La mayoría de la gente, al casarse y establecer su propia casa, tiende a descuidar a sus padres. El Santo Profeta(sa), por tanto, hizo gran hincapié en el mérito de servir a los padres, y tratarlos con bondad y consideración. Hazrat Abu Huraira(ra) relata: “Un hombre vino al Santo Profeta(sa) y le preguntó quién era merecedor del mejor trato por su parte. El Santo Profeta(sa) contestó: tu madre. El hombre preguntó de nuevo: ¿Y después de ella? El Santo Profeta(sa) repitió: tu madre. El hombre volvió a preguntar: ¿Y después de mi madre? El Santo Profeta(sa) contestó de nuevo: tu madre, otra vez. Al preguntar por cuarta vez, el hombre recibió la siguiente respuesta: Después de ella, tu padre, y tras él los parientes más próximos y después los más lejanos”. Los padres y los abuelos del Santo Profeta(sa) habían fallecido cuando él era aún un niño. Todavía vivían, sin embargo, los padres de algunas de sus esposas, y siempre los trataba con la mayor consideración y respeto. Con ocasión de la rendición de La Meca, cuando el Santo Profeta(sa) entró en la ciudad como un general victorioso, Hazrat Abu Bakr(ra) trajo a su padre para presentárselo. El Santo Profeta(sa) le dijo: “¿Por qué has molestado a tu padre haciendo que viniera a mí? Yo habría ido hasta él con mucho gusto”. (Halbiyya, Vol. 3, pág. 99). El Santo Profeta(sa) decía: “Desgraciado aquél cuyos padres viven hasta una edad avanzada y aun así no gana el Paraíso”. Con esto quería decir que el servicio a los padres, sobre todo si son de edad avanzada, atrae hacia uno mismo la gracia y el favor de Dios.
Un hombre se quejó en una ocasión al Santo Profeta(sa) de que cuanta más bondad mostraba hacia sus familiares, más hostiles se volvían contra él; cuanto más les trataba con bondad, más le perseguían, y cuanto más cariño les mostraba, más le rechazaban. El Santo Profeta(sa) le dijo: “Si cuanto dices es cierto, eres muy afortunado, porque siempre recibirás la ayuda de Dios” (Muslim, Kitab al-Birr wa’l Sila). En otra ocasión, mientras el Santo Profeta(sa) inducía a la gente a dar limosnas y hacer caridad, uno de sus Compañeros, Hazrat Abu Talha Ansarira, le ofreció un huerto. El Santo Profeta(sa) se mostró muy contento y exclamó: “¡Qué caridad más excelente! ¡Qué caridad más excelente! ¡Qué caridad más excelente!” y añadió: “Tras haber dedicado este huerto al servicio de los pobres, quiero ahora que lo repartas entre tus parientes pobres” (Bujari, Kitab al-Tafsir). En otra ocasión, un hombre dijo: “Mensajero de Al’lah, estoy dispuesto a comprometerme a realizar el Hillrat (la peregrinación) y también a participar en la guerra santa, pues quiero ganar el agrado de Dios”. El Santo Profeta(sa) le preguntó si vivía alguno de sus padres, y el hombre contestó que vivían los dos. Entonces, el Santo Profeta(sa) le dijo: “¿De verdad quieres ganar el agrado de Dios?” y cuando el hombre contestó afirmativamente el Santo Profeta(sa) le aconsejó: “vuelve para servirles, y sírveles bien”. Subrayaba que los parientes no musulmanes tenían el mismo derecho al tratamiento bondadoso que los parientes musulmanes. Una de las esposas de Hazrat Abu Bakr(ra), que no era musulmana, visitó a su hija Asmara, y ésta preguntó al Santo Profeta(sa) si era permisible servirle y darle regalos. El Santo Profeta(sa) respondió: “Por supuesto que sí. Es tu madre” (Bujari, Kitab al-Adab).
Trataba con gran consideración no sólo a sus parientes próximos sino también a los más lejanos, y a cualquier persona relacionada con ellos. Al sacrificar un animal, siempre mandaba parte de la carne a las amigas de Hazrat Jadiyyara (su difunta esposa), y pedía a sus esposas que no les olvidaran en estas ocasiones. Muchos años después del fallecimiento de Hazrat Jadiyyara, cuando el Santo Profeta(sa) estaba sentado con algunos Compañeros, la hermana de Jadiyyara, Halahra, vino a su casa y pidió permiso para entrar. Su voz sonaba, al oído del Santo Profeta(sa), muy parecida a la de Jadiyyara, y al oírla dijo: “Oh Señor, ésta es Halah, la hermana de Jadiyya”. Efectivamente, el verdadero amor siempre se manifiesta por sí mismo, de forma que uno empieza a querer y tratar con gran consideración a todos los que estan relacionados con la persona amada.
Hazrat Anas bin Malikra relata que durante un viaje se encontraba en compañía de Yarir bin Abdul’lahra, y vio que éste se ocupaba de él con la misma atención que un siervo se ocupa de su amo. Como Yarir bin Abdul’lahra era mayor que Anasra, éste se sentía incómodo y le pidió que no se molestara por él. Yarirra, contestó: “He observado con cuánta devoción los Ansar sirvieron al Santo Profeta(sa), y me impresionó tanto dicha devoción, que decidí que si alguna vez me encontrara en compañía de un Ansar, le serviría como un criado. Por tanto, sólo estoy cumpliendo mi promesa y no debes intentar disuadirme” (Muslim). Este incidente confirma que si una persona realmente quiere a otra, su cariño se extiende también a todos los que aman al objeto de su amor. Del mismo modo, quienes honran a sus padres siempre se muestran respetuosos y bondadosos con los que están relacionados con ellos a través de lazos de parentesco o de afecto. En una ocasión, el Santo Profeta(sa) subrayó como una virtud muy elevada el que un hombre honre a los amigos de su padre. Entre los oyentes se encontraba Hazrat Abdul’lah bin Umar(ra). Muchos años después, durante el peregrinaje, se encontró con un beduino, y le entregó su propia montura y su turbante. Uno de los Compañeros comentó que había sido demasiado generoso, ya que el beduino se hubiera contentado con mucho menos. Hazrat Abdul’lah bin Umar(ra) contestó: “El padre de este hombre era amigo de mi padre, y he oído al Santo Profeta(sa) decir que honrar a los amigos de tu padre constituye una de las virtudes más elevadas”.