El Santo Profeta(sa) ordenó que cada uno hiciera testamento respecto a la gestión de sus asuntos tras su muerte, para que los familiares del difunto sufrieran el mínimo de incomodidad.
Enseñó que nadie debía hablar mal de un difunto. Se debían resaltar las cualidades buenas que tenía, pues no beneficiaba a nadie mencionar los vicios o debilidades del difunto; y, por el contrario, al resaltar sus virtudes, la gente estaría más dispuesta a rezar por él (Bujari). Insistía en que las deudas del difunto se pagaran antes del entierro. Muchas veces él mismo pagaba las deudas de los que fallecían, pero si no podía hacerlo, exhortaba a los herederos y familiares, o a otras personas, a que saldaran dichas deudas. Se negaba a oficiar las oraciones funerarias por un difunto hasta que se hubieran pagado sus deudas.