La vida del Santo Profeta (sa) - La mala suerte de los jefes de La Meca y el trato a los prisioneros de guerra
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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La vida del Santo Profeta (sa) – La mala suerte de los jefes de La Meca y el trato a los prisioneros de guerra

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 14 de JULIO de 2023.

Pronunciado en la MEZQUITA MUBARAK de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), dijo estas palabras:

Se estaban narrando relatos de la vida del Santo Profeta Muhammad (sa) en relación con la “Batalla de Badr”. [Pues bien], esta llegó a su fin y Dios Altísimo hizo que los incrédulos tuvieran un final amargo. Como ya se ha mencionado, fueron asesinados setenta incrédulos, que incluían a muchos jefes y líderes.

Con respecto al entierro de estos jefes de los qureish, está escrito en “Sahih Al-Bujari” que Hazrat Abdul’lah bin Masud (ra) relata:

“El Santo Profeta (sa) estaba ofreciendo sus oraciones cerca de la ‘Kaabah’, (está relatando el trasfondo de los hechos). [Bueno], el Santo Profeta (sa) estaba ofreciendo sus oraciones cerca de la ‘Kaabah’ cuando, siendo incitado por algunos de los qureish, uno de los más miserables de entre ellos colocó las entrañas de un animal entre los hombros del Profeta (sa) mientras estaba en postración. El Mensajero de Dios (sa) permaneció postrado y estos individuos continuaron con sus burlas. [Presto], alguien le contó esto a Hazrat Fátima (ra), que era una niña [en ese momento]. Ella vino corriendo y el Santo Profeta Muhammad (sa) permaneció postrado hasta que ella se las quitó de los hombros (es decir, hasta que Hazrat Fátima -ra- le quitó las pesadas entrañas de los hombros). [A continuación], Hazrat Fátima (ra) comenzó a hablar mal de ellos y cuando el Santo Profeta (sa) completó sus oraciones, suplicó:

 

¡Oh Al’lah, atrapa a los qureish! ¡Oh Al’lah, atrapa a los qureish! ¡Oh Al’lah, atrapa a los qureish!’.

Después de esto, los mencionó por su nombre: ‘¡Oh Al’lah, atrapa a Amr bin Hisham, Utbah bin Rabiah, Shaibah bin Rabiah, Walid bin Utbah, Umayyah bin Jalaf, Uqbah bin Abi Muait y Umarah bin Walid!’.”

Hazrat Abdul’lah bin Masud (ra) cuenta además:

“¡Por Dios, en el día de Badr vi sus cadáveres tendidos en el suelo con mis propios ojos (o sea, aquellos individuos mencionados por el Mensajero de Al’lah -sa-) y más tarde fueron arrastrados a una zanja en Badr y arrojados allí. Tras ello, el Santo Profeta Muhammad (sa) exclamó:

‘¡Los que están en la zanja son malditos!’.”

[Por otra parte], en los libros de biografía está escrito que el Profeta (sa) afirmó:

“Los cadáveres de los incrédulos deben ser removidos de sus lugares”.

[En este sentido], ya había marcado los lugares en los que serían asesinados antes de que comenzara la “Batalla de Badr”.

[Asimismo], Hazrat Umar (ra) declara:

“El Santo Profeta Muhammad (sa) había señalado los lugares donde los idólatras serían asesinados y al  indicar esos sitios decía: ‘Si Al’lah quiere, mañana aquí es donde matarán a Utbah bin Rabiah, aquí es donde matarán a Shaibah bin Rabiah, aquí es donde matarán a Umayyah bin Jalaf, aquí será donde Abu Yahl – Ibn Hisham será asesinado- y aquí será donde tal o cual persona será asesinada)’. El Santo Profeta (sa) marcaba cada lugar poniendo su mano bendita en el suelo y en el lugar exacto. A la mañana siguiente, ya en la ‘Batalla de Badr’, sus cuerpos yacían en los mismos lugares donde el Mensajero de Dios (sa) había puesto su mano bendita”.

 

[Entretanto], Hazrat Aisha (ra) menciona que tras la batalla, el Profeta (sa) ordenó que todos los cadáveres de los incrédulos fueran puestos en una zanja:

En este sentido, todos fueron puestos en dicha zanja, excepto Umayyah bin Jalaf. Su cuerpo se había hinchado dentro de su armadura y, cuando intentaron levantarlo, partes de su carne comenzaron a caerse. Por lo tanto, fue cubierto de arena y piedras en ese mismo lugar; y cuando el Mensajero de Al’lah (sa) instruyó que los cuerpos de los incrédulos debían ser arrojados a la zanja, [de inmediato] Utbah bin Rabia fue recogido y arrojado a la misma.

[Al mismo tiempo], el Santo Profeta Muhammad (sa) vio descontento en la expresión (ra) de Hazrat Abu Huzaifah (ra), que era el hijo de Utbah y se había convertido en musulmán, aunque su padre permaneció como incrédulo.

El Santo Profeta (sa) dijo:

“¡Oh Abu Huzaifah (ra), quizás estés descontento con respecto a tu padre!”; y él respondió: “¡No, oh Mensajero de Dios (sa), no tengo ninguna reserva sobre él, ni sobre su muerte! Sin embargo, sé que mi padre era un hombre de buenos consejos, tolerante y honorable, así que esperaba que estos rasgos (es decir, estas buenas cualidades suyas que mencionó) lo llevarían al Islam. [Por eso], al presenciar su destino, recordé su rechazo, ya que esperaba que aceptara el Islam y esto es lo que me entristece”. [Entonces], el Profeta (sa) oró a su favor (o sea, por Abu Huzaifah) y pronunció algunas palabras para consolarlo.

Se ha narrado por Hazrat Abu Talha Ansari (ra) que:

El día de la “Batalla de Badr”, el Mensajero de Al’lah (sa) dio instrucciones en relación con catorce jefes de los qureish y de esa forma fueron colocados en uno de los pozos de Badr. [Lo cierto es que] cada vez que el Santo Profeta Muhammad (sa) derrotaba cualquier oposición [en un combate], permanecía en esa área durante tres noches. [Por tanto], al tercer día de permanecer en Badr, el Santo Profeta (sa) instruyó que se atase la silla a su camello y, tras atar la silla al camello, el Profeta (sa) partió junto con sus Compañeros (ra). [En este caso], él [el narrador] dice que “entendíamos que se iba con cierto propósito”. [Luego], el Mensajero de Dios (sa) llegó al borde de las fosas donde estaban enterrados los incrédulos y se dirigió a estos difuntos y a sus padres por su nombre, diciendo: “¡Oh hijo de tal y cual, oh hijo de tal y cual! ¿No os agradaría ahora haber obedecido a Al’lah y a Su Mensajero (sa)? Porque hemos visto que era verdadera la promesa hecha a nosotros por Dios. [Y vosotros], ¿habéis encontrado verdadero lo que vuestro Señor os había prometido?”.

[Además], Abu Talha (ra) afirma que Hazrat Umar (ra) preguntó:

“¡Oh Profeta de Al’lah (sa), ¿por qué les hablas a estos cadáveres sin vida?”, (es decir, refiriéndose a los que habían muerto); y el Santo Profeta (sa) respondió: “Por Aquel en Cuyas Manos está la vida de Muhammad (sa), tú no escuchas lo que estoy diciendo tan bien como ellos”.

En “Sirat Ibn Hisham” se ha registrado esto de la siguiente manera:

“¡Oh gente de la fosa! Vosotros habéis demostrado ser los parientes más desdichados de vuestro Profeta [sa], pues me rechazasteis mientras que otros testificaron acerca de mi veracidad; me desterrasteis de mi patria mientras otros me concedieron protección e hicisteis la guerra contra mí mientras que otros me apoyaron”.

Y a continuación añadió:

“¿Acaso no se ha cumplido en verdad la promesa que os hizo vuestro Dios?”.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) ha escrito sobre este incidente en “La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa)” de la esta forma:

“Antes de regresar, el Santo Profeta Muhammad (sa) fue a la fosa donde habían sido enterrados los jefes de los qureish y, llamando los nombres de cada uno de ellos, proclamó:  ‘¿Habéis encontrado verdadera la promesa que os hizo Al’lah por medio de mí? En verdad, yo he visto como ciertamente se ha cumplido la promesa que Dios hizo a través de mí’; y luego dijo: ‘¡Oh gente de la fosa! Habéis demostrado ser los parientes más desdichados de vuestro Profeta [sa]: me rechazasteis mientras que otros dieron testimonio de mi veracidad; me desterrasteis de mi tierra natal mientras otros me concedieron protección y combatisteis contra mí mientras que otros me apoyaron’.”

[Presto], Hazrat Umar (ra) exclamó:

“¡Oh Mensajero de Dios! Están muertos, ¿cómo pueden oírte ahora?; y el Santo Profeta (sa) replicó: ‘Ellos me oyen mejor de lo que tú me oyes ahora mismo’.”

Dicho de otro modo, habían alcanzado un estado en el que toda la verdad se ha vuelto manifiesta y no quedaba ningún velo [que les impidiera verla]. Estas palabras del Santo Profeta Muhammad (sa), que se han descrito anteriormente, poseían emociones mezcladas de dolor y agonía; y uno puede imaginarse un poco el estado de los sentimientos del Profeta (sa) que estaba soportando en ese momento. Parece como si la historia de la oposición de los qureish estuviera ante los ojos del Santo Profeta (sa) en ese momento y, en un mundo de reminiscencias, estuviera pasando una página en ese momento y su corazón se hubiese vuelto muy inquieto al contemplar esas páginas. [Es más], estas palabras del Mensajero de Al’lah (sa) también son evidencia categórica de que la responsabilidad del inicio de esta serie de guerras recayó completamente en los incrédulos de La Meca, como se desprende de estas palabras del Santo Profeta Muhammad (sa): “¡Oh pueblo mío, combatisteis contra mí mientras que otros me apoyaron!”.

Como mínimo, esta expresión demuestra que, en su propia opinión, el Profeta (sa) creía que estos combates fueron iniciados por los incrédulos y él se vio obligado a tomar la espada simplemente en su propia defensa.

Asimismo se mencionan los milagros del Santo Profeta (sa) durante esta batalla y uno de ellos está registrado en un libro de “Sirat” [‘La vida de…’], en el que Ibn Ishaq menciona:

“Ukashah bin Mihsan estaba luchando con su espada el día de la ‘Batalla de Badr’ hasta que se rompió algo en su mano. Se dirigió hacia el Santo Profeta (sa) y este le entregó un palo de madera, diciendo: ‘¡Oh Ukashah, lucha contra los incrédulos con esto!’. Ukashah [ra] lo agarró y lo agitó, y el palo de madera se convirtió en una espada que era larga, cuyo metal era muy fuerte y su hoja era de matiz blanco; y continuó luchando con ella hasta que Dios Altísimo concedió la victoria a los musulmanes”.

El narrador declara también:

“Esta espada recibió el nombre de ‘Aun’ y  [además] la utilizó para exhibir hazañas de valor en luchas posteriores, hasta que fue martirizado en la batalla contra Musailimah Kazzab”. 

Luego, hay un milagro registrado en relación con la eficacia de la bendita saliva y mano [del Mensajero de Al’lah (sa)], pues Hazrat Qatadah (ra) narra que:

“Durante la ‘Batalla de Badr’ fui golpeado en el ojo, causando que este me colgara de la mejilla”. En otras palabras, su globo ocular se salió de su órbita y sobresalía, y su intención era cortarlo y arrojarlo al suelo. Los Compañeros (ra) presentaron el asunto al Santo Profeta Muhammad (sa), a lo que este dijo: “No, no debe hacerlo”. [A continuación], el Profeta (sa) llamó a Hazrat Qatadah (ra) y, utilizando la palma de su mano, lo volvió a colocar en su órbita; [y el propio Hazrat Qatadah (ra)] informa que de inmediato se olvidó que su ojo estaba lesionado. [Por consiguiente, el Mensajero (sa)] le puso el ojo en su sitio y se curó de tal manera que era incapaz de decir si su ojo [herido] una vez había salido fuera [de su órbita ocular]. De hecho, dicho ojo parecía más hermoso que su otro ojo.

En algunos libros se dice que este incidente del ojo curado tuvo lugar durante la “Batalla de Uhud”, aunque otros afirman que ocurrió durante la “Batalla de la Fosa” [‘Jandaq’]. De todas formas, este milagro también se ha mencionado en referencia a la “Batalla de Badr”.

[Por otra parte, ¿cómo llegó a La Meca la noticia de la derrota de los infieles?

Al respecto, consta que los idólatras huyeron del campo de batalla de Badr hacia La Meca con total desorden, caos y en estado de pánico; y por miedo a la humillación y la vergüenza, no estaban seguros de cómo debían entrar en La Meca. [Al final], la primera persona que llevó la noticia de la derrota de los qureish a La Meca fue Haizaman bin Ayyas bin Abdul’lah, quien más tarde aceptó el Islam. La gente le preguntó por lo que había ocurrido y  él respondió: “Utbah bin Rabiah, Shaibah bin Rabiah, Abu al-Hakam bin Hisham (o sea, Abu Yahl), Umayyah bin Jalaf y algunos otros jefes han sido asesinados”. Cuando empezó a enumerar los jefes de los qureish que habían sido matados, la gente no podía creer lo que estaba diciendo. [Por su parte], Safwan bin Umayyah, que estaba sentado en el “hatim” [muro bajo que era parte de la “Kaabah”], oyó esto y declaró: “No lo entiendo. Parece que esta persona se ha vuelto loca. Para confirmarlo, preguntadle por el paradero de Safwan bin Umayyah”, (es decir, que preguntaran sobre él mismo); y [alguna] gente le preguntó sobre Safwan bin Umayyah y respondió: “Mirad, está sentado en el ‘hatim’. No estoy loco; lo veo todo claro. He presenciado con mis propios ojos cómo mataban a su padre y a su hermano”.

En otras palabras, se dieron cuenta de que este hombre decía la verdad y así fue como los habitantes de La Meca se enteraron de su estrepitosa derrota en el campo de batalla de Badr; lo cual les afectó tan negativamente que prohibieron el luto por sus difuntos para que los musulmanes no se alegraran por su dolor. [Es más], cuando algunos de los qureish lloraron a sus muertos, otros les dijeron: “No lo hagáis, porque si llegan noticias de esto a Muhammad [sa] y a sus Compañeros [ra], se alegrarán de vuestro triste estado. No enviéis a nadie para traer de vuelta a los que han sido hechos prisioneros hasta que lo hayáis pensado detenidamente; tampoco os lamentéis ni hagáis ningún esfuerzo por liberar a los prisioneros, no sea que Muhammad [sa] y sus Compañeros [ra] sean estrictos con vosotros en los temas del rescate”.

[Aparte], en relación a cómo llegó la noticia de la victoria a la gente de Medina y su reacción, está registrado que el Santo Profeta Muhammad (sa) envió a Hazrat Abdul’lah bin Rawahah (ra) a la región elevada de Medina y a Hazrat Zaid bin Harizah (ra) a la región baja de Medina para transmitir la buena nueva que Dios Altísimo había concedido a Su Mensajero (sa).

[Al respecto], Hazrat Usamah bin Zaid (ra) relata:

“Esta noticia nos llegó cuando habíamos allanado la tierra sobre la tumba de Hazrat Ruqayyah (ra), hija del Santo Profeta (sa) y esposa de Hazrat Uzman bin Affan (ra). Había fallecido. El Profeta (sa) también me había dejado atrás con Hazrat Uzman (ra) para cuidar de Hazrat Ruqayyah (ra). [Entonces], fui hacia mi padre, Hazrat Zaid bin Harizah (ra), en un momento en que estaba rodeado de gente y anunciando: ‘Utbah bin Rabiah, Shaibah bin Rabiah, Abu Yahl Ibn Hisham, Zamah bin Aswad Abu al-Bajtari, Aas bin Hisham, Umayyah bin Jalaf y los dos hijos de Hallaj y Nubay y Munabeh han sido asesinados’.

Mientras tanto, la situación en Medina era que los hipócritas y los judíos estaban esparciendo rumores de que los musulmanes habían sido completamente derrotados y que, Dios nos perdone, Muhammad (sa) había sido asesinado; y fue en medio de la incertidumbre de estos rumores cuando Hazrat Zaid (ra) entró en Medina montado en el camello del Mensajero de Al’lah (sa), y al verlo los judíos e hipócritas expresaron con entusiasmo: ‘¡Mirad! Muhammad (sa) ha sido asesinado y Zaid [ra] está montado en su camello’.”

Cuando Zaid [ra] anunció que Utbah, Shaibah, Abu Yahl y Ummayah habían muerto, los hipócritas preguntaron: “¿Cómo es posible? Parece que la derrota de los musulmanes y la muerte de Muhammad (sa) han hecho que Zaid [ra] pierda el juicio, debido a lo cual está diciendo esas cosas”.

[Por desgracia], la reacción de los incrédulos de La Meca fue la misma que la de los hipócritas y judíos de Medina.

 

 

 

Hazrat Usama bin Zaid (ra) continúa diciendo:

“Como estaba escuchando todo esto en Medina, llevé a mi padre, Zaid, a un lado y le pregunté: ‘Padre, ¿es realmente cierto lo que estás diciendo?’; y él respondió: ‘Hijo, por Dios, en efecto, esto ha sucedido y estoy diciendo la verdad’. Al oír esta noticia, se reunieron montones de personas para rendir homenaje al victorioso Profeta (sa) y [la noticia de] la victoria llenó de júbilo y alegría a los musulmanes, que esperaban con impaciencia el regreso del Santo Profeta (sa).

No todos los musulmanes participaron en esta batalla, porque al partir de Medina no tenían la intención de luchar en un combate. [Finalmente], al enterarse de la llegada del Santo Profeta Muhammad (sa), algunos musulmanes salieron a los alrededores de Medina para darle la bienvenida y se encontraron con el Mensajero (sa) en Rauha. Su felicidad era un espectáculo para la vista y felicitaron al Santo Profeta (sa) por su triunfo sobre los incrédulos. Después, el Profeta (sa) entró en Medina donde el resto de los musulmanes le dieron la bienvenida”.

En cuanto al botín de guerra de esta batalla, consta que:

Tras su victoria, los musulmanes recibieron 150 camellos y 10 caballos. Además, adquirieron diversos bienes, desde armas hasta ropa, pasando por grandes cantidades de pieles, cuero de varios colores, lana, etc. Eran mercancías traídas por los idólatras para comerciar. El Mensajero de Al’lah (sa) tomó una parte igual a la de sus Compañeros (ra) y del [botín de] esta batalla los Compañeros (ra) guardaron una espada para el Santo Profeta Muhammad (sa) y además recibió un camello de las posesiones de Abu Yahl, cuya nariz tenía un anillo de plata en su interior.

[Por cierto que] a esta espada y a este camello se le han dado gran importancia en los libros de historia. Más detalles al respecto son que la espada se llamaba “Zu al-Fiqar” y pertenecía a Aas bin Munabbeh bin Hayyaj, un idólatra que murió durante la “Batalla de Badr”; pero según algunas narraciones, dicha espada perteneció a Abu Yahl. El Santo Profeta (sa) mantuvo el nombre de la espada como “Zu al-Fiqar” y  [por eso] se dice que la misma recibió [permanentemente] el nombre de “Zu al-Fiqar”, pues tenía marcas o líneas grabadas en ella. Respecto a esta espada, consta que permaneció siempre en posesión del Mensajero de Dios (sa) desde entonces. El Profeta (sa) mantuvo esta espada con él durante otras batallas y tras su muerte esta pasó al califato Abbasí. Del mismo modo, el camello de Abu Yahl que el Santo Profeta (sa) recibió del botín de la “Batalla de Badr” permaneció con él hasta que lo tomó como animal de sacrificio en el día del “Tratado de Hudaibiah”.

[En este sentido], hay una narración en relación a esto que dice que dicho camello estaba pastando en Hudaibiyah, huyó de allí y llegó a la casa de Abu Yahl en La Meca. Hazrat Amr bin Anama Ansari (ra) fue tras el camello y alcanzó La Meca; no obstante, unos cuantos individuos astutos de allí se negaron a devolver el camello. [En este caso], Suhail bin Amr, que representaba a los qureish durante el “Tratado de Hudaibiyah”, les ordenó que devolvieran el camello y así lo hicieron finalmente. [Más tarde] les dijo que ofrecieran cien camellos a cambio de este camello y si los musulmanes aceptaban esta oferta podían quedarse con el camello; de lo contrario, tendrían que devolverlo. El Santo Profeta Muhammad (sa) declaró que si no hubieran destinado este camello al sacrificio, lo habrían devuelto. Sin embargo, este camello había sido destinado ahora al sacrificio y, de esta forma, dicho camello fue sacrificado de parte de los musulmanes.

[Por otro lado], durante la distribución del botín de la batalla, el Profeta (sa) repartió la riqueza entre los herederos de los mártires y aquellos que fueron nombrados representantes del Santo Profeta (sa) en Medina y los Compañeros (ra) a los que se les asignaron diversas tareas y que, por lo tanto, no pudieron tomar parte en la “Batalla de Badr”, por lo que también recibieron una parte del botín.

Hay algunos detalles en relación con el rescate de los prisioneros de la batalla y el consejo de los Compañeros (ra) al respecto.

Los prisioneros de la “Batalla de Badr” fueron liberados previo pago de un rescate. El valor del pago del mismo oscilaba entre 4.000 y 1.000 dirhams; aunque a los que no podían pagar esta cantidad se les dijo que podían ser liberados con la condición de que enseñaran a leer y escribir a los niños de Medina. Además, algunos presos fueron liberados sin tener que pagar ningún rescate o con una cantidad muy pequeña.

Hay varios relatos en relación a esto y algunas de estos crean varios tipos de dudas, no obstante Hazrat Musleh Maud (ra) ha proporcionado la explicación correcta de las mismas. De todas maneras, mencionaré primero todos los detalles, aunque las narraciones de los libros de historia y las que se encuentran en los libros de Ahadiz sobre el pago del rescate de los prisioneros de Badr se han mezclado y resultan confusas. El hecho es que la instrucción del Mensajero de Al’lah (sa) de pedir rescate a los prisioneros de Badr estaba de acuerdo con la Divina voluntad de Dios.

A pesar de que ya he mencionado anteriormente estas narraciones con respecto a los relatos de Hazrat Umar (ra), es importante mencionarlas también aquí:

Hazrat Ibn Abbas (ra) relata que en Badr, cuando los musulmanes capturaron al enemigo y tomaron algunos prisioneros de guerra, el Santo Profeta Muhammad (sa) preguntó a Hazrat Abu Bakr (ra) y Hazrat Umar (ra) su opinión sobre ellos. [Por su parte], Hazrat Abu Bakr (ra) afirmó: “¡Oh Profeta de Al’lah (sa)! Ellos son nuestros primos y parientes. Debes pedirles un rescate y esto será un medio de hacernos aún más fuertes que los incrédulos. Además, está cerca [la hora en] que Dios Altísimo los guíe hacia el Islam”.

 

El Santo Profeta (sa) dijo entonces: “¡Oh Ibn Jattab [ra]! ¿Cuál es tu opinión?”; (le preguntó a Hazrat Umar -ra-); y este respondió: “¡Oh Mensajero de Dios [sa]! [Mi opinión es] diferente de la de Abu Bakr [ra]. De hecho, deberías entregárnoslos; [entonces] golpearemos sus cuellos y los mataremos. Entrega a Aqeel a Ali [ra] para que le golpee el cuello y lo mate; y entrégame a tal o cual persona (el individuo que nombró era un pariente suyo), le golpearé el cuello y lo mataré, porque estos son los líderes y jefes de los incrédulos”.

 

[Al final], el Profeta (sa) estuvo a favor de la opinión de Hazrat Abu Bakr (ra) y Hazrat Umar (ra) relata:

“El Mensajero de Al’lah (sa) no se inclinó por mi opinión. Al día siguiente llegué y vi que tanto el Santo Profeta Muhammad (sa) como Abu Bakr (ra) estaban sentados llorando y yo pregunté: ‘¡Oh Mensajero de Dios (sa)! ¿Qué os ha hecho llorar a ti y a tu compañero? Dime la razón, porque lloraré si me conmueve; o si no, al menos haré que mi apariencia parezca que estoy llorando’. [Ante esto], el Santo Profeta (sa) replicó: ‘Lloro por el castigo que se me ha mostrado para aquellos compañeros que sugirieron que yo debía pedir rescate. Se me mostró [como algo que está] más cerca que este árbol’, (o sea, refiriéndose a un árbol que estaba cerca de él).

 

Posteriormente Dios Altísimo reveló el siguiente versículo:

مَا کَانَ لِنَبِیٍّ اَنْ یَّکُوْنَ لَہٗ اَسْرٰى حَتّٰى یُثْخِنَ فِی الْاَرْضِ

‘No corresponde a un Profeta tomar prisioneros mientras no se haya iniciado una batalla regular en el país’, [Surah Al-Anfal, 8:68]; (y luego, dos versículos después, dice:)

فَکُلُوْا مِمَّا غَنِمْتُمْ حَلٰلًا طَیِّبًا

‘Comed pues de lo que habéis ganado en la guerra como lícito y bueno’, [8:70].

Así pues, Al’lah les hizo lícito el botín de guerra”.

Esta es una narración de “Sahih Muslim”.

En este relato, las palabras del principio que afirman que el Profeta (sa) y Hazrat Abu Bakr (ra) estaban llorando y el tema de los versículos posteriores que se revelaron, hacen que toda esta narración sea ambigua y que el asunto siga sin estar claro. Sin embargo, la mayoría de los historiadores, biógrafos y comentaristas del Sagrado Corán consideran correcta esta narración y escriben que Dios expresó su desagrado ante la sugerencia de que los cautivos de Badr fueran liberados tras el pago de un rescate y que, en su lugar, favoreció la opinión de Hazrat Umar (ra).

[En este sentido], quienes han escrito sobre la vida y el carácter de Hazrat Umar (ra) suelen redactar un capítulo sobre los mandatos coránicos que fueron revelados de acuerdo con las opiniones de Hazrat Umar (ra) y en él se menciona que acerca de los cautivos de Badr Dios Altísimo favoreció la opinión de Hazrat Umar (ra). De todas formas, este asunto resulta ambiguo e incomprensible. De hecho, parece que los biógrafos y comentaristas del Santo Corán se han equivocado al interpretar esta narración.

No obstante, existe una explicación de Hazrat Musleh Maud (ra) en sus notas de “Tafsir” inéditas que arroja algo de luz y refuta estas narraciones [de los biógrafos y comentaristas]; y la explicación dada por Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra), es la interpretación correcta. [Lo cierto es que] parece que algunos comentaristas han creado esos relatos para elevar innecesariamente el estatus de Hazrat Umar (ra) o se han equivocado en su comprensión de los mismos.

Pues bien, Hazrat Musleh Maud (ra), al exponer el versículo 68 del “Surah Al-Anfal”, escribe:

“Antes de la llegada del Islam, existía una costumbre en Arabia, que lamentablemente todavía prevalece en algunas partes del mundo, según la cual, aunque no hubiera habido guerra, la gente era llevada cautiva y esclavizada, (es decir, refiriéndose a la época en la que Hazrat Musleh Maud -ra- escribió esta nota). Este versículo suprime esta aborrecible costumbre y, en palabras llanas, ha ordenado que una persona solo puede ser tomada cautiva tras el comienzo de la guerra contra un adversario; y si no ha habido confrontación, es ilegal hacer cautivo a alguien. [Por eso], este versículo se ha malinterpretado gravemente”.

Hazrat Musleh Maud (ra) afirma además:

“Después de la ‘Batalla de Badr’, cuando los musulmanes habían capturado a algunos de los incrédulos, el Mensajero de Al’lah (sa) pidió consejo a sus Compañeros [ra] sobre qué hacer con ellos. [Por su parte], Hazrat Umar (ra) creía que debían ser asesinados, mientras que Hazrat Abu Bakr (ra) opinaba que debían ser liberados a cambio de un rescate; y el Santo Profeta Muhammad (sa) prefirió el consejo de Hazrat Abu Bakr (ra)”.

 

Se trata del versículo 68 del “Surah Al-Anfal”, en el que se menciona que no es lícito que un profeta tome cautivos a menos que esté inmerso en una guerra total.

No obstante, Hazrat Musleh Maud (ra) menciona:

“En este incidente, la opinión de Hazrat Abu Bakr (ra) era diferente a la de Hazrat Umar (ra) y el Santo Profeta (sa) favoreció la opinión de Hazrat Abu Bakr (ra); y, por tanto, liberó a los cautivos tras pedir rescate. De todas formas, los comentaristas han alegado que la revelación de este versículo indica que a Dios le disgustó esta acción del Profeta (sa)”.

Esta narración solo ha sido creada para dar credibilidad a la opinión de Hazrat Umar [ra], aunque ello signifique que el estatus del Santo Profeta Muhammad (sa) se vea disminuido [como resultado]. Sin embargo, ellos [los comentaristas] afirman que Dios Altísimo estaba disgustado por la acción del Santo Profeta (sa) respecto a que los cautivos deberían haber sido asesinados en lugar de pedir rescate.

Esto está escrito en el ‘Tafsir’ de At-Tabari.

Y Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra), continúa:

“No obstante, esta interpretación es incorrecta:

 

  • En primer lugar, hasta ese momento no se había revelado ninguna orden que prohibiera liberar prisioneros pidiendo rescate por ellos. Por consiguiente, no se puede culpar al Mensajero de Al’lah (sa) por pedir rescate.
  • En segundo lugar, antes de ese incidente, el Profeta (sa) liberó a dos cautivos en Najlah tras pedir rescate y Dios Altísimo no desaprobó este acto.
  • Y en tercer lugar, dos versículos más adelante, Al’lah permite a los musulmanes utilizar lo que se obtiene del botín de guerra, declarándolo lícito y bueno.

 

[Por ello], es una noción extremadamente descabellada decir que Dios se disgustó con el Santo Profeta Muhammad (sa) aceptando rescates y luego declarar que el dinero obtenido de ello es lícito y bueno. En consecuencia, esta interpretación es completamente errónea y la correcta es que aquí se ha mencionado un principio general en el sentido de que nadie puede ser hecho cautivo a menos que tenga lugar una guerra total con un enemigo que sea sometido después del combate. [Así pues], no hay ninguna relación entre esto y la opinión de Hazrat Umar [ra] de no aceptar rescates”.

De entre los comentaristas del Corán, Alamah Imam Razi y el famoso biógrafo Alama Shibli Nomani también sostienen la misma opinión que Hazrat Musleh Maud (ra).

[Por su parte], Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha dicho:

“Cuando el Santo Profeta (sa) regresó a Medina, pidió consejo sobre lo que debía hacerse con los prisioneros. Por lo general, en Arabia se solía ejecutar a los mismos o convertirlos en esclavos permanentes. Sin embargo, la disposición del Profeta (sa) era reacia a medidas tan duras. Además, tampoco se había revelado ningún mandato Divino al respecto. [Por su parte], Hazrat Abu Bakr (ra) declaró: ‘En mi opinión deberían ser liberados a cambio de un rescate porque, después de todo, son nuestros hermanos y parientes. Quién sabe si mañana nacerán devotos del Islam de entre estas mismas personas’.

No obstante, Hazrat Umar (ra) se opuso a este punto de vista y dijo: ‘No debe haber ninguna consideración de parentesco en un asunto de religión. Estas personas se han hecho merecedoras de la ejecución debido a sus acciones y todos ellos deben ser ejecutados. De hecho, los musulmanes deberían ejecutar a sus respectivos parientes con sus propias manos’.

 

[En todo caso], motivado por su naturaleza innata de misericordia, el Mensajero de Al’lah (sa) aprobó la propuesta de Hazrat Abu Bakr (ra) y, por lo tanto, emitió una orden contra la ejecución y mandó que los  idólatras que pagasen su rescate fueran liberados. Por ello, posteriormente, también se reveló una orden Divina en este sentido”.

[Ahora bien], puesto que se había revelado una orden Divina de pedir rescate tal y como Hazrat Musleh Maud (ra) ha escrito, parece bastante extraño utilizar ese hadiz como base para explicar la razón por la que el Santo Profeta Muhammad (sa) y Hazrat Abu Bakr (ra) lloraban.

En cualquier caso, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe además:

“Así, se fijó un rescate de 1.000 a 4.000 dirhams para cada uno, según sus medios. De esta manera, todos los prisioneros siguieron siendo liberados”.

[Esto lo dejamos aquí y] el resto será mencionado en el futuro, si Dios quiere.

Tras las oraciones del viernes, dirigiré dos oraciones fúnebres en ausencia:

La primera mención es de Rana Abdul Hameed Khan Sahib Khathgari, que ejercía de misionero y “Naib Nazim Maal Waqf-e-Yadid” en Pakistán. Falleció recientemente a la edad de 70 años:

[¡Ciertamente pertenecemos a Al’lah y a Él volveremos!].

Por la gracia de Dios Altísimo era “musi” [formaba parte del sistema de ‘Al-Wasiyyat’]. Su padre se llamaba Chaudhry Abdul Latif Khan Sahib Khathgari y su madre Amatul Latif Sahiba. Su padre también era un consagrado de por vida [“Waqf-e-Zindagi”] y trabajaba para la Comunidad.

El Ahmadíat fue introducido en la familia de Abdul Hameed Khan Sahib Khathgari a través de su abuelo, Hazrat Chaudhary Abdul Manan Khan Sahib Khathgari (ra), y su hermano mayor, Hazrat Chaudhry Abdus Salaam Khan Sahib Khathgari (ra). Ambos tuvieron el honor de hacer el “Baiat” de manos del Mesías Prometido (as) en diciembre de 1903. Abdul Hamid Khan Sahib Jathgari comenzó formalmente su servicio como misionero en mayo de 1979 y tuvo la oportunidad de servir en varios lugares, tanto dentro de Pakistán como en el extranjero. Bajo la dirección de “Wakalat-e-Tabshir”, sirvió en Uganda desde agosto de 1985 hasta diciembre de 1986. Más tarde, en el marco del programa de “Waqf-e-Yadid”, tuvo la oportunidad de servir como misionero en varios otros lugares . En 1993 fue nombrado “Naib Nazim Maal” de “Waqf-e-Yadid”, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento. Tuvo la oportunidad de servir a la Yamat durante cuarenta y cuatro años. Dios le bendijo con un hijo y una hija. Su hijo es el Dr. Abdul Rauf Khan Sahib, que actualmente ocupa el cargo de “Sadr Maylis Juddamul Ahmadía” en Dinamarca.

Su [propio] hijo, el Dr. Rauf Khan, nos cuenta:

“Mi padre siempre fue leal a su promesa de consagración a la Comunidad [“Waqf”]. Pasó poco tiempo en Uganda porque los rebeldes habían derrocado al gobierno y expulsaron a los extranjeros del país. Sin embargo, mientras estaba en Uganda, el misionero jefe, Mahmud B.T. Sahib le dio a mi padre un Sagrado Corán y lo envió a Kampala con el propósito de hacer ‘tabligh’ (predicar). En esa época había comenzado una guerra civil en dicha zona y la gente se vio obligada a abandonar sus hogares. Durante la mudanza, mi padre se puso enfermo y, como no había ningún hospital cerca ni asistencia médica alguna, lo dejaron en una habitación y se marcharon. Esa zona fue capturada por los rebeldes y comenzaron a inspeccionar la zona. En ese momento, un rebelde incluso se acercó a su habitación y al verle tumbado, ignoró a mi padre pensando que estaba muerto. Mi padre me contaba que estaba tumbado justo debajo de la ventana y que las balas entraban por ella e impactaban en la pared de enfrente. Después de algún tiempo, cuando la situación mejoró un poco, mi padre se puso en contacto con alguien y fue trasladado a un lugar seguro y de esta manera Al’lah lo protegió.

Tenía una conexión muy profunda de amor y afecto con el Jalifato. Era muy sencillo y sociable, y siempre se mostraba dispuesto a escuchar lo que se decía en los sermones pronunciados por el Jalifa de la época. No estaba de acuerdo con crear interpretaciones [de las palabras del Jalifa] y si alguien trataba de crear distintas interpretaciones y significados diferentes expresaba su desagrado. También mostraba un gran respeto a las personas que tenían cargos y a los misioneros”.

Su hijo dice además:

“Me animaba a hacer lo mismo”. Y añade: “Yo era miembro de la organización de ‘Atfal-ul Ahmadía’ [los niños áhmadis] y una vez me dijo: ‘Si no quieres aceptar la opinión de un funcionario o un Muntazim sobre algo (si estaba en desacuerdo con alguien), entonces debes dejar tu cargo. La organización de la Yamat y el Jalifato están ambos unidos. No es posible que escuches a uno y no al otro’.

Una de sus cualidades sobresalientes era la de ayudar a los demás y reformarles cuando era apropiado. Esto era así hasta tal punto que si deseaba guiar a alguien y el otro se ofendía con él, ello no le preocupaba; y si tenía éxito en reformarlos, los felicitaba por ello. Solía decir: ‘Mi trabajo es únicamente reformar’.”

Escribe [asimismo] que se le presentaron muchas oportunidades en las que podía haber llevado una vida desahogada, pero siempre dio prioridad a su consagración.

Y continúa diciendo:

“Incluso durante sus últimos días le dije a mi padre de pasada que debería mudarse a vivir conmigo a Dinamarca, pero esto le molestó. [Pues] respondió: ‘No me consagrado solo para unos años, sino que he consagrado mi vida, y todo lo que tengo está relacionado con mi vida de consagración’.”

Su hija, Hafiza Hasan Araa, relata:

“Mi padre era muy generoso, amable, hospitalario y temeroso de Dios. Era un dechado de oraciones.  Una de sus mayores cualidades era su completa fe y confianza en Dios Altísimo, y otra gran cualidad suya era su amor por el Jalifato, pues tenía un cariño especial por él, más que por cualquier otra relación. Todos sus pensamientos, el principio de sus conversaciones y el final de las mismas giraban en torno al Jalifato, y al amor hacia el Jalifa de la época”.

Dice que él la visitaba aquí en el Reino Unido de vez en cuando; [y añade]:

“A veces, cuando me embargaba la emoción y se lo expresaba, me decía: ‘Todas las relaciones en esta vida son temporales. Debes fortalecer siempre tu relación con Al’lah, ya que todas las demás relaciones terminan, porque el único Ser que permanece es Dios Altísimo, que nunca te dejará sola’. Luego decía: ‘Mantén siempre una relación fuerte con Jalifato’. Era muy sencillo y a menudo proclamaba: ‘Soy un devoto de por vida y toda mi vida ha sido consagrada” y expresaba su deseo de cumplir con su consagración hasta sus últimos momentos’.”

Hafiz Khalid Iftijar Sahib, “Nazim Mal Waqf-e-Yadid”, escribe:

“Tuve la oportunidad de trabajar con Abdul Hamid Khan durante unos veinte años y siempre mantuvo el rango que corresponde a una persona que verdaderamente ha consagrado su vida. En términos de edad y experiencia era mayor que yo, pero debido a que siempre se mantuvo fiel y obediente al Jalifato y a la estructura organizativa de la Comunidad, nunca puso de manifiesto su veteranía”. Él era su adjunto.

Y dice también:

“Trabajaba conmigo de forma muy abnegada. Tenía una manera excelente de explicar y participar en las donaciones. Enseñaba a los nuevos trabajadores, misioneros y ‘mual’lim’ [educadores] como trabajar con gran sabiduría. Completaba las responsabilidades que le habían sido asignadas con completa obediencia.  Siempre ofrecía consejos excelentes y a pesar de que trabajó discreta y abnegadamente, el departamento de ‘Waqf-e-Yadid’ se benefició de sus servicios durante treinta años, en los últimos de los cuales caía enfermo de vez en cuando y sus hijos vivían en el extranjero. [Entonces], si alguien le sugería que tal vez debería irse a vivir con uno de sus hijos, se emocionaba mucho y respondía: ‘He entregado mi vida y serviré hasta el final’.”

Dios Altísimo le permitió hacerlo y cumplió esta promesa hasta sus últimos momentos.

Un misionero en “Nizamat Mal”, Mubashar Ahmad Sahib, nos cuenta que:

“En 2013 me nombraron para el Departamento de ‘Mal’ en ‘Waqf-e-Yadid’. Abdul Hamid Khan Sahib me dio dos consejos fundamentales y me pidió que los anotara en mi cuaderno. El primero era que la fuente de todas las bendiciones es el Jalifato y que debía permanecer leal al mismo en toda instancia y circunstancia. El segundo era que la pereza en el trabajo se puede pasar por alto, pero la falsedad y las mentiras no pueden perdonarse. ‘Nunca digas nada que sea falso y jamás digas una mentira’, [decía]; y [finalmente] me aconsejó que debería adoptar estos dos principios y como cada uno de nosotros ya tiene fe y confianza en Dios, [añadía que debíamos] pedirle siempre ayuda y rogarle”.

Luego menciona:

“Le acompañé en muchas giras y constantemente recalcaba que, a la vez que se hace un llamamiento a los demás, hay que transmitir la importancia del ‘Waqf-e-Yadid’ a todas y cada una de las personas, hasta el punto de que no tengan reservas a la hora de hacer sacrificios. No pidas simplemente dinero, sino que debes inculcar la importancia de la limosna en sus corazones y crear un dolor [también] en sus corazones por la Yamat, y a continuación pedirles solo de acuerdo a su capacidad. De esta manera no se produce un sentimiento de vergüenza, porque es nuestra responsabilidad servir a la Comunidad y pedir ayuda para la misma.

 

Él era responsable de la propiedad de la Yamat y subrayaba que las limosnas se recibían gracias a que los miembros de la Comunidad hacen sacrificios y, por tanto, al gastar esa riqueza y utilizarla, no debemos ser excesivos, pues solo debemos comprar aquello que es necesario y no tenemos gastar más de lo que sea indispensable. Y finalizaba diciendo: ‘Yo también le he dicho a mi hijo que será mi hijo mientras sea leal a la Yamat; de lo contrario no tengo ninguna relación contigo ni necesito nada de él.”

¡Que Dios Altísimo le trate con clemencia y misericordia, eleve su rango [espiritual] y permita a su progenie continuar con el legado de sus virtudes!

El siguiente funeral es el de Nusrat Yahan Ahmad Sahiba, mujer del respetable Mubashar Ahmad Sahib, que es misionero en Estados Unidos. Falleció recientemente:

[¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!].

Junto con su marido y sus tres hijos, la fallecida se mudó a Estados Unidos en 1972 y se estableció en Washington. En 1988, su marido pudo consagrar su vida en América y, durante toda su existencia, la fallecida vivió con gran sencillez y complacencia. Desde que su marido, Mubashar Sahib, consagró su vida, él estuvo cumpliendo con las obligaciones de un misionero. [Por su parte], ella vivió con él con gran sencillez y complacencia y, por la gracia de Dios, era “musia”, [formaba parte del sistema de “Al-Wasiyyat”]; y fue pionera a la hora de ofrecer limosnas y sentía un amor profundo por el Jalifato.

Desde 1977 hasta 2007 trabajó bajo el departamento de “Lallna Imail’lah” [la organización de las mujeres áhmadis] de diversas formas: lo hizo como vicepresidenta local, presidenta local y presidenta regional, entre otros cargos. Organizó programas para la propagación del mensaje del Islam-Ahmadíat con gran esfuerzo y pasión. Asimismo dirigió varias iniciativas para la formación de “Lallna” y “Nasirat”; además, proporcionó una formación religiosa adecuada para sus hijos y, al mismo tiempo, les animó a obtener una educación secular.

Le sobreviven su marido, sus dos hijos y sus dos hijas. Por la gracia de Dios Altísimo, sus cuatro hijos son miembros activos de la Yamat y están sirviendo a la fe.

¡Que Dios Altísimo trate a la fallecida con clemencia y misericordia, y haga que sus hijos sean los receptores de sus oraciones y virtudes!

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que había estado mencionando la vida del Santo Profeta (sa) a la luz de la Batalla de Badr.

Su Santidad (aba) dijo que en la batalla de Badr murieron 70 los de La Meca, muchos de los cuales eran jefes. Está registrado que una vez, cuando el Santo Profeta (sa) estaba ofreciendo la oración junto a la Ka’bah y estaba en postración, algunos de La Meca maliciosamente colocaron la suciedad de los animales en su espalda, que era tan pesada que no podía levantarse. Cuando Hazrat Fatimah (ra) se enteró de esto, corrió hacia el Santo Profeta (sa) para ayudarle. Cuando el Santo Profeta (sa) por fin pudo levantarse, rezó a Al’lah para que tomara medidas contra esa gente. Entonces tomó los nombres de algunos de los de La Meca más prominentes, y esas mismas personas murieron más tarde en la Batalla de Badr.

Instrucciones del Santo Profeta (sa) sobre los jefes de La Meca

Su Santidad (aba) dijo que antes de que comenzara la batalla, el Santo Profeta (sa) mostró a sus Compañeros dónde matarían a los habitantes de La Meca. Tomaba el nombre de un jefe y luego señalaba dónde sería asesinado. Al día siguiente, durante la Batalla de Badr, esa misma gente fue asesinada exactamente donde el Santo Profeta (sa) indicó.

Su Santidad (aba) dijo que después de la Batalla de Badr, el Santo Profeta (sa) ordenó que los cuerpos de los de La Meca fueran colocados en una zanja. Era práctica del Santo Profeta (sa) que tras una victoria en batalla, permanecía en el lugar de la victoria durante tres días. Antes de irse, el Santo Profeta (sa) fue a donde estaban enterrados los de La Meca y diciendo los nombres de los enterrados con referencia a sus padres, el Santo Profeta (sa) les preguntó si ahora deseaban haber creído, o si habían encontrado lo que sus dioses les habían prometido. Alguien preguntó por qué el Santo Profeta (sa) les hablaba si ni siquiera podían oírle. El Santo Profeta (sa) le dijo que ellos podían oírle mejor que él.

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra), quien escribe:

‘Antes de regresar, el Santo Profeta (sa) fue a la fosa donde los jefes de los Quraish habían sido enterrados, y llamando los nombres de cada uno de ellos, exclamó:

” ¿Han encontrado verdadera la promesa que Dios les hizo a través de mí? Verdaderamente, he encontrado verdadera la promesa que Dios me hizo”.

Luego añadió:

“¡Oh, gente de la fosa! Ustedes demostraron ser los parientes más desdichados de su Profeta. Me rechazaban, mientras otros atestiguaban mi veracidad. Me desterraron de mi patria, mientras que otros me concedieron protección. Hicieron la guerra contra mí, mientras que otros me apoyaron”.

Hazrat ‘Umar (ra) respondió: “¡Oh Mensajero de Al’lah! Están muertos, ¿cómo pueden oírte ahora?”. El Santo Profeta (sa) dijo: “Me oyen mejor de lo que tú me oyes ahora”. En otras palabras, han alcanzado un estado en el que toda la verdad se hace manifiesta y no queda ningún velo. Estas palabras del Santo Profeta (sa), que se han escrito más arriba, poseían emociones mezcladas de dolor y agonía. Se puede juzgar el estado del corazón del Santo Profeta (sa) en ese momento. Parece como si la historia pasada de la oposición de los Quraish estuviera ante los ojos del Santo Profeta (sa) en ese momento, y en un mundo de reminiscencia, pasara una página a la vez, y su corazón se inquietara al estudiar estas páginas. Estas palabras del Santo Profeta (sa) son también una prueba categórica de que la responsabilidad del inicio de esta serie de guerras recaía completamente en los incrédulos de La Meca. Como se desprende de estas palabras del Santo Profeta (sa):

“¡Oh pueblo mío! Como mínimo, estas palabras demuestran definitivamente que, en su propia opinión, el Santo Profeta (sa) creía que estas guerras habían sido iniciadas por los incrédulos, y se vio obligado a tomar la espada simplemente en su propia defensa”. (La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 2 pp. 155-156)

Varios Milagros Durante la Batalla de Badr

Su Santidad (aba) dijo que tuvieron lugar varios milagros durante la Batalla de Badr. Por ejemplo, durante la Batalla de Badr, la espada de Ukashah bin Mihsan (ra) se rompió. Fue a ver al Santo Profeta (sa), que le entregó un trozo de madera, y el Santo Profeta (sa) le dijo que lo usara para luchar contra los incrédulos. Cuando Ukashah (ra) lo levantó en su mano, se convirtió en una espada.

Su Santidad (aba) dijo que otro milagro durante la Batalla de Badr Hazrat Qatadah (ra) fue golpeado en el ojo hasta el punto de que le colgaba. Tenía la intención de desecharlo, sin embargo, el Santo Profeta (sa) le ordenó que no lo hiciera. El Santo Profeta (sa) puso su ojo en la palma de su mano y luego lo volvió a poner en su lugar. Más tarde, Hazrat Qatadah (ra) ni siquiera pudo darse cuenta de que algo le había ocurrido a este ojo.

Su Santidad (aba) dijo que a medida que los de La Meca iban perdiendo, se dispersaban mientras corrían de vuelta hacia La Meca. Cuando el primer de La Meca llegó a La Meca y le preguntaron cómo había ido la batalla, empezó a enumerar los nombres de los de La Meca destacados que habían muerto. La gente pensó que se había vuelto loco, pero él les aseguró que no era así y que había visto cómo sucedían las cosas ante sus propios ojos. Los de La Meca estaban muy conmocionados, hasta el punto de que prohibieron lamentarse por los fallecidos, ya que, de lo contrario, darían satisfacción a los musulmanes.

Falsos Rumores Destruidos en Medina

Su Santidad (aba) dijo que cuando Hazrat Zaid (ra) regresó a Medina, informó a la gente de todos los jefes y personas prominentes de La Meca que habían muerto en la batalla. Los hipócritas y el pueblo judío habían difundido el falso rumor de que los musulmanes habían sufrido una derrota y que, Dios no lo quiera, el Santo Profeta (sa) también había fallecido. Hazrat Zaid (ra) cabalgó hacia Medina en el camello del Santo Profeta (sa), por lo que utilizaron esto para decir también que el Santo Profeta (sa) había fallecido, razón por la cual Hazrat Zaid (ra) estaba en su camello. Sin embargo, Hazrat Zaid (ra) les aseguró que no era así. Al oír que el Santo Profeta (sa) regresaba en persona, los musulmanes salieron corriendo hacia Rawhah para saludar y dar la bienvenida al Santo Profeta (sa).

Reparto del botín de guerra y trato a los prisioneros de guerra

Su Santidad (aba) dijo que los musulmanes recibieron 150 camellos y diez caballos en botín, junto con otras cosas. El Santo Profeta (sa) se aseguró de que su parte fuera igual a la de los Compañeros. Había una espada que los Compañeros guardaron para el Santo Profeta (sa), y uno de los camellos de Abu Yahl también se guardó para el Santo Profeta (sa). Algunas narraciones dicen que la espada también pertenecía a Abu Yahl, y se llamaba Zulfiqar. Consta que el Santo Profeta (sa) utilizó esta misma espada en batallas posteriores. También consta que el Santo Profeta (sa) llevó ese mismo camello en el momento del Tratado de Hudaibiyah como animal de sacrificio.

Su Santidad (aba) dijo que el Santo Profeta (sa) también dio botín de guerra a las familias de aquellos que fueron martirizados en la batalla. También dio una porción a aquellos que había designado para gobernar Medina en su lugar, y también a otros Compañeros.

Su Santidad (aba) dijo que hay varias narraciones sobre la expiación de los prisioneros de guerra. Sin embargo, muchas de las narraciones son confusas, lo que crea dudas. Lo que está claro, sin embargo, es que el Santo Profeta (sa) ordenó que se tomara una expiación para liberar a los prisioneros según el mandato divino.

Su Santidad (aba) dijo que el Santo Profeta (sa) consultó con Hazrat Abu Bakr (ra) y Hazrat Umar (ra) acerca de los prisioneros. Hazrat Abu Bakr (ra) sugirió que los prisioneros fueran liberados después de que pagaran una expiación, porque podría ser que pronto aceptaran el Islam. Hazrat Umar (ra) tenía una opinión diferente, y dijo que debían ser entregados a él para que pudiera quitarles la vida. El Santo Profeta (sa) dio preferencia a la opinión de Hazrat Abu Bakr (ra). Al día siguiente, Hazrat Umar (ra) encontró al Santo Profeta (sa) y a Hazrat Abu Bakr (ra) llorando. Preguntó cuál era el problema. El Santo Profeta (sa) dijo que había recibido la revelación:

No corresponde a un Profeta tener prisioneros mientras no haya iniciado una batalla regular en el país. (Sagrado Corán 8:68)

Y luego:

Comed pues de lo que habéis ganado en la guerra como lícito y bueno. (Sagrado Corán 8:70)

Su Santidad (aba) dijo que la forma en que se ha narrado esto crea confusión. Afirmar primero que el Santo Profeta (sa) estaba llorando y luego mencionar estos versículos no aclara el asunto. Casi parecería como si Dios estuviera disgustado con la decisión de expiar tomada por el Santo Profeta (sa) y diera preferencia a la opinión de Hazrat Umar (ra). Sin embargo, esto no tiene ningún sentido. Parece como si los historiadores se hubieran equivocado al entenderlo. Sin embargo, existe una nota no publicada del Segundo Califa (ra) que aclara completamente el asunto.

Su Santidad (aba) citó al Segundo Califa (ra), quien afirmó que antes del Islam, los gobernantes tomaban cautivos aunque no hubiera habido batalla. Este versículo que fue revelado puso fin a esa práctica. Sin embargo, ese mismo versículo se ha malinterpretado erróneamente como una expresión de preferencia por la opinión de Hazrat Umar (ra) y de desagrado por la del Santo Profeta (sa). Los historiadores lo han hecho simplemente para glorificar el rango de Hazrat Umar (ra). Sin embargo, el Segundo Califa (ra) dijo que tal pensamiento es erróneo. Dijo que Al’lah no había revelado ningún mandamiento que dijera que no se debía tomar expiación; por lo tanto no puede haber ninguna acusación contra el Santo Profeta (sa) en este sentido.Además, antes de este incidente, el Santo Profeta (sa) había tomado expiación de dos prisioneros en Nakhlah, y Dios no expresó ningún desagrado en esa ocasión. Luego, dos versículos más tarde, Dios hace lícito tomar el botín de guerra. ¿Cómo es posible que Dios declarara lícita la riqueza como botín y luego considerara ilícita la expiación? Por lo tanto, está claro que este versículo no tiene nada que ver con la opinión expresada por Hazrat Umar (ra), sino que simplemente establece el principio de que los prisioneros sólo deben tomarse después de una batalla.

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra), quien escribe:

Cuando el Santo Profeta (sa) regresó a Medina, pidió consejo sobre lo que debía hacer con los prisioneros. Por lo general, en Arabia se solía ejecutar a los prisioneros o convertirlos en esclavos permanentes. Sin embargo, la disposición del Profeta (sa) era contraria a medidas tan duras. Además, tampoco se había revelado ninguna orden divina al respecto. Hazrat Abu Bakr (ra) afirmó: “En mi opinión, deberían ser liberados pagando un rescate, porque después de todo, son nuestros hermanos y parientes. Quién sabe si mañana nacen devotos del Islam de entre estas mismas personas”. Sin embargo, Hazrat ‘Umar (ra) se opuso a esta opinión y dijo:

“No debería haber ninguna consideración de parentesco en un asunto de religión. Esta gente se ha hecho merecedora de la ejecución debido a sus acciones. Mi opinión es que todos ellos deben ser ejecutados. De hecho, los musulmanes deberían ejecutar a sus respectivos parientes por sus propias manos”.

Movido por su naturaleza innata de misericordia, el Santo Profeta (sa) aprobó la propuesta de Hazrat Abu Bakr (ra). Por lo tanto, emitió una orden contra la ejecución y ordenó que los idólatras que pagaran su rescate fueran liberados. Por lo tanto, posteriormente también se reveló una orden divina en este sentido. Así, se fijó un rescate de 1,000 dirhams a 40,003 dirhams para cada individuo según sus medios” (La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 2 pp. 160-161)Su Santidad (aba) dijo que seguiría narrando estos incidentes en el futuro.

Oraciones fúnebres

Su Santidad (aba) dijo que ofrecería las oraciones fúnebres de los siguientes miembros fallecidos:

Abdul Hameed Khan

Abdul Hameed Khan que fue misionero y Naib Nazim Maal en Pakistán. Sirvió como misionero en varios lugares de Pakistán y también en Uganda. Sirvió a la Comunidad durante 40 años. Tenía una hija y un hijo. Su hijo es Presidente de la Asociación de Jóvenes Musulmanes Ahmadíes en Dinamarca. Mientras estuvo en Uganda, sirvió con gran pasión y sinceridad. Se enfrentó a grandes dificultades durante la guerra civil en Uganda, sin embargo, Dios le mantuvo a salvo en todas las circunstancias. Sentía un gran amor por el Califato. Siempre estaba dispuesto a poner en práctica todo lo que dijera el Califa. Siempre era servicial con los demás y trataba de ayudarles a ser mejores. Siempre daba prioridad a su devoción por la vida por encima de cualquier comodidad mundana. Era muy amable, hospitalario y confiaba plenamente en Dios. Era muy sencillo y siempre decía que había dedicado toda su vida y que deseaba permanecer al servicio de Dios hasta el final de sus días. Al’lah le permitió hacerlo. Siempre exhortaba a permanecer sincero y leal al Califato y a no recurrir nunca a la falsedad. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le conceda el perdón y la misericordia, eleve su posición y permita a su progenie continuar el legado de sus virtudes.

Nusrat Yahan Ahmad

Nusrat Yahan Ahmad, esposa de Mubashar Ahmad, misionero en Estados Unidos. Permaneció junto a su marido y le apoyó especialmente cuando éste dedicó su vida y comenzó a servir como misionero. Era regular en dar limosna, tenía un profundo amor por el Califato y sirvió a la Comunidad en diversas capacidades. Participó con gran pasión en programas de propagación del Islam Ahmadíat. Le sobreviven dos hijos y dos hijas. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le conceda el perdón y la misericordia y haga a sus hijos herederos de sus oraciones.

Resumen preparado por The Review of Religions

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