Hombres de excelencia
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)

Hombres de excelencia

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Sermón del viernes – 24/02/2023

Después de recitar el Tashahhud, el Ta’awwudh y la Surah al-Fatihah, el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:

Hoy ofreceré algunos detalles adicionales en relación con los compañeros Badri que he estado mencionando, completando así la serie de los compañeros badri que deseaba exponer.

Con respecto a Hazrat Amir bin Rabi’ah (ra), se dice que su padre se llamaba Rabi’ah bin Ka’b bin Malik. Tambi’en hay algunas narraciones suyas.

Abdul-lah bin Amir bin Rabi’ah relata, bajo la autoridad de su madre, Hazrat Umm Abdillah Laila bint Abi Hathmah: “Nos disponíamos partir hacia Abisinia, y Amir bin Rabi’ah se fue a hacer un recado cuando vino Hazrat Umar – que en ese momento aún era politeísta- y se detuvo enfrente de mí. El nos había sometido a graves dificultades y crueldades. Hazrat Umar (ra) me dijo: “¡Oh Umm Abdillah!, ¿te vas?” Le respondí: “Sí, por Dios, vamos a la tierra de Dios hasta que Él nos otorgue facilidad”. Nos habéis causado mucho dolor y habéis sido muy crueles con nosotros”. Al oir esto, Hazrat Umar dijo: “¡Que Dios sea vuestro Protector!”. Ella dice: “Ese día percibí una compasión en la voz de Hazrat Umar (ra) que nunca había sentido antes”. Seguidamente, Hazrat Umar se marchó y se entristeció por nuestra partida”. Continúa: “Cuando Hazrat Amir regresó tras realizar sus tareas, le dije: “¡Abu Abdillah!, ¿Has visto a Umar, su afecto y su tristeza? (Ella debió informarle). Hazrat Amir respondió: “¿Deseas que se haga musulmán? Yo le respondí afirmativamente. Hazrat Amir dijo: “El burro de Umar Jattab puede hacerse musulmán, pero el hombre que acabas de ver (es decir, Hazrat Umar) no puede aceptar el Islam”. Hazrat Laila dice: “Hazrat Amir dijo esto ante la desesperanza que había surgido debido a la persecución y la crueldad que Hazrat Umar le hizo padecer por haber aceptado el Islam.”

Hazrat Abdul-lah bin Amir bin Rabi’ah (ra) relata que su padre dijo: “El Santo Profeta (sa) nos envió a la Expedición de Najlah, también conocida como la Expedición de Abdul-lah bin Jahsh, que tuvo lugar antes de la Batalla de Badr. Nos acompañaba Hazrat Amr bin Suraqah, que era delgado y alto. En el camino tuvo tanta hambre que quedó encorvado por esa causa y no pudo continuar con nosotros y se desplomó (tal era su estado de desfallecimiento). Entonces atamos firmemente una piedra a su estómago y a su espalda, y pudo acompañarnos. Llegamos a una tribu árabe que nos dio hospedaje. Después, salió y dijo: “Solía creer que las piernas de una persona son las que sostienen su estómago, cuando en realidad, es el estómago de una persona el que sostiene sus piernas”. Cuando alguien padece hambre, inanición y debilidad, es incapaz de caminar.

Hazrat Abu Umamah relata que, en una ocasión, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Amir bin Rabi’ah y Hazrat Sahl bin Hunaif a una misión de espionaje.

En el año 8 después de la hégira, Hazrat Amir bin Rabi’ah participó en la Batalla de Salasil. En esta batalla, su brazo fue alcanzado por una flecha, causándole una herida.

Abdul-lah bin Amir relata, bajo la autoridad de su padre Hazrat Amir bin Rabi’ah, que en una ocasión, el Santo Profeta (sa) pasó junto a una tumba y preguntó de quién era. La gente respondió que era la tumba de una mujer. Respondió: “¿Por qué no me habéis informado?”. La gente respondió: “Estabas dormido, así que no quisimos despertarte”. Al oír esto el Santo Profeta (sa) dijo: “No hagáis esto, debéis llamarme para los funerales”. El Santo Profeta (sa) formó filas allí mismo y dirigió su oración fúnebre al lado de la tumba.

Abdul-lah bin Amir cuenta que su padre Hazrat Amir bin Rabi’ah dijo: “Cuando el Santo Profeta (sa) nos enviaba a alguna expedición, sólo disponíamos de un saco de dátiles como provisiones. El jefe del ejército distribuía un puñado de dátiles entre nosotros hasta que, poco a poco, terminaba repartiendo un solo dátil. Luego, cuando comenzaban a terminarse lentamente cada persona recibía un solo datil”. Hazrat Abdul-lah cuenta: “Dije: “¡Oh padre!, ¿cómo podría un solo dátil bastaros o llenar vuestros estómagos?”. Él respondió: “Hijo, no digas eso, pues sólo nos dimos cuenta de su importancia cuando no teníamos ni siquiera eso”. Pregunta a los hambrientos la importancia que posee un solo dátil.

Cuando Hazrat Umar (ra) expulsó a los judíos de Jaibar y distribuyó la tierra del Valle de Qura, Hazrat Amir bin Rabi’ah estaba entre los que recibieron una parcela de tierra.

Hazrat Amir acompañó a Hazrat Umar (ra) cuando fue a Jabiah, un asentamiento en las afueras de Damasco. Según una narración, Hazrat Amir sostenía la bandera de Hazrat Umar. Además, cuando Hazrat Uzman (ra) partió para el Hall (peregrinación a la Meca), nombró a Hazrat Amir como su representante -o líder en su lugar- en Medina.

Existen controversias sobre el fallecimiento de Hazrat Amir bin Rabi’ah. Según algunos, falleció durante el jalifato de Hazrat Uzman (ra), mientras que otros dicen que falleció en el año 32 o 33 dH. Algunos incluso dicen que falleció en el año 36 dH, mientras que otros afirman que fue en el año 37 dH. Según Allamah Ibn Asakir, las narraciones sobre su fallecimiento en el año 32 AH parecen ser las más precisas. En la narración relativa a su fallecimiento, se cuenta que tras el martirio de Hazrat Usman (ra), Hazrat Amir solía permanecer en su casa la mayor parte del tiempo. La gente no supo nada de él hasta el día en que su cortejo fúnebre salió de su casa.

Abdul-lah bin Amir narra, de parte de su padre, Hazrat Amir bin Rabi’ah: “Durante la época del Santo Profeta (sa), un hombre de la tribu de Banu Fazarah se casó con una mujer con una dote de dos zapatos. El Santo Profeta (sa) declaró este matrimonio lícito”. En otras palabras, incluso una dote tan exigua como esta se consideraba lícita.

Abdul-lah bin Amir narra, de parte de su padre, Hazrat Amir bin Rabi’ah que una vez, durante un viaje, vio al Santo Profeta (sa) ofrecer dos oraciones voluntarias a lomos de su camella por la noche. El Santo Profeta (sa) dirigía su mirada hacia la misma dirección en que marchaba la camella. Durante el viaje, está permitido ofrecer oraciones mirando hacia la parte delantera del medio de transporte.

Hazrat Amir bin Rabi’ah narra: “Acompañé al Santo Profeta (sa) en un viaje durante una noche oscura. Nos detuvimos en un lugar. Un hombre acumuló allí algunas piedras y preparó un lugar para la oración, y rezamos en ese lugar. Por la mañana nos dimos cuenta de que nuestra dirección [para la oración] era opuesta a la Qibla. Le dijimos al Santo Profeta (sa): “¡Oh Profeta de Dios!, Anoche rezamos en dirección opuesta a la Qibla”. Se dice que, tras esto, Dios reveló el siguiente versículo: (árabe): “A Al´lah pertenecen el Este y el Oeste; así que a dondequiera que os volváis, allí estará el rostro de Al´lah”. En otras palabras, no hay nada incorrecto si se hace esto por un malentendido. Es muy posible que el Santo Profeta (sa) recitara este versículo en aquel momento. No significa necesariamente que se revelara en ese momento. No obstante, se trata de una narración de Hilyat al-Auliya.

Hazrat Amir bin Rabi’ah narra que el Santo Profeta (sa) dijo: “A quien recita el Durud (invocación de  bendiciones sobre el Profeta del Islam (sa)) una vez, Dios le envía salutaciones de paz diez veces. Así pues, queda a vuestro criterio ofrecer saludos de paz con menor o mayor frecuencia”.

En otra narración, Hazrat Amir bin Rabi’ah menciona que el Santo Profeta (sa) dijo: “Durante el tiempo en que una persona me ofrece saludos de paz, los ángeles le envían saludos de paz. Por lo tanto, está en manos de la persona ofrecer saludos de paz en mayor o menor medida”.

A continuación, me referiré a Hazrat Haram bin Milhan (ra). Se dice que Hazrat Haram bin Milhan no tuvo descendencia. Hazrat Abdul-lah bin Abi Talhah narra: “Hazrat Anas me dijo que el Santo Profeta (sa) encargó a su tío, Hazrat Haram bin Milhan—hermano de Umm Sulaim – ir hacia los Banu Amir junto con setenta hombres montados. El jefe de los politeístas allí era Amir bin Tufail, quien pidió al Santo Profeta (sa) que aceptara una de sus tres condiciones. Dijo que los habitantes de las ciudades seguirían al Santo Profeta (sa), mientras que los aldeanos quedarían bajo su liderazgo. O bien que él sería el sucesor del Santo Profeta (sa) tras su fallecimiento. De lo contrario atacaría al Santo Profeta (sa) con un ejército de 2.000 hombres desde Ghatafan. Amir enfermó de peste en casa de una mujer. Amir dijo: “Estoy aquejado de forúnculos comunes, los mismos que afectaron a un camello joven perteneciente a una mujer de la progenie de Salul. Traedme mi caballo”. Montó en su caballo y murió a lomos de él. Su final se ha mencionado justo al principio [de la narración]. En la narración se menciona a su tribu y afirma que Hazrat Haram bin Milhan, que era hermano de Hazrat Umm Sulaim, fue a Banu Amir acompañado por un hombre cojo y otro hombre que pertenecía a una tribu determinada. Haram se dirigió a los dos hombres y les dijo: “Quedaos cerca de mí. Me acercaré primero a la gente [de Banu Amir].   Si me reciben pacíficamente, seguidme, pero si me matan, volved con vuestros compañeros e informarles”. Hazrat Haram se dirigió a Amir y le preguntó: “¿Me recibes en son de paz para que pueda transmitir el mensaje del Santo Profeta (sa)?”. Tras decir esto, comenzaron a conversar. La gente de la tribu hizo una señal un individuo para que se acercara por detrás y este, tendiéndole una emboscada, le atravesó el cuerpo con una lanza. Hazrat Haram (ra) cogió la sangre de las heridas con sus manos y, frotándolas en rostro, dijo: “(árabe) Dios es Grandísimo. Por el Señor de la Kaaba, he logrado mi propósito”. Entonces persiguieron a los demás y los mataron, y también atacaron a los qaris (los que habían memorizado el Corán) y los mataron a todos excepto al hombre cojo que se había subido a la cima de la montaña. Dios nos reveló los detalles de esto. Después concluyó la mención de estas personas. [El cojo anunció:] “Di a nuestra gente que hemos encontrado a nuestro Señor. Él está contento con nosotros y nos ha concedido el regocijo”. A partir de entonces, el Santo Profeta (sa) oró contra esa gente durante 30 días cada mañana, en concreto, contra las tribus de Ri’l, Dhakwan, Banu Lihyan y Usayyah, que traicionaron a Dios y al Santo Profeta (sa). Esta es una narración de Bujari

Según Hazrat Anas, conforme a otra narración de Bujari, él [Hazrat Haram] fue atacado con una lanza en lugar de un arpón. Según otra narración, el Santo Profeta (sa) oró contra las dos tribus de Banu Sulaim, Ri’l y Dhakwan, durante un mes durante las oraciones de la mañana. Hazrat Anas informa de que ese era el comienzo de la oración Qunut (una oración que se ofrece estando de pie). Antes no realizaban la oración del Qunut.

Al mencionar el incidente del martirio de quienes memorizaron el Corán y su espíritu de sacrificio, Hazrat Musleh Maud (ra) afirma: “Al estudiar la historia, aprendemos que los compañeros iban a la guerra como si su martirio les brindara paz y satisfacción. No consideraban dolor a ningún dolor que se les infligiera, sino más bien, consuelo. Así, a través de los relatos históricos hallamos innumerables ejemplos que demuestran que los compañeros consideraban que morir en el camino de Dios era una fuente de satisfacción para ellos. Está el ejemplo de aquellos Huffaz [los que han memorizado el Sagrado Corán] que fueron enviados a una tribu de Arabia Central con el propósito de propagar el Islam. Entre ellos estaba Haram bin Milhan (ra) que fue al encuentro de Amir bin Tufail, el líder de la tribu Amir mientras el resto de la delegación se quedó atrás. Al principio, Amir bin Tufail y los miembros de su tribu lo acogieron abiertamente por hipocresía. Sin embargo, en cuanto se sentó y se puso cómodo y comenzó a predicar el Islam, un miserable hizo señas a su compañero, que atacó a Haram bin Milhan por la espalda con una lanza y le hizo caer. Mientras caía, salían de sus labios las siguientes palabras:

[Árabe]

es decir, ‘¡Por el Señor de la Kaaba! He alcanzado la salvación”. Acto seguido, estos malvados individuos rodearon al resto de los compañeros y los atacaron. Entre este grupo de compañeros se encontraba también Amir bin Fuhairah (ra), el esclavo liberado de Abu Bakr (ra) que acompañó al Santo Profeta (sa) durante la migración. De hecho, su asesino, que más tarde aceptó el Islam, admitió que la razón de su conversión al Islam fue que en el momento en que asesinaba a Amir bin Fuhairah (ra), Amir dijo espontáneamente:

[Árabe]

Es decir, “¡Por Dios! He alcanzado mi objetivo” Estos incidentes demuestran que, para los compañeros, la muerte, en lugar de ser una fuente de tristeza, era una fuente de felicidad.”

Más adelante, Hazrat Musleh Maud (ra) dice que algunas personas se dirigieron al Santo Profeta (sa) (Dejaré este extracto y presentaré el extracto de Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra)). Describiendo este incidente, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe (se trata de un incidente bastante detallado):

“Bara Amiri, que era un jefe de la tribu situada en Arabia central conocida como los Banu Amir, se presentó ante el Santo Profeta (sa) para conocerle. El Santo Profeta (sa) le transmitió el mensaje del Islam con mucha gentileza y amabilidad y aunque aparentemente escuchó el discurso del Santo Profeta (sa) con interés y atención, no aceptó el Islam. Sin embargo, le propuso al Santo Profeta (sa): “Envía conmigo a algunos Compañeros a Nayad, para que puedan viajar allí y predicar el mensaje del Islam a la gente de Nayad. Estoy seguro de que el pueblo de Nayad no rechazará tu mensaje”. El Santo Profeta (sa) dijo: “No confío en la gente de Nayad”. Abu Bara respondió: “No te preocupes, yo garantizo su seguridad. Al ser Abu Bara el jefe de una tribu y un hombre influyente, el Santo Profeta (sa) confió en su palabra y envió un grupo de Compañeros hacia Nayad. Esta es la narración que consta en la historia. Se narra en Bujari que algunas personas de las tribus de Ri’l y Dhakwan, etc. (que eran ramas de la renombrada tribu conocida como los Banu Sulaim) se presentaron ante el Santo Profeta (sa) y, afirmando aceptar el Islam, pidieron que se les enviaran algunos hombres de su nación para prestarles ayuda contra los enemigos del Islam (no se especifica la naturaleza de la ayuda que solicitaron: misionera o militar). En cualquier caso, pidieron que se enviara a algunas personas con ellos para obtener ayuda). Una posibilidad para la reconciliación de ambas narraciones es que posiblemente Abu Bara’ Amiri, jefe de la tribu Amir, también viniera junto con la gente de Ri’l y Dhakwan, y hablara con el Santo Profeta (sa) en su nombre. Por lo tanto, estos hechos  (que el Santo Profeta (sa) dijera, según el relato histórico: “No me fío de la gente de Nayad”, y la respuesta: “No te preocupes, te doy la seguridad de que tus Compañeros no sufrirán ningún daño”)  indican que la gente de Ri’l y Dhakwan también habían venido con Abu Bara y el Santo Profeta (sa) estaba preocupado por ellos.”

[Árabe]

En cualquier caso, el Santo Profeta (sa) envió un grupo de Compañeros bajo el liderazgo de Mundhir bin Amr Ansari (ra) en Safar 4 d.H. Estas personas pertenecían en su mayoría a los Ansar (Residente de Medina) y sumaban un total de setenta, y casi todos ellos eran Qaris, es decir, estaban bien versados en el Sagrado Corán. Recogían leña de la selva durante el día para subsistir y pasaban la mayor parte de la noche en la adoración. Cuando esta gente llegó a un lugar conocido como Bi’r-e-Ma’unah, que se llamaba así debido a un pozo de agua, un individuo llamado Haram bin Milhan (ra), que era tío materno de Anas bin Malik (ra), se acercó con el mensaje del Islam a Amir bin Tufail, que era jefe de la tribu Amir y sobrino paterno de Abu Bara’ Amiri. El resto de los Compañeros se quedaron atrás. Cuando llegó Haram bin Milhan (ra), como mensajero del Santo Profeta (sa), para recibir a Amir bin Tufail y sus seguidores, estos le acogieron al principio con una calurosa bienvenida por hipocresía; sin embargo, cuando comenzó a predicar el mensaje del Islam, después de haberse sentado cómodamente, unos pocos malvados de entre ellos hicieron una señal a alguien, que golpeó a este inocente emisario con una lanza por la espalda matándolo allí mismo. En ese momento, las siguientes palabras estaban en la lengua de Haram bin Milhan (ra)

[Árabe]

“Dios es Grandísimo”. Por el Señor de la Kaaba, he alcanzado mi objetivo. Amir bin Tufail no se conformó con el asesinato de este mensajero del Santo Profeta (sa). Al contrario, acto seguido, incitó a la gente de su tribu, los Banu Amir, para que atacaran también al resto de los musulmanes, pero ellos se negaron y dijeron que no atacarían a los musulmanes debido a la garantía de Abu Bara. Ante esto, Amir reunió a los Banu Ril, Dhakwan y Usayyah, etc. de la tribu de Sulaim (es decir, las mismas tribus que habían acudido al Santo Profeta (sa) como delegación, según la narración de Bujari) y atacaron a esta pequeña e indefensa comunidad de musulmanes. Cuando los musulmanes vieron a estas bestias sedientas de sangre correr hacia ellos, dijeron: “No tenemos nada contra vosotros”. Sólo hemos venido con un encargo del Santo Profeta (sa); no hemos venido a luchar”, pero no escucharon una sola palabra y los asesinaron a todos. Entre los Compañeros que estaban presentes en ese momento, sólo se salvó un individuo que cojeaba y había conseguido subir a la cima de una montaña. El nombre de este Compañero era Kab bin Zaid (ra). De varias narraciones se desprende que los incrédulos también le atacaron y resultó herido, pero los incrédulos lo dieron por muerto, aunque en realidad aún tenía vida y sobrevivió.

Dos individuos de entre esta comunidad de Compañeros se habían separado del grupo en ese momento para apacentar sus camellos, etc., y se llamaban eran Amr bin Umayyah Damri (ra) y Mundhir bin Muhammad (ra). Al mirar hacia su campamento, vieron bandadas de pájaros volando sobre ellos. Comprendieron bien estas señales del desierto e inmediatamente dedujeron que se había producido una batalla. Al regresar, vieron con sus propios ojos la atrocidad de la matanza perpetrada por los despiadados infieles. Al ver esta escena desde lejos, consultaron entre ellos qué debían hacer. Uno de ellos sugirió que debían escapar inmediatamente y, al llegar a Medina, informar al Santo Profeta (sa). El otro, sin embargo, no aceptó esta propuesta y dijo: “No huiré del lugar donde nuestro Amir, Mundhir bin Amr (ra) ha sido martirizado.” Marchó, pues, adelante y fue martirizado en la batalla. El otro, llamado Amr bin Umayyah Damri (ra), fue apresado por los incrédulos y posiblemente hubiera sido asesinado también, pero al enterarse de que era de la tribu Muda, Amir bin Tufail le cortó las trenzas y lo liberó, según la costumbre árabe,  diciendo: “Mi madre ha jurado liberar a un esclavo de la tribu Mudar, por lo que te doy la libertad.” En otras palabras, de entre estos setenta Compañeros, sólo sobrevivieron dos. Uno era este mismo Amr bin Umayyah Damri (ra) y el otro,  Kab bin Zaid (ra), a quien los incrédulos habían abandonado creyendo que ya estaba muerto.

Amir bin Fuhairah, el esclavo liberado de Hazrat Abu Bakr (ra), y un devoto pionero del Islam, también estaba entre los Compañeros que fueron martirizados en el incidente de Bi’r-e-Ma’unah. Fue asesinado por una persona llamada Jabbar bin Salamah. Después, Jabbar se hizo musulmán y afirma que la razón por la que aceptó el Islam fue que cuando martirizó a Amir bin Fuhairah (ra), este gritó incontroladamente,

[Árabe]

Es decir: “Por Dios, he alcanzado mi objetivo”.

Jabbar dice:

“Al oír estas palabras, me quedé atónito porque acabo de asesinar a esta persona y dice que ha logrado su objetivo”. Qué cosa tan extraña. Por eso, cuando más tarde pregunté por el motivo, me informaron que el pueblo musulmán consideraba el sacrificio de sus vidas en el camino de Dios como el mayor éxito alcanzado por nadie. Esto causó un impacto tan profundo en mi interior, que en última instancia, me hice musulmán a causa de esta impresión.

El Santo Profeta (sa) y sus Compañeros recibieron noticias de los incidentes de Raji y Bi’r-e-Ma’unah más o menos al mismo tiempo. El Santo Profeta (sa) se sintió profundamente apenado por estos incidentes. Según las narraciones, nunca se sintió tan afligido, ni antes ni después de estos acontecimientos. No cabe duda de que el hecho de que ochenta Compañeros fueran asesinados repentinamente mediante el engaño, especialmente Compañeros que eran Huffaz del Sagrado Corán y pertenecían a una clase de gente pobre y desinteresada, no fue un acontecimiento menor, ni siquiera para los estándares de las costumbres y prácticas bárbaras de Arabia. Para el Santo Profeta (sa) personalmente, esta noticia equivalía a la pérdida de ochenta hijos, o incluso más. La razón es que, para un hombre espiritual, los vínculos espirituales son mucho más entrañables que las relaciones mundanas de un hombre mundano. De ahí que el Santo Profeta (sa) se sintiera profundamente afligido por estos trágicos sucesos. En cualquier caso, el Islam enseña a tener paciencia. Al oír esta noticia, el Santo Profeta (sa) dijo:

[Árabe]

Después, el Santo Profeta (sa) tras decir las siguientes palabras quedó en silencio:

[Árabe]

“Este es el resultado de la acción de Abi Bara, de lo contrario no me agradaba la idea de enviar a esta gente, y temía a la gente de Nayad”.

Después se menciona a Hazrat Sa’d bin Khaulah (ra). Pertenecía a la tribu de Banu Malik bin Hasl bin Amir bin Lu’ayy, Sin embargo, algunos [historiadores] han afirmado que era confederado de Banu Amir. Era de origen persa y pertenecía a las tribus que se asentaron posteriormente en Yemen [desde Persia]. Amir bin Sa’d narra bajo la autoridad de su padre, Sad bin Waqqas: “El Santo Profeta (sa) vino a visitarme cuando estaba enfermo en mi lecho de muerte durante el Hayyat al-Wada’. Le dije al Santo Profeta (sa): ¡Oh Mensajero de Dios! Como ves, mi enfermedad se ha agravado. Soy rico pero mi única heredera es mi hija. ¿Debo dar dos tercios de mi riqueza en caridad? El Santo Profeta (sa) respondió: “No”. Entonces pregunté: “¿Debo dar la mitad? El Santo Profeta (sa) respondió: “No. Puedes dar un tercio, e incluso esta es una cantidad sustancial”. El Santo Profeta (sa) dijo entonces: “Es preferible que dejes a tus herederos en la prosperidad, en lugar de dejarlos en una situación difícil, teniendo que mendigar a los demás”. “Y ciertamente recibirás una recompensa por todo lo que gastes de tu riqueza para alcanzar la complacencia de Dios, hasta tal punto, que recibirás recompensa incluso si introduces un bocado de comida en la boca de tu esposa”. El narrador dijo entonces: “¡Oh Mensajero de Dios!” “¿Me dejarán atrás mis compañeros?”(es decir, ¿morirá allí?), y el Santo Profeta (sa) respondió: “No te quedarás atrás.” Más bien, si realizas cualquier buena acción para obtener la complacencia de Dios, alcanzarás un rango superior por medio de ella. Es posible que permanezcas (es decir, que vivas mucho tiempo), hasta el punto de que algunas personas se beneficiarán de ti y otras se verán perjudicadas por tu causa”. El Santo Profeta (sa) dijo además: “¡Oh Al’lah! Cumple el propósito de la emigración de mis compañeros, y no permitas que retrocedan”. El narrador luego dice: “Sin embargo, el Santo Profeta (sa) consoló al pobre Sad bin Jaulah porque después de la migración, falleció mientras visitaba La Meca”.

En una narración se menciona que el Santo Profeta (sa) solía expresar su pesar por el hecho de que Sad bin Jaulah (ra) hubiera fallecido en La Meca. Esto se debía a que al Santo Profeta (sa) no le agradaba que nadie que hubiera emigrado de La Meca permaneciera allí más tiempo del requerido para   realizar el Hall (peregrinación a la Meca) o la Umrah.

Ismael bin Muhammad bin Sad narra que el Santo Profeta (sa) ordenó a Saib bin Umair Al-Qari que Sad bin Jaluah no fuera enterrado en La Meca en el caso de fallecer en La Meca. Según otra narración, el Santo Profeta (sa) dijo con respecto a Hazrat Sad bin Abi Waqqas (ra) que si fallecía en La Meca, no lo enterraran ahí. En Hayat al-Wada, al fallecimiento de Hazrat Sad bin Jaulah, su esposa estaba embarazada. Poco tiempo después de su fallecimiento ella dio a luz. El niño nació poco después de su fallecimiento o, según algunas narraciones, 25 noches después de su fallecimiento, o incluso antes. Al terminar el período de nifas [40 días después del parto], se purificó y se adornó esperando recibir una propuesta de matrimonio de posibles pretendientes. Un hombre de Bani Abd Al-Dar llamado Abu Sanabil bin Bukakik se le acercó y le preguntó: “¿Qué ocurre? Veo que te has puesto elegante. ¿Quizas tienes la intención de casarte? ¡Por Dios! No puedes casarte hasta que no hayan pasado cuatro meses y diez días”. Subayya declara: “Al decirme esto, me puse mi traje de noche y, dirigiéndome al Santo Profeta (sa), le pregunté sobre este asunto. El Santo Profeta (sa) determinó que era lícito que contrajera matrimonio después del nacimiento del niño y, si lo deseaba, podía hacerlo”. Se pueden entender ciertos asuntos a partir de estos incidentes.

El siguiente compañero es Abu Al-Haitham bin al-Tayyihan (ra). Su hermano se llamaba Hazrat Ubaid bin Ubaid o Hazrat Atiq bin al-Tayyihan, y participó en la Batalla de Uhud. En una narración se menciona que Hazrat Abu al-Haitham preguntó: “Soy de los primeros en jurar lealtad, pero ¿cómo debemos jurar lealtad?” El Santo Profeta (sa) respondió: “Júrame lealtad de la misma manera en que los Bani Israel prometieron lealtad a Moisés (as)”. El Santo Profeta (sa) nombró a Hazrat Abu Al-Haitham y Hazrat Usaid bin Hudair como guardianes de la tribu Bani Abd al-Ashhal. En la batalla tenía dos espadas, de ahí que se le conociera como Dhu al-Saifain [el de las dos espadas]. Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha escrito que fue martirizado en la Batalla de Siffin, mientras luchaba del lado de Hazrat Ali (ra).

El siguiente compañero es Hazrat Asim bin Thabit (ra). Uno de los hijos de Hazrat Asim fue Muhammad, nacido de Hind bint Malik.

Con respecto a aquellas personas que estaban cerca del Santo Profeta (sa) durante la batalla de Uhud, el Jalifa IV del Mesías (rh), exponiendo un versículo, dijo que el Imam Razi (rh) mencionó los nombres de 14 personas, de quienes se puede decir con absoluta certeza que estuvieron alrededor del Santo Profeta (sa) [en la batalla] y no lo abandonaron bajo ninguna circunstancia. Entre los nombres que mencionan, los siguientes son los de los muhayirin: Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat Ali (ra) – los chiítas alegan que solo fue Hazrat Ali – sin embargo, fueron Hazrat Abu Bakr (ra), Hazrat Ali (ra), Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra), Hazrat Sad bin Abi Waqqas (ra), Hazrat Talhah bin Ubaidil’lah (ra), Hazrat Abu Ubaidah bin Al-Yarrah (ra) y Hazrat Zubair bin Al-Awwam (ra)). De entre los Ansar, son: Hazrat Jabbab bin Mundhir (ra), Hazrat Abu Duyanah (ra), Hazrat Asim bin Thabit (ra), Hazrat Harith bin Asimmah (ra), y es posible que también estuvieran Hazrat Sahl bin Hunaif (ra), Usaid bin Hudair (ra) y Hazrat Sad bin Muadh (ra). También se menciona ocho de ellos juraron luchar hasta la muerte, entre los cuales tres eran emigrantes y cinco, de los Ansar. Es interesante saber que, como el Santo Profeta (sa) necesitaba a los jóvenes, ni siquiera uno solo de los ocho fuera martirizado. Esta es una prueba de cómo Dios los protegió a través de medios extraordinarios.

La siguiente mención es de Hazrat Sahl bin Hunaif Ansari (ra). Hazrat Ibn Abbas (ra) narra que con ocasión de la Batalla de Badr que el Santo Profeta (sa) disponía de 100 camellos y dos caballos. Hazrat Miqdad bin Aswad (ra) montaba en uno [de los caballos], y Hazrat Musab bin Umair (ra) y Hazrat Sahl bin Hunaif (ra) iban montados en el otro. Los compañeros del Santo Profeta (sa) se turnaban para montar en los camellos. El Santo Profeta (sa), Hazrat Ali (ra), Hazrat Marthad ibn Abi Marthad Ghanawi (ra), un confederado de Hazrat Hamza Ibn Abdul Muttalib (ra), se turnaban para montar en uno de los camellos. Hazrat Sahl bin Hunaif (ra) también se menciona entre los compañeros que permanecieron al lado del Santo Profeta (sa) durante la Batalla de Uhud.

Yusair bin Amr menciona que una vez acudió a Hazrat Sahl bin Hunaif (ra) y le pidió que narrara un hadiz que hubiera escuchado del Santo Profeta (sa) con respecto al grupo Hururiyyah, es decir, los Jawarill. Hazrat Sahl bin Hunaif (ra) declaró: “Narraré solo lo que he escuchado, y nada más. Escuché al Santo Profeta (sa) mencionar a un grupo de personas que saldrá de aquí (y señaló en dirección a Irak). Aunque reciten el Corán, no irá más allá de sus gargantas. Abandonarán el Islam como una flecha que atraviesa la presa”. El narrador afirma que preguntó si el Santo Profeta (sa) había mencionado alguna señal para reconocerlos y respondió: “Esto es todo lo que escuché y no puedo decirte nada más. Te he narrado todo lo que he oído y puedes averiguarlo tú mismo.”

Umair bin Sa’eed relata que Hazrat Ali (ra) dirigió la oración fúnebre de Hazrat Sahl bin Hunaif (ra) y recitó en voz alta el Takbir cinco veces. Al oír esto, la gente preguntó por qué se recitaba el Takbir de tal manera. Hazrat Ali (ra) declaró: “Este es Sahl bin Hunaif, que estuvo entre los que participaron en la Batalla de Badr y la gente de Badr tiene una distinción sobre los demás. Por lo tanto, he recitado los Takbirs adicionales para aclarar esta distinción”.

La siguiente es la mención de Hazrat Yabbar bin Sakhr (ra). La Expedición de Hazrat Ali (ra) a Banu Tayy tuvo lugar en Rabi’ al-Akhir 9 d.H. En esta relación está escrito que el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Ali (ra), junto con 150 personas, a Banu Tayy para destruir su ídolo, Fuls. El área de Banu Tayy estaba situada al noroeste de Medina. Para esta expedición, el Santo Profeta (sa) dio a Hazrat Ali (ra) un gran estandarte negro y una pequeña bandera blanca. Hazrat Ali (ra) atacó a la gente de Hatim por la mañana y destruyó su ídolo, Fuls. Hazrat Ali (ra) regresó a Medina con abundantes riquezas obtenidas de los Banu Tayy como botín de guerra y con muchos prisioneros. Durante esta expedición, Hazrat Yabbar bin Sakhr (ra) fue el portador de la bandera. En esta expedición, Hazrat Ali (ra) pidió consejo a sus Compañeros.  Hazrat Yabbar bin Sakhr (ra) dijo que debían viajar en sus monturas durante la noche y atacar a primera hora de la mañana. Hazrat Ali (ra) aprobó esta sugerencia suya.

Hazrat Yabir bin Abdil’lah (ra) narra que se hallaba a la izquierda del Santo Profeta (sa) y el Santo Profeta (sa) lo colocó a su lado derecho. Luego, cuando llegó Hazrat Yabbar ibn Sakhr (ra), el Santo Profeta (sa) colocó a ambos detrás de él.

En una narración se menciona que Hazrat Umair bin Abi Waqqas (ra) fue martirizado por Amr bin Abd Wudd. Sin embargo, en  otra narración consta que Hazrat Umair bin Abi Waqqas (ra) fue martirizado por Ahsan bin Said.

La mención de Hazrat Yabbar ibn Sakhr (ra) finaliza aquí. Ahora se expondrán detalles de Hazrat Umair bin Abi Waqqas (ra). Una narración que no se había mencionado antes con respecto a él es que fue martirizado por Amr ibn Abd Wudd aunque, según otra narración, fue martirizado por Ahsan bin Said.

En otra narración consta que en el año 9 de la Hégira el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Qutbah (ra), junto con otras 20 personas, hacia una rama de la tribu Khasam que habitaba en las proximidades de Tabalah. El Santo Profeta (sa) les ordenó lanzar un ataque repentino. Estos compañeros partieron en 10 camellos y se turnaron para montar en ellos. En el camino apresaron a un hombre y comenzaron a interrogarlo. Este fingió ser mudo. Sin embargo, en cuanto encontró la oportunidad, comenzó a gritar repentinamente para alertar a la gente de su tribu. Al ver esto, lo mataron. Hazrat Qutbah (ra) y sus compañeros esperaron y, cuando la gente de esa tribu se durmió, lanzaron un ataque repentino contra ellos. Se produjo una feroz batalla y los combatientes de ambos lados sufrieron heridas. Hazrat Qutbah (ra) mató a muchos de ellos y luego regresó a Medina con su ganado y sus mujeres. Tras extraer una porción de Jumus, cada persona recibió cuatro camellos cuyo valor, en esa época, era de 10 cabras. Imam Baghvi afirma que Hazrat Qutbah bin Amir (ra) no narró ningún hadiz.

En cualquier caso, la serie sobre los compañeros que quería mencionar ha llegado a su fin, y con esto, me gustaría recordar a todos que ofrezcáis plegarias por los áhmadis en Pakistán. Orad para que Dios les proporcione alivio ante la grave situación que afrontan. Que Dios Altísimo otorgue sabiduría a aquellos que son responsables de defender la justicia, la ley y el orden y también a los que cometen crueldades en el nombre de Dios y Su Mensajero (sa), o bien para que sean atrapados por Su ira.

Orad también por los miembros de Burkina Faso, quienes siguen atravesando una situación muy difícil ya que los terroristas siguen perpetrando crueldades en el nombre de Dios y Su Mensajero (sa).

También [orad por la gente] de Argelia, ya que ciertos funcionarios gubernamentales y legales están cometiendo injusticias contra los áhmadis. Que Dios Altísimo mantenga a todos bajo su protección. Concentraos especialmente en las oraciones y las limosnas. Que Dios Altísimo proteja a todos de las malvadas estrategias de los enemigos.

Después de la oración del viernes, dirigiré algunas oraciones fúnebres en ausencia. Expongo aquí los detalles.

La primera mención es la del respetado Muhammad Rashid Sahib Shaheed. Era hijo de Chaudhry Basharat Ahmad Sahib de Goteriala, del distrito de Gujrat. El 19  de febrero, dos opositores del Ahmadía entraron en su casa y le dispararon, martirizándolo.

[Árabe] “A Al’lah pertenecemos y a Él volveremos.”

El mártir fallecido tenía más de 70 años en el momento de su fallecimiento. Según se informa, el respetado Muhammad Rashid Sahib se encontraba solo en su casa de Goteriala, Gujrat. Tenía un dispensario homeopático gratuito en su vivienda del que se beneficiaban los habitantes de su pueblo y de la zona cercana. Dos jóvenes del pueblo entraron en su dispensario con la excusa de buscar medicinas y le dispararon. Se dice que el que efectuó los disparos era un Hafiz-e-Qur’an.  Una de sus balas alcanzó al respetado Muhammad Rashid Sahib en la frente, quien falleció inmediatamente. Tras el incidente, los agresores huyeron del lugar. Pocos minutos después llegó un asistente del fallecido y denunció el incidente en la comisaría local. También se ha informado que el cuerpo de uno de los asaltantes, el que era Hafiz-e-Qur’an, fue hallado en un campo cercano y la policía también está investigando su muerte. El otro agresor ha sido detenido por la policía. Al menos en este caso la policía ha detenido al agresor.

La familia del mártir fallecido aceptó el Ahmadíat a través de Hazrat Munshi Sultan Alim Sahib (ra), compañero del Mesías Prometido, (as) y vivía en Goteriala, Gujrat. Era profesor de una escuela local. Tuvo el honor de viajar a Qadian y jurar lealtad en manos del Mesías Prometido (as) en 1906.

Tras terminar sus exámenes de bachillerato, el mártir fallecido se alistó en el ejército. Sin embargo, abandonó el ejército al cabo de unos años y se trasladó a Noruega en 1984 o 1985 con su familia. A pesar de haber adquirido la nacionalidad noruega, regresó a su pueblo ancestral en 2008 y viajaba a menudo a Noruega.

Junto con el terrateniente, puso en marcha un dispensario homeopático gratuito en su aldea ancestral para atender a la población local, que continuó hasta el final [de su vida]. Por la gracia de Dios, el mártir fallecido era un Musi. En el momento de su martirio, ocupaba el cargo de secretario Islah-o-Irshad en Goteriala. Era muy sociable y cariñoso. Trataba a todos como si fueran suyos y mantenía una relación muy amistosa con ellos. Su pasión por servir a los demás era una de sus cualidades más destacadas. Independientemente de su fe, prestaba ayuda económica y moral a los necesitados. Amaba el Jalifato. La hospitalidad era una de sus cualidades distintivas; se mostraba especialmente dispuesto a la hora de atender a cualquier invitado de la sede. Rezaba con regularidad. De vez en cuando solía organizar campamentos médicos gratuitos en la zona.

Su sobrino, Rafi Ahmad, misionero en Costa de Marfil, afirma: “El mártir fallecido era querido por todos. Además de su intensa devoción por el servicio al prójimo, era un excelente predicador y era extremadamente magnánimo. Dios le había concedido el don de la cura. Escuchaba regularmente y con gran atención los sermones de los viernes. Recientemente, la esposa del mártir fallecido, Parveen Akhtar, que se encuentra en Noruega, tuvo un sueño en el que vio que alguien atacaba al mártir fallecido e intentaba quitarle la vida. De ahí que le pidiera que permaneciera alerta. Al mártir fallecido le sobreviven su esposa Parveen Akhtar, que vive en Noruega, dos hijos y cinco hijas. Una de ellas  vive en Pakistán y las demás en diversos países.

El misionero encargado de Noruega, Shahid Mahmood Kahlon, escribe: “Era una persona extremadamente amable y sencilla. Ayudaba a los noruegos suministrándoles medicamentos homeopáticos. Desde su jubilación llevaba 12 o 13 años viviendo en su pueblo de Pakistán sirviendo a la gente de allí. Durante este periodo, también visitaba Noruega de vez en cuando. Dios Altísimo había bendecido sus esfuerzos con la capacidad de curar. Siempre estaba dispuesto a ayudar a los enfermos e incluso les llevaba medicinas a sus hogares. Su mujer era pariente suya. Al principio no aceptó el Ahmadíat, pero tampoco se opuso a su marido. De hecho, todos sus hijos se casaron en hogares áhmadis. La última vez que visitó Noruega, en octubre de 2018, ayudó a su esposa a hacer el baiat [juramento de lealtad]. Decía que el motivo de su visita era que su esposa pudiera hacer el baiat. Decía: “En Pakistán hay mucha oposición, e incluso recibo amenazas, sin embargo, allí hay mucha pobreza y la gente no puede comprar medicinas. Gracias a mí, los pobres pueden recibir tratamiento gratuito. No temo la muerte, pues tiene que llegar algún día'”. Los áhmadis siguen prestando allí servicios a la humanidad y lo hacen sin miedo. Que Dios Altísimo conceda el perdón y la misericordia al respetado Muhammad Rasheed y otorgue a la familia del mártir fallecido paciencia y tolerancia.

A continuación mencionamos a dos personas: el respetado Amani Bassam Ajlawi y Salah Abd al-Mu’een Qutaish, de Iskenderun (Turquía). El Misionero y presidente, Sadiq Sahib, escribe: “A consecuencia de los dos grandes terremotos ocurridos en Turquía el 6 de febrero de 2023, también perdieron la vida dos áhmadis, una madre y su hijo.

[Árabe – Verdaderamente a Dios pertenecemos y a Él volveremos.]

Aparte de ellos, el resto de los áhmadi estuvieron en general a salvo del terremoto, aunque algunos sufrieron heridas leves. De [los dos] fallecidos, una era una mujer siria de 23 años llamada Amani Bassam Ajlawi, que pertenecía a la comunidad de Iskenderun. Era esposa de Abd al-Mu’een Qutaish y nuera del respetado Salah Qutaish Abu Jalid, presidente de la comunidad de Iskenderun. Amani Sahiba aceptó el Ahmadíat hace aproximadamente dos meses junto con su marido. Su suegro, el respetado Salah Qutaish, dijo que justo un día antes del terremoto, preguntó a Amani si había informado a su familia de que había aceptado el Ahmadíat. Amani Sahiba respondió que, efectivamente, había informado a sus padres de su aceptación del Ahmadíat. Salah Sahib dijo que Amani Sahiba estaba muy contenta por el hecho de que sus padres no hubieran reaccionado adversamente al enterarse de su aceptación del Ahmadíat.” Su hijo Salah, de tres años, también murió.

[Arabe – Verdaderamente a Dios pertenecemos y a Él volveremos.]

Ambos quedaron atrapados bajo los escombros y fueron sacados dos días después, cuando ya habían perdido la vida. A Amani Sahiba le sobreviven su esposo, el respetado Abd al-Mu’een Qutaish, y una hija de seis años, Abeerah.

Shamsuddin Balabari, misionero en Kababir, afirma: “La familia de Amani Sahiba y su esposo Abd al-Qutaish emigraron a Turquía desde Siria. Amani Sahiba era una mujer muy sincera y entregada al servicio al prójimo y permanecía contenta. Al enterarse de la importancia de hacer el baiat, no dudó en prestar el juramento de fidelidad, y también animó a su marido y a sus hermanos.” Y continúa: “Mi esposa me dice que se dio cuenta específicamente de que la fallecida estaba muy unida a sus suegros y los trataba con gran amor y afecto. Estaba muy contenta el día que hizo el baiat y se despidió de nosotros con gran sinceridad”. Que Dios Altísimo los trate con perdón y misericordia.

La tercera mención, cuya oración fúnebre voy a ofrecer, es de Maqsood Ahmad Munib, un misionero que falleció el 15 de febrero debido a un ataque al corazón a la edad de 53 años.

[Árabe – Verdaderamente a Dios pertenecemos y a Él volveremos.]

Por la gracia de Dios era un Musi. Su padre, el respetado Chaudhary Jaan Muhammad, aceptó el Ahmadiyyat en 1974. Se graduó en Yamia Ahmadía Rabwah en 1991 con el título de Mubashir. Después prestó sus servicios en varias ciudades de Pakistán bajo el mando de Nazarat Islah-o-Irshad Markaziyyah. De 1998 a 2006, tuvo la oportunidad de servir en Kenia, un país de África Oriental. Luego regresó a Pakistán donde trabajaba recientemente como misionero del distrito de Quetta. Le sobreviven su esposa, un hijo y dos hijas. El Nazir Islah-o-Irshad ha escrito que era sincero y devoto en su trabajo y que era un misionero muy trabajador.

Abdul Wakil, misionero de Quetta, escribe: “Sentía un gran respeto por los que han consagrado su vida. Si el difunto no sabía algo, no dudaba en preguntármelo, aunque yo era mucho más joven que él. El fallecido pasó algún tiempo en Kenia, y siempre hacía alguna mención de Kenia en sus conversaciones. El pueblo de Kenia había encontrado un lugar en su corazón. El fallecido solía decir que el pueblo de Kenia estaba a la vanguardia de la sinceridad y mostraba mucho amor”.

Farid Mubarak, que es el Qaid Majlis escribe: “Era extremadamente puro, piadoso, devoto, siempre dispuesto a sacrificarse por la causa de la comunidad, y poseía un profundo amor por el Jalifato.” Y continúa: “Cuando supe que se destinaba a Quetta a un misionero muy veterano, me puse muy contento porque era lo que necesitaba la comunidad de Quetta.” Me conquistó en nuestro primer encuentro. El día que pronunció su primer sermón en la mezquita del distrito de Quetta, le felicitaron todas las personas que lo escucharon. Era muy hospitalario; invitaba a todo el mundo a visitar su casa y los atendía con gran esmero. La pasión que sentía por la comunidad musulmana se reflejaba en sus ojos. Cada vez que pronunciaba un discurso, estaba tan lleno de pasión que hacía brotar lágrimas de los ojos de quienes le escuchaban. Participaba en actos y giras y se esforzaba por inculcar la preocupación por la comunidad musulmana en los corazones de todos los que conocía. Poseía un vasto tesoro de conocimientos sobre la comunidad. Era extremadamente humilde, nunca había visto a nadie tan humilde en mi vida.”. Luego dice: “Durante la oración del viernes anterior (el día antes de su fallecimiento), había un resplandor único que emanaba de su rostro. Cuando le miré, le dije al misionero, en presencia del Nazim Umoomi, que aquel día estaba excepcionalmente bello. No teníamos ni idea de que éste sería su último viernes”. Poco después se produjo su fallecimiento. Que Dios Altísimo le conceda el perdón y la misericordia y eleve su posición. Si Dios quiere, dirigiré las oraciones fúnebres en ausencia de todos estos [miembros fallecidos].

Resumen

Después de recitar el Tashahhud, el Ta’awwuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masur Ahmad (aba) dijo que de los Compañeros Badri que habían sido mencionados anteriormente, aún quedaban algunos detalles que serían mencionados hoy. Después de esta mención, Su Santidad (aba) dijo que la serie de sermones que deseaba pronunciar sobre los Compañeros Badri estaría ahora completa.

Hazrat Amir bin Rabi’ah (ra)

Su Santidad (aba) dijo con respecto a Hazrat Amir bin Rabi’ah (ra) que el nombre de su padre era Rabi’ah bin Ka’b bin Malim bin Rabi’ah. También narró algunas tradiciones. Hazrat Abdul’lah bin Amir bin Rabi’ah relata de su padre que el Santo Profeta (sa) los envió en la Expedición de Nakhlah, que tuvo lugar antes de la Batalla de Badr. También les acompañaba Hazrat Amr bin Suraqah (ra). Por el camino, se hartó hasta tal punto que ya no podía caminar. Le ataron una piedra al estómago y entonces pudo caminar, hasta que llegaron a una tribu árabe que los recibió. Dijo que solía pensar que las piernas de una persona llevan su estómago, pero en realidad es el estómago el que lleva las piernas.

Su Santidad (aba) dijo que está registrado que una vez, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Amir bin Rabi’ah (ra) y Hazrat Sahl bin Hunaif (ra) a reunir información. Además, en el año 8 DH, Hazrat Amir bin Rabi’ah (ra) participó en la Batalla de Dhat al-Salasil, durante la cual fue herido en el brazo con una flecha.

Su Santidad (aba) dijo que Abdul’lah bin Amir (ra) cuenta por su padre que una vez el Santo Profeta (sa) pasó por una tumba y preguntó de quién era. Cuando le informaron, el Santo Profeta (sa) preguntó por qué no se lo habían dicho a él. Le dijeron que como estaba durmiendo, no querían molestarle. Sin embargo, el Santo Profeta (sa) dijo que debía ser informado cuando hubiera una oración fúnebre. Entonces, enderezó las filas y ofreció las oraciones fúnebres.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Amir bin Rabi’ah (ra) dijo que cuando los musulmanes eran enviados a una expedición, las únicas provisiones que tenían era una bolsa de dátiles. El líder de la caravana distribuía un puñado de dátiles a cada persona y se los comían de uno en uno según fuera necesario. Hazrat Abdul’lah bin Amir (ra) preguntó a su padre cómo era que un dátil era suficiente. Hazrat Amir (ra) respondió que se darían cuenta de la importancia de un solo dátil cuando ya no les quedaran más.

Su Santidad (aba) dijo que cuando la tierra del Valle de Qura fue distribuida entre algunos musulmanes durante la era de Hazrat Umar, Hazrat Amir (ra) estaba entre los que recibieron una parcela de tierra. Cuando Hazrat Umar (ra) fue a Yabiyah, Hazrat Amir (ra) le acompañó y según una narración llevaba la bandera de Hazrat Umar (ra). Otra narración dice que cuando Hazrat Uthman (ra) fue a hacer el Hall (la peregrinación), nombró a Hazrat Amir (ra) como líder de Medina en su lugar.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Abdul’lah bin Amir (ra) cuenta de su padre que una vez, vio al Santo Profeta (sa) ofreciendo oraciones voluntarias mientras montaba su camello durante un viaje y estaba mirando hacia donde el camello estaba viajando.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Amir (ra) afirma que una vez, estaba de viaje con el Santo Profeta (sa) y se pararon en un lugar para ofrecer la oración. Más tarde, se enteraron de que la dirección que habían tomado no estaba orientada hacia la Ka’bah. Cuando informaron al Santo Profeta (sa), se reveló el siguiente versículo del Sagrado Corán:

A Al-lah pertenecen el Oriente y el Occidente; por ello, a donde quiera que os volváis, allí estará el rostro de Al-lah. En verdad, Al-lah es Generoso, Omnisciente. (El Sagrado Corán 2:116)

Su Santidad (aba) señaló que podría ser que el Santo Profeta (sa) simplemente recitara el versículo en esa ocasión, en lugar de que fuera revelado justo en ese momento.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Amir bin Rabi’ah (ra) relató que el Santo Profeta (sa) dijo que una persona que envía saludos sobre él una vez, Al’lah envía saludos de paz sobre él diez veces. Ahora bien, depende de cada individuo si envía más salutaciones o menos.

Hazrat Haram bin Milhan (ra)

Su Santidad (aba) dijo que la siguiente mención es de Hazrat Haram bin Milhan (ra). Está registrado que una vez el Santo Profeta (sa) lo envió junto con 70 jinetes que incluían a aquellos que habían memorizado el Sagrado Corán, hacia Banu Amir. También consta que se dirigió a Amir bin Tufail y le preguntó si le concedería seguridad para transmitir el mensaje del Santo Profeta (sa). Mientras hablaba, alguien se acercó por detrás de Hazrat Haram y le golpeó con una lanza. Hazrat Haram (ra) tomó la sangre de su herida y se la frotó en la cara mientras decía ‘¡Al’lah es el Más Grande! Por el Señor de la Ka’bah, he logrado mi propósito’. Los otros que estaban con él también murieron. Al enterarse de esto, el Santo Profeta (sa) rezó contra los perpetradores durante 30 días.

Hazrat Sa’d bin Khaulah (ra)

Su Santidad (aba) dijo que la siguiente mención es de Hazrat Sa’d bin Khaulah (ra). Era persa y con el tiempo se estableció en Yemen. Está registrado que el Santo Profeta (sa) solía expresar su tristeza por el hecho de que Hazrat Sa’d bin Khaulah (ra) falleciera en La Meca, ya que no le gustaba que aquellos que habían emigrado de La Meca regresaran, o que prolongaran su estancia si habían ido para la Umrah o el Hall. Falleció durante la Peregrinación de Despedida. Su esposa estaba embarazada en ese momento, y poco después de su fallecimiento nació su hijo. Tras el nacimiento del niño, su viuda estaba dispuesta a volver a casarse, pero alguien le dijo que tendría que esperar cuatro meses y diez días. Cuando acudió al Santo Profeta (sa) con el asunto, éste le dijo que una vez que hubiera dado a luz a su hijo, podría volver a casarse.

Hazrat Abu al-Haitham bin al-Tayyihan (ra)

Su Santidad (aba) dijo que la siguiente mención es de Hazrat Abu al-Haitham bin al-Tayyihan (ra). Está registrado que él le preguntó al Santo Profeta (sa) sobre qué debía jurarle lealtad. El Santo Profeta (sa) dijo que debería jurar lealtad a Moisés (as).

Su Santidad (aba) dijo que solía llevar dos espadas durante la batalla, por lo que se le conocía como Dhu al-Saifain (el que lleva dos espadas). Consta que fue martirizado en la batalla de Siffin.

Hazrat Asim bin Thabit (ra)

Su Santidad (aba) dijo que la siguiente mención es de Hazrat Asim bin Thabit (ra). Está registrado por el Imam Razi que él estuvo entre aquellos que permanecieron firmes al lado del Santo Profeta (sa) durante la Batalla de Uhud.

Hazrat Sahl bin Hunaif (ra)

Su Santidad (aba) dijo que la siguiente mención es de Hazrat Sahl bin Hunaif (ra). Está registrado que durante la Batalla de Badr, Hazrat Sahl bin Hunaif (ra) estaba entre los Compañeros montado en un animal.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Sahl (ra) oyó al Santo Profeta (sa) decir que habría un grupo de personas que recitarían el Sagrado Corán pero no les llegaría a la garganta y abandonarían la fe como una flecha abandona a su presa. Cuando se le preguntó quiénes eran esas personas, respondió que eso era todo lo que había oído y que no podía decir nada más.

Hazrat Yabbar bin Sakhar (ra)

Su Santidad (aba) dijo que la siguiente mención es de Hazrat Yabbar bin Sakhar (ra). Él formó parte de la expedición hacia los Banu Tayy que fue enviada bajo el liderazgo de Hazrat Ali (ra). La bandera durante esta expedición fue llevada por Hazrat Yabbar bin Sakhar (ra). Hazrat Ali (ra) también consultó con Hazrat Yabbar (ra) sobre la estrategia que debían emplear.

Hazrat Umair bin Abi Waqqas (ra)

Su Santidad (aba) dijo que la siguiente mención es de Hazrat Umair bin Abi Waqqas (ra). Está registrado que el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Utbah (ra) con 20 hombres hacia una rama de la tribu Khath’am.

Su Santidad (aba) dijo que esto completó los relatos de los Compañeros que deseaba relatar.

Oraciones por los Ahmadis en Pakistán, Burkina Faso y Argelia

Su Santidad (aba) dijo que deseaba instar a todos a rezar por los ahmadíes en Pakistán, para que se alivien las dificultades a las que se enfrentan. Rezó para que Al’lah conceda comprensión a los legisladores y a aquellos que perpetran crueldades, o para que los lleve ante la justicia.

Su Santidad (aba) también pidió oraciones por Burkina Faso, donde los ahmadíes se enfrentan a dificultades. Los terroristas están cometiendo crueldades en nombre de Al’lah y de Su Mensajero (sa). Además, en Argelia, el gobierno está infligiendo crueldad a los ahmadíes. Que Al’lah los proteja a todos. Su Santidad (aba) aconsejó centrarse en ofrecer oraciones y dar limosna. Rezó para que Al’lah mantenga a todos a salvo de cualquier daño.

Oraciones fúnebres

Su Santidad (aba) dijo que dirigiría las oraciones fúnebres en ausencia de los siguientes:

Muhammad Rasheed Shaheed

Fue martirizado en su casa de Pakistán el 19 de febrero cuando dos opositores al Ahmadíat le dispararon. Tenía más de 70 años. Vivía solo en Gujrat, donde tenía un dispensario homeopático gratuito en beneficio de los habitantes de su ciudad. Dos personas entraron en el dispensario de su casa con el pretexto de que querían medicinas y le dispararon, lo que provocó su martirio, tras lo cual los asaltantes huyeron del lugar. Uno de los asaltantes fue hallado muerto más tarde y se está investigando lo ocurrido, mientras que el otro ha sido detenido. Muhammad Rasheed sentía pasión por servir a los demás y los ayudaba en todo lo que podía. Amaba el Jilafat. Era muy hospitalario. Escuchaba regularmente el sermón de los viernes. Le sobreviven su esposa, dos hijos y cinco hijas. Su esposa no era inicialmente ahmadí. Durante su última visita a Noruega, donde vivía su esposa, la ayudó a aceptar el Ahmadíat. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le conceda perdón y misericordia y conceda paciencia a su familia.

Amani Basam Ajlawai y Salah Abdul Moin Kutaish

La madre y el hijo perdieron la vida en los terremotos de Turquía. Amani Basam tenía 23 años y acababa de aceptar Ahmadíat dos meses antes de su fallecimiento. Su hijo tenía 3 años en el momento de su fallecimiento. Cuando fueron recuperados de debajo de los escombros no habían sobrevivido. Amani Basam trataba a todos con gran amabilidad y afecto. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah los trate con perdón y misericordia.

Maqsood Ahmad Munib

Sirvió como Imam y falleció el 15 de febrero debido a un infarto. Sirvió en varias zonas de Pakistán y más tarde en Kenia. Regresó a Pakistán, donde sirvió en Quetta. Le sobreviven su esposa, un hijo y dos hijas. Trabajó con gran sinceridad y esfuerzo. A menudo recordaba con cariño el tiempo que sirvió en Kenia. Era una persona muy virtuosa que sentía un gran amor por el Jilafat. Era muy hospitalario y sentía un profundo amor y pasión por la Comunidad. Era un gran orador y a los oyentes se les llenaban los ojos de lágrimas. Tenía muchos conocimientos, pero era extremadamente humilde. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le conceda el perdón y la misericordia.

Resumen preparado por The Review of Religions

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