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En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

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Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 30 de JUNIO de 2023.

Pronunciado en la MEZQUITA MUBARAK de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), dijo:

El incidente de Hazrat Sawad bin Ghaziyah (ra), [como] expresión única de su amor por el Santo Profeta Muhammad (sa), lo mencioné en el último sermón y más detalles sobre ello son como sigue:

Hazrat Sawad bin Ghaziyah (ra) regresó victorioso de este combate y encarceló a un individuo de entre los idólatras llamado Jalid bin Hisham. Más tarde, el Santo Profeta (sa) lo nombró para recoger el botín de guerra de la “Batalla de Jaibar”. [Ahora bien], según algunas narraciones, dicho incidente se atribuye a Hazrat Sawad bin Amr (ra) y no a Hazrat Sawad bin Ghaziyah (ra). Sin embargo, parece que el hecho atribuido a Hazrat Sawad bin Amr (ra) es diferente y, en los libros de historia y biografías del Profeta (sa), el mismo se ha atribuido principalmente a Hazrat Sawad bin Ghaziyah (ra).

[Por su parte], Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha mencionado detalles de este incidente en “La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa)” de la siguiente manera:

“Era viernes, 17 de Ramadán, del segundo año después de la Hégira, o el 14 de marzo de 623 d.C., según el sistema de calendario cristiano. Por la mañana, primero se ofreció la ‘salat’ [oración] y luego estos adoradores de la Unidad Divina se postraron ante el Dios Único a campo abierto. Tras ello, el Santo Profeta Muhammad (sa) pronunció un discurso sobre la ‘yihad’; y cuando la luz [del día] comenzó a aparecer, el Santo Profeta (sa) empezó a ordenar las filas musulmanas con la indicación de una flecha. [En ese momento], un Compañero con el nombre de Sawad estaba de pie un poco por delante de su fila y el Mensajero de Al’lah (sa) usó su flecha para indicar que debía retroceder y ponerse en fila. Entretanto, sucedió que la parte de madera de la flecha perteneciente al Profeta (sa) tocó su pecho, por lo que protestó con valentía [diciendo]: ‘¡Oh Mensajero de Dios (sa)! Al’lah te ha enviado con la verdad y la justicia, pero tú me has hecho daño injustamente con tu flecha. ¡Por Dios, insisto en tener mi retribución!’.

Los Compañeros (ra) quedaron conmocionados por lo que estaba pasando con Sawad. No obstante, el Santo Profeta (sa) dijo con extremo afecto: ‘Muy bien, Sawad, tú también puedes hacerme daño con una flecha’; y el Santo Profeta Muhammad (sa) levantó la ropa de su pecho. [Presto], en su inmenso amor, Sawad se adelantó y besó el pecho del Santo Profeta (sa). El Mensajero de Dios (sa) sonrió y preguntó: ‘Sawad, ¿por qué ideaste este plan?’, y respondió con voz temblorosa: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! El enemigo está delante de nosotros. No se sabe si viviré para volver o no. Por lo tanto, era mi deseo tocar tu bendito cuerpo antes de mi martirio”.

Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra), ha mencionado un incidente similar [que ocurrió] próximo al momento de la muerte del Profeta (sa). El acontecimiento que mencionó -como voy a citar- se refiere al momento cercano a la muerte del Santo Profeta Muhammad (sa) y no durante la “Batalla de Badr”.

[Así pues], Hazrat Musleh Maud (ra) afirma:

“Cuando se acercaba el momento del fallecimiento del Santo Profeta (sa), reunió a sus Compañeros (ra) y declaró: ‘Soy humano como vosotros. Es muy posible que aún persistan algunas deficiencias en el ejercicio de vuestros derechos y que os haya causado daño. En lugar de ir ante Al’lah en un estado en el que tengáis una queja contra mí, os digo que si he causado algún daño a alguno de vosotros, podéis obtener retribución en este mismo mundo’.

Dado lo mucho que los Compañeros (ra) amaban al Profeta (sa), uno puede imaginar cómo, al escuchar estas palabras del Mensajero de Dios (sa), [las mismas] habrían traspasado sus corazones y el estado emocional que los habría envuelto; y esto es de hecho lo que sucedió: los Compañeros (ra) estaban abrumados por la emoción, las lágrimas brotaron de sus ojos y les resultó difícil hablar. Sin embargo, un Compañero se puso de pie y exclamó: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah (sa), ya que has preguntado si causaste algún daño a alguien y, de ser así, podemos buscar recompensa, yo deseo obtener una recompensa de ti’. [Entonces], el Santo Profeta Muhammad (sa) respondió: ‘Sí, dime rápidamente, ¿qué daño te causé?’. El Compañero explicó: ‘¡Oh Mensajero de Dios (sa), durante cierta batalla, estabas organizando las filas y para avanzar tenías que pasar por una de ellas, y al hacer eso para avanzar, tu codo golpeó mi espalda y hoy deseo buscar retribución por ello’.

[A continuación], los Compañeros (ra) dijeron: ‘Estábamos comenzando a desenvainar nuestras espadas por la ira y nuestros ojos estaban llenos de sangre por el enojo. Si el Santo Profeta (sa) no hubiera estado entre nosotros en ese momento, seguramente lo habríamos cortado en pedazos’. No obstante, el Profeta (sa) le dio la espalda y dijo: ‘Venga, toma tu retribución y golpéame con tu codo de la misma manera’; y ese hombre replicó: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah (sa), todavía no! Cuando tu codo me golpeó, mi espalda estaba desnuda, mientras que tu espalda está cubierta por tu camisa’. El Mensajero de Dios (sa) instruyó [a alguien]: ‘¡Sube mi camisa por mi espalda para que esta persona pueda recibir su retribución’; y cuando los Compañeros (ra) levantaron la camisa del Santo Profeta Muhammad (sa) de su espalda, con labios temblorosos y lágrimas fluyendo, el Compañero (ra) se adelantó y, en una muestra de afecto, besó la espalda desnuda del Santo Profeta (sa) y proclamó: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah (sa), ¿cómo podría un sirviente tan insignificante tomar retribución? Tan pronto como supe de ti que tal vez se acerca la hora definitiva, pensando en lo que hace que se nos erice el vello de la nuca, deseé que mis labios tocaran ese cuerpo bendito que Dios ha hecho la culminación de todas Sus bendiciones, y así he usado el golpe del codo como excusa para poder besarte por última vez. ¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! ¿Qué importancia tiene ser golpeado por un codo, cuando todo lo que tenemos lo hemos sacrificado por ti? Simplemente usé esto como una excusa para tener la oportunidad de besarte’.

Los Compañeros (ra), que en un momento estuvieron listos para matar a este hombre y se habían enfurecido con lo que había dicho, al ver todo esto y darse cuenta de que había algo completamente diferente en su corazón, manifestaron: ‘Todos nosotros nos enojamos con nosotros mismos, preguntándonos por qué no se nos ocurrió esto para besar a nuestro amado’.”

Hazrat Musleh Maud (ra) continúa:

“Este fue nuestro Guía, nuestro Líder (el Mensajero -sa-), quien estableció un ejemplo para nosotros en cada faceta de la vida, como no se puede encontrar en ningún otro profeta”.

Con respecto a los eslóganes de los Compañeros (ra) durante la “Batalla de Badr”, está registrado por Hazrat Urwah bin Zubair (ra) quien declaró:

“El día de la batalla, el lema de los ‘Muhayirin’ fue: ‘¡Oh Banu Abdur Rahman!’, el de la tribu Jazrall era ‘¡Oh Banu Abdul’lah!’, mientras que el lema de Aus era ‘¡Oh Banu Ubaidul’lah!’. [Por su parte], el Profeta (sa) dio a su caballería el nombre de ‘Jailul’lah’.”

También hay una narración que dice que ese día, el eslogan de todos era: ‘¡Oh Mansur, mátalos!’.

Según otra narración, durante la “Batalla de Badr”, el eslogan de los “Ansar” de Medina -o como mencioné-, la llamada de identificación era “Ahad”, [Uno]. Esto fue elegido para que en la oscuridad de la noche o durante la feroz batalla, pudieran ser identificados como “Ansar” [musulmanes varones residentes en Medina y mayores de cuarenta años] por este eslogan. De manera similar, el lema o grito de batalla de los “Muhayirin” [los musulmanes que emigraron de La Meca a Medina] era ‘¡Oh Banu Abdur Rahman’.”

Más detalles sobre la guía del Mensajero de Dios (sa) en relación con la guerra se han mencionado de esta manera:

Cuando el Santo Profeta Muhammad (sa) había dispuesto las filas, pidió a sus Compañeros (ra) que: “No ataquéis hasta que os dé la orden y si el enemigo se os acerca hacedle retroceder disparando flechas, porque las flechas disparadas desde la distancia suelen resultar inútiles y se desperdician. Del mismo modo, no mováis vuestras espadas hasta que el enemigo esté muy cerca”.

[También] se menciona un sermón pronunciado por el Santo Profeta (sa):

El Mensajero de Al’lah (sa) pronunció un sermón para los Compañeros (ra) en el que llamó la atención sobre la “yihad” [el esfuerzo en la causa de Dios], recomendó tener paciencia y afirmó: “Al permanecer paciente en tiempos de dificultad, Al’lah elimina las preocupaciones y otorga la salvación del dolor”.

En otro lugar, los detalles de este sermón pronunciado por el Profeta (sa) se han registrado de la siguiente manera, [en donde] el Mensajero (sa) elogió y glorificó a Dios Altísimo y luego dijo:

“Os incito hacia lo que Dios os incita y yo os prohíbo lo que Él os ha prohibido. Al’lah, Quien es el Más Supremo y Superior a todos, os da el mensaje de la verdad. Él prefiere la veracidad y otorga elevadas posiciones en Su cercanía a aquellos que son virtuosos. Junto con esto, son recordados [de todo ello] y compiten entre sí para superarse mutuamente. Hoy, habéis alcanzado un rango de los muchos rangos de la verdad y Dios Altísimo solo acepta lo que se hace para obtener Su agrado.

 

Mostrar paciencia en tiempos de dificultad es algo por lo que Al’lah elimina el sufrimiento y nos salva del dolor. Con ello encontraréis la salvación en el Más Allá y hallaréis la salvación por medio de ello, (es decir, mostrando paciencia). El Mensajero de Dios (sa) está presente entre vosotros, quien os advierte y os ordena que temáis a Al’lah, no sea que Él llegue a saber algo sobre vosotros que se convierta en el motivo de Su desagrado, pues Dios Altísimo ha dicho: ‘La aversión de Dios fue mayor que la aversión de vosotros mismos’.

 

Mirad hacia lo que Él os ha ordenado en el Libro: Él os mostró Sus signos y os concedió honor después de la humillación. Aferraos firmemente a Al’lah para que esté complacido con vosotros. Cumplid la prueba de vuestro Señor en este lugar y seréis dignos de Su misericordia y del perdón que Él os ha prometido. Lo que Él promete es verdad, Su palabra es la verdad y Su castigo es severo. Vosotros y yo estamos con Dios Altísimo, que Vive y Subsiste por Sí Mismo. Le rezamos para nuestra victoria, nos aferramos a Su Umbral y ponemos en Él toda nuestra confianza. A Él volveremos todos. ¡Que Al’lah nos conceda el perdón a todos, o sea, a todos los musulmanes”.

Esta fue la versión detallada.

Durante la batalla, el Santo Profeta Muhammad (sa) prohibió matar a ciertas personas y a este respecto, Hazrat Ibn Abbas (ra) relata:

“El día de la ‘Batalla de Badr’, el Santo Profeta (sa) se dirigió a sus Compañeros (ra) y declaró: ‘He llegado a saber que los Banu Hashim y algunos otros han sido obligados a acompañar a los qureish. No han venido por su propia voluntad y no desean luchar contra nosotros. Aquellos de vosotros que se encuentren con algún hombre de los Banu Hashim no debéis matarlo y quien halle a Abu Al-Bajtari no debe matarlo; y quien se encuentre con Abbas bin Abdul Muttalib (tío paterno del Profeta -sa-) no debe acabar con él, pues estas personas han sido obligadas a acompañar a los qureish’.”

Hazrat Ibn Abbas (ra) cuenta además que:

“Hazrat Abu Huzaifah bin Utbah (ra) comentó: ‘¿Mataremos a nuestros padres, hijos y hermanos y perdonaremos a Abbas? Por Dios, si me encuentro con Abbas, sin duda acabaré con su vida con mi espada’.”

[En este sentido], el narrador cuenta que cuando el Mensajero de Al’lah (sa) fue informado de esto, se dirigió a Hazrat Umar bin Jattab (ra) diciéndole: “¡Oh Abu Hafs!”. [Por cierto que] Hazrat Umar narra: “Este fue el primer día que el Mensajero (sa) se dirigió a mí con este título”. [Pues bien], el Santo Profeta Muhammad (sa) exclamó: “¿Acaso el tío del Profeta de Dios (sa) será abatido por una espada?”; y Hazrat Umar (ra) respondió: “¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! Permíteme cortarle la cabeza, (o sea, refiriéndose a Abu Huzaifah, quien había mostrado hipocresía.) Por Dios, él (es decir, Abu Huzaifah) ha mostrado signos de hipocresía”.

[Por su parte], después Abu Huzaifah solía decir: “Estaba constantemente preocupado a causa de las palabras que pronuncié ese día. Me sentía constantemente ansioso sobre ello y esperaba que mi martirio sirviera de expiación”; y más tarde ocurrió que Abu Huzaifah fue martirizado en la “Batalla de Yamamah”.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) escribe:

“El Santo Profeta (sa) se dirigió a los Compañeros (ra) y dijo: ‘Hay algunas personas entre el ejército de los qureish que no han venido a participar en este enfrentamiento por gusto; más bien, solo han llegado bajo la presión de los jefes de los qureish. No son nuestros enemigos. Del mismo modo, también hay tales gentes en ese ejército, que en nuestros tiempos de dificultades, nos trataron generosamente cuando estábamos en La Meca y es nuestra obligación corresponder a la benevolencia que nos brindaron mientras estuvimos en La Meca. Por tanto, si un musulmán detiene a un individuo así, no debe causarle ningún daño’.

Entre la primera categoría de personas, el Profeta (sa) mencionó específicamente el nombre de Abbas bin Abdul Muttalib y en la segunda categoría de personas citó el nombre de Abu Al-Bajtari, y prohibió su muerte. (Esto fue porque solían ayudar a los musulmanes y facilitarles las cosas). Sin embargo, el curso de los acontecimientos dio un giro tan inevitable que Abu al-Bajtari no pudo librarse de la muerte. A pesar de todo, antes de morir se enteró de que el Mensajero de Dios (sa) había prohibido que lo mataran”.

Los registros históricos muestran que después de esto, el Santo Profeta Muhammad (sa) regresó a su tienda de campaña y se dedicó a la oración una vez más. Ese era un lugar preparado especialmente para él, [aunque] Hazrat Abu Bakr (ra) también estaba presente y la carpa era protegida por un grupo de “Ansar” bajo el liderazgo de Hazrat Sad bin Muaz (ra).

[Por otro lado], Hazrat Ibn Abbas (ra) informa que:

“El día de Badr, mientras estaba en una gran tienda de campaña, el Santo Profeta (sa) proclamó: ‘¡Oh mi Al’lah, juro por Tu Palabra y la promesa que me hiciste!’. ¡Oh mi Señor, si la destrucción de todos los musulmanes es Tu deseo, entonces después de hoy, no quedará nadie que Te adore!’. En ese momento, Hazrat Abu Bakr (ra) agarró la mano del Profeta (sa) y le rogó: ‘¡Oh Mensajero de Dios, ya es suficiente, te has esforzado mucho en suplicar a tu Señor’.

El Santo Profeta Muhammad (sa) en ese instante estaba vestido con una armadura y salió de la tienda de campaña mientras recitaba: ‘Todos ellos se enfrentarán pronto a la derrota y se alejarán. Este ese mismo momento del que fueron advertidos, una hora terriblemente severa y amarga’.”

Hazrat Abdul’lah bin Abbas (ra) continúa:

“Hazrat Umar bin Jattab (ra) me contó que el día que tuvo lugar la ‘Batalla de Badr’, el Santo Profeta (sa) miró a los idólatras, que eran 1.000, mientras que sus Compañeros eran 319. El Mensajero (sa) se volvió hacia la Qibla, extendió los brazos y proclamó en voz alta a su Señor: ‘¡Oh Al’lah, cumple la promesa que me hiciste! ¡Oh Al’lah, cumple la promesa que me hiciste! ¡Oh Al’lah, si permites que este grupo de musulmanes sea destruido, ya no serás adorado en esta Tierra!’.

Mientras miraba hacia la Qiblah [dirección de la oración, o sea, la Kaabah situada en La Meca] con los brazos extendidos, el Profeta (sa) continuó invocando a su Señor hasta que su manto cayó de sus hombros. Hazrat Abu Bakr se acercó al Mensajero de Dios (sa), levantó el manto y se lo volvió a poner sobre los hombros. Entonces, Hazrat Abu Bakr (ra) abrazó al Santo Profeta Muhammad (sa) por detrás y le pidió: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah, tus oraciones de angustia ante tu Señor son suficientes para ti! Él cumplirá las promesas que te ha hecho!’.

Tras esto, Dios Altísimo reveló el siguiente versículo:

 

 

‘Cuando implorasteis la ayuda de vuestro Señor y Él os respondió diciendo:

‘Os ayudaré con mil ángeles, uno tras otro’, [8:10].

Así pues, Al’lah ayudó al Santo Profeta (sa) con ángeles”.

Esta narración procede de Sahih Muslim.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) ha escrito sobre este incidente en su libro [“La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa)”] con las siguientes palabras:

“Después de esto, el Mensajero (sa) se retiró a su carpa y volvió a dedicarse a las súplicas. Hazrat Abu Bakr (ra) también le acompañó y un grupo de ‘Ansar’, bajo el mando de Hazrat Sad bin Muaz (ra), se situó alrededor de la tienda de campaña  para montar guardia. Al poco tiempo, hubo un estruendo en el campo de batalla, lo que indicaba que los qureish habían lanzado un ataque total. En ese momento, el Santo Profeta Muhammad (sa) lloraba profusamente y suplicaba ante Dios Altísimo con las manos extendidas y decía con extrema angustia: ‘¡Oh Dios mío! Cumple Tus promesas. ¡Oh mi Dueño! Si hoy este grupo de musulmanes es destruido en el campo de batalla, no quedará nadie que Te adore sobre la faz de esta Tierra’.

En esos instantes, el Santo Profeta (sa) se encontraba en tal estado de agonía, que a veces caía postrado y otras se levantaba para invocar a Al’lah. [Entretanto], el manto del Mensajero (sa) se caía repetidamente de su espalda y Hazrat Abu Bakr (ra) lo recogía y lo ponía una y otra vez sobre el Profeta (sa).

 

[Por su parte], Hazrat Ali (ra) cuenta que, durante la batalla, cada vez que se acordaba del Mensajero de Dios (sa), corría hacia su carpa, pero cada ocasión que iba allí, encontraba al Santo Profeta Muhammad (sa) llorando en postración. También oyó que el Santo Profeta (sa) repetía constantemente las palabras: ‘¡Oh mi Eterno Al’lah! ¡Oh mi Dueño que da la vida!’.

[Por otro lado], Hazrat Abu Bakr (ra) estaba muy perturbado por este estado del Profeta (sa) y a veces decía espontáneamente: ‘¡Oh Mensajero! ¡Que mi madre y mi padre sean sacrificados por ti! No te preocupes, Dios cumplirá Sus promesas’. No obstante, el Santo Profeta Muhammad (sa) permanecía constantemente ocupado en sus súplicas, llorando y gimiendo; y como dice el proverbio persa: ‘Cuanto más sabio es un santo, mayor es su temor’; [es decir], el Santo Profeta (sa) permaneció ocupado en la oración y llorando”.

[En este sentido], ¿qué es el “tawakkul”, [la confianza plena en Al’lah]? Al explicar esto, Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra), afirma:

“El Profeta (sa) dispuso a los Compañeros (ra) en filas durante la ‘Batalla de Badr’, los organizó de la manera correcta y les instruyó cómo luchar. A continuación, se sentó en la plataforma elevada y comenzó a rezar. No dejó a los Compañeros (ra) en Medina para que permanecieran allí solos y se dedicaran a la oración. De hecho, primero llevó a los Compañeros (ra) al campo de batalla, los organizó, les dio varias instrucciones y solo después de eso se sentó en ese sito elevado para empezar a suplicar. Esta es la confianza en Dios que uno debe adoptar, o sea, utilizar los medios y hacer el esfuerzo que uno pueda, y luego ocuparse en la oración. Esto es lo que se conoce como ‘tawakkul’ [confianza plena en Al’lah]”.

[Por su parte], el Mesías Prometido (as) escribe:

“En el Sagrado Corán se le dio al Mensajero de Dios (sa) repetidamente la promesa de la victoria sobre los incrédulos, pero cuando comenzó la ‘Batalla de Badr’, que fue el primer combate del Islam, el Santo Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al’lah sean con él, comenzó a suplicar y rezar, y estas son las palabras que salieron de su lengua:

 

‘¡Oh Señor mío! Si destruyes a esta gente (solo eran 313 hombres),

nadie Te adorará hasta el Juicio Final’.

Cuando Hazrat Abu Bakr (ra) oyó estas palabras de boca del Santo Profeta (sa) declaró: ‘¡Oh Mensajero de Dios, ¿por qué estás tan preocupado? Al’lah te ha dado la firme promesa de que Él te dará la victoria’; y él respondió: ‘Eso es cierto, aunque no pierdo de vista que Él no necesita a nadie’. Dios no está obligado a cumplir ninguna promesa”.

Dios Altísimo es Autosuficiente, por lo que uno siempre debe permanecer temeroso y consciente de este hecho’.

[Por otra parte], durante el tiempo en que el Profeta (sa) estaba suplicando en su carpa, fue vencido por el sopor, aunque despertó de repente y dijo: “¡Oh Abu Bakr (ra), alégrate! La ayuda de tu Señor ha llegado. Mira, Gabriel (as) ha venido montado a caballo, sujetando firmemente las riendas del mismo, cuyas patas están cubiertas de polvo”.’

Esta fue una narración de Sirat Ibn Hisham.

Se menciona en otra narración que el Mensajero de Al’lah (sa) exclamó:

“¡Oh Abu Bakr (ra), alégrate! Este era Gabriel (ra), que llevaba un turbante amarillo. Estaba amarrando las riendas de sus caballos entre el Cielo y la Tierra; y cuando llegó a la Tierra desapareció ante mí durante unos instantes, aunque luego volvió a aparecer una vez más. Las patas de sus caballos estaban cubiertas de polvo y decía: ‘Después de que suplicaras, el apoyo de Dios Altísimo ahora ha llegado’.”

En relación con la participación del Santo Profeta Muhammad (sa) en la “Batalla de Badr” y su implicación personal en la zona del combate, está escrito que:

Durante la “Batalla de Badr” el Santo Profeta (sa) había designado a Zubair bin Al-Awwam (ra) para el flanco derecho, a Miqdad bin Amr (ra) para el flanco izquierdo y a Qais bin Abi Sasa (ra) para el “Saqah”, es decir, la infantería. La dirección general del ejército estaba en manos del propio Mensajero (sa),  quien situado en primera línea daba instrucciones a todos los Compañeros (ra). [Entretanto], el Profeta (sa) instruyó que: “Ninguno de vosotros debe avanzar hasta que yo me ponga delante de ellos”.

Del mismo modo, mientras aconsejaba sobre cómo usar sus armas con eficacia, el Mensajero de Al’lah (sa) explicó que:

“Cuando el enemigo se ponga a vuestro alcance, disparad vuestras flechas, pero guardarlas en la medida de lo posible”.

[Luego], el incidente de cuando el Santo Profeta Muhammad (sa) estaba sentado [en su tienda de campaña] y rezando antes del comienzo de la batalla se ha escrito de forma que puede parecer como si el Santo Profeta (sa) no hubiera participado en el combate; [aunque sin duda] él tomó parte en el combate y el incidente de las oraciones fue antes del comienzo de la batalla, por lo que Dios Altísimo envió Su socorro a través de los ángeles.

En todo caso, con respecto a la participación del Profeta (sa) en la “Batalla de Badr”, Hazrat Ali (ra) ha dicho:

“El día de Badr, el Mensajero de Al’lah (sa) era nuestro refugio y estaba más cerca del enemigo [que ninguno de nosotros]. En ese día, luchó como el más feroz de todos los combatientes”.

[Por otro lado], con respecto a la llegada de los qureish al campo de batalla y el enfrentamiento mutuo, está escrito que cuando estos llegaron a las llanuras de Badr, enviaron a Umair bin Wahb para ver cuánta gente tenía el Mensajero (sa) en su ejército. Por consiguiente, Umair montó a caballo y circunvaló al ejército musulmán. A continuación volvió hacia los qureish de La Meca y comentó que: “En mi estimación son poco más o menos de 300”. Más tarde, regresó al ejército musulmán y volvió a investigarlo por si había algún contingente esperando para la emboscada. [En este sentido], Umair bin Wahb montó en su caballo y cabalgó hasta una distancia considerable, volvió y dijo: “No parece que tengan refuerzos, pero ¡oh qureish! Veo una calamidad maligna cayendo sobre vosotros. He visto tales camellos que [en realidad] llevan muertos en sus lomos, [por así decirlo]. ¡Los camellos de Yazrib ciertamente están trayendo la muerte! [Yazrib era el antiguo nombre de Medina]. No llevan ningún medio de defensa y no tienen más refugio que sus espadas. No serán asesinados hasta que se lleven a uno de nosotros con ellos. Si eliminan a tantos hombres como son en número, ¿de qué servirá eso después? Ahora, haced lo que estiméis oportuno”; [o sea], tras evaluar la situación, presentó su propia opinión.

Tras oír todo esto, Hakim bin Hizam se dirigió a Utbah bin Rabiah y le pidió: “Eres un líder respetado entre los qureish, por lo tanto lleva a todos de vuelta y paga el dinero de sangre por Amr bin Al-Hadrami”. [Presto], Utbah contestó: “Estoy de acuerdo. Así que ve y díselo a Ibn Hanzalah (es decir, Abu Yahl- el padre de Abu Yahl se llamaba Hanzalah)”. Rápidamente, Hakim bin Hizam fue a Abu Yahl para persuadirle y le dijo: “Utbah ha enviado hacia ti y me ha dicho que pagará el dinero de sangre, [así que] deberías llevar a los qureish de vuelta”. [Por su parte], Abu Yahl declaró: “Desde que Utbah ha visto a Muhammad se ha asustado y está mostrando cobardía. ¡Esto no puede ser! ¡Por Dios que no volveremos hasta que Dios arregle el asunto entre nosotros y Muhammad!”. Abu Yahl añadió entonces: “Utbah también dice esto porque sabe que los musulmanes son como un bocado para nuestros camellos (o sea, los matarían fácilmente) y entre los musulmanes está su hijo, (el hijo de Utbah era musulmán). Quizá no desee luchar porque su hijo está en el campo contrario”. [Ciertamente] el hijo de Utbah era Abu Huzaifah, que estuvo presente en el ejército musulmán durante la “Batalla de Badr”.

[Posteriormente], cuando Utbah supo que Abu Yahl se había burlado de él llamándole cobarde, Utbah proclamó: “Ese cobarde (refiriéndose a Abu Yahl) pronto sabrá quién es el cobarde y está asustado”.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha mencionado [algunos] detalles sobre esto de la siguiente manera:

“Y los ejércitos se habían alineado uno delante del otro…”. [Bueno], antes de llegar a este punto, los contingentes se estaban reuniendo para la batalla y los incrédulos contaban con un vasto ejército. Durante ese momento, el Santo Profeta Muhammad (sa) permaneció ocupado haciendo oraciones, pero cuando los ejércitos se alinearon en filas frente a frente, en ese instante, el Santo Profeta (sa) estaba presente en el campo de batalla.

Y comenta:

“Los ejércitos se habían alineado uno frente al otro. Sin embargo, en esos instantes, se puso de manifiesto un extraño espectáculo del Poder Divino, [pues] la disposición de ambos ejércitos era tal que, a los ojos de los qureish el ejército musulmán parecía ser más del doble de su número real; y debido a esto, los incrédulos quedaron sobrecogidos de temor. Por otro lado, el ejército de los qureish parecía menor que su número real a los ojos de los musulmanes; y debido a esto los musulmanes se llenaron de gran confianza. Los qureish intentaron discernir la cifra correcta del ejército musulmán para poder consolar los corazones que ya habían empezado a hundirse (es decir, para consolar a la gente que estaba asustada). Con este propósito, los jefes de los qureish enviaron a Umair bin Wahb para que, montando su caballo alrededor del ejército musulmán, averiguase su número real y si estaba apoyado por algún refuerzo oculto. Por tanto, Umair montó a caballo y circunvaló a los musulmanes, aunque vio tal temeridad, determinación e intrepidez ante la muerte en los rostros de estos musulmanes, que regresó inmensamente impresionado y se dirigió a los qureish diciendo:

‘No he podido divisar ningún refuerzo oculto, aunque ¡oh contingente de qureish, he visto con mis propios ojos que en el ejército musulmán no son hombres los que cabalgan sobre las monturas de esas camellas, sino que la muerte está sentada sobre ellas. La destrucción está montada sobre los lomos de las camellas de Yazrib’.

[En consecuencia], cuando los qureish escucharon esta noticia, una oleada de ansiedad recorrió sus filas; y Suraqah, que había venido como su garante, estaba tan sobrecogido, que huyó sin pensárselo dos veces; y cuando algunos intentaron retenerle, manifestó: ‘Yo veo lo que vosotros no veis’.

[Entretanto], cuando Hakim bin Hizam oyó la opinión de Umair, se acercó frenéticamente a Utbah bin Rabiah y le dijo: ‘¡Oh Utbah, después de todo, es la retribución de Amr Hadrami lo que buscas de Muhammad (sa), porque él fue tu aliado! ¿No bastaría con que pagaras el dinero de sangre a sus herederos y te volvieras con los qureish? Serás conocido para siempre por tu buen nombre’; y Utbah, que también estaba asustado, no podía pedir nada mejor, y dijo inmediatamente: ‘Por supuesto. Estoy de acuerdo… Y después de todo, Hakim, estos musulmanes y nosotros somos parientes. ¿Te parece justo que un hermano levante la espada contra su hermano, y un padre contra su hijo? Vete a ver a Abul Hakam (o sea, Abu Yahl) y preséntale esta idea’.

Entonces, Utbah montó en su camello y comenzó a convencer a la gente por su cuenta de que: ‘No es correcto luchar contra familiares. Deberíamos darnos la vuelta y dejar a Muhammad [sa] a sus anchas y que él mismo resuelva su asunto con las tribus de Arabia. Veremos lo que pasa. Al fin y al cabo, no es una tarea tan fácil luchar contra estos musulmanes, porque aunque me llaméis cobarde, que no lo soy… veo a un pueblo que está deseando alcanzar la muerte’.

[Por su parte], cuando el Profeta (sa) observó a Utbah desde lejos, declaró [refiriéndose a él]: ‘Si hay alguien entre el ejército de los qureish que posee algo de nobleza, sin duda es el jinete de ese camello rojo. Si esa gente escucha su consejo, les hará mucho bien’.

No obstante, cuando Hakim bin Hizam se acercó a Abu Yahl y le presentó esta propuesta, ¿podía esperarse que este faraón del pueblo se dejara convencer de tal cosa? [Pues bien], al instante replicó: ¡Vaya, vaya, ahora Utbah ha empezado a ver a sus parientes delante suya!’. Entonces, llamó a Amir Hadrami, hermano de Amr Hadrami y le dijo: ‘¿Has oído lo que dice tu aliado, Utbah, especialmente cuando la retribución de tu hermano está en nuestras manos?’. [Al oír esto], los ojos de Amir comenzaron a llenarse de sangre por la rabia y, según la costumbre árabe, se arrancó la ropa quedando desnudo [de la parte de arriba] y comenzó a gritar: ‘¡Ay de Amr, mi hermano no está siendo vengado! ¡Ay de Amr, mi hermano no está siendo vengado!’.

Este grito del desierto, encendió una llama de enemistad en los corazones de los qureish y el fuego de la guerra comenzó a arder con toda su fuerza y tras esto se desató una batalla a gran escala”.

 

Los relatos restantes se mencionarán en el futuro, si Dios quiere.

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