La vida del Santo Profeta (sa)
Sermón del viernes 16-05-2025
Después de recitar el Tashahud, el Taawuz y la Surah al-Fatihah, el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:
Hoy también hablaré de algunas expediciones. Del material que poseo, se mencionan aquellas expediciones que tuvieron lugar antes de la conquista de La Meca. Es una breve mención, después de la cual iniciaré el siguiente tema.
Se menciona la expedición de Abu Qatadah al-Ansari hacia Jadirah. Esta expedición tuvo lugar en Shaban del año 8 d.H. Abu Qatadah fue el comandante de esta expedición. Jadirah estaba ubicada al noreste de Medina Munawwara y se consideraba parte de la tierra de Banu Muharib. También se consideraba una región de Tihamah, que estaba incluida en Nalld. Allí residía una rama de los Banu Ghatafan. Los Banu Ghatafan eran persistentemente hostiles hacia el islam y nunca perdían una oportunidad para hacer daño a los musulmanes. El grupo de los Banu Ghatafan que residía en la zona de Jadirah de Nalld participó activamente en la propagación de la sedición contra el estado de Medina.
Hazrat Abdul’lah bin Abi Hadrad al-Aslami narra: “Me casé con la hija de Suraqah bin Harizah, que fue martirizado en la batalla de Badr. De todo lo que he ganado en este mundo, nada fue más querido para mí que lo que recibí a través de esa unión. Le fijé una dote de 200 dirhams, pero no tenía nada que darle”. Dije: “Al’lah y Su Mensajero (sa) organizarán el pago de la dote”. Entonces fui a ver al Santo Profeta (sa) y traté el asunto con él. Él preguntó: “¿Cuánta dote has fijado?”. Respondí: “200 dirhams, ¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! Solicito vuestra ayuda para cumplir con la dote”. El Santo Profeta (sa) dijo: “En este momento no tengo nada con lo que pueda ayudarte. Pero tengo la intención de enviar a Abu Qatadah en una expedición con algunos hombres. ¿Te gustaría unirte a ellos? Espero que Dios te conceda la dote de tu esposa como botín de guerra”. Dije: “Por supuesto”.
“Así que nos pusimos en marcha: éramos dieciséis en total. Hazrat Abu Qatadah (ra) fue nuestro líder. El Santo Profeta (sa) nos envió hacia la tribu de Ghatafan en dirección a Nalld y nos instruyó: ‘Viajad de noche y permaneced ocultos durante el día. Lanzad un ataque sorpresa. No matéis a mujeres ni a niños’. Así pues, partimos hasta llegar a una parte del territorio de Ghatafan.
Cuando cayó la oscuridad, Hazrat Abu Qatadah (ra) nos dio un sermón. Nos aconsejó temer a Dios y nos dispuso en grupos de dos, diciendo: ‘Que ningún hombre se separe de su compañero, a menos que muera o venga a informarme de la condición de su compañero. Que nadie vuelva a mí y, cuando le pregunte, diga: ¡No sé qué pasó con el otro!’. Debéis permanecer juntos. Cuando diga Takbir [Al’lahu Akbar], también debéis decir Takbir. Cuando lance el ataque, vosotros atacad también. Pero no persigáis demasiado al enemigo (no los persigáis en exceso; si huyen, dejadlos ir)’.
Entonces rodeamos a la gente que estaba allí presente. Hazrat Abu Qatadah (ra) desenvainó su espada y dijo Takbir, y nosotros también desenvainamos nuestras espadas y dijimos el Takbir con él. Luego atacamos a la gente que estaba ahí”.
Continúa: “De repente, vi a un hombre alto que caminaba lentamente con una espada desenvainada, diciendo burlonamente: ‘¡Oh musulmanes, venid al Paraíso!’. Así que lo perseguí. Era un incrédulo y dijo esto sarcásticamente: “Si deseas el Paraíso, ¡venid aquí!”. Siguió repitiendo la palabra ‘Paraíso’ para burlarse de nosotros.
Sabía que tarde o temprano se daría la vuelta, así que lo perseguí. Mi compañero me dijo: ‘No te alejes mucho. Nuestro Amir (líder) nos ha prohibido alejarnos’. Pero seguí adelante y alcancé al hombre. Disparé una flecha a su espalda desnuda. Él volvió a decir en tono burlón: ‘¡Oh musulmanes, acercáos al Paraíso!’. Le disparé otra flecha, lo maté y cogí su espada.
Mi compañero me llamó, ‘¿A dónde fuiste? Juro por Al’lah que cuando regresé, Hazrat Abu Qatadah (ra) preguntó por ti, así que le informé’. Pregunté: “¿El Amir preguntó por mí?”. Respondió: ‘Sí, y estaba enfadado contigo y conmigo’. Luego me dijo que los musulmanes habían recogido el botín de guerra y habían matado a los líderes enemigos.
Entonces fui a ver a Hazrat Abu Qatadah (ra) y me reprendió. Le expliqué sobre el hombre que había matado y lo que había estado diciendo. Después ahuyentamos a los animales y tomamos a las mujeres como cautivas. Nuestras espadas colgaban de nuestras sillas de montar.
Por la mañana caían gotas de mi camello. Había una mujer que seguía volviéndose hacia atrás como un ciervo y lloraba. Le pregunté: “¿Qué estás mirando?” Ella respondió: “Por Al’lah, estoy buscando a un hombre. Si hubiera estado vivo, nos habría salvado de ti”.
Se me ocurrió que tal vez se refería al hombre que yo había matado, y que la espada que colgaba junto a mi silla podría ser la suya. Ella dijo: “¡Por Al’lah, esta es la vaina de su espada!” Ella tenía esta misma vaina consigo. ‘Intenta meter la espada y, si dices la verdad, encajará’. Inserté la espada en la funda y encajó perfectamente. Al ver esto, la mujer comenzó a llorar. Luego llevamos los camellos y las cabras al Santo Profeta Muhammad (sa).
Según una narración, los compañeros estuvieron fuera durante quince noches para esta expedición. Trajeron doscientos camellos, mil cabras y muchos cautivos. Se reservó el jumus (una quinta parte) y cada participante recibió doce camellos como parte del botín. Se consideraba que un camello equivalía a diez cabras.
Según otra narración, el botín de esta expedición incluyó doscientos camellos, dos mil cabras y numerosos cautivos.
Luego está el relato de la expedición enviada bajo el liderazgo de Hazrat Abu Qatadah (ra) hacia el valle de Izam. Esto tuvo lugar en el mes de Ramadán del año 8 d.H, correspondiente a enero del año 630 d.C. Izam es un valle situado aproximadamente a 36 millas al este de Medina, dentro de la región de Nalld, donde residía una rama de la tribu Ghatafan, los Banu Ashlla’.
El propósito detrás de esta expedición fue que, cuando el Santo Profeta Muhammad (sa) decidió partir hacia la conquista de La Meca, envió a Hazrat Abu Qatadah (ra) hacia el valle de Izam, que se encuentra al este de Medina, mientras que La Meca está situada al sur. La razón de ello fue que la gente asumiría que el Santo Profeta (sa) no se dirigía hacia La Meca, sino hacia Izam.
Según una narración, el líder de esta expedición fue Hazrat Abdul’lah bin Abi Hadrad (ra). Acompañando a Hazrat Abu Qatadah (ra) había otros ocho compañeros, entre los que se encontraba Hazrat Muhal’lim bin Yuzamah al-Laizi (ra).
Hazrat Abdul’lah bin Abi Hadrad (ra) narra: “Cuando llegamos al valle de Izam, un hombre llamado Amir bin Azbat Ashlla’i pasó junto a ellos. Se acercó a ellos y les extendió el saludo de paz conforme a la costumbre islámica. Al oír esto, los compañeros inicialmente se abstuvieron [de atacar], renunciando a cualquier agresión, porque en tales circunstancias el mandamiento del islam lo prohíbe claramente. Sin embargo, Hazrat Muhal’lim (ra) mantenía una disputa previa con este hombre. En consecuencia, impulsado por un resentimiento personal, atacó a Amir bin Azbat y lo mató, confiscándose sus pertenencias y su camello. Aparte de este incidente, los compañeros no encontraron ningún otro grupo ni resistencia, pues su tarea era únicamente servir de diversión para los incrédulos. Cumplido su objetivo, los compañeros emprendieron el regreso.
Mientras tanto, les llegó la noticia de que el Santo Profeta (sa) había partido hacia La Meca. Al oír esto, ellos también cambiaron de rumbo y se unieron al Santo Profeta (sa) en el camino.
Cuando llegaron ante el Santo Profeta (sa), informaron todo el incidente: el asesinato de ese individuo. Está registrado en los libros de historia que fue revelado el siguiente versículo del Sagrado Corán:
[árabe]
“¡Oh vosotros, los que creéis! Cuando avancéis por la causa de Al’lah, informaos cuidadosamente y no digáis a quien os saluda con el saludo de la paz: “Tú no eres creyente”. Buscáis las cosas buenas de este mundo, pero es con Al’lah donde hay abundancia de cosas buenas. Así erais antes, pero Al’lah os otorgó Su favor especial; informaos pues cuidadosamente. En verdad, Al’lah es perfectamente consciente de lo que hacéis”.
Esto quiere decir que, a quienquiera que ofrezca el saludo de paz, no se le debe obstaculizar su camino ni causarle daño, ni tampoco matarlo ni castigarlo.
Como se ha mencionado, esta expedición tuvo lugar en el año 8 d.H, pero el versículo en cuestión es de la Surah An-Nisaa, y esta narración está registrada en Sirat Ibn Kazir. Respecto a la Surah An-Nisaa, la opinión más aceptada es que fue revelada entre el tercer y el quinto año después de la Hégira. Es posible que, al enterarse de este incidente, el Santo Profeta (sa) recitara este versículo para expresar su disgusto. En cualquier caso, les prohibió tal acción refiriéndose a este versículo.
A partir de ahora, si Dios quiere, comenzarán los relatos de la conquista de La Meca.
Ahora voy a mencionar a un sabio de la Yamaat, que era un erudito eminente, un ferviente devoto del Jalifato y un gran servidor de la fe, que falleció recientemente. De manera similar, otro ahmadí devoto y sincero, que estaba encarcelado en ese momento, también falleció mientras estaba cautivo. Según la evidencia disponible, parece que tiene el estatus de mártir.
La primera mención es del respetado Syed Mir Mahmud Ahmad Nasir Sahib, hijo de Hazrat Syed Mir Muhammad Isaaq Sahib (ra). Falleció recientemente a la edad de 96 años:
[Árabe – ¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!]
Era sobrino de Hazrat Amma Yaan, Hazrat Nusrat Yahan Begum Sahiba, y yerno de Hazrat Musleh Maud (ra) y Hazrat Maryam Siddiqa Sahiba. Como se mencionó anteriormente, era hijo de Hazrat Mir Muhammad Isaaq Sahib, y el nombre de su madre era Saleha Begum. Era nieto de Hazrat Mir Nasir Nawab Sahib. El nombre de su madre también era Saleha, que era hija de Hazrat Pir Manzur Muhammad Sahib, hijo de Hazrat Sufi Ahmad Yan Sahib de Ludhiana.
Syed Mir Mahmud Ahmad Sahib completó su educación temprana en Qadian y luego obtuvo una licenciatura en la Universidad de Punyab. En marzo de 1940, el día del fallecimiento de su padre, Hazrat Syed Mir Muhammad Isaaq Sahib, dedicó su vida al servicio de la fe.
Su hijo, Muhammad Ahmad, también me escribió que Syed Mahmud Ahmad Sahib solía considerar el 17 de marzo como un día de gran significado. Cuando una vez le preguntó a su padre por qué este día tenía tanta importancia para él, respondió: “Fue el día en que falleció mi padre. Ese mismo día, Hazrat Musleh Maud (ra) pasó todo el día en nuestra casa. De hecho, también dirigió las oraciones allí. Además, Hazrat Musleh Maud (ra) pronunció un breve discurso en el que habló sobre los servicios religiosos de Mir Sahib, su espíritu de devoción y su erudición.
Mir Mahmud Ahmad Sahib dijo que al oír esto, se puso de pie allí mismo y le dijo al Segundo Jalifa (ra): “Hazur, ofrezco consagrar mi vida al servicio de la Comunidad”. Al oír esto, Hazrat Musleh Maud (ra) se sintió invadido emocionalmente. Apreció esto en gran medida. En ese momento, Syed Mir Mahmud Ahmad Sahib tenía catorce años, y cumplió esa promesa de tal manera que rara vez se encuentran ejemplos de ello.
Sus servicios a la Yamaat son los siguientes: de 1954 a 1957, estuvo aquí en Inglaterra, donde sirvió como misionero, y durante este tiempo, también obtuvo educación en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) bajo la instrucción de Hazrat Musleh Maud (ra). Estudió junto al Cuarto Jalifa (rh). Durante algún tiempo también fue Secretario de la Misión de Londres. De 1957 a 1959, fue misionero de reserva en Wakalat-e-Diwan. Posteriormente, en 1960, fue nombrado profesor en Yamia, cargo que ocupó hasta 1978. De 1978 a 1982 fue misionero en América. De 1982 a 1986, tuvo la oportunidad de servir en España. De 1986 a 1989 trabajó como Wakilut-Tasnif. De 1986 a 2010, fue director de Yamia Ahmadía Rabwah. Durante este periodo, de 1994 a julio de 2001, también sirvió como Wakilut-Ta’lim. Asimismo, era el Encargado de la Célula de Investigación, y el Encargado de la célula del “Incidente de la Crucifixión”. En 2005, cuando se creó la Fundación Nur, fue nombrado presidente de la misma, cargo que mantuvo hasta el final.
Hazrat Musleh Maud (ra) lo nombró miembro del Mall’lis-e-Ifta el 3 de junio de 1962, y permaneció como tal hasta noviembre de 1972. Posteriormente, en diciembre de 1989, Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) volvió a nombrarle miembro de Ifta, cargo que ocupó durante el resto de su vida. También se le concedió la oportunidad de servir en Juddam al-Ahmadía en diferentes puestos: como Muhtamim y como Naib Sadr.
Sus servicios académicos también fueron amplios. Prestó una gran ayuda en la preparación de la traducción del Sagrado Corán del Cuarto Jalifa (rh), en el que el mismo Jalifa IV también mencionó y expresó su gratitud. Mencionando a los ayudantes de Rabwah, entre los que se encontraban Sufi Basharat-ur-Rahman Sahib, Maulana Abul-Munir Nur-ul-Haq Sahib, Syed Abdul Hayy Sahib, Maulana Dost Muhammad Sahib, Yamil-ur-Rahman Rafiq Sahib, etc., dijo que se les dio la oportunidad de servir, y también dijo aquí que Mir Mahmud Ahmad Sahib estaba entre ellos y, por la gracia de Dios, permaneció constantemente con el Cuarto Jalifa (rh). El Cuarto Jalifa (rh) les dio las gracias.
Tras completar la traducción completa al urdu de los seis libros auténticos de Hadiz, estaba trabajando en la traducción del Musnad Ahmad bin Hanbal y, del mismo modo, también se estaba elaborando un comentario del Sahih Muslim. También tradujo Shama’il al-Tirmizi. Escribió decenas de artículos eruditos sobre la Biblia, que se publicaron en diversos periódicos y revistas. Escribió el comentario del Deuteronomio y tres de los Evangelios. También realizó trabajos académicos de muy alto nivel sobre temas como el entierro de Jesús (as), el ungüento de Jesús (as) y la migración de Jesús (as).
Entre sus obras publicadas e inéditas se encuentran: “La historia del Santo Profeta (sa): fue una personificación del Corán”. Se compone de tres partes esta obra. “Los hermosos dichos de nuestro amado Profeta (sa)” es otro libro. Del mismo modo, un pequeño folleto titulado “365 días” para las selecciones diarias de lecturas posteriores a la oración. Otro libro es “De Palestina a Cachemira”. Realizó una investigación sobre la vida del Santo Profeta (sa) a partir de los escritos del Mesías Prometido (as), que actualmente está sin publicar. Escribió sobre temas seleccionados de Sahih Bujari relativos al Tarbiyat [reforma moral]. Del mismo modo, cuando el antiguo Papa planteó una acusación, también la refutó.
En la ceremonia de colocación de la primera piedra de la mezquita de Basharat, en España, la piedra angular sobre la que rezó el Tercer Jalifa (rh) fue sostenida por el respetado Mir Sahib. Asimismo, en la inauguración de la mezquita de Basharat, en España, se le concedió a él y a su esposa la oportunidad de servir, algo que también mencionó el Cuarto Jalifa (rh). En 1955, en la sesión inaugural de la Yalsa Salana [convención anual], el Segundo Jalifa (ra) anunció ocho matrimonios. Uno de ellos fue el de Mir Mahmud Ahmad Sahib, que el Segundo Jalifa (ra) unió a su hija Amatul Matin Sahiba. El Segundo Jalifa (ra) dijo que normalmente los matrimonios se celebraban el 29 de diciembre, pero estos matrimonios tenían algunas excepciones. Uno de ellos fue que un matrimonio era de su propia hija Amatul Matin, que se estableció con Syed Mir Mahmud Ahmad, hijo de Mir Muhammad Isaaq Sahib (ra). Luego dio más detalles y también dijo que “Mahmud Ahmad está estudiando actualmente B.A. en Londres, y si Dios Altísimo mantiene todo bien, está previsto que regrese en mayo del año que viene.
Mis tres hijos (mencionó quiénes son estos tres hijos y luego dijo sus nombres) Mahmud Ahmad, que es mi yerno, Dawud Ahmad que es mi yerno (refiriéndose a Syed Mir Dawud Ahmad Sahib) y Tahir Ahmad (es decir, el Cuarto Jalifa [rh]) que es el hijo de Umme Tahir Sahiba (rh). Los he dejado allí [en Londres] para que adquieran educación y sirvan a la comunidad en el futuro. Se les ha instruido para que adquieran excelencia en la lengua inglesa”.
Luego explicó: “Si consiguen un alto nivel de inglés y puesto que los tres son también Maulwi Fazil [formados en estudios islámicos] y su conocimiento del árabe es ya excelente, si su inglés también se fortalece, podrán traducir al inglés el Sagrado Corán y los libros del Mesías Prometido (as), resultando así decisivos para la propagación del movimiento.”
Luego, explicó: “La Revista de Religiones también necesita tener un editor capaz y digno; por esta razón, he dejado allí a mis hijos. Aunque en este estado de enfermedad y debilidad, dejar allí a mis hijos e incurrir en los gastos de tres hijos para estudiar así -dos yernos y un hijo- es difícil, consideré que las dificultades del movimiento [ahmadí] eran mayores en importancia que mi dificultad personal.”
Hazrat Musleh Maud (ra) siempre tuvo presente la necesidad de hacer todos los sacrificios por el bien de la Comunidad, e hizo todo tipo de sacrificios con este fin: su riqueza, su tiempo y también sus hijos.
En 1982, Hazrat Jalifatul Masih III (rh) dirigió el matrimonio del hijo mayor de Mir Nasir Sahib. En él mencionaba a Syed Mir Mahmud Ahmad Sahib en referencia a la progenie de Mir Muhammad Isaaq Sahib. Así, dijo: “Dios Altísimo aceptó sus oraciones (refiriéndose a las oraciones de Mir Muhammad Isaaq) y, al ver su amor por Dios Altísimo (es decir, el amor de Mir Muhammad Isaaq Sahib por Él), Dios permitió que sus tres hijos dedicaran sus vidas a la fe”. Sus tres hijos tienen personalidades diferentes, como cada persona es diferente de las demás. Sin embargo, en esto (Hazrat Jalifa III [rh] continúa diciendo), “por lo que he reflexionado, los tres poseían una cosa en común: todo lo que Dios Altísimo les proporcionaba, por mucho que les concediera, no sólo uno debía permanecer contento sino que debía ser feliz con ello (no sólo estar conforme sino verdaderamente feliz).” Continuó diciendo: “Syed Mir Daud Ahmad Sahib tenía su propia personalidad, pero poseía esta cualidad. Mir Mas’ud Ahmad lleva ya bastante tiempo en Dinamarca predicando el mensaje, y él también tiene su propia personalidad, aunque también posee esta cualidad. Y su hermano menor Mir Mahmud Ahmad, cuyo matrimonio de su hijo estoy a punto de anunciar, también posee la propia manera de ser un consagrado, sin embargo los tres encarnan este espíritu común de vivir felices y contentarse con lo que les da la comunidad sin hacer demandas extra”. Explica que “el conformismo de su padre ha sido heredado por toda la familia”.
“Dios Altísimo ha bendecido a la progenie de nuestro respetado tío materno -refiriéndose a Mir Muhammad Isaaq Sahib- con una gracia especial. Para ello, el excelente ejemplo que dan a la comunidad, ya que sriven a la comunidad con rostros sonrientes y contentos sin importar la situación y demustran constantemente ser siervos agradecidos de Dios Altísimo que pasan sus días siempre cantando las alabanzas de Dios.” Al final, elevó una plegaria por ellos, para que Dios Altísimo “conceda a su futura progenie la gracia de alcanzar estos estándares”.
También era versado en poesía. Por supuesto, conocía la poesía del Mesías Prometido (as) y la de Hazrat Musleh Maud (ra), pero también escribió algunos poemas propios. Luego, en una ocasión, aconsejó a los jóvenes que tienen el deseo de estudiar en Yamia Ahmadía pero que aún no han sido admitidos; presentó un código de conducta que es muy bueno y que los misioneros deberían tener en cuenta. De hecho, todo aquel que desee ingresar en Yamia o que haya ingresado en Yamia debe tenerlo en cuenta.
Lo primero en este código de conducta era que se levantaran a las 3 de la madrugada cada mañana para hacer la ablución y rezar -que, según la hora de Pakistán, es la hora de la oración Tahayyud- y que fueran a ofrecer las cinco oraciones diarias en congregación a la mezquita cada día. Aconsejó a quienes viven en Rabwah que ofrezcan al menos una oración en Mezquita Mubarak. Luego, les aconsejó que rezaran todos los días para ganarse la complacencia de Dios Altísimo, y para desarrollar el amor por el Santo Profeta Muhammad (sa), el amor por el Mesías Prometido (as) y el amor por el Jalifato. El quinto punto era hacer del recuerdo de Dios, la invocación de las bendiciones sobre el Santo Profeta (sa) y la búsqueda del perdón de Dios un hábito definitorio. El sexto punto era escribir regularmente cartas llenas de expresiones de amor y fidelidad a Jalifatul Masih y solicitar sus oraciones. El séptimo punto era cumplir de la mejor manera posible las responsabilidades que tuvieran actualmente. El octavo punto era servir a sus padres y, si vivían lejos, tenerlos presentes en sus oraciones. El noveno punto era aprender el Sagrado Corán con traducción palabra por palabra y de corrido idiomático. El décimo punto era asegurarse de que leyeran la totalidad de los libros escritos por el Mesías Prometido (as) al menos tres veces. El undécimo punto era asegurarse de leer Al-Fazl y otro periódico cada día, y dedicarse a una tarea que sirviera a las criaturas de Dios cada día.
Su hijo, Syed Ghulam Ahmad Farruj, escribe sobre él: “Presento algunas reflexiones que ilustran el profundo amor que mi padre sentía por Dios Altísimo, un amor que encontraba su expresión en sus oraciones y en el recuerdo de Dios.
Fui testigo de cómo ofrecía sus oraciones en la mezquita. Rezaba en un rincón con tanta humildad y fervor. En cuanto a sus oraciones en casa, sólo podemos imaginar [lo espiritualmente elevadas que debían ser]. Sin embargo, incluso en público, le invadía un estado emocional muy profundo.
Existía entre él y su Señor un vínculo tan natural y libre de toda pretensión, que él no mostraba abiertamente, pero que a veces se manifestaba sin querer, y la gente lo percibía por sí misma. Por ejemplo, observé en el cuaderno de mi padre que la palabra “Al’lah” aparecía escrita todos los días. Al observarlo detenidamente, descubrí que cada vez que rellenaba el bolígrafo con tinta, la primera palabra que escribía era “Al’lah”. Así, en ciertas páginas o en sus diarios, se podía encontrar la palabra “Al’lah” inscrita repetidamente a lo largo de varias líneas.
En sus últimos años, había escrito una frase en la pared de su habitación: “¡Oh mi Al’lah, Ti Amo!”. Le pregunté qué significaba. Me contestó: “Ti Amo” es una expresión italiana que significa “te quiero” (lo había escrito para Dios Altísimo).
También compuso un poema en alabanza a Dios, uno de cuyos pareados reza:
¡Que siempre se me conceda, que siempre contemple
Tu semblante divino, tus palabras sublimes’.
Durante una enfermedad, cuando tuvo que ser operado de apendicitis, oyó las palabras “Assalamualaikum” y se recuperó poco después. Su filosofía del culto y la oración estaba profundamente arraigada en su relación con Dios Altísimo. Los dos eran inseparables.
A menudo describía su método de súplica durante Tahayyud (oración matutina voluntaria) , explicando que comenzaba con oraciones de alabanza a Dios y para que estableciera un vínculo con Él. En una ocasión, contó que cada día, durante el Tahayyud, recitaba versos de un poema compuesto por su tío paterno, Hazrat Dr. Syed Mir Muhammad Ismail Sahib (ra), titulado “Tum” (es decir, Tú). El verso inicial de este poema dice así:
“Tú eres la cura para la angustia de mi corazón, ¡oh Amado!,
Tú eres nuestro propósito, y nosotros somos Tuyos”.
También explicó la forma en que ofrecía su súplica durante Tahayyud, que resumiré brevemente aquí. Sus hijos cuentan que después de ofrecer alabanzas a Dios e invocar el Durud Sharif, rezaba primero por el Mesías Prometido (as), su familia y los Julafa. A continuación, mencionaba específicamente a Hazrat Musleh Maud (ra) y a su progenie. A partir de ahí, comenzaría con su propio abuelo, Hazrat Mir Nasir Nawab Sahib (ra), y seguiría gradualmente hacia abajo a través de cada generación. Entre sus hijos, siempre empezaba rezando primero por su hija y luego por sus hijos.
Consideraba que la súplica era el verdadero medio para cumplir los derechos que se deben a los semejantes (Huquq al-‘Ibad). Su amor por el Jalifato era profundamente evidente, pero por encima de todo, su corazón rebosaba de amor por el Santo Profeta (sa). Se esforzaba diligentemente por seguir el bendito ejemplo del Santo Profeta (sa), y esto era evidente incluso en los asuntos más insignificantes.”
Su hijo cuenta un incidente: “En una o dos ocasiones, sucedió que mi padre estaba sentado en una silla incómoda mientras yo me sentaba en otra más cómoda. Me levanté y le ofrecí mi silla, pero declinó sentarse en ella, diciendo: ‘El Santo Profeta (sa) ha prohibido que una persona desocupe su lugar para uno mismo’. Y añadió: ‘es verdad que eres mi hijo, pero esto iría en contra de la Sunnah del Santo Profeta (sa), y por lo tanto, no puedo sentarme allí’”.
Del mismo modo, hacía un esfuerzo consciente por ser el primero en ofrecer saludos de paz al pasar junto a los demás. Los viernes, tras la oración y de nuevo tras la oración del Asr, se quedaba rezando. Le disgustaba que le interrumpieran en esos momentos, explicando que el Santo Profeta (sa) había afirmado que eran momentos de aceptación de la oración. Sus hijos sabían que debían evitar molestarle en esos momentos.
En los días que marcaban el nacimiento y el fallecimiento del Santo Profeta (sa), así como los del Mesías Prometido (as), exhortaba especialmente a la recitación del Durud Sharif, y él mismo lo repetía con frecuencia:
[Árabe -‘Santo es Dios con Su alabanza, Santo es Dios con Su Grandeza. ¡Oh Dios, bendice a Muhammad (sa) y a la progenie de Muhammad (sa)’]”.
Su hijo relata además: “Una vez, cuando visité Qadian, me entregó una oración escrita y me ordenó: “Recita esta oración una vez en mi nombre en cada habitación de Darul-Masih (es decir, Mir Sahib) y reza también ante la bendita tumba del Mesías Prometido (as)”’.
En 1990, se inició un proceso judicial contra él por unas declaraciones realizadas durante una sesión del Mall’lis-e-Shura. Aunque el cargo estaba recogido en el artículo 298-C, el juez le acusó de faltar al respeto al Santo Profeta (sa) y a sus Compañeros durante su discurso. Desmintió firmemente esta acusación ante el juez y más tarde me expresó la profunda angustia que había sentido ante una acusación tan falsa. El juez afirmó: “Mir Mahmud Ahmad utilizó palabras despectivas para el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros”. A esto, Mir Mahmud Ahmad Sahib declaró ante el tribunal:
“Se trata de una acusación injustificada: una mentira, una mentira, una mentira. Tengo al Santo Profeta (sa) y a sus Compañeros en la más alta estima desde lo más profundo de mi corazón y profeso una fe absoluta en su profetazgo. Soy Syed, del noble linaje del Profeta, e invoco la maldición de Dios sobre quien miente” (lo declaró valientemente ante el juez).
Durante los últimos días de su enfermedad, se ocupaba cada vez más de recitar el Durud Sharif y decía repetidamente:
“Soy un humilde servidor de Hazrat Muhammad Mustafa (sa)'”.
Su amor por el Mesías Prometido (as) era igualmente único y profundo. Lo cuenta su hijo:
“Recuerdo que en 1989, “The Daily Al-Fazl Rabwah” realizó entrevistas a altos cargos de la Comunidad durante las celebraciones del centenario. En la entrevista, sólo dijo: “El mayor milagro del Mesías Prometido (as) es que reconectó a la humanidad con el Dios Viviente”, o palabras similares en este sentido.
Incluso durante los periodos de enfermedad, a veces no podía visitar Qadian a pesar de prepararse. Los planes se cancelaban. Sin embargo, hasta sus últimos días, albergó el profundo anhelo de visitar Qadian y presentarse ante la bendita tumba del Mesías Prometido (as). A pesar de sus dificultades físicas, emprendía el viaje.
En cuanto a su rutina diaria escribe, que el estudio del Sagrado Corán, Sahih Bujari y Ruhani Jazain formaban parte habitual de su vida. Nos recomendaba encarecidamente que también adoptáramos ese hábito. Aconsejaba lo mismo a todos los que le visitaban. Cuando fue encarcelado en 1990 por la causa judicial, pasó una noche detenido en Chiniot. Cuando fui a verle, me pidió un cubo, una taza y un ejemplar de Barahin-e-Ahmadía. Mia Jurshid Ahmad Sahib, que estaba con él en ese momento, le preguntó: “¿cómo te las arreglarás para leer un libro tan difícil en esta celda estrecha y calurosa?”. Me contestó: “Para mí no es difícil, ya lo he leído cinco veces”.
En el calor sofocante de un espacio reducido, soportó muchas incomodidades, aunque sólo fuera por un día. Sin embargo, debido a su naturaleza refinada y digna, la dificultad era significativa. Aun así, su principal preocupación era seguir leyendo los escritos del Mesías Prometido (as).
Poseía un profundo conocimiento religioso, no sólo del islam, sino también del judaísmo, el cristianismo y otras religiones. Dominaba especialmente la religión comparada. No le gustaba limitarse a seguir la jurisprudencia tradicionalista, sino que solía aconsejar: “Buscad la guía del Sagrado Corán, la Sunnah del Santo Profeta (sa), los Hadices auténticos y el conocimiento religioso impartido por el Mesías Prometido (as) y sus Jalifas”.
Estudiaba con frecuencia disciplinas profanas, sobre todo temas científicos e historia, así como libros relacionados con actividades recreativas como el senderismo. Había leído extensamente las obras de poetas tanto en inglés como en urdu y había memorizado las coplas de muchos poetas. En su iPad también escuchaba recitaciones poéticas. Además del urdu, el árabe y el inglés, dominaba el español, el italiano y el hebreo. Veía regularmente programas italianos en la televisión y en su iPad, principalmente porque Hazrat Musleh Maud (ra) le había encargado que aprendiera italiano, indicándole que tenía la intención de enviarle a Italia. A menudo mencionaba: “Me ordenó que aprendiera el idioma. Yo todavía estoy aprendiendo. Esa directiva nunca fue revocada, por lo que sigue siendo válida para mí a día de hoy, y por eso sigo actuando en consecuencia.”
Ofrecía sacrificios económicos con extraordinario celo. Cada vez que recibía alguna herencia o propiedades, pagaba puntualmente la parte que le correspondía.
Mubashir Ayyaz Sahib, actual director de Yamia [en Rabwah], escribe que Mir Sahib llevó una vida excepcionalmente inocente y piadosa. Extremadamente elegante, aunque humilde y modesto, encarnaba de forma ejemplar la conformidad y la confianza en Dios. Era un océano de conocimiento y sabiduría y, de hecho, un distinguido erudito. Esta es la verdad. Además de erudito de gran prestigio, fue comentarista del Corán y estudioso de los Hadices. Tiene el honor distintivo en la historia de la Comunidad Ahmadía de ser el primer erudito que tradujo al urdu no sólo el Sagrado Corán, sino también toda la Sihah Sitta [seis libros auténticos de Hadiz]. La vida de Mir Sahib fue una vida de devoción; su principio rector fue el trabajo constante. El concepto de “vacaciones”no existía en el diccionario de Mir Sahib. Indiscutiblemente, Mir Sahib ejemplificó el Jalifato a través de sus propias acciones y demostró una profunda obediencia y amor por el Jalifato. A través de su conducta, nos mostró el verdadero significado de respetar el Jalifato.
Una vez, se puso enfermo. Iba puntual a Yamia en bicicleta. Llegaba puntualmente a las 7:20 de la mañana, hora en que Yamia daba comienzo a la jornada. Debido a su malestar, se cayó varias veces de la bicicleta. Le dije que mejor viniera a las 10 de la mañana. Tomó esto como una instrucción y la cumplió estrictamente, llegando a su oficina a las 10 de la mañana. Mubashir Sahib recuerda que un día Mir Sahib se paseaba por el patio antes de las 10 de la mañana, y al preguntarle por qué no había entrado, respondió: “Aún no son las 10, y el Jalifa de la epoca me dio instrucciones de llegar a la oficina precisamente a las 10″. Por lo tanto, entraré exactamente a las 10 de la mañana”. Tal era su obediencia ejemplar, que servía de modelo tanto a superiores como a subordinados.
Tanvir Nasir Sahib, misionero en Qadian, menciona un recuerdo muy querido de Mir Sahib. Recuerda que, sentado en Masllid Mubarak en Qadian, observó a Mir Sahib paseándose en la primera fila de la mezquita. Verle pasear y suplicar era algo que le inspiraba y agradaba profundamente. Armándose de valor, acabó preguntando a Mir Sahib por qué se paseaba en primera fila. Mir Sahib explicó: “Una vez vi a Hazrat Musleh Maud (ra) paseándose por aquí, y yo no hago más que seguir sus pasos”. Su amor por Hazrat Musleh Maud (ra) era profundamente notable.
Feroz Alam Sahib escribe que Mir Sahib se convirtió en director durante su segundo o tercer año en Yamia. “Tuvimos mucha suerte”, afirma, “porque Mir Sahib nos influyó mucho, no sólo académicamente, sino mucho más por su carácter ejemplar y sus acciones como académico”. Hice todo lo posible por asistir a sus lecciones, escucharlas y actuar en consecuencia. Nos enseñó religión comparada y explicó con frecuencia los argumentos presentados por el Mesías Prometido (as) en sus escritos”.
Recuerda un caso concreto durante una lección sobre los milagros de Jesús (as) cuando Mir Sahib preguntó retóricamente si los milagros seguían ocurriendo hoy en día, y luego compartió su experiencia personal: durante los días de la Yalsa, mientras estaba de servicio, hubo una vez una afluencia inesperada de invitados y la comida era insuficiente. Cuando empezaron a distribuir la limitada comida, Dios Altísimo concedió abundantes bendiciones, y todos comieron lo suficiente, sin sentir escasez.
Su nieto, Hashir Ahmad, misionero él mismo, escribe que Mir Sahib amaba profundamente a Dios Altísimo, dejando una impresión duradera de afecto divino en todos, jóvenes y ancianos por igual. Era meticuloso en la observancia del Tahayyud (oración voluntaria matutina) y las oraciones regulares. Ahora que también es misionero, debería seguir los pasos de su abuelo.
Mir Sahib sentía un amor extraordinario por el Corán, un amor del que nunca había sido testigo. Solía hacer largas recitaciones después de la oración del Fallr. Hashir recuerda haber estado con él de niño, cuando Mir Sahib le despertaba para las oraciones del Fallr, después de completar su propio Tahayyud, se entregaba en largas y sentidas recitaciones del Corán, y esto le impactó profundamente. Cuando Hashir se incorporó a Yamia en Canadá, Mir Sahib preguntó con entusiasmo si la traducción del Corán se enseñaba por separado o junto con los comentarios, y expresó su alegría al enterarse de que se enseñaban por separado. Le preocupaba que la gente suele aprender el comentario pero no la traducción.
En cuanto al profundo amor de Mir Sahib por el Mesías Prometido (as), Hashir dice que estaba profundamente dedicado al estudio del Ruhani Jazain. Con frecuencia afirmaba: “He leído los libros del Mesías Prometido (as) numerosas veces, pero cada lectura me revela nuevos conocimientos”. También dijo: “Si lees Ruhani Jazain, entenderás el Corán, los Hadices y la historia islámica”.
En una ocasión, me mencionó personalmente que había leído todos los libros del Mesías Prometido (as) al menos tres veces, y otros libros incluso más de tres veces. A pesar de su inmensa erudición, mantuvo una extrema humildad y nunca buscó hacer público sus conocimientos.
Escuchaba atentamente los sermones del viernes. [Hashir relata:] “Una vez se fue la electricidad en Rabwah (algo común en Pakistán), y el televisor se apagó durante el sermón. Yo era joven en aquel entonces. Cuando estaba a punto de irme, me indicó que me quedara, me aconsejó paciencia y dijo: “nunca se sabe cuándo volverá la luz y se reanudará el sermón del Jalifa, no sea que pierdas sus palabras”. No toleraba tal cosa. En cambio, me dijo que me sentara y suplicara mientras tanto, pues eso trae grandes bendiciones.
En otra ocasión, yo estaba dando un discurso pero él no recibió información al respecto, por lo que se lo perdió. Cuando sintonizó la MTA, el discurso ya había terminado. Le pidió a un joven que lo reprodujera en su iPad, y aunque (en ese momento) estaba en otro idioma, continuó escuchándolo. [Hashir dice]: “Cuando llegué, se lo puse en urdu, se puso muy contento y me lo agradeció, diciendo que le había hecho un gran favor”. También expresaba su gratitud a los niños.
Amir Safir Sahib, editor de The Review of Religions, narra un ejemplo extraordinario de la obediencia de Mir Sahib al Jalifato. Amir Sahib recuerda haber contactado con Mir Sahib; de hecho, yo le había pedido que pidiera a ciertos eruditos que escribieran para la revista, y le había mencionado algunos nombres, incluyendo el de Mir Mahmud Ahmad Sahib. Amir Sahib dice: “Pregunté, y supe que estaba en Pakistán en ese momento. Pregunté a sus familiares si estaría durmiendo a esa hora, ya que eran alrededor de las 10 u 11 de la noche, y dijeron que no. Así que lo llamé y contestó su esposa. Ella dijo que estaba durmiendo, pero durante el transcurso, Mir Sahib se despertó por el sonido del teléfono y la conversación. Cuando contestó, le comuniqué que Hazrat Jalifatul Masih le había encomendado escribir un artículo para la Revista sobre un tema en particular. Dijo que en este mismo momento no estaba en condiciones, pero que respondería por la mañana. A la mañana siguiente, Mir Sahib escribió y envió puntualmente un artículo de 15 páginas a Amir Safir, señalando: “un joven llamó anoche para transmitir la instrucción de Jalifatul Masih de escribir un artículo. He escrito y envío 15 páginas como primera parte de inmediato. Continuaré enviando más”. Tal era su excepcional obediencia. De igual manera, en cuanto a la puntualidad, como se mencionó anteriormente, se negó a entrar a la oficina antes de la hora señalada de las diez de la mañana, siguiendo estrictamente las instrucciones.
También participaba cada año en el programa sobre el Santo Sudario de Jesús (as) durante la exposición aquí en Yalsa, y presentaba el tema considerando íntegramente las enseñanzas del Mesías Prometido (as).
Amir Safir escribe que solía decir que, cuando los misioneros estudian una materia académica, no se basan en las opiniones reales ni en las de la Comunidad, sino que se centran más en fuentes mundanas. Sin embargo, su práctica consistía, ante todo, en comprender plenamente los escritos y las opiniones del Mesías Prometido (as), para después examinar las opiniones no pertenecientes a la Comunidad o seculares, en lugar de hacer lo contrario. Afirma que Mir Sahib presentaba con confianza las opiniones del Mesías Prometido (as) ante los principales expertos en el Sudario.
Menciona un incidente en el que The Review of Religions realizó una extensa investigación sobre el incidente de la supervivencia de Jesús (as) en la cruz desde diferentes ángulos y perspectivas, y se esforzó por fortalecer la postura de la Comunidad presentando todos los puntos de vista científicos, históricos e ideológicos sobre el Santo Sudario. Por el contrario, la estrategia de Mir Sahib fue diferente. Opinaba que el Mesías Prometido (as) había enfatizado el ungüento de Jesús (as) y afirmó que los puntos del Mesías Prometido (as) debían ser la base principal, y todos los demás aspectos debían considerarse adicionales. Presentaba constantemente esta perspectiva, afirmando que el ungüento de Jesús (as) era la clave para comprender la crucifixión. Aunque los esfuerzos del equipo de revisión consolidaron el impacto moral de la Comunidad y establecieron buenas conexiones con expertos, no lograron un impacto académico decisivo. Sin embargo, el enfoque de Mir Sahib finalmente dio resultados. El experto y fotógrafo más reconocido de la Sábana Santa en aquel entonces, Barrie Schwartz, confesó que si nosotros demostráramos nuestro punto de vista mediante el ungüento de Jesús (as), entonces yo tendría que aceptar que Jesús (as) realmente sobrevivió a la cruz.
La gente ha escrito innumerables incidentes sobre él. Hay más de sus hijos, su progenie, otras personas, personas consagradas o misioneros, y es difícil mencionarlos todos. Algo que todos los misioneros han escrito, muchos, si no todos, y es que él decía que se tomara la palabra “Qabr” y se actuara en consecuencia. La explicación de “Qabr” que dio fue Qaaf por el Corán, Baa por Bujari, el libro de Hadiz, y Raa por Ruhani Jazain. Decía que si uno adquiría experiencia en estas cosas, se esforzara por actuar en consecuencia, por aprender de ellas y por aprender espiritualmente de ellas, y entonces tendría éxito en lograr su propósito. La palabra “Qabr” [sepulcro] en sí misma es tal que, si uno la tuviera presente, recordaría a Dios Altísimo. Cuando uno recuerda a Dios Altísimo, se esfuerza por andar con rectitud.
En cualquier caso, fue un gran ayudante y colaborador del Jalifato. Era muy leal y cumplía cada palabra. Era sincero. Era un gran ayudante, como pocas veces se encuentra. Practicaba lo que predicaba. Al menos no he visto a nadie como él. ¡Que Dios Altísimo, ya que sus tesoros son infinitos, permita que haya más ejemplos como él, y que Dios Altísimo siga otorgando al Jalifato ayudantes tan leales, sinceros y justos! ¡Que sus hijos reciban las oraciones de su padre y que Dios les permita seguir sus obras y consejos!
La segunda mención, como ya apunté, es la de un musulmán ahmadí que falleció recientemente mientras estaba en prisión: el Dr. Tahir Mahmud Sahib de Karachi, hijo de Ghulam Rasul Sahib.
[Árabe – ¡Cietamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!].
Tenía 71 años en el momento de su fallecimiento. Según los detalles, el difunto Dr. Tahir Mahmud Sahib, presidente local de la Comunidad en la colonia Malir, Karachi, junto con otras dos personas, Ijaz Hussain Sahib y Ayyaz Hussain Sahib, fueron acusados y arrestados por la policía debido a cómo se había construido su mezquita en la colonia Malir, Karachi, y por las oraciones del viernes que se ofrecían allí. Pagó una fianza antes de ser encarcelado; sin embargo, su fianza fue revocada posteriormente y enviados a prisión. Durante este tiempo, mientras se encontraba en el tribunal para su audiencia respecto a la fianza, fue atacado y agredido por una turba de opositores y abogados de la oposición. Lo amenazaron con graves consecuencias; de hecho, un policía ordenó a la turba que le dispararan. También sufrió ataques brutales en la comisaría. Le obligaban a hablar mal del Mesías Prometido (as) y de los Jalifas, pero se mantuvo firme. Posteriormente, fue sentenciado y enviado a prisión. Permaneció en el hospital durante dos meses. Unos días antes de su fallecimiento, comenzó a sentirse mal en prisión debido a una infección renal. Luego fue trasladado a un hospital, pero pocos días después falleció.
[Árabe – ¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!].
Incluso en el momento de su fallecimiento en el hospital estuvo encadenado. Es posible que su fallecimiento haya sido el resultado de las brutalidades a las que fue sometido y que le habrían provocado lesiones internas. Es posible que esta fuera la causa final [de su muerte]. Superó las dificultades del encarcelamiento así, y fue golpeado en el mismo tribunal. Por todas estas evidencias, ha alcanzado el rango de mártir, y será contado entre los mártires. Era Musi. Tuvo la oportunidad de servir como Presidente Local, Secretario de Dawat Ilal’lah y en diversos cargos en las organizaciones auxiliares.
El Ahmadíat entró a su familia a través de su tío Hakim Ahmad Din Sahib, quien juró lealtad y se unió a la Comunidad gracias a los esfuerzos de Hazrat Maulvi Imam Din Sahib (ra), compañero del Mesías Prometido (as) en 1920, durante la época del Segundo Califa (ra). Posteriormente, su padre también aceptó el Ahmadíat. Ayudaba en secreto a los pobres, brindándoles ayuda financiera. Ayudó a muchas mujeres jóvenes pobres a casarse. También asistía a quienes estaban en prisión con él. Cuando estaba en prisión, le preguntaban las visitas si atravesaba alguna dificultad. Él respondía que no atravesaba ninguna dificultad, ya que estaba allí para servir a la fe y tenía una oportunidad de propagarla. Incluso ahí, propagó el mensaje con valentía y sin miedo.
El 17 de enero de 1988, se presentó una denuncia contra Tahir Mahmud Sahib en la colonia Malir de la comisaría de Karachi. El que puso la denuncia alegaba haber inducido a su hermano menor a aceptar el Ahmadíat. También entonces fue encarcelado. Esta era la segunda vez que tenía el honor de ser encarcelado y tuvo que enfrentarse a la oposición. También fue atacado tres veces; sin embargo, dejó su asunto en manos de Dios. Había visto en sueños que un agresor había sido apresado por Dios Altísimo, tras lo cual esta persona que se oponía fue asesinada debido a una disputa propia. En esas circunstancias, los otros dos acudieron a su casa y le pidieron perdón por lo que habían hecho. Él los perdonó de inmediato y no presentó cargos.
La esposa del difunto afirma que la trató de manera extraordinaria y que se consagró por la causa de la Comunidad. Cuando regresaba por la noche, ella nunca se quejaba ni lo impedía, pues estaba contenta de saber que, gracias a la conducta de su esposo, Dios Altísimo estaba cubriendo sus necesidades desde lo oculto.
Uno de sus hijos es una persona consagrada y sirve como misionero de la Comunidad. Escribe que en 1980 [su padre] tuvo la oportunidad de convertirse en prisionero por la causa de Dios, momento en el que la policía lo trató con brutalidad. Cada vez que alguien mencionaba estos excesos, y le aconsejaba que tuviera cuidado, decía con vehemencia que, tras haber soportado la brutalidad policial, no tenía miedo ni preocupación y que invocaba a Dios sin temor alguno.
Le sobreviven su esposa, la respetada Mubasharah Sahiba, una hija y tres hijos. Su hijo Munib Mahmud Sahib es misionero en Pakistán.
¡Que Dios Altísimo conceda misericordia y perdón al difunto, eleve su posición y permita que sus hijos sigan sus pasos! La oración fúnebre se realizará después de la oración del viernes.