La vida del Santo Profeta (sa)
Sermón del viernes 19-07-2024
Después de recitar el Tashahud, Taawuz y el Surah Al-Fatiha, Su Santidad el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:
En el sermón anterior empecé relatando las batallas de Banu Mustaliq y continuaré con ello. Hay más detalles mencionados en libros de historia y hadices. Con respecto a esta expedición, en Sahih al-Bujari está escrito que cuando el Santo Profeta (sa) atacó a los Banu Mustaliq, les encontró desprevenidos. Estaban dando agua a su ganado en un manantial. El Santo Profeta (sa) ordenó matar a los combatientes y capturar a los niños. Este fue el día en que Juwairiyah vino al Santo Profeta (sa). El narrador afirma que este incidente le fue contado por Hazrat Abdullah bin Umar, quien formaba parte del ejército ese día.
Al narrar detalles de la batalla de Banu Mustaliq, biógrafos e historiadores han registrado ambas narraciones de una manera que da la impresión de que en las narraciones de Sahih al-Bujari hay una contradicción en la forma en que se libró la batalla. Esto se debe a que en la narración de Sahih al-Bujari se afirma que los musulmanes atacaron de una manera que los tomó por sorpresa, mientras que había narraciones contrastantes presentes en el momento en que Allama Ibn Hajar Asqalani escribió el comentario de Sahih al-Bujari. Allama Ibn Hajar Asqalani ha reconciliado estas dos narraciones al afirmar: “Es muy posible que cuando el ejército musulmán descendió repentinamente sobre el manantial y los rodeó, se mantuvieron firmes por un corto tiempo, después del cual formaron filas y lucharon. Los musulmanes salieron victoriosos y los Banu Mustaliq fueron derrotados”. Es decir. Los Banu Mustaliq fueron imprudentes en el ataque inicial, tal como lo afirmó el Imam Bujari. Posteriormente formaron filas y se produjo una batalla entre los dos ejércitos, como han escrito los historiadores.
En “La vida y el carácter del Sello del Profeta”, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) también concilia estos dos incidentes mencionados en Sahih al-Bujari y por otros historiadores de la siguiente manera:
“En este caso, también es necesario mencionar que hay una narración sobre esta Expedición en Sahih al-Bujari, donde se relata que el Santo Profeta (sa) atacó a los Banu Mustaliq en un momento en que no estaban preparados y estaban dando agua a sus animales. Sin embargo, si se contempla, esta narración no contradice el relato realizado por los historiadores. Más bien, ambas narraciones se relacionan con dos épocas diferentes. Cuando el ejército musulmán llegó cerca de Banu Musṭaliq, en ese momento, como no sabían que los musulmanes habían llegado tan cerca (aunque sabían que el ejército musulmán estaba a punto de llegar), ellos todavía estaban tranquilos y en un estado desorganizado. Es precisamente este estado el que Bujari ha mencionado. Sin embargo, cuando recibieron la noticia de que los musulmanes habían llegado de acuerdo con su preparación previa (porque se habían preparado para la batalla), inmediatamente se alinearon en orden de batalla y se prepararon para luchar. Los historiadores han aludido a este segundo estado. ‘Allamah Ibn Hajar y otros investigadores han reconciliado estas dos narraciones diferentes de esta misma manera, y es esta elucidación la que parece ser correcta”.
Un compañero llamado Hazrat Hisham bin Subabah (ra) fue martirizado durante esta expedición. Sólo un compañero fue martirizado y esto fue por error. Fue martirizado a manos de un musulmán. Su nombre era Hazrat Hisham bin Subabah (ra). Hazrat Aus (ra), un compañero de los Ansar, lo confundió con un idólatra y lo mató por error. Hazrat Hisham (ra) era de la tribu de Hazrat Ubadah bin Samit (ra). El martirio de Hazrat Hisham bin Subabah (ra) ocurrió mientras perseguía al enemigo. Cuando regresaba, soplaba una fuerte tormenta y el aire se llenaba de polvo. Durante estas circunstancias, se encontró con el compañero ansari Hazrat Aus (ra). Sin embargo, no pudo reconocerlo y supuso que era un idólatra, por lo que lo atacó y lo martirizó.
El hermano de Hisham, que residía en La Meca en ese momento y cuyo nombre era Miqyas bin Subabah, llegó a Medina y aceptó el Islam. Además, pidió dinero de sangre por el asesinato de su hermano, que fue asesinado por error. Ante esto, el Santo Profeta (sa) hizo que Hazrat Aus (ra) pagara el dinero de sangre por el asesinato del hermano de Miqyas bin Subabah, Hisham, lo cual aceptó. Sin embargo, después de tomar el dinero, Miqyas mató a Hazrat Aus (ra) por haber matado a su hermano y regresó a los Quraish y se convirtió en apóstata. Parece como si hubiera planeado hacer esto. En respuesta a esta conducta rebelde, que iba en contra de las tradiciones árabes, es decir, que lo mató, tras recibir el dinero de sangre, el Santo Profeta (sa) decidió que lo mataran como castigo por este injusto asesinato. En consecuencia, Miqyas fue asesinado durante la conquista de La Meca por un compañero llamado Numailah.
Hay narraciones que mencionan el apoyo de los ángeles durante esta batalla. Umm al-Mu’minin Hazrat Juwairiyah (ra) relata: “El Santo Profeta (sa) vino a nosotros mientras estábamos en Muraisi”. Escuché a mi padre decir: “Ha llegado un ejército tan grande que no tenemos la capacidad de enfrentarnos a él”. Fui testigo de tanta gente, armas y caballos que no tenía palabras para describirlo. (Hazrat Juwairiyah (ra) continúa) Cuando acepté el Islam, el Santo Profeta (sa) se casó conmigo y regresamos, fue entonces cuando vi a los musulmanes [correctamente]. No eran tan numerosos como había percibido inicialmente durante la batalla. Entendí que esto era un temor que Dios Altísimo envía sobre los corazones de los idólatras. Un individuo de entre los Banu Mustaliq –que más tarde se convirtió en musulmán– diría: “Vimos hombres blancos montados en caballos Ablaq (es decir, blancos y negros). No los habíamos visto ni antes ni después’”.
En relación al botín de guerra, está escrito que del botín hubo 2.000 camellos, 5.000 cabras y cautivos equivalentes a 200 familias. Algunos historiadores han escrito que hubo más de 700 cautivos. El Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat Buraidah bin Husaib (ra) para supervisar a los cautivos. Cualesquiera riquezas, posesiones y armas le fueron entregadas. Allí también fueron llevados los animales. Luego designó a su siervo Hazrat Shukran (ra) para supervisarlos.
Hazrat Mahmiah bin Jaza’ (ra) fue designado para administrar el Jumus y la parte para los musulmanes. Sacó al Jumus de toda la riqueza. Jumus, según la orden de Dios, es 1/5 del botín de guerra, que se reserva para Dios, Su Mensajero (sa), sus parientes cercanos y las necesidades generales de los musulmanes. Los cautivos fueron distribuidos entre el pueblo, así como las posesiones, animales, ovejas y cabras.
Anteriormente mencioné el incidente del matrimonio de Hazrat Juwairiyah (ra) con el Profeta Muhammad (sa). Entre los cautivos de la tribu Banu Mustaliq estaba Barrah, la hija del jefe de la tribu, Harith bin Abi Dirar. El Santo Profeta (sa) cambió su nombre a Juwairiyah. Anteriormente estuvo casada con Musafi’ bin Safwan, quien murió en la batalla de Muraysi. De acuerdo con la práctica común, el Santo Profeta (sa) distribuyó estos cautivos entre los soldados musulmanes y, como resultado de esto, Barrah bint Harith fue entregada a la custodia de un compañero Ansari, Thabit bin Qais (ra).
Para obtener su libertad, Barrah hizo un acuerdo de ‘Mukatabat’ con Thabit bin Qais. ‘Mukatabat’ es cuando un esclavo o una esclava llega a un acuerdo con su dueño para pagar una determinada cantidad de dinero a cambio de su libertad. Sin embargo, llegó a un acuerdo de que si pagaba tal o cual cantidad (acordó pagar 9 “Auqiya” de oro, lo que equivalía a 360 dirhams) entonces obtendría su libertad.
Después de este acuerdo, Barrah fue al Santo Profeta (sa) y le explicó su situación. Explicó que era hija del jefe de los Banu Mustaliq y pidió su ayuda para pagar el rescate. El Santo Profeta (sa) quedó profundamente conmovido por su historia y tal vez pensó que, dado que era hija del jefe de una tribu muy conocida, su conexión podría facilitar la difusión del mensaje del islam dentro de su tribu. Por tanto, pretendía liberarla y casarse con ella. Por lo tanto, él mismo le envió una propuesta, y cuando ella se mostró contenta y estuvo de acuerdo, él mismo pagó el rescate y se casó con ella.
Cuando los Compañeros vieron que su amado maestro se casó con una mujer noble de los Banu Mustaliq, sintieron que iba en contra del honor del Santo Profeta (sa) mantener a sus suegros en cautiverio. En consecuencia, unas cien familias, es decir, cientos de cautivos, fueron liberados repentina e inmediatamente sin ningún rescate. Es por eso que Hazrat Aisha (ra) solía decir que Hazrat Juwairiyah (ra) resultó ser una gran bendición para su pueblo. Esta relación y benevolencia llevaron a la gente de Banu Mustaliq a verse muy afectada por las enseñanzas del islam y se convirtieron en devotos seguidores del Santo Profeta (sa).
Otra narración también menciona que el padre de Hazrat Juwairiyah (ra), Hazrat Harith, acudió al Santo Profeta (sa) con el rescate por su hija y, después de pagar el rescate y liberarla, él mismo abrazó el islam. Luego se casó con el Santo Profeta (sa).
Se menciona en Sirat Ibn Hisham que cuando el Mensajero de Dios (sa) regresó a Medina de la Batalla de Banu Mustaliq, el padre de Hazrat Juwairiyah (ra), Harith bin Abi Dirar, vino a pagar el rescate por su hija. Cuando llegó al valle de ‘Aqiq, le gustaron especialmente dos camellos de entre los que había traído como rescate por su hija y los escondió en un pasaje estrecho en el valle de ‘Aqiq. Luego fue donde el Santo Profeta (sa) y le dijo: ‘Oh Muhammad (sa), has capturado a mi hija. Este es su rescate. El Santo Profeta (sa) le preguntó: “¿Dónde están los dos camellos que escondiste en tal pasaje del valle de ‘Aqiq?”. Muy afectado por esto, Harith respondió: “Doy testimonio de que no hay nadie digno de adoración excepto Al’lah! y tú eres el Mensajero de Dios’. Dijo: “Por Al’lah, que sólo Dios te ha informado de esto, pues no había nadie más allí excepto Harith y los dos camellos'”.
Durante este periodo, Harith y varios miembros de su tribu, incluidos sus dos hijos, se unieron al Islam. Una narración describe cómo el hermano de Hazrat Juwairiya, Abdullah bin Harith, trajo dinero para conseguir la liberación de sus compañeros de tribu de los Banu Mustaliq. En su camino, ocultó sus camellos y a un sirviente de Abisinia en un lugar lejano. Abdullah se acercó entonces al Santo Profeta (sa) y le pidió la liberación de los prisioneros. El Santo Profeta (sa) accedió, pero preguntó qué había traído Abdullah como rescate. Abdullah respondió que no había traído nada.
El Profeta Muhammad (sa) preguntó entonces a Abdullah: “¿Dónde está el joven camello y el siervo de tez morena que escondiste en tal y tal lugar?”.
Al oír esto, Abdullah declaró inmediatamente: “¡Doy testimonio de que A’lah es Uno y de que Muhammad es Su Mensajero!”
Explicó además que había escondido solo los objetos en cuestión y que nadie más había acudido a informar al Profeta antes que él. Tras ello, se unió al Islam.
Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe en “La vida y el carácter del Sello de los Profeta” sobre este incidente:
“Otro relato del matrimonio de Hazrat Juwairiya recoge que cuando su padre se acercó al Santo Profeta (sa) para conseguir la liberación de su hija, adoptó el Islam debido a la influencia espiritual del Santo Profeta (sa). Posteriormente, cuando el Santo Profeta propuso matrimonio a Hazrat Juwairiya, su padre aceptó encantado.”
Hazrat Juwairiya relata: “Tres días antes de la llegada del Profeta, (mientras se dirigía a los Banu Mustaliq) vi en sueños que la luna salía de Yathrib y se posaba en mi regazo. Me resistía a compartir mi sueño con nadie hasta que llegó el Santo Profeta. Cuando nos encarcelaron, tuve la esperanza de que este sueño se hiciera realidad. Cuando el Mensajero de Al’lah (sa) me liberó y se casó conmigo, por Dios que no dije nada sobre la libertad de mi gente (es decir, no suplicó en nombre de su gente que fueran liberados). En cambio, los musulmanes los liberaron de forma independiente. Yo lo ignoraba y sólo supe de su libertad más tarde por una prima, por lo que alabé a Dios Altísimo.”
Ibn Hisham relata que el Santo Profeta (sa) fijó la dote de su matrimonio con Juwairiya en 400 dirhams. El Santo Profeta (sa) regresó a Medina de esta expedición triunfante y con éxito, habiendo permanecido fuera de Medina un total de 28 días.
La expresión rebelde y pública de hipocresía de Abdullah bin Ubayy bin Sulul, el Jefe de los Hipócritas, durante el regreso de la Expedición de Banu Mustaliq, también se recoge en los relatos históricos.
Los detalles indican que, una vez finalizado el conflicto con los Banu Mustaliq, los musulmanes permanecieron en el pozo de Muraysi, que tenía muy poca agua. Todos los barriles extraídos estaban medio llenos. Sinan bin Wabr Juhani, un confederado de los Banu Khazraj, llegó al pozo en un momento en que un grupo de Muhajirin y Ansar (Residentes de Medina) estaban presentes. Sinan bin Wabr Juhani bajó su cubo para sacar agua y lo mismo hizo Jahja bin Mas’ud Ghifari, el sirviente de Hazrat Umar bin al-Jattab. Los cubos de Sinan y Yahja chocaron, y ambos se enfrentaron por ello. Como había poca agua, no alcanzaba para los dos. Yahja golpeó a Sinan, que empezó a sangrar. Sinan pidió ayuda a los Ansar y Yahja a los Muhajirin. Según una narración, llamó a los Quraish. Un grupo de entre ambas tribus se acercó y desenvainó sus espadas. La conmoción estuvo a punto de irse de las manos cuando el Santo Profeta (sa) fue informado, vino y acabó con el asunto. No obstante, hay otras narraciones que contienen más detalles.
Según una narración de Sahih al-Bujari, el motivo de esta disputa fue que uno de los muhayirin pateó por la espalda a un hombre ansari. Ante esto el hombre Ansari dijo: “Oh Ansar (Residentes de Medina), venid y ayudadme.” Del mismo modo, el Muhajir gritó: “Oh Muhayirin, venid en mi ayuda.” La razón por la que se pelearon fue el estanque del que bebía el camello del hombre Ansari (Residente de Medina). El Santo Profeta (sa) vino y dijo: “¿Por qué oigo gritos como los de la era de la ignorancia? ¿Qué estáis haciendo? Todo esto son tonterías.” El Santo Profeta (sa) fue informado de todo el incidente. El Santo Profeta (sa) dijo: “Debéis abandonar todas aquellas cosas que perturban la hermandad y la armonía. Todo el mundo debe intentar ayudar a su hermano, ya sea el opresor o el oprimido. Si ellos son el opresor, entonces deben detenerlo y si están siendo oprimidos deben ayudarlos.” Un grupo de los Muhayirin habló con Hazrat Ubadah bin Samit y un grupo de los Ansar habló con Sinan, ante lo cual éste renunció a su derecho. Se mencionó todo el asunto al Santo Profeta (sa) y se le explicó que Sinan renunciaba a su derecho.
Abdullah bin Ubayy estaba sentado con 10 hipócritas amigos suyos. Hazrat Zaid bin Arqam estaba sentado con ellos, pero era muy joven. Según algunas narraciones, aún no había alcanzado la adolescencia, mientras que otras afirman que sí. Cuando Abdullah bin Ubayy oyó el grito de Yahja llamando a los Quraish, se enfureció y dijo: “¡Por Dios! No he presenciado un día como éste. Por Dios, desde el momento en que el Santo Profeta (sa) puso el pie en Medina, detesté esta fe. Pero mi pueblo me desautorizó y aceptó el Islam. Ahora los Quriash nos dominan y nos superan en número en nuestra propia ciudad. Han mostrado ingratitud a nuestros favores. La gente de Quraish es semejante al proverbio (e hizo una analogía vulgar) ‘alimentas a un perro y cuando crece se da la vuelta y te devora’”. Dijo además: “Deseé haber muerto antes de oír un grito como el de Yahja. Soy testigo de todo esto y no puedo soportarlo. Por Al’lah Si llegamos a Medina, el hombre más respetado de Medina expulsará al más deshonrado.” Luego, dirigiéndose a los suyos que permanecían allí, dijo: “Vosotros mismos os habéis disparado en el pie. Les permitisteis quedaros en vuestra ciudad y ahora se han instalado aquí. Les disteis una parte de vuestra riqueza y ahora son ricos. ¡Por Dios! Incluso ahora, si se lo impedís, abandonarán vuestra ciudad y se irán a vivir a otro lugar. Esta gente no está contenta a pesar de todo lo que habéis hecho por ellos.” Intentó incitarles diciendo que los Muhayirin no estaban contentos a pesar de todos los favores que les habían hecho e incluso dijo que estaban dispuestos a morir para complacerles. Es decir, habían muerto por el Santo Profeta (sa) y habían dejado huérfanos a sus propios hijos por él, por lo que su número se redujo mientras que el de ellos aumentó.
Cuando Hazrat Zaid bin Arqam (ra) escuchó a Abdullah bin Ubayy decir que “al llegar a Medina la persona más honorable expulsaría a la persona más deshonrosa”, inmediatamente se puso de pie y dijo: “tú eres la persona más deshonrosa y baja entre tu gente y Muhammad (sa) es a quien Dios el Clemente le va a conceder la victoria y el honor y cuenta con el apoyo de los musulmanes.” Así demostró su sentido honor [por el Santo Profeta (sa)]. Ibn Ubayy respondió: “Guarda silencio, sólo lo decía en broma y de chiste.” Se volvió temeroso. Tras oír esto, Zaid bin Arqam (ra) fue a ver al Santo Profeta (sa). En ese momento un grupo de Muhayirin y Ansar estaban sentados en compañía del Santo Profeta (sa). Zaid (ra) informó al Santo Profeta (sa) de todo lo que Ibn Ubayy había dicho.
Según una narración de Bujari, Zaid bin Arqam (ra) contó esto a su tío, y éste informó entonces al Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) llamó inmediatamente a Zaid (ra). Al Santo Profeta (sa) no le gustó lo que Zaid (ra) había dicho y la tez de su bendito semblante cambió. El Santo Profeta (sa) dijo: “Muchacho, Tal vez te has enfadado con Ibn Ubayy.” Zaid (ra) respondió,”¡Oh mensajero de Al’lah! Por Al’lah, le he oido decir esto.” El Santo Profeta (sa) dijo: “Tal vez oíste mal.” Zaid (sa) contestó: “Oh Mensajero de Al’lah! Por Al’lah, no ha sido así.” Pero una vez más el Santo Profeta (sa) insistió diciendo: “Tal vez, te has confundido.” Zaid (ra) reiteró: “¡Oh Mensajero (sa) de Al´lah! No es así.”
Las palabras de Ibn Ubayy se extendieron entre el ejercito, y acapararon la atención de todos. Al mismo tiempo, algunos de entre los Ansar empezaron a recriminar a Zaid diciendo que había hecho acusaciones contra el jefe de su propia gente y que le había atribuido una afirmación que no había pronunciado. El tio de Zaid (ra) también expresó su preocupación diciendo, “¿En que pensabas?” El Santo Profeta (sa) piensa que estas mintiendo y está disgustado contigo.” Zaid (ra) respondió: “Por Al’lah, oí exactamente lo que dijo. Por Al’lah no había nadie que yo quisiera más que Ibn Ubayy entre la gente de Jazrall. Incluso si hubiese oído esto de mi propio padre, habría informado al Santo Profeta (sa) de ello.” No tendría miedo de nadie.” Tenía tanta fe que dijo que incluso si hubiese oído palabras de este tipo de su propio padre, aún así habría informado al Santo Profeta (sa). Además, dijo, ” Espero que Dios Altísimo envíe revelación Divina al Santo Profeta (sa) para confirmar lo que he dicho.” Zaid (ra) se sintió muy angustiado por la situación y posteriormente relató: “Nunca me había sentido tan deprimido por un asunto. Permanecí en mi casa.”
Con lo cual quiere decir que no salió del campamento donde se alojaban. No se refiere a su hogar en Medina, porque este incidente ocurrió fuera de Medina. Zaid (ra) evitó todo contacto con sus compañeros. Temía que la gente dijera que era un mentiroso. Mientras tanto, cuando los Ansar escucharon las instrucciones del Santo Profeta (sa) y como había respondido a Zaid, algunos de ellos se acercaron a Ibn Ubayy y le informaron de lo que había pasado. Aus bin Khauli dijo: “Oh Abu Habab (se dirigieron a él utilizando este nombre), si es verdad que has hablado de esta manera, entonces díselo al Santo Profeta (sa), para que el pueda buscar perdón para tí. No lo niegues por si viene una revelación Divina que haga patente que estas mintiendo. Pero, si no dijiste esto de lo que te acusan, entonces ve al Santo Profeta (as) y explícale lo ha pasado de verdad y jura que no dijiste tal cosa.” Abduallah bin Ubayy juró que no había dicho lo que decían. Acudió al Santo Profeta (sa), el Santo Profeta (sa) le dijo: “Oh Ibn Ubayy, si has hablado así, arrepiéntete.” Empezó a jurar que las afirmaciones de Zaid (ra) eran falsas.
Según otra narración, cuando Abdullah bin Ubayy se enteró de lo que estaba pasando, el mismo se fue al Santo Profeta (sa) y juró que no haber dicho aquello de lo que Zaid (ra) le acusaba. Según una tercera versión, fue el Santo Profeta (sa) que pidió que llamasen a Abdullah bin Ubayy y sus amigos y todos juraron que no habían hablado de esta manera. Los miembros de Ansar allí presentes, entonces decían que tal vez el jóven se había equivocado y no recordaba bien de lo había dicho Ibn Ubayy. Defendían así a Ibn Ubayy porque le consideraban una persona muy honorable y de mucho rango entre su gente. Mientras tanto, algunos se fiaban de Zaid (ra) y otros pensaban mal de él. Algunos creían que a pesar de ser solo un adolescente, decía la verdad. Pero la mayoría de los mayores consideraban que se había equivocado.
Hazrat Umar bin Al-Khattab (ra) relata: “Cuando ocurrió el incidente de Ibn Ubayy, acudí al Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) estaba sentado a la sombra de un arbol, y un criado de tez morena le daba un masaje en su espalda. Le pregunté, “¿Oh Mensajero de Al’lah, está usted sufriendo dolor de espalda?” El Santo Profeta (sa) respondió: “ayer por la noche, mi camello tropezó y sufrió una caída.” Luego empezamos hablar del tema actual y yo le dije: “Oh Mensajero de Al’lah, déme permiso para cortar el cuello de Ibn Ubayy y matarle.” El Santo Profeta (sa) respondió: “Si doy órdenes a los Compañeros para matarle, ellos lo harán, pero habría mucha gente en Medina en contra de ello.” Le dije: “Oh Mensajero de Al’lah, dé instrucciones a Muhammad bin Maslamah para que el sea el verdugo.” El Santo Profeta (sa) respondió: “No quiero que la gente empiece a decir que tengo la costumbre de matar a mis Compañeros.” Entonces dije: “En este caso debemos marcharnos de aquí.” El Santo Profeta (sa) estuvo de acuerdo.
Según otra narración, fue el Santo Profeta (sa) mismo quien ordenó a todos marcharse de aquel lugar. Esto ocurrió en un momento del día en el que el Santo Profeta (sa) no solía viajar. Es probable que el Santo Profeta (sa) sospechase que In Ubayy era de hecho culpable de haber comentado que al regresar a Medina él expulsaría a la persona menos honorable, por lo tanto, dio ordenes para la salida hacía Medina con la intención de ver la reacción de Abdullah ibn Ubayy. De todas formas, Hazrat Umar narra que comunicó a todos que debían ponerse en marcha.
En aquel momento, la temperatura aumentó rápidamente. Lo normal era hacer los viajes durante la parte menos calurosa del día, pero cuando se enteró de la noticia sobre Ibn Ubayy, decidió partir. La primera persona que encontró fue Sa’d bin Ubadah, aunque algunos dicen que fue Usaid bin Hudair. Ellos dijeron, “La paz, la merced y las bendiciones de Al’lah sean con usted.” El Santo Profeta (sa) respondió con las mismas palabras. Ellos dijeron, “Oh mensajero de Al’lah, ha comenzado su viaje en un momento de mucho calor, algo que usted no suele hacer.” El Santo Profeta (sa) le preguntó, “¿No habéis oido lo que vuestro compañero ha dicho?” Ellos preguntaron, “¿Qué compañero?” A lo cual el Santo Profeta respondió, “Abdullah bin Ubayy ha dicho que cuando regrese a Medina la persona más honorable expulsará a la más desgraciada.” Ellos contestaron: “Oh Mensajero de Al’lah (sa) expúlsele de Medina si usted así lo desea, porque él es un desgraciado mientras que usted es una persona especialmente honorable. El honor esta reservado para Al’lah, para usted y para los creyentes.” Además, dijeron: “Oh Mensajero de Al’lah, sea usted indulgente con él. Fue Dios Altísimo quien trajo a usted a Medina en un momento en que su pueblo estaba a punto de coronarle como su jefe. Dios Altísimo le trajo a usted a Medina y él cree que usted le ha arrebatado su reino.” Sea cual sea el caso, el Santo Profeta (sa) creía que Zaid (ra) decía la verdad y que Ibn Ubayy mentía. Pero en aquel momento, el Santo Profeta (sa) decidió por prudencia no pronunciarse sobre el tema diciendo: “Vamos a Medina a descubrir quién de verdad es el desgraciado y quién es el honorable. Al final se estableció que Abdullah bin Ubayy tenía la culpa. En otro momento haré referencia a los comentarios de Mirza Bashir Ahmad sobre este asunto.
El viernes que viene dará comienzo el Yalsa Salana de Reino Unid. Recemos para que Dios bendiga cada aspecto de este evento y que a través de Su bendición los voluntarios sean capaces de llevar a cabo sus responsabilidades de manera ejemplar y estén dispuestos a realizar sacrificios personales. Que Al’lah mantenga bajo su protección a los que han viajado. Que Al’lah mantenga bajo su protección a los que estan viajando, o preparando su viaje y a los que pronto llegarán.
Hablaré sobre algunos miembros fallecidos y dirigiré sus oraciones fúnebres. En primer lugar, mencionaré a Salimah Bano Sahiba, esposa de Hamid Kausar Sahib, quien trabaja como Nazir Da’wat ila en el sur de la India. Falleció hace unos días.
[Árabe]
(En verdad, pertenecemos a Dios y a Él regresaremos.)
Era Musiah [se inscribió al programa de al Wasiyyat]. Muhammad Hamid Kausar Sahib escribe: “Era hija del difunto Abdul Ghani Sahib de Bhaderwah, Jammu Cachemira, quien juró lealtad a través de Maulvi Muhammad Hussein Sahib en 1935. Hasta que se produjo la partición de la India, viajaba a Yalsa Salana Qadian todos los años a pie a través de un terreno montañoso y helado, mientras que parte de su viaje lo hacía en carro de caballos. Escuchó con mucha pasión los discursos de Hazrat Musleh Maud (ra)”. Escribe además sobre su esposa: “La asignación que recibíamos como devotos de por vida era mínima, sin embargo, ella siempre se mantuvo contenta con sus posibilidades. También recibía invitados y decía que Dios Altísimo ha bendecido esta asignación mínima de manera extraordinaria. Estaba contenta con lo que tenía y nunca se quejó”. Esta es una lección para aquellas personas que a veces se quejan. Kauser Sahib escribe además: “Me transfirieron de Srinagar (que fue su primer destino) a Mumbai, y ella sirvió allí como presidenta de Lallna Imai’lah (organización auxiliar de mujeres). Posteriormente, fui transferido a Kababir. Al mudarse, dijo que le resultaba difícil aprender árabe, por lo que aprendería los conceptos básicos de la conversación. Aprendió muy rápidamente el idioma y desempeñó un papel vital en la educación y formación moral de las mujeres”.
Durante 11 años, de 1986 a 1997, fue presidenta de Lallna Imai’lah en Kababir. Organizó allí la institución de Lallna Imai’lah. También puso en marcha el Ill’tema [convención de mujeres] anual. Incluso Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) la elogió y mencionó la celebración del Ill’tema anual de la asociación de mujeres en Kababir (el Ill’tema se estaba celebrando en ese momento) y que ese era su quinto Ill’tema. Dijo además que toda la asociación de mujeres de Kababir estaba formada por mujeres árabes, excepto una mujer de Cachemira, India, aunque ella también se había vuelto como las árabes. Se convirtió en una de ellas y luego se encargó de su formación moral». Él [su marido] declara además: “Luego, en 1998, regresé a Pakistán, y ella volvió conmigo. Hasta que su salud y las condiciones se lo permitieron, acudía casi todos los días a Bait al-Dua, Masyid Mubarak, bait al-Zikr y Bahishti Maqbarah para ofrecer sus oraciones”.
Sharif Odeh Sahib, presidente nacional de [la Comunidad en] Kababir, escribe: “fue nombrada primera presidenta de Lallna Imai’lah. Durante seis años consecutivos ejerció este cargo (su marido declaró un periodo más largo, pero aquí se mencionan seis años. Ejerció esta función mientras permaneció allí). A través de diversas conferencias y actividades religiosas, contribuyó decisivamente a la formación moral y la educación de las mujeres. Su trato amable y su excelente moralidad le allanaron el camino para forjar con éxito buenas relaciones. Aprendió a conversar en árabe rápidamente y se asimiló a las jóvenes de la Comunidad de allí como si fuera uno de ellas”.
Dice, además: “Durante los últimos veinte años, desde su regreso a Qadian hasta su fallecimiento, mantuvo contacto con las mujeres de Kababir. Mientras estuvo en Kababir, atendía a los invitados del Mesías Prometido (as). Era especialmente hospitalaria. También velaba por la limpieza del centro comunitario.”
Le sobreviven una hija y dos hijos. Uno de sus hijos, Ataul Majid Mubashir Kausar, trabaja como misionero en la MTA Al-Arabia en Qadian. Su hija, Bushra Kausar, vive en Holanda y es la esposa del Dr. Aimen Odeh. Ocupa el cargo de Secretaria Nacional Jidmat-e-Jalq en la asociación de mujeres de Holanda. Su hijo menor, Sharif Kauser – de hecho, su hijo mayor, Mubashir Kauser, está sirviendo en MTA Al-Arabia aquí en el Reino Unido. Sharif Kausar es un misionero que sirve en Qadian y es también Naib Sadr MKA, así como Jefe Adicional del Departamento de Audio y Vídeo. Que Dios Altísimo conceda Su perdón y misericordia a la difunta y permita a sus hijos continuar con sus virtudes.
La segunda mención es para Noorul Haq Mazhar Sahib de Lahore. Era el padre de Raghib Ziaul Haq Sahib, misionero en Tanzania. Ha fallecido recientemente
[Árabe]
(Ciertamente a Dios pertenecemos y a Él volveremos.)
Por la gracia de Dios Altísimo era un Musi.
Raghib Ziaul Haq Sahib escribe: “El Ahmadíat entró en su familia a través de su abuelo Munshi Muhammad Din Sahib, quien, junto con su tío, expresó interés en hacer Baiat en 1905. Este interés le llevó a ir a Qadian, y más tarde hizo Bai’at. También tuvo el honor de ofrecer oraciones detrás del Mesías Prometido (as). Pidió jurar lealtad, pero se le anunció que el Mesías Prometido (as) no se encontraba bien, por lo que el Baiat no se celebraría ese día. Así que regresó y más tarde juró lealtad de la mano de Hazrat Jalifatul Masih I (ra).
En 1974 vivía en una casa que había alquilado, y unos opositores prendieron fuego a la vivienda, quemándose todo lo que había en ella. Nadie le ofrecía refugio; entonces un áhmadi le dio refugio en su casa”. Dice: “Mi padre salió adelante en aquel pequeño hogar con paciencia y gratitud. Nunca pronunció una palabra de queja, ni se lamentó de que todo lo que tenía se hubiera quemado. A su vez, tiempo después Dios Altísimo le permitió construir su propia casa y él siempre decía que Dios Altísimo se lo había concedido a cambio de sus sacrificios en 1974.
En 1974 se encargaba de la seguridad de la mezquita de Mughal Pura cuando unos no musulmanes atacaron la mezquita. Le golpearon en la cabeza con una barra de hierro que le hirió, y esta cicatriz permaneció en su cabeza el resto de su vida.” Dice: “Siempre he visto a mi padre ofrecer tahayud [oraciones voluntarias antes del amanecer] con fervor; era muy exigente a la hora de ofrecer sus oraciones. Su casa servía de centro de oración, y él dirigía las cinco oraciones diarias. Aconsejaba a todos en casa que recitaran el Sagrado Corán y ofrecieran sus oraciones”. Dice: “Una vez el clérigo de la ciudad local pronunció un discurso diciendo que los áhmadis tenían un Corán diferente y que ofrecían las oraciones de forma distinta.” Dice: “En aquel momento, uno de nuestros vecinos no áhmadi estaba sentado en la mezquita, se levantó y dijo: ‘Maulvi Sahib, se equivoca, porque en nuestra calle sólo hay una casa desde la que se pueda oír el sonido del Corán recitado, y es la casa de Noorul Haq. Recita el mismo Corán que nosotros’”.
Hoy en día los clérigos son tan temidos que nadie podría decir esto. En cualquier caso, tenía fama de anciano honorable en su ciudad. Al final de su enfermedad, incluso los más acérrimos opositores al Ahmadíat le visitaron para ver cómo se encontraba. Era extremadamente generoso y solidario con los pobres. Enviaba raciones a los necesitados sin decírselo a nadie. Le sobreviven un hijo y tres hijas. Una de sus hijas, Amatul Matin, es la esposa del misionero Alim Mahmud Sahib, y debido a que se encuentra en Ghana no pudo asistir al funeral ni estuvo allí en el momento de su fallecimiento. Su hijo, Raghib Ziaul Haq, presta servicio como misionero en Tanzania y, debido a que se encuentra en el campo de servicio, tampoco pudo participar en el funeral de su padre. Que Dios Altísimo conceda al difunto el perdón y la misericordia y otorgue a todos paciencia y tolerancia.
La siguiente mención es la de Amatul Hafiz Nighat Sahiba, esposa del difunto Muhammad Shafi Sahib de Rabwah. También falleció recientemente. La fallecida era Musia. Era la suegra de Mubarak Tanvir Sahib, misionero en Alemania. Su hija Amatul Jameel Ghazalah es Vicepresidenta Nacional de Lallna Imai’lah Alemania.
Amatul Jameel Sahiba escribe: “Mi madre era asidua al ayuno y a las oraciones. Poseía cualidades elevadas y era una persona piadosa. Si alguna vez alguien le pedía oraciones, ella lo consideraba obligatorio para sí misma y se ponía a rezar con total preocupación mientras era investida y con dolor en el corazón. Tenía un vínculo de extrema lealtad con Jalifato, y lo transmitió a sus hijos. Ella estaba a la vanguardia del servicio a la Comunidad y prácticamente nos enseñó que el verdadero valor reside en el servicio a la fe. Sirvió a Lallna Imai’lah en varios puestos de responsabilidad. Le apasionaba difundir la fe. Caminaba a lugares lejanos para difundir la fe cuando no había tanta oposición y estaba permitido hacer Tabligh. Siguió haciéndolo durante una época en la que no se presentaban demandas por hacerlo. Organizaba campamentos médicos y distribuía medicamentos homeopáticos. Gracias a sus esfuerzos, Dios Altísimo permitió que unas 50 personas hicieran Baiat. La gente se unió a la Comunidad gracias a sus esfuerzos. Aunque para los estándares mundanos no era muy culta, sentía pasión por adquirir conocimientos. Leía libros religiosos, era capaz de mantener conversaciones con conocimiento de causa y hablaba a cada cual según su nivel de comprensión. Nunca dejaba que un mendigo saliera de su casa con las manos vacías. Siempre aconsejaba a las mujeres que, en lugar de mendigar, intentaran ganarse la vida. Acogió en su casa a muchas niñas desfavorecidas y se ocupó de su educación, además de sufragar gustosamente los gastos de sus matrimonios. Siempre trató a todos con gran amabilidad”. Ghazala Sahiba dice: “Cuando fui a verla, me dijo: “Eres una consagrada, por eso no te retendré; deberías volver cuando termines tu permiso”. También quise llamar a mi hermano cuando su enfermedad se agravó, pero me dijo: ‘No, es un consagrado, déjalo'”. Le sobreviven dos hijos, dos hijas y muchos nietos, todos los cuales sirven a la Comunidad de una forma u otra. Creó un ambiente muy virtuoso en su casa. Por la gracia de Dios Altísimo, sus dos yernos sirven a la Comunidad.
Que Dios Altísimo le conceda el perdón y la misericordia y permita a su descendencia continuar el legado de sus virtudes.