50. El Calculador (Al-Muḥṣī)

لِّيَعۡلَمَ أَن قَدۡ أَبۡلَغُواْ رِسَٰلَٰتِ رَبِّهِمۡ وَأَحَاطَ بِمَا لَدَيۡهِمۡ وَأَحۡصَىٰ كُلَّ شَيۡءٍ عَدَدَۢا
“Para que sepa que ellos (Sus Mensajeros) han entregado los Mensajes de su Señor. Y Él abarca todo lo que está con ellos y lleva la cuenta de todas las cosas.” [1]
Según el léxico árabe Aqrab al-Mawarid, اَحْصَی الشَّیءَ (Aḥṣā ash-shai’a) significa que contó o llevó la cuenta de algo. Las piedras pequeñas o guijarros también se denominan الحصی (Al-Ḥiṣā). En épocas anteriores, los árabes contaban con la ayuda de pequeños guijarros y piedras, por lo que اِحْصَاءٌ (Iḥṣā’un) significa contar. [2]
Hazrat Anas (ra) relata que el Santo Profeta (sa) pasó una vez junto a un beduino que estaba ofreciendo una súplica en sus oraciones con las siguientes palabras:
“Oh, Aquel a Quien los ojos no pueden alcanzar; Aquel Cuyo Ser no puede ser realmente comprendido; no hay nadie que pueda hacer justicia a Su alabanza; Aquel Cuyo Ser no se ve afectado por el paso del tiempo; Aquel Que tiene pleno conocimiento del peso de las montañas, las profundidades de los mares, e incluso el número de gotas en la lluvia y las hojas de los árboles; Aquel Que tiene pleno conocimiento de lo que yace en la oscuridad de la noche y sobre lo que el Sol hace brillar su luz en el día; nada en los cielos y en la tierra puede ocultársele, ni los océanos pueden ocultarle nada de lo que yace en sus profundidades; ni una montaña puede esconder lo que está profundamente oculto en su interior. Haz que la última parte de mi vida sean los mejores días y que mi última acción sea la mejor de todas mis acciones. El día que vea Tu rostro, haz que sea el mejor de mis días”.
El Santo Profeta (sa) dijo a alguien:
“Cuando haya terminado su oración, traédmelo “.
Al terminar su oración, el beduino fue llevado ante el Santo Profeta (sa). El Santo Profeta (sa) había recibido una pieza de oro que entregó al beduino. El Santo Profeta (sa) dijo entonces:
“¿Sabes por qué te he dado este oro?”
Él respondió:
“¡Oh Mensajero (sa) de Al’lah! Me lo has dado como un acto de bondad hacia mí”.
El Santo Profeta (sa) respondió:
“En verdad es así; sin embargo, la razón por la que te he concedido este oro es porque has alabado a tu Señor de la manera más excelente.” [3]
La gracia de Dios lo abarca todo
El Mesías Prometido (as) ha explicado la naturaleza de la gracia de Al’lah que todo lo abarca, de la siguiente manera:
“Dios es la luz de los cielos y de la tierra. Es decir, toda luz que sea visible en las alturas o en las profundidades, ya sea en las almas o en los cuerpos, ya sea innata o adquirida, ya sea manifiesta o encubierta, ya sea interna o externa, es una generosidad de Su gracia. Esto indica que la gracia general de Hazrat Rabbul-‘Ālamīn [Señor de todos los mundos] lo abarca todo y que nada está privado de Su gracia. Él es la fuente de toda gracia y la causa última de toda luz y el origen de todas las misericordias. Su ser verdadero es el sostén de todo el universo y el refugio de todo: lo elevado y lo profundo. Él es Quien sacó todo de la oscuridad de la nada y le confirió el manto de la existencia. No hay ningún otro ser que exista por derecho propio, o que sea eterno, o que no sea receptor de Su gracia. La tierra y el cielo, los hombres y los animales, las piedras y los árboles, las almas y los cuerpos, todos deben su existencia a Su gracia. Esta es la gracia general mencionada en el versículo.
ٱللَّهُ نُورُ ٱلسَّمَٰوَٰتِ وَٱلۡأَرۡضِۚ
[Al’lah es la Luz de los cielos y de la tierra].
Esta es la gracia que lo abarca todo como un círculo. No hay condición previa para ser beneficiario de esta gracia”. [4]
Notas de pie de página
- El Sagrado Corán, 72:29.
- Taj al-‘Arus and Mufridat, Imam Raghib.
- Al-Mu’jam al-Awsat, Hadiz no. 9448.
- Hazrat Mirza Ghulam Ahmad (as), Barahin-e-Ahmadiyya – Part III (Tilford, Surrey: Islam International Publications Ltd., 2018), 92.