estaba sentado en el suelo. El emisario se acercó a él y le preguntó: ¿es usted el comandante del ejército? Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) respondió afirmativamente. El emisario dijo: regresa con tu ejército y a cambio cada soldado recibirá 2 monedas de oro, los comandantes recibirán 1.000 dinares y tu Jalifa recibirá 2.000 dinares. Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) rechazó la propuesta diciendo: no estamos aquí para recaudar dinero ni para acumular riqueza. Hemos venido aquí para elevar la Palabra de Dios. A continuación, el emisario se fue tras amenazar a los musulmanes. Entonces, viendo el comportamiento del emisario, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) ordenó al ejército hacer los preparativos y a la mañana siguiente ambos ejércitos se enfrentaron en una batalla. Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) se posicionó en medio del ejército y guió al ejército con sabiduría. A pesar de verse superados en número, los musulmanes derrotaron al ejército bizantino, lo que dio lugar a que los musulmanes capturaran la mayor parte de las tierras de Jordania.
Después de la victoria de Fahl, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) se trasladó hacia Homs, que era una antigua ciudad de Siria y tenía gran importancia tanto política como estratégica. En el camino pasaron por Baalbek, una antigua ciudad del Líbano, situada a una distancia de 3 días de viaje de Damasco. Era una ciudad antigua y un centro de adoración del ídolo Baal. En lugar de luchar contra Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra), los residentes de Baalbek deseaban firmar un tratado de paz, que se acordó con la condición de que pagaran el yizya. Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) no luchó contra ellos y aceptó el yizya en su lugar, y se les dio la libertad de seguir su religión. Luego, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) se volvió hacia Homs y rodeó la ciudad. Hazrat Jalid bin Walid (ra) también estaba con él. Como la gente de la ciudad esperaba refuerzos del emperador bizantino, se prepararon para luchar. Sin embargo, cuando sus esperanzas se desvanecieron, tiraron las armas y pidieron un acuerdo de paz, que fue aceptado. Sus vidas, riquezas, lugares de culto y propiedades fueron protegidos bajo los términos del tratado. Sus propiedades, así como sus lugares de culto, tenían asegurada la protección y se les permitía seguir su propia religión. A cambio pagaban el yizya y jarrall, que era un impuesto sobre la producción agrícola.
Ahora voy a hablar de la conquista de Laziqiyya:
Después de esto el ejército musulmán se abrió paso hasta Laziqiyya, que era una ciudad de Siria situada en la costa, en los alrededores de Homs, y la asediaron. La ciudad tenía fuertes fortificaciones para su defensa y su gente tenía grandes reservas de grano, por lo que no les preocupaba el asedio. Por eso, Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) ideó una nueva estrategia para conquistar la ciudad. Por la noche ordenó que se cavaran grandes trincheras y se llenaran de hierba, y por la mañana levantó el asedio e hizo los preparativos para volver a Homs. Tras cavar las trincheras y llenarlas de hierba, hicieron que pareciera que levantaban el asedio y se dirigían de regreso. Al ver que se levantaba el asedio, la gente de la ciudad y el ejército se regocijaron, y abrieron la puerta de la ciudad. Pero Hazrat Abu ‘Ubaidah (ra) regresó con su ejército por la noche y se escondieron en los túneles y trincheras que habían cavado. Por la mañana, cuando se abrieron las puertas de la ciudad, lanzaron un ataque de sorpresa y conquistaron la ciudad.
Quedan más relatos y, si Dios quiere, los narraré en el próximo sermón.
En estos días, rezad fervientemente por los áhmadis en Pakistán. Que Dios Altísimo los proteja de las crueldades de los maulvis (clérigos religiosos) y de los funcionarios del gobierno. Ha habido otra ola de severa oposición allí. Los responsables de la ley no sólo son ajenos a la justicia, sino que de hecho la ignoran por completo. Además, esta gente sigue ignorantemente lo que dicen los maulvis, tal vez para salvarse a sí mismos, con la noción en mente de que se fortalecerán políticamente haciendo esto. No obstante, esto es pura ignorancia de su parte. Tengan siempre en cuenta que esto será de hecho la causa de su caída.
Hemos pasado por estas pruebas y tribulaciones antes, y con la ayuda de Dios Todopoderoso, pasaremos por ellas de nuevo. No obstante, si no desisten de sus acciones, seguramente se encontrarán con su destrucción. Por lo tanto, los áhmadis deben rezar muchísimo para que Dios Altísimo elimine estas dificultades. Refuercen su vínculo con Dios Altísimo, especialmente los áhmadis de Pakistán y los que siendo de Pakistán se han trasladado al extranjero, para que se nos conceda rápidamente el socorro y el apoyo de Dios Altísimo, y se salven los áhmadis que se enfrentan a estas dificultades.