La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 08 de DICIEMBRE de 2023.

Pronunciado en la MEZQUITA MUBARAK de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), explicó:

En el sermón [del viernes] pasado se estaba mencionando la “Batalla de Uhud” y [a continuación] presentaré los breves detalles dados por Hazrat Musleh Maud (ra) en relación a ello.

[Pues bien], Hazrat Jalifatul Masih II (ra) afirma:

“Mientras huían del campo de batalla (es decir, después del ‘Día de Badr’), el ejército de los incrédulos anunció que atacarían Medina nuevamente al año siguiente y se vengarían ante los musulmanes de su pérdida. Por lo tanto, transcurrido un año, de nuevo hicieron todos los preparativos para atacar Medina. El estado de ira de los habitantes de La Meca era tal que, tras la ‘Batalla de Badr’, anunciaron que a nadie se le permitiría llorar por sus muertos y que todos los ingresos generados por las caravanas comerciales se guardarían para el siguiente enfrentamiento. Así que, tras mucha preparación, un ejército de más de 3.000 soldados partió para asaltar Medina bajo el liderazgo de Abu Sufian.

[Por su parte], el Santo Profeta Muhammad (sa) consultó a los Compañeros (ra) si debían permanecer en la ciudad y luchar contra ellos o salir de la misma. Su opinión era permitir que el enemigo lanzara el ataque para que fuera considerado responsable del inicio de la guerra y a fin de que los musulmanes pudieran enfrentarse a ellos fácilmente mientras permanecían en su ciudad. [En otras palabras], su idea era dejar que el enemigo lanzara el ataque para que fuera considerado responsable del inicio de la lucha y que los musulmanes pudieran enfrentarse a ellos fácilmente mientras permanecían en su ciudad. Sin embargo, los jóvenes musulmanes, que no habían tenido la oportunidad de participar en la ‘Batalla de Badr’ y cuyos corazones anhelaban que a ellos también se les diera la oportunidad de ser martirizados por la causa de Dios, insistieron en que no se les privara del martirio. Más tarde, el Santo Profeta (sa) aceptó la sugerencia.

Al mismo tiempo que los consultaba, el Profeta (sa) narró además un sueño suyo y dijo:

Vi algunas vacas en un sueño, que la punta de mi espada estaba rota y que estas vacas estaban siendo sacrificadas. Entonces me di cuenta que había colocado mi mano en una cota de malla fuerte y segura, y asimismo vi que iba montado sobre un carnero’.

[Presto], los Compañeros (ra) dijeron: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! ¿Cómo interpretas estos sueños?’. El Santo Profeta Muhammad (sa) respondió: ‘La interpretación de las vacas que están siendo sacrificadas es que algunos de mis Compañeros [ra] serán martirizados. La rotura de la espada indica que un individuo importante de mi familia será martirizado, o que yo podría sufrir alguna aflicción durante este combate. [Luego], considero que la interpretación de poner mi mano en la cota de malla quiere decir que quedarnos en Medina es mejor para nosotros; y la interpretación de estar montado sobre un carnero podría ser que venceremos al líder del ejército de los incrédulos (o sea, que será matado a manos de los musulmanes)’.

[De todas formas], aunque se les dejó claro a los musulmanes en este sueño que era mejor para ellos quedarse en Medina y dado que la interpretación del Santo Profeta (sa) se había basado en su punto de vista personal y no en la revelación Divina, [el Mensajero (sa)] aceptó el punto de vista de la mayoría y decidió partir a la batalla”.

Sobre esto, [conviene recordar que] en los sueños se manifiestan ciertos signos e inferencias. Por ello, el Mesías Prometido (as), reflexionando sobre las metáforas del Mensajero de Dios (sa), escribe:

“Las metáforas que se encuentran en las visiones y sueños del Profeta (sa) no están ocultas para quienes leen los Hadices. En una ocasión, al Santo Profeta Muhammad (sa) se le mostró un sueño en el que llevaba dos brazaletes de oro en sus brazos, lo que se interpretó como dos mentirosos que hacían falsas afirmaciones de ser profetas; y en otro momento, al Santo Profeta (sa) se le mostró en su sueño o visión que estaban sacrificando vacas, lo que podría ser una referencia a los Compañeros [ra] martirizados en la ‘Batalla de Uhud’. Muchos ejemplos similares se encuentran en las visiones de otros profetas en los que se les mostraba algo, aunque significaba una cosa diferente. Por tanto, las metáforas y los significados figurativos en las palabras de los profetas no son algo extraño”.

De todas maneras, cuando se tomó la decisión de luchar fuera [de la ciudad], el Mensajero de Dios (sa) ordenó a sus Compañeros [ra] que se prepararan para la lucha y él mismo empezó a prepararse para la misma.

Como se ha comentado, los detalles de esto son los siguientes:

El Profeta (sa) no quería salir de la ciudad para luchar según su sueño, pero cuando la gente persistió continuamente, el Santo Profeta Muhammad (sa) estuvo de acuerdo. Dirigió las oraciones del viernes y pronunció un sermón en el que les ordenaba luchar con total coraje y valentía. El Santo Profeta (sa) les dio la buena noticia de que, si actuaban con paciencia, Dios Altísimo les concedería la victoria y el éxito. Entonces, el Mensajero de Al’lah (sa) pidió a la gente que se marchara y se preparara para la guerra, y escucharon la orden con alegría. A continuación, ofreció la oración de “asr” con todos y se unieron también quienes estaban en los alrededores. Más tarde, el Profeta (sa) entró en su casa junto a Hazrat Abu Bakr (ra) y Hazrat Umar (ra). Ambos ataron el turbante al Mensajero (sa) y lo ayudaron a ponerse su armadura; y mientras lo esperaban, la gente fue dispuesta en filas.

En ese momento, Hazrat Sad bin Muaz (ra) y Hazrat Usaid bin Huzair (ra) dijeron a la gente:

“Vosotros habéis obligado al Mensajero de Dios (sa) a salir [de la ciudad] y luchar contra sus deseos. Por consiguiente, deberíais sin más dejarle este asunto a él. Cualquiera que sea la orden que dé y la opinión que tenga, habrá beneficio en ello para nosotros. En consecuencia, debéis obedecerle”.

Cuando el Santo Profeta Muhammad (sa) salió fuera, llevaba puesta su armadura,  que era doble, es decir, una capa encima de la otra; y los nombres de estas piezas de armadura eran ‘Zaat-ul Fuzul’ y ‘Fizza’. [En este sentido], ‘Zaat-ul Fuzul’ era la armadura que Hazrat Sad bin Ubadah (ra) envió al Santo Profeta (sa) cuando estaba yendo a la “Batalla de Badr”; y esta era la misma armadura que, cuando el Profeta (sa) falleció, estaba custodiada por un hombre judío y que guardaba como depósito. [No obstante], Hazrat Abu Bakr (ra) obtuvo de nuevo la armadura, lo que significa que pagó la suma y la tomó de vuelta.

El Mensajero de Al’lah (sa) se colgó la espada en el costado y puso su aljaba en su espalda. [Aparte], se afirma en una narración que el Santo Profeta Muhammad (sa) montó en su caballo llamado ‘Zaqab’, se colgó su arco y sostuvo una lanza en su mano. Con todo, es posible que sucedieran ambas cosas y que diferentes personas fueran testigos de ello. [En todo caso], cuando el Santo Profeta (sa) salió de su casa llevaba consigo su armadura y sus armas, y se le informó que Hazrat Malik bin Amr Nayaari (ra) había fallecido y su cuerpo había sido colocado donde se ofrecían las oraciones fúnebres. [Entonces], el Mensajero (sa) dirigió su oración fúnebre antes de partir.

En ese momento, algunas personas le comentaron al Profeta (sa):

“¡Oh Mensajero de Dios (sa)! Nuestra intención no era oponernos a tu opinión ni obligarte a hacer algo. Por lo tanto, actúa según lo que creas mejor”.

También se menciona en otra narración que [manifestaron]:

“Si no quieres salir de la ciudad para luchar, entonces podemos quedarnos aquí”.

El Santo Profeta Muhammad (sa) contestó:

“No es apropiado que un profeta, después de ponerse su armadura, se la quite hasta que Dios Altísimo decida entre él y sus enemigos”.

En una narración diferente, las palabras utilizadas son:

“No [es lo suyo que se la quite] hasta que pelee”.

Con respecto a la preparación del Santo Profeta (sa) y la comprensión de su error por parte de sus Compañeros (ra), Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) relata:

“Posteriormente, el Profeta (sa) se retiró a su residencia y allí se ató el turbante, se puso su armadura y tomó sus armas con la ayuda de Hazrat Abu Bakr (ra) y Hazrat Umar (ra), y salió en el nombre de Al’lah. Sin embargo -y debido a la amonestación de algunos de los Compañeros (ra)- el grupo de jóvenes comenzó a darse cuenta de su error, en el sentido de que no deberían haber insistido en su propia opinión en oposición a la del Mensajero (sa), razón por la que la mayoría de ellos ahora se inclinaba hacia el remordimiento; y cuando esta gente vio al Santo Profeta Muhammad (sa) venir con sus armas, vestido con doble armadura, su casco, etc., su arrepentimiento creció aún más; y casi unánimemente dijeron: ‘¡Oh Mensajero Al’lah (sa)! Hemos cometido un error al insistir en nuestra propia opinión sobre la tuya. Debes emplear la estrategia que consideres más adecuada y, si Dios quiere, será la más bendecida’.

[Entonces], el Mensajero (sa) respondió: 

‘No es propio de un profeta de Al’lah ponerse [encima] las armas y luego quitárselas antes de que Él emita un veredicto. Así que salid adelante ahora en el nombre de Dios y, si sois pacientes, entonces tened por seguro que el socorro de Dios Altísimo estará con vosotros’.”

Hazrat Musleh Maud (ra) afirma además con respecto a este incidente que:

“Cuando el Profeta (sa) salió, los jóvenes sintieron arrepentimiento en sus corazones y dijeron: ‘¡Oh mensajero de Al’lah (sa), cualquier cosa que aconsejes es correcta y nos quedaremos en Medina para luchar contra el enemigo!’. El Santo Profeta Muhammad (sa) replicó: ‘Cuando un profeta de Dios se pone su armadura, no se la quita. Ahora, pase lo que pase, seguiremos adelante; y si se actuáis con paciencia, os llegará la ayuda de Dios Altísimo’.

Así pues, se hicieron los preparativos para la partida del ejército musulmán y el Santo Profeta (sa) salió de Medina con un contingente de 1.000 [efectivos]. En ese momento, el Mensajero (sa) pidió tres lanzas y les ató tres banderas: la de la tribu Aus fue entregada a Hazrat Usaid bin Huzair (ra), la de la tribu Jazraj fue dada a Hazrat Hubaab bin Munzir (ra) -[aunque] otros opinan que fue a Hazrat Sad bin Ubadah (ra); y la bandera de los ‘Muhayirin’ fue entregada a Hazrat Ali (ra).

El Santo Profeta Muhammad (sa) encargó a Hazrat Ibn Umm Maktum (ra) que dirigiera en oración a todos los que se quedaron atrás. Posteriormente, el Santo Profeta (sa) montó en su caballo ‘Zaqab’, colgó su arco sobre su cuello y sostuvo su lanza en su mano. [Luego], se menciona en una narración que el día de la ‘Batalla de Uhud’, los musulmanes tenían dos caballos: uno de los cuales pertenecía al Profeta (sa) y se llamaba ‘Zaqab’; y otro pertenecía a Hazrat Abu Burdah (ra) y se llamaba ‘Mulaba’.

[Pues bien], los musulmanes también se pusieron sus armas, entre los cuales 100 llevaban armadura; y los dos ‘Sads’, o sea, Hazrat Sad bin Muaz (ra) y Hazrat Sad bin Ubadah (ra), comenzaron a correr delante de él. Ambos llevaban armadura y la gente estaba a ambos lados del Mensajero de Al’lah (sa). Cuando llegaron a Zaniyah, se encontraron un ejército fuertemente armado y sus armas resonaban. [Presto], el Santo Profeta Muhammad (sa) preguntó: ‘¿Quiénes son estos?’. Los Nobles Compañeros (ra) respondieron: ‘Son los judíos confederados de Abdul’lah bin Ubay’. El Santo Profeta (sa) inquirió: ‘¿Han aceptado los judíos el Islam?’; y respondieron negativamente. El Profeta (sa) dijo entonces: ‘No aceptaremos la ayuda de los incrédulos en nuestra lucha contra los idólatras’.”

En este sentido, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) también escribe:

“Después de esto, el Mensajero (sa) ordenó que se prepararan tres banderas para el ejército musulmán. La de la tribu Aus fue confiada a Hazrat Usaid bin Al-Hudair (ra), la de la tribu Jazraj fue confiada a Hazrat Hubbab bin Munzir (ra) y la bandera de los ‘Muhayirin’ fue confiada a Hazrat Ali (ra). Más tarde, esta fue concedida a Hazrat Musab bin Umair (ra). Así, después de nombrar a Hazrat Abdul’lah bin Ummi Maktum (ra) como el ‘Imamus-Salat’ [quien dirigiría las oraciones] en Medina y rezar la oración de ‘asr’, el Profeta (sa) partió de Medina con una gran grupo de Compañeros (ra). Los jefes de la tribu Aus y Jazraj, Hazrat Sad bin Muaz (ra) y Hazrat Sad bin Ubadah (ra) avanzaron, corriendo lentamente, justo delante de la montura del Mensajero de Dios (sa); y el resto de los Compañeros (ra) lo hicieron colocados a la derecha, izquierda y detrás del Santo Profeta Muhammad (sa). Tras su partida, el Santo Profeta (sa) estableció su campamento en un lugar llamado Shaijain, lugar que se refería a las dos montañas de Medina. Al llegar a ese lugar, el Mensajero de Al’lah (sa) inspeccionó su ejército y envió de vuelta a aquellos jóvenes que pensaba que eran menores de 15 años, o que tenían 14 años”.

[En relación a esto], el Imam Shafi cuenta que:

“Al Profeta (sa) se le presentaron 17 jóvenes que tenían 14 años y los mandó de vuelta. Al mismo tiempo, acudieron a él [varios] jóvenes de 15 años y les concedió permiso [para luchar. En todo caso], los que fueron enviados de vuelta estaban [muy] apasionados y algunos de sus nombres se encuentran en la narración, a saber: Abdul’lah bin Umar, Zaid bin Zabit, Usamah bin Zaid, Zaid bin Arqam, Bara bin Azib, Usaid bin Zuhair, Araba bin Aus, Abu Said Judri, Aus bin Zabit, Sad bin Bahir, Ibn Muawiyah Bayali, Said bin Habtah (Habtah era el nombre de su madre), Sad bin Uqaib, Zaid bin Yariyah, Yabir bin Abdul’lah (este Yabir bin Abdul’lah no es el que narró los Ahadices, es otra persona), Rafi bin Jadij y Samrah bin Yundab.

[Entretanto], se le dijo al Mensajero (sa) que Rafi bin Jadij era arquero, por lo que se le concedió permiso. Al principio se le ordenó que regresara, pero al enterarse de que era un arquero experto, se le dio luz verde para quedarse. Ante esto, Samrah bin Yundab dijo: ‘El Santo Profeta (sa) ha concedido permiso a Rafi bin Jadij y me ha ordenado que regrese, aunque puedo derrotar a Rafi bin Jadij si luchamos’. [Pues bien], cuando el Santo Profeta (sa) se enteró, ordenó a ambos que pelearan entre sí. Samrah derrotó a Rafi en la lucha, por lo que el Santo Profeta (sa) también le concedió permiso”.

Más adelante en la narración, se registra que:

“Cuando el Santo Profeta Muhammad (sa) terminó de inspeccionar al ejército y el sol se había puesto; [entonces], Hazrat Bilal (ra) hizo la llamada para la oración de ‘maghrib’ y el Santo Profeta (sa) dirigió la misma. Después de esto, se dio la llamada para la oración de ‘ishaa’, y el Profeta (sa) [también] la dirigió. Esa noche la pasaron en Shaijain y Muhammad bin Maslamah (ra) recibió el encargo de vigilar durante la noche y fue alrededor del ejército con 50 hombres, [ya que] el Mensajero de Dios (sa) preguntó: ‘¿Quién se quedará despierto para salvaguardarnos (en otras palabras, quién salvaguardaría al ejército y al Santo Profeta Muhammad (sa))?’. [Presto], Zakwan bin Abd Qais (ra) se puso al frente de esa tarea; y [se dijo]: ‘¿Quién se quedaría más cerca del Santo Profeta (sa)?’, a fin de asegurarse de que los preparativos de seguridad se hicieran correctamente. [Rápidamente] Zakwan bin Abd Qais (ra) se levantó, se puso su armadura, cogió su escudo de cuero y se puso de guardia del Profeta (sa) y no se separó del Mensajero de Al’lah (sa) ni un momento; y el Santo Profeta Muhammad (sa) descansó hasta que llegó la hora del ‘sehri’ [amanecer]”.

[Además], según la narración, por la mañana, el Santo Profeta (sa) dijo que vio en un sueño que los ángeles bañaban a Hazrat Hamzah (ra).

Con respecto a esto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha escrito en “La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa)” que:

“La Montaña de Uhud estaba aproximadamente a tres millas [5 km] al norte de Medina. A mitad de camino, al llegar a un lugar llamado Shaijain, el Profeta (sa) se detuvo y ordenó que se inspeccionara al ejército musulmán. Los jóvenes apasionados por la ‘yihad’, [que aquí significa ‘luchar en defensa propia’], que habían venido fueron mandados de vuelta, [por lo que] Abdul’lah bin Umar, Usamah bin Zaid, Abu Said Judri y otros regresaron. No obstante, Rafi bin Jadij tenía la misma edad que esos jóvenes y era un experto arquero. Debido a esta habilidad, su padre recomendó al Santo Profeta Muhammad (sa) que le diera permiso para participar en la ‘yihad’. El Santo Profeta (sa) miró a Rafi y vio que se mantenía erguido como los demás soldados para parecer más fuerte y corpulento. [Pues bien], su estrategia funcionó, ya que el Mensajero (sa) le permitió amablemente acompañarle.

Ante esto, otro joven de nombre Samrah bin Yundab -como se acaba de mencionar-, a quien se le ordenó regresar, fue a ver a su padre y le sugirió: ‘Si a Rafi se le ha dado permiso, entonces a mí también se me debe dar permiso porque soy más fuerte que Rafi y puedo vencerlo en una lucha’. Su padre se sintió muy complacido por su sinceridad, por lo que llevó a su hijo ante el Profeta (sa) y le expresó el deseo de su hijo. Mientras sonreía, el Santo Profeta Muhammad (sa) decidió que: ‘Rafi y Samrah deben luchar para que podamos averiguar quién es más fuerte’; [por lo que] empezaron a luchar y Samrah derrotó a Rafi en unos instantes. Ante esto, el Santo Profeta Muhammad (sa) permitió amablemente que Samrah les acompañara y el corazón de este joven inocente se llenó de alegría. Ya era de noche y Hazrat Bilal (ra) hizo la llamada a la oración y todos los Compañeros (ra) rezaron detrás del Santo Profeta (sa). [Así], los musulmanes establecieron su campamento para pasar la noche en este mismo lugar y el Mensajero de Dios (sa) designó a Muhammad bin Maslamah (ra) para que decidiera la seguridad y la vigilancia durante la noche, y [así] rodeó al ejército musulmán durante toda la noche con un grupo de 50 Compañeros (ra).

[Por otra parte], Abdul’lah bin Ubayy bin Sulul les acompañó inicialmente, aunque regresó durante el viaje; y los detalles de esto son que en el momento de sehri’ [amanecer], el Profeta (sa) partió de Shaijain hacia un lugar entre Medina y Uhud conocido como Shaut; y al llegar allí era la hora de rezar, por lo que el Mensajero de Al’lah (sa) ofreció la oración de ‘fayr’. Shaut es un lugar situado entre el Valle de Kanah y Medina. [Pues bien], desde este mismo lugar, Abdul’lah bin Ubay bin Sulul y sus cómplices hipócritas desertaron del Santo Profeta Muhammad (sa) y regresaron. Sus camaradas eran 300, todos ellos hipócritas. [Es más], al darse la vuelta, Abdul’lah bin Ubay bin Sulul comentó: ‘Él (es decir, el Santo Profeta -sa-) no me hizo caso. De hecho, escuchó a los jóvenes, que no son dignos de opinión. [Por tanto], no sabemos sobre qué base debemos dar nuestras vidas (estas fueron las palabras de Abdul’lah). ¡Así pues, oh pueblo, volveos!’.

Ante esta instrucción del líder de los hipócritas, los que quedaban de ellos desertaron de los musulmanes y regresaron; y al verlos darse la vuelta, el padre de Hazrat Yabir (ra), Hazrat Abdul’lah bin Amr (ra) fue tras ellos. Al igual que Abdul’lah bin Ubay, también era un destacado jefe de la tribu Jazraj. [Entonces], se dirigió a los que regresaban y les dijo: ‘Por Dios, os pregunto, ¿estáis satisfechos con traicionar a vuestro Profeta (sa) y a vuestro pueblo en un momento en que su enemigo está ante ellos con todo su poder y su fuerza?’; y respondieron: ‘Si hubiéramos sabido que ibais a luchar en una batalla, no os habríamos acompañado de ningún modo. Pensábamos que no se produciría un enfrentamiento’. De este modo anunciaron inequívocamente que se daban la vuelta, aunque [la verdad es que] se habían preparado bien para la batalla. Ante esto, Hazrat Abdul’lah bin Amr (ra) respondió: ‘¡Oh enemigos de Al’lah, que Dios os arruine y os destruya! ¡Al’lah liberará pronto a Su Mensajero (sa) de vosotros!’.”

[Por otra parte], en una narración de Alamah ibn Yawzi se describe que:

“Cuando las tribus de Banu Salamah y Banu Hariza vieron la traición de Abdul’lah bin Ubay, planearon también regresar. Estas dos tribus se encontraban en ambos flancos del ejército [musulmán]. Sin embargo, Dios Altísimo salvó a estas dos tribus del pecado y ambas abandonaron la idea de darse la vuelta; y sobre esto, Dios reveló el [siguiente] versículo:

‘Cuando dos de vuestros grupos flaquearon aunque Al’lah era su Amigo.

Y los creyentes deben apoyarse en Al’lah’, [3:123].

[Por consiguiente], debido a la traición de Abdul’lah bin Ubayy y 300 de sus hombres, solo quedaron 700 Compañeros (ra) con el Santo Profeta Muhammad (sa); y cuando Abdul’lah bin Ubay se marchó, los ‘Ansar’ (musulmanes residentes de Medina) dijeron al Mensajero de Al’lah (sa): ‘¡Oh Profeta de Dios (sa)! ¿No deberíamos buscar la ayuda de los judíos de Medina que son nuestros aliados?’. [Aunque] se referían a los judíos de Medina, de entre ellos quizá aludían a los Banu Quraizah, que eran los confederados de Hazrat Sad bin Muaz (ra). Según algunos eruditos, entre los ‘Ansar’, el estatus de Hazrat Sad (ra) era similar a la posición que ocupaba Hazrat Abu Bakr (ra) entre los ‘Muhayirin’ [musulmanes que emigraron de La Meca a Medina]. No obstante, ante esta pregunta el Profeta (sa) simplemente respondió: ‘No necesitamos su ayuda’.”

 

En referencia a esto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha escrito:

“Al día siguiente, el 15 de Shawal’ del año 3 d.H., o sea el 31 de marzo del año 624 d.C., sábado, antes del amanecer, el ejército musulmán avanzó y, ofreciendo su ‘salat’ [oración] en el camino, llegó al pie del Monte Uhud al comienzo de la mañana. Fue en esta ocasión que el malvado Abdul’lah bin Ubay bin Sulul, jefe de los hipócritas, traicionó a los musulmanes y, separándose junto con 300 seguidores, regresó a Medina diciendo: ‘Muhammad [sa] no prestó atención a mi consejo y dejándose llevar por jóvenes inexpertos ha salido de Medina. En consecuencia, no puedo quedarme con él y luchar. Algunas personas lo amonestaron de motu propio diciendo que tal traición era injustificada, aunque él no lo aceptó y continuó respondiendo: ‘Si esto fuera una batalla, yo también habría participado; pero esto no es un enfrentamiento, es un suicidio’.

 

Ahora todo lo que quedaba del ejército musulmán eran 700 almas, lo que era incluso menos de una cuarta parte de los 3.000 guerreros de los qureish. Además, con respecto a las monturas y al equipamiento para la guerra, el ejército musulmán era muy débil e insignificante en comparación con el contingente de los qureish, [pues] el contingente musulmán solo tenía 100 hombres revestidos de armaduras y apenas dos caballos. En comparación, el ejército incrédulo contaba con 700 hombres armados, 200 caballos y 3.000 camellos. [Pues bien], en ese estado de debilidad, que los musulmanes sentían fuertemente, la traición de los 300 hombres de Abdul’lah bin Ubay creo un estado de inquietud y ansiedad en los corazones de varios musulmanes de corazón débil, algunos de los cuales comenzaron a perder el coraje. Por lo tanto, como se menciona en el Sagrado Corán, en este mismo estado de angustia y ansiedad, dos tribus musulmanas, los Banu Harizah y los Banu Salamah, incluso habían planeado regresar a Medina, aunque como sus corazones todavía poseían la luz de fe, lograron recomponerse; y en lo que respecta a los medios aparentes, incluso cuando la muerte los miró fijamente a los ojos, no abandonaron el lado de su Maestro [sa]”.

 

[Por su parte], Hazrat Musleh Maud (ra), [Jalifatul Masih II], narra:

“El Santo Profeta (sa) salió de Medina con un ejército de 1.000 personas y tras recorrer una corta distancia, se detuvieron y acamparon para pasar la noche. Era costumbre del Santo Profeta (sa) que cuando llegaba cerca del campamento enemigo, dejaba descansar a su ejército para que pudieran hacer los preparativos necesarios. [Luego], cuando el Mensajero (sa) salió para la oración de la mañana, vio que algunos judíos habían llegado junto con las tribus de las que eran aliados, [pero] dado que el Profeta (sa) era consciente de las malvadas estratagemas de los judíos, ordenó que fueran enviados de regreso. Ante esto, Abdul’lah bin Ubay bin Sulul –quien era el jefe de los hipócritas– tomó a 300 de sus camaradas y se fue diciendo: ‘¡Esto ya no es una guerra, es un suicidio!’.

Otra razón por la que Abdul’lah bin Ubay se fue era que el preguntó por qué a los judíos no se les permitía luchar junto a ellos [los musulmanes], ya que no permitir esa asistencia era abrir la puerta a la propia destrucción. Al final, los musulmanes se quedaron con solo 700 hombres, lo que en comparación con el ejército de los incrédulos no era ni siquiera una cuarta parte en tamaño, e incluso inferior en términos de provisiones. [Por ejemplo], entre las filas de los incrédulos había 700 hombres vestidos con armadura, mientras que entre los musulmanes solo había 100. Los incrédulos tenían una unidad de caballería de 200 hombres y los musulmanes solo tenían 2 caballos.

Más tarde, cuando el Santo Profeta Muhammad (sa) llegó al área de los Banu Harizah, el caballo de uno de los Compañeros (ra) agitó su cola y golpeó su espada; y sintiendo peligro, él [el Profeta (sa)] inmediatamente desenvainó su espada”.

El narrador afirma [además]:

“El Santo Profeta (sa) siempre era optimista y nunca se preocupó por los malos augurios. El Mensajero de Al’lah (sa) le dijo al Compañero (ra) de quien era la espada: ‘Vuelve a envainar tu espada, porque siento que hoy seguramente desenvainarán las espadas’. Esto es lo que el Mensajero de Dios (sa) entendió de este incidente. A continuación se volvió hacia los Compañeros (ra) y preguntó: ‘¿Quién nos llevará cerca del enemigo?’; (es decir, guiarlos por una ruta que no se utilizaba normalmente). Ante esto, Hazrat Abu Yaitamah (ra) manifestó: “¡Oh Profeta de Al’lah (sa), yo lideraré el camino!’.”

[Por otra parte], Ibn Sad y otros han mencionado su nombre como Abu Haizamah.

Finalmente, los llevó al barrio de los Banu Harizah utilizando la ruta que pasaba por sus pastos y tierras; y conduciendo al ejército musulmán por esta ruta, llegaron al paso del Monte Uhud y acamparon, de tal manera que el dicho monte quedaba detrás de ellos y Medina delante. Luego, el Santo Profeta Muhammad (sa) se dirigió a los musulmanes y estos estaban dispuestos en filas al pie del Monte Uhud. [Más tarde], ya sábado, se acercaba la hora de la oración de ‘fayr’ (de antes del amanecer) y los musulmanes podían ver a los idólatras frente a ellos. [De todas maneras], Hazrat Bilal (ra) realizó el azán y recitó la ‘iqamah’ [para señalar el inicio de la oración], y a continuación el Santo Profeta Muhammad (sa) dirigió a los Compañeros (ra) en la oración de la mañana”.

 

[En este sentido], Muhammad bin Umar Al-Aslami relata que el Santo Profeta (sa) se puso de pie ante los musulmanes y proclamó:

“¡Oh gente! Os aconsejo acerca de las cosas que me fueron dadas en el Libro [Corán]: que cumpláis con sus mandamientos  y que os abstengáis de aquellas cosas que han sido prohibidas. Hoy es un día en el que podréis obtener recompensas y bendiciones. Quien tenga esto presente es el que tiene paciencia, posee convicciones firmes y está contento, (debían tener paciencia si querían conseguir eso).

Hoy os habéis reunido para luchar contra el enemigo, lo que será una tarea vigorosa. Habrá pocas personas que puedan ser verdaderamente firmes, excepto aquellos a quienes Dios Altísimo guía, porque Dios ayuda a las personas que Le son obedientes; mientras que satanás asiste a los que Le son desobedientes. Por tanto, comenzad vuestras acciones mostrando paciencia en vuestra ‘yihad’ y buscad los favores que Al’lah os ha prometido a través de ella.

Os corresponde seguir las directivas que os he impartido, porque deseo que seáis guiados. Sin duda, la discordia y las peleas son un signo de impotencia y debilidad, y Dios se disgusta con esto, (no debía haber discordia, de lo contrario no serían ayudados ni tendrían éxito).

¡Oh pueblo, se ha puesto en mi corazón que quienquiera que cometa actos ilícitos, Dios Altísimo se distancia de esa persona! (A Dios no le agrada eso). A quien se abstenga de cometer actos ilícitos, Al’lah le perdona sus pecados; quien envíe saludos sobre mí una vez, Dios Altísimo y Sus ángeles le enviarán misericordia diez veces; quien haga una buena acción, ya sea hacia un creyente o un incrédulo, su recompensa será ordenada por Dios, y será recompensado instantáneamente en esta vida; y después de un intervalo también recibirá recompensa por ello en el Más Allá; ofrecer la oración del viernes es obligatorio para toda persona que cree en Al’lah y en el Día de la Resurrección, excepto los niños, las mujeres, los enfermos y los esclavos en cautiverio; y quien muestre indiferencia hacia esto, Dios Altísimo se mostrará indiferente hacia él”.

En esencia, Mensajero (sa) estableció un conjunto completo de directrices, tal vez debido al sueño que había tenido; y era un conjunto completo de mandamientos sobre cómo debían comportarse los musulmanes.

Y el Profeta (sa) manifestó entonces:

“Dios es Autosuficiente y Digno de Alabanza. Os he ordenado que sigáis todas aquellas acciones que sé que os garantizarán la cercanía a Al’lah y os he advertido sobre todas aquellas obras que os acercarán más al Fuego del Infierno. El Espíritu Fiel [Gabriel (as)] me ha revelado y puesto en mi corazón que ningún alma probará la muerte hasta que haya obtenido las provisiones que le corresponden y estas no disminuirán, incluso si hay un retraso en recibirlas, (o sea, Al’lah nos otorgará la recompensa por nuestras acciones; [aparte], esto se refiere a todo tipo de provisiones). Por consiguiente, temed a vuestro Señor y actuad con moderación en la búsqueda de vuestras provisiones, para que podáis recibirlas con bendiciones, no sea que os veáis arrastrados a dificultades en su búsqueda, (realizad obras virtuosas, alcanzad la moral más elevada y esforzaros siempre en obtener provisiones que sean lícitas y puras), porque lo que Dios tiene reservado para el hombre solo puede lograrse mediante la obediencia a Él.

Dios Altísimo os ha definido claramente lo que es lícito y lo que es ilícito, aunque entre estos dos hay muchas cosas que son dudosas. Mucha gente las desconoce, excepto aquellos a quienes Al’lah ha protegido. Aquellos de vosotros que se abstengan de ellas defenderán su honor y su fe; y aquellos que se entreguen a ellas (es decir, actos ilícitos), su ejemplo es como el del pastor que está cerca de su pasto [prohibido], pues está a punto de que pueda entrar en ese prado. Cada rey tiene un prado que es un pasto prohibido. ¡Escuchad! Sin duda, los pastos prohibidos de Dios son aquellas cosas que Él ha declarado ilícitas. (Absteneos de todas aquellas cosas que Dios Altísimo ha hecho claramente ilegales). Un creyente, comparado con toda la población de creyentes, es como el ejemplo de la cabeza comparada con el cuerpo, [ya que], cuando una persona sufre dolor de cabeza, todo el cuerpo siente dolor”.

Si los musulmanes permanecieran conscientes de estas cosas hoy en día, entonces el enemigo no tendría el coraje de siquiera fijar su vista en ellos.

[En este sentido], Hazrat Jalifatul Masih I, [Hakeem Noor-ud-Din] (ra), comenta que:

“En el día de Uhud, el enemigo caminó desde La Meca a Medina. [Entonces], las mismas armas que Abu Sufian trajo de Siria y por las cuales el Profeta (sa) viajó hacia Badr para interceptar [su caravana comercial], y por lo que el poder de los incrédulos [posteriormente] quedó completamente destrozado, esas mismas armas ahora fueron reunidas para ser utilizadas contra los musulmanes. El siguiente versículo del Santo Corán alude a esto y a quienes gastaron en esta causa:

‘En verdad, los incrédulos emplean su riqueza en apartar a la gente del camino de Al’lah.

Ciertamente continuarán gastándola,

pero después no les producirá más que llantos y lamentos ante su completo fracaso’, [8:37].

En esta batalla también participaron los Bani Tahama y los Bani Kinanah, y el número de enemigos había llegado a casi 3.000. Todos estaban vestidos con armaduras y 700 de ellos iban en monturas. Cada uno de ellos estaba ansioso por vengarse pronto de los musulmanes; y este celoso ejército de hombres, que se componía de muchas tribus pequeñas, estaba bajo el mando de Abu Sufian y había establecido firmemente su base en el noroeste de Medina. El Valle de Uhud era todo lo que yacía entre ellos y la ciudad de Medina y, una vez establecida su base, los incrédulos comenzaron a destruir los campos y huertos de la gente de Medina. [Al ver esto], los Compañeros (ra) se enojaron mucho y los musulmanes se prepararon para vengarse. [Así pues], solicitaron fervientemente al Mensajero de Dios (sa) que se les concediera permiso para defenderse y por eso el Profeta de Al’lah (sa) tomó 1.000 hombres y abandonó Medina para luchar contra ellos.

Uno de los jefes, Abdul’lah bin Ubay, que residía en Medina y exteriormente mostró estar con los musulmanes, justo en los momentos cruciales antes de la batalla, se separó de los musulmanes junto con 300 de sus hombres. [Por eso], el ejército musulmán se redujo de 1.000 a solo 700 y este pequeño contingente solo tenía dos caballos, aunque a pesar de ello marcharon valientemente; y atravesando los campos de dátiles llegaron al Monte de Uhud. [A continuación], el ejército musulmán acampó toda la noche en el valle del monte y, tras ofrecer la oración del ‘fayr’, acudió al campo de batalla”, (en otras palabras, la lucha comenzó en ese momento).

Los detalles de esto se narrarán en el próximo sermón.

He estado recordando continuamente a los miembros [de la Comunidad] que recen por los palestinos:

Seguid rezando por ellos. En los últimos días, una vez concluida la pausa en los combates, ahora está ocurriendo exactamente lo que se esperaba, [ya que] el gobierno israelí está bombardeando y atacando cada parte de Gaza con más fuerza que antes [y, en consecuencia], más niños y civiles inocentes están siendo martirizados. En este momento, incluso un representante del Congreso de los Estados Unidos [Bernie Sanders], que tal vez pertenezca a la fe judía [bueno, en realidad lo es], ha dicho que “ya es suficiente” y que “Estados Unidos debe cumplir su parte para poner fin a esto”.

El presidente de los Estados Unidos también insinúa ahora que deben cesar los disparos y los bombardeos que tienen lugar simultáneamente en el Norte y en el Sur. Antes se decía que en el Sur no se haría nada, pero ahora también hay ataques allí. Sin embargo, no debemos cometer el error de pensar que las palabras del presidente estadounidense se deben a algún tipo de compasión humanitaria, más bien esas palabras son por su propio interés, ya que se acercan las elecciones en Estados Unidos y la población más joven está pidiendo un alto el fuego, al igual que los musulmanes estadounidenses. De ahí que todo esto se haga para ganar votos, de lo contrario no hay compasión por los palestinos ni por los musulmanes.

[Por otro lado], las voces de los países musulmanes están empezando a ganar algo de fuerza. De todas formas, hasta que no se unan y pidan un alto el fuego, no habrá ningún beneficio.

¡Que Dios Altísimo establezca la unidad entre los musulmanes!

El mundo no-musulmán sabe que no hay unidad en el mundo musulmán y que los musulmanes se están matando entre sí. Tomad el ejemplo de Yemen y otros países [musulmanes] similares, [donde] miles de niños y personas inocentes están siendo asesinados a manos de musulmanes; de hecho cientos de miles están siendo matados en algunos lugares. Así pues, esto envalentona a los no-musulmanes, que piensan que está bien infligir crueldades contra los musulmanes, ya que ven que los musulmanes se infligen crueldades a sí mismos. [Entonces], si a los musulmanes no les importa la vida de otros musulmanes, ¿por qué habría de importarle al enemigo? [No obstante], Dios ha advertido estrictamente en el Sagrado Corán contra quitar la vida a otros musulmanes y ha condenado al infierno al musulmán que lo haga.

¡Que Al’lah permita a los musulmanes unirse y convertirse en un medio para acabar con la injusticia en el mundo en lugar de luchar entre ellos!

[Por su parte], la ONU ha intentado alzar la voz, pero ¿quién les escucha? Afirman que harán tal o cual cosa, aunque no pueden hacer nada porque no hay nadie que les escuche y las grandes potencias ejercen sus derechos [de veto].

¡Que Dios Altísimo tenga piedad de los musulmanes!

Para acabar con estas crueldades, debemos rezar y junto a ello -como ya he informado a los miembros [de la Yamat] a través de sus comunidades- tienen que ponerse en contacto con sus funcionarios y políticos locales para que alcen la voz y pongan fin a estas injusticias. Del mismo modo, debemos transmitir el mismo mensaje entre nuestros contactos de que debemos esforzarnos por acabar con estas injusticias.

¡Que Dios salve a los inocentes de las injusticias!

Después de la oración, dirigiré dos oraciones fúnebres en ausencia:

La primera es de la respetada Masuda Begum Akmal Sahiba de Holanda [Los Países Bajos]. Era la esposa del respetado Abdul Hakim Akmal Sahib, misionero de la Comunidad. Ha fallecido recientemente:

[¡En verdad, a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!].

Su abuelo materno, Mia Abdus Samad Sahib (ra) y su bisabuelo materno, Hazrat Mia Fateh Din Sahib Sekhwan (ra) eran de Qadián y ambos fueron Compañeros (ra) del Mesías Prometido (as). La fallecida permaneció mucho tiempo al servicio de la fe en Los Países Bajos junto con su marido. Siguiendo las instrucciones de Hazrat Musleh Maud (ra) en 1957, Akmal Sahib vino a Los Países Bajos por primera vez y su esposa no estaba con él; aunque se unió a él en 1969, regresó más tarde y volvió a marcharse en 1986. [En definitiva], durante su vida matrimonial pasó aproximadamente 15 años sola debido a que su marido prestaba servicio en el extranjero.

Entre los notables servicios que realizó durante su estancia en Los Países Bajos destaca la fundación de “Lallna Imail’lah” [la organización auxiliar de las mujeres áhmadis] de Los Países Bajos. Además tuvo el honor de ser la primera presidenta de “Lallna Imail’lah” de dicho país. Tenía una relación de profunda sinceridad y lealtad al Jalifato. Era virtuosa, piadosa, muy practicante de las oraciones y los ayunos; y “musia” [integrante del sistema de “Al-Wasiyat”]. Le sobreviven tres hijos y una hija, los cuales sirven sinceramente a la Yamat de una forma u otra. Uno de sus hijos era presidente de “Ansarul’lah” [en Los Países Bajos] y el otro quizá haya sido elegido este año presidente de “Ansarul’lah” [de ese mismo país]; y aparte de esto prestan otros servicios.

¡Que Dios Altísimo conceda perdón y misericordia a la difunta, y permita a sus hijos continuar el legado de sus virtudes!

La siguiente mención es la del maestro Abdul Majeed Sahib, consagrado de por vida, que fue profesor en el instituto “Talim-ul Islam” de Rabwah. También falleció recientemente. Tras su jubilación se trasladó a Canadá, donde ha muerto:

[¡Verdaderamente a Dios pertenecemos y a Él volveremos!].

Le sobreviven su esposa, tres hijos y dos hijas.

Su hijo Mazhar Majeed dice:

“Mi padre poseía muchas grandes cualidades. Era muy humilde y llevaba una vida muy sencilla. Mi madre me cuenta que, desde que se casaron hasta su fallecimiento, encontró que era una persona extremadamente virtuosa. Unos años después de casarse, un día, estaba llorando mientras rezaba en voz alta. Cuando terminó su oración, ella le preguntó por qué rezaba y respondió: ‘Es mi deseo dedicar mi vida y servir como profesor en el instituto ‘Talim-ul Islam’ de Rabwah (antes estaba en otro lugar de su zona). Así que he estado rezando para que Al’lah cumpla mi deseo y asimismo haga que mi esposa esté de acuerdo con esto, y le conceda satisfacción a su corazón’.”

En cualquier caso, su esposa le aconsejó:

“Debes escribir inmediatamente a Jalifatul Masih solicitando convertirte en un devoto vitalicio”.

Por la gracia de Dios Altísimo escribió la solicitud para convertirse en devoto -esto fue durante la época del Jalifatul Masih II (ra)- y este aprobó la petición, tras lo cual se trasladó a Rabwah.

Y continúa diciendo:

“Cada mes, cuando mi padre recibía su paga, lo primero que hacía era visitar al secretario de finanzas para ofrecer sus contribuciones económicas. Luego, cogía lo que quedaba y se lo daba a mi madre. Una vez se trasladó a Rabwah, vivió en circunstancias muy difíciles, aunque nunca se quejó. Jamás expresó su deseo por las cosas mundanas o materiales. Siempre nos aconsejaba a los hermanos que ofreciéramos las oraciones a tiempo y que permaneciéramos apegados a la Yamat y al Jalifato”.

En aquella época, las circunstancias financieras de la Comunidad no eran muy buenas y había grandes dificultades, a pesar de lo cual vivió con gran paciencia. Él daba clases en la época en que yo estaba en la escuela y yo mismo lo observé. [Por lo tanto], estas cosas no son solo algo que su hijo menciona para alabar a su padre, [porque] sin duda poseía esas cualidades virtuosas.

Además impresionó a los no-áhmadis, [ya que] en 1985, cuando el gobierno lo promocionó, o quizá fuese en 1973 o incluso después de 1974, cuando se nacionalizó la escuela, él decidió quedarse en ella. Pasó algún tiempo en el instituto y más tarde, en 1985, fue ascendido y enviado como director del “Islamiyyah High School” de Bhera. El subdirector era el imam de la mezquita Yami y parecía que se opondría a él por ser áhmadi; sin embargo, debido a su buen carácter, le respetaba mucho y era muy cortés con él.

[Por otro lado], alguien contó que:

“Un día, le oí decir a los otros maestros que: ‘A pesar de ser un qadiani [termino peyorativo que algunos usan para referirse a los musulmanes áhmadis], es una persona muy virtuosa’.”

Así es como hizo una predicación silenciosa tal que incluso impactó a aquellos que se le oponían.

Sus alumnos venían a menudo a visitarle y le decían: “Antes éramos alumnos tuyos”. Aunque solía sentirse más orgulloso y recordaba [más] a aquellos alumnos que llegaron a dedicar su vida por amor a Dios. [Así], él decía muy felizmente que tal o cual devoto de por vida solía ser su estudiante. [En definitiva], tenía mucho honor y respeto por los consagrados de por vida.

¡Que Al’lah conceda al difunto Su perdón y Su misericordia, eleve su posición [espiritual] y permita a sus hijos continuar el legado de sus virtudes!

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta`awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que había estado mencionando incidentes relacionados con la Batalla de Uhud.

La Interpretación del Santo Profeta (sa) del Sueño sobre la Batalla

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashiruddin Mahmud Ahmad (ra), el Segundo Califa que escribió sobre los factores que condujeron a la Batalla de Uhud, derivados de la derrota sufrida por los de La Meca y Badr. Al enterarse de que los de La Meca habían preparado un ejército de unos 3,000 soldados, el Santo Profeta (sa) consultó en Medina qué debía hacerse. La opinión del Santo Profeta (sa) era que debían permanecer en Medina y resistir cualquier ataque desde allí. Sin embargo, los jóvenes que no habían participado en la Batalla de Badr estaban ansiosos por salir a luchar, por lo que recomendaron que el ejército musulmán abandonara Medina y se enfrentara al ejército de La Meca en el campo de batalla. El Santo Profeta (sa) también relató un sueño en el que veía cómo sacrificaban una vaca, lo que interpretó como que algunos de sus Compañeros serían martirizados. También vio cómo se rompía la punta de su espada, lo que interpretó como una pérdida para sus allegados o que él mismo sufriría algún daño. El Santo Profeta (sa) también vio que ponía su mano en una armadura, lo que interpretó como que sería mejor para ellos permanecer en Medina. Sin embargo, como la explicación de este sueño no había sido revelada y era la propia interpretación del Santo Profeta (sa), aceptó la opinión de la mayoría y accedió a partir de Medina con el ejército musulmán.

Su Santidad (aba) presentó una cita del Mesías Prometido (as) en la que explicaba que, a menudo, los profetas ven sueños o visiones que aparentemente parecen ser una cosa, pero que en realidad son indicativos de otra. Otro ejemplo sería el del Santo Profeta (sa), que aparentemente vio en un sueño que llevaba dos brazaletes de oro que en realidad se referían a dos falsos pretendientes a la profecía. Por lo tanto, no está fuera de lo común que los profetas utilicen similitudes o lenguaje metafórico.

Consejos del Santo Profeta (sa) y preparación para la batalla

Su Santidad (aba) dijo que antes de partir, el Santo Profeta (sa) aconsejó a los compañeros que si se mantenían pacientes, alcanzarían la victoria. Después, el Santo Profeta (sa) ordenó a los musulmanes que se prepararan para la batalla, y el Santo Profeta (sa) también hizo sus preparativos. Cuando el Santo Profeta (sa) salió vistiendo dos capas de armadura, con su espada colgada a la espalda. El Santo Profeta (sa) montaba su caballo llamado Saqab. Al salir de su casa, el Santo Profeta (sa) fue informado de que Malik bin Amr Nayari había fallecido. Por lo tanto, antes de partir para Uhud, el Santo Profeta (sa) dirigió su oración fúnebre.

Consulta y Decisión para la Batalla

Su Santidad (aba) dijo que antes de partir, la gente se dirigió al Santo Profeta (sa) y le dijo que su intención no había sido oponerse a su opinión, y que si él consideraba que debían permanecer en Medina, entonces permanecerían en Medina. El Santo Profeta (sa) respondió que no correspondía a un profeta quitarse la armadura hasta que Dios hubiera decidido entre él y el enemigo, en otras palabras, hasta que hubiera una batalla.

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) que escribe,

El Santo Profeta (sa) se retiró a su residencia, donde se ató el turbante, se puso su equipo y tomó sus armas con la ayuda de Hazrat Abu Bakr (ra) y Hazrat ‘Umar (ra), y salió en el nombre de Al’lah. Sin embargo, durante este tiempo, debido a la amonestación de Sa’d bin Mu’adh (ra), jefe de la tribu Aus y otros compañeros prominentes, el grupo de jóvenes comenzó a darse cuenta de su error; en el sentido de que no deberían haber insistido en su propia opinión en oposición a la opinión del Mensajero de Dios, y la mayoría de ellos estaban ahora inclinados al remordimiento.

Cuando estas personas vieron al Santo Profeta (sa) venir con sus armas, vestido con el doble de armadura, y su casco, etc., su arrepentimiento creció aún más. Casi unánimemente afirmaron: “¡Oh Mensajero de Al’lah! Hemos cometido un error al insistir en nuestro punto de vista por encima del suyo. Debe emplear la estrategia que considere más apropiada. Si Dios quiere, será de lo más bendito”. El Santo Profeta (sa) dijo,

“No es propio de un Profeta de Dios ponerse las armas y luego bajarlas antes de que Dios emita un veredicto”. Así que salgan ahora, en el nombre de Al’lah y si son firmes, estén seguros de que el socorro de Al’lah el Exaltado estará con ustedes”‘.

(La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 2, pp. 324-325)

Las Tres Banderas de los Musulmanes

Su Santidad (aba) dijo que el Santo Profeta (sa) tenía tres banderas preparadas; una fue entregada a Usaid bin Hudair (ra), otra fue entregada a Habbad bin Mundhir (ra) y la tercera fue entregada a Hazrat Ali (ra). El Santo Profeta (sa) montó en su caballo y partió. Está registrado que ese día los musulmanes tenían dos caballos, uno perteneciente al Santo Profeta (sa) y el otro perteneciente a Hazrat Burdhah (ra). Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) quien escribe,

‘Después de esto, el Santo Profeta (sa) ordenó que se prepararan tres banderas para el ejército musulmán. La bandera de la tribu Aus fue confiada a Usaid bin Al-Hudair (ra), la bandera de la tribu Khazraj fue confiada a Habbab bin Mundhir (ra), y la bandera de los Muhayirin fue confiada a Hazrat ‘Ali (ra). Luego, después de nombrar a ‘Abdul’lah bin Ummi Maktum (ra) como el Imamus-Salat en Medina y observar el ‘Asr Salat, el Santo Profeta (sa) partió de Medina con una gran comunidad de compañeros. Los jefes de la tribu Aus y Khazraj, Sa’d bin Mu’adh (ra) y Sa’d bin ‘Ubadah (ra) se adelantaron, corriendo lentamente, justo delante de la montura del Santo Profeta (sa), y el resto de los compañeros se adelantaron, posicionados a la derecha, izquierda y detrás del Santo Profeta (sa)’.

(La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 2, pp. 324-325)

La pasión de los jóvenes por unirse al ejército musulmán

Su Santidad (aba) dijo que al llegar a un lugar llamado Shaikhain, el Santo Profeta (sa) se detenía para inspeccionar al ejército. Si el Santo Profeta (sa) determinaba que alguien era menor de 14 o 15 años, lo enviaba de vuelta a Medina. Se sabe que 17 de estos jóvenes fueron enviados de vuelta. Uno de los jóvenes se llamaba Rafi, y se señaló al Santo Profeta (sa) que era un hábil arquero, por lo que el Santo Profeta (sa) le permitió permanecer con el ejército. Sin embargo, Samurah, otro joven, habló diciendo que él era más fuerte que Rafi. El Santo Profeta (sa) dijo que los dos deberían tener un combate de lucha libre, y así lo hicieron, en el que Samurah salió victorioso. Como resultado, el Santo Profeta (sa) permitió que tanto Rafi como Samuarh permanecieran con el ejército musulmán.

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) quien escribe,

La montaña de Uhud está situada a unos cinco kilómetros al norte de Medina. A mitad de camino, en un lugar conocido como ‘Shaikhain’, el Santo Profeta (sa) se detuvo y ordenó una inspección del ejército musulmán. Los menores que se habían acercado en su afán por participar en la Yihad fueron devueltos. En consecuencia, ‘Abdul’lah bin ‘Umar (ra), Usamah bin Zaid (ra) y Abu Sa’id Khudri (ra), entre otros, fueron enviados de vuelta. Rafi’ bin Khadij (ra) también tenía la misma edad que estos niños, pero poseía una gran habilidad en el tiro con arco. Debido a esta cualidad suya, su padre intercedió por él ante el Santo Profeta (sa) para que se le permitiera participar en esta Yihad. Cuando el Santo Profeta (sa) levantó la vista hacia Rafi’, éste se puso en posición de firmes en posición de firmes a semejanza de los guerreros, para que pareciera fuerte y alto. El plan tuvo éxito y el Santo Profeta (sa) le concedió permiso para cabalgar. Ante esto, otro niño llamado Samurah bin Yundub (ra), a quien se le había ordenado regresar, fue a ver a su padre y le dijo: “Si a Rafi’ se le ha concedido permiso, entonces a mí también se me debería permitir, porque soy más fuerte que Rafi’ y puedo derrotarlo en un combate de lucha libre.” El padre se alegró mucho de la sinceridad de su hijo; padre e hijo se presentaron ante el Santo Profeta (sa) y el padre expuso el deseo de su hijo. El Santo Profeta (sa) sonrió y dijo: “Muy bien entonces, que Rafi’ y Samurah luchen entre sí, para que podamos determinar quién es el más fuerte de los dos”. Así tuvo lugar la competición; Samurah (ra) agarró a Rafi’ (ra) y lo tiró al suelo en un instante. El Santo Profeta (sa) concedió permiso a Samurah (ra) para venir también y este inocente niño estaba encantado. Ahora que había llegado la noche, Bilal (ra) llamó al Adhan, y todos los compañeros ofrecieron su Salat detrás del Santo Profeta (sa). Luego, los musulmanes acamparon para pasar la noche en este mismo lugar. El Santo Profeta (sa) designó a Muhammad bin Maslamah (ra) para organizar la seguridad durante la noche; junto a un grupo de cincuenta compañeros rodeó al ejército musulmán y montó guardia durante toda la noche”.

(La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 2, pp. 325-326)

El Jefe de los Hipócritas Traicionó a los Musulmanes

Su Santidad (aba) además citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) quien escribe,

Al día siguiente, el 15 de Shawwal 3 D.H. o el 31 de Marzo de 624 A.D. el Sábado, antes del amanecer, el ejército Musulmán marchó hacia adelante y ofreciendo su Salat en el camino, alcanzó el pie del monte Uhud al comienzo de la mañana. Fue en esta ocasión que el malvado ‘Abdul’lah bin Ubayy bin Sulul, jefe de los hipócritas traicionó a los musulmanes, y separándose junto con 300 seguidores, regresó a Medina diciendo: “Muhammad (sa) no prestó atención a mis consejos, y siendo influenciado por jóvenes inexpertos ha salido de Medina. Por lo tanto, no puedo quedarme con él y luchar”. Algunos le amonestaron por su propia cuenta, diciendo que tal traición estaba fuera de lugar, pero él no quiso, y continuó replicando: “Si esto fuera una batalla yo también habría participado, pero esto no es una batalla, es un suicidio.” Ahora todo lo que quedaba del ejército musulmán eran 700 almas, que era incluso menos de una cuarta parte de los 3,000 guerreros de los Quraish. Además, en lo que respecta a las monturas y el equipo de guerra, el ejército musulmán era muy débil e insignificante en comparación con el ejército de Quraish. El ejército musulmán sólo contaba con cien hombres vestidos con cota de malla y escasos dos caballos. En comparación, el ejército incrédulo contaba con 700 hombres vestidos con cota de malla, 200 caballos y 3,000 camellos. En este estado de debilidad, que era fuertemente sentido por los musulmanes, la traición de los 300 hombres de ‘Abdul’lah bin Ubayy, había creado un estado de inquietud y ansiedad en los corazones de varios musulmanes de corazón débil, algunos de los cuales comenzaron a perder el valor. Por lo tanto, como se menciona en el Sagrado Corán, en este mismo estado de angustia y ansiedad, dos tribus de entre los musulmanes, los Banu Harithah y Banu Salamah, incluso habían planeado regresar a Medina, pero como sus corazones todavía poseían la luz de la fe, se las arreglaron para serenarse. En cuanto a los medios aparentes, incluso cuando la muerte los miraba fijamente a los ojos, no se apartaron del lado de su Maestro”.

(La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 2, pp. 326-327)

El Santo Profeta (sa) se dirige a los musulmanes en la montaña de Uhud

Su Santidad (aba) dijo que al llegar a Uhud, el Santo Profeta (sa) dispuso el ejército de tal manera que la montaña de Uhud estaba hacia la retaguardia y los musulmanes miraban en dirección a Medina. En esta ocasión, el Santo Profeta (sa) se dirigió a los musulmanes mientras acechaban a los de La Meca. Después de dirigir la oración de la mañana, el Santo Profeta (sa) instó a los musulmanes a adherirse a los mandamientos revelados por Dios y abstenerse de lo que Él ha prohibido. Ordenó a los musulmanes que fueran pacientes en la misión que habían emprendido. También instruyó que debían adherirse a todo lo que Él ordenara y que no debía haber desobediencia. Quien se abstiene de lo prohibido sólo por amor a Dios, sus pecados le serán perdonados. Quien envía saludos al Santo Profeta (sa) una vez, los ángeles le enviarán saludos diez veces. En esencia, el Santo Profeta (sa) proporcionó una guía completa a los musulmanes. El Santo Profeta (sa) dijo que un creyente es como la cabeza de un cuerpo; si la cabeza tiene dolor, todo el cuerpo lo siente. Su Santidad (aba) dijo que si los musulmanes de hoy se dieran cuenta de esto, sus oponentes no se atreverían a atacarlos de ninguna manera.

Su Santidad (aba) dijo que seguiría mencionando estos detalles en el futuro.

Llamamiento a la oración por los palestinos y a una solución que ponga fin a estas crueldades

Su Santidad (aba) instó de nuevo a seguir rezando por los palestinos. En los últimos días, tras el fin de la pausa en los combates, está ocurriendo exactamente lo que se esperaba. El gobierno israelí está bombardeando y atacando cada parte de Gaza con una fuerza aún mayor que antes. Más niños inocentes están siendo martirizados. Ahora, incluso un representante judío del Congreso de Estados Unidos ha dicho que ya es suficiente y que Estados Unidos debe desempeñar su papel para poner fin a esta situación. El Presidente de los Estados Unidos también está diciendo en términos ocultos que este tiroteo debe terminar y que está teniendo lugar en el Norte y en el Sur simultáneamente. Antes se decía que no se haría nada en el Sur, pero ahora también hay ataques allí. No debemos cometer el error de pensar que las palabras del presidente estadounidense no son el resultado de ningún tipo de compasión por la humanidad, sino que estas palabras son para su propio beneficio, ya que se acercan las elecciones en Estados Unidos, y la población más joven está pidiendo un alto el fuego, al igual que los estadounidenses musulmanes. De ahí que todo esto se haga para ganar votos, de lo contrario no hay compasión por los palestinos ni por los musulmanes.

Su Santidad (aba) dijo que las voces de los países musulmanes están empezando a ganar algo de fuerza, sin embargo, hasta que no se unan y pidan un alto el fuego, no habrá ningún beneficio. Que Al’lah establezca la unidad entre los musulmanes.

Su Santidad (aba) dijo que el mundo no musulmán sabe que no hay unidad en el mundo musulmán, sino que los musulmanes se están matando entre sí. Miles de niños y personas inocentes mueren a manos de musulmanes. Esto anima a los no musulmanes, que piensan que está bien infligir crueldades a los musulmanes, ya que ellos se infligen crueldades a sí mismos. Si los musulmanes no se preocupan por la vida de los musulmanes, ¿por qué iba a hacerlo el enemigo? Dios ha advertido estrictamente en el Corán contra el hecho de quitar la vida a otros musulmanes, y ha condenado al infierno al musulmán que lo haga. Su Santidad (aba) rezó para que los musulmanes se unan y se conviertan en un medio para acabar con la injusticia en lugar de luchar entre ellos.

Su Santidad (aba) dijo que la ONU ha intentado alzar la voz, pero ¿quién les escucha? Dicen que harán esto y lo otro, pero no pueden hacer nada porque no hay nadie que les escuche. Las grandes potencias ejercen sus derechos. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah tenga piedad de los musulmanes.

Su Santidad (aba) dijo que, para acabar con estas crueldades, debemos rezar al tiempo que pedimos a los políticos que alcen la voz para poner fin a estas injusticias. Del mismo modo, debemos transmitir el mismo mensaje entre nuestros contactos. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah salve a los inocentes de las injusticias.

Oraciones fúnebres

Su Santidad (aba) dijo que dirigiría las oraciones fúnebres en ausencia de los siguientes:

Masooda Begum

Masooda Begum esposa del difunto Abdul Hakim Akmal que era misionero. Era nieta de compañeros del Mesías Prometido (as). Sirvió junto a su marido durante mucho tiempo en Holanda. Debido a que su marido fue destinado a servir fuera del país, pasó un total de 15 años lejos de él. Fue la primera Presidenta Nacional de la Asociación de Mujeres Musulmanas Ahmadías de Holanda. Poseía muchas cualidades virtuosas. Le sobreviven tres hijos y una hija, todos los cuales sirven a la comunidad de una forma u otra. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le conceda el perdón y la misericordia y permita a sus hijos continuar el legado de sus virtudes.

Maestro Abdul Mayid

El maestro Abdul Mayid, consagrado, fue profesor en el Talimul Islam College (Colegio Talimul Islam). Tras su jubilación, se trasladó a Canadá, donde residía hasta ahora. Le sobreviven su esposa, tres hijos y dos hijas. Poseía grandes cualidades. Tenía una personalidad angelical, como atestigua su esposa. Deseaba ardientemente dedicar su vida al servicio del Islam y rezaba mucho por ello. Siempre ofrecía contribuciones financieras antes de gastar en cualquier otra cosa. Enseñó a sus hijos a ofrecer las oraciones a tiempo y a mantener una relación con el Califa. Su Santidad (aba) dijo que fue alumno cuando era profesor, y dio fe de que todas las virtudes que describió su hijo existían realmente en él. También tuvo un profundo impacto en los no ahmadíes, que le respetaban mucho a pesar de ser ahmadí. Siempre se sintió muy orgulloso de sus alumnos, que se convirtieron en devotos de la vida. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le conceda el perdón y la misericordia, eleve su posición y permita a sus hijos continuar el legado de sus virtudes.

Resumen preparado por The Review of Religions

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