La vida del Santo Profeta (sa)
Sermón del viernes 23-05-2025
Después de recitar el Tashahud, Taawuz y Surah Al-Fatihah, Su Santidad, el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:
En el sermón anterior, mencioné un incidente en el que un musulmán mató a alguien a pesar de que esa persona le había ofrecido el saludo de paz, y en relación a esto, también recité el versículo 95 de la Surah An-Nisa, en el que se menciona que si alguien te saluda con la paz, no debes decir que no es creyente. Entonces no se compartieron todos los detalles de ese incidente.
Más detalles al respecto son (mencioné brevemente que el Santo Profeta [sa] le recriminó cometer este acto) que el Santo Profeta (sa) expresó una indignación extrema y se distanció de él. De hecho, algunas narraciones afirman que incluso oró contra él. En cualquier caso, el Santo Profeta (sa) estaba profundamente afligido por este acto, porque la cuestión de la retribución por la persona asesinada fue posteriormente presentada ante él por la familia de la víctima después de la Batalla de Hunain. Por lo tanto, el relato completo del incidente se compartirá en esa ocasión, si Dios quiere.
En todo caso, el Santo Profeta (sa) catalogó este acto como un crimen atroz. Si tan solo los llamados eruditos religiosos de hoy en Pakistán (los autoproclamados guardianes de la fe) pudieran comprender esto y detener las injusticias que están cometiendo contra los ahmadíes, para que se salven del castigo de Dios.
De todas las maneras, continuando con las narraciones de las distintas expediciones, hablaré ahora de la conquista de La Meca, que tuvo lugar en el año 8 d.H. Esta batalla también se conoce como la “Gran Victoria” [Fath al-Azim]. Como mencioné, esto ocurrió en Ramadán 8 d.H. Fue una conquista verdaderamente magnífica y grandiosa, cuya buena nueva ya había sido predicha por Dios Altísimo. Como resultado de esta conquista, la gente comenzó a entrar al islam en grandes grupos.
Al explicar las buenas nuevas de la conquista de La Meca mencionadas en el Sagrado Corán, Hazrat Musleh Mao’ud (ra) afirma:
[árabe]
“Y di: ‘¡Oh, Señor mío! Haz que mi entrada en esta ciudad (es decir, La Meca) sea buena (es decir, concédeme la victoria y el éxito después de la emigración), y luego haz que mi salida sea buena (es decir, la emigración) de esta misma ciudad. Y concédeme los medios para alcanzar el éxito y el apoyo de Ti mismo”.
Éste es el versículo de la Sura Bani Israil que fue revelado antes de la migración, en el que se predijo la migración y la posterior conquista de La Meca.
En la Surah Al-Fath, se menciona la buena nueva de la conquista de La Meca de la siguiente manera:
[árabe]
“Ciertamente, Dios estaba complacido con los creyentes cuando te juraron lealtad bajo el Árbol, y Él sabía lo que había en sus corazones, y les hizo descender tranquilidad, y les recompensó con una victoria cercana”.
La verdad es que el mismo día que el Santo Profeta (sa) emigró de La Meca, Dios Altísimo ya le había dado la buena nueva de que “no te aflijas; llegará un día en que te devolveré a este mismo lugar”. De hecho, se menciona que el siguiente versículo fue revelado durante la migración:
[árabe]
“En verdad, Aquel que hizo vinculante para ti la enseñanza del Corán te hará regresar a tu lugar de retorno”.
El imam Fajruddin al-Razi, en su comentario sobre este versículo, afirma que el “maad” [lugar de retorno] se refiere a La Meca, y la razón de esto es que señala el regreso del Santo Profeta (sa) a La Meca el día de su conquista.
Según una narración, en el momento de la migración, cuando el Santo Profeta (sa) estaba entre La Meca y Medina, expresó su amor por La Meca. En ese momento, el ángel Gabriel (as) descendió y dijo:
“¿Siente apego a tu tierra natal y a su lugar de nacimiento?”.
El Santo Profeta (sa) dijo: “Sí”.
Gabriel (as) dijo entonces: “Dios Altísimo ha declarado”:
[árabe]
“En verdad, Aquel que hizo vinculante para ti la enseñanza del Corán te hará regresar a tu lugar de retorno” (es decir, Dios te concederá el dominio sobre los Quraish y te retornará a La Meca). Dado que el Santo Profeta (sa) había estado en La Meca, luego la dejó y finalmente regresó, y esta promesa no podría haberse aplicado adecuadamente a ningún otro lugar que no fuera La Meca.
Según los investigadores, esta profecía del Sagrado Corán es una prueba del profetazgo del Santo Profeta (sa), porque transmitió una noticia de Dios Altísimo acerca de lo oculto, y los acontecimientos se desarrollaron exactamente como él (sa) los predijo.
En otro lugar del Sagrado Corán, también profetiza de la conquista de La Meca, en la que se le recuerda esencialmente al Santo Profeta (sa) junto con todos los musulmanes que dondequiera que vayan, no deben olvidar que al final La Meca será conquistada, y también deben esforzarse, trabajar duro y orar por ello. A la luz de esta profecía coránica, podemos decir que uno de los propósitos y objetivos centrales de todas las batallas y expediciones militares del Santo Profeta (sa) fue la conquista de La Meca. Por lo tanto, al mencionar esta gran profecía del Corán:
[árabe]
“Y de dondequiera que salgas, vuelve tu rostro hacia la Mezquita Sagrada” (es un versículo de la Surah Al-Baqarah) Hazrat Musleh Mao’ud (ra), afirma en su comentario:
“Los comentaristas han interpretado “de dondequiera que salgas” en el sentido de que dondequiera que estés, en cualquier condición, mantén la Qiblah en la Mezquita Sagrada. La razón que arguyen para esto es que, a partir de la orden anterior, se podría haber asumido que tal vez esta Qiblah es sólo para la gente de Medina y no para los demás. Por eso, Dios Altísimo dijo: “De dondequiera que salgas, vuelve tu rostro hacia la Mezquita Sagrada”.
Hazrat Musleh Mao’ud (ra) continúa: “Pero la verdad es que, ya sea que en este versículo se esté dirigiendo al Santo Profeta (sa) o a todos los musulmanes, el significado no puede ser mirar hacia la Qiblah. En primer lugar, porque las oraciones que se ofrecen mientras uno está en una ciudad o pueblo son más en número que las que se ofrecen al salir [de viaje] de la ciudad. En tal caso, el mandato aplica al mayor número de oraciones, en lugar de dar una orden que, al estar de viaje, aplicaría a muy pocas situaciones. Por ejemplo, una persona puede salir de una ciudad a las 10 de la mañana, o entre el Asr y el Maghrib, o en mitad de la noche, y todos estos son momentos en los que la cuestión de la oración ni siquiera se plantea. En tales circunstancias, el mandato “y de dondequiera que salgas, vuelve tu rostro hacia la Mezquita Sagrada” deja de tener sentido, porque rara vez hay una oportunidad para orar en el momento de salir de una ciudad. Para entonces, la persona generalmente ya ha rezado o, si aún no lo ha hecho, puede hacerlo un poco más tarde. De todos modos, no existe una conexión directa entre la salida y la oración.
Además, estos significados sólo podrían aceptarse como válidos si existiera alguna oración específicamente vinculada al momento de la partida. Pero todos saben que ninguna oración está ligada al momento de la partida. En tal caso, aplicar este versículo al acto de partir para un viaje no es de ninguna manera correcto.
Otro argumento que prueba que “de dondequiera que salgas” no se refiere a estar orientado hacia la Qiblah durante la oración es que, mientras se viaja, incluso la orientación a veces deja de aplicarse, y dondequiera que se gire la cara, se puede ofrecer la oración. Por ejemplo, si una persona no puede bajarse de un medio de transporte, entonces está probado por el Sagrado Corán y la práctica del Santo Profeta (sa), que en tal caso, sin importar hacia qué dirección esté girada su cara, puede ofrecer la oración en esa dirección (si uno está ofreciendo una oración mientras viaja, entonces se puede orar hacia donde mire su cara, ya sea hacia la Qiblah o hacia otro lado). En esos momentos, la orientación no se cuestiona. Este, oeste, norte y sur son lo mismo. El punto focal del corazón de uno debe estar únicamente hacia la Sagrada Kaabah (mientras uno reza, debe pensar únicamente que mi atención está dirigida hacia la Sagrada Kaabah).
Hoy día, cuando uno va sentado en un tren, tampoco hay una dirección fija, porque el tren a veces se dirige hacia el norte, a veces hacia el sur, a veces hacia el este y a veces hacia el oeste (observamos lo mismo en los viajes largos en avión). Sin embargo, las oraciones del pasajero que ofrece oraciones no quedan invalidadas. Si tomamos como correcta la interpretación de los comentaristas, entonces ni una persona montada en un animal puede actuar según esta orden, ni tampoco alguien sentado en un tren. Entonces, cuando la dirección no permanece fija durante la partida, ¿cómo puede ser correcto interpretar este versículo en el sentido de que “dondequiera que salgas, mira hacia la Kaabah en oración”?
Entonces esta interpretación también es incorrecta porque el significado literal de las palabras en este versículo es: “de dondequiera que salgas, gira tu rostro hacia la Mezquita Sagrada”, en otras palabras, “gira tu rostro hacia la Mezquita Sagrada de donde has partido”.
Ahora, todos podemos entender que las oraciones obligatorias no se pueden realizar mientras se camina. Más bien, se observan deteniéndose en un lugar para ofrecerlas. De hecho, si las palabras del versículo fueran [árabe] “dondequiera que estés, vuelve tu rostro hacia la Mezquita Sagrada”, entonces la interpretación “vuelve tu rostro hacia la Mezquita Haram dondequiera que estés” podría considerarse correcta, pero las palabras aquí [árabe] significan, “¡Oh Muhammad, Mensajero de Al’lah (sa)!”, ó “¡Oh musulmanes”! Dondequiera que partáis, volved vuestro rostro hacia la Mezquita Sagrada!”.
Ahora bien, es obvio que las oraciones obligatorias no se ofrecen al salir de un lugar, sino deteniéndose antes en algún sitio. Por lo tanto, interpretar que esto significa ofrecer la oración es incorrecto desde todos los puntos de vista. Los comentaristas dicen que si no se reconoce la conexión entre la oración diaria y la salida física del lugar de uno, entonces se consideraría como un desacuerdo, aunque esto también es incorrecto. La única razón por la que lo ven algo discordante es porque no han comprendido la verdadera interrelación entre los diversos temas del Sagrado Corán. Siempre que ven algún conflicto aparente en el Corán, recurren inmediatamente a discutir sobre la abrogación, escudándose diciendo que un versículo se abroga a causa de otro, tratando de liberarse cualquier objeción. Sin embargo, si se tuviera en cuenta la realidad del Sagrado Corán que el Mesías Prometido (as) ha demostrado al mundo, ni verían discrepancia alguna, ni surgiría la necesidad de declarar abrogados algunos versículos.
El hecho es que cuando el Mensajero de Al’lah (sa) fue expulsado de la bendita ciudad de La Meca, los enemigos del islam tuvieron la oportunidad en ese momento de plantear una objeción: “puesto que eres la persona prometida en cumplimiento de la oración de Abraham y, por tanto, estás conectado con la Sagrada Kaabah, ¿por qué fuiste expulsado de La Meca? ¿Cómo puedes ser la verdadera manifestación de la oración abrahámica ahora que has sido expulsado de La Meca?”
Es en respuesta a esta objeción que Dios Altísimo anunció las palabras:
[Árabe]
“¡Oh Muhammad, Mensajero de Dios, tu expulsión de La Meca no es más que temporal! Te prometemos que te concederemos de nuevo la oportunidad de regresar y que, de hecho, saldrás victorioso de La Meca”. Sin embargo, como es el modo con las promesas de Dios a sus siervos creyentes, también espera que se esfuercen por cumplirlas. No es que Dios les prometa algo y entonces se cruzan de brazos y no hagan nada para cumplir esta promesa divina, pensando que ahora que Dios ha formulado una promesa, debe cumplirla completamente por Sí Mismo y por ende, ¿qué necesidad tenemos de participar en su cumplimiento? (no vaya a ser que la gente empiece a pensar así).
Dios Altísimo hizo una promesa al pueblo de Moisés (as) de que se les daría la tierra de Canaán. El Profeta Moisés (as) partió con su pueblo hacia ella. Cuando llegaron a ella, dijo a su pueblo: “Id y luchad y conquistad esta tierra”. Pero el pueblo de Moisés cometió el error al pensar que, puesto que Dios Altísimo nos ha prometido esta tierra, Él mismo cumplirá la promesa y nos la entregará. Si conquistamos esta tierra, ¿de qué sirve la promesa de Dios? Puesto que Dios Altísimo ha hecho la promesa, Él mismo debe cumplirla. No necesitamos hacer ningún esfuerzo para ello. Así, respondieron a Moisés (as):
[árabe]
“¡Oh Moisés! Solías decirnos que Dios nos concedería esta tierra. Ahora toda la responsabilidad de cumplir esta promesa recae sobre ti o sobre tu Dios. Si nosotros mismos conquistamos esta tierra, ¿para qué servís tú o tu Dios? Al decirnos que es una promesa de Dios Altísimo que esta tierra nos será concedida con seguridad, id tú y tu Señor a luchar, y nosotros aquí sentados, no haremos nada. Una vez que conquistéis la tierra y nos la entreguéis, sólo entonces entraremos en ella”.
Ahora bien, puede parecer que tenían razón al decir esto, porque si alguien promete dar a otra persona una cosa determinada, y más tarde esa persona viene a reclamarla sólo para que se le diga: “ve y cómprala tú mismo en el mercado”, todo el mundo consideraría innecesaria tal promesa si después de todo tuviera que comprarla él mismo en el mercado.
Así pues, este argumento puede parecer racional. Sin embargo, en relación con las comunidades divinas, tal noción es totalmente irrazonable. Por eso Dios Altísimo no alabó a los israelitas. No dijo: ‘No necesitáis luchar, depende de Nosotros asegurar la tierra y entregárosla’. Más bien declaró: “Nos habéis deshonrado”. Por lo tanto, seréis privados de esta tierra. Id y vagad por el desierto durante cuarenta años. No heredaréis esta tierra, la heredará vuestra nueva generación, porque nos habéis deshonrado’.
Ahora bien, tal enfoque puede considerarse válido y razonable desde una perspectiva mundana, pero desde la perspectiva divina, es completamente irrazonable y le hace a uno merecedor del castigo divino. La razón es que cuando un ser humano hace una promesa, no tiene ningún control sobre los cambios celestiales o terrenales (es decir, una persona no tiene ninguna influencia sobre los fenómenos celestiales y terrenales). Por lo tanto, cuando uno hace una promesa, es sólo en relación con lo que está dentro de su propia capacidad. Pero cuando Dios Altísimo hace una promesa, implica que, aunque el cumplimiento de esa promesa parezca imposible, con la ayuda divina se cumplirá.
La nación que había sido esclavizada por el Faraón durante siglos, que fabricaba ladrillos y cortaba leña para él y se dedicaba a las tareas más degradantes, ¿cómo iba a conquistar una tierra tan grande gobernada por una nación poderosa como el pueblo de Ad? No era fácil conseguir esta tierra, pero Dios dijo: ‘Aunque la adquisición de esta tierra os parezca imposible, os prometemos que os la concederemos y la conseguiréis con Nuestra ayuda’.
Por lo tanto, una promesa divina no significa que ahora uno deba permanecer ocioso y no esforzarse. Más bien significa que cuando te esfuerces por alcanzar ese objetivo, Dios te ayudará y te hará triunfar. En esencia, existe una distinción entre la naturaleza de una promesa divina y una humana. Las promesas divinas que exigen un esfuerzo práctico requieren la participación humana. Para cumplirlas, hay que esforzarse. Si uno no se implica en su cumplimiento, se hace merecedor de un castigo.
En cambio, esto no se aplica a las promesas hechas por un ser humano. Una persona no puede decir: “voy a cambiar el curso del destino divino para ti“, ya que esto no está bajo el control humano. Si alguien hiciera tal afirmación, con razón sería interrogado por Dios Altísimo: “¿Quién eres tú para alterar el destino?”. Por otra parte, Dios puede decir: “Si actúas según Mi mandato y te esfuerzas por ello, te ayudaré y alteraré el curso del destino”, pues el destino está dentro de Su poder y puede cambiarlo como quiera.
Cuando el Santo Profeta (sa) recibió la promesa divina de la conquista de La Meca, también advirtió a los musulmanes: ‘¡Oh musulmanes, no seáis como el pueblo de Moisés, que pensó que puesto que Dios les había prometido la victoria, Él mismo la cumpliría y no necesitaremos hacer ningún esfuerzo por nuestra parte. De hecho, vosotros también debéis esforzaros por cumplir [la promesa divina]’.
La promesa de Dios significaba: ”Sois débiles; si no lo fuerais, ¿por qué habríais abandonado La Meca? Abandonar La Meca relata vuestra debilidad, y que vuestro enemigo es fuerte. Pero Dios os dará fuerzas y recuperaréis La Meca de vuestros adversarios’.
Por lo tanto, la orden:
[árabe]
“De dondequiera que partáis, del lugar que salgáis, el propósito ha de ser que conquistemos La Meca”.
El término “Jurull” [es decir, partida/salida] también tiene la connotación de expediciones militares. En ese contexto, el versículo significa: ‘Dondequiera que os embarquéis en una campaña militar (ya sea al este, al sur, al oeste o al norte) vuestro objetivo debe ser sentar las bases para la conquista de La Meca’.
Por ejemplo, si planeáis atacar a un enemigo desde el sur pero os enteráis de que tiene aliados al oeste que podrían lanzar un asalto desde la retaguardia, entonces atacar primero el oeste es, en esencia, un paso preliminar hacia la campaña del sur. Del mismo modo, si sus aliados residen en el norte y os enfrentáis a ellos primero, esto también sirve al propósito original de derrotar a los del sur.
Es en referencia a este mismo principio, que Dios Altísimo dice: “¡Oh musulmanes, en cada expedición contra un pueblo, país o área, que vuestro verdadero propósito de vuestra dirección sea hacia la conquista de La Meca, pues Dios tiene la intención de concederos Su victoria”.
Así, cuando estudiamos las batallas y expediciones del Santo Profeta (sa), este principio se pone de manifiesto. El objetivo primordial de todas sus expediciones no era otro que la conquista definitiva de La Meca. En cualquier batalla en la que sintiera que se perdía el cumplimiento de este objetivo, o cuando una batalla con un pueblo en particular amenazaba con retrasar la conquista de La Meca, el Santo Profeta (sa) se abstenía completamente de participar en ella, incluso cuando se le provocaba.
Muchas tribus le desafiaron y actuaron de forma provocativa, pero el Santo Profeta (sa) siempre respondió con paciencia y tolerancia. Sin embargo, si una tribu le desafiaba cuya derrota despejaría el camino hacia La Meca, no dudaba en actuar.
De hecho, el análisis de todas las batallas islámicas revela una profunda sabiduría divinamente guiada detrás de ellas, especialmente las que precedieron a la conquista de La Meca, cuyo único objetivo era allanar el camino para esa misma victoria.
Si el versículo únicamente significara: “dondequiera que estés vuélvete hacia la Qiblah”, entonces, como se ha mencionado antes, las palabras:
[árabe]
“Desde dondequiera que salgáis” no se habría utilizado, sino “dondequiera que estéis, volveos hacia la dirección de la Qiblah”. Las palabras “dondequiera que estéis” deberían haberse utilizado para indicar que uno debe volverse hacia la Qiblah. Esto se debe a que en el momento de partir, la gente no reza, sino que se prepara para caminar.
Por lo tanto, este versículo no tiene nada que ver con el ofrecimiento de oraciones. De hecho, el único significado de este versículo es que, salgas de donde salgas, ya sea de un lugar orientado hacia el este o de un lugar orientado hacia el oeste, ya sea de un lugar orientado hacia el norte o de un lugar orientado hacia el sur, tu dirección debe ser hacia La Meca. En otras palabras, tu atención, tus pensamientos y tu mente deben centrarse únicamente en el hecho de que debes obtener la victoria sobre La Meca y al establecer allí el islam traer a toda Arabia bajo su influencia.
“Wuyuhun” también significa “enfoques”. Por lo tanto, significa que debes tener un propósito singular; conquistar la Sagrada Kaabah y convertirla en el centro del islam, porque hasta que el islam no se extienda en La Meca, hasta que La Meca no quede bajo el dominio de los musulmanes, el resto de Arabia no podrá convertirse en musulmana. Este era el programa establecido para los musulmanes, y este programa estaba sin duda muy por encima de sus capacidades. Aunque en Arabia no existía un gobierno formal, tampoco había una completa anarquía. Tenía varios reyes asociados que formaban pactos y cosas por el estilo.
Del mismo modo, aunque La Meca no estaba gobernada formalmente, era la capital de una nación que contaba con una población de entre 1,5 y 2 millones de habitantes. Las tribus circundantes miraban hacia ella y consideraban que sus decisiones y leyes eran vinculantes. Entonces, según aquellos tiempos, era una ciudad muy grande con una población de 15.000 a 16.000 habitantes. Y no sólo en esta ciudad, sino que todos los 1,5 a 2 millones de hombres de la población de la nación eran soldados y muy hábiles en la guerra. Eran luchadores, valientes y guerreros, y a los musulmanes no les resultó fácil combatirlos. En el momento en que este versículo fue revelado al Santo Profeta (sa), los musulmanes sólo tenían entre 400 y 500 soldados, o mil como máximo. Incluyendo mujeres y niños, habrían sido un total de 11.000 o 12.000. Los musulmanes no tenían más número que este, y su fuerza militar no era nada digna de mención. Sin embargo, a pesar de que los musulmanes se encontraban en un estado muy débil, sin tener un número siquiera comparable al de los incrédulos, sin tener ningún tipo de armamento, y sin tener ninguna fuerza militar en comparación con los incrédulos, Dios Altísimo presentó un desafío a los incrédulos; que a pesar de que podrían ver a los musulmanes como pequeños en número, como débiles e impotentes, esos mismos musulmanes conquistarían su tierra un día y tomarían su capital. Alcanzarían tal victoria que instaurarían allí las leyes del islam y erradicarían por completo la incredulidad de la tierra de Arabia.
Teniendo en cuenta el estado de los musulmanes, se trataba de una afirmación irracional. Es más, esta afirmación no se limitó a una zona específica, sino que su impacto fue amplio y vasto, porque no sólo se predijo la victoria sobre La Meca, no sólo se anunció la conquista de Arabia, sino que también se desafió al cristianismo, al judaísmo, al zoroastrismo y se anunció con gran veracidad que el islam vencería a todas estas religiones y saldría victorioso sobre el mundo entero. Esta afirmación era una irracionalidad; por eso los incrédulos solían llamar “loco” al Santo Profeta (sa) (Dios no lo quiera) y también consideraban “locos” a los Compañeros, porque no podían ver ningún medio mundano para el cumplimiento de la afirmación que estaban haciendo. Sin embargo, la realidad es que para que ocurran cosas extraordinarias, hasta que no se produzca en cada persona un cierto estado, que en determinadas condiciones se considera en términos médicos como monomanía (estar totalmente centrado en una cosa en particular), hasta que no se olvide de todo lo demás, hasta que no se produzca una especie de inquietud y desasosiego constantes, y hasta que no desarrolle una pasión definida por las obras extraordinarias, nunca podrá tener éxito en estas tareas.
El Sagrado Corán ha llamado la atención sobre este asunto en este versículo: que olvidéis todo lo demás y hagáis de esto vuestro único objetivo; que conquistaremos La Meca por el islam. Hasta que no se obtenga este centro y esta fortaleza, no alcanzaréis la victoria en toda Arabia, ni en el mundo entero. Aquí surge la pregunta de por qué Dios Altísimo dijo: “Y de dondequiera que partáis, volved el rostro hacia la Mezquita Sagrada”, en lugar de decir: “Sea cual sea la dirección en la que ataquéis, manteneos centrados en la Mezquita Sagrada”. La respuesta es que es en el momento de la salida cuando se decide el propósito del ataque. No es que uno empiece a luchar primero y piense en su propósito después. Como el propósito aquí era llamar la atención para que se tuviera en mente la conquista de La Meca, Dios dijo que en el momento de partir, consideraran las implicaciones de su batalla en la conquista de La Meca. Si esa batalla no es útil para la conquista de La Meca, entonces abandónadla.
Sin embargo, esto no debe interpretarse como que el islam da permiso a sus seguidores para una guerra ofensiva, porque la historia puede atestiguar que las batallas contra los incrédulos habían comenzado incluso antes de que se revelara este versículo. También debe recordarse que [árabe – “Y de dondequiera que salgas”] está dirigido sólo al Santo Profeta (sa), porque no habría necesidad de que La Meca fuera conquistada de la misma manera después del Santo Profeta (sa), ya que no habría ningún ataque contra La Meca después de él; por el contrario, permanecería enteramente bajo el control de los musulmanes. En otras palabras, se trataba de una profecía para el futuro según la cual La Meca nunca volvería a ser conquistada físicamente, porque se crearía una comunidad efectiva que mantendría la supremacía de La Meca y ésta permanecería siempre bajo el control de los musulmanes”.
Este comentario y esta introducción eran necesarios porque la mención de los incidentes relacionados con la conquista de La Meca será más fácil de entender con estos antecedentes. El resto se mencionará en el futuro, si Dios quiere.
En este momento, también mencionaré a un mártir y dirigiré su oración fúnebre después de la oración [del viernes]: Dr Sheij Muhammad Mahmud Sahib de Sargodha, hijo de Sheij Mubashar Ahmad Sahib de Delhi. Los opositores al Ahmadíat le dispararon y martirizaron el 16 de mayo.
[¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!].
Según los detalles, el día del incidente, el señor Doctor regresaba con su familia de ofrecer la oración del viernes al hospital Fátima de Sargodha, donde ejercía como médico. Entró en el hospital, cruzó la entrada principal y llegó al pasillo de enfrente de urgencias y se dirigía hacia su habitación cuando una persona que ya estaba allí y le había estado siguiendo, sacó una pistola de una bolsa de la compra y le disparó por la espalda. Fue alcanzado por dos balas que lo atravesaron. Fue trasladado inmediatamente al hospital civil; sin embargo, no pudo aguantar las heridas por las que el respetado señor Doctor se convirtió en mártir.
[¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!].
Tras el incidente, el agresor, blandiendo su arma, huyó del exterior del hospital en una motocicleta acompañado de un cómplice. En el momento del martirio, el fallecido tenía 59 años. El Ahmadíat llegó a la familia del mártir a través del hermano de su bisabuelo, Hazrat Sarfraz Hussain Dehlvi (ra), que tuvo el honor de aceptar el Ahmadíat jurando lealtad al Mesías Prometido (as). Posteriormente, el bisabuelo del mártir, el respetado Babu Eyaz Hussain Dehlvi Sahib, también juró lealtad por influencia de su hermano. Tanto el bisabuelo del mártir, Babu Eyaz Hussain Sahib, como su abuelo, Babu Nazir Ahmad Sahib, tuvieron el honor de servir sucesivamente como emires de la Comunidad de Delhi.
El mártir finalizó sus estudios en el FC College de Lahore y se matriculó en la Facultad de Medicina de Rawalpindi, donde obtuvo el título de MBBS en 1990. Tras obtener su MBBS, aprobó el examen de la Comisión de Servicios Públicos de Punjab y trabajó durante cuatro años en el Hospital de Servicios y en el Hospital Yinnah de Lahore. En 1998 fue nombrado miembro del Royal College of Physicians del Reino Unido, y en 2021 recibió una beca de la misma institución. El mártir fallecido se trasladó a Sargodha en 2001, motivado principalmente por el deseo de servir a la humanidad. Como se mencionó anteriormente, fue el primer especialista en enfermedades del hígado y del estómago en el distrito de Sargodha.
En Sargodha, se incorporó a un hospital privado, donde mantuvo una excelente relación con el propietario del hospital. Sin embargo, el propietario tenía formación política y pretendía presentarse a las elecciones a la Asamblea Nacional en 2018. Ante las amenazas de los clérigos religiosos, el propietario se vio obligado a pedir al médico que abandonara el hospital y que no siguiera trabajando allí. En consecuencia, el señor Doctor se marchó y se incorporó a otro hospital.
Desde que se trasladó a Sargodha en 2001, dedicaba regularmente tiempo como médico visitante en el hospital Fazl-e-Umar de Rabwah. Dios Todopoderoso le había dotado la capacidad de curar y muchos pacientes se beneficiaron significativamente de su tratamiento. Además de sus conocimientos seculares, era profundamente versado en estudios religiosos, estudiando extensamente los comentarios coránicos, Tazkirah, Ruhani Jazain y otra literatura de la Comunidad, incluida literatura que abordaba cuestiones polémicas. También sirvió en la Comunidad como Naib Amir del distrito de Sargodha.
Participó activamente en la Asociación Médica después de su establecimiento, convirtiéndose en su vicepresidente en 2024. También trabajó como presidente del Sargodha Chapter. A pesar de sufrir cáncer durante los últimos tres años, siempre priorizó las enfermedades de los demás sobre las suyas y permaneció siempre dispuesto a servir. Su compasión y amor por los pacientes eran excepcionales; a menudo proporcionaba tratamiento gratuito a los necesitados e incluso les daba dinero para el pasaje de regreso. También pagó personalmente las pruebas médicas de algunos pacientes. Como se mencionó anteriormente, fue el primer especialista en enfermedades del hígado y del estómago en el distrito de Sargodha.
Contribuyó de manera silenciosa y significativa a los matrimonios de chicas económicamente desfavorecidas. Una de esas personas narra que el señor Doctor lo ayudó económicamente de manera regular durante un largo período. Al principio, esta persona le visitaba una o dos veces al mes, pero poco a poco empezó a visitarle cada dos o tres días. A pesar de este aumento de frecuencia, el señor Doctor continuó apoyando a esta persona. En una ocasión, cuando esta persona hizo una demanda irrazonable, el señor Doctor, quien normalmente nunca se enojaba y tenía una disposición amable, inadvertidamente le habló con dureza. Debido a su disposición innata de piedad, permaneció inquieto toda la noche por hablar con severidad y llamó al individuo al día siguiente, se disculpó sinceramente y le brindó una importante ayuda financiera.
Veneraba profundamente a los ancianos de la Comunidad y a menudo viajaba especialmente a Rabwah para tratar a los pacientes cuando era necesario.
Su madre, Amatul Hayy Sahiba, afirma que él respetaba profundamente a sus padres y satisfacía todas sus necesidades sin que ellos tuvieran que pedirlas. Ella nunca lo pidió, pero él siempre cubrió sus necesidades. Exhibió numerosos rasgos admirables desde la infancia, se dedicó a su propio trabajo, estaba profundamente comprometido con el Jalifato, se preocupaba profundamente por los pobres y los enfermos y administraba meticulosamente las transacciones financieras. Mantuvo la familia unida todo el tiempo.
Su esposa, Amatul Nur Sahiba, menciona que él constantemente aconsejaba a sus hijos que permanecieran conectados con la Comunidad. Su devoción al Jalifato era extraordinaria: escuchaba regularmente los sermones y anotaba meticulosamente los puntos en un diario, una práctica que pocos, incluidos las personas consagradas, siguen sistemáticamente. Tomaba nota de algunos puntos del sermón del viernes para poder beneficiarse de ellos. Sus contribuciones a los sacrificios financieros fueron ejemplares; en el momento de su martirio, sus contribuciones al Wasiyyat se liquidaron en su totalidad hasta el año 2025.
Tiene cuatro hijos, incluidos dos varones (uno de los cuales es médico) y dos mujeres. Su hijo, el Dr. Basir cuenta cómo siempre hizo hincapié en mantener un vínculo fuerte con el Jalifato. Su hija, Saima, lo describe como un padre excepcionalmente cariñoso que le aconsejó después de su matrimonio que, tras mudarse a casa de sus suegros, debía permanecer ligada a la Comunidad y nunca rechazar la oportunidad y el honor de servirla. Ella señala que él encontró constantemente formas de integrar el servicio de la Comunidad incluso en las actividades generales.
Una nuera recuerda con qué fuerza insistía en depositar la confianza en Al’lah. Siempre que le pedía orientación, comenzaba y terminaba sus consejos con oraciones.
Su hermana comenta que estaba profundamente preocupado por la oposición hacia la Comunidad. Él observaba constantemente las oraciones voluntarias y el Tahayyud diariamente.
El Amir del distrito de Sargodha, Jalid Mahmud Sahib, lo describe como un gran servidor de la humanidad, un hombre humilde, caracterizado significativamente por la humildad y el servicio a la humanidad. La mayoría de las veces devolvía los honorarios de los pacientes más pobres. Hacer sacrificios por la Comunidad fue una de sus cualidades más destacadas. Además de cumplir con su Chanda y promesas, etc., ayudaba haciendo sacrificios adicionales. Mostró gran respeto hacia los responsables de la Comunidad.
Zubair Sahib, el misionero de la Comunidad de Sargodha dice: “Un individuo muy querido se ha ido de entre nosotros; era un servidor de la humanidad, una personificación de la misericordia y la benevolencia; alguien que sanó a cientos de miles, era un devoto del Jalifato y un ángel personificado. El difunto mártir era un derviche, y todos los aspectos de su vida fueron ejemplares. Siempre que un responsable o un consagrado iba a verlo, se levantaba de su silla, e incluso cuando se iba, le acompañaba hasta la puerta”. Dice, además: “Cuando le dijeron que las condiciones estaban empeorando y que debía contratar a un guardia de seguridad o tener un Jadim (ayudante), el señor Doctor respondía: ‘podría tener un guardia o un asistente conmigo para mi seguridad, pero no puedo soportar la idea de que, Dios no lo quiera, si alguien viniera a matarme, otra persona pudiera perder la vida por mi culpa’.
Aunque los oponentes habían distribuido panfletos por todo el distrito incitando a la gente a que él era merecedor de la muerte y digno de tal o cual castigo, él nunca prestó atención a tales amenazas. La lista que los oponentes habían compilado de ahmadíes que debían ser perseguidos incluía el nombre del señor Doctor en el primer lugar. De hecho, había un cierto clérigo, Akram Tufani, que incluso había emitido un edicto declarando que era lícito matarlo y ese edicto también había sido distribuido públicamente. Sin embargo, a pesar de todo esto, el Gobierno no tomó ninguna medida.
El administrador del Hospital de Fátima, que es un hospital cristiano y él mismo es pastor, comentó: “Un servidor de la humanidad y un alma noble se ha ido de entre nosotros. Nuestros corazones están abrumados por el dolor”. De hecho, este señor, que es cristiano, llegó a Rabwah para asistir al funeral del difunto, junto con miembros del personal administrativo del hospital y otros compañeros.
Los medios sociales e impresos también cubrieron el martirio del señor Doctor. Una comisionada adjunta escribió (esto es todo lo que pueden hacer, no pueden tomar ninguna acción real, porque les falta el coraje para enfrentarse a los clérigos o tomar alguna decisión en su contra. Sin embargo, incluso este acto refleja un grado de valentía). Esta mujer escribió en su publicación: “El jeque Mahmud no fue nada menos que un salvador para los pobres. Fue un médico especialista excepcional. En ocasiones, incluso proporcionaba costosas pruebas de diagnosis de forma gratuita a personas desfavorecidas. Posiblemente no haya un solo hogar en todo el distrito que no se haya beneficiado de la atención del señor Doctor. Esta mujer no forma parte de la Comunidad, pero lo elogió diciendo que a menudo trataba a los pacientes gratuitamente, y que esto, en su opinión, era un acto extraordinario. Dice: “Digo esto con plena conciencia porque soy misma soy médico. El señor Doctor podría haber ido al extranjero, a cualquier país, y haber amasado una gran fortuna, viviendo una vida de lujo. Pero prefirió quedarse en Sargodha y dedicarse a servir a la humanidad”.
Además dice: “Hoy, por primera vez, he llorado la muerte de alguien con quien no tenía ninguna conexión personal; solo era un vínculo de humanidad. Este caballero había concedido inmensos favores a las criaturas de Dios. Si alguien preguntara cuál fue su delito, la respuesta es que su único delito fue ser ahmadí”.
Otro médico escribió: “El señor Doctor fue el primer especialista médico en Sargodha en completar el ARCP. A pesar de su excepcional competencia y veteranía, incluso hoy en día, realizaba procedimientos con las tarifas más bajas de Sargodha. Fue asesinado únicamente por su fe. ¿Queda alguna ley en este país?
Un periodista y presentador de un canal de televisión privado escribió: “No tengo palabras para condenar este acto bárbaro y absolutamente trágico. Es indescriptible”.
Otro periodista comentó: “¡Esto es ya demasiado! Para salvar a Pakistán, hay que detener a los grupos y organizaciones extremistas. Es imperativo prohibir a estas organizaciones extremistas si queremos poner fin a estas actividades que violan los derechos humanos fundamentales y atacan a los ahmadíes”.
Existe tal temor a estos supuestos guardianes de la fe que incluso el Gobierno, las fuerzas del orden y los tribunales se ven impotentes ante ellos. ¡Que Dios Altísimo traiga rápido los medios para su aprehensión! Es necesario ahora eliminarlos por completo para salvar el país, porque estos supuestos religiosos, que en realidad están instaurando el extremismo en nombre de la religión, están empeñados en destruir el país. Atacan a cualquiera que se les oponga. De todas formas, nuestras súplicas son sólo ante Dios Altísimo, y debemos cumplir con nuestras obligaciones para con Él.
¡Que Dios Altísimo eleve el rango del mártir fallecido y conceda paciencia y firmeza a sus seres queridos! Deja atrás a su anciana madre. ¡Que Dios Altísimo alivie su dolor! ¡Que Dios Todopoderoso mantenga a su esposa e hijos bajo Su protección y seguridad!