La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 29 de DICIEMBRE de 2023.

Pronunciado en la MEZQUITA MUBARAK de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), dijo lo siguiente:

Hoy seguiré presentando más detalles en relación con la “Batalla de Uhud”:

Como se mencionó previamente, ya que el paso de [la pequeña] montaña quedó sin guardia, los incrédulos lanzaron un ataque por la retaguardia y dieron la vuelta al resultado del enfrentamiento. El contraataque del enemigo fue extremadamente peligroso; y ¿cuál era el estado de resolución, coraje y valor del Santo Profeta Muhammad (sa) en ese momento? [Pues bien], los detalles de esto se han registrado de la siguiente manera: cuando el resultado de la batalla se volvió en su contra y, debido a un estado de confusión, los Compañeros (ra) perdieron la compostura y se encontraban en una situación de pánico y consternación; pero incluso durante dicho estado de miedo y grave preocupación y, a pesar de estar rodeado por el enemigo por los cuatro costados, el Santo Profeta (sa) se mantuvo resoluto y permaneció firme en su posición. [No obstante], al ver que los Compañeros (ra) se dispersaban en todas direcciones presa del pánico, el Profeta (sa) decía continuamente: “¡Oh tal y cual, ven hacia mí! ¡Oh tal y cual, ven hacia mí! ¡Soy el Mensajero de Dios!”; [y todo esto], mientras le llovían flechas desde todas direcciones.

En una narración se cuenta que el Profeta de Al’lah (sa) proclamó en voz alta:

“¡Yo soy el Profeta y esto no es una mentira! ¡Soy el hijo de Abdul Muttalib, soy el hijo de Awatik!”.

En los libros de tradiciones y biografías, se suele afirmar que el Santo Profeta Muhammad (sa) pronunció estas palabras durante la “Batalla de Hunain”. Sin embargo, es posible que pronunciara estas mismas palabras [tanto] durante [la “Batalla de] Uhud”  [como] en la de “Hunain”. [Asimismo], aquí se ha mencionado la palabra “Awatik”, que es el plural de “Atikah” y había más de una mujer con el nombre de Atikah entre sus antepasados, es decir entre las abuelas maternas y paternas del Santo Profeta (sa). En primer lugar, estaba Atikah bint Hilal, la madre de Abd Manaf; en segundo lugar, Atikah bint Murrah, la madre de Hashim bin Abd Manaf; y en tercer lugar, estaba Atikah bint Auqis, la madre de Wahab, o sea, la madre del padre de Hazrat Amina (ra), etc. [Por otra parte], según un relato había nueve mujeres: tres de ellas eran de [la tribu de] Banu Sulaim y las otras pertenecían a otras tribus, y todas ellas eran de los antepasados del Profeta (sa).

Detallando este incidente, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha escrito lo siguiente en “La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa)”:

“Cuando los compañeros de Hazrat Abdul’lah bin Yubair (ra) vieron que la victoria había sido asegurada, le dijeron a su Amir [líder], [el propio] Abdul’lah (ra): ‘Ahora la victoria ha sido asegurada y los musulmanes están recogiendo el botín de guerra. Permítenos unirnos también al ejército’. Abdul’lah (ra) los contuvo y les recordó la estricta orden del Mensajero de Al’lah (sa), pero ellos se volvieron descuidados en su alegría por la victoria y, por lo tanto, no se abstuvieron y abandonaron sus posiciones diciendo: ‘Todo lo que el Santo Profeta Muhammad (sa) dedujo fue que el paso de la montaña no debía dejarse vacío hasta que la seguridad prevaleciera plenamente, y ahora que el triunfo ha sido asegurado no hay nada malo en salir de aquí’. Por tanto, salvo Hazrat Abdul’lah bin Yubair (ra) y cinco o siete Compañeros (ra), no quedaba nadie para asegurar el paso de la colina.

 

[Entretanto], cuando la aguda vista de Jalid bin Walid divisó el paso de la colina desde lejos, comprobó que se trataba de un campo abierto, ante lo cual reunió rápidamente a sus jinetes y se dirigió de inmediato hacia él. Detrás suya, Ikrimah bin Abu Yahl también le siguió con lo que quedaba del destacamento y rápidamente llegaron allí. Ambos destacamentos martirizaron al instante a Hazrat Abdul’lah bin Yubair (ra) y a los pocos Compañeros (ra) que permanecían a su lado, y atacaron repentinamente al ejército musulmán por la retaguardia. [Por su lado], seguros de su victoria, los musulmanes, que estaban desprevenidos y dispersos, se inquietaron por esta repentina desgracia. A pesar de ello, consiguieron recuperarse e intentaron repeler el ataque de los incrédulos. En ese momento, un astuto enemigo gritó: ‘¡Oh musulmanes! Los incrédulos han lanzado también un ataque por el frente opuesto’; (es decir, que un ataque había sido lanzado desde allí). Sorprendidos, los musulmanes volvieron sobre sus pasos y, en un estado de confusión, sin pensarlo, comenzaron a blandir sus espadas contra sus propios hombres.

Con todo esto, cuando Amrah bint Alqamah, una valiente mujer de La Meca, presenció este espectáculo, se adelantó inmediatamente, agarró la bandera de los qureish, que hasta entonces había estado tirada en el suelo, y la levantó en el aire. Al ver eso, el desmembrado ejército de los qureish volvió a reagruparse y, de este modo, los musulmanes se vieron rodeados por el enemigo por los cuatro costados, [por lo que] un terrible estado de pánico estalló en el ejército musulmán”.

 

Ya he mencionado esto con anterioridad en un sermón del viernes, [o sea] cómo [los enemigos] ganaron terreno y volvieron a levantar su bandera, etc.-

Luego, afirma:

“El Santo Profeta (sa), que estaba presenciando todo este espectáculo desde un lugar elevado, llamaba a los musulmanes una y otra vez, aunque su voz se ahogaba en el ruido de la conmoción de la batalla. Los historiadores escriben que todo esto ocurrió en tan poco tiempo, que la mayoría de los musulmanes incluso empezaron a atacarse entre sí, y no quedó distinción entre amigos y enemigos. Así, ciertos musulmanes fueron heridos a manos de otros musulmanes, y (como se mencionó en el sermón anterior) Hazrat Yaman (ra), el padre de Hazrat Huzaifah (ra), fue incluso martirizado accidentalmente por los musulmanes. En ese momento, Hazrat Huzaifah (ra) se encontraba cerca y empezó a exclamar: ‘¡Oh musulmanes, este es mi padre!’; aunque en aquel momento, ¿quién iba a hacerle caso? Después, el Santo Profeta (sa) quiso pagar el ‘dinero de sangre’ de Hazrat Yaman (ra) en nombre de los musulmanes, aunque Hazrat Huzaifah (ra) se negó a aceptar y dijo: ‘Perdono a los musulmanes por la sangre de mi padre’.”

Al narrar este incidente, Hazrat Jalifatul Masih II (ra) declaró:

“Llegó un momento oscuro y peligroso cuando el Mensajero de Dios (sa) fue herido y se produjeron tales incidentes por los que el éxito del ejército musulmán se transformó en derrota. Durante esta batalla había un paso de colina donde el Profeta (sa) designó y apostó a algunos de sus Compañeros (ra). Les ordenó que no abandonaran este paso de montaña, sea cual fuera el resultado de la lucha. [Posteriormente], cuando el ejército de los incrédulos se dispersó y huyó, estos Compañeros (ra) juzgaron erróneamente que ya no era preciso permanecer allí, y que ellos también debían ir y participar en el enfrentamiento. [No obstante], su comandante les repitió que el Santo Profeta Muhammad (sa) les había ordenado estrictamente que no abandonaran el paso de la montaña, pero ellos respondieron: ‘El Santo Profeta (sa) no quiso decir que debíamos permanecer aquí incluso cuando la batalla esté ganada. El significado de su instrucción es que permaneciéramos aquí solo mientras durara el enfrentamiento. Sin embargo, ahora que hemos alcanzado la victoria y el enemigo huye, también debemos intentar conseguir algunas bendiciones de la lucha. De ahí que el paso de aquella colina quedara desatendido.

Hazrat Jalid bin Walid, que por aquel entonces aún no se había hecho musulmán, era un joven con una vista muy aguda. [Así que] cuando vio huir a su ejército, miró hacia atrás y comprobó que el paso de colina estaba desguarnecido. Al ver esto, dio media vuelta y atacó a los musulmanes por la espalda; y como este ataque fue completamente inesperado para los musulmanes, entraron en un estado de shock total y, como consecuencia de su dispersión, fueron incapaces de enfrentarse con éxito al enemigo”.

Al mencionar este incidente en el comentario del versículo 64 del “Surah An-Nur”, Hazrat Jalifatul Masih II (ra) declaró:

“Que quienes actúan contra Su mandamiento se prevengan,

no sea que les aflija una prueba y caiga sobre ellos un doloroso castigo”, [24:64].

“Esta es la traducción del versículo”.

Luego continúa:

“Por consiguiente, observad cuánto daño sufrió el ejército musulmán porque se desobedeció una orden del Profeta (sa) durante la ‘Batalla de Uhud’, [pues] el Mensajero (sa) había designado a 50 personas para vigilar un paso de colina, que era tan importante, que llamó a su comandante Abdul’lah bin Yubair Ansari (ra) y le explicó: ‘Tanto si nos matan como si salimos victoriosos, no debéis abandonar este paso de montaña’. No obstante, cuando los incrédulos fueron derrotados y los musulmanes los perseguían, los soldados asignados para vigilar el paso de colina dijeron a su comandante: ‘Ahora somos victoriosos. Es inútil que permanezcamos aquí, así que permítenos alcanzar las bendiciones de participar en la yihad’; [aunque] su comandante les explicó: ‘No vayáis en contra de la orden del Santo Profeta (sa),  quien dijo que no debemos abandonar este paso elevado, tanto si somos victoriosos como derrotados. Por tanto, no puedo permitir que os vayáis’; y ellos replicaron: ‘No era la intención del Profeta (sa) que no nos moviéramos [de aquí] una vez alcanzada la victoria. Solo manifestó eso para enfatizar el punto; pero ahora que la victoria está cerca, no nos queda ningún deber aquí’.

 

Así pues, dieron prioridad a su opinión sobre la orden del Mensajero de Al’lah (sa) y abandonaron el paso de montaña cuando el ejército de los infieles huía, quedando solo su comandante y unos pocos soldados. [Entretanto], Jalid bin Walid miró hacia atrás y descubrió que dicho paso estaba sin vigilancia. Llamó a Amr bin Al-Aas -los dos aún no habían aceptado el Islam- y le dijo: ‘Mira, esta es la oportunidad perfecta. Vamos, demos la vuelta y ataquemos al ejército musulmán’. En consecuencia, los dos generales reunieron a sus compañeros que huían y, cortando el flanco del brazo del ejército musulmán, subieron a la colina. Los pocos musulmanes que quedaban no eran rivales para ellos y los enemigos los despedazaron. A continuación, atacaron al ejército musulmán por la parte de atrás.

Este ataque del enemigo fue tan repentino que los musulmanes, que estaban dispersos y saboreando su victoria, no pudieron reorganizarse. Solo unos pocos Compañeros (ra) se reunieron alrededor del Santo Profeta Muhammad (sa) y no eran más de 20. Pero, ¿durante cuánto tiempo podían resistir ante el enemigo? Finalmente, un grupo de incrédulos hizo retroceder a los combatientes musulmanes y el Santo Profeta (sa) quedó aislado en el campo de batalla. En estas circunstancias, una piedra golpeó el casco del Mensajero (sa), lo que provocó que un clavo se alojara en su cabeza, haciéndole caer inconsciente en una zanja. Algunos individuos malvados habían cavado una zanja y la habían cubierto [para que no se viera] a fin de causar daño a los musulmanes. Después de esto, algunos otros Compañeros (ra) fueron martirizados y sus cuerpos cayeron sobre el cuerpo bendito del Profeta (sa). [A continuación], se extendió el rumor que el Santo Profeta Muhammad (sa) había sido martirizado. No obstante, los Compañeros (ra), que fueron empujados hacia atrás por el ataque de los incrédulos, se reunieron de nuevo alrededor del Santo Profeta (sa) cuando los incrédulos retrocedieron y sacaron al Profeta (sa) de la zanja. Al poco rato, el Mensajero de Dios (sa) recobró el conocimiento y envió hombres a los cuatro lados del campo de batalla para reunir al ejército musulmán. Entonces tomó a sus Compañeros (ra) y se reunieron al pie de la montaña.

[En definitiva], tras estar dominando, el ejército musulmán sufrió una pérdida temporal, porque unas pocas personas desobedecieron una orden del Mensajero de Al’lah (sa), pues en lugar de seguir la guía del Santo Profeta Muhammad (sa), se basaron en sus propias conclusiones. ¡Si tan solo hubieran seguido el mandamiento del Santo Profeta (sa) como un pulso sigue los latidos del corazón! Si hubieran pensado que el resultado de seguir la orden del Profeta (sa) significaba que todo el mundo hubiera tenido que sacrificar sus vidas, hubieran considerado eso como insignificante. Debido a su propia interpretación, si no hubieran abandonado el paso de colina en que el Mensajero (sa) les había ordenado estrictamente permanecer, independientemente de si eran victoriosos o derrotados, entonces el enemigo no habría tenido la oportunidad de atacar de nuevo y el Santo Profeta Muhammad (sa) y sus Compañeros (ra) no habrían tenido que soportar dificultades. Por tanto, Dios Altísimo dijo que sufrieron las consecuencias de la desobediencia y ese fue el resultado de ello”.

 

En otro lugar, Hazrat Musleh Maud (ra) mencionó un comentario excepcional del “Surah Al-Kauzar”, que es una exégesis bastante detallada en el que se refiere a este incidente y escribe:

“Durante la ‘Batalla de Uhud’, Dios Altísimo dio [al principio] la victoria a los musulmanes, tras lo cual los incrédulos huyeron. Jalid bin Walid y Amr bin Al-Aas, dos extraordinarios generales del Islam, aún no lo habían aceptado y luchaban del lado de los incrédulos. El Santo Profeta (sa) fijó a algunos Compañeros (ra) en el paso de la colina y les ordenó estrictamente que no se movieran de ese lugar, independientemente de si ellos eran victoriosos o derrotados; si permanecían vivos o fuesen asesinados, no debían moverse de ese lugar. [En este sentido], los musulmanes, en aquellos tiempos -e incluso hoy-, sentían pasión por la ‘yihad’. [Pues bien], cuando los musulmanes obtuvieron el triunfo, las personas asignadas para proteger el paso de montaña le dijeron a su líder: ‘Por favor, permítenos luchar en lo que queda de la yihad. El Islam ha tenido la victoria y ahora ya no queda ningún peligro’. Él respondió: ‘El  Profeta (sa) nos ordenó no movernos de aquí tanto si alcanzamos la victoria como si somos derrotados, aunque ellos vivan o sea matados. Por consiguiente, debemos permanecer aquí’.

Y respondieron: ‘El Santo Profeta Muhammad (sa) no quiso decir que incluso tras vencer debemos permanecer aquí y no irnos. Nos colocó aquí como medida de seguridad. El enemigo ha huido ahora y el Islam ha salido victorioso. Ya no hay nada malo en que abandonemos este lugar y participemos en la yihad que aún queda’. Su líder contestó (y lo hizo con gran sabiduría): ‘Cuando un líder emite una orden, el subordinado no tiene derecho a tomar decisiones basándose en su propio intelecto. El Santo Profeta (sa) nos ordenó que no nos moviéramos de aquí, tanto si ganamos como si perdemos, vivamos o nos maten; y enfatizó que no debemos irnos de aquí. Por lo tanto, de acuerdo con su orden no debemos abandonar este lugar’. Sin embargo, ellos insistieron en su punto de vista erróneo y no aceptaron lo que puso de manifiesto; y le dijeron a su líder: ‘Puedes quedarte aquí si lo deseas. Nosotros nos vamos’. Por tanto, la mayoría de ellos se fueron, dejando atrás al líder y a algunas personas con él.

[En esos momentos], el ejército de los incrédulos estaba huyendo y Jalid bin Walid era extremadamente inteligente y siempre estaba alerta. Logró hazañas extraordinarias tras aceptar el Islam e incluso para los incrédulos fue un general excepcional. [Pues bien], mientras huía con su ejército, miró hacia el paso de colina y vio que estaba desatendido. Amr bin Al-Aas estaba con él y le dijo a Amr: ‘Esta es una oportunidad excelente’. Amr también miró hacia atrás y le dio la vuelta a su contingente. Jalid bin Walid fue alrededor por un lado y atacó el paso de montaña, mientras que Amr bin Al-Aas atacó por el otro. [Una vez] mataron a los musulmanes en el paso de esa colina, atacaron al ejército musulmán por la retaguardia. Los musulmanes se consideraban protegidos desde la ladera del paso de montaña, [por lo que ya] se habían dispersado y ya no estaban dispuestos en filas. [Entonces], se hallaban persiguiendo a los restos del ejército enemigo cuando, de repente, Jalid bin Walid y Amr bin Al-Aas atacaron por la retaguardia, lo que llevó a musulmanes a enfrentarse en solitario a contingentes enteros. Algunos musulmanes fueron martirizados, otros resultaron heridos y los que quedaron perdieron sus posiciones; y especialmente cuando el enemigo continuó el ataque y alcanzó al Profeta (sa), solo 12 Compañeros (ra) estaban con el Mensajero de Dios (sa).

Ambos generales, o sea Jalid bin Walid y Amr bin Al-Aas, llamaron a sus otros comandantes para que lanzaran un ataque. Así, un ejército de 3.000 personas atacó en forma de turba. En ese instante, los enemigos arrojaban piedras, disparaban flechas y las espadas se enfrentaban, mientras reinaba un estado de pánico y confusión entre el ejército musulmán. Dadas las circunstancias, los Compañeros (ra) ofrecieron sacrificios incomparables, aunque no pudieron resistir el ataque de un ejército revitalizado de 3.000 hombres. En el mismo, el Santo Profeta Muhammad (sa) perdió dos de sus dientes y [también] una piedra golpeó su casco y un clavo se alojó en su cabeza, y como resultado de ello cayó inconsciente en una zanja. Los cuerpos de los Compañeros (ra) cercanos al Santo Profeta (sa) cayeron sobre él y su bendito cuerpo quedó escondido debajo. Hubo una conmoción entre los musulmanes de que [aparentemente] el Profeta (sa) había sido martirizado. Los musulmanes ya estaban en estado de pánico, aunque al escuchar esta noticia perdieron toda la compostura que les quedaba. No obstante, fue la sabiduría de Dios Altísimo que cuando se supo entre los incrédulos que el Santo Profeta Muhammad (sa) había sido martirizado [que no fue el caso realmente], no atacaron más, sino que consideraron que era mejor partir inmediatamente hacia La Meca e informarles de la buena noticia de que el Santo Profeta (sa) había sido asesinado – Dios no lo quiera”.

 

Con respecto a la valentía y firmeza del Profeta (sa), hay una narración de Miqdad bin Amr sobre la “Batalla de Uhud” [en la que] él afirma:

“Por Al’lah, los idólatras mataron [a muchos musulmanes] e infligieron muchas heridas al Mensajero (sa). ¡Que se sepa, lo juro por Aquel que envió al Santo Profeta Muhammad (sa) con la verdad, que el Santo Profeta (sa) no se movió ni un centímetro y se mantuvo firme contra el enemigo! Un grupo de Compañeros (ra) venía hacia el Profeta (sa), aunque debido al ataque del enemigo, se veían separados de él. (En otras palabras, cuando los incrédulos atacaban, los Compañeros -ra- se veían dispersados y luego se reagrupaban). El Mensajero de Dios (sa) se paraba y continuaba disparando flechas con su arco y arrojando piedras, hasta que los idólatras eran obligados a retroceder, y él permanecía firme junto con un grupo de sus Compañeros (ra)”.

Según otro relato, se menciona que el Santo Profeta Muhammad (sa) se mantuvo firme en su posición y no retrocedió ni un solo paso. De hecho, continuó luchando contra el enemigo y les disparó flechas con su arco hasta el punto que la cuerda del mismo se rompió y la pieza que sostenía no era más grande que su mano, (es decir, la cuerda del arco con la que se disparan las flechas se rompió). [Presto], Ukasha bin Mihsan (ra) tomó el arco del Santo Profeta (sa) para arreglar la cuerda pero no pudo hacerlo y exclamó: “¡Oh Mensajero de Al’lah (sa), la cuerda del arco no es lo suficientemente larga!”. El Profeta (sa) le ordenó tirar de la cuerda del arco y así llegaría al final. [Entonces], Ukasha (ra) narra: “Juro por Aquel que lo envió con la verdad que, cuando tiré de la cuerda del arco, llegó al otro extremo y la envolví alrededor del arco dos o tres veces”. No era lo suficientemente larga para llegar al final, aunque tal vez milagrosamente se convirtió en suficientemente larga. A partir de entonces, el Mensajero (sa) tomó su arco y continuó disparando flechas, y Abu Talha (ra) se paró junto al Santo Profeta Muhammad (sa) y lo protegió. A continuación, el arco del Santo Profeta (sa) se rompió en pedazos y además se quedó sin flechas. [Rápidamente], Qutadah bin Numan tomó el arco y este desde ese momento permaneció en su poder. En su lugar, el Profeta (sa) entonces comenzó a arrojar piedras.

[Por su parte], Nafi bin Yubair cuenta que:

Escuchó a uno de los “Muhayirin” [musulmanes que emigraron de La Meca a Medina] decir que el día de Uhud vio que las flechas eran disparadas desde todas direcciones y que el Profeta (sa) estaba justo en medio de ellas. Todas las flechas caían lejos del Mensajero (sa); y narra además que ese día escuchó a Abdul’lah bin Shihab Zuhri decir: “Muéstrame dónde está Muhammad, porque si él sobrevive, yo no sobreviviré”. [Sorprendentemente], el Santo Profeta Muhammad (sa) estaba justo a su lado en ese momento y no había nadie con el Profeta (sa) en ese instante. Cuando avanzó hacia adelante, Safwan bin Umayyah lo reprendió, a lo que dijo: “Por Dios, no lo vi”. Por tanto, Dios Altísimo estaba protegiendo al Santo Profeta (sa) de esta manera; y manifestó además: “Por Al’lah, estuvo mantenido bajo protección de nosotros. Por Dios, cuatro de nosotros salimos de La Meca y habíamos jurado matarlo [o sea, al Mensajero (sa)]. Sin embargo, no pudimos alcanzarlo”.

Ibn Saad recoge que Abu Nimar Kinani declaró:

“Participé en la ‘Batalla de Uhud’ junto con los idólatras y había fijado cinco objetivos y les disparaba mis flechas. Buscaba al Santo Profeta Muhammad (sa) y estaba rodeado por sus Compañeros (ra) y las flechas caían a su izquierda y derecha, y algunas de ellas lo hacían delante de él o pasaban por encima suya. Más tarde, Dios Altísimo me guió hacia el Islam”; [es decir], posteriormente se hizo musulmán.

En relación a esto, el Mesías Prometido (as) escribe:

“La vida del Santo Profeta (sa) en La Meca es un ejemplo extraordinario, (el Mesías Prometido -as- mencionaba esto con referencia a la valentía del Profeta -sa-). Por un lado, tuvo que soportar dificultades toda su vida. [Posteriormente], durante la ‘Batalla de Uhud’, el Santo Profeta Muhammad (sa) se mantuvo firme en su propia lucha y el hecho de que proclamara que él era el Mensajero de Al’lah  [sa] en ese momento demostró su carácter, coraje y firmeza. Incluso mientras estaba en medio del enemigo, el Santo Profeta (sa) no ocultó su identidad; de hecho, lo anunciaba para hacerlo saber a todos”.

 

El Mesías Prometido (as) manifiesta además:

“Las dificultades que experimentan los Profetas y los ‘Auliyá’ [santos] no son como las maldiciones y humillaciones que han sufrido los judíos debido al castigo y el disgusto de Dios. De hecho, los Profetas demuestran un gran modelo de valentía. Dios Altísimo no tenía ninguna enemistad con el Islam, pero reflexionad sobre cómo el Santo Profeta (sa) quedó solo en la ‘Batalla de Uhud’. La sabiduría oculta detrás de esto fue para que se pudiera presenciar la valentía del Profeta (sa), quien estaba solo en medio de un ejército de 10.000 personas y anunció que él era el Mensajero de Al’lah (sa). [Ciertamente], ningún otro profeta tuvo la oportunidad de demostrar tal ejemplo”.

En la “Batalla de Uhud” hubo un ejército de 3.000 y, porque esto ha sido escrito en un periódico, es posible que el Mesías Prometido (as) se refiriera a dos batallas. En la “Batalla de Ahzab” [‘de los Confederados’], los incrédulos sumaban 10.000 y en otros enfrentamientos los enemigos estaban [presentes] en grandes cantidades. No obstante, el aspecto principal que el Mesías Prometido (as) está destacando es la valentía y el coraje del Santo Profeta Muhammad (sa), que incluso frente a los incrédulos permaneció solo. [En este sentido], ningún profeta tuvo la oportunidad de demostrar este ejemplo.

El Mesías Prometido (as) dice:

“Dios Altísimo es Todopoderoso y puede otorgar fuerza a quienquiera que Él desee. Así, la capacidad de presenciar a Dios se manifiesta a través de Su palabra; y es debido precisamente a este discurso Divino que los Profetas pusieron sus vidas ante Él. ¿Puede alguien cuyo amor es superficial hacer tal cosa?  Ningún Profeta que haya entrado en este campo [de acción] debido a este discurso Divino, se ha retirado de él o mostrado deslealtad, (o sea, cuando han hecho su proclama se han mantenido firmes en ella).

 

Se han dado muchas interpretaciones respecto al incidente de la ‘Batalla de Uhud, sin embargo, el hecho de este asunto es que se trataba de la manifestación de la grandeza y la gloria de Al’lah y, aparte del Santo Profeta (sa), nadie más tenía el poder de resistirlo. El Profeta (sa) se mantuvo firme mientras que los demás Compañeros (ra) perdieron sus posiciones. [Al final], si bien el Mensajero de Dios (sa) era inigualable en cuanto a su sinceridad y lealtad hacia Al’lah, no se puede encontrar un ejemplo de apoyo Divino como el que se le concedió al Mensajero (sa)”.

Si Dios quiere, seguiré narrando más detalles en el futuro.

Me gustaría ahora mencionar a uno de nuestros misioneros más veteranos, el Dr. Yalal Shams Sahib.

Ayer dirigí su oración fúnebre y quisiera también mencionar algunas cosas sobre él en este sermón del viernes. Era una persona consagrada muy capaz, inteligente, sencilla y leal. Ha fallecido recientemente a la edad de 79 años:

[¡En verdad, a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!].

Se graduó en la “Yamia Ahmadía” con el título de “Shahid” en 1969 y con muy buenas calificaciones. Inicialmente sirvió en varios lugares de Pakistán y luego, por instrucción de Hazrat Jalifatul Masih III (rh), fue enviado a Islamabad (Pakistán) para aprender la lengua turca. Posteriormente, a fin de proseguir sus estudios de lengua turca, se le envió a Turquía en 1974, donde obtuvo el doctorado en lengua turca con muy buenas notas. Más tarde se trasladó al Reino Unido por instrucción de Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) y tuvo la oportunidad de servir como misionero en el Reino Unido y Alemania, [por lo que] muchas personas han escrito sobre él desde Turquía, Alemania y el Reino Unido. Tenía un amplio círculo de amigos y mucha gente le conocía. Más tarde fue nombrado responsable del “Departamento de Turco” en el Reino Unido, cargo que desempeñó hasta su último aliento con la mayor sinceridad y dedicación.

Dios Altísimo le había dotado de un gran nivel de inteligencia, aptitud y entendimiento. Cuando se licenció en turco, la Universidad de Estambul le ofreció un puesto de profesor. Era un trabajo muy bueno y le tentaron con una cantidad considerable en concepto de salario. Ante esto, pidió consejo a Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) y Hazur (rh) no le indicó si debía o no seguir adelante con ello, sino que le dijo que rezara y que tras deliberar sobre el asunto decidiera. Así que él rezó ante Dios y [al final] dio prioridad a su vida de consagrado para siempre y rechazó la oferta. [Más tarde], en 2002, durante una visita oficial a Turquía, fue detenido junto con otros dos miembros [de la Comunidad] por llevar a cabo allí “tabligh” (predicación). [Por ello], tuvo el honor de ser encarcelado en el camino de Al’lah durante cuatro meses y medio.

Entre sus notables logros figura la traducción del Sagrado Corán al turco junto con sus colaboradores. Además, tradujo al turco docenas de libros del Mesías Prometido (as) y muchos folletos utilizados para propagar el Islam. Asimismo, escribió y publicó varios libros en turco. Era un académico y erudito que le apasionaba la lectura. Estudió en profundidad los libros del Mesías Prometido (as) y de los Jalifas. Tomaba notas de los libros. Aparte de libros de la Yamat, le gustaba leer libros de otras disciplinas. Era perspicaz y sagaz, y en sus conversaciones académicas con sus amigos y colegas hablaba muy profundamente. [Por otro lado], cuando se enfrentaba a una dificultad o no entendía algo, no se dejaba vencer por la arrogancia e incluso consultaba con los misioneros más jóvenes en busca de ayuda.

Tenía el don Divino y la habilidad de aprender idiomas, [pues] aparte de sus lenguas maternas, el urdu y el punyabi, se doctoró en turco y adquirió un extraordinario dominio de ese idioma. Al mismo tiempo, hablaba inglés, árabe, alemán y persa. De hecho, en algunas ocasiones, cuando no había nadie disponible que conociera el idioma, traducía al árabe los discursos de las reuniones con Hazrat Jalifatul Masih IV (rh). También hablaba saraiki [una lengua de la India]. [Es más], al principio, se encargaba de la traducción en directo del sermón de los viernes; no era una traducción simultánea, sino que traducía el sermón inmediatamente después de que se pronunciara. Los que conocen bien el turco alabaron su nivel y su vocabulario. Además era muy hábil hablando en público y escribiendo.

En definitiva, poseía muchas cualidades excelentes. Cumplió con creces los derechos hacia Dios y los de la humanidad. Tanto si uno estaba emparentado con él como si no, trataba a todo el mundo con cariño, y muchas personas me han escrito en este sentido. Era simpático y sociable. Sus encuentros con los demás dejaban siempre impresiones duraderas. Tenía plena fe y confianza en Dios Altísimo. Ayudaba discretamente a los pobres y a los que pasaban necesidad. Sentía un profundo amor por el Jalifato. Vio verdaderos sueños y visiones; y permaneció siempre ocupado en el recuerdo de Al’lah.

¡Que Dios Altísimo eleve su posición [espiritual] y que Él conceda a su esposa e hijos paciencia y fortaleza, y les permita continuar con sus virtudes!

Hay además otros tres miembros fallecidos [de la Comunidad] cuyo funeral voy a dirigir en ausencia:

El primero de ellos es Muhammad Ibrahim Bhambri Sahib, quien murió hace unos días a la edad de 106 años:

[¡Verdaderamente a Dios pertenecemos y a Él volveremos!].

Según algunos registros, su edad era de 106 años, aunque otros aseguran que tenía 109 años. Lo que es cierto es que alcanzó al menos 106 años. Por la gracia de Al’lah, era un “musi”, [parte del sistema de ‘Al-Wasiyat’].

El Ahmadíat entró en su familia a través de su padre, Chaudhry Abdul Karim Sahib, que juró lealtad en 1918 o 1919.

[Pues bien], en relación al juramento de iniciación [‘Baiat’] de su padre, Ibrahim Bhambri Sahib relata:

“Por la gracia de Dios Altísimo, mi familia entró en el redil del Ahmadíat a través de mi padre. Antes de eso, él pertenecía a la secta ‘Ahl-e-Hadiz’. En 1918, su visión se debilitó mucho al desarrollar cataratas y para su tratamiento acudió al ‘Hospital Nur’ de Qadián. Como mi padre era muy conocido, la gente se enteró enseguida de que Chaudhry Abdul Karim Sahib estaba ingresado en el hospital y muchos acudieron a visitarlo. El maestro Abdur Rehman Sahib, Mehar Singh y otras figuras respetables también venían de visita de vez en cuando por respeto a Chaudhry Sahib; y aquellos respetables visitantes empezaron a predicarle”.

Y continúa diciendo:

“A mi padre le quedó claro que Jesús (as) había fallecido. Su corazón había aceptado que Jesús (as) no estaba vivo y que, de hecho, había fallecido. Así, su corazón aceptó que el Mesías Prometido (as) era veraz porque Jesús (as) había fallecido, y el advenimiento del Mesías Prometido era la necesidad de la época. Este era el tiempo del advenimiento del Mesías Prometido y si no venía, ¿cuándo aparecería? [Así pues], juró lealtad en Qadián cuando aún no se encontraba recuperado; y al regresar a su pueblo, la gente se enteró de que había aceptado el Ahmadíat y fueron a verle para expresarle su pesar. La gente le dijo: ‘¡Oh Mian Abdul Karim, de haber sabido que te convertirías en un *Mirzai* [áhmadi, aunque es un término peyorativo] después de viajar a Qadián, habríamos permitido que te quedaras ciego con tal de evitar que fueras a Qadián’; y su padre respondió diciendo: ‘Mi sentido de la vista se ha agudizado, al igual que mi vista espiritual’. También decía: ‘La vista espiritual es más importante que la física y no tengo palabras para agradecer a Dios que me haya guiado por el camino recto. Puedo atestiguar abiertamente que el Mesías Prometido (as) es verdadero’.”

No obstante, había mucha malicia en los corazones de los aldeanos hacia el Mesías Prometido (as) y los clérigos habían envenenado sus mentes hasta tal punto de que decían: “Si afirmas ser el Mahdi, te aceptaremos, aunque no aceptaremos a Mirza Ghulam Ahmad [as]”. Ante esto, su padre les decía: “Observad, pues, que el hecho de que le haya aceptado -y con razón- es señal de su veracidad. Por consiguiente, también debéis aceptarlo”.

En 1926, el padre de Bhambri Sahib matriculó a este y a su hermano en la “Madrasatul [Escuela] Ahmadía” de Qadián. Viajaban ocho kilómetros cada día para ir a la escuela y recibir su educación. Su padre falleció en 1931 y sus hermanos intentaron obligar a su madre a que no enviara a Qadián a los dos hermanos, Ibrahim Bhambri Sahib y su hermano menor, alegando que tenían que viajar muy lejos y que, en su lugar, los matricularan en una escuela que estuviera más cerca. Sin embargo, su madre dijo: “No puedo hacer eso. Su padre los inscribió en la ‘Madrasa Ahmadía’ y ahora permanecerán en ella”. Así que ellos continuaron yendo a Qadián.

Tras terminar sus estudios en la “Madrasa” de Qadián, ingresó en la “Yamia Ahmadía” [universidad que prepara a los misioneros], ya que en aquella época era posible matricularse tras el séptimo curso; y en 1941, de forma privada, completó su examen de matriculación y en 1939 aprobó el examen “Maulwi Fazil”. Memorizó todo el “Qasidah” [poemas en árabe] del Mesías Prometido (as) y muchos poemas de “Kalam-e-Mahmud” y “Durr-e-Zamin”, [otros libros de poemas]; y asimismo memorizó muchas citas y era capaz de producir referencias al instante.

En 1939, tras aprobar el examen “Maulwi Fazil” de la Universidad de Punyab, consagró su vida y cuando fue a ver a Hazrat Jalifatul Masih II (ra), este le dijo: “Aprende a realizar trabajo de oficina”. El 1 de enero de 1944 fue nombrado profesor de estudios religiosos y árabe en la “Madrasa Ahmadía”. De 1941 a 1947 sirvió a la Yamat. Durante tres años, de 1941 a 1944, trabajó como secretario personal de Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) y más tarde sirvió en el “Nazarat Baitul Mal” [‘Departamento Financiero’], ya que Hazrat Musleh Maud (ra) le había aconsejado que aprendiera trabajo de oficina.

Más tarde, en 1947, fue nombrado profesor en la “Escuela Secundaria Talim-ul Islam” en Qadián y después de la partición pudo servir en la “Escuela Secundaria Talim-ul Islam” de Rabwah [Pakistán], donde trabajó hasta 1974. Luego, en 1974, se jubiló y de 1975 a 1994 sirvió en el departamento de “Waqf-e-Yadid” como inspector “Waqf-e-Yadid Nazim Irshad”. También trabajó con Hazrat Jalifatul Masih IV, Hazrat Mirza Tahir Ahmad (rh), y bajo sus instrucciones visitaba varios lugares para resolver diversos asuntos. Asumió la responsabilidad de enseñar a los “mual-limin” [instructores religiosos locales]. Fue presidente local de la zona de “Darul Nasr” durante más de cincuenta años. Era el “Imamus Salat” [el imam que dirigía las oraciones] y asimismo lo hacía con las oraciones de “Tarawih” [durante el Ramadán]. Había memorizado gran parte del Santo Corán.

Una de sus hijas dice:

“Trataba a sus familiares de forma ejemplar. Los hijos de nuestros parientes que vivían fuera de Rabwah se quedaban en nuestra casa para recibir educación. El secreto de su larga, bendita y activa vida era levantarse temprano por la mañana para [la oracion de] ‘fayr’, ocuparse en el recuerdo de Al’lah, caminar, montar en bicicleta para ir y volver de la escuela y del trabajo. Llevaba una dieta muy sencilla y siempre se mostraba contento y paciente; y sentía un inmenso y verdadero amor por el Jalifato”.

Y añade:

“Todos sus hijos estábamos en el extranjero y cuando le decíamos que también debía trasladarse al extranjero, nos respondía que necesitaba visitar y rezar diariamente en la tumba de Hazrat Musleh Maud (ra) y que, por lo tanto, no podía trasladarse fuera del país. Sentía un amor y un apego especiales por Hazrat Musleh Maud (ra). [De todas formas], cuando alguien acudía a él para pedirle oraciones, primero le decía que escribiera una carta al Jalifa de la época y luego rezaría por él; entonces, levantaba las manos y rezaba por esa persona. [Por otro lado], antes de dormir, recitaba todas los poemas del ‘Qasidah’ [poema en árabe que dice] ‘ya aina Faidil’lahi wa al-Irfani’ del Mesías Prometido (as) y lo recitaba entero antes de dormir”.

Continúa escribiendo:

“Mi padre recordaba a menudo un sueño que su padre había visto, (es decir, el abuelo de su hija). [El abuelo relataba]: ‘Ibrahim estaba subido en lo alto de un árbol de dátiles y yo estaba preocupado de que pudiera caerse, pero al seguir observando, [vi que] llegó a la copa del árbol’, por lo que mi padre interpretó que ese sueño significaba que tendría una larga vida y un gran conocimiento”.

Sheikh Mubarak Ahmad Sahib, que es el “Nazir Diwan” [‘Director de Recursos Humanos’], de Pakistán, nos cuenta:

“Yo fui su alumno y además enseñé junto a él como profesor en una escuela durante cinco años. En el internado, Bhambri Sahib trabajó como tutor y lo hizo durante mucho tiempo. Ya fueran áhmadis o no, trataba a todos los alumnos del internado con amor y compasión. Adoptaba un estilo específico de educación moral en función de la actitud y la personalidad de cada alumno. Los alumnos también se encariñaban rápidamente con él y le trataban con el mismo respeto y dignidad que a su padre. Pasaba la mayor parte del tiempo en el internado y dirigía las oraciones. Se centraba especialmente en los rezos de cada alumno y era muy cariñoso y compasivo”.

Yo también [dice Hazur] era su alumno y él era estricto conmigo. De hecho, cuando fui elegido “Nazir-e-Aala” [‘Director Ejecutivo Superior’] le recordaba su rigor y se reía. Pero junto a [la disciplina] era comprensivo y su intención era siempre la reforma.

Desempeñó honorablemente las responsabilidades de liderazgo y a menudo comentaba: “Conozco todas las casas en las que no hay una figura masculina, o las mujeres viven solas. Cuando los hombres de la casa están de viaje, me acerco a todas esas casas de camino al mercado, para que si tienen alguna tarea en la ciudad, me lo digan. Tenía una bolsa, un bolígrafo y un papel, y me escribían las cosas que necesitaban que llevara”. Luego dejaba las cosas y entregaba la compra en cada casa. Si alguien escribía una carta, la depositaba en la oficina de correos. Si llegaban cartas, las traía de correos y las entregaba en la casa correspondiente. Si alguien le pedía que le leyera la carta en voz alta, porque no sabía leer, él también se la leía en alto. Era extremadamente digno de confianza y no hablaba con los demás de los asuntos privados de nadie. Como era el “sadr” [‘presidente local’] de la zona, algunas esposas le presentaban ciertos casos y mencionaban las debilidades de sus maridos. Entonces, sin decírselo a los maridos, buscaba un buen momento, les daba consejos [a los hombres] y les explicaba el problema.

Así, la gente del barrio, fueran hombres, mujeres o niños, le consideraban como un padre bondadoso. Esta es la verdadera forma en la que aquellos que ostentan cargos deben convivir amistosamente con los demás e intentar reformarlos. Además, aconsejaba a los misioneros que memorizaran poemas y que leyeran la poesía del Mesías Prometido (as), ya que contiene consejos. Él mismo decía: “Leo el ‘Qasidah’ todas las noches y luego me voy a dormir”. Así pues, esto también sirve de consejo para los misioneros.

Durante su vida, una de sus hijas fue martirizada cuando llegaba a Rabwah desde un pueblo y él soportó este dolor con gran paciencia y resignación. Luego falleció otra hija suya en Londres y en ese momento él no se encontraba bien. Llevaron su cuerpo a Rabwah. En esa época, volvió a soportar esta pena con mucha paciencia, e incluso él mismo instruía a los demás para que fueran pacientes. A pesar de todo, tuvo una vida exitosa en todos los sentidos y una buena longevidad, y solía decir que la próxima morada es mucho mejor que esta morada.

¡Que Dios Altísimo eleve su estatus en el Cielo y permita a su progenie continuar las buenas acciones que él realizó!

La siguiente oración fúnebre que dirigiré es la de Yusuf Yaray Sahib, quien vivía en Ghana. Falleció hace unos días:

[¡Verdaderamente a Al’lah pertenecemos y a Él retornaremos!].

El Amir Misionero encargado de Ghana escribe que el fallecido era “musi” y un piadoso áhmadi. Ocupó diferentes cargos y fue bendecido con innumerables oportunidades para servir a la Comunidad. En el momento de su fallecimiento, ocupaba el cargo de presidente de dos juntas directivas de escuelas secundarias superiores áhmadis. Estaba adscrito al “Departamento de Talim” [‘educación’]. Antes de su jubilación, también fue director de los institutos superiores áhmadis de Potsin y Kumasi.

Yusuf Sahib también tuvo la bendición de servir como “Sadr Nacional” [‘Presidente Nacional’] del “Mayilis Juddamul Ahmadía” [‘La organización de los jóvenes áhmadis] de Ghana y durante la gira de Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) en 1988 ya ejercía como “Sadr Mayilis Juddamul Ahmadía”. Sirvió durante mucho tiempo en la sección de seguridad. El fallecido tenía fuertes vínculos con el “Departamento de Talim” y siempre se esforzó por mejorar la educación de la juventud áhmadi. Uno de sus nietos es misionero y actualmente sirve a la Yamat.

¡Que Dios le conceda misericordia y perdón!

La siguiente mención es de Al-Hajj Uthman bin Adam Sahib de Ghana, [quien] también falleció recientemente a la edad de 81 años:

[¡Ciertamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!].

Sobre él, el Amir y misionero en jefe narra:

“Era miembro de la institución de ‘Wasiyat’ y un áhmadi muy piadoso, y regular en sus oraciones diarias y en ofrecer su ‘chanda’ [contribuciones financieras]. Se esforzaba al máximo por participar en el trabajo de la Comunidad, sentía una gran devoción por el Jalifato y se esforzaba por inculcar esta misma pasión a sus hijos. Se centraba mucho en los conocimientos religiosos y seculares de sus hijos. Incluso desempeñó un gran papel en la traducción del Sagrado Corán a la lengua fanti”, [o sea, tradujo el Santo Corán a la lengua fanti y desempeñó un importante papel en ello.

Su esposa dice que el fallecido tenía un carácter muy paciente y era muy cariñoso. En 2012, por la gracia de Dios, tuvo la oportunidad de realizar el “Hall” [la ‘Peregrinación’ a La Meca]. Enseñó a muchos miembros de la Yamat a leer el Corán.

¡Que Dios Altísimo le conceda Su perdón y misericordia, y permita a su progenie continuar con sus buenas acciones!

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que continuaría relatando incidentes de la Batalla de Uhud.

Confusión causada a los musulmanes en la batalla

Su Santidad (aba) dijo que cuando los musulmanes abandonaron su puesto en el monte, los incrédulos lanzaron un feroz ataque desde la parte trasera. Sin embargo, incluso en este estado frenético, el Santo Profeta (sa) se mantuvo firme y paciente. El Santo Profeta (sa) llamaba a los compañeros para que volvieran al campo de batalla y lucharan.

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) quien escribe:

‘Cuando los Compañeros de ‘Abdul’lah bin Yubair (ra) vieron que la victoria había sido asegurada, le dijeron a su Emir, ‘Abdul’lah: “Ahora la victoria ha sido asegurada y los musulmanes están recogiendo botines de guerra. Permítenos unirnos también al ejército”. ‘Abdul’lah (ra) los contuvo y les recordó la estricta orden del Santo Profeta (sa), pero ellos se estaban volviendo descuidados en la alegría de la victoria, y por lo tanto, no se abstuvieron, y abandonaron sus posiciones diciendo: “Todo lo que el Santo Profeta (sa) dedujo fue que el paso de la montaña no debía dejarse vacío hasta que la seguridad prevaleciera plenamente, y ahora que la victoria ha sido asegurada, no hay nada malo en seguir adelante.” Por lo tanto, excepto ‘Abdul’lah bin Yubair (ra) y cinco o siete compañeros, no quedaba nadie para asegurar el paso de montaña. Cuando el agudo ojo de Khalid bin Walid divisó el paso de montaña desde lejos, le pareció que era un campo vacío, ante lo cual reunió rápidamente a sus jinetes y se dirigió inmediatamente hacia él. Detrás de él, Ikramah bin Abu Yahl también siguió su ejemplo con lo que quedaba del destacamento, y rápidamente llegaron allí. Ambos destacamentos martirizaron al instante a ‘Abdul’lah bin Yubair (ra) y a los pocos compañeros que permanecían a su lado y atacaron repentinamente al ejército musulmán por la parte trasera. Seguros de su victoria, los musulmanes, que estaban distraídos y dispersos, se desconcertaron por esta repentina desgracia. A pesar de ello, consiguieron recuperarse e intentaron repeler el ataque de los incrédulos. En ese momento, un astuto enemigo gritó: “¡Oh, musulmanes! Los infieles también han lanzado un ataque desde el frente contrario”. Sorprendidos, los musulmanes volvieron sobre sus pasos, y en un estado de confusión, sin pensar, comenzaron a blandir sus espadas contra sus propios hombres. En el otro bando, cuando Umrah bint Alqamah, una valiente mujer de La Meca, presenció este espectáculo, se adelantó inmediatamente y agarró la bandera de Quraish, que hasta entonces había estado tirada en el polvo, y la levantó en el aire. Al ver esto, el desmembrado ejército de Quraish se reagrupó de nuevo, y de esta manera, los musulmanes quedaron completamente rodeados por el enemigo por los cuatro costados. Un terrible estado de pánico estalló en el ejército musulmán. El Santo Profeta (sa), que estaba presenciando todo esto desde un lugar elevado, llamaba a los musulmanes una y otra vez, pero su voz se ahogaba en el ruido y la conmoción. Los historiadores cuentan que todo esto ocurrió en tan poco tiempo que la mayoría de los musulmanes empezaron a atacarse entre sí, sin que quedara distinción entre amigos y enemigos. Así, algunos musulmanes fueron heridos a manos de otros musulmanes, y Yaman (ra), el padre de Hudhaifah (ra), fue incluso martirizado accidentalmente por los musulmanes. En ese momento, Hudhaifah (ra) se encontraba cerca. Continuó exclamando: “¡Oh, musulmanes! Este es mi padre”, pero en ese momento, ¿quién le prestaría atención? Después, el Santo Profeta (sa) quiso pagar el dinero de la sangre de Yaman (ra) en nombre de los musulmanes, pero Hudhaifah (ra) se negó a aceptar y dijo: “Perdono a los musulmanes por la sangre de mi padre”‘.

(Vida y carácter del Sello de los Profetas (sa), Vol. 2, pp. 332-334)

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashiruddin Mahmud Ahmad, el Segundo Califa (ra), quien también detalló estos incidentes en su comentario del Capítulo 24 Versículo 64 del Sagrado Corán que dice:

No tratéis la llamada del Men­sajero como la llamada de uno a otro entre vosotros. Al‑lah en verdad conoce a aquellos de vosotros que se retiran furtivamente. Que quienes actúan contra Su mandamiento se prevengan, no sea que les aflija una prueba y caiga sobre ellos un do­loroso castigo.

El Santo Profeta (sa) herido en batalla

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashiruddin Mahmud Ahmad (ra) quien explicó el hecho de que en la refriega, el Santo Profeta (sa) fue golpeado por las rocas haciendo que los ganchos de su casco se clavaran en su cara, y cayó inconsciente. Tras esto, se extendió entre los incrédulos la falsa noticia de que, Dios no lo quiera, el Santo Profeta (sa) había sido martirizado. En definitiva, los musulmanes sufrieron grandes pérdidas, y esto podría haberse evitado si los musulmanes se hubieran adherido a las inequívocas instrucciones del Santo Profeta (sa).

Su Santidad (aba) dijo que el Segundo Califa (ra) también detalló estos incidentes en su comentario del capítulo 108 del Sagrado Corán, Al-Kauthar. Está registrado que sólo 12 compañeros permanecieron al lado del Santo Profeta (sa) en el monte cuando los incrédulos atacaron. Fue entonces cuando el Profeta (sa) fue golpeado con piedras que le hicieron perder dos dientes y cayó inconsciente. Al caer, los cuerpos de otros compañeros fallecidos también cayeron sobre él. Entre los incrédulos se extendió la falsa noticia de que el Santo Profeta (sa) había sido martirizado.

Valentía y Firmeza del Santo Profeta (sa)

Su Santidad (aba) presentó varias narraciones que destacan la valentía y firmeza del Santo Profeta (sa) durante la Batalla de Uhud. El Santo Profeta (sa) se mantuvo firme en la batalla y no dio ni un paso atrás, sino que se mantuvo en pie y disparó flechas constantemente hasta el punto de que la cuerda de su arco se rompió y tuvo que ser reparada. Entonces, el Santo Profeta (sa) también empezó a lanzar piedras. En una narración se dice que el Santo Profeta (sa) estaba de pie en medio de la batalla y que le lanzaban flechas desde todas las direcciones, pero que de alguna manera esas flechas no le alcanzaban.

Su Santidad (aba) citó al Mesías Prometido (as) quien destacó el hecho de que el Santo Profeta (sa) no ocultó el hecho de que era el Mensajero de Al’lah (sa) durante la batalla, indicando así su intrepidez y valentía. El Santo Profeta (sa) tuvo la oportunidad de estar prácticamente solo en la batalla contra miles de personas, una oportunidad para demostrar su valentía. Este tipo de oportunidad para exhibir tal valentía no se le concedió a ningún otro profeta.

Su Santidad (aba) dijo que seguiría destacando estos incidentes en el futuro.

Oraciones fúnebres

Dr Muhammad Yalal Shams

Su Santidad (aba) dijo que deseaba mencionar las buenas cualidades de un brillante servidor de la Comunidad, el Dr. Muhammad Yalal Shams, que estaba sirviendo como misionero. Su Santidad (aba) dijo que ayer dirigió sus oraciones fúnebres, sin embargo, deseaba hablar de él también durante el sermón del viernes.

Su Santidad (aba) dijo que era un consagrado muy capaz, inteligente y sencillo, que ha fallecido recientemente. Inicialmente sirvió en varios lugares de Pakistán. Luego, por instrucción del Tercer Califa (rh), estudió la lengua turca en Islamabad. Posteriormente fue enviado a Turquía para cursar estudios superiores de lengua turca, donde obtuvo el doctorado en lengua turca. Después, por instrucción del Cuarto Califa (rh), sirvió como misionero en el Reino Unido y Alemania. Como tal, conoció a muchas personas de Turquía, el Reino Unido y Alemania, que han escrito sobre él. Más tarde fue nombrado responsable de la Oficina Turca en el Reino Unido, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento. Estaba dotado de una gran inteligencia. Incluso le ofrecieron un puesto en la universidad de Estambul; era un buen trabajo con una excelente remuneración. Cuando recibió la oferta, pidió consejo al Cuarto Califa (r) sobre lo que debía hacer. El Cuarto Califa (rh) le aconsejó que tomara una decisión después de rezar y considerarlo cuidadosamente. Al hacerlo, decidió dar prioridad a su devoción por la vida y rechazó la oferta. En 2002 fue encarcelado en Turquía durante cuatro meses por predicar el mensaje del Islam Ahmadía. Ayudó a traducir el Sagrado Corán al turco, además de traducir docenas de otros libros, incluidos los del Mesías Prometido (as) al turco. Era extremadamente intelectual y le encantaba leer, tanto literatura de la Comunidad como de otro tipo. Era muy humilde y, a pesar de sus estimados conocimientos, no era demasiado orgulloso para pedir ayuda incluso a misioneros menores. Conocía varios idiomas. También solía traducir el sermón de los viernes. Los nativos turcos expresaban lo impresionados que estaban con su dominio de la lengua turca. Sentía un gran amor por el Califato. Veía sueños verdaderos. Siempre estaba ocupado en el recuerdo de Al’lah. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah eleve su posición, conceda paciencia a su esposa e hijos y les permita continuar el legado de sus virtudes.

Su Santidad (aba) dijo que dirigiría la oración fúnebre en ausencia de los siguientes miembros fallecidos:

Muhammad Ibrahim Bhanwri

Muhammad Ibrahim Bhanwri falleció recientemente a la edad de 106 años. El Ahmadíat se estableció en su familia a través de su padre. Muhammad Ibrahim Bhanwri estudió en la Madrassa Ahmadía de Qadian, tras lo cual estudió en Yamia Ahmadía. Después completó su matrícula y otros estudios. Más tarde dedicó su vida por el bien del Islam Ahmadía. El Segundo Califa (ra) le aconsejó que aprendiera trabajos de oficina. A partir de entonces ejerció como profesor y también ocupó diversos cargos. Fue presidente local de su zona durante más de cincuenta años. Su hija dice que el secreto de su larga vida era levantarse temprano para la oración matutina, permanecer ocupado en el recuerdo de Al’lah, caminar, ir en bicicleta a la escuela y al trabajo, una dieta sencilla y permanecer contento y paciente. Amaba mucho el Califato. Su Santidad (aba) dijo que también solía ser su alumno y dijo que era muy cariñoso, aunque también había sido estricto con él a veces. Su Santidad (aba) dijo que cuando era Nazir-e-A’la y le recordaba a Muhammad Ibrahim Bhanwri cómo había sido estricto con él, simplemente se reía. Sin embargo, al mismo tiempo, era muy compasivo y su propósito era la reforma. Aconsejaba a los misioneros que memorizaran las coplas del Mesías Prometido (as), ya que en ellas hay una guía, y luego daba su propio ejemplo de recitar toda la Qasidah árabe escrita por el Mesías Prometido (as) antes de irse a dormir. Una de sus hijas fue martirizada en Pakistán, y perdió a otra hija a causa de una enfermedad, a pesar de lo cual hizo gala de una gran paciencia. Vivió una larga y exitosa vida. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah elevara su posición y permitiera a sus hijos continuar el legado de sus virtudes.

Yusuf Iyareh

Yusuf Iyareh, de Ghana, recientemente fallecido. Era un ahmadí sincero y sirvió a la Comunidad en diversos cargos. Había formado parte de la junta directiva de dos escuelas secundarias ahmadíes. También había ejercido como director. También fue Presidente de la Asociación de Jóvenes Musulmanes Ahmadíes de Ghana. Siempre se preocupó por la educación de los jóvenes. Uno de sus nietos es misionero. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le conceda el perdón y la misericordia.

Al Hay Usman bin Adam

Al Hay Usman bin Adam de Ghana que también falleció recientemente. Era un ahmadí muy sincero. Ofrecía sus oraciones y limosnas con regularidad. Era un verdadero devoto del Califato e inculcó la misma pasión a sus hijos. Prestó un gran servicio traduciendo el Sagrado Corán a la lengua fanti. Enseñó el Sagrado Corán a muchas personas. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le conceda el perdón y la misericordia y permita a sus hijos continuar el legado de sus virtudes.

Resumen preparado por The Review of Religions

Share via