Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Los Compañeros (Sahaba) del Profeta Muhammad (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Después de la recitación del Tashahud, Ta´awwuz y el Surah Al- Fatiha, Hazrat Jalifatul Masih V (aba) dijo:

Continuando con los relatos de los Compañeros Badri [los Compañeros que participaron en la Batalla de Badr], el primer Compañero que voy a mencionar hoy es Hazrat Utbah bin Masud Huzali (ra). Su nombre patronímico era Abu ‘Abdul-lah. Pertenecía a la tribu de Banu Majzum. Hazrat Utbah bin Masud (ra) pertenecía a la tribu de Banu Zuhrah. Su padre se llamaba Masud bin Ghafil y su madre Ummi ´Abd bint Abdi Wudd. Hazrat ‘Abdul-lah (ra) bin Masud era su hermano de sangre. Se encuentra entre los primeros conversos al islam en la Meca y se unió en la segunda migración hacia Abisinia. Hazrat Utbah bin Masud (ra) fue un Ashab-e-Suffah.

Basándose en diversas fuentes históricas, Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) ha escrito los siguientes detalles en relación a la gente de As-Suffah. Escribe:

“En una esquina de la mezquita se construyó un porche que se conocía como Suffah. Esto era para aquellos Muhayirin sin recursos, que no tenían hogar. Esta gente permanecía allí, y se les conocía como Ashab-e-Suffah. Como tales, permanecían en compañía del Santo Profeta (sa) día y noche, ofrecían oraciones y recitaban el Sagrado Corán. Esta gente no tenía medios de subsistencia. El Santo Profeta (sa) cuidaba de ellos personalmente y siempre que recibía un regalo, o había algo en su casa, separaba una parte para ellos. De hecho, algunas veces, el Santo Profeta (sa) se quedaba con hambre y les enviaba todo lo que tenía en su casa. Los Ansaar también les brindaban su hospitalidad en la mayor medida posible, y a menudo traían racimos de dátiles a la mezquita. Sin embargo, a pesar de todo, vivían en condiciones difíciles, y a veces pasaban hambre. Esta situación continuó durante varios años hasta que algunos encontraron trabajo, debido a la expansión de Medina, y otros comenzaron a recibir ayuda del National Baitul-Maal [departamento de Tesorería]”.

En otra fuente, encontramos los siguientes detalles sobre estas personas. Se relata:

“Estas personas permanecían en la casa del Santo Profeta (sa) durante el día y escuchaban los Ahadiz. Durante la noche se tumbaban en el porche. El porche se llama suffah en lengua árabe. Por eso se les denominó “Ashab-e-Suffah”. Ninguno de ellos poseían dos piezas de ropa para ponerse al mismo tiempo, de forma que una cubría la parte superior del cuerpo y la otra, la inferior.

Solían atarse una pieza de indumentaria a sus cuellos que le llegaba hasta sus piernas. No tenían suficiente ropa [para cubrirse todo el cuerpo]. Hazrat Abu Huraira (ra) era uno de esos hombres piadosos. Narra: “Entre los Ashab-e-Suffah, vi a 70 hombres cuyas ropas no alcanzaban ni siquiera sus muslos. Cuando se cubrían, sus ropas apenas les llegaban hasta las rodillas.”

Inicialmente, su fuente de ingresos se basaba en que un grupo de ellos iba al bosque durante el día a recoger leña, la vendían y así adquirían algo de comida para sus hermanos. La mayoría de los Ansaar rompían ramas de palmeras y las colgaban del techo de la mezquita. Cuando la gente venía de fuera y les veía, pensaban que estaban locos o que eran unos insensatos por permanecer sentados allí sin razón alguna, o pensaban que probablemente amaban tanto al Santo Profeta (sa) que no deseaban abandonar su puerta.

Si el Santo Profeta (sa) recibía algún sadqa [caridad], se lo enviaba, y si recibía algo de comida, les invitaba, se sentaba con ellos y comían juntos. Por las tardes, el Santo Profeta (sa) solía asignar a los Muhayirin y a los Ansaar a una o dos personas de entre los Ahl-e-Suffa para alimentarles, según su capacidad. Surgieron ocasiones en las que, a veces, algunos de ellos eran enviados a los Muhayirin, y otros a los Ansaar para que tuvieran una comida en la noche.

Hazrat Sa´d (ra) bin Ubada era un Compañero muy generoso y acaudalado y, a veces, acogía a ochenta invitados con él. Era tan rico que se llevaba hasta ochenta invitados con él por la noche y les daba de comer. Según algunas narraciones, el número de Ahl-e-Suffah cambiaba según el momento. Había, por lo menos, doce y también se dice que, en algún momento, había trescientas personas. En otra tradición, se hablaba de 600 personas. El Santo Profeta (sa) sentía un gran amor por ellos. Solía sentarles en la mezquita, comer con ellos y alentaba a los demás a respetarles y honrarles. No permitía que nadie les faltara el respeto o que les deshonrara por el mero hecho de permanecer sentados allí todo el tiempo, sin hacer nada más. El Santo Profeta (sa) solía decir que estas personas, simplemente permanecían sentadas allí solo para escuchar sus palabras. Por lo tanto, todos debían honrarles y respetarles de una manera adecuada.

En una ocasión, durante una reunión de los Ahl-e-Suffah en presencia del Santo Profeta (sa), se quejaron de que los dátiles les hacían daño al estómago, dado que solo recibían dátiles para comer. El Santo Profeta (sa) escuchó su queja y para consolarlos, pronunció un discurso diciendo: “¿He oído que los dátiles os han hecho daño a vuestros estómagos? ¿No sabéis que los dátiles son el alimento de la gente de Medina y la gente nos ayuda con ellos y así hacemos nosotros con vosotros gracias a ellos?” Después dijo: “¡Por Dios! No ha salido humo de la casa de Profeta de Dios (sa) desde hace un mes o dos”. Es decir que tanto el Santo Profeta (sa) como su familia solamente vivían de agua y dátiles. En cualquiera de los casos, los Ahl-e-Suffah eran gente muy devota.

A pesar de que se quejaron de comer dátiles porque les hizo daño en el estómago, no se marcharon. Continuaron sentados allí con total devoción y, o bien permanecían hambrientos o les bastaba comer dátiles o lo que se les diera. Luego, se dice en el libro que por la noche, estos individuos piadosos permanecían ocupados en la adoración recitando el Sagrado Corán. Se les asignó a un Mu’al-lim [profesor de religión]. Acudían a él por la noche y recitaban [el Sagrado Corán]. Aquellos que no podían leer ni recitar el Sagrado Corán correctamente, o a los que deseaban memorizarlo, se lo enseñaba un Mu’al-lim por la noche. Por ello, la mayoría de ellos se llamaban Qaris [personas que recitan el Corán] y si se enviaba a la gente a algún lugar para la propagación del islam, se seleccionaba a estas personas. Una vez que habían sido versados, se llamaban Qaris y se les enviaba para enseñar a otros.

Más tarde, muchos de estos Compañeros fueron nombrados para desempeñar cargos importantes, lo que significa que los Ashab-e-Suffah no permanecieron sentados allí; de hecho, fueron nombrados para importantes puestos.  Así, Hazrat Abu Huraira (ra) fue gobernador de Bahrain durante el Jalifato de Hazrat Umar (ra) y durante el período de Hazrat Muawiyah (ra) fue gobernador de Medina. Hazrat Sa´d bin Abi Waqqas fue gobernador de Basra y estableció las bases de la ciudad de Qufa. Hazrat Salman Farsi (ra) fue gobernador de Mada´in. Hazrat Ammar bin Yasir (ra) también fue gobernador de Qufa. Todos estos Compañeros fueron de entre los Ashab-e-Suffah. Hazrat Ubadah bin Yarah (ra) fue gobernador de Palestina. Hazrat Anas bin Malik (ra) fue gobernador de Medina durante el período de Hazrat Umar bin Abd-il-Aziz.  También hubo un comandante entre estas personas que desempeñó un importante papel en las conquistas islámicas. Hazrat Zaid bin Zabit (ra) no sólo fue un gran comandante, sino también un juez supremo durante el Jilafat de Hazrat Umar (ra).

Hazrat Abu Sa´id Judri (ra) narra:

“Me senté en la congregación de los pobres Muhayirin“. Lo que significa que fue y se sentó entre la congregación de los Ashaab-e-Suffah, que ocultaban sus partes privadas entre ellos [debido a la falta de ropa] – casi la mitad de su cuerpo no estaba cubierto con ropa-. Era difícil que pudieran cubrir su cuerpo. Continúa diciendo: “Un Qari [recitador del Sagrado Corán] entre nosotros estaba recitando el Sagrado Corán, y entonces llegó el Mensajero de Al-lah (sa). El Qari detuvo la recitación cuando el Santo Profeta (sa) llegó. Entonces el Santo Profeta (sa) dijo ‘Salaam’ (saludos de paz) y preguntó: ‘¿Qué estáis haciendo?’ Respondimos: ‘Este Qari nos está recitando el Sagrado Corán y estamos escuchando el Libro de Al-lah’. Entonces el Santo Profeta (sa) declaró: ‘Toda alabanza pertenece a Al-lah, quien me ha otorgado a personas así en mi Ummah y Él me ha ordenado ser paciente junto con ellos.”

Significa que el Santo Profeta (sa) recibió la orden de ser tan paciente como lo estaban siendo ellos. El narrador afirma además:

“El Santo Profeta (sa) se sentó entre nosotros y para demostrar que su ser bendito era parte de nosotros, hizo una señal en forma de círculo con su mano bendita”, lo que significaba que él también era uno de ellos, y luego se sentó, crearon un círculo a su alrededor, y dirigieron su atención hacia él.”

El narrador dice:

“En mi opinión, el Santo Profeta (sa) no reconocía a nadie más que a mí.”

Es decir, el narrador dice que él fue el único al que el Santo Profeta (sa) reconocía, ya que había un gran número de personas en la reunión.

“El Santo Profeta (sa) declaró: ‘¡Hay buenas noticias para este grupo de pobres Muhayirin! Porque en el Día del Juicio entraréis al Paraíso con una perfecta luz espiritual, medio día antes que las personas ricas, y este medio día equivale a 500 años”.

El Mesías Prometido (as) también recibió una revelación en árabe en la que se menciona a los Ashaab-e-Suffah. La revelación es la siguiente:

[árabe]

“¿Te das cuenta de lo magníficos que serán los Ashab-e-Suffah en ese estado? Verás sus ojos derramando lágrimas; ellos invocarán bendiciones sobre ti. Ellos suplicarán: ‘Señor nuestro, hemos escuchado a un Llamador, llamando a la gente a la fe [y un invocador a Al-lah], y una lámpara refulgente. Así que nosotros hemos creído.’”

Esta revelación del Mesías Prometido (as) se refería a algunos de sus Compañeros, y que a él se le otorgarían Compañeros similares.

El Mesías Prometido (as) declara:

“La gente de Suffah en tiempos del Santo Profeta (sa) era extremadamente honorable y firme en su fe. Su ejemplo de sinceridad y devoción es un modelo [a seguir]. Al-lah el Exaltado me reveló que Él también me concederá individuos como ellos”.

Según Sahih Bujari, Hazrat Utbah (ra) bin Masud se cuenta entre los Compañeros que participaron en la Batalla de Badr, mientras que según otros libros sobre la vida de los Compañeros como: Usdul Ghaba, Fi Ma’rifat Al Sahabah, Al-Isaba Fi Tamyiz Al Sahabah, AlIsti’ab Fi Ma’rifat Al Sahabah, Al-Tabaqaat-ul-Kubra, etc. se informa que él participó en la Batalla de Uhud y no en la Batalla de Badr. Sin embargo, en Bujari se registra que Utbah (ra) bin Masud era un Compañero Badri.

Hazrat Utbah bin Masud falleció en el año 23 después de la Hillrah durante el Jilafat de Hazrat Umar (ra) bin Jattab y, posteriormente, Hazrat Umar (ra) dirigió su oración funeraria. Qasim bin Abdur Rahman narra que Hazrat Umar (ra) bin Jattab esperó a la madre de Hazrat Utbah, Hazrat Ummi Abd, para que ella asistiera al funeral. El imam Zuhri narra que con respecto a la migración y pasar el tiempo en compañía del Santo Profeta (sa), Hazrat ‘Abdul-lah bin Masud no estaba muy atrás de su hermano Hazrat Utbah (ra). Es decir, Hazrat Utbah (ra) aceptó el islam antes que su hermano Hazrat ‘Abdul-lah (ra) bin Masud. ‘Abdul-lah bin Utbah narró que, cuando falleció su hermano Hazrat Utbah (ra) bin Masud, tenía lágrimas en los ojos. La gente le preguntó por qué lloraba, a lo que respondió: “Era mi hermano, pero ante el Santo Profeta Muhammad (sa) era también mi hermano en la fe. Aparte de Hazrat Umar (ra) bin Jattab, él era mi ser más querido”. En una narración diferente se dice que cuando Hazrat ‘Abdul-lah (ra) bin Masud se enteró de la muerte de su hermano Hazrat Utbah (ra) bin Masud, las lágrimas comenzaron a fluir de sus ojos, y dijo:

[árabe]

“En verdad esta misericordia de la vida nos es otorgada por Al-lah el Exaltado, pero es algo que el hombre no puede controlar”, es decir, todos deben fallecer, pero para las personas virtuosas se convierte en una misericordia de Dios Omnipotente.

Según otra narración, Hazrat Umar (ra) bin Jattab nombró a Hazrat Utbah (ra) bin Masud como Amir local.

El siguiente Compañero que mencionaré es Hazrat Ubadah (ra) bin Samit, quien era un Compañero Ansaari. El nombre del padre de Hazrat Ubadah bin Samit era Samit bin Qais y el nombre de su madre era Qurratul Ain bint Ubadah. Hazrat Ubadah estuvo presente durante la primera y segunda promesa en Aqabah. Era el líder del clan Banu Auf bin Jazrall de la tribu Jazrall de los Ansaar, quienes también eran conocidos como Qawaqil. La razón por la que eran conocidos como Qawqil es porque cada vez que alguien buscaba la protección de un líder en Medina, se les decía que eran libres de ascender a la montaña, es decir, no tenían nada que temer y podían vivir allí libremente. En resumen, podían deambular libremente y no tenían que preocuparse de nada. Las personas que otorgaban protección eran conocidas como Qawaqila. Ibn-e-Hisham narra que cada vez que un líder de entre ellos les otorgaba protección, también les otorgaba una flecha y decía que eran libres de ir donde quisieran. Za’lbah bin Daad, el abuelo paterno de Hazrat Nu’man, era conocido como Qawqil. Del mismo modo, el líder de la tribu Jazrall, Ghanam bin Auf era conocido como Qawqil, y de la misma manera, Hazrat Sa’ab bin Ubadah era también conocido por el título de Qawqil. De entre la tribu Jazrall, los clanes de Banu Saalim, Bani Ghanam y los Banu A’uf eran conocidos como Qawaqila. Hazrat Ubadah bin Samit era el líder de la tribu Banu A’uf.

Uno de los hijos de Hazrat Ubadah se llamaba Walid, nacido de Yamila bint Abu Sa’sa’, y el nombre del otro hijo era Muhammad, nacido de Hazrat Umme Haraam bint Milhaan. Hazrat A’s bin Samit, otro Compañero Badri, era el hermano de Hazrat Ubadah (ra). Cuando Hazrat Abu Marsad Ghanvi (ra) emigró a Medina, el Santo Profeta (sa) formó un vínculo de hermandad entre él y Hazrat Ubadah (ra). Hazrat Ubadah (ra) participó en todas las batallas junto al Santo Profeta (sa), incluidas las batallas de Badr, Uhud y Jandaq. Hazrat Ubadah (ra) falleció en Ramla, Palestina, en el año 34 después de la Hillrah. Según algunas narraciones, falleció en Baitul Maqdas y posteriormente fue enterrado allí. Su tumba es conocida incluso hoy. Luego, en otra narración, se registra que falleció en Qabras, después de que Hazrat Umar (ra) lo hubiera nombrado líder de Qabras. En el momento de su fallecimiento, Hazrat Ubadah (ra) tenía 72 años. Era alto y tenía una estructura grande y hermosa. Según algunas narraciones se declara que falleció en el año 45 después de la Hillrah, durante el gobierno de Amir Muawiyyah, sin embargo, la narración anterior en la que se mencionó que falleció en el año 34 después de la Hillrah en Palestina es más auténtica a diferencia de la narración en la que se afirma que falleció en el año 45 después de la Hillrah. Hazrat Ubadah (ra) bin Samit ha registrado 181 narraciones de Ahadiz que narran Compañeros prominentes y Tabe’in (discípulos de los Compañeros). Entre los Compañeros, merecen ser mencionados Hazrat Anas (ra) bin Malik, Hazrat Yabir (ra) bin ‘Abdul-lah y Hazrat Miqdam (ra) bin Maadi Kirb. Según una narración, Hazrat Ubadah (ra) bin Samit estuvo presente en la batalla de Badr y durante la noche de Aqabah, también fue uno de los líderes. Hazrat Ubadah (ra) decía:

“Un grupo de Compañeros estaba cerca del Santo Profeta (sa), y él tomó nuestro juramento diciendo: ‘No asociaréis coparticipes con Al-lah, ni robaréis. No mataréis a vuestros hijos, no calumniaréis deliberadamente a nadie, ni desobedeceréis una instrucción clara. Quienquiera que de entre vosotros cumpla esta promesa recibirá una recompensa de Al-lah el Exaltado, pero quienquiera que cometa cualquiera de estas malas acciones y reciba un castigo en este mundo, entonces este castigo expiará esa mala acción. Quienquiera que cometa una mala acción y Al-lah el Exaltado oculte esa acción, entonces su asunto está con Al-lah el Exaltado; si Él lo desea puede perdonarle y si Él lo desea puede castigarle por ello.’ Por lo tanto, prometimos lealtad en consecuencia.”  Esta narración se encuentra en Bujari.

Durante la migración a Medina, el Santo Profeta Muhammad (sa) dirigió las oraciones del viernes en la mezquita de Qubah y después de dirigir las oraciones, el Santo Profeta (sa) montó su camella para ir hacia Medina. El Santo Profeta (sa) mantuvo las riendas sueltas. La camella giró entonces su cabeza a derecha e izquierda, como si estuviera buscando la dirección del viaje. Se quedó sola en un lugar sin moverse hacia delante y siguió mirando a su izquierda y derecha. Observando esto, la gente de Banu Saalim – es decir, la gente entre la que el Santo Profeta (sa) dirigió las oraciones del viernes – incluyendo Itban bin Malik, Naufal bin ‘Abdul-lah bin Malik y Ubadah bin Saamit pidieron al Santo Profeta (sa) que permaneciera entre ellos; dijeron que eran más numerosos y que podían proporcionarle una seguridad adecuada. Dijeron: “Le honraremos y velaremos por su seguridad, ya que aquí residen más musulmanes”. Según una narración, dijeron que poseían riqueza e influencia y que las personas que vivían allí tenían abundantes recursos. En otra narración se recoge que dijeron: “Por favor, quédese con nosotros, porque somos más numerosos y también tenemos armas”. Además de esto, tenemos vergeles y otros elementos esenciales para sobrevivir”, es decir, que podían proporcionar medidas de seguridad adecuadas y eran más prósperos. Dijeron: “¡Oh, Mensajero de Al-lah! Siempre que un árabe está en peligro o teme por su vida, viene y busca protección de nosotros”. El Santo Profeta (sa) escuchó todas sus peticiones y recitó bienaventuranzas por ellos y luego dijo: “Todo lo que decís es verdad, pero mi camella sigue las instrucciones de Al-lah el Exaltado, dejadla libre. Se detendrá donde le plazca y podrá sentarse donde le plazca.” En otra narración, se dice que el Santo Profeta (sa) dijo: “Mi camella sigue el mandato divino, así que abridle el camino”. Se dice que el Santo Profeta (sa) estaba sonriendo y dijo: “¡Que Al-lah el Exaltado derrame Sus bendiciones sobre vosotros por todo lo que habéis ofrecido!” La camella entonces comenzó a moverse hacia adelante.

En relación con la conquista de Egipto, el autor de Sair Us-Sahaba afirma,

“Durante la era del Jilafat Faruqi de Hazrat Umar (ra), la conquista de Egipto llevó algo más de tiempo, por lo que Hazrat Amr (ra) bin Aas escribió a Hazrat Umar (ra), solicitando más apoyo. Después de esto, Hazrat Umar (ra) envió un ejército adicional de 4.000 soldados y Hazrat Ubadah (ra) fue designado líder de 1.000 soldados. Además, en su respuesta, Hazrat Umar (ra) escribió que cada uno de los líderes del ejército era equivalente a 1.000 soldados. Cuando este ejército llegó a Egipto, Hazrat Amr (ra) bin Aas reunió al ejército y pronunció un discurso inspirador. Luego llamó a Hazrat Ubadah (ra) y pidió su lanza.  Hazrat Umar bin Aas se quitó su turbante y poniéndolo sobre la lanza, se la confió, diciéndole que “esta es la bandera del comandante en jefe y tú eres el comandante en jefe”. ¡Cuán grande es Dios que en el primer ataque que fue lanzado, fueron capaces de conquistar la ciudad!

Después de la conquista de Damasco, Hazrat Abu Ubaidah bin Al Yarah llegó a Homs, y el pueblo de Homs firmó un tratado con él. Posteriormente, nombró a Hazrat Ubadah (ra) bin Samit Ansaari para supervisar a Homs y se dirigió hacia Humaa. Hazrat Ubadah bin Samit partió entonces hacia Laziqiyya, que es una ciudad costera de Siria. Los habitantes de la ciudad se enfrentaron entonces a los musulmanes. Había una gran puerta que sólo se abría con la ayuda de varias personas. Hazrat Ubadah (ra) sacó a su ejército de la ciudad y les ordenó cavar trincheras tan profundas que una persona a caballo pudiera esconderse, es decir, era una trinchera larga. Los musulmanes se esforzaron mucho en cavar las trincheras. Cuando terminaron de cavar, aún quedaba algo de luz del día y fingieron irse a Homs. Sin embargo, cuando cayó la noche, volvieron a las trincheras que habían cavado. La gente de Laziqiyya asumió erróneamente que el ejército musulmán se había retirado. Al amanecer, abrieron la puerta y salieron con su ganado. Los musulmanes aparecieron de repente y al verlos, la gente de Laziqiyya se asustó. Los musulmanes los atacaron y entrando a la ciudad por la puerta, conquistaron la zona. Hazrat Ubadah (ra) entró en el fuerte y ascendiendo la muralla del fuerte, proclamó el Takbir [alabó la grandeza de Dios].

De entre los cristianos que vivían en Laziqiyya, una tribu emigró hacia Yasid y desde allí buscaron protección para su regreso seguro a su tierra. Al principio temían por sus vidas y huyeron, pero más tarde pidieron permiso para regresar a sus hogares. Así, tras pagar el impuesto, se les devolvió la tierra con la condición de que proporcionaran una parte de su producción. Con esta condición, se les devolvió la tierra y su lugar de culto, y se les permitió practicar las adoraciones según sus creencias en los templos que ellos tenían para este propósito. Por orden de Hazrat Ubadah, los musulmanes construyeron una mezquita que fue ampliada posteriormente. Hazrat Ubadah junto con el ejército musulmán llegó a una ciudad cerca de la costa llamada Baldah y conquistó la ciudad. Esto estaba a 2 Farsaj -lo que equivale a 6 millas- del fuerte de Yabalah. Hazrat Ubadah entonces conquistó muchas otras ciudades incluyendo Antartus, que está situado en la costa de Siria. Además, Hazrat Ubadah bin Samit conquistó las ciudades de Laziqiyya, Baldah y Antartus de Siria.

En una ocasión, el Santo Profeta (sa) designó a Hazrat Ubadah (ra) para supervisar los fondos de Sadaqaat (caridad). El Santo Profeta (sa) le aconsejó que siempre temiera a Al-lah el Exaltado, no fuera que, en el Día del Juicio, apareciera en un estado cargado con un camello berreando, o con una vaca mugiendo o una cabra balando – en otras palabras, se le advirtió que no actuara de manera deshonesta y se le advirtió contra la falta de salvaguardar el Sadqah (el dinero entregado en caridad). En aquellos días, la caridad que se recogía era en forma de camellos, vacas, cabras, etc., por lo que se le aconsejó que se asegurara de que esta caridad se distribuyera adecuadamente y se cuidara cuidadosamente, de lo contrario, estos mismos animales aparecerían como una carga para él en el Día del Juicio. Al oír esto, Hazrat Ubadah (ra) bin Samit dijo:

“Por Él, que ha enviado al Santo Profeta (sa) con la verdad, ni siquiera supervisaría a dos personas, porque mi condición es tal que no puedo soportar ningún tipo de carga. Por lo tanto, es mejor para mi no ser designado”.

Durante la vida del Santo Profeta (sa), los cinco Compañeros de entre los Ansaar, que compilaron el Corán son:

Hazrat Moaz (ra) bin Yabal, Hazrat Ubadah (ra) bin Samit, Hazrat Ubay bin Ka’b (ra), Hazrat Abu Ayub Ansaari (ra) y Hazrat Abu Dardaa (ra).

Después de la conquista de Siria, Hazrat Yazid bin Sufyan escribió a Hazrat Umar (ra) y le informó que la gente de esta zona necesitaba un maestro que pudiera enseñarles el Sagrado Corán e impartirles el conocimiento de la fe. Con posterioridad, Hazrat Umar (ra) envió Hazrat Moaz (ra) y Hazrat Ubadah (ra) y Hazrat Abu Dardaa (ra). Hazrat Ubadah (ra) viajó a Palestina y se quedó allí. Yunada relata que cuando conoció a Hazrat Ubadah (ra) lo encontró extremadamente versado en la religión de Dios, en otras palabras, era un gran erudito.

Cuando los musulmanes conquistaron la zona de Siria, Hazrat Umar (ra) envió a Hazrat Ubadah (ra), Hazrat Moaz (ra) bin Yabal y Hazrat Abu Dardaa (ra) a esa región, para que pudieran impartir las enseñanzas del Sagrado Corán y la religión a su gente. Hazrat Ubadah (ra) se quedó en Homs, Hazrat Abu Dardaa (ra) se quedó en Damasco y Hazrat Moaz (ra) viajó a Palestina. Después de un tiempo, Hazrat Ubadah (ra) también fue a Palestina. Mientras estaba allí, se dio un asunto particular que Hazrat Ubadah (ra) no le gustó, en el que el Amir Muawiyah se opuso a él – en otras palabras, tenían un desacuerdo sobre un asunto religioso en particular-. Durante este desacuerdo, Amir Muawiyah habló duramente con Hazrat Ubadah (ra) y como resultado Hazrat Ubdah volvió a Medina, declarando que no podía vivir en la misma tierra que él. Cuando Hazrat Umar (ra) preguntó qué fue lo que le hizo regresar, Hazrat Ubadah (ra) informó a Hazrat Umar (ra) de todo el incidente en el que no estuvieron de acuerdo sobre un asunto en particular y que Amir Muawiyah le habló con tono bastante agresivo. Hazrat Ubadah (ra) abandonó el lugar por su desacuerdo. Hazrat Umar (ra) le dijo que debería regresar ya que Al-lah el Exaltado haría que un territorio sin su presencia o de personas como él caerá en la ruina. En otras palabras, era necesario que Compañeros del Santo Profeta (sa) y sabios eruditos de la religión estuvieran presentes allí; de lo contrario, sería muy desafortunado para esa tierra. Era imperativo que regresara. Hazrat Umar (ra) también escribió una carta oficial a Amir Muawiyah declarando que no tenía ningún derecho a oponerse a Hazrat Ubadah (ra) en ningún asunto religioso. Debía escuchar lo que decía ya que lo que expresaba era correcto.

Hay muchos más detalles y relatos en relación a Hazat Ubadah (ra) que voy a seguir compartiendo en el próximo Sermón del Viernes, ya que son bastante largos y requieren más tiempo.

Ahora hablaré acerca de un fallecido y también dirigiré su oración fúnebre: el cuerpo está presente aquí. El funeral es del respetado Tahir Arif Sahib, quien falleció en el Reino Unido el 26 de agosto después de sufrir una enfermedad muy difícil y dura: “¡A Al-lah pertenecemos y a Él volveremos!”.  Sufría de cáncer y soportó esta enfermedad con gran paciencia y firmeza.

Trabajó como funcionario del gobierno sirviendo en un alto puesto. Después de jubilarse, lo nombré Presidente de la Fundación Fazl-e-Umar hace unos años. Por lo tanto, estos días trabajaba como Presidente de la Fundación Fazl-e-Umar y trabajaba para la Yama’at.

El respetado Tahir Arif Sahib nació el 13 de febrero de 1952. Su familia era originaria de Sialkot, sin embargo, más tarde se mudaron a Sargodha. El respetado padre de Tahir Arif Sahib, el respetado Chaudhry Muhammad Yaar Arif Sahib, era un misionero de la comunidad. Su padre tuvo la oportunidad de servir en el Reino Unido como misionero y sirvió como Imam adjunto de la mezquita de Londres y también como Naib Wakil-ul-Tabshir en Tehrik-e-Yadid, Rabwah. Maulana Muhammad Yaar Arif fue un excelente orador y considerado entre los mejores eruditos de la Yama’at.

El respetado Muhammad Yaar Arif Sahib, junto con Hazrat Maulana Abdur Rahim Nayar Sahib, representó a la Comunidad Ahmadía en la sesión anual [de la Liga Musulmana] el 23 de marzo de 1940 en la que se aprobó la resolución de Pakistán. Por lo tanto, este fue un momento histórico en el que tuvieron el honor de ser parte.

La madre de Tahir Arif Sahib fue la respetada Inayat Suraiyya Beghum y su abuelo era Hazrat Chaudhry Ghulam Hussain Bhatti Sahib, quien era un Compañero del Mesías Prometido (as). Tahir Arif Sahib era                                                                                                                                                una persona muy intelectual y tenía una gran pasión por el aprendizaje. Era un escritor muy experimentado y también poeta. Es autor de varios libros y dos libros que contienen una colección de sus poemas, dos de ellos muy populares; uno en idioma urdu y el otro en punyabi. Además, hay otros dos libros notables, el primero está en inglés sobre la vida del Santo Profeta (sa) y el otro es sobre Pakistán, titulado “Pakistán Manzal Ba Manzal”.

Obtuvo un máster en economía de la Universidad de Punyab y también hizo su licenciatura en derecho allí. Posteriormente, para continuar estudios superiores, llegó al Reino Unido. Adquirió su máster en derecho de la London School of Economics y, por la gracia de Al-lah el Exaltado, tuvo el honor de obtener galardón honorífico de la Universidad de Londres. Después de completar su educación en Londres, regresó a Pakistán y aprobó el CSS y comenzó a trabajar como funcionario público de Pakistán. Por la gracia de Al-lah el Exaltado, continuó progresando en este campo y llegó al puesto de Inspector General de la Policía. Alcanzar esta posición incluso después de que se promulgaran las leyes contra los áhmadis en Pakistán demuestra sus habilidades extraordinarias. Además de servir en el departamento de policía de Pakistán, también trabajó en la FIA [Agencia Federal de Investigación] y en la Oficina de Inteligencia de Inmigración. Cuando vivía en el Reino Unido como estudiante, siguiendo las instrucciones de Hazrat Jalifat-ul-Masih IV (rh), también tuvo la oportunidad de ayudar a Chaudhry Rashid Sahib, autor de varios libros para niños en inglés. Le ayudó mucho en este trabajo.

Por la gracia de Al-lah el Exaltado, tenía una gran pasión por leer los libros del Mesías Prometido (as), y siempre había un libro del Mesías Prometido (as) que mantenía como parte de su lectura habitual. Sin embargo, no solo leyó los libros, sino que también tomaba notas y luego debatía el tema con sus amigos y compañeros. Regularmente recitaba el Sagrado Corán y reflexionaba profundamente sobre sus significados. Aunque nadie de entre sus familiares ha escrito esto, pero una vez durante el curso de una conversación con él, descubrí que era muy regular al despertarse para la oración de Tahayyud.

Dondequiera que se encontrase durante los años de su empleo en Pakistán, siempre estaba listo y dispuesto a servir a la Yama’at. Era una persona extremadamente valiente y, como he mencionado, por la gracia de Al-lah el Exaltado, poseía un gran conocimiento, tanto en estudios religiosos como seculares, y era muy inteligente. Se benefició enormemente de este conocimiento y compartió sus pensamientos sobre asuntos relacionados con la Yama’at que serían extremadamente beneficiosos. Era una persona que poseía una opinión y un pensamiento muy consolidados.

Tenía un gran sentido del honor por el Jalifato Ahmadía y era un áhmadi muy sincero y valiente. Durante toda su vida, se esforzó por permanecer como Sultan-e-Nasir [un gran ayudante] del Jalifato Ahmadía y servir a la Yama’at con la mayor lealtad posible. He visto que Al-lah el Exaltado, por Su gracia, le permitió tener éxito en este esfuerzo. También fue mi compañero de clase y lo conocí en mis días en la universidad. Por la gracia de Al-lah el Exaltado, tenía una gran pasión por el conocimiento incluso en ese momento y también era un hábil orador y participaba en los debates celebrados en la universidad. Me di cuenta de que incluso en ese momento él tenía mucho conocimiento religioso.

Otra cualidad suya que es digna de mención es que sentía un gran amor y respeto por aquellos que servían a la Yama’at y a los que consagraban sus vidas. Además, siempre estaba listo y dispuesto a ayudar a los áhmadis que tenían una necesidad genuina. Ocupaba un puesto muy elevado, por lo tanto, trató de ayudar a otros áhmadis, que realmente lo necesitaban, tanto como pudo.

Su servicio para la Fundación Fazl-e-Umar comenzó en 2014 cuando lo nombré como director. Después del fallecimiento de Chaudhry Hamid Nasrul-lah Jan Sahib en 2017, quien trabajaba como presidente de la Fundación Fazl-e-Umar, nombré a Tahir Arif Sahib como su nuevo Presidente. Como mencioné, por la gracia de Al-lah el Exaltado, continuó sirviendo en esta capacidad hasta su muerte. Antes de venir al Reino Unido para su tratamiento, hace unos 3-4 meses, continuó trabajando para la Fundación Fazl-e-Umar con gran esfuerzo. Asistía a todas las reuniones y se interesaba mucho por ellas, y durante su mandato, se hicieron muchos progresos.

Deja a su esposa, Anisa Tahir Sahiba y un hijo, Asfandyaar Arif Sahib y tres hijas, Tayyiba Arif, Aziza Aauj y Binaa Tahir Arif. Dos de sus hijas están casadas y una de sus hijas y su hijo aún no están casados. Su hija, Tayyiba Arif Sahiba, escribe:

“Al-lah el Exaltado otorgó a nuestro padre un enorme progreso material, sin embargo, siempre mantuvo su identidad como áhmadi con gran coraje y honor. Era un oficial extremadamente honesto y de confianza. Siempre dio prioridad a su fe, depositó su confianza en Al-lah el Exaltado y era extremadamente humilde. Fue poeta, gran escritor, maestro y poseía un profundo conocimiento de la religión. Era un esposo muy responsable, un padre cariñoso y, sobre todo, estaba profundamente inmerso en el amor por Al-lah el Exaltado y Su Mensajero (sa).”

Ella también dice:

“Mi madre cuenta que siempre le encontró extremadamente justo, y con una disposición amable. Tanto si las demás personas eran jóvenes, viejos, ricos o pobres, no establecía ninguna distinción entre ellos, y no permitía que su posición oficial le influyera, y siempre les brindaba un trato afable”.

A veces, los parientes más próximos, a causa de sus emociones y su vínculo cercano, expresan sentimientos similares, sin embargo, yo le conocía personalmente y puedo dar fe de que tales eran sus rasgos.

Mubarak Sidiqqui Sahib escribe:

“El respetado fallecido Tahir Arif Sahib era extremadamente humilde, y mantenía un vínculo de gran amor y obediencia hacia el Jilafat. Fue un gran poeta y escritor. Una vez le pedí que recitara uno de sus pareados favoritos, y citó el siguiente verso que refleja la profundidad de su amor por el Jilafat:

“¡Oh maestro! Si alguna vez este servidor tuyo tiene la oportunidad de estar cerca de ti, que su cuerpo se transforme en la hierba que yace bajo tus pies.”

Además comenta que, “en una ocasión, durante una sesión informal, le dije: ‘¡Tahir Sahib! Al-lah el Exaltado ha bendecido a todos los áhmadis con algún tipo de honor. Tú has tenido el honor de ser designado para un puesto muy alto en el departamento de policía “. Respondió diciendo: “Un honor mucho mayor para mí es el hecho de ser un áhmadi.”

Luego también hace referencia al hecho de que era compañero de mi clase, y dice que le comentó que ser compañero de clase del Jalifa de la época era un gran honor para él.

Su padre, el respetado Maulana Muhammad Yaar Arif Sahib, le envió a Rabwah para continuar su educación en una de las universidades. En aquellos días, nuestras universidades habían sido nacionalizadas, por lo que solicitó a Hazrat Jalifatul Masih III (rh) que le permitiera quedarse en Dar-uz-Ziafat en lugar de vivir en los albergues. Su padre, Maulana Muhammad Yaar Arif Sahib tenía una gran relación con Hazrat Jalifatul Masih III (rh), por lo que su solicitud fue aceptada, y así completó su educación residiendo en Dar-ul-Ziafat. Durante la vida estudiantil, uno suele volverse bastante informal en la relación con sus compañeros, y se suelen intercambiar comentarios alegres; sin embargo, cuando Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) me nombró Nazir-e-A’la, me mostró un gran respeto y cortesía. Después de convertirme en Jalifa, su nivel de sinceridad y lealtad aumentó en mayor medida que antes, mediante la gracia de Al-lah el Exaltado.

¡Que Al-lah el Exaltado le conceda Su perdón y Su misericordia, y eleve su rango espiritual! ¡Que también capacite a su progenie para que permanezca unida con la Yama’at y el Jilafat, mostrando una lealtad perfecta! Muchos de sus familiares y amigos han escrito varios relatos sobre él, y todos mencionan el hecho de que, mediante la gracia de Al-lah el Exaltado, era una persona extremadamente humilde y erudita.

Después de las oraciones del Viernes, dirigiré su oración fúnebre. El funeral está aquí presente, por lo que, después de las oraciones, insha-al-lah, saldré y dirigiré su oración fúnebre. Se pide a todos que dispongan las filas para orar dentro de la mezquita.

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