44. La caída de Jaibar
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
Capítulos
  1. 0. Prefacio
  2. 1. Arabia en la época del nacimiento del Profeta
  3. 2. El matrimonio del Santo Profeta con Jadiyya
  4. 3. El Profeta recibe su primera revelación
  5. 4. Los primeros conversos
  6. 5. La persecución de los fieles
  7. 6. El mensaje del Islam
  8. 7. La emigración a Abisinia
  9. 8. ‘Umar acepta el Islam
  10. 9. La persecución se intensifica
  11. 10. El viaje del profeta a Ta’if
  12. 11. El Islam se extiende a Medina
  13. 12. El primer juramento de ‘Aqaba
  14. 13. La Hégira
  15. 14. Suraqa persigue al Profeta
  16. 15. El Profeta llega a Medina
  17. 16. Abu Ayyub Ansari anfitrión del Profeta
  18. 17. La vida en Medina se vuelve insegura
  19. 18. El pacto entre diversas tribus de Medina
  20. 19. Los Mequíes se preparan para atacar Medina
  21. 20. La batalla de Badr
  22. 21. Se cumple una gran profecía
  23. 22. La batalla de Uhud
  24. 23. La victoria se convierte en derrota
  25. 24. Los rumores de la muerte del Profeta llegan a Medina
  26. 25. El enfrentamiento con los Banu Mustaliq
  27. 26. La batalla de la fosa
  28. 27. Una lucha muy desigual
  29. 28. La traición de los Banu Quraiza
  30. 29. Los confederados se dispersan
  31. 30. El castigo de los Banu Quraiza
  32. 31. El juicio de Sa’d inspirado en la Biblia
  33. 32. ¿Deseaba el Profeta continuar la guerra?
  34. 33. Enseñanzas del Judaísmo y Cristianismo sobre la guerra
  35. 34. La enseñanza del Corán respecto a la guerra y la paz
  36. 35. Los preceptos del Profeta respecto a la guerra
  37. 36. Ataques esporádicos de los incrédulos
  38. 37. El Profeta parte a la Meca con mil quinientos compañeros
  39. 38. El tratado de Hudaibiya
  40. 39. Las cartas del Profeta a varios reyes
  41. 40. Carta al rey de Persia
  42. 41. La carta al Negus
  43. 42. Carta al jefe del estado Egipcio
  44. 43. Carta al jefe del Bahrein
  45. 44. La caída de Jaibar
  46. 45. Se cumple la visión del Profeta
  47. 46. La batalla de Mauta
  48. 47. el profeta parte hacia la meca con diez mil fieles
  49. 48. La derrota de la Meca
  50. 49. El Profeta entra en la Meca
  51. 50. La Ka’ba, libre de ídolos
  52. 51. El Profeta perdona a sus enemigos
  53. 52. ‘Ikrima se hace musulmán
  54. 53. La batalla de Hunain
  55. 54. “el profeta de dios os llama”
  56. 55. Un enemigo jurado se convierte en seguidor devoto
  57. 56. El Profeta distribuye el botín
  58. 57. Las maquinaciones de Abu ‘Amir
  59. 58. La expedición de Tabuk
  60. 59. El último peregrinaje
  61. 60. El Profeta hace alusión a su fallecimiento
  62. 61. Los últimos días del Profeta
  63. 62. El Profeta fallece
  64. 63. La personalidad y el carácter del Profeta
  65. 64. La pureza del alma y la limpieza del Profeta
  66. 65. La vida sencilla del Santo Profeta
  67. 66. Su relación con Dios
  68. 67. Su desaprobación de la penitencia
  69. 68. Su actitud hacia sus esposas
  70. 69. Elevadas cualidades morales
  71. 70. Su templanza
  72. 71. Justicia y equidad
  73. 72. Su consideración por los pobres
  74. 73. La protección de los intereses de los pobres
  75. 74. El trato a los esclavos
  76. 75. El trato a las mujeres
  77. 76. Su actitud hacia los difuntos
  78. 77. El trato a los vecinos
  79. 78. El trato a los parientes
  80. 79. La buena compañía
  81. 80. La protección de la fe
  82. 81. El perdón de las faltas ajenas
  83. 82. Paciencia ante la adversidad
  84. 83. La cooperación mutua
  85. 84. La sinceridad
  86. 85. La curiosidad inapropiada
  87. 86. La integridad y la honradez en las transacciones
  88. 87. El pesimismo
  89. 88. La crueldad con los animales
  90. 89. Tolerancia en cuestiones de religión
  91. 90. Valentía
  92. 91. Consideración con los incultos
  93. 92. El cumplimiento de los pactos
  94. 93. El respeto a los servidores de la humanidad
  95. 94. La vida del Profeta es un libro abierto
  96. 95. Notas
  97. 96. Sobre el autor
  98. 97. Índice de Temas
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Como ya hemos señalado, los judíos y otros enemigos del Islam se ocupaban ahora de incitar a las tribus en contra de los musulmanes. Estaban convencidos de que Arabia no podía resistir por mucho tiempo la creciente influencia del Islam, y que las tribus árabes eran ya incapaces de atacar Medina. Los judíos, por lo tanto, empezaron a conspirar con las tribus cristianas instaladas en la frontera meridional del Imperio romano. Al mismo tiempo, comenzaron a escribir contra el Profeta(sa) a sus correligionarios en Iraq. Mediante una propaganda maliciosa efectuada por correspondencia, intentaron incitar al Cosroes de Persia. Como resultado de estas maquinaciones, el Cosroes se volvió contra el Islam y envió órdenes al Gobernador del Yemen para detener al Profeta(sa). Gracias a la intervención divina y mediante la gracia de Dios, el Profeta(sa) permaneció a salvo, y el perverso plan del Emperador de Persia se vio frustrado. Es evidente que de no haber sido por la ayuda divina que recibió el Profeta(sa) a lo largo de su vida, el movimiento del Islam hubiera sido ahogado en sus comienzos, por la hostilidad y la oposición de los Emperadores de Persia y Roma. Cuando el Cosroes ordenó la detención del Profeta(sa), el Emperador fue depuesto y asesinado por su hijo antes de que se pudiera ejecutar la orden, que fue anulada por el nuevo Emperador. A los oficiales yemeníes les impresionó este milagro; la provincia del Yemen pronto se integró en el Imperio musulmán. Las intrigas constantes de los judíos contra los musulmanes y contra la ciudad de Medina hacían necesario alejarles más de Medina. Si se les hubiera permitido seguir viviendo cerca, sus tramas habrían dado lugar, sin duda alguna, a un derramamiento de sangre y de violencia cada vez mayor. Al volver de Hudaibiya, el Profeta(sa) esperó durante cinco meses y después decidió expulsarles de Jaibar. Jaibar estaba a poca distancia de Medina y desde allí los judíos conspiraban con facilidad. Con esta finalidad, el Profeta(sa) emprendió (durante el mes de agosto del año 628) una marcha sobre Jaibar, acompañado de mil seiscientos hombres. Jaibar, como ya hemos señalado, era una ciudad bien protegida. Estaba rodeada por todos lados por grandes rocas encima de las cuales se encontraban pequeñas fortalezas. Conquistar tal sitio con una fuerza tan reducida no era una tarea fácil.

Los pequeños puestos situados alrededor de la ciudad cayeron sin ofrecer gran resistencia. Pero cuando los judíos se concentraron en la fortaleza central de la ciudad, todos los ataques lanzados sobre ella y todas las estrategias empleadas para tomarla, fracasaron. Un día, el Profeta(sa) recibió una revelación anunciándole que Jaibar caería en manos de Ali. La mañana siguiente, el Profeta(sa) anunció esto a sus seguidores, diciendo: “Hoy entrego la bandera negra del Islam al que es querido por Dios, por su Profeta(sa) y por todos los musulmanes. Dios ha dispuesto que nuestra victoria en Jaibar se obtenga a través suya”. Al día siguiente mandó traer a ‘Ali y le entregó la bandera. ‘Ali no perdió tiempo. Reunió a sus hombres y atacó la fortaleza central. A pesar de que los judíos habían concentrado sus fuerzas dentro de la fortaleza, ‘Ali y su división pudieron tomarla antes del anochecer. Se firmó un tratado de paz. Las condiciones impuestas fueron que todos los judíos, sus esposas e hijos, abandonarían Jaibar y se instalarían en algún lugar lejos de Medina. Su propiedad y sus bienes pasarían a manos de los musulmanes. El que intentara ocultar su propiedad o sus bienes o intentara engañar a los musulmanes a este respecto, no gozaría de la protección del tratado, sino que recibiría el castigo prescrito por incumplimiento.

Durante el sitio de Jaibar, tuvieron lugar tres incidentes interesantes. Uno de ellos constituye una Señal de Dios y dos nos proporcionan una perspectiva del elevado carácter moral del Profeta(sa).

Una viuda de Kinana, que era uno de los jefes de Jaibar, se casó con el Profeta(sa). El Profeta(sa) vio que tenía en su cara la marca de una mano. “¿Qué te ha pasado en la cara, Safiyya?”, preguntó el Profeta(sa).

“Sucedió así”, dijo Safiyya. “En un sueño, vi que la luna cayó en mi regazo. Conté el sueño a mi marido. Apenas hube terminado cuando mi marido me dio una bofetada, y me dijo: “Tú te quieres casar con el Rey de Arabia” (Hisham). La luna era el emblema nacional de Arabia. La luna en el regazo significaba una relación íntima con el Rey de Arabia. Una luna partida o que caía significaba conflictos dentro del estado árabe, o bien su destrucción total.

El sueño de Safiyya era un signo de la verdad del Santo Profeta(sa). También es prueba de que Dios revela el futuro a sus siervos a través de los sueños. Los creyentes gozan de mayor gracia a este respecto que los incrédulos. Safiyya era judía cuando tuvo este sueño. Su marido murió en el sitio de Jaibar. El asedio fue el castigo recibido por el incumplimiento de los judíos de su palabra. Safiyya fue tomada prisionera y en la distribución de prisioneros fue dada a un Compañero. Cuando se descubrió que era la viuda de un jefe, se consideró que sería más apropiado para su rango vivir con el Profeta(sa). El Profeta(sa), sin embargo, eligió concederle el estatus de esposa y ella consintió. De este modo se cumplió su sueño.

Tuvieron lugar otros dos incidentes. Uno está relacionado con un pastor que cuidaba las ovejas de un jefe judío. Este pastor se hizo musulmán. Tras su conversación, dijo al Profeta(sa): “¿Qué debo hacer con los rebaños de mi antiguo amo?”.

“Dirige la cabeza de los animales hacia Jaibar y dales un empujón en esa dirección. Dios los llevará a su amo”, respondió el Profeta(sa). El pastor hizo lo que se le había mandado, y el rebaño llegó a la fortaleza. Fue recogido por los centinelas (Hisham, Vol. 2, pág. 191). El incidente demuestra la importancia que el Profeta(sa) concedía a la cuestión de los derechos individuales y la obligación de todos los hombres a cumplir con sus compromisos. En la guerra, los bienes de los vencidos son apropiados, justamente, por los vencedores. La nuestra es una edad civilizada y culta, pero ¿acaso podemos encontrar algo parecido? ¿Ha sucedido alguna vez que los bienes abandonados por un enemigo derrotado le fueran devueltos por los vencedores? En este caso, el rebaño pertenecía a uno de los combatientes del ejército enemigo. La devolución al adversario de los animales significaba la entrega de alimentos que le servirían durante varios meses. Con ellos, el enemigo podría resistir el asedio durante mucho más tiempo. Y sin embargo, el Profeta(sa) mandó devolver los animales, para inculcar al nuevo converso la importancia de cumplir con las obligaciones.

El tercer incidente está relacionado con una mujer judía que intentó envenenar al Profeta(sa). Preguntó a sus Compañeros qué parte del animal prefería comer el Profeta(sa). Le dijeron que prefería la paletilla del cordero o de la cabra. La mujer mató una cabra y preparó chuletas sobre piedras calientes. Añadió un veneno mortal, que aplicó encima de los trozos cortados de la paletilla, pensando que serían de la elección del Profeta(sa).

El Profeta(sa) regresaba a su tienda tras celebrar las oraciones vespertinas en congregación. Vio a la mujer esperándole cerca de su tienda, y preguntó: “¿Puedo hacer algo por ti?”.

“Sí, Abu’l Qasim, puedes aceptar un regalo mío”. El Profeta(sa) pidió a un Compañero que tomara lo que la mujer había traído. Cuando se sentó a cenar, se puso delante suyo este regalo de carne asada. El Profeta(sa) tomó un trozo. Un Compañero, Bishr ibn al-Bara’ ibn al-Ma’rur, tomó otro. Los demás Compañeros presentes también extendieron las manos para tomar la carne. Pero el Profeta(sa) se lo impidió, diciendo que temía que la carne estuviera envenenada. Bishr dijo que había pensado lo mismo. Hubiera querido tirar la carne, pero no quería molestar al Profeta(sa). “Al ver que tú cogías la carne”, dijo, yo también la tomé. Pero pronto empecé a lamentar que tú la hubieras tomado”. Poco después, Bishr se puso enfermo y según algunos relatos, murió inmediatamente. Otras fuentes afirman que murió tras enfermar durante un cierto tiempo. El Profeta(sa) mandó traer a la mujer y le preguntó si había envenenado la carne. La mujer le preguntó a su vez cómo lo había descubierto. El Profeta(sa) tenía todavía un pedazo de carne en la mano, y dijo: “La mano me lo dijo” – lo que significaba que lo pudo adivinar por el gusto que tenía – y la mujer confesó lo que había hecho.

“¿Por qué lo hiciste?” preguntó el Profeta(sa).

“Mi gente estaba en guerra contra ti y murieron varios familiares míos. Decidí envenenarte, pensando que si eras impostor, morirías y estaríamos a salvo, pero si eras Profeta(sa), Dios te salvaría”.

Al oír su explicación, el Profeta(sa) perdonó a la mujer, a pesar de merecer la pena de muerte (Muslim). El Profeta(sa) estaba siempre dispuesto a perdonar y sólo castigaba cuando el castigo resultaba necesario, cuando temía que el culpable seguiría cometiendo delitos.

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