La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Sermón completo 06-09-24

Después de recitar el Tashahhud, el Ta’awwuz y la Surah al-Fatihah, Hazrat Jalifatul Masih V (aba) dijo:

Hoy hablaré de la Batalla del Jandaq [Trinchera], también conocida como la Batalla de Ahzab [Confederados]. Esto ocurrió en el año 5 d.H., que corresponde a febrero y marzo del año 627 d.C. La batalla de Ahzab se menciona en el Sagrado Corán de la siguiente manera:

[Árabe]

Traducción: “¡Oh creyentes!, acordaos del favor de Al’lah para vosotros cuando cayeron ejércitos sobre vosotros, y enviamos contra ellos a un viento y a ejércitos que vosotros no veíais. Mas Al’lah ve lo que hacéis. Cuando llegaron sobre vosotros desde arriba y desde abajo, cuando vuestros ojos se distrajeron y vuestros corazones saltaron a vues­tras gargantas, y mantuvisteis pensamientos rebeldes sobre Al’lah.”

Allí y entonces fueron probados amargamente los creyentes, y agitados con una violenta agitación. Cuando los hipócritas y los de corazón enfermo dijeron: ‘Al’lah y Su Mensajero no nos han prometido más que un engaño.’ Y cuando un grupo de ellos dijo: ‘Oh, pueblo de Yatrib, tal vez no podáis resistir al enemigo; volveos, pues’. Y un grupo de ellos incluso pidió permiso al Profeta diciendo: ‘Nuestras casas están expuestas e indefensas’. Y en verdad no estaban expuestas.  Sólo intentaban huir. Iban a ser invadidos desde todos los lados de la ciudad, y si se les hubiera pedido que renegaran, lo habrían hecho inmediatamente y no se habrían quedado en sus casas más que un momento.

En verdad ya habían hecho un pacto con Al’lah de que no volverían la espalda. Y de un pacto con a Al’lah ciertamente habrá que rendir cuentas. Diles: ‘La huida no servirá si escapáis de la muerte o la matanza; e incluso entonces ganaréis muy poco’. Diles: ‘¿Quién puede salvaros contra Al’lah si es Su deseo haceros daño o si es Su deseo mostraros misericordia?’ Mas no encontrarán amigo ni ayuda alguna excepto en Al’lah. En verdad Al’lah conoce a aquellos de vosotros que estorban a los hombres y a los que dicen a sus hermanos: ‘Venid con nosotros’; y no acuden a la lucha sino durante breves momentos, siendo poco inclinados a hablar bien de vosotros. Pero cuando viene el peligro los ves que miran hacia ti, con los ojos dando vueltas como quien se encuentra aterrado por la cercanía de la muerte. Mas cuando el temor ha pasado, os asaltan con sus lenguas agudas, codiciosos por obtener riquezas.  Éstos no han creído nunca; por tanto, Al’lah ha convertido sus obras en nulas y sin mérito. Esto es algo fácil para Al’lah.

Piensan que las tribus invasoras no se han ido; más si las tribus invadieran de nuevo, preferirían estar entre los árabes nómadas del desierto, pidiendo noticias sobre vosotros.  Pero si estuvieran entre vosotros, no lucharían sino poco. En verdad, tenéis en el Profeta de Al’lah un dechado de virtudes para quien tema a Al’lah y al Último Día y se acuerde mucho de Al’lah. Mas cuando los creyentes vieron a los confederados, dijeron: ‘Esto es lo que Al’lah y Su Mensajero nos prometieron, y Al’lah y Su Mensajero dijeron la verdad’. Y esto no hizo más que aumentar su fe y su sumisión

Entre los creyentes hay hombres que han respetado la alianza que hicieron con Al’lah.  Hay algunos de ellos que cumplieron su promesa y otros que siguen esperando y no han cambiado nada. Para que Al’lah recompense al veraz por su verdad, y castigue a los hipócritas si así lo desea, o les muestre misericordia. En verdad, es el Sumo Indulgente, Misericordioso. Al’lah rechazó en Su cólera a los incrédulos: no consiguieron bien alguno.  Pues Al’lah bastó para los creyentes en su batalla. Porque Al’lah es Potente, Poderoso.”

Esta es la traducción de los versículos [33:10-26] del Sagrado Corán.

¿Cómo se llamó esta batalla? Esta batalla también se conoce como Yang-e-Jandaq [batalla de la trinchera], porque, contrariamente a la costumbre árabe [de la guerra], fue la primera vez que los musulmanes cavaron una zanja y libraron una batalla defensiva. También se la conoce como Yang-e-Ahzab [Batalla de los Confederados], como se menciona en el Sagrado Corán. “Ahzab” es el plural de “Hizb” y significa partido o grupo. Como varias tribus y grupos se unieron para atacar a los musulmanes, también se la conoce como la Batalla de los Confederados.

La razón de esta batalla es que en el mes de Rabi-ul-Awwal, en el cuarto año después de la hégira, la tribu judía de Banu Nadir fue expulsada de la ciudad de Medina por violar su tratado, por traición y conspiraciones para matar al Santo Profeta (sa). Aunque el castigo para esta tribu rebelde y traidora debería haber sido mucho más severo, sin embargo, el Santo Profeta (sa) pasó por alto sus acciones indebidas, les mostró misericordia, aceptó su petición y sólo los expulsó de la ciudad. Posteriormente, junto con todas sus posesiones, abandonaron la ciudad y se establecieron a cierta distancia de Medina, en Jaibar. Sólo habían pasado cuatro meses cuando algunos de estos ingratos judíos confabuladores tramaron un complot peligroso para causar la destrucción de los musulmanes. Según el plan, Huyayy bin Akhtab -quien debido a su arrogancia y orgullo y a su amargo odio y animosidad hacia el Islam debería ser llamado el «Abu Jahl» de los judíos- llevó a algunos de sus hombres a La Meca y se reunió con Abu Sufyan y otros líderes de entre los Quraish. Dijo a los Quraish: “Tenéis todo nuestro apoyo. Estamos decididos a aniquilar todo rastro de Muhammad (sa) y sus Compañeros. Hemos venido a ti para que nos unamos en un pacto contra Muhammad (sa) y sus Compañeros.” Qué más podían pedir los idólatras Quraish, que ya albergaban intenciones mortíferas y habían instigado las batallas de Badr y Uhud, pero no lograron sus objetivos. Volvieron a recordar su deseo de vengarse de Badr y de la herida de humillación de Uhud. Mientras daba la bienvenida a los jefes de los Banu Nadir, Abu Sufyan dijo: “Tenéis que venir a vuestra propia casa y entre toda la gente, los más queridos para nosotros son aquellos que nos ayudan en nuestra enemistad contra Muhammad (sa).” Después de discutirlo, 50 hombres de entre los Quraish y los judíos sujetaron las cortinas de la Ka’bah y juraron apoyarse mutuamente y permanecer unidos contra el Santo Profeta Muhammad (sa) y en sus esfuerzos por destruirle a él y a sus Compañeros.

Después de planear su plan con Abu Sufyan para lanzar un poderoso ataque sobre Medina y confirmar su fecha, esta delegación de los Banu Nadir visitó varias tribus árabes que estaban sedientas de la sangre de los musulmanes e incluso habían hecho intentos fallidos de atacarlos. Primero se dirigieron a Banu Ghatafan, considerada una de las tribus más intrépidas de Arabia y conocida por su enemistad y odio hacia los musulmanes. Los judíos les invitaron a juntarse con ellos para atacar al Santo Profeta (sa) y para incentivarles les ofrecieron la cosecha entera de un año de dátiles. También les informaron de que los Quraish de La Meca se habían aliado con ellos. Los Banu Ghatafan prometieron su apoyo facilitándoles un grupo de 6.000 hombres armados. A continuación, estos representantes de los judíos fueron al Banu Sulaim. Se trataba de otra tribu que deseaba atacar a los musulmanes, pero todavía no lo habían conseguido. Cuando se enteraron de la formación de alianzas tan fuertes, se mostraron más que dispuestos de unirse también. Del mismo modo, la tribu de Banu Fuzarah, dirigido por su jefe Uyaynah, también se mostró dispuesta a participar en la lucha contra el Santo Profeta (sa).  Uyaynah hizo un llamamiento a los Banu Asad para animarlos a participar en la batalla. Finalmente, el jefe de los Banu Asad, aceptó. El ejército atacante se vio reforzado por las tribus de Banu Murrah y Banu Ashja.  Todas estas tribus tenían fama en toda Arabia de ser hombres valientes.

Escribiendo sobre este tema, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) dice:

“Aunque hasta este momento los Quraish de la Meca y las tribus de Najd, conocidos como los Ghatafan y Sulaim ya deseaban derramar sangre musulmana y se habían implicado en varios planes para atacar Medina, no habían concentrado sus fuerzas de esta manera para atacar el Islam.  Cuando la gente de Banu Nair, una tribu judía, fue exiliada a causa de traición y sedición, sus jefes hicieron caso omiso del trato noble, incluso benévolo del Santo Profeta (sa), y empezaron a planificar como podrían unir fuerzas de toda Arabia para erradicar el Islam para siempre. Dado que estos judíos eran muy listos y astutos, y eran maestros en la confección de complots, sus esfuerzos sediciosos tenían mucho éxito y las tribus de Arabia se juntaron en el campo de batalla contra los musulmanes.

Entre los jefes judíos: Salam bin Abu al-Huqaiq, Huyayy bin Akhtab and Kinanah bin Al-Rabi eran los principales responsables de este levantamiento. Los agresores salieron de su nuevo hogar en Jaibar y pasaron por las tierras de Hijaz y Najd, pero no sin antes haber ido a la Meca para asegurarse la participación de los Quraish. Para contentar a los Quraish incluso declararon que la adoración de ídolos y el politeísmo eran mejor que el Islam. Entonces viajaron a Najd y formaron una alianza con la tribu de los Ghatafan, ayudando a ramas de esta tribu como los Fazarah, Murrah and Ashja, para que pudieran unirse a ellos. Luego, como resultado de la incitación de los Quraish y los Ghatafan las tribus de Banu Sulaim y Banu Asad también se unieron a esta confederación anti musulmana. Los judíos también enviaron mensajes al Banu Sa’d, animándolos a participar. Los Quraish reforzaban aún más esta coalición con hombres de las tribus subordinadas a ellos que vivían en zonas cercanas a La Meca. Finalmente, cuando se completaron todos los preparativos, estas bestias sanguinarias, avanzaron hacia Medina como una gran riada con la intención de aniquilar a los musulmanes. Resolvieron no volver hasta que hubiesen borrado a los musulmanes de la faz de la tierra.”

Hazrat Musleh Maud (ra) escribe:

“Había dos tribus judías que fueron expulsadas de Medina a causa de sus peleas, sedición, asesinatos y sus complots para cometer asesinatos. Un sector de la Banu Nadir emigró a Siria, mientras otro sector emigró a una ciudad situada al norte de Medina llamada Jaibar.  Jaibar era un asentamiento de judíos en tierra árabe y una ciudad fortificada. Allí, los Banu Nadir empezaron a incitar a los árabes en contra de los musulmanes. Los habitantes de La Meca ya eran enemigos de los musulmanes, por lo que no hacía falta incitarles más. Del mismo modo, la tribu Ghatafan de Najd gozaba de mucho respeto de entre los árabes y eran firmes aliados de los habitantes de La Meca y siempre estaban dispuestos a oponerse al Islam. Además de incitar a las tribus de Quraish y Ghatafan, los judíos empezaron a incitar a las Banu Sulaim, Banu Asad y otras tribus fuertes en contra de los musulmanes. Del mismo modo, se convenció a la tribu de Banu Sa’d, confederada con los judíos, a aliarse con los incrédulos de la Meca.

Después de largos preparativos, se hizo todo lo necesario para formar una gran confederación de todas las tribus más importantes de Arabia.  Las tribus de La Meca, Najd y otras tribus que vivían al norte de Medina, y los mismos judíos, se unieron a esta confederación. Juntos crearon un ejército formidable listo para atacar Medina.

Hay fuentes históricas que indican que un total de 4.000 hombres armados emprendieron la marcha hacía Medina con los Quraish de La Meca. El comandante jefe era Abu Sufyan, y Jalid bin Walid lideró la caballería. Alzaron la bandera en Dar al-Nadwah, donde los Quraish convocaron una reunión, y nombraron a Usman bin Talhaf – que posteriormente aceptó el islam – como abanderado. Llevaron 300 caballos y 1.500 camellos.

700 hombres de Banu Sulaim se unieron a los Quraish. Su líder era Abu Sufyan bin Abd Shams. La tribu de Banu Asad salió bajo el mando de Tulaihah bin Khuwailid y 1.000 hombres de Banu Fazarah salieron bajo el mando de Uyainah bin Hisn. 400 hombres de la banu Ashja salieron bajo el mando de Mas’ud bin Rukhailah y 400 hombres de la Banu Murrah salieron bajo el mando de Harith bin Auf Murri. La tribu de Banu Ghatafan prometió 6.000 soldados. Los judíos tenían una unidad de 2.000 hombres en reserva, desplegada detrás de la fuerza principal para lanzar el ataque final.  De este modo, el número total de las varias tribus que participaron en esta batalla no eran menos de unos 10.000 hombres, y según algunas narraciones eran 24.000.  A Abu Sufyan bin Harb se le asignó la misión de dirigir lo que fue la operación militar más grande en la historia de Arabia hasta la fecha.”

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe:

“Se estima que el tamaño del gran ejército de los no creyentes estaba formado por entre 10.000 y 15.000 hombres, y según algunas narraciones, 24.000. Incluso si tomamos a 10.000 hombres como correcto, aun así, era un número tan grande, que, tal vez, jamás hubiesen participado tantos hombres en una guerra tribal en Arabia. Nombraron a Abu Sufyan bin Harb, que dirigía al mismo tiempo un invencible contingente de los Quraish, como el máximo responsable del ejército. Tenían amplias cantidades de comida y agua además de material militar. Este ejercito emprendió la marcha hacia Medina en el mes de Shawwal del quinto año d.H., es decir el día 5 de febrero de 627 d.C.”

Hazrat Musleh Maud (ra) escribió lo siguiente:

“Varios historiadores estimaron el ejército entre diez mil y veinticuatro mil hombres, pero es evidente que el resultado de la unificación de toda Arabia no podía ser de sólo diez mil soldados. De hecho, la estimación de veinticuatro mil es más exacta, y como mínimo, este ejército debe haber sido de al menos 18.000 o 20.000 hombres. Medina era una ciudad pequeña, y el asedio de toda Arabia contra una ciudad así no era un ataque ordinario.

En toda Medina, incluidos los ancianos, los jóvenes y los niños, sólo había tres mil hombres. En cambio, el ejército enemigo contaba de entre 18.000 y 24.000 soldados, todos ellos jóvenes y capaces de luchar. Estos números se deben a que cuando se trata de la defensa de una ciudad desde dentro de ella, se incluye incluso a los niños y a los ancianos, pero cuando un ejército viaja a un país lejano para invadirlo, sólo forman parte de él los jóvenes y los fuertes.

Por lo tanto, es cierto que tanto si el ejército de los incrédulos contaba con 20.000 como con 25.000 hombres, todos ellos eran soldados fuertes, jóvenes y experimentados. Sin embargo, el número total de hombres en Medina, incluidos los niños y los discapacitados, apenas alcanzaba los 3.000. Considerando estos asuntos, es evidente que, si el ejército de Medina era de 3.000 hombres, las fuerzas enemigas deben considerarse de 40.000, pues no hay comparación. Así, si el ejército enemigo era de 20.000 hombres, el número de soldados de Medina debía estimarse en unos 1.500, ya que entre ellos había también individuos débiles.”

Los incrédulos siguieron avanzando con intención de combatir, y sus noticias llegaron al Santo Profeta (sa) ante lo cual decidió en ese momento que se debía cavar una trinchera.

En los detalles de este incidente, está escrito que:

El servicio de inteligencia del Santo Profeta (sa) también estaba al tanto de toda la situación y el Santo Profeta (sa) recibía informes de todas direcciones. Cuando las noticias de las peligrosas conspiraciones de los Quraish y los judíos llegaron a Medina, el Santo Profeta (sa) reunió a los Compañeros para informarles de las malintencionadas conspiraciones del enemigo y consultarles si debían combatirles fuera de Medina o si debían permanecer en Medina y luchar. Teniendo en cuenta que se trataba de un ejército muy numeroso, mientras que los habitantes de Medina eran muy pocos, la opinión predominante era que sería mejor adoptar una posición defensiva dentro de la propia ciudad de Medina. Según las narraciones, consta que Hazrat Salman (ra) sugirió cavar una trinchera, diciendo: “Oh Mensajero de Al’lah (sa), en Persia siempre que temíamos a una caballería, cavábamos una zanja en su camino.” En otras palabras, cavar una zanja en el camino de la caballería para que ésta no pudiera cruzarla. Todos se mostraron de acuerdo con esta sugerencia, por lo que el Santo Profeta (sa) decidió adoptar una postura defensiva desde el interior de Medina y ordenó cavar una zanja. Algunos libros sobre la vida del Santo Profeta (sa) mencionan que la decisión de cavar una zanja no se tomó únicamente por sugerencia de Hazrat Salman el Persa (ra), sino que Dios Altísimo también reveló esta táctica al Santo Profeta (sa). Al tratarse de una práctica totalmente novedosa para los árabes, no conocían el método de cavar una zanja como medio de defensa. De ahí que esté escrito que cuando Abu Sufyan dirigió un gran ejército ebrio de poder hacia Medina, no vio ninguna resistencia por parte de la gente de Medina ni encontró al ejército musulmán por ninguna parte. Abu Sufyan ya estaba lleno de orgullo por su gran ejército, y pensaba que nadie sería capaz de sobrevivirle ese día, diciendo: “Ahora arrasaré Medina.” Pero cuando no encontró ninguna resistencia en el camino hacia Medina, su orgullo y arrogancia alcanzaron un nuevo nivel. Cuando se acercaba a Medina a lomos de su veloz caballo, se encontró con una zanja de cinco kilómetros de largo y entre dos y tres metros de profundidad y anchura que le dejó estupefacto. Esta zanja era tan profunda y ancha que era imposible cruzarla incluso a caballo. Cuando no pudieron cruzar la zanja, en su mezcla de emociones de ira extrema, impotencia, orgullo y arrogancia, Abu Sufyan escribió una carta mientras estaba allí al Santo Profeta (sa) en la que escribió: “Juro por Lat, Uzza, Asaf, Nailah y Hubal, que vine aquí con mi ejército jurando no volver hasta que os hubiera destruido. Pero veo que para evitar enfrentaros a nosotros habéis cavado trincheras a vuestro alrededor. Ojalá supiera quién os ha enseñado esta táctica. Aunque regresemos, recordad que os haremos revivir el día de Uhud, en el que ahora también serán masacradas vuestras mujeres.” Él envió esta carta al Santo Profeta (sa). En respuesta, el Santo Profeta (sa) escribió una carta a Abu Sufyan y le dijo: “He recibido tu carta. Sé que tu orgullo siempre te ha llevado a oponerte a Dios Altísimo y has mencionado tu intención de que tu gran ejército ataque a Medina con la intención de destruirnos. Es el decreto de Dios el que ha bloqueado vuestros malvados planes”. Fue el decreto de Dios el que detuvo sus malvados planes y no les dio la oportunidad de llevarlos a cabo. Luego escribió: “Dios Altísimo traerá un juicio tal que olvidaréis los nombres de Lat y Uzza. En cuanto a tu pregunta sobre quién me dijo que cavara la zanja.

[Árabe]

“Este método me fue revelado por Dios Altísimo. Me habló de este método cuando aumentaste tu rabia y furia.” Además, escribió: “¡Escucha! En última instancia Dios hará que salgamos victoriosos. Oh gente insensata de Banu Ghalib, recordad que llegará el día en que vuestros Lat, Uzza, Asaf, Nailah y Hubal serán destrozados, y yo os recordaré todo esto ese día.” El Santo Profeta (sa) le escribió claramente que un día, si Dios quiere, Dios Altísimo les concedería la victoria. Esta carta del Santo Profeta (sa) dilucida que, aunque Hazrat Salman el Persa (ra) debió sugerirlo, el Santo Profeta (sa) tomó finalmente su decisión basándose en una revelación. Y Dios sabe más. Fue su decisión, pero Dios Altísimo le informó al respecto. Los demás detalles se mencionarán en el futuro, si Dios quiere.

En estos días, aseguraros de recordar a los áhmadis de Pakistán en vuestras oraciones. Los propios áhmadis paquistaníes también deberían centrarse en las oraciones y en dar limosna. Que Dios Altísimo los proteja, los ampare contra la maldad de los adversarios y vuelva contra ellos las maquinaciones de los malhechores. Rezad en general por la mejora del mundo. Que Dios Altísimo proteja al mundo contra el desorden y los conflictos.

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