Se dice del Santo Profeta(sa) que su lenguaje era siempre puro y a diferencia de la gran mayoría de sus contemporáneos, no blasfemaba (Tirmidhi). Esto era excepcional en un árabe. No queremos dar a entender que los árabes en tiempos del Santo Profeta(sa) emplearan constantemente un lenguaje obsceno, pero no cabe duda de que puntualizaban sus frases con palabras malsonantes; una costumbre que aún hoy persiste. El Santo Profeta(sa), sin embargo, consideraba con tanta reverencia el nombre de Dios que nunca lo pronunciaba sin plena justificación.
Prestaba una atención especial, incluso meticulosa, a la higiene personal. Se limpiaba los dientes varias veces al día, y se atenía tanto a esta práctica, que solía decir que si no fuera por temor a que tal ordenanza resultara onerosa, obligaría a los musulmanes a limpiarse los dientes antes de cada una de las cinco oraciones diarias. Siempre se lavaba las manos antes y después de cada comida, y después de comer un alimento cocido siempre se enjuagaba la boca y consideraba que todos aquellos que habían comido alimentos cocidos debían enjuagarse la boca antes de participar en las oraciones. (Bujari).
En la administración del Islam, la mezquita es el único lugar prescrito para las reuniones de los musulmanes. El Santo Profeta(sa), por tanto, subrayó particularmente la necesidad de mantener limpias las mezquitas, sobre todo cuando la gente se debía reunir allí. Había dado instrucciones de quemar incienso en las mezquitas para purificar el aire en tales ocasiones (Abu Dawud). También dijo que nadie debía entrar en la mezquita para una reunión después de haber comido algo susceptible de exhalar un mal olor. (Bujari).
El Profeta(sa) insistía en que las calles se mantuvieran limpias y libres de piedras y desperdicios de cualquier tipo, que pudieran dificultar el paso, o resultar ofensivos. Si él encontraba desperdicios en una calle, los retiraba, y solía decir que la persona que ayuda a mantener limpios los caminos y las calles gana un mérito especial ante los ojos de Dios. Según dicen, también ordenó que la vía pública no se utilizara de forma que obstaculizara el paso a los demás; que no se arrojaran basura o desechos de ningún tipo a la vía pública, y no se ensuciara de ninguna otra forma, ya que dichos actos desagradaban a Dios. También insistía en que los suministros de agua destinada al consumo humano se mantuvieran limpios y puros. Por ejemplo, prohibía que se arrojara en el agua estancada cualquier sustancia que pudiera contaminarla, o que se descuidara la utilización de los estanques de agua de manera que se ensuciaran (Bujari y Muslim, Kitab al-Birr Wa’l Sita).