109. El Poseedor de la generosidad (Dhū al-Taul)

تَنزِيلُ ٱلۡكِتَٰبِ مِنَ ٱللَّهِ ٱلۡعَزِيزِ ٱلۡعَلِيمِ
غَافِرِ ٱلذَّنۢبِ وَقَابِلِ ٱلتَّوۡبِ شَدِيدِ ٱلۡعِقَابِ ذِي ٱلطَّوۡلِۖ لَآ إِلَٰهَ إِلَّا هُوَۖ إِلَيۡهِ ٱلۡمَصِيرُ
“La revelación del Libro procede de Al’lah, el Poderoso, el Omnisciente. El Perdonador de los pecados y Aceptador del arrepentimiento, Severo en el castigo, Poseedor de la generosidad. No hay ningún Dios sino Él. Hacia Él será el retorno final.” [1]
Según el lexicón árabe Lisān al-‘Arab, el término الطَّوْلُ (al-Taul) significa excelencia, poder, riqueza, grandeza y gracia. Así, ذُوالطَّوْلِ (Dhū al-Taul) se refiere a aquella Entidad que posee todos los atributos de grandeza, es decir, Dios Altísimo, el Dueño de toda excelencia, el Omnipotente, el Majestuoso y el Más Benevolente.
El significado de Dhū al-Taul es una Entidad que es Omnipotente, Autosuficiente y Benevolente. En este sentido, en una narración del Santo Profeta (sa), Hazrat Aisha (ra) relata que en una ocasión, la gente se quejó ante el Santo Profeta (sa) por la falta de lluvia. El Santo Profeta (sa) entonces ordenó a sus compañeros que oraran a Dios Altísimo y les aseguró que Él respondería a su súplica. Luego, el Santo Profeta (sa) hizo la siguiente oración:
“Toda alabanza pertenece a Al’lah, Señor de todos los mundos, el Clemente, el Misericordioso, Dueño del Día del Juicio. No hay nadie digno de adoración excepto Al’lah, Quien hace lo que quiere.
¡Oh Al’lah! Tú eres A’llah, no hay nadie digno de adoración excepto Tú; Tú eres el Autosuficiente, mientras que nosotros somos necesitados. Envíanos lluvia y haz que lo que nos envíes sea una fuente de fuerza y satisfacción por un tiempo.”
Después de hacer esta súplica, el Santo Profeta (sa) ofreció dos rak‘āt [unidades] de oración. Entonces, bajo el decreto de Al’lah, las nubes derramaron tanta lluvia que los desagües comenzaron a desbordarse y la gente tuvo que correr en busca de refugio. [2]
Dios Tiene Poder Sobre Todas las Cosas
Uno de los significados de Dhū al-Taul es que Al’lah es el Omnipotente. Explicando este aspecto del poder divino, el Mesías Prometido (as) afirma:
“Otro punto sutil que debe tenerse en cuenta es que, a veces, cuando los hombres de Dios muestran milagros —por ejemplo, cuando el agua no puede ahogarlos o el fuego no puede dañarlos—, el secreto detrás de tales manifestaciones es que, en ciertos momentos, cuando los amigos de Dios dirigen su atención hacia un asunto en particular, el Dios Omnisapiente —cuyos infinitos misterios el ser humano jamás podrá comprender— muestra un signo de Su poder, y la atención de Su siervo comienza a ejercer control sobre el universo.
La convergencia de los factores que, por ejemplo, hacen que el calor del fuego deje de tener efecto —ya sea que estos factores estén relacionados con los cuerpos celestiales, con algunas propiedades ocultas del fuego mismo, con alguna sutil característica del cuerpo que es arrojado al fuego, o con una combinación de todos estos—, todos estos factores entran en acción mediante tal atención y tal oración. Es así como se muestra un milagro extraordinario.
Pero esto no nos lleva a perder la fe en la realidad de las cosas, ni hace que el conocimiento pierda su valor, pues esto mismo es una rama del conocimiento divino. Tiene su propia dimensión, tal como, por ejemplo, la cualidad de quemar del fuego tiene la suya propia.
Entendámoslo de esta manera: hay elementos espirituales que se manifiestan sometiendo al fuego, y estos son peculiares de su propio tiempo y lugar.
La inteligencia humana no puede comprender el secreto de que el hombre perfecto es el canal de manifestación del espíritu de Dios Altísimo. Y cuando llega el momento para que el hombre perfecto exhiba esta manifestación, todo comienza a temerle, tal como teme a Dios.
Podéis lanzarlo ante una bestia o dentro de un fuego, y no sufrirá daño alguno, porque en tales momentos el espíritu de Dios Altísimo está sobre él y todo está obligado a temerle.
Este es el secreto supremo del conocimiento divino, que no puede ser entendido sin la compañía de los perfectos. Siendo un fenómeno muy profundo y excepcional, no todas las inteligencias están al tanto de esta filosofía.
Pero recordad, todo escucha la voz de Dios Altísimo. Él tiene control sobre todas las cosas y sostiene todos los hilos en Su Mano. Su sabiduría no tiene límites y penetra hasta la raíz de cada partícula. Nada posee propiedades que excedan Su poder. Todas las cualidades que puedan tener las cosas están dentro del alcance de Su poder.” [3]
Referencias
- El Sagrado Corán, 40:4.
- Sunan Abī Dāwūd, Kitāb Ṣalāt al-Istisqāʾ, Hadiz No. 1173.
- Hazrat Mirza Ghulam Ahmad (as), Las Bendiciones de la Oración (Tilford, Reino Unido: Islam International Publications Ltd., 2007), 45-46 (nota al pie).