Vida del Santo Profeta (sa) - Preparativos para la batalla de Badr
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Vida del Santo Profeta (sa) – Preparativos para la batalla de Badr

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 23 de JUNIO de 2023.

Pronunciado en la MEZQUITA MUBARAK de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), manifestó:

Como se mencionó en el sermón del viernes anterior, los confidentes del Santo Profeta Muhammad (sa) regresaron y le informaron de una caravana o ejército que se acercaba. Cuando el Santo Profeta (sa) se enteró de la noticia de que el ejército de los qureish se acercaba para proteger su caravana comercial, buscó el consejo de sus Compañeros (ra) y les informó sobre la situación en relación a los qureish. Ante esto, Hazrat Abu Bakr (ra) se puso de pie y pronunció un excelente discurso, tras lo cual Hazrat Umar (ra) también se puso de pie y pronunció otro exquisito discurso.

Acto seguido, Hazrat Miqdad bin Amr (ra) se puso de pie y humildemente dijo:

“¡Oh Mensajero de Dios (sa)! Marcha hacia lo que te ha sido ordenado por Dios Altísimo. Nosotros estamos contigo. Por Al’lah, no te diremos lo que los israelitas le dijeron a Moisés (as);  es decir: ‘Por tanto, id tú y tu Señor a luchar y nosotros permaneceremos aquí sentados’, [5:25].

De hecho, diremos: ‘Tú y Tu Señor salid para la batalla y nosotros también nos uniremos a ti en la lucha. Por Dios, que te ha enviado como Profeta de la verdad, incluso si nos llevas a Bark Al-Ghimad marcharemos contigo’.”

En relación con “Bark Al-Ghimad”, está escrito que se encuentra en Yemen, a una distancia de cinco días de viaje desde La Meca. [En realidad], esta fue una metáfora usada por los árabes, que significaba una larga distancia. [Pues bien], a continuación declaró: “Seguiremos luchando a tu lado contra el enemigo hasta que llegues a tu destino”. [Entretanto], el Profeta (sa) les deseó lo mejor y oró por ellos.

Un historiador ha escrito que “Bark Al-Ghimad” estaba ubicada al sur de La Meca, a una distancia de aproximadamente 430 kilómetros, lejos de la ruta principal de viaje y en un lugar lejano. Debido a la larga distancia y la dificultad para viajar hasta allí, se usó como un dicho, al igual que “Koh-e-Qaf” [‘Monte Qaf’] en urdu significa y connota una larga distancia. Esto quería decir que, independientemente de lo lejos que llegara el Santo Profeta Muhammad (sa), permanecerían a su lado.

Asimismo, encontramos ciertos análisis en relación con esto, porque algunos historiadores han planteado la cuestión de que el versículo recitado por Hazrat Miqdad (ra) era del “Surah Al-Maida”, aunque este Surah se reveló mucho más tarde. Como tal, parece dudoso que este versículo fuese recitado en dicha ocasión. Sin embargo, los eruditos también sugieren algunas posibilidades sobre ello, como haber escuchado esta declaración de los israelitas de entre los judíos, o que uno de los narradores posteriores podría haber agregado este versículo. En todo caso, esta objeción no tiene mucha importancia, ya que dicha narración ha sido citada con frecuencia en los libros de historia.

En este sentido, en un comentario de Bujari, “Faz-ul-Bari” de Ibn Rayab, está escrito que decir que todo el “Surah Al-Maidah” fue revelado en el “Hallat-ul-Wida” [‘la peregrinación de la despedida del Santo Profeta (sa )] es incorrecto, [ya que] algunos de sus versículos habían sido revelados mucho antes y Hazrat Miqdad (ra) recitó uno de estos versículo con motivo de la “Batalla de Badr”. No obstante, que ellos hubieran oído esto de los judíos también podría ser cierto.

Se narra además que estos tres, o sea, Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat Umar (ra) y Hazrat Miqdad (ra) estaban entre los “Muhayirin” [los musulmanes que emigraron de La Meca a Medina], razón por la cual el Profeta (sa) deseaba buscar la opinión de los “Ansar”, [musulmanes varones residentes de Medina y mayores de cuarenta años]. [Por ello], el Mensajero de Al’lah (sa) habló así: “¡Oh pueblo, dadme vuestro consejo!”; aunque en realidad pidió sugerencias de los “Ansar”. Quizá otra razón para esto es que durante el “Juramento de Aqabah” dijeron: “¡Oh Mensajero de Dios (sa), mientras no vengas a nuestra ciudad no seremos responsables de ti; pero cuando vengas a Medina, en verdad que ciertamente seremos responsables de ti y te protegeremos de todo al igual que protegemos a nuestros niños y a nuestras mujeres”.

Por lo tanto, el Santo Profeta Muhammad (sa) estaba expresando su preocupación de que los “Ansar” solo se defenderían contra el enemigo que lanzara un ataque en Medina y que pensaran que no les correspondía enfrentarse al enemigo fuera de su ciudad. Sin embargo, cuando el Santo Profeta (sa) anunció eso, Hazrat Sad bin Muaz (ra) dijo: “¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! Quizá sea nuestro consejo lo que buscas”; y el Profeta (sa) respondió afirmativamente.

Hazrat Sad (ra) proclamó entonces:

“Ciertamente hemos creído en ti, hemos atestiguado tu veracidad y hemos dado testimonio de que la religión que has traído es la verdad. Además, te hemos hecho una promesa y un juramento firme de seguir tus instrucciones. ¡Oh Mensajero de Al’lah (sa), ve a donde quieras, estamos contigo.

[Además], juramos por ese Ser que te ha enviado con la verdad, que si nos llevas al mar y entras [en él] tú mismo, también nosotros nos sumergiremos contigo y ninguno de nosotros se detendrá. No estaremos disgustados si nos llevas mañana a enfrentarnos con el enemigo. Somos firmes en la batalla, mostramos lealtad cuando nos enfrentamos al enemigo y tenemos la esperanza de que Dios Altísimo te muestre que podemos lograr tales hazañas que serán el deleite de Sus ojos. Así pues, con las bendiciones de Al’lah, llévanos contigo”.

 

Hay otra narración en “Sahih Muslim” en la que estas palabras se atribuyen a Hazrat Sad bin Ubadah (ra), aunque según la mayoría de las narraciones, Hazrat Sad bin Ubadah (ra) no participó en la “Batalla de Badr” y, por consiguiente, los historiadores han tratado de reconciliar los dos relatos y sugirieron que tal vez el Santo Profeta Muhammad (sa) tomó consejo en dos ocasiones: la primera hubiera tenido lugar en Medina, cuando recibió noticias de la caravana y Hazrat [Sad bin] Ubadah (ra) hizo esta declaración; y la segunda vez que el Santo Profeta (sa) habría tomado consejo fue cuando estaba en camino y Hazrat Sad bin Muaz (ra) pronunció esas palabras. En cualquier caso, esto es lo que varios comentaristas han escrito en su explicación, pero [ciertamente] fue Hazrat Sad bin Muaz (ra) quien dijo eso; y al escucharlo de parte de Hazrat Sad (ra), el Profeta (sa) se llenó de alegría y exclamó: “Id y regocijaos con las buenas nuevas: Dios me ha prometido la victoria sobre una de las dos partes. Juro por Al’lah que en este mismo momento estoy presenciando los lugares donde los varones enemigos caerán después de ser asesinados”.

Al escuchar estas palabras, los Compañeros (ra) se alegraron, aunque al mismo tiempo dijeron sorprendidos:

“¡Oh Mensajero de Dios (sa)! Si sabías del ejército de los qureish desde antes, ¿por qué no nos mencionaste la posibilidad de [tener] una guerra [con ellos] mientras aún estábamos en Medina, para que nos hubiéramos preparado antes de partir?”.

No obstante, a pesar de estas noticias y consejos, y de esta buena nueva transmitida por el Santo Profeta Muhammad (sa) de parte de Al’lah, que indicaba que los musulmanes definitivamente obtendrían la victoria sobre uno de estos dos bandos, hasta entonces los musulmanes no sabían en absoluto con qué grupo se encontrarían, [aunque] ya se habían dado cuenta de la posibilidad de enfrentarse a uno de esos dos grupos y, naturalmente, deseaban hacerlo contra el más débil de los dos, o sea, querían enfrentarse a la caravana [y no al ejército].

Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra), escribe al respecto:

“Cuando en la época de ‘Badr’ estaba a punto de producirse una batalla fuera de Medina, el Santo Profeta (sa) reunió a todos los Compañeros (ra) y declaró: ‘¡Oh gente, busco vuestro consejo, porque he llegado a saber que no lucharemos contra la caravana. En su lugar, nos enfrentaremos al ejército de La Meca’.

Uno tras otro, los ‘Compañeros Muhayirin’ (ra) se pusieron de pie y dijeron: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah (sa), en verdad puedes ir a la batalla y estamos contigo’. Sin embargo, cada vez que un Compañero (ra) expresaba sus pensamientos, el Profeta (sa) siempre decía : ‘¡Oh gente, busco vuestro consejo!’.

El Santo Profeta Muhammad (sa) pensó que, aunque los ‘Muhayirin’ estaban dando sus sugerencias, eran los ‘Ansar’ los que se encontraban realmente en duda. [En este sentido], los ‘Ansar’ guardaron silencio porque los agresores eran gente de La Meca y pensaron que si expresaban su disposición a luchar contra los habitantes de La Meca, tal vez los ‘Muhayirin’ se sentirían ofendidos; o podría ser que les disgustase si expresaban su deseo de matar a sus parientes. No obstantes, después de que el Santo Profeta (sa) buscara consejo repetidamente, un Compañero de los ‘Ansar’ (ra) se puso de pie y dijo: ‘¡Oh Mensajero de Dios (sa), se te ha dado consejo! Uno tras otro los ‘Muhayirin’ se ponen de pie y afirman su voluntad de luchar, y aun así sigues pidiendo consejo a la gente. Por eso, parece como si te estuvieras dirigiéndote a los ‘Ansar’.”

El Profeta (sa) respondió afirmativamente y ese Compañero (ra) luego añadió: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah (sa), nos quedamos en silencio por temor a causar angustia a nuestros hermanos Muhayirin, [ya que] si expresamos nuestra voluntad de pelear, ellos pueden pensar que estamos proponiendo matar a sus familias y parientes’; y dijo además: ‘¡Oh Mensajero de Dios (sa), quizá te estés refiriendo a la promesa que hicimos en Aqabah, en la que prometimos ayudarlos en caso de que el enemigo atacara Medina y que no seríamos responsables de una batalla que tuviera lugar fuera de Medina’.

[Ante esto], el Santo Profeta Muhammad (sa) anunció: ‘Sí, esa es la verdadera cuestión’; y el Compañero (ra) respondió: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah (sa), en el momento en que hicimos ese pacto, no habíamos entendido en su totalidad tu verdadero rango. ¡Oh Mensajero de Dios (sa), tu verdad se nos ha manifestado y tu rango está claro para nosotros. Aquel pacto no tiene importancia. El mar está delante de nosotros y si tan solo das la orden, estamos preparados para cabalgar hasta dentro del mismo sobre nuestros caballos. [Así que], si se produce una batalla, por Al’lah que lucharemos a tu derecha y a tu izquierda, y combatiremos delante y detrás de ti; y el enemigo no podrá alcanzarte a menos que camine sobre nuestros cadáveres’; y siguiendo este consejo, el Santo Profeta (sa) partió de ese lugar y, tomando varias rutas, llegó cerca de Badr”.

 

Los detalles sobre Badr ya se han mencionado anteriormente, pero los presentaré una vez más:

“Badr” se encuentra a 150 kilómetros al suroeste de Medina. Su paisaje es una planicie ovalada y desértica, de cinco millas y media de largo por cuatro millas de ancho. Está rodeada de altas montañas y tenía muchos pozos y huertos donde las caravanas solían acampar. Poco tiempo después de llegar cerca de Badr, el Profeta (sa) y Hazrat Abu Bakr (ra) partieron en sus monturas hasta que se encontraron con un anciano árabe; y sin revelar sus identidades, le preguntaron al hombre mayor sobre los qureish, Muhammad (sa) y sus seguidores. El anciano respondió: “Solo te lo diré cuando me digas a qué tribu perteneces”.

El Profeta (sa) respondió: “Una vez que nos cuentes lo que te preguntamos, nosotros también te informaremos sobre nosotros mismos”; y el hombre mayor comentó: “¿Una cosa a cambio de otra!”. El Santo Profeta Muhammad (sa) respondió afirmativamente. [Entretanto], el anciano explicó: “He llegado a saber que Muhammad (sa) y sus seguidores partieron [de Medina] tal o cual día, y si mi informante está en lo cierto, entonces deben estar en tal y tal lugar en este momento”. El hombre mayor mencionó el nombre del lugar donde habría llegado el Santo Profeta (sa) y continuó diciendo: “También he llegado a saber que los qureish partieron tal y tal día; y si mi informante no está equivocado, entonces deben haber llegado a tal y cual lugar”; y mencionó el nombre del lugar donde estaban posicionados los qureish. [Pues bien], sus dos afirmaciones eran correctas.

Tras dar esta información, el anciano preguntó: “¿A qué tribu perteneces?”. El Profeta (sa) respondió: “Somos del agua”; y a continuación el Mensajero de Al’lah (sa) se alejó de él; pero el hombre mayor preguntó: “¿Eres del agua? ¿Qué significa eso? ¿Te refieres al agua de Irak?”. Aquí la respuesta del Santo Profeta Muhammad (sa) parece tener más de un significado. [En este sentido], los historiadores han discutido esto extensamente y nuestro equipo encargado de extraer referencias también ha conseguido declaraciones de historiadores al respecto y presentaré un resumen de ello. [Pues bien, algunos] historiadores han planteado el punto de que el Santo Profeta (sa) no dio la respuesta correcta que prometió y otros historiadores han refutado esto diciendo que el Profeta (sa) no le dio una respuesta falsa. De hecho, el Mensajero de Dios (sa) respondió de manera ambigua para no mentir ni revelar sus orígenes exactos, especialmente en circunstancias de peligro y guerra. [Por lo tanto], la declaración del Santo Profeta Muhammad (sa) acerca de ‘ser del agua’ se refiere a la declaración del Corán: “Hicimos del agua todo ser viviente”. Esto ha sido mencionado por uno de los historiadores llamado Abu Bakr Yabar Al-Yazairi.

Otro historiador dice que era una costumbre árabe referirse a nombres de fuentes de agua o manantiales de la zona para indicar el área en el que se residía. Esto es lo que Alama Burhan Halabi ha declarado a este respecto. Otra posible explicación podría ser que el Santo Profeta (sa) se estaba refiriendo al mismo manantial de agua en el que se habían asentado en Badr, el cual también fue mencionado por el anciano, pero lo indicó de una manera que hizo que el este se confundiera con la dirección de Irak. En este caso, la dirección del manantial de agua e Irak sería la misma. Sin embargo, Al’lah sabe mejor.

Tras esto, el Profeta (sa) volvió hacia los Compañeros (ra) y por la noche envió a Hazrat Ali (ra), Hazrat Zubair bin Al-Awwam (ra) y Hazrat Sad bin Abi Waqqas (ra) junto con algunos otros Compañeros (ra) hacia el manantial de agua de Badr para recopilar más información. [Una vez] allí, se encontraron con dos esclavos de los qureish que les habían encargado ir a buscar agua. Los Compañeros (ra) los aprehendieron y comenzaron a interrogarlos. En aquel momento, el Mensajero de Dios (sa) estaba de pie ofreciendo oraciones. [Entretanto], ambos admitieron que fueron enviados a buscar agua para los qureish, aunque los Compañeros (ra) no aceptaron lo que dijeron y sospecharon que habían sido contratados por Abu Sufian y, por tanto, los trataron de una manera bastante dura; y continuando con su actitud de dureza, [finalmente] dijeron que fueron contratados por Abu Sufian, por lo que los Compañeros (ra) los liberaron.

[Luego], al concluir su oración, el Santo Profeta Muhammad (sa) afirmó:

“Cuando os dicen la verdad, los golpeáis; y cuando os mienten, los liberasteis. ¡Por Al’lah, han dicho la verdad! Sin duda son esclavos de los qureish”. Entonces, dirigiéndose a los dos esclavos, el Santo Profeta (sa) inquirió: “Habladme de los qureish”; y ellos respondieron: “Por Dios, su campamento está detrás de esa colina en el otro extremo del valle”; por lo que el Profeta (sa) preguntó: “¿Cuántos son?”. Ellos respondieron: “Son muchos”; aunque cuando se les preguntó cuál era su número exacto, dijeron que no lo sabían.

El Mensajero de Al’lah (sa) luego preguntó: “¿Cuántos camellos sacrifican cada día para el consumo?”; y ellos replicaron: “Algunos días sacrifican diez camellos, mientras que otros días nueve”. Ante esto, el Santo Profeta (sa) dijo: “Son entre 900 y 1000”. [Así que], el Mensajero (sa) hizo esta estimación basándose en el número de camellos que consumían.

A continuación, el Profeta (sa) les preguntó qué jefes de los qureish se encontraban entre ellos y  nombraron a varios jefes de los mismos, incluidos Abu Yahl, Utbah, Shaibah, Hakim bin Hizam, Umayyah bin Jalaf, etc. [Entonces], el Mensajero de Dios (sa) luego se volvió hacia la gente y afirmó: “Mirad, La Meca ha arrojado ante vosotros a sus héroes”.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) también ha escrito sobre esto de la siguiente manera:

“El Santo Profeta Muhammad (sa) se dirigió a los Compañeros (ra) diciendo: ‘¡Aquí estáis! Makkah ha traído ante vosotros a sus más grandes héroes’. [Pues bien], estas fueron palabras inmensamente inteligentes y sabias que el Santo Profeta (sa) pronunció espontáneamente. La razón es que, en lugar de que los musulmanes más débiles se desanimaran al escuchar los nombres de tantos renombrados jefes de los qureish, estas palabras llevaron a su facultad de percepción a creer que Al’lah había enviado a estos líderes de los qureish para servir como presa para los musulmanes”.

Después de esto, el Profeta (sa) ordenó a su ejército que avanzara para que pudieran llegar al pozo de Badr antes de la llegada de los idólatras y que estos no tomaran la delantera. Por consiguiente, el Mensajero (sa) llegó al pozo más cercano a Badr a la hora de [la oración de] ‘isha’.

En esta ocasión, Hazrat Habbab bin Al-Munzir (ra) hizo una sugerencia:

Cuando el Santo Profeta Muhammad (sa) llegó al pozo más cercano a Badr, Hazrat Habbab bin Al-Munzir (ra) manifestó: “¡Oh Mensajero de Dios (sa)! ¿Has acampado aquí por orden Divina y no debemos movernos de este lugar; o es solo tu opinión y una estrategia de guerra?”. El Santo Profeta (sa) respondió: “Esto se basa en conjeturas y es simplemente una estrategia de combate”. [Entonces], al escuchar esto, Hazrat Habbab bin al-Munzir (ra) dijo: “Este lugar no es el ideal. Sería mejor avanzar y tomar posesión del manantial que está ubicado más cerca de los qureish. Aparte, tapa todos los demás pozos y prepara un estanque para nosotros. Como resultado, cuando combatamos al enemigo, tendremos agua y ellos no tendrán ninguna”. El Profeta (sa) contestó: “¡Tienes razón!”; y llevó al ejército al pozo más cercano a los qureish e instaló el campamento. [Luego], bajo sus órdenes, se taponaron los pozos restantes y donde acampaban los musulmanes se hizo un embalse. (Esta referencia viene de “Sirat Ibn Hisham”).

[Pues bien], habiendo seleccionado el lugar para establecer el campamento, la siguiente etapa era preparar un lugar para el descanso del Mensajero de Al’lah (sa); y de acuerdo con el consejo de Hazrat Sad bin Muaz (ra), [que era el] líder de la tribu Aus, los Compañeros (ra) prepararon un toldo para el Santo Profeta Muhammad (sa) a un lado de la llanura. [Entonces], Hazrat Sad bin Muaz (ra) declaró: “¡Oh Mensajero de Dios (sa)! ¿No deberíamos prepararte un dosel en el que tú puedas descansar?”.

Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha escrito un relato detallado de este incidente que acabo de  mencionar y es necesario narrarlo aquí también:

“Tras seleccionar un lugar para instalar el campamento, a propuesta de Hazrat Sad bin Muaz (ra), jefe de los Aus, se preparó una especie de toldo para el Santo Profeta (sa) a un lado del terreno. [A continuación] Hazrat Sad (ra) ató la montura del Profeta (sa) cerca de la tienda de campaña y le pidió: ‘¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! Toma asiento en esta tienda de campaña y lucharemos contra el enemigo en el nombre de Dios. Si Él nos concede la victoria, entonces ese es nuestro deseo. Pero si, Al’lah no lo quiera, el asunto empeora, presto coge tu montura y llega a Medina de cualquier manera posible. Allí encontrarás a nuestros hermanos y parientes, que no tienen menos amor y sinceridad que nosotros. En verdad, dado que no sabían que se enfrentarían a la guerra en esta campaña, por eso no han venido. De lo contrario, nunca se habrían quedado atrás; y cuando se den cuenta de lo que está ocurriendo, no desistirán de dar su vida para protegerte’. Esta fue la sinceridad apasionada de Hazrat Sad (ra), que es digna de elogio en cualquier caso.

No obstante, ¿se puede uno imaginar que el Mensajero de Dios (sa) huyera alguna vez del campo de batalla? En este sentido, en la zona de Hunain, un ejército de 12.000 personas dio la espalda, pero este centro de la Unidad Divina (es decir, el Santo Profeta Muhammad -sa-) no tembló ni un centímetro. En cualquier caso, se preparó la tienda de campaña y Hazrat Sad (ra), junto con otros pocos ‘Ansar’, la rodearon y montaron guardia. El Santo Profeta (sa) se metió en la misma junto con Hazrat Abu Bakr (ra) y pasaron allí la noche.

Según otra narración, Hazrat Abu Bakr (ra) montó guardia toda la noche junto al Profeta (sa) con una espada desenvainada y [en esta ocasión], toda la noche, llorando y gimiendo, el Mensajero de Al’lah (sa) suplicó ante Dios Altísimo. [Es más], está escrito que en todo el ejército, solo el Santo Profeta Muhammad (sa) permaneció despierto toda la noche. El resto pudo tener algo de descanso por turnos”.

 

[Por su parte], Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra), afirma que:

“Cuando llegaron a las llanuras de Badr, los Compañeros (ra) prepararon una zona elevada y pidieron al Santo Profeta (sa) que se sentara allí. Más tarde se pusieron de acuerdo entre ellos para averiguar quién tenía el camello más rápido. Así, trajeron el camello más veloz y lo ataron cerca del Profeta (sa); y al ver eso el Mensajero de Al’lah (sa), preguntó: ‘¿Qué es todo esto?’. Ellos respondieron: ‘¡Oh Mensajero de Dios (sa)! Somos pocos y el enemigo nos supera en número. Tememos que aquí nos martiricen a todos. ¡No nos preocupamos por nuestras propias vidas, oh Profeta de Al’lah (sa)! Nos preocupa que sufras algún dolor. Si todos nosotros morimos, no afectará en absoluto al Islam; sin embargo, el futuro del Islam depende de ti. En consecuencia, es vital que garanticemos los medios para tu protección.

¡Oh Mensajero de Dios (sa)! Hemos designado a Abu Bakr (ra) para tu protección y atado un camello veloz cerca de ti. Si -Al’lah no lo quiera-, llega un momento en que nos matan uno por uno, entonces, oh Profeta de Dios (sa), este camello está aquí y úsalo para llegar a Medina. Algunos de nuestros hermanos están presentes allí y no sabían que iba a tener lugar una batalla. Si lo hubieran sabido, habrían venido con nosotros. Debes acudir a ellos, te protegerán y quedarás a salvo del enemigo’.

De todas formas, el Santo Profeta Muhammad (sa) no podía aceptar esto, ni estaba dispuesto a hacerlo. No obstante, este era el amor y la pasión de los Compañeros (ra)”.

Sobre esto, Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra), ha escrito [además]:

“Hazrat Ali (ra) expresó una vez: ‘El más valiente de entre los Compañeros (ra) era Hazrat Abu Bakr (ra)’; y a continuación dijo que durante la ‘Batalla de Badr’, cuando se hizo un toldo separado para el Profeta (sa), surgió la pregunta de quién sería asignado para custodiar al Mensajero de Al’lah (sa). Al oír esto, Hazrat Abu Bakr (ra) se levantó inmediatamente con la espada desenvainada; [o sea], durante este momento tan delicado, Hazrat Abu Bakr (ra) se adelantó con gran valentía y coraje para custodiar al Santo Profeta Muhammad (sa)”.

Entretanto, a la mañana siguiente, los qureish avanzaron desde sus campamentos y, cuando el Santo Profeta (sa) los vio, hizo esta oración: ‘¡Oh Al’lah! ¡Los qureish están aquí con todo su orgullo y arrogancia para luchar contra Ti, y han declarado que Tu Mensajero [sa] es un mentiroso! Cumple la promesa de Tu ayuda que me has hecho y destrúyelos hoy mismo’.

Entre los idólatras, el Profeta (sa) vio que Utbah bin Rabiah estaba montado en un camello rojo y declaró: ‘Si se puede esperar algo bueno de alguno de ellos, entonces es del que monta el camello rojo; y si aceptan lo que dice, serán guiados por el camino recto’.

[Asimismo] hay un incidente en el que los incrédulos bebieron del embalse hecho por los musulmanes; es decir, a pesar de que los musulmanes tenían el control del agua, cuando los qureish descendieron sobre las llanuras de Badr, los incrédulos empezaron a beber del embalse de los musulmanes. Entre los incrédulos también estaba Hakim bin Hizam. El Santo Profeta Muhammad (sa) les permitió beber agua de él. [De todas formas], en ese día, todos los que bebieron del embalse murieron, excepto Hakim bin Hizam, que más tarde aceptó el Islam; y que siempre que juraba decía: ‘Juro por Quien me salvó en el Día de Badr’.”

 

Con respecto a la organización de las filas para la batalla, se menciona que el Santo Profeta (sa) organizó a los Compañeros (ra) en filas para el combate por la mañana, antes de que llegaran los qureish:

El Mensajero de Al’lah (sa) ordenaba las filas utilizando una flecha y con ella hacía gestos para que avanzaran o retrocedieran a fin de que quedaran rectas. El Profeta (sa) entregó el estandarte a Hazrat Musab bin Umair (ra), quien lo colocó donde se le ordenó. [Tambien], en el momento en que el Santo Profeta Muhammad (sa) estaba arreglando las filas, miraba hacia el oeste y durante este tiempo, mientras estaba preparando las filas, tuvo lugar un incidente extraordinario relacionado con Hazrat Suwad bin Ghaziyah (ra), que demostró su [gran] amor y afecto por el Santo Profeta (sa), [ya que] está escrito que durante la “Batalla de Badr”, cuando el Profeta (sa) estaba alineando las filas, pasó junto a Hazrat Suwad bin Ghaziyah (ra), que estaba fuera de su fila. El Mensajero de Dios (sa) apretó la flecha contra su vientre y exclamó: “¡Oh Suwad, ponte en fila”. Hazrat Suwad (ra) dijo: “¡Oh Mensajero de Al’lah (sa)! Me has causado dolor. Dios Altísimo te ha designado para defender la justicia y la equidad. Deseo vengarme, pues me golpeaste en el estómago con una flecha”. El Santo Profeta Muhammad (sa) levantó la ropa de su vientre y afirmó: “¡Véngate!”.

[En ese momento], Hazrat Suwad (ra) abrazó al Santo Profeta (sa) y comenzó a besar su cuerpo. El Mensajero (sa) declaró: “¡Oh Suwad! ¿Por qué has hecho esto?”; y Hazrat Suwad (ra) contestó: “¡Oh Mensajero de Dios (sa)! Ya ves en qué momento estamos (o sea, es tiempo de guerra) y  no sé si sobreviviré o no. Deseaba que mis últimos momentos transcurrieran de manera que mi cuerpo tocara tu bendito cuerpo”. A continuación, el Profeta (sa) rezó por él. [En definitiva], estos fueron incidentes de amor y devoción absolutos.

Las restantes narraciones se contarán en el futuro, si Dios quiere.

Ahora deseo mencionar algunos miembros fallecidos [de la Comunidad]:

El primero de los cuales es el respetado Qari Muhammad Ashiq Sahib, que fue profesor en “Yamia Ahmadía” [la universidad que prepara a los misioneros] y también supervisó la “Madrasatul Hifz” [la escuela de memorización del Corán] como su director. Ha fallecido recientemente a la edad de 85 años:

[¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él regresaremos!].

Por la gracia de Dios era “musi”, [formaba parte del sistema del “Al-Wasiyat”]. [En su vida], tras memorizar el Sagrado Corán y aprender a recitarlo correctamente, enseñó en diferentes “madrasas” [escuelas] de los “Ahl-e-Hadiz” (grupo musulmán] en varios lugares de Pakistán antes de aceptar el Ahmadíat, lo cual hizo por decisión propia. Antes de jurar lealtad, Qari Ashiq Sahib pertenecía a la secta “Ahl-e-Hadiz”.

Qari Sahib hizo escribir un libro sobre su propia vida en el que ha manifestado:

“En 1957, cuando vivía en Karachi, tenía algunos amigos eruditos con los que solía relacionarme e iba a menudo a verlos. Allí leía el periódico y también me reunía con algunos de ellos. Un día, mientras estaba sentado leyendo el periódico, alguien que estudiaba un libro del Mesías Prometido (as) proclamó: ‘Esto es asombroso’; y le pregunté qué tenía de asombroso. [Entonces] explicó: ‘Nuestros eruditos creen que ciertos versículos del Santo Corán pueden ser abrogados, mientras que Mirza Ghulam Ahmad Qadiani Sahib [el Mesías Prometido (as)] dice que ni un ápice del Sagrado Corán ha sido abrogado’.”

Qari Sahib continua:

“Esto me causó curiosidad, así que decidí investigar un poco para averiguar si era veraz o falso”.

Luego, en la autobiografía que él ha escrito dice:

“Un día, para saber más sobre el Ahmadíat, fui al recinto de los áhmadis en Karachi después de las oraciones, donde conocí a un áhmadi. Le dije que deseaba buscar más información sobre ciertos asuntos en los que teníamos diferencias de creencia y le pedí que me ayudara a orientarme. [Asimismo], había alguien sentado allí que me llevó desde el local áhmadi a su casa y me dio algunos libros para que los leyera, así que los estudié e incluso enseñé un libro a uno de mis amigos eruditos, diciéndole que eso estaba exactamente de acuerdo con el Islam. [Ante esto], el clérigo manifestó: ‘Eres una persona muy buena y no eres consciente, así que te digo que las cosas que Mirza Sahib ha escrito en sus libros más pequeños concuerdan con el Islam y estos son los libros que escribió al principio. No obstante, en los libros más extensos que Mirza Sahib redactó posteriormente ha escrito pensamientos y creencias falsas”.

En todo caso, “Brahin-e-Ahmadiyya” o [‘Las pruebas acerca del Ahmadíat’] fue escrito justo desde un principio y exactamente según el Islam, al igual que los demás libros. En definitiva, Qari Sahib volvió a su contacto y le pidió un libro más extenso, sin embargo presentó alguna excusa y no le dio un libro grande, a pesar de que no hay discrepancia entre los libros del Mesías Prometido (as), ya sean libros de sus comienzos o los que fueron escritos [por él] más tarde. [De todas formas], Dios Altísimo sabe mejor que nadie cuál fue la razón de ese áhmadi para no proporcionarle los libros. Sea como fuere, Qari Sahib perdió el contacto con él. Entonces, según la autobiografía de Qari Sahib, el decreto especial de Al’lah creó cierta pasión en su corazón, visitó Rabwah en varias ocasiones y se mantuvo en contacto con los áhmadis locales. También siguió rezando y fue en este estado de oración cuando vio muchos sueños.

[Pues bien], uno de estos sueños fue:

¡Escucha la llamada de los Cielos: ha llegado el Mesías! ¡El Mesías ha venido!”.

[El propio] Qari Sahib dice:

“En aquel momento, estas palabras no llamaron mi atención hacia el Ahmadíat, pero tras convertirme en áhmadi, me di cuenta de que aquellos sueños se habían cumplido”.

Este fue uno de los muchos sueños que vio.

[Aparte], Qari Sahib relata:

“Cuando miro hacia atrás en mi vida, me doy cuenta de que no fue más que la gracia de Al’lah que mi atención se dirigiera constantemente hacia Ahmadíat y que se me concediera la guía”.

Luego escribe:

“Conocí al Sheikh Abdul Qadir Saudagarmal Sahib, que era un misionero, en un ‘ijtema’ [reunión] de ‘Maylis Ansarul’lah’; y añade: “El primer día del ‘ijtema’ (acudió al ‘ijtema’ de los ‘Ansar’ cuando aún no había jurado lealtad -hecho el ‘Baiat’-) asistí a todos los programas; y ya en el  segundo o el tercer día del ‘ijtema’ expresé mi deseo de jurar lealtad. Por lo tanto, fuimos a la oficina de ‘Islah-o-Irshad Markaziyah’ donde completé el formulario del ‘Baiat’ y así fui iluminado con la luz de Ahmadíat”.

Después de aceptar el Ahmadíat tuvo que enfrentarse a muchas pruebas, a las que se sumó la presión de sus alumnos y profesores no-áhmadis, que trataban de atraerlo de vuelta ofreciéndole varios incentivos y también causándole problemas.

[En este sentido], Qari Sahib narra:

“Tras aceptar Ahmadíat, me enfrenté a muchas dificultades en el camino, aunque Dios me mantuvo firme y continué por el camino que Él me había enseñado. La guía de Al’lah estaba allí, por lo que ninguna seducción mundana pudo apartarme del verdadero camino. Se hicieron muchos intentos para distanciarme de la Yamat Ahmadía y atraerme de vuelta a los ‘Ahl-e-Hadiz’; aunque, por la gracia de Dios Altísimo, a pesar de sus grandes intentos, fracasaron en sus esfuerzos de atraerme de vuelta, debido al grado de fe que había alcanzado”.

[Qari Sahib] se casó con una viuda que ya tenía tres hijos y además tuvo una hija con ella.

Con respecto a sus servicios a la Comunidad, escribe:

“Un día me encontré con el sufí Khuda Bakhsh Zirvi Sahib en la mezquita y me dijo que Hazrat Mirza Tahir Ahmad (rh), que era el encargado de ‘Waqf-e-Yadid’ en aquel momento, envió un mensaje para que me llevaran a Rabwah”.

Para entonces ya había jurado lealtad.

Y dice:

“Cuando acudí a él, primero escuchó mi recitación del Santo Corán y después me asignó la tarea de enseñar a los ‘mual’limin’ [educadores] de ‘Waqf-e-Yadid’ la recitación del Sagrado Corán con las reglas adecuadas y también dispuso mi alojamiento en ‘Waqf-e-Yadid’.” Esto fue en 1964.

Además, explica que fue nombrado oficialmente “mual’lim” de “Waqf-e-Yadid” en enero de 1965. Durante este tiempo, los estudiantes de último curso de Yamia Ahmadía solían acudir a él en la oficina de “Waqf-e-Yadid” para estudiar el Corán. Más tarde, a petición del respetado Mir Daud Ahmad Sahib, que era el director de Yamia Ahmadía en ese momento, Qari Sahib comenzó a enseñar en [la propia] Yamia Ahmadía. [Es más], aparte de en Yamia enseñó en el “Nusrat Girls College”, que era un colegio de la Yamat [para niñas], respetando los requisitos del “purdah” [el velo].

En 1969, Hafiz Shafiq Sahib, que era el encargado de la clase de “hafiz” [memorización del Santo Corán], falleció; por lo que el director de Yamia, Mir Daud Ahmad Sahib, pidió a Hafiz Sahib que impartiera la clase. En aquellos días, esta clase solía darse en la Mezquita Mubarak. Asimismo, recuerdo que los chicos se sentaban en la mezquita para memorizar el Sagrado Corán. Entonces, Hazrat Jalifatul Masih III (rh) también nombró a Qari Sahib miembro de la clase “Hafiz”, [por lo que] dio su aprobación y también [Qari Sahib] ha escrito que seguía enseñando en “Waqf-e-Yadid” a la vez que impartía la clase de “Hafiz”. Por ello, el 11 de junio de 1971, fue nombrado oficialmente miembro de la clase “Hafiz”. [Posteriormente], se jubiló en 1998, aunque siguió enseñando en la “Madrassatul Hifz” y la “Madrassatul Zafar” hasta 2019. [Luego], en la bendita ocasión del Yalsa Salana de 1964, tuvo la oportunidad de presentar por primera vez una recitación del Santo Corán.

[Incluso] Qari Sahib cuenta que, en febrero de 1965, tuvo el honor de conocer a Hazrat Jalifatul Masih II (ra) y en relación a este histórico encuentro, dice:

“Tuve la oportunidad de estrechar su mano y este fue un momento que cambió mi vida. El secretario privado me presentó a Hazur y dijo: ‘Este es Qari Muhammad Ashiq Sahib, que se ha convertido recientemente al Ahmadíat. Mientras trataba conmigo, Hazur me miraba de una manera muy cariñosa y al mismo tiempo yo también le miraba mientras cogía su bendita mano”.

Durante 15 años, a Qari Sahib se le asignó la tarea de dirigir la oración de “tarawih” en la Mezquita Mubarak [de Rabwah, Pakistán] durante los benditos meses de Ramadán. [En este contexto], Maulana Abdul Malik Khan Sahib, “Nazir Islah-o-Irshad Markaziyah”, le dijo una vez que la razón por la que siempre se le asignaba el deber de dirigir la oración de “tahayud” y “tarawih” era porque a Hazrat Jalifatul Masih III (rh) le gustaba su recitación del Corán.

[Qari Sahib] ha tenido muchos alumnos y ahora viven en diversas partes del mundo. Ellos también me han enviado cartas sobre él y sobre cómo se han beneficiado de sus cualidades y conocimientos.

¡Que Al’lah eleve el rango [espiritual] del difunto y permita a su progenie inculcar también el hábito de la oración y la sinceridad, tal y como él deseaba!

La siguiente mención es la del respetado Noor-ul-Din Al-Husni Sahib, que era miembro de la Comunidad Ahmadía de Siria desde hacía mucho tiempo y residía actualmente en Arabia Saudí, donde durante muchos años estuvo encarcelado por ser áhmadi. [De todas maneras], a pesar de sus enfermedades y de las penurias que tuvo que soportar, se mantuvo firme en su fe y falleció mientras seguía en prisión, el 25 de mayo, a la edad de 82 años:

[¡Verdaderamente pertenecemos a Dios y a Él volveremos!].

El padre del difunto, Al-Hajj Abdul Rauf Al-Husni Sahib, hizo el “Baiat” [juramento de iniciación] en 1938; y el respetado Munir Al-Husni Sahib, antiguo Amir de la Yamat en Siria, era el hermano mayor del padre de Noor-ul-Din Al-Husni Sahib. Ya desde su infancia, el fallecido creció en un entorno lleno de moral y tradiciones islámicas, y de amor por el Jalifato. El fallecido tenía 13 o 14 años cuando su padre murió y pasó mucho tiempo en compañía del respetado Munir Al-Husni Sahib y aprendió de él mucho sobre la Comunidad. [Más tarde], en 1955, cuando Hazrat Musleh Maud, [Jalifatul Masih II (ra)], visitó Damasco, se alojó en casa del tío del difunto, Badr-ul-Din Al-Husni Sahib. Durante estos días, el fallecido también tuvo la oportunidad de recitar el Sagrado Corán ante Hazrat Musleh Maud (ra).

Hacía muchos ayunos, sobre todo los lunes y los jueves; y sentía una gran pasión por la recitación del Santo Corán. No se perdía ni una sola oración de “tahayud” [oraciones voluntarias de mitad de la madrugada]; e incluso hasta sus últimos momentos en prisión, se mantuvo firme en su fe y apegado a la Yamat. Tenía plena fe en que la ayuda de Dios Altísimo llegaría pronto y mencionaba esto a todos los que se reunían con él en la cárcel.

Le sobrevive su esposa, que no es áhmadi, aunque ha permanecido leal a su marido y ha ofrecido muchos sacrificios por él durante su encarcelamiento. Tienen tres hijos: Abdul Rauf Al-Husni Sahib, Muhammad Maaz Al-Husni y Fawaz Al-Husni; y además una hija, Zainab Al-Husni. [Al mismo tiempo], deja muchos nietos y, por la gracia de Dios, todos son áhmadis sinceros.

El hijo del difunto, llamado Maaz Al-Husni Sahib, ha relatado que:

“Mi padre quería que todos los hermanos quedáramos plenamente satisfechos y luego entráramos en la Comunidad, y toda alabanza es debida a Dios Altísimo porque hemos hecho el ‘Baiat’ con plena fe.

Cuando estaba en Arabia Saudí, buscó la Yamat y acabó conoció al difunto Hashim Sahib, (que vivía en el Reino Unido y trabajaba en Arabia Saudí). Permaneció en contacto con él y hasta su último aliento siguió comprometido con el trabajo de la Yamat. Era muy amable y abierto de corazón, y siempre quería ayudar a los demás”.

Aparte, cuenta que:

“En 2019 fue citado [por las autoridades saudíes] y luego encarcelado. Tras mucho esfuerzo y lucha, finalmente supimos que nuestro padre había sido encarcelado por ser áhmadi y por hacer ‘tabligh’ [predicar] en las redes sociales. Durante dos años hicimos todo lo posible para intentar sacarlo de la cárcel y buscamos la ayuda de muchos abogados. Finalmente emitieron un veredicto para su liberación y salió de la cárcel, aunque apenas unas horas después, la policía lo llamó y le dijo que se presentara en comisaría y lo detuvieron de nuevo. Esta vez le hicieron pasar penurias aún mayores que antes, [ya que] no se le permitió reunirse con nadie y ni siquiera hablar con alguna persona por teléfono. Debido a su avanzada edad, su salud era muy frágil e iba a menudo al hospital, pero ni siquiera entonces podía reunirse con sus familiares”.

Su hijo mayor, Abdul Rauf Al-Husni, que vive en Canadá, dice que tenía un vínculo de gran sinceridad y lealtad con la Comunidad. Era muy firme en sus creencias y asimismo hace especial mención a su adoración y sinceridad. Ha mencionado algunos detalles más y escribe que en 2016, cuando fue encarcelado, estaba ayunando en ese momento e incluso entonces no rompió su ayuno a pesar de saber que tendría que soportar muchas penurias en prisión; y cuando el funcionario de prisiones le ofreció agua, le dijo que estaba ayunando. Entonces pidió permiso para poder ofrecer su oración de “asr” y el oficial se lo concedió. A continuación, ofreció la oración delante de él, a lo que el funcionario de prisiones comentó que rezaba igual que ellos. En cualquier caso, esto le impactó tanto que lo liberó en ese momento. Posteriormente, en diciembre de 2019, la policía volvió a detenerle y ha fallecido mientras estaba en prisión.

¡Que Al’lah le conceda Su perdón y misericordia y, eleve su rango [espiritual]!

¡Que Dios Altísimo permita también a su descendencia adoptar sus buenas obras y cualidades!

Tras las oraciones del viernes dirigiré las oraciones fúnebres.

Resumen

Después de recitar el Tashahhud, el Ta`awwuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que anteriormente, había mencionado que el Santo Profeta (sa) había enviado compañeros por delante para recabar información y volvieron para informarle de que un ejército se estaba preparando.

El Santo Profeta (sa) consulta a los compañeros

Su Santidad (aba) dijo que el Santo Profeta (sa) informó a los compañeros sobre los preparativos de los de La Meca y consultó con ellos qué hacer. Los compañeros dieron sus opiniones, incluyendo a Hazrat Miqdad bin Amr (ra) quien dijo que todos ellos estaban con el Santo Profeta (sa) y lo acompañarían en lo que Al’lah le ordenara. Dijo que no le responderían como los israelitas respondieron a Moisés (as):

Por tanto, id tú y tu Señor a luchar y nosotros permaneceremos aquí sentados. (Sagrado Corán 5:25)

Más bien, los compañeros que dicen que el Santo Profeta (sa) debía proceder a la batalla junto con su Señor, y todos ellos lo acompañarían.

Su Santidad (aba) dijo que con respecto al versículo que Hazrat Miqdad (ra) citó, algunos historiadores señalan que el capítulo en el que se encuentra este versículo, el capítulo 5 (Al-Ma’idah) fue revelado mucho después de los eventos de Badr. Sin embargo, esto tiene varias explicaciones. Por ejemplo, es posible que Hazrat Miqdad (ra) hubiera oído hablar de este incidente al pueblo judío, o podría ser que para apoyar las palabras de Hazrat Miqdad (ra), este versículo fuera añadido por los propios historiadores.

Su Santidad (aba) dijo que el Santo Profeta (sa) también deseaba conocer la opinión de los Ansar. Por lo tanto, Hazrat Sa’d bin Mu’adh (ra) expresó su sorpresa de que también se pidiera la opinión de los Ansar. Entonces dijo que habían prometido lealtad al Santo Profeta (sa) y obedecerle en todo lo que hiciera, por lo que le seguirían dondequiera que fuera. Dijo que incluso si el Santo Profeta (sa) les llevaba al mar y se metía en él, le seguirían hasta el mar. Dijo que permanecerían leales a él y lucharían a su lado de una manera tan valiente que se convertirían en el deleite de sus ojos.

Su Santidad (aba) dijo que al oír esto, el Santo Profeta (sa) se sintió muy feliz y luego dijo que todos debían proceder a la batalla, ya que Dios le había dado la buena nueva de la victoria sobre uno de los dos grupos. El Santo Profeta (sa) dijo que podía ver el lugar donde el enemigo caería muerto.

Vigilancia del Santo Profeta (sa)

Su Santidad (aba) dijo entonces que los musulmanes se dirigieron a Badr y acamparon a las afueras de sus llanuras. Entonces, el Santo Profeta (sa) y Hazrat Abu Bakr (ra) se pusieron en camino y se encontraron con un anciano árabe y, sin decirles quiénes eran, le pidieron información sobre lo que había oído acerca de Muhammad (sa) y los Quraish. Le dijo que se lo diría después de que identificaran a qué tribu pertenecían. El Santo Profeta (sa) dijo que se lo diría después de que le diera información. Les contó lo que había oído sobre los movimientos del Santo Profeta (sa) y su información resultó ser correcta. Del mismo modo, les contó lo que había oído sobre los Quraish y esa información también resultó ser correcta. Entonces el anciano volvió a preguntar de dónde eran. El Santo Profeta (sa) respondió que eran del agua.

Su Santidad (aba) dijo que algunos pueden decir que esta respuesta dada por el Santo Profeta (sa) no era la respuesta correcta. Sin embargo, esta respuesta no era errónea en absoluto, sino que, teniendo en cuenta los delicados tiempos de guerra, el Santo Profeta (sa) dio una respuesta que protegía a los musulmanes pero que seguía sin ser falsa. Algunos historiadores dicen que el Santo Profeta (sa) se refería a la afirmación coránica de que todas las cosas han sido creadas a partir del agua. Otros han dicho que era habitual que la gente se identificara con el nombre de un pozo de agua de su zona. También podría ser que el Santo Profeta (sa) se refiriera al manantial de Badr, junto al cual habían acampado los musulmanes.

Su Santidad (aba) dijo que al regresar al campamento musulmán, el Santo Profeta (sa) envió un enviado al manantial de Badr para recabar más información. El enviado se encontró con unos de La Meca que estaban recogiendo agua para los Quraish. El enviado musulmán los agarró y les pidió información; sin embargo, no pudieron extraer la información que necesitaban. Cuando los llevaron ante el Santo Profeta (sa), éste les preguntó dónde estaban los Quraish, y le dijeron que detrás de la colina. Entonces el Santo Profeta (sa) les preguntó cuántos eran, a lo que respondieron que no lo sabían. Entonces, el Santo Profeta (sa) les preguntó cuántos camellos sacrificaban cada día para comer, y ellos respondieron que sacrificaban entre 9 y 10 camellos. De esto, el Santo Profeta (sa) dedujo que había entre 900 y 1,000 de La Meca. El Santo Profeta (sa) también preguntó qué jefes de Quraish estaban con el ejército, y ellos le informaron.

Su Santidad (aba) dijo que al mencionar este incidente y lo que dijo el Santo Profeta (sa), Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) escribe:

‘”¡Aquí están! La Meca ha arrojado ante ustedes a sus más grandes héroes”.

Estas fueron palabras inmensamente inteligentes y sabias, que el Santo Profeta (sa) pronunció espontáneamente. La razón es que, en lugar de que los musulmanes más débiles se desanimaran al oír los nombres de tantos jefes renombrados de Quraish, estas palabras, condujeron su facultad de percepción a creer como si Dios hubiera enviado a estos líderes de Quraish, para servir de presa a los musulmanes”. (La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa) – Vol II, pp. 142-143).

Preparativos para la batalla y establecimiento del campamento

Su Santidad (aba) dijo que con respecto al lugar donde los musulmanes habían acampado, Hazrat Habbab (ra) preguntó al Santo Profeta (sa) si el lugar que había elegido se debía a una revelación divina. El Santo Profeta (sa) dijo que no se debía a la revelación divina. Al oír esto, Hazrat Habbab (ra) expresó su opinión, que pensaba que sería más prudente acercarse al agua. Al oír su razonamiento, el Santo Profeta (sa) estuvo de acuerdo, y el campamento musulmán se acercó al manantial.

Su Santidad (aba) citó entonces a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) en relación con los preparativos de los musulmanes para la batalla y la tienda que se estaba preparando para el Santo Profeta (sa):

A propuesta de Sa’d bin Mu’adh (ra), jefe de los Aus, se preparó una especie de tienda para el Santo Profeta (sa) a un lado del campo. Sa’d (ra) ató la montura del Santo Profeta (sa) cerca de la carpa y dijo:

“¡Oh Mensajero de Al’lah! Siéntate en esta tienda y lucharemos contra el enemigo en nombre de Al’lah. Si Al’lah nos concede la victoria, este es nuestro deseo. Pero si, Dios mediante, el asunto empeora, coge tu montura y llega a Medina como puedas. Allí encontrarás a nuestros hermanos y parientes, que no son menos que nosotros en amor y sinceridad. Sin embargo, como no sabían que se enfrentarían a la guerra en esta campaña, no han venido. De lo contrario, nunca se habrían quedado atrás. Cuando se den cuenta de la situación, no desistirán en dar su vida para protegerte”.

Esta era la apasionada sinceridad de Sa’d (ra), que es digna de alabanza en cualquier caso; pero ¿puede comprenderse que el Mensajero de Al’lah huyera alguna vez del campo de batalla? Así, en el campo de Hunain, un ejército de 12,000 hombres le dio la espalda, pero este centro de la Unidad Divina no tembló ni un ápice. En cualquier caso, la tienda estaba preparada, y Sa’d (ra) junto con otros pocos Ansar, la rodearon y montaron guardia. El Santo Profeta (sa) se retiró a esta tienda junto con Hadrat Abu Bakr (ra). Durante toda la noche, llorando y lamentándose, el Santo Profeta (sa) suplicó ante Al’lah. Está escrito que en todo el ejército, sólo el Santo Profeta (sa) permaneció despierto toda la noche” (La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas (sa) – Vol II, pp. 143-144).

Su Santidad (aba) dijo que a la mañana siguiente, los Quraish avanzaron. Al ver esto, el Santo Profeta (sa) rezó para que Dios cumpliera Su promesa de victoria ese mismo día. Antes de que llegaran los Quraish, el Santo Profeta (sa) dispuso las filas de su ejército. Utilizaba una flecha para señalar a los musulmanes y dirigirles hacia dónde dirigirse. La bandera musulmana fue otorgada a Hazrat Mus’ab bin Umair (ra) quien la colocó exactamente donde el Santo Profeta (sa) le indicó.

Su Santidad (aba) dijo que mientras el Santo Profeta (sa) estaba organizando las filas, Hazrat Sawad (ra) estaba ligeramente fuera de rango, por lo que el Santo Profeta (sa) le pinchó en el estómago con su flecha para dirigirlo hacia atrás. Hazrat Sawad (ra) dijo que el pinchazo de la flecha le causó dolor, y viendo que el Santo Profeta (sa) había sido enviado para establecer la justicia, buscó retribución. El Santo Profeta (sa) se levantó la camisa del estómago y le dijo que podía vengarse. En su lugar, Hazrat Sawad (ra) abrazó al Santo Profeta (sa). Cuando el Santo Profeta (sa) le preguntó por qué había hecho esto, le contestó que no sabía si seguiría vivo después de la batalla, por lo que si estos eran sus últimos momentos, quería que fueran abrazando al Santo Profeta (sa).

Su Santidad (aba) dijo que continuaría narrando estos incidentes en futuros sermones.

Oraciones fúnebres

Su Santidad (aba) dijo que dirigiría las oraciones fúnebres de los siguientes miembros fallecidos:

Qari Muhammad Ashiq

Qari Muhammad Ashiq, que fue profesor de Yamia Ahmadía y director de Madrasatul Hifz. Después de completar la memorización del Sagrado Corán, antes de aceptar Ahmadíat, enseñó en varias madrasas de la secta Ahl-e-Hadith. Había oído decir a varios eruditos no musulmanes que ciertos versículos del Sagrado Corán podían ser abrogados, mientras que el Mesías Prometido (as) creía que ni un ápice del Sagrado Corán podía ser alterado o abrogado de ninguna manera. Siguió investigando el asunto y se reunió con algunos ahmadíes que le dieron libros del Mesías Prometido (as). Sin embargo, después de algún tiempo perdió el contacto con esos Ahmadis. Sin embargo, según el decreto de Dios, recibió varios sueños, entre ellos uno en el que oía: ” ¡Escucha la llamada de los cielos! ¡El Mesías ha venido! El Mesías ha venido”. Por lo tanto, de una forma u otra, su atención volvía constantemente hacia Ahmadíat y, finalmente, juró lealtad y entró en el redil de Ahmadíat. Tuvo que soportar grandes dificultades después de jurar lealtad y los musulmanes no ahmadíes incluso intentaron atraerlo con varias seducciones mundanas, sin embargo, Dios Todopoderoso lo mantuvo firme. Se casó con una viuda que ya tenía tres hijos y luego tuvo una hija propia. Por aquel entonces, Hazrat Mirza Tahir Ahmad (rh) era el Encargado de Waqf-e-Yadid, y pidió que le trajeran a Qari Muhammad Ashiq para una reunión. Por lo tanto, después de una reunión y de escuchar su recitación, Hazrat Mirza Tahir Ahmad (rh) lo nombró para trabajar bajo Waqf-e-Yadid. Por lo tanto, los estudiantes del último año de Yamia Ahmadía venían y aprendían de él. También enseñaría a los estudiantes de Madrassatul Hifz y Yamia Ahmadía. Incluso después de jubilarse, continuaría sirviendo. Su Santidad (aba) mencionó que él también lo recordaba enseñando a los estudiantes en la mezquita. Dirigió las oraciones del tarawih durante 15 años en Masyid Mubarak en Rabwah. Se dijo que fue designado para este deber porque el Tercer Califa (rh) disfrutaba mucho de su recitación. Su Santidad (aba) dijo que sus estudiantes de todo el mundo le han escrito cartas sobre las grandes cualidades de Qari Muhammad Ashiq. Su Santidad (aba) rogó que Al’lah eleve su posición y que Al’lah conceda sinceridad y lealtad a su progenie.

Nooruddin Al-Husni

Nooruddin Al-Husni, de Siria. Actualmente residía en Arabia Saudí, donde fue encarcelado por sus creencias. Fue en la cárcel donde falleció recientemente. Cuando el Segundo Califa (ra) visitó Damasco se alojó en casa del tío de Nooruddin Al-Husni, donde éste, siendo niño, tuvo la oportunidad de recitar una parte del Sagrado Corán en presencia del Segundo Califa (ra). Cumplía regularmente con los ayunos voluntarios, le encantaba recitar el Sagrado Corán y ofrecía regularmente el tahayud (oraciones voluntarias antes del amanecer). Se mantuvo firme en sus creencias, incluso en la cárcel. Decía a todos en la cárcel que la ayuda de Dios estaba cerca. Le sobreviven su esposa, que hizo muchos sacrificios mientras su marido estaba en la cárcel, tres hijos y una hija. Fue acusado por propagar el mensaje de Ahmadíat en las redes sociales. Soportó grandes penurias en la cárcel, donde ni siquiera se le permitía reunirse con su familia o hablar con ellos por teléfono. A menudo caía enfermo debido a su avanzada edad, y aun así no se le permitía reunirse con su familia. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le conceda el perdón y la misericordia, eleve su posición y permita a sus hijos continuar el legado de sus virtudes.

Resumen preparado por The Review of Religions

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