La vida del Santo Profeta (sa) - Acontecimientos durante la batalla de Badr
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

La vida del Santo Profeta (sa) – Acontecimientos durante la batalla de Badr

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 7 de JULIO de 2023.

Pronunciado en la MEZQUITA MUBARAK de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), habló lo siguiente:

En el sermón anterior, cuando se mencionaba un incidente en el que los incrédulos de La Meca se sintieron abrumados por los musulmanes, se relata que en el mismo se afirmó que se produjo un desacuerdo entre Abu Yahl y Utbah con respecto a la batalla. [Pues bien], al escuchar las burlas de Abu Yahl, Utbah declaró que participaría en la guerra y, por lo tanto, comenzó la batalla; y en los detalles sobre esto, está escrito que Utbah bin Rabiah partió, caminando con su hermano, Shaibah bin Rabiah, y su hijo, Walid bin Utbah; y cruzando todas las filas y pidieron batirse en duelo [individualmente y, en este sentido], Hazrat Ali (ra) ha relatado que Utbah bin Rabiah se adelantó, seguido por su hijo y su hermano, y preguntó quién lucharía contra él. Algunos jóvenes de los “Ansar” [musulmanes varones nativos de Medina mayores de cuarenta años] respondieron a su llamada. [Presto], Utbah preguntó a los “Ansar” quiénes eran y estos se lo dijeron; a lo que Utbah les respondió: “¡Nosotros no tenemos nada que ver con vosotros! Solo buscamos luchar contra los hijos de nuestro tío”. Esto significaba que solo quería luchar contra los qureish, la gente de La Meca, y no contra los “Ansar”. Luego proclamó en voz alta: “¡Oh Muhammad [sa], envía a los que estén a nuestro nivel de entre nuestros parientes para luchar contra nosotros!”. Ante esto, el Santo Profeta (sa) ordenó: “¡Oh Hamza, da un paso adelante! ¡Levántate, oh Ali! ¡Adelante, oh Ubaidah bin Hariz!”.

Hazrat Hamza (ra) era el tío paterno del Santo Profeta Muhammad (sa) y tanto Hazrat Ali (ra) como Hazrat Ubaidah (ra) eran sus primos paternos.

Y continúa Hazrat Ali (ra):

“Hamza marchó hacia Utbah y yo avancé hacia Shaibah. [Entretanto], Hazrat Ubaidah (ra) y Walid lucharon ferozmente y ambos se hirieron y debilitaron uno al otro. Después de nuestros respectivos duelos, nos volvimos hacia Walid, lo matamos y recogimos a Hazrat Ubaidah (ra) y lo trajimos de vuelta”.

Hazrat Hamza (ra) y Hazrat Ali (ra) ya habían matado a sus oponentes y cuando ambos trajeron a su compañero, Hazrat Ubaidah (ra), de regreso a su ejército, su pie ya había sido cortado; y al ser presentado ante el Profeta (sa) dijo: “¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! ¿Acaso no soy un mártir?”; y el Santo Profeta (sa) respondió: “¡Ciertamente eres un mártir!”. [Finalmente], Hazrat Ubaidah (ra), primo paterno del Santo Profeta Muhammad (sa), no pudo recuperarse de estas heridas y falleció en el viaje de regreso de Badr [a Medina].

Con respecto a Hazrat Ubaidah bin Hariz (ra), se menciona en una narración que cuando su pie fue cortado por la espada, sus compañeros lo llevaron de regreso. Cuando le trajeron ante el Mensajero de Dios (sa), lo pusieron a su lado y el Profeta (sa) colocó su pie bendito debajo del pie de Hazrat Ubaidah (ra) y, con una expresión de devoción, Hazrat Ubaidah (ra) miró al Santo Profeta (sa) y exclamó: “¡Oh Mensajero (sa)! Si Abu Talib estuviera vivo hoy, sabría que tengo más derecho a sus palabras”; y tras esto recitó unos pareados de Abu Talib, cuya traducción es la siguiente:

“¡Por la Casa de Al’lah [la ‘Kaabah’],

mentisteis [al decir] que Muhammad (sa) se quedaría solo

y hasta ahora ni siquiera lo hemos tenido que defender a través de nuestras lanzas o flechas!

¡Habéis mentido también [al proclamar] que os lo entregaríamos!

¡Para eso tendríais que caminar sobre nuestros cadáveres,

momento en el que seremos indiferentes incluso respecto a nuestros propios hijos e hijas!”.

Al escuchar esto, el Santo Profeta Muhammad (sa) dijo: “¡Soy testigo de que en verdad eres un mártir!”.

[Por otro lado], se hace alusión a una súplica de Abu Yahl sobre esta ocasión:

Cuando los dos ejércitos se enfrentaron y la batalla a gran escala estaba a punto de comenzar, Abu Yahl oró: “¡Oh Dios, destruye hoy a aquel de entre nosotros que rompe los lazos de parentesco y habla de lo que nunca hemos oído hablar!”.

A este respecto, el Mesías Prometido (as) escribe:

“Durante la ‘Batalla de Badr’, un hombre llamado Amr bin Hisham, que más tarde sería conocido como ‘Abu Yahl’ y que era el jefe y cabecilla de los qureish, rezó con las siguientes palabras: ‘¡Oh Dios, cualquiera de nosotros (aquí se refiere a sí mismo y al Santo Profeta -sa-), que en Tu estimación es el más rebelde de nuestro pueblo, está causando desunión y se está convirtiendo en el medio para romper los lazos de parentesco al destruir los lazos familiares y privar a las personas de sus derechos, destrúyelo hoy!’.

Lo que Abu Yahl quiso decir con estas palabras fue que -Al’lah nos perdone-, el Profeta (sa) era un malhechor, que había causado tensiones entre la gente, que injustamente estaba creando discordia dentro de la religión de los qureish y que había violado todos los derechos del pueblo y se había convertido en el medio de cortar los lazos de parentesco.

 

Parece que Abu Yahl estaba seguro de que, Dios nos perdone, la vida del Santo Profeta Muhammad (sa) era impía e impura; y fue entonces cuando hizo esa oración de corazón, aunque no pudo vivir ni tan siquiera una hora tras haber hecho esta súplica, pues la ira de Dios Altísimo lo golpeó y le cortó la cabeza en ese mismo lugar. Por otra parte, aquel cuya vida pura él solía calumniar, salió victorioso de ese campo de batalla.

Se han descrito escenas del campo de batalla en un lugar, [diciendo que] había sangre por toda esa zona de combate. Frente a los musulmanes se encontraba un ejército que los triplicaba, es decir, que era tres veces mayor, que salió a la batalla para borrar completamente el Islam de la faz de la Tierra y que estaba bien equipado con todo tipo de accesorios militares. Los musulmanes, por otro lado, eran mucho menos en número, tenían una equipación inadecuada y sufrían los efectos de la pobreza y de haber sido exiliados de su tierra natal. En términos de medios aparentes, no eran rival para los habitantes de La Meca y deberían haber sido destruidos en cuestión de minutos. Sin embargo, los musulmanes estaban embriagados con el amor por la Unidad de Dios y el Mensajero de Al’lah (sa), y se les inculcó una fuerza extraordinaria a través de ello; y no había nada más fuerte que eso en el mundo, o sea, tener fe verdadera. En ese momento, en el campo de batalla, estaban dando un ejemplo de servicio a la fe que no tiene igual, pues cada individuo competía con el otro para avanzar y parecían deseosos de dar sus vidas en el camino de Dios. [Entretanto], Hamzah (ra), Ali (ra) y Zubair (ra) habían atravesado las líneas enemigas”.

 

Con respecto al primer mártir de entre los musulmanes, se registra que:

Hazrat Mihyah (ra), el esclavo liberado de Hazrat Umar (ra), fue el blanco de flechas y, por tanto, martirizado; y por eso fue el primero entre los musulmanes en alcanzar el martirio.

Posteriormente, Hazrat Harizah bin Suraqah (ra), una persona de la tribu Bani Adiyy bin Nayyar, [también] alcanzó el martirio, [pues ] estaba bebiendo agua de una balsa cuando una flecha fue disparada en su dirección y la misma lo golpeó en el cuello, provocando así su martirio.

[Por otro lado], Hazrat Anas (ra) relata que Hazrat Harizah bin Suraqah bin Hariz (ra) fue martirizado en la “Batalla de Badr” cuando aún era joven y su madre, Rabiah bint Nazar, la tía de Hazrat Anas (ra), fue al Mensajero de Dios (sa) y le expuso [lo siguiente]:

“¡Oh Mensajero de Al’lah (sa), sabes muy bien el respeto que tenía por Harizah (ra). Si está en el Paraíso, permaneceré paciente y esperaré la recompensa; pero si es otra cosa aparte de eso, entonces verás lo que haré!”.

El Santo Profeta (sa) contestó:

“¿Cómo? ¿Te has vuelto loca? ¿Hay un solo Paraíso?!”.

Y el Mensajero (sa) dijo entonces:

“Hay muchos paraísos y tu hijo está en el ‘Yannat Al-Firdaus’, [‘Los Jardines del Paraíso’]!”.

Está escrito en relación a la pasión y la resolución mostrada por los Compañeros (ra) hacia la “yihad” [literalmente significa “esfuerzo”, aunque en este caso “luchar en defensa propia y del Islam”], que el Santo Profeta Muhammad (sa) declaró:

“¡Quien luche hoy con paciencia y considerándolo una recompensa, y no huye, Dios Altísimo lo hará entrar en el Paraíso!”.

Cuando Umair bin Hamam, de los Banu Salamah, escuchó eso, tenía algunos dátiles en la mano que estaba comiendo en ese momento. [Entonces], al oír eso, proclamó:

“¡Qué excelente es eso! Lo único que se interpone entre el Paraíso y yo es que esta gente me mate”.

Así pues, tomó su espada y luchó hasta que fue martirizado.

[Por su parte], Hazrat Auf bin Hariz (ra), hijo de Afraa, preguntó al Profeta (sa):

“¡Oh Mensajero de Dios (sa), ¿qué acción de Sus siervos complace más a Dios Altísimo?”; y él respondió: “Matar a un enemigo sin usar armadura, etc.”. Al escuchar esto, se quitó toda su armadura, la arrojó al suelo y, después de matar a muchos incrédulos, fue martirizado.

En una narración de “Sahih Al-Bujari” con respecto a la muerte de Abu Yahl, Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) cuenta que:

“Estaba posicionado en las filas durante la ‘Batalla de Badr’ y cuando miré a mi alrededor vi a dos niños jóvenes, uno a mi derecha y el otro a mi izquierda, y su presencia allí me dejó con una sensación de inseguridad; por lo que me dije a mi mismo que estos son varones jóvenes o niños, ¿cómo pueden protegerme? No me sentí seguro. De repente, uno de ellos me preguntó en voz baja, de una manera que el otro no pudiera escuchar: ‘Tío, muéstrame dónde está Abu Yahl’; y yo le respondí: ‘Sobrino mío, ¿tú qué tienes que ver con Abu Yahl?’. Él respondió: ‘He hecho un juramento a Al’lah de que si lo encuentro lo mataré o me matarán en el intento’. A continuación, el otro chico me preguntó [también] en voz baja lo mismo, de una manera que el otro no pudiera escuchar”.

Hazrat Abdur Rahman (ra) continúa diciendo:

“[En ese momento] me hubiera complacido más tener a dos hombres adultos en su lugar”.

Esto quiere decir que, a pesar del celo y pasión de los chicos, no estaba convencido y aún deseaba tener dos hombres fuertes, uno a su izquierda y otro a su derecha.

Y añade:

“Señalé hacia Abu Yahl y se lo mostré a ambos, e inmediatamente después de oír esto, ambos se abalanzaron sobre él como halcones y lo hirieron de muerte. Estos dos muchachos eran Muaz y Muawiz, los hijos de Afraa”.

[El propio] Hazrat Muaz (ra) afirma:

“Escuché a la gente afirmar que nadie sería capaz de llegar a Abu Al-Hakam [Abu Yahl], así que decidí ciertamente atacarlo, por lo que salté hacia él y con un solo golpe de mi espada le corté la pierna desde la rodilla hacia abajo. Ikrimah, su hijo, [que no era musulmán en ese momento], me atacó y [casi] me cortó la mano, quedando solo colgada de la piel. Todo el día continué luchando en este estado y cuando mi dolor fue insoportable, puse mi pie sobre mi mano y me la arranqué”.

Al concluir la batalla, el Santo Profeta (sa) se paró entre los muertos y comenzó a buscar a Abu Yahl y como no pudo encontrarlo, suplicó: “¡Oh Al’lah! No permitas que yo sufra la derrota contra el Faraón de esta Ummah y no permitas que él escape [con vida] de aquí”. Tras esto, la gente comenzó a buscarlo y Hazrat Abdul’lah bin Masud (ra) finalmente lo encontró.

Según otra narración, se dice que el Mensajero de Dios (sa) además oró lo siguiente:

“¡Oh Al’lah! No permitas que se escape de Tus manos”.

 

[Por otra parte], cuando el Profeta (sa) ordenó a la gente que buscara el cuerpo de Abu Yahl, Hazrat Abdul’lah bin Masud (ra) lo encontró mientras buscaba entre los que habían sido asesinados, [por lo que] el Santo Profeta Muhammad (sa) manifestó:

“Si no eres capaz de identificarlo, puedes reconocerlo por la marca de una herida en su rodilla; pues una vez, con motivo de una comida ofrecida por Abdul’lah bin Yudan, empujé a Abu Yahl con tal fuerza que cayó de rodillas y se hirió una de ellas, y la marca de la herida aún permanecía en su rodilla”. 

Hazrat Abdul’lah Ibn Masud (ra) continúa diciendo:

“Me las arreglé para identificarlo por esa misma marca y lo encontré en el momento en que estaba a punto de morir. Puse mi pie en su cuello, ya que él me había atormentado muchísimo en La Meca. Entonces le dije: ‘¡Oh enemigo de Dios! ¿Has visto cómo Al’lah te ha humillado?’; y ante esto respondió: ‘¿Por qué razón debería sentirme humillado? ¿Qué importancia tiene si te las arreglas para matar a alguien? No es mucha cosa. No obstante, ¿alguna vez has matado a alguien que posea un rango más alto que yo? Ahora dime, ¿quién ha salido victorioso en la batalla?’.”

Hazrat Abdul’lah bin Masud (ra) narra también:

“En sus momentos finales, mientras yo tenía mi pie sobre su cuello, Abu Yahl me dijo: ‘¡Oh humilde pastor, has puesto el pie en un lugar donde no deberías haberlo puesto’.”

Y Hazrat Abdul’lah bin Masud (ra) añade:

“Luego le corté la cabeza, la llevé ante el Santo Profeta (sa), la puse en sus pies y humildemente le dije: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! Esta es la cabeza de Abu Yahl, el enemigo de Dios”; y al oír esto, el Profeta (sa) expresó su gratitud a Dios Altísimo y exclamó: ‘¡Santo es Él, Quien no tiene copartícipe!’.”

Esta es una narración de Ibn Hisham [recogida en Bujari].

En otro relato, cuando Hazrat Abdul’lah bin Masud (ra) mató a Abu Yahl, [se dice que] se presentó ante el Santo Profeta Muhammad (sa) y le informó sobre la muerte del mismo. El Santo Profeta (sa) luego caminó junto a Hazrat Abdul’lah bin Masud (ra) y proclamó: “Por Al’lah, no hay nadie digno de adoración excepto Él”; y Abdul’lah bin Masud (ra) repitió lo mismo, es decir: “¡Por Al’lah, no hay nadie digno de adoración excepto Él!”. [Posteriormente], el Mensajero de Dios (sa) se paró junto al cadáver de Abu Yahl y proclamó: “¡Oh enemigo de Al’lah! ¡Que toda alabanza sea para Al’lah, quien te ha humillado!”.

[Por su parte], Hazrat Qatadah (ra) narra que el Profeta (sa) declaró:

“Cada Ummah tiene un faraón y el faraón de mi Ummah es Abu Yahl, aunque Dios Altísimo hizo que lo mataran de forma muy terrible, pues los dos hijos de Afraa lo atacaron junto con los ángeles y Abdul’lah bin Masud (ra) le puso fin”.

[A este respecto], el Mesías Prometido (as) ha escrito:

“Abu Yahl ha sido descrito como ‘faraón’, pero en mi opinión era mucho peor que el Faraón [de la época de Moisés (as)], porque, después de todo, dicho Faraón proclamó:

 

‘Creo que no hay otro Dios sino Aquel en Quien creen los hijos de Israel’, [Surah Yunus, 10:91].

Sin embargo, él [o sea, Abu Yahl] no aceptó [creer] en absoluto y todo el desorden en Makkah se debía a él; [además], era extremadamente arrogante, egoísta y pretencioso”.

El Mesías Prometido (as) continúa:

“Al igual que el profeta Moisés (as), el Santo Profeta Muhammad (sa) también salvó a las personas piadosas de su nación de la gente brutal y sedienta de sangre, y los llevó de La Meca a Medina, tal como lo hizo el profeta Moisés (as); y Abu Yahl, quien era el faraón de esta Ummah, pereció en el campo de batalla de Badr”.

[Por su parte], Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra), describe que:

“En la ocasión de Badr, cuando llegaron los incrédulos de La Meca, ellos estaban convencidos de que ahora seguramente matarían a los musulmanes y Abu Yahl expresó que lo celebrarían y beberían mucho vino. Estaban decididos a no regresar sin matar a los musulmanes. No obstante, Abu Yahl fue asesinado por dos jóvenes de Medina y los incrédulos de La Meca consideraban a la gente de Medina como personas extremadamente bajas y se referían a ellos como ‘agricultores’. Pensaban que estas personas solo sabían cómo cultivar verduras y arar la tierra, y no conocían el arte de la guerra. A pesar de todo, estos dos jóvenes lo mataron y le obligaron a soportar tal humillación que ni siquiera su último deseo pudo cumplirse, [pues] era costumbre entre los árabes que, si un líder moría en un combate, se le cortaba la cabeza haciéndolo con un golpe en la parte inferior del cuello, para que permaneciera largo y sirviera como señal de que un líder había sido asesinado.

Abdul’lah bin Masud (ra) encontró a Abu Yahl mientras estaba aún herido y no se movía en absoluto. Le preguntó sobre su estado y Abu Yahl respondió que no estaba apenado por nada excepto por el hecho de que dos niños agricultores de Medina lo habían matado. Abdul’lah (ra) luego le preguntó si tenía algún último deseo, a lo que replicó que su único deseo era que le cortaran la cabeza por la parte inferior del cuello. Ante esto, Abdul’lah bin Masud (ra) afirmó que ni siquiera permitiría que este deseo suyo se cumpliera y con fuerza le cortó el cuello justo debajo de la barbilla. [Por consiguiente], lo que pensó que iba a ser una ocasión para celebrar se convirtió en el día de su muerte y el alcohol que había consumido todavía no había sido digerido adecuadamente”.

En relación con las piedras que el Santo Profeta (sa) arrojó a los idólatras, está escrito en Sahih Bujari que cuando el Mensajero (sa) estaba en su tienda de campaña rezando, Hazrat Abu Bakr (ra) tomó su mano y dijo:

“¡Oh Mensajero de Al’lah (sa), por favor, para! Has orado muchísimo delante de su Señor”.

En ese instante, el Profeta (sa) llevaba puesta su cota de malla, salió de su tienda de campaña y empezó a recitar: “Muy pronto todos ellos serán derrotados y esta es, en verdad, la hora respecto a la cual fueron advertidos con anterioridad. Esta hora va a ser extremadamente dura y desafiante para ellos”.

Los detalles de esto han sido escritos en “Sirat Jatam-un Nabiyin”, [‘La vida del Sello de los Profetas (sa)’], por Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra), como sigue:

“Así que, ya fuesen ‘Muhayirin’ o ‘Ansar’, ambos lucharon con valentía y sinceridad. Sin embargo, por el gran número que era el enemigo y su fortaleza en equipamiento, parecía ser una fuerza casi indestructible y el resultado de la guerra permaneció indeciso durante algún tiempo. El Santo Profeta (sa) estaba continuamente ocupado en fervorosas súplicas y su agonía se multiplicaba a cada momento. Aunque finalmente, tras un largo tiempo, el Santo Profeta Muhammad (sa) se levantó de la postración y salió de la carpa recitando la siguientes buenas nuevas de parte de Dios de que:

 

‘Los ejércitos serán pronto puestos en fuga y volverán sus espaldas en la huida’, [Surah Al-Qamar, 54:46]”.

[Respecto a esto], en el comentario del versículo del “Surah Al-Anfal” [8:18]:

[“Y no fuiste tú el que tirabas cuando tiraste algo, sino que fue Al’lah Quien tiró”], el Imam Razi comenta:

“Cuando los qureish lanzaron un ataque, el Mensajero de Dios (sa) rezó: ‘¡Oh Al’lah, la gente de los qureish ha traído sus caballos y preciadas posesiones para rechazar y negar a Tu Profeta! ¡Oh Al’lah, te pido lo que me prometiste!’. Al oír esto, el Arcángel Gabriel (as) apareció y declaró: ‘¡Oh Mensajero (as), coge un puñado de arena y lánzalo hacia los incrédulos!’.

[Más tarde], cuando los dos ejércitos se enfrentaron, el Santo Profeta (sa) ordenó a Hazrat Ali (ra) que trajera del valle un puñado de arena y piedrecitas que arrojó a la cara de los incrédulos diciendo: ‘¡Que sus rostros se arruinen!’. Como resultado, los incrédulos empezaron a restregarse los ojos y fueron finalmente derrotados.

Luego, Dios dice en el Sagrado Corán:

[“Y no fuiste tú el que tirabas cuando tiraste algo, sino que fue Al’lah Quien tiró”].

Es decir: ‘No fuiste tú quien lanzó el puñado de arena, pues tu lanzamiento solo habría tenido el impacto de un lanzamiento humano. En verdad, fue Al’lah Quien la arrojó, debido a lo cual la arena entró en sus ojos’. [En consecuencia], aunque el Profeta (sa) llevó a cabo el acto de arrojarla, su impacto se manifestó a través de Dios Altísimo”.

[En este sentido], mientras describe los acontecimientos de dicho campo de batalla, Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) relata:

“Saliendo de su tienda de campaña, el Santo Profeta Muhammad (sa) lanzó una mirada a las cuatro direcciones para encontrar el campo de batalla caldeado por el derramamiento de sangre. En ese momento, el Santo Profeta (sa) cogió un puñado de arena y piedrecitas y los arrojó hacia los incrédulos, y gritó apasionadamente: ‘¡Que sus rostros se arruinen!’. Entonces, el Profeta (sa) llamó a los Compañeros (ra) para lanzar un ataque repentino y cuando la voz de su Amado Maestro (sa) llegó a sus oídos, alzaron la consigna de la Grandeza de Dios Altísimo [¡Al’laho Akbar!] y avanzaron con un asalto instantáneo. Por otra parte, el Mensajero de Al’lah (sa) acababa de arrojar un puñado de arena cuando una ráfaga de viento empezó a llenar de arenilla los ojos, las bocas y las narices de los incrédulos. [Al ver eso], el Santo Profeta Muhammad (sa) manifestó: ‘Este es un ejército de ángeles de Dios que ha venido a apoyarnos con el socorro Divino’.

En algunas narraciones, también se ha dicho que, en aquellos momentos, algunas personas incluso vieron a estos ángeles. En cualquier caso, jefes como Utbah, Shaibah y Abu Yahl, ya se habían llenado de polvo. [Al final], como resultado de este ataque instantáneo de los musulmanes y de la repentina ráfaga de viento, los qureish empezaron a perder fuerza y el pánico cundió rápidamente en su ejército, y el campo de batalla quedó desértico en poco tiempo”.

[Al respecto], el Mesías Prometido (as) afirma:

“En este nivel de unión con Dios, a veces los seres humanos son capaces de llevar a cabo tales acciones, que van más allá de las capacidades humanas y adquieren fuerza y color Divinos. Por ejemplo, nuestro Maestro y Líder de todos los Profetas, el Sello de los Profetas (sa), arrojó un puñado de piedras sobre los incrédulos durante la ‘Batalla de Badr’ y ese puñado piedrecitas no fue arrojado por medio de la oración sino a través de su propia fuerza espiritual. No obstante, aquel puñado de arena se manifestó con un poder Divino y cayó sobre las fuerzas enemigas de forma tan milagrosa que no hubo ninguno entre ellos cuyos ojos no hubieran sido impactados, pues todos quedaron como ciegos y fueron invadidos por el asombro y la angustia, haciéndoles correr sin sentido; y es a este milagro al que Dios Todopoderoso alude en este versículo:

[“Y no fuiste tú el que tirabas cuando tiraste algo, sino que fue Al’lah Quien tiró”],

Esto significa que: ‘Cuando arrojaste ese puñado, no fuiste tú quien lo arrojó, sino que lo arrojó Dios Altísimo’. En otras palabras, el poder Divino se manifestó encubiertamente. [Así pues], esto no fue resultado de la mera fuerza humana”.

En todo caso, en poco tiempo los idólatras dieron muestras de fracaso y frustración, sus filas estaban desorganizadas debido a los ataques tan intensos de los musulmanes y empezaron a asustarse y a correr de un lado a otro, [aunque] los musulmanes los persiguieron y los derrotaron.

En cuanto a la fuerte pasión y celo de Hazrat Sad (ra) en su oposición a los incrédulos, consta que cuando el enemigo finalmente admitió su derrota y arrojó las armas, los Compañeros (ra) comenzaron a capturar a los incrédulos. Ante esto, el Santo Profeta (sa) vio desagrado en la expresión de Hazrat Sad (ra); es decir,  miraba con desagrado la forma de actuar de los musulmanes. [Por ello], el Profeta (sa) se dirigió a Hazrat Sad (ra) y le dijo: “¡Oh Sad, parece que no estás satisfecho con encarcelar a los idólatras!”. Hazrat Sad (ra) contestó: “¡Oh Mensajero de Dios (sa)! Esta es nuestra primera batalla y victoria contra los idólatras y, en mi opinión, es mejor matar al mayor número posible de ellos, que mantenerlos con vida”. [Por lo tanto], él expresó que no deseaba encarcelarlos, sino que, al contrario, quería matarlos a todos.

Con respecto a los ángeles que descendieron durante la “Batalla de Badr”, Dios Altísimo afirma en el Santo Corán:

[“Cuando implorasteis la ayuda de vuestro Señor y Él os respondió diciendo:

Os ayudaré con mil ángeles, uno tras otro”].

El Santo Profeta Muhammad (sa) también ha atestiguado que descendieron ángeles durante la “Batalla de Badr”, ya que el día que tuvo lugar la misma, el Santo Profeta (sa) exclamó: “¡Veo a Gabriel (as)! Lleva las riendas de su caballo y va equipado con armas de guerra”.

Muchas narraciones de los Compañeros (ra) recogidas en “Sirat Ibn Hisham” confirman que los ángeles descendieron durante la “Batalla de Badr” y hay muchos relatos de los Compañeros (ra) al respecto. [Lo cierto es que] el Arcángel Gabriel (as) se presentó ante el Profeta (sa) y le dijo: “Entre los musulmanes, ¿cómo clasificas a las personas [que participaron en la ‘Batalla] de Badr?”; y el Santo Profeta Muhammad (sa) respondió: “Son los mejores musulmanes”, o [expresó] una declaración de esta naturaleza. [Entretanto], Hazrat Gabriel (as) replicó: “De la misma manera, estos ángeles que participaron en la ‘Batalla de Badr’ son de muy alto nivel”.

Asimismo, un bibliógrafo ha recogido una narración de Hazrat ibn Abbas (ra), quien ha declarado:

“Un hombre de los Banu Ghaffar me contó lo siguiente: ‘Mi primo paterno y yo subimos a una montaña desde la que podíamos ver [el campo de batalla de] Badr. Éramos idólatras y esperábamos ver quién caía derrotado para unirnos a los que saquean. Mientras estábamos en aquella montaña, una nube se acercó a nosotros y desde ella se oía el sonido de caballos relinchando. Entonces oí una voz que gritaba: ¡Oh Haizum, avanza! Al oír esa voz, el corazón de mi primo paterno estalló y murió allí mismo. En cuanto a mí, yo también estuve a punto de morir, pero pude mantenerme firme’.”

[Por su parte], Sohail bin Amr, que era un incrédulo en aquella época, dice:

“El día de la ‘Batalla de Badr’, vi a gente [vestida] de blanco montando caballos con pelo blanco y negro. Estaban entre los cielos y la tierra, y mataban y capturaban a la gente de los qureish”.

Así pues, no solo los musulmanes vieron ángeles durante la “Batalla de Badr”, sino también los incrédulos.

Abu Usaid Malik bin Rabiah, que estuvo presente durante la “Batalla de Badr”, narra un incidente después de haber perdido la visión por el que puso de manifiesto:

“Si yo hubiera estado hoy en Badr y aún tuviera mi visión (cuando dijo esto ya había perdido la visión, sin embargo estaba relatando algo sobre Badr de cuando aún podía ver y presenció el mismo con sus propios ojos), entonces ciertamente os habría mostrado el valle de donde salieron los ángeles; y no tengo ninguna duda ni confusión al respecto”.

[También], Abu Daud Mazani, que estuvo presente en la “Batalla de Badr”, relata:

“Sin duda, el día de Badr perseguí a un incrédulo para atacarle, cuando de repente vi que le cortaban la cabeza antes incluso de que mi espada le alcanzara. Me di cuenta de que le había matado otra persona”.

[Entretanto], Hazrat Abdul’lah bin Abbas (ra) cuenta que:

“En el día de Badr, los ángeles podían ser reconocidos por sus turbantes blancos con los extremos colgando en sus espaldas, mientras que en el día de Hunain eran reconocidos por sus turbantes rojos”.

[Por su parte], Hazrat Ali (ra) ha dicho que:

“El turbante es la corona de un árabe y el día de Badr los ángeles podían ser reconocidos por sus turbantes blancos que colgaban de sus espaldas, aunque Hazrat Gabriel (as) llevaba un turbante amarillo”.

[Luego], Hazrat Ibn Abbas (ra) ha comentado que:

“Los ángeles no lucharon en ninguna batalla aparte de la ‘Batalla de Badr’ y participaron en otras batallas solo para aumentar el número y ayudar, aunque en realidad no lucharon contra nadie”.

Esta referencia viene de “Sirat Ibn Hisham”.

[En este sentido], algunas personas piensan que el descenso de los ángeles fue solo para los creyentes como una forma de buenas nuevas y darles consuelo, de lo contrario los ángeles no habrían participado activamente en la guerra. [No obstante], este pensamiento contradice las narraciones auténticas que demuestran que los ángeles participaron activamente en la batalla. De todas formas, se plantea la cuestión de que si un solo ángel habría bastado para ayudar, entonces, ¿por qué descendieron miles de ángeles?

[Pues bien], tras citar las narraciones de “Sahih Al-Bujari” y “Sahih Muslim” sobre el descenso de ángeles durante la batalla, el Imam Ibn Kazir explica:

“El envío de ángeles por parte de Al’lah y el hecho de que los musulmanes fueran informados de ello fue una forma de buena nueva, de lo contrario, Dios podría haber ayudado a los musulmanes contra los incrédulos incluso sin esto. Por eso Él ha declarado que la ayuda solo viene de Al’lah y en el “Surah Muhammad” Dios dijo que si Él hubiera querido, podría haberse tomado la retribución de los incrédulos Él mismo, si así lo hubiera deseado, pero Él pone a prueba a la gente”.

[Por otro lado], Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra), escribe:

“Durante la ‘Batalla de Badr’, Dios Altísimo se manifestó desde las nubes. En otras palabras, la batalla aún no había comenzado cuando llovió, lo que causó a los incrédulos grandes pérdidas y a los creyentes grandes beneficios desde el punto de vista de la guerra. Más tarde, para ayudar a los creyentes y establecer su temor sobre los incrédulos, los ángeles descendieron también sobre los corazones. De hecho, durante la ‘Batalla de Badr’, hubo muchos incrédulos que los vieron con sus propios ojos y, de acuerdo con un asunto que fue decretado, los jefes árabes fueron asesinados uno por uno”.

Del mismo modo, en “Tafsir-e-Saghir”, en la nota explicativa del “Surah Al-e-Imran”, versículo 127, se ha afirmado que:

“La única razón por la que se ha mencionado a los ángeles es porque, cuando una persona recibe buenas nuevas en un sueño o una visión, aumenta su determinación; de lo contrario, el mensaje real era que Al’lah les ayudaría. En cualquier caso, se trataba de una visión con apariencia de realidad que veían los demás, incluso los no-musulmanes”.

El Mesías Prometido (as) ha explicado esto en “Al-Tabligh”, que es una parte de [su libro] “Aina Kamalat-e-Islam”, [o ‘El espejo de las excelencias del Islam’], que está [escrito] en árabe… [Por cierto], los árabes dicen a veces que cuando leo pasajes más largos les planteo dificultades para hacer la traducción y por eso intento leer la parte de árabe.

[Así pues], el Mesías Prometido (as) ha escrito:

“Siempre ha sido práctica y costumbre de Dios Altísimo mantener ocultos aquellos asuntos que requieren que la sabiduría que hay detrás de ellos permanezca oculta y cuando los deseos y opiniones de la gente son contrarios a la realidad que se vive. A veces, Él muestra que un gran incidente parezca pequeño e insignificante, o presenta un pequeño incidente [de tal forma] para que parezca grandioso y extraordinario. Otras veces hace que un incidente que conlleva buenas nuevas aparezca como una advertencia, o que una advertencia aparezca como una buena nueva. Estos son los cuatro tipos de incidentes que continúan dándose según la práctica de Dios.

 

[En este sentido], se dio el gran incidente de Badr, que Al’lah quiso que pareciera como si fuera un asunto menor e insignificante [o sea, para ponérselo fácil a los musulmanes]. Por tanto, quien lo desee, que reflexione y abra sus ojos; pues en el día de Badr, Dios Altísimo mostró al Santo Profeta (sa) un sueño en el que los enemigos del Islam parecían más pequeños en número, a fin de que los musulmanes no les temieran y que se cumpliera el deseo de Dios. Entonces, lo que Al’lah quiso que pareciera grandioso y extraordinario había sido comparado en el Sagrado Corán a la buena nueva de la ayuda de los ángeles, para aliviar los corazones de los creyentes y que no tuvieran miedo durante la batalla. Por eso, en el Santo Corán, Dios Altísimo prometió a los creyentes y les dio la buena nueva de que les ayudaría con cinco mil ángeles, y se expresó que esta ayuda era mayor para que fuera una forma de buena nueva para ellos, aunque un solo ángel tiene [incluso] el poder de destruir la tierra por orden de su Señor.

Por consiguiente, no había necesidad real de cinco y mucho menos de cinco mil. No obstante, Dios deseaba manifestar Su estimada ayuda y por eso utilizó tales palabras, que expresaban el gran número de los que prestaban ayuda y esto es exactamente lo que se quería decir. Luego, tras la victoria de Badr, informó a los creyentes de que el número de ángeles no se limitaba a meras palabras, sino que su significado real era el que Dios Todopoderoso, el Altísimo y Exaltado, conoce. Al’lah hizo esto para que, a través de esta buena nueva, Él pudiera concederles tranquilidad a sus corazones y para aumentarles su pensamiento positivo y la esperanza”.

 

En cuanto a la derrota sufrida por los incrédulos, se ha descrito que:

Al poco tiempo, el ejército infiel comenzó a mostrar signos de derrota e impotencia cuando comenzó la guerra abierta. Sus filas se vieron completamente trastocadas por los feroces ataques de los musulmanes y [cuando] la batalla estaba a punto de terminar -como ya se ha mencionado- y los incrédulos se retiraron de forma desorganizada, se convirtió en una estampida. Los musulmanes los siguieron, matándolos, golpeándolos y capturándolos hasta que les causaron una estrepitosa derrota.

En una narración se menciona que esta batalla fue una derrota humillante para los idólatras y una victoria manifiesta para los musulmanes. [Por cierto que] en la batalla murieron catorce musulmanes: seis de los cuales era “Muhayirin” y ocho “Ansar”. En cambio, los idólatras sufrieron una dura derrota: setenta de sus hombres murieron y otros setenta fueron capturados, la mayoría de los cuales eran jefes y líderes prominentes [de los qureish].

Los Compañeros (ra) que fueron martirizados en la “Batalla de Badr” fueron catorce en total y, como se mencionó anteriormente, seis de ellos eran de los “Muhayirin” y ocho de entre los “Ansar”. Los nombres de los “Muhayirin” eran: Ubaidah bin Hariz bin Muttalib (ra), Umair bin Abi Waqqas (ra), Zu Al-Shamalain (ra) -es decir, Umair bin Amr-, Aaqil bin Bukair (ra), Mihya (ra) -el esclavo liberado de Umar bin Al-Jattab- y Safwan bin Baida (ra); y los Compañeros de entre los “Ansar” eran: Sad bin Yaizamah (ra), Mubashir bin Abdul Munzir (ra), Yazid bin Hariz (ra), Umair bin Humam (ra), Rafi bin Al-Mual’la (ra) y Hariz bin Suraqa (ra).

Entre los idólatras murieron setenta hombres, la mayoría de ellos eran jefes de los qureish y los nombres destacados de los que fueron asesinados son los siguientes: Hanzala bin Abu Sufian, Hariz bin Hadrami, Ahmar bin Hadrami, Ubaid bin Said bin Al-Aas, Aas bin Said bin al-Aas, Uqba bin Abi Muit, Utbah bin Rabiah, Shaibah bin Rabiah, Walid bin Utbah bin Rabiah, Hariz bin Aamir Abul Bajtari, Aas bin Hisham, Nadr bin Hariz, Abul Aas bin Qais, Aas bin Hisham -quien ha sido mencionado dos veces o quizá son dos personas distintas-, Umayyah bin Jalaf y Abu Yahl, cuyo nombre era Amr bin Hisham. La mayoría de estas personas eran las que infligían daño a los musulmanes y al Profeta (sa) en La Meca.

Si Dios quiere, en el futuro se mencionarán los restantes relatos.

[Ahora], me gustaría llamar vuestra atención sobre el ofrecimiento de [ciertas] oraciones:

Rezad por los musulmanes de Palestina, que Al’lah les facilite las cosas, apoye a los oprimidos y les conceda líderes que cumplan con sus derechos, los guíen correctamente y se esfuercen por salvarlos de las injusticias. Tienen que soportar una opresión extrema y parece que no hay nadie que se ocupe de ellos y los guíe. Si los musulmanes se unieran podrían evitar estas dificultades.

Del mismo modo, en Suecia y en algunos otros países, se ha dado permiso a los malvados para hacer lo que quieran en nombre de la “libertad de expresión y de religión”. Con ello, día tras día, perpetran actos que hieren los sentimientos de los musulmanes. Sus acciones son absolutamente despreciables, pues deshonran el Sagrado Corán o utilizan un lenguaje abusivo contra el Santo Profeta Muhammad(sa), [Dios nos perdone] y Dios Altísimo es Quien puede atraparlos. Incluso respecto a esto, los gobiernos musulmanes están equivocados, porque debido a su desunión y rencillas, las organizaciones anti-islámicas llevan a cabo estos actos ilícitos. [Además], si hay una respuesta de los musulmanes, es solo temporal e incluso entonces es ineficaz. Así pues, rezad fervientemente por los líderes del mundo musulmán y de la Ummah musulmana, ya que hay una gran necesidad de ello.

Luego, la situación en Francia [es muy mala], pues los musulmanes se están convirtiendo en un objetivo. También es errónea la respuesta de los musulmanes y de quienes les ayudan, ya que no se conseguirá nada mediante el desorden y la violencia. Los musulmanes deben actuar de acuerdo con las enseñanzas islámicas y solo cuando sus palabras y sus actos se ajusten a las enseñanzas del Islam alcanzarán algún tipo de éxito. En cualquier caso, solo podemos rezar. Por lo tanto, orad especialmente por el mundo musulmán y por el mundo en general, a fin de que Dios Altísimo proteja a todos de las injusticias y establezca la paz y la armonía en el mundo, y permita que todos comprendan la importancia de cumplir los derechos de los demás. De lo contrario, como he mencionado muchas veces, el mundo se dirige hacia una enorme destrucción.

¡Que Al’lah tenga misericordia [de nosotros]!

Del mismo modo, rezad por los áhmadis de Pakistán, para que Dios Altísimo los proteja de todo tipo de maldad.

[Por cierto], en Francia, aunque parece que hay muchas protestas en apoyo del joven asesinado, en realidad, la reacción de la gente es tal que he oído que se ha llevado a cabo una campaña de recaudación de fondos tanto para el chico asesinado como para el policía detenido. La campaña por el joven solo ha recaudado 200.000 euros, mientras que para el oficial de policía, contra el que han dicho que tomarán medidas e incluso el gobierno ha hecho declaraciones en este sentido, han recaudado más de un millón de euros para él.

¡Que Dios conceda Su misericordia y permita que la gente actúe con justicia, y asimismo que los musulmanes se unan!

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que en el sermón anterior, había estado mencionando el temor que los musulmanes tenían sobre los incrédulos de La Meca, en el curso del cual mencionó la disputa entre Abu Yahl y Utbah.

Su Santidad (aba) dijo que Utbah bin Rabi’ah se adelantó buscando combate singular. Algunos jóvenes de los Ansar respondieron, pero Utbah preguntó quiénes eran. Cuando le informaron, Utbah dijo que no tenía nada que ver con ellos, y que su única intención era luchar contra sus parientes que eran de los Quriash. Llamó al Santo Profeta (sa) y le dijo que enviara gente que pudiera competir con ellos y que fueran de su familia. Por lo tanto, el Santo Profeta (sa) llamó a Hazrat Hamzah (ra), Hazrat Ali (ra) y Hazrat Ubaidah bin Harith (ra). Hazrat Hamzah (ra) luchó contra Utbah, Hazrat Ali (ra) luchó contra Shaibah, y Hazrat Ubaidah (ra) luchó contra Walid. Hazrat Hamzah (ra) y Hazrat Ali (ra) salieron victoriosos, mientras que Hazrat Ubaidah (ra) fue herida y Hazrat Hamzah (ra) y Hazrat Ali (ra) fueron a ayudarle.

Su Santidad (aba) dijo que en el curso de esta batalla, Hazrat Ubaidah (ra) perdió su pie. Cuando fue llevado ante el Santo Profeta (sa) le preguntó si sería considerado un mártir, a lo que el Santo Profeta (sa) respondió que sí. Fue en el camino de vuelta de Badr cuando Hazrat Ubaidah (ra) sucumbió a sus heridas y se convirtió en mártir. Se narra que cuando perdió su pie y fue llevado ante el Santo Profeta (sa), fue acostado cerca del Santo Profeta (sa), y el Santo Profeta (sa) colocó su bendito pie bajo el de Ubaidah (ra).

Su Santidad (aba) dijo que cuando los dos lados estaban a punto de enfrentarse para la batalla, Abu Yahl rezó para que aquellos de ellos que rompieran los lazos de parentesco y dijeran cosas que nadie había oído antes perecieran. El Mesías Prometido (as) explicó que tal vez Abu Yahl pensó que el Santo Profeta (sa) llevaba una vida impura (Dios lo prohíba) por lo que hizo esta oración. Sin embargo, no habría pasado más de una hora después de hacer esta oración cuando el propio Abu Yahl perdió la vida en la batalla.

La Estación del Paraíso Recompensada a los Mártires de Badr

Su Santidad (aba) dijo que está registrado que aunque los musulmanes eran superados en número y estaban mucho menos equipados, tenían algo que ninguna otra fuerza en el mundo puede completar, y es una fe viva. Esto les dotó de una fuerza extraordinaria. Mostraron un servicio a la fe como nunca se ha visto.

Su Santidad (aba) dijo que el primer mártir del Islam fue Hazrat Mahyah (ra), un esclavo liberado de Hazrat Umar (ra) después de haber sido blanco de una flecha que se le clavó en el cuello.

Su Santidad (aba) dijo que un joven, Harithah bin Suraqah bin Harith (ra) fue martirizado en la Batalla de Badr. Su madre fue a ver al Santo Profeta (sa) y le preguntó si sabía lo que Harithah significaba para ella. Le dijo que si él estaba en el cielo, ella sería capaz de permanecer paciente. Sin embargo, si había algo contrario a esto, entonces él debería esperar a ver qué hacía ella. El Santo Profeta (sa) preguntó: ‘¿Hay un solo paraíso? Tu hijo está en Yannat al-Firdaus (la estación más alta del paraíso)’.

Su Santidad (aba) dijo que los compañeros lucharon con gran valor. El Santo Profeta (sa) dijo a sus compañeros que quien luchara con paciencia y no diera la espalda entraría en el paraíso. Hazrat Humam (ra) expresó su asombro y se preguntó: “¿Esta gente está matando la única barrera que me separa del paraíso?”. Después de esto, cogió su espada y luchó valientemente hasta que fue martirizado.

La Caída de Abu Yahl

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) narra que durante la Batalla de Badr, miró a su izquierda y a su derecha y vio a dos jóvenes de pie junto a él. Se preguntó cómo podrían protegerle. Uno de los chicos le susurró y le pidió que le señalara a Abu Yahl para poder matarlo o morir en el proceso. Entonces, el otro muchacho del otro lado le susurró y le pidió lo mismo. Señaló a Abu Yahl a ambos. Corrieron como un rayo hacia Abu Yahl para matarlo. Estos dos eran Mu’adh y Mu’awwidh. Uno de ellos perdió el brazo en el trayecto.

Su Santidad (aba) dijo que después de la batalla, el Santo Profeta (sa) buscó a Abu Yahl pero no pudo encontrarlo. El Santo Profeta (sa) rezó para que no escapara. El Santo Profeta (sa) ordenó entonces que localizaran a Abu Yahl. Hazrat Abdul’lah bin Mas’ud (ra) finalmente encontró a Abu Yahl en un estado de apenas vida. Abu Yahl preguntó si habían matado a alguien más estimado que él. Luego preguntó quién había ganado la batalla. Abu Yahl seguía burlándose de Hazrat Abdul’lah bin Mas’ud (ra); sin embargo, lo mató y luego llevó su cuerpo al Santo Profeta (sa) sobre lo cual el Santo Profeta (sa) glorificó a Al’lah. Según otra narración, el Santo Profeta (sa) fue al lugar donde Abu Yahl fue asesinado. Está registrado que el Santo Profeta (sa) dijo que cada nación tiene un Faraón y que el Faraón de su nación era Abu Yahl.

Su Santidad (aba) citó al Segundo Califa (ra), quien dijo que ni siquiera se cumplió el último deseo de Abu Yahl. En aquella época, era costumbre que si un jefe de La Meca era asesinado, se le cortara la cabeza por la parte inferior del cuello para que pudiera ser reconocido. Sin embargo, cuando Abu Yahl expresó este deseo Abdul’lah bin Mas’ud (ra) no lo cumplió.

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) quien escribe:

‘Por lo tanto, ya sea Muhayirin o Ansar, ambos lucharon valiente y sinceramente. Sin embargo, el número de enemigos y su equipamiento demostraron ser una fuerza casi indestructible, y el resultado de la guerra permaneció ambiguo durante algún tiempo. El Santo Profeta (sa) estaba continuamente ocupado en fervientes súplicas, y su agonía se multiplicaba momento a momento. Sin embargo, finalmente, después de mucho tiempo, el Santo Profeta (sa) se levantó de la postración y salió de la carpa recitando la siguiente buena nueva divina:

“El ejército de los Quraish sería definitivamente derrotado y mostraría sus espaldas al huir”‘. (La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol 2, p. 153)

Su Santidad (aba) citó además a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra), quien escribe:

Saliendo de su carpa, el Santo Profeta (sa) echó un vistazo en las cuatro direcciones para encontrar el campo de batalla caldeado por el derramamiento de sangre. En ese momento, el Santo Profeta (sa) tomó un puñado de arena y piedrecitas y las arrojó hacia los incrédulos, y gritó fervientemente: “Que sus rostros se arruinen”. Entonces, el Santo Profeta (sa) llamó a los Compañeros para lanzar un ataque repentino. Cuando la voz de su Amado Maestro llegó a sus oídos, levantaron una consigna de la Grandeza de Dios, y se lanzaron al asalto instantáneo. Por otro lado, el Santo Profeta (sa) acababa de lanzar un puñado de arena cuando una ráfaga de viento comenzó a llenar de guijarros los ojos, las bocas y las narices de los incrédulos. El Santo Profeta (sa) dijo: “Esto es un ejército de ángeles de Dios que han venido a apoyarnos con el socorro divino.” En algunas narraciones, también se ha relatado que en ese momento, algunas personas incluso vieron a estos ángeles. En cualquier caso, jefes como ‘Utbah, Shaibah y Abu Yahl, ya habían sido convertidos en polvo. Como resultado de este ataque instantáneo de los musulmanes y de la repentina ráfaga de viento, los Quraish empezaron a perder fuerza, y el pánico cundió rápidamente en el ejército de los Quraish. El campo de batalla se vació en poco tiempo”. (La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol 2, pp. 153-154)

Apoyo divino a favor de los musulmanes

Fue en esta ocasión cuando el Santo Profeta (sa) arrojó las piedrecitas que Dios reveló,

‘ Y no fuiste tú el que tirabas cuando tiraste algo, sino que fue Al-lah quien tiró’. (El Sagrado Corán 8:18)

Su Santidad (aba) dijo que Dios declara en el Sagrado Corán,

‘ Cuando implorasteis la ayuda de vuestro Señor, y Él os respondió, diciendo: “Os ayudaré con mil ángeles, uno tras otro”. (Sagrado Corán 8:10)

Su Santidad (aba) dijo que el Santo Profeta (sa) atestiguó que los ángeles descendieron durante la batalla. El día de Badr, el Santo Profeta (sa) señaló al ángel Gabriel montado en un caballo. Consta que el ángel Gabriel se dirigió al Santo Profeta (sa) y le preguntó qué rango daría a los musulmanes que participaron en la Batalla de Badr. El Santo Profeta (sa) dijo que serían los mejores musulmanes. Gabriel respondió que también serían superiores los ángeles que participaron en la Batalla de Badr. Incluso los incrédulos de La Meca atestiguaron que vieron seres blancos montando a caballo y luchando en la batalla. Otros compañeros han narrado que el día de Badr, la distinción de los ángeles era que llevaban turbantes blancos. Su Santidad (aba) explicó que, mientras que algunos piensan que se trataba simplemente de una buena noticia de ayuda y no de ángeles que descendían, las narraciones auténticas muestran claramente que los ángeles descendieron durante la batalla en forma de una visión que fue vista incluso por los incrédulos.

Su Santidad (aba) citó al Mesías Prometido (as), quien explicó que, en su infinita sabiduría, Dios hizo que el enemigo se le apareciera en menor número al Santo Profeta (sa) en un sueño para que los musulmanes no perdieran la esperanza desde el principio. Del mismo modo, en una visión, Dios hizo aparecer a los ángeles por millares durante la batalla de Badr para aumentar la confianza de los musulmanes y para que supieran que no estaban solos.

Su Santidad (aba) dijo que la batalla terminó con los musulmanes convincentemente victoriosos. En la batalla murieron 14 musulmanes y 70 de La Meca, muchos de los cuales eran jefes de La Meca.

Su Santidad (aba) dijo que continuaría narrando estos incidentes en el futuro.

Oraciones para la Ummah Musulmana

Su Santidad (aba) dijo que deseaba llamar la atención sobre las oraciones especiales. Su Santidad (aba) dijo que rezáramos por los musulmanes de Palestina; que Al’lah les facilite las cosas y ayude a los oprimidos. Que les conceda un liderazgo que cumpla sus derechos, les guíe e intente detener su opresión. Están muy oprimidos y parece que no hay nadie que les ayude. Si el pueblo musulmán se uniera, estas cosas podrían evitarse.

Su Santidad (aba) dijo que, del mismo modo, en Suecia y en otros países donde se ha dado rienda suelta a la gente en nombre de la libertad de expresión y de palabra, están hiriendo los sentimientos de los musulmanes. Deshonran el Sagrado Corán o profieren expresiones despectivas contra el Santo Profeta (sa). Su Santidad (aba) dijo que esto también se debe a la desunión entre los musulmanes. Aunque alcen la voz, sólo será temporal e ineficaz.

Su Santidad (aba) dijo que los musulmanes también están siendo atacados en Francia, pero que la reacción de los musulmanes también es equivocada. Los disturbios y los saqueos no conseguirán nada. Los musulmanes deben moldear sus acciones de acuerdo con las enseñanzas islámicas. Sólo tendrán éxito cuando sus palabras y acciones se ajusten a las enseñanzas islámicas.

Su Santidad (aba) dijo que todo lo que podemos hacer es rezar, específicamente por el mundo musulmán, y por todo el mundo en general; que Al’lah proteja a todos de la crueldad y que la paz prevalezca en el mundo. Que todos comprendan la importancia de respetar los derechos de los demás. De lo contrario, la dirección del mundo lleva hacia una gran destrucción. Que Al’lah tenga piedad.

Su Santidad (aba) dijo que también rezara especialmente por los ahmadíes de Pakistán, para que Al’lah los mantenga a salvo de todo mal.

Su Santidad (aba) dijo que en Francia hay muchas manifestaciones, y se dice que se está haciendo mucho por el niño que fue asesinado, pero en la práctica no parece ser así. La recaudación de fondos realizada por el niño sólo ha dado 200,000 euros, mientras que por el oficial de policía que fue detenido, se han recaudado más de un millón de euros. Sólo Al’lah puede tener piedad, permitir que estas personas pisen con justicia y que los musulmanes se unan.

Resumen preparado por The Review of Religions

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