Jalifas guiados – Hazrat Abu Bakr (ra)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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Jalifas guiados – Hazrat Abu Bakr (ra)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 15 DE ABRIL DE 2022.

Pronunciado en la Mezquita Mubarak de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Sura Al-Fatiha,

Hazrat Jalifatul Masih V (atba) pronunció las siguientes palabras:

En el penúltimo sermón estaban siendo narrados relatos de la época de Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) y se dieron varias referencias que prueban que los apóstatas no fueron castigados por Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) a causa de su apostasía, sino que más bien fue en respuesta a su rebelión y lucha. Pues bien, en relación con esto, el Árbitro Justo de esta era, el Mesías Prometido (as), también ha relacionado la apostasía durante el Jalifato de Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) con la rebelión y la insurgencia.

Mientras menciona el nivel de coraje y valentía de Hazrat Abu Bakr (ra), el Mesías Prometido (as) afirma:

“No es ningún secreto para los historiadores que el Jalifato de Abu Bakr (ra) fue una época de temor y pruebas, pues una multitud de tribulaciones y dificultades sobrevinieron al Islam y a los musulmanes después de la muerte del Santo Profeta (sa). Muchos hipócritas se volvieron apóstatas y al mismo tiempo se envalentonaron en sus palabras. Un grupo de ellos reclamó ser profeta y muchos beduinos se reunieron a su alrededor; hasta el punto de que Musailimah, el mentiroso, acumuló cerca de 100.000 personas ignorantes y malvadas a su lado. Así pues, surgieron las pruebas, aumentaron las aflicciones, todos se vieron envueltos por calamidades, tanto los que estaban cerca como lejos, y los creyentes fueron sacudidos severamente.

Todas las personas pasaron por tribulaciones en ese tiempo y se había desarrollado un conjunto de circunstancias terribles e impactantes. Los creyentes estaban tan indefensos que parecía como si se hubieran encendido marcas de fuego en sus corazones o como si hubieran sido sacrificados con un cuchillo. A veces lloraban por su separación del Más Grande de la Creación [es decir, el Profeta Muhammad (sa)] y otras veces por las pruebas que habían surgido en forma de un intenso fuego abrasador. No había ni el más mínimo indicio de paz. Los malvados se habían esparcido por todas partes como plantas que brotan en un montón de basura. El temor y la preocupación de los creyentes se habían multiplicado y los corazones estaban completamente llenos de temor e inquietud. En ese momento, Hazrat Abu Bakr (ra) fue designado Líder de la época y el Jalifa del Sello de los Profetas (sa), y presenciar el comportamiento, la conducta y las formas de actuar de los hipócritas, incrédulos y apóstatas hizo que se ahogara en la tristeza y el dolor. Lloraba como si se tratara de un aguacero continuo y sus lágrimas fluían como una fuente de agua, y suplicaba a Dios por el mejoramiento del Islam y los musulmanes.

Ha sido narrado por Hazrat Aisha (ra) que: ‘Cuando mi padre fue designado Jalifa y Allah le otorgó el liderazgo, desde el comienzo de su Jalifato observó el surgimiento del desorden desde todas direcciones, los esfuerzos de los falsos pretendientes a ser profeta y la rebelión de los hipócritas y apóstatas. El número de calamidades a las que tuvo que enfrentarse fue tal, que si hubieran caído sobre una montaña habrían hecho que esta quedara aplastada inmediatamente y cayera derrumbada al suelo. Sin embargo, se le concedió una paciencia como la de los profetas’.”

Una vez más, el Mesías Prometido (as) dice:

“Finalmente, Dios Altísimo hizo descender Su ayuda y los falsos pretendientes a ser profetas y los apóstatas fueron asesinados. Se puso fin a los desórdenes y peligros, se resolvió la situación y se estableció firmemente la institución del Jalifato. Al’lah salvó a los creyentes de la calamidad, transformó su estado de temor en paz, estableció para ellos su religión, asentó toda la nación sobre la verdad y humilló completamente a los que pretendían crear desorden. Dios cumplió Su promesa y concedió apoyo a Su siervo, Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra), y destruyó a los líderes de la rebelión y sus ídolos. Los corazones de los incrédulos se vieron completamente sobrecogidos y finalmente se arrepintieron. En efecto, esta fue la promesa de Al’lah, que es el Todopoderoso y el Más Veraz. Por lo tanto, reflexionad sobre cómo se cumplieron todas las características y señales del Jalifato en la persona de Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra). Yo, por mi parte, pido a Dios Altísimo que Él ilumine vuestro corazón para este esfuerzo”.

 El Mesías Prometido (as) declara:

“Reflexionad sobre las condiciones de los musulmanes cuando Hazrat Abu Bakr (ra) se convirtió en Jalifa. Debido a las pruebas a las que se enfrentaron en ese momento, el Islam se encontraba en un estado frágil, como el de una persona que ha sido quemada hasta la médula. Pero entonces Dios  estableció una vez más el poder del Islam y lo sacó de las profundidades de un pozo profundo. Los falsos pretendientes a ser profetas fueron asesinados con un castigo severo y los apóstatas destruidos como ganado; los creyentes eran en ese momento como cadáveres debido a su miedo, pero Al’lah eliminó su temor y les otorgó paz.

Entonces, tras evitar esta prueba, los creyentes se regocijaron y fueron a felicitar a Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra), exclamando ‘bravo’ cuando se encontraban con él. Lo alabaron y suplicaron a la Corte del Maestro de los maestros por él (o sea, a Dios). Estaban ansiosos por expresar su alabanza y honor por él, ya que el amor que le tenían estaba arraigado firmemente en lo más profundo de sus corazones. Lo siguieron en todos los asuntos y le estaban agradecidos. Sus corazones se iluminaron y sus rostros brillaron. Aumentaron en su amor y afecto, y se esforzaron al máximo en su obediencia a él. Lo consideraban una persona bendita y que había recibido apoyo y socorro como el de los profetas. Todo esto fue el resultado de la veracidad de Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) y su inquebrantable convicción”.

Este extracto es la traducción al urdu del libro árabe del Mesías Prometido (as), “Sirrul Jilafa”, (‘El secreto del Jalifato’).

Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) envió varias expediciones para someter la apostasía y la rebelión. Como se ha mencionado anteriormente, tras la muerte del Santo Profeta (sa), casi toda la península arábiga se convirtió en apóstata. Entre ellos hubo algunos que solo se negaron a pagar el “Zakat” (uno de los 5 pilares del Islam y que consiste en el pago de un porcentaje fijado sobre ciertos bienes, etc.) y la acción tomada contra ellos por Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) ha sido mencionada anteriormente.

Luego, el segundo grupo eran aquellos que no solo se convirtieron en apóstatas, sino que también se rebelaron y mataron a muchos musulmanes. Con respecto a este grupo, se menciona que Hazrat Abu Bakr (ra) decidió firmemente luchar contra ellos y está registrado en el libro “Bidaya wa Al-Nihaya” que después de que el ejército de Hazrat Usama (ra) hubiera descansado un poco, Hazrat Abu Bakr (ra), que estaba en Medina, subió a su montura y, con la espada desenvainada, condujo al ejército musulmán a “Zu Al-Qassah”, que estaba a una distancia de una noche y un día de viaje desde Medina, duración que está en concordancia con el modo de transporte en esos días. Por su parte, los nobles Compañeros (ra), entre los que se encontraba Hazrat Ali (ra), insistían en que Hazrat Abu Bakr (ra) debía regresar a Medina y enviar a otra persona valiente para luchar en su lugar contra los árabes.

En este sentido, Hazrat Aisha (ra) relata:

“Con su espada desenvainada y mientras estaba subido en su montura, mi padre partió. Entonces, Hazrat Ali bin Abi Talib (ra) vino, tomó las riendas de su camello y dijo: ‘¡Oh Jalifa del Mensajero de Al’lah (sa)! Te digo lo que el Mensajero de Dios (sa) proclamó en el día de Uhud, que fue: ¿Por qué has desenvainado tu espada? No traigas sobre nosotros la tragedia de tu muerte’. Es decir, Hazrat Ali (ra) le expresó a Hazrat Abu Bakr (ra): ‘No traigas sobre nosotros la tragedia de tu muerte. Por Al’lah, si sufrimos la tragedia de tu fallecimiento, la estructura administrativa del Islam dejará de existir’. Ante esto, Hazrat Abu Bakr (ra) regresó y envió al ejército hacia delante”.

 Cuando Hazrat Usama (ra) y su ejército estaban descansado y sus monturas se habían recuperado por completo y además la riqueza del “Zakat” comenzó a recibirse en abundancia, que era más que suficiente para las necesidades de los musulmanes, Hazrat Abu Bakr (ra) dividió el ejército y asignó 11 banderas. Una de ellas fue dada a Hazrat Jalid bin Walid (ra) y se le indicó que fuera y luchara contra Tulaiha bin Juwailid y, tras terminar allí, se le ordenó que avanzara y luchara contra Butaha bin Malik bin Nuwairah. Todos estos eran apóstatas que buscaban la guerra. También “Butaha” era el nombre de un pozo situado en la zona perteneciente a los Banu Asad. Pues bien, Hazrat Jalid bin Walid (ra) fue enviado hacia ellos. Se asignó otra bandera a Hazrat Ikrimah bin Abi Yahl (ra) y se le envió a luchar contra Musailimah. La tercera bandera fue asignada a Hazrat Muhayir bin Abi Umaiyyah (ra) y se le ordenó combatir contra el ejército de Ansi. Qais bin Maqshuh (ra) fue enviado a Yemen para ayudar a la gente de Abnaa, contra la que luchaban los yemeníes. Abnaa era la descendencia de una tribu que pertenecía a Persia y vivía en Yemen, y se habían casado entre los árabes. Se le indicó que después de terminar allí, debía ir a Hadramaut para luchar contra Kindah. Hadramaut es también una zona de Yemen. La cuarta bandera fue asignada a Hazrat Jalid bin Said bin Aas (ra) y fue enviado hacia Humqatain, que estaba en la frontera con Siria.

La quinta bandera fue asignada a Hazrat Amr bin Aas (ra) y recibió instrucciones de luchar contra Qudaah, Wadiya y Hariz. La sexta bandera fue asignada a Hazrat Huzaifah bin Mihsan Ghalfani (ra) y fue enviado a luchar contra la gente de Dibaa, que es una ciudad antigua y famosa de Omán en la que había un mercado perteneciente a los árabes. La séptima bandera fue asignada a Hazrat Arfayah bin Harzamah (ra) y se le indicó que fuera a Mahrah, que es el nombre de un área en Yemen. Hazrat Abu Bakr (ra) les ordenó a ambos que unieran fuerzas una vez que llegaran allí, pero cada uno de ellos debía gobernar sus respectivas áreas. Hazrat Abu Bakr (ra) luego envió a Shiryil bin Hisna (ra) para que siguiera a Hazrat Ikramah bin Abi Yahl (ra) y le indicó que fuera a Qudaa tras terminar en Yamamah. Le dijeron que permanecería como comandante de su ejército mientras luchara contra los apóstatas. La novena bandera fue entregada a Hazrat Turaifah bin Haayiz (ra) y se le ordenó luchar contra los Banu Sulaim y los Hawazin. La décima bandera fue entregada a Hazrat Suwaid bin Muqarrin (ra) y se le mandó ir a una zona de Yemen llamada Tihaamah. La undécima bandera fue entregada a Hazrat Alaa bin Al-Hadrami (ra) y se le ordenó ir a Bahrein.

Así, estos comandantes partieron hacia sus respectivos destinos desde “Zu Al-Qassah”. Hazrat Abu Bakr (ra) instruyó a cada comandante del ejército que, en cualquiera de las zonas por las que viajaran, debían reunir con ellos a algunos de los musulmanes más fuertes de esa zona y dejaran a algunos de ellos atrás para vigilar sus respectivas áreas.

Al mencionar esta división del ejército por parte de Hazrat Abu Bakr (ra), un autor escribe:

“Zu Al-Qassah era el cuartel general militar que había sido elegido. Desde allí, el ejército musulmán organizado partió hacia diferentes zonas para aplastar la ola de apostasía. A partir de esta operación militar se puede calibrar el intelecto superior de Hazrat Abu Bakr (ra) y su profundo conocimiento del terreno geográfico. La forma en que Hazrat Abu Bakr (ra) dividió los contingentes y la zona a la que fueron asignados muestra su profundo conocimiento de la geografía, pues conocía bien los puntos de referencia, los distintos asentamientos y las rutas que atravesaban la península arábiga. Era como si tuviera ante sus propios ojos la maqueta de toda la península arábiga, al igual que ocurre en los centros de mando militar de hoy en día, que están equipados con la última tecnología. Por tanto, quien reflexione sobre el modo en que estos ejércitos fueron enviados a diversas zonas, reagrupados y despachados de nuevo tras haberse reagrupado, sabrá que todo este plan fue inigualable en toda la península arábiga y se basó en un buen criterio.

Además, la comunicación con el ejército fue excepcionalmente rápida, puesto que Hazrat Abu Bakr (ra) siempre sabía en todo momento dónde estaba el ejército, permanecía al tanto de sus movimientos y de todos sus asuntos, incluso de las victorias que conseguían y cuál era el plan para el día siguiente. Es más, las comunicaciones eran tan eficaces y rápidas que los informes del campo de batalla llegaban constantemente a Abu Bakr (ra), que se encontraba en Medina, que era el centro de mando. Podía comunicarse con todos los ejércitos en todo momento y de entre los mensajeros que iban y venían entre el campo de batalla y Medina, destacan los nombres de Abu Yaizamah Ansari, Salama bin Salamah, Abu Barzah Aslami y Salama bin Waqsh.

Los ejércitos enviados por Hazrat Abu Bakr (ra) estaban bien organizados y este fue uno de los triunfos del Jalifato, pues en las filas del ejército, aparte de líderes hábiles, había también mucha disciplina. Junto a esto, ya tenían experiencia en temas de guerra, puesto que a través de las expediciones y batallas libradas durante la época del Mensajero de Dios (sa), habían adquirido una excelente experiencia en tácticas militares. Por consiguiente, la estrategia militar del dominio de Abu Bakr (ra) era superior a todas las demás potencias militares de toda la Península Arábiga. El comandante en jefe de todo el ejército era Jalid bin Walid (ra), ‘la espada desenvainada de Al’lah’, cuyo genio desempeñó un papel único en las victorias islámicas y contra la ola de rebelión.

La división militar del ejército musulmán resultó ser muy eficaz, porque los apóstatas estaban dispersos en zonas lejanas y no se hallaban organizados, y todavía no se habían agrupado para enfrentarse a los musulmanes. Las grandes tribus estaban dispersas por regiones distantes. En consecuencia, no hubo tiempo suficiente para que se organizaran, ya que la ola de apostasía solo había comenzado unos tres meses antes. En segundo lugar, no supieron calibrar la amenaza que suponía para ellos los musulmanes. Según sus propias estimaciones, pensaron que acabarían con ellos en cuestión de meses. Por esta razón, Abu Bakr (ra) trató de lanzar un ataque repentino y sofocar su fuerza y poder antes de que consiguieran reunir apoyo para su falsa doctrina. Por lo tanto, Abu Bakr (ra) se ocupó de ellos antes de que la disensión pudiera crecer y no permitió que levantaran la cabeza o hablaran de manera que causaran daño a los musulmanes”.

Al narrar varios aspectos relacionados con el nombramiento de los distintos mandos militares, otro autor relata:

“En primer lugar, se garantizó la comunicación y la cooperación constantes entre los distintos contingentes del ejército. A pesar del hecho de que fueron enviados a diferentes lugares en varias direcciones, todos estaban conectados entre sí y en sintonía. Se reagruparon y entonces volvieron a partir con el mismo propósito. Aunque el Jalifa residía en Medina, el control absoluto de todos los asuntos del ejército estaba en sus manos [o sea, en manos de Hazrat Abu Bakr (ra)]. En segundo lugar, Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) mantuvo un contingente militar para salvaguardar Medina, la capital del Jalifato. Además, para buscar consejo en materia de administración, mantuvo a su lado a un grupo de Compañeros (ra) eminentes. En tercer lugar, Hazrat Abu Bakr (ra) sabía que dentro de las zonas afligidas por la apostasía había musulmanes fuertes presentes allí, así que se preocupó por si estos musulmanes sufrían la ira de los idólatras. Por esta razón, se ordenó a los comandantes que reunieran con ellos a aquellos musulmanes que poseyeran mucha fuerza y que designaran también a algunas personas para la protección de esas zonas. En cuarto lugar, con respecto a la guerra con los apóstatas, Hazrat Abu Bakr (ra) adoptó la estrategia del árabe, en el sentido de que mostraban su intención de ir hacia un determinado destino, pero tenían pensado viajar a otro lugar. Entretanto, tomó el máximo cuidado y medidas de precaución para que no se descubrieran sus planes. Así pues, bajo el liderazgo de Hazrat Abu Bakr (ra) se manifestó su habilidad política, su profunda percepción y conocimiento, y la rápida victoria y apoyo”.

En esta ocasión, Hazrat Abu Bakr (ra) envió dos cartas: una dirigida a las tribus árabes y otra que contenía instrucciones para los comandantes de los ejércitos. Con respecto a esta carta, el mismo autor, el Dr. Ali Muhammad Salabi, narra:

“Después de que el ejército musulmán fuera organizado y estuviera listo para partir, vemos que hubo correspondencia oficial, la cual desempeñó un papel vital. Hazrat Abu Bakr (ra) escribió una carta oficial que contenía un mensaje conciso y antes de enviar al ejército a enfrentarse a los apóstatas, Hazrat Abu Bakr (ra) envió esta carta tanto a los apóstatas como a los musulmanes que se mantuvieron firmes; y se aseguró de que se difundiera oficialmente a todos. Para ello, envió mensajeros a todas las tribus y les ordenó que, al llegar allí, leyeran esta carta en todas las reuniones. Del mismo modo, cada persona que escuchaba la carta recibió la orden de transmitir el mensaje a todos los que aún no la habían escuchado. En esta carta, Hazrat Abu Bakr (ra) se dirigió a la élite y a la gente común por igual, tanto si eran firmes en el Islam como si se habían convertido en apóstatas”.

La carta de Hazrat Abu Bakr (ra) a las tribus ha sido mencionada con todo detalle en “Tarij Al-Tabari”, (‘La historia de Al-Tabari’).

El Mesías Prometido (as) también ha mencionado esta carta en su libro “Sirrul Jilafa”, (‘El secreto del Jalifato’) y expone lo siguiente:

“Sería apropiado que mencionáramos la carta que Abu Bakr Siddiq (ra) escribió a las tribus de Arabia, porque aquellos que lean esta carta progresarán en su fe y percepción, y aprenderán cómo Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) mantuvo la inviolabilidad de los mandatos de Al’lah y cómo defendió todos los aspectos de las prácticas del Santo Profeta (sa)”.

 A continuación, el Mesías Prometido (as) expone la carta, que comienza así:

“En el nombre de Al’lah, el Clementísimo, el Misericordiosísimo. Esta carta es del Jalifa del Mensajero (sa), dirigida a todas las personas, ya sean de la élite o ciudadanos ordinarios; y ha de llegar a todos, tanto si se han mantenido firmes en el Islam como si lo ha abandonado. La paz sea con todos aquellos que no volvieron al extravío y la ignorancia tras haber alcanzado la guía. Alabo a Dios delante de vosotros, fuera de Quién no hay otro digno de adoración. Atestiguo que no hay nadie digno de ser adorado excepto Al’lah, Quien es Uno y no tiene compañero, y doy testimonio de que Muhammad (sa) es Su Siervo y Su Mensajero. Aceptamos las enseñanzas traídas por el Profeta (sa) y consideramos que cualquiera que las rechace es un incrédulo y llevaremos a cabo la ‘yihad’ contra él (en este sentido significa ‘lucha contra los rebeldes’).

Después de esto, ha de quedar claro que Dios Altísimo envió al Santo Profeta (sa) con la verdad de Su parte y lo envió a Su pueblo como portador de buenas nuevas, amonestador, invitador a Al’lah por Su mandato y como el sol iluminador, para que pueda advertir a los vivos y que los incrédulos se enfrenten a su destino. Dios guía con la verdad a los que aceptan al Profeta Muhammad (sa). En cuanto a los que se apartaron del Mensajero de Al’lah (sa), él luchó contra ellos hasta que entraron en el Islam voluntariamente, o no les quedó otra opción. Entonces, el Santo Profeta (sa) falleció tras haber establecido el decreto de Dios, supervisado el bienestar de la ‘Ummah’ y hubo cumplido con la responsabilidad que se le dio. Dios Altísimo dilucidó este asunto en Su Libro revelado y afirma:

‘Ciertamente morirás y ciertamente ellos morirán también’, (Sura Al-Zumar, 39:31).

También declara:

‘Antes de ti no hemos concedido una vida eterna a ningún mortal. Y si luego murieras, ¿acaso habrían de vivir ellos aquí para siempre?’, (Sura Al-Anbiya, 21:35).

Dios dice además a los creyentes:

‘Y Muhammad no es más que un Mensajero. En verdad, antes de él han fallecido todos los Mensajeros. Pero si muere o es asesinado, ¿volveríais sobre vuestros pasos? Quien vuelve sobre sus pasos no perjudicará en absoluto a Al’lah. Y Al’lah recompensa a los agradecidos’, (Sura Al-e-Imran, 3:145).

Hazrat Abu Bakr (ra) escribió además: ‘Aquellos que solían adorar a Muhammad (sa) deben entender que Muhammad (sa) ha fallecido; y aquellos que adoran a Dios, el Único, Independiente y sin copartícipe, deben saber que Él está cerca, Él es el Viviente, el que Subsiste por Sí mismo, el Eterno – Él nunca morirá. No se apoderan de Él ni el sopor ni el sueño. Él mismo protege Sus obras y retribuye adecuadamente a sus enemigos y los castiga. Os insto a adoptar el temor de Dios y a obtener la fortuna y el destino que Él ha decretado, y a poner en práctica las enseñanzas que os trajo el Santo Profeta (sa). Debéis obtener la guía de lo que trajo el Mensajero de Dios (sa) y aferraos a la religión de Al’lah, porque quien no es guiado por Al’lah se ha extraviado. Quienquiera que no sea salvado por Él se enfrentará a dificultades y a quienquiera que Él no ayude permanecerá indefenso. Por consiguiente, solo son guiados correctamente aquellos que lo son  por Al’lah y aquellos que Él considera que están desprovistos de guía permanecerán extraviados’.

 Luego, Dios  proclama:

‘A quien Al’lah guía, está encaminado correctamente; pero a quien Él declara extraviado, no encontrarás quien le socorra ni le guíe’, (Sura Al-Kahf, 18:18).

Hazrat Abu Bakr (ra) declaró además: ‘Ninguna de las acciones llevadas a cabo por esas personas en este mundo serán aceptadas hasta que crean en la religión del Islam, ni se les aceptará compensación o expiación alguna en el Más Allá. He llegado a saber que tras haber aceptado y practicado el Islam, algunos de vosotros habéis tratado de engañar a Dios, habéis adoptado la ignorancia, os habéis dejado llevar por satanás y convertido en apóstatas de vuestra fe.

Al’lah dice:

‘Y acuérdate de cuando dijimos a los ángeles: Someteos a Adán y todos ellos se sometieron, excepto iblis. Era uno de los yinn y desobedeció la orden de su Señor. ¿Tomaréis acaso a él y a su progenie como amigos en lugar de a Mí, a pesar de que son vuestros enemigos? Malo es el intercambio para los inicuos’, (Sura Al-Kahf, 18:51).

Dios también declara:

‘En verdad, satanás es vuestro enemigo; tomadlo pues como enemigo; él llama únicamente a sus seguidores para que se conviertan en moradores del Fuego Ardiente, (Sura Fatir, 35:7).

Hazrat Abu Bakr (ra) también añadió sobre esta carta: ‘He designado a tal y cual persona como el líder de un ejército de Muhayirin (emigrantes), Ansar y creyentes que hacen buenas obras, y la he enviado hacia vosotros. Les he ordenado que no luchen con nadie hasta que hayan transmitido el mensaje de Al’lah. Quien acepte este mensaje y se adhiera al mismo, reforme sus acciones y realice obras virtuosas, entonces eso será aceptado por ellos y ayudarán a dicha persona en esta causa. En cuanto a los que rechacen este mensaje, les he dado la orden de luchar contra ellos por esta causa y de no perdonar a nadie que apresen. Deben quemarlos o matarlos de la forma que sea, tomar a las mujeres y a los niños como cautivos, y no aceptar nada más que el Islam de cada uno de ellos. Será mejor para ellos que sigan esto y quienes lo rechacen no pueden frustrar a Dios. He dado a mis representantes la orden de leer mi carta en voz alta en cada una de sus reuniones. El azan (la llamada a la oración) en sí mismo es una declaración de Islam. Así pues, cuando los musulmanes llamen al azan, ellos también deben hacerlo y después no deben ser atacados. Si no hacen la llamada del azan, atacadlos rápidamente. Si pronuncian el azan, reclama de ellos que ejerciten los deberes que les corresponden; y si se niegan, sé rápido en atacarlos. Si se adhieren a esto, entonces debe ser aceptado de su parte”.

 Sin embargo, los detalles y la razón por la que se hizo la guerra contra ellos y por la que se les trató de esta manera fue porque hicieron la guerra contra los musulmanes, y obligaron a estos a combatir; y no solo hicieron la guerra, sino que infligieron crueldades sobre los musulmanes; es decir, los musulmanes desarmados e indefensos que vivían en sus regiones fueron objeto de su brutalidad.

La segunda carta escrita por Hazrat Abu Bakr (ra) a los 11 comandantes del ejército que ya han sido mencionados estaba dirigida a todos los comandantes de los ejércitos y es la siguiente:

“En el nombre de Al’lah, el Clementísimo, el Misericordiosísimo. La siguiente orden está escrita por Abu Bakr (ra), Jalifa del Mensajero de Dios (sa), dirigida a tal y cual, que ha sido enviado junto con un ejército de musulmanes para luchar contra los apóstatas (en otras palabras, los nombres de los comandantes específicos estaban escritos en la carta). Abu Bakr (ra) ordena a los comandantes que teman a Dios en todos los asuntos; y en la medida en que sus fuerzas se lo permitan, se les ordena que se esfuercen en la causa de Al’lah y realicen la ‘yihad’ (en este contexto significa ‘lucha’) contra aquellos que han dado la espalda a Dios y abandonado el Islam para cumplir con aspiraciones satánicas.

En primer lugar, debéis darles pruebas concluyentes e invitarles al Islam. Si aceptan el mensaje, deberá cesar la lucha contra ellos. No obstante, si no aceptan el mensaje, entonces debéis atacarlos rápidamente para que se rindan. Luego, informarles de sus derechos y obligaciones, recoger de ellos lo que es debido y darles lo que se les ha asignado. No debéis otorgarles ninguna tregua (o sea, tal tregua que les permita reagruparse y atacar a los musulmanes) de manera que estos se vean impedidos de luchar contra sus enemigos; y si los musulmanes sienten que esa gente no va a desistir y está deseosa de guerra, entonces no deben dejar de luchar (este mandamiento fue dado a los líderes de esa región que estaban más informados de la situación). Por tanto, quienquiera que acepte el mandamiento de Dios Altísimo y Le obedezca debe aceptar esto y ser ayudado de forma adecuada. La guerra solo debe librarse contra aquellos que aceptaron lo que había venido de Al’lah y lo rechazaron después. Si esas personas aceptan nuestra invitación, no se les podrá culpar y Dios les hará responsables de lo que oculten a partir de entonces. Y respecto a quien no acepte el mensaje de Dios hay que comenzar una guerra en su contra y debe ser matado allí donde se encuentre, por muy rico que sea. No se tomará ninguna ofrenda como rescate de nadie salvo su aceptación del Islam. Por consiguiente, quienes acepten el Islam y den testimonio de ello, se les debe aceptar eso y se les ha de educar en las enseñanzas del Islam. Y a quien lo rechace (en otras palabras, aquellos que se convirtieron en musulmanes y luego tomaron la apostasía y recurrieron a la guerra actúan desafiando las enseñanzas del Islam y deben ser informados sobre la verdad del Islam, y del hecho de que no pueden enfrentarse contra la autoridad gobernante después de haber testificado ser musulmanes) se le debe hacer frente en la batalla. Si Dios le concede la victoria sobre ellos, habrá que matarlos brutalmente con armas y fuego.

A partir de entonces, el botín de guerra de parte de ellos y concedido por Dios debe ser distribuido excepto el ‘Jums’ (una quinta parte de todo el botín de guerra dedicado para Dios y Su Mensajero -sa) y que se me debe entregar a mí. El comandante debe evitar que sus compañeros caigan en prisas y la discordia, y no debe permitir que un extranjero entre en sus filas hasta que se asegure de quién es (o sea, debe tener cuidado de no aceptar a cualquiera que pueda ser un espía y primero investigar y evaluar debidamente antes de aceptar a alguien), porque podría resultar ser un espía y crear el caos entre los musulmanes. Durante el viaje, debe tratar a los musulmanes con amabilidad y moderación, y ha de preocuparse por su bienestar; y no debe ordenar a una sección del ejército que se una a la otra con premura. Finalmente, debe tratar a los musulmanes con amabilidad y ser gentil en su discurso cuando se dirija a ellos”.

Hay algunos aspectos que requieren elaboración, aunque no se ha dado ninguna al respecto. Por eso, a veces la gente tiene ideas erróneas contra el Islam. Ya en mi sermón anterior expliqué con más detalle este asunto; es decir, que estos apóstatas en cuestión eran todos beligerantes y no solo eso, sino que sometían a los musulmanes, que vivían en sus regiones, a un trato brutal; los mataban y quemaban, e incendiaban sus casas. Fue por esa gente que Hazrat Abu Bakr (ra) declaró que se debía buscar la venganza y que debían ser castigados de la misma manera que ellos habían empleado, tal como también ha sido citado por el Mesías Prometido (as) de esa carta. Esto es lo que ha sido ordenado por Dios Altísimo en el Sagrado Corán, que cuando es necesario vengarse, el castigo debe ser el mismo que el realizado por el ofensor.

Un autor ha profundizado en este asunto en cierto lugar. En fin, se trata del mismo Dr. Ali Muhammad Salabi que escribe:

“Se ha mencionado que los apóstatas traidores deben ser quemados, pero no está permitido castigar a alguien quemándolo. Incluso el Santo Profeta (sa) ha dicho que ‘castigar con fuego es solo para Dios’. No obstante, aquí, la orden de castigarlos con fuego se ha dado porque esos malvados emplearon ese método de castigo sobre los creyentes. Por esa razón, ello debería ser considerado ‘qisas’ (retribución lícita)”.

En el mismo libro, al referirse a la carta de Hazrat Abu Bakr (ra) mencionada anteriormente, se registra:

“Aquellos que se niegan a regresar a las filas musulmanas y son inflexibles en sus sentimientos de apostasía son considerados belicistas, y es imperativo que sean atacados, asesinados o quemados”.

Dios Altísimo ha declarado esto también en el Sagrado Corán:

“Si pasas por dificultades a causa de alguien, castígalo de la misma manera en que fuiste castigado”.

Los rebeldes, como he mencionado en mi sermón anterior y también en este momento, cometieron el crimen de quemar a los musulmanes y matarlos de la manera más atroz; o sea, fueron quemados, además incendiaron sus casas, quemaron a todos sus hijos pequeños y los mutilaron. Por consiguiente, Hazrat Abu Bakr (ra) ordenó que se matara a los que estaban involucrados en ello, utilizando el mismo método que empleaban para matar a los musulmanes.

De todas formas, si Dios quiere, habrá más menciones al respecto en el futuro. Tal vez durante el Ramadán haya sermones sobre otros temas o a lo mejor ocurrirá tras algún tiempo, aunque el próximo sermón contendrá más detalles de este tema.

Resumen

Después de recitar el Tashahhud, el Ta’awwuz y la Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que en el último sermón que dio sobre la vida de Hazrat Abu Bakr (ra), presentó referencias de que Hazrat Abu Bakr (ra) no castigaba a la gente por su apostasía, sino que los castigaba por su rebeldía.

Hazrat Abu Bakr (ra) se mantiene resuelto ante los tremendos desafíos

Su Santidad (aba) dijo que el Hakam (juez) y Adl (árbitro justo) de esta época, el Mesías Prometido (as) también ha afirmado que los apóstatas durante la época de Hazrat Abu Bakr (ra) se habían rebelado. El Mesías Prometido (as) describió esa época peligrosa y turbulenta que se produjo debido a esta rebelión abierta, ante la cual Hazrat Abu Bakr (ra) se mantuvo valiente y decidido. Hazrat Abu Bakr (ra) estaba muy entristecido por lo que había sido de esta gente y lloraba en la oración. Su hija Hazrat A’isha (ra) describe que Hazrat Abu Bakr (ra) fue testigo de todo tipo de rebeliones e insurrecciones al comienzo de su Jalifato, de tal manera que si se hubiera puesto la misma carga sobre las montañas, éstas se habrían derrumbabo. Sin embargo, con la ayuda de Dios Todopoderoso, Hazrat Abu Bakr (ra) se mantuvo firme al erradicar todas las amenazas que se habían presentado.

Su Santidad (aba) citó además al Mesías Prometido (as), quien dijo que cuando Hazrat Abu Bakr (ra) recibió el manto del Jalifato, los musulmanes se encontraban en un estado extremadamente frágil. Sin embargo, Dios sacó a los musulmanes de las profundidades de la oscuridad a través de Hazrat Abu Bakr (ra), de tal manera que después, la gente alababa y felicitaba constantemente a Hazrat Abu Bakr (ra) y estaba dispuesta a obedecerle en cualquier asunto. Todo esto se debió a la veracidad y firmeza de Hazrat Abu Bakr (ra).

Hazrat Abu Bakr (ra) reúne a los musulmanes para combatir la rebelión

Su Santidad (aba) dijo que durante esta ola de rebelión, Hazrat Abu Bakr (ra) desplegó varios enviados. Estaban quienes se habían convertido en apóstatas y se negaban a dar el Zakat, pero también estaban aquellos que se convirtieron en apóstatas, que además adoptaron la rebelión y habían comenzado a matar a los musulmanes. Hazrat Abu Bakr (ra) decidió obtener información sobre los movimientos de este grupo, por lo que reunió al ejército musulmán y partió de Medina. Hazrat Ali (ra) le pidió a Hazrat Abu Bakr (ra) que en lugar de acompañar él mismo a ese ejército, enviara a otra persona en su lugar por temor a que le ocurriera algo durante la batalla. Hazrat Abu Bakr (ra) aceptó esta sugerencia y ordenó al ejército que saliera mientras él regresaba a Medina.

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Abu Bakr (ra) dividió el ejército musulmán en once batallones con líderes designados a los que se les asignó su propia bandera. Fueron enviados a varios lugares donde los rebeldes, incluyendo aquellos bajo el liderazgo de falsos pretendientes para ser profetas, estaban levantando su rebelión. Hazrat Abu Bakr (ra) también dio instrucciones a cada batallón para que dejara algunos musulmanes fuertes en las zonas a las que se desplegaban para garantizar la seguridad en la región. Hazrat Abu Bakr (ra) estaba constantemente informado y al tanto de los movimientos de cada uno de estos batallones y era informado cuando estos batallones salían victoriosos. La rebelión había comenzado sólo tres meses antes, y como los rebeldes pensaban que tenían ventaja y que podían acabar con los musulmanes en poco tiempo, no estaban en absoluto preparados para el organizado ejército musulmán al que se enfrentaron, y por ello fueron derrotados.

Su Santidad (aba) explicó que esta distribución por parte de Hazrat Abu Bakr (ra) estableció un excelente sistema por el cual el ejército musulmán permanecía en constante comunicación entre sí, incluso cuando los batallones eran enviados a diversas zonas. Hazrat Abu Bakr (ra) también mantuvo una parte del ejército en Medina para proteger el cuartel general y también mantuvo un grupo de compañeros mayores para consultar sobre diversos asuntos. Así, bajo el liderazgo de Hazrat Abu Bakr (ra), se estableció un sistema de gobierno sistemático.

Carta de Hazrat Abu Bakr (ra) a toda Arabia

Su Santidad (aba) dijo que durante este tiempo, Hazrat Abu Bakr (ra) escribió una carta para todos los que residían en Arabia, declarando que él creía en lo que fue traído por el Santo Profeta (sa), y todos los que niegan ese mensaje son incrédulos. Dijo que el Santo Profeta (sa) fue enviado a este mundo con la verdad como portador de buenas noticias y como advertidor. Aquellos que lo aceptaron recibieron la luz divina de la guía. Hazrat Abu Bakr (ra) explicó entonces, a través de versículos del Sagrado Corán, que después de cumplir con sus responsabilidades, el Santo Profeta (sa) debía fallecer al igual que todo el mundo debe fallecer, él también lo haría. Por ejemplo, Dios Todopoderoso afirma

Antes de ti no hemos concedido una vida eterna a ningún mortal. Y si luego murieras, ¿acaso habrían de vivir ellos aquí para siempre? (21:35)Y también:

Y Muhammad no es más que un Mensajero y antes que él han pasado todos los Mensajeros. Pero si muere o es asesinado, ¿volveríais sobre vuestros pasos? Quien vuelve sobre sus pasos no perjudicará en absoluto a Al-lah. Y Al-lah recompensa a los agradecidos. (3:145)

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Abu Bakr (ra) dijo que quien adorara al Santo Profeta (sa) debería saber que ha fallecido. Aquellos que adoraban a Dios debían saber que Él sigue vivo y siempre lo estará. Hazrat Abu Bakr (ra) dijo que él ordenó a todos que creyeran en Dios y en el mensaje traído por el Santo Profeta (sa). Dijo que sólo pueden alcanzar la guía aquellos a los que Dios mismo se la ha concedido. Además, las buenas acciones de la gente encontrarán aceptación a los ojos de Dios una vez que acepten a Dios y Su fe.

Su Santidad (aba) dijo que esta carta fue enviada con cada uno de los líderes designados de los diferentes batallones, y Hazrat Abu Bakr (ra) informó a la gente que había instruido a los ejércitos a no luchar, sino a invitar a la gente a aceptar el mensaje entregado en esta carta. Sin embargo, si se negaban y persistían en sus costumbres, los ejércitos no tendrían otra opción.

Advertencias a los líderes de cada batallón

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Abu Bakr (ra) también escribió una carta dirigida a cada uno de los líderes asignados a los once batallones. Les ordenó que adoptaran la rectitud y que no lucharan al llegar a su destino asignado. Primero debían invitarles a la fe y a cumplir con sus obligaciones. Sin embargo, si veían que la gente estaba empeñada en rebelarse y luchar, no debían dudar en tomar las armas para poner fin a las injusticias y crueldades que habían estado perpetrando. Su Santidad (aba) volvió a insistir en el hecho de que no se trataba simplemente de apóstatas, sino de personas que habían estado perpetrando crímenes atroces y crueldades, por lo que fueron tratados de acuerdo con el mandamiento del Sagrado Corán, que establece que la recompensa de un crimen debe ser la misma. Su Santidad (aba) dijo que hay una narración que afirma que se dio la instrucción de quemar a los rebeldes. No se trataba de una instrucción general, porque como el Santo Profeta (sa) ha afirmado sólo corresponde a Al’lah castigar con fuego. En este caso, este mandamiento sólo se dio porque esas personas en cuestión habían prendido fuego a los musulmanes, y por lo tanto esta instrucción se dio como una forma de retribución justa y equitativa.

Su Santidad (aba) dijo que puede haber sermones sobre otros temas durante el mes de Ramadán, pero que continuará con este tema cuando pronuncie el próximo sermón sobre la vida de Hazrat Abu Bakr (ra).

Resumen Preparado por The Review of Religions

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