La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Más incidentes de la “Batalla de Uhud” y varias apelaciones de plegarias

 

 

SERMÓN DEL VIERNES, 2 de FEBRERO de 2024.

Pronunciado en la MEZQUITA MUBARAK de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), expuso lo siguiente:

Con respecto a los incidentes relacionados con la “Batalla de Uhud”, presenté [algunos] ejemplos de los sacrificios de los Compañeros (ra) y su amor por el Santo Profeta Muhammad (sa).

[Pues bien], entre estos también se encuentran incidentes relacionados con la valentía de Hazrat Ali (ra):

En este sentido, con respecto a Hazrat Ali (ra), se menciona en una narración que en la “Batalla de Uhud”, cuando Ibn Qamiah martirizó a Hazrat Musab bin Umair (ra), pensó que [en realidad] había matado al Santo Profeta (sa). Por lo tanto, regresó con los qureish y dijo que había acabado con el Profeta (sa). [Presto], al caer mártir Hazrat Musab (ra) [portando la bandera], el Mensajero de Dios (sa) entregó el estandarte a Hazrat Ali (ra). A continuación, el resto de los musulmanes y [el propio] Hazrat Ali (ra) continuaron luchando; y este mató a los abanderados de los incrédulos, uno tras otro. [Luego], al ver un grupo de incrédulos, el Santo Profeta Muhammad (sa) ordenó a Hazrat Ali (ra) que lanzara un ataque contra ellos, [por lo que] Hazrat Ali (ra) mató a Amr bin Abdil’lah Yumahi y dispersó al resto. Acto seguido, el Santo Profeta (sa) le ordenó atacar a otro contingente de incrédulos. [Entretanto], Hazrat Ali (ra) acabó con Shaiba bin Malik y, ante esto, Hazrat Gabriel (as) exclamó: “¡Oh Mensajero  de Al’lah (sa), ciertamente merece compasión!”; es decir, proclamó eso en relación a Hazrat Ali (ra). Entonces, el Profeta (sa) respondió: “¡En efecto, Ali es de mí y yo soy de él!”; y a continuación, Hazrat Gabriel (as) contestó: [Pues] yo soy de los dos”.

[Respecto a esto, por su parte], los chiitas exageran mucho esta afirmación.

[El propio] Hazrat Ali (ra) relata que:

“Durante la ‘Batalla de Uhud’, cuando la gente se separó del Mensajero (sa), comencé a buscar entre aquellos que habían sido martirizados y no pude encontrar al Santo Profeta Muhammad (sa) entre ellos. [Así pues], en ese momento dije: ¡Por Dios, el Santo Profeta (sa) no es alguien que fuese a huir, pero tampoco lo encontré entre los mártires! Sin embargo, Al’lah se disgustó con nosotros y [más tarde] hizo que apareciera Su Profeta (sa). Por eso, lo único bueno que me quedaba en ese instante era luchar hasta que me matasen y [rápidamente] rompí la vaina de mi espada y ataqué a los incrédulos; y cuando estaban esparcidos aquí y allá vi al Mensajero de Dios (sa) entre ellos”.

[Sobre esto], Said bin Musayyib narra que durante la “Batalla de Uhud” Hazrat Ali (ra) sufrió 16 heridas.

[Por otra parte], al abordar el tema de que se encuentran tesoros de bendiciones después de experimentar dificultades, Hazrat Musleh Maud (ra) ha escrito lo siguiente:

“Al regresar de [la Batalla de] Uhud’, Hazrat Ali (ra) le entregó su espada a Hazrat Fátima (ra) y le dijo: ‘Lava esta espada porque hoy ha realizado grandes hazañas’. El Mensajero de Al’lah (sa) escuchó estas palabras de Hazrat Ali (ra) y declaró: ‘¡Ali, no fue solo tu espada la que lo hizo, pues también hay muchos de tus hermanos cuyas espadas hicieron maravillas!’. [Entonces, el Santo Profeta Muhammad (sa) nombró a seis o siete Compañeros [ra] y exclamó: ‘¡Sus espadas no estaban menos afiladas que la tuya!’.”

Asimismo se menciona a Hazrat Abu Talha Ansari (ra).

[Sobre él], Hazrat Anas (ra) cuenta que:

“El día de la Batalla de Uhud’, la gente sufrió una derrota y fue separada del Santo Profeta (sa), aunque Hazrat Abu Talha [ra] estaba protegiendo al Mensajero (sa) poniendo su escudo frente a él; y [además] era un arquero fuerte y experimentado que solía mantener su arco fuerte y bien estirado. Ese día, rompió dos o tres arcos de flecha (o sea, tiraba con tanta fuerza de la cuerda que los mismos se rompían). [Entretanto], si alguien (de entre los Compañeros [ra]) pasaba con una aljaba llena de flechas, el Profeta (sa) le decía: ‘Vacíala delante de Abu Talha’, (es decir, es un buen arquero, así que dale tus flechas). En ese momento, él estaba parado frente al Mensajero de Dios (sa)”.

Hazrat Anas (ra) continúa relatando:

“Cuando el Santo Profeta Muhammad (sa), levantando su cabeza, comenzó a ver [al enemigo], Abu Talha [ra] dijo: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah (sa), que mis padres sean sacrificados por ti! Por favor, no levantes la cabeza ni la hagas visible, no sea que una flecha del enemigo te alcance. ¡Que mi pecho sea sacrificado por el tuyo!’.”

Esta referencia ha sido tomada de una narración de “Sahih al-Bujari”.

[Por otro lado], Hazrat Anas bin Malik (ra) explica que Hazrat Abu Talha (ra) protegió al Santo Profeta (sa) con un solo escudo, [aunque también] era un excelente arquero y cada vez que disparaba flechas el Santo Profeta (sa) miraba para ver dónde impactaban.

Asimismo, se menciona el siguiente pareado que Hazrat Abu Talha (ra) recitó durante la “Batalla de Uhud”: “Mi rostro está ahí para proteger el tuyo y que mi vida sea sacrificada por la tuya”.

Respecto a Hazrat Abu Talha Ansari (ra), Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha escrito:

“En el curso de esa lluvia de flechas, Abu Talha Ansari (ra) rompió tres arcos, se mantuvo firme como una roca y cubrió el cuerpo del Profeta (sa) con su propio escudo”.

Luego se nombra a Hazrat Talha bin Ubeidul’lah (ra).

El Compañero anterior era un “Ansari”, mientras que este estaba entre los qureish. [Pues bien], el día de la “Batalla de Uhud”, [Hazrat Talha bin Ubeidul’lah (ra)] fue alcanzado en sus manos por [varias] flechas mientras protegía al Santo Profeta Muhammad (sa). [Esto significa que] Hazrat Talha [bin Ubeidul’lah] (ra) participó junto al Santo Profeta (sa) en la “Batalla de Uhud”. Él estuvo entre aquellos Compañeros (ra) que permanecieron firmes al lado del Mensajero de Dios (sa) y se comprometieron a sacrificar sus vidas, [tanto que] cuando Malik bin Zubair disparó una flecha al Profeta (sa), Hazrat Talha [bin Ubeidul’lah] (ra) protegió su rostro poniendo su mano en su trayectoria y esta alcanzó su dedo meñique, dejándolo incapacitado. [En todo caso], cuando la primera flecha le golpeó, emitió un sonido [algo así] como “si” por el dolor. [Entonces], el Santo Profeta Muhammad (sa) proclamó: “Si hubiera dicho ‘Bismil’lah’ [en el nombre de Al’lah], habría entrado en el Paraíso en un estado en el que la gente habría sido testigo de ello”.

Los detalles de este mismo incidente se encuentran en una narración de “Al-Sirat al-Halabiyyah”, [donde] Qais bin Abi Hazim afirma:

“El día de la ‘Batalla de Uhud’ vi el estado de la mano de Hazrat Talha bin Ubeidul’lah (ra), que resultó gravemente herido mientras protegía al Santo Profeta (sa)”.

En un relato, se dice que fue alcanzado por una lanza y fluyó tanta sangre que cayó inconsciente por la debilidad. [A continuación], Hazrat Abu Bakr (ra) le roció agua hasta que recuperó el conocimiento y, al volver en sí, inmediatamente preguntó si el Mensajero (sa) se encontraba bien, [a lo que] Hazrat Abu Bakr (ra) respondió diciendo: ¡Está bien y él mismo me envió a ti!”; [por lo que] Hazrat Talha [bin Ubeidul’lah] (ra) dijo en ese momento: “¡Toda alabanza pertenece a Dios! ¡Tras conocer que el Profeta (sa) se encuentra bien, cada dificultad [que padezcamos] no tendrá importancia!”.

Hazrat Aisha (ra) y Hazrat Umm-e-Ishaq (ra), que eran dos hijas de Hazrat Talha [bin Ubeidul’lah] (ra), han contado que:

“En el día de Uhud nuestro padre sufrió veinticuatro heridas, su cabeza una herida profunda y una arteria de su pie fue cortada. [Además], uno de sus dedos quedó paralizado y las lesiones restantes estaban en su torso. Apenas estaba consciente. [Por otro lado], al Mensajero de Al’lah (sa) le habían roto dos de sus dientes frontales y su rostro estaba herido. Él también yacía inconsciente. [Más tarde], Hazrat Talha [bin Ubeidul’lah] (ra) llevaba al Santo Profeta Muhammad (sa) sobre su espalda, caminando hacia atrás, de modo que cada vez que algún enemigo lo atacaba, luchaba contra él hasta que llegó a un valle cercano y apoyó al Santo Profeta (sa) sobre algo”.

Hazrat Musleh Maud (ra) recoge con las siguientes palabras la devoción absolutamente desinteresada de estos Compañeros (ra) y su voluntad de sacrificarlo todo durante la “Batalla de Uhud”:

“El día de Uhud, cuando Jalid bin Walid atacó repentinamente a los musulmanes y estos se separaron, algunos Compañeros (ra) corrieron hacia el Mensajero de Dios (sa) y se congregaron a su alrededor, [formando] un grupo compuesto por treinta personas como máximo. [En esos instantes], los incrédulos atacaron con gran fuerza el área donde se encontraba el Profeta (sa). [Pues bien], uno a uno, los musulmanes [situados] en la zona de combate fueron víctima de los golpes de los espadachines de La Meca; y desde la colina, los arqueros lanzaron ráfagas de flechas hacia el Mensajero (sa). En ese instante, Hazrat Talha [bin Ubeidul’lah] (ra), [que era] uno de los qureish, junto con los ‘Muhayirin’ (musulmanes de La Meca que habían emigrado a Medina), vio que todas las flechas enemigas estaban dirigidas al rostro del Santo Profeta Muhammad (sa). [Por consiguiente], extendió su mano y la sostuvo contra el rostro del Santo Profeta (sa). [Como consecuencia], flecha tras flecha golpeaba la mano de Hazrat Talha [bin Ubeidul’lah] (ra), aunque este Compañero, completamente devoto, se negó a dejar caer su mano. Las flechas continuaron golpeando su mano en tal cantidad, que finalmente quedó completamente incapacitado. [Finalmente], Hazrat Talha [bin Ubeidul’lah] (ra) perdió la mano y para el resto de su vida se mantuvo con un muñón. Muchos años más tarde, en la época del Cuarto Jalifa del Profeta (sa), cuando surgieron disensiones internas, Hazrat Talha [bin Ubeidul’lah] (ra) fue descrito burlonamente por un enemigo como ‘el Talha sin mano’. Ante esto, otro Compañero (ra) respondió: ‘Sin mano sí, pero ciertamente muy bendita. ¿Sabes dónde perdió la mano? En la ‘Batalla de Uhud’, cuando la  levantó para proteger el rostro del Mensajero de Al’lah (sa) de las flechas del enemigo”.

Una vez concluida la “Batalla de Uhud”, alguien preguntó a Hazrat Talha [bin Ubeidul’lah] (ra):

“¿No te dolió cuando las flechas te atravesaron la mano y no gritaste de dolor?”. Hazrat Talha [bin Ubeidul’lah] (ra) contestó: “Sí, me dolió; y sí, mi garganta quería soltar un grito, pero no la dejé, no fuese que al hacerlo mi mano se moviera y el rostro del Mensajero de Dios (sa) quedase expuesto a las flechas que venían”. 

Hazrat Sad bin Abi Waqas (ra) era otro que se encontraba entre los Compañeros [ra] abnegados que mostraron una valentía y una lealtad asombrosas en esa ocasión.

Aisha bint Sad (ra) narra de su padre que:

“Cuando el enemigo regresó para un segundo ataque, maniobré hacia un lado pensando que: o los eliminaría y obtendría la salvación; o moriría en el intento y alcanzaría el martirio. De repente, vi a un individuo con el rostro sonrojado que parecía estar a punto de ser vencido por los idólatras, aunque agarró un montón de piedras y se las arrojó a los incrédulos. Por cierto, Miqdad apareció entre esa persona y yo, y cuando tenía la intención de preguntarle a Miqdad quién era, [él ya] lo había visto y [el propio] Miqdad me llamó diciendo: ‘¡Oh Sad, ese era el Santo Profeta (sa) y te estaba llamando!’. Presto me levanté y de repente sentí como si no hubiera soportado ningún dolor en absoluto; y al llegar junto al Profeta (sa), hizo que me sentara frente a él. [Entonces], disparó flechas y rezó: ‘¡Oh Al’lah, esta es Tu flecha! ¡Que destruya a Tu enemigo! Y el Santo Profeta (sa) respondió: ‘¡Oh Al’lah, acepta la oración de Sad! ¡Oh Dios [Mío], haz que la puntería de Sad dé en el blanco! ¡Oh Sad, que mi madre y mi padre sean sacrificados por ti!’.”

Hazrat Sad (ra), al describir esto, cuenta [además] que:

“En ese momento, sentí como si un ángel hubiera descendido cerca de mí y estuviera luchando a mi lado. Más tarde, alguien me informó de que esa persona era en realidad el propio Mensajero de Dios (sa)”.

Parece que o bien había varios estados de visión que la gente experimentaba, o tal vez sucedía así. En cualquier caso, estaba físicamente cerca del Santo Profeta Muhammad (sa).

[Por otra parte], Hazrat Sad (ra) dice que:

“Con cada flecha que yo disparaba, el Santo Profeta (sa) rezaba: ‘¡Oh Al’lah, haz que su puntería sea perfecta y acepta su oración!’. [Más tarde], cuando agoté las flechas de mi carcaj, el Profeta (sa) colocó las suyas ante mí e [incluso] me entregó una flecha sin punta ni emplumado, que acabó siendo incluso más rápida que las otras flechas”.

[Sobre esto], Alamah Zuhri escribe que ese día Hazrat Sad (ra) disparó unas mil flechas.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha hablado acerca de Hazrat Sad bin Abi Waqas (ra) y de que, durante la “Batalla de Uhud”, muy pocos Compañeros (ra) permanecieron en guardia alrededor del Mensajero de Dios (sa):

“El Santo Profeta Muhammad (sa) entregaba flechas al propio Sad (ra) y este continuaba disparándole al enemigo una tras otra. En una ocasión, el Santo Profeta (sa) se dirigió a Sad (ra) diciéndole: ‘¡Que mi madre y mi padre sean sacrificados por ti! ¡Sigue disparando flechas!’. [Esto le impactó tanto, que] incluso hasta el final de su vida, Sad (ra) recordaba esas palabras del Mensajero de Al’lah (sa) con gran orgullo”.

En una narración se dice que Hazrat Sad bin Abi Waqas (ra) declaró:

“Durante la ´Batalla de Uhud’, el Profeta (sa) sacó flechas de su aljaba y me las dió [para que las disparara], y decía: ‘¡Sigue disparando flechas! ¡Que mi madre y mi padre sean sacrificados por ti!’.”

[Por su parte], Hazrat Ali (ra) menciona que:

“Aparte de [haberse dirigido] a Hazrat Sad bin Abi Waqas (ra) [con esa expresión], nunca he oído al Mensajero de Dios (sa) decir la frase de que ‘su madre y su padre fueran sacrificados por alguien; [o sea], acerca de nadie más. [En todo caso], el Santo Profeta (sa) dijo a Hazrat Sad (ra) durante la ‘Batalla de Uhud’ que: ‘¡Que mi madre y mi padre sean sacrificados por ti, sigue disparando flechas! ¡Oh joven de poderosa fuerza, sigue lanzando flechas!’.”

No obstante, hay otra narración en Bujari de que, aparte de Hazrat Sad (ra), el nombre de Hazrat Zubair bin Awwam (ra) también se encuentra en la historia [por ser otro] a quien el Mensajero (sa) habría dicho: “¡Que mi madre y mi padre sean sacrificados por ti!”.

Igualmente se hace referencia al sacrificio de Hazrat Abu Duyanah (ra).

Se describe en una narración que durante la “Batalla de Uhud”, Hazrat Abu Duyanah (ra) actuó como escudo para proteger al Santo Profeta Muhammad (sa). Para ello, se colocó frente él, mirándole de frente, y cualquier flecha que venía hacia el Profeta (sa) golpeaba su espalda; [por lo que] Hazrat Abu Duyanah (ra) se encorvaba mientras estaba de pie y recibía todas las flechas en la espalda, hasta el punto de que un gran número de ellas le impactaron en dicha parte de su cuerpo.

[En este sentido], sobre la firmeza de Hazrat Abu Duyanah (ra), Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) afirma que:

“Durante mucho tiempo, Abu Duyanah (ra) protegió el cuerpo del Mensajero de Al´lah (sa) con el suyo propio y recibía todas las flechas y piedras en su propio cuerpo; y esto fue [así], hasta tal punto que quedó gravemente herido por flechas, pero ni siquiera suspiró, no fuera a ser que su cuerpo se estremeciera y el Santo Profeta Muhammad (sa) quedara [incluso] ligeramente expuesto a una sola de ellas”.

Luego está Hazrat Sahl bin Hunaif (ra), que se encontraba entre los Compañeros eminentes que mostró una gran firmeza durante la “Batalla de Uhud”.

Aquel día, [fue uno de los que] juró lealtad al Santo Profeta (sa) de estar dispuesto a sacrificar su vida y de inmediato se puso como un escudo justo delante del Profeta (sa). [Posteriormente], cuando los musulmanes se dispersaron debido al fuerte ataque del enemigo, ese día disparó flechas de parte del Mensajero (sa), quien dijo: “¡Pasadle flechas a Sahl, porque disparar flechas es una tarea fácil para él!”.

De forma similar, se menciona a una Compañera, Hazrat Umm Ummarah (ra), que demostró una valentía ejemplar en la “Batalla de Uhud” y fue [muy] leal y devota.

Su nombre completo era Umm Ummarah Mazainiah (ra), [aunque] el verdadero nombre de Hazrat Umm Ummarah (ra) era Musaibah. [Por cierto], fue la esposa de Hazrat Zaid bin Asim (ra).

[Pues bien], la propia Hazrat Umm Ummarah (ra) narra:

“Durante la ‘Batalla de Uhud’, salí para ver lo que hacía la gente y llevaba conmigo un pequeño odre lleno de agua que portaba conmigo para dar de beber a los heridos, hasta que [finalmente] llegué al Mensajero de Dios (sa). En ese instante, se encontraba entre los Compañeros (ra) y los musulmanes estaban en una posición dominante (es decir, era la fase inicial del enfrentamiento). Entonces, de repente, los Compañeros (ra) se dispersaron”.

Esto se refiere al incidente de [cuando] la gente dejó el paso de montaña sin vigilancia y los idólatras atacaron por detrás.

Y continúa diciendo:

“En ese momento, los idólatras lanzaron ataques contra el Santo Profeta (sa) desde todos los lados. Cuando vi esto, me puse de pie y también empecé a luchar, e impedía que los enemigos se acercaran al  Profeta (sa) usando una espada. Al mismo tiempo, estaba disparando las flechas de mi carcaj hasta el punto de que yo misma resulté herida”.

[Ciertamente], sufrió un corte muy profundo en el hombro y, cuando le preguntaron quién la había hecho eso, afirmó que había sido Ibn Qamiah.

Hazrat Umm Ummarah (ra) prosigue:

“Cuando los Compañeros [ra] se dispersaron de repente y se separaron del Santo Profeta Muhammad (sa), él [Ibn Qamiah] avanzó, diciendo: ‘¡Señalarme a Muhammad [sa], porque si él sobrevive hoy, que se sepa que yo no sobreviviré!; (queriendo decir que: ‘¡Hoy, él sobrevivirá o yo sobreviviré!’). [Al final], cuando se acercó [demasiado], Hazrat Musab bin Umair (ra) y yo le impedimos el paso, [por lo que] en ese momento me atacó”.

[En otras palabras], le causó esa lesión durante dicho ataque (la herida en el hombro por la que le preguntaban; [es decir], fue él quien se la causó).

Y sigue el relato así:

“Intenté asestarle muchos golpes, pero ese enemigo de Dios llevaba dos capas de armadura”.

Algunos eruditos han escrito que el día de la “Batalla de Uhud”, Hazrat Nusaibah (ra) fue a dicho combate junto a su marido, Hazrat Zaid bin Asim (ra), y sus dos hijos, Hazrat Jubaib (ra) y Hazrat Abdul’lah (ra), y el Mensajero de Al’lah (sa) les dijo a todos ellos: “¡Que Dios derrame Su misericordia sobre toda vuestra casa!”. Según otro relato, fue: “¡Que Dios Altísimo bendiga vuestra casa!”. Sin embargo, cuando esta plegaria fue hecha por el Santo Profeta (sa), Hazrat Umm Ummarah (ra), o Nusibah, se dirigió hacia él y le pidió: “¡Por favor, ruega a Al’lah que estemos junto a ti en el Paraíso!”; y mientras ofrecía la súplica, el  Profeta (sa) respondió: “¡Oh Al’lah, concédeles la cercanía y mi compañía en el Paraíso!”. Presto, Hazrat Umm Ummarah (ra) exclamó: “¡Ahora no me importa lo que me suceda en esta vida, [pues] el regalo de esa oración me basta!”.

Con respecto a ella, el Mensajero de Dios (sa) relató una vez que:

“Durante la ‘Batalla de Uhud’, tanto si miraba a la derecha como a la izquierda, la veía defendiéndome y luchando contra el enemigo”.

[Al final], a lo largo de la “Batalla de Uhud”, Hazrat Umm Ummarah (ra) sufrió doce heridas, incluidas las infligidas por lanzas y espadas.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe [lo siguiente] sobre Hazrat Umm Ammarah (ra):

“También había una musulmana, llamada Umm Ummarah (ra), que se abrió camino hasta el Santo Profeta Muhammad (sa). En ese momento, Abdul’lah bin Qamiah avanzaba para atacar al Mensajero (sa), [aunque] esta mujer musulmana se adelantó inmediatamente y se llevó el golpe. Entonces empuñó con firmeza su espada, apuntó y contraatacó con su propia embestida. No obstante, este hombre iba cubierto con doble armadura y ella era una mujer, [por lo que] no podía ser tan fuerte como él; y por esta razón su golpe fue incapaz de penetrar en el objetivo. [Entretanto], Ibn Qamiah atravesó audazmente las filas musulmanas y, justo antes de que los Compañeros (ra) pudieran detenerlo, llegó a corta distancia del Profeta (sa); y tan pronto como llegó allí, lanzó un golpe hacia el bendito rostro del Santo Profeta (sa) con tanta fuerza y tan despiadadamente, que los corazones de los Compañeros (ra) temblaron de miedo. [Sin embargo], el valiente Talha (ra) se lanzó hacia delante y recibió el impacto directamente en su mano, y por ende la espada de Ibn Qamiah se la cortó y este cayó sobre un flanco del Mensajero de Al´lah (sa). Por la Gracia de Dios, [el Profeta (sa)] no recibió ninguna herida porque [además] estaba revestido con doble armadura y la fuerza del golpe también había sido aplacada debido al valiente acto de Talha (ra). De todas formas, por este encontronazo, el Santo Profeta Muhammad (sa) dio un giro y cayó al suelo, e Ibn Qamiah lanzó otra consigna de júbilo diciendo: ‘¡He matado a Muhammad [sa]!’; [o sea], al golpear al Santo Profeta (sa), Ibn Qamiah retrocedió gritando un eslogan de alegría y en su propia mente pensó que había acabado con el Mensajero (sa). No obstante, en cuanto el Profeta (sa) cayó al suelo, Hazrat Ali (ra) y Talha (ra) lo levantaron.

[Así pues], cuando los musulmanes tuvieron la certeza de que el Santo Profeta Muhammad (sa) estaba vivo y a salvo, sus semblantes descoloridos se iluminaron de alegría. Al mismo tiempo, lenta y gradualmente, la intensidad de la batalla empezó a remitir, en parte debido a que los incrédulos se habían relajado un poco en la creencia de que Muhammad, el Mensajero de Al’lah [sa], había sido martirizado. Por ello, desviando su atención del combate, comenzaron a atender a sus caídos, mientras que otros empezaron a mutilar los cuerpos de los mártires musulmanes. Por otro lado, la mayoría de los musulmanes se había dispersado”.

Durante este enfrentamiento, hay relatos de una conversación con Abu Sufian y de por qué los qureish se retiraron.

El día de la “Batalla de Uhud”, cuando el Santo Profeta (sa) subió a la montaña junto a sus Compañeros (ra), fue perseguido por los incrédulos. [En ese momento], según una narración de “Sahih Al-Bujari”, Abu Sufian habló en voz alta tres veces y proclamó: “¿Está Muhammad [sa] entre vosotros?”. El Profeta (sa) impidió que los Compañeros (ra) respondieran. Luego, preguntó [otras] tres veces: “¿Está el hijo de Abu Quhafah (es decir, Abu Bakr [ra]) entre vosotros?”. A continuación, inquirió tres veces [más]: “¿Está Ibn Jattab (o sea, Umar [ra]) entre vosotros?”. [Al no oír respuesta alguna], rápidamente volvió con su gente y les comunicó que los habían matado.

Al escuchar esto, Hazrat Umar (ra) no pudo controlarse y gritó:

“¡Oh enemigo de Dios! ¡Por Al’lah, has mentido, [porque] todos los que has nombrado están vivos y [ciertamente todavía] hay muchas desgracias que vendrán hacia ti en tu destino!”. [Presto, Abu Sufian contestó: “¡Este enfrentamiento ha sido una venganza por la ‘Batalla de Badr’! La guerra es impredecible: a veces su fortuna se decanta hacia un lado y otras hacia el contrario. Encontraréis entre vosotros los cadáveres de las personas a las que les han cortado las orejas y la nariz (es decir, los han mutilado). Yo no ordené que [eso] se llevara a cabo, pero tampoco me parece inaceptable”.

Esta es otra narración de Bujari.

Luego empezó a recitar la frase:

“¡Gloria a Hubal, gloria a Hubal!”.

El Santo Profeta Muhammad (sa) dijo entonces:

“¿No le responderéis ahora?”. Los Compañeros (ra) preguntaron: “¡Oh Mensajero de Dios (sa), ¿con qué respondemos?”. El Santo Profeta (sa) contestó: “Decid: ‘¡Al’lah es el Más Sublime y Exaltado!’.”

De inmediato, Abu Sufian dijo:

“¡Nosotros poseemos a Uzza, mientras que vosotros no tenéis a Uzza!”; y al escuchar eso, el Profeta (sa) preguntó: “¿No respondéis a esa [proclama]?”.

[Sobre esto], Hazrat Bara bin Azib (ra) relata:

“Los Compañeros [ra] preguntaron: ‘¡Oh Mensajero de Dios [sa]! ¿Qué decimos?’. El Santo Profeta Muhammad (sa) respondió: ¡Al’lah es nuestro Guardián, mientras que vosotros no tenéis guardián [alguno]!”.

Después de esto, Abu Sufian se dirigió en voz alta a los musulmanes y afirmó:

“El año que viene nos enfrentaremos a vosotros en Badr una vez más”; y el Santo Profeta (sa) instruyó a uno de sus Compañeros [ra] que respondiera diciendo: ‘¡De acuerdo, cumpliremos nuestra promesa de estar allí!’.”

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe en “La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa)” que:

“Mientras los musulmanes estaban ocupados atendiendo a los heridos, en el lado opuesto del campo de batalla, en la zona baja del combate, los qureish de La Meca estaban mutilando despiadadamente los cuerpos de los mártires musulmanes, [por lo que] la salvaje costumbre del ‘muzlah’ [mutilar cadáveres] se llevó a cabo con toda su barbarie y las bestias sedientas de sangre de La Meca hicieron lo que sus corazones quisieron con los cuerpos de los mártires musulmanes. [Por su parte], las mujeres de los qureish cortaron sus narices y orejas y las usaron como guirnaldas. [Incluso] Hind, la esposa de Abu Sufian, cortó el hígado de Hazrat Hamzah (ra) y lo masticó. Por tanto, y en palabras de Sir William Muir: ‘Se cometieron muchos actos de mutilación bárbara contra los muertos’.

[Por otra parte], los jefes de La Meca buscaron larga y meticulosamente el cuerpo del Profeta (sa) en el campo de batalla y sus ojos ansiaban desesperadamente ser testigos de esa escena, pero lo que no se podía encontrar, no se iba encontrar; (o sea, era imposible, ya que el Mensajero de Dios -sa- no estaba allí). [Por lo tanto], cuando Abu Sufian perdió la esperanza [de tener éxito] en esa búsqueda, tomó a algunos de sus seguidores y se dirigió al paso de montaña, donde los musulmanes se habían reunido y, parado en la misma, gritó: ‘¡Oh musulmanes! ¿Está Muhammad [sa] entre vosotros?’. El Mensajero (sa) prohibió que se respondiera y, por consiguiente, los Compañeros [ra] permanecieron en silencio. Luego preguntó sobre Abu Bakr (ra) y Umar (ra), pero incluso ante esto, de acuerdo con las instrucciones del Santo Profeta (sa), nadie respondió. Finalmente, en un tono más arrogante, exclamó en voz alta: ‘¡Todas estas personas han sido asesinadas, porque si estuvieran vivos habrían respondido!’. Al escuchar eso, Hazrat Umar (ra) no pudo contenerse y no pudiéndose controlar declaró: ‘¡Oh enemigo de Al’lah, mientes, [pues] todos estamos vivos y Al’lah os deshonrará a través de nuestras manos!’.

Al reconocer la voz de Hazrat Umar (ra), Abu Sufian manifestó: ‘¡Di la verdad, Umar! ¿Está Muhammad [sa] vivo?’. ‘¡Ciertamente lo está!’, contestó Hazrat Umar (ra), [añadiendo]: ‘¡Por la Gracia de Dios, él vive y escucha cada una de tus palabras!’. [Al final] y en voz relativamente baja, Abu Sufian dijo: ‘Entonces, Ibn Qamiah ha mentido, porque considero que eres más veraz que él’. Tras eso, Abu Sufian exclamó: ‘¡Oh Hubal, exaltado sea tu nombre!’. [Al oír esa expresión], siguiendo las instrucciones [previas] del Santo Profeta Muhammad (sa), los Compañeros [ra] permanecieron en silencio (porque el Santo Profeta -sa- les prohibió contestar). De todas formas, el Profeta (sa), que [previamente] ordenó que permanecieran en silencio al escuchar su propio nombre, se inquietó [bastante] al escuchar el de un ídolo [asociado] con el nombre de Dios Altísimo. ‘¿Por qué no respondéis?’, dijo el Mensajero de Al’lah (sa). Los Compañeros [ra] dijeron: ‘¡Oh Mensajero de Dios [sa]! ¿Cómo responderemos?’; y el Santo Profeta Muhammad (sa) contestó: ‘Decid: ‘¡La Grandeza y la Majestad pertenecen únicamente a Dios Altísimo!’.

[A continuación], Abu Sufian proclamó: ‘¡Tenemos a Uzza y vosotros no tenéis a Uzza!’. [Presto], el Santo Profeta (sa) ordenó a los Compañeros [ra] que dijeran: ‘¡Nosotros tenemos a Al’lah, que es nuestro Ayudante, pero vosotros no tenéis Ayudante [alguno]!’.

Tras eso, Abu Sufian afirmó:

‘La batalla es como [el contenido de] un cubo: a veces sube y a veces baja. Considerad este día como una retribución por Badr. [También] encontraréis cadáveres mutilados en el campo de batalla. Yo no ordené eso, aunque cuando me enteré tampoco encontré desagradable esa acción de mis hombres. El año que viene nos volveremos a encontrar en Badr por esta misma fecha’.

[Rápidamente], según las instrucciones del Mensajero (sa), un Compañero [ra] replicó: ‘¡Muy bien, entonces nos volveremos a encontrar!’. [Luego], tras haber anunciado eso, Abu Sufian descendió con sus seguidores y casi de inmediato el ejército de los qureish tomó el camino [de vuelta] a La Meca”.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) detalla además:

“Es extraño notar que en esta ocasión, a pesar de que los qureish habían logrado la victoria contra los musulmanes, teniendo en cuenta sus medios aparentes, si lo hubieran deseado, podrían haber capitalizado aún más esta casualidad; sin mencionar que, en cualquier caso, tenían la oportunidad de atacar Medina. Sin embargo, el Poder de Dios fue tal que, a pesar de esta [aparente] victoria, los qureish quedaron abrumados en sus corazones y, considerando la victoria lograda en el campo de Uhud como una gran suerte, pensaron que sería prudente apresurarse [de vuelta] a La Meca. No obstante, a pesar de todo esto, como acto de precaución adicional, el Profeta (sa) envió inmediatamente un grupo de setenta Compañeros [ra] en tras los pasos del ejército de los qureish y entre ellos se encontraban Hazrat Abu Bakr (ra) y Hazrat Zubair (ra).

[En cualquier caso], esta es la narración tal y como se cuenta en Bujari, [aunque] la manera en que la mayoría de los historiadores describen el relato es que el Mensajero de Al’lah (sa) envió a Hazrat Ali (ra), o a la luz de varias narraciones, a Hazrat Sad bin (Abi) Waqqas (ra), tras los pasos de los qureish y le ordenó que trajera noticias sobre si dicho ejército tenía la intención de atacar Medina. El Santo Profeta Muhammad (sa) continuó diciéndole que si los qureish estaban montados en sus camellos y llevaban sus caballos desmontados, entonces sería señal de que regresaban a La Meca y no tenían intención de asaltar Medina. Sin embargo, si estuvieran montados en [sus] caballos sabrían que su intención no era buena. El Santo Profeta (sa) le instruyó estrictamente que si el ejército de los qureish se dirigía hacia Medina, debía ser informado urgentemente y en un estado de gran pasión dijo: ‘¡En este momento, si los qureish arremeten contra Medina, por Al’lah, lucharemos contra ellos y les haremos probar de su propia medicina!’. Así, los hombres enviados por el Profeta (sa) se marcharon [para hacer esa labor] y regresaron rápidamente con la buena noticia de que el ejército de los qureish avanzaba hacia La Meca”.

[Por otra parte], mientras menciona que el Mensajero de Dios (sa) cayó inconsciente debido a sus heridas y los incidentes que siguieron, Hazrat Musleh Maud (ra) escribe:

“Poco tiempo después, el Santo Profeta Muhammad (sa) recobró la consciencia y los Compañeros [ra] enviaron hombres en todas direcciones del campo de batalla para informar a los musulmanes que debían reunirse,  [por lo que] el ejército que huía comenzó a reagruparse y el Santo Profeta (sa) los llevó al pie de una montaña. Cuando lo que quedaba del ejército se encontraba en el paso de esta, Abu Sufian proclamó en voz alta: ‘¡Hemos matado a Muhammad [sa]!’; [a lo que] el Profeta (sa) no respondió, para no alertar al enemigo sobre cuál era la realidad y así llevarlos a [la posibilidad de] lanzar un ataque, exponiendo de esa forma a los musulmanes heridos a otro ataque enemigo.

Al no recibir ninguna respuesta del ejército musulmán, Abu Sufian estuvo seguro de que su sospecha era correcta y clamó en voz alta: ‘¡También hemos matado a Abu Bakr!’. El Mensajero (sa) le ordenó a Abu Bakr (ra) que no respondiera tampoco. Entonces Abu Sufian gritó: ‘¡Asimismo hemos matado a Umar!’. [En este caso], Hazrat Umar (ra), que era un hombre muy apasionado, quiso responder diciendo: ‘¡Por la gracia de Dios estamos vivos y listos para combatirte!’. No obstante, el Santo Profeta Muhammad (sa) se lo prohibió, diciendo que no debería poner en dificultades a los musulmanes y que tenía que permanecer en silencio. [Así pues], ahora los incrédulos estaban convencidos de que habían matado al Fundador del Islam [sa] y a su brazo derecho e izquierdo. Ante esto, Abu Sufian y sus camaradas clamaron en voz alta la consigna de: ‘¡Grande es la gloria de nuestro honorable ídolo Hubal, porque hoy ha derrotado al Islam!’.”

Hazrat Musleh Maud (ra) continúa:

“El Santo Profeta (sa), que había aconsejado permanecer en silencio cuando se anunció su muerte y se proclamaban las aniquilaciones de Hazrat Abu Bakr (ra) y Hazrat Umar (ra), a fin de que el ejército enemigo no retrocedería y atacara a los musulmanes ya heridos y, por tanto, el puñado de musulmanes restantes no fuese martirizado; ahora, sin embargo, cuando el honor del Dios Único se puso en duda y en el campo de batalla se levantó la consigna de asociar copartícipes con Al’lah, su espíritu se llenó de ansiedad y con gran pasión se volvió hacia los Compañeros [ra] y les preguntó: ‘¿Por qué no respondéis?’; y estos dijeron: ‘¡Oh Mensajero de Dios (sa), ¿qué debemos decir?’. El Profeta (sa) contestó: ‘Decid: ¡La Grandeza y la Majestad pertenecen solo a Al’lah! Mientes cuando dices que Hubal es grande. (Estás mintiendo). ¡Al’lah, que es Uno y no tiene copartícipe, es [el Único] Honorable y es el Más Grande!’. De esta manera, el Santo Profeta Muhammad (sa) también les informó que todavía estaba vivo.

[Pues bien], esta respuesta audaz y valiente tuvo un impacto tan profundo en el ejército incrédulo que, a pesar de que sus esperanzas se desvanecieron como resultado de esta respuesta y del hecho de que solo un puñado de musulmanes heridos se presentaron ante ellos, y por todos los medios materiales les hubiera sido fácil atacarlos y matarlos, no tuvieron el coraje de lanzar otro ataque, [por lo que] se regocijaron por el grado de victoria que ya habían logrado y regresaron a La Meca”.

[En definitiva], Hazrat Musleh Maud (ra) ha hecho mención sobre este incidente en varias ocasiones más y desde diversas perspectivas, que se mencionarán en el futuro, si Dios quiere.

[Ahora quisiera hacer varias peticiones de plegarias]:

Como os he estado recordando continuamente, seguid orando por el estado general de los palestinos.

Hay algunas noticias de que tal vez se estén haciendo esfuerzos para poner fin a los combates en Gaza y quizá el gobierno israelí esté de acuerdo con esto. No obstante, [ahora] las posibilidades de que estalle una guerra en la frontera del Líbano parecen estar aumentando, lo que afectaría a los palestinos en Cisjordania.

[Por otro lado], no hay rastro de justicia en los gobiernos occidentales y, en estos momentos, sus  comentaristas declaran abiertamente que las injusticias han excedido todos los límites.

El presidente de los Estados Unidos está avivando esta guerra solo para mejorar su propia economía, ya que al hacerlo aumenta sus ingresos a través del comercio de armas. Ahora, sus propios analistas dicen que Estados Unidos está tratando de extender esta guerra y crear desorden en el mundo para mejorar sus propias finanzas. [Sin embargo], no se dan cuenta de que no pueden evitar la ira de Dios Altísimo. [Por lo tanto], a través de oraciones y acercándose a sus contactos, los áhmadis deben desempeñar su papel [positivo] para prevenir estas atrocidades.

Recientemente también ha habido noticias de que Estados Unidos y el Reino Unido han dejado de financiar una agencia de la ONU que brinda ayuda [a los palestinos]. Se han negado a hacerlo porque [aparentemente] once o doce miembros de Hamás estaban involucrados con ellos y por eso [ahora] están perpetrando la injusticia de no ayudar a los palestinos. [En fin], esto no es más que una estratagema para agravar [más] a los palestinos. De todas maneras, es sorprendente que si el mundo occidental ha suspendido esa ayuda, ¿por qué no hay noticias de ninguno de los países musulmanes que tienen riquezas petroleras en el sentido de anunciar que se encargarán de prestar ayuda? [En todo caso], la agencia de la ONU ha publicado que si no reciben ninguna apoyo, no podrán proporcionar ayuda más allá del mes de febrero.

¡Que Dios Altísimo permita a estos países musulmanes desempeñar un papel [positivo en este conflicto] y que el desorden en el mundo llegue a su fin!

[Incluso] a día de hoy existe además el riesgo de una guerra con Irán.

De manera similar, orad por los áhmadis en Yemen.

Un áhmadi sincero murió allí mientras estaba encarcelado o cautivo por no recibir la atención médica necesaria. [En estos momentos], es difícil conseguir detalles [de lo ocurrido]. En cualquier caso, orad por esas personas que están sumidas en dificultades. [Posteriormente, cuando] reciba más datos, si Dios quiere, dirigiré su oración fúnebre.

Orad también por los áhmadis en Pakistán, pues ellos siempre son el objetivo a fin de que [ciertas gentes puedan obtener] su beneficio político.

Del mismo modo, la Comunidad también se enfrenta a amenazas de determinados grupos extremistas. [Lo cierto es que] los miembros de la Yamat encaran un doble peligro dondequiera que estén [en Pakistán]: uno por ser ciudadanos [de ese país] y el otro por ser áhmadis.

[En particular], pedid por los áhmadis de Rabwah y todas las demás ciudades, [para] que Dios Altísimo los mantenga bajo Su protección y que Él devuelva la maldad de los malhechores sobre ellos mismos.

¡Que Al’lah proteja a los áhmadis en todos los países!

¡Que el mundo reconozca la realidad de que no hay otro camino que volverse hacia Dios, [ya que] la única manera de sobrevivir es reconocer a Dios y aceptar a quien Él ha enviado [el Mesías Prometido (as)]!

¡Que Al’lah les permita hacerlo!

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que había estado mencionando los sacrificios y la valentía de los compañeros y su amor por el Santo Profeta (sa) mostrado durante la Batalla de Uhud.

Valor de Hazrat Ali (ra)

Su Santidad (aba) dijo que también hay narraciones relacionadas con Hazrat Ali (ra). Cuando Ibn Qum’ah martirizó a Hazrat Mus’ab, comenzó a difundir el rumor de que el Santo Profeta (sa) había sido martirizado. Cuando Hazrat Mus’ab (ra) fue martirizado, el Santo Profeta (sa) concedió la bandera a Hazrat Ali (ra), y uno tras otro, Hazrat Ali (ra) mató a los abanderados incrédulos y a otros incrédulos. Gabriel dijo al Santo Profeta (sa) que Hazrat Ali (ra) era digno de compasión. El Santo Profeta (sa) respondió diciendo: ‘Ali es de mí, y yo soy de Ali’, a lo que Gabriel dijo: ‘Yo soy de los dos’.

Su Santidad (aba) dijo que está registrado que durante la Batalla de Uhud, Hazrat Ali (ra) soportó 16 heridas. Al regresar de Uhud, Hazrat Ali (ra) mencionó que su espada había hecho mucho trabajo en la batalla. El Santo Profeta (sa) escuchó esto y mencionó que la de Hazrat Ali (ra) no fue la única espada que trabajó duro en la batalla, y luego procedió a mencionar también a otros compañeros, como Hazrat Abu Talhah Ansari (ra).

Los Compañeros Protegen al Santo Profeta (sa) con sus Vidas

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) ha escrito lo siguiente acerca de Hazrat Abu Talhah Ansari (ra):

‘En el curso de esta lluvia de flechas, Abu Talhah Ansari (ra) rompió tres arcos, y se mantuvo firme como una roca y cubrió el cuerpo del Santo Profeta (sa) con su propio escudo.’

(La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 2, p. 338)

Su Santidad (aba) dijo que también se menciona a Hazrat Talhah bin Ubaidul’lah (ra), que impedía con su mano que las flechas alcanzaran al Santo Profeta (sa). Fue uno de los compañeros que permaneció firmemente al lado del Santo Profeta (sa) el día de Uhud. Ponía su mano delante del Santo Profeta (sa) para detener las flechas. Se dice que perdió tanta sangre que cayó inconsciente. Cuando volvió en sí, lo primero que preguntó fue si el Santo Profeta (sa) estaba bien.

Su Santidad (aba) dijo que flecha tras flecha golpeaban la mano de Hazrat Talhah (ra). No importaba el número de flechas, la mano de Hazrat Talhah (ra) no temblaba. Al final, debido a la cantidad de heridas que recibió, la mano de Hazrat Talhah (ra) quedó paralizada. Más tarde, una vez alguien se burló de Hazrat Talhah (ra) por tener una mano que no funcionaba. Ante esto, otro Compañero respondió diciendo que qué bendita era la mano de Talhah (ra), pues sólo dejó de funcionar porque estaba protegiendo al Santo Profeta (sa). Una vez, alguien preguntó a Hazrat Talhah (ra) si había sentido dolor. Hazrat Talhah (ra) respondió que, en efecto, había sentido mucho dolor e incluso había deseado gritar, pero temía que si gritaba entonces su mano temblaría y entonces sería incapaz de proteger al Santo Profeta (sa).

Grandes Hechos de Hazrat Sa’d bin Abi Waqqas (ra)

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Sa’d bin Abi Waqqas (ra) también estaba entre los compañeros firmes que mostraron gran valentía y lealtad. Hazrat Sa’d (ra) estaba delante del Santo Profeta (sa) disparando flechas, y antes de disparar cada una, rezaba para que diera en el blanco. El Santo Profeta (sa) también rezaba para que Dios hiciera que la puntería de Hazrat Sa’d (ra) fuera precisa. Cuando Hazrat Sa’d (ra) se quedó sin flechas, el Santo Profeta (sa) le dio una de las suyas. Consta que ese día, Hazrat Sa’d (ra) disparó 1,000 flechas.

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) quien escribe:

El Santo Profeta (sa) entregaba flechas a Sa’d (ra) y Sa’d (ra) continuaba lanzando al enemigo flecha tras flecha. En una ocasión, el Santo Profeta (sa) se dirigió a Sa’d (ra) diciéndole: “Que mi madre y mi padre sean sacrificados sobre ti, ¡sigue disparando flechas!”. Incluso hasta el final de su vida, Sa’d (ra) recordaba estas palabras del Santo Profeta (sa) con gran orgullo”.

(La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 2, p. 338)

Hazrat Abu Duyanah (ra) Protege al Santo Profeta (sa)

Su Santidad (aba) dijo que también hay narraciones sobre los sacrificios hechos por Hazrat Abu Duyanah (ra). Actuó como un escudo para el Santo Profeta (sa). Se paraba frente al Santo Profeta (sa) y detenía cualquier flecha que viniera en su camino con su espalda.

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) quien escribe:

Durante mucho tiempo, Abu Duyanah (ra) protegió el cuerpo del Santo Profeta (sa) con el suyo propio, y se llevaba todas las flechas y piedras a su propio cuerpo. Hasta tal punto que su cuerpo fue atravesado por flechas, pero ni siquiera suspiró, no fuera a ser que su cuerpo se encogiera y el Santo Profeta (sa) quedara ligeramente expuesto a una sola flecha”.

(La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 2, p. 338)

Hazrat Sahl bin Hunaif (ra) Dispara Flechas en Nombre del Santo Profeta (sa)

Su Santidad (aba) dijo que también se menciona a Hazrat Sahl bin Hunaif (ra) que estaba entre aquellos compañeros estimados que mostraron firmeza en el día de Uhud. Disparó flechas en nombre del Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) dijo que le siguieran dando flechas, porque disparar flechas era fácil para él.

Hazrat Umm Ammarah (ra) aleja a los enemigos del Santo Profeta (sa)

Su Santidad (aba) dijo que también se menciona a una compañera llamada Hazrat Umm Ammarah (ra) que demostró una valentía asombrosa en la Batalla de Uhud. Ella estaba dando agua a los heridos durante la batalla, Cuando las mareas de la batalla cambiaron y el Santo Profeta (sa) fue rodeado, ella comenzó a luchar también, alejando al enemigo de él usando su espada y también disparando flechas al mismo tiempo. También sufrió una profunda herida en el hombro durante el transcurso de la batalla. El Profeta (sa) dijo que cada vez que miraba a su derecha o a su izquierda durante la batalla, veía a Hazrat Umm Ammarah (ra) luchando valientemente.

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) que escribe:

‘Había también una dama musulmana de nombre Umm Ammarah (ra), que se abrió camino hasta el Santo Profeta (sa). En ese momento, Abdul’lah bin Qum’ah avanzaba para golpear al Santo Profeta (sa). Esta musulmana se adelantó inmediatamente y recibió el golpe ella misma. Luego empuñó firmemente su espada, apuntó y contraatacó con su propio golpe. Sin embargo, él era un hombre vestido con doble armadura, y ésta era una mujer más débil, por esta razón, su golpe fue incapaz de penetrar en el blanco. Ibni Qum’ah atravesó audazmente las filas musulmanas y, justo antes de que los compañeros pudieran detenerlo, llegó a corta distancia del Santo Profeta (sa). Tan pronto como llegó allí, golpeó el bendito rostro del Santo Profeta (sa) con tanta fuerza y tan despiadadamente que los corazones de los compañeros temblaron de miedo. El valiente Talhah (ra) se lanzó hacia delante y recibió el golpe en su mano desnuda, pero la espada de Ibni Qum’ah le cortó la mano y cayó sobre el flanco del Santo Profeta (sa). Por la Gracia de Dios, no sufrió ninguna herida porque el Santo Profeta (sa) estaba vestido con doble armadura y la fuerza del golpe también había sido débil debido al valiente acto de Talhah (ra), pero debido a este golpe, el Santo Profeta (sa) dio un giro y cayó al suelo. Ibni Qum’ah lanzó otra consigna de júbilo diciendo: “¡He matado a Muhammad [sa]!”.

Al golpear al Santo Profeta (sa) Ibni Qum’ah cayó hacia atrás gritando un eslogan de alegría y en su propia fantasía, pensó que había matado al Santo Profeta (sa). Sin embargo, tan pronto como el Santo Profeta (sa) cayó al suelo, Hazrat Ali (ra) y Talhah (ra) lo levantaron. Cuando los musulmanes tuvieron la certeza de que el Santo Profeta (sa) estaba vivo y a salvo, sus rostros descoloridos se iluminaron de alegría. Ahora, lenta y gradualmente el calor de la batalla comenzó a disminuir, en parte debido a la razón de que los incrédulos se habían relajado un poco en la creencia de que Muḥammad [sa], el Mensajero de Al’lah, había sido martirizado. Por lo tanto, desviaron su atención de la batalla y empezaron a atender a sus muertos, mientras que otros empezaron a mutilar los cuerpos de los mártires musulmanes. Por otro lado, la mayoría de los musulmanes también se habían dispersado”.

(La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 2, pp. 339-340)

Nosotros tenemos a Al’lah que nos ayuda, pero ustedes no tienen ayudante”.

Su Santidad (aba) dijo que Abu Sufyan se acercó a los musulmanes preguntando si el Santo Profeta (sa) seguía vivo. El Santo Profeta (sa) ordenó a los compañeros que permanecieran en silencio. Entonces, cuando Abu Sufyan comenzó a alabar a los ídolos, el Santo Profeta (sa) dijo a los compañeros que hablaran y glorificaran a Al’lah. Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) escribe:

Mientras los musulmanes estaban ocupados atendiendo a los heridos, en el lado opuesto, en el campo de batalla de abajo, los Quraish de La Meca estaban mutilando despiadadamente los cuerpos de los mártires musulmanes. La salvaje costumbre de Muthlah se llevó a cabo con toda su barbarie y las sanguinarias bestias de La Meca hicieron lo que les vino en gana con los cuerpos de los mártires musulmanes. Las mujeres de Quraish cortaron las narices y las orejas de los musulmanes y se las pusieron como guirnaldas. Hind, la esposa de Abu Sufyan, cortó el hígado de Hazrat Hamzah (ra) y lo masticó. Por lo tanto, en palabras de Sir William Muir, “Se cometieron muchos actos de mutilación bárbara con los asesinados”.

Los jefes de La Meca buscaron durante mucho tiempo el cuerpo del Santo Profeta (sa) en el campo de batalla, y sus ojos ansiaban ser testigos de este espectáculo, pero lo que no se encontraba no se encontraba. Cuando Abu Sufyan había perdido la esperanza en esta búsqueda, tomó a algunos de sus seguidores y se dirigió al paso de montaña, donde los musulmanes se habían reunido y de pie junto a él, gritó: “¡Oh musulmanes! ¿Está Muhammad [sa] entre ustedes?”. El Santo Profeta (sa) prohibió que nadie respondiera, por lo que los compañeros permanecieron en silencio. Luego, preguntó por Abu Bakr (ra) y Umar (ra), pero incluso en esto, de acuerdo con la instrucción del Santo Profeta (sa), nadie respondió. Ante esto, en un tono muy arrogante, gritó en voz alta: “Todas estas personas han sido asesinadas, pues si hubieran estado vivas, habrían respondido”. Ante esto, Hazrat Umar (ra) no pudo contenerse y dijo incontrolablemente: “¡Oh enemigo de Al’lah! ¡Mientes! Todos estamos vivos y Al’lah te deshonrará de nuestras manos”.

Al reconocer la voz de Hazrat Umar (ra), Abu Sufyan dijo: “¡Di la verdad Umar! ¿Está vivo Muhammad [sa]?” “¡Ciertamente! En efecto!” dijo Hazrat Umar (ra), “Por la Gracia de Dios vive y está escuchando cada una de tus palabras”. En voz relativamente baja, Abu Sufyan dijo: “Entonces, Ibni Qum’ah ha mentido, porque te considero más veraz que él”. Después de esto, Abu Sufyan exclamó: “¡Oh Hubl! Exaltado sea tu nombre!” Ante la instrucción del Santo Profeta (sa), los compañeros permanecieron en silencio, pero el Santo Profeta (sa) que ordenó silencio para su propio nombre, se inquietó al oír el nombre de un ídolo en contestación con el nombre de Dios Exaltado. “¿Por qué no responden?” dijo el Santo Profeta (sa). Los compañeros respondieron: “¡Oh Mensajero de Al’lah! ¿Cómo vamos a responder?”. El Santo Profeta (sa) dijo: ” Proclamen: “La grandeza y la grandeza sólo pertenecen a Al’lah el Exaltado””. Abu Sufyan respondió: “¡Nosotros tenemos ‘Uzza pero ustedes no tienen ‘Uzza!”. El Santo Profeta (sa) instruyó a los compañeros para que dijeran: “Nosotros tenemos a Al’lah, Quien es nuestro Ayudante, pero ustedes no tienen Ayudante.” Después de esto, Abu Sufyan dijo:

“La batalla es como un cubo, a veces sube y a veces baja. Consideren este día como una recompensa por Badr. Encontrarán en el campo de batalla cadáveres mutilados. Yo no ordené esto, pero cuando me enteré, tampoco me desagradó esta acción de mis hombres. El año que viene, volveremos a encontrarnos en Badr en los mismos días”.

Siguiendo las instrucciones del Santo Profeta (sa) un Compañero respondió: “Muy bien entonces, nos volveremos a encontrar.”

Tras decir esto, Abu Sufyan descendió con sus seguidores y, poco después, el ejército de los Quraish tomó el camino hacia La Meca. Es extraño notar que en esta ocasión, aunque los Quraish habían alcanzado la victoria contra los musulmanes, y con respecto a sus medios aparentes, si lo hubieran deseado, podrían haber capitalizado aún más esta oportunidad; sin mencionar que la oportunidad de atacar Medina estaba abierta para ellos en cualquier caso. Sin embargo, el Poder de Dios era tal que, a pesar de esta victoria, en sus corazones, los Quraish estaban sobrecogidos de temor, y considerando la victoria obtenida en el campo de Uhud como suficientemente afortunada, pensaron que era prudente apresurarse hacia La Meca. Sin embargo, a pesar de todo esto, como un acto de precaución adicional, el Santo Profeta (sa) envió inmediatamente un grupo de setenta compañeros, que también incluía a Hazrat Abu Bakr (ra) y Hazrat Zubair (ra), en persecución del ejército de Quraish.

Esta es la narración, tal y como se relata en Bujari. La forma en que la mayoría de los historiadores describen el relato es que el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Ali (ra), o a la luz de varias narraciones, Sa’d bin Abi Waqqas (ra) tras los pasos de los Quraish y le ordenó que trajera noticias sobre si el ejército de los Quraish tenía intención de atacar Medina. El Profeta (sa) le dijo que si los Quraish estaban montados en sus camellos y llevaban sus caballos sin montar, debían estar seguros de que regresaban a La Meca y no tenían intención de atacar Medina. Sin embargo, si iban montados a caballo, sabrían que sus intenciones no eran buenas. El Santo Profeta (sa) le instruyó estrictamente que si el ejército de los Quraish se dirigía hacia Medina, debía ser informado de inmediato y en un estado de gran pasión, dijo: “En este momento, si los Quraish atacan Medina, por Dios, lucharemos contra ellos y les daremos una probada de lo suyo.” Así, los hombres enviados por el Santo Profeta (sa) fueron y volvieron rápidamente con la buena noticia de que el ejército de los Quraish se dirigía hacia La Meca”.

(La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 2, pp. 342-344)

Su Santidad (aba) dijo que continuaría narrando estos incidentes en el futuro.

Oraciones por la situación del mundo

Su Santidad (aba) volvió a llamar la atención sobre las oraciones por la situación general de los palestinos. Su Santidad (aba) dijo que hay algunas noticias de que se están haciendo esfuerzos para poner fin a los combates en Gaza y tal vez el gobierno israelí pueda aceptarlo. Sin embargo, parece que aumentan las posibilidades de que se inicie una guerra en la frontera con Líbano, lo que repercutiría en los palestinos de Cisjordania. No hay rastro de justicia en los gobiernos occidentales. Ahora, los escritores occidentales declaran abiertamente que las injusticias han sobrepasado todos los límites. El Presidente de EE.UU. está avivando esta guerra sólo para mejorar sus propios medios de vida, ya que al hacerlo aumentan sus ingresos a través del comercio de armas. Ahora, sus propios analistas dicen que EEUU está tratando de extender esta guerra para mejorar su propia economía. No se dan cuenta de que no pueden evitar la ira de Dios Todopoderoso. Los ahmadíes deben poner de su parte a través de la oración y de sus contactos. Recientemente también hubo noticias de que EE.UU. y el Reino Unido dejaron de financiar una agencia de la ONU que presta ayuda. Se negaron a hacerlo con el pretexto de que 11 o 12 miembros de Hamás estaban implicados con ellos y dijeron que, por tanto, no debían ayudar a los palestinos. Esto no fue más que una estratagema para forzar su mano. Pero es asombroso que si el mundo occidental ha suspendido su ayuda, no haya noticias de que los países con la riqueza del petróleo hayan anunciado nada diciendo que ayudarán a prestar ayuda en su lugar. La agencia de la ONU ha anunciado que si no reciben ninguna ayuda, no podrán prestarla más allá del mes de febrero. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah el Todopoderoso permita a los países musulmanes desempeñar su papel y se ponga fin al desorden en el mundo. Ahora también aumenta la amenaza de una guerra con Irán.

Su Santidad (aba) también instó a rezar por los ahmadíes de Yemen. Uno de nuestros Ahmadis que había sido encarcelado falleció en cautiverio debido a que no recibió la atención médica adecuada. Es difícil obtener detalles, sin embargo Su Santidad (aba) instó a rezar. Su Santidad (aba) dijo que dirigiría la oración fúnebre del fallecido cuando recibiera más detalles.

Su Santidad (aba) también instó a rezar por los ahmadíes de Pakistán. Los ahmadíes son siempre objeto de ataques políticos. La Comunidad también se enfrenta a las amenazas de ciertas facciones extremistas. De hecho, los ahmadíes se enfrentan a una doble amenaza dondequiera que estén: por ser ciudadanos y por ser ahmadíes. Su Santidad (aba) dijo que rezáramos por los ahmadíes de Rabwah y los que viven en todo el país; que Al’lah los mantenga bajo Su protección, que vuelva el mal sobre los malhechores, y que Al’lah el Todopoderoso proteja a los ahmadíes en todos los países.

Que el mundo se dé cuenta de la realidad de que sin volverse hacia Al’lah el Todopoderoso no hay otro camino. Su supervivencia está en el reconocimiento de Al’lah y de los enviados por Él. Que Al’lah el Todopoderoso les permita hacerlo.

Resumen preparado por The Review of Religions

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