La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Sermón del viernes 09/05/2025

Después de recitar el Tashahud, el Taawuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad, el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:

En cuánto a la Batalla de Mutah, se describen más detalles.

Hazrat Auf bin Malik Ashllai relata que yo estaba viajando con aquellas personas que partieron junto con Hazrat Zaid bin Harizah. Conocí a una persona de Yemen que sólo tenía una espada. Otro musulmán mató a un camello y él [el individuo de Yemen] le pidió algo de su piel, el cual se lo dio. Con esa piel hizo una especie de escudo. Proseguimos nuestro viaje y nos enfrentamos al ejército bizantino. Una persona iba montada en un caballo marrón. Tenía una silla de montar dorada y armas doradas. Este soldado bizantino comenzó a increpar a los musulmanes. El yemení se le acercó tras de una roca e cortó las patas del caballo del enemigo. Se produjo un enfrentamiento y el soldado bizantino cayó. El yemení tomó su espada, montó su caballo y lo mató. El musulmán al matarlo, le quitó su caballo y sus armas. Cuando Dios Altísimo concedió la victoria a los musulmanes, Hazrat Jalid bin Walid envió un mensaje a este individuo, que había matado al soldado bizantino. Le envió un mensaje y tomó algunas de sus provisiones (esdecir, le pidió que le entregara el botín obtenido).

Hazrat Auf relata que fui a Hazrat Jalid y le dije: “¿conoces la orden de Dios Altísimo en relación a estas pertenencias?”. Como Jalid bin Walid había aceptado el islam hacía poco tiempo, pensó que quizá no conocía la orden de Dios Altísimo de que el botín pertenece a quien mata [al enemigo] (es decir, el botín de guerra pertenece a la persona que matara al enemigo). Jalid bin Walid dijo: “Soy consciente de ello. Sin embargo, pensé que se llevó más de lo que le correspondía” (es decir, las provisiones que tomó eran mayores de las que le tocaban). Dice: “Le pedí a Jalid que devolviera estas provisiones a esa persona, ya que de lo contrario iba a mencionar este asunto al Santo Profeta (sa). Sin embargo, Hazrat Jalid se negó a devolver las provisiones”.

Hazrat Auf continúa diciendo: “Posteriormente, fui al Santo Profeta (sa) y le informé de el incidente de esta persona y de la conducta de Hazrat Jalid. El Santo Profeta (sa) le preguntó a Hazrat Jalid que qué había hecho. Dijo: “Pensé que había tomado más de lo que le correspondía y por ello cogí parte de su botín”. El Santo Profeta (sa) dijo: “Todo lo que le hayas quitado, devuélveselo”. Hazrat Auf relata que le dijo: “¡Jalid, despréndete de él!” (es decir, ¿cómo te quedarás ahora con el botín, cuando el Santo Profeta (sa) te ha emitido un veredicto?). ¿No te dije que lo devolvieras?”.

En cualquier caso, el Santo Profeta (sa) escuchó a Hazrat Auf decirle esto a Hazrat Jalid. Preguntó que qué había pasado. Le relató una vez más todo el incidente. Al principio no dio todos los detalles. Sin embargo, ahora relató que le había pedido que devolviera las provisiones, pero no lo hizo. Ante esto, el Santo Profeta (sa) se disgustó y dijo: “¡Jalid, no le devuelvas las provisiones!” (en una primera instancia, le había dicho que devolviera las provisiones, pero ahora le dijo que no lo hiciera). Después, el Santo Profeta (sa) formuló la siguiente declaración para su formación moral: “¿Queréis relegar a mis líderes [que yo designo] de forma que vosotros os quedáis con lo bueno, y les dejáis a ellos lo impuro? Cuando alguien ha sido designado como líder [Amir], decir que “su decisión es correcta y que la pureza o integridad de esa decisión recae sobre vosotros, mientras que cualquier aspecto negativo se atribuya a los Amires, es una actitud muy equivocada. Ahora que me has informado del asunto, retiro la orden anterior y os digo que lo que hizo Jalid fue correcto”.

Aquí, la dignidad del Amir debía ser defendida, por lo que el Santo Profeta (sa) expresó que de esta manera insultaban al Amir insinuando que había actuado incorrectamente. Es por eso que el Profeta (sa) se retractó de su decisión inicial.

Hazrat Yabir (ra) narra que, durante la Batalla de Mutah, algunos musulmanes fueron martirizados. Los musulmanes obtuvieron algunas posesiones de los idólatras como botín de guerra. Entre estos objetos había un anillo y alguien se lo presentó como regalo al Santo Profeta (sa). Le dije que el Santo Profeta (sa) me había regalado ese anillo.

Hazrat Juzaimah bin Zabit (ra) narra: “Participé en la Batalla de Mutah. Uno de los romanos me retó a un duelo y lo derroté. Llevaba un casco adornado con rubíes. Mi intención era apoderarme de esos rubíes. Los cogí y cuando me presenté ante el Santo Profeta (sa), le ofrecí los rubíes. El Santo Profeta (sa) me los regaló de vuelta”. Continúa: “Durante la era de Hazrat Uzman Ghani (ra), los vendí por mil dinares y compré un huerto con ese dinero”.

Al’lamah Ibn Kazir escribe que estas narraciones muestran claramente que los musulmanes adquirieron botines de guerra; por lo que no puede considerarse una derrota. Al obtener botínes de guerra, no se puede hablar de derrota. Fue una estrategia militar la que los hizo retroceder. No obstante, está registrado que confiscaron bienes a los comandantes enemigos y mataron a sus líderes.

Hazrat Jalid bin Walid relata: “El día de la batalla de Mutah, nueve espadas se rompieron en mi mano y solo me quedó una ancha espada yemení”.

Al’lamah Muhammad bin Yusuf afirma que según esta narración los musulmanes mataron a muchos de los idólatras; de lo contrario, no podrían haber escapado de ellos. Los musulmanes eran sólo 3.000, mientras que los idólatras eran más de 200.000.

Este hecho por sí solo constituye una evidencia de la superioridad de los musulmanes [Al’lah sabe más]. Ibn Ishaq relata que Hazrat Kutbah bin Qatadah era el comandante del flanco derecho del ejercito musulmán. Atacó a Malik bin Rafilah, el líder de los beduinos cristianos, y lo mató. Hazrat Kutbah solía recitar con orgullo versos árabes sobre esto, diciendo:

“Golpeé a Rafilah, hijo de Arash, con una lanza tan grande que se clavó en él profundamente, y luego la lanza se rompió. Cuando le di un golpe decisivo en el cuello, se desplomó como una rama de un árbol “salam” (un árbol espinoso que se dobla). “Nos llevamos a las mujeres de sus primos como si fueran ganado”.

Hazrat Asma bint Umais (ra) narró: “El día que Hazrat Yafar (ra) y sus compañeros fueron martirizados, el Santo Profeta (sa) vino a nuestra casa. Dijo: “Traedme a los hijos de Yafar”. Los llevé ante él. El Santo Profeta (sa) los abrazó y las lágrimas comenzaron a fluir de sus ojos. Dije: “¡Oh, Mensajero de Al’lah (sa), que mis padres sean sacrificados por ti! ¿Por qué lloras? ¿Has recibido alguna noticia sobre Hazrat Yafar (ra) y sus compañeros?”. Él (sa) respondió: “Sí, hoy la corona del martirio ha sido colocada sobre sus cabezas”. Ella dijo: “Me levanté y comencé a llorar. Las mujeres se reunieron a mi alrededor. Entonces, el Santo Profeta (sa) regresó a su casa. Dijo: ‘No os olvidéis de la familia de Yafar. Prepáradles algo de comida. Su mujer está lidiando hoy con la muerte de su marido.’” En otras palabras, instruyó a la gente a enviar comida a su casa ese día.

Hazrat Anas (ra) narra que el Santo Profeta (sa) subió a su púlpito e informó a la gente del martirio de Hazrat Zaid (ra), Hazrat Yafar (ra) y Hazrat Ibn Rawahah (ra). Fueron martirizados ese mismo día, aunque aún no había llegado ninguna noticia externa de su martirio. El Santo Profeta (sa) dijo: “Primero Hazrat Zaid (ra) tomó el estandarte del islam”. Explicando el incidente dijo: “Fue martirizado. Luego Hazrat Yafar (ra) tomó el estandarte del islam y también fue martirizado. Entonces Hazrat Abdul’lah (ra) tomó el estandarte del islam y también fue martirizado”. Las lágrimas fluían de sus ojos. [Dijo]: “Hasta que el estandarte del islam fue alzado por una de las espadas de Al’lah, y Al’lah concedió la victoria a los musulmanes”.

Otra narración afirma que Hazrat Yala bin Umayyah (ra) trajo noticias de los soldados de Mutah al Santo Profeta (sa). Dijo (sa): “Si lo deseas, puedes informarme, o si lo prefieres, te contaré lo que les sucedió”. El Santo Profeta (sa) dijo que Dios Altísimo ya le había informado también. “¿Quieres contármelo primero o prefieres que te cuente lo que pasó?”. Él respondió: “¡Oh Mensajero de Al’lah (sa) infórmeme usted!”. El Santo Profeta (sa) le relató todo el incidente. Hazrat Yala (ra) dijo: “Juro por Aquel que te envió con la verdad, que no ha obviado ni un ápice de los acontecimientos que ocurrieron”.

El Santo Profeta (sa) dijo: “Al’lah elevó la tierra ante mí hasta que vi la batalla con mis propios ojos. Los vi en sueños: descansaban en camas de oro. Vi la cama de Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra) y parecía un poco torcida. ¿Por qué esto era sí? Me informaron que los otros dos habían avanzado sin vacilación, pero Abdul’lah mostró cierto titubeo y luego siguió adelante”. Esta indecisión suya ya ha sido mencionada en el sermón anterior. Él mismo había declarado que se le había pasado por la cabeza que quizá no debería luchar.

Otra narración afirma que el Santo Profeta (sa) dijo: “Yafar, Zaid e Ibn Rawahah fueron presentados ante mí. Estaban en una tienda de perlas. Vi a Hazrat Zaid (ra) y a Hazrat Ibn Rawahah (ra); sus cuellos estaban ligeramente encorvados, pero Hazrat Yafar (ra) estaba erguido y no se apreciaba curvatura en su cuello. Me informaron que cuando la muerte se acercó a los dos primeros, la evitaron, para alejarse de ella, pero Hazrat Yafar no lo hizo. En lugar de sus brazos, Dios Altísimo le concedió dos alas, con las que vaga por el Paraíso donde le place.

En otra narración, se menciona que cuando Hazrat Abdul’lah bin Umar (ra) saludaba a Abdul’lah, el hijo de Hazrat Yafar (ra), decía,

[Árabe]

“¡La paz sea contigo, hijo del que tiene dos alas!”.

Al mencionar los problemas sobre algún asunto al ser descrito, Hazrat Musleh Maud (ra) afirmó:

“Cuando se trata de asuntos difíciles, algunos los entienden mientras que otros no. Los que entienden sobre el asunto deben explicarlo a los que lo desconocen. Tanto si no son conscientes de ello porque no razonan o tal vez porque sus corazones no están preparados para absorber las bondades de Dios Altísimo debido a sus propios pecados.

Estos temas complejos son de dos tipos. Uno es de conocimiento sustentados puntos filosóficos sutiles. Por ejemplo el concepto de la unicidad de Dios, un aspecto que todo el mundo puede entender: Dios es Uno. Pero las complejidades espirituales más allá de esto – cómo la unidad de Dios ejerce una influencia sobre cada acción del hombre – requiere que uno posea el conocimiento Divino, y para destilar este conocimiento se necesita de un erudito. Cada persona no puede profundizar en los puntos más sutiles, pero ciertamente entenderá que el Sagrado Corán no acepta otros dioses; Dios Altísimo declara en el Sagrado Corán que Dios es Uno.

Luego hay temas que surgen de cuestiones que no están necesariamente basadas en el conocimiento, sino que se han expresado en un lenguaje metafórico o comparativo. Algunas cuestiones no son académicas, sino que se refieren a frases y afirmaciones importantes que la gente simplemente no entiende. Si se articulan, algunos acaban entendiendo lo contrario de lo que se pretendía”.

Hazrat Musleh Maud (ra) afirma además: “La gente común acaba haciendo interpretaciones erróneas por falta de comprensión, alejadas de la verdadera connotación.  Por ejemplo – Hazrat Musleh Maud da un ejemplo de que un incidente ocurrió en la vida del Santo Profeta (sa)-  cuando, durante la expedición hacia Siria, el Mensajero de Dios (sa) envió a Hazrat Zaid bin Harizah (ra) como comandante del ejército y anunció que si era martirizado entonces Hazrat Yafar bin Abi Talib (ra) debería tomar el mando y si éste también era martirizado, entonces Abdul’lah bin Rawahah (ra) debería tomar el mando. Así, todo lo que el Santo Profeta (sa) había dicho se cumplió; los tres: Hazrat Zaid, Hazrat Yafar y Hazrat Abdul’lah fueron martirizados. Después de esto, Hazrat Jalid bin Walid (ra) se hizo cargo y regresó sano y salvo con el ejército. Cuando las noticias llegaron a Medina, las esposas y los padres de los mártires de esta batalla empezaron a llorar y a expresar su dolor, sin salirse de los preceptos de la shariah.

El Mensajero de Al’lah (sa) – sólo como expresión de condolencia y no para que las mujeres se reunieran y comenzaran a llorar en un solo lugar – dijo: “¿No hay nadie que llore por Yafar?” (era su familiar, y sintió pena). Hazrat Musleh Maud (ra) afirma: “con esta declaración, la intención del Mensajero de Al’lah (sa) no era ciertamente que alguien llorara por Hazrat Yafar, sino que él también había perdido a un hermano en él y, por lo tanto, si él no lloraba, entonces debían soportar esta pérdida con paciencia”. Intentaba explicarles que si había un pariente de Hazrat Yafar era el Santo Profeta (sa) o Hazrat Ali (ra), y que Hazrat Yafar era un hombre tan excepcional que no les correspondía llorar a gritos su fallecimiento. No se apreció este comportamiento ni en el Santo Profeta (sa) ni en Hazrat Ali. Poseían una profunda comprensión de este asunto.

Por lo tanto, fue para transmitir el mensaje: “mirad aquí, mi hermano también fue martirizado en esta batalla, pero yo no lloré”, que el Santo Profeta dijo: “¿no hay nadie que llore por Yafar?”. Cuando los Compañeros se enteraron de esto, como estaban profundamente apasionados por cumplir cada uno de los mandatos del Profeta (sa), fueron a sus respectivas casas y dijeron a las mujeres de su hogar que dejaran de llorar y fueran a lamentarse a casa de Yafar en su lugar.

Así, cuando todas las mujeres se reunieron en casa de Yafar y empezaron a levantar un clamor, el Santo Profeta (sa) oyó el ruido y preguntó que qué estaba pasando. Los Ansar respondieron: “¡Oh Mensajero de Dios! Usted dijo antes que no había nadie que llorara por Yafar, por ende, hemos enviado a nuestras mujeres a la casa de Hazrat Yafar y están sollozando allí”. El Mensajero de Dios (sa) respondió: “No quise decir eso, id e impedidles que lo hagan. Lo único que quise decir es que al no llorar nosotros, todos vosotros también deberíais soportar esta pérdida con paciencia”.

Así, un individuo fue y les dijo que pararan de sollozar. Las mujeres respondieron: “¿Quién eres tú para detenernos? El Santo Profeta (sa) ha expresado hoy su dolor diciendo: ‘¿No hay nadie que llore por Yafar?’, ¿y sin embargo vienes a detenernos?”.

Al oír esta respuesta, el individuo se presentó de nuevo ante el Santo Profeta (sa)”.

Hazrat Musleh Maud (ra) continúa: “Como algunas personas están demasiado ansiosas por transmitir incluso el más mínimo de los asuntos a los demás, cuando le proporcionaron esta respuesta, fue inmediatamente al Santo Profeta (sa) y le mencionó que se negaban a seguir su instrucción. El Santo Profeta (sa) dijo: “Echa polvo sobre sus cabezas”. Se trataba de una expresión metafórica, que significaba que había que dejarlas en paz y no decirles nada; pronto se cansarían de llorar y se callarían.

Pero (¡que Dios se apiade de él!) recogió polvo en su capa – para cumplir literalmente lo que se le dijo – y comenzó a derramarlo sobre las cabezas de las mujeres. Gritaron: “¡Loco! ¿Qué haces?”. Respondió: ‘El Santo Profeta (sa) ha ordenado que eche polvo sobre vuestras cabezas, y es lo que estoy haciendo’. Aquí, lo que se dijo en sentido figurado se implementó literalmente.  Cuando Hazrat Aisha (ra) se enteró de esto, amonestó al hombre y le dijo: ‘No has entendido su significado real. El Santo Profeta (sa) quiso decir que se las dejara en paz y, a su debido tiempo, se tranquilizaran por sí solas. Ciertamente no quiso decir que literalmente empezaras a echarles polvo encima”.

Esta fue una declaración metafórica del Santo Profeta (sa), sin embargo, literalmente comenzó a arrojar el polvo. A veces, la gente no capta la esencia de la metáfora. Aquí, este hombre no lo entendió por falta de perspicacia, pero Hazrat Aisha (ra) se lo explicó claramente. A veces, las palabras se toman al pie de la letra y van en contra de la verdadera realidad del significado, por lo que el resultado cambia por completo”. Este incidente también ilustra el profundo amor que los Compañeros sentían por el Santo Profeta (sa).

Hazrat Musleh Maud (ra) se ha referido a este incidente en otro lugar, y afirma:

“Cuando los Compañeros enviaron a sus mujeres a la casa de Hazrat Yafar (ra) para sollozar, demostraron el profundo afecto que sentían por el Santo Profeta (sa). No se detuvieron a reflexionar sobre el significado profundo de las palabras del Santo Profeta (sa) en cuanto a lo que realmente quería decir, sino que inmediatamente dijeron a sus mujeres que dejaran atrás su propio dolor y se unieran al dolor del Santo Profeta (sa). De ello podéis entender el profundo amor que sentían por el Santo Profeta (sa). Al oír la palabra, ‘ningún sonido de lamento viene de la casa de Yafar’, sintieron como si estuvieran equivocados al lamentarse por el martirio de sus parientes y sintieron que la verdadera pena era la pena experimentada por el Santo Profeta (sa)”.

Hazrat Musleh Maud (ra) afirma:

“Aunque pueda parecer un pequeño incidente, pocas veces se puede encontrar una expresión de amor tan poderosa y profunda. Estas fueron las personas cuyos servicios estuvieron siempre ante los ojos del Santo Profeta (sa), es decir, sus sacrificios fueron presenciados por el Santo Profeta (sa) y tenían un amor tan profundo por el Santo Profeta (sa) que ninguna relación mundana puede igualar su devoción.

Si uno viera el asunto desde una perspectiva mundana, o desde el punto de vista de los sentimientos humanos, parecería que el Santo Profeta (sa) debería haber tenido más en cuenta los sentimientos de aquellos primeros creyentes, y que su amor por nosotros (es decir, nosotros que hemos nacido en una edad posterior) debería haber sido mucho menor en comparación (porque ellos le expresaban su amor en todo momento y sus expresiones estaban ante sus propios ojos). Sin embargo, el amor ilimitado del Santo Profeta (sa) – tan ilimitado como pueda serlo el amor humano – no le permitió que disminuyera la determinación de los que vendrían después (es decir, no permitió que flaqueara ni siquiera el ánimo de nosotros en nuestra época). De hecho, el amor del Santo Profeta (sa) ni siquiera permitió que decayera la determinación de la generación intermedia [de la Ummah].

Así, en una ocasión, en una reunión, el Santo Profeta (sa) se refirió a los que vendrían después de él con estas palabras:

‘Mis hermanos – los que vendrán después de mí – serán de tal naturaleza…’.Cuando los Compañeros oyeron esto, un sentimiento de envidia sana surgió en sus corazones. Preguntaron humildemente: “¿Acaso son sus hermanos y nosotros no? Permanecemos en su compañía, pero no nos llama hermanos, mientras que a los que vendrán después los llama sus hermanos..”..

El Santo Profeta (sa) respondió: ‘Vosotros sois mis Compañeros; ellos son mis hermanos’ (vosotros sois mis Compañeros, y ellos son mis hermanos).  Luego afirmó: ‘¿Es esta bendición menor, que me contempléis con vuestros propios ojos y prestéis servicio a la fe mientras estáis en mi presencia?  En cuánto a los que no me verán y vendrán después, permitidme decirles algo también para su consuelo, para que sus corazones encuentren seguridad y sus espíritus se refuercen”.

De este modo, el Santo Profeta (sa) elevó el espíritu de los creyentes que vendrían después. Por lo tanto, reflexionad sobre lo mucho que os reconfortó:

‘No sé si es mejor la primera parte de mi Ummah, o la última’.

Hay más narraciones sobre los mártires de Mutah. En su obra histórica Al-Bidayah wa al-Nihayah, el erudito Ibn Kazir menciona a los mártires de Mutah y registra que el número de los mártires en la Batalla de Mutah fue de doce.

Aunque algunas narraciones hablan de un número mayor, no deja de ser un milagro extraordinario que dos ejércitos se encontraran frente a frente: uno que luchaba por la causa de Dios y sólo contaba con 3.000 soldados, y el otro con 200.000: 100.000 romanos y 100.000 cristianos. A pesar de ello, sólo doce musulmanes fueron martirizados o, un número muy pequeño mientras que una gran multitud de incrédulos fueron consignados al Infierno. Hazrat Jalid bin Walid (ra) declaró que ese día, nueve de sus espadas se rompieron en combate, y que sólo una espada yemení resistió la intensidad de la batalla en sus manos. Uno sólo puede imaginar cuántos incrédulos debieron haber encontrado su destino por el golpe de esos filos.

En cuanto al regreso de los musulmanes a Medina [desde Mutah] y su recepción por parte del Santo Profeta (sa), consta que, en el camino de vuelta, el ejército musulmán pasó por un pueblo que tenía un fuerte. En su partida inicial, uno de los musulmanes había sido martirizado por los habitantes de este lugar. Los musulmanes, por tanto, la asediaron hasta conquistarla, y Hazrat Jalid (ra) mató a sus líderes.

Cuando el ejército musulmán regresó finalmente de Mutah, el Santo Profeta (sa), junto con varios Compañeros, salió a darles la bienvenida. Pero cuando regresaron, algunos individuos expresaron su descontento, preguntando airadamente por qué el ejército no había alcanzado el martirio, alegando que no había habido victoria. Algunos incluso llegaron a arrojar polvo sobre los soldados y se burlaron: “¡Oh vosotros, que huisteis del camino de Dios!”.

El Santo Profeta (sa) entonces declaró:

“No huyeron, sino que son los que volverán a luchar”.

Hazrat Abdul’lah bin ‘Umar (ra) narra que cuando el ejército musulmán regresó de Mutah, él también estaba entre ellos. En otra narración, afirma: “Estábamos avergonzados, pensando que habíamos huido. Nos parecía que habíamos abandonado el campo de batalla”.

Aunque el enemigo se había retirado de ese lugar por su propia voluntad, los musulmanes no los persiguieron. En su lugar, aprovecharon la oportunidad para regresar, adoptando una decisión estratégica que, aunque acertada, fue malinterpretada por algunos como un acto de retirada. Esos mismos individuos declararon sentirse avergonzados, pensando que habían huido del campo de batalla. Algunos expresaron su temor, afirmando que si regresaban a Medina podrían ser ejecutados. Así, entraron en Medina en secreto por la noche y se escondieron; algunos sintieron una vergüenza tan profunda que, al entrar en la ciudad de noche, se ocultaron. Sin embargo, deseaban presentarse ante el Santo Profeta (sa) y pedir perdón. Si eran perdonados, entonces estarían en paz; de lo contrario, resolvieron regresar preparados para la batalla o marcharse del todo.

Antes de la oración del Fayar, se presentaron ante el Santo Profeta (sa). Cuando preguntó quiénes eran, respondieron avergonzados: “Somos los que huímos”. Se avergonzaron y admitieron de esta forma estar entre los que huyeron. El Santo Profeta (sa) les corrigió diciendo: “No, vosotros sois los que os habéis retirado para reagruparos y lanzar otro ataque. Yo soy vuestro apoyo” o, según otra narración, “Yo soy el apoyo de todo musulmán”. Ante esta amabilidad, le besaron las manos, conmovidos por su afectuosa conducta.

A continuación, se menciona otra expedición, conocida como la de Hazrat Amr bin Al-Aas. Esta expedición tuvo lugar en Yumada al-Zani, en el año 8 d.H., aunque algunos relatos sugieren que ocurrió en el año 7 d.H. Salvo Ibn Ishaq, la mayoría de los eruditos coinciden en que esta expedición se produjo después de la batalla de Mutah, que tuvo lugar en Yumada al-Ula, en el año 8 d.H. El motivo de esta expedición fue que llegaron noticias al Santo Profeta (sa) de que la tribu de Banu Quda’ah preparaba un asalto a las afueras de Medina. Los Banu Quda’ah, una tribu qataní, residía más allá de Wadi al-Qura, a unos diez días de viaje de Medina.

En este sentido, está registrado además que el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Amr bin Al-Aas para someterlos. Hazrat Amr bin Al-Aas, hijo de Aas bin Wa’il, un prominente líder de La Meca, había aceptado el islam en el año 7 d.H. o, según otro informe, en el año 8 d.H. Hazrat Amr cuenta que el Santo Profeta (sa) le ordenó que recogiera sus ropas y armas, declarando: “¡Oh Amr! Tengo la intención de nombrarte comandante de un ejército. Dios te concederá botín de guerra y te protegerá”. Hazrat Amr respondió: “No acepté el islam por la riqueza”. El Santo Profeta (sa) respondió: “¡Cuán excelente es la riqueza lícita para un hombre recto!”. Aunque no aceptó el islam buscando riqueza, si Dios Altísimo la concede, es sin duda una bendición.

El Santo Profeta (sa) reunió un ejército de 300 Muhayirin y Ansar bajo el mando de Hazrat Amr, incluidos 30 jinetes. Proporcionó a Hazrat Amr un estandarte blanco y una bandera negra adicional. Aconsejó a Hazrat Amr que animara a las tribus de Bali, Uzrah y Balqain encontradas en el camino a unirse a ellos. Hazrat Amr era especialmente hábil en la guerra y en el arte del combate, y por esta razón el Santo Profeta (sa) lo nombró comandante. Otra razón para enviar a Hazrat Amr (ra) a esta expedición fue que, dado que su abuela materna pertenecía a la tribu Bali, esto le permitiría fomentar relaciones positivas con ellos.

El ejército musulmán viajó de noche y se ocultó durante el día hasta llegar a un manantial llamado Salasil en el territorio de Yuzam, de ahí el nombre alternativo de la expedición, “Sariyya Zat al-Salasil” Se cuenta que se pidieron refuerzos a Medina [durante esta expedición]. Al acercarse al manantial, los musulmanes se dieron cuenta de que la fuerza enemiga era considerablemente grande. Hazrat Amr envió a Hazrat Rafi bin Makiz al Santo Profeta (sa) solicitando refuerzos. El Santo Profeta (sa) preparó un banderín para Hazrat Abu Ubaidah bin al-Yarrah y lo envió, al frente de 200 Muhayirin y Ansar, incluyendo a Hazrat Abu Bakr y Hazrat Umar. Ordenó a Hazrat Abu Ubaidah que se uniera a Hazrat Amr a su llegada, uniéndose como un solo ejército bajo su mando sin ningún desacuerdo. Esta instrucción tenía por objeto garantizar la cooperación entre los dos ejércitos y evitar que surgieran discordias. Hazrat Amr seguiría siendo el comandante.

En los detalles de este incidente, consta que algunos musulmanes recogieron leña para encender un fuego y protegerse del frío, pero Hazrat Amr se lo prohibió. Según una narración, cuando Hazrat Amr les prohibió encender fuego, Hazrat Umar se enfadó por esta orden e intentó enfrentarse a él, pero Hazrat Abu Bakr lo contuvo, explicándole que el Santo Profeta (sa) había nombrado a Hazrat Amr específicamente por su pericia militar. Al regresar, Hazrat Amr informó al Santo Profeta (sa) de que había prohíbido el fuego para no alertar al enemigo de su modesto número, temiendo que pudieran pedir refuerzos adicionales. El Santo Profeta (sa) lo elogió.

Sea como fuere, los detalles afirman que los musulmanes siguieron adelante, penetrando en territorio enemigo y dominándolo. Cuando los musulmanes llegaron al lugar donde al parecer estaban reunidas las fuerzas enemigas, éstas huyeron al enterarse de su llegada. Los musulmanes les persiguieron, se encontraron con un pequeño contingente, les atacaron y los derrotaron, haciendo que los enemigos restantes se dispersaran. Los musulmanes acamparon en la región unos días, enviando caballería contra cualquier concentración enemiga de la que se tuviera noticia, y regresaron con ganado, como cabras y camellos.

Finalmente, los musulmanes emprendieron el viaje de regreso a Medina. Hazrat Amr envió a Auf bin Malik Ashllai por delante para informar al Santo Profeta (sa) de su regreso seguro y de los detalles de la batalla.

Otra expedición mencionada es la de Hazrat Abu Ubaidah bin Yarrah, que tuvo lugar en Rayab, en el año 8 d.H. Al final de su libro, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib ha compuesto una lista de temas propuestos, según la cual esta expedición tuvo lugar en Rayab, en el año 8 d.H, correspondiente a noviembre de 629 DC. Esta expedición también lleva nombres alternativos: También se la conoce como “Sariyya Sif al-Bahr” y “Sariyya al-Jabat”. “Sif al-Bahr” se traduce como “Costa del Mar”. Debido a que los Compañeros establecieron su campamento a orillas del Mar Rojo, esta expedición recibe el nombre de “Sariyya Sif al-Bahr”. El nombre “Jabat”, que significa “ejército devorador de hojas”, surgió porque en un momento de esta expedición, los Compañeros se vieron obligados a subsistir a base de hojas debido a la extrema escasez de alimentos.

El líder de esta expedición fue Hazrat Abu Ubaidah bin Yarrah (ra). El Santo Profeta (sa) lo envió junto con un ejército de 300 Muhayirin y Ansar a una rama de los Banu Yuhainah. Hazrat Umar (ra) también formaba parte de este ejército. Los Banu Yuhainah residían en un lugar llamado Qabaliyah. Qabaliyah está situada a cinco noches de viaje de Medina, a orillas del mar. La razón mencionada para esta expedición es que una caravana de los Quraish de La Meca que transportaba grano viajaba por la costa desde Siria hacia La Meca y existía la amenaza de ser atacada por una tribu de Yuhainah. Esto fue en el momento en que el Tratado de Hudaibiyah estaba en vigor y dado que los Yuhainah eran aliados del Santo Profeta (sa), el Santo Profeta (sa) actuó con gran previsión y envió a un grupo de seguridad como precaución para que nada se interpusiera en el camino de las caravanas que venían de Siria, ni los Quraish pudieran poner ninguna excusa sobre la paz y sobre el incumplimiento del tratado. Fueron enviados como protección de la caravana de los Quraish para que la tribu que residía allí en el camino no los atacara, ya que el Tratado de Hudaibiyah estaba en vigor y protegerlos era una obligación. Tuvieron que adherirse al tratado, por lo que el Santo Profeta (sa) envió un grupo de 300 soldados para protegerlos y garantizar el paso seguro de la caravana de los Quraish. Esto demuestra claramente que los Compañeros no salieron a luchar contra nadie. Por lo tanto, durante una estancia de más de quince días, no se menciona ningún combate.

Los detalles sobre la partida para esta expedición y el agotamiento de las provisiones se mencionan a continuación. Hazrat Jabir (ra) menciona en relación a esta expedición: “El Santo Profeta (sa) nos envió. Éramos trescientos jinetes, y nuestro líder era Hazrat Abu Ubaidah bin Yarrah (ra). Nos pusimos en marcha y sólo habíamos recorrido una corta distancia cuando se nos acabaron las provisiones. Hazrat Abu Ubaidah (ra) ordenó que se reunieran todas las provisiones y se trajeran todas las reservas de comida que tuvieran. Lo que recogieron equivalía a dos bolsas de dátiles. Hazrat Abu Ubaidah (ra) nos daba un poco de comer cada día hasta que eso también se acabó. Luego cada uno recibía un dátil”. El narrador dice: “Le pregunté a Hazrat Yabir (ra): ‘¿Un dátil satisfacía tu hambre?’. Dijo: “Cuando ni siquiera teníamos eso, sentíamos la ausencia de un solo dátil”. Cuando no nos quedaba nada, empezamos a darnos cuenta del valor que tenía incluso un solo dátil. Según otra narración, Hazrat Yabir (ra) dijo: “Chupábamos el mismo dátil todo el día y luego bebíamos agua. Esto nos bastaba hasta la noche”.

Hazrat Yabir (ra) afirma: “Asumimos la vigilancia de la caravana de los Quraish para protegerla. Pasamos medio mes a la orilla del mar y sufrimos una gran hambruna, hasta que incluso llegamos a comer hojas”. Por lo tanto, este ejército fue conocido como Yaish al-Jabat, que significa el Ejército Comedor de Hojas. Dice: “Nos debilitamos debido a esta dieta y nuestros labios y el área alrededor de la boca se lastimaron, hasta el punto de que uno dijo que si nos enfrentáramos al enemigo en ese estado, no hubiéramos podido ni acercanos a ellos por el agotamiento”. No habrían podido hacerles frente.

También se menciona un sacrificio de camellos para el alimento. Hazrat Yabir (ra) afirma que hubo una persona en el ejército que sacrificó tres camellos en tres días para que la gente comiera. Luego, Hazrat Abu Ubaidah (ra) lo detuvo”. Los libros de historia indican que esta persona era Hazrat Qais bin Saad (ra). Hazrat Qaid bin Saad (ra) dijo: “¿Quién me comprará dátiles a cambio de un camello? Sacrificaré el camello aquí mismo; sin embargo, ofreceré el dinero en Medina. En otras palabras, al ver el hambre de los Compañeros, dijo que compraría un camello y lo sacrificaría allí para proveer comida para todos. Hazrat Umar (ra) estaba presente y dijo: “Estoy asombrado por este muchacho, porque no tiene riquezas, y sin embargo gasta la de otros. ¿Cómo pagará esta cantidad al regresar a casa? No tiene ni huerto propio”. Hazrat Qais (ra) se encontró con un hombre de Yuhainah y le dijo: “Véndeme un camello”. Luego compró camellos de la tribu de allí, diciendo que al ir a Medina ofrecería la cantidad en dátiles. El hombre dijo: “No sé quién eres”. Hazrat Qais (ra) dijo: “Soy Qais bin Saad bin Ubadah”. El hombre dijo: “Me has familiarizado al decirme de dónde provienes. Soy amigo de Saad, jefe de Yazrib. Ambos somos amigos”. Hazrat Qais (ra) compró cinco camellos por cinco montones de dátiles, equivalentes a unos 750 kilos. Dijo que le proveyeran testigos, ya que debían haber fiadores. Ante esto, algunos Compañeros de los Muhayirin y los Ansar fueron sus testigos. Hazrat Umar (ra) se negó a ser testigo, porque la riqueza no era suya, sino de su padre. Habla de dátiles, pero los huertos de dátiles son de su padre, así que ¿cómo iba a dárselos? En cualquier caso, cuando este ejército regresó a Medina, Hazrat Saad (ra) le preguntó a Hazrat Qais (ra): “¿Qué hiciste cuando los Compañeros tuvieron hambre?”. Él respondió: “Sacrifiqué un camello”. Hazrat Saad (ra) preguntó: “¿Luego, qué hiciste?” Hazrat Qais (ra) dijo: “Sacrifiqué otro camello”. Hazrat Saad (ra) preguntó: “¿Después, qué hiciste?” Hazrat Qais (ra) respondió: “Sacrifiqué otro camello”. Hazrat Saad (ra) preguntó: “¿Qué hiciste a continuación?” Hazrat Qais (ra) dijo: “Luego me dijeron que parara”. Hazrat Saad (ra) preguntó: “¿Quién te detuvo?”. Hazrat Qais (ra) respondió que fue Hazrat Abu Ubaidah (ra). Luego preguntó: “¿Por qué te detuvo?”. Hazrat Qais (ra) respondió: “Dijo que no tenía riquezas, dado que pertenecían a mi padre”. Hazrat Saad (ra) dijo: “Te daré cuatro huertos”. Con esto, su padre se alegró. Dijo: “Te daré cuatro huertos. El más pequeño de ellos te dará cincuenta montones de dátiles”. Era una cantidad considerable, que ascendía a cientos de kilos. Hazrat Saad (ra) lo transcribió y Hazrat Abu Ubaidah (ra), junto con otros, fueron testigos.

Un miembro de los Banu Yuhainah también acompañó a Hazrat Qais (ra) a Medina. Hazrat Saad (ra) le dio dátiles, un animal de montar y ropa. Hazrat Yabir (ra) cuenta que cuando la noticia llegó al Santo Profeta (sa) dijo: “La generosidad es parte de la naturaleza de esta familia”.

Para explicar este incidente, Hazrat Syed Zainul Abidin Sahib escribe: “La gran paciencia demostrada por los Compañeros en un estado de hambre extrema, sin enfrentarse a ninguna caravana ni a ningún pueblo por la comida, prueba que esta expedición no tenía ninguna intención de batallar, ni sus almas puras consideraban algún tipo de tiranía”. En otras palabras, esas almas puras no encontraron justificación para la crueldad ni la coerción.

En cualquier caso, Dios Altísimo también creó un medio durante ese tiempo para saciar su hambre. Al respecto, está escrito que Hazrat Yabir (ra) menciona más detalles sobre esta expedición. Él mismo afirma: “El mar nos arrojó un pez del tamaño de una pequeña montaña, llamado Anbar”. Anbar se refiere a un pez grande, que puede llamarse ballena. Al’lama Zuhri afirma: “Anbar es una ballena muy grande, y su longitud podía alcanzar hasta 50 yardas”.

Hazrat Yabir (ra) narra que comieron su carne durante medio mes y, según otra narración, 18 días o un mes entero. Comieron de ella hasta que regresaron y frotaban su grasa en el cuerpo hasta reponerse tras haberse debilitado por la inanición. Hazrat Yabir afirma: “Los ojos de la ballena eran como grandes ollas. Extrajimos varias ollas llenas de aceite y cortamos grandes pedazos de su cuerpo. Luego vendimos su carne en el mercado”.

Con respecto a sentarse dentro del ojo de la ballena, hay dos tipos de narraciones. Hazrat Yabir (ra) narra: “Seis de nosotros logramos sentarnos dentro del ojo de la ballena”, mientras que en otra narración se menciona que 30 personas lograron sentarse dentro. Hazrat Abu Ubaidah levantó una de sus costillas y, según una narración, tomó dos. Luego le dijo al hombre más alto, Hazrat Qais, que se sentara en el camello más alto, y pasaron por debajo sin siquiera tocarla.

Respecto al viaje de regreso a Medina, Hazrat Yabir afirma: “Cuando regresamos a Medina, mencionamos el evento de la ballena al Santo Profeta (sa)”. El Santo Profeta (sa) dijo: “Debéis comer de cualquier provisión que os conceda Dios Altísimo, y si os sobra, dadnos algo para comer también”. Alguien de entre ellos le dio una porción al Santo Profeta (sa) y comió de ella.

Con esto concluye este incidente. Mi intención era terminar esto con rapidez para hablar también de otros temas. Sin embargo, fueron necesarias entretanto las menciones de las oraciones fúnebres, así como las de los mártires. Debido a esto, aún quedan algunas narraciones y, al final, se mencionará la conquista de La Meca. No obstante, estas narraciones continúan.

Hoy, como ya comenté en el sermón del viernes anterior, quisiera mencionar nuevamente sobre el conflicto actual entre Pakistán e India. Continúen orando con intensidad por la reconciliación y el establecimiento de la paz entre ambos países. Las armas utilizadas hoy en día en las guerras destruyen vidas de civiles; de hecho, se están asesinando civiles debido al conflicto militar que está acaeciendo. Por lo tanto, oremos para que ambas naciones acuerden reconciliarse y se protejan de mayores pérdidas.

En relación con esto, es importante tener en cuenta que las personas tienden a expresar libremente sus opiniones en redes sociales, plataformas en línea y otros medios electrónicos. Hacerlo causa más daño que beneficio. La gente cree que lo que expresa es muy importante; sin embargo, los ahmadíes deberían abstenerse, ya que hacerlo es más perjudicial que beneficioso. Si alguien desea expresar su opinión, debe ser una que promueva la paz y la armonía. En el final de su vida, el Mesías Prometido (as) escribió un libro, “El Mensaje de la Paz”, que contiene el mensaje de promover la paz y la armonía. Por lo tanto, todo ahmadí debería tener esto presente y esforzarse por lograrlo.

¡Que Dios Altísimo proteja a todos de la pérdida de vidas inocentes! Parece también que ciertas grandes potencias intentan avivar la guerra entre ellos para debilitarlos y promover la venta de sus armas. ¡Que Dios Altísimo proteja a todos de sus maldades!

Asimismo, orad por el pueblo de Palestina. ¡Que Dios Altísimo cree alivio para ellos, para que puedan vivir en paz en su país! Sin embargo, parece que no se puede establecer la paz; de hecho, sus intenciones son expulsarlos de allí, y todas las potencias están involucradas en ello. ¡Que Dios Altísimo conceda sabiduría a los países musulmanes para que todos se unan, pues así podrán resolver muchos problemas! Aquellos países que creen que no se verán afectados si estalla una guerra mundial se equivocan; absorberá a todos. Por lo tanto, deben evitar caer en esta falsa idea. ¡Que Dios Altísimo proteja a todos de esto!

En cualquier caso, como siempre he dicho, la única solución verdadera reside en tornar hacia Dios Altísimo. Solo ese es el camino que puede salvarlos. No hay otro medio aparte de este. ¡Que Dios Altísimo nos conceda la capacidad de hacerlo!

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que continuaría mencionando detalles sobre la Batalla de Mu’tah.

La batalla de Mu’tah

Su Santidad (aba) dijo que durante la batalla, mientras los musulmanes luchaban contra los romanos, un soldado romano gritó incitando a los musulmanes. Un musulmán yemení salió corriendo y ató al caballo del romano, le quitó la espada y lo mató, tras lo cual se llevó su armadura y sus armas. Una vez que la batalla fue ganada por los musulmanes, Hazrat Khalid bin Walid (ra) envió un mensaje a ese hombre y le pidió que reuniera lo que había tomado entre el botín. Hazrat Khalid (ra) fue informado por Hazrat Auf (ra) que la instrucción era que el botín fuera para aquel que había vencido al enemigo. Hazrat Khalid (ra) dijo que lo entendía, pero consideró que el botín que el yemení había tomado era excesivo.

El asunto fue presentado al Santo Profeta (sa), quien ordenó a Hazrat Khalid (ra) que devolviera el botín al musulmán yemení. Ante esta instrucción, Hazrat Auf (ra) expresó entonces a Hazrat Khalid (ra) que ya se lo había dicho y que había tenido razón. Sin embargo, el Santo Profeta (sa) escuchó esto y preguntó sobre el asunto. El caso fue presentado ante el Santo Profeta (sa) de nuevo, y esta vez, el Santo Profeta (sa) ordenó a Hazrat Khalid (ra) que no devolviera el botín al musulmán yemení. Lo hizo para enseñar la lección de que un líder designado debe ser respetado.

Su Santidad (aba) dijo que durante la Batalla de Mu’tah, uno de los objetos obtenidos como botín fue un anillo, que fue presentado al Santo Profeta (sa), que Hazrat Yabir (ra) dijo que luego se le dio a él.

Su Santidad (aba) dijo que según Hazrat Khalid bin Walid (ra), rompió nueve espadas durante la Batalla de Mu’tah. Está registrado que había 3,000 musulmanes mientras que había 200,000 romanos en esta batalla. El hecho de que los musulmanes recibieran botín de guerra es un claro indicio de que salieron victoriosos de esta batalla.

Su Santidad (aba) dijo que el día que Hazrat Yafar (ra) fue martirizado, el Santo Profeta (sa) pidió que le trajeran a los hijos de Hazrat Yafar (ra). El Santo Profeta (sa) los acercó mientras empezaba a llorar. Le preguntaron al Santo Profeta (sa) si había recibido noticias sobre Hazrat Yafar (ra). El Santo Profeta (sa) respondió diciendo que Hazrat Yafar (ra) había recibido la corona del martirio. El Santo Profeta (sa) ordenó entonces a otros que enviaran comida a la casa de Hazrat Yafar (ra), ya que su familia estaba de luto.

Su Santidad (aba) dijo que el Santo Profeta (sa) subió a su púlpito e informó a la gente sobre los martirios de Hazrat Zaid (ra), Hazrat Yafar (ra) y Hazrat Ibn Rawahah (ra). Transmitió estas noticias el mismo día en que ocurrieron, a pesar de que aparentemente aún no había recibido noticias del campo de batalla; sin embargo, este asunto le había sido revelado. El Santo Profeta (sa) también informó entonces a la gente de que la bandera islámica había sido tomada por una espada de entre las espadas de Al’lah. Según otra narración, un mensajero había venido a transmitir las noticias, y el Santo Profeta (sa) dijo que él también tenía algunas noticias, y el Santo Profeta (sa) dio primero sus noticias sobre los martirios, que dijo estaban basadas en un sueño que había visto. Ante esto, la persona que había traído las noticias confirmó que el Santo Profeta (sa) tenía toda la razón.

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashiruddin Mahmud Ahmad (ra), quien explicó que a medida que se recibieran noticias de los mártires de esta batalla en Medina, las familias guardarían luto según los límites prescritos por las enseñanzas islámicas. Del mismo modo, el Santo Profeta (sa) dijo: ‘No hay nadie que llore por Yafar’. Esto no era una instrucción para llorar por Yafar; más bien, esto también era simplemente una expresión de luto, como para reconocer que Yafar (ra) también estaba entre los mártires, sin embargo, cuando el Santo Profeta (sa) no lloraba, tampoco debían hacerlo los demás. Esto es lo que el Santo Profeta (sa) quiso transmitir. Cuando los musulmanes oyeron esto, fueron a sus casas y dijeron a sus esposas que en lugar de llorar en casa, debían ir a la casa de Yafar (ra) y llorar allí. Cuando el Santo Profeta (sa) oyó esto, preguntó qué había pasado, a lo que los musulmanes respondieron que habían enviado a sus mujeres a la casa de Yafar (ra) a llorar para cumplir lo que había dicho. El Santo Profeta (sa) dijo que eso no era en absoluto lo que había querido decir, y ordenó que se dijera a las mujeres que dejaran de llorar. El Santo Profeta (sa) había hecho esta declaración para expresar que, al igual que él, todos los demás también debían mostrar paciencia. Cuando el hombre musulmán fue a decir a las mujeres que dejaran de llorar, ellas dijeron que no dejarían de hacerlo porque habían oído lo que el Santo Profeta (sa) había expresado. Cuando los musulmanes informaron al Santo Profeta (sa), él respondió diciendo: ‘ Echen polvo sobre sus cabezas’. Esta es la traducción literal de un modismo árabe, que en realidad significa ‘déjenlos en paz’. Sin embargo, ese musulmán no entendió la expresión y literalmente comenzó a echar polvo sobre las cabezas de las mujeres. Hazrat A’ishah (ra) tuvo entonces que explicarle que la declaración del Santo Profeta (sa) era en realidad un modismo, no algo que debía tomarse literalmente. Esto demuestra que a veces la gente no entiende los dichos metafóricos y los toma literalmente. En este caso, un hombre no lo entendió, y fue Hazrat A’ishah (ra) quien, con su sabiduría, lo comprendió y tuvo que explicarle el asunto. Al mismo tiempo, este incidente muestra el inmenso amor y obediencia que los compañeros tenían en sus corazones por el Santo Profeta (sa).

Su Santidad (aba) dijo que, según las narraciones, 12 musulmanes fueron martirizados durante esta batalla. Esto en sí mismo es un milagro, que a pesar de la disparidad en números entre los dos ejércitos, hubo tan pocos mártires en el lado musulmán, mientras que tantos del ejército enemigo fueron asesinados y su ejército fue finalmente derrotado.

Su Santidad (aba) dijo que cuando el ejército musulmán regresó a Medina, fueron recibidos por el Santo Profeta (sa) y sus compañeros. Algunos musulmanes de Medina pensaron que este ejército no debería haber regresado, sino que todos deberían haber sido martirizados en la batalla. Algunos se burlaron de ellos, llamándoles los que huyeron. El Santo Profeta (sa) les dijo que estos musulmanes no eran los que huyeron, sino los que se dieron la vuelta y se lanzaron al ataque.

La Expedición de Hazrat ‘Amr bin al-‘Aas (ra)

Su Santidad (aba) dijo que entonces hubo una expedición conocida como la Expedición de ‘Amr bin al-‘Aas, que tuvo lugar en Yamadi al-Thani 8 DH. El Santo Profeta (sa) recibió noticias de que una tribu de los Banu Khuza’ah estaba en las afueras de Medina, preparándose para un ataque. Para interceptarlos, el Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat ‘Amr bin al-‘Aas (ra) líder de un contingente de 300 musulmanes. El Santo Profeta (sa) concedió a Hazrat ‘Amr (ra) una bandera blanca y otra negra. El ejército viajó de noche y se escondió de día, hasta llegar a un conocido lugar llamado Salasil. Al llegar, los musulmanes se dieron cuenta de que el ejército enemigo era bastante numeroso. Por ello, Hazrat ‘Amr (ra) envió una petición de refuerzos, que el Santo Profeta (sa) concedió. Hazrat Abu Bakr (ra) y Hazrat ‘Umar (ra) también formaban parte de este ejército. Por la noche, los musulmanes intentaron encender hogueras para calentarse. Sin embargo, Hazrat ‘Amr (ra) les ordenó que no lo hicieran. Más tarde, explicó al Profeta (sa) que había dado esta instrucción porque no quería que el enemigo se diera cuenta de su número real y pidiera refuerzos para atacar a los musulmanes. El Profeta (sa) apreció esta estrategia empleada por ‘Amr (ra).

Su Santidad (aba) dijo que cuando el ejército musulmán llegó donde se había reunido el ejército enemigo, éste huyó, y sólo hubo una pequeña batalla con un pequeño contingente. Los musulmanes recogieron botín y regresaron a Medina.

La Expedición de Hazrat Abu Ubaidah bin al-Yarrah (ra)

Su Santidad (aba) dijo que entonces tuvo lugar la Expedición de Hazrat Abu Ubaidah bin al-Yarrah, que tuvo lugar en Rajab 8 DH. También se la conoce como la Expedición de Sif al-Bahr (Orilla del Mar), ya que los compañeros habían acampado en la orilla del Mar Rojo. Hazrat Abu Ubaidah bin al-Yarrah (ra) fue nombrado líder de esta expedición, que contaba con 300 musulmanes, incluido Hazrat Umar (ra). El objetivo de la expedición era proteger una caravana comercial de los Quraish amenazada por la tribu Yuhainah. Esto se hizo de acuerdo con el Tratado de Hudaibiyah. Esto demuestra que los musulmanes no salieron a la batalla, ni se menciona batalla alguna en los detalles de esta expedición.

Su Santidad (aba) dijo que continuaría mencionando estos detalles en el futuro, incluyendo incidentes como la Conquista de La Meca. Su Santidad (aba) dijo que esta serie se ha ampliado, ya que también ha dedicado tiempo a mencionar a los difuntos y a algunos mártires en sus sermones.

Llamamiento a la oración ante el aumento de las tensiones en el subcontinente y orientación sobre el uso de las redes sociales

Su Santidad (aba) dijo que una vez más deseaba llamar la atención hacia las oraciones en relación con la guerra que se está gestando entre Pakistán y la India. Que prevalezcan la paz y la armonía, porque las armas utilizadas en la guerra de hoy en día provocan la muerte de civiles, como ocurre también en estas circunstancias actuales. Su Santidad (aba) dijo que debemos rezar para que ambas partes acuerden la paz y eviten grandes pérdidas.

Su Santidad (aba) dijo que también hay que tener en cuenta que a través de las redes sociales o Internet en general, los medios electrónicos y los mensajes, la gente expresa libremente sus opiniones y dice lo que le da la gana, lo que resulta más perjudicial que beneficioso. Expresan lo que ellos mismos desean. Los ahmadíes deben abstenerse de hacerlo, porque estas expresiones causan más daño que beneficio. Si desean expresar algo, que sea un mensaje de paz y armonía. Hacia el final de su vida, el Mesías Prometido (as) escribió Un Mensaje de Paz en el que expresaba que debería haber paz y armonía. Esto es por lo que todo ahmadí debería esforzarse. Que Al’lah proteja a todos los inocentes.

Su Santidad (aba) dijo que parece que ciertas grandes potencias tratan de avivar estas llamas, deseando que los dos bandos se enfrenten y se debiliten. Que Al’lah proteja contra su maldad.

Su Santidad (aba) también instó a rezar por el pueblo de Palestina, para que Al’lah les facilite las cosas y les permita vivir en paz en su tierra, aunque no parece haber ninguna posibilidad de paz. Por el contrario, parece que se les quiere expulsar de su tierra. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah conceda sensatez a los países musulmanes, permitiéndoles unirse. Si se unen, podrán resolverse muchos problemas. Si estalla una guerra mundial, quienes piensen que estarán a salvo se equivocan, pues abarcará a todo el mundo. Que Al’lah proteja a todos.

Su Santidad (aba) dijo que la única solución es volverse hacia Dios. No hay otro camino para salvarse. Que Al’lah permita a todos hacerlo.

Resumen preparado por The Review of Religions

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